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LOS JUECES: REQUISITOS, SELECCIÓN Y

NOMBRAMIENTO
CONCEPTO- DEFINICIÓN

Un Juez es aquel abogado que tiene la máxima autoridad en un tribunal de


justicia. Es aquel que luego de un análisis exhaustico de las ideas y las defensas
de cada parte (la demandada y la demandante) tiene la capacidad de juzgar
libremente y dar penas o libertades según sea el caso. Un juez es aquel que
administra la justicia de manera que quede equiparada en los principios morales
en los que se basa, el juez debe tener la experiencia suficiente para poder
desarrollar una capacidad de juzgar justamente.

El juez de paz es una figura también legal, pero consagra principios diferentes a
los de un juez común, estos no tienen tanto alcance jurídico y por el contrario
son personas que llegan al sitio de la circunstancia para mediar y llegar a un
acuerdo de paz en el que ambas partes llegan a un consenso y solucionar
problemas. Es importante destacar que un juez por ser máxima autoridad no
queda exento de ser juzgado, por el contrario, existen países en los que los
sistemas gubernamentales están muy al pendiente de cualquier decisión que
tome un juez para juzgarlo a él. La libertad está limitada a la conveniencia por lo
que el concepto específico de un juez ha sido mutilado.

Los jueces están divididos en cada sección de la política judicial, se especializan


en materias legales: penales, civiles, laborales, etcétera, lo que les otorga
competencia en razón de la materia, y que se devuelven en diversas instancias.

Estas personas y este principio de juzgar legalmente a las personas se iniciaron


en la antigua Roma, se destinaban a personalidades que por sus altas
capacidades filosóficas y humanas inspiraban el respeto, gracias a lo justo de
sus decisiones, En la última etapa de la historia de roma la figura del juez ya era
legal.

Funcionario público que tiene como misión juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.

Se denomina juez a la figura pública encargada de aplicar la ley ante un tribunal


de justicia. Este rol consiste fundamentalmente en la resolución de contiendas,

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controversias, de resolución del destino de un imputado a partir de lo planteado
en un juicio, etc. La persona encargada de esta función es un funcionario público
y su remuneración depende del estado. Tienen un comportamiento autónomo e
independiente; no es posible destituirlos de sus cargos salvo por motivos legales.
Sus actos pueden cuestionados civil y penalmente, además de que reciben
supervisión de sus superiores.

Si bien el juez utiliza un sistema legal, un conjunto de leyes que existen de


antemano, lo cierto es que deben interpretar estas leyes para su aplicación. Así,
los jueces generan lo que se denomina jurisprudencia, esto es, una
interpretación y una forma de proceder en la aplicación de la ley que impactará
en interpretaciones futuras. En algunos países, como por ejemplo Estados
Unidos, los jueces fundamentan sus fallos principalmente en la constitución
antes que en las leyes ordinarias, circunstancia que da lugar a interpretar que
poseen un poder político superior al ostentado por jueces en los que esta
circunstancia no se aplica; en estos casos, si las leyes parecen contradecir a la
constitución directamente no se aplican. En otros países, por el contrario, debido
a la sujeción de los jueces a las leyes ordinarias, se priva al juez de crear leyes
y se lo fuerza a evitar el rechazo de una aplicación en concreto.

A pesar de esta circunstancia, la función del juez implica, como ya se sugirió, el


aspecto interpretativo que de algún margen de valoración personal al jurista, más
allá de los aspectos técnicos. Además, la labor judicial implica un control de los
otros poderes del estado, siempre y cuando nos encontremos en un sistema
republicano.

El rol del juez puede ser cuestionado en muchos sentidos cuando garantiza en
una democracia republicana algún grado de impunidad a funcionarios
involucrados en actos de corrupción. Esta circunstancia es demasiado común en
democracias inmaduras que tienen resabios de regímenes totalitarios. En un
sistema republicano el juez debe funcionar como un contrapeso a los otros
poderes del estado y una circunstancia infeliz en este sentido puede dar por el
suelo con la confianza en la justicia. Es por ello que es importante que la
ciudadanía logre alcanzar una toma de conciencia al respecto que la lleve a exigir
los más altos índices de transparencia al respecto.

