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.

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. . .,..
ta llaoe de Guadaiup un lib!~~ue realiza
In r .orrído por 10s distintos' .·~;nbolQs pre- -
nt s n l imagen de la Virgen de Guada-
lu de México. A través .de sus páginas, esta
P qu 'ña obra busca ofrecer una .clave, una .
"llave" (tlatlapoloru, en náhuatl) de interpre-
tación del rico contenido ideográfico que palpi-
ta en la tilma del indio Juan Díego Cuauhtla-
toatzin. No es un libro erudito, como otros
del autor, pero sí extremadamente instructivo"
en sI.:!simplicidad, útil para abrir aí lector un
rico universo
. de significaciones
. que pertene- .
:

cen a la vocación y el estilo de México.

ARTURO ROCHA (1969), filósofo, ·au~r de di-


versas obras sobre la mexícanídad y el. Acon-
.. .. /- ';

tecimiento Guadalupano, entre ellas, Los:


. . .....
ualores que unen a flféxico, V91.ry ir (200~;.· .
·2010). Sobre el terna guadalupano. Monu-
. .
menta Guadalupensia Mexicana (2010), y
. cOfl·el.sello.~~)f~a: Nadie es ombligo en
. ...
~. .'
la tierra: Ayac· :jiC.t?iin tlalticpac (20bo)· y
..~....
Virtud de· .México: El valor de la- tradición
Jfi ¡¡¡ve :te CJuadafupe
Guadalupe it¡;thpo¡¡;ni

La!,
SERIE Historia
-Loa !hve de quada(i¡pe
Guadalupe ith.t{;pohni
Arturo Rocha

MAPOrrúa
librero-editor-
.,.
México

MÉXICO· 2014
A Su Excelencia
Mons. Cbristopbe Pierre
Arzobispo Titular de Gunela
Nuncio Apostólico en México
AR

Primera edición, diciembre del año 2014

© 2014
ARTURO ROCHA

© 2014
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA,librero-editor

Esquema de la Virgen de Guadalupe


CARLOSSALINAS
Cortesía del Centro de Estudios Guadalupanos-uPAEP

Derechos reservados conforme a la ley


ISBN 978-607-401-908-7

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta


del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la
autorización expresa y por escrito de GEMAP01TÚa, en términos de lo
así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso,
por los tratados internacionales aplicables.

IMPRESOEN MÉXIco PR1NTED IN MEXICO

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Amargura 4, San Ángel, Alv a ro Obregón, 01000 Mé xí c o , D.F.


MONS. JOSÉ LUIS GUEHREI~O ROSADO

Canónigo de Guadalupe
Miembro del Colegio de Estudios Guaclalupanos

Tengo entre mis manos un libro que realiza un


recorrido por los distintos símbolos del Sagrado
Original de Guadalupe. Se intitula La llave de
Guadalupe haciéndose eco, quizá, del título de aquel
tomo que el P Garibay escribiera, hace décadas,
para brindar a los no iniciados los rudimentos de
la lengua de Nezahualcoyotl: La llave del náhuatl.
Yeso es este libro de Arturo Rocha: una llave
(tlatlapoloni) del contenido iconográfico de la
Virgen de Guadalupe de México, entregada al no
avezado, al no iniciado.
No es un libro erudito, pero me parece extraor-
dinario en su simplicidad. Yo habría deseado, en
primera instancia, que esta obra fuese mucho más
académica, pues hay cosas en torno a Guadalupe
que si no se vierten, se olvidan y perecen. Y éste es
mérito ya antiguo de Rocha: sacarle agua hasta a las
mismas piedras. Ése es su carisma.

