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Emmanuel Kant

Emmanuel Kant nació el 22 de abril de 1724 en Königsberg, ciudad de la Prusia Oriental que
en 1946 pasó a depender de Rusia con el nombre de Kaliningrado. Durante más de cuarenta años,
Kant se dedicó por entero a la actividad docente, a la investigación filosófica y a la redacción de sus
obras, que marcaron un hito muy importante en el desarrollo de la historia de la filosofía. La vida de
Kant, hombre sedentario y metódico, estuvo marcada por una gran regularidad; fue la suya una
existencia rutinaria, libre de acontecimientos especiales, que transcurrió siempre en su ciudad natal,
sin viajar nunca a otros lugares. Desde muy joven el motivo que nos lleva a actuar de una
determinada manera, es decir, su adecuación a los imperativos morales que nos impulsan a obrar por
respeto al deber”(70)

El Criticismo Kantiano
La filosofía kantiana entra dentro del proyecto ilustrado de una crítica a la misma razón. Kant
pretende establecer cuáles son los límites y las posibilidades de nuestro conocimiento, único medio
por el que el hombre podrá alcanzar su mayoría de edad, librándose de todas las tutelas,
oscurantismos y supersticiones. Está autocrítica de la razón intenta resolver los antagonismos a los
que habían llegado las anteriores concepciones antropológicas y epistemológicas que, según el
filósofo, pueden unificarse en dos posturas divergentes:
El criticismo kantiano supone un intento de conciliación y superación de ambas posturas, el
racionalismo y el empirismo: aunque todo conocimiento ha de povenir de la experiencia, sin embargo
no todo conocimiento se agota en ella, ya que si no, no obtendríamos nunca certezas con carácter
universal y necesario. (Mientras el racionalismo ponía la base de la ciencia y de la filosofía en la
razón, en el propio yo el empirismo la pondrá en la experiencia, y el sujeto, tiene que adaptarse a la
experiencia. Por experiencia entienden todo hecho interno o externo que pueda ser observado y
explicado conforme a ciertas leyes.)

La síntesis kantiana de racionalismo y empirismo


Respecto al empirismo, Kant asume que no es posible el conocimiento sin la experiencia. Los
conceptos no tienen validez ninguna si no se llenan de contenido en la experiencia. Kant afirma que
despertó del sueño dogmático de la metafísica, en el que había caído por culpa del racionalismo
cuando el empirismo le enseñó que, si la razón va más allá de la experiencia, se excede en sus
funciones y entonces llega a los conceptos de la metafísica (el alma, mundo, Dios). Este exceso de la
razón lo llama Kant Ilusión Trascendental.
Respecto al racionalismo, Kant asume que en el conocimiento existen reglas a priori que no
provienen de los sentidos y que además son anteriores a la experiencia y la hacen posible: sin estas
reglas a priori del conocimiento no sería posible elaborar juicios válidos.
Juicios a priori y juicios a posteriori:
 Los juicios a priori son aquellos que no tienen su fundamento en la experiencia sino
en el ejercicio de la razón pura. Son universales y necesarios; ejemplo: "el todo es mayor que
las partes que lo componen"; lo peculiar del pensamiento kantiano en este punto es su
creencia en la existencia de juicios sintéticos a priori, por ser a priori no tienen su fundamento
en la experiencia y son universales y necesarios; por ser sintéticos, son extensivos, nos dan
información nueva. Según Kant, estos juicios no son posibles en la metafísica, pero sí en
matemáticas y en la parte racional de la física: el propio Kant pone los siguientes ejemplos: "4
+ 3 = 7", "la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos", "la cantidad de materia del
universo se mantiene invariable", "en todo movimiento acción y reacción son siempre iguales".
 Los juicios a posteriori se verifican recurriendo a la experiencia, son juicios
empíricos, se refieren a hechos. Tienen una validez particular y contingente. Ejemplos: "los
alumnos de filosofía son aplicados", "los ingleses son tranquilos".

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