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CRIMINOLOGÍA
LA ESCUELA CLÁSICA Y LA DOCTRINA DEL
INDETERMINISMO

Conceptos Generales:
Anteriormente se ha dicho que durante la vigencia del antiguo derecho
penal los árbitros y organismos judiciales no realizaban
investigaciones sobre la conducta y contabilidad del delincuente,
porque tuve simplemente, se tenía la concepción de que toda violación
era necesariamente castigable. Se consideraba, por tanto, que el
delito era obra del destino y que por eso habría la obligación de
imponer el castigo. Como no se tomaba en cuenta el alma del hombre
ni sus manifestaciones, se castigaba a los hombres considerado como
entes siempre normales, que asimismo se castigaban las cosas
inanimadas y también a los animales irracionales. En fin todos los
seres y cosas animadas o inanimadas, eran considerados como
sujetos activos de los delitos penales.

Con el transcurso del tiempo esta concepción y práctica evolucionaron


hasta el punto de excluir tanto a la cosas como a los animales de la
responsabilidad penal; pero sin embargo para el hombre se mantuvo
la misma situación; pues, se concibieron tesis artificiales idiomáticas,
las que, aun relacionando de la responsabilidad penal de la persona
con una mayor o menor cantidad de culpa, según expresa tratadista
dominicano Leoncio Ramos, empero reposaba sobre un concepto
moral, es decir el bien y el mal. Por esta razón "sólo se tomaba en
cuenta el mal ocasionado, o el bien dejado de hacer para inferir la
responsabilidad penal del individuo, no como ente espiritual y sujetos
del derecho, sino como una cosa inanimada".

Esas concepciones no tomaban en cuenta al hombre como persona


humana, o bien como un ser concreto dotado cuerpo y alma para
quien se ha forjado la sociedad. Y en fin, el delincuente era
considerado como un ente ideal que vivía dentro de la ley pero
fuera de la realidad social.
Capítulos anteriores, hemos visto que algunos autores de tendencia
sociológica, sostienen que las causas del delito tiene un origen
exclusivo en el seno de la sociedad o bien en el ambiente que nos
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rodea o mundo circundante; mientras que otros de concepciones


antropológicas, son de parecer que dicha causas derivan de la
constitución orgánica o biológica del individuo.

Luego, concebidas así las causas que producen el delito, puede


llegarse a la conclusión de que quien obra de esa manera no incurriría
en actos delictivos, según la concepción de la Escuela Clásica, ya que,
para esta escuela sólo se incurre en delito cuando, si al producir el
acto, el agente "el agente es dueño de una voluntad libre", o bien que
este haya escogido libre, voluntaria y conscientemente, el mal o lo
inmoral, en vez del bien o lo moral".

Si por lo contrario, nos apoyamos en las concepciones positivistas


como causas de la criminalidad, entonces desaparecería la
concepción del libre albedrío, y por tanto, no existiría el
indeterminismo, sino en determinismo de la voluntad humana.

Así se negaría de manera absoluta, la existencia del libre albedrío, que


se aceptara con exclusividad en determinismo que condiciona la
voluntad humana.

Dos doctrinas se disputan estas concepciones, la indeterminista y la


otra determinista. La primera ha sido sustentada por la Escuela
Clásica, la que, a través de la misma dice que la causa del delito se
encuentra en el libre albedrío con voluntad libre del hombre", y no en
factores internos o externo independientes a su voluntad. Esta doctrina
sirvió de fundamento para redactar el código penal francés del año
1791, el cual influyó en las redacciones de los códigos de 1810 y
1832. De este último se derivó el código penal nuestro, o sea el código
penal de la República Dominicana.

La Escuela Clásica puede definirse como "el conjunto de opiniones y


teoría, que durante la fecha anterior a la aparición del escuela
positivistas, sustentaron Beccaria y todos aquellos juristas llamados
clásico del derecho penal.

La doctrina determinista es diametralmente opuesta a la doctrina


indeterminista, y la misma ha sido sustentada por la escuela
positivista: la antropológica y la sociológica italianas.
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La Escuela Clásica se fundamenta en la doctrina del libre albedrío, la


cual ha sido denominada "doctrina indeterminista", sencillamente en
razón de que la misma concibe que los actos delictivos del hombre no
son el efecto de una voluntad determinada condicionada por factores
físicos, biológico, sociales o psípatológicos sino efectos de una
voluntad libre, la cual le permite al individuo escoger entre el bien y el
mal.

