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Reseñas t&f

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Retazos de un sueño
ANA PAULA RUiZ JiMéNEZ
tRAMA Y FONDO

mente subjetiva; y solo los análisis que


Retazos de un sueño.
A propósito de David Lynch. abren un surco por la obra, por esa pasión,
Amaya Ortiz de Zárate dando a la luz las leyes que fundan o
Castilla ediciones. Colección trama y “desfundan” el relato y/o sus derivas.
Fondo, 2011.
Elige para ello cinco
La invitación a volver a visionar los films de la obra más
films de Lynch que este libro supone, representativa de las
revela lo que desde mi punto de vista es últimas cuatro décadas
una cualidad importante de su lectura: la de David Lynch: Eraser-
amable introducción a la experimenta- head (Cabeza borradora)
ción tutelada del texto lyncheano. Sin 1977; Blue Velvet (Tercio-
duda esto tiene que ver con alguno de los pelo azul) 1986; Lost
bienhaceres habituales de su autora Highway (Carretera perdi-
como Psico-analista y docente. Y es que da) 1997; Mulholland
buena parte del singular e inquietante Drive, 2001 y el último
texto lyncheano supone una agresión al hasta la fecha, Inland
ojo y la conciencia racional y emocional Empire, 2007.
del espectador; por eso es encomiable el
valor, el rigor del análisis y de la amable El texto comienza con
tutela. ésta que la autora pone en prácti- una breve introducción
ca tiene una doble cadencia: por una en la que se escogen las
parte el sometimiento de las imágenes al esenciales notas biográficas: sus comien-
orden del lenguaje, “a pie de fotograma”, zos como pintor y sus influencias artísti-
en aparentemente fácil deletreo, atina en cas –Goya, Bacon; su evolución siempre
los justos momentos con agudas descrip- experimental y arriesgada, muy ligada al
ciones, y sólidas interpretaciones. Y por carácter multidisciplinar de sus obras;
otra, allí dónde menos te lo esperas, el su práctica artística tan distante de la
lenguaje se abre a productivas asociacio- ortodoxia como cercana a una suerte de
nes, vuela a comparaciones imprevisible- performance; y también la influencia
mente fecundas, las expande. todo ello esencial que según Lynch ha tenido la
para dar su cabal sentido allí donde el práctica de la meditación trascendental
texto lyncheano se quiebra o se suspende en su creación artística. Para Lynch, pen-
en sentidos imprevistos, inauditos o con- sar no es reordenar lo anterior; es pescar.
fusamente representables.
El primer capítulo del libro dedicado a
Analizar una obra de arte, es asimismo Cabeza Borradora lo titula
un arte. No cualquier obra, ni cualquier precisamente: Pescando en 1 Edición en castellano: David
análisis. Solo las obras que se arriesgan a el lado oscuro, en alusión al LYNCH: Atrapa el pez dorado. Medi-
hacer de ello una experiencia estética ver- tación conciencia y creatividad,
libro de Lynch, Catching Reservoir Books, Mondadori, 2008.
dadera, una construcción apasionada- that big fish , en el que éste p. 43.
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afirma: “Cabeza Borradora es mi película De lo que trata es de la dificultad/im-
más espiritual. Nadie me entiende cuan- posibilidad, de hallar las coyunturas que
do lo digo, pero así es. Cabeza Borradora articulen la génesis misma del universo
iba desarrollándose por un camino, y yo humano. La precaria realidad gris y
no sabía lo que significaba. Buscaba una amalgamada en la que habita Henry es
clave que desentrañara el significado de certeramente descrita por la autora aten-
las secuencias. Por supuesto, la entendía diendo a la linealidad de los aconteceres,
en parte, pero no comprendía lo que le tejiendo una esclarecedora red de reso-
daba coherencia. Me estaba costando nancias. Lo que transcurre es pura con-
mucho. De modo que saqué la Biblia y me tingencia entre lo orgánico o lo inorgáni-
puse a leer. Y un día leí una frase. Y cerré co, lo animado o inanimado, el exterior o
la Biblia, porque ya estaba; ya estaba. Y interior, la vigilia o el sueño/el delirio/
entonces la ví como un todo. Y plasmó la pesadilla, modelado por los estilemas ya
visión que yo tenía, al cien por cien. Creo clásicos en Lynch.
que nunca diré qué frase es”.