I 7
Sin embargo, veo con buenos ojos que esta comunica con imágenes, ile planto una imagen subli-
obra sea breve, aunque se extrañe la erudición del me! Tal es Guadalupe. Lo demás son detalles. En un
autor, pues a La llave de Guadalupe la anima una afán de comunicación, insertos en el plan de entrar
economía de lectura que permite imponerse de su en la mente del otro, la imagen resulta primordial.
contenido en una hora de vuelo entre dos ciudades. Son impactantes aquellos símbolos de
y si bien, a primera vista, parecería que una obra Guadalupe. Por ejemplo, sobre su vientre, la "flor"
tan pequeña sería un desperdicio del talento de su de Nahui Ollin, símbolo de la divinidad suprema
autor, la verdad es que ella se coloca al lado de otros para los indígenas, y que está en el Sagrado Original
trabajos de Rocha, esos sí, profundamente acadé- no para que la vean los botánicos, sino para que
micos, y que vienen a decantar aquí. La erudición la contemplen y comprendan los indios de ese
condensada es casi sobrenatural. momento. Pero también la Luna sobre la que está
Es tan difícil convencer al mexicano que México posada la Virgen que representa a México en una
es valioso que parecería requerir de un cúmulo de predilección hasta toponímica para el indio, pero
pruebas. Pero hay otras ocasiones en que al mexica- que a un español del siglo XVI evocaba a la Virgen
no no le interesa que le prueben nada, sino que le del Apocalipsis: mulier amicta sole, et Luna sub
muestren con pocos elementos la naturaleza de su pedibus eius ("mujer ceñida por el Sol, con la Luna
virtud. La paradoja está en que el Sagrado Original bajo sus pies").
de Guadalupe puede ser, en su simplicidad, avasalla- Pero sobre todo, la unión de símbolos que
dor como cúmulo de pruebas, de indicios, al menos permiten. comprender que María de Guadalupe
inconscientemente. El ateo mexicano más ateo es es madre: porque el enfoque psicológico-cultural
guadalupano; el "mocho" mexicano más "mocho" que plantean aquellos símbolos es que Dios ama
también lo es. Ambos lo entienden desde su extremos. como madre. ti, cómo es este amor? Incondicional,
siempre dispuesto al perdón; dispuesto a promover,
Personalmente, creo que el principal mérito de esta pero jamás a humillar.

obra es que insiste en algo que de tan importante También el rostro mestizo de la Virgen del
y evidente, se pasa por alto: a un pueblo que se Tepeyac que representa, asimismo, a México ...

f'AI ~H!{\S P!~UlMl!\:\Rf' I 9


que es mestizo, nos guste o no. Somos indios, no. cuyas virtudes serán aquilatadas hasta mucho des-
Somos españoles, no. ¿Qué somos? Mexicanos. pués. Inmediatamente, quizá hasta al contrario: su
y el mexicano es mestizo. Hay indios puros, sí;
talento le acarreará hasta palos de quienes debieran
españoles puros, también. Pero México es mestizo,
celebrarle. Entre tanto, de él puedo decir, vanidosa-
no solamente en la raza sino en la mentalidad. ¿Por
mente, que es mi descubrimiento y mi gran orgullo.
qué? Porque en el mexicano se debaten profundos
complejos. Hay una guerra en la sangre. Indio y JI.GR

gachupín son insultos en México. ¡Pero eso somos!


Si fuésemos una cosa o la otra ... Muy bien. Pero
somos ambas cosas.

Saludo y aplaudo finalmente este libro que no entra


en la tónica y estilo de otros de mensaje exagerado
y hasta choteado a fuer de tanto detalle accidental
("que tal rayita", "que tal casita"), sino que insiste
en los símbolos más fundamentales del Sagrado
Original, apartándose de visiones enteramente sub-
jetivas como de las que ven, según Rocha, numero-
sas imágenes en los ojos de la guadalupana, y otras
accidentalidades disfrazadas de objetividad que a
la postre resultan obtusas y en desdoro del hecho
guadalupano mismo.

Descubrí a Arturo Rocha hace muchos años, al


prologar uno de sus primeros libros. Encomio lo
que hace. Él será -vaticino-, como un Sahagún,

10 I .lO~E tUS (j!:I~RRFR() R()~..\j)O


EL AUTOR

Este libro debe mucho a autores como el P.Mario Rojas


o el P.José Luis Guerrero, aunque se aparta de ellos en
temas fundamentales. Tenemos para nosotros que el
código para leer el Sagrado Original guadalupano no
es puramente indígena. Y si bien ha sido esta cultura su
primer y lógico recipiendario, no es indígena el único ni
el exclusivo de los mensajes de la tilma de Juan Diego.
En otros de sus apartados, esta obra toma algo
de un autor (o autores) que ni remotamente nadie
asociaría con la contención aparicionista o con el
tema guadalupano desde una perspectiva religiosa.
Empero, sus aportaciones contribuyen a esclarecer
algo de la simbología del ayate.
No deberá extrañar al lector que, en materia de
elementos simbólicos guadalupanos, en estas pági-
nas no estén "todos los que son ni sean todos los
que están". Con todo, estamos convencidos de que
los aquí expuestos son los elementos fundamentales
que la llave de Guadalupe es capaz de desentrañar.

