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inesperadamente en una plaza olvidada, pintarrajeada con grafitis que podían advertirse en
sus bancas, muros y árboles. A los tres se les notaba cabizbajos, taciturnos y abatidos. Ni
uno de la terna intentaba proferir la más efímera sílaba para entablar una conversación. Se
miraban de reojo, como esperando que alguno se atreviera a romper con ese silencio,
paradójicamente ensordecedor.
Una breve ráfaga de aire que pasaba por el lugar, hizo ondear a la Bandera, dejando al
descubierto la belleza de su imagen, y ésta al verse sorprendida no tuvo más remedio que
cuestionamiento reglamentario.
Los otros símbolos se miraron esperando que uno de los dos contestara la pregunta, sin
──Uy, ya ni me recuerdes. Cada vez se pone peor la situación. Los niños, jóvenes y adultos,
me evaden, me ignoras; es más, los de esta generación saben muy poco de mí y de la leyenda
Ya no es como antes, como cuando nuestra figura representaba, más que un protocolo
cívico, un sentimiento, un orgullo que nos hacía sentir importantes. ¡No, no!, ya no existe esa
afinidad de otrora.
──Pues… creo que esto se ha vuelto generalizado ──comentó el Himno, acomodándose
las primeras dos estrofas ──, a mí me pasa igual. Me siento ridículo cuando en las escuelas,
los estudiantes me corean con desgano, sin pasión. Las débiles voces de los que pretenden
conversaciones no propicias; opacando cada línea en la que narro nuestra lucha triunfal al
──Si las nuevas generaciones supieran tu origen ──añadió el Emblema──, si tan solo
conocieran de la historia de Guadalupe González Pino, novia del autor de tus versos, y de las
directivos…, no se saben completa mi letra, aun cuando ha sido fragmentada para optimizar
el tiempo académico, y para no quedar en evidencia, mueven los labios simulando que
cantan; otros más graciosos me tararean. Por si fuera poco, no saben ni los nombres de los
personajes ilustres que crearon mi letra y mi música, y eso hace que retiemblen mis versos.
¿De qué sirve ser considerado el segundo más hermoso del mundo, después de la
──cuestionaba el Himno mientras seguía acomodándose las estrofas, pero ahora las dos
últimas.
──¡Qué pena la nuestra! ──expresó la aludida──. ¿No será que tanta tecnología está
acabando con nuestra esencia nacional y por eso hay habitantes en este país que tienen mayor
imagen! Me han caricaturizado, editado de mil maneras en programas de internet… ¡Me han
ridiculizado!… ¡Bueno!, lo último que vi sobre mí, fue a la serpiente devorando a mi águila.
¡Qué crueldad!...
esquina inferior izquierda──, un poco de apatía y otro poco de… o más bien, otro mucho de
desatenciones hacia nosotros, son las causas de que estemos yendo rumbo a la
insignificancia… y quizá muy pronto, a las profundidades del olvido o, como comentas,
cual niña castigada sin recreo en la vitrina de una dirección escolar o cual presa inmóvil en
alguna oficina; así haya sido un día conmemorativo, en donde mi majestuosa águila y yo,
debimos estar a toda asta, flameando ufanos como una señal que invite a las remembranzas
Los Símbolos Patrios pasaron de la tristeza a la protesta; estaban exteriorizando sus penas
y frustraciones, y al mismo tiempo, meditando sobre posibles soluciones para revertir vasta
indiferencia hacia ellos; algo que pudiera reconstruir la conciencia cívica, tal vez avasallada
escritura; los maestros realizan una acción denominada “Actividades para empezar bien el
día”, hagamos entonces que los maestros promuevan textos alusivos a este escenario.
localizaremos los libros y todo tipo de textos acordes con este propósito; los llevamos a las
aulas y los dejamos abiertos en esas páginas que cuentan sobre los pasajes más
representativos…, como aquel que relata la historia de un niño que tuvo que salir de su país…
── “El niño que no sabía qué cosa era la patria” ──irrumpió la Bandera──, pero ese texto
es del autor argentino: Juan José de Soiza. Bello y reflexivo. Narra la historia de una maestra
que preguntó a sus alumnos que qué cosa era la patria, y todos levantaron la mano, excepto
uno. Fue necesario que aquel chiquillo, un día saliera de su país, ver a otros soldados, ver
otra bandera, escuchar otro himno para comprender el significado de aquella pregunta...