Así “en este planeta soñado o creador del
No es descabellado pensar esa espiri- sueño” la relación sexual se manifiesta
tualidad como la interrogación sobre la con una doble valencia, la primera, en
génesis misma del relato, y el secreto que relación con Mary, un acto elidido y aza-
ello encierra. Porque a la imponente roso –inconsciente– cuya consecuencia
magnitud de esa interrogación, parece es un bebe-monstruo, que lo condena a
corresponder la primera secuencia en la una “esposa” y una familia tan pregnan-
que se muestra la ingravidez cósmica de te como horrible. La segunda, con la
la cabeza de Henry, el planeta o espora y vecina, es mostrada como pura disolu-
esa especie de embrión, que expulsa de ción que podría estar en relación con esa
la boca. Y a ella también parece respon- inmersión de la consciencia propia en algo
der la enunciación misma: la cámara se mayor que la comprende como elemento pri-
abisma hacia el fondo, agujero negro mordial.
donde un llagado y siniestro hombre del
planeta parece manejar las precarias Esta disolución, tiene su contrapunto
palancas del mundo en una especie de en “la otra escena”. La otra, la primor-
encarnación rudimentaria de la concien- dial y auténticamente genésica, lo hace
cia o divinidad disminuida; a continua- en los textos de Lynch con una exactitud
ción por un agujero deslumbrante arro- escenográfica: en el escenario. Y aquí es
jar a Henry a la narración. En este singu- dónde las dos únicas instancias externas
lar alumbramiento cósmico: “se trataría con poder genésico se concitan para
pues de un discurso sobre la creación, tanto Henry: “la mujer oveja” y el “hombre del
biológica como artística”. planeta”. La primera no alumbra, sino
que deslumbra (pura pulsión), canta con
Génesis incierta o azarosa en cualquier la misma estúpida vehemencia con la
caso: “en tanto no existe una unidad armóni- que aplasta los embriones “caídos del
ca entre los planos físico y psíquico, entre lo cielo” donde “todo va bien”, atrayendo a
mental y lo carnal de ese cuerpo, lo que la Henry al centro de la escena, envuelto en
experiencia le brinde será tan espantoso o su telón. telón inservible, pues no vela,
angustioso como extraño”. sino que envuelve y desvela la cara
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horrible del hombre del planeta.
El hacedor enfermo y la dama idioti-
zada juegan una partida estúpida en
el centro de un escenario de ensueño.

Así que no hay ni relato pri-


mordial ni conciencia para
Henry, está literalmente descabe-
zado, y solo será materia prima
para la goma de los lápices esco-
lares, como aquellos que el
maquinal capitalismo destina a borrar lo Blue Velvet, Terciopelo Azul, 1986
escrito. El sacrificio del alma a la norma,
mecanización de procesos aparentemente pro- En Blue Velvet, su filmografía ya se ha
ductivos irá en detrimento de la creación de desplegado al rico juego de los colores y
mentes afectivas cuyos procesos cerebrales no de la música. Aquí no se ponen en escena
se hallen desconectados del corazón. las pesadillas, ni los sueños, de forma tan
contingente como en el anterior, los acon-
Y más, esto que podría suponer un tecimientos pertenecen, con toda su cru-
sueño del descabezamiento de Henry, se deza, a la lógica narrada. todo en un apa-
torna en real, pues solo queda conciencia rente sosiego, bajo el que sin embargo late
para desentrañar el único velo –venda– lo inquietante. Así nos es presentado el
que encierra al cuerpo del monstruoso paisaje de Lumberton2. Los personajes son
bebé, y entonces toda esa entraña desbor- de una ambivalencia sin contradicción:
dada se metamorfosea en cabeza y plane- “personajes femeninos de una
ta hueco que estalla y nos engulle. Queda sensualidad salvaje junto a 2 Qué bien traído aquí, por
la agónica mueca incandescente del hom- caracteres masculinos perver- contraposición, la lectura del
famoso cuadro de Vermeer Vista de
bre del planeta, que en realidad no regía nada sos y violentos capaces, sin Delft y por similitud a Hopper (pp.
y el abrazo radiante con la mujer oveja: su embargo, de inspirar ternura”. 91-92).
mirada se ha acercado tanto a ese cuerpo fasci-
nante que ha quedado atrapado por su luz. Este es el mundo en el que se jugará el
trayecto iniciático del joven Jeffrey. Pero
Henry se debate entre dos posiciones: la de el telón de terciopelo azul sobre el que se
un padre –creador incapaz de contemplar sin incrustan los créditos del inicio sitúa
horror su propia obra– y la de un hijo que no bien aquello que se va desvelar, el descu-
consigue dejar de percibirse como emanación brimiento de la oreja: “Tras la caída del
viscosa del cuerpo de la madre. padre, una de cuyas funciones consiste en
poner límites a lo visible, quedaría al descu-
El último fotograma y quizá en contra- bierto lo que no debería ser visto, un mundo
posición con el primero que iniciara el oscuro en el que el sentido que guía es el oído.
