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II CONGRESO DE EGRESADOS

ECSyH, UASLP

¡Sobrevivir a la ECSyH sin desertar en el intento!


Cómo la 2006 de historia se convirtió una buena generación

Joel Enrique Almanza Amaya


Licenciatura en Historia
promoción 2006

Actualmente:
5to cuatrimestre de Maestría en Historia
CIESAS – Peninsular
joelenrique.slp@gmail.com

San Luis Potosí, S.L.P., 28 de enero 2014

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Palabras clave: generación, actividades extracurriculares, organización
estudiantil.

Resumen:

¡Sobrevivir a la ECSyH sin desertar en el intento! puntualiza cuatro factores que


influyeron positivamente en la generación 2006; a saber, la presencia de un
compañero con experiencia universitaria y trayectoria en el campo de las
técnicas históricas, la concientización de la CCSyH como un espacio digno y
provechoso para el desarrollo universitario, la participación extracurricular y la
proximidad con la plantilla docente. Los cuatro factores, en opinión de un
alumno de aquella generación, coadyuvaron para que más de un tercio de los
estudiantes de esta generación consiguieran titulaciones prontas, éxito en sus
postulaciones a maestrías y anexión al campo laboral.

El autor fue delegado de la licenciatura en historia, lo que explica su


interés por narrar el paso de una generación por la entonces CCSyH; de todos
es sabido que: la deserción y el tardío compromiso de los estudiantes provoca
un desaprovechamiento escolar que, a la larga, merma los índices de
excelencia de una institución altamente académica como la ECSyH. Los cuatro
factores a tratar podrán aconsejar a los estudiantes actuales y guiarles a
aprovechar de mejor manera lo que a su mano tienen para convertirse en
profesionistas de las ciencias sociales.

La participación está dividida en: Confesionario, donde el autor da


algunos datos personales y generacionales a considerar; Desarrollo o
explicitación de cuatro factores que hicieron de la 2006 una buena generación;
y Conclusiones, donde se encuentra una remembranza y algunas críticas con
el afán de mejorar el mapa curricular de la licenciatura en historia.

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Introducción o Confesionario

Fuimos 40 los aspirantes a la promoción de Historia en el año 2006, eligieron a

30, siendo yo uno de los más jóvenes. Quise desertar en el segundo semestre

y confieso que desperdicié seis semestres de la carrera, como casi todos, por

descompromiso y un excesivo tiempo de recreo en las canchas y en la

cafetería.

Desperté en mi séptimo semestre para aprovechar distintas

oportunidades que la vida universitaria ofrece, entre ellas algunos congresos,

una movilidad estudiantil, ser delegado del alumnado en historia, e incluso,

tener dos o tres publicaciones arbitradas. No egresé conjuntamente con mis

compañeros en diciembre 2010, pese a eso fui el cuarto en titularme, tres

meses después de mi egreso en diciembre 2011. Pasados otros tres meses ya

estaba aceptado en dos maestrías CONACyT, en la Universidad Autónoma de

Sinaloa y en CIESAS unidad peninsular; opté por la segunda.

Esta es la memoria de mi experiencia como estudiante en la

Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades, en ella contaré, desde mi

subjetividad y percepción, qué factores influyeron para que los 2006 fuéramos

una generación destacada. Pero… ¿Fue acaso una buena generación la

nuestra? ¿Quién lo define así y en qué se basa?

La 2006 fue una buena generación en opinión de su Coordinador.