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REQUISITOS PARA SER JUEZ:

El jurista argentino Rodolfo Luis Vigo, doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales


por la Universidad Nacional del Litoral, en un artículo intitulado «Apostillas
iusfilosóficas sobre el derecho a la jurisdicción», publicado en el Nº 73 de la
revista Prudentia Iuris, entre otras cosas, reflexiona en torno a las calidades que
debe reunir un juez para ejercer la magistratura con idoneidad. Aquí hemos
recogido esas virtudes, sin perjuicio de adjuntar el link para quienes quieran leer
el texto completo, que se encuentra en la Biblioteca Virtual de la Universidad
Católica de Argentina.

1. Idoneidad física: es evidente la relación que existe entre el trabajo y sus


requerimientos físicos, de modo que hay ciertos estados en este terreno que se
constituyen en obstáculos insuperables como para una prestación adecuada del
servicio profesional. Así un juez de segunda instancia normalmente debe
permanecer buena parte de su tiempo sentado leyendo expedientes, un juez de
menores seguramente tiene que mantener permanentes desplazamientos
físicos, un juez de ejecución penal tiene que observar y valorar atentamente las
instalaciones en las que se encuentra el detenido, etc. Esos ejemplos sirven
solamente para poner de relieve que el físico del juez y su estado se ponen en
juego a la hora del servicio, de manera que ciertas debilidades o ausencias
afectan significativamente su calidad.

2. Idoneidad psicológica: el trabajo judicial requiere de personas


psicológicamente normales, pero además en condiciones de afrontar
requerimientos especiales. En efecto, las responsabilidades que pesan sobre el
juez, como el tipo de relaciones que se entretejen en su función, implica que no
es un trabajo que psicológicamente lo pueda asumir cualquiera. Equilibrio,
firmeza, moderación, integridad, paciencia, madurez, etc. son algunas de las
cualidades genéricamente exigidas por un juez y que la psicología debe intentar
verificar su existencia en aquellos que son candidatos para desempeñarse en
ese cargo. Por escuelas diferentes que haya en psicología, seguramente hay
patologías pacíficamente aceptadas por ellas, y que se constituyen en
obstáculos insalvables para el ejercicio regular y adecuado del servicio judicial.

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3. Idoneidad científica: que el juez conozca el derecho es un requerimiento
tradicional y constitutivo, más allá de a dónde tiene que ir a aprenderlo o
buscarlo. No es la única idoneidad, pero es una ineludible. No está de más insistir
en que los planes en la formación del grado o de las licenciaturas en derecho de
nuestras Facultades, configurados después de la codificación, resultan hoy
manifiestamente insuficientes. Es que el Estado de Derecho actual con la
operatividad reconocida a la Constitución y a los derechos humanos supone una
amplia transformación en la realidad del derecho y en lo que se requiere para
operarlo. Materias como argumentación jurídica, principios jurídicos, derecho
comparado, jurisprudencia de los tribunales regionales o internacionales, etc. no
cuentan con suficiente espacio en la carrera habitual de abogacía, no obstante
la relevancia transversal que tienen en la realidad.

4. Idoneidad prudencial (aplicativa, resolutoria o determinativa): el juez no está


para enseñar el derecho sino para decirlo correcta y justamente en cada caso,
de ahí que el conocimiento del mismo no sea garantía de su apropiada
aplicación. Es indiscutible que la formación de nuestras Facultades de Derecho
privilegia la dimensión teórica, con muy escasa o nula preocupación por su
proyección concreta en casos reales. El banco de pruebas de la calidad judicial
no son los libros ni las conferencias del juez, sino sus resoluciones y sentencias;
pues estas son las obras que espera la sociedad que confirió el poder y sufraga
el presupuesto judicial, y lo que reclama es que aquéllas centralmente sean
razonadas, justas y derivadas del derecho vigente.

5. Idoneidad administrativa o gerencial: todo juez –en mayor o menor medida–


cumple una función que conlleva coordinar o liderar un grupo –más o menos
numeroso– y administrar recursos materiales, tiempo, espacio, etc.
Seguramente en la Facultad de Derecho ninguna formación se recibió en torno
a esos aspectos, que pueden llegar a ser decisivos para el cumplimiento de su
función. Un juez absolutamente incompetente en ese terreno inexorablemente
fracasará en su servicio, dado que las dificultades crecientes que padecerá en
su trabajo terminarán abortando sus talentos propiamente jurídicos. Se sabe que
nadie nace líder o administrador, y que hay ciencias que son capaces de ir
confiriendo los conocimientos y las habilidades necesarias. Solo una visión

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autista o juridicista del derecho puede seguir ignorando la relevancia de las
ciencias de la administración en el servicio de justicia.

