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ta llaoe de Guadaiup un lib!~~ue realiza
In r .orrído por 10s distintos' .·~;nbolQs pre- -
nt s n l imagen de la Virgen de Guada-
lu de México. A través .de sus páginas, esta
P qu 'ña obra busca ofrecer una .clave, una .
"llave" (tlatlapoloru, en náhuatl) de interpre-
tación del rico contenido ideográfico que palpi-
ta en la tilma del indio Juan Díego Cuauhtla-
toatzin. No es un libro erudito, como otros
del autor, pero sí extremadamente instructivo"
en sI.:!simplicidad, útil para abrir aí lector un
rico universo
. de significaciones
. que pertene- .
:
La!,
SERIE Historia
-Loa !hve de quada(i¡pe
Guadalupe ith.t{;pohni
Arturo Rocha
MAPOrrúa
librero-editor-
.,.
México
MÉXICO· 2014
A Su Excelencia
Mons. Cbristopbe Pierre
Arzobispo Titular de Gunela
Nuncio Apostólico en México
AR
© 2014
ARTURO ROCHA
© 2014
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA,librero-editor
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Canónigo de Guadalupe
Miembro del Colegio de Estudios Guaclalupanos
I 7
Sin embargo, veo con buenos ojos que esta comunica con imágenes, ile planto una imagen subli-
obra sea breve, aunque se extrañe la erudición del me! Tal es Guadalupe. Lo demás son detalles. En un
autor, pues a La llave de Guadalupe la anima una afán de comunicación, insertos en el plan de entrar
economía de lectura que permite imponerse de su en la mente del otro, la imagen resulta primordial.
contenido en una hora de vuelo entre dos ciudades. Son impactantes aquellos símbolos de
y si bien, a primera vista, parecería que una obra Guadalupe. Por ejemplo, sobre su vientre, la "flor"
tan pequeña sería un desperdicio del talento de su de Nahui Ollin, símbolo de la divinidad suprema
autor, la verdad es que ella se coloca al lado de otros para los indígenas, y que está en el Sagrado Original
trabajos de Rocha, esos sí, profundamente acadé- no para que la vean los botánicos, sino para que
micos, y que vienen a decantar aquí. La erudición la contemplen y comprendan los indios de ese
condensada es casi sobrenatural. momento. Pero también la Luna sobre la que está
Es tan difícil convencer al mexicano que México posada la Virgen que representa a México en una
es valioso que parecería requerir de un cúmulo de predilección hasta toponímica para el indio, pero
pruebas. Pero hay otras ocasiones en que al mexica- que a un español del siglo XVI evocaba a la Virgen
no no le interesa que le prueben nada, sino que le del Apocalipsis: mulier amicta sole, et Luna sub
muestren con pocos elementos la naturaleza de su pedibus eius ("mujer ceñida por el Sol, con la Luna
virtud. La paradoja está en que el Sagrado Original bajo sus pies").
de Guadalupe puede ser, en su simplicidad, avasalla- Pero sobre todo, la unión de símbolos que
dor como cúmulo de pruebas, de indicios, al menos permiten. comprender que María de Guadalupe
inconscientemente. El ateo mexicano más ateo es es madre: porque el enfoque psicológico-cultural
guadalupano; el "mocho" mexicano más "mocho" que plantean aquellos símbolos es que Dios ama
también lo es. Ambos lo entienden desde su extremos. como madre. ti, cómo es este amor? Incondicional,
siempre dispuesto al perdón; dispuesto a promover,
Personalmente, creo que el principal mérito de esta pero jamás a humillar.
obra es que insiste en algo que de tan importante También el rostro mestizo de la Virgen del
y evidente, se pasa por alto: a un pueblo que se Tepeyac que representa, asimismo, a México ...
I 13 I
c{!;radecimzentoJ'
EL AUTOR
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Escultura azteca de una mujer arrodillada (p. 29) Vasija de mujer preñada de Kaminaljuyú (p. 29)
Posclásíco tardío [1325-1521 d.C.1 1 Cuenco con tapadera antropomorfo J
http://crealivecommons.org/licenses/by-saf:3.0/legaJcode
.c: ¡¡¡ve de quadafupe
Guadalupe ithtldpohni
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María de Guadalupe se vale de signos plasmados
en la tilma de su vidente Juan Diego para comu-
.
nicar ciertas verdades sobre Jesucristo y sobre
ella misma. Un indio veía algo diferente. que un
español ... pero ambos reconocían algo. A siglos de
distancia de su aparición en el Tepeyac, aquellos
signos nos siguen hablando, inculturándonos el
mensaje de la salvación.
