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Comentario al texto
raíz Las treinta y siete prácticas de los bodhisattvas.
Capítulo 11. Fragmento.
Karmapa XVII, Ogyen Trinley Dorje. Por el camino de la compasión. Comentario al texto raíz
Las treinta y siete prácticas de los bodhisattvas
LA MUERTE NO
ES EL FINAL
Cuando observamos nuestra vida, necesitamos ver un continuo, una conexioó n entre la infancia, el
presente y el futuro. Si no vemos ninguna continuidad entre esta vida y la siguiente, no tenemos
ninguna razoó n para dejar de considerar los intereses de esta vida como los maó s importantes. Hay
muchas discusiones acerca de si hay vidas sucesivas o no. De los dos lados pueden darse
argumentos razonables aunque ninguno de ellos puede sostener una conclusioó n definitiva. Sin
embargo hay algo que hemos descubierto: supongamos que tenemos un amigo u otra persona a la
que amamos profundamente y que ella o eó l muere o desaparece. Debido al amor que sentimos por
esa persona es muy difíócil, de hecho casi imposible, sentir que se ha ido totalmente y que nunca
maó s estaraó presente de ninguna forma.
La mayoríóa de la gente siente que los seres queridos que han fallecido auó n estaó n presentes de
alguna forma. Hablamos con ellos en nuestra mente, visitamos los lugares en los que fueron
cremados o enterrados y ofrecemos flores mientras hacemos plegarias por su bienestar. Sonñ amos
que eó l o ella todavíóa estaó n vivos e incluso hay quienes pueden ver o sentir la presencia de una
persona que ha muerto. Es natural. No es un sentimiento que provenga de una religioó n. El amor es
lo que nos lleva a creer que hay algo naturalmente no nacido que no termina cuando morimos. Ya
sea que pensemos en nosotros mismos o en otros, tenemos un sentimiento muy poderoso de que
hay algo que no termina. No nos vemos como una vela que se acaba cuando la uó ltima flama se
apaga, sino como una antorcha, una luz que todo lo ilumina, que puede ser transferida de una
llama luminosa a la siguiente. Creo que esta manera de pensar es muy importante.
Si pensamos que la muerte es el final, nos llenamos de remordimiento y temor. Pero, usando un
poco el razonamiento loó gico, si la muerte es un final, entonces su causa debe ser el nacimiento, ya
que no podemos tener una sin el otro. En ese caso deberíóamos considerar el nacimiento tan
desafortunado como la muerte y deberíóamos dejar de hacer celebraciones de cumpleanñ os. En
serio, necesitamos no pensar en la muerte como un final, porque la muerte es la continuacioó n del
nacimiento. La muerte no es la nada o un estado vacíóo, es el momento en el que transferimos
nuestra luz a otra forma de ser. Este entendimiento nos permite ver que es posible dedicar nuestra
vida a traer luz al mundo, para las generaciones siguientes y para nuestro propio futuro. Si
podemos comprender esto, veremos que la muerte no es un final ni tampoco algo que tengamos
que temer.
1 Practicing the path: a commentary on the Lamrim
Chenmo (Fragmento)
The Venerable Khenchen Thrangu Rinpoche, Geshe Lharampa. The Four
Foundations of Buddhist Practice. Namo Buddha Publications, 2011.
(Traducida por el equipo de traductores del Instituto Budadharma).
Quizá creemos que tenemos mucho tiempo por delante antes de que la
muerte llegue, así que podemos empezar a practicar después. ¿Pero cómo
podemos estar completamente seguros de ello? No hay ninguna razón para
estar seguros de esto porque no podemos predecir cuando vamos a morir.
Podría ser muy pronto, podría pasar muy rápidamente o podría ocurrir
después de unos pocos años. Incluso si vivimos un largo tiempo, nunca será
mucho tiempo en términos de miles de años. Así que el tiempo es muy
preciado. Si lo desperdiciamos, incluso un poco, ese habría sido tiempo que
podríamos haber usado practicando, acercándonos a nuestro objetivo. Con
algo de esfuerzo podemos usar este tiempo para alcanzar nuestra meta.
En primer lugar, entre las muchas causas de muerte, están cosas como la
comida, dinero, posesiones, amigos y nuestras familias -las cuales se
supone nos ayudan a vivir mejor. Pero tenemos que entender que algunas
veces estas cosas pueden también destruirnos. Normalmente, necesitamos
comida para sobrevivir y crecer. Pero la comida puede algunas veces
contaminarse y transformarse en veneno que nos puede llevar a la muerte.
