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Manual para que no te engañen los

políticos
por Rafael Palacios
Cada año, votas con la esperanza de que algo vaya a cambiar para bien, y
cada año, te das cuenta de que aquellos en los que confiaste, te engañaron. ¿Cómo
puede ser que cayeses una vez más en esa trampa? ¡Si parecía que de todas las
opciones posibles ésa era la menos mala!
En estas pocas páginas vas a aprender a leer por detrás de lo que dicen y
hacen los políticos para que nunca más te vuelvan a engañar, pero antes de nada,
tienes que hacerte la promesa de no volver a autoengañarte jamás, porque si no, no
hay nada que hacer.
Si permites que tu alma admita la mentira que tu mente produce, volverás a
caer en depresión al comprobar que, lejos de lo que tú imaginaste, las cosas fueron
a peor con el partido que votaste, y que incluso sentiste vergüenza de haber votado
a aquel que luego te ha perjudicado tan seriamente.
Si no te haces la promesa a ti mismo de no volver a creer en lo que sabes que
es mentira, no merece la pena que pierdas un minuto en leer este texto: no es para
ti.

Historia del gobierno en la sociedad de masas


La democracia moderna y el supuesto régimen de libertades nace en la
Revolución Francesa, y coincide con la propagación de los medios de comunicación
de masas. El primero, el periódico, que se extiende a principios del siglo XIX, y
después, la radio y la televisión, a principios y mediados del siglo XX,
respectivamente.
El llamado “régimen democrático” se basa en los votos de los ciudadanos por
algún “partido político” (diferenciados desde entonces entre “izquierda” y “derecha”)
y esa elección se fundamenta, a su vez, por su respectiva visión sobre la realidad y
las hipotéticas soluciones que les proporcionan los medios de comunicación
asociados a una u otra corriente, que no trabajan por la Verdad (que unifica) sino
por las visiones ideológicas (que separan). Cada uno de los medios de
comunicación tiene una ideología y coloca esa ideología por encima de la Verdad;
por lo tanto, en democracia se protege la libertad de expresión, siempre y cuando no
se haga uso de ella para decir la “Verdad de verdad”, la que unifica. Si algún
librepensador trata de decir esa Verdad unificadora será silenciado y se le impedirá
aparecer en los medios de comunicación de masas porque cambiaría el orden
psicopático de las cosas.
Tu percepción de la realidad a través de los medios de comunicación que lees
o ves condiciona el sentido de tu voto. Si sigues una televisión o radio de izquierdas,
votarás por la izquierda, y si ves o sigues una radio de derechas, votarás por la
derecha. Correcto, ¿verdad?
El problema reside en cuando te das cuenta de que ambos, los medios de
comunicación de derechas y los de izquierdas, son propiedad de los mismos
banqueros que a su vez perdonan las deudas a los partidos políticos y, por tanto,
jamás harán una política que les perjudique o vaya a la raíz del problema: el dinero-
deuda. Teniendo esto presente comprenderás que ninguna persona o líder que
pueda perjudicar a esos banqueros tendrá derecho a aparecer en esos medios de
comunicación: ¡no van a ser tan gilipollas de fastidiar su propio invento, verdad?
La razón es muy sencilla: si apareciera alguien que explicara el problema real y
la manera de solucionarlo, los banqueros perderían su poder, y si algo no son esos
banqueros que gobiernan nuestras vidas es… tontos.
Hasta la llegada de Internet, las personas insatisfechas con el sistema político
se reunían en ambientes alternativos alrededor de la música rock y posteriormente
cuestiones sociales, sexuales e identitarias creyendo que de esa manera estaban
haciendo daño al sistema… hasta que nos dimos cuenta de que también ese
ambiente underground estaba controlado por los sionistas y se silenciaba (y
asesinaba) a los artistas incontrolables e imprevisibles. ¿Solución? Esos artistas o
personalidades que no se pliegan a la corrección política (la verdadera dictadura)
tienen prohibido aparecer en los grandes medios de comunicación.
