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COLEGIO SAN PEDRO CLAVER BUCARAMANGA

112 AÑOS EDUCANDO A LA JUVENTUD


EDUCACIÓN RELIGIOSA ESCOLAR
PROF: MARIA LINDA ORTIZ BAEZ
SEPTIMO GRADO
2009

NOMBRE: _______________________________ GRADO: _____ FECHA:


_____________

INDICADORES DE LOGRO
1. Relaciona la familia Trinitaria con la familia humana.
2. Describe las características de la familia en el plan de Dios.
3. Propone estrategias que fortalezcan la santidad en la familia
4. Compara la visión cristiana y católica acerca de la familia, con otras visiones de la
familia.

LA FAMILIA, IMAGEN DE DIOS PADRE,


HIJO Y ESPÍRITU SANTO.

EL IDEAL DE LA FAMILIA EN EL PLAN


DE DIOS.

1. A partir un video llamado “valiosa promesa” observo las distintas clases de familia,
sus características, la forma de vivir, sus creencias, visualizo los estereotipos que se
presentan en cada uno de los miembros que integran la familia, y su influencia social,
cultural, económica y religiosa. Realizo el taller en hoja de trabajo.

PARTICIPO UNA PUESTA COMÚN.

2. Escucho con atención la pre - lección donde se explica: el misterio


de la Santísima Trinidad, las características de la familia en el plan de
Dios, el llamado de Dios a la Santidad y la visión Cristiana y Católica
acerca de la familia.( tomo apuntes en hoja de trabajo)

3. Leo la relación que existe entre las familias humanas con la familia Trinitaria y
realizo un cuadro comparativo donde describo esta relación.

Es la creencia central sobre la naturaleza de Dios del cristianismo católico, del cristianismo ortodoxo y de
la mayoría de las denominaciones protestantes. Afirma que Dios es un ser único que existe
simultáneamente como tres personas distintas o hipóstasis, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El término
es una palabra compuesta de "tres" y "Unidad" es decir "Tres en uno", Tri-unidad, Trinidad. La palabra
"Trinidad" como tal, no aparece en las Escrituras (la Biblia). Personas de la Trinidad.
Según esta doctrina:

 El Padre. Es increado e inengendrado.


 El Hijo. No es creado sino engendrado desde antes de todos los siglos por el Padre.
 El Espíritu Santo. Procede del Padre y del Hijo (según la teología occidental) o sólo del Padre (según
las Iglesias Ortodoxas).

 Según el Dogma católico definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la
Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero
inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un misterio de fe. Dios no es creado, Dios "es",
no está limitado por el espacio ni el tiempo. El Espíritu Santo es Dios y no una fuerza como pretenden
otros grupos minoritarios por lo tanto el Espíritu Santo es una persona y como tal tiene cualidades. Se
compara con el agua, pues el agua tiene tres estados: sólido, líquido y gaseoso, pero en cualquiera de los
tres sigue siendo agua, aunque este ejemplo no aclara la problemática de la relación entre las personas
divinas. Agustín de Hipona, por su parte, comparó la trinidad con la mente, el pensamiento que surge de
ella y el amor que las une. Finalmente, otros teólogos clásicos, como Guillermo de Occam, afirman la
imposibilidad de la comprensión intelectual de la naturaleza divina y postulan su simple aceptación a través
de la fe.
Bibliografía
www.misteriotrinidad.com

TRIANGULO
PERFECTO: MAMA, PAPA E HIJOS
Es

sabido que la Iglesia Católica entiende por sacramento un signo sensible


que significa y produce la gracia en el alma, en virtud de la institución por
Cristo. Los sacramentos producen la gracia, es decir la vida divina. Los
sacramentos son instrumentos de vida divina, los instrumentos de vida divina
por excelencia, porque Cristo mismo los ha instituido y los ha establecido
como medios por los cuales desarrollamos la vida divina en nosotros. Son
estructuras santificantes que sumergen nuestra vida en la de Dios. Y el matrimonio
es un sacramento.

