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Al menos durante el siglo V a.C., los poetas trágicos concurrían a los concursos
dramáticos con una tetralogía, consistente en tres tragedias y un drama satírico. Pese a
que, por fuerza, tuvieron que escribirse numerosísimos dramas satíricos, pocos son los
que la tradición nos ha legado. Hoy se piensa que la tragedia antigua, como muy bien
indica su nombre, no siempre tuvo ese carácter grandioso, trágico y serio que nos es de
sobra conocido, sino que contenía también elementos cómicos que la vinculaban con el
dios Dioniso. Sin embargo, como apunta Aristóteles1, la tragedia perdió esos detalles
satíricos poco antes de la invasión de los Persas.
1
En Poética 1448-9, Aristóteles se refiere al pasado común del drama satírico y la tragedia, hasta que esta
última abandonó la dicción socarrona del género, los temas míticos menores y sustituyó el tetrámetro
trocaico, más propio de la poesía destinada a la danza, por el trímetro yámbico, más apropiado para las
partes recitadas.
2
Epigrama de Dioscórides, Antología Palatina VII 37; Pausanias II 13,6.
3
J.A. López-Férez (1988: 409).
dudas, y confirma la hipótesis aristotélica de que drama satírico, ditirambo y tragedia
de temática dionisíaca tienen un origen común.
La filiación, por tanto, del drama satírico con la tragedia parece estar hoy para la
crítica, fuera de toda duda. Muchos son los elementos que unen ambos géneros: el
drama satírico, salvo por algunas voces de uso coloquial, presenta una dicción trágica;
hay una alternancia entre partes corales y recitadas; el héroe mantiene, pese a las
grotescas situaciones que puedan producirse, su dignidad trágica. No obstante, el drama
satírico tiene también elementos que le son propios, y que están ausentes en la tragedia.
Citemos algunos de estos elementos: un coro de sátiros; una disposición dramática más
semejante a escenas epirremáticas de la comedia (πνίγη), que a las episódicas de la
tragedia; o la ‘escena de la lección o adivinanza’, en la que se instruye a un personaje
sobre algo que no conoce, lo que da lugar a episodios de lo más grotesco. No cabe
tampoco duda de que más allá de los elementos formales, están también los temáticos,
pues el drama satírico agotaba sus argumentos de aquellos de la comedia, dando
protagonismo a personajes míticos muy populares que se prestaban fácilmente al
ridículo: la glotonería de Heracles, la astucia de Sísifo, e incluso el dios Hermes, por
ejemplo. La mitología, por tanto, y el cuento popular también, proporcionaron al drama
satírico no pocos temas que siempre terminaban con un final feliz para el héroe, y con la
moraleja de que el bien triunfa sobre el mal. Así, era frecuente la puesta en escena del
enfrentamiento entre un monstruo y un héroe (Circe, Proteo o Esfinge de Esquilo;
Amico de Sófocles), el rescate o la liberación (El Cíclope de Eurípides; Dionisisco o
Yambé de Sófocles), la competición y la lucha en la que el héroe se impone al
malhechor (Luchadores de Prátinas; Recogedores de huesos de Esquilo; Anfiarao de
Sófocles).
4
D.F. Sutton, The Date of Euripides’ Cyclops, Ann Arbor, 1974.
5
K.J. Miris-A. Frangulis (1998:10).
Eurípides.- Hijo de Mnesarco o Mensárquides, un rico hacendado ateniense, y de Clito,
Eurípides nació en Ilia, un pueblo del Ática, entre el 485/484 a.C. Desde su infancia,
Eurípides sintió especial sensibilidad por las artes y los deportes: se sabe que ganó
algunos premios deportivos en Atenas y Eleusis, y que sentía una gran afición por la
pintura. Más allá de las minuciosas descripciones de figuras y colores en sus obras, se le
atribuye incluso el boceto y diseño de algunas en Mégara. Además, Eurípides era un
gran conocedor de la traición literaria: Homero, Hesíodo, la lírica, y por supuesto la
producción de los otros grandes trágicos, de los que él era el de menor edad. Muy
interesado por los movimientos culturales de Atenas, estuvo al día de las corrientes
filosóficas y sofísticas entonces en boga. La tradición hace al filósofo Anaxágoras, y a
los sofistas Protágoras y Pródico sus maestros. Frecuentó el círculo de Pericles, y
mantuvo unas estrecha relación con Sócrates. Se casó dos veces: la primera con Mélito,
y la segunda con Quérila, con la que tuvo tres hijos: uno de ellos, el menor de los
cuales, también llamado Eurípides, representó las obras de su padre.
La carrera literaria de Eurípides no fue especialmente exitosa; de hecho, sólo obtuvo
el primer premio en cuatro ocasiones, la primera de ellas en 442 a.C. Quizá por ello, o
por el escándalo que levantaba entre el público sus novedosas ideas y técnicas teatrales,
Eurípides decidió exiliarse a Magnesia, desde donde fue invitado más tarde por
Arquéalo, rey de Macedonia. En Pela, la capital, pasó sus últimos días; murió en el 406
a.C..