Lo mismo pasa con el dinero y las posesiones: mientras se supone deberían
hacer nuestra vida mejor, algunas veces nos pueden matar pues pueden
crearnos enemigos o exponernos a ladrones, quienes nos matarían por
nuestro dinero. Los amigos y las otras personas a nuestro alrededor también
podrían causar nuestra muerte por la razón anteriormente mencionada o
inadvertidamente, por gérmenes o un accidente.
El Buda dijo que no vale la pena estar apegado a la comida, dinero, ropas o
posesiones porque estas cosas que deberían darnos placer, no duran mucho.
Cualquier cosa que poseamos no será de beneficio al momento de morir. Si
somos ricos o famosos, cuando la hora de la muerte llegue, estas cosas no
harán ninguna diferencia en absoluto. En tiempos pasados han existido
muchos grandes reyes y todos ellos también han muerto. Han habido
grandes soldados y gente muy valiente, y ellos también han muerto. Han
pasado por esta existencia muchas personas con grandes riquezas, pero
ellos también han tenido que experimentar la muerte. Los reyes no pudieron
dar órdenes para detener la muerte, los valientes soldados no pudieron
evitar su muerte con su bravura, y la gente rica no pudo encontrar ninguna
manera de comprar una forma de escapar de la muerte. Simplemente no hay
manera de escapar de la muerte. Una vez que nos damos cuenta de esto, no
deberíamos simplemente ignorar este pensamiento. Nosotros no podemos
permitirnos desechar la comprensión de la impermanencia. Una vez que
somos conscientes de ella, entonces debemos ver qué podemos hacer para
enfrentar la muerte sin miedo. Debemos averiguar qué podemos hacer para
estar preparados para enfrentar la muerte de una manera apropiada y
positiva. Esta es la razón por la cual se dice que la práctica del Dharma es
de mucha más importancia que cualquier otra empresa en la que nos
podamos comprometer durante nuestra vida en este planeta. La única cosa
que nos ayuda al momento de morir es cualquier virtud que hayamos sido
capaces de acumular durante nuestra vida. Si hemos tenido la capacidad de
generar mucha energía espiritual positiva, esta nos ayudará; sin embargo,
todas nuestras posesiones mundanas o fama no serán de ninguna utilidad.
Meditar sobre la impermanencia nos hace conscientes del paso del tiempo,
estimula nuestra diligencia y eficiencia en lo que hacemos. Somos capaces
de hacer mucho más, capaces de dedicarnos mejor a lo que es virtuoso y
desarrollar mucho mejor la meditación. Nos sentimos muy satisfechos, muy
felices, porque hemos sido capaces de hacer muchas cosas buenas. Así, la
meditación sobre la impermanencia no nos deprime. Debido a que hemos
sido capaces de utilizar nuestro tiempo de forma muy positiva, esto nos
hace muy felices.
RESUMEN
El Buda dijo que entre todas las diversas meditaciones, ésta es realmente la
más alta, la mejor meditación. Si un ladrón fuera a venir y usted no
estuviera consciente de ello, él podría entrar y matarlo para tomar sus
posesiones. Sin embargo, si usted supiera con antelación que el ladrón iba a
venir, usted podría prepararse, protegiéndose a sí mismo. Es posible que
todavía sintiera un poco de miedo, pero no estaría en gran peligro, ya que
podría protegerse. Por lo tanto, la meditación sobre la impermanencia y ser
consciente de que la muerte es segura, son cosas que van a ser muy útiles
para usted.
4. El nirvana es la paz.
De las cuatro concepciones erróneas, percibir lo transitorio como
permanente es la más dañina. Esta visión obstruye en nuestras mentes
enteramente la conciencia sobre la transitoriedad y la muerte. Aunque
intelectualmente sabemos que de hecho eventualmente vamos a morir,
debido a que estamos tan habituados a nuestras concepciones erróneas
sobre la muerte y la transitoriedad, generalmente tenemos el sentimiento de
que no moriremos hoy, en nuestras vidas cotidianas. Como resultado no
hacemos absolutamente ningún esfuerzo por desarrollar el pensamiento que
busca el beneficio de las vidas futuras. Somos burlados por nuestro
aferramiento innato a la permanencia. Por lo tanto, el primero de los cuatro
sellos blancos es establecer la transitoriedad.