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LEÍSMO, LAÍSMO Y LOÍSMO EN LAS DISTINTAS VARIEDADES DEL

ESPAÑOL

Nawal Maimouni Mimouni


Primer curso del Grado de Estudios Ingleses

INTRODUCCIÓN

En este trabajo, vamos a describir, de manera objetiva, los fenómenos lingüísticos


que tienen lugar en lengua española los cuales son denominados Leísmo, Laísmo y
Loísmo. Con ello, se pretende exponer no solo las definiciones de dichos fenómenos sino
cuándo, dónde y porqué se originaron, así como, qué presencia tienen en la actualidad en
los distintos países de habla hispana.
El objetivo del presente trabajo pretende extender a la mayor cantidad posible de
hispanohablantes, los fenómenos lingüísticos ya mencionados los cuáles, según estudios
previos realizados, no son lo suficientemente conocidos entre dicha población. Por lo que
el propósito de este escrito es intentar minimizar el uso y la expansión del Leísmo, Laísmo
y Loísmo, ya que, según la Real Academia de la Lengua Española, <<la norma culta del
español estándar establece el uso de estas formas para ejercer dicha función,
independientemente del género del sustantivo al que se refiere el pronombre>>.

1. DEFINICIONES Y ORÍGENES DEL <<LEÍSMO, LAÍSMO, LOÍSMO>>

Se denomina <<leísmo>> al uso etimológicamente inapropiado de le(s) con


función de complemento directo, en lugar de emplear lo (pronombre correspondiente al
complemento directo para el masculino singular), los (para el masculino plural) y la(s)
(pronombre correspondiente al complemento directo para el femenino), que son las
formas a las que corresponde etimológicamente ejercer dicha función.

Se denomina <<laísmo>> al uso etimológicamente inapropiado de la(s) con


función de complemento indirecto femenino, en lugar de emplear le(s), que es la forma a
la que corresponde etimológicamente ejercer dicha función.

Se denomina <<loísmo>> al uso etimológicamente inapropiado de lo(s) en


función de complemento indirecto masculino (de persona o de cosa) o de complemento
indirecto neutro (cuando el antecedente es un pronombre neutro o toda una oración), en
lugar de emplear le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer
dicha función.

En primer lugar, vamos a recordar de dónde proceden los pronombres españoles


de complemento directo y de complemento indirecto. Como bien es sabido, el español
tiene su origen en el latín, por lo que, tomó los pronombres de complemento directo e
indirecto de los pronombres latinos ille, illa, illud (demostrativo de lejanía, al que se le
atribuye el significado «aquel»), de donde provienen «le», «la», «lo» y sus respectivos
plurales. Por tanto, para saber utilizarlos adecuadamente, hay que tener en cuenta, por una
parte, la función sintáctica que desempeñan estos pronombres y, por otra parte, el género
y el número gramatical de la palabra(s) a la que se refiere.

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Sabemos que la forma «le» (complemento indirecto) procede del dativo latino illi
(sin género), que «la» (complemento directo femenino) procede del acusativo
illam (femenino) y «lo» (complemento directo masculino y neutro) procede de illum e
illud (acusativo masculino y neutro, respectivamente). Y, del mismo modo, sus plurales
surgen de los respectivos plurales latinos: illis, illas, illos.

El uso incorrecto de los pronombres átonos de la tercera persona, tanto del singular
como del plural, surgió en Castilla durante la Edad Media donde ya se había impuesto el
llamado castellano, evolucionado del latín. En una de los primeros textos escritos en
lengua castellana, El Cantar de Mío Cid (1190 aprox.) ya se encuentran los primeros
casos de leísmo, laísmo y loísmo, aunque bien es cierto, que el leísmo era, y es, el
fenómeno más extendido en la mitad norte de la península. No obstante, se ha
comprobado que, en la parte sur de la península ibérica, estos tres fenómenos no se
extendieron debido a que la presencia del árabe, hasta el siglo XIV aproximadamente, era
aún notable, según indica Gutiérrez-Rexach (2016: 518).