Hoy sabemos que la Fundación Soros financia todos los grupos de
ultraizquierda, a través de becas, ONGs y “programas de desarrollo”, enmascarados
bajo el apelativo de “políticas sociales”, con el fin de fracturar la sociedad en
decenas de “causas supuestamente justas” pero que lo que consiguen es distraer la
atención de lo verdaderamente importante y que nos enfrentemos entre nosotros:
mujeres contra hombres, musulmanes contra cristianos, vegetarianos contra
carnívoros, negros contra blancos, etc.
Comoquiera que el ser humano busca naturalmente la Libertad y la Justicia,
los banqueros e ingenieros sociales que nos gobiernan siempre tienen un ojo puesto
en lo que los amantes de la libertad hacemos para desactivar esos movimientos aún
incluso antes de que se conviertan en un problema para el status quo; para su
dictadura encubierta.
Por eso, lo primero que hacen los malos es infiltrarse en todo movimiento
social potencialmente peligroso para descafeinarlo y desactivarlo. Lo vimos en
España con el 15-M pero sucedió previamente con el movimiento hippie o el
anarquismo: cada vez que el ser humano crea una visión libertadora, individuos
rastreros pero dotados de eficaces artimañas se infiltran para desactivarlo desde
dentro. ¿Cómo detectar a un infiltrado?
El infiltrado imita los objetivos del grupo que desea desactivar, su manera de
hablar y hasta su forma de vestir, pero siempre tenderá a imponer un lenguaje
políticamente correcto y a generar culpa en los demás por decir la verdad, la verdad
que le deja en evidencia como un fraude. De esa manera acabará imponiendo su
lenguaje: como vimos en el 15-M con el “todos y todas”, el lenguaje “inclusivo” y
demás inventos de la Escuela marxista de Sociología de Frankfurt, patria chica de la
Familia Rothschild. El infiltrado tratará de halagarte, haciéndote creer que todas las
opiniones valen igual y que, por tanto, el que más sabe es una mala persona porque
te hace sentir inferior. El manipulador emitirá mensajes cortos con los que sabe que
conecta con la masa aborregada para ganarse sus aplausos y así aislar al que diga
la verdad políticamente incorrecta. De esa manera, logrará expulsar a las personas
del movimiento que podrían detectarlo, desactivarlo y elevarlo al cuestionamiento
real de los problemas y con ello, a las soluciones. Los que saben, se van, aburridos
y son los demagogos los que toman el control.
El infiltrado es fundamental para que “todo cambie y sin embargo siga igual”.
Es el que mantiene el debate en un nivel superficial. El mejor ejemplo de esto son
los españoles Pablo Iglesias y Ada Colau o la chilena Camila Vallejo; estrellas
mediáticas que aparecen de la nada, de discurso superficial y que sólo
aparentemente cuestionan la realidad reinante; en realidad, humo.
El político, da igual del signo que sea, siempre te va a decir lo que quieres oír,
mientras por detrás se reirá de ti y de tus expectativas. En realidad, los políticos
tienen un plan (un plan maléfico) y lo que desean es transformar tus opiniones para
acabar con tu Ser, mientras tú crees que te están representando. Eso es a lo que se
llama “ingeniería social”. Mientras tú crees que has elegido alguien que te
representa, ellos dan pasos dialécticos para que acabes aceptando lo que sabes
que está mal: la manera en la que lo hará será enfrentarte a los que defienden la
otra opción, derecha o izquierda. De esa manera, acabarás apoyando políticas que
perjudican tu dignidad humana haciéndote dependiente del Estado, leyes que
destruyen la convivencia simulando apoyar a una “minoría discriminada” y que en
realidad te enfrentan con tu vecino, tu propia familia o destruyen tu propio país. Para
eso sirve la dualidad derecha/izquierda.
Esos planes tampoco son suyos: en realidad corresponden a un plan mayor
que, o bien ellos desconocen, o con el que cooperan como “tontos útiles”, pensando
que un día engañarán al banquero que les prestó el dinero. Ese plan son las
pequeñas opciones que plantean los medios de comunicación, de derechas o de
izquierdas, y que en realidad, como hemos visto, son planteados por los mismos
poderes. Nada que no aparezca en los medios de comunicación es real, por lo que
no se puede discutir sobre ello y por tanto, no existe.
