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ALBERTO BLEST GANA MARTIN PROLOGO La GRAN LireraTura latinoamericana del siglo XIX es de indole marcada- mente burguesa. Desde las guerras de Independencia de 1810-1825 hasta la lucha de Cuba por su liberacién, a fines del siglo, en que ya asoma una nueva coyuntura imperialista, un desarrollo general se disefia en les pueblos del continente que resulta determinante para todas sus manifes- taciones culturales. Con rasgos nacionales especificos, por supuesto; con orientaciones y tongs diferentes; con modalidades genéricas que van desde el ensayo hasta la poesia civil, desde el panfleto politico hasta la Mrica in- timista; con la singularidad de sus temperamentos, los principales autores de esa centuria se hallan vinculados a las transformaciones que, con mayor o menor solidez, se producen en los distintos paises de América Latina. Aun los esctitores que alcanzan a entrever las luchas del futuro, las del presente siglo, como es el caso de Marti, siguen ligados esencialmente en lo estético, en lo cultural ¢ incluso en lo politico a formas del pensamien- to burgués. Este pone la base y el marco general a Ja cultura de la época. Por lo tanto, habrfa que utilizar de manera sostenida, como criterio de pe- riodizacién histérico-sistemdtico, esta correspondencia de Ja literatura his- panoamericana del siglo pasado con la instalacién de las condiciones eco- némicas del capitalismo, con Ja lucha entre liberales y conservadores (apa- frente en muchos casos, pero munca exenta por completo de repercusién para el afianzamiento politico de la burguesia} y con el despliegue de una ideologia también Uberal, que se hard dominante en el nivel de la cultura y en las regiones del arte y de la produccién literaria. En el cuadro de los representantes intelectuales de la burguesfa, Alberto Blest Gana ocupa un puesto significative. Junto a4 Domingo F. Sarmiento y a los demds liberales argentinos (Echeverria, Alberdi, etc.); junto al peruano Ricardo Palma; a Juan Montalvo, en el Ecuador; a Jorge Isaacs, en. Colom- bia; a José Maria de Hostos, en Puerto Rico, y a José Marti, en Cuba, inte- gra una galeria decisiva en el panorama cultural del siglo anterior. Natural- ix mente, entte las limitaciones ideoldgicas e incluso incoherencia de fondo de un Montalvo, ? por ejemplo, y el cardcter avanzado, francamente revoluciona- tlo de Marti por otto lado, Blest Gana parece situarse en un punto inter- medio, en un lugar equidistante de ambos extremos. Y en esa situacién parecen radicar tanto el mérito como la flaqueza del escritor, su seguro equilibrio de narrador por una parte y su tibieza, a veces decidida chatura de su personalidad intelectual. Entre la serenidad y la indiferencia como actitud de un novelista hay una frontera indiscernible, ante la cual los Unicos guias parecen ser un tacto y un gusto adecuados a cada obra en particular. * Esta ubicacién de Blest Gana dentro de la gama de su tiempo, se muestra mejor si se la compara, a modo de contraste, con la posicién de Palma o de Isaacs. Las Tradiciones peruanas (1872-1883) del primero miran hacia atras, pues van dirigidas a burlarse y a ironizar un orden colonial todavia imperante en el Pert en la segunda mitad del sigho XIX. Criticas y todo, y a pesar de que represcntan un primer momento en la expresién Hiteraria del liberalismo peruano, son y siguen siendo “tradiciones”.# En cambio, el proyecto novelesco de Blest Gana, su concepcidn hacia 1860 de un ambicioso ciclo histérico, se vuelca a captar las condiciones presentes de la vida chilena, desde la gesta de la Independencia hasta la decadencia de las grandes familias en el Paris de la Belle Epoque; desde las ilusiones he- roicas y populares de Durante ia Reconquista hasta la agonia, reales pas- trimerias, del credo liberal en Los srasplantados. Y¥ es que, en el fondo, la estatura artistica, cl aleance y la estela de estas obras poseen una final correlacidn con el desarrollo nacional de los paises respectivos. El cardcter regional y provinciano del liberalismo de Isaacs, por lo menos de 1865 adelante, no sdlo se expresa en el idilio que es Maria (1867), sino en la lucha dirigida contra el esclavismo todavia subsistente en los valles colombianos. El hecho mismo de que la vida de Isaacs tetmine miserablemente, hacia el fin del siglo, buscando riquezas petroliferas en la costa atlintica, revela su condicién de tatdio pionero en un pais signado por nn considerable atraso de desenvolvimiento capitalis- ta. A tal pais, tal liberal, podria decirse, no enfatizando inexistentes con- diciones de un ser nacional, sino efectivos y determinados grades en su desarrollo histérico. En su patria misma, Blest Gana convive con otros representantes des- tacados del movimiento liberal. Desde luego, el principal sigue siendo José 1 ¥. Agustin Cueva: Le literatura ecuatoriana, pp. 27 ss. Buenos Aires, Cedal, 1968. Y antes, su excelente enyaso interpretative del desarrollo cuicural del Ecuador: Entre lz ira y Ja esperanza, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1967. 