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SOY UN REY

Yo que he visto las alturas ascendentes,


y observado huir las sombras ante el día,
Se que nuestro Señor Sol es Vida y Luz eternas,
Se que avanza sin que nada Lo detenga.

Aún en profundas simas, donde lo oscuro parece eterno,


Aún en el silente frío extendido en lo lejano
He visto a nuestro Señor, en todo Su Poder Supremo
He visto allí la Gloria de su Estrella.

Ni las tormentas, ni el llanto me hundirán en el desastre,


Ningún viento del Destino me llevará al espanto
Porque yo, débil y solo, soy en su Luz su maestro
En la Chispa y el Sol soy brillante.

Soy la luz. Ninguna sombra puede apagarme.


Soy la luz. El rayo del Señor allí en el Sol
Soy la luz. En las nubes de plata vagando
Soy la luz. soy los muchos, soy el Uno.

Conquisto las sombras del dolor profundo


Soy libre -No soy un esclavo
Conquisto la altura por siempre trepando
Soy un Rey -Me atrevo, actúo y conozco.
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TU
G. S. ARUNDALE

PALABRAS PRELIMINARES

Este libro es un breve epítome de mi Teosofía en su estado actual


de desarrollo; porque aunque existan ciertos principios fundamentales
que subyacen la ciencia de la Teosofía, posiblemente, como me he
atrevido a sugerir en el Mensaje final, cada estudiante debe encontrar por
sí mismo su propia Teosofía; su comprensión de la ciencia del vivir.
He bosquejado mi Teosofía para aquellos que lean este libro y
deseen hallar su Teosofía; es posible, aún probable, una Teosofía con
caracteres muy distintos de la mía. Es necesario comprender entonces,
que estoy muy lejos de sentar precedentes sobre creencias, opiniones y
principios comunes a los teósofos; muchos podrán diferir radicalmente.
Es mejor que sea así; lo que cada uno necesita es su propia acceso
individual a la Teosofía, no el de algún otro. Espero haber despertado el
apetito de mis lectores por la Teosofía; por la simple razón de que estoy
descontento felizmente con la mía; tal como es, siempre cambiante,
creciente; espera que cada día se asemeje más a esa Teosofía que es la
eterna Ciencia de la Vida.

G.S. Arundale

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CONTENIDO
Palabras Preliminares...
Tú, en general...
1 Tú, individual...
2 Tus padres y tu familia...
3 Tu educación
4 Tu macrofamilia
5 Tus circunstancias y alrededores
6 Tu Trabajo y Tu Descanso...
7 Tu Mundo en la Paz y en la Guerra...
8 Tú y la Toma de Decisiones...
9 Tú y el Amor
10 Tú y la Muerte...
11 Tú y un Modo de Trascendencia...
12 Tú y la Búsqueda de Belleza...
13 Tú, la Teosofía y la Sociedad
14 Tú y Tu Meta...
Mensaje...
Indice...

INTRODUCCION

TU, EN GENERAL

Es probable que una proporción considerable de los miembros del


reino humano se encuentren suficientemente evolucionados para darse
cuenta que el proceso evolutivo sucede bajo leyes inmutables y definidas
y que se dirige hacia una meta definida.
Como es inevitable trabajar en base a experiencias muy limitadas,
sabemos muy poco sobre las naturalezas de las leyes y la meta; y lo poco
que sabemos es tema de constante modificación debido a la demanda del
crecimiento insistente del conocimiento.

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La Teosofía es la ciencia de Vida descubierta por aquellos


infinitamente más sabios que todos los vivientes en el mundo externo de
hoy. Su sabiduría se refleja en las elevadas enseñanzas ofrecidas por la
filosofía religiosa y la ciencia, llegadas hasta nosotros desde aquellos
tiempos, enterradas en el pasado distante, cuando se vivenciaban altos
niveles de desarrollo humano.
Desde aquellos días, la humanidad ha crecido lenta pero
seguramente en dirección de esos niveles; sintiendo su avance hacia
ellos, construyendo el edificio de la conciencia humana, colocando uno
tras otro ladrillos de verdad.
La Teosofía es una afirmación del Plan. Todo ser humano es un
constructor que aprende a expresar el Plan según su propia vida
individual. Primero percibe muy poco del Plan, y lo percibe un poco
defectuosamente. Construye; demuele. Pero gradualmente se eleva un
edificio acorde con el Plan. cuando cada edificio individual se completa,
no existe monotonía en la construcción, de forma que la ciudad presenta
una apariencia de suburbios, con sus propias características, su belleza
única; maravillosas variantes sobre temas fundamentales y eternos.
En todo el mundo, hay personas que se han comunicado con este
Plan llamado Teosofía -Sabiduría Divina; y todos los que han percibido
aunque sea un fragmento de ella, dan testimonio del hecho:

1. Ofrece la explicación más inteligible y científica de la vida tal como la


conocemos en este mundo externo. Descubre al cosmos allí donde el caos
parece reinar a su antojo.

2. Establece en términos de suma precisión el origen, el sendero y la meta


de la Vida que percibimos en nosotros mismos y en todo lo que nos
rodea.

En este libro el autor trata de aplicar esta Teosofía en los asuntos


de todos los días, en la vida diaria de cada individuo. Pero desea desde el
principio aclarar que la Teosofía que busca aplicar no es nada más que la
Teosofía que ha sido capaz de comprender. ¿Quién puede conocer la
Teosofía en sus últimas concepciones salvo aquellos que hayan
aprendido todo lo que la vida tiene para enseñar? ¿Quién se atrevería a
decir: “Esto es Teosofía, no hay otra”? Un verdadero estudiante de
Teosofía dirá: “Esta es la Teosofía según comprendo su ciencia hoy,
mañana confío saber más, y sin duda encontraré mañana mucho que
modificar en aquello que hoy conozco”.
El autor, por lo tanto, ofrece los frutos de sus estudios hasta donde
le han llevado. Este libro representa una interpretación no técnica de la
vida, resultante del estudio de la Teosofía durante aproximadamente 30

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años. Otros estudiantes podrán haber llegado a distintas conclusiones. Y


el mismo autor podrá, si su libro sigue siendo de interés para los lectores
en los años por venir, modificar mucho sobre aquello que hoy le parece
razonablemente seguro. Pero, a grandes rasgos, el autor piensa que los
principios generales de la totalidad permanecerán sin cambio.
Deliberadamente, no aventura ninguna descripción detallada de las
enseñanzas de la Teosofía. Tal descripción se hallará en la literatura
sobre Teosofía; al final de esta obra se provee una lista para ampliar las
lecturas. También al final, hay un resumen de aquellos que considera los
principios últimos de la Teosofía, mientras que en esta capitulo establece
ciertas concepciones generales que pueden ayudar a aclarar este
comentario sobre la vida diaria en términos teosóficos.
Pero, así como nos interesamos más en el gusto de un pastel que en
sus elementos constitutivos, permítase al redactor señalar que la Teosofía
tiene que ver con la vida diaria, cómo explica al ambiente que nos rodea
y a nosotros mismos en medio de él; cómo nos dice que la vida es
excelsamente válida para ser vivida; suceda lo que suceda, las
circunstancias son lo que son; cómo insiste sobre la blancura de las
nubes, aunque estén ennegrecidas y sobre el hecho de que algún día ya
no habrá más nubes.
Nuestro deseo por conocer cómo se hace el pastel será aún mayor
si nos gusta el pastel. Estaremos más ansiosos por saber qué es esto de la
Teosofía si advertimos que hace la vida más fácil y comprensible.
En este libro, la Teosofía se comprende como trabajo. Si nos gusta
el trabajo, intentaremos conocer más, y elegiremos literatura sobre
Teosofía para estudiar y esclarecernos. El autor confía estimular el gusto
por la Teosofía; si lo logra, su obra habrá merecido ser escrita.
Pongamos entonces bajo examen a la Teosofía y su efecto en la
vida, especialmente en la vida diaria que nos es común a todos nosotros:
una vida construida en base a engaños, aunque en potencia de gozo o
pena, miserias o felicidad, esperanza o desengaño.
La esencia de la vida diaria se basa en el hecho de que nacemos en
un contexto que nos afecta en profundidad; la mayoría de nosotros acepta
la validez de preguntarnos por qué hemos nacido, y por qué nuestros
alrededores son cómo son. Allí estamos, y allí están los alrededores y las
relaciones crecientes y cambiantes entre los dos son parte de lo que
vagamente llamamos proceso evolutivo; aunque asumamos que la
naturaleza de este proceso pueda ser sólo un tema de fe y esperanza en lo
que respecta a nosotros.
En nuestra ignorancia e incertidumbre, aparece la Teosofía con sus
tres grandes principios:

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1. La felicidad en la vida depende de descubrir el significado y propósito


de la misma mediante un constante desafío a sus circunstancias, y
también por medio de una constante y positiva disconformidad ante la
ignorancia.

2. La Teosofía es la eterna respuesta ante aquellos interrogantes sobre la


vida que tarde o temprano se deben preguntar y responder.

3. Ninguna respuesta es finalmente cierta hasta que se haya procesado


desde el estado de hipótesis hasta el estado de conocimiento.

La Teosofía también declara:

1. Todas las cosas que vemos a nuestro alrededor, en cualquier Reino de


la Naturaleza, se desarrollan eternamente.

2. Existe una escala de crecimiento, todos estamos en uno u otro de sus


escalones y desde ellos nos movemos lentamente hacia el escalón
superior siguiente.

3. Todas las cosas, en todas partes, siembran y cosechan experiencias;


según se crece, no se deja nada detrás, sino que llevamos en nosotros
todas las siembras y cosechas.

4. Nosotros, que estamos en el Reino Humano, portamos los frutos de


toda la experiencia adquirida en los reinos a través de los cuales hemos
pasado.

5. Los escalones que aún no hemos alcanzado, como sucesos futuros,


proyectan su sombra y ejercen sobre nosotros una influencia
gravitacional. Así, el futuro nos arrastra hacia adelante, mientras que el
pasado y presente nos empujan.

Veamos ahora que señala la Teosofía cuando se conecta con los


hechos del nacimiento y el ambiente.

Primero, ese nacimiento en particular es un episodio nuevo en un


proceso de crecimiento o desarrollo en donde el individuo -y cada cosa
viviente es esencialmente un individuo- pasa a través de variadas
sombras de ignorancia, sufrimiento, infelicidad, desesperación hasta una
brillante Paz y Poder eternos.

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En ese nacimiento, renacemos, retomando el hilo de la vida en su


mundo externo luego de un período de descanso y recreo en aquella
condición de conciencia llamada Cielo con bastante aproximación.
Cuando una vida particular finaliza y se cierra con aquello llamado
muerte, no hay “Final” o “Conclusión” sino “Continuación en la
próxima”. La muerte es un umbral que conduce al descanso y posterior
desarrollo.
Segundo, nuestros alrededores, cualquiera sea su naturaleza, son
exactamente lo que necesitamos para nuestro desarrollo gradual.
Nuestra madre, nuestro padre, hermanos, hermanas, amigos, religión,
nacionalidad, oportunidades o falta de oportunidades, todo en conjunto;
todos ellos son lo que precisamos en nuestra encarnación presente. En
encarnaciones pasadas, debieron haber otros ambientes, otras
oportunidades, según las necesidades de los distintos estados de
desarrollo, aunque posiblemente con un grupo más o menos permanente
y sin cambios de individuos demarcados por las relaciones . En las
futuras encarnaciones cambiarán los entornos y oportunidades
sucesivamente, el grupo permanecerá siendo más o menos el mismo, pero
desarrollándose en camaradería más firme y verdadera. Hasta que al fin,
los entornos y las oportunidades no tendrán más que enseñar, porque
habremos aprendido todas nuestras lecciones.
Debemos tomar lo mejor de nuestro ambiente, exprimir todas las
posibles eventualidades, aprender las lecciones designadas. Absorberlas
gradualmente, utilizándolas al máximo en las mejores circunstancias.
Nadie en este mundo externo tiene alrededores que no sean
perfectibles -el contexto que nos rodea siempre puede mejorarse.
El mejor método de tratamiento para mejorar los ambientes es
mejorar nuestra relación con sus elementos constituyentes, no tanto por
resignación sino por asimilación constructiva en su espíritu.
Es una regla no escapar del ambiente, sino mas bien realizarlo y
lograr su propósito educativo.
Vemos como la Teosofía nos indica mucho de lo que no sabemos;
aunque todavía no creamos ni tengamos los medios para la obtención de
ese conocimiento.
Pocos de nosotros puede afirmar que reconoce este nacimiento
individual sólo como uno entre muchos otros. Pocos podemos decir que
recordamos nuestro ambiente y nuestros maestros, conductores, filósofos
y amigos.
Muchos de nosotros negamos con facilidad la posibilidad de algún
nacimiento anterior a éste. Exigimos aquellos que llamamos “pruebas”,
casi una visualización física de los nacimiento previos, “verlos por
nosotros mismos”; pero olvidamos que aunque tuviéramos esa visión
inmediatamente la explicaríamos como un engaño o caso de hipnosis.

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Las “pruebas”, para su cumplimiento necesitan dos factores -


presentación de las mismas y receptividad. Por más innegable que sea la
presentación de pruebas, deberá sumergirse en la oscuridad del
descreimiento general ante la falta de receptividad.
La receptividad depende de la experiencia, y antes que la
experiencia se logre se debe pasar a través de varias etapas. Primero,
ignorancia; segundo, el campaneo del ridículo, persecución,
menosprecio, aborrecimiento- este es el estado de ignorancia que busca
su propia sobrevivencia; tercero, duda; cuarto, divagación; quinto,
atracción; sexto, creencia; séptimo, la experiencia misma, que hace real
aquello que ha sido más o menos irreal.
Las pruebas tropiezan impotentes contra la ignorancia, el ridículo,
la persecución, el desprecio y el odio; se vuelven inefectivas ante la duda;
intrigantes ante la divagación; afines con la atracción; poderosas en la
creencia y forzadas con la experiencia; porque las pruebas mismas son
parte de la experiencia. Pero el hombre sabio encuentra muy poca
satisfacción en la así llamada “prueba”, porque sabe que la prueba final
está dentro de él mismo y jamás fuera de él, y que las “pruebas” externas
nunca pueden ser más que un signo que sólo señala a la meta.
Respecto a nuestro contexto, se suele hablar del mismo como
externo al individuo, como parte de un entorno en el cual ese individuo
se encuentra fortuitamente colocado. El afectará sus alrededores y sus
alrededores lo afectarán a él; el resultado de la interacción sólo es un
asunto de especulación y nada más.
La ciencia explica que a veces el individuo se sobrepone al
ambiente pero la mayoría de las veces el ambiente engulle al individuo,
que suele ser el medio el que ejercita la influencia predominante. Pero en
todos estos casos hay un gran atolladero.
La Teosofía reduce este caos a un cosmos, estableciendo que cada
detalle del medio del individuo está confeccionado con precisión en sus
nacimiento previos; el los ha construido mediante todos sus vidas
anteriores; esos detalles son precisamente lo que él necesita para trepar al
siguiente escalón en el proceso de crecimiento.
Cualquiera sean estos alrededores -parientes, familia, amigos, fe,
nacionalidad, circunstancias materiales, etc.- son de su propia
manufactura y oportunidad.
La Teosofía niega la existencia de desajustes entre el individuo y
su ambiente; establece que puesto que el objetivo de la evolución o
crecimiento es la experiencia, con la finalidad de felicidad, poder y paz, y
puesto que, no hay tal cosa como aquello que llamamos pérdida de
tiempo- una palabra que significa ocasión de oportunidad- cada
circunstancia de la vida es una oportunidad, el llamado a la puerta de lo
que somos por aquello que necesitamos, lo que vendrá y seremos.

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No hay ninguna circunstancia en la vida con la que el individuo se


ponga en contacto que no sea la larga búsqueda de lo mínimo; el más
humilde objeto -la mesa, la silla, la alfombra, el animal- requiere
mansamente el mejor trato, una buena relación entre sí mismo y el
individuo. Reclama delicadeza y comprensión para tomarlo y usarlo.
Reclama propósito en su empleo y, aunque puedan reírse, respeto.
La Teosofía valoriza todas las cosas, da propósito a todo y vida a
todo. En el Diccionario de Teosofía no existen ciertas palabras; -
inanimado o inorgánico, desesperanza, inutilidad, inerte; todas las
palabras que expresan futilidad o aniquilación; todas las palabras que
señalan cesación de propósito o eterna condena; las que significan
infelicidad aparte de la efímera, de odio o ira que no sucumban tarde o
temprano al amor.
La Teosofía sin duda es la Ciencia de los valores verdaderos. Es la
Ciencia del real optimismo; la Ciencia de lo maravillosamente valorable
en todas las circunstancias; de las nubes de plata, a pesar de su negrura
siniestra. Es la ciencia de la justicia siempre prevaleciente y del amor en
la Vida; de la certeza; de la oportunidad; del éxito; del Gozo, de la Paz.
La Teosofía es más que cualquiera de las religiones individuales,
porque es la Cadena de Oro que las reúne y la Vida que las hace
verdaderas.
La Teosofía es más que cualquiera de las ciencias o filosofías
individuales, porque incluye lo necesario más allá de sus fronteras. Las
ciencias y filosofías son necesariamente reflejo -y no en pequeña medida-
de sus tiempos. La Teosofía es un reflejo de lo eterno.
La Teosofía es más que los credos, opiniones y convicciones de
cualquier individuo, porque expresa lo individual en su totalidad y en sus
estados.
La Teosofía es más que el pasado, más que el presente; porque
añade a éstos el futuro.
Miremos ahora la Teosofía trabajando en los detalles diarios en las
vidas comunes de la vasta mayoría de nosotros- gente de todos los días.

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TU, INDIVIDUAL

Tú naces, ¿quién es aquél que nace?


Sin recurrir a las enseñanzas más complicadas de la Teosofía
respecto del origen de la vida y de la individualidad en ella, podríamos
decir que eres un peregrino en tu camino desde la no percepción de quién
eres hasta el descubrimiento de que en verdad eres un Rey de Vida, y el
ejercicio de su Reinado.
Para definir, aunque sea en forma incompleta, lo que es un Rey de
Vida, puedes pensar en los grandes ejemplos de la perfección humana.
“Cómo me gustaría ser como...” y allí el nombre de tu ideal más
inspirado. En la vida diaria suspirarás con la desesperanza del deseo;

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pero la Teosofía es la hada madrina que contesta, “así serás algún día; y
contra más te esfuerces, más pronto será”.
El crecimiento, por supuesto, toma tiempo. Pero tú has alcanzado
ya el nivel que ocupas, y se espera que te des cuenta del hecho de haber
alcanzado ese nivel, aunque puedas pensar que no has ido muy lejos,
comienzas a percibir ante ti alturas en tu larga escala.
La Teosofía te indica que tú y la vida que se desarrolla en tí -sin
duda una individualidad muy definida- en un distante pasado estuvo
totalmente desarrollada. A través de un estado de conciencia tras otro -
estos estados se llaman por lo común reinos de la Naturaleza- la vida que
ahora conoces como “yo” se desarrolló lentamente hasta que para tí fue
posible decir “yo”, y distinguirte a ti mismo de tus alrededores.
Primero, este “yo” no logró mucho; sólo comenzó a separarse de
todos los demás “yoes” con los cuales estuvo siempre asociado por lo
que podrían llamarse razones de economía. La Teosofía señala que antes
de alcanzar el reino humano estos “yoes” difícilmente se desenmarañaron
de la masa particular de “yoes” en medio de la cual habían movido,
vivido y tenido su ser. Pero, en el momento en que una individualidad ha
alcanzado el umbral de ese estado de conciencia que llamamos el reino
humano, abandona el nido grupal y entra en los asuntos de la vida por sí
mismo.
Entonces, para comenzar, el “yo” es un asunto comparativamente
pobre, testigo del salvaje sin ningún desarrollo. Pero, según un
nacimiento sucede a otro, la irresistible presión de la cualidad no
desarrollada en la vida, trabaja desde lo interno del “yo” y también de lo
externo, causando lento pero firme progreso. Aquí es donde la Teosofía
barre la confusión entre Libertad y Necesidad.
Estas dos palabras sólo tienen significado si pensamos sobre el
individuo y el proceso evolutivo como distintos, así que parece haber
alguna clase de conflicto entre el individuo y algún poder externo. La
Teosofía identifica al individuo con el poder externo que es el proceso
evolutivo, de manera que la así llamada necesidad se haga natural para el
individuo, parte de su misma naturaleza; y la libertad viene a ser poder
para lograr esta necesidad natural e innata. En Teosofía, Necesidad se
representa por la palabra Reinado y Libertad por la palabra Poder. Lejos
de haber ningún conflicto entre la Libertad y la Necesidad, lejos de ser el
individuo un simple peón de ajedrez en un juego interminable, la
Libertad es, de hecho, el espléndido siervo de una Necesidad maravillosa;
y el individuo es así un Rey futuro, usando su Libertad para el logro del
destino que él mismo ha hecho su Necesidad; En este aspecto como parte
integral de la vida Uno, él establece una necesidad gloriosa, personal y
universal. Como individuo, se provee de Libertad para realizar la gloria
que él ha determinado que no escapará.

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Aquí estás tú entonces, con tu “yo” en cierto estado de su


desarrollo. Si el futuro significa poco para tí, si estás centrado en el
presente o en el pasado, puedes estar muy orgulloso de tu presente “yo” y
de todos sus elementos constitutivos. Puedes enorgullecerte de tí mismo,
contentarte contigo mismo; tus aspiraciones, tus ideales, tus
pensamientos, tus actividades. Puedes permanecer en una
autosatisfacción estática. El resultado será considerarte tremendamente
superior a todos los que tengan “yoes” distintos del tuyo.
Sentirás que eres “correcto”, y te preguntarás por qué los demás no
pueden percibir que la única manera para ser correcto es ser como tú;
festejarás y te alegrarás de tu forma particular de religión, política,
costumbres, y todas las demás características de su estado individual de
evolución. En verdad, serás intransigente, intolerante, y quizás hasta
piadoso, posiblemente compasivo, agresivo.
La Teosofía busca proveerte de un sentido de proporción. Ella te
dice: ”Está bien, pero trata de ser dinámico para el futuro que te espera.
No descanses inactivo en el presente”. La Teosofía te llama a una gozosa
disconformidad con todo lo que eres; sin excepciones; por más bueno que
sea “todo” eso; y te urge para que busques el “yo” más delicado que
pronto serás -si eres maestro del tiempo- o más tarde -si el tiempo es tu
maestro. ¿ Por qué -dice la Teosofía- te contentas con un “yo”
relativamente pequeño, cuando existen desarrollos mayores de ese “yo”
esperando a tu alcance?
El obstáculo más grande que la Teosofía observa en este respecto
es aquél corporizado en la frase: “Estoy satisfecho donde estoy”. Por
esto decimos que la Teosofía es la Ciencia del Descontento, pero no del
rezongo, la irritación, desesperación, agresividad, miseria, descontento.
Es la ciencia de un descontento feliz estremecido al pensar sobre la
existencia de algo disponible para el “yo” presente, mucho mejor que
aquél que ahora nos caracteriza. Un individuo contento en donde está,
ciertamente no está muerto, pero vive a medias, porque se resiste al
contacto con todo lo que la vida tiene para ofrecerle. En ver de ser parte
del río, insiste en ser una pequeña charca en la cual el orgullo busca
usurpar y matar la función dinámica del movimiento.
La Teosofía te ayuda a gozar la inmensa virilidad de este
descontento, y a estar siempre dispuesto a aventurarte en el futuro que
por cierto te espera; describiendo ese futuro en términos clamorosos y
chispeantes.
La Teosofía hace más que esto; te ayuda a comprender y apreciar a
los demás allí donde estén, con sus opiniones, sus modalidades de
religión, sus criterios políticos, sus aspiraciones, hábitos y “yoes”. El
mundo sería mucho más feliz, próspero y pacífico si pudiéramos

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aprender a estar satisfechos con los demás de la misma forma en que lo


estamos con nosotros mismos.
La Teosofía insiste que no es la religión, nacionalidad, costumbres
o hábitos lo que marca las diferencias en los estados de evolución. Las
religiones, razas, costumbres y hábitos, son sólo distintas clases en la
gran Escuela de la Vida. Los distintos estados de evolución se
evidencian mediante las diferencias en el refinamiento, nobleza y
dignidad, generosidad, amabilidad, aprecio, sabiduría, poder, en el
sentido dela Fraternidad de toda Vida dentro de la Fraternidad del
Divino Propósito -definiendo la palabra Divino como tú desees.
Pero regresemos a tu nacimiento, dejemos para otro capítulo estas
cuestiones de los entornos.
Naces en un cuerpo de infante. ¿Qué haces durante la infancia? La
Teosofía indica que te acostumbras a tu nuevo cuerpo físico.
Destaquemos aquí que como un hilo de plata, corriendo a lo largo de
todos tus relativamente innumerables nacimientos está aquello que tú
llamas “yo”. El “yo” es permanente mientras creces, pero sus vehículos
cambian de uno a otro nacimiento. Tu “yo” sin duda es muy antiguo, casi
indefinidamente viejo. Pero tu usas ropas limpias al nacer repetidamente
en la aventura de la vida. Como bebé, tienes un cuerpo nuevo, agradable
y limpio -por supuesto pequeño y débil, más o menos indefenso- más o
menos potente con el carácter acorde a tu estado y tipo de evolución.
Ahora bien, ¿Cuál es el propósito de este nuevo cuerpo, bello y
limpio? Ser el intermediario, o digamos el canal, entre tu “yo” y aquella
vida externa que te rodea de donde tu “yo” obtiene mucho de su
nutrimento.
Cuando, al final de tu último nacimiento, llegue la muerte como un
valet solícito para ayudarte a quitarte tus ropajes gastados; retirado por un
espacio de tiempo en un baño Celestial, que refresca tu poder como un
Baño Turco. En el Cielo, dice la Teosofía sucede un proceso de
recreación. Tú te reajustas con los eternos propósitos de la Vida eterna
fuera de ese semi-olvido que inevitablemente caracteriza tu conquista
gradual de regiones más materiales de la vida representadas por tu cuerpo
físico. Obtienes algunas vislumbres de la gloria de tu futuro; como si en
medio de la oscuridad percibieras repentinamente al sol y atestiguaras
todo el esplendor de sus colores en su ascenso bendito.
Así reconfortado en ánimo, conociendo que ninguna parte de la
vida, hasta la más material debe dejarse sin conquistar si corporizas ese
futuro, te zambulles deseoso en este mundo para reasumir el peregrinaje
que desde el Cielo reconoces maravilloso pero desde la tierra parece a
menudo cansador.
Vienes a un cuerpo físico, porque debes tener un cuerpo en la tierra
para comunicarte con las lecciones terrenales. En los primeros años, te

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acostumbras gradualmente al nuevo traje, aunque al principio no parece


cómodo, especialmente cuando comienza el proceso de dentición y pasas
por los dolores y sufrimientos comunes a la niñez. Año tras año, con
seguridad creciente, aprendes a reasumir los antiguos contactos a través
del pensamiento, sentimiento y emociones, y a través del mismo cuerpo
físico.
Tus viejos poderes rehacen su camino. Las pasadas tendencias te
dominan nuevamente. Las antiguas relaciones suceden una vez más.
Reasumiendo los viejos movimientos, estás una vez más balanceándote
del péndulo de tu vida, un balanceo correspondiente a tu presente estado
de evolución.
Reanudas poco a poco tu antigua vida, pero diferente; diferente
porque el ambiente, las cosas, son tan diferentes de las anteriores de tu
vida pasada hace tantos años; probablemente muchos siglos atrás.
¿Cuánto hace? El período depende de innumerables circunstancias, una
de las cuales es cuánto avanzaste en el sendero de vida. Digamos, sólo
por dar un número, hace 4 o 6 siglos. Pero este número podría ser mucho
mayor o mucho menor.
Esta diferencia de ambiente, de medio, es la causa y la oportunidad
para el crecimiento; si perpetuaras el mismo ambiente vida tras vida,
posiblemente degenerarías. Sería como un matrimonio entre personas de
parentesco demasiado cercano. Así tienes un equipo renovado para la
aventura del nuevo nacimiento, y obtienes una nueva modalidad de
entorno en el cual la aventura se desarrolla. Bajo tales condiciones
favorables, tu avanzas, reasumiendo otra vez tu vida en lo que respecta al
mundo físico, más o menos en donde lo dejaste. Sin duda el período en
que te desvistes se llama muerte y el período en que te vistes se llama
nacimiento, lo que nos lleva adelante indefinidamente, así que no
comenzamos exactamente en el mismo punto en que dejamos.
Luego sigue el trabajo de utilizar todos los elementos constitutivos
de tus alrededores para el progreso que harás durante este nacimiento
particular. Aquí la Teosofía ayuda en forma maravillosa, porque
esclarece tanto dónde estás como qué debes hacer. Luego de un breve
estudio de la Teosofía en la literatura clásica disponible, ganarás una idea
clara de quién eres, qué clase de persona eres, cuál ha sido tu sendero en
general y, lo que es mucho más importante, adónde diriges tu curso.
Conociendo estas cosas con mayor precisión, te capacitas para
tomar ventaja de toda la fuerza disponible encerrada en miríadas de
formas circunstanciales que te rodean. Si sabes de dónde has venido,,
qué clase de individuo eres y más o menos qué clase de individuo ha
designado tu “yo” para llegar a ser, serás más científico y constructivo en
tus relaciones con lo que te rodea. Serás un individuo que conoce para
qué está allí, no una brizna a merced del viento.

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En otras palabras, comienzas con fuerza, velocidad y precisión


redoblada a desarrollar tu carácter, y el carácter es la esencia vital de la
felicidad y el poder.
Así que aquí estás tú. Un viejo “yo” en un traje nuevo; otra vez
aquí abajo porque deseabas venir, sabiendo que aquí abajo está parte del
campo en el cual la victoria de la Vida debe ser ganada.
La Teosofía viene poderosamente en tu ayuda si deseas con
creciente insistencia “saber de qué se trata”. La Teosofía te dice por qué
eres un niño, por qué el niño crece como lo hace, qué hace, en el curso de
su pequeña e ininteligible vida, adónde va gradualmente y cómo puede
aprovecharse la situación del niño de la mejor manera.
En el próximo capítulo, la Teosofía tendrá cosas más interesantes
que decir sobre los padres y la familia, porque ellos también vienen
contigo desde el pasado. Desde un punto de vista, un nacimiento nuevo
trae nuevos ambientes; pero desde otro punto de vista trae sólo viejos
ambientes vestidos con ropas nuevas. Veamos cómo funciona ésto con
respecto a los padres y la familia.

=2=

TUS PADRES Y TU FAMILIA

Habiendo nacido correctamente, el tema en cuestión no es tanto de


quién naciste, sino por qué naciste con ellos.
¿Acaso es el azar que el individuo nazca, o mas bien renazca,
ciegamente entre un par de padres afortunados (a veces desafortunados)?