Los políticos de izquierdas creen (o se autoengañan) que de todos los
escenarios posibles ellos están escogiendo el menos malo porque en realidad se
informan por los mismas fuentes que sus supuestos enemigos… al margen de que
reciban subvenciones de su propio enemigo, la banca sionista, vía George Soros.
No se dan cuenta de que mientras crean en la realidad generada por sus enemigos,
seguirán siendo presos de este sistema demencial.
El Mal imita al Bien.
El Mal por sí solo nunca triunfaría porque, entre otras cosas, el odio no genera
suficiente energía para levantarse por la mañana: hace falta un buen deseo. Y el
Mal, en sí mismo, no es atractivo. Por eso se ha de disfrazar del Bien.
Es por ello que los partidos políticos continuamente toman prestado de los
periódicos o de las tendencias sociales genuinas sus conceptos, las palabras que
usan y hasta las expresiones. Porque la clase política (es decir, los individuos a los
que se ha permitido llegar a tribunas de opinión) no tiene ninguna idea propia, ni
análisis ni inteligencia más que para manipular a la población. Los políticos han sido
seleccionados de entre los individuos más rastreros y vampíricos de la sociedad.
Fíjate que jamás un político te sorprenderá con una idea nueva, original o
ingeniosa y siempre repetirá las consignas de su partido (procedentes del medio de
comunicación que lee); si tuviera alguna idea original y sobre todo, profunda, no
estaría allí. Sencillamente, no le dejarían hablar. Sólo lo superficial está permitido,
recuerda: está prohibido siquiera plantearse la solución a la delincuencia, la guerra o
el paro. Sólo se habla de “parches” para los problemas, no de soluciones.
Por eso, para diferenciar a aquel que pudiera traer algo bueno, has de fijarte
en su lenguaje gestual y en el tono de su voz, para discriminar si hay algo de verdad
en ese personaje. Has de entrenarte para diferenciar el tono impostado del natural,
comparándolo con el de la calle: ¿harías caso al que habla como ese político si te lo
encontraras por la calle? ¿Confiarías en el vendedor de una tienda si te hablara con
el tono de voz del político al que votas?
El desarrollo de la democracia ha ido en paralelo al del marketing o, dicho de
otra forma, a la manera de manipular tu inconsciente, ya sea para comprar un
producto como para “vender un candidato”. De hecho, todas las técnicas de venta
desarrolladas por el capitalismo fueron copiadas pocos años después en las
campañas electorales, que son dirigidas por expertos en marketing; es decir,
discípulos de Freud y su sobrino, Edward Bernays, inventor de las relaciones
públicas.
Si en los años 60 del siglo XX, imitando las terapias de grupo, se crearon los
“grupos de opinión” para adivinar los deseos inconscientes de los individuos, esta
técnica de márketing fue utilizada en los 80 y 90 por los propagandistas de Tony
Blair y Bill Clinton para alcanzar el poder a base de decir a la gente lo que su
inconsciente quería oír (unos deseos de los que ni siquiera eran conscientes). La
democracia se convierte así en una continua batalla por conectar con el
inconsciente del individuo, en el que las encuestas de opinión (popularizadas desde
los años 50) sondean cómo piensa la gente; sus tendencias. En base a esos
sondeos, le dicen a la gente lo que está esperando oír. A su vez, esas tendencias
van aparejadas con lo que cuentan los medios de comunicación, de manera que
-hasta la extensión de las redes sociales- el político ha de acompasarse a las
paranoias y las realidades que emiten los medios, pugnando por el espacio que les
deja. Ese es el origen del “postureo”, los actos propagandísticos para aparecer en
los medios de comunicación, una creación del sobrino de Freud, como demuestra
este vídeo (
https://www.youtube.com/watch?v=DotBVZ26asI).
En realidad, son los codazos por aparecer en los medios y ganarse “buena
prensa”; para así llegar al inconsciente de las personas.