2 Acerca de este punto, crucial pata ia practica narrativa y su correspondiente valora- cién, hay que volver a las siempre vigentes reflexiones de Lukacs. Die Theorie des Romans, I, 4, pp. 63 ss. Darmstadt und Neuwied, Luchterhand, 1971. 8 Sobre Palma y sus Tradiciones, sigue valido el andlisis de Maridtegui, contenido en sus Stete ensayos de interpretacién de la realidad peruana (1928); a él sé suman, mas re= cientemente, los trabajos de Adalbert Dessau sobre el liberalismo peruano del sigho KIX. x Victorino Lastartiz, que ya en 1842 encabeza un proceso de renovacién intelectual cuyc efecto necesario serd la agitacién politica de los préximos decenios. Por su obra como pensador y por su accién coma tribuno (sobre todo la que realiza hasta 1851}, Lastattia debe ser considerado como uno de los fundadores del pensamiento democratico chileno. Peto lo mismo que ocurtira con los mejores liberales europeos y americanos, también él, en Ia etapa final de su vida, su etapa parlamentaria y diplomdtica, dard paso a una creciente involucién, a un retroceso ideolégico que Io Mleva a armonizar grotescamente e] pensamiento comtiano con las condiciones de la sociedad chilena. El que comenzé siendo un epigono dinamico de la Ilustracién y que pudo ser uno de Jos demédcratas mds combativos hacia la mitad del siglo (véase, si no, su Diario Politico de esos afios), termina convertido en un ecléctico componedor del positivismo. Sus Recuerdos lterarios (1878) muestran bien este proceso de acomodamiente, de acu- mulada obsecuencia. Ea ellos no tienen cabida las tevoluciones liberales de 1851 y de 1859: es que Lastarria quiere olvidar a toda costa su juventud jacobina. Los equivalences del romanticisme de Echeverria son, en Chile, Fran- cisca Bilbao y Santiago Arcos. Ambes patticipan activamente en el levan- tamiento liberal de 1851; ambos dan cabida igualmente en sus escritos y proclamas a elementos de una nueva idcologia: al social-cristianismo de Lamennais, el primero; a aspectos del socialismo utépico, el segundo (y atin hay quienes piensan que, por el andlisis clasista contenido en su Carta desde la cdrcel, en 1852, Arcos debfa conocer el Manifiesto Comunista, de Marx-Engels *). En todo caso, los dos idedlagos han sido reivindicados por la clase obrera de Chile como precursores de sus luchas sociales. Otra figura interesantisima y muy poderosa es Vicente Pérez Rosales, exponente ante todo de un liberalismo plebeyo. Es como si, a falta de un real jacobinismo cn la arena politica del siglo XIX, se hubiera dado en Chile a través del arte memorialistico de los Recuerdos del pasado (1886), una rica visién de las energias progresistas del pais, visién desde abajo, substanciosa y potente, ligada a las muchedumbres y a la poblacién traba- jadora y aventurera dentro y fuera del territorio nacional. Desde la muerte de los Carrera, que cierra una de Jas crientaciones mds consecuentes en la revolucién de la Independencia, pasando por la experiencia de las insurrec- ciones europeas y del fendmeno masivo de la btisqueda del oro en Califor- nia, hasta la epopeya cosmopolita de la colonizacién del sur de Chile, los Recuerdos del pasado despliegan una vasta gama de empuje, de tensidn y de actividad colectiva. Sin el amplio y nmiltiple disefio de 1a produccién na- rrativa de Blest Gana, esta obra la supera, sin embargo, en fuerza y vitalidad, cualidades a las que era fundamentalmente ajeno el arte de equilibrio del autor de Martin Rivas. 4 V. Gabriel Sanhueza: Santiago Arcos, Santiago, Editorial del Pacifica, 1956. xl Una de las facetas mds valiosas entre las manifestaciones culturales de nuéstto liberalisme decimonénico es, sin duda, su produccién historiogra- fica. Historiadores como Diego Barros Arana, los hermanos Amundtegui y, mds tarde, José Toribio Medina constituyen un conjunto sdlo equiparable a la serie de historiadores argentinos (Vicente Fidel Lépez, Bartolomé Mitze...