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JO SÉ K ETZ ELM A N

Miembro activo del Circulo Mágico Argentino, Peña Amigos de la Magia


y de la International Brotherhood of Magicians de los E .E . U.U.

CARTOMAGIA
El arte de hacer maravillas con un mazo de naipes

P o r t a d a de
M. MARTINEZ PARMA

SEGUNDA EDICION

S. A. E D IT O R IA L B E L L
CAMPICHUELO 553 - BUENOS AIRES
A los amigos del Círculo Mágico Ar­
gentino, Peña Amigoc de la Magia y
ex Abracadabra, en homenaje a los gra­
tos momentos que hemos compartido.

IM PRESO EN LA ARGENTINA

Q ueda h ech o e l d ep ósito q u e prev ien e la ley 1 1.723


A MANERA DE PRÓLOGO

La magia moderna, el arte de ilusionar, tiene muchas


derivaciones; una de ellas es la cartomagia, motivo de
este libro. Un mazo de naipes está al alcance de cual­
quiera, y casi todos han aprendido a hacer " algo” con él.
D e ahí su popularidad, productora de abundante lite­
ratura al respecto. Los aficionados del mundo entero han
desarrollado —y desarrollan diariamente— nuevas crea­
ciones o invenciones con este común elemento. Ellos sur­
gen de los más variados sectores de la sociedad: m édi­
cos, abogados, industriales, banqueros, comerciantes, pas­
tores y muchos otros con actividades completamente aje­
nas a la magia o cartomagia dedican las horas libres a
su estudio o ensayo sin esperar compensaciones mate­
riales. Practican este "hobby” como descanso intelectual;
establecen una vinculación a través de libros, revistas y
círculos especialmente fundados para ayudar a familia­
rizarse con las ideas mundialmente concebidas en el te­
rreno de la magia. Estimulan su estudio y perfecciona­
miento, realizando así una obra de beneficio general, sin
interesarles el éxito económico. Cultivarla como "hobby”
resulta, para unos, fuente inagotable de placer; para
otros, es un nuevo lenguaje expresado en las facetas de
las manos.
Muchos de los trucos que antiguamente se hacían en
base a una extraordinaria ligereza de manos, se ejecu­
tan ahora más simplificados, sin perder por ello en nada
el asombro que causaban en su concepción original y po-
A MANERA DE PRÓLOGO

La magia moderna, el arte de ilusionar, tiene muchas


derivaciones; una de ellas es la cartomagia, motivo de
este libro. Un mazo de naipes está al alcance de cual­
quiera, y casi todos han aprendido a hacer "algo” con él.
D e ahí su popularidad, productora de abundante lite­
ratura al respecto. Los aficionados del mundo entero han
desarrollado —y desarrollan diariamente— nuevas crea­
ciones o invenciones con este común elemento. Ellos sur­
gen de los más variados sectores de la sociedad: médi­
cos, abogados, industriales, banqueros, comerciantes, pas­
tores y muchos otros con actividades completamente aje­
nas a la magia o cartomagia dedican las horas libres a
su estudio o ensayo sin esperar compensaciones mate­
riales. Practican este "hobbtj” como descanso intelectual;
establecen una vinculación a través de libros, revistas y
círculos especialmente fundados para ayudar a familia­
rizarse con las ideas mundialmente concebidas en el te­
rreno de la magia. Estimulan su estudio y perfecciona­
miento, realizando así una obra de beneficio general, sin
interesarles el éxito económico. Cultivarla como "hobbtj”
resulta, para unos, fuente inagotable de placer; para
otros, es un nuevo lenguaje expresado en las facetas de
las manos.
Muchos de los trucos que antiguamente se hacían en
base a una extraordinaria ligereza de manos, se ejecu­
tan ahora más simplificados, sin perder por ello en nada
el asombro que causaban en su concepción original y po-
CARTO MAGIA 11
LO JOSÉ KETZELMAN
dolo de manera que al presentarlo en público lo haga
riéndose así al alcance de un simple aficionado. Al mecánicamente, sin pensar en él un solo instante.
público no siempre le gustan los juegos difíciles; por Es para conseguir los resultados deseados que en el
el contrario, un juego si se quiere infantil, bien ejecutado "Hago y Digo” he enumerado los movimientos paso a
tj "adobado” con una adecuada charla, gana aplausos con paso, de modo de poder seguirlos y aprenderlos sin con­
más seguridad que uno de difícil manipulación. fusión, y recalcando o haciendo notar, con un toque de
Los trucos que se describen en este volumen no re­ alerta, cualquier movimiento importante, base del juego.
quieren especial habilidad manual; son para lucirse, sea Adviértole, amable lector, que la única forma jwsible
usted principiante o aficionado, y han sido escogidos en­ de aprender a realizar estos juegos es seguir las indica­
tre los más modernos. Muchos de ellos tienen presenta­ ciones de este libro con un mazo de naipes en la mano.
ciones y variantes creadas por el autor, que prácticamen­ Tómelo, no pierda tiempo. D e aquí en adelante usted
te los hacen nuevos y desconocidos. Estos juegos brin­ es el mago, y yo el espectador que habrá de aplaudirlo
dan la oportunidad de realizar toda clase de trucos. Una entusiastamente en sus nuevas actividades.
vez estudiados y ensayados debidamente han de resul­
tarle tan sencillos que tendrá en sus manos, por así de­
E l Autor.
cirlo, la misma lámpara de Aladino. Un frote, y ya está . . .
No habrá más genio que el entusiasmo, la conversación
apropiada y la gracia que se ponga para inyectar un
poco de alegría en base a un engaño tan sano como jus­
tificable. Cuanto mayor sea éste, tanto más grande será
el "pecado”, pero también el éxito.
Mi propósito ha de cumplirse fácilmente si este cau­
tivante entretenimiento es presentado sin apelar a enga­
ños, tan sólo como un arte de distracción. Adivinar por
teléfono, radio o televisión la carta pensada, encontrarla
en un lugar previamente anunciado; transformarla o ha­
cerla cambiar de color; lograr que el mismo espectador,
que está en posesión de un mazo de naipes y pese a no co­
nocer nada, absolutamente nada, separe la carta que pensó
o vió; agruparlas misteriosamente por palos o colores;
anticiparle La que elegirá; saber por medio de ellas la
fecha del mes, día de la semana y hora en que nació,
etc., son y serán motivos de emociones agradables. S0
transmitirán y comentarán de boca en boca las más va­
riadas hipótesis con respecto a su ejecución, pero en la
pluralidad de los casos nunca serán acertadas. H e aquí
el triunfo y el placer del artista, conseguido solamente
con el absoluto dominio del juego, es decir, practicán­
CONVIENE SABER

1^ Los títulos de los juegos, que no siempre reflejan


la idea de la ilusión o efecto, suelen ser difíciles de
recordar: en la mayoría de los casos quedan librados a
la fantasía del autor y luego a la del artista. En el texto
han sido substituidos por los cuarenta nombres que com-
)Onen un mazo de naipes español, siguiendo la corre-
Íación de valores y palos. Esta innovación que introduz­
co en la cartomagia simplificará —así lo espero— el rete­
ner en la mente títulos que no siempre son adecuados o
coincidentes con el juego.
29 Comience por los juegos más fáciles, que están al
principio del libro, y dentro de ellos por aquéllos en
los que no haya nada que memorizar o por los que sean
de su predilección. Los más difíciles están al final de
esta obra. No pretenda aprenderlos de una sola vez: no
obstante su simplicidad, hay que practicarlos. Todos los
juegos descriptos se dominan sin esfuerzo, aunque al­
gunos requieren ser repetidos una, dos o tres veces.
39 Cualquier principiante o aficionado que siga cui­
dadosamente las instrucciones, podrá llegar a desenvol­
verse como un perfecto profesional, logrando divertir
y maravillar a quienes lo vean actuar.
49 Los movimientos han sido descriptos paso a paso,
de manera de poder seguirlos sin perderse; si lo aesea
tíldelos a medida que los ejecute.
59 Lea primero el método e impóngase de si tiene,
14 JOSÉ KETZELMAN
ca rto m AGIA 15
previamente, que preparar alguna o varias cartas de de­
►ara este libro son extremadamente sencillas, pero tam-
terminada manera. En tal caso, arréglelas como se indica, iién ingeniosas, fecundamente inspiradas y concebidas,
y luego prosiga con los pasos numerados en el "H ago y mide por lo tanto este tesoro, que encierra el secreto
Digo”. Esto es elemental, pero conviene recalcarlo. [e la ilusión y el misterio.
69 No repita al pie de la letra la charla que doy en
cada truco. Mi intención es solamente asesorarlo para
que tenga una idea básica respecto al realce o categoría
que asume un simple juego infantil "adobado” con una
conversación adecuada, por supuesto siempre imaginaria
y fantástica. Trate de hacer sus propias charlas y si su
memoria no le permite retenerlas, recuerde sólo el ar­
gumento y desarróllelo como le parezca mejor.
79 Algunos juegos del texto están ligados, de manera
que al terminar uno se pueda continuar inmediatamente
con el siguiente.
89 No diga nunca por adelantado lo que va a hacer;
esto sólo sirve para avivar la vista y suspicacia del es­
pectador. Por otra parte, disminuye el efecto o ilusión,
que siempre tiene como base la sorpresa.
99 Cada artista se siente halagado cuando le piden
la repetición de un juego, y cada artista experimentado
debe estar siempre listo para complacer el pedido. Ge­
neralmente lleva dos mazos idénticos en el bolsillo y
ordena cada uno de ellos de manera que esté listo para
el juego que necesite una preparación previa y secreta.
Procure llevarlos y observará que entre el público, con
la repetición, sus "acciones mágicas” se valorizan en un
ciento por ciento. De la misma manera puede operar, di­
gamos, con una mitad del mazo, y tener la otra mitad
arreglada con antelación.
109 para finalizar, he de recomendarle muy especial­
mente que nunca revele el “modus operandi” del juego
logrado aparentemente por un procedimiento extraordi­
nario; conserve siempre esa ilusión. En adelante sabrá
que las bases o claves de los juegos que he seleccionado
VOCABULARIO Y ESTRATAGEMAS

Los términos y tretas que explico a continuación ha­


brán de servirle para orientarlo hacia el conocimiento
de los principios en que se basan los juegos que encon­
trará durante la lectura del texto. Conviene memorizar
en lo posible tales definiciones para poder captar in­
mediatamente su significado.
Abanico: Llámase así a la figura que se forma to­
mando los naipes con la mano izquierda por la parte
inferior. La mano derecha, curvándolos desde la parte
superior, los separa, describiendo al mismo tiempo un se­
micírculo de izquierda a derecha. Las cartas deberán
quedar distanciadas entre sí en forma tal que su número
y palo resulten fácilmente visibles.
Boca: De tal manera se designa a la carta que queda
en primer término debajo del mazo, con la figura mi­
rando al suelo, es decir en contacto con la mesa.
Cortar: Es el acto de dividir el mazo en dos partes,
que generalmente son más o menos iguales. El corte
común se ejecuta levantando de arriba (lomo) una por­
ción de naipes y dejándolos luego apilados sobre la mesa,
al costado derecho de la porción restante, que queda en
su posición original. Para completar el corte, la pila in­
ferior (b oca) se coloca encima de la superior (lom o).
Corte falso: 1) Coloque el mazo con la figura de boca
en contacto con la palma de la mano izquierda. Los
bordes largos izquierdos quedan sostenidos ligeramente
JOSÉ KETZELMAN

por el pulgar; los demás dedos rodean los bordes derechos


del paquete (fig. 1 ). 2 ) Tome con los dedos índice y
pulgar de la mano derecha una porción de abajo del
mazo, equivalente más o menos a la mitad, asiéndola
por los bordes largos y cerca del borde angosto que mira
al cuerpo. 3 ) Tire hacia atrás esta porción y sáquela
totalmente en dirección al cuerpo. L a parte superior
20 JOSÉ KETZELMAN C ARTO M A G IA 21

hará es empujar ésta hacia atrás con el dedo medio grupo de cartas —veinte, por ejemplo— y déjelas caer
y sacar el naipe que le sigue. en pequeños lotes encima de las figuras que mira-
Forzar: Término aplicado para significar que el artista rarán hacia la izquierda, hasta agotar el grupo que
induce al espectador a tomar una carta que ya conoce ha retirado del medio. Sólo hay que prestar atención
anticipadamente y de manera que éste tenga la ilusión para no levantar, con la mano aerecha, ninguna de las
de haberla quitado o visto libremente. cartas que están en el lomo del mazo, y que en una
, u otra forma utilizará oportunamente. De serle ne-
Lomo: Designase de tal manera a la ultima carta de cesario conservar varias cartas en la boca del mazo,
arriba del mazo, con la figura tapada. El dorso mira
al techo estando el mazo en la posición común. Todas .—
las cartas restantes conservan igual orientación.
Mezcla falsa: Es el movimiento que da la ilusión de -------- X ^
mezclar genuinamente el mazo; sin embargo, la boca y \^ ¿
lomo no sufren ningún cambio de posición. Para lograr X.
ello proceda de la manera siguiente: ^ \
a ) 1: Estando la carta que debe retener en el lomo, ______
tome el mazo con la mano izquierda, en la posición ^
natural para mezclar, con el canto largo apoyado en \ V ----------
la palma; las figuras mirarán a la izquierda. La mano 's^ .. )N ^
derecha se dispone a mezclar (fig. 1 ). El pulgar de H V 1
la izquierda sujeta la carta de boca ejerciendo una ^ ©
ligera presión, y los demás dedos sujetan la de atrás, 'V
o sea la que queremos retener. — 2: La mano dere- x:
cha levanta el mazo, pero ¡atenciónl las cartas de
adelante y de atrás quedan retenidas por los dedos
de la izquierda (fig. 2 ) . La mano derecha deja caer las figuras mirarán a la derecha; las cartas que re-
en pequeños grupos los naipes sobre estas dos cartas. tire del medio déjelas caer sobre los dorsos. Puede
Se repite cuantas veces quiera esta operación; la car- ayudarse con el pulgar izquierdo para ir encimándo-
ta del lomo quedará siempre en el mismo sitio.—3: Pa- las. En ambos casos repita el proceso, siempre reti­
ra conservar la carta de boca en el mismo lugar, tome rando cartas del medio, cuantas veces quiera.
el mazo de manera que el lomo mire a la izquierda, , . , , , j 7 7 ,
i . i • i i 1^ • Ver secretamente la carta de lomo o boca: Puede ha-
y proceda exactamente igual que en el caso anterior. cer]o mientras ejecuta la mezcla fa, sa> conservando la
b ) Si tuviera que retener varias cartas del lomo, coloque carta en el sitio que le interese, lomo o boca. Es po­
los naipes en la misma posición que la explicada pa- sible mirarla disimuladamente en el momento en que
ra conservar una solamente. Sin hacer presión, con la mano derecha levanta todos los naipes, menos el de
la mano derecha levante del centro del mazo un adelante o de atrás.
AS DE COPAS

HAGO Y DIGO: 1) Enseño un mazo de naipes com­


pletamente revuelto, vale decir, que algunas cartas están
con la cara mirando al suelo y otras mirando al techo.
Luego digo: 'T ara un astro de la cartomagia, como soy
yo, este revoltijo no representa ningún problema. Tan
es así que voy a acentuarlo un poquito más aun, para
complacer a los incrédulos.” 2) En seguida mezclo el
mazo para que los espectadores queden bien satisfechos;
luego 16 extiendo sobre la mesa, en línea horizontal, y
colocándome de espaldas, con el fin de. que se tenga la
certeza absoluta de que no reparo en lo que se va a ha­
cer, instruyo al espectador para que saque una de las
cartas que están cara abajo, o viceversa, y la coloque en­
tre las que están cara arriba, después de haberla dado
vuelta y recordado. 3 ) “Esto, por supuesto, —agrego— le
da a usted la oportunidad de hacer fracasar mi juego. . .
Una vez realizado lo precitado, junte las cartas, mézcle­
las cuantas veces quiera y devuélvame el mazo.” "jEu-
reka!”, exclamo luego, y entrego al espectador la carta
que encontré entre el revoltijo.

PROCEDIM IENTO: Muy simple. . . para el que está


en el secreto. El mazo está preparado previamente, de
manera que las cartas con números pares (2, 4, 6, etc.)
miren hacia el techo y las impares (1, 3, 5, etc.) en di­
rección al suelo. En consecuencia, al sacar el crédulo
espectador una carta, digamos par, y colocarla entre las
HAGO Y DIGO: 1) Mezclo el mazo que tengo en
la mano. 2 ) Ruego a un espectador que corte y retenga
la porción superior. 3 ) De nuestros paquetes quitamos
una carta de cualquier parte, la miramos y ubicamos en­
cima de los respectivos paquetes. 4 ) Pongo mi paquete
JOSÉ KETZELMAN

7 ) Ruego al espectador que nombre su carta y yo hago


lo propio. Extiendo el mazo sobre la mesa, de izquierda
a derecha, con las figuras mirando al techo, y así es: una
carta está al lado de la otra (fig. 1 ).

PROCEDIM IENTO: Mientras mezclo el mazo, disi­


muladamente me fijo en la carta que está en boca, di­
gamos el as de espadas. Cuando reúno las dos mitades
(mov. número 4 ) automáticamente mi as de espadas
queda encima de la carta del espectador, razón por la
cual aparecen juntas. E l secreto estriba en que nombro
la carta que estaba debajo de mi paquete (as de espa­
das) y hago caso omiso de la elegida (mov. número 3 ) ,
vale decir, que la nombro como si realmente fuera la
mía. Esparcidas las cartas sobre la mesa, la carta del
espectador estará encima de mi as de espadas, esto es,
a la derecha.
JOSÉ KETZELMAN

tome otras cuatro cartas y las deje, esta vez con las fi­
guras mirando al techo, sobre las primeras. Que prosiga
tomando otras cuatro, colocándolas con las figuras miran­
do al suelo, sobre las anteriores. Que continúe, siempre
alternando los grupos: cuatro caras arriba y cuatro caras
abajo, hasta agotar un mazo de 52 cartas. 4 ) Finalizado
el susodicho ordenamiento, le invito a cortar el mazo
cuantas veces quiera. Para "confundirme” más puede
darlo vuelta, es decir, hacer que la actual parte superior
pase a ser la inferior. 5 ) Entre semejante revoltijo —ex-
)lico— parecería increíble que alguien pudiera descubrir
Ía carta del espectador. Despliego el mazo en abanico,
las figuras mirando a mi cuerpo, y demuestro lo contra­
rio en un santiamén. (Ver figura).

PRO CED IM IENTO : Muy simple e ingenioso. Agru­


pando en montones de a cuatro cartas un mazo de pó-
ker no se podrá formar un número PAR de grupos, vale
decir, que el espectador separará trece montones de a
cuatro; como el primer montón quedó sobre la mesa
con las figuras mirando al suelo, y el último (que está
haciendo de lomo), también tiene la misma posición,
resulta que al cortar el mazo y luego cubrir la mitad
superior con la inferior (mov. número 4 ) estos dos gru­
pos de cartas que están caras abajo forman un único lote
de ocho cartas con las caras mirando al suelo. Resta
solamente localizar (mov. número 5 ) la primera de la
DERECHA, que es la elegida por el espectador. Si el
mazo ha sido dado vuelta (mov. 4 ) el grupo de ocho
cartas aparecerá caras arriba y, en dicho caso la primera
de la IZQUIERDA será la del espectador. (V er figura.)
Para efectuar el mismo juego con naipes españoles hay
que operar con 36 cartas solamente, para formar nueve
porciones de cuatro naipes.
30 JOSÉ KETZELMAN

cartas que introduje en el bolsillo; luego, otra, y sin


mostrarlas las coloco, cara hacia abajo, sobre el mazo que
tengo en la mano, y al mismo tiempo digo: “No, ésta no
es.” En seguida (antes de sacar la última carta) agre­
go: "Ruégole nombre el naipe en el que está pensando”.
Una vez que lo ha hecho, continúo: 5 ) "Señor: desde
el primer momento capté una vibración mental suya; CINCO DE COPAS
sabía que su carta era un tres (o la que nombre), pero
la transmisión era algo confusa en lo que respecta al
palo. Ya he captado correctamente su pensamiento; la HAGO Y DIGO: 1) Entrego el mazo al espectador
única y última carta que dejé en mi bolsillo es precisa­ y, poniéndome a sus espaldas, al mismo tiempo que me
mente la que usted pensó.” 6 ) Y, en efecto, enseño dicha doy vuelta le pido que se atenga a las siguientes ins­
carta al espectador. trucciones: "Vaya echando cartas sobre la mesa, en lí­
nea horizontal, una al lado de la otra, hasta formar dos
PROCEDIM IENTO: Tengo ocultas, antes de comen­ hileras que contengan igual cantidad de naipes.” 2 ) "De
zar el juego, dos cartas cualesquiera en la esquina su­ la hilera de abajo (segunda) saque una carta; para no
perior del bolsillo (ver figura); si deseo, puedo sacarlo confundirla con las que están alineadas, vuélvala al ma­
Fuera para no dejar lugar a dudas. Si la forma del bol­ zo.” 3 ) Inmediatamente le pregunto: "¿Cuántas cartas
sillo no me permite tenerlas extendidas, puedo mante­ le gustaría quitar de la hilera de arriba?” Supongamos
nerlas ligeramente dobladas. El espectador entrega las que el espectador contesta: "cinco”. Le respondo di­
tres cartas — es preferible que sean de distinto valor— ciendo: "Bien, quítelas.” 4 ) "Ahora tome, de la hilera
y, mientras converso, las coloco disimuladamente en orden de abajo, tantas cartas como quedaron en la de arriba;
correlativo antes de guardarlas. No hay necesidad de cuéntelas mentalmente, sin apuro, sin equivocarse.” 5)
recordar el palo. [Atención! Las dos primeras cartas "Finalmente, quite todos los naipes que quedaron en la
que quito (movimiento número cuatro) son las que pre­ hilera de arriba.” 6 ) "¿Ya está? Bien. Ahora pase la
viamente oculté en la esquina superior del bolsillo, y, mano por encima del resto de las cartas. ¿Lo hizo ya?
cuando pregunto al espectador por su carta, sabiendo Perfecto. Haga ahora una pilita con ellas y ocúltela de
con antelación el lugar que ocupa entre las tres que me mi vista. Sin darse vuelta (lo hago yo) levante la mano
quedan, y que son precisamente las de él, no tengo di­ con la palma hacia atrás.” (E l espectador me está dan­
ficultad alguna (por haberlas dispuesto de mayor a me­ do la espalda.) "En su mano distingo cuatro puntos. ¿Los
nor) en sacar y enseñar la nombrada. nota usted? (Claro que no.) Estos puntos significan que
Sobrándome en el bolsillo dos cartas, puedo repetir la última hilera de abajo, que acaba de apilar, debe
el juego cuantas veces quiera, aunque no es aconsejable. contener cuatro cartas. (E n el ejemplo). ¿Verdad?”