Sin embargo, respecto a los motivos o razones ‘reales’, se ha consensuado que,


exceptuando los motivos explicados previamente, no hay datos fidedignos para poder
señalar otras razones que hayan dado como resultado los fenómenos que estamos
tratando, según indica Fernández-Ordóñez en su artículo Hacia una dialectología
histórica reflexiones sobre la historia del leísmo, el laísmo y el loísmo (2001:3).

2. PROBLEMAS CON LOS PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS

Así, parece ser que una de las razones de más peso para la incursión de estos tres
fenómenos se debe al desconocimiento de cómo funcionan los pronombres personales
tónicos y los átonos. Vamos a dar una breve explicación de estos pronombres.

Los pronombres personales tónicos (yo, tú, él, ella, nosotros, vosotros, ellos –
con sus respectivas formas femeninas) actúan como sujeto, como atributo o como término
de preposición, por ejemplo:
- Como SUJETO: Tú sabrás lo que te han dicho.
- Como ATRIBUTO: Los culpables de todo el problema son ellos.
- Como término de preposición: Mi hermano vendrá con nosotros mañana.

A diferencia de los pronombres personales tónicos, los átonos (me, nos, te, os, lo,
los, la, las, le, les, se) son aquellos que funcionan como complemento verbal no
preposicional o como parte formante de los verbos pronominales, y, precisamente, por
este carácter átono, se pronuncian ligados al verbo junto con el que forman una unidad
acentual.
Por ello y debido a su independencia fónica, los pronombres átonos se denominan
de forma general, <<clíticos>>, que, a su vez, están divididos en los llamados
<<proclíticos>> o sea, cuando el pronombre antecede al verbo (Me gusta; Lo mencionó;
Se fue), o <<enclíticos>>, cuando siguen al verbo (Anímame; Dímelo; Vete).

Como hemos mencionado ya, el desconocimiento de las funciones de estos


pronombres da como resultado un uso inadecuado, que junto a las confusiones de
género y número gramatical de la palabra a la que se refieren, se producen los
fenómenos que estamos tratando. A continuación, exponemos una tabla de los

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pronombres átonos tomada de la página web del Diccionario Panhispánico de Dudas.
En ella, podemos ver los valores y las funciones que éstos tienen según el uso
etimológico.

El uso de los pronombres personales átonos de 2ª persona, en América, en


Canarias y en parte de Andalucía varía como se puede leer en la nota1

Pero, el problema más grave que ofrecen los pronombres átonos con su
característica clítica, se halla en los pronombres <<enclíticos>>, y es que al tener que
unirse obligatoriamente a distintos tipos de verbos, tanto transitivos como intransitivos,
en determinadas situaciones se pueden producir ciertas alteraciones fónicas que se
reflejan en la escritura.
Por ejemplo, en el caso a y b que encontramos en el DPD (2005):

a) Delante del enclítico nos se pierde obligatoriamente la -s de la primera persona


del plural del subjuntivo usado con valor de imperativo (subjuntivo exhortativo);
así, dejemos + nos = dejémonos (no dejémosnos): «Dejémonos de cuentos»
(LpzNavarro Clásicos [Chile 1996]).

b) Si se añade el pronombre se a una forma verbal terminada en -s —lo que sucede


cuando la primera persona del plural del subjuntivo exhortativo lleva un segundo
enclítico—, las dos eses resultantes se reducen a una sola; así, pongamos + se +
lo = pongámoselo (no pongámosselo): Pongámoselo fácil.

1 *
En América, en Canarias y en parte de Andalucía, no se usa el pronombre personal vosotros para la
segunda persona del plural. En su lugar se emplea ustedes, que en esas zonas sirve tanto de tratamiento de
confianza como de respeto (→ usted). Por lo tanto, los pronombres personales átonos de segunda persona
del plural que se utilizan en esas zonas son los que corresponden, gramaticalmente, a la tercera —lo(s),
la(s) y le(s)—: A ustedes, niños, los espero en casa (frente a A vosotros, niños, os espero en casa).
Diccionario panhispánico de dudas (dpd) 1.a edición, octubre de 2005.