film, acierta la autora al revelar que queda A partir de ese momento la cámara y
la promesa de esa luz extraordinaria que nuestro ojo se sitúan junto a Jeffrey en el
podría ofrecer una experiencia de plenitud en lugar de lo que fue oído (…) un descenso a los
la que la conciencia no se disolviera. infiernos –como Orfeo. La travesía de la
trama por el relato canónico del Edipo y
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sus derivas es desplegada por la autora –y a Jeffrey después– como precio para
de manera sabia y esclarecedora. Así, esa que no mate a Don, en la lógica simbólica
oreja conecta la caída del padre de Jeffrey esa entrega destruye a Don agraviándolo aún
y sitúa metonímicamente la muerte, el más. Porque la amenaza no consiste tanto en
cadáver a quien pertenece: el padre de la muerte física como en la pérdida de la dig-
Dony, Don, hijo y marido respectivamen- nidad del otro, último límite contra el que se
te de Dorothy (isabella Rosellini). Y asi- dirige la agresión del psicópata. Su deseo
mismo sitúa metafóricamente la muerte consiste, en último término, en destruir la
del yo en la escena primordial, inicio del legitimidad del padre.
que puede surgir el sujeto, el deseo, el
relato y el amor. Ese será el tránsito de Y precisamente, por contraposición
Jeffrey y del film. entre la lógica perversa –dual e imagina-
ria– y la simbólica, aún puede la argu-
Jeffrey recibe el mandato del padre mentación narrativa incluir a Jeffrey en
–de Sandy– y su ley –es el detective el lugar de Dorothy y a Frank en el lugar
Williams–: “no hables de esto y no hagas de padre. Son las secuencias en las que
preguntas”. Lo que espera a Jeffrey será Frank, como amo perverso, secuestra a
el trayecto iniciático que debe conducirle a Jeffrey y le “pasea” por el burdel de Ben.
identificarse con una de las dos figuras mas- Frank le veja, le golpea, le besa. Y al igual
culinas: saber y desvelar –la posición perver- que hiciera con Dorothy utiliza el mismo
sa–, o saber y callar –la posición del padre. fetiche, el trozo de terciopelo, que intro-
duce en su boca al mismo tiempo que él
3 Otra de las sorprendentes trayecto que le lleva a debe hacer uso cobarde de la mascarilla.
asociaciones de las que abundan querer saber del deseo
en el libro, esta vez a raíz de la
similitud fónica del apellido femenino encardinado en Pero también el film deja paso a cierta
Vallens con balance (balanza) y la Dorothy Vallens3. Es desde reconstrucción de la estructura simbóli-
representación del amor y la justi- las accidentales y exactas ca. Esta se inicia cuando Sandy profiere a
cia como figuras que comparten la
ceguera: la facultad para discernir elsecuencias del encierro de Jeffrey su sueño –en el centro temporal
Jeffrey en el armario,
bien y el mal, además del juicio racio- exacto del film y en el de su máxima ten-
nal representado por la luz del día, la
conciencia o la vista, precisa de la donde se compone el esce- sión. Sueño éste de los jilgueros que pro-
capacidad inconsciente de amar y nario perverso que com- meten el amor en “este mundo extraño”,
desear que es el origen de toda inten-parten tanto el psicópata que comparece como “palabra inspirada”
cionalidad.
Frank –que mantiene contra toda lógica narrativa hasta ese
secuestrados a Don y a momento y de la que podría decirse, que
Dony– como Jeffrey, ya que ambos com- es el núcleo del sentido; un sentido secreto e
parten una posición de la que debieran inconsciente que introduce la posibilidad
estar excluidos, Jeffrey como hijo espian- del deseo, que es el origen de toda intencio-
do dentro de la escena y Frank como nalidad.