PROCEDIM IENTO: Por supuesto, simplísimo una


vez conocido. Siga las instrucciones del "Hago y Digo”.
32 JOSÉ KETZELMA.N

Sólo recuerde que hay que restar uno al número de car­


tas que el espectador manifiesta en voz alta querer sacar
(movimiento número 3 ) . Indudablemente, si hubiese di­
cho, por ejemplo, doce, quedarían once cartas en la hi­
lera de abajo.
Haga el juego vuelto de espaldas; no lo repita y pase
a otro inmediatamente, sin dar tiempo a que el especta­
dor piense en la triquiñuela.
34 JOSÉ KETZELMAN
35
C ARTO MAGIA
3 ) Extiendo el mazo sobre la mesa, en línea horizontal,
gicamente, si el número es un cinco, se contarán cinco
de izquierda a derecha, con las figuras hacia abajo, e
cartas desde abajo, de ser seis serán seis las contadas,
invito a retirar una carta cualquiera, mirarla y recor­
etc., vale decir que se han de tomar tantos naipes de
darla. 4 ) Mientras el espectador la mira, recojo el mazo
abajo como valor tenga el "chismoso”.
y lo dejo bien igualado sobre la mesa. 5 ) Hago co­
locar la carta elegida encima del mazo y dividirlo lue­
go más o menos por la mitad, cubriendo después la parte
superior con la inferior. 6 ) A continuación vuelvo a es­
parcir los naipes sobre la mesa, en línea horizontal, de
izquierda a derecha, figuras hacia abajo, y esta vez hay
una carta con la figura visible (cara arriba), digamos
el cuatro de bastos. 7 ) "Señores: —digo— he aquí la
carta chismosa . . . la que no puede con su genio. . . En
su lenguaje quiere significarme que contando cuatro
cartas (valor de la carta visible) hacia la izquierda, en­
contraré la carta elegida por el espectador, no obstan­
te saber que soy muy capaz de adivinar una carta sin
necesidad de su a y u a a . . . jla gran cuentera!” 8 ) Invito
al espectador a contar cuatro cartas,.y al llegar a dicho
número, una vez que la destape, comprobará la exacti­
tud del chisme. (Ver figura.)

PROCEDIM IENTO: Antes de comenzar el juego, bus­


co una carta de poco valor, digamos un cuatro, y, te­
niendo el mazo con las figuras mirando hacia abajo, co­
loco este naipe con la figura mirando al techo, vale
decir, invertido con relación a los demás, de manera que,
contando desde la parte inferior, sea la carta número
cuatro. Cuando extiendo el mazo, a los efectos de que
el espectador elija un naipe, pongo especial cuidado en
cubrirlo con una carta vecina, para que nadie pueda ver
la treta previamente preparada. Siguiendo las explica­
ciones del "Hago y Digo”, una vez cortado y reconsti­
tuido el mazo, la carta elegida habrá de encontrarse en
la ubicación antes mencionada. (Movimiento 7 .)
El valor de la carta clave es indiferente, pero cuanto
más bajo sea, resultará más fácil el procedimiento. Ló­
mazo, o sea el lomo, ha quedado con las figuras visi­
bles ( no interesa cuántas) y el remanente en su posición
original, o sea con las figuras mirando al suelo. (Ver
figura). 3 ) Extiendo el mazo en línea horizontal sobre
la mesa, de izquierda a derecha, y ruego al espec­
tador que mire la primera carta T A P A D A , vale de­
cir, la que está cara abajo. (Ver fig.) En seguida
le digo que ordene el mazo como al principio, o sea
con todas las cartas mirando hacia abajo y que lo
mezcle a voluntad. Digo entonces: "L a carta por usted
vista estará bien perdida entre las demás y no tendré,
por ende, ninguna referencia para conocerla, máxi­
me habiendo usted operado libremente.” 4 ) Le pido
que se concentre y naturalmente adivinaré la carta
que eligió.

PROCEDIM IENTO: Se trata de forzar al espectador


a que escoja una carta ya conocida por mí. Para ello
debo fijarme secretamente en la que está haciendo de
lomo y recordarla. El espectador durante el manipuleo,
dió vuelta CUATRO veces un determinado número de
cartas. (Resultaría también cortando cualquier otro nú­
mero p ar). Al hacerlo por última vez, automáticamente
la carta que estaba en el lomo, y conocida por mí, ha
vuelto a quedar en el primer lugar de arriba, en el
grupo de las tapadas. Estando el mazo de naipes con
éstos en una y otra dirección, el espectador nunca sos­
pechará la manera sutil de obligarle a sacar una carta
"preconocida”.
E l mismo principio puede serme útil para forzar cual­
quier cantidad de naipes entre uno o más espectadores,
recordando las primeras del lomo; o para adaptarlo a
algunos de los juegos que forman parte de este libro.
Rey de Bastos, por ejemplo. Consideremos este último
caso: Debo mantener arriba del mazo un grupo de
doce cartas. Para ello, hago cortar dos veces solamente,
pasando luego debajo del mazo todas las cartas que hu-
38 JOSÉ KETZELMAN

hieran quedado mirando hacia arriba y ubicándolas en


la misma posición que el resto.
E l espectador tendrá así la ilusión de que se ha mez­
clado el mazo, y yo quedaré, en consecuencia, con un
grupo de cartas ya ordenadas para continuar el juego.

SOTA DE COPAS

HAGO Y DIGO: 1) Antes de comenzar el juego miro


la carta que está arriba del mazo, por ejemplo el rey
de oros. 2 ) Hago un corte falso. 3 ) Escribo en un pa-
pelito, que entrego doblado a Juan, el nombre de la
carta que hacía de lomo. 4 ) En otro papelito garabateo
unos caracteres chinos o algo ilegible, y lo doy, tam­
bién plegado, al amigo Pedro. 5 ) En seguida alcanzo el
mazo de naipes a Pedro para que cuente empezando
desde arriba un cierto número de cartas que irá poniendo
sobre la mesa, una a una, las figuras mirando hacia aba­
jo, y una encima de la otra. Pedro tiene que recordar
las cartas que mentalmente va contando mientras las pa­
sa del mazo a la mesa. Cuando Pedro cree que hay una
cantidad suficiente, se fija en la última carta que sacó
y la retiene en la memoria. Supongamos que Pedro quita
diez cartas y que la carta que resultó ser décima es un
cinco de copas. 6 ) A continuación digo a Pedro que re­
torne, encima del mazo, la pila de cartas que acaba de
formar, y que luego alcance todo el paquete a Juan,
cuchicheándole el número de cartas que contó, pero cui­
dándose de mencionar la que miró. (E n el ejemplo, el
5 de copas). 7 ) Juan cuenta, sacando de arriba y po­
niendo sobre la mesa, una carta a la vez, hasta formar
una pila que contenga el número que Pedro le dijo (en
el ejemplo, 1 0 ); cuando llega a la que representa este
número debe grabarla en la memoria. (Si Juan contó
bien, infaliblemente verá el rey de oros, carta predicha).
JOSÉ KETZELMAN

8) Hago desplegar el papelito a Juan y "si él sabe leer


y además tiene buena voz —digo— podrán él y los espec­
tadores asombrarse cuando grita: ¡Rey de oros!” leyen­
do el texto que previamente escribí. 9 ) ¡Atención, lec­
tor! Aprovecho este precioso momento en que el espec­
tador y el público están distraídos para recoger la pila
de diez cartas que formó Juan y, disimuladamente, con
toda tranquilidad, me fijo en la carta de boca (en el
ejemplo, 5 de copas) abandonando en seguida la pila en­
cima del mazo. Percátese, amigo lector, que sólo a esta
altura del juego, usted y yo sabemos que Pedro vió el
cinco de copas. 10) Invito a Pedro a desplegar y leer
su papelito. Como Pedro, no obstante poseer una cul­
tura superior, desconoce la escritura china o no puede
descifrar los rasgos que tracé en forma ilegible, me dirá
que no entiende semejante "jeroglífico” . . . por lo tanto,
estoy obligado a traducirlo. Para ello le hago notar que
tal o cual rasgo, unido al de más allá, significa, en el
idioma de Cervantes, que vió el cinco de copas. (Men­
ciono el naipe que acabo de ver y que coincide con el
memorizado por Pedro.)

PROCEDIM IENTO: Siguiendo solamente la descrip­


ción del "Hago y Digo”, el lector apreciará inmediata­
mente que todo el "camouflage” de este bonito juego es­
triba en que ambos espectadores están invirtiendo la
posición de la carta que yo conozco con antelación, es
decir, que el rey de oros (en el ejemplo), que era la
carta del lomo, pasa a ocupar el décimo lugar, y, cuando
se ejecuta el movimiento 7, el rey de oros queda nue­
vamente donde estaba al comienzo (lom o). El resto se
explica por sí solo.
42 JOSÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 43
tame entonces que esterilice el mazo poniéndolo alejado niobra permite que la carta del espectador pase a ocu­
de la mesa.” Saco el joker. 3 ) Entrego el paquete aí es­ par la segunda posición del lomo una vez puesto el pa­
pectador diciéndole que podrá encontrar, sin trampa al­ quete, con las figuras mirando hacia abajo, encima de
guna, su propia carta. “Para esta circunstancia solamen­ la mesa. Al deletrear “Quiero mi carta” invierte el orden
te es necesario, no una palabra mágica, sino un ruego. de los naipes, y al volverlos a su sitio y deletrear la se­
Aproveche que el joker está distraído y deletree la frase gunda frase, descubre su propia carta.
QUIERO MI CARTA, sacando del lomo una carta poi­
cada letra, dejándolas sobre la mesa, una encima de la
otra, hasta llegar a la última. Ésa será la elegida.” 4 ) De
este modo quita un naipe para la Q; otro para la U, etc.
Destapa el que corresponde a la última letra y proba­
blemente gaste una bromita cuando se percate de que
dicha carta no es la que eligió al principio. 5 ) Ante la
evidencia de mi fracaso tomo el joker con gesto de in­
dignación, haciendo ademán de romperlo. Luego de una
pausa, calmados mis nervios, ruégole que devuelva el
montoncito de cartas al lugar de donde lo sacó, sin alte­
rar el orden. “Caramba . . . comienzo a comprender. . . las
cartas, como las personas, tienen su delicadeza. . . Per­
dón, yo tengo la culpa. ¿Quiere tener, señor, la gentileza
de completar su anterior ruego, deletreando POR FA ­
VOR, MAGO, y sacando una carta por cada letra de la
misma manera que antes?” 6 ) El espectador deletrea, y
cuando llega a la “O” de mago, una vez destapada, en­
cuentra la carta elegida.

PRO CED IM IEN TO : Antes de comenzar el juego he


puesto secretamente debajo del mazo una carta cualquie­
ra, y sobre ella el joker o el as de oros operan­
do con naipes españoles, vale decir, que este último es
ahora la segunda de boca. Al llegar al movimiento dos,
formo un abanico (figura 1 ), escudado por la comedia,
y separo el mazo en dos mitades, con la mano derecha,
a partir del sitio en que fué quitado, poniendo luego to­
das las cartas que están a su diestra, sobre el dorso de
las que mantengo en la izquierda (figura 2 ) . Esta ma­
que corte y complete el corte. 2 ) Hecho esto, debe poner
sobre la mesa, en línea horizontal, de izquierda a dere­
cha, de una carta a la vez y con las figuras mirando
hacia abajo, tantas cartas como valor tenía dicho núme­
ro, es decir que si fué el número cuatro, debe separar
las cuatro primeras cartas de arriba una tras otra; sobre
éstas, siguiendo el mismo orden (de izquierda a dere­
cha) deberá poner las siguientes hasta terminar todo el
mazo. De este modo, en un mazo de 40 cartas, resultarán
formadas cuatro pilas de diez cartas cada una. 3 ) Fina­
lizada esta operación, que reúna los grupos en el orden
que desee y forme un solo paquete. A continuación me
posesiono del mazo, lo abro en forma de abanico, con
las figuras mirando hacía mi cuerpo, y ruego al espec­
tador que toque el borde angosto ae un naipe "cualquie­
ra”, con la yema del dedo índice y en la parte superior
del abanico (ver figura). 4 ) Retiro la carta que resultó,
que es, de un modo increíble para él, la carta elegida.

PROCEDIM IENTO: Estriba en mirar secretamente,


v recordar la carta que está en boca, después de mez­
clado el mazo. Siguiendo las explicaciones del "Hago
v Digo”, esta carta, automáticamente, quedará debajo de
la que vió el espectador, vale decir que, una vez abierto
el mazo en abanico, la carta elegida estará a la izquierda
de la que secretamente he memorizado. Al tomar el
mazo, muevo el abanico en dirección al dedo del es­
pectador (mov. número 3 ) y con un poco de ingenio
íiago que se pose precisamente sobre ía suya (Ver fi­
gura).
Un simple ensayo permitirá repetir, a quien quiera,
fácilmente este juego. Por otra parte, ya conocido el naipe
elegido por el espectador, se puede buscar otro final tan­
to o más brillante que el sugerido.
c a rto m a g ia 47
ojo clínico me permite asegurar que su carta está dete­
nida en la quinta posición. Para corroborar lo precitado
ruégole quiera quitar cinco cartas de arriba, una por
vezX con las caras abajo, y dar vuelta a la que corres­
ponde al susodicho número.” Por supuesto q ue acierto.

PROCEDIM IENTO: Muy simple, aunque debe rodear­


AS DE ESPADAS se de atmósfera teatral. Veamos la estratagema. Preparo
con anticipación diez cartas de un mismo palo, por ejem­
plo copas. Estas diez cartas las agrupo, una arriba de la
HAGO Y DIGO: 1 ) Suplico a un espectador que di­
otra, por orden correlativo, es decir, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7,
vida en dos partes un mazo de naipes que dejé sobre la
8, 9 y 10. (L a sota vale 8, el caballo 9 y el rey 10). El
mesa con las figuras mirando hacia abajo. 2 ) Que tome
as queda en boca. Así preparadas, las coloco debajo del
la ex mitad superior y la mezcle varias veces, memorizan-
remanente del mazo. Siguiendo las explicaciones del
do luego la carta que quedó en el lomo de esa mitad.
"Hago y Digo”, cuando llego al movimiento número 3
Una vez hecho esto, colocará la porción que tiene en la
(mazo figuras arriba), debo prestar atención v detener
mano encima de la que está sobre la mesa. 3 ) Tomo y
los cortes cuando aparezca cualquiera de las diez copas
doy vuelta (giro) el mazo, vale decir, que ahora todas las
previamente preparadas. Supongamos que fuese el cinco
figuras miran hacia arriba. Sin alterar la posición actual
(ejemplo dado). Una vez completado el corte y puesto el
de los naipes, el espectador debe cortar y completar el
mazo con las figuras mirando hacia abajo, el cinco, que
corte hasta tanto le ordene interrumpir. 4 ) Ya hecho
actualmente está en boca, será mí carta clave, y me deter­
esto, le sugiero que gire el mazo a su posición normal
mina, automáticamente, que, contando desde arriba, la car­
(dorso mirando al techo), como así también solicito
ta vista por el espectador está en el quinto lugar. Por su­
ponga la yema del dedo índice sobre la carta de arriba
puesto, si la primera carta que apareciese fuese un dos, la
( lomo). 5 ) Dirijo mi vista en dirección al mazo y mani­
elegida será la segunda de arriba; una sota, la octava, etc.
fiesto que la carta elegida es la vigésima a partir del
Operando con naipes de póker, el jack vale II, la dama
lomo para abajo; que "ahora está subiendo” (mi mano
12 y el rey 13. Por lo tanto, hay que contar de arriba
hace un movimiento ascendente); mientras, exclamo:
a abajo asignando dichos números a la carta memorizada.
"¡Arriba! ¡Arribal C aram ba. . . ya está en el décimo sexto
lugar . . . Sigue escalando posiciones ... ya es la octava . . .
¿Qué pasa? Vamos . . Un poquito m á s___ Parece que
hubiera algún escollo en el camino que le impide llegar
a la cumbre (lom o). Ya terminó su ascensión.” Conti­
núo: "Lamento que su carta no haya logrado ubicarse
en el lomo como era mi intención; debo atribuirlo a un
exceso de presión por parte de su dedo durante el expe­
rimento. Ño obstante este pequeño inconveniente, mi
CARTO MAGIA 49
cáfta (en el ejemplo), la levanto un poco, de manera
de1 poder echarle un vistazo. Recuerdo esta sexta carta,
qu'e será mi clave. De esta manera logro obtener el pe­
destal que me conducirá hasta el éxito del juego. Al pa­
sar la mano sobre los naipes (movimiento número 3 )
busco en forma disimulada la carta clave; luego de ha­
berla ubicado, cuento seis cartas hacia la derecha de
DOS DE ESPADAS la misma. Por supuesto qué, al sacarla, resultará la ele-
gida.
Debe recordarse que mi montoncito de seis cartas lo
HAGO Y DIGO: 1) Luego que el espectador me de­ dejé debajo del mazo, y en cambio al espectador lo ins­
vuelve el mazo de naipes que acaba de mezclar, le ex­ truyo para que lo deje encima, de manera que al cortar y
plico el procedimiento que deberá seguir una vez que completar el corte el juego salga por sí solo.
ponga el mazo en sus manos. 2 ) "Piense un número —le De preferir el lector otro final, podríase tomar la ma­
digo— por ejemplo el seis. Después cuente, comenzando no del espectador y pasarla por sobre los naipes, y al
por arriba del mazo, seis cartas, poniéndolas, una a una, "sentir una vibración nerviosa” retirar la carta.
sobre la mesa, con las figuras mirando hacia abajo y una
sobre la otra; deje la sexta, una vez que la haya mira­
do, encima de las que termina de contar y retorne
el grupo de seis cartas arriba del mazo.” Mientras le
explico el procedimiento lo voy ejecutando, y doy, disimu­
ladamente, un vistazo a la sexta carta, que me servirá
de clave, pero coloco negligentemente este montoncito
DEBAJO del mazo, y lo alcanzo al espectador para que
proceda de la manera descripta, contando el numero de
cartas que quiera. Cumplidas mis instrucciones, le ruego
que corte el mazo "de modo que la carta que ha elegido
quede perdida entre las demás y sea difícil localizarla”.
3 ) Luego recojo el mazo, lo esparzo sobre la mesa en
línea horizontal, de izquierda a derecha, con las figuras
mirando hacia arriba. Paso lentamente la mano sobre los
naipes (dejo librada a la imaginación del lector la co­
media que quiera forjar) y finalmente quito una carta
que es, sin lugar a dudas, la del espectador.

PROCEDIM IENTO: Mientras estoy ilustrando al es­


pectador respecto al proceso del juego, y cuento la sexta
CARTOMAGIA 51
que dejo encima de la primera; corro hacia atrás la ter­
cera y quito la cuarta y quinta como si fueran una sola,
dejándolas arriba de las dos primeras. Finalmente ense­
ño la última, que es una negra, y la deposito, también
figura arriba, sobre las otras. Las cartas, ahora, han que­
dado agrupadas así, vistas desde arriba: una negra, una
negra, una roja, negra y negra. Retomo estas cartas y,
TRES DE ESPADAS ya en la mano izquierda y en la posición anterior, repito
exactamente los movimientos precedentes. La última car­
ta que me queda en la mano es roja. Esta carta la en­
HAGO Y DIGO: 1) "Negra . . . del Congo; negra . . . de seño, pero no la abandono. Recojo por última vez las cua­
Jamaica; n eg ra. . . de Bermudas, y n eg ra. . . de Trébol”, tro cartas negras (tres para el espectador) que están so­
digo, mientras echo sobre la mesa, figuras arriba y una bre la mesa, y las ubico sobre la figura de la carta roja
encima de la otra, cuatro cartas negras (tréboles en el que tengo en la mano, vale decir, que ésta hará de lomo,
ejemplo). 2 ) "¿Las ha visto bien? Observe que son cua­ como al principio, al dar vuelta el paquete. Al iniciar
tro negras.” 3 ) Retomo los mismos naipes y, tirándolos el movimiento cuatro, el espectador verá solamente cua­
como antes, repito: "L a negra del Congo, Jamaica, Ber­ tro naipes negros.
mudas . . . Caramba, caramba . . . UNA ROJA (efectiva­ Para que no fracase el juego, debo prestar especial
mente, aparece una carta roja en el lugar de la negra). atención a los momentos en que quito las dos cartas co­
¡No! ¡No! ¡Rojas no! ¿Qué haces tú aquí? ¡Quiero mi mo si fueran una, manteniéndolas y colocándolas bien
negra! S e ñ o r ... (dirigiéndome al espectador) ¿Ha vis­ parejas sobre las demás; de lo contrario el espectador
to usted que me "soplaron” la negra y me dieron una notaría la treta.
roja? En fin, paciencia. . . Pero, gracias a ello, tendrá Nota: Haciendo el experimento con naipes españoles,
la única oportunidad en su vida de contemplar y apreciar ordene cuatro oros, y ponga sobre ellos una copa. Po­
que en los anales de la cartomagia no existe lo imposible dría entonces basar la charla en cuatro monedas de oro
cuando se trata de recuperar lo perdido.” 4 ) En efecto, de distintos países (libra, argentino, etc.) de las cuales
al repetir por tercera vez el proceso del juego, las cua­ una se troca luego por una copa.
tro cartas resultan, como al comienzo, todas negras.