6. Idoneidad ética: nos parece visible e indiscutible la discrecionalidad con la


que cuentan los jueces en el Estado de Derecho Constitucional, pero la misma
termina generando incertidumbres y es fuente de críticas por parte de aquellos
que son perjudicados en las sentencias. Un camino para ganar la confianza en
el servicio de justicia es que lo presten personas que gozan de credibilidad por
parte de la sociedad en la que viven. Resulta fácil ensañarse y deslegitimar a
alguien que está sospechado o carece de credibilidad ética. Es oportuno recordar
del mundo del common law la diversidad de averiguaciones que se efectúan en
torno de aquellos candidatos a ser jueces; en definitiva, ellas procuran
determinar si los mismos cuentan con la autoridad y el respeto moral que se le
pide a un juez. En ese terreno, no es mucho lo que se ha avanzado en países
continentales, en buena medida en razón de prejuicios y de la cultura jurídica
juridicista que predomina en ellos.

según LA LEY 29277

“Artículo 3. Niveles y sistema de acceso a la carrera

La carrera judicial se organiza en los siguientes niveles:

1. Jueces de Paz Letrados.

2. Jueces Especializados o Mixtos.

3. Jueces Superiores.

4. Jueces Supremos.

El acceso a los niveles primero y cuarto de la carrera judicial, Jueces de

Paz Letrados y Jueces Supremos, es abierto.

En los niveles segundo y tercero, Jueces Especializados o Mixtos y Jueces


Superiores, el acceso es abierto con reserva del treinta por ciento de plazas para
los jueces que pertenecen a la carrera, quienes acceden por ascenso al nivel
inmediatamente superior.

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El concurso de ascenso para acceder al treinta por ciento de plazas reservadas
para los jueces de carrera se convoca y realiza previamente y en forma
independiente del concurso de selección para cubrir las plazas vacantes de
porcentaje abierto. El ascenso para los jueces titulares se produce
obligatoriamente al nivel inmediato superior sea en porcentaje abierto o cerrado.

En ningún caso, los jueces de carrera pueden ser impedidos de postular en


igualdad de condiciones en el proceso de selección para las plazas 2 del
porcentaje abierto, siempre que cumplan los requisitos para ser juez o fiscal
establecidos por la Constitución Política del Perú y la ley en cada uno de los
niveles a los que postula.

Artículo 6. Requisitos especiales para Juez Supremo

Para ser Juez Supremo se exige, además de los requisitos generales, los

siguientes:

1. Ser mayor de cuarenta y cinco años.

2. Si es magistrado, haber ejercido el cargo de Juez Superior Titular o Fiscal del


mismo nivel cuando menos diez años; y, si no lo es, haber ejercido la abogacía
o desempeñado la docencia universitaria en materia jurídica por quince años.

3. Haber superado la evaluación prevista por el Consejo Nacional de la


Magistratura.

4. Participar del programa de inducción.

Artículo 7. Requisitos especiales para Juez Superior

Para ser Juez Superior se exige, además de los requisitos generales, los

siguientes:

1. Ser mayor de treinta y cinco años.

2. Si es magistrado, haber ejercido el cargo de Juez Especializado o Mixto Titular


o Fiscal del mismo nivel cuando menos cinco años; y, si no lo es, haber ejercido
la abogacía o desempeñado la docencia universitaria en materia jurídica por un
período no menor de diez años. Para el caso del ejercicio de la abogacía y la

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docencia universitaria, los períodos, en una y otra condición, son acumulables
para alcanzar el mayor, en tanto no se hayan prestado en forma simultánea.

3. Haber superado la evaluación prevista por el Consejo Nacional de la


Magistratura para el porcentaje de acceso abierto.

4. Haber aprobado los cursos especiales de ascenso que requiera la Academia


de la Magistratura para el porcentaje de acceso cerrado.

5. Participar del programa de inducción para los que ingresen por este nivel.

Artículo 8. Requisitos especiales para Juez Especializado o Mixto

Para ser Juez Especializado o Mixto se exige, además de los requisitos


generales, los siguientes:

1. Ser mayor de treinta años.

2. Haber sido Juez de Paz Letrado o Fiscal Adjunto Provincial o Secretario o


Relator de Sala al menos por cuatro años y, si no lo es, haber ejercido la
abogacía o desempeñado la docencia universitaria en materia jurídica por un
período no menor de cinco años. Para el caso del ejercicio de la abogacía y la
docencia universitaria, los períodos, en una y otra condición, son acumulables
para alcanzar el mayor, en tanto no se hayan prestado en forma simultánea.