simulacro psicopático de esposo: El deseo
perverso tiende a transformar una estructu- De esta forma –con la misma exactitud
ra con profundidad –de tres dimensiones– en escenográfica que las escenas perversas
una figura plana y reversible –de dos. en el dormitorio– cumple Jeffrey la tarea
del lado de la Ley, acatando el pacto de
Si en la lógica perversa del relato, silencio con Williams. Y paralelamente
Dorothy se entrega –y disfruta– a Frank se derrumba la imaginaria e infantil idea
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del amor de Sandy, tras la irrupción de “Dick Laurent ha muerto”. Fred
Dorothy desnuda en su casa. Madison es quien lo oye a través del
Finalmente, la cámara nos muestra interfono de su casa, sin mensajero. Estas
–con la misma autonomía lyncheana que son las primeras palabras que escucha-
nos mostró en el inicio la oreja perdida– mos y que configuran el enigma sobre
otra oreja –la de Jeffrey– e inicia una quien las pronuncia y quien las recibe. Y
apertura de plano que nos mostrará los el lugar que ocupa aquí la representa-
párpados de su rostro cerrados –vela- ción de la muerte propia.

dos– y plácidamente recostado, abrién- Fred y su mujer Renée reciben en su


dolos a la cálida luz primaveral en la que domicilio en tres días sucesivos sendas
aparece posado en un árbol un jilguero. cintas de video, sin remitente, en la últi-
Así: “todo el relato ha consistido en el tra- ma se muestra a Fred como asesino de su
yecto de retorno al punto de partida para mujer. Es la exacta evidencia modulada
reconstruir una escena inconsciente que per- en tres momentos de la fractura entre la
mita a Jeffrey olvidar y soñar”. mirada que exige un sujeto que la sos-
tenga y la visión tras la que solo existe
Y la ciudad vuelve a la placidez del pulsión. Esa que arrastra a Fred a la
comienzo; Dony juega en el parque, se misma fragmentación que su objeto, su
abraza a Dorothy, a la que vemos por un mujer desmembrada y grabada por el
instante derramar una lágrima. Quizá hombre misterioso de la cámara.
Dony también tendrá que aprender a
soñar en un mundo extraño. Y como es imposible una mirada
humana sobre esa escena, la coartada
Y entonces el cielo se va transforman- narrativa aquí es la impotencia de Fred
do en un telón de terciopelo azul sobre el que le conduce al delirio (o viceversa). Y
que se escriben los créditos. casi sin coartada, “como si fuera un
asunto de espíritus” se produce una
inversión espacio-temporal hacia el
Lost Highway, Carretera perdida, 1997 pasado, trasmutándose Fred en Pete. “Es
gracias a esta inversión temporal de la histo-
La visión vertiginosa y maquinal
del comienzo ya nos emplaza a una
enunciación abocada a estrellarse –y
a estrellarnos con ella– como los cré-
ditos: algo de los nombres que no
nombran es lo que se juega en el
film.
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ria como el delirio puede ser momentánea- cargo de su ley. Pero con solo dos en la
mente contenido mediante una trama perver- escena, no habrá ninguna distancia
sa”. ésa en la que Pete es seducido por donde sostener una mirada, –solo la de
Alice –trasunto de lo femenino y de cámara diabólica, el ojo muerto de la
Renée– para librarse de Mr. Eddy, jefe de muerte y sus reflejos. O mejor dicho: lo
la mafia del porno. imaginario se resquebraja y cae, y en su lugar
queda una experiencia descompuesta. No el
El reto de Lynch aquí es escribir, mos- vacío, o la nada, sino una pesadilla constante;
trar desde la imagen lo irrepresenta- una muerte sin muerte, una caída sin fin.
ble:”la muerte propia es irrepresentable en el
inconsciente (…) precisamente porque es su No hay palabra ni destino para Fred
núcleo, la roca dura de la función simbólica. que recibe un mensaje cuyo emisario es él
Ese es el enigma tras el que debe surgir mismo. El mensaje podría ser, entonces, pre-
el Sujeto tras la muerte del yo, tras la cisamente ese: que no habrá mensaje para
caída del objeto de identificación en la escena Fred.
primordial, pero tras el que no puede pre-
cipitarse su propia identidad, su desapa- Por eso su tiempo y el de la narración
rición. Para que ello no ocurra debe exis- es circular, encerrada en sí misma. Y las
tir un tercero, –el padre en el relato edí- secuencias escenarios donde se retorna
pico– que vele la mirada, prohíba, nom- siempre al origen, ya sea por la cara per-
bre con su palabra y como Destinador versa o por la psicótica. Como una cinta
imponga un trayecto, un tiempo y desti- de Möbius. Como una carretera perdida
no propios. por la que circula un conductor irrecono-
cible condenado a llegar a ninguna
En la escena perversa del film Pete se parte. Sin fin.
sitúa en rivalidad con el tercero, Mr.