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La Teosofía niega que haya alguna cosa casual acerca de la elección de


los padres y también de la elección del niño. Por el contrario, la verdad
es que cada individuo se mueve dentro de un círculo comparativamente
limitado de otros individuos a través de todo su proceso evolutivo. La
misma gente tiene una y otra vez el deber, o mejor el turno de ser padre,
madre, hermano, hermana, tío, tía, primo, abuelo, abuela, hijo, hija,
primo, prima, y todas las demás relaciones que se puedan concebir
incluyendo el grupo de amigos.
Tu padre en esta vida, probablemente haya sido un pariente en
numerosas ocasiones anteriores, y con toda seguridad algún amigo muy
cercano; lo mismo se aplica a tu madre y a todos los demás miembros de
tu familia presente, así como a aquellos que pertenecen al círculo externo
de la familia.
Retomamos los hilos en el nuevo nacimiento, no sólo de
actividades, pensamientos, sentimientos, emociones, sino también de
relaciones. Sin duda es una exageración decir que tus familiares en esta
vida cumplimentaron toda relación posible contigo, por más apropiada y
armónica (o inapropiado e inarmónico) que pareciera la relación actual.
No puedes saber si una vieja y anticuada tía fue alguna vez tu hijo
más díscolo, o quizás algún hermano disoluto. Pero bien podría ser éste
el caso. El temperamento que un individuo expresa durante una vida
particular sin duda no es necesariamente su carácter fundamental e
invariable. En realidad, lo más necesario es lo opuesto; el propósito de la
evolución es el desarrollo total, una perfección totalizadora, no la
extravagancia desequilibrada. Tarde o temprano, la cualidad más
ardorosa dará pie a su opuesto, para completar la experiencia y la
flexibilidad que, residente en las alturas, sabe cómo descender a los
valles sin perder la mínima fragancia de las montañas.
Finalmente, el destino de cada uno de nosotros es un Everest, pero
no podremos apreciarlo, salvo que también hayamos descendido a las
profundidades de su antítesis. Incidentalmente, este hecho nos ayuda a
alimentar la simpatía y comprensión ante la debilidad e ignorancia;
porque éstas son también etapas en el camino hacia las gloriosas alturas.
También, se elimina otra palabra del diccionario teosófico -
PERVERSIDAD. Por difícil que sea de creer, cuando uno analiza
motivaciones y conductas, no existe un estado de conciencia expresado
por la palabra perversidad. Ignorancia y debilidad se encuentran, pero
nada más.
Todo esto es una disgresión. Sólo para señalar el hecho, fácil de
olvidar, de que las relaciones y las variadas características expuestas son
como el dibujo que vemos por un momento en un caleidoscopio. Una
sacudida del mismo y las mismas piezas forman otro dibujo totalmente
diferente. (Salvo quizás, en las etapas mucho más primitivas del proceso

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evolutivo, cuando los cambios son muy lentos y graduales) cada nuevo
nacimiento produce un nuevo dibujo, que siempre expresa un tema
eterno; y un individuo en un dibujo puede aparecer casi irreconocible en
el siguiente.
Corriendo a través de cada perla de nacimiento existe una hebra
dorada de individualidad. Desde el principio del tiempo, esta hebra de
oro existió enrollada, podríamos decir, dentro de sí misma, inmanifiesta,
no individualizada, nonata. Luego llega el ímpetu del crecimiento -aquí
no necesitamos interesarnos por el origen de tal ímpetu. La hebra dorada
se desarrolla y enhebra en sí perla tras perla de descensos que significan
cada uno un nacimiento; de manera que construye un collar de Divina
Perfección. ¿Cuántas perlas hemos ensartado en el curso de nuestras
experiencias? En las primeras etapas, las perlas son rústicas y de mal
gusto; pero hacia según avanzan las etapas cada perla logra perfección y
el Círculo de Vida Eterna se completa.
Resumiendo: Aquí está el niño o niña bebé; pero no un “yo” bebé;
en medio de los miembros de una familia que ha conocido una y otra vez
en el pasado, pero que casi seguramente no recuerda en el presente. Sólo
excepcionalmente podrá decir ¡“tú no eras mi padre la última vez”! “Tú
eras mi cansadora hermana, que me dio muchos problemas y jamás me
gustaste”. Ni podrá decir “¡Qué extraño que seas mi madre esta vez!” Tú
y yo fuimos amantes en la última vida, nos casamos, tuvimos una gran
familia y vivimos hasta muy avanzada edad”! Seguramente no recordará
estas relaciones del pasado. Y este olvido sin duda es divino en su
misericordia.
Si, en nuestro estado comparativamente imperfecto de desarrollo,
recordáramos estas relaciones, también recordaríamos las circunstancias
que las involucraban. Estaríamos en peligro de perpetuar las viejas
relaciones; muchos de las cuales sería recomendable cambiar;
recordaríamos los antiguos errores, las injurias infligidas, las heridas
sufridas, las deudas.
La memoria es un arma poderosa. En manos de los sabios
beatifica. En las manos del ignorante, lastima a quien recuerda y a quien
es recordado. En manos de los sabios, la recuerdo será amable y
considerado, perdonará; aún cuando haya injurias y actos lesivos que la
Ley balancee. En manos del ignorante, el recuerdo será violento y
vengativo y demandará, hasta la última gota de sangre.
Es misericordioso que nuestra memoria permanezca borrada,; si
bien se pueden percibir vislumbres instintivos de gusto y disgusto. Sólo
cuando crecemos espiritualmente lo suficiente podemos obtener con
seguridad la memoria omnipenetrante y completa.
Por ello, el pasado es algo así como un blanco, y, en esta vida, no
podemos pensar sobre nuestros familiares con roles ajenos a los que

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ocupan. Aunque el pasado no se niegue por completo; siempre existe el


hijo favorito; el pariente amado y preferido; el amigo o amiga antes que
todos los demás amigos; la abuela a quien tememos y el abuelo como
íntimo confidente. Siempre hay simpatías y antipatías sin razones
aparentes; no hay razones porque la memoria no recuerda. La memoria
es un ingrediente esencial para el razonamiento eficiente.
Sea como sea, tú entrada en tu familia es el acto de reasumir viejas
ataduras. Antes los conociste; te asociaste íntimamente con todos ellos
por largo tiempo. Continuarás tu viaje hacia el futuro con ellos hasta
formar un pequeño círculo de fraternidad perfecta, parte de ese círculo
universal que incluye tu círculo e innumerables otros. Será fácil
comprender la idea de este círculo universal, si recuerdas que cada
miembro de tu propio círculo es una parte con la cual estás conectado
sólo indirectamente. Si extiendes esta idea lo suficiente, verás que es la
consecuencia natural e inevitable de la particularidad a la cual tu mismo
perteneces.
Debemos aclarar aquí, que la totalidad de tus camaradas no tiene
necesidad de renacer cuando tú lo haces. Puede haber muchos de tus
familiares y amigos fuera de la encarnación que no renacen en esta
ocasión, o que encarnarán después; así que no los encontrarás aquí hasta
que tu renacimiento se cruce con el de ellos. Puede que no los encuentres
en toda esta vida, aunque podrás tener encuentros felices durante aquello
que llamamos sueño; así podrás reunirte con los miembros de tu familiar
evolutiva particular.
Bien podría ser que tus seres más queridos y cercanos estén
alejados de tí, no se encuentren en el plano físico. Podrás sentir (o nó) un
estado incompleto; dependerá de la fuerza de tu memoria. No siempre
estarás completo en cada encarnación. Pero en algún lado, dice la
Teosofía, existe una camaradería solidaria, mas bien una unidad de tu
camaradería individual que no pueden afectar los nacimientos ni las
muertes. En alguna parte, tus familiares y amigos siempre están
completos. en alguna parte, las hebras de oro de tus individualidades
forman una soga indisoluble y perfecta de camaradería; en cualquier
momento, una hebra individual puede enlazar una perla de nacimiento,
mientras que las otras hebras no lo hacen.
¿En alguna parte? ¿Dónde? La respuesta a esta pregunta, tan
razonable e insistente se hallará en la literatura sobre Teosofía, que busca
en la profundidad y nó solo en las superficies de las que este libro se
ocupa. Existe un mundo en donde la fraternidad siempre reina; donde
jamás se quiebra la amistad, donde la separación no sucede, donde la
tristeza no tiene lugar. Ese mundo es el mundo real, y en él tu compañía
de camaradas siempre está junta. Pero es un mundo limitado; para
glorificar y hacerlo ilimitado, tú y el resto de la vida manifestada nacen

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una y otra vez, luchan con la ignorancia, el pesar, la dureza, la


separatividad, la frustración, para que la oscuridad pueda desaparecer,
sus barreras se remuevan y el camino aparezca en claridad para que en
todos los mundos brille la luz perpetua, la Luz de ese mundo interno que
durante tanto tiempo ha brillado débil e imprecisa en el mundo externo.
La Teosofía es el reflejo en lo inferior de la vida de ese mundo real.
Aunque no sabemos, podemos pensar la Teosofía como enseñanza,
hipótesis, teoría, filosofía, especulación. Pero hay quienes conocen a la
Teosofía como un hecho, como expresión en forma necesariamente
imperfecta de la Vida Una y Universal, porque han experimentado las
Verdades de la Teosofía.
Que la Teosofía sea como una antorcha eléctrica, arrojando luz
sobre los sucesos para que los comprendas más y más; te ayudará a
utilizar todas las circunstancias -agradables o desagradables- hasta una
consumación feliz y fructífera, para tí y tus camaradas.
Consideraremos ahora los incidentes de tu vida dentro de la
educación, aparición y desaparición de circunstancias, oportunidades,
tendencias, defectos y hoc genus omne.

=3=

TU EDUCACION

¿Qué y a quién educa y sistema educacional? Por lo común, uno


no se preocupa a quién, por la simple razón de que la mayoría de las
personas no se lo preguntan inicialmente. Hasta en los llamados días
civilizados de hoy todos los niños se educan como si no fueran nadie en
particular y todos en general; en razón de la simplicidad y conveniencia
del método y la organización, sin duda, pero infinitamente arduo para el
niño, lo que significa un muy pobre servicio para la nación respectiva.

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La Teosofía, como ya es evidente ahora, mucho que decir a la


pregunta ¿a quién educa el sistema educativo?
Primero de todo “quién” es un dardo para quien se dirige. El es
una individualidad independiente y sin duda única que ha viajado un
largo camino en el sendero de la vida y alcanzado cierto nivel en el reino
humano; reunido experiencias aptas para los reinos animal, vegetal y
mineral, trepando aún más hasta el reino humano; y que algún día surgirá
como todos los demás humanos como Rey de Hombres.
Segundo, cada “quien” tiene detrás de sí su propio modo distinto y
diferente de evolución, a pesar de lo semejante que pueda parecer con
todos los demás “quienes”. Cada “quien” tiene su temperamento
específico particular, su propio genios, su propio lugar en el gran
Propósito del Plan.
En consecuencia, cuando educamos a un niño, educamos un alma
entrada en años, y educamos una individualidad única. El cuerpo físico
puede ser joven, pero esa es toda la juventud que el niño tiene; lo
llamamos niño porque no sabemos nada sobre su alma y hasta podemos
en nuestra ignorancia, negar que tiene alma.
Los padres y maestros sabios, recuerdan la existencia del alma,
recuerdan que educan un viajero muy viejo y experimentado que en
verdad sabe lo que quiere, y que espera que tanto sus padres como sus
maestros descubran sus necesidades. Con su sabiduría o su torpeza,
pueden construir o estropear a este viejo viajero en su presente aventura
en nuestro medio.
La tarea de los padres y maestros es auxiliar la individualidad tan
rápidamente como sea posible para hacer contacto efectivo con sus
nuevos vehículos; ellos han permanecido durante más tiempo en sus
vehículos que el niño y tienen más experiencia física del plano, por lo
que deben poner a su disposición esa experiencia; en parte para
resguardarlo de peligros y dificultades innecesarios y parte para ayudarlo
en lo que puedan a lograr la experiencia del plano. Pero jamás deberán
obligarlo, salvo en las emergencias más serias, para no hacer de él una
réplica de sus propios pensamientos, opiniones y sentimientos. Deben
enseñarle a descubrir en su mundo externo su propia vida eterna y
continuar su desarrollo -por más diferente que sea de la de ellos- a su
manera. Deben ayudarlo a llegar a ser y no a copiarlos a ellos como
continuación de sí mismo.
Es muy cierto que a la mayoría de los miembros de la familia
humana les falta camino por recorrer antes de alcanzar la meta para ser
capaz de expresar en su cuerpo físico su futuro Reinado con eficacia.
Pero los reflejos están allí, y cuanto mejor sea la educación, más rápido
vendrá el amanecer del esplendor real.

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Los padres y los maestros debieran tratar de asistir al niño para que
descubra este Reinado, no tanto tratando de descubrir que clase de
Reinado se encuentra latente, sino siendo ellos mismos Reales y leales,
de forma que la realeza en ellos evoque en lenguaje común la realeza de
la criatura.
La Teosofía enseña que el antiguo viajero ha sido empujado en
innumerables ocasiones a abandonar el uso efectivo de su nuevo cuerpo,
simplemente por la falta de cuidado y el trabajo defectuoso de los
educadores que fracasan en la dignidad de su tarea, delicadeza y
felicidad. A menudo, el antiguo viajero encuentre sus canales atorados
con basura, en vez de libres para su poder; aún más a menudo, halla su
vehículo embotado por el abuso, el miedo, quizás hasta crueldad. Es
verdad, pero no hay injusticia relativa en todo esto. Esta desgracia de
alguna forma se debe a él. Pero ni los padres, ni los maestros debieran
fomentarla; que venga si tiene que venir, pero no necesitamos ser parte
de ella, aunque sea por la ley inevitable.
Ser padre o maestro significa una tremenda responsabilidad;
concebir un cuerpo para que more en él un viejo amigo -como lo es todo
niño. Padres y maestros, en alguna medida, tienen el poder de hacer al
nacimiento una bendición o una maldición, de ayudar al individuo para
que haga rápidos avances o refrenarlo.
Mucho ha de decir la Teosofía sobre este “quien”, tanto que aquí
haría falta lugar. La educación teosófica es sin duda una ciencia en sí
misma. Remitimos al lector al libro de este mismo autor: “Dioses en el
Advenimiento; Un Estudio Vital sobre Educación”, publicado por la
misma Casa.
Respecto de qué enseña un sistema educacional, el concepto
general es que la educación es una mezcla compuesta de cuerpo físico,
sentimientos y emociones, mente y posiblemente una pizca de algo más.
Una vez más, la Teosofía ordena este caos en un cosmos; dice que
la individualidad usa un equipo de cuerpos, uno de los cuales es el cuerpo
físico por el cual se comunica con el mundo externo por medio de los
sentidos. Pero existen otros cuerpos, no menos definidos que el físico;
hay un cuerpo emociones en el cual los sentimientos y las emociones
viven y se mueven y tienen su ser. Hay un cuerpo mental, en el cual
actúan las funciones mentales. Hay un cuerpo intuicional, especializado
para cobijar y dar expresión a ese estado de conciencia que llamamos
intuición. Y existen también cuerpos superiores a éstos.
Todos ellos interpenetran al cuerpo físico, aunque son mayores en
medida y de menor densidad en textura. Cada uno tiene su propia
existencia separada, aunque coexiste una gran interdependencia. Cuando,
en la muerte, el cuerpo físico se desintegra, los otros cuerpos sobreviven,
y pueden arrastrarse a un nuevo nacimiento, aunque es raro; por lo

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general, estos otros cuerpos se desintegran a su tiempo y la


individualidad usa ropajes mentales y emocionales nuevos y frescos, de
la misma forma que un limpio y fresco cuerpo físico.
Pero todos los ropajes se ajustan a su plantilla individual eterna.
Cada “yo” tiene su propio estilo y su propia experiencia que sus ropas
corporizan en mayor o menor medida.
Así que, cuando preguntamos qué enseñamos, vemos que
enseñamos varias clases de conciencia; independientes pero a la vez
estrechamente relacionadas e interdependientes.
La cuestión es si comenzamos educándolas todas juntas, o existe
alguna especie de orden para su desarrollo.
Obviamente, el cuerpo físico debe tener la primera atención; se
desarrolla primero y de su correcta educación depende en gran medida el
buen funcionamiento de los demás cuerpos; porque es su canal de
comunicación con el mundo externo a través del cual deberán crecer.
Desde el principio hasta el fin del sistema educativo, la educación
del cuerpo físico debe recibir atención constante, en conjunto con el
cuerpo emocional.
El cuerpo de sentimientos y emociones es, junto al cuerpo físico, el
corazón de la totalidad de la familia de cuerpos. Sin excepción, todos
vivimos la parte más importante de nuestras vidas en nuestros cuerpos
físico y emocional. Obviamente somos físicos y no menos emocionales,
aunque muchos que se enorgullecen de su sangre fría o de su dominio
mental nieguen furiosamente esta verdad. Sin embargo, si bien debemos
prestar mucha atención al cuerpo físico, también se la debemos al cuerpo
emocional, para que pueda controlarse y ser coherente. Un individuo con
sus emociones bajo control, no rígido sino flexible para los nobles
propósitos y cuyo cuerpo físico es un delicado siervo y no un díscolo
maestro, sin duda se halla bien equipado para hacer de su vida un escalón
para lograr mayores alturas.
Cuando usamos la palabra “atención”, significa el logro de una
educación en finura, mesura, voluntad subordinada (que es el individuo),
dignidad. el cuerpo físico debe ser rítmico, dócil, capaz de soportar la
fatiga y la privación -un caballo requiere constante cuidado si queremos
que responda instantáneamente. Por supuesto, están aquellos que sus
cuerpos ya poseen desde el principio desventajas; debemos tratar de
minimizarlos al máximo y educar los demás cuerpos con valentía y
alegría.
el cuerpo emocional debe educarse para que de cabida a
sentimientos y emociones estéticos. Un cuerpo emocional educado
correctamente, no recibirá con agrado la vulgaridad, el egoísmo, el enojo,
la rudeza, la pasión y todos los deseos innobles. Debe haber muy pocos
cuerpos emocionales que todavía necesiten la experiencia del odio para

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su desarrollo. La meta de la educación emociones debe ser el regocijo y


la creación de belleza formativa y fáctica. ¡Que poco de ello hay hoy en
las escuelas!
Quizás sea necesario decir lo que significa la educación en sentido
teosófico, es decir, la exteriorización de lo interno, con la ayuda de lo
externo, de aquello que espera desarrollarse en los variados cuerpos
reflejo del alma eterna. El entorno llama a la puerta. El poder espera su
realización. La educación es el eslabón entre los dos, y su trabajo es
ayudar en la formación, o mas bien fortalecer el carácter, actitud y
habilidad para discriminar con eficacia creciente entre lo menos útil y lo
más útil, lo menor verdadero y lo más verdadero, lo menos bello y lo más
bello. Todo los hechos, no importa de cuál tema, se dirigen a este fin;
aunque admitiremos que los “hechos” con los cuales a menudo forzamos
a nuestras víctimas para educarlos tienen muy poco que ver. Cuando
hablamos de ofrecer información, queremos decir que damos las últimas
teorías sobre ciertos aspectos de la vida. Cuánto más efectiva educación
sería hacer menor énfasis en formas y hechos y más en la vida y la
conducta.
Si preguntamos a la Teosofía sobre la Libertad, la respuesta es
instantánea. Por cierto debe haber Libertad. No se acepta ningún intento
por parte de los padres o maestros para coerciones los tiernos brotes de
nuevos cuerpos, para forzarlos, para entrenarlos según los mayores.
Ninguna crueldad; ninguna educación por el miedo -las dos palabras son
contradictorias. Ningún castigo, a veces sí contención. Libertad sí; pero
ordenada, libertad con propósito; libertad para crecer a la luz del Reino
por venir. Libertad para llegar a ser el Fuego presagiado en la chispa que,
hace miríadas de eones encendió la energía de la forma en la
manifestación. La Libertad para moverse hacia adelante. Libertad para
usar el tiempo, pero no perderlo.
La libertad que los cuerpos necesitan es libertad para cooperar
perfectamente con el individuo -el “yo”- que es su rey, libertad para
hacer su voluntad y ayudar a cumplir sus propósitos. ¡Qué difícil para
los padres o maestros conocer la voluntad del señor cuando apenas
pueden entender la naturaleza de sus siervos. Pero tal es la naturaleza de
ambos, y deben a través de paciencia, afecto e intuición hacer lo mejor
que puedan.
Llegamos así al cuerpo mental, un cuerpo de importancia, pero no
de mayor importancia que sus camaradas emocional y físico.
Quizás, las cualidades más importantes para educar, sean exactitud
y perspicacia de juicio. Por supuesto, el cuerpo mental debe tener
conocimiento. Pero el conocimiento cambia tan rápidamente en estos días
que uno duda en decir que el cuerpo mental deba tener certezas de hecho;
¿hay en verdad alguna certeza? Quizás sea más exacto decir que el

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cuerpo mental debe estar tanto como sea posible en contacto con las
tendencias en cada departamento de la vida, aprendiendo a retenerlos
ligeramente de manera que puedan surgir según pasa en tendencias más
factibles, hasta que por fin se toma la dirección correcta fundamental y se
alcance el Sendero de Sabiduría.
La misma Ciencia comienza a darse cuenta que lo abstracto refleja
mucho más verazmente lo Real y tiende en dirección de lo abstracto en
su búsqueda de la Verdad.
El cuerpo mental debe educarse para distinguir fácilmente aquello
que sea verdadero y aquello que sea falso -la verdad y la falsedad son
siempre relativas al individuo. Debe enseñársele a discernir lo Real entre
lo irreal, Luz entre oscuridad. Así ejercita su función suprema de
acumular material, elegir lo útil y descartar lo inútil.
Existen estados de conciencia que también necesitan educación. La
conciencia intuicional depende principalmente de la experiencia para
nutrirse y funcionar. También está el estado de conciencia en el cual
mora la visión. Visión, el poder de ver a la distancia el esplendor de la
vida esperando ser reconocida y conquistada, es invalorable, y debiera
fomentarse de todas las formas posibles en las vidas de aquellos que
manifiestamente posean el poder de visión en medida sustancial.
En todos los cuerpos toma lugar el proceso de educación; jamás
debe olvidarse que escribimos sobre una hoja limpia, pero en una hoja
ya impresa por las incontables experiencias por las cuales el individuo ya
ha pasado antes de alcanzar su estado presente de desarrollo. Todavía
tiene muchas tendencias, está equipado en alguna medida con
conocimiento, facultades, aspiraciones y, por supuesto, debilidad e
inhibiciones; los padres y el maestro asumen la tarea de buscarlos e
intuirlos, para que el proceso educativo, en lo posible, tome en cuenta lo
que ya está allí.
Cuidado con la coerción o persuasión de los jóvenes cuerpos para
digerir lo que cada uno debe masticar antes de tragar. Muchos padres y
maestros tienen sus propias creencias y convicciones definidas; respecto
a su rígidas convicciones religiosas; están seguras que están en lo cierto;
y convencidos que si estos cuerpos jóvenes estarán perdidos si no las
aceptan.
Sólo tenemos una pequeña porción de verdad. Todos somos más
ignorantes, diríamos que estamos más equivocados de lo que pensamos.
Hay muchos, muchos senderos de rectitud que aquél en que cualquier
individuo pueda caminar.
Es entonces de suma importancia, al establecer en el niño alguna
concepción definida sobre la vida, no tratar ni insistir en que la digiera
totalmente. La verdad es que nada se digiere totalmente. Los padres o
maestros podrán creer que sí, porque el niño parece estar conforme,

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quizás no lo esté. Tal conformidad sólo es por un tiempo. El niño no ha


interiorizado el concepto; no puede hacerlo. Está allí, y cuando llega el
momento apropiado, el concepto vendrá, con rechazos, porque es muy
probable que se haya retenido con ignorancia y posiblemente sin
desearlo. Tenemos todo el derecho y el deber de ofrecer al niño el
beneficio de nuestra experiencia; pero debemos aprender a darnos cuenta
de que sólo sus propias experiencias pueden tener valor para él.
Debemos ayudarlo en ellas y no en las nuestras.
Hoy en día, la educación se dirige más hacia el análisis, disección
y crítica, usando esta palabra en el sentido aceptado en general, más que
en el sentido de apreciación. La educación para la apreciación será
nuestro lema en este departamento, de manera que mientras aprendamos
a apreciar lo mas cercano y familiar, que a menudo significa lo más
difícil de hacer en razón de la misma proximidad -nuestra progenie-
trataremos de aprender a apreciar lo lejano y posiblemente, lo extraño.
Los seres humanos se parecen mucho a los animales en su tenacidad por
el espíritu del rebaño. Sin duda, este espíritu tiene su valor y propósito,
pero también tiene limitaciones. La educación falla en su propósito si
mientras se utiliza el espíritu del rebaño, no se proveen medios para su
necesaria y debida trascendencia; es una experiencia que debemos tener
en nuestro camino y no un lugar en el cual quedarnos sin avanzar.
Es muy fácil encontrar errores, especialmente si somos estrechos
en nuestra forma de mirar la vida. Mucha gente sufre un constante estado
de antagonismo hacia todo lo ajeno a su propia concepción de la vida.
Ellos encuentran fallas en la religión de otras personas; en las
nacionalidades, las opiniones, hábitos y costumbres; parecen
incapacitados de darse cuenta que los demás también hallan numerosas
fallas en las de sus críticos.
Debemos aprender a encontrar lo bueno y no lo errado. Hay mucho
de bueno en todo, en las demás personas como en nosotros mismos. sus
religiones son buenas. Sus nacionalidades también; sus hábitos,
costumbres y opiniones son buenas.
Que la educación se dedique a la comprensión y no al
desencuentro, tal como lo hace hoy en día.
Existen ciertas ocupaciones vitales; ciertas cualidades esenciales;
debemos educar para la valentía, la verdad, entusiasmo y caballerosidad;
con los medios que se deseen, no hay educación real que no evoque en
todos los niños estas virtudes.
Para desarrollar estos poderes, debemos enseñar artesanía, música,
juegos, desarrollo físico, canto, manualidades, cocina, primeros auxilios,
tareas hogareñas, ciencia del sexo, ciudadanía -nacional y supranacional;
y debemos recordar educar para que el sosiego sea por lo menos el 75%
de nuestro deber.

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En una carrera, en estos días de competición, depresión y


confusión, es casi imposible evitar las presiones. La Teosofía, en su
aspecto psicológico reconoce siete tipos distintos de evolución; en cada
individuo, uno de ellos domina, mientras que los demás dominan
subsidiariamente; desarrollar el tipo consiste en seguir la línea de menor
resistencia y más rápido desarrollo. Pero los tipos se esconden a nuestra
búsqueda, y los individuos de un tipo se involucran en actividades
pertenecientes a otro tipo completamente distinto.
Los sacerdotes se encuentran siendo mercaderes. El mercader se
encuentra siendo hombre de leyes. El soldado se encuentra siendo un
clérigo. El hombre de estado se encuentra siendo un mecánico, el
maestro siendo un hombre de negocios; el siervo siendo un conductor.
¡Y la mayoría se encuentra desempleado!
Seguramente se hace obvio que cada nación no puede vivir en la
eficiencia si no es gobernada por hombres y mujeres aptos para sus
deberes. También es obvio que cada individuo no puede vivir
eficientemente salvo que desarrolle su propia línea individual y eterna de
desenvolvimiento.
Si además, vemos muy poco más que la superficie, una educación
liviana y alegre y una vida poco profunda ¡Qué maravillosa depresión!
¡Qué tremenda guerra!
Se evidencia la necesidad de la Teosofía para ayudarnos a
descubrir quién y qué somos.
No será poco apropiado, en un capítulo sobre educación, llamar la
atención sobre una verdad sobre la cual enfatiza la Teosofía -la verdad
de que aquellos que hoy son mayores, en tiempo no muy distante, serán
los jóvenes para aquellos que entonces serán viejos. Las generaciones
más viejas sólo tienen una ventaja temporal sobre la juventud en lo que
se refiere a años y experiencia. Los jóvenes a su debido tiempo ganarán
años y experiencia y los ancianos avanzarán hacia una nueva juventud,
esperando que sus mayores, que son la juventud de hoy, los ayuden. Que
la juventud tenga respeto por los viejos, que los viejos respeten a los
jóvenes. Cada uno necesita del otro. Juntos pueden, complementándose,
hacer la vida más fácil y más fructífera para todos.
La juventud necesita la vejez; la vejez necesita la juventud. La
juventud será vieja; la vejez será joven. Si esta verdad se pudiera
comprender y llegar a ser un factor potente en las vidas de jóvenes y
viejos, las vidas de los jóvenes sería infinitamente más efectiva y las
vidas de los viejos infinitamente más útil y gozosa. No hay nada en la
vejez para huir de ella; no hay nada en la juventud para despreciar. Todo
está en todos y hay que estar agradecido de ello. No debiera, ni necesita
haber compartimentos estancos que excluyan unos de otros. La Teosofía,
aprecia la juventud y la vejez en sus valores respectivos, respeta ambos

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como aspectos del crecimiento, pero como fases diferentes de un solo


movimiento. El maestro tiene mucho que aprender del estudiante y el
estudiante del maestro. Enseñar y educar son en realidad aprendizaje y
crecimiento en conjunto. ¡Quién, respecto de la vida, se aventuraría a
decir quién es el maestro y quién el estudiante! Y cuando el maestro
comprende que él también no es más que un niño como los que educa,
entonces sin duda, y sólo entonces, comenzará a lograr ese espíritu de la
ciencia de la educación.
Unas palabras finales. Todo el objetivo de la educación debe
resumirse en una palabra “Respeto”. Respeto es el sendero y la meta del
crecimiento, el poder y propósito de la evolución, el gozo y la paz de la
vida. Saber es ser respetuoso, y contra mayor es el conocimiento, más
universal es el respeto que no excluye ni la manifestación más inferior de
vida. Debemos tener respeto entre el hombre y la mujer; el viejo y el
joven; el santo y el pecador; el fuerte y el débil; y los reinos humano y
subhumano de la naturaleza. Respeto por toda la vida en sus
innumerables modalidades de manifestación, sean feas o bellas, salvajes
o civilizadas.
Pocos de nosotros somos firmemente respetuosos. Pero sólo la
educación estimula el respeto en su real sentido y propósito.

=4=

TU MACROFAMILIA

Posiblemente, tú conozcas bien tus padres y tus otros familiares;


tus amigos y conocidos; sientes un lazo con tus compañeros de religión, y
con aquellos miembros de la nación a la cual perteneces. Además, quizás
tengas alguna idea de consanguinidad con otros miembros de tu raza, la
comunidad de la cual tu nación forma parte.
En lo que a ti respecta, la Humanidad probablemente tenga poco o
ningún significado, salvo como principio o abstracción.

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La Teosofía declara que la vida es Una, sin importar cuál sea su


forma. La vida que fluye en las venas del Salvador, fluye en las venas del
individuo más ignorante y en las venas de los habitantes de todos los
reinos de la naturaleza. En un reino de la naturaleza, la vida puede estar
aún en semilla. En el próximo reino superior, puede haber surgido en un
retoño; en un reino próximo superior, el capullo puede estarse
desarrollando. Aún más alto, el capullo floreciente puede parecer flor.
Lo mismo sucede hacia arriba que hacia abajo; sólo hay una vida, dice la
Teosofía, en cualquier estado en que se encuentre.
Existe una estrecha afinidad en los hechos, aunque no
necesariamente en la forma y aún menos en la apariencia entre todas las
modalidades de manifestación en cada reino. Esto se evidencia cuando
oímos a la Teosofía declarar que la vida en el individuo más elevado ha
pasado a través de las formas y estados de manifestación más inferiores
hasta su altura actual.
Contra mayor sea el desarrollo, mayor y mas plena la experiencia.
Para aquél que ha alcanzado la Realeza, se tiene en cuenta todas las
experiencias pasadas por la vida en los reinos mineral, vegetal, animal o
humano. Para ese Rey, toda debilidad, vicio, dureza o pena que
experimente la vida de una u otra manera no permanecen desconocidos.
Su Reinado se modeló a partir de la arcilla de miríadas de experiencias,
millones de sucesos y errores, innumerables penas y gozos. Ha triunfado;
por ello nosotros triunfaremos, sin importar quienes seamos y dónde
estemos.
En cada verdad, la mayor escuchada, está dedicada a nosotros;
aunque nuestra ignorancia nos ciegue y nos impida su conocimiento;
atestiguamos el futuro que nos espera a todos “Sois Dioses” dice cada
Salvador; y así somos en la naturaleza de nuestra vida, en nuestro
devenir. Esta verdad debiera, según se comprende, ayudarnos a crecer y
relacionarnos correctamente con nuestro ambiente, apreciarlo mejor y
vivir en nuestro contexto con un espíritu más fraternal; y por sobre todo,
dejar de producir sufrimiento en nombre de nuestras imaginarias
ventajas.
Existe la más estrecha relación sanguínea entre nosotros en el reino
humano y las formas de vida que nos rodean en los reinos animal y
vegetal. Somos hermanos de sangre de cada animal, cada flor, árbol y
hierba, cada roca y piedra, montaña y lodo. A primera vista, esta idea
parece muy objetable; nos sentiremos inclinados a afirmar que no nos
sentimos de ninguna forma hermanos de ésta o aquella forma. Ni nos
sentiremos fraternales con una gran cantidad de formas en nuestro propio
reino, el humano. Es posible sentir fraternidad por unos pocos cercanos
y queridos a nosotros; pero no es posible sentirla por todos los géneros
diversos.