} 0, en menor grado, a los historiadores mexicanos de la época del Porfiriato. Entre todos ellos descuella, sin disputa, Benjamin Vicuiia Mackenna, no sdlo por su impetu jacobino nunca desmentido, por su sin- cero y activo civismo, sino también por su veracidad historiografica, capaz de hacer fusticia a los enemigos tradicionales del liberalismo. Puede decit- se que, a su modo y de acuerde a Jas particularidades que ef arte de escri- bir la historia implica, su biografia de Don Diego Portales (1863) es otra exptesién mds y un magnifico ejemplo de eso que Engels llamé una vez el “triunfo del realismo”. ® La obcecacién de Lastarria en no admitir la fide- lidad del retrato pintado por Vicufia revela en este punto las debilidades del maestro y la grandeza del discfpulo. II EL MEDIO FAMILIAR parece dar cuenta de algunas preferencias politicas y literarias del fututo esctitor, Alberto Blest Gana nace el 16 de junio de 1830, en el hogar formado por don Guillermo Cunninghan Blest y por dotia Maria de Ja Luz Gana. Los padtes habfan conttaido matrimonio unos pocos afios atrds, en 1827. El, nacido en Irlanda, habia llegado a Chile a comienzos de la década de 1820, cuando la reciente Independencia dei pais y el gobierno de O'Higgins abrian buenas expectativas a los inmigran- tes sajones, Médico de profesién, habia hecho sus estudios en las Universi- dades de Dublin y de Edimburgo. Muy pronto, apoyade primero por el Ministro Portales y, luego, por don Andrés Bello, contribuird a desarrollar en Chile el estudio y la ensefianza de la Medicina. Por tales conexiones, pudiera pensarse que el liberalismo de don Guillerme no era tan pronun ciado y que poseia mds bien un cufio inglés, al estilo de la Gloriosa Revo- lucién de 1688. Sin embargo, ottos hechos y, sobre todo, su participacién en el acto de tepudio organizado por algunos universitarios con ocasidn de la prohibicién del libro de Bilbao, Sociabilidad chilena, en 1844, tienden a mostrar que su moderaci6n no era tan constante. Sea lo que fuere en cuan- to a los sentimientos politicos suyos, es claro, sf, que en su hijo debieron tener fuerte influjo tanto su formacidén inglesa como su actividad médica. Las obras de Walter Scott y de Charles Dickens, por ejemplo, figuraron sin duda entre las primeras lecturas del nifio Blest Gana; y aunque la cri- 5 En ia célebre cacta a Miss Harkness, escrita originalmente en inglés y fechada en abril de 1888, Ver ahora en waducciéa francesa: Georg Lukics: Beritr de Moscos, p. 290. Paris, Editions Sociales, 1974. XI tica se haya orientado a sehalar mds bien las influencias provenientes del lado francés (Balzac, Stendhal, Sue y hasta Hugo °), parece evidente que, en sus primeras novelas, hay detalles técnicos y compositives, por no decir morales, que se deben a su temprano contacto, a la delicia de Dickens. En segundo término, es muy posible que el ejercicio médica del padre haya desarrollado en el nifio una actitud analitica que, si bien no se conciliaba mucho con la fase histérico-literaria que vivia Chile (aunque el hijo del médico de Rouen ya ha publicado Madame Bovary, esto nada tenia que ver con una novela que en 1860 sélo comenzaba a fundarse), contribuyé seguramente a formar dotes de observacién para un sereno enjuiciamiento de las cosas. Por el lado materno, Blest Gana procede de una familia de origen vasco, llegada a Chile a mediados del siglo XVIII. Se trata de una familia vinculada a Ja propiedad de ta tierra y a la carrera de Jas armas. En efecto, algunos parientes maternos suyos participaton come oficiales en las luchas de la Independencia. Y serd finalmente este aspecto de la tradicién familiar el que va a predominar en la temprana formacién del muchacho que, luego de entrar en el Instituto Nacional en 1841, ingresara en 1843 a la Escuela Militar. Los hermanos del novelista confirman igualmente el abanico de pre- ferencias existentes en la familia Blest Gana. Amén de uno que otro hijo natural, cosa corriente en esa época en Chile y dondequiera, los tres va- tones se dedican a tateas intelectuales o decididamente literarias. Alberto, ya se sabe; pero también su hermano mayor, Guillermo, y Joaquin, el menor. Poeta y dramatutgo histdrico el primero, poeta civil ¢ intimista a la vez, ha dejado tres voltimenes de escritos que, en gran medida, no han perdido vigencia nacional.