PROCEDIM IENTO: Tengo preordenadas, figuras aba­


jo, cuatro cartas negras. Arriba de ellas, y haciendo de
lomo, ubico una roja. (Por supuesto, trabajo solamente
con esos naipes; el resto del mazo lo desecho). Mantengo
esas cinco cartas (cuatro para el espectador) en la mano
izquierda en la posición de efectuar el desh'z (ver pá­
gina 19). Quito primero la carta de abajo y la deposito
cara arriba sobre la mesa; hago lo mismo con la segunda,
cartas miren a los angelitos, como yo, y las otras a los
diablitos, como ustedes . . . Perdón . . . mi intención fué
decir para que unas miren al suelo y otras al cielo. El
ojo mágico que tengo en la yema de los dedos, me
permite colocar las cartas a ciegas, de manera que que­
den orientadas en una idéntica dirección. Ahora bien, el
ojo mágico puede ejecutar semejante proeza siempre y
cuando ningún otro ojo pueda observarlo, por aquello
de que puede echarle el "mal de ojo". 4 ) Cuando traigo
a la vista nuevamente el grupo de naipes, sin lugar a
dudas estarán como previamente anuncié. 5 ) Guardo las
cartas en mi bolsillo y si luego algún espectador me pre­
gunta cuántas usé para realizar el juego, las entrego al
curioso para que las cuente y compruebe que son 21.

PROCEDIM IENTO: Antes de comenzar el juego,


oculto una carta en el bolsillo del saco. A continuación
separo del mazo 20 cartas cualesquiera, que dispongo
de manera que una figura mire hacia arriba, y encima
de ésta, otra que mire hacia abajo. Prosigo alternando
hasta tener las 20 cartas mirando cada una de ellas en di­
rección opuesta a la anterior. Preparado así el grupo de
cartas, lo entrego al espectador para que corte las veces
que quiera. Luego, debajo de la mesa, las clasifico de
modo que todas las figuras miren al suelo. Para que
el lector neófito tenga una idea clara del proceso re­
querido para hacer tal clasificación, le sugiero que ope­
re a título de ensayo con las cartas a la vista, sobre la
mesa. Con las 20 cartas forme dos pilas: inicíelas colo­
cando la primera carta de arriba del paquete sobre la
mesa; la segunda, al costado derecho; Ja tercera, encima
de la primera, la cuarta encima de la segunda, etc. Siga
alternando de izquierda a derecha hasta agotar el pa­
quete. Resultado final: la pila de la izquierda tiene diez
naipes caras abajo y la de la derecha diez caras arriba.
Resta solamente dar vuelta, digamos la pila de la iz­
quierda, y colocarla encima de la derecha. Ahora
54 JO SÉ KETZELMAN

todo el grupo ha quedado en una misma posición.


Automáticamente debe realizar esta separación debajo
de la mesa. Ingeníese el lector de manera que, al pasar
las cartas de la mano izquierda (figura 1) a la derecha,
quede también cada grupo apilado aisladamente y sos­
tenido entre los dedos que le sean más cómodos para
esta tarea (figura 2 ) , que desde luego es sencillísima.
Si algún espectador quiere hacer el juego, saque el CINCO DE ESPADAS
paquete con la carta extra, que ocultó en el bolsillo, y
entregúelo al curioso; con un número impar de cartas
nunca podrá conseguirlo. HAGO Y DIGO: 1) Muestro un grupo de cartas; va­
rias de ellas con las figuras mirando hacia arriba, y las
otras hacia abajo. Hago una sucesión de cortes, comple­
tándolos después. 2 ) De la parte superior del paquete to­
mo dos cartas juntas y las doy vuelta; corto y completo
el corte; vuelvo a tomar dos cartas juntas, de arriba, y
también las doy vuelta; corto y, como antes, completo
el corte. Procedo así varias veces. 3 ) Entrego el paquete
(preferiblemente a una espectadora) para que REPITA
el procedimiento y se fije en la carta que está arriba,
recordándola luego. ¡Atención! La espectadora debe aho­
ra dar vuelta esa carta y dejarla en su sitio, cualquiera
fuese la posición en que la encontró. En seguida le su­
plico que corte y complete el corte del paquete. 4 ) Lo
recojo y llevo las manos debajo de la mesa, o detrás de
la espalda, diciendo que a ciegas, por tacto solamente,
voy a disponer las cartas de manera que todas, menos
la elegida, estén en el mismo orden. 5 ) Recabo de la
espectadora el nombre de la elegida y, cuando esparzo
las cartas sobre la mesa todas miran hacia abajo excepto
una que está con su cara visible y "parece, señora —digo,
señalando la carta— que le dijera: "Aquí me tienes”, y
agrego, si hay confianza: "preciosa”. (E l temperamento
del público presente, el suyo propio, la amistad y el lugar
donde se encontrare le dirán, amable lector, si debe
adobar el juego con ésta u otra salsa.)
56 JOSÉ KETZELMAN

PROCEDIM IENTO: Preparo veinte cartas en la mis­


ma forma que lo hice para el juego "Cuatro de espadas”
página 52 (ya que el actual es una variante). Cuando
llevo el paquete debajo de la mesa, procedo a distribuir
las cartas de la siguiente manera: con el grupo de veinte
cartas en la mano izquierda, paso la primera carta de
arriba a la mano derecha, en forma normal, esto es, tal
SEIS DE ESPADAS
cual la encuentro ubicada en el paquete. Doy vuelta la
segunda carta, es decir que hallándola con la figura ha­
cia arriba, al pasarla a Ja mano derecha quedará cara
HAGO Y DIGO: 1) De mi mazo de naipes de poker,
abajo. Paso la tercera carta en forma normal. Doy vuel­
cuento veinte cartas y las dejo, con las figuras hacia aba­
ta la cuarta como hice con la segunda. Continúo así
jo, sobre la mesa. Comento: "E n algunas industrias, la
hasta agotar las veinte cartas; al exponerlas nuevamen­
ciencia ha avanzado a pasos gigantescos: se clasifican, pe­
te y esparcirlas, dorsos arriba, sobre la mesa, automáti­
san, miden, separan por colores y tamaños, los productos
camente la única carta que mirará hacia arriba será la
que fabrica el hombre, todo mecánicamente, con tanta
elegida
precisión y seguridad que los magos del mundo entero
contemplaron la posibilidad de adaptar el invento a la
cartomagia. Cábele el honor de haber resuelto tan in­
trincado problema al laboratorio mágico de la P .A .M .
(Peña Amigos de la M agia). Se trata de que el mismo
espectador pueda separar a ciegas los colores o palos de
un mazo de naipes completamente revuelto, ordenán­
dolos de modo tal que todos queden en su respec­
tivo grupo y manteniendo la misma posición. Voy en­
tonces a demostrar la extraordinaria eficacia de este
portentoso descubrimiento, capaz de influir en los recón­
ditos laberintos de la psiquis de un espectador. Para
excluir temores, debo manifestar que la tal máquina es
completamente invisible, y con controles dirigidos sola­
mente por mis ondas cerebrales.” 2 ) Recojo el grupo
que aparté y lo corto varias veces, completando siempre
el corte; en seguida tomo juntas las dos primeras cartas
de arriba y las doy vuelta, dejándolas nuevamente en
donde las quité. Hay encima del paquete dos cartas mi­
rando hacia arriba, en contraposición con las demás que
miran hacia abajo. 3 ) Corto otra vez el paquete; com-
58 JO SÉ XETZELMAN C A R T O M AGI A 59
pleto el corte y quito como antes, juntas, dos cartas de descubrimiento efectuado”. Cuando se cansó de mezclar:
arriba, las doy vuelta dejándolas en el mismo sitio; corto “Prosiga como antes: una carta debajo, la siguiente dada
y completo el corte. 4 ) Continúo así hasta tener en el vuelta y colocada encima del grupo que le corresponde.”
paquete un lote de naipes que mira hacia arriba y otro (Puedo hacerle interrumpir el juego, volver a cortar en
que mira hacia abajo. 5 ) Los esparzo sobre la mesa, en forma visible y seguir luego debajo de la m esa). Agota­
línea horizontal, al solo efecto de que el espectador das todas las cartas, el espectador encuentra que están
compruebe semejante entrevero. 6 ) Una vez que las como previamente anuncié.
recogí e igualé, las entrego al espectador para que las
oculte debajo de la mesa o detrás de la espalda y “sin­ PROCEDIM IENTO: Estupendo, sencillo y disfrazado
cronice sus movimientos con mis palabras”. Sigo: “La por una máquina imaginaria. El único secreto radica en
máquina está en marcha; no se distraiga, por favor, pues poner las veinte cartas que quito de arriba del mazo, de
podría desviar las ondas cerebrales, peligrando el éxito manera tal que los colores queden alternados, es decir
de la experiencia y aun produciéndole a usted un terrible primero una carta roja, encima otra negra, luego una
mareo.” 7 ) “Corte y complete el corte cuantas veces roja, etc., todas ellas con la figura mirando al suelo.
quiera. Pase la primera carta de arriba, debajo del pa­ (Usando naipes españoles se pueden alternar los palos, di­
quete; tome la que ahora está en el lomo y déla vuelta, gamos, oros y copas). Preparadas así las veinte car­
colocándola sobre la mesa en la posición que resultare tas, el juego sale automáticamente, siguiendo las ins­
después de dicha operación (cara arriba o cara abajo). trucciones del “Hago y Digo”. Debo recordar sola­
Repita la operación; yo sigo dirigiéndolo con mi má­ mente que, en el movimiento número 8, tengo que con­
quina.” El espectador continúa: de arriba, abajo; da vuel­ tar mentalmente y detener el juego cuando el espec­
ta la siguiente y la coloca sobre la mesa. Agrupa en una tador puso la décima carta sobre la mesa, prosiguiendo
pila las cartas que aparecen caras arriba y en otra las después como fué explicado. En el supuesto caso de
que están caras abajo. Así el espectador irá formando que alguien pida la repetición del juego, debo ser pre­
dos montones de naipes “a ciegas”. 8 ) Mientras va cavido, teniendo listas otras veinte cartas del mismo mo­
formándolos digo: “Ponga su mente en blanco, como do que el descripto, debajo de las primeras, es decir,
hasta ahora; la máquina está funcionando a las mil preparando todo el mazo con las cartas alternadas —ro­
y una maravillas.” jAtención! Cuando pasó diez car­ jas y negras— y usando veinte de éstas cada vez.
tas le digo: “deténgase”. Por supuesto que las vov
contando secretamente. 9 ) “Señor: el remanente del
paquete que tiene debajo de la mesa, que supongo
en la mano izquierda, tráigalo a la vista, tal como está
(palma arriba); tómelo con la mano derecha y gírelo
de manera que la actual parte superior quede en con­
tacto con la palma de la mano izquierda.” 10) Ya el
paquete invertido (posición importantísima, de lo con­
trario el juego falla) ruego lo “mezcle cien o mil veces,
para tener oportunidad de comprobar la importancia del
CARTO MAGIA 61
carta: es un siete. Coincide con el número del segundo
espectador. 11) Recojo estas cinco cartas y las pongo
arriba del mazo. Procedo a contar, del mismo modo que
anteriormente, siete cartas. Destapo la que hace de nú­
mero siete: es un cinco. Explico: "Los números se tie­
nen, como los corazones, simpatía recíproca.” 12) Reco­
jo las siete cartas y las vuelvo sobre el mazo. En se­
SIETE DE ESPADAS guida me dirijo a los espectadores con las siguientes
palabras: "Usted, señor, pensó el número cinco, y usted
el siete. Cinco v siete suman doce.” 13) Entrego el mazo
HAGO Y DIGO: 1) Ya con un mazo de naipes en la a cualquiera de ellos para que saque de arriba doce
mano pido a dos espectadores que digan un número que cartas, una por vez, y las coloque una arriba de la otra
no sea mayor de diez. 2 ) El espectador número 1 dice, sobre la mesa. Cuando llega a la que corresponde a
por ejemplo, "CIN CO ” y el número 2 "S IE T E ”. 3 ) De dicho número, la destapa, encontrando, escrito en lá­
arriba del mazo saco cinco cartas, de a una, y las pongo piz, un mensaje. (Puede ser el nombre y dirección dd
sobre la mesa, una encima de la otra, con las figuras artista, o un texto humorístico).
mirando hacia abajo. 4 ) Del mismo modo que antes,
cuento siete cartas y las dejo al costado de las otras. PROCEDIM IENTO: Previamente h e preparado el
5 ) Observo que las dos pilas de cartas están compues­ mazo, formando dos grupos de diez cartas cada uno,
tas por un determinado número, libremente pensado ordenados así: 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 (sota vale 8, caballo
>or cada uno de los espectadores. 6 ) En seguida recojo 9 y rey 10, en naipes españoles). El as es la primera
{a pila que contiene mayor número de cartas, en el carta de arriba, en el primer montón, y la última en el
ejemplo siete, encimándola sobre la menor. Tengo aho­ segundo. (E n éste, de arriba hacia abajo: 10-9-8-7-6-5-
ra un grupo de doce cartas. 7 ) Estas doce cartas, a la 4-3-2-1.) El segundo grupo va colocado debajo del pri­
vez, las pongo sobre el remanente del mazo. A esta al­ mero. Para resumir, las veinte cartas van ordenadas de
tura del juego he dejado en la mesa el mazo reconsti­ este modo, de arriba a abajo: 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
tuido. 8 ) Manifiesto que "existe una afinidad extraor­ 10-9-8-7-6-5-4-3-2-1. Reúno las veinte cartas y las pongo
dinaria entre los números que pensaron ambos especta­ encima del remanente del mazo. Seguidamente, sobre una
dores” y, para demostrarlo, digo que "una carta del carta que tenga bastante espacio en blanco, escribo un
mismo valor al número pensado por el primer especta­ mensaje. Esta carta-mensaje la coloco sobre el lote de
dor se encontrará ubicada dentro del mazo, exactamente veinte naipes, vale decir que actualmente es el primero
en el lugar correspondiente al pensado por el segundo” del lomo. Sigo luego las instrucciones del "Hago y Digo”.
y que sucederá igual con respecto a éste. 9 ) De la par­ Nota: Si el artista lo prefiere, en lugar de escribir un
te superior del mazo saco cinco cartas, una por vez, las mensaje puede concretarse a realizar una predicción.
figuras mirando hacia abajo, y las dejo una encima de Para ello basta entregar al espectador, anticipadamente,
otra, sobre la mesa. ¡Atención! Observe que comienzo un papelito doblado, en el cual se ha escrito el nombre
por el número más bajo pensado. 10) Muestro la quinta de la carta que ha de reemplazar al mensaje.
CARTO MAGIA 63
otros ha m i r a d o ...” Y simultáneamente exclamamos:
¡Tres de copas!

PR O C ED IM IEN TO : Todo estriba en fijarse y recor­


dar la carta que está en la boca del mazo que entrego
al espectador (movimiento N? 3 ) . Imitando mis movi­
mientos (números 4 y 5 ) reunirá automáticamente las
SOTA DE ESPADAS dos cartas, es decir la que memoricé (b o ca) y la vista
por el espectador (lom o). Réstame buscar la carta que
está debajo de la memorizada, o sea que, haciendo aba­
HAGO Y DIGO: 1 ) "T rataré de hacer un experi­ nico, figura mirando a mi cuerpo, la carta buscada esta­
mento con cartas, inspirado por unos monos que actua­ rá a la derecha de la mía. L a presento entonces como
ban en una fiesta infantil y que, viéndome operar con si verdaderamente fuera la mía (aquí está la trampa
telepática); pero usted y yo sabemos que es la del es­
los naipes, imitaban exactamente mis movimientos con
pectador que sinceramente busca en mi mazo (movi­
unos trozos de cartulina que accidentalmente habían
miento N° 7 ) la suya.
recogido. Recordé la teoría de D arw in . . . Por favor, se­
ñor, no haga esas muecas extrañas. . . mi intención no
es molestarlo ni herir su susceptibilidad. . . Quisiera re­ Variante para hacer con un solo mazo de naipes.
petir con usted el proceso del juego. Si ambos hacemos
HAGO Y DIGO: 1) Después que mezclé el mazo (de
movimientos iguales, tendrá usted la oportunidad de co­
poker) y, secretamente, me fijé en la carta de boca, digo
rroborar un fenómeno aun no resuelto por la ciencia, qui­
al espectador que ponga la palma de la mano izquierda
zás similar al llamado "telepático”. Me remito a los he­
mirando al techo. Estando ya en dicha posición, dejo los
chos.” 2 ) "Aquí tengo dos mazos de naipes; tome usted
naipes sobre ella con las figuras mirando hacia abajo.
el que q u iera. . . baraje. Yo haré lo mismo con el otro
2 ) Levanto, aproximadamente, la mitad del paquete que
mazo.” 3 ) "Cambiemos ahora los mazos para asegurar­
tiene en la mano, y la retengo; la otra porción (inferior)
nos de que, no obstante haberlos elegido y mezclado li­
cuya carta de boca conozco, queda en poder del espec­
bremente, no tienen ninguna preparación.” 4 ) "Tomo una
tador. 3 ) "Voy a sacar un naipe de mi paquete, mirar­
carta del medio; me entero de ella y la coloco encim a. . .
lo, recordarlo y colocarlo encima del mismo; luego corto
Haga usted lo mismo en su mazo.” 5 ) "Ahora corto dos
y completo el corte para perderlo entre los demás.” Mien­
o tres veces para dejar mi carta bien perdida entre las
tras hago lo precitado, invito al espectador a repetir mis
demás . . . Haga usted lo propio.” 6 ) "Volvamos a canjear
movimientos. 4 ) Cambiamos de paquetes, prosiguiendo
los mazos para aseguramos, una vez más, de que el ex­
después el juego. "L e sugiero que ambos busquemos una
perimento sea netamente mental.” 7 ) "Convenga ahora
carta de igual valor a la que vimos, la más parecida en
en que este último movimiento disipa cualquier duda
color de ser posible. Por ejemplo: si eligió el cinco de
que pudo usted albergar con las acciones precedentes.
diamantes buscará el cinco de corazones. No estando,
¿Convenido? ¿Sí? [Espléndido! Entonces busquemos,
tomará cualquier otro cinco que encontrase en su pa­
apartemos y nombremos la carta que cada uno de nos­
64 JOSÉ KETZELMAN CARTOMACIA 65
quete.” 5 ) Mientras el espectador cumple las instruccio­
nes, busco la carta clave (recuerde que ahora tengo el Otra variante.
paquete del espectador, cuya carta de boca conozco) y Separo del mazo, por palos, las cartas rojas de las ne­
veo la que está debajo. Por supuesto será la de él; lla­ gras, esto es, formo cuatro grupos (piques, tréboles, co­
mémosla cinco de corazones. Continúo repasando mi pa­ razones y diamantes) de trece cartas cada uno. Invito
quete a los efectos de fijarme si tengo más cincos. No al espectador a elegir dos de ellos que hagan contraste:
encontrando el cinco de diamantes (carta aproximada digamos. tréboles y corazones. Los dos grupos remanen­
en color) retiro el cinco de corazones (naipe del espec­ tes (piques y diamantes) quedan en mi poder. Ya mez­
tador) y lo dejo sobre la mesa, figura mirando hacia cladas las veintiséis cartas que tenemos cada uno de nos­
abajo. El espectador encontrará, en su paquete, el cinco otros, inicio el juego en la forma explicada en la varian­
de diamantes, y hará lo propio. Destapamos ambas car­ te anterior. De esta manera las cartas elegidas por am­
tas, comprobando "que cada uno de nosotros encontró bos serán siempre coincidentes en valor y color.
el naipe elegido por el otro”. 6 ) Por otra parte, si en
mi paquete tengo solamente los dos cinco rojos, sabré Nota: En ambas variantes pueden usarse los naipes
que el espectador tiene los dos cinco negros (piques y españoles cambiando, por supuesto, las cartas claves que
tréboles). Vale decir que quitará, para poner encima de doy como ejemplos.
la mesa, uno de éstos. ¡Atención! Cualquiera que ponga
lo nombro como si fuera el mío. A primera vista lo pre­
citado parece crear una situación embarazosa, pero es
muy fácil resolverla forzando la contestación de la si­
guiente manera: quito el cinco de corazones y lo dejo
encima de la mesa con la figura mirando al suelo. Miro
al espectador y digo: "¿Está buscando un pique?” (car­
ta de igual valor a la que vió). La contestación del es­
pectador me dará la pauta para anunciar que está bus­
cando un pique o un trébol. Si dice que sí, menciono
que elegí el cinco de piques. En caso contrario contesto
que estoy satisfecho con el resultado del juego, por cuan­
to mi carta es el cinco de tréboles. Cualquiera que fuese
la contestación, destapo inmediatamente el cinco de cora­
zones. El espectador, por supuesto, destapará un cinco ne­
gro. Ambas cartas coinciden en el valor, que era el re­
sultado al que deseaba arribar. 7 ) Pueden presentarse
otras combinaciones, pero conociendo exactamente los
cincos que tengo en mi paquete, encuentro siempre los
medios para hacerle creer que fué la carta que original­
mente elegí.
CARTO MAGIA t»Y

do ninguna modificación en su estructura original). 6 )


