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1- Cannabis

El cannabis o marihuana suele tomarse triturando sus hojas secas y fumándoselo, aunque también
es usual consumir su resina prensada o hachís, es usual mezclarla con tabaco. Su principio activo es
el THC (delta-9-tetrahidrocarbocannabinol). El THC se une a los receptores CB1 del sistema
cannabinoide.

Es curioso que en nuestro organismo exista un sistema cannabinoide, lo cual indica que tenemos
cannabinoides endógenos, es decir cannabinoides naturales segregados por nuestro propio
organismo (por ejemplo la anandamida). Además el número de receptores cannabinoides en nuestro
sistema nerviosos central es mayor que el de cualquier otro neurotransmisor, en ciertas zonas del
cerebro su número es hasta 12 veces mayor que el de los receptores de dopamina.

El sistema cannabinoide actúa sobre todo en el cerebelo, que rige la coordinación motora; en el tronco
cerebral que regula las funciones vitales; y en el estriado, el hipocampo y la amígdala responsables
respectivamente de los movimientos reflejos, de la memoria y de la ansiedad.

Efectos cerebrales

La toma de cannabis libera cannabinoides que interactúan con los receptores cannabinoides que a su
vez desencadenan la liberación de dopamina del sistema de recompensa, en concreto del núcleo
accumbens. Este aumento de dopamina crea un efecto placentero que funciona como reforzador y
hace que la persona que la consume sienta ganas de seguir tomándola. Por lo tanto el tipo de
dependencia que provoca es psicológica.
Efectos conductuales

Sus principales efectos conductuales a bajas dosis son, euforia, disminución de ciertos dolores (por
ejemplo oculares), disminución de la ansiedad, la sensibilidad a los colores y a los sonidos de
acentúan, disminución de la memoria a corto plazo (recuerdos recientes), los movimientos se
ralentizan, estimulación del apetito y la sed y pérdida de conciencia del tiempo.

A altas dosis puede llegar a inducir pánico, delirium tóxico y psicosis.

Todos estos efectos son transitorios, su duración depende de la sensibilidad de cada persona y de la
cantidad tomada pero no suelen durar más de una hora.

En los consumidores crónicos de grandes cantidades puede tener efectos a largo plazo como la
disminución de la motivación y el deterioro social.

Datos de interés

¿Provoca dependencia?

Cómo se ha indicado anteriormente, el cannabis no provoca cambios neuronales a largo plazo y actúa
sobre el sistema de recompensa, por lo cual no provoca dependencia física pero sí psicológica.

¿Provoca tolerancia?

Efectivamente, los consumidores habituales de marihuana sienten como la misma cantidad de droga
cada vez les hace menos efectos y deben consumir más cantidad para sentir lo mismo.

¿Provoca síndrome de abstinencia?

En recientes estudios con ratones expuestos de forma crónica al THC se ha encontrado que sufren
abstinencia. Aún no se conoce si ésta se da también en humanos aunque es muy probable.

¿Puede provocar esquizofrenia?

En un estudio reciente realizado por el Dr. Kuei Tseng se ha encontrado que el suministro reiterado de
THC a ratas durante la adolescencia provocaba un déficit en la maduración de las conexiones
GABAérgicas del hipocampo ventral con la corteza prefrontal, lo cual provocaría una disminución del
control de los impulsos. Este efecto no ocurría cuando se administraba cannabis a las ratas adultas.
En los pacientes con esquizofrenia se ha comprobado que existe este déficit de maduración, pero para
llegar a desarrollar esquizofrenia es necesario tener una predisposición genética y vivir en un
determinado ambiente. Por lo cual el mero hecho de consumir marihuana durante la adolescencia no
puede provocar la esquizofrenia pero si puede inducirla en personas con predisposición genética y
aumentar las probabilidades de sufrirla.

¿Puede usarse como agente terapéutico?

El cannabis presenta propiedades terapéuticas como ansiolítico, sedante, relajante, analgésico


y antidepresivo. Es recomendado en bajas dosis para numerosas enfermedades que causan dolor
como la esclerosis múltiple.

Si quieres saber más sobre este tipo de drogas te recomiendo el siguiente vídeo:

2- Opiáceos

Los opiáceos son sustancias derivadas de la resina de la adormidera o planta del opio. Puede
ingerirse casi de cualquier manera, puede comerse, fumarse, inyectarse… El opiáceo más común es
la heroína, la cual suele administrarse por vía intravenosa, este tipo de administración es
especialmente peligroso pues no suelen seguirse las medidas higiénicas necesarias y pueden
contagiarse enfermedades.