Acaecidas las deserciones de los primeros años y los rezagos en los semestres

posteriores, nos constituimos hacia la parte final de la carrera como un pelotón

de once (Ada Rodríguez, Argelia Zavala, Arturo Montalvo, Daniela Rojas,

Eduardo Reyes, Gerardo Fajardo, Gerardo Morales, Lizzeth del Castillo, Tomas

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Gómez, Ruth Ibarra y quien esto escribe) todos titulados por tesis (algunos en

fechas muy próximas a su egreso); de los once, nueve concursaron por

maestrías; ocho fueron aceptados, siete en maestrías CONACyT, las mismas

fuera de San Luis Potosí (tres a la Universidad de Guanajuato: Ada, Ruth y

Gerardo Morales, tres a Universidad Autónoma de Querétaro: Daniela, Gerardo

Fajardo y Tomás, y el participante en esta mesa, al CIESAS); a destacar, uno

de los once logró instalarse en el sistema estatal regular de educación pública y

actualmente labora, en una secundaria federal -como decimos nosotros- en el

mero Wirikuta, labor y mérito encomiable; asimismo, otra compañera, trabajó

en el archivo de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario y Recursos

Hidráulicos. Si hay reservas de que la 2006 fue una buena generación: de la

siguiente, la 2007, egresaron dos en tiempo y forma.

En estas páginas se podrán encontrar los consejos para sobrevivir a la

ECSyH sin desertar en el intento, o dicho de otro modo, estas líneas tratan de

Cómo la 2006 de historia se conformó una buena generación

1.- Nuestra generación contó en sus integrantes con Oscar G. Chávez, persona

refunfúñate que fue un verdadero dolor de cabeza para compañeros, maestros,

e incluso, autoridades. No se le puede denominar a Oscar ´joven´, pues cuando

entró a la Coordi contaba ya con unos treinta y muchos o cuarenta y pocos

años de edad, no lo sé, nunca fue mi amigo y jamás se la pregunté; la

estimación de su edad no es ociosidad, la misma le permitió al mismo tiempo

ser alumno de la 2006, ex alumno de la Licenciatura en Filosofía por la

Universidad Nacional Autónoma de México, estudioso de la historia de San

Luis Potosí y, sobre todo, un bibliófilo incansable -no gratuitamente su correo

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electrónico por aquellos años aludía a algo así como bibliofagia. El Oscar G.

Chávez nos hizo imposibles muchos semestres, en particular los primeros; eran

sus preguntas y replicas un motor de discusión en el aula que difícilmente

alguna otra generación pudo tener en los albores de su vida universitaria, al

menos en Historia y en la UASLP. Siempre se pensó, que Oscar lo hacía por el

bello oficio de molestar, ahora muchos de la 2006 pensaran que no fue así, y

aunque así hubiere sido, tan particular forma de ser nos obligó a crecer: a

crecer leyendo, a crecer debatiendo, a crecer sustentando las ideas, no sólo

ostentándolas. Oscar se satisfizo con cursar únicamente las asignaturas, no los

seminarios de investigación, pero su aporte a la generación 2006 debe

reconocerse, nos enseñó que la disciplina histórica es de carácter, de carrera

larga y sobre todo que la competencia sólo aprovecha en su acepción

pedagógica.

2.- Otro elemento fundamental fue haber descubierto la calidad de la CCSyH

sin haber tenido que egresar. A muchos estudiantes y generaciones sucede

que entran verdaderamente deslumbrados por la vida universitaria, pero al

paso de dos o tres semestres los tales creen saberlo todo y desprecian su alma

mater y los contenidos de las asignaturas, así viven hasta que egresan y es en

posgrados ajenos cuando añoran y reconocen que su cuna al final fue bastante

segura. A los 2006, quizá por las -en ese momento precoces- participaciones

en congresos y las esporádicas expediciones a otras universidades, esto les

sucedió bastante aprisa, lo que ayudó a no despreciar el entorno que tenían.

Rápidamente fueron consientes de la excelencia de la institución tanto en

infraestructura, planificación, plantilla docente, etc. Y no era una devoción o un

simple apego, era una firme conciencia que en otras universidades, algunas

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clásicas en la enseñanza de la historia, no había, por ejemplo: instalaciones

dignas, continuidad a proyectos institucionales, proximidad con los profesores,

etc. Nos tocó ser la quinta generación, por ello vimos de principio a fin la

construcción del edificio B, muchos profesores vimos entrar con sus bibliotecas

por el estacionamiento. Es cierto que respiramos aires de excelencia por la

juventud de la escuela y la no politización de la misma. Esto coadyuvó para que

cada uno de los 2006 valoráramos la institución en su conjunto.

