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“Derecho Constitucional I”

TEMA 10: LAS LEYES ORDINARIAS

El cambio de las monarquías absolutistas al liberalismo se produce al sustituirse la


voluntad del rey por la del pueblo, siendo ésta recogida por la Asamblea y manifestada a
través de la ley. Así, dado que la ley es la expresión de la voluntad general, se supone legítima
y democrática, por lo que comienza a expandirse siguiendo dos modelos: el propio del
sistema francés, donde la ley se expande ilimitadamente a todos los ámbitos, regulando la
mayor parte de las materias o el modelo propio del sistema alemán, proceso en el cual
coexistieron el emperador, sustentando el poder ejecutivo y la ley, que abarcaba el poder
legislativo, habiendo un reparto de funciones entre ambos, concretamente los impuestos, los
ejércitos y la administración estaban en manos del emperador, quedando vedados estos
aspectos para la ley. Así, en los primeros momentos del constitucionalismo, la ley era un
ideario o programa, que no se proclamó como verdadera norma suprema hasta el siglo XX.
Este cambio viene dado por la inestabilidad jurídico-política que generaba el hecho de que
fuese la ley la que estableciera las “reglas del juego”, cambiando estas ante cualquier mayoría
de turno, es decir, que éstas cambiaban según el partido político. Así, una vez que la
Constitución se autoproclama norma jurídica suprema, ésta regula los límites de la ley, siendo
el poder Constituido el encargado de dictar dichas leyes. Dado que éstas no pueden
contradecir a la Constitución (nacen de ellas), surge la pirámide normativa, que se regula
gracias a la fuerza activa y pasiva de la ley, otorgadas ambas por la legitimidad democrática. La
fuerza activa supone que las normas posteriores derogan a las anteriores, lo que se conoce
como Pº de Cronología. En cambio, la fuerza pasiva supone que norma inferior no puede
contradecir a superior, surgiendo así el Pº de Jerarquía.

Así, siguiendo estos dos modelos de expansión de la ley, los Estados fueron creando su
propio ordenamiento. En el caso de la Constitución española de 1978 ésta es la norma
suprema encargada de desplegar el resto del ordenamiento, cogiendo aspectos de ambos
modelos. el resultado de este modelo español híbrido sería que la ley no tiene ámbitos
vedados (francés), pero no se establece el principio general de que todo tiene que estar
regulado por la ley (alemán). Lo que si establece la Constitución son reservas de ley
específicas, es decir, mandatos para que determinadas materias sean reguladas por ley,
quedando reflejado en el art. 9.1 de la CE. En éste se refleja el Pº de legalidad o Pº de
juridicidad, o sea, que todas las decisiones tienen que ser tomadas a través del Derecho pero
no siempre a través de la ley. Estos mandatos se establecen ya que, en nuestro ordenamiento,
no hay una sino varias categorías de ley, siendo la general la ley ordinaria. Esta ruptura de la
categoría única de ley se produce en el paso del liberalismo al socialismo. Así, en los primeros
momentos del liberalismo, dado que solo había una única voluntad general, existía una única
categoría de ley. Sin embargo, al pasarse de un estado abstencionista a un intervencionista, se
requería que el ordenamiento estableciera instrumentos necesarios para que el Estado
pudiera regular ese mayor número de materias. Por lo tanto se produce la ruptura de ley
equivalente a norma primaria, surgiendo nuevos tipos de leyes dentro de éstas,
concretamente, junto a la Ley Ordinaria aparece la Ley Orgánica, los Estatutos de Autonomía,
los Decretos leyes, los Decretos legislativos, los Tratados Internacionales y los Reglamentos
Parlamentarios. Esta diversidad de normas que se encuentran en el primer escalón de la
pirámide normativa, necesita que cada una esté perfectamente regulada (aprobación,
materia,…) Un claro ejemplo de esta compleja red de normas primarias sería la Constitución
del 78.
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LEY ORDINARIA:

La ley Ordinaria es la ley tipo, la ley genérica, que dicta el poder legislativo,
concretamente las Cortes Generales, atendiendo a un determinado proceso que ratifica su
carácter democrática, dotándola así de fuerza activa y pasiva. Así, este procedimiento
legislativo garantiza que la ley sea debatida públicamente y que se haga una votación en la que
se tome una decisión producto de ese debate. Para que esto sea así son necesarios una serie
de trámites.