3. Haber superado la evaluación prevista por el Consejo Nacional de la


Magistratura para el porcentaje de acceso abierto.

4. Haber aprobado los cursos especiales de ascenso que requiera la Academia


de la Magistratura para el porcentaje de acceso cerrado.

5. Participar del programa de habilitación para los postulantes que ingresen a la


carrera por este nivel.

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El procedimiento de selección y nombramiento de jueces y fiscales ante el
Consejo Nacional de la Magistratura

El procedimiento de selección y nombramiento está regulado en el Reglamento


de Concurso para Selección de Jueces y Fiscales aprobado el 26 de noviembre
de 2003.

Convocatoria, inscripción y depuración del padrón de postulantes

1. El Presidente del CNM solicita al Presidente de la Corte Suprema y al


Fiscal de la Nación la relación de plazas que deben ser cubiertas en sus
respectivas entidades. Ellos deberán elaborar dicha relación considerando las
plazas vacantes y las nuevas. Con esta información, el Presidente del CNM
convoca a concurso y publica el respectivo aviso en el diario oficial El Peruano y
uno de los diarios de mayor de circulación nacional. Además, si se abren plazas
de jueces o fiscales titulares distintas al distrito judicial de Lima, entonces la
convocatoria se publicará en el diario encargado de los avisos judiciales de la
sede de las respectivas Cortes Superiores.

2. Una vez conocida la convocatoria, los interesados presentan su solicitud


de inscripción al Presidente de CNM, así como su curriculum vitae documentado,
entre otros documentos, indicando la condición de postulación, el distrito judicial
y su domicilio real en el período señalado para tal efecto.

3. La Comisión Permanente de Selección y Nombramiento de Magistrados,


en coordinación con la Secretaría Técnica, se encargan de verificar si el
postulante cumple con los requisitos exigidos. En caso de hallarse omisiones en
la documentación presentada, los postulantes tienen tres días hábiles para
subsanarlas a partir de la notificación.

4. Cumplido el plazo de inscripción, la comisión eleva al Pleno del CNM la


relación de postulantes aptos, así como un informe sobre los postulantes no
aptos.

Contra el rechazo de la inscripción cabe presentar recurso de reconsideración


dentro de 5 días hábiles, el cual será resuelto por el Pleno en última instancia y
previo informe de la Comisión de Selección y Nombramiento.

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5. Dentro de 5 días hábiles siguientes a la publicación de la nómina de
postulantes aptos, cabe interponer tachas, previo pago de una tasa,
acompañadas de prueba documental referida a la falta de idoneidad personal o
profesional del aspirante, además de cumplir con los requisitos mencionados en
el artículo 16 del Reglamento.

La tacha interpuesta será notificada al postulante legitimado, el cual tiene


derecho a presentar sus descargos, dentro de los 5 días hábiles siguientes.

Evaluaciones

Teniendo en cuenta que los pesos de las 3 evaluaciones (curriculum vitae,


evaluación escrita y entrevista) deben señalarse en la convocatoria a concurso,
repasemos rápidamente cada una de las evaluaciones.

Evaluación del curriculum vitae

1. La Comisión Permanente de Selección y Nombramiento de Magistrados,


en sesión privada, califica los curriculum vitae aplicando la tabla de puntación
adjunta como anexo al reglamento.

2. El acta que recoge tal calificación será firmada por los consejeros
participantes y puesta en conocimiento del Pleno para su aprobación.

Evaluación escrita

1. La Comisión de Selección y Nombramiento elaborará el examen escrito


correspondiente, que constará de dos partes: por un lado, la prueba escrita; y
por otro, la prueba psicológica y psicotécnica.

2. En cuanto a la calificación, ésta es efectuada por la Comisión, mientras


que los resultados son revisados por el Pleno.

Evaluación personal

1. Luego de la calificación del curriculum vitae y de la evaluación escrita, el


Pleno del Consejo publicará la relación de postulantes aptos, es decir que han
obtenido promedio aprobatorio en la sumatoria de los puntajes de ambas
evaluaciones, así como el cronograma de sus entrevistas personales y el lugar
en que éstas se llevarán a cabo.

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2. La entrevista personal es pública y estará a cargo del Pleno del CNM
(excepcionalmente podrá delegarse a la Comisión de Selección y Nombramiento
o a alguna comisión especial).