A continuación tomo la carta de arriba de mi paquete
y la paso debajo. El espectador toma la que está debajo
y la pasa arriba; seguimos operando al revés. (Si está
siguiendo los movimientos, verifíquelos: ambos paquetes
tienen en lomo una dama y en boca un as). 7 ) De
arriba de mi paquete echo cartas sobre la mesa, las fi­
CABALLO DE ESPADAS guras mirando hacia abajo, de una a la vez y encimán­
dolas. Me detengo cuando el espectador dice, en cual­
quier momento: “ ¡Basta!”. 8 ) Invito al espectador a ti­
HAGO Y DIGO: 1) Antes de comenzar el juego, ubi­ rar cartas, también de arriba de su paquete, pero cuan­
co en la parte superior del mazo el as de tréboles y una do le digo "¡B asta!”, agrego: "para llevarme la contra,
dama de tréboles debajo de éste; en la parte inferior co­ prosiga echando unas cuantas más.” 9) Lentamente doy
loco el as de corazones como segunda carta y una dama vuelta (figuras arriba) el grupo de cartas recién formado
de corazones haciendo de primera carta visible. 2 ) Dejo por m í: la primera carta visible es la dama de tréboles.
el mazo sobre la mesa, figuras mirando hacia abajo, e El espectador hace lo propio con su grupo de cartas; la
invito ál espectador a que lo divida en dos porciones primera carta visible también es una dama, pero "empe­
más o menos iguales. .Explico que, durante el proceso cinándose en llevarme la contra” es la de corazones.
del juego, el espectador hará movimientos contrarios a ¿Coincidencia? Dos cartas cuyos valores son los mismos,
los que yo pueda sugerir. (Digo, haciéndome perdonar pero de palos distintos. 10) Desechamos estas dos pilas.
la comparación, que nos portaremos como perros y ga­ El espectador cree que allí terminó el juego, pero no es
tos.) No obstante existir semejante desavenencia, conse­ así: después de una pausa, tomo de arriba de lo que resta
guiré que las dos veces que debamos confrontar nues­ de mi paquete la primera carta, supongamos sea el seis
tras cartas, éstas sean del mismo valor. 3 ) Inmediatamen­ de diamantes. La enseño libremente y luego la pongo
te ruego al espectador que elija cualquiera de las dos debajo del mismo montón. Tengo en boca el seis de dia­
porciones que hay sobre la mesa. El espectador se de­ mantes (lo hago ver nuevamente). Digo: "Si usted no me
cide, por ejemplo, por la de la izquierda. Naturalmente lleva la contra, debe tener debajo del suyo el seis de
que, para llevarle la contra, tomo la de la derecha —va­ corazones.” Con el paquete figuras mirando al suelo,
le decir, la ex mitad superior— con el as de tréboles en el deslizo (ver página 19) el seis de diamantes y saco la
lomo. ¡Atenciónl Recuérdelo bien, amigo lector: el des­ segunda carta de boca, o sea el as de tréboles (para el
arrollo de este ingenioso juego de naipes está basado, a espectador es el seis de diamantes) y lo dejo con la fi­
partir de este momento, en la porción de éstos que tengo gura hacia abajo encima de la mesa. 11) Invito al es­
actualmente en las manos. 4 ) Quito la carta que está pectador a quitar la carta de debajo de su paquete y,
debajo de mi porción y la "pierdo” en el centro del pa­ tapada, colocarla al lado de la mía; luego debe desta­
quete. 5 ) El espectador hace lo contrario: quita la carta parla. Naturalmente será el as de corazones. "Usted sigue
de arriba y también la pone en el centro del paquete. empecinado en llevarme la contra, de manera que ahora
(Con estos movimientos, ambos montones no han sufri­ la única solución para mí es pagarle con la misma mo-
68 JOSÉ KETZELMAN

neda; vale decir, llevarle también la contra. Sobre la


mesa, como usted ha visto, tengo el seis de diamantes . . .
¿verdad? Ahora voy a demostrarle cómo, por medio de
la cartomagia, arreglo estos pequeños asuntos. Por favor,
señor. . . ¿Quiere tener la gentileza de frotar su as de
corazones contra mi seis de diamantes? Así me gusta: por
una vez estamos de acuerdo. Con esto, usted acaba de
borrar los puntos del seis de diamantes y lo ha trans­ REY DE ESPADAS
formado en un as: el de tréboles.” Invito al espectador
a destaparla. Coincidencia otra vez, pero siempre colo­
res contrarios. HAGO Y DIGO: 1) Antes de comenzar el juego, hago
Nota: Si el artista tuviera que operar con la mitad iz­ como que busco ansiosamente entre los rostros del au­
quierda del mazo, deberá hacer los movimientos 4, 5 y 6 ditorio. Me detengo en el que me plazca, y respiro fuerte­
a la inversa, razón por la cual le sugiero practicar el mente, haciendo un gesto de alivio. "¡Menos malí Temía
juego, usando indistintamente ambas mitades del mazo, no encontrar entre ustedes a ninguna persona que pu­
o si no forzar la que más le convenga. diera servir como mago. Creo que usted, señor, puede
Pueden utilizarse también las cartas españolas, cam­ serlo. ¿Quiere acercarse, por favor? Voy a someterlo a
biando lógicamente los naipes claves. la prueba que se realiza, para comprobar las aptitudes de
los iniciados, en el Prajapati, en la lejana India, donde co­
mencé mis estudios mágicos junto con los brahmanes que
balbuceaban el O m . . . ¡aquellas tardes maravillosas con
los samanas y los Gotamanistas! Krischna, A gni. . . ¡Qué
tiempos los míos de estudiantel” Suspiro, dejando por
un momento de hablar, y sigo: "Pero . . . perdonen . . .
es hermoso recordar, y haciéndolo me olvidé por com­
pleto de ustedes. Veamos la prueba: (tomo los nai­
pes) consiste en hacer que usted mismo encuentre,
dentro del mazo, una carta gemela a la que yo pondré
en un lugar aparte de la mesa. Si consigue localizarla
—del modo que más adelante le explicaré—, demostrará
tener serias disposiciones, extraordinarias casi, para la
ciencia cartomágica, las suficientes para realizar, al cabo
de un tiempo increíblemente breve, treinta o cuarenta
años, los trucos que ejecutaré en esta sala.” 2 ) Después
que el espectador mezcla el mazo, formo un abanico,
haciendo que todas las caras de los naipes miren a mi
cuerpo; en seguida miro, tomo y dejo una carta, que
queño análisis recordatorio: "Usted mezcló libremente
el mazo; luego yo aparté una carta. Dividió entonces el
mazo en dos mitades y quitó de abajo de una de ellas,
para poner arriba, cuantas cartas quiso. ¿De acuerdo?”
6 ) "Para finiquitar el juego me agradaría que eligiera
cualquiera de las dos mitades.” L a persona del auditorio
dice, por ejemplo, "L a de la derecha”. En seguida le
suplico que destape (que ponga la figura visible) la
carta del lomo correspondiente a dicho grupo. Supon­
gamos resulte un cinco. 7 ) "E n el lenguaje de las car­
tas, quiere significar que debe contar del otro montón,
y de arriba para abajo, cinco naipes, destapando el quin­
to. Bien . . . ” Lo hace y resulta ser un tres de copas,
8 ) Inmediatamente doy vuelta mi carta, la que aparté
al comienzo. También es un tres, pero de oros. "Su her­
mana gemela”. Felicito al espectador por su éxito, di-
ciéndole al pedir un aplauso: "E ra una prueba de la
cual salir airoso es especialmente difícil; no pierda la
oportunidad de hacer esa pequeña preparación de que le
hablé al principio, ya que sus condiciones son excep­
cionales.”

PRO CED IM IEN TO : Haciendo abanico con el mazo,


una vez devuelto (mov. 2 ) disimuladamente miro la car­
ta del lomo, primera de la izquierda estando las figuras
mirando a mi cuerpo. En el ejemplo es un cinco. Loca­
lizo inmediatamente la quinta carta que está a la de­
recha del ahmrico (antes boca). En el ejemplo, el tres
de copas. (Ver figura). Al buscar mi naipe, quito y lue­
go dejo sobre la mesa cualquier otro tres, aquí el de
oros. Esta estratagema tan sencilla y rápida ae prepa­
rar motiva el "prodigio” descripto. Siguiendo paso a paso
las explicaciones del "Hago y Digo” notará el lector que,
en este caso, antes de cortar el mazo que está sobre la
mesa, la primera carta de arriba es un cinco, y debajo,
en quinta posición, está el tres de copas. Resta solamen­
te recordar que al llegar al movimiento señalado con el
72 JOSÉ KETZELMAN

número 6, debo forzar a elegir el grupo que está a la


derecha (con el cinco en lom o). Para ello procedo de
la siguiente manera: si menciona el montón de la iz­
quierda, le digo: “En este grupo está entonces la carta
gemela a la mía. Destape ahora la del lomo del otro
montón, y ésa le dará la clave para encontrarla.” Y sigo
con el juego. Si señala el de la derecha, saldrá todo per­
fectamente. AS DE BASTOS

HAGO Y DIGO: 1) Estando el mazo dorso arriba,


antes de comenzar el juego doy vuelta secretamente la
carta de boca (figura 1 ), vale decir que ahora ésta mira
al techo; supongamos sea el tres de espadas. Todas las
demás quedan en su posición normal. Grabo en mi me­
moria el tres de espadas y hago caso omiso de cualquier
otra que se presentase durante la demostración. 2 ) Traigo
el mazo sobre la palma de la mano izquierda, dorsos arri­
ba, e invito a un espectador a dividirlo en dos partes,
reteniendo para él la mitad superior sin abandonarla de
la mano. 3 ) En seguida le ruego que tome un naipe
cualquiera de la mitad que conserva, lo mire, recuerde
y separe. 4 ) Yo también saco y separo una carta; fijo
mi vísta sobre ella. . . como no tengo motivos para
recordarla, la olvido completamente. 5 ) Mientras el
espectador se fija en la carta que eligió, dejo caer negli­
gentemente el brazo izquierdo al costado del cuerpo;
doy vuelta la palma de la mano, que anteriormente te­
nía hacia arriba, junto con el mazo, de modo que quede
hacia abajo (fig. 2 ). De tal manera, mecánicamente, la
carta que antes estaba invertida en boca queda arriba
ocultando, a guisa de tapa, a las demás que miran al
techo. El espectador cree que todas miran hacia abajo,
pero usted y yo sabemos que la única carta que conser­
va tal posición es la de arriba. 6 ) Con esta maniobra
estoy preparado para la faz final del juego. En seguida
introduzco mi carta en el paquete del espectador. 7 ) El
74 JO SÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 75
espectador inserta la suya en el mío, que tengo bien al comienzo del juego, en el ejemplo el tres de espadas,
igualado y sostenido fuertemente por los costados largos 12) Esparzo los naipes sobre la mesa (figura 3 ), dorsos
para impedir que, de correrse un poco los naipes, pueda arriba. Resultado: las dos únicas cartas cuyas caras están
verse el blanco de las figuras. ¡Atención! Apenas el es- mirando al sol, son precisamente las nombradas.
pectador introdujo una mínima porción de su carta, la to- Nota: Recomiendo hacer el juego con naipes que ten-
mo para continuar metiéndola hasta esconderla. 8) Míen- n ej ¿¡orso con una or]a R]anca; es decir, que éste no
tras emparejo el paquete, disimuladamente giro la mano sea completamente parejo. De tal suerte el espectador
tendrá menos probabilidades de percatarse de que hay

^ ; ^^ ‘ CartaS ^nvert^ as'

© (T hfítn fí
\
de Bocfí^áÑrES^
in v e a n u a ______ j —

de izquierda a derecha, quedando en consecuencia la


palma mirando hacia arriba como antes. Este procedi­
miento motiva, luego, que la carta del espectador aparez­
ca cara arriba. 9 ) Tomo el paquete con la mano derecha
y lo dejo encima de la mesa. 10) Suplico al espectador
que coloque su paquete arriba del mío; luego que corte
y monte la porción inferior sobre la superior. 11) Le pido
después que nombre la carta elegida; yo hago lo propio,
pero . . . ¡atención! nombro solamente la carta que retuve
HAGO Y DIGO: 1) De un mazo de naipes quito cual­
quier carta fácil de recordar, digamos el as de oros (en
cartas francesas el joker) y la pongo sobre la mesa, con
la figura mirando hacia arriba. 2 ) En seguida alcanzo
el mazo al espectador para que saque veinte cartas cua­
lesquiera, y me las devuelva bien mezcladas. 3 ) Al reci­
birlas, fonno un abanico, figuras mirando hacia el
espectador; le ruego que coloque el as de oros entre
cualquiera de ellas y que memorice la carta que está
a la izquierda del as. Seguidamente invito a otro espec­
tador a que retenga en la memoria la carta que está a la
derecha del mismo. 4 ) Cierro el abanico y, del grupo
de naipes, dorsos mirando al techo, aparto los dos pri­
meros de arriba y los pongo encima de la mesa, de iz­
quierda a derecha, uno al lado del otro. Sigo quitando
cartas de arriba, una por vez, poniéndolas sobre las otras,
siempre de izquierda a derecha. De tal manera he for­
mado dos pilas. La primera (izquierda) contiene once
cartas, y la segunda diez. 5 ) A continuación cubro la pila
de diez cartas con la de once, pero antes la enseño al
espectador N9 1 para que se fije si entre dicho grupo
(el de once) está la suya. 6 ) Repito el movimiento nú­
mero 4 enseñando, antes de cubrir el montón de la de­
recha con el de la izquierda, esta última pila al segundo
espectador, preguntándole si entre las cartas está la suya.
7 ) Recojo el grupo de cartas y, formando un abanico con
las figuras mirando al espectador (cualquiera de ellos)
78 JOSÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 79
tando, y cuando en ambas pilas llego a la cuarta carta en la pila de la izquierda, en sexta. En consecuencia la
destapada, detengo el juego. Sé que las dos cartas si­ predicción escrita correspondía a las cartas que estaban
guientes serán las vistas por los espectadores a los cos­ al costado del as, y aparecían en el orden previamente
tados del as de oros. No me apresuro a revelarlas: en­ anunciado. El lector tiene dos alternativas para eje­
tiendo que los procedimientos simples y matemáticos de cutar este juego.
los juegos quedan agradablemente ocultos con la super­
chería de la comedia espectacular. 12) Introduzco la
mano en el bolsillo y al sacarla traigo (imaginariamente)
un poco de "espuma de luna, producto invisible para us­
tedes, que me permite realizar toda clase de milagros”.
Desparramo la susodicha espuma de luna sobre las dos
pilas de naipes; pronuncio la palabra mágica "B E R IB E -
RIBIRI”, cuyo significado nadie entiende, incluso yo, pero
que el espectador siempre habrá de interpretar como el
"Sésamo, ábrete”. 13) Finalmente, suplico a los dos es­
pectadores que nombren las cartas que han memorizado
y, por supuesto, al destapar la quinta carta de cada pila
(ver figura), habrán de ver precisamente las que estaban
a los costados del as.

PRO CED IM IEN TO : Es un juego matemático muv


fácil de realizar, siguiendo las explicaciones del "Hago
y Digo”. E l procedimiento de formar y recoger las dos
pilas, trae como consecuencia final que una de las car­
tas vistas por el espectador quede en quinta posición
desde abajo, y la otra en quinto lugar desde encima
del grupo de veinte cartas. Prestando solamente un poco
de atención al movimiento señalado con el número 8, el
lector no habrá de encontrar ninguna dificultad.

Nota: Originariamente este juego se ejecutaba en base


a una doble predicción. El artista escribía en un papelito
los números 6 y 5 y lo entregaba doblado a un espec­
tador. Terminados los movimientos, que con excepción
de los números 9 y 10 eran iguales a los descriptos, el
mago separaba diez naipes. Automáticamente en la pila
de la derecha había un carta en quinta posición, y otra
No escaparán al criterio del lector las posibilidades
que se ofrecen al artista cuando toma, como carta clave,
aquella ubicada en la posición número veintiuno, con­
tando desde abajo, en vez de fijarse, como en la mayo­
ría de los casos, en la carta que está en el lomo o boca
del mazo. El juego que describo a continuación propor­
ciona una alternativa interesante.

HAGO Y DIGO: 1 ) Una vez terminado el juego Seis


de Espadas, u otro en el cual utilicé sólo veinte car­
tas, secretamente me fijo y recuerdo la carta que está
en boca del remanente del mazo (paquete grande) que
"casualmente” dejé encima de la mesa con las figuras
mirando arriba. Este naipe, digamos el as de corazones,
será mi carta clave. 2 ) Doy vuelta al paquete grande y
coloco DEBAJO, con las figuras mirando al suelo, las
veinte cartas antes mencionadas. E l as de corazones es
ahora, contando desde abajo, la carta que ocupa la po­
sición número veintiuno. 3 ) Para forzarlo digo al es­
pectador que corte del mazo —ahora reconstituido— una
porción menor de la mitad, y que la deje sobre la mesa
a su derecha (figura 1 ). 4 ) Que del mismo paquete que
termina de cortar (izquierda) levante de arriba, sin al­
terar el orden, aproximadamente la mitad de los naipes,
y los coloque sobre la mesa a la derecha; vale decir, en
medio de los dos grupos (figura 2 ). 5 ) Del montoncito
del centro, que mire y recuerde la carta que está en el
32 JOSÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 33
arriba, una a la vez, y poniéndolas sobre las otras, Siem­ Su esposa (o ayudante) estará contenta de secundarlo
pre de izquierda a derecha. De tal manera he forinado en este experimento "mental”, ya que el único esfuerzo
dos pilas de veintiséis cartas cada una. Entrego laí de la de este género que debe hacer es recordar el número
izquierda al espectador para que diga si está su naipe. veintidós.
'"No está”, contestará. Desecho este grupo y tomo el otro. En naipes españoles el juego sale del mismo modo uti­
Repito la operación con estas veintiséis cartas, separán­ lizando treinta y siete cartas.
dolas en dos pilas, como antes. Entrego la de la izquierda,
ahora de trece naipes, para que diga si está el suyo.
Responderá como antes que no. Desecho también estas
trece cartas. Con las restantes, también trece, vuelvo a
repetir el proceso hasta eliminar dos cartas, quedando
entonces sólo una. Este último naipe en mi poder será
indudablemente el del espectador. (Observe, amigo lec­
tor, que en todos los casos entrego a éste la pila de la
izquierda.)

Nota: Puedo presentar el juego como una transmi­


sión de pensamiento. La médium (un familiar a quien
pueda confiar el secreto) se retira del recinto en que
estoy actuando. Explico que quiero que elija una carta
"de la cual nadie, ni yo ni usted, podamos tener contra­
lor Dicto luego los movimientos del juego hasta el
número 7. A esta altura, vale decir, cuando el mazo está
reconstituido, lo entrego al espectador para que lo lleve
a la médium. "Pero antes me gustaría saber el nombre
de la carta, para transmitirlo a la médium que está en
la habitación contigua.” Impresiono sobre esto al públi­
co, de modo que para él el juego nace desde el instante
en que voy a transmitir la información. El espectador
nombra la carta y comienzo a concentrarme profunda­
mente. Mientras lo hago, el espectador alcanza el mazo
de naipes a la médium. Después de un breve intervalo,
ésta vuelve con una carta dentro de un sobre cerrado.
Naturalmente que es la vista por él.
El amigo lector habrá ya imaginado que lo único que
debe hacer la médium es contar veintidós cartas desde
el lomo hacia abajo, retirar la que resulte y ensobrarla.
CARTOMACIA 85
te en esa posición para que vaya grabando en su me­
moria la probable carta a elegir. Luego, con movimientos
rítmicos, mientras la mano derecha sostiene la primera
carta quitada, llevo ésta hacia el lomo del mazo sin
abandonarla. Tomo una segunda carta, que deslizo so­
bre la figura de la primera. Después de igualarlas, las
elevo verticalmente —como antes— enseñando la cara
CUATRO DE BASTOS de la segunda, que ha quedado al frente. Prosigo así
hasta pasar N UEVE CARTAS (las cuento mentalmente)
que, como siempre, voy colocando una al frente de la
Hay juegos en los cuales la simulación de la lectura otra, bien alineadas con las demás sobre mi mano (fi­
del pensamiento se hace por un proceso de eliminación. gura 1 ). De este modo el espectador puede mirarlas
El que describiré —dentro de éstos— es uno de los que libremente, pero sin darse cuenta de la cantidad que
causan más asombro, pese a su sencillez. tengo. 4 ) Si los movimientos han sido ejecutados con
ritmo lento, el espectador habrá elegido una carta en­
IIAGO Y DIGO: 1) Secretamente coloco un tres de tre las nueve primeras. Luego, en el instante en que me
cualquier palo (digamos de oros) ocupando el quinto dispongo a sacar la décima carta, doy vuelta la cabeza
lugar contando desde arriba del mazo; luego ejecuto, y le pregunto: "¿Eligió ya?”. Siendo la contestación afir­
presentando el juego, un corte falso. (Quien esté fami­ mativa, deposito todos los naipes que tengo en la mano
liarizado con la mezcla falsa puede hacerla mientras tie­ derecha sobre el lomo del mazo. (Si accidentalmente el
ne el mazo con las figuras mirando a la izquierda. Cuan­ espectador fuera reacio a efectuar la elección mental
do aparece en la boca un tres de cualquier palo, debe dentro de los nueve primeros que le enseñé, los pongo
pasar éste al lomo; seguir mezclando sin mirar y echar debajo del mazo; localizo otro tres en la forma expli­
encima cuatro cartas indiferentes. De tal manera queda­ cada y repito el proceso anterior.) Ya decidida la elec­
rá ubicado un tres en el lugar antes mencionado). 2 ) ción de una carta, ejecuto un corte falso, o la mezcla
Tomo el mazo con la mano izquierda, figuras mirando descripta en la página 20, dejando las nueve cartas en
hacia abajo, y digo al espectador: "Pasaré cartas delante el lomo del mazo. Atención, amigo lector: en los párra­
suyo, de una por vez, para que mentalmente piense y fos que ahora leerá encontrará la clave que le dará los
recuerde alguna; no diga nada, absolutamente nada, has­ medios de "adivinar” cualquiera de los naipes enseñados
ta que le enseñe un lote y le pregunte sí ya la eligió. al espectador. 5 ) " S e ñ o r ... voy a poner el mazo detrás
Así no tendré ni la más remota idea con respecto al de mi espalda; dentro de un momento, por mi intuición
lugar que ocupa. Para hacer el juego más difícil, giraré cartomágica, sacaré una carta.” Procedo como dije y trai­
la cabeza hacia la izquierda, de modo de no ver la car­ go una carta con el DORSO hacia el espectador. L a miro
ta sobre la cual estará fijando la vista.” 3 ) En seguida con cara de inocente y pronuncio estas o parecidas pa­
quito con la mano derecha el primer naipe de arriba. labras: "Exactam ente: no esperaba o t r a ... sé que acer­
Lo levanto verticalmente, en forma pausada, con la fi­ taré . . . claro que acertaré.” (E n realidad, detrás de mi
gura mirando al espectador, y manteniéndolo un instan­ espalda conté cuatro cartas de arriba, sin alterar el or-
mente a las ocho que me interesan. Por lo tanto tengo
en mis manos la forma de revelar cualquiera de los
naipes que mencione, pues a cada lado del tres de oros
invertido tengo cuatro de las cartas originariamente en­
señadas al espectador (figura 2 ). Para ello procedo así:
explico en primer lugar que "por medio de mi intuición
cartomágica he dado vuelta una carta, mi carta detecti­
ve”, y continúo, de acuerdo a la posición de la nom­
brada con respecto del naipe guía: a ) si nombra la que
está arriba o debajo del tres, digo que mi naipe detec­
tive indica que exactamente al lado está la elegida (de
cualquiera de los dos lados); b ) si está dos lugares más
allá de la invertida, me refiero al valor numérico de la
carta detective y comienzo a contar hasta tres partiendo
de ella. (E l tres hará de número uno); c ) si está tres
lugares más allá de la invertida, cuento tres a partir de
la que sigue, excluyendo a aquélla de la cuenta, y d)
si está ocupando el cuarto puesto, cuento tres excluyendo
la invertida y señalando la cuarta, esto es, la siguiente.
En todos los casos, el mismo espectador debe quitar
la señalada por la "detective”.
Dejo en sus manos los medios para obtener un éxito
ciento por ciento seguro y de un efecto asombroso.
88 JOSÉ KETZELMAN

el tres de oros; al retomarlo a su sitio lo doy vuelta. Luego


corto y completo el corte.
f) Traigo el mazo bien apilado y lo dejo encima de la mesa.
g) El espectador menciona su carta y la revelo d'e acuerdo al
procedimiento explicado.