Conceptos sobre el libre Albedrío.


De acuerdo con el diccionario Quillet, la palabra albedrío proviene de
la voz latina arbitrium o arbiter que significa árbitro, que consiste en la
"facultad que tiene el hombre del día actual u obrar por su propia
reflexión y su propia elección". Siendo así como puede definirse el
libre albedrío como "la facultad o posibilidad volitiva y conceptual que
se le atribuye al hombre para actual libre e independientemente, o sea
por decisión voluntaria y no con la coacción de causas externas o
externas, ni por el mayor peso de unas razones sobre otras". Así que,
por tanto, "existe hasta voluntarismo en la doctrina que considera a la
libertad como libre albedrío, o bien libertad de independencia, la que
permitiría elegir entre dos posibilidades iguales, sin que influyan las
causas exteriores, ni las lucha interior entre los motivos y los móviles
que invitan a la acción.

La escuela positivista y la doctrina determinista. Concepto


general.
En su importante obra de criminología, Leoncio Ramos, haciendo
suya una definición sobre determinismo extraídas del diccionario de
filosofía de José Ferrater Mora, expresa que se llama determinismo a
la doctrina que sostiene que es la dependencia de cada fenómeno con
respecto a todos los demás fenómenos", o bien, "la interdependencia
universal de los fenómenos", "de tal suerte que mediante el
conocimiento de todas las circunstancias dadas en una situación,
puedan conocerse los hechos que han de derivarse necesariamente
de ella". De ahí que puede decirse, que de acuerdo a esta acepción,
"determinismo significa condicionante, o bien, elemento que hace
inclinar la voluntad del hombre hacia una actividad exterior, por causa
de una presión física o moral que sobre él ejercen factores que son
independientes a su libre albedrío".
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En contraposición a la Escuela Clásica, surgió en Italia la denominada


"Escuela Positivista", la cual es una condición de dos escuelas, la
antropológica, por César Lombroso y de la cual se habla en otra parte
de esa obra; y la sociológica, creada por Enrico ferry. Está escuela
sustenta la doctrina determinista, y como se ha dicho, sostiene que "la
responsabilidad penal del delincuente es causada por factores físicos,
biológicos, sociales o psíquicos, que determinan o condicionan su
voluntad cuando comete el acto delictivo".

Críticas hechas a estas doctrinas: Opiniones contrarias a la


postura de los indeterministas.

Leoncio Ramos expresa que Bonger sostiene la siguiente tesis: que


"si la voluntad del hombre es libre es decir, no es causada, es inútil
indagar las causas". Además que "el indeterminismo ha tenido y tiene
muchos enemigos, contados entre juristas y filósofos, entre lo que
pueden contarse a Leibniz, Espinoza, Hume y otros". Dice también
que quien insiste en adherirse a la doctrina de los indeterministas, no
puede formar parte de la confraternidad de los criminólogos, y que por
tanto, un criminólogo indeterminista es una evidente contradictio in
Adjectus.

Consideró dicho autor, que "la misma criminología fue la que


contribuyó con las pruebas más claras al poner de manifiesto la
rectitud del punto de vista del determinismo". Como se termina de ver,
Bonger fue declarado opositor a la doctrina del indeterminismo, a
pesar de que tuvo que atribuirle ciertas ventajas, según se expresa
más adelante.

Acabo de esa manera el indeterminismo,, hubo por eso a autores que


se alarmaron, y debido a ello comenzaron a dudar sobre la existencia
de la responsabilidad moral del delincuente, por lo que expresaron que
desaparecido el libre albedrío, y como consecuencia la
responsabilidad moral como fundamento de la imposición de la pena,
también desaparecería el Derecho Penal. Ante este virtual estado de
alarma, Bonger procedió a manifestar lo siguiente: "conforme a
determinismo, la responsabilidad penal va más allá que con el
indeterminismo. Leoncio Ramos considera que esa concepción es una
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evidencia absoluta en los casos psicópatas enajenados mentales;


pues, durante la vigencia del antiguo derecho, se les castigaba como
si fueran sanos, porque en esa época no se tomaban en cuenta las
concepciones deterministas, si no la mera materialización de los
hechos, y en nombre de esta concepción, a los enajenados mentales
se les maltrataba inmisericordemente.