La primera obra que Eurípides presentó a un concurso fue en el año 446 a.C. De las
más de noventa obras que compuso, sólo nos han llegado diecisiete tragedias: Alcestis
(representada en el 438 a.C.), Medea (431 a.C.), Heráclidas (entre el 430 y 427 a.C.),
Hipólito (428 a.C.), Andrómaca (entre 430 y 421 a.C.), Hécuba y Las Suplicantes (c.
423 a.C.), Heracles (entre 422 y 415 a.C.), Electra (417 a.C.), Troyanas (escenificada
en 415 a.C.), Ifigenia entre los Tauros (414 a.C.), Helena (421 a.C.), Ión (413 ó 412
a.C.), Fenicias (410 a.C.), Ifigenia en Aúlide (409 a.C.), Orestes (408 a.C.) y Bacantes
(406 a.C.). Además de los fragmentos, se conserva también íntegro el drama satírico El
Cíclope.
Pese a ser éste el único drama satírico conservado íntegramente, son muchas las
incógnitas que le rodean: no se sabe cuándo fue compuesto, qué año fue representado ni
qué trilogía completaba (quizá la Hécuba). En principio, se propuso una fecha muy
temprana, que situaba el drama antes incluso del 438 a. C.; sin embargo, la existencia de
una escena triangular, en la que participan Sileno, Odiseo y el Cíclope, ha hecho pensar
a los investigadores que la obra tuvo que ser compuesta en época de madurez de la
producción dramática de Eurípides. La fecha de su composición oscilaría, pues, entre el
438 y el 424 a.C.
Pero a Eurípides se le atribuyen otros dramas satíricos, de los que se conserva el
título: Segadores (Theristaí), Autólico, Busiris, Euristeo, Escirón, Sileo, Sísifo, de los
que sólo se nos ha conservado íntegro El Cíclope. También la tradición nos ha legado un
fragmento de unos 400 versos de los Rastreadores (Ichneutaí), una obra temprana de
Sófocles, en el que se narra el robo de las vacas de Apolo, y su búsqueda con la ayuda
de los Sátiros y su padre Sileno. De Esquilo poseemos dos largos fragmentos de los
Arrastradores de redes, en el que dos pescadores, uno de ellos llamado Dictis, arrastran
con sus redes una pesada cesta en la que se encuentran Dánae con el niño Perseo en sus
brazos.
El Cíclope: entre Homero y Eurípides.- El Cíclope es una dramatización del canto IX
de la Odisea (vv. 105-566). Como puede leerse en Homero, Odiseo, después de visitar
el país de los Lotófagos, llega a una inhóspita isla, tierra de los Cíclopes. Al día
siguiente se acerca hasta la cueva de uno de los Cíclopes, Polifemo, y entra en ella con
doce hombres. Cuando el Cíclope regresa, se los encuentra robándole sus bienes, y los
encierra en la cueva tapando la entrada de la cueva con una pesada roca que sólo él
puede mover. El Cíclope empieza entonces a devorar a los compañeros de Odiseo, a
razón de dos cada día. Odiseo no quiere matar a Polifemo mientras duerme, pues le
sería del todo imposible desplazar la roca que impedía la salida de la cueva. Así, se le
ocurrió emborracharlo y aprovechar su embriaguez para cegar su único ojo. Cuando los
demás Cíclopes llegan alarmados por los gritos de Polifemo, éste les dice que Nadie le
ha cegado, pues ese fue el nombre que el astuto Odiseo le dio. Sus congéneres le
aconsejan entonces que elevara sus plegarias a Posidón para aliviar su sufrimiento.
A la mañana siguiente, Polifemo desplaza la roca de la cueva para sacar los rebaños a
apacentar, momento que aprovechan Odiseo y sus compañeros para refugiarse en su
nave. En su huída, Odiseo revela a Polifemo su verdadero nombre; entonces el Cíclope
arroja sobre la embarcación dos enormes rocas mientras suplica a su padre Posidón que
Odiseo vuelva solo a su patria, no sin antes haber padecido grandes peligros y
desgracias. Desde entonces, el dios del mar vio con enemistad manifiesta a Odiseo,
mientras que Atenea se pone al lado del héroe y le ayuda a regresar sano y salvo a Ítaca.
Este mismo mito, dramatizado por Eurípides, fue tratado por Epicarmo en una de sus
comedias de título homónimo, y también por Aristias, hijo de Prátinas. No son los
únicos testimonios que se nos conservan de autores que trataron este pasaje homérico:
Crátino escribió una comedia titulada Odiseo, en la que parodiaba la Odisea de Homero.