PROCEDIMIENTO LEGISLATIVO (ORDINARIO): éste sería la suma de esos trámites que


garantizan los principios de debate, de publicidad y de votación. En nuestro ordenamiento el
poder legislativo lo sustentan las Cortes Generales, formadas por el Congreso de los Diputados
y el Senado, teniendo una mayor relevancia el Congreso al tener la última palabra. Este
procedimiento consta de tres fases:
*1ª fase de iniciativa: ésta hace referencia a quién puede poner en marcha este
procedimiento legislativo, estableciéndose en el art. 87 de la CE una serie de sujetos tasados
autorizados para ello. Así, en función de quien inicie el proceso, se denomina de distintas
maneras, encontrando: el proyecto de ley, cuando lo inicia el Gobierno, y la proposición de
ley, cuando lo hace el Congreso, Senado, las CCAA o la iniciativa popular. Sólo en el primer
caso, es decir, con el proyecto de ley el procedimiento se activa directamente, pasando a la
segunda fase. En cambio, las proposiciones de ley tienen que pasar previamente un “filtro”
que se denomina toma en consideración. En ésta, las Cortes Generales deciden por mayoría si
seguir o no el procedimiento legislativo. Cabe señalar que las Cámaras (Congreso y Senado) se
organizan de distinta manera, predominando la formación de grupos parlamentarios según la
ideología. Estos son los que verdaderamente pueden presentar la proposición. Las CCAA lo
hacen a través de las asambleas o de sus Parlamentos. Y, finalmente, la iniciativa popular, que
surge como institución de la democracia, puede participar cumpliendo unos requisitos
formales y materiales (art. 87). Así, una vez que el Pleno del Congreso de los Diputados decide
si se toma en consideración dicha iniciativa, se pasa a la segunda fase.

*2ª fase de desarrollo: esta fase se inicia en el Congreso de los Diputados, donde se envían las
iniciativas a unos órganos más reducidos, especializados según la materia, denominados
comisiones legislativas permanentes. Aquí se abre un período de enmiendas, es decir,
propuestas para modificar, total o parcialmente, el contenido del texto que es presentado ante
el Pleno. Las enmiendas pueden ser totales o parciales. En este aspecto podemos distinguir: si
el texto es un proyecto de ley, existen enmiendas a la totalidad de devolución que, en caso de
prosperar, suponen la devolución del texto al Gobierno, o la enmienda a la totalidad del texto
alternativo, cuando se cambia el tipo de texto. Si es una proposición de ley cabe, solamente,
las enmiendas a la totalidad del texto alternativo, ya que, a diferencia de lo que ocurre con los
proyectos, una vez entregada la proposición el proponente se desvincula. En cuanto a las
parciales, los miembros parlamentarios pueden entregar alternativas de adición, modificación
o supresión. Además, existen otras como las enmiendas transaccionales, cuando se realizan
sobre la marcha. Una vez cerrado el período de enmiendas, se pasa a las ponencias, donde sus
miembros, a través de unos votos ponderados, debaten acerca de dichas enmiendas, lo que
queda reflejado en el informe de ponencia. A continuación, éste se eleva a la Comisión, donde
votan si aceptan o no dicho informe, elaborando el Dictamen de Comisión que, a su vez, se
eleva al Pleno donde se aprueba o se rechaza ese dictamen y también pueden votarse las
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enmiendas que se han rechazado. Acto seguido, el texto pasa por el Senado, donde se abre
otro período de enmienda (parciales), pudiendo los grupos parlamentarios presentar por
mayoría absoluta un veto que produciría unos efectos dilatorios. así, en caso de que hubieran
modificaciones con respecto al texto presentado por el Congreso, este volvería ahí para ser
aprobado de nuevo y pasar a la tercera fase. Si sólo se presenta el veto, después de un tiempo
determinado pasaría a la última fase.

*3ª fase de perfección: tiene tres trámites: la sanción, la promulgación y la publicación, sin
modificarse el texto en ninguna. La sanción era una especie de veto que se le daba al rey, ya
que si no las sancionaba no eran válidas. Actualmente, debido al tipo de Estado en que
estamos, es un trámite meramente formal. La promulgación, era cuando el rey mandaba
cumplir y hacer cumplir esa norma, actualmente es una tradición, ya que no se hace porque lo
diga el rey sino porque lo establece el ordenamiento. Y, finalmente, la publicación, que es lo
que dota de validez a la norma (art 9.3 CE).En ese momento, la norma se introduce en el
ordenamiento jurídico consiguiendo su presunción de validez.

OTROS PROCEDIMIENTOS LEGISLATIVOS:


-Procedimiento legislativo de urgencia, donde se acortan los plazos a la mitad.
-Procedimiento de lectura única: proceso excepcional, donde normas simples son aprobadas o
rechazadas directamente en el Pleno, sin comisión, ponencia ni enmiendas, lo cual va contra el
principio de democracia.
También hay especialidades legislativas según el tipo de normas, para poder
diferenciar la ley ordinaria, ley tipo, del resto. Así, encontramos leyes ordinarias especiales,
como la Ley ordinaria de Presupuestos del Estado, Ley Marco (art. 150.1) y la Ley de
Armonización (art. 150.3) La LM, sirve para atribuir facultades legislativas en materias estatales
a las Comunidades Autónomas. La LA sirve para que el Estado pueda armonizar unas políticas
concretas que no sin del Estado.

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