Expresa el eminente criminólogo que "sólo fue a partir siglo XVIII, con
la fundación de la ciencia de la psiquiatría, cuando cambiaron las
opiniones relativas a los delincuentes enajenados mentales". A partir
de ésa fecha se les consideró como enfermos, y por tanto colocados
fuera de la responsabilidad penal aunque, aunque antes que
aceptarse generalmente esta concepción, hubo intentos de considera
al loco como responsable de sus actos, pero al fin decayó este dogma
y así el enajenado mental quedó fuera de la ley penal en su categoría
de sujeto activo del delito.

Ramos cita a Bonger cuando dice, que "la diferencia entre


determinismo e indeterminismo es muy grande, y que en la práctica es
mucho menor, puesto que el número de indeterministas decrece y
carecen el número de deterministas".

También expresa dicho autor, que "de acuerdo a las concepciones


deterministas, hubo hombre es algo más que un juguete de las
circunstancias, que un ser sin voluntad; es un eslabón en el proceso
de formación de los acontecimientos, el importantísimo, en virtud de
sus cualidades".

Además dice, que "el hombre posee una voluntad que puede ser
objeto de influencias, y este hecho es la razón de la pena".

Como puede inferirse, Bonger no niega la existencia de una voluntad


libre, sino se expresa que esa voluntad puede ser condicionada o
determinada de acuerdo a las circunstancias de los hechos en virtud
de las cualidades del hombre. Por eso termina diciendo que "el
resultado práctico del determinismo no consiste en que debería
desaparecer toda reacción contra el delito, sino que lo único que
persigue, es eliminar de la reacción de la ausencia de finalidad, que
sería causal dolor por el dolor", y también, "ofrecer a la sociedad la
máxima protección compatible con la menor cantidad posible de
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sufrimiento causado al delincuente". Nos parecen muy lógicas y


humanas las concepciones de Bonger al respecto, ya que nada se
consigue haciendo sufrir a un delincuente incorregible por causa de
enfermedad, tenía un delincuente ni reformable que haya actuado
impulsado por causas que hayan determinado su voluntad, en
circunstancias inevitables.

Críticas de Gregorio del Vecchio y de Luís Recasens Fiches,


Hechas al indeterminismo y al Determinismo.

Estos eminentes autores, en su obra titulada "Filosofía del Derecho",


sostienen que tanto los deterministas como los indeterministas,
cometieron un error fundamental, el cual consistió en lo siguiente:
"suponer que el libre albedrío sea una cosa o una facultad o una
energía que se puede tener o no tener, ya que no es cosa que pueda
tener o no el hombre, porque él es albedrío". Afirman dichos autores
que la "situación antológica del hombre en el universo, parece ser su
inserción en la circunstancia, la situación que lo enmarca" dicen que
ello no constituye un encaje fijo, estricto, sin movimiento, como un
tornillo en su tuerca, sino una inserción con un margen de holgura, la
que en cada uno de los momentos de su vida constituye un repertorio
plural de posibilidades, las que le permiten optar, escoger,
decidiéndose por sí mismo y bajo su responsabilidad por algunas de
las vías que le deparan". Esto así, ya que no se halla forzosamente
predeterminado a seguir una de esas posibilidades y evitar las demás.

También expresan dicho autores que las circunstancia de cada sujeto


es diferente de la circunstancia de los demás, y que la circunstancia
por contorno está constituido por múltiples y variadas realidades".

Así expresan, que el yo no es el alma sino el sujeto que tienen que


vivir con el alma que le ha tocado en suerte". También admiten, que "el
alma es la envoltura del yo, más próxima y más íntimamente unida a
él; pero sin embargo, el alma no es el yo. Agregaron igualmente que
"el sujeto o yo no es su imaginación, su memoria, su intelecto, su
capacidad, etc., sino el ente que tiene que vivir con esos resortes
psíquico", lo que sumados -según consideramos- constituyen el alma.
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Dicen además dicho autores, que también la sociedad condiciona las


posibilidades para la vida del sujeto, y lo hace de las siguientes
maneras:

1.- Mediante el patrimonio social que integra la vida de la persona;

2.- Mediante los oficios y profesiones que constituyen una serie de


posibilidades, las que en relación con las actitudes de las personas,
tienen a ser una especie de repertorio, entre los cuales el sujeto tiene
que elegir;

3.- Ciertas posibilidades surgidas mediante las garantías que ofrecen


ciertas libertades o por la restricción de ellas;

4.- Como resultado de la oposición económica, y

5.- Posibilidades derivadas de la acción del medio colectivo, o bien, del


conjunto de elementos sociales que envuelven nuestra vida y que
actúan sobre ella.