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La objeción es natural en el estado de evolución que la mayoría de


nosotros ha alcanzado. Pero porque no podamos sentir la fraternidad no
quiere decir que ella sea inexistente. Por el contrario, cuanto más
evolucionado sea el individuo, más seguro estará de la fraternidad
universal de toda vida.
El nacimiento en este mundo externo se llama a veces un proceso
de ajuste. ¿Ajuste a qué? A lo real, lo verdadero, lo eterno, la paz con que
se transita hacia la comprensión, al gozo que no conoce cambio. Ajuste
de las verdaderas relaciones entre vida y vida, forma y forma, reino y
reino de la naturaleza. Ajuste a una vida de paz, comprensión,
camaradería, servicio, sin distinción de estados evolutivos. La
macrofamilia de cada uno de nosotros es el mundo entero, cada ser
humano, cada criatura. Tarde o temprano aprenderemos a vivir en
camaradería con la totalidad de la creación, tratando cada vida con
respeto.
Aprenderemos a tratar con respeto y delicadeza cada forma, no
tanto por su forma, sino más por la vida que en ella mora. No hay razón
pro la cual no debamos usarla en caso de necesidad, pero jamás abusar.
El abuso es un grave peligro cuando tomamos ventajas sobre los
indefensos. El respeto, como decíamos en el capítulo sobre educación, es
la virtud suprema, el poder supremo, porque contiene en sí mismo la flor
de las relaciones correctas y del perfecto ajuste.
Debiéramos poder permanecer muy cerca de aquellos que son, con
nosotros, miembros del reino humano. En intento y propósito, estamos
en la misma etapa de evolución. Hacemos el camino juntos.
Dependemos mucho unos de otros. Los miembros del reino humano
debieran ser muy buenos amigos y comprensivos camaradas, no a pesar
de sus diferencias, sino por las diferencias. Podemos permitirnos ser
tolerantes con los demás, porque seguramente las fallas y debilidades del
otro tienen algo que corresponde a nuestras propias naturalezas
individuales. Es fácil encontrar fallas en los demás; debiera ser aún más
fácil hallarlas en nosotros mismos, porque nos conocemos mejor de lo
que conocemos a los demás. Pero por cierto no necesitamos encontrar
ninguna falla en nadie; ni siquiera en nosotros mismos, salvo algunas
veces para ajustar algún defecto que necesita corrección.
También debiéramos poder estar cerca de los miembros del reino
animal que no están, después de todo, tan lejos de nosotros. Estos son
nuestros hermanos menores; y tienen por ello el derecho de nuestra
protección y ayuda. Podría argumentarse que tenemos el derecho de
evitar su indebida interferencia, y mantenerlos en su debido lugar; pero
esto no nos evitaría respetarlos con generosidad y gentileza. La mayoría
de los miembros del reino animal trabajan en su senda hacia el reino
humano; nosotros hemos llegado antes que ellos, y ellos siguen después

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de nosotros. Brindémosle nuestra ayuda, como lo hicieron aquellos que


generosamente avanzaron delante de nosotros.
La Crueldad es inconcebible para el individuo evolucionado;
producir dolor sobre hermanos menores para satisfacción del mayor no
se concibe. Tomar de un hermano menor aquello que tiene para que un
mayor goce su vida con mayor comodidad es inconcebible. Esto no
significa que pueda existir la necesidad de la auto-defensa para
sobrevivir; sino que el reino humano no tiene el derecho egoísta de
aprovecharse del reino de sus hermanos los animales.
El mismo principio se aplica al reino vegetal; la Teosofía hace gran
énfasis en el principio de indañabilidad. Degradar a un animal para
conveniencia humana, salvo en gravísima emergencia, es desagradable y
sórdido; muchos seres humanos no admiten siquiera la emergencia por
más grave que fuera; sin embargo, ante la urgencia, posiblemente habría
alguna justificación.
Evitar la agresión hacia reino vegetal es evitar la destrucción
desenfrenada; evitar la asociación con la agresión -como a menudo
hacemos en nuestra manía de publicidad; evitar tratar con indiferencia
miembros del reino arrasándolos y arrancándolos de raíz para satisfacer
nuestros llamados instintos decorativos o artísticos; es evitar la
superstición de que el reino vegetal no tiene prácticamente importancia y
puede ser tratado de cualquier manera.
La vida que ahora acariciamos en nosotros ha debido pasar a través
de los reinos vegetal y animal. Hemos estado allí donde el vegetal y el
animal están ahora. Y el vegetal y animal de ahora estarán aquí donde
estamos. Ofrezcámosles una mejor oportunidad, el respeto, la
generosidad y el servicio.
Lo mismo sucede con el mundo mineral; nuestra vida ha pasado
también a través de ese reino. Estamos en deuda con él, le debemos un
servicio, de la misma manera que debemos servicio a los reinos animal y
vegetal; la vida en ellos hace su camino y procede a los reinos
superiores.
Para evitar hacer el mal al reino mineral debemos eludir formas
materiales desagradables y forzar la vida de este reino en formas externas
de fealdad. Al moldear la piedra, la arcilla, el hierro, el acero, o cualquier
otra sustancia perteneciente al reino mineral, forzamos a la vida de este
reino a deformarse y desequilibrarse y le hacemos la vida más difícil en
su desarrollo. Por supuesto que es verdad que la mayoría de nosotros
tenemos muy poco poder para distinguir entre la fealdad y la gracia, y el
espíritu comercial ha colaborado en gran medida al premiar la
desproporción. Pero lo bello y lo gracioso puede ser tan barato como lo
feo, más barato a lo largo porque su incentivo es mucho mayor.

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Si pudiéramos liberarnos de la fealdad en el comercio, de la cocina


y de las labores del hogar en nuestras ciudades y pueblos, y por sobre
todo del así llamado arte, caminaríamos por la senda de un mundo más
feliz. Porque la felicidad del reino humano no es esencial para la
felicidad del mundo. El reino mineral debe alegrarse en su medida. El
reino vegetal debe alegrarse en su medida. El reino animal debe alegrarse
en su medida. Sólo hay una fraternidad de toda vida, dice la Teosofía, y
ninguna parte puede ser feliz a expensas de ninguna otra parte. O
crecemos juntos o no crecemos. No hay felicidad verdadera que no sea
felicidad compartida, que no sea felicidad en donde no exista ningún
ingrediente hostil a la felicidad de ninguna otra parte de la fraternidad.
No es posible pedir prestada nuestra felicidad mediante el engaño o
dolor infligido a la vida que nos rodea. Puede parecer que es así, pero la
ganancia es ilusoria, y Némesis tarde o temprano se sobrepondrá al
individuo que imagina que puede trampear otra vida para establecer la
propia. Es imposible añadir a tu vida por medio de la sustracción de vida
de otros. Durante un breve período la apariencia sugiere esta
posibilidad; pero muy pronto serás obligado no sólo a devolver lo
extraído, sino a agregarle dolorosos intereses, y a sacrificarte por
aquellos que has agraviado. Tal es la ley del ajuste, donde la ignorancia
del hombre se equilibra en la justicia de la vida.
A lo largo de este capítulo, hemos considerado los reinos vegetal,
animal y humano; vis a vis con el reino humano hemos visto los reinos
sub-humanos. ¿Veremos ahora los reinos super-humanos más allá del
estado evolutivo del reino humano? Este reino se halla
comparativamente en la misma situación que nos encontramos los
humanos con los reinos sub-humanos.
¿Se detendrá la vida allí donde vemos aquellos grandes hombres y
mujeres de nuestro mundo humano? ¿No habrá nada más que la vida
pueda lograr que nuestra humanidad? ¿No habrá otras alturas mayores
que las del reino humano? Sabemos que existen alturas mayores de las
del reino mineral, que el diamante, el rubí, el zafiro; alturas mayores que
las del reino vegetal, el noble árbol, las flores más coloridas; alturas
mayores que las halladas en el reino animal, los animales más
inteligentes, las criaturas más fieles queridas y cercanas al corazón
humano.
¿Habrá también alturas mayores que las del reino humano, que el
más espléndido santo, el héroe más valiente, el genio más brillante?
Afortunadamente, la Teosofía nos ofrece información
circunstancial con respecto a ciertas alturas más allá de la raza humana.
Primero, se dice que existen reinos bien definidos más allá del
reino humano, diferenciado uno de otro por varios grados de expansión

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de conciencia o vida, igual que lo están nuestros cuatro reinos uno de


otro.
Segundo, se dice que nosotros también, según crecemos,
entraremos en estos reinos uno luego de otro, así como ya entramos uno
tras otro en los reinos inferiores.
Tercero, se nos dice que los ciudadanos de estos reinos se dedican
a ayudar a aquellos que están creciendo en los reinos que ellos ya
abandonaron. Y además, que podemos no sólo conocerlos, si crecemos
lo suficiente, sino que ellos de tiempo en tiempo aceptan estudiantes
especiales entre algunos de sus hermanos más jóvenes más prometedores
en el reino humano. Lo hacen para ganar reclutas del reino más allá del
humano, no para la ventaja personal del individuo seleccionado, sino
porque un individuo puede liberarse más velozmente para servir al
mundo con sabiduría y poder.
En cada reino de la naturaleza, una vida individual comienza en la
base y se eleva gradualmente hasta la sima. En la literatura teosófica se
ofrecen detalles sobre el sendero en el cual la vida que ha alcanzado la
realiza en cualquier reino particular muere para ese reino para renacer en
el reino superior. Luego viene el aprendizaje de las lecciones del nuevo
reino, lentamente y a menudo dolorosamente adquiridas. Luego muere
nuevamente para ese reino o mas bien asciende al reino de la naturaleza
superior. Tal muerte, o ascensión, nos espera en el momento en que
hayamos aprendido a ser reyes en el reino humano; y allí están aquellos
que nos ayudan, cuando llegamos a la realiza, para que aligeremos
todavía más nuestro camino, para que podamos ser ciudadanos de un
reino superhumano más elevado.
Encarnación tras encarnación morimos para vivir más
abundantemente. De un reino a otro morimos para entrar y lograr la vida
mayor del reino superior.
Allí donde vemos un genio, un héroe, un santo, que expresa nobles
cualidades aliadas al conocimiento de la sabiduría eterna de la vida y
dedica su vida al servicio de todos, sin diferencias de fe, raza, nación,
habito, opinión o reino de la naturaleza, allí vemos individualidades
definidamente instaladas en la realiza, al borde del reino humano; y
seguramente aquellos que son superhumanos le brindan ayuda cuando
son capaces y necesitan recibirla.
La Teosofía también establece que estos personajes superhumanos
forman una compañía, una Fraternidad, organizada para dirigir y guiar la
evolución del mundo para acelerar y abreviar el sendero.
Es imposible, dentro de la extensión de este libro, describir los
conceptos fascinantes que la Teosofía expresa sobre este departamento en
particular. Pero hay otros libros que describen a los Hermanos Mayores,

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como les llamamos, su espléndido trabajo, y la forma en la cual podemos


acercarnos a ellos y hasta ayudar en su tarea.

=5=

TUS CIRCUNSTANCIAS Y ALREDEDORES

Tú hiciste tus circunstancias; esa es la verdad suprema a tener en


cuenta cuando observas tus condiciones de vida. No hay cosa tal como
azar o suerte. Sólo ley; y aunque pensemos que no pensamos nada más
que en la Ley, la verdad es que no vemos nada más que Ley, porque la
Ley está allí aunque no podamos verla.
En todos lados vemos desigualdad, tanto de condiciones como de
oportunidad; vemos alrededores favorables y desfavorables; vemos
individuos que pueden hacer mucho aunque partan de poco e individuos
que no pueden hacer nada aunque tengan una valiosa oportunidad.
Vemos individuos nacidos en la fortuna y la felicidad, que viven
contentos y felices; vemos individuos nacidos entre condiciones de
tremenda miseria, con futuros oscuros acechándoles.
Vemos individuos castigados por las enfermedades desde que
nacen, por la disminuciones mentales, tendencias criminales o pasiones
incontrolables. Y a otros nacidos entre circunstancias que los favorecen
en todo sentido, de tal forma que todo lo que emprendan será exitoso.
Vemos individuos destinados pro el genio, el heroísmo y la
santidad; vemos otros condenados a llevar las vidas más ordinarias y
sórdidas.
Vemos individuos regocijándose en el poder; vemos individuos
sumergidos en la esclavitud.

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Vemos a nuestros alrededor formas bellas y formas imperfectas,


corazones generosos y egoístas, mentes inteligentes y estúpidas,
naturalezas refinadas y salvajes.
En todas partes hay desigualdades, y es inevitable, porque cada
uno de nosotros está en su estado particular de desarrollo, que no es
exactamente el mismo para todos.
Pero cualquiera sean las circunstancias, nosotros las creamos.
Según hayamos vivido en los nacimientos previos, así seremos ahora.
Según hayamos sembrado en las vidas pasadas, así cosecharemos hoy. Y
ahora estamos modelando las circunstancias, ambiente y necesidades del
mañana e innumerables mañanas. La ley de la naturaleza de la vida, dice
la Teosofía, provee así los alrededores correspondientes al estado de
desarrollo, y el hecho de que para un cierto número de nosotros ese
ambiente sea más o menos el mismo muestra solamente que un número
de nosotros es más o menos parecido; como cada uno de nosotros
reacciona al menos en alguna medida distinto ante estos ambientes, se
establece la diferencia.
Pero, repetimos que tenemos el contexto apropiado para nuestros
estados variados de evolución. Como ya expresamos, debemos también
darnos cuenta de que en estos ambientes se encuentra lo que necesitamos
para subir el próximo escalón en nuestro camino de desarrollo; nuestro
entorno y circunstancias poseen una función doble: muestran nuestro
estado de desarrollo y contienen el material necesario para futuras
construcciones, en forma de éxitos y oportunidades.
Naciste pobre porque de una u otro manera, has especulado con
riquezas; pero tu misma pobreza contiene ese poder para sobreponerte a
ella. Naciste con alguna enfermedad incurable porque has manipulado la
enfermedad, de una u otra manera; es una consecuencia natural e
inevitable de alguna actividad en el pasado; pero significa tanto una
maldición como una bendición. Hay otros caminos para el triunfo sobre
la dolencia que no son exactamente sobreponerse a ella; la cual, si es el
caso de alguna incurable, no podrás vencer.
Naciste en medio de las circunstancias más desesperadas, porque
en este momento esas circunstancias son las que te corresponden en tu
estado evolutivo. Pero también son las apropiadas para que te
sobrepongas o las cambies.
Naciste con inteligencia deficiente, sin amigos, sin que nadie te
cuide, no deseado, desechado. En la ley, tu ley, TU. Tu contexto son
solamente extensiones de ti mismo. Y tú te cambiarás a ti mismo, tarde o
temprana -contra más sepas, más pronto será; contra menos, más tarde.
Esta perspectiva de la vida y de sus circunstancias es en verdad
extraordinaria, porque coloca al eterno “yo” contra todas las
circunstancias adversas, y enseña que la victoria se debe a la eternidad y

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no al tiempo. Enseña que ningún entorno, por más desbastador y


sobrecojedor que parezca, es más fuerte que su creador. El “yo” puede
modificar aquello que ha hecho. La Teosofía invoca al “yo” para
conocerse a sí mismo y apurarse en su camino hacia el Reinado. La
Teosofía se refiere más con el despertar del “yo” que con sus cambiantes
ambientes; porque en el momento en que el “yo” despierta, y se conoce a
sí mismo y para lo que está, él mismo cambia sus alrededores,
manejándolos con maestría gradualmente; y adelantará de una a otra
libertad.
La miríadas de “yoes” tal como son, son la causa de que el mundo
sea como es. Para modificar el efecto, la causa misma debe cambiar. Y
mientras tanto, en nombre de la unidad de vida omniabarcante, los “yoes”
filantrópicos se esfuerzan por eliminar lo imperfecto del ambiente, en su
larga carrera, sólo el “yo” individual puede mejorar en profundidad y
duración. Seguramente debe tener un nutrido trabajo en el mundo
externo, ayudando a nuestros hermanos hasta el último instante en todos
los reinos de la naturaleza. Pero aún más activos estarán ayudando a los
“yoes” que nos rodean a conocerse a sí mismos y a vivir sus propias
vidas individuales con mayor perfección.
Cada uno de nosotros puede ayudar desde lo externo, porque tal
ayuda expresa la realidad de que somos hermanos en una aventura en
común. Pero nuestro mejor auxilio es ayudar a un “yo” a ayudarse a sí
mismo.
Es tonto, por lo tanto, lamentarse contra el “destino”, la
“injusticia” y la desigualdad, contra lo que otros tienen y nosotros no
tenemos. Cada uno de nosotros es su propio sino; lo hacemos, debemos
soportarlo; debemos mejorarlo hasta que sea tan espléndido que sea
virtuoso.
Lo más pronto posible, el individuo recibirá ayuda para
comprender que se ha equipado a sí mismo con lo que tiene y es. Se le
brindará apoyo para que conserve sus activos y pasivos, de sus créditos y
débitos, para incrementar los primeros y disminuir los segundos,
transmutarlos en aquello que son en esencia, poder, aunque parezcan
pobreza. Se le ayudará a verse como hombre de negocios, la cabeza del
trabajo en cuestión. Si tienen créditos, ha actuado en la medida de sus
facultades, si tiene débitos, en la medida de su debilidad; también en la
medida de sus pasivos con los individuos que le rodearon en vidas
previas y con los cuales se relacionó de manera “poco comercial”. No
debe perder el tiempo preocupándose por sus deudas. No debe pensar
tanto en ellas pendiendo energía para hacer uso de sus créditos -pocos
piensan que esto es posible. Podrá sentirse vencido, pero la Teosofía le
señala enfáticamente que jamás estará fuera de la lucha.

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El es el jefe del trabajo; sus variados estados de conciencia,


emociones, mente, cuerpo físico -son sus compañeros y existencias
negociables, y también por supuesto, sus pasivos. Sus alrededores, son
aquellos que ha elegido para desarrollar su negocio, de ellos podrá
obtener mejor beneficio que en otro lugar cualquiera, por más extraño
que esto pueda parecer. A menudo reclamamos: `Si estuviera en otro
ambiente, si tuviera lo que no tengo; un llanto inútil e ignorante. En lo
que tenemos es donde está nuestra mejor oportunidad, porque nos ayuda
a lograr aquello que no tenemos. Como no sabemos todavía su verdad,
resentimos el ambiente como impotentes esclavos.
Lo que tenemos es la suma de lo que hemos tenido, y la semilla de
aquello que vendrá. Todo es semilla. No hay desperdicio, sino semilla en
perspectivas imperfectas.
El hogar en que vives con tu familia, las circunstancias de la vida
familiar, las relaciones entre tú y los demás miembros de tu familia, el
moblaje y otros detalles del hogar, la calle en la cual tu casa está ubicada,
el distrito en el cual vives, las ocupaciones tuyas y de tus familiares, la
escuela o colegio donde concurres, los entretenimientos en los cuales
pasas tu tiempo, las restricciones que te fuerzas a practicar, el circulo de
amigos que te rodea, la paz y la tormenta domésticas alternadas, los
alimentos, preocupaciones de muchas clases que te hacen pensar, las
esperanzas, ansiedades, alegrías y penas, aspiraciones, buenas
intenciones: todas estas son parte de tí, son tu mise-en scène para el
nuevo nacimiento en medio del cual te encuentras.
Tú has sido su conductor por siglos, milenios. Roma no se hizo en
un día, tampoco el Reinado. No has llegado a ser lo que eres en un breve
momento; los detalles de tu vida diaria no aparecieron instantáneamente
en la existencia de un momento a otro. Cada uno es parte de una
secuencia prolongada y firme, hace mucho tiempo su naturaleza fue
determinada. Aunque no lo parezca es muy simple, el efecto complejo de
una conglomeración de multitudinarias causas.
Pero todo esto parece dar la impresión de impotencia y
desesperanza, de lucha sin sentido en la telaraña del fatalismo; mas la
Teosofía te dice que nada está establecido inalterablemente, en parte,
porque tú puedes modificarlo aquí y ahora lo que te viene del pasado, y
en parte porque el futuro, tiene su propia influencia sobre el presente en
igual medida que el pasado; esto parece extraño. Las nubes pueden haber
llegado, o pueden estar por llegar desde ese punto occidental que
llamamos pasado. Pero el sol brilla en oriente aunque no siempre
podamos verlo, aunque se interpongan entre él y nosotros las barreras de
nubes de nuestra ignorancia. El pasado debe calcularse por el presente;
el pasado también se calcula con el futuro. Cuanto más sepamos del
futuro, seremos más capaces de vivir en el futuro así como en el presente

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a través de la magia de la sabiduría; podremos disminuir los azotes del


pasado confrontándolos con los poderosos rayos del glorioso sol del
futuro.
No podemos prevenir las causas que producen los efectos, pero
podemos modificar las causas previéndolas, así modificamos sus efectos.
Cuando vemos esta verdad, el pasado será como un libro abierto
para nosotros, porque ya no le temeremos. Conoceremos todo sobre
nuestros nacimientos pasados; sabremos qué viene sobre nosotros, sean
días gloriosos o tormentas. Pero mientras permanezcamos temerosos del
pasado, sin saber que somos sus maestros, se esconderá piadoso de
nosotros, con tanta efectividad que llegaremos a creer que no hay pasado.
Podría ser prematuro ser sabio, la ignorancia parece segura y sin duda
alguna lo está. Pero los nacimientos van y vienen, la valentía crece hasta
que el viajero insiste en saber, deseando enfrentar todo para poder saber.
Los velos de la ignorancia se rinden; conoce el pasado, es valiente en el
presente, y glorifica su futuro.
Miremos ahora en los medios para el crecimiento individual,
tomemos la religión.
Un individuo nace en una religión; en parte porque la religión le es
apropiada, y en parte porque la necesita. La religión en la cual nace
refleja a su manera la Verdad, un rayo constitutivo de la Gran Luz
Blanca. Hay otras religiones. Ellas también son rayos de la misma
fuente, apropiadas a las necesidades de aquellos que pertenecen a ellas.
Cada religión es una clase de la gran escuela de la vida, tiene su propia
curriculum, sus propios métodos y principios individuales. Cuando un
individuo nace por lo general se une a una u otra de estas clases, y se
educa en la enseñanza perteneciente a esa clase.
Todavía es joven en la etapa humana de su proceso evolutivo,
posiblemente insista que su clase particular es mejor que las demás, que
su propia clase es la única verdadera, que todas las demás son espurias y
no ofrecen enseñanzas. Los niños muy pequeños siempre consideran a
sus juguetes como mucho mejores que los de sus amigos; dirán que sus
padres son mucho mejores que los padres de sus camaradas; que sus
posesiones son maravillosas e incomparables con las de otras familias.
¡Qué generosos somos con lo que tenemos! Como si hubiéramos sido
señalados para poseer los favores principescos. ¡Cómo nos gusta
sentirnos diferentes, más afortunados, más cercanos a la verdad que los
demás! Creemos que ese orgullo, con mixtura de sentido de seguridad y
protección especial, es totalmente verdadero!
La Teosofía nos aleja de este concepto, nos auxilia para darnos
cuenta que todos somos mucho-de-muchos, cada uno con sus propias
ventajas y desventajas. La Teosofía desenraiza en nosotros ese sentido
ignorante de superioridad que causa que el individuo perteneciente a una

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determinada religión no dude en poseer la verdad y que los demás que no


pertenecen a ella, esconden su falsedad.
Le Teosofía nos dice que nacemos en una religión para mejorar
con las verdades que contiene, aunque podrá llegar el momento en que
nos sacudiremos en libertad de sus formas porque seremos capaces de
penetrar más allá de la superficie que presenta al mundo en general.
La religión sólo puede ser trascendida cuando un individuo llega al
origen en todas las religiones. Desde un punto de vista, las religiones
pueden ser prisiones, si no aprendemos a destruir sus barrotes no
podremos acceder a los espacios abiertos. Y cuando hayamos aprendido
esta lección, veremos que en verdad no hay barrotes, sino oportunidades.
Nos moveremos libremente dentro y fuera de cualquiera y todas las
religiones. -en su origen y fuera de ellas, sin que ninguna nos aprese,
libres en el color de cada una, fuertes en la luz blanca de todas ellas.
Cuando describimos condiciones como barrotes o prisiones hemos
fallado en la comprensión de su naturaleza, aún no los comprendemos.
En verdad, todavía nos apresan; el individuo que denuncia la religión,
ceremonia, convicción o todo aquello que para otro sea verdad, todavía
no ha aprendido las lecciones que éstas enseñan y que todos necesitamos
aprende; ha escapado de ellas, o piensa que lo ha hecho, demasiado
pronto. en este mundo no hay nada sino oportunidad, aún cuando no
necesitemos ya algunas oportunidades, el hombre sabio puede pertenecer
a todas partes, religión, ninguna religión, ceremonia, ninguna ceremonia,
nacionalidad, ninguna nacionalidad, en formas, formas externas, en
estrechez, estrechez externa. El hombre sabio se libera de toda la vida y
se regocija en ella. No conoce limitaciones a su reinado sin barrotes ni
prisiones; es rey y vive dignamente en todas partes.
Consideremos por último la nacionalidad.
El principio es idéntico al de las religiones. Un individuo nace en
una nación porque necesita aprender las lecciones que esa nación enseña
-cada nación es un tipo de clase en la gran escuela del mundo. No debe
olvidar que debe aprender en la membrecía de la clase de las naciones
mientras contempla la esplendorosa escuela del mundo.
Muchos, en un impulso irresponsable y apresurado, desean saltar
las lecciones de la clase y merodear en la escuela como totalidad. Se
llaman a sí mismos internacionalistas; pero el internacionalismo se
compone de un número de ingredientes nacionales y el abandono de
cualquier ingrediente particular vicia la totalidad de la cual es parte
esencial. Debemos aprender a ser finamente nacionales, para poder llegar
a ser más pronto finamente internacionales. Debemos aprender a
contribuir con el todo internacional con una parte nacional bella.
Debemos estar plenos de espíritu nacional -plenos, es decir, de
patriotismo, un patriotismo dedicado a una fraternidad más pequeña,

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fuerte y armoniosa, y contribuir a su fuerza con una fraternidad superior.


La Luz Blanca no puede vivir sin sus colores componentes; sin ellos no
sería Luz Blanca. Igualmente, el internacionalismo no es verdadero
internacionalismo si cualquiera de sus ingredientes se discrimina.
Debemos ser inteligentes, ansiosos estudiantes de nuestra religión,
nación, raza. Debemos estar orgullosos de estos aprendizajes porque
estas clases contienen verdades para nuestro desarrollo; debemos ser
capaces más y más de regocijarnos en lo profundo de la sabiduría que
custodian. En general, cuando no somos capaces de percibir la verdad
en cualquiera de estas clases, ello se debe a que nuestros ojos no se han
fortalecido lo suficiente para ver más allá de las superficies, en aquellas
profundidades que suelen yacer ocultas al alcance de aquellos que
pertenecen solamente a superficies.

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=6=

TU TRABAJO Y TU DESCANSO

Quizás se piense que la Teosofía tiene poco que decir respecto de


la forma individual de ganarse la vida, o de la manera en que un
individuo debiera disfrutar sus horas de ocio. Pero la Teosofía tiene
mucho que decir respecto de ambas.
La Teosofía mira al individuo como una unidad evolucionante -
tanto en lo que se refiere a su individualidad, como a su situación como
célula de un organismo en el gran cuerpo de la naturaleza evolucionante.
Esta es uno de los grandes principios de la Teosofía. La Teosofía
contempla cada actitud simple y cada simple actividad del individuo
como parte integral del proceso evolutivo universal; así que sus
aspiraciones, ideales, esperanzas, emociones, sentimientos, ocupaciones,
son todas parte del proceso evolutivo en acción. Ellos son el proceso
evolutivo en acción en el doble y simultáneo proceso de mudanza y al
mismo tiempo la totalidad de la vida en el sendero de desarrollo.
¿Qué profesión elige el individuo? La elección y la liberación
resultante de fuerza especializada, está latente con el poder para crecer, y
aquello latente gradualmente llega a ser definidamente patente, bueno o
malo, sea cual sea la elección desde el punto de vista del mundo externo.
Aún cuando la elección resulte mala, la experiencia del error
aparente contiene en sí compensaciones por la falla. No hay ninguna
experiencia de la cual no obtengamos tarde o temprano satisfacción, por
más devastadora que pueda haber parecido en el momento. No hay
ninguna experiencia de la que no digamos: `Bien, fue terrible, pero a
pesar de lo espantoso que fue, mirado ahora, tampoco me gustaría, pero
al menos me hizo simpatizar con aquellos que también la sufrieron`.

