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Ser humano es en este universo lo mismo que citadísimo concepto de homo œconomicus, que
ser productor y nada más que eso: he aquí el sin embargo no aparece aún en este escrito.
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Éste constituye un segundo punto que puede que hace Polanyi del célebre filósofo, enfati-
generar inquietud: la imagen de un Marx indi- zando la cuestión de la ética en su obra, frente
vidualista. Esta idea se basa, en último tér- a otras teorías marxistas acerca de dicho pen-
mino, en la particular interpretación humanista sador.
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“No basta con que las condiciones de trabajo que, por educación, tradición y hábito reco-
se presenten en un polo como capital y en el noce las exigencias de ese modo de producción
otro como hombres que no tienen nada que como leyes naturales, evidentes por sí mis-
vender, salvo su fuerza de trabajo. Tampoco mas.” (Marx, K., El Capital. Crítica de la eco-
basta con obligarlos a que se vendan volunta- nomía política, Madrid, Siglo XXI, 1998,
riamente. En el transcurso de la producción ca- Libro I, Vol. 3, p. 922).
pitalista se desarrolla una clase trabajadora
vinculación entre la “naturaleza” del ser que rompa con la idea de que la sociedad
humano y las motivaciones económicas. y las decisiones políticas que competen a
Además, afirma que a lo largo de las épo- la relación entre los ciudadanos han de
cas históricas la economía ha estado en- estar subordinadas a la economía.
treverada siempre con lo social, siendo Esta mentalidad de mercado basada
así que los alicientes surgían de una mez- en el determinismo económico es consi-
cla de distintas fuentes: la costumbre, el derada obsoleta por parte del historiador
estatus, el honor, la lealtad, etc. Sin em- vienés porque el liberalismo clásico ba-
bargo, la sola motivación de la ganancia, sado en el lema del laissez-faire y la era
que era propia únicamente de los comer- de la máquina quedaron ya atrás, después
ciantes, se universalizó en el segundo de la crisis mencionada de la economía
cuarto del siglo XIX, con la abrupta in- de mercado, y en el pasado han de que-
troducción de la economía de mercado. darse si queremos promover la libertad de
Así pues, concluirá que el modo como se la persona. A pesar de que se hizo frente
organice la producción es lo que deter- a dicha ideología por distintos intentos de
mina la motivación que vaya a definir al reintegrar la economía en la política, nin-
ser humano: en este caso concreto, pro- guna de las opciones será válida final-
porcionando una imagen de él esencial- mente, según nuestro autor, para
mente económica. “En consecuencia, los salvaguardar las libertades individuales:
miembros de tal sociedad piensan que ni el intervencionismo del New Deal es-
están gobernados por esas dos motiva- tadounidense, ni el totalitarismo carente
ciones [el hambre y la ganancia]” (p. 95). de instituciones democráticas del fas-
De este modo, la ideología capitalista cismo europeo, que constituye en reali-
creó la ilusión de un determinismo eco- dad el corolario del liberalismo; pero
nómico elevado a ley general que enraizó tampoco el Estado centralizado del so-
en la mentalidad humana: “las relacio- cialismo soviético.