Teorías distintas que han pretendido reemplazar al libre


albedrío.

Libre albedrío, poder o capacidad del individuo para elegir una línea
de acción o tomar una decisión sin estar sujeto a limitaciones
impuestas por causas antecedentes, por la necesidad, o por la
predeterminación divina. Un acto libre por entero es en sí mismo una
causa y no un efecto; está fuera de la secuencia causal o de la ley de
la causalidad. La cuestión de la capacidad del ser humano para
determinar sus acciones es importante en la filosofía occidental, en
particular en la metafísica en la ética, así como en la teología. Por lo
general, la doctrina extrema en la que se afirma la libertad de la
voluntad se llama libertarismo; su opuesta, determinismo, es aquella
donde la acción humana no se dispone con autonomía, sino que más
bien es el resultado de influencias tales como las pasiones, los
deseos, las condiciones físicas y las circunstancias externas fuera del
control del individuo.
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Leoncio Ramos entiende que existen varias teorías que han


pretendiendo a reemplazar la noción tradicional de la imputabilidad y
responsabilidades penales, basadas en el libre albedrío, dando así
entrada en el campo de la criminología, tiene el del Derecho Penal, a
ciertas tesis o doctrinas que pueden ser de llamadas modernas. Entre
estas concepciones pueden citarse las siguientes:

1.- Doctrina que consiste en la negación absoluta de la


responsabilidad moral, y que la sustituye por la responsabilidad social
o legal.

2.- Doctrina que admite la responsabilidad subjetiva del individuo, de


manera distinta a la responsabilidad objetiva, inherente al estado
social, pero ausencia del libre albedrío.

3.- Doctrina que no pasa a discutir el problema filosófico de la


voluntad libre, y sin negarla ni afirmarla, se detiene a la apreciar la
delincuencia.

4.- Doctrina que proclama la imputabilidad sicológica como carácter


del delito y base de la responsabilidad penal, pero en ausencia del
libre albedrío.

Responsabilidad social y determinismo.

Determinismo, doctrina filosófica que afirma que cualquier


acontecimiento, mental o físico, responde a una causa, y así, una vez
dada la causa, el acontecimiento ha de seguirse sin posible variación.
Esta teoría niega cualquier posibilidad al azar o a la contingencia. Se
opone con la misma radicalidad al indiferentismo o indeterminismo,
que mantiene que en aquellos fenómenos relacionados con la
voluntad humana, los acontecimientos precedentes no determinan de
un modo definitivo los subsiguientes. Dado que el determinismo es
aceptado en líneas generales como verdadero para considerar todos
los acontecimientos si se exceptúan los relacionados con la voluntad,
la doctrina es de la mayor importancia en su aplicación a la ética.
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Ya se ha dicho el determinismo es la doctrinas sustentada por la


Escuela Positivista Italiana, la que según -Leoncio Ramos-, le ha dado
especial énfasis a la concepción criminológica que reduce las
responsabilidad subjetiva o moral a una relación social, negando la
libertad de la voluntad, la imputabilidad moral, y por el contrario,
afirmando el determinismo y la responsabilidad social. Ramo
manifiesta que de acuerdo con Enrico Ferri, dicha teoría podría
enunciarse de la siguiente manera: "El concepto de la responsabilidad
puede sintetizarse diciendo, que en el campo jurídico-criminal, como
en el campo jurídico-civil, así como en el campo de las relaciones
extralegales, todo hombre siempre determina, con cada una de sus
acciones, una correspondiente reacción social, y siempre, por tanto,
sufre las consecuencias naturales y sociales de sus propios actos".

Es decir, es responsable de los mismos por el solo hecho de haberlos


cometido.

Sistemas eclécticos de imputabilidad.

Debemos decir que existen doctrinas, aun con tendencias diferentes,


han intentado modificar los conceptos de imputabilidad y
responsabilidad moral, haciendo explicaciones sin permitir la presencia
del libre albedrío, el cual consideran-, "como una ilusión debida a la
ignorancia en que nos enteramos frecuentemente con respecto a las
fuerzas que nos determinan, lo que hace creer al hombre sencillo, --
diríamos ignorante --, que es libre".

Las doctrinas que mencionamos más adelante son las más


importantes y entre ellas se encuentran las que sustentan los sistemas
eclesiásticos, o sea los que tratan de conciliar las tesis encontradas.

Entre ellas tenemos las siguientes:

1.- La doctrina sobre la identidad individual y la semejanza social de


Gabriel Tarde.