Eurípides, que tuvo presente estos antecedentes para su drama satírico, tuvo que hacer
frente a dos dificultades fundamentales: se vio obligado no sólo a encontrar la manera
de trasladar a escena hechos que en el canto homérico tienen lugar en la cueva del
Cíclope, sino también a desarrollar la presencia de un coro en dicho escenario. Además,
Eurípides modificó el sentido de la ceguera de Polifemo: en Homero es el medio que
aprovechan Odiseo y sus compañeros para huir de la cueva, mientras que en Eurípides
proviene del deseo de venganza del héroe por haber matado a algunos de ellos.
Así las cosas, el argumento del drama euripideo es el que sigue: después de la
intervención de la diosa Hera, Dioniso es raptado por unos piratas. Sileno, fiel seguidor
del dios, armó una nave para lanzarse en su búsqueda acompañado de sus hijos los
Sátiros. El mar los conduce a Sicilia, donde vivía el Cíclope Polifemo, que los retiene y
obliga a servirle. Entretanto, Odiseo, tras la caída de Troya, emprende el viaje de
regreso a su patria con sus compañeros. Perdidos en el mar y después de no pocas
aventuras, llegan también a la costa siciliana, donde se encuentran con Sileno, cerca de
la cueva del Cíclope. Allí Odiseo le pide que le dé alimentos a cambio de vino, mientras
que el corifeo le interroga sobre Helena de Troya. Sileno, al final, accede a intercambiar
los bienes de Polifemo por vino.
Al poco, llega el Cíclope, que le pide cuentas a Sileno por la anómala situación que
se vive en su morada. Sileno, que intenta en un principio eludir la responsabilidad
contándole mentiras, acaba por apelar a los principios morales que el Cíclope debe
respetar: le recuerda sus orígenes divinos, como descendiente que era de Posidón, el
carácter griego de la hospitalidad, y por fin, la ley no escrita de respeto a los suplicantes.
También Odiseo por su parte se une a estas súplicas, que de poco sirven para apaciguar
al Cíclope; muy al contrario, Polifemo se refiere a su propio código ético, que permite la
antropofagia, y anuncia que el final de Odiseo y sus compañeros será servirle de
alimento.
Cuando Polifemo comienza a devorar a la tripulación de Odiseo, éste sale de la cueva
y relata con todo lujo de detalles lo que está sucediendo en su interior. Simultáneamente,
refiere que ha emborrachado al Cíclope, y que su intención es cegarle para poder
escapar de sus fauces. Solicita de los Sátiros ayuda para poder llevar a buen término su
plan, prometiéndoles la liberación de tan monstruoso ser. Odiseo hunde en el ojo del
Cíclope un tizón auxiliado por sus compañeros y los Sátiros, que entonan un canto para
dirigir el ataque. Una vez a salvo, Odiseo revela a Polifemo su verdadera identidad.
Estructura.- El drama satírico, como cualquier tragedia, cuenta con partes dialogadas
(episodios), y partes líricas (estásimos), divididas en estrofas y antistrofas. Las partes
líricas o estásimos, se cierran con un épodo, que concluye el episodio con una métrica
independiente.
El Cíclope presenta todos los elementos estructurales de la tragedia euripidea: un
Prólogo de carácter informativo, narrado por Sileno, introduce la obra y los
preliminares de la historia; un agón, entre Odiseo y el Cíclope, con una estructura típica
de este genero en el que se intercambian versos con sorprendente rapidez (esticomitia);
un coro que en este caso, como en el de la mayoría de los dramas satíricos, está
constituido por Sátiros, de aspecto grotesco y modales poco finos. La primera aparición
del coro se llama Párodo, y su salida, el Éxodo, revela el desenlace de la trama.
Veámoslo más detenidamente:
Párodo (41-81): Entra en escena el Coro de Sátiros, que conduce el rebaño hacia el
interior de la cueva del Cíclope. El Coro expresa su nostalgia por las alegrías
pasadas, y buscan al dios del vino, las Ninfas y el placer del amor. El Coro
termina por expresar su absoluta dedicación y lealtad a Dioniso.
Estásimo 1º (356-374): Este primer estásimo divide la obra en dos: nos encontramos,
por tanto, en la mitad del drama. Aquí, el Coro se revela contra el comportamiento
de su señor, el Cíclope, y muestra su repugnancia por su dieta.
Episodio 2º (375-482): Odiseo sale de la cueva y dialoga con el Coro, al que cuenta las
atrocidades sucedidas en su interior, y cómo el Cíclope ha devorado a dos de sus
compañeros. También narra que ha emborrachado al Cíclope, y que ha salido de la
cueva para planear, junto con los Sátiros, la venganza y su posterior huída. Odiseo
revela su plan, y los Sátiros, por voz del corifeo, se muestran de acuerdo en
llevarlo a término.
Estásimo 3º (608-623): El Coro profetiza el éxito del plan de Odiseo, al tiempo que
suplica al dios-vino que opere un milagro, y deja ver su nostalgia por la vida que
llevaba en su patria, al lado de Dioniso.