I 13 I
c{!;radecimzentoJ'
EL AUTOR

Quiero agradecer al Colegio de Estudios Guadalu-


panos (COLEG) de los Misioneros de Guadalupe,
por haberme estimulado a escribir estos párrafos,
especialmente a los padres Juan José Luna, Juan
José Corona, así como a todos los miembros de
aquel respetado colectivo.
A la Universidad Intercontinental (urc) ya su rec-
tor, ingeniero Bernardo Ardavín, por prohijar las ini-
ciativas de estudios e investigaciones guadalupanas.
También al Centro de Estudios Guadalu-
panos (CEG) de la Universidad Popular Autónoma
del Estado de Puebla (UPAEP), aliado nuestro en los
estudios en torno a la Virgen de Guadalupe, por
su apoyo y generosidad, particularmente a José
Antonio Quintana, Gerardo Valles, Eugenio Urrutia,
Carlos Salinas Saucedo y Jesús Hernández.
Muy singularmente a monseñor José Luis Guerrero,
Patrick Iohansson, Luis Guerrero", Daniel Aquino, direc-
tor del MUNAE de Guatemala,]im Cook, Ricardo Galindo
y a mi querida esposa, Gabriela Pardo.

I 15 I
Escultura azteca de una mujer arrodillada (p. 29) Vasija de mujer preñada de Kaminaljuyú (p. 29)
Posclásíco tardío [1325-1521 d.C.1 1 Cuenco con tapadera antropomorfo J

British Museurn, London Karninaljuyú, Tierras Altas, Guatemala


Foto: Simon Burchell Clásico temprano [250-550 d.C.1
Reproducida al amparo de: CreaÚve Cornmons. Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala
Attribution-ShareAlike 3.0 Unported Lícense MUNAE 2413. Foto: james R. Cook

http://crealivecommons.org/licenses/by-saf:3.0/legaJcode
.c: ¡¡¡ve de quadafupe
Guadalupe ithtldpohni

Pájaro bandera a tzinitzcari (p. 47)


Tragan mexicanus Suiainson
Ilustración: Elvia Esparza
UNA DE las principales características de la imagen
de Nuestra Señora de Guadalupe de México es
que es capaz de comunicar el mensaje evangélico
valiéndose de símbolos elocuentes a quienes eran
sus primeros destinatarios: los indígenas. Enseñar,
comunicar el Evangelio a una cultura que no lo conoce,
valiéndose de las características propias de aquella
misma cultura es lo que se llama inculturación.
Por eso, María de Guadalupe del Tepeyac ha sido
definida por Juan Pablo II como un "ejemplo de
evangelización perfectamente inculturada".
Eso no quiere decir que el Sagrado Original
de Guadalupe sólo diga algo a los indígenas en su
proceso de evangelización durante los siglos XVI

y XVII; ella revela algo a todos los habitantes de lo


que entonces se llamaba Nueva España, ya fueran
indios, españoles, negros ... pero también a aquellas
nuevas realidades raciales: las castas y en especial
los mestizos.

I 23 i
María de Guadalupe se vale de signos plasmados
en la tilma de su vidente Juan Diego para comu-
.
nicar ciertas verdades sobre Jesucristo y sobre
ella misma. Un indio veía algo diferente. que un
español ... pero ambos reconocían algo. A siglos de
distancia de su aparición en el Tepeyac, aquellos
signos nos siguen hablando, inculturándonos el
mensaje de la salvación.

<Matfas de Arteaga y Alfaro [1630-1703], grabó


l Aparícíon [1685]
Publicada en: Luis Becerra Tanco, Felicidad de México,
Sevilla: Thomás López de Haro, 1685.
En el México antiguo, el cabello suelto de
una mujer indicaba que ella era virgen o doncella
(ichpochtli); a diferencia del cabello de una
mujer casada el cual se anudada en forma de
cuernitos sobre la frente. Un español, por su
parte, reconocía en el cabello suelto el mismo
atributo virginal de las distintas advocaciones
marianas.

I 27
C}ravldeL
Dl{9ñO 71(Yro

María de Guadalupe, no obstante su doncellez ...


se halla encinta. El indígena del siglo XVI lo
reconocía por diversos signos del Sagrado
Original: no sólo ostenta un vientre ligeramen-
te abultado, sino que un moño negro la ciñe
justo por encima del seno, forma de señalar
(antes que ocultar) su gravidez.
Algunos dudan de que las madres mesoa-
mericanas empleasen semejante cinta. Baste
echar un ojo a las dos imágenes que presenta-
mos aquí para desmentido. Se trata de compro-
baciones arqueológicas surgidas del contexto
mexica y maya.
y en el propio contexto mesoamericano,
el moño negro de la virgen es una reminiscen-
cia de uno de los atributos de la diosa madre
Coatlícue, "la de la falda de serpiente", que ves-
tía ciertamente no una cinta, sino una serpiente
que ceñía sus naguas.