Al igual que ocurría con el cannabis, existen opiáceos endógenos, de los cuales los más importantes
son los péptidos opioides, los denominados “morfinas del propio cerebro”. Estos opiáceos se unen a
receptores opioides, de los cuales los más importantes son los del tipo mu (µ), delta (∂) y kappa (k).
Los opiáceos endogénos como las endorfinas y encefalinas son almacenadas en las neuronas
opiáceas y se liberan durante la neurotransmisión y actúan sobre el sistema de recompensa para
mediar el reforzamiento y el sentimiento de placer.
Efectos cerebrales

Los opioides actúan sobre GABA, un neurotransmisor del sistema inhibidor del cerebro, el cual frena
a las neuronas y ralentiza la transmisión de otros neurotransmisores. Al bloquear la función de
GABA núcleo accumbens (estructura del sistema de recompensa), se impide la recaptación
de dopamina que ya ha sido liberada, haciendo creer a nuestro organismo que no hay suficiente
dopamina, por lo que se descarga un torrente de este neurotransmisor, lo cual va a causar la sensación
de placer.

Efectos conductuales

Los efectos de los opiáceos pueden ir desde la calma hasta la analgesia (tanto física como
psicológica). Aunque una toma crónica puede llevar hasta una insensibilización completa ante los
estímulos tanto endógenos como exógenos.

A altas dosis produce euforia, la cual es su principal propiedad reforzadora, seguida de una profunda
sensación de tranquilidad, somnolencia, labilidad afectiva, obnubilación mental, apatía y lentitud
motora. Estos efectos pueden durar varias horas. Si se sufre una sobredosis puede deprimir el
sistema respiratorio pudiendo llegar al coma.

Datos de interés

¿Provoca dependencia?

Efectivamente, la administración de opiáceos de forma crónica provoca dependencia tanto física como
psicológica, puesto que modifica los receptores opioides y afecta al sistema de recompensa. De modo
que las personas dependientes de esta sustancia siguen consumiéndola tanto por los efectos
placenteros como por los efectos adversos de no tomarla.

¿Provoca tolerancia?

La respuesta es sí, además la tolerancia comienza bastante rápido, no hace falta estar mucho tiempo
tomando esta droga para sentirla, puesto que los receptores opioides se adaptan con bastante rapidez.
Como se ha explicado antes, la tolerancia implica que el individuo debe tomar más cantidad de
droga cada vez para sentir sus efectos, así que a la larga la dosis necesaria para sentir euforia puede
llegar a producir sobredosis.

¿Provoca síndrome de abstinencia?


La administración crónica de opiáceos modifica los receptores haciendo que éstos se adapten y sean
menos sensibles, de modo que los estímulos que antes eran placenteros dejan de serlo. Los
principales síntomas del síndrome de abstinencia son la disforia, la irritabilidad y la hiperactividad
autonómica caracterizada por taquicardias, temblores y sudación.

¿Puede usarse como agente terapéutico?

Sí, y de hecho se usa, la morfina es un tipo de opiáceo que en dosis bajas causa sedación pero a
altas dosis puede provocar un coma e incluso la muerte. Su administración crónica causa dependencia,
tolerancia y abstinencia, al igual que ocurre con otras sustancias opioides.

Si quieres saber más sobre este tipo de drogas te recomiendo el siguiente vídeo:

3- Estimulantes: cocaína y anfetamina

Las principales drogas estimulantes son la cocaína y la anfetamina y sus derivados como el “crack”
o la metanfetamina.

La cocaína se extrae de la hoja de coca, antiguamente se quemaba y se consumía directamente pero


hoy en día su elaboración es bastante más compleja, en primer lugar se pisa la hoja de coca hasta
que salga toda la salvia, a ese “caldo” le añaden cal (por ello la cocaína es un polvo blanco), ácido
sulfúrico y queroseno los cuales sirven como fijadores y aumentan los efectos de la cocaína en el
cerebro.

Como puede observarse la “lista de ingredientes” de la cocaína no es nada saludable, sus compuestos
son altamente tóxicos y pueden llegar a ser más perjudiciales que la propia coca. Además suele
esnifarse, lo cual es altamente peligroso pues hace que la droga llegue lo antes posible al cerebro
mediante los vasos sanguíneos de la nariz, este procedimiento causa grandes daños físicos pues
desgasta el tabique nasal.
Actualmente en algunos pueblos indígenas de Sudamérica sigue consumiéndose la hoja de coca, la
mastican para conseguir energía y para paliar el llamado “mal de alturas”.