Eddy –el amo de todo– por la posesión No hay relato para Fred. Ni relato para
de Alice. Pero ella no le ama –“nunca me nosotros, que suponga la fundación de
tendrás”– es fuego pulsional en el que un Sujeto espectador que tenga un ancla-
Pete esta destinado a arder. La aniquila- je a partir del cual se origine el espacio y
ción del lugar del padre –como Otro amado el tiempo.
por ella–, sólo puede desembocar para Pete en
su propia destrucción. Entonces Pete desa- Es lo propio del relato postmoderno girar
parece y retorna Fred, una mirada que en torno a la imposibilidad del tiempo y del
habitaba en su interior que escapa del relato, retornando siempre a la escena en sus
fuego, introduciendo como tercero al diferentes variantes, perversas o psicóticas.
hombre misterioso con la cámara de su
delirio, que no es más que una proyección
alucinada de sí mismo en su condición de El jardín secreto, Mulholland Drive,
Voyeur dentro de la escena. 2001.

Pero Dick Laurent “ha muerto“, o está La primera secuencia antes del prólo-
siempre presente como lugar vacío del go –antes de los créditos y que volverá
Destinador. Y aún así una vez aniquilado en su cierre– ya nos anticipa la extrema
en la narración, el yo pasa a hacerse dicotomía que plantea el film: la escena
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musical de los bailarines con incrustacio- La narración comienza 4 El título junto con el cuadro
nes planas a modo de sombras negras en “Mulholland Drive”4 de la joven con turbante que apa-
rece en la escena de casa de tía
recortadas y superpuestas junto a otras –Impulso al sendero de Ruth, es otra de las productivas
espectrales, blancas y saturadísimas. Holanda– en una secuencia asociaciones de las que se sirve la
autora para conectarlo con el
Cesa la música y en un breve movimien- que supone la inversión de barroco holandés y la singularidad
to, a ritmo de respiración, se nos da a ver la Escena Primaria: el hom- de la simbólica de lo femenino
algo, primero informe luego sábana bre amenaza de muerte a la desde Vermeer, que muestra a la
mujer como espacio interior,
color rosa que se funde hacia el fondo a mujer (de la perla) siendo sagrado; metáfora de la subjetivi-
negro. Una dicotomía entre la superficie, éste finalmente arrollado. dad y el inconsciente. Y que
lo plano y el siniestro fondo. tematiza- encuentra su exacta traducción en
varios escenarios del film. Quizá
ción sin duda de la cara rutilante, super- El análisis de Mulholand no sea entonces casual que el últi-
ficial y delirante del mundo de las estre- Drive constituye para la mo film de Lynch se titule Inland
Empire.
llas de Hollywood –lo que rodea a la autora una reflexión sobre
rubia Betty– y su cara oscura, la del fra- el deseo del yo y del Sujeto.
caso, la mafia, los personajes raros, vio- Léase aquí la polisemia de la palabra
lentos, el mundo las pesadillas y la reflexión como del deseo del yo en su
muerte, que pueden expresar ese resto en fase especular y a lo refractario a ello: el
el proceso de socialización que nos hace deseo del sujeto en la construcción de su
humanos; aspectos pulsionales que no consi- identidad sexual. El buen objeto participa,
guen ser integrados. por semejanza, de la buena forma del objeto
primordial. Y al mismo tiempo, por contigüi-
igualmente el hecho de construir una dad, de la prohibición que lo ha marcado. Por
película dentro de otro película –“La his- eso el yo en su lógica identificativa invis-
toria de Sylvia North”– plasma el descon- te a lo que le rodea, al mundo, a la cons-
cierto y el fracaso tanto a los personajes trucción humana de la realidad, con la
como al propio espectador a la hora de la ilusión de que todo puede ser posible, de
construcción de la propia identidad. Este que el yo todo lo puede ser. En cambio el
fracaso puede ilustrar también el acceso deseo –en singular solo puede referirse
a los textos que cada uno de los sujetos al deseo sexual– del Sujeto nace contra el
tiene al alcance en su propia cultura para yo, nace de la exclusión, una suerte de
construirse. tanto en el film como en muerte para el yo, “crucifijado”, enton-
buena parte de nuestra cultura se refie- ces como Sujeto del inconsciente. Su
ren a aquellos provenientes del mundo lógica no es identificactiva sino exclusi-
fútil y gratuito del espectáculo, ya no va, marcada por ese secreto saber de la
sólo hollywoodiense. muerte, por la radical diferencia del otro
sexual. inscribe en el ser una falta esencial
que pondrá en marcha un deseo imposible de
aplacar. Más que deseo un anhelo de aquello
que el Sujeto no es.