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3. LEÍSMO: USOS

Ya hemos visto lo que es el <<leísmo>>, y que este fenómeno no se da de manera


uniforme ni incluso en las zonas geográficas llamadas leístas, al igual, ocurre en las zonas
no leístas.
A continuación, vamos a enumerar los distintos usos o casos en los que incurren
los llamados leístas, y que están motivados por los siguientes tipos de verbos existentes
en español.

a) Verbos de <<afección psíquica>> son los que designan procesos


psicológicos que afectan al ánimo y a las emociones de un individuo. Como,
por ejemplo: afectar, asustar, asombrar, convencer, divertir, impresionar,
molestar, ofender, perjudicar, preocupar, etc. Estos verbos admiten usar
los pronombres de complemento directo la, lo (acusativo) y los pronombres
de complemento indirecto le (dativo) dependiendo de si el sujeto es, o no es,
agente activo de la acción designada por el verbo.

▪ Si el sujeto es animado, y concebido como el agente de la acción, el


pronombre será considerado pronombre de complemento directo,
por lo tanto, se usarán los pronombres de acusativo la.
A mi madre LA asombro cuando como mucho. (ejemplo tomado del
Diccionario Panhispánico de Dudas).
El uso incorrecto en el ejemplo anterior sería: A mi madre LE
asombro cuando como mucho.

▪ Si el sujeto es inanimado, y no puede ser concebido como agente


directo de la acción, el complemento que le corresponderá será
indirecto, por lo tanto, se usará el pronombre de dativo le.
A mi madre LE asombra mi apetito. (ejemplo tomado del
Diccionario Panhispánico de Dudas).
El uso incorrecto de este ejemplo sería: A mi madre LA asombra mi
apetito.

b) Verbos de <<influencia>> son aquellos verbos, como su propio nombre


indica, que tienen la finalidad de influenciar a una persona para que lleve
a cabo una determinada acción. Como por ejemplo permitir, prohibir,
proponer, impedir, mandar, ordenar, obligar, invitar y convencer, etc.
Con los verbos de influencia, hay que saber que:

▪ Con los verbos permitir, prohibir, proponer, impedir, mandar,


ordenar, el complemento de persona debe ser indirecto, o sea, se
debe usar le, aun cuando se esté hablando de una mujer.
Esa experiencia LE permitió vivir a su manera. (Alberto, Eternidad
[Cuba 1992].
El uso incorrecto de este ejemplo sería: Esa experiencia LA permitió
vivir a su manera.

▪ Sin embargo, con los verbos obligar A, invitar A y convencer DE,


aun siendo, también, de influencia, el complemento de persona que

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se debe usar es el directo la, ya que estos tres verbos siempre van
seguidos por una preposición.
Una barrera LOS obligó a desviarse (Fuente, Cristóbal [Méx.
1987]).
El uso incorrecto sería: Una barrera LES obligó a desviarse.

- Dentro del grupo de verbos de <<influencia>> hay otra distinción con


respecto a los verbos hacer y dejar (cuando el significado implica
obligación o permiso), y es que éstos tienden a utilizarse con complemento
directo si el verbo subordinado es intransitivo, o sea, que no admita
complemento directo. Por ejemplo, en Él LA hizo bajar a su estudio y le
mostró el cuadro. (Aguilera, Caricia [Méx. 1983]. Como vemos, en este
caso, el verbo subordinado ‘bajar (a)’ es intransitivo, por lo que tiende a
construirse con un pronombre de complemento directo lo o la, como se ha
explicado.
Sin embargo, observando el siguiente ejemplo: El alcalde de la
cárcel LE dejaba toca el banjo todas las mañanas. (Cela, Cristo [Esp.
1988], como el verbo subordinado es transitivo (‘tocar’), esto es, que
admite complemento directo, el pronombre de complemento será el
indirecto le.

c) Verbos de <<percepcion >> ‘ver’ y ‘oír’ cuando van seguidos de una


oración de infinitivo, el complemento de persona es directo, o sea, se usará
lo o la.
LO vimos subirse a un taxi. (Marías, Corazón [Esp. 1992].
Sin embargo, cuando el infinitivo se trata de un verbo transitivo
que, a su vez, lleva otro complemento directo, se suele usar el pronombre
dativo le.
Yo también LE oí decir eso. (Rulfo, Páramo [Méx. 1955-80].