3. La calificación de cada Consejero es secreta, y será colocada en un sobre


cerrado y rubricado bajo la custodia del secretario general hasta la conclusión de
las evaluaciones personales. Luego, el Consejero que presida el acto procede a
abrir el sobre de cada postulante para la constatación de la nota y la elaboración
del promedio respectivo.

4. Producida una diferencia mayor a 20 puntos entre una y otra o varias


calificaciones, se anulan las notas extremas alta y baja y el promedio se obtiene
con las notas intermedias.

La nota final es aprobada por el Pleno del CNM una vez concluidas las
evaluaciones, tras lo cual elabora un cuadro de calificaciones.

Selección

1. Con el cuadro de calificaciones, los Consejeros reunidos en Pleno, y en


uso de su criterio de conciencia, proceden a seleccionar a aquellos postulantes
que obtengan al menos 5 votos favorables (2 tercios del número legal de sus
miembros) hasta cubrir las plazas vacantes. Una vez cubiertas la totalidad de
vacantes por plaza, los consejeros dejan de votar –a pesar de que no se hayan
pronunciado sobre la totalidad de la lista de postulantes a dicha plaza.

2. Los postulantes que obtuvieron nota aprobatoria y no llegaron a ser objeto


de votación (por cubrirse las plazas antes de que sea su turno de votación),
pueden solicitar al Pleno que les considere una plaza vacante similar no cubierta
en el mismo u otro distrito judicial.

Nombramiento

1. El presidente del CNM expide resolución de nombramiento y proclama en


acto público al magistrado nombrado. Asimismo, extiende título oficial refrendado
y sellado por el secretario general, el cual acredita la calidad de juez, vocal o
fiscal. Dicho certificado será incorporado al Registro Nacional de Magistrados,
custodiado por el CNM.

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Finalmente, en ceremonia pública, el Presidente del CNM toma juramento del
cargo a los magistrados nombrados, tras lo cual asumen la plaza
correspondiente.

Modelo actual y marco normativo de selección, nombramiento, evaluación,


ratificación y destitución de jueces y fiscales por parte del Consejo
Nacional de la Magistratura

En la literatura especializada es frecuente señalar que el modelo anterior de


selección, nombramiento, evaluación, ratificación y destitución de jueces y
fiscales se diferencia del modelo actual en la medida que el primero ostentaba
un evidente componente político partidario en tanto que el vigente elimina al
menos formalmente dicho componente. En el modelo anterior, el artículo 245
de la Constitución de 1979 consagraba la participación del presidente de la
República en el nombramiento directo de los magistrados, a propuesta de un
Consejo Nacional de la Magistratura distinto al actual; mientras que al Senado le
correspondía ratificar el nombramiento de los jueces de la Corte Suprema.

Por su parte, en la Carta de 1979 la destitución de jueces estaba a cargo de la


propia Corte Suprema; además, los vocales supremos estaban sujetos solo al
control parlamentario propio de las altas autoridades. No existía la figura de la
evaluación o ratificación, aunque la décimo segunda y décimo tercera
disposiciones generales y transitorias de la Constitución contemplaron un
proceso excepcional y por única vez de ratificación de todos los jueces a cargo
del Senado (en el caso de los supremos) y de la Corte Suprema (en el caso del
resto de jueces).

El diseño constitucional actual ha eliminado la intervención del presidente de la


República y del Parlamento y, como ya hemos señalado, encarga las funciones
de selección, nombramiento, evaluación, ratificación y destitución a un órgano
constitucional autónomo, el CNM, compuesto por siete consejeros, designados
por la Sala Plena de la Corte Suprema, la Junta de Fiscales Supremos y cinco
representantes de organizaciones de la sociedad civil: universidades públicas y
privadas, el Colegio de Abogados y otros colegios profesionales. El CNM no
cuenta con consejeros designados por el Ejecutivo ni el Legislativo.

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En el caso de la selección y el nombramiento de jueces y fiscales (artículos 150
primer párrafo y 154.1 de la Constitución), esta función no solo se ha
despolitizado al menos formalmente, sino que además se ha asignado a un
ente diferente del Poder Judicial y del Ministerio Público. En otras palabras, no
solo se la ha despolitizado formalmente, sino que además se ha externalizado
en relación con ambas instituciones.

En el caso de la ratificación de jueces y fiscales (artículo 154.2 de la Constitución)


también se optó por un ente externo al Poder Judicial y Ministerio Público. Hay
que precisar que el texto de la Carta de 1993 solo habla de la función de
ratificación y que son las normas de desarrollo constitucional (en especial, la Ley
de la Carrera Judicial) las que han señalado que esta labor del CNM también
supone la función de evaluación.

