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Introducción
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Cfr. Gesché A. Dios para pensar, Tomo I. Tópicos de la cuestión de Dios. Pág.: 21.
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La pregunta por Dios en San Agustín de Hipona
La pegunta: ¿Qué es Dios? La Cuestión del Quid Sit
Creo que la cuestión del quid sit tiene una connotación distinta para el
creyente que para el no creyente. En este sentido para el creyente es central
responderse a sí mismo esta pregunta; y responderla no solamente desde una
perspectiva teórica o doctrinal, sino desde una perspectiva vivencial, es decir
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Gesché A., obra citada.
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desde una perspectiva que implica su propia vida, su propia experiencia vital
de Dios.
En este sentido creo que vale la pena citar al sacerdote alemán José
Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, quien en un
retiro espiritual predicado a sacerdotes alemanes en 1934 dice: “El problema del
tiempo actual es el siguiente: ¿es Dios primariamente el Dios justo o el Dios
bondadoso?”3. La pregunta que se hace este sacerdote es otra manera de formular
la pregunta ¿Qué es Dios? En el citado retiro se concretiza la respuesta, o Dios
es el Dios justo o Dios es el Dios bondadoso. La pregunta no se hace solamente
como tema espiritual de meditación, sino que se hace a la luz de los
acontecimientos. Pensemos que en la Alemania de 1934 Hitler se afianza en el
poder reuniendo en su persona los cargos de presidente y canciller, además de
lograr el control total de los medios de comunicación y propaganda, llevando
adelante su proyecto de dominación política incluso a través de persecuciones.
Por eso es importante cómo entender estos acontecimientos del tiempo, cómo
comprender lo que Dios permite. Si Dios es primariamente el Dios justo,
entonces estos acontecimientos son una manera en que Dios “castiga” al
hombre; sin embargo si Dios es primariamente el Dios bondadoso, estos
acontecimientos tienen que ser leídos con fe a la luz de esa bondad, de ese
amor. Por ello es central la pregunta de ¿Qué es Dios?
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Cfr. Kentenich J., Las Fuentes de la Alegría, Editorial Patris, Santiago de Chile 2006.
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Gesché A., Dios para pensar, pág.: 28
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Es pues la cuestión del quid sit, la cuestión central en este tiempo, pues a
raíz de los acontecimientos del tiempo “lo que realmente importa al hombre es
precisar en qué sentido hay que pensar el Absoluto.”.
“¿Qué eres, pues, Dios mío? ¿Qué eres, vuelvo a preguntarte, sino el Señor Dios?”
Las Confesiones, Libro I, 4
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En esta cita de “Las Confesiones” se hace explícita la pregunta por Dios
en San Agustín; y se hace explícita en el sentido del quid sit. “¿Qué eres, pues,
Dios mío?” dice San Agustín.
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Cfr. Heidegger M., La pregunta por la técnica, en Conferencias y Artículos. Ediciones del Serbal,
Barcelona 1994.
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Cfr. Heidegger M., Ser y Tiempo. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1997
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“Señor y Dios mío, ¿acaso hay lugar en mi persona que tenga capacidad para alojarte?
¿Acaso el cielo y la tierra que creaste y donde me creaste, pueden alojarte? Y, ya que sin
Ti no existiría nada de cuanto existe, ¿es cierto que todo cuanto existe te abarca? Por
eso si yo también existo, ¿para qué invitarte a que vengas a mí si yo no existiría si Tú
no estuvieras en mí?”
Las Confesiones, Libro I, 2
“Entonces me dirigí a todas las cosas que rodean las puertas de mi ser: Háblenme de mi
Dios, ya que ustedes no lo son. Díganme algo de Él. Y me gritaron con voz poderosa: Él
es quien nos hizo. Mi pregunta era mi mirada; su respuesta era su belleza.”
Las Confesiones, Libro X, 9
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Rahner K., Meditación sobre la palabra “Dios”, en Curso Fundamental del Fe, Barcelona 1979.
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en el exterior, en el mundo. Principalmente de eso se trata el Libro X, de la
búsqueda de Dios, tanto en el exterior como en el interior.
Así la pregunta por Dios, la cuestión del quid sit, ¿Qué es Dios?, en San
Agustín se revela como una “quid sit existencial”. Es decir, el santo obispo de
Hipona al responder la pregunta que en A. Gesché se plantea como un tópico
de la cuestión de Dios, lo hace no de forma teórica o extraña a su propia vida,
sino que desde su propia experiencia de Dios, desde su propia inquietud por
Dios, da respuesta a esta interrogante. Por eso la respuesta de San Agustín es
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una respuesta existencial, abalada por su propia vivencia. En este sentido vale
la pena recordar a G. Vattimo quien invita a hablar de Dios “con el corazón en
la mano”. Esto es lo que hace San Agustín, con su “corazón inquieto” en la
mano nos habla de Dios al responder a su pregunta: “¿Qué eres, pues, Dios mío?
¿Qué eres, vuelvo a preguntarte, sino el Señor Dios?”.
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Así la misma pregunta por Dios nos revela ya esta inquietud del hombre,
este anhelo de trascendencia. Por ello mismo esta pregunta se formula una y
otra vez a lo largo de la historia de la humanidad hasta que en algún momento
encuentre respuesta. En este sentido el caso de San Agustín es ejemplar, incluso
para el hombre de hoy. Pues él inicia su camino de preguntar por Dios
formulando su pregunta en el sentido del quid sit, es decir del ¿qué es Dios?; sin
embargo, a medida que va avanzando en esta búsqueda existencial que realiza
en su propia experiencia de Dios, San Agustín nos va mostrando que la
pregunta por Dios más que formularse como un quid sit, debe ser formulada
como un quis Deus, es decir ¿quién es Dios?
Gesché Adolphe, Dios para pensar, Tomo I. Editorial Sígueme, Salamanca, 1997.
Kentenich José, Las Fuentes de la Alegría. Editorial Patris, Santiago de Chile, 2006.
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San Agustín, Las Confesiones. Versión especial para Latinoamérica. Editorial Bonum,
Buenos Aires, 2000.
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