Éxodo (663-709): Escena final. El Cíclope sale de la cueva a ciegas en busca del
agresor. El Corifeo se burla del Cíclope a propósito del pseudónimo que empleó
Odiseo, e intenta guiar los torpes pasos de Polifemo hacia donde se encuentran sus
agresores. Odiseo revela su verdadero nombre, y el Cíclope recuerda el vaticinio
de un antiguo oráculo, y anuncia a Odiseo los sufrimientos que arrostrará hasta
llegar a su patria.
BIBLIOGRAFÍA
2.- Tragedia y drama satírico parecen tener el mismo origen. Leyendo el texto del
Cíclope, y teniendo en cuenta lo que sabes de la tragedia, intenta señalar las diferencias
entre este drama satírico y la tragedia.
3.- Tras la guerra de Troya, los héroes aqueos que han sobrevivido al conflicto
emprenden el regreso a sus respectivos hogares. El más conocido, sin duda, es el de
Odiseo o Ulises (nombre latino del héroe). Investiga sobre estos regresos o nostoi que
tanto abundan en la literatura griega: Agamenón (Homero, Odisea III 130ss., IV 499ss.;
Esquilo, Agamenón 648ss.; Eurípides, Helena 766ss., 1126ss.), Idomeneo (Homero,
Odisea III 167ss., Píndaro, Nemeas IX, 7), Filoctetes (Homero, Odisea III 190ss.), etc.
4.- Como acabamos de decir, el nostos de Odiseo es uno de los viajes de regreso al
hogar que más ha inspirado a los creadores de todos los tiempos. Tomando como fuente
la Odisea de Homero, traza la ruta de vuelta de Odiseo desde Troya hasta Ítaca, e intenta
recrear los puntos geográficos por los que pasa, y los curiosos pueblos y personajes que
conoce en su viaje de vuelta.
5.- No hay que confundir al cíclope Polifemo, protagonista de este drama satírico, hijo
de Posidón y la ninfa Toosa, con los Cíclopes, hijos de Urano y Gea, cuando la
cosmogonía o creación del mundo. Leyendo la principal fuente clásica (Hesíodo,
Teogonía 139ss.), infórmate de quiénes eran estos últimos, y qué leyendas les
acompañan.
6.- Como también sabrás, los Cíclopes tenían un solo ojo en la frente. ¿A qué crees que
puede ser debido? ¿Tendrá quizá algo que ver con el oficio que cumplían en la
mitología griega? Tal vez en algún diccionario de mitología griega puedas encontrar la
respuesta.
7.- El Cíclope es una dramatización sobre el canto IX de la Odisea (vv. 105-566). Lee
con atención ambos textos, y señala las diferencias que los separan, y las semejanzas
que los unen. Pero no te quedes sólo en lo anecdótico; piensa también el perfil
psicológico que presentan ambos protagonistas, Odiseo y el Cíclope, en uno y otro
texto.
9.- Sileno, los Sátiros, los tirsos, las danzas, el vino, etc., todo esto pertenece al mundo
de Dioniso, a su cortejo y su fiesta. ¿Sabrías decir qué otros personajes acompañaban a
este popular dios? ¿En qué consistían sus celebraciones y ritos? ¿Conoces, por otro
lado, alguna tragedia en la que sea protagonista Dioniso?
10.- Ya en los primeros versos del Cíclope, se menciona a Hera. ¿Qué motivos llevan a
la diosa a perseguir con tanta saña a Dioniso?
11.- La mitología griega ofrece numerosas leyendas en las que algunos dioses, héroes o
mortales fueron perseguidos por Hera. Busca los ejemplos más característicos, e intenta
explicar las razones que llevaron a la diosa a actuar así.
12.- Como drama satírico que es, en el que conviven lo trágico y lo cómico, el Cíclope
presenta muchos episodios de gran jocosidad e hilaridad, para lo que Eurípides se sirvió
no sólo de elementos formales, sino también de escenas con salidas inesperadas y
distendidas, de gran comicidad. Señala alguna de ellas.
13.- Casi al final del drama (v. 697), el Cíclope se refiere a que un antiguo oráculo le
predijo que Odiseo le dejaría ciego a su regreso de Troya. ¿Recuerdas otras tragedias en
las que los oráculos desempeñen un papel importante? ¿Sabrías explicar la razón?
14.- Mientras que en El Cíclope se habla del oráculo que predice a Polifemo su futura
desgracia, Homero (Odisea IX 507ss.) habla de un adivino. ¿Qué sabes de la predicción
en la antigua Grecia? ¿Cómo funcionaba un oráculo? ¿Qué sedes oraculares conoces, y
a qué dioses estaban consagradas? ¿Conoces el nombre de algún adivino famoso de la
Antigüedad?
15.- Odiseo es, junto con el Cíclope, protagonista de este drama satírico. ¿Qué otras
tragedias conoces en las que aparezca este héroe homérico?