I 29 I
Oreñada de C])ZóJ'

Pero es divino el ser que María lieva en el vientre. El indí-


gena 10 conoce por dos elementos:

1) El símbolo de la flor de cuatro pétalos o Nahui al/in


(4-Movimiento) que María de Guadalupe ostenta en
el centro de su túnica (el único de su clase en toda la
imagen), el cual era símbolo de la suprema divinidad
del México antiguo.
2) El Sol que rodea a la imagen, que para el indio signi-
ficaba no sólo que María procedía de la región de la
luz, sino que en cierta manera dará a luz al nuevo Sol
que alumbrará al mundo. El indio neófito o reciente-
mente evangelizado no tendrá mucha dificultad en
comprender que ese "Nuevo SoJ" es Cristo Jesús.

El español, por su parte, reconocía en el astro un


atributo de la Virgen del Apocalipsis de San Juan: "una
mujer ceñida por el Sol".

I 31 !
Es éste, uno de los atributos más conspicuos de la Virgen
Morena en su Sagrado Original: se encuentra circundada
de rayos solares. Esto evocaba en los castellanos la mulier
amicta sale, "la mujer vestida del sol" del Apocalipsis de
san Juan (12, 1).
Pero los indígenas hacían en ello reminiscencia de
la divinidad más elevada. En efecto, en su cosmovisión,
Dios era el Sol y el Sol era divino. Lo que refulgía con
colores solares, también lo era. Como el oro, teocuitlatl,
si bien "excremento" o "excrecencia" (cuitLat!), lo era de
dios (teot!).
Estar Guadalupe circundada de tales rayos subraya al
observador su celestial carácter: ella es de Dios a quien
(ya hemos visto) porta en su seno virginal: Jesús.
Otros autores han insistido en la ocultación que en
parte hace la virgen de estas solares refulgencias, lo que
han interpretado como un eclipsar de las divinidades de la
gentilidad. Tal puede ser. En todo caso, semejante ofusca-
miento es más bien efecto de su hijo, Cristo.

33 I
@on ¡;runa bajo sus r=
C¡)¿yen mexicana

Si bien el español era capaz de reconocer en el Sagrado


Original de Guadalupe una luna bajo sus pies, atributo,
también, de la virgen apocalíptica, el indígena ya evange-
lizado recordaba, gracias a este astro, el nombre náhuatl
de la tierra en que vivía. En efecto, México procede de
dos palabras nahuas: metztli, luna, y xictli, ombligo
que con el locativo "-co" significan: "en el ombligo de
la Luna". María se halla de pie justo en el medio de la
Luna, forma simbólica de sugerir que se ha aparecido en
México.
Se suele preguntar cuál pueda ser este "ombligo de
la Luna". Hay muchas interpretaciones. Pero es indudable
que semejante xictli no era sino el reflejo circular (umbi-
lical) de la luna sobre el imperturbable vientre líquido
del lago de Tezcoco, hermosa metáfora hoy imposible de
recrear, pero visible a los ojos en el siglo XVI.

I 35 I
Si bien para un español y aun para cualquier represen-
tante de las castas que florecerían en la Nueva España,
la túnica de Nuestra Señora de Guadalupe ostenta no
más que motivos florales, un indígena que observara con
detenimiento era capaz de reconocer el glifo toponímico
(es decir, el dibujo del lugar) en el que María se aparece
al indio Juan Diego.
En efecto, Tepeyac (de dos palabras nahuas: tepetl,
cerro y yacatl, nariz, quiere decir en la lengua "nariz
del cerro" o "cerro nariz", pues era el monte más meri-
dional de la sierra hoy llamada de Guadalupe, y que se pro-
yectaba más al interior del lago de Tezcoco. En las supuestas
"flores" el indígena reconocía la forma o figura clásica para
"cerro", sólo que convertido en una especie de rostro, con
los ojos fruncidos, pero ostentando una nariz prominente.
Una forma disimulada, pero incluso divertida a ojos del
indígena, de declarar María el lugar preciso de su aparición.
Cobramos conocimiento de estos enigmas merced a
un obra, de corte antiaparicionista, pero muy interesante:
Xocbiquetzal, debida a la pluma de nuestro desaparecido
amigo Salvador Díaz Cíntora.

