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Cuestionario

Un compañero o compañera lee la pregunta de este cuestionario y


otro compañero o compañera va leyendo el capítulo 3 “Patología
del hombre caído”, inciso a) “La perversión y la decadencia del
conocimiento y de sus órganos”; cuando encuentren la respuesta
en el libro la escriben bajo la pregunta correspondiente.

1. ¿En qué consiste la enfermedad espiritual de la inteligencia?

R. No conoce a Dios; ignorancia de Dios.

2. Completa la siguiente analogía: La salud y la enfermedad es al


cuerpo lo que el ________________ y la ________________ es al
alma.

R. Conocimiento; ignorancia.

3. ¿Cuándo la inteligencia está sana?

R. Cuando ejerce lo que conviene a su naturaleza. Cuando busca


las cosas divinas. Cuando busca conocer a Dios.

4. ¿Qué provoca el pecado en el alma?

R. El pecado pervierte el alma. Aparta al alma de Dios y la


vuelve a las realidades sensibles y a olvidarse de Dios.

5. ¿Quién es el principio y el fin de las realidades sensibles?

R. Dios.

6. ¿Cómo conoce el hombre las realidades sensibles, es decir,


cómo las ve antes del pecado original?

R. En Dios.

7. ¿Qué dice el Apóstol en Rm 1,20? Transcribe el versículo.

R. “Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se


manifiesta a la inteligencia a través de sus obras: su poder
eterno y su divinidad. En consecuencia, son inexcusables” (Rm
1,20).
8. ¿Qué significa la expresión: “Se les abrieron los ojos” (Gn
3,7)? Menciona las explicaciones de Orígenes, san Atanasio y
san Simeón el Nuevo Teólogo.

R. Los ojos espirituales de Adán se cerraron y, en su lugar, se


abrieron los ojos de la carne. Hay dos clases d ojos: los
naturales y los que se abrieron por el pecado (Orígenes). En
lugar del conocimiento divino y espiritual, el hombre recibió el
conocimiento carnal (san Simeón). Se dieron cuenta de que
estaban desnudos.

9. ¿En qué momento surge el conocimiento según la carne?

R. No es la apertura de los ojos de la carne la que provoca el


cierre de los ojos espirituales, sino al contrario (el cierre de
los ojos espirituales provoca la apertura de los ojos de la
carne). San Simeón el Nuevo Teólogo afirma: “Si el hombre no
hubiera caído del conocimiento y de la contemplación de Dios, no
habría descendido hasta este otro conocimiento”. San Máximo:
“Toda inteligencia humana extraviada y que se aparta d eso
movimiento natural, ya no se mueve más que hacia las pasiones
los sentidos y las cosas sensibles, puesto que tampoco tiene
otro lugar adonde dirigirse, una vez que le falta el movimiento
que le encamina por naturaleza hacia Dios”.

10.La inteligencia conoce por naturaleza, pero al no dirigirse


ya a Dios se dirige a las realidades sensibles:
__________________, ________________ y las cosas sensibles.

R. Pasiones, sentidos y las cosas sensibles.

11.¿Cuál es la causa de todos los vicios y deseos apasionados,


según san Marcos el Monje?

R. La ignorancia, y va acompañada del olvido y la desatención de


Dios.

12.¿Cuáles son “las tres potencias gigantescas del diablo”,


según san Marcos el Monje y san Juan Damasceno?

R. Ignorancia de Dios, olvido de Dios y desatención de Dios.

13.Explica con tus propias palabras la siguiente cita textual de


san Juan Crisóstomo: “Del mismo modo que aquellos que están en
las tinieblas ignoran la naturaleza de las cosas, así los que
viven en el pecado no distinguen las cosas, corren tras las
sombras como si fueran realidad”.

R. Los que viven en el pecado sólo pueden ver las cosas que
satisfacen sus pasiones y deseos.

14.Al dejar de ver a Dios en los seres y los seres en Dios, el


hombre pierde la noción de su principio y de su fin (…)
Adquiere entonces un conocimiento fragmentado (…) La razón al
no estar ya informada espiritualmente, ¿a qué recurre para
fundar su ejercicio cognoscitivo?

R. La razón funda su ejercicio en principios arbitrarios que


ella misma define, o en intuiciones sensibles que no presentan
ningún carácter de objetividad, por cuanto dependen de la
percepción falseada del hombre caído. El hombre caído no conoce
más que el uso racional de su inteligencia, y sede llegar a
considerarlo el único modo de conocimiento auténtico, o incluso
el único posible.

15.¿Por qué cuando el hombre se separa de Dios se separa también


de sí mismo (interioridad o corazón)?

R. Larchet explica: “Consagrándose a la sensación, pero también


a la actividad de la razón que lleva a cabo una reflexión
autónoma de carácter abstracto, la inteligencia se vuelve hacia
el “exterior”. Entonces el hombre no se separa sólo de Dios,
sino también de sí mismo. Eso es lo que los Padres designan como
la separación del espíritu y del corazón. La inteligencia, en su
estado natural, está unida al corazón … al hombre interior,
centro ontológico del hombre y raíz de todas sus facultades.
Cuando ejerce la actividad contemplativa que corresponde a su
naturaleza, el espíritu realiza un movimiento circular;
permanece en el interior del corazón y no se expande hacia fuera
(ver Dionisio Areopagita, Sobre los Nombre divinos, IV, 9), sino
que “entra en sí mismo y por sí mismo se eleva hacia
Dios” (Basilio de Cesarea, Cartas, II, 2; Gregorio Palamas,
Triadas, I, 2, 5)… Al abandonar su actividad contemplativa, la
inteligencia, como ya no se mueve circularmente sino en línea
recta, sale del corazón y, por tanto, del centro espiritual del
hombre, y se expande hacia fuera en una actividad discursiva en
la que se dispersa y se divide, y que vuelve al hombre exterior
a sí mismo a la vez que a Dios” (ver Basilio de Cesarea, Cartas,
II, 2; Calixto e Ignacio Xanthopouloi, Centuria, 23; en Larchet,
p. 51).
16.¿Por qué se da la esquizofrenia espiritual?

R. “De la separación del espíritu y del corazón, verdadera


esquizofrenia espiritual en el sentido etimológico del término,
puesto que divide (esquisei) el corazón (fren) del hombre, se
deriva la división de toda el alma. Tras la inteligencia, que se
dispersa y se divide en la multiplicidad de los pensamientos
que produce y de las sensaciones a las que sigue, todas las
facultades, atraídas y animadas además por la multiplicidad de
las pasiones, actúan en sentido múltiples y a menudo
divergentes, que hacen del hombre un ser dividido a todos los
niveles” (Larchet, p. 52).

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