Ya hemos visto que buena parte de la


complejidad textual del “universo
Lynch” es la contingencia entre realidad,
sueño y/o delirio. La expectativa narrati-
va no es más que la tensión que ello pro-
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voca; y su potencia, la precisión en la que tramo descendente. En esta estructura
ello se soporta. Eso es lo que la autora encaja las secuencias, sorteando las rea-
nos revela en su análisis. En el film no se lizaciones de la muerte situadas en el eje
nos convoca a un relato, no nos sitúa en vertical que atravesaría ese 8 y en el que
esa tercera posición en la que nos pode- debiera situarse la sutura simbólica que
mos identificar con toda la trama, sino no ha sido posible, porque en realidad el
que nos convoca a compartir la experien- deseo de Betty-Diane no ha despegado
cia de desconcierto de identificaciones de la escena primordial. A ello respon-
especulares de Rita-Betty-Diane-Camila. den las primeras y las últimas imágenes
Como en el despertar de Rita: “No se del film, arriba comentadas, en las que
quién soy”, el enigma del Sujeto. Pero aparece fusionada con la pareja primor-
entretejidas a éstas aparecen representa- dial, como para Preservar a la figura mater-
ciones externas a la narración: la pesadi- na del abrazo del padre; de igual manera
lla de Dan y la aparición de esa cara podría deducirse de la escena de seduc-
negra que produce su caída; la actuación ción que ensaya Betty con Rita –en el cen-
y caída de Rebeca del río, en el Club El tro del metraje del film– para su audición
silencio. Secuencias externas a la narra- en “La historia de Sylvia North”: se trata-
ción, que nos sacuden de toda identifica- ría nuevamente de dar “solución” a la angus-
ción y nos sitúan en la pesadilla, en “rea- tia de la escena primaria, sustituyendo a la
lizaciones” de la muerte del yo, y que madre en ella y vengándola al mismo tiempo.
anticipan la de la propia protagonista. Así podemos leer la primera secuencia
del accidente de Rita. Su relación-fusión
con Camila la sume en el desvarío, cuan-
do se interpone el Otro, Adam. El odio
será lo único que la sostenga, pero en vano,
porque la destrucción del objeto arrastra con
él a todo el mundo de los objetos amados. Sin
retroceso. Ese todo o nada es la marca del
deseo en el espejo. Diane proyecta la muer-
te de Camila que no es más que la suya
propia.

En Mulholland Drive casi los dos pri-


meros tercios de su metraje correspon- Postcine. Inland Empire, 2006
den a la historia delirada de Diane-
Camila, personajes invertidos y proyec- El rodaje con tecnología digital ha per-
tados de Rita y Betty. El último tercio nos mitido a Lynch nuevas facultades de
revela la realidad del fracaso vital y bru- experimentación con las imágenes, más
tal de Diane y el sentido sincopado de su libertad y más control individual sobre
delirio y muerte. La autora desgrana ellas. Y a la vez en todo el proceso de rea-
minuciosa y certeramente la estructura lización, más posibilidades de improvi-
en forma de 8 del film en el que el trazo sación, de juego, como una performance.
ascendente es el de lo imaginario –en el que Para la gestación de Inland Empire
se confunden el objeto y el yo–, descoyunta- comenzó rodando a lo largo de tres años
do de lo Real –del impulso, del cuerpo–, del una serie de monólogos con Laura Dern,
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a quien ya conocía desde jovencita5, para están en el comienzo del 5 “Como Laura Dern no sabía
una serie anunciada en su web con el film. adonde iba, podía ser totalmente fiel a
la escena, mientras que los actores
nombre de Axon n, que finalmente no suelen emitir señales, en medio de una
llegó a estrenar. incluso el título del film todo ello parece poner en escena que anuncia lo que va a ocu-
rrir. Laura no lo sabia, por lo que esta-
aparece asociado a ella y a la propia cuestión la verdad del de- ba al completo, honestamente, escena
infancia de Lynch6. seo y de la representación, por escena. Es como la vida, no sabe-
de la ficción misma. La ver- mos lo que seremos mañana, no tene-
mos ningún indicio”. Entrevista a
dad subjetiva –el posible en- David Lynch en Cahiers du cinéma
cuentro de la pareja de opues- España, nº 8, enero 2008.
tos– se revela así en cierto
6 “Un día todavía al principio del
momento de la representación proceso, hablando con Laura Dern, me
como mero efecto de estructu- enteré de que su actual marido, Ben
Harper, es de Inland Empire, en Los
ra. Aparece incontroladamen- Ángeles. Estábamos charlando y
te, a su pesar, sin que el yo del Laura lo mencionó de casualidad. No
actor pueda evitarlo. Como si sé cuándo surgió, pero se lo dije: “Ese
es el título de la película”. Por enton-
más allá de la trama narrativa, ces yo todavía no sabía nada sobre la
Un pequeño foco de luz blanca en la verdad, que casi nunca es película. Pero quería titularla
mitad de la negra pantalla comienza un verosímil, atravesara el tiempo INLAND EMPIRE.