2.- La doctrina de la normalidad de Von Liszt.


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3. -- La doctrina de la intimidabilidad de Alimena.

4. -- La doctrina de la capacidad penal de Manzini.

5. -- La doctrina de la voluntariedad del código penal español.

6. -- Teoría del estado peligroso de Adolfo Prins.

7. -- Otras.

Doctrina de Gabriel Tarde.

Gabriel de Tarde (1843-1904), psicólogo social y criminólogo francés,


nacido en Sarlat (Dordoña). Después de trabajar como magistrado
provincial del gobierno francés, en 1894 fue designado director de
Estadística Criminal del Ministerio de Justicia de su país. En 1900 fue
nombrado profesor de filosofía moderna en el Collège de France. En
su obra Criminalidad comparada (1886), Tarde critica el reduccionismo
biológico del criminólogo italiano Cesare Lombroso y expone su teoría
de que las causas del delito son básicamente sociales. En su filosofía
social el progreso histórico es el resultado del conflicto entre los
miembros innovadores y conservadores de la sociedad. Tarde
distingue tres fases recurrentes de desarrollo social: repetición,
oposición y adaptación. Entre sus obras se encuentran Las leyes de la
imitación (1890), La lógica social (1895) y La oposición universal
(1897).

Para este autor, no puede existir responsabilidad penal ni castigo, "si


no existe la identidad personal del delincuente consigo mismo" antes y
después de la comisión del delito; ni, si no existe su semejanza social,
con aquellos entre lo que vive y actúa". En cuanto a la identidad
personal, la tesis cae de perilla en el caso de los enajenados
mentales, puesto que se supone que un demente no está consigo
mismo en el momento de cometer la acción, y por eso, no puede ser
responsable penalmente, pero sin embargo, se supone que una
persona normal es responsable de sus actos delictivos, porque cuando
actúa se identifica consigo mismo.
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Consideramos que la segunda fase de su doctrina es errónea, porque


sólo se ajusta entre individuos que tienen semejanza social, y lo deja
ver cuando dice que "es preciso que el autor y la víctima sean
compatriotas sociales en mayor o menor grado". Así, de acuerdo con
Gabriel Tarde, ningún acto delictivo cometido por un individuo contra
de otro que no sea de su misma nacionalidad, compromete su
responsabilidad penal.

Doctrina de Von Liszt.

Leoncio Ramos expresa que este eminente autor alemán expuso en el


Congreso de Psicología celebrado en Munich, Alemania, en 1896, que
"la base de la responsabilidad excluido el libre albedrío, no es más que
la facultad de obrar, normalmente", creando así su tesis de La
Normalidad. Pone de manifiesto que Von Liszt, para confirmar su tesis,
en varias de sus obras, explica que "la imputabilidad es la capacidad
de conducta socialmente, o bien, de observar una conducta que
responda a las exigencias de la vida política común de los hombres".
Además sigue diciendo el autor alemán, que "la imputabilidad supone
que la psiquis de la autor disponga de la riqueza necesaria de
representaciones para la completa valoración social".

Doctrina de Alimena.

Este autor se pronuncia contra el libre albedrío, y entiende que no


debería hablarse de él, porque, la responsabilidad de los infractores
debe contener algún elemento más que el de la responsabilidad social,
y este elemento es: "la capacidad para sentir la coacción psicológica
que el Estado ejercita mediante la pena y la actitud para despertar en
el ánimo de los coasociados el sentimiento de sanción". Esta tesis
propugna por crear sentimientos de temor en los hombres que viven
en sociedad, sobre la posible pena que se sufriría por cometer un
delito. Es fácil advertir que esta tesis y tiene sus fundamentos, ya que
un buen sistema penal, donde la sociedad sea respetada por temor a
la sanciones, contribuiría al mantenimiento del orden social y de la
tranquilidad pública, así como al de la seguridad individual. Sin
embargo, está probado que casi ninguna persona proclive a la
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delincuencia, hace caso de ésta vital advertencia, hecha a fin de evitar


o atenuar la comisión de las inflaciones.

La doctrina de Manzini.