16.- En el v. 315, y tal como quería la tradición que le rodea, a Odiseo se le llama astuto
y charlatán. ¿Sabes si en la mitología griega hay algún otro ejemplo por el que Odiseo
pueda ser llamado “astuto”? Revisa la vida de este apasionante héroe para conocer
mejor sus cualidades intelectuales.
17.- Sátiros y Silenos tenían unas características físicas muy peculiares. ¿Qué otros
personajes de la mitología griega conoces que tuvieran forma animal?
18.- A partir del v. 316, el Cíclope se jacta de no obedecer las leyes de los dioses, en
especial aquellas de la hospitalidad. Odiseo, por su parte (v. 355), no le anda a la zaga y
pone en duda la intervención divina en momentos de injusticia. ¿A qué consecuencias
conduce este acto de hybris? ¿Sabrías definir este concepto, y poner algún otro ejemplo
que conozcas?
EURÍPIDES
EL CÍCLOPE
DRAMATIS PERSONAE
SILENO: Viejo de aspecto poco agraciado, padre de los Sátiros. Sirve de copero al
Cíclope, y es también el guardián de su cueva.
SÁTIROS: Hijos de Sileno, también de aspecto grotesco, pero más jóvenes que su
padre. Conforman el Coro del drama.
CORIFEO: Uno de los Sátiros que lleva el peso de los diálogos.
ODISEO: El conocido héroe de la guerra de Troya, rey de Ítaca, quien, como cuenta
Homero, cegó al Cíclope.
CÍCLOPE: El gigante que, según Homero, tenía un solo ojo en la frente, llamado
Polifemo.
OTROS PERSONAJES: Son los compañeros de Odiseo y los sirvientes del Cíclope.
En la obra no participan verbalmente.
ARGUMENTO
Odiseo, después de hacerse al mar desde Ilión, es lanzado a Sicilia, donde habita
Polifemo. Allí se encontró con los Sátiros al servicio del Cíclope; les ofrece vino, y
cuando iba a recibir a cambio corderos y leche, aparece el Cíclope, que pregunta el
motivo por el que se le llevan sus bienes. Sileno afirma que había sorprendido al
extranjero cuando los estaba robando…
En una cueva, en Sicilia.
CORO:
Estrofa 1ª
(Se dirige al un macho cabrío). Hijo de un ilustre padre y una ilustre madre, ¿por
dónde intentas llegar a estas rocas? ¿Acaso no hay aquí una leve brisa, al socaire de la
fuerza del viento, y ricos pastos? ¿Acaso no corre a borbotones el agua de los ríos que
se detiene en los abrevaderos, cerca de la cueva? ¿No te llega el balido de los
corderos?
Efimnio14
¡Che…! (50)> ¿No quieres venir aquí, a pacer en esta colina, húmeda por el rocío?
Ohé, ahora mismo voy a lanzarte una piedra. Tú, el cornúpeta, venga, camina hacia el
establero del rústico Cíclope.
Antistrofa 1ª
(Dirigiéndose a una oveja). Afloja tus ubres llenas de leche; deja que se amamanten
de ellas tus crías, que tienes abandonadas en los establos de los hombres. Te echan de
menos los balidos de tus pequeñas crías, dormidos durante todo el día. (60)> ¿Cuándo
vas a abandonar los ricos pastos y volver al establo, en las rocas del Etna?
Epodo
Aquí no está Bromio, ni los coros, ni las Bacantes portadoras de tirsos 15, ni el
redoble de tambores, ni las relucientes gotas del vino junto a las fuentes de las que
mana abundante agua. Ni en Nisa, al lado de las Ninfas, (70)> entono el ¡Yaco, Yaco!16
en honor de Afrodita, en pos de la que volaba con las Bacantes de blancos pies.
¡Amigo, querido Baco! ¿Hacia dónde te diriges tú solo, agitando tu rubia cabellera 17?
Yo, tu servidor, estoy ahora al servicio del Cíclope de un solo ojo, yendo de uno a otro
lado como un esclavo, (80)> con esta mísera túnica de piel de macho cabrío, lejos de tu
amistad.
SILENO: Silencio, hijo míos, ordenad a los servidores que encierren el ganado en la
cueva excavada en la roca.
CORIFEO: Entrad. ¿Pero a qué tanta prisa, padre?
12
Los Sátiros. Seres grotescos, con cabeza y cuerpo de hombre, orejas puntiagudas, dos pequeños
cuernos, y la parte inferior del cuerpo en forma de macho cabrío. Amantes de la bebida y de la fiesta, eran
de natural perezosos.
13
Esposa del rey Eneo, rey de Calidón, del que tuvo varios hijos, entre ellos al célebre Meleagro. Según
algunas variantes del mito, Altea tuvo a Deyanira de su unión con Dioniso.
14
El efimnio era como un estribillo que se repetía después de cada estrofa y antistrofa.
15
Mujeres o ninfas que acompañaban, enloquecidas, a Dioniso en sus orgías.