Las campañas electorales


Una campaña electoral es un acto emocional para convencer a las personas
sin criterio propio, y que se dejan llevar por una palabra, un acto o una promesa que
les conceda una ilusión MOMENTÁNEA para salir del estado de estrés y ansiedad
que es la vida moderna. Por definición, no hay nada espontáneo ni sincero en estos
actos, en los que todo está medido, comenzando por los aplausos, los colores y las
personas que están detrás del líder para que aparezcan en la tele. Esos actos están
diseñados por psicólogos y sociólogos que analizan a los públicos segmentados (los
ciudadanos) de la misma manera que lo hace una empresa con su marketing. Es
por ello, que se asocia cada partido con un color (¿te has fijado?, ¡están jugando al
parchís con nosotros!). Conociendo su diversa psicología, le cuentan a cada uno
aquella promesa (mentira) que quiere oír y de la cual no querrá saber una vez llegue
al Poder. En una campaña electoral se te presentan eslóganes a los que no puedes
decir que no (“Somos más”, “Por el cambio”, “Un futuro mejor”, “Porque todos somos
‘tal cosa’”, “Somos un pueblo”…) pero que están vacíos por completo de contenido
porque no explican en profundidad cómo resolver ningún problema.
No hay diferencia entre una campaña electoral y la competencia entre los
bancos por gestionar tu hipoteca y tus ahorros. Los partidos políticos presentan sus
mensajes intentando captar una audiencia de manera casi idéntica a como las
marcas de teléfonos compiten por los compradores de sus dispositivos.
La razón es la “razón de Estado”, que siempre invocan cuando aparece una
opinión que cuestiona la corrupción generalizada. Es decir: hay un elemento por
encima de los partidos políticos que es la superestructura que da sentido a toda la
estructura nacional y que no se puede cambiar; y esa estructura es la emisión de la
moneda, en el caso europeo, el Banco Central Europeo. Y para el resto del mundo,
la Reserva Federal Americana. Todas las políticas ¡y lo que se emite por los medios
de comunicación como “realidad! han de ser aprobadas por estos organismos.

Estudio de mercado
Los sociólogos de los diferentes partidos estudian las diferentes tipologías de
votantes a los que quieren llegar y consultan con los psicólogos sociales sus
respectivas expectativas y el carácter emocional de sus mensajes, de manera que
esas personas se sientan compelidas a votarles. En los mítines, por ejemplo,
colocarán a personas de cada una de esas tipologías (edad, clase social,
vestimenta) detrás del líder para que las cámaras de televisión los enfoquen justo a
ellos y así introduzcan en tu subconsciente que las personas “como tú” están de
parte de ese partido. En un fenómeno identificatorio del que ni siquiera te darás
cuenta, votarás por aquel partido con el cual tu subconsciente ha conectado; con el
que te hayas identificado.
Entonces, ¿no te puedes fiar de ningún político?
Por definición, no te puedes fiar de ningún político que te cuente lo mismo que
ya sabes por los periódicos. Un político ha de ser un sabio que conozca más de lo
que cuentan los periódicos porque, por definición, los periódicos no van a contar
nada que ponga en cuestión al poder real porque perderían sus anuncios y no
podrían pagar las nóminas de sus trabajadores. Así que, si un político te cuenta lo
que ya sabes, no es de fiar.
El político habla con titulares porque lo que le importa es lo que vaya a salir en
los 20 segundos que dura un “corte” (intervención) en una noticia del telediario.
Todo lo que hace va encaminado a salir en la televisión, que es donde la gente
dormida decide su voto: a esto es a lo que se le llama hoy día “postureo”. Cualquier
pensamiento profundo está prohibido por la misma dinámica de los medios, y SIN
PENSAMIENTO PROFUNDO ES IMPOSIBLE SOLUCIONAR NINGÚN
PROBLEMA. Dado que la dinámica de los medios obliga a mensajes cortos,
ningún político se arriesga a profundizar en ningún tema porque perdería la
oportunidad de aparecer en los medios.
La manera de comunicar del político es fría, sosegada, estudiada, sin fallos;
por eso lee los discursos y enfatiza las frases más emocionales para conectar con el
inconsciente de la gente. Todas esas características son impostadas, estudiadas,
son una pose, porque la pose, la apariencia, es la base de la política en la era de los
medios de comunicación de masas.