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Veamos ahora, desde el punto de vista teosófico, un grupo de


elecciones, sin preocuparnos mucho en su resultado excepto para
recordarnos que toda la molienda va a los molinos del crecimiento.
La Teosofía considera las profesiones o ocupaciones como
escalones en dirección hacia la auto-realización, tanto para el mismo
individuo como para el yo colectivo.
Por esto, no importa la naturaleza de la profesión u ocupación, es
una oportunidad de servicio para el individuo involucrado, para su
comunidad, y para el mundo como totalidad.
Ciertos tipos de servicio se destacan a la luz de la Teosofía. El
servicio del hombre de Estado, el sacerdote, el maestro. El servicio del
soldado, el defensor, el guerrero. El servicio del gobernante. El servicio
del mercader, del industrial, del individuo en el comercio; del trabajador
no especializado en ninguna profesión en particular; el artista, el músico,
el escultor, el filósofo, el arquitecto, el actor.
La Teosofía ve a cada uno de estos servicios como un canal de
ofrenda a la comunidad, así como un medio de subsistencia. La prueba
rigurosa en esto consiste en combinar una feliz y debida distribución de
los frutos de su trabajo entre el individuo y el yo colectiva del cual forma
parte.
Por supuesto es correcto que gaste parte de sus ganancias en su
confort y sus necesidades, para vivir cómodamente; pero tiene un deber
hacia la comunidad no menos insistente que el deber a sí mismo.
Ninguno de esos deberes se cumple salvo que el otro también se cumpla.
Muchos resultados negativos se deben a la concentración sobre el yo
individual a expensas del yo colectivo. Ellos crecen juntos o no crecen.
Si los sistemas educativos del mundo fueran iguales en sus
deberes, los primeros años de la vida del ciudadano serviría para indicar
con exactitud la naturaleza de la profesión más apta a su temperamento;
durante la última parte de su vida educativa recibiría entrenamiento en
esa profesión. Una nación teosóficamente organizada, tendría una clara
realización de lo invalorable que significa cada vida joven para su
prosperidad como parte integral de su organismo.
No habría pérdidas de vidas, como vemos en las naciones en que
los jóvenes buscan en vano algún empleo, una salida a sus entusiastas
energías. Una nación teosoficamente organizada conocería que no se
puede perder ni un solo ciudadano con su vibrante poder en latencia. Un
gobierno teosófico consideraría como deber especial proveer a su
juventud con el equipo necesario para servir a su nación. Habría un
trabajo esperando para cada ciudadano al llegar su mayoría de edad,
aunque no existirían interferencias para los arreglos privados distintos.
En el momento presente de la vida, ésta se compone en gran
medida de desajustes; aunque ellos no son tan destructivos como

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parecen; el mismo desajuste tiene su valor y propósito constructivo. Los


ciudadanos que deben pertenecer a una profesión, un tipo particular de
servicio, languidecen en otro, para detrimento de su propio crecimiento y
del bienestar de la nación. La cultura sufre en gran medida por el hecho
de que aquellos que la administran -artistas, músicos, escultores, actores
y arquitectos- son en su mayor parte dejados a su suerte, la nación falla
en comprender que de ellos depende su misma vida. Se dice que una
nación perece cuando no hay visión. Pero también muere cuando no hay
una justa apreciación y valoración de la cultura.
Los principios fundamentales comunes a todos los trabajos y
profesiones son, honestidad, dignidad, eficiencia y servicio. Sin duda,
desde el punto de vista teosófico, la educación de estas cualidades es la
raison d´etre de las ocupaciones y trabajos. Y, desde el punto de vista
teosófico no existe distinción entre los trabajos manuales y cualquier otro
trabajo. Hay en verdad mucho valor en el trabajo manual de cualquier
clase, y también el trabajo mental. El carácter se alimenta tanto en el
trabajo manual como en el mental y emocional. El trabajo manual trae al
individuo a una estrecha conexión con la naturaleza, la madre tierra, es
supremo formador de caracteres.
Llegará el momento en que posiblemente la gente dejará de
arrebañarse en grandes ciudades, lejos de la tierra que es su madre
verdadera, y regresará al campo de donde jamás debió partir. “El regreso
a la tierra” contiene, teosóficamente, una verdad muy profunda. Vivir
cercano a la naturaleza, contentarse con la felicidad natural, volver a la
simplicidad y la paz: todo esto, es en verdad el estímulo mayor para el
crecimiento. No es exageración decir que contra más cerca estemos de la
ciudad más lentamente avanzará el desarrollo individual.
En nuestros sistemas educativos habría jóvenes ciudadanos menos
artificiales, más verdaderos, menos ignorantes, educados para encontrar
su satisfacción y su forma de vida con naturalidad, contentos con
placeres simples, en comunión con el alimento natural que el cuerpo, las
emociones y la mente necesitan. Libros, asociación constante con otros,
estimulación artificial de los apetitos mentales y emocionales de la así
llamada civilización -todos estos son sin duda vitalmente necesarios para
producir el pensamiento. Hemos hecho a la vida extraordinariamente
compleja cuando su meta es la simplicidad. Buscamos sensaciones, tan
grotescas como jamás hubo en los recintos del Arte; en nombre del arte
encontramos hombres y mujeres distorsionando la belleza y la
simplicidad fuera de todo reconocimiento. Como en la revolución
Francesa la diosa de la razón reemplaza al gran progenitor de la fe
cristiana, la fealdad hoy en día ha destronado la belleza y reina en su
nombre.

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Es necesario que en tus ocupaciones no haya fealdad ni sordidez; a


veces se dice que el trabajo es un juego sucio. Somos nosotros quienes lo
hacemos sucio. En realidad, el trabajo es un juego maravillosamente
limpia, un juego en el cual cada jugador crece y ayuda a sus compañeros
de juego a crecer. Cuidémonos de no imaginar que somos poco
afortunados por dedicar la mayoría de nuestro tiempo a ocupaciones,
cuando debiéramos dedicarnos a temas en apariencia más espirituales y
útiles a nuestros camaradas.; es un terrible error creer que sólo hacemos
el bien cuando predicamos el bien, o cuando nos ocupamos en alguna
clase de actividad filantrópica. ¡Cuánta gente desea constantemente estar
libres de la necesidad de ganar su subsistencia para dedicarse al servicio!
Como si ganar la subsistencia no sea tanto servicio como el que comienza
(y a veces también termina) en la tarima pública de oradores. Como si
una ocupación honorable no sea tan buena contribución a la comunidad
como el tiempo dedicado a exhortaciones emocionales, y a pedir a otros
contribuir con dinero a “grandes causas”.
Debemos aprender a exaltar el trabajo, exaltar las profesiones,
dignificar las tareas; y no dejar que nos desvíe la idea de que si deseamos
el éxito en el trabajo es imposible llevar una vida honesta. ¿No hay acaso
hombres de honor en los trabajos y profesiones? ¿Está corrupta toda
nuestra vida laboral y profesional? Hay evidencias de todo lo contrario,
aunque sin duda hay algunas personas en los negocios, en especial
aquellos que pertenecen a la fraternidad de conseguir-riqueza-
instantánea, que no saben combinar el honor con el éxito.

Veamos ahora el descanso.


En todas las ocupaciones hay inevitablemente disciplina y auto-
control. en el trabajo se persigue una meta definida, y el hombre de
negocios que realiza sus tareas sin disciplina y auto-control no llega a la
meta. El descanso es de alguna manera. lo mismo que el trabajo; es un
modo de crecimiento, como lo es el trabajo; pero toma la forma especial
de recreación a través del relax, o apartando la atención de aquello de lo
cual normalmente se ocupa.
Las características esenciales del descanso verdadero y
constructivo son la felicidad y la delicadeza. En todo descanso debería
existir un sentido de alivia del corazón y ausencia de vulgaridad,
particularmente con respecto a las cosas más bellas y sagradas de la vida
-la relación entre hombre y mujer. Es deplorable que los periódicos,
libros obras teatrales y pinturas ofrezcan tan a menudo una sensación de
pasión y libertinaje.
Centrados en lo egoísta y destructivo, indiferentes al mal que
imprimen sobre la comunidad, y en especial sobre sus miembros más
jóvenes, muchos editores y propietarios de periódicos, muchos autores de

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libros, muchos dueños de teatros, diseñadores y productores de películas,


día tras día empecinadamente estimulan lo vulgar, sórdido,
sensacionalista, muestran indiferencia hacia la ley y el orden y hacia todo
respeto por la forma humana. Ellos declaran que deben vivir y que al
público se le debe dar lo que pide.
Uno se siente inclinado a repetir, con respecto a tal afirmación,
aquella cruel y falsa expresión de Talleyrand: Je en vois pas la necessité
(yo no veo la necesidad). Por supuesto que deben vivir, pero vivir como
seres humanos civilizados y no como salvajes, interrumpiendo el camino
del proceso de la evolución, obstruyéndolo, colocándose contra él.
Némesis muy pronto dará cuenta de ellos, porque aquellos que
sembremos cosecharemos. Némesis suele esperar y dejar a los hombres
hacer sus bravatas, para que aprendan su lección con mayor seguridad; a
veces parece como si Némesis no existiera, no se observa ningún efecto
que siga a la causa. En los rostros de aquellos que incurren en ese tipo de
ocio, no es difícil leer lo escrito por estos enemigos de todo lo bello y
glorioso en la vida, y en las formas de vida. Y respecto a eso de que al
público se le debe dar lo que pida ¿no es acaso cierto que al público se le
enseña a desear lo que se le da?
El uso creativo y feliz del ocio es uno de los grandes objetivos
tanto de la educación como de todos los otros instrumentos por los que la
vida en nosotros se libera para brillar despierta.
El descanso debiera usarse para mejorar y perfeccionar el cuerpo
con hábitos simples de alimentación y regularidad. El cuerpo no debiera
encontrarse en un estado de extremo desarrollo o subdesarrollo; hay
distorsión y rudeza en ambos. El cuerpo debiera entrenarse como un
siervo dócil, jamás como un tirano despótico.
El descanso debiera usarse para estimular las emociones y
sentimientos superiores y dejar sin alimento las inferiores; apreciación de
lo bello, gozo y aspiración; felicidad del servicio, gozo en la nobleza; uso
respetuoso de las fuerzas creativas, bondad por la debilidad e ignorancia-
tales son los fines a los cuales puede dedicarse el descanso.
El ocio debiera usarse para estimular la mente con las
concepciones más nobles de la vida: en alguna medida bucear en las
profundidades de la infelicidad del hombre e intentar con respeto en las
alturas alcanzadas por las flores de la humanidad terrestre; para revelar
mayores visiones de desarrollo; y usar el discernimiento para distinguir
entre aquello que, para la mente particular, es verdad y correcta y aquello
falso e incorrecto, porque esto último no sirve para crecer. ¿Acaso no es
la concepción de correcto e incorrecto es enteramente relativa, basada en
el mismo principio real entronizado en el adagio de que mientras la
comida de un hombre sea el veneno para otro hombre, el veneno de un
hombre bien puede ser la comida de otro hombre?

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La Teosofía afirma enfáticamente que así como en todos lados hay


una oportunidad, así todas las cosas son verdad absoluta en su propio
plano, relativamente. Por eso, cada mente, al discriminar entre correcto e
incorrecto, debiera añadir las palabras: para mi.
El descanso también debiera utilizarse para despertar aquellos
estados de conciencia que, en la mayoría de los humanos se encuentra
aún dormidos, o casi despertando. La Teosofía nos dice de un número de
estados de conciencia desde el físico hasta las regiones de las cuales la
amplia mayoría de nosotros no tiene experiencia. En la meditación, en la
contemplación, en la inspiración, se rozan a veces esos estados y se
perciben en pequeña medida la magnitud de su gloria. En éxtasis, en
visiones, pueden experimentarse, aunque no comprenderse, y todas las
descripciones de ellos son necesariamente inexactas y distorsionadas por
la ecuación personal del experimentador. El ocio puede ser bien
empleado en ocasiones de retiros, en los estados comunes y familiares de
conciencia en los cuales normalmente vivimos, nos movemos y tenemos
nuestro ser; en ascensos ocasionales de ascenso interno de la
individualidad, a saber en su silencio y poder; esa Vida Una y esa
Individualidad no tienen limites y su potencial es estupendo.
Tu trabajo puede ser el cuerpo de vida, pero tu descanso
seguramente es la vida del alma. La Teosofía añade que en verdad cuerpo
y alma son uno, y que el alma es la apoteosis del cuerpo.

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TU MUNDO EN LA PAZ Y EN LA GUERRA

Nuestras nociones sobre la naturaleza de la guerra y la paz son


muy extrañas; en la práctica, reducimos estas dos palabras al conflicto
armado o su ausencia entre una y otra nación. Cuando no hay lucha
física decimos que hay paz. Cuando sí la hay decimos que hay guerra.
En la actualidad, oramos constantemente por la paz, y mientras
rezamos peleamos o planeamos pelear.

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La Teosofía profundiza toda la cuestión de la paz y la guerra;


comienza diciendo que lo que llamamos guerra sólo es el último signo
externo visible de un número de condiciones precedentes en otros estados
de conciencia, como el mental. Un estado de guerra física es la guerra
que ya ha existido en otras zonas, hallando su última expresión en el
plano físico.
El asesinato del Archiduque de Austria fue en verdad una causa
remota de la Guerra Mundial; una alternativa entre un número de
alternativas inevitables en otros estados de conciencia. Y cuando la
palabra guerra se usa es sinónimo de odio. No hay guerra sino odio: no
en aquellos que luchan físicamente en la guerra, posiblemente ellos nos
odien, sino odio entre aquellos que han estado pensando y sintiendo en
términos de guerra.
La guerra se enraiza en condiciones mentales y emocionales, y sólo
por último encuentra su camino al plano físico por algún suceso
precipitado por la intersección de intensidades mentales y emocionales.
Además, la Teosofía asegura que la guerra es sin duda un asunto
exclusivo de la raza humana. El espíritu de la guerra es amplio en la
humanidad, y los Reinos de la Naturaleza inferiores al humano. La
Humanidad pelea constantemente a los reinos animal, vegetal y mineral;
estos reinos, también se encuentran en guerra un reino con el otro.
El espíritu de la guerra es amplio porque el espíritu de la guerra
tiene un lugar, un propósito y un poder en el proceso evolutivo, en todos
los sucesos y hasta cierto punto. Los pacifistas más pronunciados
declararán que aborrecen la guerra, y no harán nada para promoverla; una
maravillosa conciencia objetora, que sufre de todas formas dolores y
penalidades en razón de su convencimiento. Pero pueden contribuir a la
guerra como el más fiero luchador, porque su conciencia sólo ven un
pequeño camino.
Si fuera un carnívoro, usara pieles, un vivisector, o participara en
la caza de animales, o de alguna otra manera usara su poder contra la
debilidad y el derecho de debilidad, por cierto tomará parte en la guerra -
guerra contra sus hermanos menores de la familia universal.
Justificará el espíritu de la guerra en sí mismo.; invocará la falsa
ley de sobrevivencia del más apto. Se justificará diciendo que nadie con
sentido común pensaría que comer carne es resultado del espíritu de la
guerra -´la idea es ridícula, absurda, justo la clase de idea que uno
esperaría de estos fanáticos desequilibrados´. Estará seguro de su certeza;
pero será, fríamente, aunque resulte duro decirlo, un traficante de guerra;
porque aunque puede aborrecer una clase de guerra, denunciarla,
desecharla, en realidad fomenta otra clase de guerra- y habrá gente tan
violenta hacia su espíritu de la guerra como el lo está contra el espíritu de

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la guerra de esos otros que no condenan la guerra de la misma forma que


él lo hace.
El espíritu de la guerra es en esencia uno e indivisible, no importa
la forma en que se exprese. Podemos rechazarlo cuando se evidencia en
una forma y adherirnos a él cuando se expresa en otra; pero al vitalizarlo
en alguna dirección particular, lo incrementamos en todas sus
direcciones.
La Teosofía no condena el espíritu de la guerra y lo deja
encarcelado; sino que reconoce que ese espíritu es un estado evolutivo;
tiene su trabajo a realizar y no desaparecerá hasta que esa tarea se
cumpla. No desaparecerá hasta que cese sus existencia en conjunto; no
desaparecerá mientras el reino humano se interese en él, mientras la
humanidad no haya aprendido a trascenderlo, no solamente en su reino,
sino en las relaciones con los demás reinos. Mientras la humanidad,
como un conjunto, combata con los reinos subhumanos de la naturaleza
alimentará la guerra dentro de sus propias filas.
La Guerra Mundial, por ejemplo; podemos encontrar sus fuentes
en causas humanas; hasta qué medida fue resultado del espíritu reprimido
de la guerra generado a través de siglos mediante la pelea constante
contra reinados que no podían vengarse. El espíritu de la guerra vuelve
sobre quien lo cobija, como un boomerang retorna a quien lo arrojó;
enviado contra otros Reinos de la Naturaleza, regresa para arrasar el reino
humano.
Podemos argumentar que el primer trabajo que incumbe a los
miembros del reino humano es desarraigar la guerra de su medio, que
cuando no existan ya guerras humanas será el momento de abolir otras
guerras. Pero, en la realidad es más importante una Liga para abolir la
guerra entre los humanos y el reino animal, una guerra inter-reinados y
no tanto una Liga para acabar las guerra inter-humana. Esta guerra, más
o menos es entre pares, entre aquellos que pueden pelear. En esa guerra
puede haber algo de honor, respeto, alguna dignidad. Pero una guerra en
donde un lado es prácticamente omnipotente y el otro casi impotente, no
es una guerra, es una masacre; el meollo de la astucia mental contra la
débil ignorancia.
Ninguna Liga para abolir la guerra dentro del reino humano tendrá
la mínima chance hasta que, como puro asunto lógico, incluya la guerra
entre los humanos y los reinos inferiores. Algo es mejor que nada, y será
mejor tener una Liga con un objetivo restringido que ninguna Liga. Es
verdad, pero no imaginemos que la guerra va a terminar hasta que la
voluntad de guerrear en todas sus formas haya desaparecido de los
corazones de los hombres. La ortodoxia, el convencionalismo, todo lo
que pasa en nuestros días por la razón y el sentido común -todos tienden
a mantener el espíritu de la guerra de una u otra forma; sólo acabarán las

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guerras entre naciones y personas, cuando el mundo de los seres


humanos comience a ver con mayor claridad, a razonar con mayor
precisión, y a evocar ese sentido que ahora desgraciadamente es tan poco
común.
¿Cuáles son los ingredientes del espíritu de la guerra? Hay
muchos. El odio está primero, por supuesto, y especialmente el así
llamado odio virtuoso que justifica su ponzoña. Las Inquisiciones de la
Edad Media son ejemplo de ese odio; y todavía sobrevive, aunque no tan
evidente en el plano físico con las torturas del cuerpo físico; ¡hemos
descubierto métodos sutiles de tortura con el avance de la “civilización”!
En muchos departamentos de la vida el odio aún tiene un lugar
privilegiado. Hay odio entre personas de distintas inclinaciones
políticas; entre gente de distintas religiones, hasta dentro de una misma
fe. Hay odio entre personas de diferentes nacionalidades y razas. Hay
odio a causa de opiniones y costumbres y sospecha generalizada y
desconfianza- los precursores del odio.
En vez de comprender y amar, hay orgullo y su concomitante, un
sentido de superioridad que no está muy alejado del odio. En el orgullo,
sus mutaciones y combinaciones, hallamos otros ingredientes del espíritu
de la guerra. Orgullo de raza, nacionalidad, fe, lugar, poder -estas son sin
duda promotores, propagadores e intensificadores del espíritu de la
guerra; su fuerza se hace irresistible cuando se impregnan con el espíritu
de rectitud y deber equivocado. El odio se genera por un lado, en
aquellos cuyo sentido de superioridad coloca bajo sus pies a supuestos
inferiores, y por el otro en aquellos obligados a sufrir la trampa sin
posibilidad de venganza. Podrá haber perros superiores y perros
inferiores; pero a menudo hay poco para elegir entre ellos en cuestión de
odios. ¿Cómo se puede elegir entre extremos? Ambas partes adoran el
altar del odio, y pronto o temprano el dios del odio responderá las
súplicas de todos sus adoradores y causará devastación entre ellos.
El orgullo también se encuentra presente en aquellos radicalmente
opuestos al orgullo de raza, o nacionalidad, o fe, lugar o poder.
El llamado internacionalismo o comunismo, suele ser tan rabioso
como aquellos a los cuales denuncia.
Pero el ingrediente vital del espíritu de la guerra es la ignorancia;
allí donde haya odio hay ignorancia; donde haya orgullo hay ignorancia;
donde haya opresión hay sentido de superioridad, injusticia, tiranía, habrá
ignorancia. Allí donde se prostituya la debilidad, no importa en cuál
reino de la naturaleza, en razón de la fuerza, habrá ignorancia; la
ignorancia es la progenitora del odio y de todas las guerras. Hasta que no
aprendamos a percibir la ignorancia en todos sus desagradables efectos
no tendremos incentivos para ser más sabios; por ello la Teosofía acepta
un lugar para el espíritu de la guerra y sus concomitantes en el proceso

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educativo de la naturaleza en desarrollo. Sólo cuando la ignorancia


desaparezca, desaparecerá la guerra. Sólo cuando desaparezca la guerra
en todas partes, desaparecerá la guerra en conjunto; aunque
paradójicamente, cuando desaparezca en algún lugar, la guerra
desaparecerá en todos lados.
La pregunta a hacerse es: ¿El mundo ha terminado con la guerra?
¿Fue la última guerra en verdad la última? ¿Fue la última guerra, una
guerra que finalizó las guerras? La respuesta, desde la Teosofía, sin
ninguna duda es que el mundo no terminó con la guerra; aunque la
última guerra haya sido para terminar con las guerras y la humanidad
haya aprendido y llevado la amarga experiencia a casa.
¿Ha desaparecido el espíritu de la guerra? ¿Hemos enfundado la
espada para que no quede ni el suspiro de enfrentamiento entre nación y
nación, credo y credo, prejuicio y prejuicio? ¿Han cesado los ataques al
reino animal, no los aterrorizamos ya más ni los atormentamos para
satisfacer nuestros apetitos? ¿No estropeamos el país con anuncios de
invenciones que siembran muerte entre árboles y flores para nuestra
conveniencia y nuestros gustos y hacemos odiosa la bella naturaleza
edificando edificios que son pesadillas? ¿No hemos aprisionado al reino
mineral en formas desagradables que suponemos utilitarias?
El espíritu de la guerra es una fiebre en todas partes ¡y creemos que
nos liberamos de ella totalmente cuando nos liberamos sólo de una parte!
La humanidad no puede escapar en su medio de la guerra mientras
derrame guerra entre los miembros más jóvenes de la familia universal,
porque como hermano mayor tiene una responsabilidad moral y
espiritual. La guerra es la Némesis de la injusticia, crueldad, tiranía. Y
mientras persistan estas formas de ignorancia, la guerra continuará, las
naciones, los credos y los individuos, se enfrentarán uno con otro.
Pero es necesario señalar que la Teosofía no juzga a la gente; no
predica con espíritu de dogmatismo. No pronuncia palabras de condena.
La Teosofía habla verdades, pero deja a las personas libres para tomar o
dejar lo que puedan de ellas. Percibimos la Verdad según el estado de
ignorancia que hemos alcanzado, y no hay pecado en un individuo por no
poder aceptar una verdad en particular; es como un niño que no puede ser
más maduro.
Mucho de lo anterior, parece dogmático y altamente controversial,
pero todo lo establecido en este capítulo o los siguientes, en primer lugar
una forma individual de ver las Verdades de la Teosofía, y
necesariamente es parcial y coloreada por la ecuación personal. En
segundo lugar, es aquello que el autor fue capaz de percibir de esa
Verdad; y en tercer lugar, no intentamos establecer un credo que debe ser
aceptado y creído para alcanzar la salvación.

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El escritor de este libro es capaz de encarnar algunas verdades en


pequeña medida, sólo las que ha descubierto. El no dice: yo vivo así;
sino: así viviré posiblemente algún día.
El lector tomará aquello con lo que esté de acuerdo y congenie, y
rechazará lo que no desee; sin involucrarse.
La Teosofía indica claramente que todos son pesados
constantemente en la balanza; también que nadie peligra de perder su
salvación, por la simple razón que somos salvados continuamente, a
veces en mayor medida, a veces en menor medida.
La salvación es el corazón del tiempo, porque el tiempo existe para
asegurar que lograremos la salvación -como sea que se desee definir esta
palabra. Cada momento del tiempo nos conduce lenta pero seguramente,
aunque invisiblemente, más cerca de la salvación. Por ello, mirando
todas las afirmaciones realizadas en este capítulo, nadie será obligado a
una prueba rigurosa de rectitud. Nadie puede, teosóficamente hablando,
ser despreciado, porque no siga ésta o aquella exhortación. La Teosofía
nos deja libres para aceptar las distintas posibilidades con nos movemos
hacia el final de la jornada, tan rápidamente como podamos.
Las marmitas teosóficas no señalan a otras marmitas por tener
hollín, porque saben bien que ellas también están sucias. En
consecuencia, nada se encuentra establecido en ningún sentido
particular, agresivo o dogmático- “soy mejor que tú, porque yo hago lo
que tú no haces”; esa actitud es inconcebible para un teósofo.
Pero las Verdades permanecen, no importa los juicios que hagamos
sobre ellas. No hay nada mejor para nosotros; nada más beneficioso y
estimulante para el buscador de la verdad, que colocar ante sus ojos
Verdades existentes desde antes del tiempo, el mismo aliento de la Vida.
Podremos agradecer a Dios no estar donde otros están; pero ellos
pueden estar mucho más cerca de la meta que nuestros yoes
autosatisfechos y santurrones. Si somos fanáticos, reformadores o algo
parecido- es bueno para algunos de nosotros, aunque sería muy malo para
todos nosotros, tener estas certezas- debemos estar alertas de no caer en
el error de pensar que todos los que no están con nosotros están contra la
Verdad. Posiblemente, estén contra algún fragmento de verdad que
nosotros vemos imperfectamente, pero son un fragmento de la verdad
que nosotros no podemos ver, probablemente, un fragmento mucho
mayor que aquél que creemos poseer y del que estamos absurdamente
orgullosos.
“A” es vegetariano y no concibe la caza como deporte. Podrá estar
muy triste porque “B” es un cazador y come carne. “A” puede
emprender una intensa campaña contra “esas horribles crueldades”,
diciendo que existe poca esperanza para el futuro si no cesa esta
actividad. Y tendrá mucha razón. Por otro lado “B” puede, en verdad,

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ser una persona más transparente que “A”, más noble en muchos sentidos
y estar practicando verdades que “A” todavía no ha llegado a percibir.
Nuestro trabajo es permanecer firmemente en los principios, pero
jamás atacar personas sobre cuyas vidas poco podemos hacer. La
identificación de personas como demonios a atacar, es una de las fuentes
más fructíferas de la discordia que casi siempre termina en guerra. La
mayoría de nosotros es tan personal que la satisfacción de la pelea
desaparece si no hay nadie a quien atacar.
Afortunadamente, la Teosofía no es un credo, mucho menos un
dogma o una doctrina. Ni es una ortodoxia, o un examen riguroso de
rectitud. La Teosofía es la Ciencia de la Vida, impersonal, sin juicios, sin
críticas. Cada uno de sus seguidores toma lo que puede asimilar, practica
lo que congenia consigo mismo y su propio estado evolutivo. Lo que no
comprende, lo deja aparte para el momento propicio. No es tan tonto
como para negarla. No hay distinciones entre los seguidores porque uno
acepta esto y otro acepta aquello.
En la guerra, vemos los signos visibles de la ignorancia en un
proceso que reemplaza la sabiduría. Puesto que la ignorancia lleva
tiempo para disolverse, también la guerra llevará tiempo para
desaparecer.
La paz es el signo visible de la sabiduría. Donde no hay paz, la
sabiduría disminuye. Donde hay paz, la sabiduría ha tomado el lugar de
la ignorancia. Alejémonos de la superstición de que la ignorancia pueda
jamás ser una bendición y que a veces sea tonto ser sabio. Nunca podrá
ser tonto ser sabio; porque la sabiduría por sí mismo es bendición y la
ignorancia sólo puede ser estupidez.

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TU Y LA TOMA DE DECISIONES

La Teosofía es maravillosa para que ordenes tu mente- algo que


muchos encuentran difícil de lograr.

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La Teosofía destaca, por ejemplo, que cuando intentas hacer este


ordenamiento, lo que en realidad logras es estabilizar también tus
emociones; porque ellas son más densas y constantes que la mente en la
influencia que ejercen sobre tus decisiones.
La Teosofía declara además, que cuando ordenas tu mente y tus
emociones, lo que para la mayoría de nosotros es “dejarlas en su libre
juego”; los factores determinantes son el trasfondo de tu pasado, tu
presente y las sombras del futuro. Hasta cierto punto, la decisión ya está
tomada, pero si estas influencias no son demasiado fuertes, podrás
modificar esa decisión substancialmente, hasta cambiarla totalmente de
dirección. Además de la mente y las emociones y todas esas fuerzas
puestas en movimiento desde hace mucho tiempo, -además de todas
aquellas que te han obstaculizado el “ordenamiento”, están también
aquellas que son el reflejo de tu identidad eterna para ser utilizadas en el
mundo externo.
Pocas personas hacen uso de su voluntad; la mayoría de nosotros
se contenta con ser veletas llevadas por el viento de las circunstancias de
la vida, y por las corrientes de pensamientos y emociones que flotan aquí
y allí en nuestra conciencia. Somos criaturas del vendaval, o briznas a la
deriva en la brisa de la vida. Vivimos en lo subterráneo, quizás porque
no conocemos nada más alto.
La Teosofía hace el mayor énfasis en lo superior, señalando que lo
superior solo espera la oportunidad, tan frecuentemente negado desde lo
inferior, para tomar parte en la vida inferior y proveer la ayuda más
eficaz; y aún más, brindan una fuerza infalible de juicio. En verdad,
ahora decimos “arriba” y “abajo”, algún día diremos “no puedo imaginar
cómo puede vivir tanto tiempo sin ese “arriba”; hoy estoy agradecido de
haber participado”.
Este “arriba” es voluntad; no la voluntad que significa un impulso
cambiante como lo hace el caleidoscopio, sino la voluntad que corporiza
aquella chispa de vida cuyo peregrinaje hacia la flama de aquél fuego se
relaciona con la individualidad y su ambiente.
Sugerimos que no sólo la mente y las emociones se ordenan, sino
también la voluntad; teniendo en cuenta que la voluntad se ha ordenado
desde tiempos inmemoriales, y que el objetivo de ordenar la mente y las
emociones es someter a la voluntad los mundos de la mente y las
emociones. Ellos están turbados en los estados primitivos de evolución.
La mente debe ordenarse para reflejar el reinado interno de la voluntad.
Luego, cuando la Mente General y las Emociones Generales hayan
conquistado sus respectivos territorios para su Señor, la Voluntad, el Rey,
llegará triunfante a sus nuevos dominios; e igual se haría sentir, aunque
esos territorios permanecieran desordenados.