16
Personificación de un grito ritual (Ίακχε) que los fieles pronunciaban en los misterios de Eleusis en
honor a una deidad menor asociada a Deméter y Perséfone. Tiene varias genealogías, incluso se le
considera hijo de Baco, con el que se confunde a menudo por el parecido entre los nombres, como es aquí
el caso.
17
En el Himno Homérico a Dioniso, la cabellera del dios es negra, y no rubia (vid.et. Bacantes 235).
Aquí, el coro resalta la belleza de Dioniso, pues en la mentalidad de los griegos el pelo rubio era
característico de los más hermosos dioses y héroes (Apolo, Atenea, Aquiles o Menelao).
SILENO: Veo junto a la playa el casco de una nave griega y a los señores del remo,
acercándose a la cueva al mando de un capitán. Alrededor de sus cuellos llevan vasos
vacíos, necesitados como están de alimentos, y cántaros para el agua. ¡Pobres
extranjeros! (90)> ¿Quiénes serán? No saben qué clase de persona es nuestro señor
Polifemo, en cuya inhóspita tierra se atreven a entrar y a llegar, para su desgracia, hasta
su antropófaga quijada. Pero tranquilos, para que podamos enterarnos de dónde vienen a
esta roca siciliana del Etna.
ODISEO: Extranjeros, ¿podríais decirme dónde hay un manantial de agua que sea
remedio a nuestra sed, y si alguien querría vender comida a marineros hambrientos?
¿Qué es lo que estoy viendo? Me parece que hemos venido a caer en la ciudad de
Bromio; (100)> veo un grupo de Sátiros junto a esa cueva. Saludaré en primer lugar al
más anciano.
SILENO: Te saludo, extranjero, dinos quién eres y cuál es tu patria.
ODISEO: Soy Odiseo de Ítaca, señor de la tierra de los cefalenios18.
SILENO: Te conozco, crótalo agudo, linaje de Sísifo19.
ODISEO: Ese soy yo, pero no me injuries.
SILENO: ¿De dónde has zarpado hasta llegar a Sicilia?
ODISEO: De Ilión y de las calamidades de Troya.
SILENO: ¿Cómo? ¿No conocías el camino hacia tu tierra?
ODISEO: Las tormentas de aire me han arrastrado hasta aquí a la fuerza.
SILENO: (110)> ¡Ay, has corrido la misma suerte que yo!
ODISEO: ¿También tú fuiste empujado hasta aquí a la fuerza?
SILENO: Andaba buscando a los ladrones que habían secuestrado a Bromio.
ODISEO: ¿Qué tierra es ésta y quiénes la habitan?
SILENO: El Etna, la más alta cima de Sicilia.
ODISEO: ¿Dónde están los muros y los baluartes de la ciudad?
SILENO: En ningún sitio. Ningún hombre habita estos promontorios, extranjero.
ODISEO: ¿Quiénes habitan entonces esta tierra? ¿Sólo las fieras?
SILENO: Los Cíclopes, que moran en cuevas, no en casas.
ODISEO: ¿Y de quiénes son súbditos? ¿Viven en un estado democrático?
SILENO: (120)> Son nómadas; nadie obedece a nada ni a nadie.
ODISEO: ¿De qué viven? ¿Siembran la espiga de Deméter?
SILENO: De leche, de queso y de la carne de los rebaños.
ODISEO: ¿Beben la bebida de Bromio, destilada de la vid?
SILENO: De ninguna manera, pues, en efecto, habitan un país en el que no existe la
danza.
ODISEO: ¿Son hospitalarios y piadosos con los extranjeros?
SILENO: Dicen que la carne del extranjero les resulta extremadamente dulce.
ODISEO: ¿Qué me estás diciendo? ¿Se complacen con la carne de los humanos
muertos?
SILENO: No hay nadie que no haya llegado hasta aquí, que no haya sido
sacrificado.
ODISEO: ¿Y dónde está ese Cíclope? ¿En su morada?
SILENO: (130)> Ha salido fuera, junto al Etna, para rastrear fieras con sus perros.
ODISEO: ¿Sabes cómo hacer para ayudarnos a abandonar esta tierra?
18
Vid.et. Filoctetes 264. Odiseo no sólo era rey de Ítaca, sino de un extenso dominio al que también
pertenecía la isla de Cefalonia (Ilíada II, 631-635).
19
Vid.et. Filoctetes 417; Áyax 189; Medea 405; Ifigenia en Aúlide 524, 1362. Por crótalo agudo, se
entiende la astucia asociada a la proverbial palabrería de Odisea, de donde la tradición posthomérica
hiciera a este héroe hijo de Sísifo, en vez de Laertes. Sísifo era el más astuto de los hombres.
SILENO: No sé, Odiseo, pero haríamos cualquier cosa por ti.
ODISEO: Véndenos pan, pues carecemos de él.
SILENO: No hay, como ya te dije, sino carne.
ODISEO: También es un dulce remedio para el hambre.
SILENO: También hay queso cuajado y leche de vaca.