También, por otra parte, con respecto al pronombre personal


reflexivo se, cuando el infinitivo va acompañado de un complemento
directo que no es persona, como se percibe en Vi a Pedro guardar el
informe. Por lo tanto, el complemento indirecto se podrá sustituir por se,
al estar el infinitivo seguido de un complemento directo, que como vemos
(el informe), no es persona. Por este motivo, está admitido decir SE lo vi
guardar. Pero cuando, el infinitivo va acompañado de un complemento
directo que sea persona: Vi a Pedro abrazar a su padre, no será correcto
utilizar el pronombre personal reflexivo se: SE lo vi abrazar.

d) Verbos que se construyen con C.D. de cosa y con C.I. de persona. Los
verbos preguntar, servir, curar, enseñar, etc., como en el ejemplo: El
estudiante preguntó la duda al profesor, es frecuente omitir el
complemento directo porque éste se sobreentiende, por lo que, el
complemento indirecto toma la función de complemento directo (El
estudiante preguntó al profesor), siempre y cuando, sea posible
transformar la oración a pasiva y mantenga el significado de la oración
activa: El profesor fue preguntado. Ejemplos tomados de Porto Dapena
(2002:37).

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e) Leísmo de cortesía es el uso del complemento indirecto le(s) en función
del complemento directo cuando nos dirigimos a un interlocutor al que se
le quiere trata de usted. Se puede decir que este tipo de leísmo es el único
justificado, ya que, prima el factor de respeto, y educación, por parte del
hablante. Por este motivo, la norma establecida por la Real Academia de
la Lengua Española no lo considera impropio ni incorrecto. Este tipo de
leísmo se usa para el género masculino y femenino, tanto en singular como
en plural. A continuación, veremos uno de los ejemplos más comunes
utilizados en lengua escrita:
LE saluda atentamente.

Teniendo en cuenta que saludar es un verbo transitivo (regido por un


complemento directo), lo que se debería de usar es La saluda atentamente
si nos dirigimos a una mujer, o Lo saluda atentamente si nos dirigimos a
un hombre. En este caso, no hay diferencia entre hablantes (en este caso,
personas que escriben) que incurren en el leísmo, y los que usan
correctamente el pronombre le.

4. LAÍSMO: USOS

El laísmo es un fenómeno lingüístico bastante menos complicado que el leísmo,


por lo que, no hay tantos casos por enumerar. Aparte del componente generado por la
evolución lingüística del castellano desde el latín, también, está la duda que tiene el
hablante sobre el tipo de complemento – si directo o indirecto- que rigen algunos verbos
españoles, de dónde deriva este fenómeno.
Pasemos a ver algunos ejemplos:
Dila que venga.

La explicación de este uso impropio de un pronombre directo, tomando la función


de un complemento indirecto, se debe a que la norma culta del español exige que un
complemento indirecto nunca puede ser la – complemento directo -. Por lo tanto, el
ejemplo de arriba, será correcto cuando se diga: Dile que venga. Aunque, esto implique
que no se pueda saber directamente, sino por el contexto, si estamos hablando de un
hombre o de una mujer (al igual de si fuese el caso de un animal hembra o macho).
Como se puede observar, por cercanía y como ejemplo, en Extremadura, algunos
hablantes laístas al ser corregidos y al darse cuenta de tal uso impropio, caen en la
ultracorrección, o sea, en usar el complemento indirecto le para referirse al género
femenino. El laísta que haya sido corregido en muchas ocasiones puede llegar a convertir
esta regla de la norma culta en una afirmación general, de tal manera, que comience a
incurrir, aún más, en el uso del leísmo, el cual también está muy difundido en
Extremadura.
El razonamiento de estos hablantes laístas es: si se dice 1. ‘Le he dicho a tu
hermana’, también, debo decir 2. ‘LE he visto a tu hermana’. Pero, lo que no tienen en
cuenta estos hablantes es que el usar la o le depende de la función sintáctica que el
complemento – directo o indirecto - desempeña, así como, de la transitividad o
intransitividad de los verbos. O sea, en cuanto a la función sintáctica, en el ejemplo 1, a
tu hermana es complemento indirecto, y el verbo ‘decir’, al ser intransitivo, requiere un
complemento indirecto por lo que se tiene que utilizar ‘le’ y no ‘la’. Respecto al ejemplo

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2, al ser ‘ver’ un verbo transitivo, esto hace que, independientemente del género del
referente, tengamos que usar ‘la’, y no ‘le’.