Mis padres tienen una cabaña de
lento movimiento hacia la izquierda y el espacio para encontrar la madera en Montana. Y un día mi her-
para hacer aparecer un breve reflejo obli- palabra precisa para existir. mano, limpiando la cabaña, encontró
un álbum de recortes detrás de un
cuo ocupando toda la pantalla: iNLAND armario. Me lo mandó, porque era mi
EMPiRE. Como una leve revelación de lo En la recepción del film álbum de cuando tenía 5 años, de
que emerge del interior mismo del negro como espectadores, Lynch cuando vivíamos en Spokane, Was-
hington. Abrí el álbum y la primera
fondo. parece abocarnos a la fotografía era una vista aérea de Spo-
misma experiencia con la kane. Y debajo podía leerse: “Inland
El foco, quizá rayo cortante también, que él lo construyó, sin Empire”. De modo que deduje que iba
por el buen camino”. Atrapa el pez
funde desde negro a una aguja antigua guión, escena a escena sin dorado. Meditación conciencia y crea-
de fonógrafo que gira y crepita sobre un una pista clara de cómo ter- tividad, Reservoir Books, Monda-
disco cuyo sonido anuncia: “esta noche, minarlo, hasta el montaje dori, 2008. p. 159.
desde las regiones Bálticas, un día gris de final. Vuelve a poner en
invierno en un viejo hotel”. Y dará paso a práctica, la puesta en abismo de la repre-
la primera secuencia en la que un hom- sentación, pero mucho más fragmentada
bre y una mujer con la cabeza borrada que en los anteriores, ya que aquí apare-
parecen disponerse a un encuentro cen varias tramas que van entrelazándo-
sexual, podría representar el encuentro de la se en una especie de red hipertextual. La
pareja primordial; un cruce de opuestos ori- primera es la historia de Nikki Grace que
ginario de la primera diferencia sujeto/objeto consigue el papel de Sue en película On
y por tanto de toda subjetividad. high in blue tomorrows, junto al actor
Devon Burke, en su papel de Billy ellos
Sin duda ella, –la mujer– Laura Dern, son los protagonistas. Nikki tiene un rico
la protagonista, –y sus reflejos en otras y celoso marido originario de Polonia.
mujeres de otro tiempo, de otro lugar, de ésta a su vez se revelará como un rema-
otras historias reales o imaginadas, de ke de 4 7, un viejo film inacabado polaco,
hoy y de siempre como “la historia que basado en un cuento tradicional gitano,
más tiempo lleva sonando”– y el origen, que funciona a modo de mito maldito
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puesto que los personajes descubrieron Desde otro lugar y otro tiempo aunque
algo dentro de la historia y los protago- “no sé que es antes o después. No sé que pasó
nistas fueron asesinados. En las tres tra- primero”, que puede ser la Polonia de la
mas late la amenaza de la infidelidad, la trama filmada de 4 7 y la de la mujer ence-
culpa y la muerte. Y habrá una cuarta, rrada con la tV se produce la invitación:
de aparición más breve –la de la mujer ¿Quieres ver? Y le trasmite el ritual: hay
encerrada frente al televisor del inicio- que ponerse el reloj, agujerear la seda y
que será reveladora al final. A éstas mirar a su través. Rasgar quizá el velo de
hemos de sumar además, otros escena- las apariencias. Una pérdida total –con la
rios autorefenciales de obras anteriores que Sue repite el recorrido de Diane o Camila–
como la serie de Rabbits. (en Mulholland Drive) de la identidad y
memoria subjetivas, cuando el propio papel es
En el desarrollo de Inland Empire un impostado y consiste únicamente en la identi-
mismo actor interpreta distintos papeles ficación con un modelo cuya historia no sólo
en las distintas tramas, (al contrario de lo no comparte nada con la suya sino que consis-
que hiciera en Mulholland Drive) encerra- te precisamente en su inversión.