I 37 I
Dúnica

La túnica de la Virgen de Guadalupe, de color malva, surca-


da de motivos florales en color oro, representa a la tierra, y
para el indígena, el Anáhuac, "lo circundado por el agua",
forma metafórica de designar al mundo. No es extraño,
pues, que la toponimia del Tepeyac inserida en motivos
florales (que vimos en el apartado anterior), se despliegue
sobre esta "terráquea" indumentaria.
Ha habido esfuerzos (desafortunados a nuestro
parecer) de reconocer en la túnica incluso otras particu-
laridades de la orografía del altiplano. Pero en realidad no
existe base seria para hacer dicha afirmación.
Interesante es, por otro lado, lo que sostiene el arqui-
tecto Ángel Díaz Bonnet, en el sentido de que el color de la
túnica de la Virgen se corresponde con la simbología de
esta indumentaria en el contexto de la Visitación: el malva
o anaranjado de la túnica se halla, también, en represen-
taciones europeas de la Visitación a Santa Isabel, y haría
las veces del color de la sangre: la humanidad, en comple-
mentaria oposición al celeste azul del manto.
Este colorido atributo de la túnica representa, así,
una guadalupana Visitación a Anáhuac, tierra a la que ella
viene a traer el fruto de su propio seno virginal.

I 39 I
[I1{anto

El color del manto de la Virgen de Guadalupe


es un tema que divide las opiniones: para
unos es verde; para otros, es azul. Como quiera
que sea, esta indumentaria evocaba en algu-
nos europeos los desposorios de la represen-
tada. Es una mujer velada que está por entrar
al templo, cabizbaja, con las manos en oración
y, por supuesto, aún doncella.
Pero para los indígenas del siglo XVI y
posteriores, el manto con ese tient verde-azul,
representa el cielo, el firmamento. Las cuarenta
y seis estrellas que lo tachonan confirman este
carácter.
Sobre las estrellas y su supuesta disposición
en el manto en "perfecta" correspondencia con
las constelaciones siderales (además, en un día
específico en el tiempo) se ha escrito mucha
literatura; quizá demasiada. Las pruebas no son
convincentes y son más las objeciones que las
certezas en torno al particular. Baste una tan
sólo: la constelación de Orión tan conspicua

41 I
en los cielos del Altiplano Mexicano ... simplemente no
aparece en el manto virginal (se hallaría, supuestamente,
sobre el "ángel", o sea, ya en la túnica), lo que no tiene
demasiado sentido.
Otra objeción muy sólida es que las constelaciones
europeas no decían nada a los indígenas contemplado-
res. Sus esquemas constelares, y por ende sus simbolis-
mos, eran muy distintos.
Más recientemente, Eugenio Urrutia ha presentado
una seria objeción a ciertas tesis en que se fundamentan
quienes defienden el expediente constelar, objeción que
puede resumirse así: en materia de estrellas en el manto
de Guadalupe ni están todas las que son, ni son todas las
que están.
Con todo, allí queda la materia para ulteriores estuctios.
Por otro lado, las 46 estrellas del manto son de ocho
puntas (oetagramas), estrella que ha sido desde tiempos
babilónicos símbolo de Ishtar, divinidad relacionada con
Venus. Por eso, estas estrellas han estado de antiguo pre-
sentes en la iconografía como motivos en el ropaje de la
Virgen, simbolizándola, pues ella es, en la letanía, la Stella
matutina, "la estrella de la mañana" que anuncia el fin
de la noche y la llegada de la aurora: Venus, huelga decir.

<Marías de Arteaga y Alfaro [1630-17031, grabó


II Aparición [1685J
Publicada en: Luis Becerra Tanco, Felicidad de México, Sevilla:
Thomás López de Haro, 1685.

:A J LAVE {)!.: (;L .••.•


I>ALl;PE I 43
l

Oficiando de atlante de la celestial señora


apreciamos a un personaje alado muy sin-
gular. Se trataría del angelito, común en la
iconografía religiosa de variadas proceden-
cias, si no fuera por su peculiar cabello y las
reconocibles "entradas" de calvicie (o aun
de rapamiento). No es un niño; antes bien
parece un adulto pequeño. Un "joven abuelo",
por emplear un verso de López Velarde (La
suave patria). Muchos han querido ver en este
"angelito" al vidente de Guadalupe, al indio tes-
tigo de sus mariofanías. juan Diego, de nombre
indígena Cuauhtlatoatzin ("el que habla como
águila"). Los indios evangelizados del siglo XVI

solían, por humildad, tonsurar su cabello para


imitar a los frailes de san Francisco. Hay quien
sugiere que tal es lo que vemos en esta cabe-
cita: un retrato de humildad del mensajero de
Guadalupe.
Tiene este "ángel-luan Diego", además, la
peculiaridad de unir con sus brazos levantados