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Cuando la decisión fue tomada, y la mente y las emociones se han


ordenado, es imprescindible tratar de precisar las intenciones de la
voluntad, o yo superior.
La pregunta sería: “¿Qué debo hacer?” Pero esta pregunta sólo
produce una sensación de irrealidad y sugiere dos posibles decisiones en
conflicto -que debería hacer y que me gustaría hacer-. A menudo parece
cruel anteponer el antipático “debería” al persuasivo “gustaría”.
Sería mejor preguntar “¿Qué quiero realmente hacer?” Si dejas a
la mente y las emociones ser tus consejeros, si lo deseas insistentes
consejeros, ellos que conocen su lugar, lo mantendrán a toda costa.
Escucha a tu identidad superior, dale una oportunidad.
¿Qué es lo que el verdadero Yo desea? El o ella desean (no hay
diferenciación de sexo en este reino del ser), extender sus fronteras de
conciencia, fuera de los límites más lejanos de la mente, las emociones y
el cuerpo; de manera que pueda entrar lo más rápido posible en el pleno
reinado de su vida. Sabe que estos mundos deben conquistarse, y
proteger su bienestar para poder ser utilizados. Sabe que sus agentes o
generales -la yo-mente, las yo-emociones y el yo-cuerpo- en estas
regiones exteriores deben tomarse su tiempo para la conquista y
asegurarse de que no existan pérdidas; esa mente, emociones y cuerpo
deben recorrer la gama de experiencias fundamentales. Pero el Rey
Voluntad estará agradecido cuando llegue la cosecha y las experiencias
se reúnan por fin atesoradas en su eterno hogar.
Deja a sus agentes libres del miedo, porque mientras estén
temerosos no podrán hacer su trabajo con eficiencia en su beneficio; los
libera del odio, porque si odian y se encuentran irritables, tampoco lo
podrán hacer. Fomenta su entusiasmo, porque si están remisos e
indiferentes no habrá eficiencia. Los requiere honorables y caballerosos,
sin deshonor o irreverencia que haga su trabajo infructuoso. Plenos de
bondad, sin discriminación, sin especulación de recompensa futura.
Libres de orgullo separativo, porque cuando piensan en sí mismos como
superiores a otros agentes no harán bien su trabajo. Llenos de gracia y
dignidad, encanto y refinamiento, porque si son vulgares y desagradables
no se hará el trabajo con la eficiencia requerida.
Según vemos, desea demasiado. Pero no es irrazonable;
simplemente pide lo esencial para su propia felicidad, la felicidad de sus
agentes y la felicidad de todos. Sólo pide lo que sabe que conseguirá,
porque eso será lo que tarde o temprano sus agentes le proporcionarán
con toda felicidad.
Por supuesto, nuestros “yoes” aquí abajo no pueden ofrecerle lo
que desea. Pero es bueno saber qué es lo que desea, para tomar
decisiones que posibiliten sus necesidades; las que en realidad son las
verdaderas necesidades de la mente, las emociones y el cuerpo físico, tan

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sólo si la “gente” percibiera esa verdad. Tarde o temprano, conseguirá lo


que desea, pero no será feliz hasta lograrlo, ni lo seremos nosotros,
tampoco el mundo en ningún reinado de esta vida.
Esta es una razón por la que debiéramos recordar pedir ayuda a la
voluntad para la toma de decisiones; porque ella es la única miembro de
nuestro familia “Yo” que realmente conoce definidamente lo que desea y
que ha deseado desde tiempos inmemoriales. El resto de la familia
quiere ahora una cosa y después otra, en constantes cambios. Pero la
voluntad, el yo superior, sabe sin la más ligera duda exactamente lo que
quiere, y por ello siempre solicita lo mismo, jamás se cansa de pedirlo sin
conseguirlo, porque finalmente lo conseguirá, porque al final la mente,
las emociones y el cuerpo reconocerán que ella sabe más.
Por sobre todas las cosas, expresando el corazón de su propósito,
desea verdad. No se engañará con aquello que aquí abajo suponemos
verdades absolutas; porque sabe que estas son tan solo fragmentos de
verdades; muy probablemente la misma sombra distorsionada de ese
fragmento.
Puedes pensar que tus principios religiosos, tus costumbres
ceremoniales, algún Libro o número de Artículo constituyen verdades no
alteradas; y así podrá ser para tí, aquí abajo en tu presente estado de
evolución. Pero la voluntad sabe lo pobres que son comparadas con la
clase de verdad que desea. Por más eminente o antiguo que pueda
parecer una persona o un libro que diga “esto es verdad”, toda la verdad y
nada más que la verdad, debes tomar el concepto con prudencia, porque
la voluntad no descansará hasta verse satisfecha y tú hayas cambiado la
idea casi hasta no reconocerla.
Quizás pienses que porque no perteneces a una iglesia, ni
participes más en costumbres ceremoniales, no estás incluido en los
principios religiosos a los que alguna vez reconociste; que has escapado
de una prisión y disfrutas del aire libre de la verdad.
Quizás declares orgulloso que has escapado porque abandonaste
una biblia, desertado de un ceremonial, que te has desarraigado de todas
las formas y en consecuencia, te has acercado a la verdad.
Probablemente, habrás hallado alguna autoridad que te ha dicho que tal
abandono significa la liberación de la esclavitud.
Trata de recordar que la voluntad es cínica -perdón por la palabra-
con respecto a las innumerables declaraciones de que ésta o aquella son
verdades, que de una u otra manera, termina acumulando la verdad.
¿Cuánta gente hay en el mundo que insiste continuamente en ubicar la
verdad o la libertad en algún sitio determinado en que tú no estás? Su
insistencia se apoya únicamente en el hecho de que allí en donde ellos se
encuentran o en lo que poseen, sí está la verdad. somos tan
increíblemente vanidosos, que pensamos en nuestra posesiones como

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cosas supremas, y descartamos, desvalorizamos las ajenas, sin considerar


que para ellos también tienen el valor de la verdad.
Lo mejor que podemos hacer es alejarnos de vez en cuando de los
libros, las autoridades, las personas, las declaraciones exteriores y
dirigirnos a nuestras indentidades superiores, a la voluntad, ese “Yo”
último que a veces alcanzamos cuando logramos nuestros momentos de
mayor elevación. Adquiramos el hábito de comunicarnos con nosotros
mismos y nuestras alturas más nobles; lejos de la mente, las emociones,
personas y libros; lejos del encumbramiento. Posémonos aunque sea
momentáneamente sobre el Everest de nuestro ser eterno.
Conoceremos entonces qué es lo que el verdadero ”Tú” o “Yo”,
desea con respecto a alguna cosa, aunque trivial, que debemos
solucionar, esperando ser sometida ante nuestra Corte de Apelación final.
Pronto nos familiarizaremos con las líneas de juzgamiento que esta Corte
sigue invariablemente. ¿Vamos a decir, hacer, o ser ésto o aquello? Si
queremos satisfacer a la Corte, nuestra decisión debe poseer ciertas
cualidades, algunas de las cuales hemos ya indicado -refinamiento,
dignidad, encanto, generosidad, valentía, honor, eficiencia. Ninguna
elección puede satisfacer a la Corte si le falta alguna de estas cualidades.
La mente se satisface con menos, las emociones también. Mucho
menos, por cierto; a menudo con aquello que niega muchas de estas
cualidades. El juicio y la conciencia pueden quedar muy cortos ante los
requerimientos de esta Corte. Pero la voluntad sabe, y ateniéndonos
constantemente a ella, el juicio, la conciencia, las emociones, se
refinarán; y llegará el momento en que todas ellas serán uno con la
voluntad. La voluntad conoce, suele “saber” que sabemos. Cuando, al
final, sepamos que no sabemos, la victoria se habrá ganado, porque
entonces comenzaremos a saber.
Tú argumentarás que es ridículo entrar en todo este lío, cuando el
asunto a decidir es trivial. Pero lo que sucede es que no existe nada
trivial en la vida. Nuestra idea de que hay cosas que importan muy poco,
y otras que no importan nada, es una de las causas de las dificultades en
las que nos encontramos continuamente. Una cosa pequeña en apariencia
nos llega, debemos decidir; la tratamos sin cuidado, como si no importara
si decidimos una u otra cosa; luego, como la decisión causa sus efectos,
nos encontramos “abandonados” en situaciones que siquiera hubiésemos
soñado que pudieran suceder a partir de una cosa tan poco importante.
No hay nada pequeño en la vida. Todas las cosas tienen un poder ígneo
para producir un incendio o una conflagración.. Una palabra al azar, una
acción mínima, un gesto casual, una actitud completamente inconsciente,
una decisión no pensada, pueden provocar perfectamente una serie de
consecuencias cargadas de tremendos efectos.

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En verdad, desde el punto de vista de la Teosofía, hasta la fuerza


más pequeña en apariencia es la gota preliminar de un torrente
devastador.
Pero no sólo la voluntad tiene competencia para dirigir estas
fuerzas; la mente tiene su valor, por supuesto; así como las emociones.
Pero la mente y las emociones se encuentran parcialmente desarrolladas.
La voluntad, el yo superior las ha enviado como reflejos de sí misma para
conseguir su dominio, hasta los límites más lejanos de la vida
manifestada. Pero ellas pierden mucho tiempo eligiendo, deseando,
aceptando, rechazando, antes de poder brindar a la voluntad exactamente
lo que desea. Ellas mismas deben aprender gradualmente qué desea la
voluntad. Puedes estar seguro que en cualquier momento dado puedes
confiar en la mente para un buen juicio, o en las emociones para un buen
deseo. Acepta estos dos mensajeros y consúltalos, pero finalmente
remite el problema a la voluntad.
Me dirás que no hay tiempo para tantas deliberaciones como
parece ser necesario; a veces una decisión debe tomarse rápidamente, o
se perderá la oportunidad.
Pero consultar a la voluntad no requiere tiempo; en verdad, toma
menos tiempo que consultar a la mente o las emociones, lo que siempre
haces en una fluctuación inestable.
Si no tienes la costumbre de consultar a la voluntad con el espíritu
de “¿Qué es lo que realmente deseo hacer?”, puedes pensar mediante el
proceso más difícil y colocar la cuestión frente a la mente y las
emociones. Pero el tiempo extra que necesitarás al principio -que
disminuirá en proporción a la frecuencia con que lo hagas- significa una
inversión de primera clase, porque tu decisión será mucho más sabia y
productiva en felicidad y paz.
Por supuesto, la mente y las emociones pueden decirte que
escuchándolos obtendrás una respuesta más rápida y satisfactoria. Te
dirán que más vale pájaro en mano que cien volando; pero la voluntad
replicará, si tiene oportunidad de hacerlo, que el pájaro en mano no se
quedará allí; posiblemente se volará. La satisfacción que aporta viene y
va, y la mano jamás podrá retenerlo y abandonarlo alternativamente.
Llegará el momento en que la mano esté cansada de cerrarse y abrirse, y
dejar ir las aves; finalmente logrará contento y plenitud dirigiéndose
hacia lo interno en vez del engaño externo. La felicidad de la mano
derivada de afuera siempre es felicidad que se esfuma rapidamente. Hoy
está, mañana no. Pero la felicidad de la mano derivada de la coordinación
gozosa con la voluntad, ciertamente es felicidad permanente.
Por consiguiente, siempre que debas ordenar tu mente, trata el
método teosófico de hacerlo, usa tu voluntad. Estará mejor ordenada e
infinitamente mejor dirigida que si usas tu mente o tus emociones.

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Eleva la pregunta en un destello veloz, y recibirás la respuesta de


igual forma. La voluntad agradece que se la consulte, porque no suele
suceder. Tú dirás: “Pero, ¿ no debiera utilizar mi juicio?” Usa tu juicio
siempre, pero el juicio a lo sumo comparecerá ante la corte del
Apelaciones, y no es la Cámara de los Lores, ni el Consejo Privado, ni la
Corte Suprema.
La Teosofía insiste que hay algo más valioso en nosotros que el
simple juicio o conciencia. Podemos pensar que no tenemos nada mejor,
pero debemos recordar que desde el punto de vista teosófico tanto el
juicio como la conciencia son principalmente el fruto de la experiencia
inferior. Ellos nos representan en la medida de nuestra evolución, aquí
en los mundos externos. Son buenos a su manera, ciertamente debemos
hacer un buen uso de ellos, pero hay también un juicio superior y una
Conciencia superior similares a los que el juicio y la conciencia inferiores
siempre buscan para imitar. Hay un Plan que el juicio y la conciencia
buscan cumplir.
¿Por qué no consultar al Plan y a los constructores? Si nos
acostumbramos a consultar al Plan, que es la voluntad, aún en los asuntos
más triviales de la vida diaria, iluminaremos juicio y conciencia con luz
superior, con la misma firmeza con que están construidos desde lo
inferior. Pero no sólo esto. También descubriremos que comenzamos a
vivir menos en términos de lo inferior, menos en términos exclusivos de
mente, emociones y cuerpo, y más continuamente en términos de
voluntad y propósito superior. Comenzaremos a vivir en lo eterno, más
que en el tiempo, en la vida más que en la muerte.
Tienes que tomar una decisión, respecto de algunos asuntos que
parecen triviales. Si quieres, aguzar tu juicio y tu conciencia. Estos
deciden: Nihil Obstat. Muy bien. Ahora apela a la Corte Suprema -la
corte de la voluntad. ¿Cómo haces la apelación? ¿Cuál es el
procedimiento apropiado?
Deja de pensar sobre el asunto en cuestión. Deja de sentir sobre él;
aleja el juicio y la conciencia. Ya han dicho lo que tenían que decir.
ahora permite que venga el SILENCIO, porque en el Silencia vibrante se
escucha la Voz de la Voluntad. La voluntad vive en silencio infinito, más
potente que nuestra ruidosa vida. La maquinaria de la vida es
inconmensurablemente más efectiva en el reino de la voluntad que sus
contrapartes en los reinos de la mente y las emociones. Pero las
vibraciones en las regiones superiores son vibraciones de quietud y
silencio. Sólo en la quietud y el silencio podemos hablar y ser
escuchados. La Voz de la Voluntad es la Voz del Silencio.
¿Usaré esto o ésto otro? ¿Comeré ésto o aquello? ¿Diré esto o
aquello? ¿Iré aquí o allá? ¿Haré ésto o lo otro? ¿Diré que sí a ésto o
aquello?

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Aquí parece haber un número de cuestiones totalmente triviales, y


para remitirlas hacia la voluntad pareciera hacer demasiado por tan poco.
Pero no hay “tan poco” como ya hemos dicho. Y en consecuencia no hay
“hacer demasiado”. Consultar a la voluntad es la cosa más natural de
hacer, más real que consultar al juicio o la conciencia. ¡La voluntad es lo
que importa!
Pero la voluntad debe ser consultada en silencio, en calma, sin
prejuicios, tranquilamente, silentemente: en ese silencio que no tiene
terror, sin deseo, sin perturbaciones, sin influencias de la ecuación
inferior personal, sin restricciones de tiempo: en ese silencio que exalta el
juicio y la conciencia experimentales y temporales hacia el juicio y la
conciencia de aquél Sumo Propósito. Propósito que en el pasado nos ha
hecho conocer el triunfo y la victoria, y que conserva esa victoria y ese
triunfo para nosotros en los tiempos por venir.
Su decisión puede entrar en conflicto con el juicio de las cortes
inferiores. Y en la medida en que hayamos confiado solamente en las
decisiones de las cortes inferiores, salvo en raros intervalos, nos
sentiremos indecisos porque no tendremos certidumbre de estar
escuchando una decisión de la corte superior; hasta que quizás, como un
rayo se aclare la idea. si podemos esperar un instante antes de actuar
veremos que el juicio de la corte superior se hace más y más insistente
según pasa el tiempo, más y más obviamente correcto. contra más
meditemos sobre el chispazo que viene a nosotros -la frase “pensar sobre
él” se evita expresamente porque confunde y oscurece- más real será y
nos convenceremos de su verdad. Si, por otro lado, tiene otro origen,
habrá un temblor, un menguar de su aparente valía, que nos causará
creciente incertidumbre. el juicio y la conciencia inferiores, a menudo
tienen este efecto. Pero el chispazo genuino de la voluntad ¡jamás!
Si no tenemos tiempo para esperar, deberemos depender de nuestra
propia medición de la intensidad y brillo del rayo. Si parece ser un
relámpago reluciente, no habrá riesgos para actuar. De otra manera nos
conformaremos con el juicio y la conciencia inferiores -teniendo cuidado,
en lo que podamos y usando la frase de un juez en la historia primitiva de
Inglaterra, de usar el juicio o conciencia de un tonto.
Pero, como principio, acostumbrémonos a consultar a la voluntad
en cada pequeño detalle, acercarla en todo momento, ella ciertamente
vendrá; y la voluntad será el monarca absoluto en sus dominios, y la
mente y las emociones sus agentes perfectos.

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TU Y EL AMOR

Teosóficamente hablando, el amor es el poder más maravilloso, la


cualidad más bella del mundo. El amor es el más grande poder de todos
los poderes y virtudes.
El amor es en verdad el reflejo más puro de la unidad y del poder
creativo de la Vida, de Dios y la Naturaleza. El amor, es el conocimiento
más cierto en toda individualidad, de cualquier reino de la naturaleza,
puede concebir todo lo que la vida es en verdad y todo lo que que la vida
es y será.
El amor, es la gran experiencia, la trascendencia mística de lo
menor, la torre de observación de las alturas olímpicas, la zambullida del
tiempo -aunque fuera sólo por un instante- en aquella eternidad que
originó al tiempo.

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El amor crea al mundo, lo sostiene, lo regenera. El amor es el


principio del crecimiento, el sendero de desarrollo, la finalidad del
desarrollo.
El amor es el corazón de todas las cosas y brilla en aquellos -y a
través de aquellos- según se perfeccionan. No hay nada en donde el amor
esté ausente, por más feo y degradado que se encuentre. No hay nada
que el amor no glorifique; el amor es la cadena de oro que une todas las
cosas. Nadie, nada, ignorante o desprovisto de amor, carece del amor que
la Vida tiene para él. El amor del hombre por el hombre, o el amor del
hombre por el animal, por la flor, el árbol, la hierba, la piedra o la tierra,
puede fallar; pero el amor de la Vida por todos, jamás falla. Porque el
amor de la Vida no conoce exclusiones, es constante en todas las cosas y
está presente con ternura aún cuando los ojos mortales no vean amor.
El amor es la Ley y la plenitud. El amor es Justicia; es el amigo
universal y conforta a todos según la medida de sus necesidades.
El amor es lo Real en lo irreal, la Luz en la oscuridad; la Vida en
medio de la sombra que llamamos muerte.
El amor es Vida, Felicidad, Paz, Confianza, Tolerancia,
Camaradería e Inmortalidad.
Así es el Amor según lo ve la Teosofía. Tal es la naturaleza de tu
amor, aunque débil, pobre, egoísta y miserable. Podrá ser un amor
apasionado, excitante, agresivo, negociable. Podrá ser amor que viene y
va, de objeto en objeto, de persona en persona, de deseo en deseo. Podrá
ser un amor vulgar.
Empero, en medio de toda la escoria, -vulgar escoria, innoble
escoria, sórdida escoria, fea escoria- hay un diamante que brilla, muy
pequeño, de chispeante belleza y promesa infinita. Es el diamante del
sublime y eterno propósito y significado de la Vida; y ninguna
circunstancia, ignorancia o descuido humanas, ninguna vulgaridad, podrá
opacar este diamante de amor, aunque sin duda podrá ocultar su luz, a
veces, hasta la oscuridad completa.
Cada uno de nosotros, ha experimentado este amor alguna vez y de
alguna manera. Posee una infinita variedad de mutaciones y
combinaciones; es el eslabón entre infinidad de objetos; vive allí donde
pensamos que no hay nada sino muerte.
Si miras tu vida, encontrarás amor en innumerables circunstancias.
Verás amor por familiares, amor por objetos perdidos en la niñez, por
algún camarada de tu edad, por algún hobby, juego, por algún maestro.
Lo encontrarás en la adoración al héroe con sus objetivos cambiantes; en
aquellos compañeros de juventud que vienen y van, impermanentes, pero
que sin duda son eternos mientras duran; en la adoración que puedas
tener mientras joven por alguna persona que avivó tu fuego, o lo apagó;

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en el principio de un amor por causas y aventuras caballerosas; en un


amor por los vestidos y adornos.
Luego llega el tiempo de las pasiones mayores que no perduran,
también vienen y se van, pero que mientras duran tienen la calidad de lo
eterno. La adoración de los héroes en un nivel profundo, la admiración
por el maestro, profesora, genios atléticos, estrellas de cine, actores y
actrices. Gran entusiasmo por las misiones desesperadas, el
apasionamiento de la aventura contra alguna injusticia. También habrá
amor por la profesión en la que ganas tu pan, por algún deporte, por
alguna ocupación recreativa.
Más tarde contraes matrimonio; concibes tus hijos, los traes al
mundo, los cuidas y conduces en la juventud, los observas mientras
encuentran su camino en la vida y los pierdes con felicidad cuando parten
del hogar como se van todos los hijos; luego amas los recuerdos que
conservan esos amores sin disminuirlos, como cambio de objetos
queridos.
Y llegará a su debido tiempo el amor al futuro y -quizás sea
demasiado decirlo- el amor a la muerte misma, reconocida al fin no como
demonio de separación o pérdida, sino mas bien como Angel de una Vida
Mayor. La ignorancia prohibe tal amor, pero es una de las
manifestaciones más espléndidas del amor, en el cual algún día nos
regocijaremos. Sin duda, es un amor poderoso el amor por el futuro
glorioso, la impaciencia por aquél momento en que ya no seremos;
cuando hayamos aprendido las lecciones del mundo humano, cuando
todos nosotros y nuestros seres queridos avancemos juntos en
imperturbable camaradería, en crecimiento gozoso; ese amor también
deberá ser experimentado.
Exaltemos ahora aquel signo glorioso de la Vida, el profundo e
insondable misterio, el sacramento de estar enamorado.
Nada es más maravilloso que enamorarse, mejor sería decir nacer
amorosamente, aunque podemos enamorarnos tantas veces como nos
desenamoramos. Mientras dura es perfecto; Mientras dura jamás hemos
experimentado nada como ese amor. Mientras dura, nos lleva fuera del
tiempo hacia la eternidad, fuera de nuestros pequeños yoes y dentro de un
increíble e indescriptible infinito. Mientras dura, es Divinidad
descendida a la tierra; es tierra ascendida al Cielo. No importa que dure
media hora, o un mes, o un año y que le suceda la desesperación, la
devastación, la desilusión y la oscuridad. Mientras dura es eterno y esto
es suficiente.
¿Y qué diremos sobre el sexo? ¿Ese sexo al que tanto tememos y
al que revestimos con miedo y tabúes para justificar nuestro temor?
¿Qué es el amor, qué es el sexo, qué es la sexualidad -usando esa
palabra en su sentido general aceptado- sino el instinto en el Uno de

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autoconservación y autorealización y el instinto en el individuo de ser


más como la Vida, que siempre crea y reproduce? ¿Existe alguna cosa
más natural o necesaria que el sexo?
No hay nada inherente al sexo o la sexualidad que sea incorrecto;
sino que frecuentemente su expresión en estos mundos inferiores se
mezcla con algo grave; por lo general el egoísmo se adosa a ellos; el
egoísmo es nuestro error más común en nombre del amor y del sexo. Y
la sexualidad, de la cual nadie necesita sentirse avergonzado, llega a ser
un objeto de vergüenza porque es egoísta y a veces cruel.
Cuanto más puro sea el amor, más puro será el sexo, más pura la
sexualidad; cuanto más de, más guarde y proteja, no negocie en el
intercambio, menos egoísta y aprovechado será. Cuando amamos para
nuestra propia satisfacción, cuando cometemos el acto sexual sólo para
satisfacer una necesidad momentánea, desechando al colaborador al
finalizar con nuestra necesidad según nuestra conveniencia, por cierto el
amor es escoria desagradable y hemos derramado basura sobre el
diamante. El acto de amar, sea sexual o de cualquier otra clase, es uno de
los más grandes sacramentos de la vida, hace sagrada la vida y la totaliza.
El nacimiento es un sacramento; la Pubertad es un sacramento. La
entrada en la ciudadanía de la Madre Tierra es un sacramento.
Emprender una carrera en la vida es un sacramento. El casamiento es un
sacramento. Concebir un hijo es un sacramento. Morir es un sacramento.
Y todos los otros sacramentos conocidos en los credos del mundo.
¿Pero, cuál sacramento es más grande que enamorarse y sus frutos?
¿Cuál sacramento es mayor que abrir la pequeña vida a aquella
conciencia más grande que es el amor en su verdadero significado y
realidad más profunda?
¿Acaso no es el más maravilloso misterio de la vida que el Uno se
convierta en los muchos, y luego, que dos sean uno, y que otra vez el
Uno vuelva a ser muchos?
La tragedia de hoy es que el amor se ha hecho vulgar, una cosa de
poca importancia, un asunto comercial de dar y recibir, no de dar sin el
regreso del quid pro quo, sino un pequeño placer de indulgencia
conveniente, algo para reírse a escondidas, algo para ser misterioso,
como un cigarrillo para disfrutar, algún artículo de comida o alguna
sensación de todos los días.
La tragedia de la vida moderna es que somos lo suficientemente
cobardes como para ser esclavos de nuestros deseos y desertores de
nuestros afectos naturales. No hay palabra más condenatoria de la forma
en la cual vivimos que “anticonceptivo”. Algunos, con acierto,
aborrecerán la idea que involucra; aunque en estos días de
semisalvajismo, los débiles deben estar protegidos de alguna manera
contra la crueldad y las pasiones desaforadas de los fuertes. Jamás estará

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el amor tan degradado y denigrado; pero es necesario algún tipo de arma


contra su ignominia, de la misma manera que necesitamos la policía para
protejernos de los criminales.
La tragedia de la vida moderna es la apoteosis del amor en el
matrimonio degradado en la ligereza de un insignificante accidente que
asumimos y quebramos rápidamente. El matrimonio quizás sea el acto
más sagrado en el cual el ser humano pueda participar; es la solemne
dedicación y consagración, previa a la creación divina, que sólo es
posible mediante la intervención del mismo Corazón de la Vida; el Amor
invoca; el matrimonio prepara el camino; la Vida desciende; a través del
matrimonio penetramos en el sanctum sanctorum de la Vida y allí somos
infinitamente respetuosos y abundantemente felices. Pero, para la así
llamada civilización, el matrimonio significa poco o nada; ha llegado a
ser un campo en donde se ejercitan las formas más verdaderas de
inmoralidad, descontrol, deshonor, indignidad. El divorcio es tan fácil;
pero es necesario cuando el matrimonio es aún más fácil. ¿Nos
atreveremos a condenar al divorcio cuando no honramos al matrimonio?
En verdad, el sacramento del matrimonio, puede existir fuera de
sus formas convencionales y religiosas. No es necesario pasar por una
ceremonia para estar casado con respeto y veracidad. La sacralidad del
matrimonio seguramente se reflejará en formas reconocibles externas, en
el respeto y reverencia y en nuestra voluntad de vivir honorablemente en
el nuevo estado concedido a nosotros. ¡El matrimonio -la Oficina de
Registro! De lo sublime a lo ridículo, uno podría decir... a lo blasfemo.
Hay poca esperanza para el bienestar del mundo mientras arrastremos por
el albañal algunos de los dones más preciosos de la vida.
A veces conversamos, en otros departamentos de la vida, de la
necesidad de reconstrucción, un nuevo trato para el reajuste vital. Pero
no hay mayor depresión, mayor miseria que en el área del amor. Si el
mundo tuviera un nuevo tratamiento del amor, si nuestros sistemas
educativos tomaran seriamente en sus manos la educación de los jóvenes
en el arte de amar, la depresión se aliviaría en todos los otros campos de
la vida. Si nuestros sistemas educativos se dedicaran centralmente a
educar para el servicio, el amor regresaría a su lugar correcto en las vidas
de los hombres y mujeres. Pero la educación ha perdido -o no encuentra-
su alma; su ausencia se refleja en la forma desagradable en que la belleza
del amor se encarcela.
No temamos al amor, coloquémoslo en un lugar sagrado y
adorémoslo.
No temamos en enamorarnos y desenamorarnos, sino que
enamorémonos con respeto y desenamorémonos con honorabilidad.
Sobre todo, compartamos los frutos del amor, las consecuencias de
las acciones, demostremos que después de todo somos Dioses aunque en

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devenir. Lo Divino en nosotros es lo que nos lleva a hacer lo más


maravilloso del mundo. No temamos a nuestra divinidad, no huyamos de
ella, desertar es vil y bajo. Recordemos siempre que la mujer es el altar
de aquello que en todos los reinos de la naturaleza es el supremo suceso
en la vida. Ella es la guardiana de todos los pasos de la vida; nacimiento
tras nacimiento, hace su peregrinar; es quien despierta en el hombre
aquellas nobles cualidades que son en parte su misión y propósito, su
esplendor real.
¿Qué nos condena a permanecer alejados de una forma de vida
razonable, civilizada, en la comprensión de la verdadera naturaleza del
amor?: El trato a las mujeres en este mundo de ignorancia y que ellas
mismas a menudo olviden su género como para prostituir su gloria
persiguiendo la fealdad. Los hombres prostituyendo cruelmente su
hombría; horrores aún peores que las terribles persecuciones de la
Inquisición.
Pero el amor todavía mora en nuestros corazones, y reina lo mejor
que puede. Sin duda, su dominio es débil; pero jamás ha sido destronado;
y esta es nuestra certeza futura entre la oscuridad presente.
El odio a menudo acecha; la crueldad parece desenfrenada; el
egoísmo parece la regla seguida con mayor regularidad en la vida. La
opresión del débil por el fuerte parece no cesar nunca. La insolencia
levanta su cabeza y hecha una mirada despreciativa sobre la belleza. La
guerra amenaza. La injusticia permanece sin freno; todos ellos pasan, el
amor jamás pasará.

=10=
TU Y LA MUERTE

“Cuán maravillosa es la Muerte,


la Muerte y su hermano el Sueño”

Hemos llegado al tema de la muerte y la Teosofía tiene bastante


que decir al respecto.
En la mente de la mayoría, la muerte es el enemigo público Nº 1,
aunque en algunos pocos casos se la considera como liberadora, que es su
verdadera naturaleza. Casi todos están temerosos de la muerto, no
porque sepan todo de ella, sino porque no conocen prácticamente nada.

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Este proceso del morir suele parecer doloroso, quizás angustioso; ¿qué
sucede cuando se completa el proceso del morir? ¿Aniquilación?
¿Apartamiento de todos los que amamos? ¿Alguna vaga condición de
conciencia de alguna clase espiritual cuya exacta naturaleza es un
misterio y ninguna filosofía ni religión resuelve?
En verdad, la muerte parece involucrar un radical y catastrófico
cambio; al menos desde el punto de vista de este lado de la muerte. Al
estar vivos, sentimos que sabemos donde estamos; en el proceso de
morir, o ya muertos, creemos estar a merced de fuerzas implacables y
despiadadas de las que no sabemos absolutamente nada; fuerzas que nos
alejan de las condiciones que normalmente nos proveen de un sentido de
seguridad; nos hace enfrentar lo desconocido, ninguna de las
descripciones ni en las religiones, filosofías o espiritualismos, nos da
una convicción general. Y siempre existe la posibilidad de que no haya
nada para describir. Por alguna razón no explicada, esta vida puede ser
sólo esta vida, sin pasado ni futuro.
La Teosofía, ofrece una contribución destacada a este urgente
problema de la muerte, mostrando a la muerte no como enemiga sino
como una amiga.
La Teosofía señala que la muerte en verdad sólo toma lo que es
residuo y deja el oro. Toda nuestra concepción de la muerte es resultado
de la ignorancia. Nuestra lamentación, nuestra pena, nuestra
consternación. Ante la muerte de un niño pequeño decimos “tenía ante él
todo lo que la vida podía ofrecerle”; nuestra ortodoxia se expresa en las
frases “irreparable pérdida”, “sobrellevar”, “cruel separación”: todas
estas fruto de la ignorancia allí donde debieran hallarse las flores del
conocimiento.
La muerte libera. La muerte nos ayuda en el camino; es la puerta
hacia una vida nueva y más grande, a través de un período de bendición
recreativa.
La muerte no aleja amigos, no disuelve la camaradería, no rompe
ataduras, no frustra propósitos. Si tenemos amigos, la muerte ayuda a
quemar todo lo nimio en nuestra amistad, todo lo pasajero, y nos acerca
al momento en que ya no partiremos más. La muerte ayuda a conquistar
la muerte.
Para aquellos que son aún más que amigos, la muerte fomenta la
unión por siempre en perfecto poder y pureza eternas.
Si, por otro lado, estamos alejados de otros por mayor o menos
antipatía, la muerte asume el papel del gran alquimista, y lentamente pero
con seguridad ayuda a reajustar la situación para que gradualmente la
antipatía cambie en comprensión y buena voluntad, hasta que sea amistad
o más aún.