5. LOÍSMO: USOS

Por su parte, el loísmo al igual que el laísmo, también es un fenómeno del español
bastante menos frecuente que el leísmo. Pero, una vez más, el problema principal radica
en los motivos expuestos en los fenómenos de Leísmo y Laísmo.
El loísmo ha tenido muy poca incidencia en la lengua escrita, debido a que la Real
Academia ‘condenó’ su uso en torno al año 1796. Por tanto, este fenómeno se encuentra,
principalmente, en textos de carácter dialectal. Y, consecuentemente, esta marginación
hizo que no se expandiera al español atlántico, o sea, el de Canarias e Hispanoamérica.
Ejemplo del uso correcto del pronombre lo:
Esto LO comprendió muy bien Pilar.

Y, un ejemplo de uso incorrecto de lo:


LOS dije que no se sentaran ahí. (como vemos el verbo ‘decir’ no admite los como
complemento directo, ya que, obligatoriamente, ‘decir’ tiene que ir con el complemento
indirecto le.

Como menciona el Diccionario Panhispánico de dudas respecto a otro uso de


loísmo frecuente:

5. Se aprecian usos loístas (y laístas) más frecuentes, incluso entre hablantes de


cierta cultura, con verbos que se construyen con un sustantivo en función de
complemento directo y que se comportan como semilocuciones verbales. Son
casos del tipo de echar un vistazo, prender fuego, sacar brillo, etc. La secuencia
formada por el verbo más el complemento directo puede ser sustituida
normalmente por un verbo simple de significado equivalente, que lleva como
complemento directo el elemento que funciona como indirecto en la semilocución:
echar un vistazo [a algo (c. i.)] = mirar u ojear [algo (c. d.)]; prender fuego [a algo
(c. i.)] = quemar [algo (c. d.)]; ello explica estos casos de loísmo que, no obstante,
deben evitarse: *Acabo de terminar el trabajo, échalo un vistazo si puedes.

6. CONCLUSIÓN

Después de todo lo expuesto, podemos concluir que los fenómenos de Laísmo,


Laísmo y Loísmo están, en cierta manera, justificados debido al difícil desarrollo
lingüístico e histórico por el que ha transcurrido la lengua española. Al proceder del latín,
lengua que tenía muchos casos de los cuales casi todos pasaron al castellano, así llamado
en la Edad Media, y después denominado español, en nuestra lengua han ido apareciendo
muchas dificultades que se han convertido en distintos fenómenos, en última instancia,
provocados por los hablantes hispanos.
Por lo tanto, el análisis de estos fenómenos se ha hecho con la intención de aclarar
cuáles son los principales errores en los que se incurre al producir el leísmo, laísmo y
loísmo. Y, asimismo, tratar de evitar que dichos fenómenos continúen expandiéndose, en
la medida de los posible, aunque ya se sabe, que una lengua es un ente con vida propia,
por lo que siempre estará supeditada al cambio.

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Bibliografía
Berta, T. (1999). LA POSICIÓN DE LOS PRONOMBRES CLÍTICOS ESPAÑOLES EN
CONSTRUCCIONES CON INFINITIVO. Centro Virtual Cervantes, 124.

Española, R. A., & RAE. (2005). Diccionario Panhispánico de Dudas. Madrid.

Fernández-Ordoñez, I. (2001). Hacia una dialectología histórica: reflexiones sobre la historia


del leísmo, el laísmo y el loísmo. 3-4.

Gutiérrez-Rexach, J. (2016). Enciclopedia de Lingüística Hispánica. Oxon: Routledge.

Porto Dapena, J.-Á. (1992). Complementos argumentales del verbo: directo, indirecto,
suplemento y agente. Madrid: Arco Libros.

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