Claro está que también mirábamos deficiencias, algunas las explicitaré

al final de esta memoria, pero aquéllas no fueron capaces de hacer que incluso

alguien como yo -descomprometido y juguetón gran parte de la carrera- no

reconociera que ser parte de la CCSyH era motivo de orgullo.

3.- Un factor mucho más tangible fue la participación extra curricular. Por ahí de

finales del 2009 esta generación descubrió la existencia de foros para discutir y

dialogar con otros estudiantes de historia. En aquel entonces no existía un

delegado que pusiera en las mamparas o en las redes sociales información

alusiva a estos eventos. Ese año nos organizamos con el resto de los

estudiantes de la licenciatura y se conformó una estructura que posibilitó el flujo

de información. Así fue como empezamos a participar en Encuentros y

Congresos.

La nuestra fue una generación que se tomó este asunto en serio; de los

once ya nombrados, si acaso un par nunca enviaron una ponencia; de los

nueve restantes hubo otros que aprovecharon al máximo estos espacios y

enviaron ponencias a donde fuese posible. Recuerdo que Gerardo Morales

participó en dos eventos diferentes en una misma semana, uno más a la

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siguiente y cuéntesele otro más a la siguiente (con varias participaciones en un

sólo evento); me refiero al mes de noviembre 2010. Era común verle pasear

con solicitudes de viáticos del cubículo del Coordinador a la oficina del

Administrador. Quien esto escribe no tuvo una realidad tan diferente, en mi

primera participación extra curricular hablé del paisaje y el Ferrocarril Nacional

Mexicano en el 1er Encuentro de Investigadores del Ferrocarril, era yo

entonces estudiante de quinto semestre de licenciatura entre Doctores en

Historia estudiosos del ferrocarril. Escenario similar se le presentó a Ada

Rodríguez cuando compartió un avance de su tesis ante médicos y psiquiatras

en el I Coloquio del Seminario Interdisciplinario en Salud Mental.

Tomando en cuenta las cartas de solicitud de viáticos que se encuentran

en la Coordinación de Historia y algunos documentos que están en expedientes

de la Delegación de Historia, nuestra generación participó en 16 diferentes

eventos académicos, con un total de 32 ponencias. A juzgar por los mismos

documentos, la generación anterior a la nuestra, la 2005, sumó 8 ponencias en

total. La 2007, la posterior a la nuestra, 19. Nos tomamos esta asignatura muy

enserio, como pelotón; es cierto que también nos divertimos en los Encuentros

jovialmente, con lo más obvio que ello implica. Igual asistíamos a conferencias,

mesas redondas, cursos, nos involucramos en presentaciones de libros, e

incluso, hasta en su venta, como fue el caso de Gerardo y Tomás que en varias

ocasiones llevaron a los eventos académicos, además de sus ponencias, lotes

de Espacio-Tiempo y no pocos títulos producidos por nuestros profesores.

En cuanto a la organización estudiantil, también hubo participación de

nuestra generación representada en mi persona. Un documento del 2006

afirma que en ese año, que coincidió con nuestro ingreso, existían tres

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delegados, a saber, los jóvenes Maytorena, Motilla y Zamora. Los documentos

que le siguen muestran como, primero Motilla y luego Maytorena, fungieron

como tales los siguientes tres años con resultados más bien precarios: nueve

ponencias en total, la mayoría en coautoría con profesores y, posiblemente,

una junta en nuestra casa de estudios de la red estudiantil llamada ADENEH,

todo ello sucedió entre el 2006 y el 2009. Inclusive en el expediente no existe

ninguna solicitud de apoyo por parte de los estudiantes en el año 2008, lo que

hace imaginar la pobre actividad extracurricular de los estudiantes por aquellos

años. Recuerdo que una ocasión, José Motilla nos buscó cuando teníamos una

semana de universitarios, aquella fue la última vez que vimos en calidad de

delegado.