CINCO DE BASTOS

Los principios matemáticos para la presentación de


juegos de cartas son tan útiles como importantes, y to­
dos ellos serán tanto más apreciados cuanto más disfra­
zado esté el procedimiento matemático. El que describo,
que puede ser ejecutado por teléfono, televisión o radio,
produce la sensación de algo extraordinario: el artista
adivina una carta del propio mazo del espectador a larga
distancia. El procedimiento es muy sencillo y conduce
a que la vigésima carta del lomo del mazo sea, indefec­
tiblemente, la forzada al espectador.

HAGO Y DIGO: 1) Que mezcle bien el mazo. 2 ) Que


coloque dos cartas cualesquiera, figuras arriba, y una
al costado de la otra. 3 ) Que se fije bien en el valor de
la primera carta, y que ponga, encima de ésta y caras
abajo, un número de cartas tal que, sumado al valor de
la elegida, complete el número diez (figuras 1 y 2 ) ; si
la carta es un tres, deberá colocar, sobre la primera car­
ta, siete más; de ser un seis, cuatro más. 4 ) Que repita
el procedimiento con la segunda carta. Debo advertirle
que todas las figuras tienen un valor de diez y que, en
caso de salir alguna de éstas, no tendrá que encimar
ninguna carta. 5 ) Que sume los valores de las dos car­
tas originalmente puestas cara arriba y haga, aparte,
otro grupo de cartas, con las figuras hacia abajo, que
contenga tantas como haya sido el resultado de dicha
suma. 6 ) Que se fije y recuerde la carta que ahora está
el valor y palo de la misma el efecto resultaría pobre.
12) Entonces, una vez colocadas las veinticuatro cartas
(seis hileras de cuatro cartas cada una) de acuerdo a
mis instrucciones, le ruego que cante el nombre de la
carta de arriba de cada una de las pilas, siempre de iz­
quierda a derecha. 13) Cuando nombra la QUINTA car­
ta, aguzo bien el oído y la memorizo, pues es esa la carta
del espectador. 14) Procedo a revelarla con toda teatra­
lidad, haciendo, por ejemplo, que ponga la yema del
dedo índice de la mano izquierda, sobre la primera pila,
y el mismo dedo de la mano derecha, sobre la última (fi­
gura 3 ). Después de una pausa saturada de expectativa las
hago eliminar: "L a carta no se encuentra en ninguno de
estos montones; por favor, retírelos.” 15) Que prosiga y co­
loque la yema de los dedos sobre la ex segunda y ex quin­
ta (ahora primera y última, siempre de izquierda a de­
recha). Después de una pausa: "Saque el dedo izquier­
do” y, con voz triunfal y vanidosa: "Bajo el dedo de la
mano derecha está e l . . . . ” (menciono la carta). Efecti­
vamente: al poner la carta, figura hacia arriba, resulta ser
la que el espectador eligió.
CARTO MAGIA 93
mente pensé se encuentra en el grupo.” Después de cum­
plidas mis instrucciones, manifiesto que está entre las
quitadas. Inmediatamente escribo su nombre en un pa­
pel. que entrego doblado al espectador. 5 ) Le ruego que
recoja las cartas que acaba de contar y que las manten­
ga en la mano, con las figuras mirando abajo. Que qui­
te la carta del lomo y la abandone sobre la mesa; la
SEIS DE BASTOS siguiente, siempre del lomo, que la pase debajo del pa­
quete; la otra, encima de la mesa (sobre la anterior).
Que prosiga alternando de la manera descripta hasta
HAGO Y DIGO: 1) ‘'Nadie, aunque sea ciego, entre­ quedar con una sola carta en la mano. 6) Finalizada es­
garía equivocadamente un billete de mil pesos por uno ta operación, que despliegue y lea el papel que oportu­
de un peso, por más revuelto que tenga el dinero en su namente le entregué; que ponga la carta que tiene en
billetera. El tacto, el pensamiento, la intuición, la vista la mano con la figura mirando hacia arriba y compruebe
y especialmente nuestra oculta avaricia, nos protegen de que es precisamente aquella cuyo nombre escribí. "C o­
este error, que resultaría bastante desagradable, por cier­ mo ve, nuestros sentidos nos protegen contra las equi­
to. Basado en ese conjunto de engranajes que nos de­ vocaciones: sacó el naipe que predije.”
fienden contra las equivocaciones, haré un experimento PROCEDIM IENTO: La presentación oculta un prin­
demostrando que una persona, aunque jamás haya to­
cipio matemático. El movimiento número 4 tiene por
cado un mazo, y que por tanto desconozca su manejo,
objeto identificar la carta que debía quedar, al final,
puede entregarme una carta, en la que estoy pensando, en la mano del espectador. Para ello utilizo la siguiente
sin existir ni remotamente la posibilidad de una equivo­ fórmula:
cación de su parte. Quedará de este modo demostrado 2 - 4 - 8 - 1 6 - 3 2
el grado de perfección alcanzado por el hombre, en lo
que respecta a esta cualidad, cuando sus movimientos son Es muy fácil de recordar: comienza con dos y se du­
dirigidos por la mente de un mago.” 2 ) "Por favor, se­ plica. Cuando el espectador dice el número (movimien­
ñor: entrevere los billetes de un peso y los otros de dis­ to número 3 ) le resto el más bajo y cercano a la clave
tintos valores que tiene en su billetera. Caramba . . . casi arriba indicada, y el resultado de la resta, multiplicado
sería más prudente reemplazarlos por este mazo de nai­ por 2 indicará la posición en que está la carta que debo
pes, que para el caso es igual.” Lo entrego. 3 ) "Estoy mirar, mientras el espectador las va tirando sobre la
pensando en una carta y, para que no tenga que contar mesa, con las figuras mirando al techo. Por ejem­
mucho dinero. . . digo cartas, mencione un numero en­ plo: 12. El número más pequeño y cercano es 8, que
tre ocho y cuarenta.” E l espectador dice, por ejemplo: restado a doce da por resultado cuatro; cuatro multi­
"D oce”. 4 ) En seguida lo instruyo para que vaya tiran­ plicado por dos es igual a ocho. Por lo tanto tendré que
do naipes sobre la mesa, con las figuras mirando hacia recordar el valor y palo de la octava carta que el espec­
arriba, uno encima del otro, y se detenga en el número tador tira sobre la mesa. Doy otros ejemplos para mayor
pensado. "D e tal manera sabré si la carta que mental­ comprensión:
HAGO Y DIGO: 1) Telefónicamente llamo a un ami­
go. "Hola, E rn esto. . . ¿Qué tal? ¿Y la familia? Me ale­
gro. Por casa igual, sin novedades. O y e . . . ¿tienes dis­
ponible un minuto, nada más que un minuto? Desea
hacerte un pequeño juego de naipes . . . la última ma­
JOSÉ KETZELMAN

bien, tú mismo vas a adivinar la carta que yo estoy pen­


sando. ¿Increíble? Ya verás.” 3 ) “Pon el paquete que tienes
en la mano, o menos si prefieres, con las figuras mirando
hacia arriba. Echa ahora cartas sobre la mesa, una por
vez, una encima de la otra, y a medida que ío hagas
cántalas, despacio, para que yo las oiga. Te hago hacer
este trabajito para saber si en el grupo de cartas que
vas echando está la que pensé, y que tú adivinarás” (ver
figura). 4 ) Cumplidas mis instrucciones, le manifiesto
que la carta en que pensé se encuentra entre el grupo
que acaba de contar (ver figura). "Toma estas cartas,
con las figuras mirando al suelo; quita la del lomo y
déjala sobre la mesa; la siguiente, ponía debajo del pa­
quete que tienes en la mano; así, una sobre la mesa y
otra debajo del paquete, hasta quedarte con una sola
carta en la mano. No la mires y avísame cuando la ten­
gas. ¿Entendido?” 6 ) "¿Ya está? Yo estaba pensando en el
rey de oros. ¿Quieres darla vuelta?” Estoy acertado, y
mi amigo desconcertado, con el fenómeno cartomágico.

PROCEDIM IENTO: Estando solo cuando realizo este


juego, necesito únicamente un lápiz y un papel. Sobre
este último escribo, digamos, los números del 1 al 20,
en columna vertical. Mientras mi amigo está cantando
(movimiento número 3 ) las cartas que ha tomado del
paquete, las anoto correlativamente al lado de los nú­
meros que he escrito, en forma simplificada. Tengo, por
ejemplo:
CARTOMAGIA 99
al espectador para que los mezcle bien con sus corazo­
nes. "E l juego consiste en repartir diez cartas, caras aba­
jo, a cada uno. Si usted tiene la suerte de darse más co­
razones que yo tréboles, ganará la partida.” Ya distri­
buidas las cartas en dos montones iguales, y elegido el
grupo que más le agrade, le digo que saque de su pa­
SOTA DE BASTOS quete todos los corazones que tenga. Supongamos que
saque ocho: al sacar mis tréboles muestro también ocho.
Ambos tenemos la misma cantidad.
HAGO Y DIGO: De un mazo de naipes de póker saco
veinte cartas; luego pongo diez de ellas con las figuras Segundo round: menciono que el round anterior fue
mirando hacia arriba y las restantes con las figuras mi­ mera casualidad. Digo que junte todas las cartas y las
rando abajo. Después de mezclarlas y enseñar que to­ vuelva a mezclar. Esta vez reparto yo. Saco del lomo
diez cartas para el espectador, guardándome las restan­
das están bien alternadas, entrego el paquete al espec­
tador para que cuente y quite, de arriba, de abajo o tes. De mi paquete tiro sobre la mesa todos los tréboles
del medio (de a una, dos o tres cartas a la vez), hasta que tengo, digamos cinco, y apuesto al espectador que
dejar diez naipes extendidos sobre la mesa en línea ho­ si tiene más de cinco corazones le haré un obsequio.
Al mirar sus cartas descubre que tan sólo posee cinco.
rizontal. Terminada esta operación, le ruego que me de­
vuelva las diez cartas que le quedan, e inmediatamente
Tercer round: manifiesto querer darle una nueva chan­
procedo a colocar, de mi paquete, una carta frente a
ce. Después de mezclar las cartas, lo instruyo para que
cada una de las del espectador. Resultado: yo tengo
esta vez las reparta de la siguiente manera: la carta de
la misma cantidad de cartas con las figuras mirando al
lomo, que la pase a boca, y la siguiente la deje sobre la
techo que las que tiene el espectador que miran al suelo.
mesa, vale decir alternando. Que prosiga así hasta sacar
El método es tan sencillo y mecánico, que inmediata­
diez cartas. Le doy la oportunidad de jugar con los naipes
mente puede adaptarse el principio matemático en que
que están sobre la mesa, o con el remanente que tiene
se basa, a varias maniobras que confundirán y asom­
en la mano. Otra vez tendrá tantos corazones como yo
brarán al espectador. Recoja las veinte cartas extendi­
tréboles.
das, reúnalas con el remanente del mazo, y sin darle
tiempo a ponerse en guardia, golpéelo así:
Cuarto round: digo que el juego se complicó un po­
quito, y que "para su beneficio” trataré de hacerlo más
Primer round: manifiesto haber inventado un simple
fácil y claro. Le hago mezclar otra vez, y extender las
juego de azar, e indico a cualquier persona que elija su
cartas boca abajo sobre la mesa. Será necesario que ei
palo favorito. Supongamos que haya elegido corazones.
espectador tome, al azar, diez cartas de distintos sitios,
Sacará, entonces, diez corazones del mazo. Para contras­
esto es, del medio o de cualquiera de los extremos. Y
te, hago lo propio sacando los tréboles. (E n naipes es­
seguiré teniendo tantos tréboles como el espectador co­
pañoles pueden ser los oros y las copas). Los entrego
razones.
100 JOSÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 101
Quinto round: vuelvo a decirle que mezcle bien las pués cambio el procedimiento: tomo una carta del lomo
cartas, repartiéndolas luego de tres ep tres, y que del y la coloco en el paquete de cartas que ya tengo. Luego
remanente (dos naipes) entregue una a cada uno. Am­ una de boca sobre el del espectador, y sigo alternando,
bos tenemos ahora diez cartas. Hago, para mayor realis­ hasta finalizar. Resultado: el espectador tiene diez cartas
mo, elegir al espectador el montón que más le guste. rojas y yo diez negras. De este modo lo acabo de rematar
Hacemos abanico, como si jugáramos una partida de mentalmente.
naipes. Ahora ¡atención! E l espectador debe comenzar Como dije antes, el juego sale automáticamente, ex­
el juego tirando sobre la mesa todos los corazones que cepto el último round. Sin embargo, para el espectador
tenga, uno por vez, y yo tengo que encimar un trébol habré adquirido el título de campeón en juegos de nai­
sobre cada corazón que me tire. "Ganará el que logre pes.
encimar mayor número de cartas.” Ambos podemos en­
cimar únicamente la misma cantidad y, para mayor sor­ Nota: Para operar con cartas españolas aparte, diga­
presa, el espectador tendrá en sus manos tantos tréboles mos, 10 oros y 10 bastos.
como vo corazones.

Sexto round: éste será el round culminante y final.


Preste atención, amable lector, pues el juego tiene una
pequeña variante.
Mientras está en proceso el quinto round, cuento men­
talmente las cartas que va echando sobre la mesa. Ima­
ginemos que en total fueran doce. En manos del espec­
tador, ineludiblemente, habrán de quedar cuatro trébo­
les, y en las mías cuatro corazones. Al recoger las doce
cartas de la mesa, que están con las figuras mirando
hacia arriba, invierto la posición del paquete y coloco
mis cuatro corazones encima; después pido al espectador
sus cuatro cartas, que son tréboles, y las pongo encima
de los cuatro corazones. El paquete, en este caso, está
formado de la siguiente manera: en el lomo, cuatro tré­
boles; siguen cinco corazones, y luego en forma alternada
1 T, 1 C, 1 T, 1 C, etc., quedando finalmente un trébol en
boca. Hago, con todo el paquete, un corte falso, y expreso
a mi contrincante que daré término al juego. "E l juez lo
acaba de anunciar con su silbato. ¿No lo oye usted?” Re­
parto, desde abajo, una carta para cada uno, hasta llegar
a doce en este caso, es decir, hasta terminar con las alter­
nadas que estaban en boca. Empiezo dándome yo. Des­
HAGO Y DIGO: 1) Ruego al espectador que quite
del mazo (de póker) seis cartas rojas y las ponga sobre la
mesa, apiladas, las figuras mirando al suelo. Que haga lo
mismo con seis negras, dejándolas encima de las pri­
meras. 2 ) Tomo, con la mano izquierda, el grupo de
doce cartas, y las cuento "para estar seguro de que son
doce”. 3 ) Lo hago en voz alta: "Una, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho . . . ” pasándolas de la mano iz­
quierda a la derecha en forma normal, pero cuidando
de colocarlas una encima de la otra. A esta altura del
juego he invertido la posición de ocho cartas. 4 ) En se­
guida extiendo, en abanico, el remanente y digo, dando
la impresión de que trato de ganar tiempo: ” . . . y cua­
tro son doce: correcto” (figura 1 ). jAtenciónl Estas cua­
tro cartas las tiro sobre la mesa poniendo encima las
que tengo en la mano derecha. Si los movimientos han
sido efectuados de la manera explicada, el grupo de do­
ce cartas ha quedado con las figuras mirando hacia abajo
y, vistas desde arriba, como sigue: las dos primeras,
rojas; las seis siguientes, negras, y las cuatro últimas ro­
jas. Para el espectador, por supuesto, no ha existido
ningún cambio en su posición. Ahora, entre usted y yo,
sabemos que están ordenadas de una manera preconce­
bida y que la clave del juego radica precisamente en
eso. 5 ) Aparto las seis primeras cartas del lomo, sin
alterar el orden, y las dejo sobre la mesa; las otras seis
van ubicadas al costado izquierdo. Se forman así dos pi-
104 JOSÉ XETZELMAN