I 27
C}ravldeL
Dl{9ñO 71(Yro
I 29 I
Oreñada de C])ZóJ'
I 31 !
Es éste, uno de los atributos más conspicuos de la Virgen
Morena en su Sagrado Original: se encuentra circundada
de rayos solares. Esto evocaba en los castellanos la mulier
amicta sale, "la mujer vestida del sol" del Apocalipsis de
san Juan (12, 1).
Pero los indígenas hacían en ello reminiscencia de
la divinidad más elevada. En efecto, en su cosmovisión,
Dios era el Sol y el Sol era divino. Lo que refulgía con
colores solares, también lo era. Como el oro, teocuitlatl,
si bien "excremento" o "excrecencia" (cuitLat!), lo era de
dios (teot!).
Estar Guadalupe circundada de tales rayos subraya al
observador su celestial carácter: ella es de Dios a quien
(ya hemos visto) porta en su seno virginal: Jesús.
Otros autores han insistido en la ocultación que en
parte hace la virgen de estas solares refulgencias, lo que
han interpretado como un eclipsar de las divinidades de la
gentilidad. Tal puede ser. En todo caso, semejante ofusca-
miento es más bien efecto de su hijo, Cristo.
33 I
@on ¡;runa bajo sus r=
C¡)¿yen mexicana
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Si bien para un español y aun para cualquier represen-
tante de las castas que florecerían en la Nueva España,
la túnica de Nuestra Señora de Guadalupe ostenta no
más que motivos florales, un indígena que observara con
detenimiento era capaz de reconocer el glifo toponímico
(es decir, el dibujo del lugar) en el que María se aparece
al indio Juan Diego.
En efecto, Tepeyac (de dos palabras nahuas: tepetl,
cerro y yacatl, nariz, quiere decir en la lengua "nariz
del cerro" o "cerro nariz", pues era el monte más meri-
dional de la sierra hoy llamada de Guadalupe, y que se pro-
yectaba más al interior del lago de Tezcoco. En las supuestas
"flores" el indígena reconocía la forma o figura clásica para
"cerro", sólo que convertido en una especie de rostro, con
los ojos fruncidos, pero ostentando una nariz prominente.
Una forma disimulada, pero incluso divertida a ojos del
indígena, de declarar María el lugar preciso de su aparición.
Cobramos conocimiento de estos enigmas merced a
un obra, de corte antiaparicionista, pero muy interesante:
Xocbiquetzal, debida a la pluma de nuestro desaparecido
amigo Salvador Díaz Cíntora.
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Dúnica
I 39 I
[I1{anto
41 I
en los cielos del Altiplano Mexicano ... simplemente no
aparece en el manto virginal (se hallaría, supuestamente,
sobre el "ángel", o sea, ya en la túnica), lo que no tiene
demasiado sentido.
Otra objeción muy sólida es que las constelaciones
europeas no decían nada a los indígenas contemplado-
res. Sus esquemas constelares, y por ende sus simbolis-
mos, eran muy distintos.
Más recientemente, Eugenio Urrutia ha presentado
una seria objeción a ciertas tesis en que se fundamentan
quienes defienden el expediente constelar, objeción que
puede resumirse así: en materia de estrellas en el manto
de Guadalupe ni están todas las que son, ni son todas las
que están.
Con todo, allí queda la materia para ulteriores estuctios.
Por otro lado, las 46 estrellas del manto son de ocho
puntas (oetagramas), estrella que ha sido desde tiempos
babilónicos símbolo de Ishtar, divinidad relacionada con
Venus. Por eso, estas estrellas han estado de antiguo pre-
sentes en la iconografía como motivos en el ropaje de la
Virgen, simbolizándola, pues ella es, en la letanía, la Stella
matutina, "la estrella de la mañana" que anuncia el fin
de la noche y la llegada de la aurora: Venus, huelga decir.