Una persona de verdad se detiene al hablar, duda, elige la palabra acertada,
se enfada, se emociona y vive lo que está diciendo: a ese tipo de político, humano,
se le denigra con la palabra “populista”. En realidad, es la persona que no sigue las
normas no escritas de la política mediática. Si quieres discriminar al honesto del
estafador fíjate en su manera de comunicar y juzga si es humana (con errores y
dudas) o “perfecta” (sin dudas); fíate más de aquel que habla como hablamos los
seres humanos. Los estafadores no piensan en el Bien Común ni realizan un
análisis profundo de la raíz de los problemas porque esto les llevaría a una
confrontación con el poder real.

Cómo se generan las leyes


Dado que la Opinión Pública debe aprobar las políticas, hay que convencer a
la opinión pública de que aquello que le va a perjudicar, en realidad es bueno.
La manera de hacerlo es generar un miedo, una amenaza, que justifique las
multas, impuestos o sanciones que se impondrán si no se cumple con esa ley
injustificada e innecesaria. Un invento que viene de atrás, concretamente, de
Nicolás Maquiavelo. Modernamente a esta ciencia política se la conoce como
“Ingeniería Social” y la herramienta encargada del convencimiento de la población
se llama “ingeniería del consentimiento”. Así funciona.
Antes de que los políticos actúen, los gabinetes de Relaciones Públicas del
sector beneficiado por esa medida (la farmaindustria, la banca o las asociaciones
feministas o de defensa de los animales) bombardearán a los medios con noticias
truculentas sobre el tema del que quieren legislar para justificar la aprobación de
esa ley. Lo mismo que cuando se lanzó una nueva tecnología como el teléfono
móvil o cualquier otra tendencia social.
Seguidamente, el gobierno emitirá un “globo sonda”, es decir, un rumor de que
va a aprobar una ley, un poco más dura de lo que luego se hará en realidad. De esa
manera se prepara a la Opinión Pública para que acepte la necesidad de esa ley,
redactada por bufetes de abogados al servicio de la élite y no por los funcionarios
del Estado, que representan, supuestamente, al pueblo. Cuando veas o escuches
un “globo sonda” sobre un tema nuevo, ten por seguro que ya están preparando otra
ley para fastidiarte bajo el pretexto de apoyar a unos pocos que están sufriendo.
Acto seguido, los partidos políticos adoptarán los papeles del “poli bueno y poli
malo” sobre la aprobación de esa ley más o menos dura pero cuya necesidad
procede de unas noticias fraudulentas por exageradas y que, sobre todo, desvían la
atención del verdadero origen del problema, siempre creado por el lobby bancario y
los grupos en la sombra como el Club Bilderberg y el Consejo de Relaciones
Exteriores. Al repetir constantemente la misma noticia alarmista acabarán por
inocular a la población que, o se aprueba esa ley, o ese mal no se acabará.
Hace unos años, por ejemplo, amparados en la alta siniestralidad de las
carreteras, en España se implantó el carné por puntos y, según contaron los
medios, nada más aprobarse la ley que nos regresa a los castigos escolares, los
muertos en carretera descendieron drásticamente. Lo que nadie te contó es que una
semana antes de la aprobación de esa ley, la Dirección General de Tráfico modificó
el tipo de recuento estadístico, y reubicó los accidentes provocados por furgonetas y
camiones en la categoría de “accidentes laborales”, así como los accidentes en vías
interurbanas como “urbanos”: de esa sencilla manera manipularon la estadística
para hacernos creer que el carné por puntos era necesario y colocaron radares por
todos lados para multarnos sin piedad.
Otro ejemplo fue la obligación de colocar chips a los perros, medida que fue
precedida de una oleada de noticias de perros peligrosos mordiendo a niños o el
matrimonio homosexual, precedido de la ya larga paranoia de la guerra de sexos,
conocida como “violencia de género”. Si la imagen de la pareja hombre-mujer no
hubiera variado drásticamente a considerarla violenta en sí misma por culpa del
periodismo sensacionalista, la ciudadanía jamás hubiera legitimado el “matrimonio”
entre dos seres del mismo sexo; había que crear la “necesidad” de esa ley, esa
“solución” a la invariable violencia y odio del hombre contra la mujer.
