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MARTIN BUBER
19 DE ENERO DE 2018
POR
Karen Johanna Madrigal Esquivel
INSTITUTO CARLS ROGERS
ALUMNA:
ALONDRA VANESSA GOMEZ GARCIA
MATERIA:
DINAMICAS DE GRUPO
Análisis: ¿Qué es el hombre?
Por: Buber Martin
DOCENTE:
DR. MARCEL ARVEA
ENERO 2018
• Visión general del libro:
TRAYECTORIA DE LA INTERROGACIÓN
Kant ha sido quien con mayor agudeza ha señalado la tarea propia de una
antropología filosófica. Delimitando el campo de esta filosofía en sentido universal
mediante cuatro preguntas: “1 ¿Qué puedo saber?? 2. ¿Qué debo hacer? 3. ¿Qué
me cabe esperar? 4. ¿Qué es el hombre? A la primera pregunta responde la
metafísica, a la segunda la moral, a la tercera la religión y a la cuarta la
antropología.” Y añade Kant: “En el fondo, todas estas disciplinas se podrían
refundir en la antropología, porque las tres primeras cuestiones revierten en la
última.”
“¿Qué puedo saber?” lo cual implica un no poder, por lo tanto, una limitación
Lo esencial en el caso es que, en general, puedo saber algo, y que por eso
puedo preguntar qué es lo que puedo saber. Se trata de mi participación real en el
saber de lo que hay por saber.
“¿Qué debo hacer?” significa que hay un hacer que yo debo, que no estoy,
por tanto, separado del hacer justo, por tanto, si puedo experimentar mi deber,
encuentro abierto el acceso al hacer. Y, por último, el “¿Qué me cabe esperar?” nos
da a entender, en primer lugar, que hay algo que cabe esperar, y en segundo, que
me es permitido esperarlo, y, en tercero, que, por lo mismo que me es permitido,
puedo experimentar qué sea lo que puedo esperar. Esto es lo que Kant dice.
De Aristóteles a Kant:
El hombre deja de ser problemático, no es para sí mismo más que “un caso”,
y cobra conciencia de sí mismo sólo como “él” y no como “yo”. No se penetra en
esa dimensión peculiar en la que el hombre se conoce a sí, y por eso no se descubre
el lugar peculiar que el hombre ocupa en el universo. El hombre es comprendido
desde el mundo, pero el mundo no es comprendido desde el hombre.
Este mundo es todavía más finito que el de Aristóteles, porque ahora entra
también en el cuadro el tiempo finito, el tiempo finito de la Biblia que toma la forma
del tiempo cristiano.
Hegel y Marx:
“La unidad del hombre entero”. Lo que por entonces perseguía ha sido
designado, con razón, como metafísica antropológica. Toma tan en serio a la
persona humana concreta que con ella demuestra la posición particular que
corresponde al hombre. “En cada hombre están la luz y la vida, él es la propiedad
de la luz; y no es iluminado por una luz a la manera de un cuerpo opaco que muestra
un resplandor que le es ajeno, sino que se enciende con su propia materia ígnea y
su llama le es propia.”
Feuerbach y Nietzsche:
Cuando vemos que un gran hombre anhela el poder en lugar de la meta real,
nos damos cuenta de que no está sano, mejor dicho, que no es sana su relación
con su obra. Por su arrogancia, la obra se le desliza de entre las manos, no se lleva
a cabo la encarnación del espíritu y, para escapar a la amenazadora falta de sentido,
echa mano del poder vacío.
Lo que importa, por encima de todo, es si el caudillo sueña con el poder para
su pueblo sólo por mor del poder mismo o para que el pueblo alcance la capacidad
de realizar lo que en la visión del conductor aparece como esencia del destino de
este pueblo, aquello que él mismo ha descubierto en su propia alma y se le aparece
como diagnóstico de un futuro que está esperando a la acción de este pueblo para
tomar cuerpo.
La crisis y su expresión:
La fe es una relación viva con lo creído, una relación viva que abraza la vida
entera o, de lo contrario, es irreal.
La doctrina de Heidegger:
La doctrina de Scheler:
El segundo intento importante, en nuestra época, que trata del problema del
hombre como un problema filosófico independiente ha surgido también de la
escuela de Husserl; nos referimos a la antropología de Max Scheler.
Según Scheler el ser protoente, el fundamento del mundo, tiene dos atributos,
el espíritu y el ímpetu.
En el hombre, dice Scheler, se hace patente el atributo espiritual del ente “en
la unidad concentrada de la persona que se recoge en sí misma”. En la escala del
devenir el protoser, mientras va construyendo el mundo, se va volviendo cada vez
más hacia sí mismo para, “en etapas cada vez más altas y en dimensiones siempre
nuevas, percatarse de sí mismo, y, por último, poseerse a sí por completo en el
hombre”.
Qué puedo hacer, qué debo saber, qué me cabe esperar ………………….....14
Totalidad………………………………………………………………………4
Soledad……………………………………………………………………….45
Seguridad, Marx…………………………………………………………….. 50
Husserl ………………………………………………………………………77
Kierkegarard, Fe…………………………………………………………..…83