Arquidiócesis de Mendoza - Formación Permanente del Clero
Ayudas para la Profundización de Amoris Laetitia
LA BUENA NOTICIA DEL AMOR
“Hemos celebrado en el Año Santo, un tiempo rico en misericordia,
que pide ser siempre celebrada y vivida en nuestras comunidades. La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del evangelio. […] Ahora, concluido este jubileo, es tiempo de mirar hacia delante y de comprender cómo seguir viviendo con fidelidad, alegría y entusiasmo la riqueza de la misericordia. Nuestras comunidades continuarán con vitalidad y dinamismo la obra de la nueva evangelización en la medida en que la conversión pastoral, se plasme cada día, gracias a la fuerza renovadora de la misericordia. No limitemos su acción, no hagamos entristecer al Espíritu, que siempre indica nuevos senderos para recorrer y llevar a todos el Evangelio que salva” (Misericordia et misera, 1.5).
I. Exhortación sobre la familia
Afirma el papa Francisco en su carta Apostólica Misericordia et
misera: “El don del matrimonio es una gran vocación a la que, con la gracia de Cristo hay que corresponder con Amor generoso, fiel y paciente. La belleza de la familia permanece inmutable, a pesar de numerosas sombras y propuestas alternativas” (Cf. n14). “El gozo del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. El anuncio cristiano de la familia es buena noticia”. Amoris laetitia, pretende ser aliento, estímulo y ayuda a la familia en sus entregas y dificultades, en el contexto del año de la misericordia. La exhortación del Papa quiere confirmar con fuerza no el “ideal” de la familia, sino su realidad rica y compleja. Hay en sus páginas una mirada abierta, profundamente positiva, que se nutre no de abstracciones o 2 - La Buena Noticia del Amor
proyecciones ideales, sino de una atención pastoral a la realidad. “Este
año jubilar nos ha de ayudar a reconocer la complejidad de la realidad familiar actual. La experiencia de la misericordia nos hace capaces de mirar todas las dificultades humanas con la actitud del amor de Dios, que no se cansa de acoger y acompañar”. “Nuestra vida, con sus alegrías y dolores, es algo único e irrepetible, que se desenvuelve bajo la mirada misericordiosa de Dios. Esto exige, sobre todo de parte del sacerdote, un discernimiento espiritual atento, profundo y prudente para que cada uno, sin excluir a nadie, sin importar la situación que viva, pueda sentirse acogido por Dios, participar activamente en la vida de la comunidad y ser admitido en ese pueblo de Dios, que camina hacia la plenitud del reino” (cf. Misericordia et misera n14).
II. Exhortación a la Alegría
Comentando el texto bíblico de las dos mujeres, la adúltera y la
pecadora, El Papa Francisco afirma: “Las lágrimas de vergüenza y de dolor se han transformado en la sonrisa de quien se sabe amado. La misericordia suscita alegría porque el corazón se abre a la esperanza de una vida nueva”. “Experimentar la misericordia produce alegría. No permitamos que las aflicciones y preocupaciones nos la quiten; que permanezca bien arraigada en nuestro corazón y nos ayude a mirar siempre con serenidad la vida cotidiana”. En una cultura, donde se multiplican las formas de tristeza y soledad; se necesitan testigos de esperanza y de la verdadera alegría para deshacer las quimeras que prometen una felicidad fácil con paraísos artificiales. El vacío profundo de muchos puede ser colmado por la esperanza que llevamos en el corazón y por la alegría que brota de ella. Hay mucha necesidad de reconocer la alegría que se revela en el corazón que ha sido tocado por la misericordia” (cf. Misericordia et misera n3) La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con La Buena Noticia del Amor - 3
Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero
dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años. (EG 1) Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. La tentación aparece frecuentemente bajo forma de excusas y reclamos, como si debieran darse innumerables condiciones para que sea posible la alegría. No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (EG 7)
III. Los cuatro principios que el Papa desarrolla en EG
A la hora de profundizar y sacar conclusiones sobre la exhortación
Amoris Laetitia, es bueno tener presente frente a nosotros los 4 principios que Francisco desarrolla en los puntos 217 a 237 de EG:
- El tiempo es superior al espacio: El «tiempo», ampliamente
considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad. Es una invitación a asumir la tensión entre plenitud y límite, otorgando prioridad al tiempo.
- La unidad prevalece sobre el conflicto: El conflicto no puede ser
ignorado o disimulado. Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, pero la 4 - La Buena Noticia del Amor
forma más adecuada de situarse frente al conflicto es aceptar, sufrir el
conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. Este criterio evangélico nos recuerda que Cristo ha unificado todo en sí: cielo y tierra, Dios y hombre, tiempo y eternidad, carne y espíritu, persona y sociedad.
- La realidad es más importante que la idea: Existe también una
tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma. Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría. Este criterio hace a la encarnación de la Palabra y a su puesta en práctica: «En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne es de Dios» (1 Jn 4,2). El criterio de realidad, de una Palabra ya encarnada y siempre buscando encarnarse, es esencial a la evangelización.
- El todo es superior a la parte: El todo es más que la parte, y
también es más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. Del mismo modo, una persona que conserva su peculiaridad personal y no esconde su identidad, cuando integra cordialmente una comunidad, no se anula sino que recibe siempre nuevos estímulos para su propio desarrollo. No es ni la esfera global que anula ni la parcialidad aislada que esteriliza.