Decir que el matrimonio es un sacramento es, pues, decir, que es un instrumento de vida divina, de gracia,
de santidad; que es fundamentalmente eso antes que otra cosa, porque este carácter de instrumento de
vida divina tiene una importancia tal que supera toda otra. Instrumento de vida divina quiere decir medio de
santidad. El matrimonio es por tanto, esencialmente, por ser sacramento, un medio de santificación. Todos
los demás elementos de amor satisfecho, de institución social, de base de la familia, se hacen secundarios.
No es que dejen de existir, pero dejan de ser lo principal en la unión conyugal. Por ser sacramento -vuelvo
a repetir-, instrumento de santidad y de vida divina, este aspecto absorbe a todos los demás. En este
sentido, la Iglesia tiene derecho a legislar sobre el matrimonio, porque es un acto divino. Por supuesto, que
la Iglesia deja al estado sus legítimos derechos en cuanto a los efectos sociales que tiene naturalmente
unidos el matrimonio.

El matrimonio es una institución natural. Es decir, existe fuera de la religión cristiana y hasta fuera de toda
religión. Está inscrito y regido por la misma naturaleza del hombre. La Iglesia no ha creado el matrimonio y
ni siquiera ha pretendido transformarlo. Los paganos se casaban según las reglas en uso en la sociedad, y
cuando los paganos casados se convertían al cristianismo, casados quedaban. La Iglesia reconocía la
validez de este casamiento natural. El no-cristiano se casa sin recibir el sacramento, y cuando se convierte,
permanece casado; el matrimonio natural se hace sacramento.
l matrimonio de los cristianos es, pues, el de los paganos. Es el matrimonio a secas, que entre los cristianos
llega a ser un sacramento. Imposible para el cristiano casarse sin recibir el sacramento; pero, al mismo
tiempo, este matrimonio, que es sacramento para él, es la institución natural que se encuentra en toda la
humanidad, unión perpetua entre el hombre y la mujer, con vistas a fundar un hogar. El matrimonio cristiano
es la institución natural del matrimonio, y al mismo tiempo ya no lo es, porque ha llegado a ser sacramento,
instrumento de vida divina. El sacramento es la institución natural divinizada. Esto confiere al matrimonio
un lugar especialísimo entre los sacramentos. Los demás sacramentos han sido creados en todas sus
partes por Cristo con el fin de conferir la gracia; no existen más que en función de la vida cristiana, en
función de la inserción del cristiano en la Iglesia. Al afirmar que el sacramento del matrimonio es la
divinización de la institución natural del matrimonio, corremos sin embargo con el peligro de caer en un
equívoco: confundir el sacramento con una bendición o consagración que se añade a lo que es natural. No.
No es en virtud de una bendición o consagración por lo que se obra el sacramento. Los cónyuges son los
ministros de este sacramento; el sacerdote, es sólo un testigo cualificado. El matrimonio cristiano consiste
como el matrimonio de los no cristianos en el intercambio de los consentimientos, pero para el cristiano es
un sacramento.

Como el matrimonio, institución natural, institución social, es de tanta importancia humana porque se halla
en la base de toda la sociedad, es fundamento de la familia, origen de los lazos más íntimos y estables, con
todas las consecuencias que estos lazos llevan consigo: solidaridad de orden social, solidaridad económica,
lazos de la sangre y afectos que de ellos se derivan, resulta que hay que estar cerca de Dios para percibir
la importancia dominante del carácter sacramental sobre todos los intereses y todos los sentimientos
humanos.

Como, por lo demás, el matrimonio es el estado habitual de los hombres, y como tantos cristianos son
cristianos mediocres, el sentido del sacramento no se desarrolla en muchos plenamente, ni siquiera se llega
a entender. Al mirar los aspectos humanos del matrimonio, puede no hacerse una referencia a la vida
cristiana, y el sacramento puede aparecer como una añadidura del matrimonio, una especial bendición, una
ayuda divina todo lo más, sin caer en la cuenta que el sacramento no se añade al matrimonio, sino que el
matrimonio es un sacramento, es decir un instrumento de santidad.