Esta función de evaluación y ratificación de jueces y fiscales, de todos los niveles


(incluidos los supremos), ha sido objeto de intenso debate cada siete años. Por
un lado, hay quienes defienden esta función del CNM sosteniendo que la
corrupción no da recibo, lo que hace muy difícil destituir a jueces y fiscales
corruptos y; por ende, es mejor tener una válvula de escape que permita
periódicamente separar del cargo a magistrados muy cuestionados. Por otro
lado, en cambio, hay quienes sostienen que la ratificación supone una espada
de Damocles sobre la independencia y autonomía de jueces y fiscales,
respectivamente; y que, por ende, debería eliminarse.

Durante la conferencia pública «Una década de reforma judicial en democracia.


Balance y futuro del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM)», a la que ya
hemos hecho referencia, se sustentó una tercera posición con relación al
mecanismo de ratificación, tal como se da cuenta en la síntesis que realizó de
esta el profesor Ernesto de la Jara: «[...] hay un tercer sector que considera que
la ratificación no debe continuar y que en su lugar debería haber una evaluación
del desempeño de jueces y fiscales. Sobre esto último, la controversia está en si
tal evaluación de desempeño debe estar a cargo de un órgano externo o interno
al Poder Judicial y al Ministerio Público».

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En el caso de la destitución de jueces y fiscales (artículo 154.3 de la
Constitución), el modelo actual es mixto en el sentido que el control disciplinario
no se ha extraído por completo del Poder Judicial ni del Ministerio Público, sino
que ha sido distribuido de la siguiente manera:

a) Por un lado, corresponde al CNM aplicar solo la máxima sanción de


destitución, en tanto que a la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA) y a
la Fiscalía Suprema de Control Interno les corresponde imponer las otras
sanciones (suspensión, multa y amonestación).

b) Por otro lado, corresponde a la OCMA y a la Fiscalía de Control Interno


iniciar las investigaciones disciplinarias de jueces y fiscales, respectivamente; y,
de ser el caso, solicitar su destitución al CNM, en tanto es competencia de este
último iniciar directamente la investigación disciplinaria solo en el caso de jueces
y fiscales supremos.

Para ejercer todas estas funciones, el CNM tiene un marco normativo


compuesto, en primer lugar, por la Constitución, especialmente los artículos 150
al 157. Asimismo, deben considerarse las respectivas leyes orgánicas del
Consejo Nacional de la Magistratura (Ley 26397) y de la Carrera Judicial (Ley
29277) con sus correspondientes modificaciones, la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional relativa a las funciones del CNM y las normas infralegales
vigentes: los reglamentos a) del concurso de selección y nombramiento de
jueces y fiscales, b) del concurso para el ascenso de jueces y fiscales, c) del
proceso de evaluación y ratificación de jueces y fiscales, y d) de procedimientos
disciplinarios. Recientemente, el CNM ha empezado a invocar algunos
precedentes administrativos sobre cómo o qué evaluar, como en el caso de
cuestionamientos de declaraciones juradas indebidas durante los procesos de
ratificación.

2. Breve balance de la selección, el nombramiento, la evaluación, la

ratificación y la destitución de jueces y fiscales

2.1. Selección y nombramiento

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T

A
Postulación Lista de
c aptos Examen Evaluación
Evaluación entrevista
h escrito psicológica Selección.
curricular
a personal Decisión del
s Pleno
Nombramiento

Elaboración propia

Sin embargo, en la actualidad los nombramientos a veces se han dado a partir


de las llamadas «listas de jueces en reserva», que es un mecanismo que la
propia Ley de la Carrera Judicial contempla. En este caso, la elección ya no se
hace siguiendo todas estas etapas, sino recurriendo directamente a estas listas,
que se han conformado previamente con el procedimiento arriba descrito. Este
mecanismo de nombramiento no se conoce lo suficiente y debería estar mejor
y más transparentemente regulado.

En perspectiva, hay que reconocer que los protocolos, los procedimientos y la


objetividad de estos procedimientos de selección y nombramiento han
progresado desde la recuperación de la democracia (fines del 2000) hasta la
actualidad, sin que ello niegue la necesidad de seguir mejorándolos

sustancialmente. A inicios de la década pasada, Pásara (2003), Villavicencio y


Bazán (2004), y Esteban y Silva (2005) plantearon críticas a la idoneidad del
sistema de selección y nombramiento por tratarse de un mecanismo que no se
distanciaba totalmente del pasado, carecía de un perfil claro del magistrado que
se buscaba, contaba con demasiado espacio para la arbitrariedad sobre todo en
la entrevista y decisión del pleno para la selección, y, por el contrario, con
escasos espacios para la participación ciudadana y la transparencia, entre otros
cuestionamientos.