nes sociales estaban ahora encastradas Aclararé aquí, de la mano de un
en el sistema económico” (p. 97). El sis- apunte de César Ruiz, que el problema
tema económico impuso así su ley al del sistema capitalista radica, para Po-
resto de los ámbitos de la sociedad. Nada lanyi, en la degradación cultural que lle-
quedó fuera de ella. Todo lo que saliese va consigo, al contrario que para Marx,
de su reinado o actuase contra ella, mo- quien ponía la mira en la explotación
riría. En contra de todos esos supuestos económica (p. 29, nota 22). Por ello, al
ideológicos, Polanyi proclama la necesi- final del texto, aunque venía anuncián-
dad de recuperar la consideración del dose a lo largo de sus páginas, el pensa-
resto de motivaciones inherentes al ser dor austríaco desvía el objetivo, el objeto
humano por medio de la subsunción de de estudio y de crítica, al sostener que el
la economía bajo los intereses de la so- reto no es la economía capitalista, sino
ciedad. Para ello, ha de producirse una que a lo que debemos enfrentarnos real-
“reforma de nuestra conciencia” (p. 85) mente es a la industrialización. Y es
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Por ello, el vocablo que utiliza Polanyi en maquinaria misma, sino de su utilización capi-
estos escritos es el de “socialismo”, no sólo talista! Por tanto, como considerada en sí la
eludiendo con ello la palabra, sino recha- maquinaria abrevia el tiempo de trabajo, mien-
zando en último término el concepto mismo tras que utilizada por los capitalistas lo pro-
de “comunismo” defendido por Marx. Por longa; como en sí facilita el trabajo, pero
otro lado, para el presente autor, el fin no es empleada por los capitalistas aumenta su in-
el socialismo, sino que éste es el medio para tensidad; como en sí es una victoria del hombre
alcanzar el objetivo último que es la demo- sobre las fuerzas naturales, pero empleada por
cracia. Quizás se promueva con todo ello que los capitalistas impone al hombre el yugo de
se difuminen y diluyan ciertas categorías pre- las fuerzas naturales; como en sí, aumenta la
cisas que se acuñaron en el seno de un pen- riqueza del productor, pero cuando la emplean
samiento juicioso. los capitalistas lo pauperiza, etc.” (Marx, K., El
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“¡Las contradicciones y antagonismos inse- Capital. Crítica de la economía política, Ma-
parables del empleo capitalista de la maquina- drid, Siglo XXI, 1998, Libro I, Vol. 2, pp. 537-
ria no existen, ya que no provienen de la 538).
que sea posible la libertad individual, cualquier sistema económico” (p. 103).
que Polanyi acabará denominando en Por otra parte, remitiéndome a la inter-
otras obras “socialismo funcional” –co- pretación que de estas tesis se hace en el
mo menciona Ruiz Sanjuán en su intro- estudio introductorio, del mismo modo
ducción–, que se basaría no en el “se ve así que el capitalismo puede vivir
auto(des)control del propio mercado, ni bajo formas políticas e institucionales tan
tampoco en una burocracia centralizada, distintas como el Estado liberal y el tota-
al estilo soviético, sino en un control so- litarismo fascista y que puede ser apunta-
cial de los medios de producción, de lado por posiciones ideológicas tan
modo que los individuos mismos se aso- opuestas como el individualismo caracte-
cien en colectivos y alcancen por esa vía rístico del pensamiento liberal y el anti-
participativa su condición de seres libres, individualismo de la doctrina fascista” (p.
conscientes y racionales. Y el requisito 19). Concluimos, por tanto, que no im-
para ello es, ante todo, que la sociedad porta con qué ideología se reconozca el
se emancipe de la opresión que ejerce la sistema capitalista, pues en todo caso se
esfera económica sobre ella. trata de un conjunto de representaciones
La libertad que en este tipo de socie- imaginarias que impiden conocer las
dad se pretenderá rescatar del campo ide- leyes que lo rigen y que habría que revo-
ológico del liberalismo económico no es lucionar desde su raíz para cambiar radi-
la propia del libre mercado que llama de- calmente la sociedad dada.