Hago el cambio. 7 ) En seguida enseño la carta de lomo


de cada uno de los paquetes. Evidentemente, a pesar de
haber diferido la colocación de las cartas guías, los co­
lores coinciden. Quito entonces el naipe que está en
lomo de cada uno de los montones y lo pongo encima
de la guía. Es decir, que hay ahora dos naipes negros
y dos rojos, con las figuras mirando hacia arriba; el re­
manente ha quedado en su posición normal. S) Recojo, REY DE BASTOS
con la mano izquierda, uno de los grupos de cuatro
cartas que ha quedado con las figuras mirando hacia
abajo, y lo recuento de esta manera: digo “una”, deslizo Cuando algún espectador me pide que le adivine el
la carta del lomo a la mano derecha; “dos”, y paso la porvenir “echando las cartas”, le manifiesto que nunca
segunda encima de la primera; formando abanico con conduzco un arte, como es la cartomagia, por terrenos
las dos restantes, digo "tres y cuatro”, pero sin cambiar ajenos a los del entretenimiento. El destino es uno solo
el orden, las dejo DEBAJO ae las dos previamente con­ y las cartas no lo resuelven. Sin embargo, gentil lector,
tadas. Procedo de la misma manera con el otro grupo permítame que lo distraiga con un juego cuyo principio,
de cuatro cartas. Cada paquete lo vuelvo, después de dicen, está basado en los “horóscopos” :
contar, a su respectiva posición sobre la mesa (figuras
mirando al suelo). 9 ) Tomo las cartas indicadoras y
HAGO Y DIGO: 1) “Sinceramente, señorita, no quie­
las cambio de ubicación, es decir, las dos negras en el
ro abusar de su confianza en mí forjando una serie de
sitio de las rojas y éstas en el de las primeras. Enseño
embustes para predecirle el porvenir, y llenándola de
la carta de lomo v boca de cada paquete. Quito la carta
ilusiones o desengaños. . . Por favor, colabore conmigo
de arriba de cada uno de ellos, colocándola sobre las
y sea parte activa de esta ilusión.” 2 ) Dejo un mazo
indicadoras. A esta altura del juego hay tres cartas ro­
de naipes sobre la mesa y digo que, por medio de ellos,
jas y tres negras con las figuras visibles. 10) Nueva­
voy a adivinarle el mes, fecha, día de la semana y hora
mente cambio de posición los naipes indicadores; como
en que nació, sin interesarme el año (por discreción).
antes, doy vuelta la carta del lomo de cada paquete, y
3 ) “Ruégole quiera tener la gentileza de dividir el ma­
enseño que coinciden con éstos. Las agrego. Tengo, fi­
zo en dos. Una vez que me ponga de espaldas quitará
guras arriba, cuatro cartas negras y cuatro rojas. 11)
del montón izquierdo, para poner encima del derecho,
Finalmente cambio las guías, doy vuelta las dos últimas
una carta por cada mes, hasta llegar al que corresponda
y también “siguieron a sus respectivos colores”.
al de su nacimiento.
L a extrema sencillez de todas las operaciones, y el
Imaginemos que éste haya sido en mayo: quitará del
asombro que producen, harán de este juego uno de sus
paquete izquierdo cinco cartas. De ser otro mes, prose­
predilectos.
guirá quitando cartas, una por mes, hasta llegar, por
ejemplo, al de diciembre; en este último caso, habrá
pasado de un montón a otro doce cartas. ¿Entendido?”
(M e coloco de espaldas mientras la espectadora ejecuta
iu7
una tercera vez no estamos en presencia de una mera
coincidencia. Probablemente le sea difícil conocerla; en
ese caso, ruégole quiera determinarla como antes. Corte
el mazo v separe una hora imaginaria, entre la 1 y las 12,
quitando cartas siempre de arriba hasta llegar a la elegi­
da. Mis estudios astrológicos me darán un número que ha­
brá de coincidir con esa hora, permitiéndome, además,
saber si ésta corresponde al día o a la noche.” Digamos
que la espectadora nació a las cinco, pasando, por en­
de, cinco naipes. Repito los procedimientos anteriores
e informo a la señorita que nació a las cinco de la ma­
108 JOSÉ KETZELMAN C ARTO MAGIA 109
tos, formar otro. De este modo la espectadora deva es­ esperar. ¿Conoceré las pirámides de Egipto? Caramba,
critas dos cantidades. “ Dispóngalas en orden, el número caram ba. . . ¿Cuánto cuesta el viaje? Estudiaré la for­
menor debajo del mayor, pues en seguida efectuará una ma de economizar. . . Un año, tal vez dos, pero iré. De
resta. Hágala. Ahora preste atención: sume los números esta manera, señorita, sea usted misma el arquitecto de
de la cantidad resultante entre sí, hasta reducirla a un su propio destino. No espere a que alguien le invente
número dígito. A este único número súmele el día en que uno con las cartas. En la vida somos como queremos ser,
nació, supongamos sea un 15. Evidentemente, estando de no como debemos.”
espaldas o retirándome, no tendré ni la más remota idea
del valor de las cartas que ha quitado de mi planetario PROCEDIM IENTO: Muy sencillo y automático. Es­
y con las cuales libremente compuso un a determinada triba en haber colocado secretamente, antes de comen­
cifra. Sin embargo, señorita, una vez que finalice dicha zar el juego, doce cartas de poker por orden correlativo,
cuenta, le diré exactamente el día de su nacimiento.” del uno al doce (el jack vale 11 y la dama 12) encima
En este caso la espectadora canta veinticuatro, y digo del mazo, y de manera que la dama sea la primera carta
que nació el día 15. Acierto otra v e z . . . Cuarto engaño. del lomo (figura 1 ). Luego que el espectador, en los
tres ejemplos descriptos, pasó las cartas que le corres­
He aquí explicado gráficamente el ejemplo, para pondían del montón izquierdo al derecho, CUENTO T R E ­
mayor comprensión del lector: C E CARTAS D EL LOMO HACIA ABAJO, sin alterar
el orden, es decir, que al contarlas queden tal cual las
N ú m e ro c o m p u e sto a l a z a r ........................................................ .... 2 .1 5 1 encuentro en el paquete (figura 2 ). Siguiendo las expli­
N ú m e ro in v e rtid o o fo rm a d o c o n lo s m ism o s d íg ito s . . — 1 .5 1 2 caciones del “Hago y Digo”, la carta que encontrase
R e su lta d o d e la re s ta ........................................................ .................. 639 en esa posición (haciendo de número trece) y que trai­
6 m á s 3 m á s 9 = 1 8 ; r e d u c ie n d o a u n d íg ito : 1 m á s 8 = 9. go sin enseñar (movimiento 4 ) en los tres casos expues­
S u m a d o a l d ía d e l n a c im ie n to : 9 m á s 1 5 = 2 4 . tos, será infaliblemente la que me indique el número de
cartas pasadas por el espectador. ¡Atención! A los efec­
Recibidos los aplausos, como espero, hago a la espec­ tos de continuar el juego ( movimientos 5, 6 y 7 ) cuando
tadora esta pequeña sugerencia: “Habiendo echado las quito la carta clave (movimiento 5 ) , o sea la número
cartas, y adivinado que usted nació el quince de mayo, trece, mantengo separado el grupo que está encima, y al
dia sábado, a las cinco horas, no escapará a su criterio volverla al paquete la dejo en el mismo lugar de donde
que en base a las mismas "trampitas” que le hice pue­ la saqué (figura 2 ). Inmediatamente cierro la separación
do hablarle, también trampeándole, con respecto a su y cuento, de arriba del paquete, tantas cartas como el es­
porvenir. Por eso le a consejo que usted misma, cuando pectador quitó del montón izquierdo y puso en el dere­
llegue a su casa, eche cartas y se conteste las preguntas cho (en el primer caso cinco, en el segundo siete y en el
cuyas respuestas desee, siempre con optimismo. ¿Ten­ tercero cinco) y las pongo debajo del paquete que ten­
dré dinero? Claro que sí, ahorrando. ¿Saldrá premiado go en la mano; vale decir que la dama queda otra vez
el billete de lotería que poseo? Por supuesto, si mi nú­ en el lomo del grupo. Dejo este paquete sobre la pila
mero está en el bolillero; las chances son uno contra de cartas que está encima de la mesa; lo hago cortar
quinientos mil, pero no importa si tengo paciencia para aproximadamente por la mitad, como al principio del
110 JOSÉ KETZELMAN

juego, y prosigo ejecutando los movimientos números


seis y siete. E l movimiento número ocho es netamente
matemático, y siempre la suma de los dígitos entre sí
habrá de ser nueve (axioma bien conocido), número que
en todos los casos habré de restar al cantado por el es­
pectador, para saber el día en que nació. Si por rara
coincidencia formara un número "capicúa” y lo invir­
tiera, el resultado de la resta sería cero; en consecuencia AS DE OROS
hay que advertirle que no debe operar con números "ca­
picúa” o, de lo contrario, que "m e indique si tuvo la
suerte de sacarlo”. En tal caso el número que mencione HAGO Y DIGO: 1) Antes de comenzar el juego he
será el correspondiente al día en que nació. Es prefe­ puesto, secretamente, las siguientes cartas encima del
rible, con todo, que no se opere con esta clase de lomo: primero los cuatro diez (1 0 ); encima de ellos
números. los cuatro seis (6 ) y, finalmente, los cuatro dos ( 2 ) ,
vale decir que los "dos” son las primeras cartas del
lomo. (E n cartas españolas, mazo de cuarenta, al rey
puede asignársele como valor 10). 2 ) Invito a elegir una
carta e, intencionalmente, formo un abanico, figuras mi­
rando al suelo, manteniendo a la vista sólo los dorsos de
las doce cartas previamente preparadas; el resto de las
cartas lo tengo bien igualado y sujeto con la mano iz­
quierda debajo del último diez (figuras 1 y 2 ) . Presen­
tando el abanico, rápidamente, en esa forma, induzco al
espectador a tomar una carta cualquiera de entre las
mencionadas. (También puedo forzar la carta siguiendo
las explicaciones del juego Siete de Copas.) 3 ) Una vez
hecho esto, el espectador destapa la carta elegida y la
deja en un lugar aparte de la mesa. Entre tanto cierro
el abanico y dejo el mazo sobre la mesa con los dorsos
mirando al techo. 4 ) En seguida le suplico que lo divida
en tres montones más o menos iguales; el último de és­
tos (derecha) tiene encima las once cartas preparadas
previamente, y la que falta, digamos un dos, se encuen­
tra sobre la mesa con la figura visible. 5 ) Ahora ruego
al espectador que tome el montón de la izquierda (ori­
ginariamente la boca del mazo) y haga pasar, del lomo a
la boca de este paquete, tantas cartas como valor tenga
una carta del mismo valor que la que separó al princi­
pio, le ruego que tome la carta apartada desde el co­
mienzo del juego (el dos) y que con ella vaya abani­
cando cada uno de los montones. Mientras está ocupado
en echar aire, voy pronunciando la "palabra mágica”
MULAMULA que "es la que en forma invisible hace
que cualquier carta del lomo de cada grupo (para el
espectador son todas indiferentes) se transforme en otra
de igual valor a la que tiene en la mano”. A continuación
le pido que destape las cartas que están arriba de los
distintos montones y resultan, en efecto, todos dos.
Recuerde que, al colocar por tercera vez las dos car­
tas arriba de cada montón, el espectador no debe mi­
rarlas. Hay encerrada en esta trampa una forma sutil
de impresionar que es, si se quiere, un motivo que jus­
tifica, al final, la pronunciación de la palabra mágica
MULAMULA.
dos”. Pongo el "dos” al costado derecho del "as”. Final­
mente recalco: "E l tres” que también ubico al costado
del "dos”. A esta altura del juego tengo tres cartas sobre
la mesa, en línea horizontal, con las figuras mirando al
suelo (fig. 2 ). Para el espectador son, evidentemente, las
cartas cantadas. 5 ) Seguidamente digo: "Tomo el as”, le­
vanto la primera carta de la izquierda y la coloco encima
del mazo, cuidando de no mostrarla. Doy un golpecito
"mágico” sobre el paquete y . . . ¡atenciónl quito la car­
ta que está debajo del mazo. Resulta ser, para sorpresa
del espectador, el as que coloqué arriba. Quito el as y lo
pongo sobre la mesa con la figura mirando al techo.
Prosigo diciendo: "Tomo el dos” y lo coloco deba­
jo del mazo, en el lugar que ocupaba el as; doy otro
golpecito. . . y el dos aparece arriba. Quito el dos y lo
arrimo al as, también con la figura visible. Finalmente
digo: "Tomo el tres” y "para variar el procedimiento”,
lo pierdo en medio del mazo. Doy el último golpecito
"mágico” y el tres queda abajo.

PROCEDIM IENTO: Le disipará la impresión de que


este juego requiere una extrema habilidad, la suma senci­
llez con que está concebido. El secreto estriba en que co­
rro un poco hacia atrás (ver desliz) la primera carta,
el as, que está, al iniciarse el juego, debajo del mazo.
En consecuencia, al cantar "As” quito en realidad la se­
gunda carta, o sea el dos. Luego canto "Dos” y quito la
tercera, o sea el tres. Finalmente, cuando digo "Tres”
quito una carta indiferente. El as queda de tal manera
debajo del mazo, y mantenido deslizado. Disimulada­
mente lo vuelvo a colocar en su posición original y pro­
sigo el juego en la forma explicada.
Cuando coloco la carta indiferente en medio del mazo,
dando como excusa una variación en el procedimiento,
no tengo más objeto que el de evitar cualquier sospecha.
CARTOMACIA 117
destapo tres cartas: son tres dos. Pregunto al especta­
dor cuál de ellos falta (el espectador nombra el dos no
visible), digamos el dos de espadas. 7 ) En seguida lo
invito a tomar cualquier carta del mazo y que, a guisa
de abanico, eche un poco de aire por encima del naipe
que aun falta destapar. Recalco, entretanto, que el aíre
TRES DE OROS así producido por la carta ha reemplazado al viejo so­
plido mágico, y que como consecuencia de ciertos ele­
mentos químicos invisibles que voy a desparramar (in­
HAGO Y DIGO: 1) Del medio del mazo hago quitar troduzco la mano en el bolsillo e imaginariamente lo
una carta y recordaría; devolverla encima del paquete, hago), el mismo espectador estará facultado, no para
cortar por donde se guste y completar el corte. 2 ) Recojo hacer aparecer el dos faltante, tácitamente visto antes,
el mazo; formo un abanico con las figuras mirando a sino para transformarlo precisamente en la carta que eli­
mi cuerpo; busco los cuatro dos ( 2 ) sin hacer ningún gió. Destapada la última carta, o sea la de la izquierda,
comentario, y los dejo en la boca del mazo, juntamente resulta que efectivamente es así (fig. 3 ) .
con la carta del espectador que está en medio de ellos
(figura 1 ), cerrando después el abanico. 3 ) Enseño PROCEDIM IENTO: Antes de comenzar el juego pu­
la primera carta visible (b oca) y la nombro: "Dos se, secretamente, dos dos cualesquiera en lomo, y los
de oros”; vuelvo el mazo a su posición original; quito dos restantes en boca. El espectador saca del medio una
el dos de oros y lo dejo sobre la mesa, con la figura carta y la pone encima del mazo (movimiento N9 1 );
mirando al suelo. 4 ) Nuevamente muestro la carta de al cortar y juntar las dos mitades, por supuesto que la
boca y la nombro: "Dos de espadas”. Corno antes, carta vista ha quedado en el medio de los dos. Cuando
quito el dos de espadas ( en realidad la carta del formo el abanico (movimiento N9 2 ) localizo estas cin­
espectador) y lo dejo encima del de oros. De la misma co cartas (el público ignora mis intenciones con respecto
manera aparto y enseño los últimos dos, pero esta vez al juego) y para llevarlas a la boca del mazo, separo el
sin nombrarlos (diciendo solamente "otro dos” ). Evi­ paquete en dos mitades: tomo con la mano derecha to­
dentemente, el espectador ha visto que dejé sobre la me­ das las cartas indiferentes que están delante del primer
sa, formando una pila, los cuatro dos (figura 2 ). Aban­ dos de mi derecha y las coloco detrás de las que tengo
dono el mazo y recojo dicha pila, figuras mirando al sue­ en la mano izquierda. Este sencillo y rápido movimiento
lo, y, para mayor satisfacción del espectador, procedo a hace que la boca del mazo tenga las cinco cartas reque­
verificarlos. Enseño la boca: es un dos. 5 ) Vuelvo la ridas. Siguiendo las explicaciones del "Hago y Digo”
pila a su posición original y quito el "dos de oros” que
(movimiento N9 4 ) cuando enseño el segundo dos, y
ae/o, boca abajo, sobre la mesa. Prosigo de la misma
ya puesto el paquete boca abajo, deslizo la actualmente
manera, enseñando y quitando los tres dos restantes,
primera carta (ver desliz), quito y dejo sobre la mesa,
pero sin nombrarlos. Los pongo uno al lado del otro. 6 )
en realidad, la segunda carta, la del espectador, que pa­
¡Atención! Comenzando por la primera de la derecha,
ra él será un dos. Continúo el juego, sacando de abajo
naturalmente, es un dos. De aquí en adelante sigo el
juego sin mostrar la carta de boca, por la razón ya co­
nocida, y, una vez finalizado, la carta del espectador
es la primera de la izquierda.
CARTO MAGIA 121
trevérelas a su antojo. Gracias.” 3 ) Después de seme­
jante revoltijo tomo el mazo y digo que voy a tachar, o
borrar, a propósito para el experimento, tres números de
cualesquiera de las hojas. "Para ello quitaré tres cartas;
esto equivaldría a haber hecho una omisión de números.
Voy a demostrar que intuitivamente los encuentro o ha­
go encontrar por un espectador.” 4 ) Abro el mazo en
CUATRO DE OROS forma de abanico, de izquierda a derecha, con las figu­
ras mirando a mi cuerpo. Rápidamente, y de manera que
por ningún concepto llame la atención, me fijo de reojo
HAGO Y DIGO: 1) "Las personas que están acostum­ en las tres primeras cartas que están a la derecha del
bradas a trabajar con números (contadores públicos, em­ abanico, y que intencionalmente dejé bien visibles. (E s
pleados bancarios, cajeros, etc.) que se han pasado to­ muy importante hacerlo con el mayor disimulo, por la
da una vida haciendo balances, pueden apreciar los sin­ razón que explicaré más adelante.) Hago caso omiso
sabores que representa encontrar una diferencia entre del palo; me interesa tan sólo el valor. Supongamos que
el Debe v el Haber de una cuenta. Las cifras totales del las tres primeras cartas (después que el espectador las
uno y del otro tienen, ineludiblemente, que ser iguales. mezcló libremente) resultan ser una sota de oros, un
Con el andar del tiempo —treinta o cuarenta años— el seis de espadas y un dos de copas. (Considero como
dominio que se adquiere sobre los números es tal, que valores: sota, diez; caballo, once; y rey, doce.) 5 ) En
mentalmente se tienen ya catalogados: vale decir, que seguida procedo a buscar, al azar para el público, tres
se conocen al dedillo aquellos que hacen pelar las cejas cartas de igual número a las que están correlativamente
y los que, íntimamente, producen inigualables satisfac­ a la derecha del abanico, y que en una forma u otra
ciones. Exactamente como usted, señor (dirigiéndome a he memorizado. Encuentro la primera de ellas, una sota
un espectador) que vive al día con su sueldo, por ejem­ de copas, que está ubicada, por ejemplo, en el centro
plo, tendrá catalogado "in mente” el número treinta y del abanico de naipes. La quito, dejándola a mi frente
uno, día de cobro, como uno de sus favoritos. ¿Lo pensó con la figura mirando al suelo, mientras digo: "Aquí
alguna vez? Y el número uno, primero de cada m es. . . tengo uno de los tantos números que, como dijera mís-
mejor no encontrarlo. El recibo del alquiler, el sastre. . . ter Churchill, cuestan lágrimas, sudor y sangre localizar.”
¿para qué seguir? Este conocimiento numérico comercial Vuelvo a ojear los naipes con la cara de inocente que
financiero me ha permitido inventar un juego de carto- pondría un jugador de truco teniendo el as de bastos y
magia digno de llevar el rótulo "made in nuestro país”. el as de espadas en la mano, o la que pondría uno de
2 ) “Tome, señor, las cuarenta hojas sueltas de mi libro póker teniendo, servidos, cuatro ases. Busco y aparto un
moderno (entrego el mazo) y observe detenidamente seis de oros (el que encuentro primero a mano) y lo
que cada una lleva un rubro distinto: oros, bastos, copas dejo a la derecha ae la carta anterior. Repito la búsque­
y espadas. Comprobará también que llevan distinta nu­ da y retiro finalmente el dos de bastos. Lo pongo tam­
meración. Examínelas atentamente, cual si fuera el ins­ bién a la derecha de la que acabo de sacar. Ambas car­
pector de impuesto a los réditos. Ahora, por favor, en­ tas, como la primera, las coloco con las figuras mirando
y aparte, en la forma que prefiera, un último número
(naipe) y lo corra, también cara abajo, frente al que
está libre. (E jecu ta). "Gracias, s e ñ o r ... muy amable.”
13) A continuación reúno la cinta de naipes que tengo
extendida sobre la mesa de derecha a izquierda (repito:
DE DERECHA A IZQ UIERD A). Inmediatamente reco­
jo el mazo y lo llevo, bien encuadrado, a la mano iz­
quierda. Percátese, amigo lector, de que las tres cartas
que estaban a la derecha del abanico (movimiento nú­
mero 4 ) son las tres primeras cartas de abajo del mazo.
En consecuencia, la sota de oros está en boca, sigue el
seis de espadas y luego el dos de copas. L a "trampita”
ha quedado preparada para ser aprovechada en su cul­
124 JOSÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 125
minación. 14) "Voy a mezclar el remanente del mazo, mente formadas (figura 2 ). Debajo de ellas debe haber
que imaginamos son hojas o números; cuanto más en­ una carta del mismo valor que el de la que está desta­
treverados estén los números, mejor.” (Ejecuto la mezcla pada. (Y aquí reside la tram pa). 17) Corto (no olvi­
falsa b ) para retener varias cartas en la boca del ma­ darse) cada pila, y completo el corte (puede hacerlo
zo. Ver página 2 0 ). Luego digo que voy a formar tres el espectador). Automáticamente, sobre cada una de
pilas de cartas, aproximadamente iguales, dejándolas las cartas que están caras arriba, se reunirán las otras
frente a cada una de las que están en la segunda hilera. del valor correspondiente. 18) Reúno las tres pilas en
Atención, lector, que voy a describir el movimiento más cualquier orden; el mazo ha quedado reconstituido. Des­
importante del juego. Para formar estas tres pilas eje­ pués de cortar y completar el corte lo esparzo, figuras
cuto la mezcla falsa a ) , por medio de la cual puedo arriba, en línea horizontal, sobre la mesa, y de izquierda
retener una sola carta en la boca del mazo (página 19) a derecha. Ahora, en la cinta de naipes, nay tres cartas
y echo un grupo, digamos de doce cartas, encima de las con las caras mirando al suelo (figura 3 ) . Quito estas
dos únicas que mantengo (figura 1) en la mano izquier­ tres cartas, por tumo, haciéndolas formar pareja con las
da. El actual grupo de catorce cartas ( con la sota de oros que están a su izquierda, vale decir: primero el dos, lue­
en boca) lo dejo apilado sobre la mesa, caras mirando go el seis y finalmente la que hace pareja con la sota.
al suelo, frente y a la izquierda de la primera carta de Dejo cada pareja en un lugar aparte ae la mesa. (L o co­
la segunda hilera (la del espectador). Repito la mezcla rrecto sería quitarlas con las que están a la derecha). 19)
falsa a ) echando otros tantos naipes sobre la nueva Inmediatamente repliego la cinta de naipes, y abandono
carta del lomo y la actual segunda de boca (seis de es­ el mazo con las figuras mirando al suelo. 20) "H ace un
padas). Deposito este nuevo lote de cartas al lado del momento aparté tres números que sumaban diez y ocho
anterior. ¡Atención! El remanente del mazo, que con­ y que son los que precisamente están visibles. Debajo
servo en la mano derecha, y que tiene debajo el dos de de ellos quedaron tapados los que, por intuición, usted
copas, lo abandono, tal cual está, es decir, sin hacer la apartó al azar. ( No es exacto.) Por favor___ des­
mezcla falsa, al lado del anterior. De tal modo he logra­ tápelos usted mismo.” (Ejecuta.) Por supuesto que las
do formar tres pilas; cada una de ellas tiene en la boca tres parejas de cartas son de idéntico valor. "Señor, es
la carta que conozco con anterioridad (movimiento nú­ éste un caso de perfecta intuición numerológica. Este
mero 4 ) . 15) "Examinemos ahora mis números de suer­ descubrimiento cartomágico, ayudado por su sensibili­
te”, digo. Doy vuelta las tres cartas de la primera hilera, dad, ha respondido a las mil y una maravillas. ¿Sería
y las dejo, caras arriba, sobre las que ocupan el mismo ahora indiscreción preguntarle si en su vida privada hay
orden en la segunda (la del espectador). Éstas están un "algo” que le recuerde el número diez y ocho? ¿Ó
con las figuras caras abajo. Quedan, por lo tanto, el día veintiséis del mes de octubre? (2-6 para el día;
visibles: el dos de bastos, el seis de oros y la sota de 10 para el mes del año). Si así no fuera, tenga presente
copas. "Dos más seis, más diez, suman diez y ocho: uno estos números para el futuro. Su facultad numérica es
de mis números predilectos y constructivos”, digo. 16) A extraordinaria. Aprovéchela, señor, y buena suerte. Re­
continuación levanto por turno cada una de estas pa­ cuerde, eso sí, que mi objeto ha sido entretenerle: lo
rejas y las coloco, manteniendo el orden, o sea de iz­ demás es fantasía.”
quierda a derecha, encima de las tres pilitas reciente-
126 JOSÉ KETZELMAN

