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Históricamente se dice que Gonzalo Pizarra se levantó contra la corana española y se sabe que
tuvo una actitud separatista desde Arequipa en los albores de la conquista. El rey Felipe II y el
virrey Toledo llamaron a Arequipa “esa República” o sea que lo de República no es reciente.
Los repartimientos coloniales, se basaron en los curacazgos, y esta fue una de las primeras
divisiones territoriales de Arequipa; en 1565, el licenciado Lope García de Castro, creó los
Corregimientos como unidades políticas-económicas y fueron siete: (Cercado, Characato y
Vítor, Camaná, Condesuyos, Collaguas, Carumas y Ubinas; Arica y Tarapacá). El Cercado o
Arequipa incluía La Chimba en la margen derecha del río Chili a San Lázaro, Santa Marta, La
Pampa, El Palomar, y Tiabaya. La jurisdicción de Arequipa se extendía por el norte hasta Nazca
y por el sur hasta el río Loa.
El Obispado de Arequipa fue creado en 1609, por Bula del Papa Paulo V y limitaba con el
obispado de Lima, Huamanga y el Cusco. A fines del siglo XVIII, pasó a ser Intendencia por
Ordenanza Real del 28 de enero de 1787, los corregimientos fueron sustituidos por las
intendencias, reglamentadas en 1784. La comprensión del Obispado de Arequipa, sirvió de
base para la Intendencia arequipeña la misma que se extendía por el norte hasta Nazca y por
el sur hasta el río Loa y Cobija, presentando un extenso litoral. Como se puede ver los
territorios de Arequipa eran inmensos y a la vez había levantamientos.
Desde 1833, componen el cercado los distritos: Cayma, Characato, Chiguata, Paucarpata,
Pocsi, Quequeña, Sabandía, Sachaca, Socabaya, Tambo, Tiabaya, Uchumayo, Vítor y
Yanahuara.
Para la Confederación Perú-Boliviana se forman tres estados: Alto Perú, Nor Perú y Sur Perú
constituido por Arequipa, Moquegua y Tacna, Cusco y Puno con escudo, bandera y moneda
propia; tuvo gran acogida en Arequipa y se venció a los opositores tanto peruanos como
chilenos; en la segunda expedición Restauradora se deshizo la Confederación fusilando en
Yungay al general arequipeño Anselmo Quiroz.
24 Junio, 2017
Tal vez no exista en todo el Perú personas tan amantes de su tierra como los arequipeños.
Se dice que son muy regionalistas y orgullosos de la belleza y tradición de su ciudad. Cada
vez que hablan de Arequipa lo hacen con emoción e inflando el pecho. A menudo, esto es
confundido con soberbia, más aún cuando afirman ser independientes. Por eso, muchas
personas se sorprenden y ofenden al escuchar sobre la posible existencia de un pasaporte
arequipeño. Sin embargo, este documento es real y circula por las calles de esa ciudad.
Su nombre verdadero es el Pasaporte Diplomático de la República Independiente de
Arequipa y tiene un origen histórico y legal. No obstante, con el tiempo, su propósito ha
ido cambiando hasta convertirse en un peculiar documento de valor simbólico pero digno
de ser entregado a ilustres personajes.
Conoce con la agencia CIVA, empresa de buses a Arequipa, la historia del famoso
documento.
En vez de una huella digital, hay una huella plantar. También se pone cosas
muy graciosas como colocar domicilio con vista al Misti o con vista al mar;
tipo de cabello, si ya no tiene dejar en blanco; grupo sanguíneo, en caso de
sangre azul indicar si tiene hija soltera -carcajadas brotaron en el momento-.
Después hay escritos en prosa, donde cuento, pues, ese chiste de:
“Dios mío protestaron todas las ciudades, no puede ser que a esa ciudad le
pongas tres volcanes maravillosos, un río que cruza la ciudad…”
Arequipa fue la capital del país durante la Guerra del Pacífico. Lima
había sido ocupada por los chilenos en 1881 y se promovió una Junta de
Notables que el 22 de febrero de ese año eligió como presidente del Perú
al arequipeño Francisco García Calderón, desconociendo como jefe
supremo a otro mistiano, a “El Califa” Nicolás de Piérola. Pero García
Calderón no se puso al servicio de los intereses chilenos, como estos
esperaban, y al convertirse en un obstáculo lo apresaron y lo enviaron a
Santiago como prisionero.
—Fue en esas circunstancias que se dispuso que todo aquel que quería
salir de la ciudad tenía que obtener un pasaporte— explica Galdos, quien
conoce bastante bien ese episodio de la historia arequipeña.
Un mil oficios
El pasaporte serio
Pero, ¡un momentito! Hubo un tiempo –trágico sin duda– en que Arequipa fue la capital del
Perú y en consecuencia emitió sus propios pasaportes.
Una reseña histórica recuerda que “a partir del 6 de setiembre de 1882 (años de la guerra de
Inglaterra y Chile contra el Perú y Bolivia), el vicepresidente encargado de la Presidencia,
contralmirante Lizardo Montero, como medida de prevención y seguridad, mediante Decreto
Supremo, ordena la emisión de los pasaportes en Arequipa, como documento legal para poder
entrar o salir de la Ciudad Blanca”.
Así, pues, desde esa fecha hasta el 31 de diciembre de 1882 se expidieron 107 pasaportes por
un costo de 3.60 soles cada uno, con lo que, decían los burócratas de entonces, se cubrían los
gastos de elaboración del documento, que por lo demás era de uso obligatorio, con amenaza
de sanciones a los infractores, quienes podían ser devueltos a sus lugares de origen, acusados
y encarcelados por desacatar la disposición.
Entre quienes recabaron sus pasaportes “expedidos por el Ministerio de Gobierno, Policía y
Obras Públicas” estaban los franceses Eugenio Pujol, Carmen Coutourier, Carlos Smoke,
Enrique Ganet, Domingo Abadio y Evaristo Pablo Duelos, los italianos Esteban Caspenetti,
Flavio Gallino, Serafino Agustini y Eugenio Mosca Sies, el austriaco Pedro Buscovich, los
peruanos Federico Abril, Liadoro Benavides, Martina Chalcotupac, Manuel H. Chalcotupac,
Carolina Herrera, Manuel Aguirre, Manuel B. Gamarra, Gerónimo Rondón, Manuel Postigo y
Felipa Espinosa, los ingleses Alejandro Cochrane, Thomas Joseph Helaby y Guillermo Gibson,
los españoles Eduardo Vidal y Joseph Iturburu, la argentina Carmen Briones de Ganet, el
alemán Conrado Estel, y el boliviano Saturnino Vargas.
La disposición fue publicada en el diario “El Peruano” que por esos días se editaba en la ciudad.