El caso es que a finales del 2009, cuando ya estábamos en condición de

mantener una charla más o menos académica en foros ajenos al salón de

clases, no existía nada que pareciera una organización estudiantil propia de los

estudiantes de historia. Fue José Juan Palomo de la 2007 quien se interesó

porque existiera un organismo con este fin. Así, en ese año, Palomo y quien

esto escribe, organizamos elecciones con supervisión del Coordinador de la

carrera, el Dr. Delgado López. Resultó electa Roxana Hernández, a partir de

ese momento la participación de los estudiantes de historia de la Coordinación

fue en aumento. Se organizaron dos elecciones más, una en 2010 y la otra un

año luego, en la última resultó electo Hugo Holguín.

Sobre la misma línea, debe puntualizarse la existencia de las jornadas

estudiantiles, cuya última celebración se efectuó en mayo pasado. Estos

eventos nacieron por generación espontánea en 2010; sucedía entonces que al

aproximarse las fechas previas a los encuentros regionales del Norte y

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Occidente y del Altiplano Central, los ponentes solían ensayar su exposición

oral, retroalimentándose mutuamente. A final de ese año, en vísperas del

Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia, quien esto escribe organizó un

ensayo similar, aunque con algunas modificaciones protocolarias; se integraron

las ponencias en mesas de trabajo, se incluyeron moderadores, se otorgaron

constancias, se sumaron ponencias de otros compañeros que no participarían

en el Encuentro y, también, tuvo génesis el sello más característico de estos

eventos: un profesor criticaría los trabajos y señalaría los aspectos a corregir.

Así nació la 1era Jornada de Estudiantes Historia en octubre 2010.

Literalmente fue una jornada, en un sólo día se presentaron ocho ponencias y

los autores recibieron comentarios de la Maestra Elida María Tedesco,

entonces doctorante del Colegio de México, quien tenía algunas horas-clase en

la Coordinación. En abril 2011 Marco Antonio Vázquez Rocha organizó un

evento similar, le llamó Jornadas Internas de los Estudiantes de Historia, se

diferenció de su predecesora por incluir a más profesores como comentaristas.

Seis meses después, quien esto escribe y Hugo Holguín organizaron la

Jornada de Historia 2011, se le añadió una conferencia magistral por parte de

la Dra. Paulina Latapí, de la Universidad Autónoma de Querétaro, y algunas

actividades culturales, como exposición de carteles, lectura de creadores y un

recorrido en el tranvía turístico del centro histórico.

En el año 2012 no se realizó ningún evento de este tipo, al menos, no

organizado por y para los estudiantes de historia. Fue hasta el mes de mayo

pasado que Hugo Holguín organizó junto con Miriam Gómez Escalante la

Jornada de Historia 2013, ésta además de mantener la estructura básica de

sus homologas, incluyó talleres y seminarios. Las Jornadas fueron parte

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integral de nuestro crecimiento; asimismo éstas materializaron una y otra vez la

organización estudiantil con interés escolar, mal llamada Delegación de

Historia.

Aunado a esto, la semilla para traer el Encuentro Nacional de

Estudiantes de Historia a San Luis Potosí cayó en buena tierra entre los 2006

particularmente entre Argelia, Ruth, Gerardo Morales, Tomás y el ahora relator.

Éste grupo junto a Roxana, Delegada, y algunos otros compañeros como Ada

Rodríguez, Sócrates Gutiérrez y muchos otros si se indaga, fueron los

redactores del proyecto que finalmente ganó la sede en noviembre 2010. Es

necesario -abro un paréntesis en este punto- analizar porque ese evento al final

no se realizó en nuestra casa de estudios; el tal, posiblemente, arrojará fisuras

estructurales en la administración de recursos y en la organización estudiantil.

Compañeros de nuestra generación también se involucraron en la

difusión del conocimiento histórico y científico-social, como lo demuestra la

iniciativa de llevar conferencias a lugares públicos, ya iglesias, museos o

mercados, particularmente en torno a las temáticas que aquellos abordaban en

sus respectivas tesis. Esta iniciativa, salió de la cabeza de Gerardo Morales y

encontró apoyo en el Ingeniero Machinena, entonces Secretario Técnico de la

Comisión del Bicentenario y Centenario de San Luis Potosí y en algunos

compañeros de la generación 2006 de antropología.