Síntesis del juego


a) M ira r se c re ta m e n te las tre s p rim e ra s c a rta s d e la d e re c h a d e l
a b a n ic o , q u e e stá n c o n la s fig u ra s h a c ia m i cu e rp o .

b) E n u n a im a g in a ria b ú sq u e d a , lo c a liz a r tre s c a rta s cu y o s v a lo ­


res se a n ig u a le s a los a n te rio re s, sin p re o c u p a rse d e l p a lo , y
d e ja rla s d e iz q u ie r d a a d e r e c h a so b r e la m esa .

c) M e z c la fa ls a .
CINCO DE OROS
d ) E x te n d e r e l m a z o c a ra s a b a jo p a ra q u e e l e s p e c ta d o r q u ite y
d e je fr e n te a la s m ía s tre s c a rta s c u a le s q u ie r a .
HAGO Y DIGO: 1) Doy a mezclar libremente el mazo
e) R e c o g e r la c in ta d e n a ip e s ; m e z c la fa ls a b y d iv isió n d e l m azo
e n tre s p ila s e je c u ta n d o la m e z c la a.
de naipes, y al recibirlo me fijo disimuladamente en la
carta de boca (supongamos sea el as de bastos). 2 ) E x­
f) C o lo c a r d e sta p a d a s , so b r e la se g u n d a h ile ra , la s c a rta s d e la
tiendo el mazo sobre la mesa, en línea horizontal, de
p rim e ra h ile ra .
izquierda a derecha, con las figuras mirando al suelo.
g ) E n c im a r la s a la re s p e c tiv a p ila d e a b a jo .
3 ) Del mazo así esparcido invito al espectador a que
h ) C o r ta r y c o m p le ta r e l c o r te e n c a d a u n a d e las p ila s. saque dos cartas, sin necesidad de mirar sus caras. 4)
i) R e c o n stru ir e l m a z o . Recojo las cartas que he extendido y las igualo; en se­
j) E s p a rc irlo , c a ra s a rr ib a , so b r e la m e sa , d e iz q u ie rd a a d e re c h a . guida le pido que tome las dos cartas que acaba de se­
parar y coloque una en la boca y otra en el lomo del
k) Q u ita r c a d a u n a d e la s c a rta s ta p a d a s c o n la q u e e stá a su
iz q u ie r d a .
mazo. 5 ) "D e este modo —digo— podrá usted compro­
bar que no utilizo ninguna carta clave.” Sin embargo,
l) D a r v u e lta la c a r ta ta p a d a d e c a d a p a re ja .
usted y yo sabemos que existe (el as de bastos) y que
esta carta clave es actualmente la segunda de boca. 6 )
Invito al espectador a que divida el mazo en dos partes
más o menos iguales. Recojo la que fué mitad superior
(cortado el mazo normalmente, estará a la derecha) y
la desecho "para hacer el juego más corto”. Queda en­
tonces sobre la mesa un solo montón de cartas. 7 ) Pido
al espectador que divida este montón en dos partes. 8 )
Recojo la mitad superior (derecha) dejando sobre la
mesa la inferior (b o ca). 9 ) Manifiesto que "para el me­
jor éxito del juego, debemos tener la misma cantidad de
cartas en ambos grupos” y, en consecuencia, le invito
a tomar sus naipes (mitad izquierda) y contarlos al mis­
mo tiempo que yo. 10) Ambos contamos, entonces, de
aniba de nuestros respectivos grupos, una carta a la
128 JOSÉ KETZELMAN
c a rto m a g ia 129
vez, y las colocamos sobre la mesa una encima de la
hago movimientos ondulantes con la mano mientras el
otra. De este modo quedará invertido el orden, es decir
espectador está concentrando su pensamiento en la car­
que la carta que antes estuvo abajo irá a ocupar el lomo
ta, las elevo v las bajo como si tuvieran un poder ex­
del grupo. A esta altura del juego hay sobre la mesa
dos pilas de cartas. 11) La pila del espectador contiene, traño, y finalmente tomo una carta. Es precisamente
por ejemplo, doce cartas, y la mía once. ¡Atenciónl Pa­ el as de bastos.
ra "igualar cantidades” (pretexto que no tiene más ob­ Puedo asegurarle, amigo lector, que con este juego he
jeto que hacer que el mismo espectador invierta la po­ engañado a muchos de mis colegas y asombrado al pú­
sición de sus cartas) retiro una carta del paquete de­ blico de inteligencia más que mediana. Fácilmente lo­
sechado, NUNCA del correspondiente al espectador. Si grará usted repetir mi "hazaña” supermental.
el caso fuera a la inversa, por supuesto que pongo el
excedente sobre el paquete que no está en juego. 12) Ve­
rifique, amable lector: con el movimiento precitado, el
as ae bastos, en el ejemplo, ha pasado automáticamente
a ocupar el segundo lugar, contando desde el lomo, en
el paquete del espectador. 13) Recojo el mío y suplico
al espectador que haga lo propio con el suyo. 14) Ahora
el espectador debe repetir EXACTAM EN TE mis movi­
mientos: de mi paquete saco la carta que está debajo y
la meto en el medio del montón; luego la que está arri­
ba la pierdo en el centro de mi paquete. Doy como ex­
cusa una mayor imposibilidad de mi parte para adivinar
la carta que va a mirar. Y llegamos al momento cúspide
del juego. Invito al espectador a que mire y recuerde
la carta que actualmente está arriba de su paquete (es
el as de bastos), y que una vez hecho esto mezcle cuan­
tas veces quiera su montón. 15) Sólo me resta revelar la
carta que miré en el movimiento número 1 (el as de
bastos) y que hice elegir tan sutilmente al espectador.
Para ello, el lector podrá inspirarse en los múltiples
ejemplos que hay en el texto, pero, no obstante, descri­
biré el de mi agrado. Continuando el juego: 16) Mien­
tras converso, también voy mezclando mi paquete; lue­
go lo entrego al espectador diciendo: "Tome mis car­
tas; le será más fácil mezclar las suyas.” Una vez com­
placido, las recibo de nuevo y las agrego al paquete
desechado. Extiendo todas sobre la mesa, figuras arriba,
HAGO Y DIGO: 1) Dejo sobre la mesa dos mazos de
cartas, cuyos dorsos son distintos, para que un espectador
elija el que más le agrade. (Pueden estar sujetos por una
banda elástica, o en sus respectivos estuches). 2 ) Ya de­
cidido por uno de ellos, lo hago cortar cuantas veces
quiera. Si luego de cortar cien veces está satisfecho, se
lo hago dividir en dos mitades, dejando una al lado de
la otra. (Normalmente la parte que era superior debe
quedar a la derecha). 3 ) Que del lomo de la mitad del
corte inferior, o sea el de la izquierda, tome las tres pri­
meras cartas y las distribuya entre otras tantas personas
del público; ninguna de ellas, momentáneamente, debe­
rá mirarlas. 4 ) Especule, amigo lector: desde este instan­
te puede usted tener la oportunidad de consagrarse co­
mo un prodigio en la cartomagia. Mientras el especta­
dor procede a distribuir las tres cartas entre el público,
recojo primero el grupo de la D ERECH A y miro, disi­
muladamente, la carta que está en boca; la retengo en
la memoria y en seguida la junto con la otra mitad, va­
le decir que a esta altura del juego he reconstituido el
mazo elegido por el espectador. 5 ) Dejo este mazo en
poder del espectador, o hago caso omiso de su existencia.
6 ) ¡Atención! Tomo ahora el otro mazo, el no elegido,
y recalco especialmente que durante todo el tiempo ha
permanecido a la vista, dentro de su respectivo estuche.
Antes de abrirlo pronuncio estas palabras incomprensi­
bles para todos (yo soy uno de to ao s): "MAJALAIMA-
132 JOSÉ KETZELMAN

las que tienen los espectadores, habrán de percatarse de


que MAJALAIMAJALAI, con su inmensa sabiduría, hizo
que mis tres cartas fueran exactamente iguales en valor
y palo.

PROCEDIM IENTO: Para lograr este sorprendente jue­


go procedo de la siguiente manera: tengo dos mazos con
lomos distintos: MEZCLO BIEN UNO DE ELLOS. To­ SIETE DE OROS
mo el otro mazo y ordeno las cartas del mismo modo en
que han quedado en el anterior. Ya estoy listo para co­
menzar, de acuerdo a las explicaciones del "Plago y Di­ " C o lo c a d d os c a r ta s , u n a r o ja y u n a n e g r a , d a d a s v u e lta
so b r e la m e sa , y p a sa d la m a n o p o r e n c im a , a la d is ta n c ia
go”. Cuando llego al movimiento número 4, y sabiendo
d e c u a tr o c e n tím e tro s a p ro x im a d a m e n te y p ro c u r a d a d iv i­
la carta que estaba debajo del paquete de la derecha n a r e l c o lo r. S i os re s u lta un a v e z d e c a d a d o s, si a d iv in á is
del espectador, por ejemplo el dos de espadas, busco en v e in tisé is so b r e c in c u e n ta y d os, la c o s a n o es ex tra ñ a .
mi mazo el dos de espadas (en lo sucesivo la llamaré E s n o rm a l. P e ro si a d iv in á is 2 7 , 2 8 , 2 9 . . . c o n tin u a d .
carta clave). Estando ordenados los mazos de idéntica E s tá is e n c a m in o d e a d iv in a r la s 5 2 . E n to n c e s v e ré is q u e
e l v e rb o a d iv in a r es im p ro p io y to rp e . N o sé si h a g o b ie n
manera, las tres cartas que están debajo de la clave se­
en d e c irlo p e r o l a c o n fia n z a e n los p rim ero s é x ito s os
rán las que tienen los tres espectadores, o sea que abrien­ in fu n d irá n ia f e , e sa fe q u e si se f ija e n e l d ie n te d e u n
do los naipes en abanico (figuras mirando al cuerpo) p e rro y s e q u ie r e in te n s a m e n te q u e se c o n v ie rta e n d ia ­
las tres estarán a su derecha. Podría sacar estas tres car­ m a n te . . . ”
tas simultáneamente, pero no me apresuro a hacerlo; “Gusto por el misterio, 13 ” , d e l d ia rio " L a R a z ó n ” d e B u e ­
prefiero realzar el juego con la comedia descripta. Cada n os A ire s, firm a d o p o r P itig rilli e l 3 1 d e m a y o d e 1 9 5 2 .
vez que el espectador corta el mazo localizo la carta cla­
ve. Saco primero una, después la otra, y finalmente la Explico en este juego una de las tantas maneras de
tercera del mismo modo. De tal manera despisto al pú­ ejecutar y asombrar con tal "misterio”.
blico, que jamás tendrá la impresión de que puedo en­
tregarle simultáneamente las tres cartas del mismo sitio. HAGO Y DIGO: 1) "Muchas personas tienen una ex­
Por otra parte, como ya he dicho en otra oportunidad, traordinaria sensibilidad: por el olfato, identifican rápi­
cuando el espectador corta el mazo cree que los naipes damente los componentes de un perfume; por el gusto,
se entremezclan; pero en realidad, altera el punto de conocen los ingredientes de la inmensa variedad de co­
partida de la preparación previa y nunca el orden. midas, vinos, licores, etc.; por el tacto, discriminan los
Para saber la carta que tiene cada uno de los espec­ porcentajes de algodón, lana, seda, etc. que pudiera te­
tadores, recuerde sólo el orden de distribución o, si pre­ ner un tejido. Su habilidad sensitiva les permite prescin­
fiere, quién tomó la primera, segunda y tercera de arriba. dir de análisis químicos para lograr, con minuciosa exac­
titud, reconocer o producir un producto cualquiera. He
estudiado profundamente el "algo” que poseen esos se­
ñores, para que los amantes de los entretenimientos con
134 JOSÉ KETZELMAN C A R T O M ACIA 135

juegos de naipes puedan, imbuidos y penetrados bajo Ia derecha, explicando: "Es una negra”. Saco nueva-
mi influjo de la esencia de la maravillosa virtud, descu- mente un naipe: "Es roja”, enseñando, a título de ilus-
brir, SIN EXAMINARLAS PREVIAM ENTE, el color de tración, que adiviné el color, y lo coloco arriba del guía
las figuras de un mazo de cartas. Voy, seguidamente, a de la derecha. (Las cartas indicadoras deben quedar cu-
demostrar que mis aseveraciones están en un todo de biertas por la mitad, de manera que puedan verse en
acuerdo con la más estricta y rigurosa verdad; no creo ga- todo momento). 5 ) De aquí en adelante, comienza a
nar nada fanfarroneando. Me valdré para ello de un es- operar el espectador, a quien entrego el mazo. "Quite
pectador, usted, por ejemplo. ¿Quiere pasar por aquí cartas, siempre del lomo, en forma lenta; concéntrese en
si no le es molesto? Gracias. Lógicamente, en el caso de d color que quiera, siga los impulsos que le dicte el sub-
que mi ocasional ayudante mire durante la prueba la
cara de un naipe, el experimento perderá su valor, pues &--------- 1 » o—------ -------- a
equivaldría a que una de las personas a las que he hecho A 'V V ^ \
mención antes, expidiera su opinión sobre los integran- A AA \A
tes previamente analizados de un producto. Bueno: ese .■ , ^ L ¡A
punto es tan elemental que no merece la consideración / <£> + ♦ i
que le estoy dando . . . ¿verdad?” 2 ) De un mazo de nai- t ^ ^ b ^ ^ ^ ^
pes (de poker) que tengo figuras arriba, quito dos cartas
rojas ( cuatro de diamantes y as de corazones) y dos ne- m “
gras (siete y dos de tréboles). Sobre la mesa, y frente al ¡ ^ j £ * + A A \
espectador que habrá de secundarme en el experimento, i A A* & & ^ ^ ^ *
dejo las dos cartas rojas, una al lado de la otra (fig. 1) y L j . b __rr \
con las figuras mirando arriba. Las dos negras las ubico, / * A I * ^ A / ® ~ ¿ ^ \
en la misma posición, cerca de mi cuerpo y frente a cada (_______ v l_______ 1) [________v
una de las rojas (en línea vertical) (figura 2 ). 3 ) Luego, ^
con el mazo en la mano izquierda, figuras al suelo, quito
un naipe del lomo y explico al espectador qué es lo que consciente modificado por mi conciencia.” Explico que
deberá hacer. "Si cree que la carta que sacó es roja mi ayuda cartomágica controlada, pondrá en evidencia
colóquela, cara abajo, sobre cualquiera de las dos del su capacidad para discernir A CIEGAS los colores. 6) El
mismo color que están frente a usted; si considera que espectador comienza a echar cartas; le recuerdo, entre
es negra póngala encima de las que están a mi frente. tanto, que lo haga sin precipitación, que saque una por
Por ejemplo: esta que acabo de quitar es negra, de ma- vez> ciue vaya pensando, cantando y colocándolas sobre
ñera que la dejaré encima de la carta guía negra . . . (lo los cuatro naipes guías del color respectivo y encima de
hago) digamos de la izquierda.” 4 ) Tomo otra carta del l°s ciue Y° ya retiré al comentar el procedimiento. Mien-
lomo y digo: "Creo que es roja” (la muestro) y la de- tras canta "Roja, Negra, Negra, Negra, Roja, Roja”, por
jo, también tapada, sobre una de las guías rojas que es- ejemplo, va formando cuatro pilas de cartas SIN M i­
tán en la mesa, a la izquierda. Quito a continuación otra, RARLAS. Si alguna de las pilas tiene pocas cartas, com-
siempre del lomo, y la encimo sobre la negra visible de parando con las demás, trato de insinuarle que la dis-
136 JOSÉ KETZELMAN
CARTO MAGIA 137
tribución sea pareja, y le sugiero que distribuya otras . , , . . T , , n ,N
sobre tal o cual montón. Por otra parte, de tanto en éstas en el lugar de las negras. Lo hago (figuras 3 y 4 ).
tanto exclamo: "¡Maravilloso!, ¡Fantástico! Capta de un Esta transmutación de colores prepara la base del pie-
modo asombroso la onda de intuición cartomágica con- §°; com° ver^ m^s adelante. 11) Para comp icarme
trolada.” El espectador continúa su t a r e a ... REPEN - mas> ™e Zole 5 mera cortar el remanente de las cartas
U N A M EN T E APARECE, EN E L LOMO D E L PAQUE- 3 ue tiene *;,n , Ia ™ n0' y completar el corte cuantas ve-
T E QUE CONSERVA EN LA MANO, UNA CARTA ces ílmera- (Podría hacerlas mezclar, pero es preferible
NEGRA CON LA FIGURA V ISIBLE (el seis de piques, cortar Para eliminar la posibilidad de que, al hacerlo mal,
figura 2 ) . 7 ) Detengo el juego y manifiesto que "ya
que accidentalmente quedó este naipe dentro del mazo ÍÍ+------- \
con la cara mirando al techo, déjelo así (figura arriba) ^ ^1
sobre cualquiera de las pilas con cartas negras, la de la
derecha, por ejemplo” (lo h ace). Sigo: "Presumo que
la próxima carta es también del mismo color” e invito termvmrn
al espectador a quitarla y darla vuelta. Comprueba que & &»
efectivamente adiviné el color. En seguida le ruego que j ^
la coloque destapada (como hizo con la anterior) en el 0
montón izquierdo correspondiente a los naipes negros ( 1 0 ( 2 H
de piques). (Si, como presumo, está siguiendo el juego con ” tj
un mazo, habrá de percatarse de que, hasta finalizar el
movimiento número 6 , el espectador na estado distribuyen-
do, en las distintas pilas, SOLAM ENTE cartas rojas.) . I
8 ) A continuación le ruego que invierta la posición de / ^ V ♦ *\ ^
la carta del lomo de cada una de las pilas que "por in- W - ■—
tuición cartomágica telepática controlada” ha creído que / ▼ % *\ „
son rojas (cuatro y cinco de corazones, figura 1 ). Lo ‘---------------- * ® ----------------- ^ ^
efectúa. Así comprueba que los dos últimos naipes de
dicho grupo son rojos. 9 ) Estas dos cartas rojas (una en , . , . A N
cada pila) las hago dejar con las figuras i j a n d o al te- Pueda ,Pe^ rse de 9 u®.,todas s° n negrfa s) , De ^
cho. A esta altur! del juego, hay sSbre la mesa cuatro en <>del^ t e , las que drstnbuya serán controladas por la
pilas de cartas: al frente de cada una, la guía correspon- car a s Tr aPa a en e j0m,° ü c,a .a P a
V . 1 i , 1 , ’ 6. i . 1 i ras 3 y 4 ) . Haga caso omiso de las anteriores guias.”
diente al color, y sobre el lomo, un naipe destapado T ^ -l • * u Y
. .j } y y j , . /l . , . ,l . 12) El espectador echa naipes nuevamente sobre los ac-
que coincide con el color de la carta guia, también vi- . \ „ A tt. cta * p a t a r^rw/mr w í v '-ki'tt? trr
. y . , , .J r i. ir\\ « tj tuales guias HASTA AGOTAR COM PLETAM ENTE E L
sible, puesta al comienzo del expenmento. 10) Para u , 7 a6 v , , . ., .,
, / , / j . £/ ., r , . , ' MAZO. Yo sigo simulando, como antes, una ilusión men-
hacer la prueba más difícil, voy a cambiar las cartas que .i P ,
., yi \ i ., , . J tal, y cuido de que la distribución sea pareia. 13) Vea-
están hacia arriba en el lomo de cada pila, es decir, que ^ u , , r J. . ' „ .f.
, , , j . , y r \ i . 1 mos ahora cómo ha trabaiado su subconsciente: verifi-
pondré las dos cartas negras en el lugar de las Toias v
1 i ; qUe en pnmer término, las pilas que están a su ctrente,
i , .
138 JOSÉ KETZELMAN CARTOMAGIA 139
es decir, aquellas cuya segunda carta dada vuelta, con- PROCEDIM IENTO: Como muchos de los juegos, éste
tando desde abajo, es negra. Sin lugar a dudas, afirma- es muy simple, casi infantil, pese al asombro que produce,
ría que la clasificación por "intuición cartomágica con- Me es necesario, únicamente, dar al mazo una ordena-
trolaaa” ha obedecido ciegamente a mis directivas. Fí- cion previa; para ello apelo al siguiente recurso: separo
jese, entonces, si los naipes que están ARRIBA de las primero, en dos grupos, las cartas rojas de las negras,
cartas negras visibles (6 y 10 de piques, figura 5 ) son ubicándolas una encima de la otra, figuras abajo, so­
todos negros; de la misma manera observe si los que bre la mesa. En el grupo de las negras invierto la po­
se encuentran sobre las guías rojas son del mismo color sicion del naipe aue hace de lomo, es decir, que la fi­
que éstas. (As de corazones y cuatro de diamantes, fi- gura debe mirar hacia el techo, y encima coloco, caras
gura 5 ) . Entretanto, pondré a un lado todos los que se abajo, las veintiséis cartas rojas. De este modo resulta es-
encuentran cerca de mí, ya clasificados por usted.” (Aten- ter ubicada en la mitad del mazo (en el puesto veintisiete
ción: esta separación difiere completamente de la que ha- contando desde arriba) una carta negra destapada, y que
ce el espectador, y deja listo el juego para su culmina- aparece al finalizar el movimiento número 6. En seguida
ción. Recojo íntegramente la pila de mi derecha, inclu- quito del lomo dos naipes rojos, depositándolos debajo,
yendo la carta negra que está en boca (2 de tréboles, fi- alternados con los negros, vale decir que vistos desde la
gura 6 ) y, tal como se encuentra, la coloco encima de boca quedarán así: uno negro, uno rojo, uno negro y, por
la pila izquierda, cuidando de no alterar el orden, y de- fin, uno roj°' Esta colocación obedece a los requerimien-
jando sobresalir la guía negra de abajo (7 de tréboles). tos del movimiento número 2, que puedo iniciar con un
De este modo, hay ahora una carta negra visible (el 7 corte falso. En la forma descripta en el "Hago y Digo”,
de tréboles, figura 6 ) , y sobre ésta, un bloque uniforme movimientos 3 y 4, quito, del lomo, cuatro cartas que
de naipes. Sosteniendo con el dedo índice de la mano sPn rojas; a dos de ellas llamo negras y, sin mostrar sus
izquierda la guía negra, aparto hacia un costado, con la figuras, las deposito sobre las guías negras; en cambio,
mano derecha, toda la pila. Al desplazarla queda sobre enseño las dos rojas restantes, ya que realmente son de
la mesa la carta negra APARENTEM ENTE OLVIDA- dicho color- E \ espectador está completamente ajeno, no
DA. En forma "casual” la levanto, y la deposito encima s<^ ° a es^a primera faz del engaño, sino también a la
de todo el grupo con la cara mirando al techo (figura 7 ) . siguiente, cuando, con sus propias manos, inicia la dis-
14) Una vez que la persona del auditorio terminó de com- tribución de las cartas por colores, sin mirarlas, influen-
probar que "las cartas realmente obedecieron a mis di- ciado por la mentira pseudo científica narrada en la
rectivas”, prosigo: 15) "Miremos ahora estas cartas” y charla inicial. Honestamente, usted y yo sabemos que
entrego al espectador la pila que aparté. E l espectador da ^as primeras cartas del lomo SON TODÁS ROJAS y que
vuelta las cartas una a una y comprueba que todos los el remanente, a partir de la que aparece con la figura
naipes que están DEBAJO de los que aparecen con las fi- mirando al techo, tiene, sin excepción, NAIPES NE-
guras mirando al techo (fig. 7, o sea las ex cartas guías) GROS.
coinciden exactamente en su color. Sólo me resta despe- Réstame sólo pedir al lector que estudie debidamente
dir al espectador, felicitándolo por su rápida captación ^a separación de las pilas que explico en el movimiento
en materia de colores y, naturalmente, por su colabora- Para ílue jueS° termine felizmente; lo demás sale
ción en el experimento. en forma automática. Cuanto más comedia forje. . . más
140 JOSÉ KETZELMAN

aplausos cosechará. Al recibirlos, pensará como yo: que


esta sencilla ilusión toma más tiempo para leerla que
para ejecutarla.
Nota: L a práctica demuestra que, de 4.583.092 espec­
tadores, sólo uno mira la figura de la carta al ponerla
en su "respectiva” pila.
SOTA DE OROS

