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1. La imposibilidad de no comunicar
Hay una propiedad básica de la conducta: no hay nada que sea su contrario, no hay no-conducta,
por lo que es imposible no comportarse. Si se acepta que toda conducta es comunicación,
entonces se deduce que es imposible no comunicarse. Además, no podemos afirmar que la
“comunicación” solo tiene lugar cuando es intencional, consciente o eficaz, es decir, cuando se
logra un mutuo entendimiento.
En el caso de los esquizofrénicos, pareciera que tratan de no comunicarse. Sin embargo, se
encuentran frente a este dilema de que toda conducta es comunicación, por lo que tanto su
silencio, retraimiento, inmovilidad o habla sin sentido son comunicaciones.
-todo comportamiento es una forma de comunicación. como no existe forma contraria al
comportamiento («no comportamiento» o “anticomportamiento”), tampoco existe «no
comunicación».
2. Los niveles de contenido y relaciones de la comunicación
Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional tales que el segundo
clasifica al primero y es, por ende, una metacomunicación. Una comunicación no solo transmite
información, sino que, a la vez, impone conductas. Estas operaciones se conocen como los
aspectos referenciales y conativos, respectivamente, de toda comunicación. El aspecto referencial
de un mensaje transmite información y, por ende, representa el contenido del mensaje; el aspecto
conativo se refiere a qué tipo de mensaje debe entenderse («ésta es una orden» o «estoy
bromeando», p.e.) que es, y, por ende, en última instancia, a la relación entre los comunicantes.
Las relaciones rara vez se definen deliberadamente o con plena conciencia. Pueden, éstas,
expresarse en forma no verbal, por ejemplo gritando, o sonriendo. La relación puede entenderse
claramente a partir del contexto en el que la comunicación tiene lugar, p.e, entre soldados
uniformados o en la arena de un circo.
esto significa que toda comunicación tiene, además del significado de las palabras, más
información sobre cómo el que habla quiere ser entendido y que le entiendan, así como, cómo la
persona receptora va a entender el mensaje; y cómo el primero ve su relación con el receptor de la
información. por ejemplo, el comunicador dice: «cuídate mucho». el nivel de contenido en este
caso podría ser evitar que pase algo malo y el nivel de relación sería de amistad-paternalista.
Nos comunicamos tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital cuenta con una sintaxis
lógica compleja y poderosa pero carece de una semántica adecuada en el campo de la relación,
mientras que el lenguaje analógico posee la semántica pero no una sintaxis adecuada para la
definición inequívoca de la naturaleza de las relaciones.
El hombre utiliza tanto el modo analógico como el digital. En cada mensaje ambos modos se
complementan entre sí. El aspecto relativo al contenido se transmite en forma digital, mientras que
el aspecto relativo a la relación es de naturaleza predominantemente analógica.
El material del mensaje digital es de mucha mayor complejidad, versatilidad y abstracción que el
material analógico. En la comunicación analógica no hay nada como la sintaxis lógica del lenguaje
digital, por lo que en esta no hay conectores lógicos como «si… entonces», o la negación.
-la comunicación no implica simplemente las palabras habladas (comunicación digital: lo que se
dice); también es importante la comunicación no verbal (o comunicación analógica: cómo se dice).
Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios, según estén basados
en la igualdad o en la diferencia.
Interacción simétrica:
Interacción complementaria:
La conducta de uno de los participantes complementa la del otro. Cada conducta favorece a la
otra. Ninguno impone al otro una relación complementaria, sino que cada uno de ellos se comporta
de una manera que presupone la conducta del otro, al tiempo que ofrece motivos para ella. «Sus
definiciones de la relación encajan»
Hay dos posiciones distintas: un participante ocupa la posición superior mientras el otro la inferior.
Puede estar establecida por el contexto social o cultural (como en el caso de padre e hijo, p.e.) o
ser el estilo idiosincrásico de una díada particular.