I 45 i
i

la túnica de la virgen (la tierra) con su manto


(el cielo), sugiriendo así ser él un pontifice'
entre lo terreno y lo ultraterreno; un "testigo
fiel y verdadero" (luan Pablo II) en la tierra, del
mensaje celestial de Guadalupe.
Las plumas de este personaje son curio-
:~
. :..~ samente, y por su colorido, las del tzinitzcan
j1P- ~~

(Tragan mexicanus), una de las aves que


? ~i
se menciona específicamente
náhuatl
en el relato en
de las apariciones, el Nican mopobua.
,Ar:
~ Al ser este trogónido primeramente descrito
-C por Swainson, en 1827, se le impuso el nom-
~
bre específico de mexicanus, por ostentar en
~
-I!!li su plumaje los colores (verde, blanco y rojo)

~
~
--
~ del lábaro adoptado
recientemente
por México, a la sazón,
independizado
esta forma, el "ángel-luan
de España. De
Diego" declara grá-
ficamente, para los mexicanos del siglo XIX en
~
N' adelante, su filiación vernácula.

'Etimológicamenre. "que construye un puente".

<Matfas de Arteaga y Alfaro [1630-1703], grabó


IJI Aparicion 116851
Publicada en: Luis Becerra 'Ianco, Felicidad de México,
Sevilla: Tbomás López de Haro, 1685.

1./\ UA\T DE Gt:_\DAu.:n 1 47


-o» entre c. nubes,
de entre hJ' nie¡;hJ' ... "
D!;(ixtith>zeauhtlthn

Los antiguos nahuas acuñaron un bello dífrasísmo.


"mixtitlan ayauhtitlan" que, según fray Bernardino de
Sahagún, quiere decir: "De entre las nubes o de entre las
nieblas o del cielo ha venido" (Códiceflorentino, t. 11, lib.
VI, cap. XLIII, f 2021'), Y es metáfora "de alguna persona
notable que vino a un lugar o reino que no le esperaban y
hace gran provecho a la república".
Esto mismo es lo que vemos en el Sagrado OriginaJ de
Guadalupe. Los rayos circulares que la rodean se encuentran,
a su vez, circundados por un área blanquecina y vaporosa la
cuaJ, si se la observa cuidadosamente, revela ser una nube.
Es ésta un símbolo adicionaJ de la prestancia celestiaJ de la
Virgen del Tepeyac. Toda ella procede del cielo, de la región
nebulosa del misterio. Por ello, mixtitlan ayauhtitlan es tam-
bién dífrasísmo que significa "secretamente, misteriosamen-
te", como se suele caracterizar a lo que viene de parte de Dios.
Por esto mismo, cuando los castellanos llegaron a
Anáhuac y fueron confundidos por dioses por los natura-
les, de ellos se decía también que habían venido de entre
nubes, de entre nieblas. Poco después se echaría de ver que
no eran dioses, antes bien humanos, demasiado humanos.

I 49 I
------1
\

Uno de los hechos más sorprendentes relacionados con


la imagen de Guadalupe tiene que ver con dónde está
plasmada. La tradición refiere que es la tilma del indio
Juan Diego donde llevaba las flores que había recolecta-
do en el Tepeyac para llevar al obispo como prueba de la
maríofanía.
La tilma (del náhuatl tilmatli) que es una especie de
aya te de más fina factura, se acepta estar tejido de fibras
vegetales, muy probablemente agave o alguna especie
relacionada con la familia (como yuca). También se ha
hablado de mezclas de fibras vegetales como el algodón,
lino y aun cáñamo.
Al margen de cuál sea la especie precisa de que está
urdida es un hecho desconcertante que haya durado casi
medio milenio en condiciones incluso deplorables (falta
de protección de un cristal por 116 años, exposición al
salitre, humo de velas, incluso al tacto, por no hablar del
atentado que sufrió en 1921 y el haber estado guardada
en un ropero por tres años), cuando normalmente no
debía durar más de 20 años.