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La muerte jamás pide; siempre da, y sus dones son joyas bellas y
perennes.
Existe empero una respetuosa crítica a la muerte; perdemos la forma que
amamos, y la proximidad física que ha sido fuente de constante gozo.
Seguramente, ninguna religión, ni filosofía, siquiera la Teosofía, puede
evitar por entero ese sentimiento de doloroso vacío cuando el cuerpo
físico desaparece junto con todo lo que ha significado durante tantos
años. Luego de morir, permanecemos en la tierra y automáticamente
realizamos acciones de las cuales esperamos reacciones, incapaces por
algún tiempo de darnos cuenta de que no puede haber respuesta física
normal.
La respuesta de la muerte es clara; dice:

“Te garantizo que sentirás pena cuando las formas amadas


desaparezcan, me duele un poco esto, por la persona que amas tan
profundamente; le debo ayudar a desembarazarse de la forma que
impide su desenvolvimiento. Pero te aseguro que he venido a él por su
bien, así que trata de ser feliz por su causa aunque estés triste.
Permíteme explicarte ahora un poco del proceso que me ha causado
tanta impopularidad y me ha hecho tan temible.
Por supuesto, es verdad que la forma externa de tu amigo ya no
existe; necesitaba esta cubierta para sus pruebas y poder aprovechar las
oportunidades en el plano físico. Pero esto es todo lo que se ha ido. Tu
amigo está vivo como nunca, feliz como nunca; en realidad está más vivo
de lo que jamás pudo estar, más amigo tuyo. El desearía poder
aclararte de que tu pena por ti mismo es una carga que le pesa en la
espalda; se siente tan libre, tan próximo a ti como nunca; más lleno de
esperanza y gozo que antes. Sin duda sería exagerado decirte que baila
a tu alrededor con un sentimiento de maravillosa libertad.
¿Y tú? Tu te rodeas con oscuras nubes de depresión y tristeza. Te
vuelves hacia y sobre ti mismo, te cierras al brillo de su sol. Piensas que
su partida -aunque no es partida- pende sobre tí. En cambio, él piensa
que tu amargura está sobre él. Tu dices, quizás por tu ignorancia, que
no puedes soportarlo; él te dice que debes tratar de hacerlo y que una
forma es tratar de hallar qué significa en realidad la muerte.”
La ignorancia no puede ser barrida en un momento. Pero cuanto
más sabemos más felizmente crecemos. La Teosofía es en verdad el
conocimiento que necesitamos.
La Teosofía declara que la muerte nos ayuda a despojarnos de
nuestras vestiduras exteriores, vestidos que ya no son aptos para nuestros
necesidades; nos libera de sus efectos restrictivos y del dolor y el
sufrimiento de la vejez; renueva nuestro sentido de poder confinado en la
residencia del cuerpo físico; no ayuda a elevarnos a los Cielos para

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encontrar allí toda clase de felicidad real -haciendo nuestra vida un gozo,
fuente de anticipación y feliz espera; y finalmente nos conduce de
regreso a la tierra para sembrarnos y cosecharnos en los campos del plano
físico.
El sueño hace algunas de estas cosas; porque cuando dormimos
también dejamos el cuerpo que usamos en el plano físico, aunque sólo
momentáneamente; porque regresamos a él al dejar de soñar en la
mañana. Cuando morimos regresamos en la vida siguiente. Allí está la
diferencia.
¿Cómo nos preparamos entonces en la vida para la muerte, para
que cuando venga a nosotros podamos estar listos y para que, cuando
llegue a nuestros seres queridos, el suceso sea lo menos devastador
posible?
Probablemente algunos lectores considerarán este asunto morboso
y deprimente. Dirán que el tema de la muerte es muy desagradable y que
cuanto menos pensemos sobre la muerte, mejor será.
El tema de la muerte es desagradable porque pensamos sobre él
incorrectamente; todo tema es desagradable si no pensamos en él como
se debe. Pensamos en la muerte como destructora, aniquiladora, como un
enemigo personal, y pensamos así porque sentimos que tarde o temprano
nos llegará sin poder evitarlo.
Un individuo mentalmente sano, con un mínimo de ignorancia
sobre la muerte como causante de tanto dolor, se hará amigo de la
muerte, la tratará como una colega y ayudante, y cooperará con ella
cuando llegue el momento. Si la ignorancia no ha trabajado año tras año
construyendo formidables barreras contra la muerte, las barreras serán
fácilmente sobrepasadas y la muerte será menos cansadora, se sentirá en
su hogar y la verá como amiga. Cuanto más hablamos mal de la muerte,
más buscamos evitarla. La muerte debe sonreír ante los frenéticos
esfuerzos que hacemos para mantenernos con vida, porque ella ofrece
una condición más beneficiosa que aquella que llamamos vida; pues la
vida es tan solo la sombra de una sombra de la vida.
Lo que tenemos que hacer es adoptar a la muerte como parte de
nuestro esquema y plan de vida. Debemos darle su debido lugar en la
vida, porque es vida en igual medida que aquello que llamamos vida. Se
le llama muerte sólo porque significa una clase de vida distinta.
Un individuo con la necesaria perspicacia y sin morbosidad, se
imaginará acostado en una cama, sufriendo dolores.
Encontrándose hoy sano, confiará en que, cuando se encuentre
enfermo exhibirá las virtudes de paciencia, fortaleza, inegoísmo, gratitud
y cortesía, en especial ante aquellos que lo cuidan, y en general ante
todos aquellos que de vez en cuando vengan a verlo. Mirará a la muerte
sin la menor aprehensión y calmará el temor y dolor de los demás que le

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rodean; en caso de necesidad, buscará al piadoso valet para que le ayude


a despojarse de sus ropas; habrá disciplinado su cuerpo físico para ese
proceso, para poder moverse con facilidad en su nuevo ropaje sin
molestias. Llegará el momento, más adelante, en que se quitará otras
ropas, pero ahora debe ocuparse del equipo más grueso para el clima del
plano físico que debe abandonar.
Ha estudiado el tema de la muerte tan maravilloso de la Teosofía y
estudiado y sabe que no debe involucrarse en el proceso. Ha estudiado su
técnica, porque sabía que tarde o temprano le afectaría a él mismo. Esa
preparación le ayudó tremendamente en el momento crítico. Y cuando la
gente a su alrededor se pregunta cómo puede tener tanta calma,
posiblemente responda: “Ah, Pero tengo la ventaja de saber de antemano
lo que venía. Si se prevee, estás preparado. Y yo encontré que todo lo
anticipado era a mi favor, Y QUE NO HABIA NADA QUE PERDER”.
Algo así sería nuestro prospecto general, tal como lo sugiere la
Teosofía. Aquí estamos con nuestro cuerpo físico, sentimientos y
emociones, mente y alguna clase de conciencia superior. somos viajeros
y hemos llegado a cierto lugar para hacer nuestros negocios. Ese lugar es
el mundo en el que vivimos en este momento. Debemos usarlo de la
mejor manera posible, con sus facilidades, oportunidades, desventajas.
Pero ser cuidadosos de planear el viaje que inevitablemente llegará al
final de nuestra estadía. Muchas personas planifican un viaje; pero lo
hacen para el presento y para el futuro inmediato; planean como si no
hubiera muerte o planean para la muerte y nada más allá.
Pero nosotros, iluminados por la Teosofía, planeamos el trabajo y
el crecimiento más allá de la muerte y todas las muertes que se
sucederán. La mayoría de la gente se estanca en el presente y el futuro
inmediatos; nosotros, por el contrario, nos invertimos a nosotros mismos
en el Banco de la Vida, que no conoce muerte ni límites de tiempo.
Hacemos el mejor uso de lo que somos y de lo que seremos; planeamos
de tal manera que, todo aquello que no logremos en esta vida se realicen
alguna vez: todos nuestros sueños, visiones, aspiraciones e ideales. Así
la muerte no viene a ser un obstáculo sino una ayuda definida.
Nos decimos a nosotros mismos: Bien, conseguiremos esto y
aquello en esta vida: trataremos de cumplir esto y aquello; pero no
podremos lograrlo todo en esta vida en particular; como hay abundante
tiempo futuro ante nosotros, iremos hasta donde podamos en esta vida, y
luego la muerte nos preparará para seguir avanzando en la próxima vida.
No importan que fracasemos, sólo hay una cantidad limitada de tiempo
disponible, y debemos hacer lo mejor que podamos; si no logramos todo
no nos lo reprocharemos; lo que no pueda ser hecho ahora se hará en la
vida siguiente, o en el día que continúa después de la vida de mañana, o
en la que siga. Una vida es como un día, y hay muchos días.

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Desaparece todo sentido de desesperanza; ningún estudiante de


Teosofía que haya aprendido a aplicar la ciencia a sí mismo, jamás se
sentirá fracasado, o impotente. “Lo que no pueda hacer hoy, lo cumpliré
algún día”. No puedo pretender hacer todo de una vez. La cosas hechas
rápido y sin cuidado difícilmente sean valiosas del todo”.
Así el individuo sabio no sólo trabaja para las cosas que espera
completar en esta vida particular, sino que también comienza cosas que
requerirán su atención durante muchas vidas futuras. El quizás deseará
llegar a ser un gran músico, un gran artista, un gran científico, filósofo,
político, orador, escritor, maestro, benefactor, soldado, marinero o
comerciante. En esta vida presente, tales esperanzas son solo sueños;
pero si comprende la naturaleza de la muerte correctamente, comenzará
ya a colocar los fundamentos para escalar las alturas que pretende
alcanzar. Si está seguro del futuro, sembrará semillas en el presente para
cosechar los frutos que espera con felicidad, seguro que la cosecha
seguirá al sembrado.
¡Qué vida diferente sería si planeáramos acertadamente la muerte
hacia la nueva vida que nos espera!
¡Cuanta felicidad trae, como alguno debe saber, planear lo que trataremos
de hacer en la próxima vida! Todo lo que deseamos llegar a hacer; ver la
muerte como un tramo del camino, sentir que podemos hacer lo que
queremos; saber que la muerte no detiene todas las cosas, sino que por el
contrario, la acelera.
Cuán delicioso es, darse cuenta que las frustraciones con que
tropezamos, nuestras dolencias, nuestras desventuras e incapacidades, no
durarán para siempre, que el cansancio que sentimos, en especial de
ancianos, desaparecerá completamente bajo la amistosa administración
de la muerte; que la muerte es rejuvenecedora, y que entraremos en la
vida siguiente con todo el joie de vivre con que habíamos entrado en ésta.
Aunque llegue la muerte, de vez en cuando, para alejarnos de las
estrechas relaciones que habíamos mantenido, y lo veamos como una
maldición, el hecho es que la muerte solamente nos perturba en ese
aspecto cuando las relaciones son menos bellas y eternas de lo que
debieran, para que se fortalezcan y crezcan. Para que lleguen a ser una
banda de camaradas cada vez más próximos y en consecuencia verídicos.
Es algo triste que la muerte sea vista como una maldición, cuando
avanza sobre el mundo bendiciendo; esto se debe a nuestra ignorancia.
La muerte es siempre el tierno amigo, porque es el más real
mensajero dela Vida Eterna y quizás esta vez alguno de ustedes lo
conozcan y lo vean tal como es.
La muerte tiene, si los hay, tan pocos terrores para los teósofos que
la idea de la preparación para la muerte no molesta en absoluto, sino que
es algo natural, prudente y esperado.

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Podemos añadir aquí una o dos consideraciones más. Primero, el


cuerpo físico tiene una existencia física definida, aparte de la identidad
individual, a menudo se resiste a la muerte aún cuando el individuo
interesado la reciba con los brazos abiertos. Puede pasar, que un
individuo que no tenga temor a la muerte, encuentre que ella tiene
terrores para su cuerpo; y que esos sentimientos se justifiquen por la
molestia que sufre el cuerpo. Las luchas y agonías que a veces vemos en
los lechos de muerte, el rechazo obvio a morir, se deben a la negativa a
desintegrarse del cuerpo físico -quizás sea natural, puesto que el cuerpo
físico desaparece. Ha pasado su día y desaparece; pero deseaba que el
día fuera más prolongado.
La individualidad misma en general, está lista para partir, porque
sabe que no hay nada terrible en la muerte, y que en realidad está
abandonando una prisión para ir al jardín; que no pierde la felicidad
experimentada en la tierra -excepto aquellas gratificaciones que no son
felicidad verdadera. La amistad, el afecto, la camaradería, todos
sobreviven a la muerte, él lo percibe en lo profundo, a veces algo
impaciente y siente simpatía por los que lo rodean, porque no ven lo que
la liberación significa para él.
Es importante entonces, mientras sea fácil el control, insistir para
lograr que el cuerpo sea dócil siervo, y no el dictador que suele ser.
Mientras se esté sano, en especial cuando la salud es algo indiferente, es
mejor disciplinar al cuerpo, negarle las satisfacciones más bajas, para
obtener la costumbre de sometimiento debido mientras se pueda.
Luego, cuando llega la muerte, el cuerpo se adaptará con mayor
facilidad, y no tomará las riendas cuando el conductor las afloje. La sola
intención del individuo para prohibir al cuerpo la tontería y el gasto inútil
de energía será suficiente; para hacer al cuerpo mental deletrear
correctamente.
Pero si acostumbramos dejar rienda suelta al cuerpo, las tonterías
harán su exhibición en el portal de la desintegración, cuanto más
hayamos permitido al cuerpo físico ejercer sus deseos inferiores.
Esto nos trae a la segunda consideración:
Cuando el cuerpo físico cesa en su existencia, quedamos sin
medios para experimentar esos deseos que hace tanto cobijamos en el
cuerpo físico. Ya no podemos satisfacer aquellos apetitos que el cuerpo
demandaba para su satisfacción. No podemos comer y beber ni tener
gratificación sexual, no podemos fumar, no podemos drogarnos, ni
podemos hacer nada que se encuentre conectado con el cuerpo físico.
Inevitablemente allí surge alguna clase de sentimiento de vacío y si
somos tontos haremos desesperados esfuerzos para llenar ese vacío sin
éxito; aunque en algunos casos la costumbre vampira puede ofrecer un
alivio ilusorio, por el cual se deberá pagar un terrible precio.

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Será valioso, durante la vida post-mortem, lo hecho anteriormente


para reducir los aspectos físicos de la vida, sin perjudicar por supuesto la
salud en forma alguna. Cuanto más envejecemos, más debiéramos
abandonar las costumbres requeridas por el cuerpo físico para su
satisfacción. Entonces, al llegar el momento de la muerte, el cuerpo será
menos rudo, y no tendremos que llevar al otro lado con nosotros un
montón de deseos esclavizantes que nos harán pasar un infierno, o por lo
menos un purgatorio.
A veces, cuando los teósofos mencionan estas sensibles
preparaciones para la vida después de la muerte, se les llama adoradores-
de-la-muerte, porque recomiendan una discriminación entre los placeres
que no dan nada sino placer, y los placeres que tarde o temprano
encontrarán. Por supuesto, si un individuo dice que no le importa el
futuro, y que desea gozar sus “placeres” mientras pueda, está en perfecta
libertad de hacerlo. Pero mientras sea así, será un sabio del plano físico -
aunque en verdad no sea así- pero un tonto de otro plano.
Los teósofos son gente prudente, piensan que es necio vivir
descuidadamente cuando, con un poco de sabiduría toda la vida podría
ser más feliz que bajo el dominio de la perspectiva de corto alcance.
Nada de corto alcance en ningún plano puede ser verdaderamente
satisfactorio. aparte del cuerpo físico; una vida permanentemente
centrada en los sentimientos y emociones nos dará muchos problemas
cuando llegue el momento de desaparición del cuerpo emocional,
después de la desaparición previa del cuerpo físico. Seremos perseguidos
por los insaciables anhelos que no tienen un cuerpo emocional para
expresarse. De la misma manera, una vida centrada en la mente inferior
nos dará problemas cuando le llegue el momento a ese cuerpo particular
en las regiones del plano mental. El orgullo, la frialdad en la actitud; los
pensamientos negativos de todas clases, la separatividad- todos ellos nos
distraerán en las regiones mentales en medio de aspiraciones y grandes
sueños.
Todos estos anhelos se deberán elaborar en su propio plano, hasta
que mueran, antes de que podamos seguir adelante. Pero pueden
detenernos por su insistencia y propensión a repetirse.
Tomemos la muerte con felicidad y proyección hacia el proceso
que verdaderamente comienza con ella; podemos hacerlo si somos
estudiantes de Teosofía.
Si nos preocupamos por los lazos con aquellos que nos rodean y
que nos son queridos, pensemos que seguramente sentiremos su pérdida,
la de sus cuerpos; pero sus almas, que son eternas serán aún más
queridas. Y si a través del cuerpo podemos percibir al alma eterna,
muchos más seremos camaradas del alma; con este pensamiento
reduciremos al mínimo la agonía de la pérdida física. Veremos a estas

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personas, tan cercanas y queridas, como viejos compañeros que siempre


han estado con nosotros en el viaje, y que viajarán con nosotros hasta que
cesen en nosotros todos los estímulos para seguir muriendo.
En otras palabras, dirijámonos constantemente a lo eterno y lo real,
para que ninguna circunstancia externa, sea la muerto u otro cambio
cualquiera, pueda jamás hacernos sentir que perdemos la inmortalidad, o
estremezca de temor a nuestros pensamientos y sentimientos respecto de
algo inevitable y tan gloriosamente supremo.

=11=

TU, Y UN MODO DE TRASCENDENCIA

El autor no considera que hace apologías al insertar este capítulo; porque


si bien trata menos de “Tí” y tu vida diaria, se refiere a un tema que
podría encontrarse muy próximo y querido a todos nuestros corazones.
Este capítulo expresa la comprensión personal del autor sobre la música
iluminada por las verdades principales de la ciencia de la Teosofía. La
palabra Teosofía se menciona muy poco. Pero cada frase respira el alma
de la Teosofía según ella comprende la música. Este capítulo, en
consecuencia, es un ejemplo de la Teosofía trabajando en el reinado de la
música del autor. La Teosofía posiblemente entone una canción

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diferente; para el autor, la Teosofía ha glorificado la música y ha


intimado con ella. Aquí he tratado de poner en palabras algo que a fin de
cuentas me es propio. Por ello, el capítulo tendrá una tediosa lectura,
aunque fue muy interesante y deleitable escribirlo. Si el lector se siente
dispuesto a detenerse en el primer párrafo, que recuerde que él tiene su
propia música dentro de sí, y que a la luz de la Teosofía, también él podrá
tratar de expresarse mediante sus posibilidades despiertas. Quien escribe
este libro es músico; también es artista; lo mismo que todos los que lo
lean. Por eso, para cada uno hay una forma musical y muchos otras de
trascender lo inferior, por más distinta que fuera esta trascendencia de la
aquí descrita. Veamos este capítulo.
Por cierto no hay nada más importante en la vida que la totalidad
del proceso evolutivo y todos las individualidades que lo componen; es
una amplia canción, una vasta sinfonía, comenzando en un tema anterior
a la infinidad previa al nacimiento de nuestro proceso evolutivo. ¿De
dónde vino el tema? Contaremos una pequeña historia sobre el tema y su
origen.
En el pasado infinito había una chispa de vida, una entre miríadas
de multitudes de sus camaradas, que comenzó un gran viaje de
desarrollo. Como era una chispa, quería llegar a ser una llama, y luego un
fuego. Porque conocía de alguna manera la naturaleza de su Progenitor y
quería llegar a ser como él. El Progenitor la envió, como envió a millares
de multitudes de sus compañeras con su bendición: “Ve y se igual” Y el
Gran Progenitor originó en la chispa una maravillosa nota de música y un
tono de color, pero eso ya es otra historia. Parecía ser un sola nota,
simple nota. Pero en su interior yacía latente y escondida una canción
potencial de exquisita complejidad y grandiosa maravilla, corporizando
cascadas de riqueza y sonido armonioso. Esta canción era en verdad un
eco perfecto en unicidad espléndida y fascinantemente distinto de la
Canción Divina en la cual el Gran Progenitor entonaba Su propia
naturaleza y ofrecía cobijo al Padre Cósmico de Su Ser. Y la nota de
música era la canción en embrión.
La chispa era hija del Gran Progenitor, y debía participar de la
naturaleza de su Padre.
Así fue enviada la chispa, o mas bien así fue sacudida para
despertar, para levantarse, para buscar y encontrar, la poderosa canción
que algún día sería la suya, su propia Identidad, para que a su tiempo
pudiera entonar su naturaleza vocal y ofrecer glorioso homenaje de
perfección a Aquel que la había enviado. Con un sonido vibrante, latente
en desarrollo perfecto, se encontró despertando gradualmente en un
mundo de música sin El; y sus olas golpeaban sin cesar sobre su pequeño
ser. Desde distancias remotas, le llegaban como en un susurro vagas
sugerencias. No discernidas; parecían ser solamente gorjeos

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desordenados. Impotente, intentó salir de esta vaguedad como un niño


trata de alcanzar la luna, algún día la alcanzaría, tal como sucede con la
luna.
Comenzó así esta aventura en la música y el color, hoy esa chispa
es la Progenitora de todos nosotros. Así como despertó y se desarrolló
con su Divinidad, así Ella nos ha despertado y igualmente llegaremos a
ser divinos. De esta manera, se nos envía a cada un de nosotros, con el
don de su nota individual, y la promesa de su canción que será entonada
en la gloria siempre creciente de su vida eterna.
La canción de nuestro Padre que vive en Su Cielo Sonoro, resuena
en nuestra vidas y en las de todos los seres vivientes, y canta distintas
canciones según las innumerables diferencias constituyentes de la
orquesta de piedra, roca y tierra, río, arroyo y mar, hierba, flor y árbol,
criaturas que se arrastran o saltan, de todos los tiempos de seres
humanos, desde el salvaje hasta el santo y el genio, y aquellos que moran
en reinos mucho más lejanos.
Tomemos como ejemplo una sola nota, un única eco de la canción;
bella en su pasado y prometedora en su futuro inconcluso, el gran
Conductor ha perdido un instrumento precioso para El y esencial para Su
trabajo. Por eso la vida es inmortal.
En el reino mineral, la pequeña nota se escucha desde toda la vida
mineral a su alrededor, llamando para conocer su sonido y hacer una
canción. El trueno, el relámpago, el rayo, los terremotos, las avalanchas,
las tormentas, los pequeños riachuelos, los torrentes, cascadas, el
profundo lago silencioso, la calma de la alta montaña y la anciana roca, el
mar quieto y sin olas: todos son cantos del esplendor y la majestad de la
vida, son canciones de vida entonando su misma eternidad.
Aquellos que tengan oídos que oigan.
Escuchando este cantar a través de las edades y uniéndose al canto
como un niño se une un coro infantil, se puede aprender de memoria la
canción, y entonar la canción del zafiro, la esmeralda, del ópalo, de los
reyes del mundo mineral.
Y aquellos que tengan oídos para oir, que escuchen la canción de
triunfo.
Entonando esta canción, se puede lograr avanzar y aprender la
canción del reino vegetal.
Cada hoja de hierba y de árbol, cada semilla, capullo y flor, cada
árbol y rama, entona su propia canción individual, la pequeña nota que es
un fragmento de una nota completa, porque su sonido se ha hecho más
fuerte y la música escondida que suena débilmente dentro, incita una
música que todavía no conoce, pero que reconoce como su misma
naturaleza y eterno ritmo.

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El sonido avanza en formas de fragancia, perfume, color, cantando


en términos de vida allende su camino.
La pequeña nota escucha y escucha; por último aprende; a su
manera, añade su carácter a esa canción de la vida vegetal que cada
mienbro del reino interpreta según su unicidad exclusiva; porque en
verdad, cada miembro del reino mineral posee su propia y única
individualidad al interpretar la canción de la vida mineral.
Así es se llega al reinado del mundo vegetal, un árbol real, una flor
real, cantan para lograr la realeza.
Y aquellos que tengan oídos, pueden oir.
Por ello los trabajos diferentes; los tipos diferentes; casi perplejos
en su variedad, vocean los sonidos y canciones específicas a sus distintas
naturalezas. El diamante tiene una naturaleza parecida a la de su
camarada diamante. La naturaleza de la esmeralda se acerca a la de otra
esmeralda; la del ópalo a la del ópalo compañero. En el reino vegetal,
cada tipo de flor y cada tipo de árbol se asemejan a sus respectivos
compañeros; y todos entonan la canción que se origina en la nota común
que todos comparten, aunque diferentemente.
Cada pequeña banda se mueve hacia delante y junta, cantando este
tipo de canción, entonando la PALABRA que era en el principio, que
estaba con Dios, porque era más que Dios, y era Dios, porque es la
expresión de Su Vida y Su Existencia.
Y que aquellos que tengan oídos para oir, puedan escuchar la
canción de triunfo.
En el árbol y la flor gloriosos, una vida logra su realeza en el
mundo vegetal y canta en toda su gloria la canción victoriosa del reino
vegetal. Luego entra a los niveles más bajos del reino animal para
aprender su canción con mayor riqueza -no otra canción, sino una
melodía, una variación -aún no escuchada- del tema original. En el reino
animal se escucha la canción de la vida mineral y la canción de la vida
vegetal. Estas canciones son el trasfondo para el motif que ahora
firmemente hace un crescendo que corre a través del nuevo reino de
desarrollo.
En el Reino mineral, podemos escuchar la canción de vida antes de
alcanzar siquiera el estado mineral de desarrollo; aquellos que tienen
oídos para escuchar, podrán oir la vida en su crecimiento pre-mineral, y
la música de su movimiento evolutivo. Y junto con esta primitiva música
el motif mineral con sus variaciones según el tipo y diferencia.
En el reino vegetal, el motif mineral viene a ser el trasfondo
inmediato; el motif pre-mineral permanece todavía quieto y remoto,
aunque última, porque sólo la canción del Gran Protagonista es en todo
sentido la última; y hasta Su canción es un eco de otra canción anterior al
principio de nuestro tiempo.

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A estos motifs se añade entonces el motif de la vida en el reino


vegetal, creciendo gradualmente hasta una apoteosis. Un tipo selecciona
otro tipo una vez más; atrae hacia sí la vida-tipo y la vida-forma; y la
banda se mueve hacia adelante cantando. Ahora detrás se encuentra el
motif del reino animal, que produce que el motif vegetal se retrotraiga y
mengüe en el trasfondo inmediato. El Reinado en el reino animal se
alcanza en sus formas más nobles. Se escucha una canción más
espléndida y rica, la canción de triunfo proclamando que otro estado más
del gran sendero se ha alcanzado y pasado.
Imagina al animal más bello y a la canción más bellas que
conozcas. Deja por un momento de ver la forma, para palpar su
exquisitez, para estremecerte con su gozosa vitalidad y gracia. Trata de
escuchar la canción de su ser, una silente canción para aquellos que no la
han escuchado aún; para ellos, quizás, no haya ninguna canción; pero
para aquellos que oyen, suena una verdadera canción de vida, un canto
que se eleva a los mismos cielos. Escucha la canción de la vida en la cual
se aprenden las primeras lecciones. Escucha, en el animal mismo, la
canción de su triunfo como rey en el reino mineral. Escúchalo en su voz
triunfal declarando la Majestad de Dios como cualquier otra de Sus
criaturas que ha alcanzado la gran salvación, escúchalo, convocando a
Quien lo envió a abrir la puerta que conduce a la salvación. Escucha tu
amigo animal más amado, escucha su canción que anuncia la futura
puerta que abrirá en su vida; la que advierte cercana para la salvación
final de los reinos inferiores.
Sin duda, en los reinos inferiores escucharás otras canciones que
hablan de ascensiones al cielo, cuando sean ascendidos a una tierra más
delicada. Escucharás las canciones de la vida mineral, de la vida vegetal,
cantando en su camino a una existencia más plena. En el animal que está
en el umbral de tu propio reino, que casi comienza a aprender la canción
que tú mismo estás aprendiendo, esa canción de gozo especial que
conoces aunque en forma distinta, te dará una alegría excelsa. Tú mismo
la has cantado, porque la conoces casi en éxtasis, la sientes porque una
vez en regocijo, fuiste salvado, porque obtuviste refresco y te moviste
hacia aquella salvación en la cual se sumergen todos los éxitos parciales.
Aquellos que tienen oidos para oir, pueden escuchar las canciones
de los animales salvajes, de los animales civilizados y por sobre todo de
los animales majestuosos.
Y ahora todos entonamos una canción de vida en el reino humano.
Los motifs anteriores forman un acompañamiento omnipenetrante, un
acompañamiento o fondo, por el cual la nota original se desarrolla aún
más en aquella eterna melodía; la melodía que ha sonado reino tras reino
en volumen ascendente.

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Por último, escuchamos esta canción de vida como jamás lo hemos


hecho antes. Primero dormitamos y no escuchamos; luego logramos
percibir algunos débiles sonidos; después la melodía se insinúa a nuestros
oidos; por último comenzamos a escuchar la canción. En el reino
humano nos escuchamos a nosotros mismos y a aquellos que nos rodean.
En el reino humano comenzamos conscientemente a desear escuchar
música, y a vivir vidas de música. Por ello, hemos cantado
inconscientemente. Ahora debemos cantar conscientemente. Ahora
debemos discernir nuestras notas eternas, aquellas notas con las cuales
comenzamos el peregrinaje de nuestra canción; y debemos derramar en
nuestro canto la mayor gloria de este reino humano.
Ahora debemos cantar con toda la conciencia despierta de nuestro
ser, realizando plenamente el significado de cada nota en la melodía de
nuestra individualidad, que cada nota siga a la otra según el poder y
sabiduría de la naturaleza individual se desarrollan.
Hemos aprendido a usar la mente, para cantar con verdad y
nobleza; las emociones, para cantar con sentimiento, reverencia,
inspiración; el cuerpo, para cantar con pureza; todos ellos, para cantar
con creatividad, de manera que algún día cuando hayamos logrado la
salvación de los reinos superiores, podamos cantar toda la canción de
nuestra existencia en el mágico y misterioso llamado al océano de vida
dormida que nos rodea para que despierte plenamente.
Primero decimos que ésta y ésta es música, y que esto y ésto es
desarmonía y cacofonía. Primero cerramos nuestros oidos a aquellos que
pensamos es ruido y clamor desagradable. Primero juzgamos,
aplaudimos, condenamos. A menudo una generación condena lo que la
próxima generación exalta.
Poco a poco, sin embargo, la canción de nuestro significado propio
e individual se eleva en la vida vocal que nos rodea en todos los reinos de
la naturaleza. Primero, como una canción sumamente compleja, llena de
cambios y combinaciones extrañas; con sombras de discordia y
frustraciones, de fracases. La vida parece demasiado complicada, y en
nuestro canto reflejamos sus complejidades. Pero, aunque cantemos con
tanta complicación, y a menudo discordancia, nuestra canción sin duda
es una melodía inconclusa, porque sólo nos expresa como somos en
términos de un tiempo dado. Es una melodía inconclusa porque tanto la
mente, como la emoción, o cualquier otra conciencia se encuentra
demasiado limitada en su desarrollo. La melodía es inconclusa porque
pensamos que no podemos llevarla más allá de la muerte. La melodía es
inconclusa porque aunque el pasado nos canta en cierta medida, y el
presente lo hace con un volumen un poco mayor, para nuestro oido no
desarrollado, sólo hay silencio.