Y este carácter sobrenatural del matrimonio lo es como es sobrenatural el carácter del sacerdocio o de la
Eucaristía, que son también sacramentos. Parece que no hacen falta aspiraciones religiosas especiales
para casarse, pero que sí se necesitan para ser sacerdote o para la recibir la Comunión. Y esto es una
desviación chocante. Y muchas personas reciben -y lo reciben, por la naturaleza operante del sacramento-
el sacramento del matrimonio con miras puramente humanas como si se tratase exclusivamente de la
institución natural. Por eso se oye hablar de casarse por la Iglesia, como una etiqueta: y reciben esa vida
sobrenatural, podríamos decir que casi sin darse cuenta. Luego les parecerá muy fuerte escuchar que el
matrimonio es un camino de santidad, o al menos pensarán que es una expresión metafórica, cuando
denomina de una manera real y clara lo que es la esencia del matrimonio cristiano. San Pablo presenta la
unión conyugal como la imagen de la unión de Cristo con su Iglesia. "Por esto dejará el hombre a su padre
y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne" Gran misterio es éste, pero en Cristo y en su
Iglesia.

La vida sobrenatural no está limitada en la Iglesia a un pequeño grupo de cristianos fervorosos se halla
repartida por todo el cuerpo de Cristo. La vida sobrenatural, que es divina, es la vida de todos los cristianos
nos es dada en primer lugar por el Bautismo, y la vida es una vocación de santidad. No todos los cristianos,
sino sólo unos pocos, están llamados al celibato. La Iglesia tiene necesidad de esposos
y de familias. Los esposos desempeñan, pues, en la Iglesia, un papel
personal y activo; están llamados en el marco de su vocación de
esposos a realizar la santidad. El carácter sacramental del matrimonio
proporciona así la confirmación de esta vocación de santidad de todo
cristiano, al mismo tiempo que muestra cómo obra la acción divina
sobre el alma de los esposos para elevarlos a la santidad. El
matrimonio como remedio de la concupiscencia... ¡Qué reducción!
El matrimonio es una vía de santidad, y muy particular porque es un
sacramento. El matrimonio no es, para el cristiano, una simple
institución social -dice el Fundador del Opus Dei-, ni mucho menos
un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación
sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice San
Pablo. Signo sagrado que santifica, acción de Jesús, que invade el alma
de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida
matrimonial en un andar divino en la tierra (Es Cristo que pasa, n.23). Es sabido que la Encarnación
consiste en que Dios se hace hombre en la persona del Verbo, segunda persona de la Santísima Trinidad,
con una naturaleza humana compuesta de un alma y un cuerpo humanos, unida a la divinidad, a la
naturaleza divina del Verbo, hasta el punto de no hacer con ella sino un solo ser,
hasta el punto de que San Juan lleva la audacia de la expresión hasta decir "El
Verbo se hizo carne".
Y después de la Redención, la vida divina de la que el cristiano se hace
partícipe se extiende en los hombres, impregnando todo su ser, alma y
cuerpo, inteligencia y voluntad, hasta el punto de poder decir, sin cometer
error, que el hombre está también divinizado y que su acción resulta
acción divina, a la vez que humana. Ningún sacramento santifica
directamente la vida profesional; es la voluntad, acorde con la voluntad
de Dios, la que lo hace, pero no en su misma entraña. Pelar patatas es
un acto material; se hace sobrenatural por un motivo sobrenatural. El
matrimonio, por la fuerza de Cristo contenida en el sacramento, diviniza la
unión conyugal. Establece entre los esposos un lazo de unidad que supera
lo que la naturaleza puede hacer. Por otro lado, el matrimonio no sólo santifica
un acto humano, es un germen depositado en el alma y que fructifica a lo largo
de toda la vida conyugal, animando todos sus actos y sentimientos. Es una presión de Dios
sobre los esposos para que sobrenaturalicen su vida conyugal. Dios entra como tercer factor en la intimidad
conyugal.

Los esposos están unidos a Dios. Unidos a Dios: es un término muy estricto, porque siendo la acción del
sacramento una acción divina casi única en el alma de los esposos, y siendo la gracia sacramental una
realidad en el alma, se puede decir que los esposos tienen en el alma algo que les une realmente de una
manera nueva, y esta realidad unificadora es una acción divina. En las obras de los esposos se debe
traslucir el carácter divino de su unión. El sacramento santifica a los esposos en sus actos espirituales,
humanos y carnales. La Iglesia antes insertaba una bendición del lecho matrimonial. El acto matrimonial es
santo. El amor matrimonial es santo; no solamente humano.