Involucrarse, desde luego, es el único antídoto para no desertar.

También debo reconocer aquí, que fue muy valioso para algunos de la 2006

participar con la Mta. Torres Montero en aquella pesquisa de archivo para sus

investigaciones acerca de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Una

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tesis, la de Tomás Gómez, seguramente en aquellas horas examinando

documentos de comienzos del siglo XIX y XX se empezó a idear. De igual

manera útil fueron las movilidades estudiantiles en que participamos Ruth

Ibarra y un servidor; ella, más inteligente que yo, fue al extranjero, a mí la

ciudad Culiacán me trató con fiereza. Por otro lado, envidiable fue la estancia

de investigación que Argelia Zavala tuvo en el Instituto Iberoamericano de

Berlín.

4.- El último factor que quiero resaltar fue la proximidad con la plantilla docente

y, en especial, con el Coordinador. Cuando la generación 2006 llegó a la

CCSyH, también lo hizo el Dr. Enrique Delgado López; nosotros como

estudiantes y él como Coordinador empezamos caminos paralelos que

concluyeron curiosamente al mismo tiempo, mientras se efectuaban las ultimas

titulaciones de nuestra generación en 2013. El Dr. Delgado fue al mismo tiempo

profesor, coordinador, para algunos tutor, director o lector de tesis, pero sobre

todo un amigo. Queda clarísimo que aprendimos qué es un mapa T en O, qué

un portulano, cómo Eratóstenes midió la circunferencia de la tierra y algunos

entes del bestiario medieval. Aún mayor que eso fue aprender que se puede

ser honesto y tener una buena calidad moral en un campo de trabajo como el

nuestro.

Varios momentos son los que se pueden resaltar aquí, más creo que con

los siguientes es suficiente. Recuerdo que antes de ser publicada mi primera

publicación arbitrada, la Universidad Autónoma de Querétaro -por motivos que

desconozco- habían colocado al Dr. Delgado como primer autor y a mí como

segundo. Al advertirlo, Delgado López se comunicó con el Dr. Francisco Meyer

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Cosío, coordinador de la obra, para señalar que el estudiante de licenciatura

era el primer autor y, él, el Dr. Enrique, el segundo autor.

Otra anécdota que sobrevive en mi cabeza, son los momentos de

tensión que en el aula tenían Daniela Rojas y el Dr. Delgado López. Hoy entre

ambos existe una amistad, impensable en aquellos días. La explicación no la

conozco, pero infiero que quizá todo haya comenzado cuando él aceptó apoyar

su tesis cuando ella no encontraba un director; y no es que al Dr. Delgado le

faltaran asesorados, tenía bastantes (para ser exactos a Montalvo, Gutiérrez,

Rodríguez y a quien esto escribe), a ésta agenda debe sumársele también que

cuando la profesora Torres Montero estuvo lejos por motivos de su Doctorado,

el Dr. Enrique atendió como monitor a sus tesistas.

Sé que otros compañeros seguramente tendrán comentarios igualmente

positivos de otros profesores, Argelia del Dr. Betancourt, Gerardo del Dr.

Montoya. La proximidad que la 2006 tuvo con el Coordinador fue estrecha y

estuvo inspirada en la superación de los estudiantes. Él se interesó por los

motivos personales que reducían el rendimiento escolar. Como tal, siempre

tuvimos un cubículo abierto para discutir sobre historia, sobre la institución,

sobre la vida, sobre cualquier cosa, a excepción de futbol porque Enrique en

ese tema no es muy “ducho”; en fin, tuvimos un Coordinador en la amplitud de

la palabra. Gran parte de la 2006 siguieron su consejo más reiterado, salir del

terruño, no por desprecio, queda claro, sino por hambre a los nuevos retos.

Está en veremos nuestras suertes en esos nuevos recintos.