recho a la libertad al hecho de explotar a En definitiva, ¿en qué medida los
la masa desposeída de los medios de pro- textos de la presente edición suponen, en
ducción y a la expropiación que realiza el contexto actual, una herramienta de
estructuralmente la clase que se hace así pensamiento? La dificultad inherente a la
poseedora de dichos medios de trabajo. política en tanto en cuanto siempre se
En cambio, las libertades que se reivin- mueve en una coyuntura de frágiles po-
dican como válidas para la reforma del sicionamientos teórico-prácticos –entre
pensamiento que quiere Polanyi llevar a democracia y capitalismo, liberalismo y
cabo serían aquellas libertades indivi- totalitarismo, fascismo y falangismo, co-
duales que tienen que ver con la voluntad munismo y cristianismo, etc., se abre un
de las personas: libertad de conciencia, universo de disputas eternizable– sólo
de expresión, de asociación, de elección puede rebasarse reflexionando una y otra
del trabajo propio, etc. Es decir, las clá- vez, reinterpretando los conceptos y vol-
sicas libertades que reivindicaba el libe- viendo sobre argumentos de otros auto-
ralismo clásico y que han de desligarse, res para mirar desde sus perspectivas una
por ello, de dichos discursos, para ins- nueva época que quizás se asemeje
taurarlos en la sociedad del socialismo mucho más a la suya de lo que se nos
funcional que propone el presente autor, aparece a primera vista. Si esa tarea la
pues “las garantías institucionales de la llevó a cabo el siglo pasado Karl Polanyi,
libertad personal son compatibles con el relevo queda ahora en nuestras manos
al abrir estas páginas, que redescubren a un hombre muerto, pues “nada hay más
su vez muchas otras obras del acervo de muerto para un hombre que aquel que él
la filosofía política. fue. El que no volverá a ser nunca” (p.
XII). Es cierto que, como balance de
Andrea Carolina MOSQUERA VARAS estos más de veinticinco años, constata-
mos que no han cambiado ni el trasfondo
freudiano en la forma de entender la cu-
piditas espinosiana ni el contrapunto que
G. ALBIAC: La sinagoga vacía. Un es- esa suerte de gemelo enemigo –Pascal,
tudio de las fuentes marranas del espi- del que ya prepara una edición– propicia
nosismo, Tecnos, Madrid, 2013. siempre en el discurso de Albiac las con-
currencias fascinantes de los antagonis-
“Existen dos formas de leer. Podemos, me- tas barrocos. Este enfoque sigue siendo
diante la lectura, prolongar y acentuar la sus- válido para el Albiac sexagenario como
pensión de la referencia del texto al entorno
de un mundo y al auditorio de los hablantes. lo fue para el hombre que en el curso de
En ese caso, adoptamos una actitud explica- su treintena escribió La sinagoga vacía,
tiva. Pero también podemos suprimir dicha Premio Nacional de Ensayo de 1988.
suspensión y realizar el texto en el habla ac- El Spinoza sobre el que Albiac pu-
tual. Esta segunda actitud es el fin propio de la blica de nuevo su Sinagoga no es leído
lectura”.
por su autor como el Spinoza de finales
Paul Ricoeur, Historia y narratividad, de los ochenta, sin que por ello falte a la
Barcelona, Paidós, p. 74. verdad el autor en el nuevo prólogo: “No
he reescrito más que aquello que no hu-
“Se tiembla ante la hipótesis de que en virtud biera podido serlo en el año 1987” (p.
de una de esas metamorfosis de las que Marx XIII).
tanto habló, un nuevo “marxismo” no tenga ya En primer lugar, Albiac agradece
ese aspecto bajo el cual era habitual identifi-
carlo y derrotarlo. Quizá ya no se tenga miedo ahora, sin crítica, las citas de la investi-
a los marxistas, pero se teme aún a ciertos no gación neurocientífica de Damasio –la
marxistas que no han renunciado a la herencia cual se encuentra en la línea del materia-
de Marx”. lismo eliminativo y, por ende, en las antí-
podas del pluralismo ontológico que el
Jacques Derrida, Espectros de Marx,
Madrid, Trotta, p. 64.
materialismo filosófico defendido por la
Escuela de Oviedo vio cumplirse en el
¿Cuáles son las razones por las que holandés y con el que el joven Albiac, por
leer o releer esta obra de Gabriel Albiac lo expuesto posteriormente, se encontra-
(Utiel, 1950) y que justifican esta nueva ría realmente en su lugar. Ciertamente,
edición? Las razones las encuentra quien debe reconocerse que en la actualidad las
esto escribe en una serie de encuentros neurociencias –que han entroncado mejor
con el autor donde este ha practicado una con la filosofía anglosajona que con la
re-lectura de sí –o, según él mismo, de continental europea– han puesto de nuevo