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i
~
~
--
~ del lábaro adoptado
recientemente
por México, a la sazón,
independizado
esta forma, el "ángel-luan
de España. De
Diego" declara grá-
ficamente, para los mexicanos del siglo XIX en
~
N' adelante, su filiación vernácula.
I 49 I
------1
\
I 51 I
I 53 ¡
Otros investigadores, más serios, como
Carlos Salinas S. o el físico Adolfo Orozco, se
inclinan más bien por una única imagen en
una de las córneas de la Virgen de Guadalupe,
expediente que habría que reconfirmar científi-
camente. Nosotros nos proponemos realizado
con apoyo en fotografías originales de Manuel
Ramos.
.~rad,.id 7798)
! 57 !
[JDJtro mestu.o. CV¿1Jenmorena
"0/~afecon fec¡;~de su fiel',;
I 59
una de las cuales veía en ellos "no a una parte de su san- te a lo que podría pensarse, no quiere decir atamiento
gre, sino al representante de la parte contraria", al decir o anudamiento, sino "enfrentamiento". Sin embargo, no es
de Vicente RivaPalacio. Dos entes divorciados aun antes de éste un enfrentamiento polémico o de lucha -como he
enlazarse en indisoluble matrimonio. escrito ya en mi obra Virtud de México. El valor de la
El propio obispo fray Juan de Zumárraga y también tradición- sino es colocarse los cónyuges cara a cara,
Vasco de Quiroga describían la lastimosa condición de frente a frente, para reconocerse en el espejo del otro.
los mestizos, que andaban por los mercados comiendo Eso, en latín, se dice respeto; el respeto es un mirar
carne cruda. recíproco; es un remirar.
Pero Guadalupe, en la tilma, ostenta no un rostro Hace algunos años, un autor conocido puso en relie-
hispano; no un rostro indígena, sino un rostro amo- ve este mismo remirar genuino y dignificante de Nuestra
rosamente mezclado en "el café con leche de su piel", Señora de Guadalupe, sólo que con otras palabras, al
por emplear un símil decimonónico de Ramón López hablar del origen de su veneración:
Velarde. y aun con el poeta zacatecano podríamos decir-
Su culto empieza en el lugar en el que antes había
le a la Virgen del Tepeyae: "con tu mirada de mestiza
estado la imagen de «nuestra venerada madre seño-
pones, la inmensidad sobre los corazones", dos versos
ra serpiente», una de las más importantes diosas
magistrales que el vate trazó no para la virgen, pero sí
indígenas. Pero el hecho de mostrar su cara sin
para su Suave Patria. ¡Qué coincidencia que, más de dos
máscara muestra «que no es una diosa, sino una
siglos antes, en 1680, Carlos de Sigüenza y Góngora se
madre de misericordia, puesto que los dioses indios
refiriera a Guadalupe, precisamente, como la "regaladí-
llevaban máscara. Esto se amplía y profundiza por
sima patriota".
el símbolo del sol, de la luna y de las estrellas. Ella
¡Cuánto se puede contemplar aún en ese rostro gua-
es mayor que los dioses indígenas porque ocul-
dalupano, lloroso para el que llora; risueño para el que
ta el sol, aunque no lo extingue. La mujer es más
ríe, pero incuestionablemente mestizo!
poderosa que la máxima divinidad, el dios sol. Es
Pero hay algo sutil en esa faz sobre lo que conviene
más poderosa que la luna, puesto que está de pie
insistir aquí.
sobre ella, pero no la aplasta ... ». En las formas y sím-
Líneas arriba he hablado de matrimonio. Entre los
bolos en que aparece se ha incorporado toda la rique-
antiguos nahuas la ceremonia de casamiento, consistente
za de las religiones precedentes y se ha reducido a
en anudar las vestiduras de ambos cónyuges, era deno-
minada nenamictiliztli. Pero esta palabra, contrariamen- una unidad desde un nuevo núcleo procedente de lo
62 I ARTJ.:fZO ROOL\.
[Jahbras prehminares . .....7
MONS. JOSÉ LUIS GUERRERO ROSADO
Canónigo de Guadalupe
Miembro del Colegio de Estudios Guadalupanos
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