ODISEO: Traedlo, pues se precisa de luz para las compras.
SILENO: Pero dime ¿cuánta oro vas a dar a cambio?
ODISEO: Nada de oro, sino la bebida de Dioniso que llevo conmigo.
SILENO: (140)> ¡Qué queridísimas palabras acabas de decir, pues hace mucho
tiempo que carecemos de ella!
ODISEO: Pues ha sido Marón20, el hijo del dios, quien nos la ha dado.
SILENO: ¿Al que yo crié en mis brazos?
ODISEO: El hijo de Baco, para que lo comprendas mejor.
SILENO: ¿Está en el puente de tu nave o lo llevas contigo?
ODISEO: Como puedes ver, anciano, este es el odre que lo contiene.
SILENO: Con eso no me llega ni para llenarme la mandíbula.
ODISEO: Sí; la bebida es doble de lo que podría derramar el odre21.
SILENO: Estás hablando de una fuente hermosa y dulce para mí.
ODISEO: ¿Quieres que te haga probar primero el vino sin mezclar?
SILENO: (150)> Es justo, pues la cata invita a la compra.
ODISEO: Traigo también una copa con el odre.
SILENO: ¡Venga, déjalo correr para que al beber recuerde su rumor!
ODISEO: (Llenado la copa) Mira.
SILENO: ¡Ay, qué bien huele!
ODISEO: ¿Acaso puedes ver el olor?
SILENO: No, por Zeus, pero lo estoy oliendo.
ODISEO: Vamos pruébalo, para que no sólo lo elogies de palabra.
SILENO: (Bebiendo) ¡Ay, Baco, me invitas a bailar! ¡Opa, opa!
ODISEO: ¿Ha remojado bien tu gaznate el górgoro?
SILENO: Tanto que me ha llegado hasta la punta de las uñas.
ODISEO: (160)> Pues además del trago te daremos también monedas.
SILENO: Basta con que desinfles el odre. Deja el oro.
ODISEO: Traed ahora los quesos o los corderos.
SILENO: Voy a hacerlo sin preocuparme en exceso de mis amos, porque me
volvería loco sólo con apurar una sola copa a cambio los rebaños de todos los Cíclopes,
y poder saltar al mar desde la roca de Léucade22, después de haberme emborrachado una
sola vez y haber dilatado mis párpados. Está loco quien no se alegra bebiendo, pues es
entonces cuando ésta (señalando el pene) se pone tiesa; (170)> entonces es posible
sobar un pecho y un monte que esté dispuesto a ser manoseado con ambas manos, y
posible también la danza y el olvido de las penas. ¿Cómo no voy a comprar de esa
bebida, mandando a la porra a ese estúpido Cíclope y al ojo que tiene en la frente?
(Entra en la cueva para buscar provisiones).
CORIFEO: Escucha, Odiseo; queremos a hablar contigo.
20
Hijo de Evantes y nieto de Dioniso, aunque en ocasiones es considerado hijo suyo. Según Homero
(Odisea IX, 195ss.), era sacerdote del dios Apolo en Ísmaro (Tracia). Marón regaló a Odiseo, como
agradecimiento por la protección del héroe, el vino con el que luego emborracha al Cíclope.
21
Es decir, que la calidad del vino es tal que vale por dos la medida que hay en el odre.
22
Alto promontorio situado en la costa del Epiro o en la isla de Léucade desde el que saltaban los
enamorados que no habían visto satisfechas sus pasiones. Se dice que Safo saltó desde esta roca al no
poder soportar la indiferencia de Faón. Vid. Ovidio, Heroínas XV.
ODISEO: Dirigiros a mí como un amigo a su amigo.
CORIFEO: ¿Le echasteis el guante a Troya y a Helena?
ODISEO: Incluso saqueamos toda la casa de Príamo.
CORIFEO: Entonces, después de haber capturado a la joven (180)> ¿cómo es que
no la habéis penetrado cada uno por turnos, pues tanto le gusta cambiar de esposo? A
esa traidora que, cuando vio unos abigarrados calzones entre sus piernas y un collar de
oro rodeando su cuello, perdió la cabeza abandonando a Menelao, ese espléndido
maridito. ¡Nunca debería haber nacido el linaje de la mujeres, a no ser para mí!
SILENO: (Saliendo de la cueva). Tomad; éstas son las provisiones de los pastores,
príncipe Odiseo, alimentos a base de corderos que balan, (190)> y abundantes quesos de
leche cuajada. Cogedlos, y alejaos lo más rápido que podáis de la cueva después de
darme a cambio la bebida destilada del racimo de Baco. (Mirando hacia la cueva). ¡Ay
de mí! ¡El Cíclope viene! ¿Qué hacemos?
ODISEO: Estamos perdidos, anciano. ¿Dónde podemos escondernos?
SILENO: Podréis ocultaros en el interior de esa cueva.
ODISEO: Es terrible eso que nos dices: caeremos en sus redes.