I 51 I

L----- .--- .-------- ---


Se ha afirmado que existen imágenes en las
córneas de los ojos de la Virgen de Guadalupe.
José Aste Tosmann quien ha desarrollado
mucho esta teoría, dice que hay contingentes
enteros de imágenes, familias enteras recono-
cibles, distintas -iademás!- las de un ojo de
las del otro. Coincidimos en un congreso en
Israel, Aste y quien esto escribe. Ahí presentó
sus teorías ante un grupo de investigadores
internacionales entre quienes me contaba. Sólo
puedo evocar la impresión que en todos provo-
caron aquellas tesis, mediante aquel paraeido-
lico pasaje de Shakespeare:

HAM. Do you see yonder cloud that's alrnost


in shape of a carnel?
POL. By the rnass, and 't is Iike a carne], indeed.
HAM. Methinks ir is like a weasel.
POL. Ir is backed like a weasel.
HAN!. Or Iike a whale?
POL. Very like a whale.
Hamlet. Act id Se. 2. :.~

I 53 ¡
Otros investigadores, más serios, como
Carlos Salinas S. o el físico Adolfo Orozco, se
inclinan más bien por una única imagen en
una de las córneas de la Virgen de Guadalupe,
expediente que habría que reconfirmar científi-
camente. Nosotros nos proponemos realizado
con apoyo en fotografías originales de Manuel
Ramos.

*HAMLET. ¿No ves allí aquella nube que parece un camello?


POLONIa.Cierto, así en el tamaño parece un camello.
HAM1ET. Pues ahora me parece una comadreja.
POLONIO.No hay duda, tiene figura de comadreja.
HAMLET. O como una ballena.
POLONIO.Es verdad, sí, como una ballena.

(Trad. de marco Cetento

[Leandro ternánder de Mora/in),

.~rad,.id 7798)

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IV Aparición [1685)
Publicada en: Luis Becerra Tanco, Felicidad de México, Sevilla:
Thomás López de Haro, 1685.
Dl{anos orante.s

Parecería ocioso reparar en este signo occiden-


tal de oración: con sus manos unidas la Virgen
de Guadalupe ora e intercede.
Pero hay más aquí. Una de las manos de
la virgen es más blanca y delgada; la otra, más
gruesa y morena. Representan los dos com-
ponentes esenciales del mestizaje en estas
tierras. Merced al mensaje de que es portadora,
Guadalupe une y reconcilia en sus manos oran-
tes lo que hasta entonces había permanecido
separado y en disensión constante: los castella-
nos y los indígenas. La síntesis racial de ambos
elementos se recrea, así, en estas manos que
pareciera que amorosamente construyeran una
casita, un temple cito (teocaltzin) protector
para ambos componentes de la mexicanidad
mestiza.

! 57 !
[JDJtro mestu.o. CV¿1Jenmorena
"0/~afecon fec¡;~de su fiel',;

Uno de los pasajes que más me impresiona de


los Diálogos de 1554 de Francisco Cervantes de
Salazar, es aquél donde se habla de los mesti-
zos (f 271r). Refiriéndose Zuazo a los muchachos
"mezclados" (promiscuroum puerorum),es
interpelado por Alfaro, el otro fingido dialo-
gante, quien pregunta: "¿A quiénes llamas
mestizos?" ("Quos tu appelas promiscuos?"),
a lo que aquél responde con laconismo:
"Hispano indos" ("A los hispano-indos"). Mas
cuando Alfaro demanda más explicación sobre
quiénes sean aquéllos, Zuazo replica con
una frase demoledora: "Orbatos, qui nati süt
ex hominibus Hispanis & Indicis feminis",
es decir: "los huérfanos, nacidos de varones
españoles y mujeres indias".
En efecto, aquel pueblo nuevo de morena
tez, desposeído en la propia tierra, reducido
a cruel orfandad, eran los mestizos, seres que
resultaban incómodos a las dos sociedades
antagónicas que les habían dado origen, cada