Es algo completamente distinto el matrimonio cristiano que la institución natural del matrimonio. Los
esposos cristianos están comprometidos en una empresa divina, aunque aparentemente todo siga siendo
humano, natural, en su unión. En ningún otro caso se observa con mayor fuerza esta ley de lo sobrenatural,
de estar lo divino en lo humano; lo divino obra y se manifiesta en las acciones humanas, aparentemente
vuelvo a repetir- completamente humanas, incluso las conformes con las leyes de la psicología y hasta con
las leyes de la naturaleza física del hombre.

Un inciso: siempre lo sobrenatural se apoyará en lo estrictamente humano. Pero si deja de ser humano ya
se ha derruido el cimiento de lo sobrenatural. La falta de amor, su mediocridad, es mediocridad o pérdida
de la gracia; el acto conyugal no natural, no es humano -no lo mueve el amor- y no es santo, sino todo lo
contrario, destruye la santidad del matrimonio.

Ninguna actividad del hombre es más espontáneamente natural, ni deriva más inmediatamente de la
naturaleza, que el amor de los esposos y la comunidad de vida que de él se deriva: eso es lo que Dios
transforma por el sacramento. Todas esas acciones simples y cotidianas son santificadas por el sacramento
del matrimonio; y el hombre y la mujer se hacen santos en ellas.

No sólo Dios bendice su unión, sino que se introduce en su unión. El amor se hace medio de salvación.
Como el destino de la mayor parte de los hombres está en centrar su vida sobre el amor, el amor humano,
con su aspecto afectivo y carnal, la Iglesia sabe que su salvación y su santidad exigen que busquen este
amor en el matrimonio. Así se expresa Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica sobre San José, n.19. El
amor de Dios que ha sido derramado en el corazón humano, configura de modo perfecto el amor humano.

Este amor de Dios forma también -y de modo muy singular- el amor esponsal de los cónyuges,
profundizando en él todo lo que tiene de humanamente digno y bello, lo que lleva el signo del abandono
exclusivo, de la alianza de las personas y de la comunión auténtica a ejemplo del Misterio trinitario. Fundado
sobre lo humano.
Si el amor está llamado a dominar la vida, a darle su sentido; si el amor es lo más importante de la vida, si
es en torno al amor como se organiza la vida, nada más grave que el amor; nada más pernicioso que los
desórdenes del amor, pues el amor desordenado no es amor, es egoísmo asfixiante. Nada para combatir
el egoísmo, como fomentar el amor, alimentar el amor, custodiar el amor. En esa medida se fomentará,
alimentará, custodiará, la gracia sacramental.
BIBLIOGRAFIA
WWW.ENCUENTRA.COM

COMPARO EL MODELO DE LA SANTISIMA TRINIDAD CON EL


MODELO DE FAMILIA CRISTIANA LLAMADA A LA SANTIDAD EN
NUESTRA ACTUALIDAD.

SANTISIMA TRINIDAD FAMILIAS CRISTIANAS HOY

1. 1.___________________________________
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3.
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PUESTA EN COMÚN DE LOS CUADROS COMPARATIVOS.


Por medio de la clase comunitaria conoceré el ideal de la familia en el
plan de Dios y sus características; tomo apuntes en una hoja de trabajo.

ME DISPONGO PARA ESCUCHAR CON ATENCIÒN LA CLASE


COMUNITARIA

Respondo los siguientes cuestionamientos:


¿Qué tanto se acerca mi familia al plan de Dios?

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¿Qué características de mi familia se asemejan al modelo de la familia Trinitaria?


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Propongo por medio de una cartelera los valores que fortalecen la vida de santidad
en su familia. Tengo presente mi creatividad.
PUESTA COMÚN DE CARTELERAS.

4. Realizo un compromiso junto con su familia a vivenciar el llamado a la santidad como


cumplimiento del plan de Dios dentro de la comunidad eclesial; elaboro un plegable donde
realizo una invitación a las familias católicas de mis compañeros a vivenciar las actitudes
propias que caracterizan la Familia Trinitaria,

PUESTA EN COMÚN.

“LO QUE DIOS HA UNIDO,


QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE”

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