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Conclusión

Un servidor considera que los estudiantes de historia de la UASLP tienen todo

a su favor para conseguir un tránsito provechoso en su formación universitaria.

La infraestructura y los medios con los que cuenta la ahora Escuela de

Ciencias Sociales y Humanidades son envidiables. Sin embargo, el plan de

estudios debe ajustar flancos débiles, por ejemplo: incluir una historia de África

y Asia, para que el egresado conozca la historia del imperialismo europeo y

comprenda, de mejor manera, el orden social devenido de las guerras

mundiales. También deberían incluirse talleres metodológicos de las formas de

hacer historia; que historia social, económica, que historia cultural, etc., en los

cuales los alumnos a través de las obras clásicas de estas formas de trabajo e

interpretación del hecho humano sepan cómo elaborar un marco, no sólo

teórico, sino también de procesamiento de datos para comprender, de tal o cual

forma, la realidad. De ser así, aquella responsabilidad no quedaría única y

completamente en la sapiencia y experiencia del director de tesis.

Por otro lado, debe fortalecerse la organización estudiantil y fomentarse

el apoyo a actividades extra curriculares, empezando por comprender que no

son la misma cosa. El término “delegación” aplica, en nuestro caso, cuando

una comitiva de estudiantes sale de la ECSyH y la representa ante algún foro o

asamblea. Pero este término se emplea equivocadamente, por ejemplo, al

expresar que las Jornadas las organiza la Delegación de Historia. Si bien al

“delegado” se le confiere o delegada una responsabilidad, algunas de las

labores que han realizado estos compañeros, desde Roxana Hernández hasta

Hugo Holguín, implican trabajos internos de otro tipo.

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Por ello considero que la organización estudiantil se expresa más

fielmente con el término “consejero”, no en el sentido que ha tenido en la

práctica la Consejería de esta Escuela, la cual se ha limitado a trámites

operativos y algunas pugnas estudiantiles, muchas veces caprichosas; sino

más precisamente en una Consejería Escolar por y para estudiantes, cuya

responsabilidad sea realizar actividades que nutran la capacidad de

aprovechamiento académico de la comunidad estudiantil.

Lo anterior debe ser iniciativa, no de las autoridades de la Escuela, sino

de los estudiantes, y no se limita a cambiar el concepto, sino hacer funcionar

un aparato del cual los estudiantes se beneficien. Al releer la documentación,

tanto de las solicitudes de apoyo, como la producida hasta el día de hoy por la

Delegación de Historia, pude notar que la organización estudiantil ha pendido

de hilos muy endebles y, tristemente, dependido de algunos compañeros. Hace

falta que los estudiantes se interesen en su propia formación, aunque suene

trillado. La única receta para evitar la deserción y el rezago, es involucrarse en

actividades extra curriculares y no tanto en extra escolares; asistir y participar

en la mayor cantidad de congresos, presentaciones de libros y conferencias

posibles, acelera la comprensión del oficio y las actividades más básicas del

científico social.

Ahora sí, por otro lado, hace falta fomentar y apoyar la participación en

actividades extra curriculares, ésta es labor tanto de los autoridades, como de

los profesores, así como de estudiantes organizados. Es cierto que muchos de

estos foros se han desvirtuado y no conservan ambientes puritanamente

académicos, pero con algún monitor que acompañe el viaje o sistema de

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confirmar el aprovechamiento del evento, estas actividades pueden llegar a ser

estratégicas.

En este punto los estudiantes actuales tienen ante sí una oportunidad

relevante; si decidiesen celebrar una 5ta Jornada de Historia, no sólo

participarían con una ponencia, también consolidarían un evento que tiene un

ameno porvenir, pues una nueva Jornada de Historia tiene la garantía de sus

predecesoras y depende únicamente de los estudiantes sumarle dígitos al

numerador. Aunado a todo esto, me parece, a reserva de equivocarme, que

contarían con el apoyo tanto del Coordinador como con la asesoría de su

compañero Holguín.

Finalmente, la proximidad entre estudiantes y docentes es una apuesta y

sello de la ECSyH, misma que reconozco como un acierto.

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