El crack, o la base, es un derivado de la cocaína que se vende en forma de piedra. Puede esnifarse,
inyectarse o fumarse. Su efecto es más intenso que el de la cocaína pues tarda menos tiempo en
metabolizarse.

La anfetamina es un tipo de droga sintética que se vende en pastillas y suele administrarse por vía
oral, al igual que la metanfetamina. Debido a su modo de administración suele tener efectos menos
intensos que la cocaína y sus derivados. Su modo de elaboración es complejo y hace falta saber
química para poder hacerlo, como nos han mostrado en Breaking Bad.

Efectos cerebrales

Tanto la cocaína como la anfetamina actúan bloqueando al transportador de la dopamina (DAT), de


esa manera la dopamina queda libre y se concentra en áreas claves como el núcleo accumbens,
área del sistema de reforzamiento. La anfetamina, además de bloquear el transportador de la
dopamina, bloquea los receptores por lo cual la dopamina no se puede recaptar y sigue produciendo
y concentrándose más y más hasta que se agota. La dopamina puede llegar a quedarse activa hasta
300 veces más tiempo que del que suele activarse normalmente.

La dopamina es uno de los neurotransmisores más importantes del cerebro, los efectos que tienen las
drogas estimulantes sobre la dopamina afecta a áreas implicadas en la motivación (área límbica) y el
control de nuestros actos (corteza prefrontal) y también a determinados circuitos relacionados con
la memoria (tanto explícita como implícita).

Los estimulantes producen cambios cerebrales permanentes a largo plazo, incluso tras años de
abstinencia. En un estudio de McCann se encontró que el número de receptores de dopamina de
consumidores crónicos de metanfetamina había disminuido notablemente y éste déficit de receptores
persistía tras 3 años de abstinencia. La pérdida de receptores dopaminérgicos incrementa el riesgo de
que estas personas sufran Parkinson cuando sean mayores.

Efectos conductuales

Los principales efectos son la euforia y el aumento de energía que suele traducirse en una mayor
actividad y verborrea. A altas dosis provoca una sensación de placer muy intensa que los
consumidores describen como mejor que un orgasmo, pero si se aumenta la cantidad puede llegar a
sufrirse temblores, labilidad emocional, agitación, irritabilidad, paranoia, pánico y comportamientos
repetitivos o estereotipados.

A altas dosis puede producir ansiedad, paranoia, alucinaciones, hipertensión, taquicardia, irritabilidad
ventricular, hipertermia y depresión respiratoria.

Una sobredosis puede producir insuficiencia cardíaca, ictus y convulsiones.

Datos de interés

¿Produce dependencia?

Las drogas estimulante producen dependencia tanto física como psicológica puesto que no sólo
activan el sistema de recompensa durante la toma, también lo modifican a largo plazo.

¿Produce tolerancia?

Sí, la administración crónica de estimulantes realiza modificaciones en el sistema de recompensa que


se adapta al aumento de la concentración de dopamina y se habitúa, por lo cual cada vez le hace falta
más dopamina al sistema para activarse y la persona tendrá que tomar una dosis más alta para poder
sentir los efectos de la droga.

¿Provoca síndrome de abstinencia?

Efectivamente, los cambios producidos en las neuronas dopaminérgicas debido a su sobreactivación


provocan síntomas desagradables cuando no se consume la droga. Esta sobreactivación puede llegar
a causar degeneración axonal y muerte neuronal, provocando síntomas parecidos a los del trastorno
llamado burn-out, el cual suele asociarse con altos niveles de estrés durante períodos prolongados.

Entre los síntomas de la abstinencia se encuentra la somnolencia y la anhedonia (falta de placer ante
cualquier estímulo), y a largo plazo pérdida de eficacia cognitiva, depresión e incluso paranoia.

Estos efectos hacen que la persona busque con mucha ímpetu la droga dejando de lado sus deberes
y poniéndose en peligro tanto a sí mismo como a las personas que tiene a sus alrededor. Además es
usual que busquen sensaciones placenteras extremas para poder sentir algo de placer, ya que debido
a la anhedonia les cuesta mucho sentirlo, esto puede hacer que lleven a cabo conductas compulsivas
como el sexo sin protección y sin ningún tipo de discriminación.
¿Pueden usarse como agentes terapéuticos?

La anfetamina puede ser usada para tratar trastornos del sueño, sobre todos los relacionados con los
problemas de somnolencia durante el día, y para paliar los síntomas del TDAH.

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