Poco a poco estos problemas han ido superándose por parte del CNM, aunque
no en su totalidad. La Comisión Especial para la Reforma Integral de la

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Administración de Justicia (CERIAJUS) creada por Ley 28083 en el 2003
aprobó una propuesta de ley de bases de la carrera judicial y fiscal que, tiempo
después, se convirtió en la Ley de la Carrera Judicial (Ley 29277 del año 2008).
Esta ley contempla un perfil de juez, fases mejor delineadas, mayores niveles de
objetividad que reducen ostensiblemente

aunque no desapareciendo los espacios de discrecionalidad de los consejeros,


entre otros. Pese a lo anterior, algunos artículos de esta Ley de la Carrera
Judicial (especialmente los referidos a la evaluación parcial de desempeño)
fueron declarados inconstitucionales por el Tribunal Constitucional en el 2011
(STC 0019-2009-PI/TC).

Desde fines del 2000 a la fecha, el CNM ha convocado más de 25 concursos


para nombrar jueces y fiscales en todos los niveles y en todos los distritos
judiciales del país, incluida la Corte Suprema, y se han nombrado
aproximadamente a cuatro mil jueces y fiscales titulares. De ese modo, el CNM
enfrentó la peligrosa situación de provisionalidad en la magistratura que en los
noventa mantuvo niveles muy elevados.

Sobre el particular, aún están pendientes investigaciones académicas para


analizar si este ingreso masivo de nuevos magistrados al Ministerio Público y
Poder Judicial ha significado una mejora cualitativa de la impartición de justicia,
mediante resoluciones mejor motivadas, nuevos liderazgos dentro de la
judicatura, independencia y lucha contra la corrupción, modernización y uso de
nuevas tecnologías, etcétera.

Pese a esta renovación parcial en la judicatura, la percepción ciudadana


mantiene una imagen muy negativa del Poder Judicial. Según una encuesta
nacional urbana de Ipsos publicada en El Comercio el 19 de mayo del 2013, el
73 % de los peruanos desaprueba la actuación del Poder Judicial y solo un 19%
lo aprueba.

Es decir, esta renovación parcial de jueces y fiscales no ha logrado revertir la


imagen negativa que la ciudadanía tiene de las instituciones que integran. Algo
similar puede decirse acerca de la corrupción al interior del sistema de justicia,
en la medida que sigue siendo uno de los problemas más graves, al punto que

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operan redes de corrupción, tal como fue reconocido en un proyecto de ley
presentado por el propio Poder Judicial.

A pesar del distanciamiento del modelo político de designación y de los avances


en cuanto a la especialización y el establecimiento de parámetros objetivos, el
procedimiento de selección y nombramiento aún adolece de serios
cuestionamientos y falencias, que son más visibles a nivel de la Corte Suprema
y las Fiscalías Supremas. En nuestra opinión, estos problemas no responden
tanto a fallas en el actual diseño institucional

aunque hay aspectos que mejorar, sino a injerencias ilícitas que operan

sobre el CNM y a la cuestionable actuación de algunos consejeros.

Sobre el particular, durante la conferencia pública se mencionó la existencia de


indicios de corrupción en estos procesos de selección y nombramiento: «[…]
también se ha mencionado mucho el tema de la corrupción. Así como se ha
hablado de corrupción entre jueces y fiscales, también se ha hecho referencia a
corrupción en el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) […]».

Además, han trascendido algunos problemas serios en los procesos de


selección y nombramiento, como es el caso del examen escrito y la sospecha de
filtración de las pruebas y de su evaluación7 o de tráfico de influencias.
Recordemos que como consecuencia del empañado concurso desarrollado
entre el 2009 y el 2010 para nombrar fiscales supremos fue destituido un
consejero por el Congreso de la República, habida cuenta que se descubrió una
reunión entre este y un postulante; luego se habría acreditado un incremento
patrimonial considerable del consejero durante los años que estuvo en el cargo.8
Finalmente, dicho concurso tuvo que anularlo el propio CNM.

