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Así, siguiendo estos dos modelos de expansión de la ley, los Estados fueron creando su
propio ordenamiento. En el caso de la Constitución española de 1978 ésta es la norma
suprema encargada de desplegar el resto del ordenamiento, cogiendo aspectos de ambos
modelos. el resultado de este modelo español híbrido sería que la ley no tiene ámbitos
vedados (francés), pero no se establece el principio general de que todo tiene que estar
regulado por la ley (alemán). Lo que si establece la Constitución son reservas de ley
específicas, es decir, mandatos para que determinadas materias sean reguladas por ley,
quedando reflejado en el art. 9.1 de la CE. En éste se refleja el Pº de legalidad o Pº de
juridicidad, o sea, que todas las decisiones tienen que ser tomadas a través del Derecho pero
no siempre a través de la ley. Estos mandatos se establecen ya que, en nuestro ordenamiento,
no hay una sino varias categorías de ley, siendo la general la ley ordinaria. Esta ruptura de la
categoría única de ley se produce en el paso del liberalismo al socialismo. Así, en los primeros
momentos del liberalismo, dado que solo había una única voluntad general, existía una única
categoría de ley. Sin embargo, al pasarse de un estado abstencionista a un intervencionista, se
requería que el ordenamiento estableciera instrumentos necesarios para que el Estado
pudiera regular ese mayor número de materias. Por lo tanto se produce la ruptura de ley
equivalente a norma primaria, surgiendo nuevos tipos de leyes dentro de éstas,
concretamente, junto a la Ley Ordinaria aparece la Ley Orgánica, los Estatutos de Autonomía,
los Decretos leyes, los Decretos legislativos, los Tratados Internacionales y los Reglamentos
Parlamentarios. Esta diversidad de normas que se encuentran en el primer escalón de la
pirámide normativa, necesita que cada una esté perfectamente regulada (aprobación,
materia,…) Un claro ejemplo de esta compleja red de normas primarias sería la Constitución
del 78.
“Derecho Constitucional I”
LEY ORDINARIA:
La ley Ordinaria es la ley tipo, la ley genérica, que dicta el poder legislativo,
concretamente las Cortes Generales, atendiendo a un determinado proceso que ratifica su
carácter democrática, dotándola así de fuerza activa y pasiva. Así, este procedimiento
legislativo garantiza que la ley sea debatida públicamente y que se haga una votación en la que
se tome una decisión producto de ese debate. Para que esto sea así son necesarios una serie
de trámites.
*2ª fase de desarrollo: esta fase se inicia en el Congreso de los Diputados, donde se envían las
iniciativas a unos órganos más reducidos, especializados según la materia, denominados
comisiones legislativas permanentes. Aquí se abre un período de enmiendas, es decir,
propuestas para modificar, total o parcialmente, el contenido del texto que es presentado ante
el Pleno. Las enmiendas pueden ser totales o parciales. En este aspecto podemos distinguir: si
el texto es un proyecto de ley, existen enmiendas a la totalidad de devolución que, en caso de
prosperar, suponen la devolución del texto al Gobierno, o la enmienda a la totalidad del texto
alternativo, cuando se cambia el tipo de texto. Si es una proposición de ley cabe, solamente,
las enmiendas a la totalidad del texto alternativo, ya que, a diferencia de lo que ocurre con los
proyectos, una vez entregada la proposición el proponente se desvincula. En cuanto a las
parciales, los miembros parlamentarios pueden entregar alternativas de adición, modificación
o supresión. Además, existen otras como las enmiendas transaccionales, cuando se realizan
sobre la marcha. Una vez cerrado el período de enmiendas, se pasa a las ponencias, donde sus
miembros, a través de unos votos ponderados, debaten acerca de dichas enmiendas, lo que
queda reflejado en el informe de ponencia. A continuación, éste se eleva a la Comisión, donde
votan si aceptan o no dicho informe, elaborando el Dictamen de Comisión que, a su vez, se
eleva al Pleno donde se aprueba o se rechaza ese dictamen y también pueden votarse las
“Derecho Constitucional I”
enmiendas que se han rechazado. Acto seguido, el texto pasa por el Senado, donde se abre
otro período de enmienda (parciales), pudiendo los grupos parlamentarios presentar por
mayoría absoluta un veto que produciría unos efectos dilatorios. así, en caso de que hubieran
modificaciones con respecto al texto presentado por el Congreso, este volvería ahí para ser
aprobado de nuevo y pasar a la tercera fase. Si sólo se presenta el veto, después de un tiempo
determinado pasaría a la última fase.
*3ª fase de perfección: tiene tres trámites: la sanción, la promulgación y la publicación, sin
modificarse el texto en ninguna. La sanción era una especie de veto que se le daba al rey, ya
que si no las sancionaba no eran válidas. Actualmente, debido al tipo de Estado en que
estamos, es un trámite meramente formal. La promulgación, era cuando el rey mandaba
cumplir y hacer cumplir esa norma, actualmente es una tradición, ya que no se hace porque lo
diga el rey sino porque lo establece el ordenamiento. Y, finalmente, la publicación, que es lo
que dota de validez a la norma (art 9.3 CE).En ese momento, la norma se introduce en el
ordenamiento jurídico consiguiendo su presunción de validez.