Todas ellas, todas las leyes, se aprueban mediante el mismo protocolo de
ingeniería del consentimiento, a base de generar paranoias/necesidades de leyes.
La manipulación de la historia por medio de noticias fraudulentas será otra
manera de generar conflicto artificial entre la población y de esa manera conseguir
la aprobación de leyes injustas y que dañan la dignidad humana y su libertad. Toda
serie de noticias que pretendan culpabilizar a un colectivo, como los hombres o los
cristianos, ha de ser necesariamente falsa porque la culpa es algo individual, y a
nadie se le debe juzgar en base a prejuicios colectivos. Como predijo Sigmund
Freud en su libro “El Malestar en al cultura”, el poder del siglo XX y XXI utilizó la
cultura (la cultura de masas) para manejar el sentimiento de culpa y de víctima de la
población, consiguiendo reescribir historias para que la gente se enfrentara
nuevamente (véase el caso de Cataluña).
Dado que la Verdad es el único valor que puede conducir a la Justicia, si
aparece algún humano que encarne ese valor, se le censurará o, en el extraño caso
de que consiga llegar a la Opinión Pública, se organizará una campaña de
desacreditación contra él, para impedir que la gente le escuche.
Si existe alguna persona capaz de unificar a la humanidad, ya dentro del
sistema, se tratará por todos los medios de quitarlo de en medio, llegando incluso a
asesinarlo, pero de manera que parezca un accidente… porque lo que más teme
esa gente es el martirio, y que la gente comprenda cómo está siendo engañada. Las
personas que son capaces de establecer puentes de entendimiento son las más
peligrosas para ellos; nada preocupa más al Sistema que superar la dualidad
derecha/izquierda y sustituirla por verdad/mentira. Por eso se han sacado de la
manga el concepto de “postverdad”, porque le preocupa el movimiento por la
Verdad que ha nacido de Internet.
Para que la gente nunca llegue a comprender el origen de la situación, se
generará mucha información basura, en la forma de falsos ídolos, y cortinas de
humo; problemas generados por ellos mismos para que la gente esté en un
constante estado de nervios y no sea capaz de razonar. Hasta sus propios ex
directivos han reconocido que el algoritmo de Facebook, por ejemplo, ha sido
manipulado para manipular la psique de la población y aislarla, seleccionando
noticias gore o de miedo. Desean que el miedo se contagie de esa manera y que la
gente sea incapaz de razonar, primer paso para discriminar la verdad de la mentira.
Una persona que vive estresada y ansiosa se mueve únicamente en el plano
emocional, la razón no funciona, porque está en el estado de supervivencia. Por eso
las multas y los continuos impuestos. El verdadero Estado es… ¡el estado de
nervios colectivo!
Estamos viviendo una guerra psicológica de 4ª Generación y la mejor prueba
de ello es atender el grado de degradación, retorcimiento y perversidad que
contienen los guiones de películas y series que se emiten por las pantallas: ¡No hay
nadie normal ni bueno! ¡Hasta los jedis se han vuelto del lado oscuro! ¡Y los cuentos
infantiles han dado la vuelta a los argumentos!
Por eso, porque los manipuladores hablan con titulares y no con argumentos
racionales, hay que exigir a los nuevos políticos que se detengan, por lo menos,
cinco o diez minutos para, primero, analizar un problema y después, cómo, a través
de ese análisis, él tiene la solución.
Si no es capaz de analizar durante más de cinco minutos un problema, como
un youtuber, entonces no se puede confiar en él. Es sólo un demagogo.
Los movimientos realmente regeneradores nacerán de Internet, de las redes, y
los liderarán personas que se hayan significado como youtubers o blogueros; que la
gente conozca desde hace años y se hayan ganado su confianza. No líderes que
surjan “de la nada”, como hasta ahora.
Mientras tanto, más que lo que dice, fíjate en los ojos de los políticos y piensa
si te puedes fiar de él.
Te recomiendo que veas el siguiente documental de la serie “The Century of
the Self”, de Adam Curtis.
https://www.youtube.com/watch?v=36kPSftpzjI

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