Por otro lado, preocupa que el CNM haya aceptado como válida la interpretación
constitucional en virtud de la cual los candidatos a juez o fiscal supremo pueden
considerar como años de ejercicio de la abogacía el tiempo de servicios como
juez o fiscal, burlando así los requisitos claramente alternativos y no
acumulativos establecidos por el artículo

147.4 de la Constitución: «Para ser magistrado de la Corte Suprema se


requiere: […] Haber sido magistrado de la Corte Superior o Fiscal Superior

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durante diez años, o haber ejercido la abogacía o la cátedra universitaria en
materia jurídica durante quince años». Lamentablemente, esta interpretación
que debería corregirse no ha sido cuestionada por la mayoría del pleno del
Tribunal Constitucional pese a que ha tenido la oportunidad de hacerlo.

Asimismo, también preocupa que el Tribunal Constitucional haya abierto la


puerta para una excesiva judicialización de estos concursos de selección y
nombramiento. Sin desconocer el legítimo control constitucional que se debe
ejercer sobre la actuación del CNM, en el 2012 el Tribunal Constitucional ordenó
al CNM no solo que fundamente mejor su decisión de no nombrar a un
cuestionado candidato10 a fiscal supremo, sino que además dispuso que vuelva
a votar tal decisión, abriendo así la posibilidad que lo nombren al obligar al CNM
a votar hasta en tres oportunidades al mismo candidato.

Para más detalle, el Tribunal Constitucional emitió dos nuevas sentencias


(01034-2013-AA y 01044-2013-AA) sobre dos postulantes a fiscales supremos
y, en una clara interferencia de funciones, ordenó al CNM que nombre a uno de
los dos candidatos en el cargo a pesar de que el Consejo había evaluado a
dichos abogados en reiteradas oportunidades y no había encontrado en ellos
méritos suficientes para designarlos en el más alto nivel del Ministerio Público.

Pese a todo lo anterior, no pueden obviarse algunas voces que reconocen un


avance parcial en la calidad de algunos jueces y fiscales. Luis Pásara, a partir
de su experiencia como ponente y participante del III Congreso Nacional de
Magistrados11 en el 2009, planteó comentarios que, si bien son solo
impresiones, hay que tomar en cuenta, pues ha percibido a una parte de los
jueces con una auténtica preocupación por la legitimidad de la judicatura y mejor
preparados profesionalmente. A la vez, sostiene Pásara, que parece haber
operado una cierta democratización interna en el Poder Judicial.

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Conclusiones
 El derecho es un sistema complejo de secuencias de normas y actos
jurídicos establecidos de antemano. Sin embargo, los órganos de
aplicación deciden el significado de la norma que se aplica. Son los jueces
los encargados de la aplicación del derecho y estas normas. Por eso el
orden jurídico es el cuadro de las transformaciones jurídicas, no algo
acabado o en reposo, y esto produce una serie de paradojas ya que la
creación jurídica es constante y los jueces generan jurisprudencia. El
proceso interpretativo genera un enunciado que a su vez deviene norma
jurídica.
 La concepción de juez, encuentra justificación racional en el
aprovechamiento por la entidad estatal respectiva, de la experiencia,
conocimientos, destreza, capacidad, sensibilidad e identidad adquiridas
en el desempeño de la labor, así como del desarrollo de la virtud innata
para impartir justicia como producto del ejercicio de la función, de los
mejores jueces con que cuenta el Poder Judicial, con el propósito que la
prestación del servicio público de justicia a la ciudadanía, se encuentre en
manos de los más calificados y experimentados jueces de cada Estado.
 Habitualmente son considerados empleados o funcionarios públicos,
aunque ello dependerá del país en concreto, son remunerados por el
Estado (sin perjuicio de la figura de los jueces árbitros y los jueces de
paz), e integran el denominado Poder Judicial. En general, se caracterizan
por su autonomía, independencia e inamovilidad, sin que puedan ser
destituidos de sus cargos salvo por las causas establecidas constitucional
o legalmente. Asimismo, son responsables de sus actos ministeriales, civil
y penalmente.

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BIBLIOGRAFÍA

https://definicion.mx/juez/

http://conceptodefinicion.de/juez/

http://legis.pe/que-se-requiere-para-ser-juez/

http://www2.congreso.gob.pe/Sicr/RelatAgenda/proapro.nsf/ProyectosAprobado
sPortal/93659C4EF8C38030052578CB005238DF/$FILE/2849ModifLeyCarrera
Judicial.pdf

http://facultad.pucp.edu.pe/derecho/wp-content/uploads/2017/08/SELECCION-
NOMBRAMIENTO.pdf.

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