* Es, casi con certeza, el més importante poeta roméntico de] siglo KIX chileno, fo cual, a decir verdad, no es mucho ponderar, dado el cardcter debilisimo de nuestro romanticismo. En tado caso, a fines de siglo, cuando Darfo visita por primera vez Valparaiso, no deja de hacer una elogiosa alusién a Guillermo Blest, que no es al parecer una pura y convencional cortesia de recién Hegado. ® Junto a su obra lite- ratia, hay que tener en cuenta su actividad politica, que lo llevé a partici- par en una conjuracién contra el gobierno de Montt en 1858 y a servir abnegada y fielmente mds tarde al Presidente Balmaceda. Lo primero esta a punto de costarle la vida, pues la condena sdlo se suspendié debido a & Los dos primeros son mencion frecuente en toda critica sobre Blest Gana. Volve- remos a ellos un poco mas adelante. Sue es menos aludido, quizi poque se teme rebajar la jerarquia liceraria del autor chileno. Sus obras, sin embargo, son muy leidas por el pablico nacional en jos diarios de mediados de siglo. (Cf. mas abajo, nota 42). El caso de Hugo ha sido tocado, como paralelismo digno de ser tomado en cuenta, en el notable trabajo de Guillermo Araya: “El amor y la revolucion en Martin Rivas’. Builetin Hispanigne (Bor- deaux), Janvier-Juin 1975, pp. 5-33. 7 Son dos yolimenes de poesia y uno de teatro, publicados a la mmerte del autor {Sanuago, 1904}. 8 ¥. Rubén Datlo: Obras de jeventud, p. 162. Sandago, Nascimento, 1927. XII Jas telaciones del padre con los cfreulos gobernantes. Debe, si, salir deste- trado al Peri, de donde podra volver en 1862, gracias a la amnistia decre- tada por el préximo Presidente. Joaquin, por el contrario, es una figura menos simpdtica. Segin todos los testimonios, parece haber sido acomodaticio y trepador. Periodista y politico, siempre supo halagar a los gobernantes de turno, lo que le permi- tié medrar a la sombra de jos ministerios y del Parlamento. Vemos, entonces, que en la familia misma de Blest Gana se expresan las condiciones del “‘contrato politico” de los clanes gobernantes. La bur- guesia profesional del padre enlaza con la propiedad oligaérquica de la madre; y el liberalisme moderade, ocasionalmente exaltado del padre, se extrema en el caso de Guillermo, pero se hace romo y chato en ta con- ducta de Joaquin. Como siempre, Alberto Blest Gana se ubica aqui de nuevo en un punto intermedio, ecudnimemente, lo que le permitird juntar en Martin Rivas y en otras novelas ambas formas de conducta politica, mostrar su contradiccién, refutando la moderaci6n con la exaltacién y viceversa... Logra asi sensibilizar en sus relatos lo que ocurria en la rea lidad social de su tiempo y en su propia familia: que, en lo que a los li- berales toca, los dos extremos se frotan entre si, se embotan mutuamente. ePunto de vista superior, objetividad de novelista? Més bien, creemos, arte del equilibrio, de la mesura y de las medidas prudentes. ;Téctica de diplomdtico mds que tacto de narrador! El propio novelista, pese a la grisalla diplomdtica en que se desen- vuelve la mayor parte de su vida, tampoco estuvo ausente de importantes acontecimientos politicos que se ptoducen en la sociedad chilena y en el mundo entero. Fue testigo directo, en efecto, de los dos episodios princi- pales de la lucha de clases entablada en Europa: fa insurreccidn de Junio de 1848 y la Comuna de Paris, en Mayo de 1871. Cuando estalla la primera gran revolucién del proletariado francés, el joven Blest Gana, que apenas cuenta con dieciocho afios, se encuentra en Versalles, becado por el gobier- no de Chile para estudiar Ingenierfa Militar. Cuando arrecia la lucha de los comuneros de Paris, el autor se halla en la misma capital francesa de- sempefiando tateas diplomdticas que tienen que ver sobre todo con la reciente guerra franco-prusiana. Esto en lo intetnacional. Dentro del pais, pudo conocer, a su regreso de Francia, los tltimos estertores del alza- miento libetal de 1851. Es evidente, entonces, que la presencia del autor en acontecimientos de maxima importancia histérica en el siglo pasado no pudo ser indiferente a su obra novelistica, tan nutrida, por lo mismo, de historia y de ideales libertarios. Por lo tanto, se hace dificil aceptar un juicio como el siguiente: ‘No lo seducia la politica, Los problemas socia- les lo dejaban frio. Pasaron sin dejarle huella sensible los hervores de 1848...".? % Alone: D. Alberta Blest Gane. Biografia y critica, pp. 38-39. Santiago, Nascimento, 1940. XIV

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