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¿Quién entre nosotros -salvo aquellos más grandes poetas, artistas


y músicos, y los grandes en otros departamento de la vida- puede
escuchar la música del futuro, o música de lo eterno? ¿Quién,
escuchando una escala de notas, podrá decir: “Esta es mi nota mientras el
instrumento la ejecuta? ¿Quién, escuchando una melodía o secuencia de
armonías podrá decir: tal secuencia de la melodía, tal estrofa armónica,
describe la esencia de mi propio ser? ¿Quién, escuchando cómo entona su
canción algún gran personaje, podrá decir: “Esta es la canción que alguna
vez cantaré con gloria, aunque en forma diferente”?
Hemos cantado dese tiempo inmemorial, pero hemos comenzado
ya a escuchar nuestra propia canción, pero ¿hemos comenzado a conocer
exactamente cuándo hemos llegado, dónde estamos y adónde nos
dirigimos? En el reino humano debemos lograr cierta perfección de
escucha, pero no perfección de canto. Y dese las complejidades con las
cuales comenzamos debemos movernos hacia las simplicidades de la
canción que significa los mismos fundamentos de nuestro ser; así,
alcanzando allí dentro nuestra nota eterna, podremos percibir y apreciar
la estructura parcial que se ha elevado sobre ella con ayuda de material
sonoro que hemos acumulado en un reino tras otro; para estar así
dispuestos a proceder con la construcción de alguna parte de la fina
superestructura, con el material reunido en este reino humano nuestro.
Nada para nosotros es música verdadera cuando no podemos
percibir un sonido básico y eterno, cuando todavía somos incapaces de
percibir un motif con propósito, que posee movimiento hacia una noble
finalidad, o una intimación de la música para la cual no tenemos medios
de transmisión.
No vivimos en verdad, salvo que la música de nuestras propias
vidas se caracterice en alguna medida. La música de los grandes, la
música de los dioses, y la música de la Naturaleza en sus variados
aspectos -ellas nos recuerdan que podemos hacer nuestra propia música
sublime.
Escuchemos entonces, la música del crecimiento, la música del
triunfo y salvación, de nuestro futuro. Cada una de estas músicas canta a
nuestro alrededor, por nosotros y en nosotros, en todos lados y siempre.
Aquellos que tengan oidos para escuchar música podrán escuchar y
aprender a componer gloriosas olas de sonido, para gloria del Gran
Compositor y Divino Conductor de la orquesta de la vida, y para su
propia perfección.
¿Adónde te conducirá tu música -mineral, vegetal y humana-? ¿A
la canción del santo que plenifica su vida en meditación, contemplación
mística, éxtasis, unión con Dios? ¿A la canción del científico que
plenifica su vida descubriendo, analizando, sintetizando, legislando,
ordenando, proponiendo, en la exacta presentación de su experiencia? ¿A

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la canción del héroe que llena su vida de nobles acciones, sin miedo en
aventurarse, con educada caballerosidad? A la canción del artista en la
exaltación de la forma y el alma, con exquisitas líneas de color y sonido?
¿A la canción del comerciante que acumula correctamente los bienes y
los distribuye, utilizando los tesoros de la tierra para sus criaturas y todos
los reinos de la naturaleza? ¿A la canción de aquel que cumple su vida
de servicio de la clase que sea requerida y le sea posible sin quejarse,
aunque sea humilde o grande?
¿Cuál será la naturaleza de la unicidad de tu propia canción de
triunfo, la canción de su salvación en el reino humano, que llama ante esa
puerta pro la cual accederás al reino siguiente? Tú has cantado canciones
de salvación antes, y cada canto te ha ascendido desde lo inferior hacia la
ciudadanía de la vida con mayor nobleza. Una vez más entonas tu
canción de salvación apropiada al reino humano, para poder pasar del
reino humano a la ciudadanía superhumana, y una vez más para pasar ya
como rey a una altura aún mayor.
¿Puedes escuchar dentro tuyo, en tu nota primordial -antes
escondida y silente, pero ahora sonora en pleno- los susurros de tu eterno
y único ser? ¿No reconoces tu canción aunque sea vagamente? Trata de
entonarla en tu vida, aunque suene al principio vacilante, distorsionada y
discordante como sombra de la real. Deja que comience la canción de tu
triunfo, que suene su clarión, para proclamar el advenimiento del alma
próxima a la meta humana, y así proclamada, incitar a sus almas
hermanas a moverse más enérgicamente hacia su propia salvación
Hay una infinita variedad de sonidos, todos música moviente, creciente
son, evolucionando, desarrollándose. Hay música de la multitud, a veces
vulgar, a veces siniestra y destructiva; a veces delicada y ennoblecedora.
Hay música en una reunión o conferencia, en la medida en que el
orador no pronuncia solamente palabras, sino que sea un conductor que
conjure y dirija la música de aquellos a quien habla. Podrá ser la música
de apreciación, o la música de desaprobación, o de violento antagonismo,
o de respeto y crítica consideración.
Hay música de una ciudad con su envolvente y conflictiva vida. A
menudo su música se oye con mayor claridad a una pequeña distancia.
Hay música de villas, de iglesias y templos, de teatros o
exposiciones de pinturas, de lugares de residencia, de relaciones, casas,
ropas y útiles domésticos, barcos, negocios, maquinaria, niños jugando y
trabajo, trenes y aeroplanos, poderosos trabajos de ingeniería, dibujos y
esculturas, libros, periódicos, revistas y de la misma comida que
comemos.
Hay música emocional, música mental, música física, música que
pertenece a cada estado de conciencia, música expresiva de cada fase de

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pensamiento, cada cambio de sentimiento, deseo, esperanza. Música de


desesperación y olvido, pena, gozo y risa.
Toda es música verdadera, aunque en nuestro nivel de evolución
podemos no escucharla, o pensar que sólo es desarmonía.
La disonancia es música en devenir, pero la así llamada oscuridad
se resuelve gradualmente en luz. A veces la disonancia es música
adormilada.
Trata de seguir a tu artista musical favorito o compositor en sus
exploraciones en aquellas regiones en las cuales el verdadero artista hace
sus descubrimientos; se ellos mismos en sonido o color o algún otro
modo de forma.
Todo gran artista se contacta con chispazos del alma superior en
estados de éxtasis posibles, en algún estado en el cual se eleve desde lo
normal a una condición supernormal de conciencia. Puede ser un artista
con las palabras, o con alguna substancia material, o en cualquier otro
medio de expresión. En todos los casos alcanza una región superior de
conciencia y responde a alguna vibración más fina, más compleja,
cuando regresa con el recuerdo, procede a expresar y elaborar una
creación maravillosa, o como en realidad es, un reflejo de la vida más
desarrollada, que da nacimiento a una incitación de la conciencia mayor.
En caso de algunos genios creativos, la visión que es traida a la
tierra se percibe en simplicidad básica, en una sola nota vibrante con
medios tonos, en una línea infinitamente sugestiva, quizás sugerencias,
un simple color rico en potencial. Según la visión deja su plano y
desciende a la tierra, la simplicidad se desarrolla, hasta que por último
emerge como una sinfonía, como una estatua, como una pintura.
En otros casos de genios creativos, la visión comienza con mayor
complejidad, y puede descender a la tierra perdiendo algo de su
esplendor, más que condición de desarrollo.
En todos los casos, por supuesto, hay alguna pérdida según el
medio de expresión se haga más denso. El mismo poco desarrollo es una
pérdida en sí misma. Suele suceder que el visionario se entristece ante la
imposibilidad de representar su visión con precisión; en las
reproducciones, es casi imperdonable lo poco que llega de la realidad.
Trata, cuando escuches la música, de comprender su significado
más espiritual y eterno, porque la música puede ser una escritura o un
libro, sin duda una pintura, una estatua, un edificio. Una biblia puede
estar redactada en palabras, pero debe tener color y sonido; seguramente
es así en la naturaleza, en el amanecer y en el ocaso, en el océano, las
estrellas y las nubes, en la canción de los pájaros, torrentes, vientos, el
murmullo de los árboles, los humildes insectos, los cataclismos,
tormentas, en la quietud. Pierde tu yo cuando la música te lleve hacia tu
yo mayor. Pierde las regiones y mora en lo superior, reajustando tu yo a

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tu verdadero yo. La mayoría de nosotros está muy afirmado en nuestros


yoes menores e inferiores; nos aferramos a ellos tan desesperadamente
que llegamos a ser sus esclavos; la música es una de las formas más
potentes de liberarnos de tal esclavitud; pero en la música superior y no
la inferior; el Jazz es sin duda música, porque ¿dónde no existe la
música? Pero es una forma de música regresiva. Nos fuerza hacia un
período ya superado. Y esto significa reproducir en nosotros un período
de evolución que la civilización ya ha pasado hace tiempo. ¿Qué sentido
tiene repetir una lección que ya conocemos? ¿Por qué volver a lecciones
más fáciles en la escuela humana cuando debiéramos estar cerca de
egresar de nuestra carrera?
Es muy importante que no sólo aprendamos a escuchar música,
sino también a crear música. En Occidente se fomenta muy poco esa
actividad creativa en el reino de la música, aunque se enfatiza la
apreciación de la música ya compuesta. Desde los primeros períodos del
estudio musical, debiera fomentarse y estimularse la creación. Aunque
no se obtengan resultados positivos, es importante que los jóvenes
músicos -y todos somos músicos- trabajen descubriendo música, tocando
música, experimentando música, buscando su propia nota y su propia
canción. Enseñar a un niño las escalas y la técnica en genera, y
reproducir lo hecho por otro, no es enseñar música exactamente. Enseñar
en verdad es ayudarlo a que penetre en la vida de su alma musical y
después dirija su atención a las formas. Primero debe amar la música,
luego tratar de hacer un poco de música propia, y después reproducir la
creación de un maestro musical. Sólo apreciamos una creación magnífica
cuando ya tenemos una idea de lo que se debe crear. Y en el curso del
tiempo, la apreciación de obras maestras, nos conducirá a darnos cuenta
que nosotros mismos somos maestros de música en devenir. Podremos
reproducirnos en sonido, reproducirnos en color o de alguna otra
modalidad de formas.
La música de la India, no pertenece a la armonía que caracteriza la
música de Occidente; tiene una gran ventaja sobre su contraparte
occidental en que su acentúa tonicamente la composición musical con
extraordinario éxito. En todos los conciertos de India, parte del programa
consiste en improvisaciones por parte de principiantes. El cantor
improvisará, y el violinista acompañará al cantor maravillosamente:
Luego el violinista improvisará y el tamborista indio improvisará en un
solo, dando una exhibición del ritmo puro musical.
¿En cuál concierto occidental veremos una improvisación del
cantor, violinista, violoncelista, oboísta, flautista, o tamborista? Las
improvisaciones y la composición son mucho más vitales para el arte
musical que la reproducción. No debiera haber ningún individuo privado
de hacerlo; en forma de composición musical. Un individuo que dice que

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no es músico, ni artista, ni pintor, no dice la verdad. El es supremamente


todo esto, aunque no tenga el poder de expresarlo en forma reconocible.
Cada uno de nosotros es un músico, un artista, en su corazón; y
seguramente alguna vez se ve y escucha a sí mismo como sonido o color.
Quizás no pueda tocar o pintar, pero, en espíritu, hace bella música, pinta
cuadros maravillosos y concibe gloriosas formas.
Con la ayuda de la Teosofía, su inspiración y revelación
impersonal de la verdad eterna, la facultad creativa se refina y estimula;
así nos acercaremos a nuestra Divinidad de la cual el alma es el espíritu
de la creación.

=12=

TU Y LA BUSQUEDA DE LA BELLEZA

¿Hay en general algún{un uso al cual aplicar los principios


esenciales de la Teosofía? ¿Hay algún servicio que podamos hacer con la
posesión de la comprensión teosófica?
Obviamente, el trabajo de todo teósofo, sea o nó miembro de la
Sociedad Teosófica, es disminuir la ignorancia perniciosa y aumentar el
conocimiento beneficioso. El propósito supremo de la Teosofía es
dispersar con el poder de sus rayos luminosos, las oscuras nubes de la
ignorancia que obstruyen y distorsionan la luz que todas las criaturas
vivientes necesitan en el sendero que deben transitar. Cada individuo en
el reino humano, debiera estar firmemente alerta sobre lo poco que sabe,
lo mucho que se apoya en las creencias, la autoridad y las expectativas,
en vez de apoyarse en su experiencias.
De esta manera, ganaría progresivamente una concepción más
clara sobre las limitaciones del verdadero conocimiento; se capacitaría
para trascenderlas y aventurarse más allá de las fronteras que el
convencionalismo acepta como impasables. La Teosofía no sólo nos
ofrece una comprensión más clara, sino que nos indica, con un lenguaje
comprensible, la naturaleza de aquella sabiduría, más allá del umbral de

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nuestro alcance momentáneo. En consecuencia, con ayuda de la Teosofía,


no sólo podremos ordenar nuestro conocimiento presente, sino también
preparar planes para construir la morada que albergue el próximo
conocimiento superior.
Por supuesto, existen innumerables instrucciones con las cuales
acceder a la clarificación del conocimiento poseído, y así colocar los
cimientos de un conocimiento mayor. Pero será útil saber de la existencia
de un principio común a todas las instrucciones; un principio que es parte
de los fundamentos universales de la verdad, sin importar cuál sea su
forma. Si tal principio general existe, será útil fortalecerlo allí donde se
sostenga y expresarlo en donde se encuentre ausente o alejado.
Según me parece, este es el principio o cualidad de Belleza,
inherente a todo lo verdadero, sabio, poderoso y espiritual. La Teosofía
declara que sólo lo bello es esencialmente verdadero; porque muestra la
belleza como suprema herencia del desarrollo, demuestra la belleza como
fragancia y experiencia duraderas y protege lo bello como factor
crecientemente dominante en la vida de todos aquellos que viven
naturalmente y en consecuencia en la verdad. En el mundo actual, la
fealdad tiene bastante dominio a expensas de la Belleza, de la Paz, Buena
voluntad y Felicidad. Debiera existir mayor belleza en la vida del
teósofo, sea o no miembro de la Sociedad Teosófica, que en la vida de los
individuos comunes; porque la Teosofía es la ciencia de la Belleza, por
ser la ciencia de la Verdad. Hasta los detalles más mínimos de su vida
diaria debieran tener un toque de belleza poco común. Debiera vivir una
vida bella con sentimientos, pensamientos, habla, y acciones más bellas;
esperanzas, aspiraciones y relaciones más bellas con sus camaradas.
Debiera ser capaz de percibir la belleza en todo lo que lo rodea con
mayor perspicacia y apreciación; sus relaciones con la naturaleza
debieran ser más armónicas, porque hay belleza en él que se contacta con
la belleza externa. En ninguna parte está ausente la belleza. Quizás no la
percibamos; o exista como embrión; puede permanecer oculta por que
no se aplica en los niveles admitidos de belleza. Pero jamás podrá
decirse que no existe; porque ella es la esencia de la vida, y la vida es
universal.
Un teósofo, si está bien versado en su ciencia, será sensitivo a la
belleza en cualquier forma de vida. Muchos insistirán en que no hay
belleza en algunas formas de vida, que su fealdad es total. Pero el
Teósofo sabe que por más fea que fuera una forma, se puede redimir por
su chispa de belleza, aunque brille muy débilmente.
¿Qué es entonces la fealdad? ¿Existe? ¿Prevalece en nuestro mundo
actual?
Disculpen al escritor si hace estas definiciones un poco fuera de
lugar. Lo que era belleza para un estado primitivo de la evolución, en

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una etapa posterior, puede no serlo; la fealdad suele ser belleza en


devenir, y no menos belleza fuera de época; es una forma o modalidad de
conciencia de la cual la vida se ha retirado para entrar en formas más
cercenas a un mayor desarrollo. La fealdad y la Belleza son por tanto,
términos relativos. La estatura de Cristo de Epstein podrá ser bella para
el salvaje, pero seguro no lo es para el hombre civilizado, por tanto,
tampoco para nosotros. Epstein ha reproducido para la evolución actual,
la belleza de hace miles de años. Esta belleza ya no se ajusta a nosotros y
a los cánones de lo bello y en consecuencia la llamamos fealdad.
La fealdad, entonces, suele existir para nosotros porque no nos
liberamos en el momento debido de aquello que algún día fue bello, no lo
dejamos partir, nos aferramos a él aunque su tiempo haya pasado. La
fealdad prevalece en el mundo de hoy por dos razones: no estamos lo
suficientemente adelantados en nuestro sendero evolutivo y porque el
mundo aún pudiendo, no avanza más rápidamente hacia el escalón
superior que le está destinado.
Hay mucho de Belleza en todos nosotros. Hay mucha belleza en
todo el mundo. Pero podría haber más belleza; debe haber más; más
sabiduría y más belleza. si hubiera más fraternidad, habría más belleza;
si hubiera más respeto y comprensión habría más Belleza.
¿Cómo es posible definir entonces la belleza que falta en nosotros
y en todo el mundo?
Se puede definir, en el sentido en que la civilización ya ha
alcanzado un cierto nivel que demanda para su expresión ciertos reflejos
específicos de belleza. Hay una alta medida de belleza para todo el
mundo, ese mundo que llamamos civilizado.
Y no se puede definir porque cada individuo necesita una belleza
peculiar, única para sí mismo.
La belleza que X apreciaría y desearía, bien pudiera ser una belleza
radical, pero no fundamental; diferente a la belleza apropiada para Y.
Por ejemplo, un salvaje, tiene un patrón de belleza que en el
individuo más civilizado bien podría apreciarse como fealdad; porque el
hombre civilizado ha dejado de usar esa clase particular de belleza.
Para un animal, y cada clase de animal, los modelos serán distintos
a los del reino humano. Lo mismo sucede con los reinos vegetal y
mineral.
El patrón de belleza perteneciente al reino superhumano sin duda
será radicalmente distinto al del reino humano.
Belleza y fealdad, son términos relativos. Lo feo es lo gastado. La
belleza es aquello que expresa con la mayor perfección posible al
individuo en su actual estado evolutivo; como es y será. Pero en el
momento en que comienza a cambiar y avanzar hacia aquello que le
espera, lo que llamó belleza, comienza a ser “feo” para él; no encaja más

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en su nuevo concepto sobre lo bello y ya no lo desea. Se absorbe en el


nuevo patrón de belleza natural y acorde a la vida mayor del umbral que
está pisando.
Todo en la vida es bello, porque todo tienen su lugar: Pero es bello
en su lugar. Fuera de él, parece feo y lo es relativamente. Lo bello es
aquello que está en su lugar y que nos ayuda a armonizarnos con nuestro
estado particular de evolución; a expresarnos con veracidad y eficacia y a
movernos hacia adelante en el sendero. Lo bello que no es útil ni ayuda,
no es bello para nosotros, no es adecuado para nosotros; aunque debamos
aprender a apreciar la belleza allí donde es adecuada. La belleza de una
etapa superior, no es belleza para nosotros, pero debemos aprender a
apreciarla allí donde está, porque está en el sitio adecuado.
Tampoco debemos despreciar la belleza de la etapa pasada que nos
ayudó a llegar a nuestra altura presente. Esta belleza permanece en su
sitio aunque ya no la necesitemos. No debemos conformarnos y
quedarnos en la belleza presente; ella también nos llevará hacia otra
belleza más noble que nos esforzaremos en comprender y corporizar en
su momento.
Debemos ser humildes, pero osados, en homenaje a la vida que
fluye en nosotros como un río de pureza y poder; debemos examinar
nuestras vidas de todos los días en sus variados detalles, sus intimidades
y aspectos mayores, para asegurarnos que podamos expresar la máxima
belleza que nos corresponde en este momento y este lugar.
¿Hay fealdad en nuestros hogares, nuestros gustos, deseos,
actitudes, palabras o acciones? ¿Estamos viviendo en un subnivel que no
corresponde a nuestro estado presente de evolución?
Miremos nuestra vestimenta; veamos nuestras salas; nuestro
alimento; nuestro trabajo. Observemos la calidad de nuestra capacidad
de apreciación; nuestro ocio; nuestras opiniones y convicciones, nuestras
esperanzas y temores; nuestras relaciones. ¿Son todas ellas tan bellas
como podrían ser según nuestra capacidad? Quizás un artista diría que
nuestra casa es terriblemente fea, para él podría serlo. Pero la cuestión es
si es fea para el momento y lugar en que nosotros estamos. Un individuo
con gusta altamente desarrollado en la moda del vestido, puede pensar
que nuestra ropa está totalmente fuera de lugar. ¿Estamos fuera de lugar
con respecto a nosotros y no con respecto a donde él está?
Un epicúreo condenaría nuestras comidas como imposibles de
comer; pero ellas pueden ser absolutamente adecuadas para nosotros. Un
individuo con elevado refinamiento selectivo podría aborrecer lo que
para nosotros es deleite. Aunque para él nuestra elección sea rústica, ¿es
en realidad todo lo adecuada que podría ser para nosotros? ¿Podríamos
tal vez elegir mejor?

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Se advierte claramente que existe un nivel inferior al nuestro en el


que no debiéramos permitirnos caer. Por cierto existen ciertas costumbres
acertadas para distinguir entre lo bello y lo feo; entre lo que nos hace
avanzar y lo que nos detiene. Tenemos el deber, según la opinión pública
y el juicio individual de condenar la fealdad e insistir en la belleza;
tenemos el deber de dar al público aquello que necesita; no mediante
cualquier medio; no lo que demande en su ignorancia, sino lo que
necesita para crecer: la clase de comida que lo desarrolle, sea esta comida
física, emocional o mental.
Podemos lograr y mantener un algo nivel de rectitud en
consecuencia agradable y bello viviendo en todas las áreas de nuestras
complicadas vidas.
Pero al mismo tiempo, no debemos imaginar que el individuo que
no pueda adaptarse al nivel normal no tiene belleza en sí mismo. Es
posible que posea toda la belleza disponible a su estado particular de
desarrollo, aunque no toda la que podría tener; o desniveles de belleza
que parezcan fealdad.

Debemos juzgar cada individuo según su estatura; pero jamás


pensar que en él no haya belleza; porque nosotros mismos estamos
evolucionando, tenemos una buena dosis de fanatismo, y algunos
aspectos de belleza engarzados en nuestras características individuales.
“¡Qué hermosa es esta o aquella idea!” “¡Qué bello es éste o aquél
principio!” ¿Por qué la gente no puede ver lo bello que es? ¿Por qué no
se fascina como nosotros ante ideas que nos parecen obviamente
maravillosas y bellísimas?
No debemos imponer sobre otros la belleza que para nosotros sea
natural y correcta; ni imaginar que los demás carezcan de sentido estético
porque no acepten nuestros modelos.
Debemos expresar lo que para nosotros es bello; porque es nuestra
verdad esencial; la belleza crece según la vida crece; según la inteligencia
y las emociones crecen. Según se desarrolla la vida en las regiones
superiores, la ley natural determina que entre la belleza y la fealdad, se
balancee el péndulo de la comprensión y la experiencia con creciente
violencia. Hasta que el conocimiento íntimo de la oscuridad despierte en
nosotros la perfecta apreciación de la luz.
en los reinos primitivos de la naturaleza, la belleza parece más
manifiesta, más evidente. En el reino mineral, la belleza de la estructura,
el esplendor de la inmensidad como masa o distancia; la omnipotencia
latente del tropel, el encanto de la vida fructífera, sublime maternidad de
la materia -todo inspira una maravilloso sentido de paz que sin duda se
encuentra más allá de nuestra comprensión.

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En el reino vegetal, la belleza de la forma, la gloria del color y su


riqueza profusa, la silenciosa dignidad de los miembros más gentiles del
reino - todos declaran la belleza de la naturaleza como cualidad de
cualidades.
En el reino animal, la belleza se cumplimenta en la forma, la
santidad y sacrificio de la maternidad que todo lo penetra; la nobleza de
la muerte en la plenitud del tiempo -todos declaran el sublime propósito
de la naturaleza.
en cada reinado, la belleza se encuentra en la simpliciada y
derechura cristalinas; en su delicadeza y refinamiento.
La divinidad no necesita más testigos que estos jóvenes reinos para
el diseño triunfal de la Vida.
La vida duerme en el reino mineral, bella en su sueño, en la
perfección de la Maternidad de Aquello que llamamos Providencia.
La vida dormita y vagamente se conmueve en el reino vegetal,
bella en su ensueño y agitación por la perfección de la Maternidad de
Providencia; y comienza a despertar en el reino animal, bella en su
incipiente despertar por la perfección de la Maternidad de Providencia.
¡Cuán maravillosamente cuida de sus criaturas menores!
¿Y sus hijos mayores, nosotros, el reino humano? ¿No
aprenderemos a cobijar providendia? ¿No creceremos en plenitud y en la
medida de providencia?
Hay protección en los reinos inferiores y toda la belleza que
asegura esa protección. a veces nos parece que la naturaleza es más bella
en el animal, el vegetal y el mineral; especialmente en la dignidad de la
vida que mora en ellos; y menos bella en el reino humano que se supone
superior.
Pero, en el reino humano, cada individuo posee la suprema gloria
de tomar en sus propias manso su desarrollo con creciente plenitud, junto
con esa glria, vienen a su debido momento una visión del reinado al que
pertenece.
en el reino humano, la vida despierta, aprende a ser libre y a ser
ley. Las Maternidad de Providencia nos enseña a pararnos sobre nuestros
propios pies; dejar de ser niños; movernos como hombres libres y por
último, a conocer.
¿Quién puede conocer la Vida sin conocer la muerte? ¿Cómo
conocer la Luz sin conocer la oscuridad? ¿Quién puede conocer la
Sabiduría sin conocer la ignorancia? ¿Quién puede conocer la Belleza sin
conocer la fealdad? En el reino humano pronunciamos la palabra
“fealdad” y conocemos su significado; a veces cuando todavía no
sabemos, damos a las palabras “belleza” y “fealdad” un significado de
calidad absoluta y final; juzgamos lapidariamente.

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Pero cuando empezamos a saber, aprendemos que la belleza reina


en todos los reinos de vida, que tiene su morada en todas partes y en
todos lados su debido respeto.
Debemos confeesar con tristeza, que al aprender a mecernos con
mayor confianza en el péndulo de creciente poder, nuestros movimientos
frecuente,mente causan estragos, desolación y abusos en los reinos
naturales que debieran permanecer sagrados.
Los jóvenes vidas en los reinos mineral, vegetal y animal, están
sujetas a trementda barbaridades; está bien que hagamos el aprendizaje,
pero ¿Será necesario que el péndulo se balancee con tanta violencia que
arrase violentamente la vida que no debiera tocar?
La Teosof+ia proclama la santidad de toda vida y su inviolabilidad
ante la denigración y destrucción desenfrenadas. Ha llegado el momento
para que el péndulo cambie su centro desde la fealdad del sentido de
posesión irresponsable, hacia la belleza de la protectora compasión.
Hacer uso, utilizar, debe ser servir; el abuso es una injuria para el sujeto y
el objeto.
Busquemos lo más bello de nosotros mismos, en nuestro alrededor,
nuestro trabajo, nuestras relaciones con las múltiples formas de vida. No
nos conformemos con la belleza que pareciamos, busquemos belleza más
allá de nuestra capacidad de reconocimiento. Conozcamos con todo
nuestro corazón y voluntad que existe una belleza más noble que anidará
en casi todo lo bello de nuestras vidas.
Algún día, seremos capaces de vivir con mayor belleza en las
pequeñas cosas; podremos ser más bellos y armoniosos en lo que
pensamos, sentimos, hacemos, decimos, gustamos y amamos.
Una vida de fealdad, de cualquier naturaleza, y existencia, es la
negación de la Teosofía y el fracaso de la vida teosófica.
El vivir teosófico significa esforzarse para vivir en la medida de lo
más elevado en nosotros, y la búsqueda sin descanso para ascender a lo
que nos supera.
¿Cuál es la antítesis esencial de la fealdad? simplicidad. Paz y
felicidad en una vida que no deja de ser cómoda por su simpleza. Un
vivir que no cometa exigencias injustas sobre aquellos que trabajan
fatigosamente, que vivien en estrecho contacto y comunión con la Madre
Tierra, lejos de la competición y del ruido, en amistad, entre simples
placeres no degradantes. Es cierto que cuanto más vivamos en contacto
con la Madre Tierra, más alejados estaremos de la fealdad.
A veces, encontramos gente que afirma agresivamente que la
simplicidad más cierta para el ser humano está en la desnudez; porque los
reinos inferiores no usan vestimentas; en la comida cruda, porque los
animales no cocinan su alimento; en la desaparición de las sanciones y

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leyes comunes a la civilización humana, porque estas sanciones no


existen aparentemente en los demás reinos.
A veces encontramos personas que imaginan que la simpleza
radica en ser distintos a los demás, gente ordinaria y común. chocando
con ellos en su extravagancia. Se considera que la simplicidad es no ser
convencional, sino grotesco, extraño, inusual.
Pero esta simplicidad no es verdadera; no es más que abandonar
una clase de conducta para ir a otra; una adoración a toda costa del ídolo
de la diferencia.
Podrá haber vida simple en una choza o en un palacio; el
millonario podrá vivir con tanta simpleza como el obrero, en el sentido
en que usamos los términos; pero en realidad todos somos trabajadores.
Aquél que pueda hallar su bienestar en sí mismo y en una vida de
simplicidad, porque no depende de satisfacciones externas, estará en paz
con su centro; sean cual fueren sus contenidos.
La fealdad radica en la extravagancia, en el efecto por el efecto
mismo, en la exaltación de aquello que esclaviza, en el énfasis en busca
del egotismo en vez del servicio, en la exaltación y adulación del cuerpo
a expensas del alma.
Cada uno de estos tipos de fealdad, se encontrarán por ejemplo, en
el así llamado arte moderno. Hay una tendencia, un culto de la fealdad, y
el espíritu de esclavitud es tan fuerte que a menudo nos sentimos capaces
de apreciar aquello que en verdad es feo; que reconocemos como feo en
nuestros corazones, pero que gente renombrada declara bello. Es un
espectáculo lamentable observar a los esclavos de la ortodoxia haciendo
lastimosos esfuerzos para distorsionar su visión para poder ver aquello
que no está allí. si sólo confiaran en los demás un poco menos, y un
poco más en ellos mismos, podrían matar esa fealdad de forma y color
que levanta su cabeza sólo porque tantos de nosotros somos cobardes
ante la agresividad.
Apuremos el feliz día con la belleza propia al tiempo. apuremos el
día en que busquemos constantemente la belleza del futuro que vendrá y
tomará su lugar en nuestra conciencia despierta, de la belleza que nos
sirve en el presente.
Apuremos el día en que dejemos de conjurar desde el
subconsciente esa belleza más allá de las cualidades entre las que hemos
crecido. en estos días hay una inclinación muy peligrosa para volver al
pasado en vez de avanzar hacia el futuro. Resucitamos las circunstancias
de nuestra vida salvaje; como son poco conocidas, extrañas y curiosas,
pensamos que avanzamos, cuando en realidad retrocedemos. Nos
movemos. El orgullo no nos permite imaginar que retrocedemos; en
consecuencia, debemos estar avanzando. La tónica total del mundo
desciende a un nivel que es el de su origen y el resultado es la

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vulgarización de la textura de la vida que haya en parte expresión en la


fealdad, depresión, constante amenaza de guerras e inquietudes que se
reflejan todos los días en la prensa. vivimos por debajo de nuestro valor
actual; vivimos por debajo de nuestra capacidad de vida. Substituimos lo
bello por lo menos bello; no nos esforzamos hacia lo más bello, nuestra
herencia.
Busquemos en nosotros la plenitud de la belleza; lo que es bello
para nuestro nivel de crecimiento. vivíamos todos los momentos de
nuestras vidas tan bellamente como sepamos. Evitemos la resucitación
artificial de formas gastadas de belleza que ya tuvieron su oportunidad;
protestemos contra su recuperación. Avancemos desde la belleza, que es
nuestra, hacia la belleza que será nuestra. Abandonemos la belleza del
ayer, de los muchos ayeres, dejemos que duerma el sueño de los justos.
Permitamos que la belleza actual se despierte magnificente; que la
belleza del mañana brille ya suavemente en nuestro Oriente.

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TU, LA TEOSOFIA Y LA SOCIEDAD

Tiene suma importancia el darse cuenta que la Teosofía no es


dictatorial en manera alguna. No establece norma, ninguna norma. No
pide a nadie que se adhiera a ningún principio como cosa necesaria al
correcto vivir.
La Teosofía no es una autoridad. Es un enunciado sobre la
naturaleza de la ciencia de la Vida y sólo un enunciado parcial. si gustas,
puedes llamarla una revelación, porque su origen primario proviene de
Aquellos más sabios de la humanidad. Representa mayormente aquello
que la humanidad le falta aprender. Pero esa revelación no pretende ser
un verbo que deba creerse para el logro de la Salvación. Es un dibujo; y
aquellos que lo miran son libres obviamente para coincidir o no con
cualquiera de sus partes, o su totalidad.
Si la Teosofía se relacionara de alguna manera con Dios, se
referiría al dios interno, más que a cualquier cualquier dios foráneo,
antropomórfico, como necesariamente debiera ser tal dios. La Teosofía
conoce un dios de naturaleza indescriptible al hombre. De ninguna
manera la Teosofía carece de Dios, porque el Principio Divino es uno de
las más maravillosos y universales hechos de la Vida.