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una de las cuales veía en ellos "no a una parte de su san- te a lo que podría pensarse, no quiere decir atamiento
gre, sino al representante de la parte contraria", al decir o anudamiento, sino "enfrentamiento". Sin embargo, no es
de Vicente RivaPalacio. Dos entes divorciados aun antes de éste un enfrentamiento polémico o de lucha -como he
enlazarse en indisoluble matrimonio. escrito ya en mi obra Virtud de México. El valor de la
El propio obispo fray Juan de Zumárraga y también tradición- sino es colocarse los cónyuges cara a cara,
Vasco de Quiroga describían la lastimosa condición de frente a frente, para reconocerse en el espejo del otro.
los mestizos, que andaban por los mercados comiendo Eso, en latín, se dice respeto; el respeto es un mirar
carne cruda. recíproco; es un remirar.
Pero Guadalupe, en la tilma, ostenta no un rostro Hace algunos años, un autor conocido puso en relie-
hispano; no un rostro indígena, sino un rostro amo- ve este mismo remirar genuino y dignificante de Nuestra
rosamente mezclado en "el café con leche de su piel", Señora de Guadalupe, sólo que con otras palabras, al
por emplear un símil decimonónico de Ramón López hablar del origen de su veneración:
Velarde. y aun con el poeta zacatecano podríamos decir-
Su culto empieza en el lugar en el que antes había
le a la Virgen del Tepeyae: "con tu mirada de mestiza
estado la imagen de «nuestra venerada madre seño-
pones, la inmensidad sobre los corazones", dos versos
ra serpiente», una de las más importantes diosas
magistrales que el vate trazó no para la virgen, pero sí
indígenas. Pero el hecho de mostrar su cara sin
para su Suave Patria. ¡Qué coincidencia que, más de dos
máscara muestra «que no es una diosa, sino una
siglos antes, en 1680, Carlos de Sigüenza y Góngora se
madre de misericordia, puesto que los dioses indios
refiriera a Guadalupe, precisamente, como la "regaladí-
llevaban máscara. Esto se amplía y profundiza por
sima patriota".
el símbolo del sol, de la luna y de las estrellas. Ella
¡Cuánto se puede contemplar aún en ese rostro gua-
es mayor que los dioses indígenas porque ocul-
dalupano, lloroso para el que llora; risueño para el que
ta el sol, aunque no lo extingue. La mujer es más
ríe, pero incuestionablemente mestizo!
poderosa que la máxima divinidad, el dios sol. Es
Pero hay algo sutil en esa faz sobre lo que conviene
más poderosa que la luna, puesto que está de pie
insistir aquí.
sobre ella, pero no la aplasta ... ». En las formas y sím-
Líneas arriba he hablado de matrimonio. Entre los
bolos en que aparece se ha incorporado toda la rique-
antiguos nahuas la ceremonia de casamiento, consistente
za de las religiones precedentes y se ha reducido a
en anudar las vestiduras de ambos cónyuges, era deno-
minada nenamictiliztli. Pero esta palabra, contrariamen- una unidad desde un nuevo núcleo procedente de lo

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alto. Está, por así decir, por encima de las religiones, Ciertamente no diosa, mas sí celestial; no numen, pero sí
pero no las aplasta. De esta manera, Guadalupe es en madre misericordiosa. Tales cosas he querido subrayar
muchos aspectos una imagen de la relación del cris- de este pasaje que escribiera quien, con el tiempo, llega-
tianismo con las religiones. Todos los ríos confluyen
ría a ser conocido como Benedicto XVI.
en ella, se purifican y renuevan, pero no se destru-
yen. También es una imagen de la relación entre la
verdad de Jesucristo y las verdades de las religiones:
la verdad no destruye, sino que purifica y une."

En muchos sentidos, este texto es una síntesis de lo


que he escrito en las anteriores páginas. Del pasaje -leído
por vez primera en un congreso en la Universidad de
Murcia-, llama mi atención la mirada desenmascarada,
genuinamente respetuosa de la Virgen morena, en
cuyo espejo todos quienes la miran, se reconocen. Es
una mirada reconciliadora, reparadora, vuelta al ser del
otro que la contempla, pero también hacia el interior
de su propio corazón. Una mirada desde unos ojos
hermosos enclavados en un rostro mestizo (como no
lo había, además, de esa edad en el México de 1531).

'Cardo Joseph RATZINGER, "La unicidad y la universalidad salvífica


de Jesucristo y de la Iglesia. Conferencia del cardenal. .. en un congreso
celebrado en la universidad de Murcia", L'Osservatore Romano, no. 3
[17 ene. 2003), pp. 9-11, aquí, p. U-el subrayado es mío. La cita tam-
bién en la obra: joseph RATZINGER, Caminos de Jesucristo, trad. de A.
Quarracino, Madrid: Ediciones Cristiandad, 2005, pp. 72-73. (= joseph
RATZINGER, Unterwegs zu [esus Cbristus, Augsburg. Sankt Ulrich Verlag
GmbH, 2003).

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MONS. JOSÉ LUIS GUERRERO ROSADO
Canónigo de Guadalupe
Miembro del Colegio de Estudios Guadalupanos

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