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Lino Dolan, O.P.


Prior Provincial, Provincia Dominicana
de San Juan Bautista del Perú
Introducción III
LAS VERSIONES

SAN MATEO SAN LUCAS

1. Bienaventurados los pobres de 1. Bienaventurados los pobres, porque


espíritu, porque de ellos es el reino de los suyo es el reino de Dios.
cielos.
2. Bienaventurados los que ahora tienen
2. Bienaventurados los mansos, porque hambre, porque serán satisfechos.
ellos heredarán la tierra.
3. Bienaventurados los que ahora lloran,
3. Bienaventurados los que están tristes, porque reirán.
porque ellos serán consolados.

4. Bienaventurados los que tienen hambre


y sed de justicia, porque ellos serán 4. Bienaventurados serán cuando los odien
saciados. los hombres y cuando los expulsen y los
insulten y proscriban su nombre como
5. Bienaventurados los misericordiosos, malo a causa del Hijo del hombre.
porque ellos alcanzarán misericordia.
Alégrese aquel día y salten de gozo porque
6. Bienaventurados los limpios de su recompensa será plena en el cielo;
corazón, porque ellos verán a Dios. pues así hacían sus padres con los profetas.

7. Bienaventurados los pacificadores, En cambio,


porque ellos serán llamados los hijos de
Dios. 1. Ay de Uds. los ricos, porque han
recibido su consolación.
8. Bienaventurados los perseguidos por
causa de la justicia, porque suyo es el 2. Ay de Uds. los que ahora están repletos,
reino de los cielos. porque tendrán hambre.

Bienaventurados serán cuando los injurien 3. Ay de Uds. los que ahora ríen, porque
y los persigan y digan todo mal contra llorarán y gemirán.
Uds., mintiendo, por mi causa. Alégrense y
regocíjense, porque su recompensa será 4. Ay cuando los alaben todos los hombres.
grande en los cielos. Pues así persiguieron Igual hacían sus padres y los falso
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a los profetas anteriores a Uds. profetas.

(Mt. 5, 3 - 12)

(Lc. 6, 20 - 26)

Se puede notar, sin dificultad, que la línea esencial del pensamiento en las dos versiones de las
Bienaventuranzas es una, aunque con características diferentes.

En Mateo son ocho (8); en Lucas, cuatro (4), con cuatro maldiciones.

En Mateo se relatan en tercera persona del plural; en Lucas, en segunda.

Mateo añade « de espíritu», habla de hambre « de justicia» de los tristes; Lucas habla de los
realmente pobres, de hambre de pan, de los que lloran.

Todas las bienaventuranzas se asemejan por su forma de expresión. En cada una se distingue tres (3)
elementos:

1. el término «bienaventurado» que es un deseo de dicha;

2. se citan algunas categorías de personas a las cuales son aplicable las


bienaventuranzas - personas que tienen un comportamiento bien determinado o que
en su vida han optado por una actitud fundamental.

3. se citan los motivos por los cuales esas personas merecen ser llamadas
bienaventuradas. El verdadero motivo, el único en el que se resumen todos los
demás, se cita en la primera y en la octava «porque de ellos es el reino de Dios»

Es muy importante recordar un hecho histórico, a veces olvidado o que, a veces, parece no tener
importancia - ni Mateo ni Lucas actuaron como secretarios del Señor. Es decir, los evangelios fueron
escritos varias decenas después de la Resurrección y Ascensión de Jesús. Su forma de recordar y
componer sus memorias de Jesús - sus palabras, sus obras, los acontecimientos de su vida - reflejan
ya años de predicación y evangelización, cada uno con públicos distintos, cada uno consciente de los
problemas que han surgido en las nuevas comunidades con el paso del tiempo. Es natural que
aparecen diferencias, entonces, no en la esencia sino en la forma de relatar y en los detalles.

Mateo está escribiendo para una generación de cristianos cuyo entusiasmo inicial se ha enfriado.
Intenta actualizar las palabras de Jesús de tal manera que los discípulos nuevos captan las exigencias
que expone el Maestro para que sean verdaderamente sus discípulos. Se dirige principalmente a
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judíos convertidos al camino indicado por Jesús.

Lucas, por otro lado, se dirige principalmente a paganos sin la tradición bíblica. No han conocido
Yahvé ni su intervención histórica en la marcha de su pueblo. Sus dioses han sido la riqueza y los
valores terrenos. En esta situación, exalta al estado de bienaventuranza la situación social en que se
mueven los pobres y los miserables de este mundo.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución DEI VERBUM , nº 9, dice: «Los autores sagrados
escogieron algunas cosas, sintetizaron otras, las explicaron atendiendo a la condición de las
Iglesias ... ; pero siempre nos comunicaron la verdad sincera acerca de Jesús.»

Así, Mateo y Lucas reproducen las bienaventuranzas, no tal como las oyeron de boca del Señor, sino
como las recitaban sus comunidades, después de oídas a los que «desde el principio fueron testigos
oculares y ministros de la palabra». Ellos eran ministros, no de la letra, sino del Espíritu. «La letra
mata, más el Espíritu da vida» (2 Cor 3,6). El Maestro no es letra muerta sino viva (Jn 6, 63). El
sentido auténtico de las bienaventuranzas está garantizado por el carisma de la inspiración, por la
asistencia del Espíritu Santo (Jn 14, 26).

El autor único de las bienaventuranzas es Jesús; los destinatarios - sus discípulos (Mc 3, 13). Dios ha
venido revelándose, poco a poco, al Pueblo de Israel, a través del tiempo; Jesús mismo es la
culminación de esa revelación. En el Sermón de la Montaña, Jesús completa las exigencias morales
de aquellos que quieren ser sus discípulos. Las bienaventuranzas enseñan el camino perfecto.

¿Quiénes son los discípulos de Jesús?

En tiempos antiguos, en Grecia como en los países orientales, el discípulo fue mucho más que un
alumno, alguien que aprendía de otro, el maestro. Los grandes maestros de filosofía griega como
Pitágoras, Platón, Aristóteles y otros, tenían sus discípulos, aquellos que aprendían del maestro,
siguiendo sus pasos. Literalmente, lo seguían por las calles, en todas partes, escuchando su cada
palabra y hasta imitando su forma de vida.

Lo mismo puede observarse en las grandes escuelas de espiritualidad oriental de la China o del
Japón. El maestro seleccionaba sus discípulos y los preparaba para la vida.

En Israel, el maestro, en tiempos de Jesús, fue el Rabí. El también seleccionaba sus discípulos y les
enseñaba la "ley", la Tora. En el ámbito rabínico, el maestro es seguido por sus discípulos - como
servidores - a una cierta distancia; lo primero es seguir al Maestro. Seguir detrás llega a ser un
término técnico para expresar las relaciones entre el Maestro y el discípulo. El discípulo no
solamente «aprende» del maestro sino adquiere una experiencia de vida, imitándolo. El maestro
enseñaba no solamente en las clases de la Tora sino por el ejemplo de su vida.

Este es el ambiente y la mentalidad que nos describe el Evangelio refiriéndose a Jesús, como
Maestro, y a aquellos que lo seguían, los discípulos. Pero, Jesús pone condiciones nuevas,
desconocidas hasta su tiempo, para que alguien sea su discípulo; Él propone una nueva escala de
valores que rompe todos los esquemas y desconcierta a los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Después de responder a la llamada de Jesús, el discípulo pone su confianza incondicionalmente en


las manos de Dios (Mt. 6, 33) Las Bienaventuranzas indican el camino que uno tiene que seguir para
ser realmente discípulo del único Maestro que "tiene las palabras de vida eterna."
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