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La Teosofía describe, hasta donde es posible, en forma científica e


impersonal, la naturaleza dl proceso evolutivo en el cual todos vivimos,
nos movemos y tenemos nuestro ser. Describe el pasado, explica el
presente. Traza un dibujo descriptivo del futuro. Y deja que cada uno de
nosotros, en libertad total, utilicemos lo que nos plazca de esa
descripción, dejando aparte solamente en el presente lo que no tiene
significado para nosotros.
La Teosofía no dice: tú estás obligado, sino: observa, considera,
compara y pesa, determina.
Un miembro de la Sociedad Teosófica simpatiza en sentido general
con los Tres Objetivos y con el principio universal de la fraternidad; lo
mismo sucede respecto del estudio de las grandes religiones, filosofías y
ciencias, en un espíritu de comprensiva comparación. Y la idea de un
mayor conocimiento sobre la vida y la aventura en busca del
conocimiento superior más deseable.
Pero su forma de expresar esa simpatía es privativa del individuo y
su manera de vivir es cosa suya.
La gente tiene ideas muy erróneas sobre lo que caracteriza a un
miembro de la Sociedad Teosófica.
Muchos creen que la membrecía significa abandonar la religión por
otras formas de creencias, sean religiosas o anti-religiosas. Otros piensan
que para poder ser miembro uno debe convertirse al vegetarianismo,
dejar de fumar y abstenerse del alcohol.
Otros, que nadie puede ingresar a la sociedad Teosófica si no está
dispuesto a aceptar alguna forma de autoridad, un Maestro; algún
Maestro Mundial en particular; alguna forma inusual de religión, como
por ejemplo la Iglesia Católica Liberal, en el caso del Cristianismo, o el
Bharata Samaj, con respecto al Hinduismo.
Muchos creen que los miembros de la Sociedad deben suscribirse a
alguna forma de enseñanza política; que deben oponerse a cualquier
forma de nacionalismo; que deben ser exclusivamente inter o super-
nacionalistas; que en India, por ejemplo, deben ser ardientes
protagonistas del Home Rule (Gobierno Popular).
Muchos piensan que la Sociedad Teosófica tiene estrecha afinidad
con algún esquema específico de reforma económica o humana, o con
algunas grotescas ideas sobre fantasmas, o el regreso de las almas
humanas a las formas animales, o sobre fenómenos psíquicos. “¡Oh, eres
miembro de la Sociedad Teosófica?, qué interesante, ¿Me podrías contar
sobre fantasmas y cómo los objetos físicos se pueden trasladar de un
lugar a otro, o mostrarme un Mahatma alguna vez? ¿Es verdad que tú
crees que podemos ser otra vez animales? ¿Crees realmente en la
reencarnación?”

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al miembro de la Sociedad Teosófica se le suele considerar un raro,


y a veces debemos admitir que ésto se justifica. Lejos de ser un
extravagante, es o debiera ser un poco más sensible que la mayoría de la
gente en el mundo que lo rodea; porque posee una concepción científica
de la vida que resiste el examen del sentido común y la razonabilidad. La
ciencia no podría fundamentar con sus experimentos físicos todos los
detalles del diseño teosófico; la religión no puede colocar su marca de
fábrica sobre todo lo que la Teosofía declara verdadero. La filosofía no
tendría experiencias comparables que ofrecer con aquello descubierto por
la Teosofía. El individuo de todos los días, la vida ordinaria y
convencional, podría no ser apta para este vade mecum y lo mismo
sucedería con los científicos, religiosos y filósofos; los que muy
probablemente los descartarían como extravagancias que no poseen la
garantía de la experiencia normal.
Aparte de la ciencia, la religión y la filosofía, el miembro de la
Sociedad Teosófica con sus tres objetivos y su comprensión particular de
la vida, tiene algo que el mundo aún no posee. Puede ser disminuida;
puede sufrir ante la comparación de los grandes hallazgos del mundo;
podrá no ser susceptible de eso que llaman “prueba”, es decir, no
encontrar expresión en términos convencionales, en lenguaje y forma
reconocibles a los adictos a las pruebas, ni será satisfactoria para quienes
consideran la mente y sus fronteras como árbitros finales de la verdad.
Enjuiciada en la corte del presente, la Teosofía podrá ser
condenada y multados sus miembros con el precio del aprobio y el
ridículo. Pero la corte del futuro hará justicia. Ante la corte de apelación
presente, siempre estará la del futuro, y no pocas veces, la sentencia se
revierte.
Por sobre todas las cosas, compréndase que un teósofo es libre, tan
libre como lo son pocos miembros de los distintos credos del mundo.
Está libre de dogmatismos estrechos, del servilismo de la ortodoxia, de
todo lo artificial, ciego, con sabor a multitud y convencionalismos. Es
libre de las restricciones que ellos imponen, aunque por la razón que
fuere, pueda elegir pertenecer a sus círculos restrictivos.
Tomemos cualquier miembro de la Sociedad Teosófica; lo único
que podremos observar en él será una simpatía por la fraternidad, la
necesidad de comprender y estudiar en conjunto las religiones mundiales
y la búsqueda de la verdad. ¿Es miembro de alguna religión? Puede ser,
pero también puede que no. ¿Es vegetariano? Es posible, pero quizás no.
¿Es un no fumador? Posiblemente y posiblemente no. ¿Es un abstemio
del alcohol? Es posible o no posible. ¿Es pacifista? Puede que sí, puede
que no.

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¿Cree en la reencarnación, la existencia de los Maestros, en las


variadas enseñanzas conocidas bajo el nombre de Teosofía? ¿Quién
sabe?
La Sociedad no se dedica específicamente a un criterio individual
sobre la vida. sólo posee tres simpatías: ni siquiera tres objetivos que
deban seguirse obligadamente.
Es glorioso para la Sociedad que en ella converjan infinidad de
aves con plumajes divergentes, en nombre de una fraternidad común y la
vivencia de un aprecio mutuo; aunque puedan no coincidir en forma
radical entre sí con respecto a temas en apariencia vitales. Todos
nosotros necesitamos las diferencias de otras personas para hacer más
fuertes las verdades. En la sociedad Teosófica abundan las diferencias,
en parte por esta misma razón, porque en cada diferencia hay verdad,
aunque, cegados por nuestras propias diferencias no podamos verla.
Algunos serán viviseccionistas, otros anti-viviseccionistas; otros,
anti-viviseccionistas algunos vegetarianos, otros anti-vegetarianos.
Algunos serán objetores de conciencia en la guerra, otros no tendrán esos
escrúpulos; algunos serán ardientes seguidores de éste o aquél líder
teosófico, otros repudiarán toda idea de liderazgo y exaltarán la
superioridad de principios abstractos. algunos serán ceremonialistas
convencidos, otros anti-ceremonialistas no menos convencidos.
Algunos considerarán la ciencia de la Teosofía como la suprema
raison d´etre de la Sociedad Teosófica, otros pensarán firmemente que la
dedicación y práctica de la fraternidad universal aparte de las enseñanzas
teosóficas, es la única y exclusiva justificación de la existencia de la
Sociedad.
Los miembros de la Sociedad Teosófica no se ajustan a ningún
molde único, ni en forma alguna están sujetos a un credo en especial.
¡Dios no quiera que así sea!
Cada uno es libre. aunque su misma membrecía le lleva a participar
en ese espíritu de solidaridad, comprensión y amistad que sólo pueden
traer la paz y la felicidad.
La finalidad de la Sociedad Teosófica no es producir masivamente
un solo tipo, sino el enriquecimiento de la totalidad mediante la
diversidad de los muchos. La sociedad da la bienvenida a las diferencias,
ansía coleccionarlas; es feliz si se pueden expresar con fuerza y pureza.
sólo pide que dentro de la sociedad, estas diferencias (por más radicales
que fueran) se relacionen con gracia y cortesía, generosidad y
comprensión y con suprema nobleza y reconocimiento del valor de todos
los miembros, de las diferencias que para cada uno son queridas y
valiosas.
Las diferencias no importan tanto; pero la forma de sostenerlas
importa infinitamente. Nadie está absolutamente en lo cierto. Toda

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certeza es relativa -relativa a la estatura evolutiva y singularidad


monádica. Todos, en alguna medida, poseemos lo “correcto” que
necesitamos para nuestra ubicación y estado. Cada uno de nosotros
necesita trabajar haciendo su “derecho” individual tan verdadero y bello
como podemos, conscientes de que tal es el deber de todos.
La membrecía de la Sociedad Teosófica, nos ayuda
maravillosamente a realizar esa tarea; porque a la luz de nuestra
membrecía comenzamos a percibir que todos brillamos con nuestra
propia “rectitud”, aunque esta sea distinta o antagónica de la “rectitud”
externa.
Ingresar a la Sociedad Teosófica es ingresar a la libertad, a la
camaradería constructiva y maravillosa de mutua comprensión y
venturoso propósito. No existen líneas internas en las que el miembro se
obligue a vivir, salvo aquellas que elija por sí mismo. No hay dibujos de
la vida que deba admirar o copiar. No está obligado a adorar ningún altar
ni postrarse ante personas, ni siquiera sostener que sólo en la Teosofía
esté la verdad.
Se une a una feliz banda de personas que comienzan a aprender
cómo vivir con efectividad y alegría, cómo tomar ventaja de las
circunstancias que los afligen, cómo confiar en sí mismos con sabiduría y
aproximarse conscientemente a su futuro conociendo sus limitaciones, no
menos que aquellos que aparezcan por sobre el horizonte de sus vidas en
desarrollo.
Se une a una alegre banda que comienza a perder todos sus
temores, depresiones, sentimientos de desesperanza y futilidad de la vida,
descorazonamientos, penas y fracasos sin remedio.
Se une a una banda feliz que aprende a acentuar en sus vidas las
cualidades del entusiasmo, la valentía, verdad, aventura y paz.
En la Sociedad Teosófica no hay inquisidores, árbitros de modas
espirituales, dictadores o jueces.
La Sociedad es una sociedad de personas amistosas y de todos los
que desean ser amistosos con todos; sin distinción de credo, clase, raza o
nación; sin deseos de superioridad, sin imposiciones de convicciones
particulares sobre los demás; sino mas bien el aprecio de ellos y sus
convicciones y la recepción, la bienaventuranza de corazón a la
membrecía.

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=14=

TU Y TU META

Será interesante confeccionar una lista de los “tus” pasados,


presentes y futuros en la realización del TU.
Dice la Teosofía, que primero que todo está el Tu que atraviesa
todos los “tus”; esa chispa inextinguible del Fuego de la Vida que ha
desarrollado su propia fogocidad inherente, en la medida en que al
presente se manifiesta hoy en tí; y que seguirá creciendo en fuegos de

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creciente poder y gloria. Esa chispa, con su potencial de Fuego infinito,


es el TU fundamental, eterno y constante.
Como parte inseparable del Fuego que llamamos Vida, esta chispa
sin embargo tenía su única e individual Identidad; y esta identidad es la
que procede a desarrollarse; así que mientras desde un punto de vista la
chispa es sólo una parte del poderoso Fuego Cósmico, -un fuego que
evoluciona en su propio plano- desde otro punto de vista es una chispa en
rústico que trabaja reino tras reino de la naturaleza, reuniendo aquello
que llamamos experiencia, pero que ella llama material ígneo para
finalmente lograr la misma estatura del Fuego en que mora.
Desciende al reino mineral para reunir allí material ígneo; al reino
vegetal para lo mismo; y al reino animal con la misma finalidad. De
igual forma, desciende al reino humano. En cada reino gana suficiente
material ígneo que le permite llegar a los reinos superiores con llamas
que cada vez tienen mayor alcance.
en el reino mineral es un tu-mineral. En el vegetal un tu-vegetal
permeado por constituyentes minerales y vegetales. En el reino humano,
es un tu-humano pleno de constituyentes minerales, vegetales y animales.
En los otros mundos, ha incorporado experiencias mineral, vegetal y
animal para producir el tu-humano que conoces como el “yo”. Y para
usar la experiencia de esos reinos mineral, vegetal y animal, que no son
ni el Fuego del cual es la Vida, ni la Chispa, de la cual es el alma-ignea
latente, vibrante, para llegar a ser como la Totalidad de la cual es un
fragmento. El universo es el Alma Ignea triunfante; el individuo, en
cualquiera de sus etapas, es el Alma Ignea viajando hacia el triunfo. El
universo derrama chispas; las chispas se hacen universos; los universos
se multiplican, sus chispas se hacen Fuegos en semejanza con su Origen.
En tí, se encuentra el TU eterno; el TU que siempre ha sido y será;
el TU que es una unidad en desarrollo, mediante un proceso de ajuste, en
la medida y estatura del TU Cósmico que es el Universo. Porque el
universo es individualidad in excelsis.
En tí se encuentra el “tu” mensajero que busca el combustible
mineral para alimento del Alma Ignea que es tu Identidad.
En tí, está el “tu” mensajero que recoge el combustible vegetal
para alimento del Alma Ignea que es tu Identidad.
En tí se halla el “tu” mensajero que provee el combustible animal
para alimento del Alam Ignea que es tu Identidad.
Por ello, en tí está el “tu” mensajero que ofrece el combustible
humano para alimento del Alma Ignea que es tu Identidad.
En tí, consumación de todos los “tus” menores está el “tu”
mensajero que buscará el combustible para el poderoso reino más allá del
humano -el alimento para el Alma Ignea que es tu Identidad.

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Otros mensajeros esperan su turno; hasta que aquél que es


individual sea un Uno -un Universo.
Mientras haya muchos mensajeros, el Alma es una; cuando un
mensajero completa su tarea, entre en el alma de su sucesor, para avanzar
hasta que el Alma victoriosa cmience su poderoso trabajo de
dspertamiento de la vida dormida en el Polvo Cósmico, que viaja hacia
su Divinidad; así como nosotros despertamos hace mucho, mucho
tiempo.
Los variados detalles de tu vida sirven a este titánico propósito: las
conmociones de roca y tierra en el lento proceso de los tiempos y en las
relampagueantes catástrofes de los terremotos, diluvios y tormentas; la
flor que sueña, la hierba y el árbol, que recogen lenta y seguramente la
cosecha de su reino; el despertar de los moradores del reino animal,
intensificando su sentimiento hasta la misma emoción -a veces de amor,
y a menudo ¡Ay! de odio. La autoconciencia de cada miembro del reino
humano, crece hacia la auto-realización mediante millares de
experiencias de toda hora.
Con respecto del crecimiento y desarrollo, nada hay pequeño, nada
hay insignificante, nada sin el más noble poder.
Podrás ser un poderoso genio, un maravilloso santo, un potente
político, un gran legislador, un orador con lengua de plata, un artista
cósmico del sonido, color, forma, vida, un verdadero Salvador.
Podrás hallar tu vida en medio del llamado aburrimiento, sórdidos
y pocos inspirados detalles de las necesidades humanas más simples.
Podras tener poco contacto con el mundo externo; podrás parecer uno
perdido en la muchedumbre. Pero elpequeño pedacito de trabajo en que
estás abocado se realciona y ayuda a que te deslices hacia la meta. Lo
que importa no es lo que haces, sino cómo lo haces, la medida en que
estás consciente del hecho de que el más insignificante elemento en tus
alredodores tiene la capacidad para auxiliarte en tu camino. Tu ambiente
es precisamente lo que necesitas para el momento en que vives. Cumple
tus tareas, no escapes de ellas; el espcape está justamente en cumplirlas.
Así avanzas, vida tras vida hacia las más nobles alturas de la
categoría humana. Según te vas aproximando a lo más alto del logro
humano, tu vida cambia. Se hace más catastrófica; las profundidades que
penetras son más hondas, las alturas que trepas son más escarpadas. Tus
crucifixiones son más lacerantes, tus ascensiones más glorificantes.
Según el péndulo de tu existencia se balancea en arcos de radios
crecientes, entran en tu vida algunos de Aquellos que pertenecen al reino
más allá del humano, o posiblemente de reinos aún más lejanos.
Habiendo llegado tan lejos, eres cpaz de disfrutar conscientemente de una
guía y camaradería que siempre estuvo a tu alcance, pero no podrías
percibir.

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Tu progreso se acelera, el sol del reino superhumano se levanta


lentamente sobre tu horizonte. El “tu” del reino humano finalmente
cumple la misión a él canfiadahace miles de años; el “tu” que espera -el
“tu” mensajero del nuevo reino- avanza en perspectiva de tu crecimiento.
La literatura teosófica describe con belleza estos reinos
superhumanos y sus habitantes; y valoriza las dificultades, penas y
problemas, porque ellos seguramente conducen a estados de conciencia
superados en los que se hacen siervos espléndidos de nobles maestros.
El reino humano, a pesar de sus dificultades, no esmás que una
etapa en el sendero; todo en él es bendición, aunque no lo aceptemos en
nuestra ignorancia. En el reino humano hay miríadas de “tus” cada uno
distinto del otro, cada uno único, diferente. En los reinos inferiores, estos
“tus” se han perdido en los rebaños sin hacer valer su independencia.
Las experiencias han sido de rebaño durante mucho tiempo; compartidas
en común con los miembros del rebaño; en el reino humano, si bien se
mantiene el espíritu del rebaño hasta cierto punto, cada “tu” se hace
progresivamente distinto y verdaderamente sui generis.
Así, ten conviertes en un Rey del reino humano; todos los
expléndidos dones que este reino tiene para ofrecerte son tuyos; porque
has penetrado en su esencia, aunque en tu vida personal no hayas logrado
ningún esplendor especial. Pero el espíritu del esplendor humano es tuyo
y puedes disponer de él en la forma que elijas.
Tu puedes lograr tu realeza en alguna línea particular; llegar a suer
grande en algún aspecto del desarrollo humano; al hacerlo, has
acumulado en tí mismo la esencia de la grandeza humana, sin importar
bajo cuál forma. El reino humano te ha enseñado todas sus lecciones,
aunque no su absoluta totalidad. Tuyo es el poder disfrutar los productos
de cualquier lección; eres libre en el reino humano, porque aprendiste a
encarnar el alma del reino. Así como llevaste el alma vegetal al reino
animal y el alma mineral al reino vegetal.
El Tu-Sol central tiene a su alrededor innumerables Tu-Planetas,
completando en su momento la vida de un Universo. Su Madre-Padre
fue un universo y llegará a ser un universo. El polvo que abraza futuros
Universos será a su vez Madre-Padre.
¿Quién se atreve a sugerir cuál fue la causa de la Vida, si es que
alguna vez se originó? El Fuego-Universo del cual todos somos
elementos, no nos dio nacimiento; aunque nos crió y en gran medida nos
colocó en nuestro camino; alguna vez seremos lo que el Madre-Padre es.
¿Acaso no existe un infinito océano de chispas esperando poner en
movimiento las ruedas de sus Leyes? Nosotros, al impregnarnos con el
Universo-Vida, incorporamos algunas de estas chispas en nuestra
maternidad que -en su propia experiencia, las internaliza primero y las

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externaliza después; porveyendo a sus hijos adoptivos con la escala de la


evolución y enviándolos oleada tras oleada.
La Madre dice a sus hijos adoptivos: Conquista, plenifica, ¡Oh
Vida dormida en formas minerales; comenzando como polvo, llega a ser
diamante!
Conquista, plenifica, ¡Oh Vida que se agita en formas vegetales,
comenzando en la forma más joven, llega a ser la maravillosa flor y el
noble árbol; permite que el espíritu del diamante se agregue a tu camino!
Conquista, plenifica, Oh vida que comienzas a despertar en las
formas animales. Comienzas como la criatura más humilde y llegas a ser
el más noble animal. Permite que lo logrado en los reinos mineral y
vegetal se agreguen a tu camino.!
¡Conquista, plenifica Oh Vida que avanzas en el reino humano
hacia la Autorealización en los reinos superhumanos. Comienzas como
rey humano; llegas a ser rey superhumano. Permite que la estatura
alcanzada en los reinos mineral, vegetal, animal y humano se reúnan
contigo entu camino!
Así llega a ser llama la Chispa. La Llama se convierte en una
Llama mayor; esta Llama mayor se hace muchas Llamas; muchas llamas
hacen un Fuego; hasta que el Fuego arde en el Fuego que fue su Madre.
Vuelve a sr entonces un Madre-Padre de Chispas; aunque una chispa en
en un Fuego mucho más poderoso.
La tierra pisoteada y el césped destruido por el jardinero, el insecto
de efímera vida; la flor que se marchita en un día, el nonato, el ser
humano en las faenas más degradadas: todas son vidas atesoradas
encaminándose hacia la magnificencia. Todos los mundos están vivos en
florecimiento y triunfo.
La Teosofía es la ciencia del Triunfo y en consecuencia la preciosa
herencia y poder de todas las vidas.

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MENSAJE FINAL

Estas son las leyes de la Ciencia de la Teosofía en la medida en


que soy capaz de percibirlas; todas las afirmaciones que he hecho
responden a la Verdad; otros buscadores de la Verdad podrán
comprender las Leyes en forma diferente. No importa. Lo que interesa
es la búsqueda y el hallazgo. Cada descubrimiento es verdad dentro de
las limitaciones de la comprensión del buscador, según crece, lo menor
será lo mayor. Pero la verdad que ha conocido jamás lo abandonará, por
más inadecuada que fuera su expresión, nos ha ayudado en el camino y es
eternamente preciosa.
Según la ciencia de la Teosofía -que es la Ciencia de la Vida- se
explaya ante mi vista la Luz Blanca de su totalidad; estalla en un Arcoiris
de Principios y Leyes:

Primero- la Vida o conciencia, ES. Esto es axiomático.

Segundo- la Vida es Una. Una e Indivisible. el Uno incluye los


Muchos. Los Muchos vibran dentro del Uno.

Tercero- la Vida está en todas partes. No puedo concebir lugar o


condición sin vida. Podrá haber un mínimo o un máximo de vida, pero
jamás un vacío de Vida.
Cuarto- la Vida es Movimiento. sostengo que la Teosofía declara
que la Vida no descansa. La vida es siempre movimiento hacia adelante
en un incesante proceso de desarrollo. El tiempo es la cámara lenta de
este proceso. La eternidad es su plenitud.

Quinto- la Vida es Jerárquica. como una escalera. En cada


peldaño, en uno u otro estado de progreso, desde lo inconsciente hasta la
autoconciencia, desde la esclavitud al Reinado. De allí los Reinos de la
Naturaleza y las innumerables diferencias en cada reinado.

Sexto- la Vida es Individualidad. En todas partes la individualidad


está en proceso de desarrollo, y se acentúa más y más según avanza la
evolución. Hasta en lo universal existe una expresión de individualidad
no desarrollada.

Séptimo- la Vida es Auto-suficiente. Suficiente en las


circunstancias de cada individuo. No hay vida, en cualquier etapa de

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desarrollo, que carezca de la vitalidad que le permita avanzar. No hay


desesperación, desesperanza ni oscuridad tan completa que no se pueda
salir de ella. el camino de salida de la oscuridad, siempre está abierto, y
debe ser transitado; siempre se transita, aunque no parezca.

De allí: Verdad Triunfante - Amor Omnipresente - Ley Omnipotente.

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INDICE

Ajuste, el nacimiento como proceso de,


la Ley de,
Vejez, su relación con la juventud,
Animales, nuestros hermanos menores,
Ascensión a través de la muerte,
“Regreso a la tierra”,
Belleza que crece según se desarrolla la vida,
en los reinos primitivos,
en el reino animal,
en el reino mineral,
en el reino vegetal,
esta en todas partes,
del futuro, busca de,
busca de una más noble,
nivel debe ser alto, el nuestro,
y la fealdad,
Las creencias no deben forzarse,
El nacimiento proceso de reajuste,
qué dice la Teosofía sobre,
dónde y por qué,
el cuerpo emocional, su atención secundaria,
físico, atención dominante,
físico, disciplina,
físico, como siervo,
Hermanos Mayores,
Fraternidad de Personajes Superhumanos,
Hermanos con todo lo que vive,
Ocupaciones, cuerpo de vida,
la raison d+ etre teosófica,
¿feo o espléndido?
Elección de una profesión,
Tus circunstancias, tu construcción de,
Clases en la escuela de la vida, nacionalidad,
religión,
Conformidad, la no insistencia,
Conquista de la Vida,
Crueldad inconcebible,
La Muerte, cómo prepararnos,
cómo observarla,

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forma de decisión,
no temida por lo individual,
temida por el cuerpo,
no acaba con la amistad,
y el sueño,
un tema desagradable,
qué hace por nosotros,
qué dice la Teosofía sobre,
concepto erróneo,
Respuesta de la muerte a nuestra crítica,
parte en nuestro plan de vida,
Declaraciones de teósofos, cinco,
Desarrollo, cada uno su propia línea,
líneas de,
Descontento, Teosofía como ciencia feliz,
Educación por la apreciación sin críticas,
Educación, pérdida de su alma,
eslabón entre medio ambiente y poder,
Educación no forzosa,
del emocional,
de los cuerpos superiores,
de la mente,
del cuerpo físico,
de qué,
de quién,
un dibujo,
un eslabón entre individualidad y
nuevos vehículos,
Sistemas educativos, el verdadero objeto de,
desigualdad para su deber,
Educación, su objetivo es “Respeto”,
Cuerpo emocional,
Emociones, el cuerpo de,
Emociones “construcción” de tu,
Ambiente y oportunidades de crecimiento,
Qué dice la Teosofía sobre
Cómo lo utiliza,
La estatua de Epstein del Cristo,
Everest, nuestro destino es un,
Evolución, el propósito de,
Experiencia, toda tiene valor,
los estados de,
Experiencias, rebaño,

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Familia, nuestra mayor,


Destino, cada uno el suyo,
Falta o culpa, buena y no buena,
Falta sin necesidad,
Fuego, es la vida,
Alma Fuego, es Tu mismo,
La Libertad y Necesidad,
Necesitada,
Amigos no siempre juntos,
Plenifica tu vida de trabajo,
en formas minerales, vegetales, animales y humanas,
en reinos superhumanos,
Dios, cómo lo conoce la Teosofía,
Dios en devenir,
G.C.M. de Belleza para el mundo,
Crecimiento en el futuro,
en el pasado,
en el presente,
Trabajo manual, el verdadero,
Felicidad, moneda de dolor,
esencial en todo reino,
esencial en el verdadero descanso,
Odio y el espíritu de la guerra,
Alturas más allá del reino humano,
Información teosófica sobre el más allá,
Espíritu del rebaño, su valor y limitaciones,
“yo! y la muerte,
y otras personas, sus “yoes”,
y el renacimiento
en un nuevo cuerpo,
en los cielos,
en su origen,
en el presente,
su potencialidad,
su propósito,
ser dinámico,
Ignorancia, sus efectos,
Ignorancia y el espíritu de la guerra,
Individuo, sus tendencias originales,
Individuo, cordel dorado,
Internacionalismo,
Cuerpo intuicional,
Rey de vida, Tu, un,

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Reinos de vida, subhmanos y superhumanos,


Reinado, y el niño,
se modela con experiencias,
del reino humano,
Ley de Ajuste,
Ley de la Ciencia de la Teosofía,
Ocio, características esenciales,
gran objetivo de la educación,
el alma de la vida,
forma de crecimiento,
uso de,
Vida, después de la muerte,
un eco de la Canción Divina,
Cómo prepararnos para la próxima,
siete Principios de,
Vivir bellamente,
Amor que crea el mundo,
de muerte,
caer en,
la Gran Experiencia,
el corazón de todas las cosas,
adoración de un héroe,
matrimonio,
Amor y sexo,
como lo ve la Teosofía,
Matrimonio,
Memoria, olvido de relaciones pasadas,
simpatías y antipatías,
poderosa arma para bien o mal,
Mente, construcción de tu,
Cuerpo Mental, el,
Maternidad,
toda perfección de Providencia,
Música, la comprensión del autor de la,
crear, no sólo escuchar,
improvisación,
India,
conducción?,
cómo escucharla,
su significado espiritual,
cómo enseñarla,
real, no es cierto?

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variedades de,
Nacionalidad, una clase en la escuela,
Necesidad y Libertad,
Padres, posibles familiares anteriores,
ayudar pero jamás obligar,
tremenda responsabilidad,
Paz, el signo externo de sabiduría,
Perfección, propósito de evolución,
Personas, jamás ataque,
filosofía menor que Teosofía,
Cuerpo Físico,
Condiciones Presentes de causas pasadas,
influenciadas por el futuro,
Orgullo y el espíritu de la guerra
Principios o Leyes, siete,
apuntan fuertemente a,
tres grandes, de Teosofía,
Profesión latente,
principios fundamentales de,
servicio a la comunidad,
servicio al mundo,
apropiada al temperamento,
la raison d´ etre teosófica de,
Providencia, Maternidad de,
Propósito de la Evolución,
Cualidades importantes en educación,
Refinamiento esencial en el real ocio,
Familiares no encarnados,
anteriores,
Religión, clase en la vida,
rayo constitutivo de la Gran Logia Blanca,
menos que Teosofía,
como trascenderla,
como presión,
cada rayo de la Luz Blanca,
Respeto, el objetivo de la educación,
la virtud suprema,
Tendencia peligrosa reversiva,
Sacramentos,
Salvación, el corazón del tiempo
y la Teosofía,
Ciencia menor a Teosofía,
Simplicidad, antítesis de fealdad,

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no grotesca,
El sueño y la muerte, diferencia,
Canción del Ser,
Canción, vida en el mundo animal
mundo humano,
mundo mineral
mundo vegetal,
Canción de salvación, tuya,
de Triunfo,
Reinos superhumanos,
Personajes Superhumanos, Fraternidad de,
Medio ambiente, apto al desarrollo,
tus edificios,
fortuito,
como oportunidad,
es parte de ti,
es lo que necesitas,
Maestro, ayuda y no obliga,
ayuda a descubrir al Reinado,
enseña, aprende y crecen juntos,
tremenda responsabilidad,
Sociedad Teosófica y las diferencias,
libertad de los miembros,
Tres Objetivos,
gente amistosa,
simpatía y Fraternidad,
Teosofía y Belleza,
y el nacimiento,
Teosofía, cinco declaraciones de,
no es dictatorial,
Sabiduría Divina,
su efecto en la vida diaria,
y tu ambiente,
y la evolución,
y la filosofía,
y la religión,
y la salvación,
y la ciencia,
la ciencia del descontento gozoso,
la ciencia de Vida,
la ciencia de los valores verdaderos,
no científica e impersonal,
afirmación del Plan,

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propósito supremo,
tres grandes principios,
y la Verdad
qué nos ofrece,
tipos, siete, reconocidos por la Teosofía,
Fealdad en arte moderno,
en el reino mineral,
en el reino vegetal,
la belleza relativa,
en vestimenta,
extravagante,
alimentos,
simplicidad, antítesis de,
Fealdad, qué es,
dónde radica,
vida fea, negación de Teosofía,
Unidad de Vida,
fuego-Universo el,
vida-Universo, la,
Vehículos, su mal uso,
Guerra, cómo abolirla,
su final en el mundo,
odio,
signo externo de ignorancia,
Guerra, espíritu de,
estado evolutivo,
ingredientes,
Perversidad, no hay un estado de conciencia de,
Voluntad, en consulta,
en el silencio,
sabe lo que TU quieres,
construcción de,
mente versus emoción,
reflejo de tu Identidad eterna,
qué quiere,
Mujer, su lugar en la Vida,
Tu, eterno,
chispa inextinguible,
qué quiere,
los “tus” que van hacia,
Cumples tu misión,
animal, vegetal, mineral,
Rey de Vida,

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Mensajero,
Juventud, relación con la vejez.

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