HAGO Y DIGO: 1) Dejo sobre la mesa un mazo de


naipes; enseño luego una tarjeta de visita de la mitad
del tamaño de una carta. (O un papel de la medida
mencionada). 2 ) Anuncio que escribiré una predicción
sobre la tarjeta, y que el propio espectador se encargará
de llevarla a cabo. Después que la escribí, le ruego que
levante una porción más o menos equivalente a la mitad
del mazo. 3 ) Mientras el espectador mantiene el corte
pongo la tarjeta encima de la porción que quedó en la
mesa ( ver figura). 4 ) Le ruego que deje la mitad que tie­
ne en la mano en donde la sacó, vale decir, que el mazo
ha quedado actualmente en su posición original. Cortán­
dolo varias veces digo que "he inducido al espectador a
separar el mazo de tal manera que la tarjeta quede ubica­
da entre el as y el siete de oros” (en este caso). Para pro­
barlo quito cartas de arriba, de una a la vez, con las
figuras mirando al suelo, y las voy dejando sobre la mesa
hasta que aparezca la tarjeta de visita. 5 ) Ya a la vista
tomo las cartas que están ubicadas encima y debajo de
la misma, colocando, cartas y tarjeta, sobre la mesa. En
seguida la doy vuelta, pudiendo leerse: "Estará entre
el as y el siete de oros.” Y, en efecto, las cartas de abajo
y arriba son las predichas.

PROCEDIM IENTO: Antes de comenzar el juego ten­


go DOS tarjetas (o papeles) idénticas. Sobre una escri­
bo: "Estará e n t r e . . . ” (el nombre de las cartas que
142 JOSÉ KETZELMAN C A R T O M A GI A 143
haya elegido) y la pongo secretamente entre las predi- X cl«e motivará el que quede pegada a la cara de la
chas. (E n el ejemplo, el as y el siete de oros). Lo hago carta < f e está am ba, <vf r flSura).' N° te ahora, CP ,C Pa"
de manera que la predicción quede sohre el lomo de! as, sa"d° los na,pes can las figuras mirando al suelo (movi-
y la parte im presí mirando la figura del siete de oros. miento numero 4 ) no podra descubrirse por cuanto está
(No usando tarjeta de visita o comercial, la parte del adherida a la cara de uno de ellos; en consecuencia la
papel que no lleva nada escrito irá en dirección al siete um<* tarjeta que encontrara el espectador será natu-
de oros ) raímente, la que preparé anticipadamente y que está suel-
Tomo todas las precauciones posibles para que no so- ta e,n mazo. Escribo la predicción del lado que no fie-
bresalga ninguno de sus borefes, manteniéndola bien ne, la infima P ° rci6n df “ ra- E1 espectador corta; al
° ° volver a poner la porción del corte tomo el mazo para
también cortarlo, y en ese momento hago una ligera
presión sobre el mismo para ayudar a que la tarjeta
quede adherida.

Las dos cartas que motivan la predicción deben estar


siempre ocupando el quinto o sexto lugar de la boca
del mazo.

oculta, pues de no ser así el juego fracasa. La otra, la


duplicada, es la que saco del bolsillo cuando comienzo
el juego: en ésta debo recordar el escribir la predicción
del mismo lado en que lo hice en la anterior, que actual­
mente está en el mazo ignorada por el público. El lado
CARTOMACIA 145
y mirándolo digo al primero: "Tiene diecisiete cartas”,
y al segundo "Y usted trece”. Y efectivamente es así.
10) "Pero el juego no termina en este lugar: la demos­
tración de mis habilidades sería demasiado endeble y no
justificaría la común pérdida de tiempo. Voy a indicar­
les también la cantidad de cartas negras y rojas que el
azar les ha distribuido.” 11) Miro mi abanico y me di­
CABALLO DE OROS rijo al segundo espectador: "¿Cuántas cartas le dije que
tenía? ¿Trece? Bien; lo adiviné, ¿no? También sé que
hay en su mano ocho negras y cinco rojas.” Y al primero:
HAGO Y DIGO: 1) Tomo un mazo de naipes de pó- "Supe igualmente que usted tenía diecisiete cartas, ¿ver­
ker ( con 52 cartas) y hago que un espectador lo mezcle. dad? Pues bien: están divididas en nueve negras y
2 ) Le indico que “corte lo más exactamente posible, por la ocho rojas.”
mitad”, mezclando nuevamente cada uno de los dos lotes
que quedaron y eligiendo el que quiera. 3 ) "Quiero averi­ PROCEDIM IENTO: Este juego, de índole matemá­
guar si tiene usted mano experta para cortar la cantidad tica, exige tan sólo práctica y un poco de memoria.
de cartas que desee: cuente el montón que seleccionó Cuanto más práctica, menos memoria; cuanto más me­
y dígame la cantidad de cartas que hay en él.” 4 ) Mien­ moria, menos práctica.
tras él cuenta, yo hago lo propio con mi grupo. 5 ) "¿Cuán­ Cuando el espectador corta el mazo por la mitad, y ujna
tas tiene? ¿Veinticuatro? Bien, señor: su sentido de la vez con la parte que me corresponde en mi poder, cuen­
apreciación se encuentra notablemente desarrollado. Pe­ to la cantidad de cartas negras que poseo. Supongamos
ro el objeto de esta prueba no es únicamente probar sus sean dieciséis. Luego pongo en el lomo de mi paquete,
cualidades, excepcionales sin duda, sino demostrarle que mientras el espectador, distraído, cumple mis instruccio­
los magos las poseemos en un grado mucho más perfecto, nes, una fácil de recordar: por ejemplo el as de tréboles.
gracias a la práctica constante que nos permite, con un Escucho la cantidad de cartas que el espectador nombra
simple vistazo, y apreciando el peso del conjunto, adi­ y retengo ese número (por ejemplo veinticuatro) en mi
vinar las cartas que tienen VARIOS espectadores.” 6 ) memoria, junto con el dieciséis y el nombre del naipe
Monto las cartas del espectador sobre las mías y sigo: clave. Estos son los elementos imprescindibles para el
"Corte una tercera parte del mazo y ocúltela o guár­ éxito del juego.
dela en su bolsillo; yo tomo otra y dejo sobre la mesa Una vez realizado el movimiento 6 busco en mi aba­
la última porción.” 7 ) Entrego ésta a un segundo es­ nico el as de tréboles y cuento las cartas que están a la
pectador, recomendándole que la oculte o guarde en su izquierda de éste. Supongamos siete. Resto ese número
bolsillo. 8 ) "Como han visto, no he contado sus cartas a veinticuatro: diecisiete. Esas son las cartas del PRI­
(al primer espectador) ni las suyas (al segundo); sola­ MER espectador. Cuento después las que se encuentran
mente he tocado el montón que tengo en la mano. Con a la derecha, con él inclusive, y las sumo a veinticuatro.
éste, y sin otra ayuda, indicaré la cantidad que tiene Supongamos sean quince: veinticuatro más quince es
cada uno de ustedes.” 9 ) Abro mi paquete en abanico, igual a treinta y nueve. Este resultado lo resto del total
146 JOSÉ KETZELMAN

de cartas del mazo: cincuenta y dos menos treinta y


nueve es igual a trece. Esa será la cantidad de cartas del
SEGUNDO espectador. Trato de recordar también esas
dos cifras (13 y 1 7 ); de no poderlo las pregunto a am­
bos en forma disimulada (movimiento 11).
Procedo después a descubrir el número de naipes negros
y rojos que tiene cada uno; para ello comienzo por el SE­
GUNDO espectador. Cuento, a partir de mi carta clave REY DE OROS
(con ésta inclusive, de ser negra) y hacia la derecha, las
negras que poseo. Digamos ocho. Resto ese número de
dieciséis (las que había contado en el movimiento 4 ) : HAGO Y DIGO: 1) Mezclo un mazo de naipes cuyo
dieciséis menos ocho es igual a ocho. Esos serán los nai­ dorso es rojo y, después de haber sido cortado por el es­
pes negros que tiene el segundo. Para averiguar los ro­ pectador, lo extiendo en línea horizontal con las figuras
jos, resto del total de cartas que tiene (trece) las negras mirando hacia arriba (figura 5 ) CUBRIENDO CON
(ocho) lo que es igual a cinco. Para las del primero pro­ OTRA LA PRIMERA CARTA D E LA IZQUIERDA (lo­
cedo así: cuento los naipes negros de la izquierda del mo del paquete), a efecto de que permanezca invisible;
as de tréboles y les sumo dieciséis (los que vi en el cuar­ supongamos que ésta sea el rey de copas. 2 ) Seguida­
to paso). Supongamos haya uno: deciséis más uno es mente le ruego que piense en una de las cartas cuyas
igual a diecisiete; resto ese número de veintiséis y ten­ figuras están a la vista. 3 ) Entretanto, tomo otro mazo
dré, como resultado, las negras del primer espectador. cuyo dorso es azul (conviene usar dorsos distintos para
En este caso, nueve. Como tenía en la mano diecisiete mayor limpieza del juego) y, desplegándolo en abanico,
cartas, quedan ocho rojas. figuras mirando a mi cuerpo, lo repaso con la vista si­
mulando estar interpretando el pensamiento del espec­
tador; luego retiro una carta (tapada) igual a la del dor­
so rojo (el rey de copas), que coloco cara abajo sobre la
mesa sin que nadie la vea (fig. 2 ). 4 ) Digo al especta­
dor: "Recibí una impresión mental suya; la carta que
acabo de quitar coincidirá en valor y palo con la que
está pensando.” 5 ) Lo invito a retirar ese naipe (el
que está pensando) del mazo que tengo extendido con
las figuras visibles sobre la mesa. 6 ) Imaginemos que
retiró el as de espadas. Recojo este as de espadas para
ponerlo, figura mirando al suelo, sobre mi carta, la re­
cién apartada y de dorso azul (figura 2 ). 7 ) Me dirijo
a un segundo espectador y, como al primero, le ruego
que piense en una de las cartas que están caras arriba.
8 ) "También leo su pensamiento” —así digo— y de mi
148 JOSÉ KETZELMAN CARTO MAGIA 149
mazo azul aparto otro naipe (el as de espadas) que co- quito la carta (rey de copas) que está en el lomo del
loco encima de la mesa con la figura mirando hacia aba- paquete azul (figura 6 ) , debajo del cruzado, y la dejo
jo, al lado de las dos anteriores (figura 3 ) . 9 ) Inmedia- tapada al costado de las cuatro cartas sacadas anterior-
tamente le invito a retirar la que pensó; por ejemplo el mente. 15) También retiro la del lomo (siete de oros),
siete de oros. La tomo y dejo arriba de la mía en la mis- correspondiente al paquete rojo (figura 7 ) que está de-
ma posición que la anterior (figura 3 ). A esta altura del
juego hay cuatro cartas: dos de lomo azul y dos de lomo
rojo. " Recapitulemos: dos espectadores pensaron en
dos naipes, que luego apartaron. Yo separé y puse
sobre la mesa también dos, pero recuerden que lo
hice antes que ellos. Me gustaría que una tercera per- '“'n N
sona eligiera, esta vez al azar, otra carta.” 10) Entretan- -v /N r
to, mientras converso, repaso con la vista mi mazo; por |
supuesto, éste está siempre con las figuras mirando ha-
cia mi cuerpo, y busco el siete de oros. Una vez locali- — ,
zado, divido el abanico de manera que el siete de oros l XOOOi
quede en el lomo del mazo. Para ello llevo las cartas IlÍÉ ^ lllC
que están a su derecha, con él inclusive, sobre las que
se encuentran en la mano izquierda. Igualo el mazo y © © _
lo deposito, dorsos arriba, sobre la mesa. A continuación
recojo todas las cartas que estaban con las figuras visi- 1 'MíIIm
bles (mazo rojo), las igualo y coloco frente al tercer es- ®!!MÍ4iuMí I l ili M I
pectador, con las caras mirando hacia abajo. 11) Divido U 1 ^ s ^
mi mazo en dos partes más o menos iguales y ruego al A ' cdbtq d e lomo} ©
tercer espectador que proceda de igual manera con el Cj k ? cde coprAS pevdp
otro (rojo). 12) Una vez que lo hizo, tomo mi mitad "
inferior (izquierda) y la coloco CRUZADA sobre la mi-
tad superior (normalmente está a la derecha) del paque-
te del espectador (figura 7 ) . Luego recojo la mitad in-
ferior del grupo de éste (izquierda) y la pongo, cruzada, ©
sobre la mitad superior del mío (figura 6 ). 13) En se­
guida explico: "Nuestros respectivos mazos han sido di- bajo del cruzado e, igualmente, la ubico tapada encima
vididos en dos mitades; voy a retirar las dos cartas que de la anterior. A esta altura del juego, hay sobre la me-
están ubicadas, gracias a la intervención del azar, en la sa tres naipes con dorsos rojos y tres con dorsos azules,
mitad del corte.” (No es exacto: las susodichas cartas 16) Tomo este grupo de seis cartas y, después de mez-
son las que primitivamente estaban en el lomo. Relea ciarlo (para que no recuerden el orden en que fueron
los movimientos números 1 y 10). 14) Inmediatamente apartadas) formo un abanico con ellas, caras mirando
x
150 JOSÉ KETZELMAN CARTOMAGIA J5J

a mi cuerpo. Me dirijo al primer espectador: "¿Qué carta Si usted, amable lector, ha seguido con el mazo en la
pensó?” Contesta: "E l as de espadas.” Inmediatamente mano las explicaciones del texto, estoy plenamente con­
quito y doy vuelta las dos cartas: "Son dos ases de es­ vencido de que habrá llegado a la culminación del juego
padas; capté correctamente su pensamiento.” Procedo sin tropezar con ninguna dificultad.
con el segundo de la misma forma y enseño luego los dos
sietes. Finalmente hago ver las dos restantes, que, por
supuesto, son los dos reyes. Al ser iguales, manifiesto
que "no sólo encontré las cartas elegidas, sino que tam­
bién ejercí mi influencia mental para que el paquete
fuera cortado en el sitio exacto en que coincidían am­
bos cortes con las dos últimas cartas.”

Síntesis del fuego

a) D e m i m a z o q u ito el r e y d e c o p a s (m o v . 3 ) q u e d e jo ta p a d o .

b ) E l e sp e c ta d o r a p a rta d e l m azo e x te n d id o el as d e esp a d a s


(m o v . 6 ) .

c) D e m i m a z o re tiro e l a s d e esp a d a s q u e d e jo ta p a d o (m o v . 8 ) .

d ) E l e sp e c ta d o r a p a rta e l s ie te d e oros (m o v . 9 ) .

e) L o c a liz o e l s ie te d e o ro s e n m i a b a n ic o , y lo c o rto d e m a n e ra
q u e e l s ie te d e o ro s q u e d e e n su lo m o (m o v . 1 0 ) . Ig u a lo
la s c a rta s y la s d e jo , fig u ra s a b a jo , so b re la m esa .

f) R e c o jo to d as la s c a r ta s q u e e stá n c o n la s fig u ra s v isib le s ; la s


ig u a lo y u b ic o c a ra s a b a jo e n c im a d e la m e sa (m o v . 1 0 ) .

g ) C o r to m i m a z o e n dos p a rte s ig u a le s (m o v . 1 1 ) ,

h ) E l e sp e c ta d o r c o r ta e l su y o (m o v . 1 1 ) .

i ) C o lo c o , c ru z a d a , m i m ita d in fe rio r so b r e la m ita d su p e rio r


d e l e sp e c ta d o r. E n e sta m ita d cru z a d a , la su p e rio r, e stá e l re y
d e co p a s (m o v im ie n to s 1 y 1 2 ) .

j) C o lo c o , c ru z a d a , la m ita d in fe r io r d e l p a q u e te d e l e sp e c ta d o r
e n c im a d e la m ita d su p e rio r d e l m ío . E n e sta ú ltim a m ita d
e stá e l sie te d e oros (m o v . 1 2 ) .

k) U n a v e z q u ita d a s e sta s d os ú ltim a s c a rta s ( r e y d e co p a s y


s ie te d e o r o s ) só lo re s ta c o n tin u a r e l ju e g o e n la fo rm a d e s­
c r ip ta e n e l “ H a g o y D ig o ” .
OBRAS CONSULTADAS

B acker , A .: Magical ways and means. N u e v a Y o rk .


B lackstone , H a rr y : Modem card tricks. N u e v a Y o rk .
C ltve , P au l : Card tricks ivithout skill. L o n d re s .
H illlard , J ohn N .: Greater magic. N u ev a Y o rk .
Ho ffm a n , P ro fe ss o r ( A . J . L e w is ) : Modem magic. N u e v a Y o rk .
H ugard, J ea n : Enciclopedia of card tricks. N u e v a Y o rk .
M ey e r , O r v il l e : Magic in tlxe modem manner. L o n d re s .
R o ssetti , C a rlo : Magia delle carie. Milán.
S carne J oh n : Scame on card tricks. N u e v a Y o rk .
T hurston , How ard : Card tricks. N u e v a Y o rk .

R E V IS T A S N O R T E A M E R IC A N A S

T lie B a t — T h e L in k in g R in g — T h e S p h in x — T o p s — C o n ju r o r’s
M a g a z in e .

R E V IS T A S IN G L E S A S

A b r a c a d a b ra — T h e M a g ic W a n d .
ÍNDICE

PÁGINA

A manera de prólogo ....................................................... 9


Conviene saber .................................................................. 13
Vocabulario y estratagemas .......................................... 17
As de copas ......................................................................... 23
Dos de copas ....................................................................... 25
Tres de copas ..................................................................... 27
Cuatro de c o p a s .................................................................. 29
Cinco de copas .................................................................. 31
Seis de copas ....................................................................... 33
Siete de copas .................................................................... 36
Sota de copas ....................................................................... 39
Caballo de copas .............................................................. 41
Rey de copas ....................................................................... 44
As de esp a d a s....................................................................... 46
Dos de espadas .................................................................. 48
Tres de espadas .................................................................. 50
Cuatro de e sp a d a s.............................................................. 52
Cinco de e sp ad as................................................................ 55
Seis de espadas .................................................................. 57
Siete de espadas ................................................................ 60
Sota de espadas ................................................................ 62
Caballo de espadas ............................................................ 66
156 JOSÉ K E T Z E L M AN

PÁ G IN A

Rey de espadas .................................................................. 69


As de bastos ......................................................................... 73
Dos de b a s t o s ...................................................................... 76
Tres de bastos .................................................................... 80
Cuatro de bastos ................................................................ 84
Cinco de bastos .................................................................. 89
Seis de b a s t o s ....................................................................... 92
Siete de bastos .................................................................... 95
Sota de b a s to s ....................................................................... 98 se terminó de imprimir en
p i ti j i , 1/va buenos aires el quince de
Caballo de bastos ................................................................ 102 „„„„
Rey de b a s to s ......................................................................... 105 tos cincuenta y cuatro en
As de oros . . 111 los talleres gráficos de j .
Dos de oros .............................................................................. 114 hay. bo x , campichuelo JJ J .
Tres de oros ........................................................................... 116
Cuatro de o r o s ....................................................................... 120
Cinco de oros ......................................................................... 127
Seis de o r o s .......................................................... 130
Siete de o r o s ......................................................................... 133
Sota de o r o s ......................................................................... 141
Caballo de oros .................................................................. 144
Rey de oros ......................................................................... 147
Obras consultadas ................................................................. 153

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