──Pero… sobre todo ──alegó el Himno con un gesto de preocupación── que lean
nuestras obras literarias que hablan del nacionalismo como: “¡Suave patria!” de Ramón
López Velarde; “A la Patria” de Manuel Acuña; “A Hidalgo” de Salvador Díaz Mirón… Una
──¡Exacto! ──exclamó con fuerza el Escudo──. Nosotros no debemos esperar que los
niños salgan de este país para asimilarlo, sino que desde sus primeras edades, los maestros
deben culturizarlos con esas lecciones que propones; sería una magnífica oportunidad para
meternos a sus ojos, a sus oídos, a su corazón, y cuando sus sentidos alcancen el nivel de su
competencias y a desentrañar el meollo de los valores, sabrán quiénes somos; sólo entonces,
su cariño, orgullo y respeto, se podrán percibir en cada encuentro que tengamos… Es más,
hasta sin vernos sentirían ese fervor patrio que hoy en día se ha vuelto casi nada… o ¿nada?
Los tres Símbolos vislumbraron ese momento y sus imágenes se erizaron de la emoción.
eleva en un victorioso vuelo hacia la cima del asta…Que sepan que el verde, es la esperanza
de una vida mejor; que el rojo, es la sangre que los héroes derramaron en épicas batallas con
el único afán de darnos gloria y libertad; que el blanco representa la ilusión, la alegría… y
que también es… una página inmaculada en espera de que cada mexicano escriba su propia
historia.
¡ummm!... los alumnos de todo el país, lo hagan con orgullo, con voz fuerte, que salga desde
lo más profundo de su ser para que cada sílaba, cada verso y cada estrofa, resuene por todos
los rincones de la geografía terrestre, y sepan que México tiene una historia inmarcesible, y
que pese a los embates del hombre o de la naturaleza, seguimos de pie, porque el cielo… un
──Yo creo que sí sería una excelente acción eso de la lectura ──abundó la Bandera──,
además de lectura de poemas, biografías de los héroes, sus anécdotas, sus gestas, su arrojo…
y por supuesto… que nos conozcan más a fondo: ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿por qué estamos aquí?,
contextos que resaltan esta historia, pero que desafortunadamente yace empolvado,
amarillento, ávido de que los lectores les den un insuflo de vida a sus letras.
──Es de suma importancia que todos pongan de su parte para que promuevan y ejecuten
estrategias que nos reanimen en todo lugar y ocasión, y se nos otorguen los honores que
merecemos. ¡Ah, y por supuesto!, que cuando este cuento llegue a los ojos del lector, lo
──Y también con los padres de familia y de la sociedad en general, pues ellos juegan un
papel de suma importancia. Que el analfabetismo, que la crisis, que el tiempo medido, no
sean pretextos para no participar en esos eventos de difusión. Sólo así, nuestras sustancias
──¡Qué tanto es tantito! Si cuando menos nos dedicaran de manera periódica la creación
de poemas, ensayos, cuentos como éste que nos han dedicado hoy. ──dijo la Bandera,
──Bueno, mientras se deciden los demás, empecemos con lo que nuestro hermano el
Himno propuso: meternos a las bibliotecas para tomar esos libros y llevarlos a las aulas…
──propuso el Escudo.
──Sabemos que esto, es una labor humana que no está a nuestro alcance, pero
personificación, entonces que sean ellos nuestros aliados para cumplir con esta encomienda.
Llevaremos esos libros a las aulas. ¡Claro que los llevaremos! ──alentó la Bandera.
encuentro inesperado que inició con rostros entristecidos y espíritus abatidos, terminó siendo
un encuentro esperanzador.