dos también ellos en su escenario, en su
papel, pero quejándose por ello, buscan- La puesta en abismo de la representa-
do una salida, como queriendo ción hace al espectador situarse en el
reb(v)elarse. borde del mismo, porque el juego de tra-
mas y tiempos se avanzan fragmentaria-
tan solo Nikki-Sue atraviesa umbrales mente: Se trataría de señalar ese vértigo y la
y pasillos, escenarios y tiempos distintos posibilidad de afrontarlo como un juego.
para descubrirse y revelarnos la verdad
de su propia identidad, de su propio La historia de Sue se nos presenta cada
deseo. Por eso puede aparecer en la vez más sórdida, es una mujer abando-
representación como intérprete y obser- nada por Smithy, su marido, que se va a
vadora de sí misma, soñando o deliran- cuidar los animales de un extraño circo a
do o quizá recordando quien ha sido, las regiones bálticas cuando ella le anun-
quién es, en una especie de juego de cia su embarazo. Como en la historia de
deconstrucción/depuración de su propia la primera filmación de 4 7 la de un
identidad, en un viaje interior, siempre doble asesinato por celos, la paternidad
al origen. En una interpelación directa es puesta en sospecha, como imposibili-
con quienes habitan en su delirio: prosti- tada, por infidelidad o por infertilidad. Y
tutas: “Míranos y dinos si ya nos conocías”. la mujer siempre en posición de caída; aban-
O en su recuerdo: Sue: “Miradme y decid- donada, ya sea en el papel de vengadora o de
me si ya me conocíais”. víctima. Aunque vayan armadas con un
Reseñas t&f
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destornillador, o sean capaces de agre- puerta 47 para encontrarse en el escena-
siones brutales. La gestación del hijo es rio de la familia Rabbits. Este escenario se
también imposible. No hay historias que cortocircuita, y se transforma en la habi-
cuajen. tación del encierro de la chica de la tV
del inicio, en la que ella ve simultánea-
Así Sue corre por el Bulevar de las mente la ficción de la pantalla y la que
estrellas de ese Hollywood glamoroso sucede en realidad, y nosotros también
que desmiente su papel, perseguida y sin confusión es a la vez real y ficción.
apuñalada por la mujer del destornilla- Laura besa a la mujer y desaparece, esta
dor. Muriendo rodeada de los desterra- sale del encierro, liberada, al encuentro
dos mendigos del sistema. “no pasa del abrazo de Smithy-Berk ¿el aman-
nada, te mueres y nada más”, “ví tu luz. te/esposo asesinado de la versión filma-
Luce brillante para siempre. No más da de 4 7? en lo que podría ser su mari-
mañanas tristes. Ahora flotas, querida.” do y su hijo. O cabría leerse incluso como la
Es el fin de rodaje de On high in blue versión alucinada por Laura del desenlace del
tomorrows, la cámara, el grito de corten y secuestro de Don y Dony en Blue Velvet.
los aplausos lo ratifican. Pero Nikki no
acaba de despegarse de su papel. O Y el film vuelve donde todo comenzó
quizá haya muerto y sea Sue quien antes de que a Nikki le dieran su papel,
deambula por el set de rodaje –sale del en el salón de su casa dónde aparecerán
4, y todo comenzó en el 7. Ahora parece distintos personajes de este y otros films
estar descubriendo que todo ha sido una de Lynch “de ayer y de hoy”, para termi-
ficción, una especie de toma de concien- nar con un fin de fiesta, con cuerpo de
cia del mecanismo de proyección de su baile incluido, en el que se canta una
propia historia. también atravesará por briosa versión de Nina Simone del tradi-
última vez la puerta con el enigmático cional godspell7 americano
mensaje axXon N, y con ella el dormito- Oh sinner men. Y que es un 7 Godspell, que significa “pala-
bra buena”, traduciendo el térmi-
rio de Smithy y Sue, abre la cómoda, en hermoso colofón por la no bíblico griego euangelion,
primer plano vemos el dorso de su mano redención de las malditas “buena noticia”.
agarrando una pistola en él están escritas historias.
las iniciales L. B. (quizá su propio nom-
bre Laura y el de su marido Ben Harper, Se desvela que la tragedia ha sido sólo
“una vuelta de tuerca más en el juego de las representación: nadie ha muerto en realidad,
identidades”) avanza sobre pasillos y se todos representan. Es hora de despertar.
detiene en la puerta 47, ve al fantasma y
le dispara. El fantasma es realmente tal, ¿Será verdad?
una emanación de sí misma. Atraviesa la

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