Este autor fundamenta su doctrina sobre la capacidad penal, y de ella


afirma: que "sólo es capaz de recibir pena, todo hombre que reúne
actualmente condiciones para llegar a ser cooperador normal de la
sociedad" y que, "los incapaces son los absolutamente inadaptables a
la ley de la sociabilidad", como lo son el caso de los menores, los
locos y los delincuentes habituales. De acuerdo a dicho autor, la pena
sólo debe ser impuesta a los normales, y contra los anormales sólo
proceden medidas de policía cruento en relación a ésta doctrina puede
afirmarse que ha sido recogida por distintas legislaciones penales,
incluyendo la dominicana, tanto en el artículo 64 del código penal
como mediante la ley No. 603 del 3 de noviembre de 1941, sobre el
Tribunal Tutelar de menores, (ley No. 1494 sobre el Código del Menor)
en cuanto a los anormales mentales y a los menores de edad aunque
no se puede decir lo mismo en cuanto a los delincuentes habituales
para quien en nuestra legislación penal no recomienda ninguna clase
de medida de policía o de seguridad.

La doctrina de la voluntariedad del código penal


español.

Este código fundamenta su contenido y su alcance jurídico-penal


sobre la doctrina de la voluntariedad, la que le imprime carácter
voluntario al acto delictivo, aunque es concepto diferente a la libertad
de acción. Se expresa, que según esta doctrina, "no existe
culpabilidad en los casos de coacción psíquica o de miedo
insuperable, en contra de la espontaneidad de la acción; y desaparece
por falta de fundamento, la razón que justifica la intervención del
Estado". Por eso, el código penal español define el delito de la
siguiente manera:
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"Son delitos y faltas las acciones u omisiones voluntarias penadas por


la ley". También, el código penal dominicano adoptó en muchos de sus
artículos la doctrina de la voluntariedad, la cual pone de manifiesto en
el artículo 295 expresa lo siguiente: "el que voluntariamente mata a
otro se hace reo de homicidio", y lo mismo señala el artículo 59, 60,
61, 62 y otros tantos del mismo código. Sin embargo, es obvio que
esta doctrina confunde voluntad con intención, siendo ambas dos
elementos del alma que tienen diferente significación. Pues, la
intención es uno de los elementos constitutivos de la voluntad, y
consiste en el deseo de hacer algo, y en materia jurídico-penal, es lo
que guía la voluntad hacia la comisión de la infracción; mientras que la
voluntad, como elementos del alma, es un ente anímico integrado por
tres elementos constitutivos, que son: la inteligencia o conocimiento, la
libertad y la intención.

La doctrina del Estado peligroso del Adolfo Prins.

Este eminente jurista belga, buscando una base para justificar el


fundamento de las penas, admite con Kant, que "la libertad y la
responsabilidad son postulados de la ley moral", y, por tanto, "son
verdades ciertas de las que nos hemos penetrado -dice dicho autor-,
por la razón práctica", pero que estas emociones sobre incognoscibles
desde el punto de vista especulativo. Además entiende que "existe una
contradicción entre la ciencia y la conciencia, y que, los deterministas
tendrán razón según la ciencia, y los espiritualista, según la
conciencia.

Por otra parte, Leoncio Ramos indica que Luís Jiménez Asúa expresa,
que "Adolfo Prins en su concepción precisa separar la responsabilidad
subjetiva, y precisa además, tomar únicamente el peligro que puede
amenazar a la sociedad, por medio del ejemplo, de la manera de vivir
del delincuente".

Por último, Leoncio Ramos hace notar que de los fundamentos de la


citada concepción, resulta que la discusión del libre albedrío y del
determinismo, es infecunda para el Derecho Penal y para la
Criminología, ya que, de acuerdo a Adolfo Prins y Kant, "lo único que
interesa es el estado peligroso del delincuente, y la amenaza que ello
constituye para la sociedad".
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La imputabilidad psicológica como base de la


culpabilidad.

En su obra, el criminalista pone de manifiesto también, que "Luís


Jiménez de Asúa afirma que la actitud de los positivistas italianos,
quienes negaron totalmente el libre albedrío como base de la
imputabilidad, debe ser ratificada en esta época"; que dicho autor
español sostiene también que en Alemania un jurista y un siquiatra,
Alexander y Staub, nos han abierto horizontes, aplicando el
psicoanálisis al delito, de lo que resulta -dice citado jurista español -,
"que el delito o crimen nace de motivos conscientes y de
constataciones de motivos que pertenecen al inconsciente, y por tanto,
la responsabilidad penal se halla en razón directa del número y
esencia de los motivos conscientes que decidieron el dato humano". A
nuestro entender termina diciendo el autor, con esta doctrina se ha
querido destacar al dolo como la única causa que determina la
responsabilidad penal del delincuente, y colocar a la falta en un lugar
de plena nulidad.

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