SILENO: No lo es; en la cueva hay muchos escondrijos.
ODISEO: Mejor no, pues Troya rompería en grandes lamentos si huyéramos de un
solo hombre, cuando yo en persona me he enfrentado muchas veces a una incontable
multitud (200)> de frigios sólo con mi escudo. Venga, si hay que morir, moriremos con
dignidad o, vivos, conservaremos nuestra gloria pasada.
27
El Ténaro es un cabo del Peloponeso. Odiseo se refiere a este cabo como sagrado porque en él, como
en casi todos los cabos, había un templo dedicado a Posidón (vid. Pausanias III 25,4). El mismo autor
afirma también que en el cabo Malea había una estatua del dios. En Sunio, además de las minas que
explotaba Atenas, se adoraba a Posidón y Atenea.
28
En la isla de Eubea.
esto: porque de no dirigir hacia aquí tu mirada, no podrás ser reconocido en modo
alguno como Zeus, sino como un dios inane!29
CORO:
Estrofa
¡De tus anchas fauces, Cíclope, abre la boca, porque están listos para ti, cocidos y
asados, y fuera ya del calor de las brasas, los miembros de tus huéspedes, para que los
mastiques y devores, para que desgarres sus carnes (360)> mientras estás tendido
sobre tu espesa piel de cabra!
Efimnio
¡No, a mí no me ofrezcas! ¡Tú solo llena para ti el casco de la nave! ¡Bien lejos de
mí ese hogar! ¡Bien lejos también el impío sacrificio celebrado por el Cíclope del Etna,
que se regocija con la carne de los extranjeros!
Antistrofa
¡Cruel! ¡Infortunado tú que sacrificas a los huéspedes que, (370)> como suplicantes,
llegan al fuego de tu morada, y celebras un banquete desgarrando sus carnes con tus
abominables dientes, para roerlas calientes, recién sacadas de las brasas!30
ODISEO: ¡Zeus! ¿Qué puedo decir después de ver en el interior de esta cueva estas
cosas terribles e increíbles, que se asemejan a una leyenda y no a una obra humana?
CORIFEO: ¿Qué pasa, Odiseo? ¿El Cíclope, el más impío de los seres, ha celebrado
un banquete con tus queridos compañeros?
ODISEO: Con dos de ellos, después de considerar y tantear con sus manos (380)> el
peso de los que tenían la carne más nutrida.
CORIFEO: ¿Cómo, desdichado, ha sido la cosa?
ODISEO: Después que entráramos en este pétreo refugio, lo primero que hizo fue
encender un fuego, amontonando sobre la extensa fogata de su hogar los troncos de una
alta encina, la carga que transportarían tres carros. Luego puso a hervir encima una
caldera de bronce, no sin antes haber extendido un lecho de hojas de pino por el suelo,
junto a la llama del fuego. Llenó hasta el borde una crátera de diez ánforas de
capacidad, tras verter en ella leche blanca, que previamente había ordeñado de las vacas
más jóvenes, (390)> y puso al lado un tazón hecho de madera de hiedra, que parecía
tener tres codos de ancho y cuatro de profundidad, y unos asadores de ramas de
cambrón, cuyas puntas habían sido afiladas al fuego, mientras que otras las había
repasado con una hoz; dispuso también unos vasos del Etna, cincelados a golpe de
hacha. Una vez que el cocinero del Hades, odioso a ojos de los dioses, lo tuvo todo listo,
echó mano de dos de mis hombres; degolló a uno de mis compañeros, y con precisión lo
arrojó a la broncínea cavidad del caldero, mientras al otro, (400)> después de asirlo por
el tobillo, le golpeó contra la aguda prominencia de una roca, desparramándole los
sesos, y puso a asar la carne en el fuego después de haberla trinchado 31 con su fiero
cuchillo, mientras el resto de los miembros los cocía en la caldera. Yo, desdichado de
mí, derramando lágrimas por mis ojos, me encontraba al lado del Cíclope prestándole
servicio. En cuanto a los demás, estaban agazapados, como pájaros, entre las rocas, sin
sangre en su cuerpo. Una vez que sació su hambre con mis compañeros, se reclinó hacia
atrás, (410)> despidiendo de sus fauces un aliento pesado. Entonces se me ocurrió una
idea extraordinaria: llené una copa de vino de Marón, y se la di a beber diciéndole:
29
Estas palabras nos acercan una vez más a la hybris, si bien en mayor medida que con el Cíclope, pues
mientras que éste ponía en duda el poder de Zeus, Odiseo duda aquí de su existencia.
30
Se repite el efimnio.
31
Seguimos la lectura de F.A. Paley (Londres, 1857-1869) διαρταμών.
“Cíclope, hijo del dios del mar, mira qué maravillosa bebida produce Grecia de la viña,
exquisitez de Dioniso”. Lleno de tan vergonzoso alimento, el Cíclope la aceptó y la
apuró de un sorbo, y alzando la mano lo alabó diciendo: “Queridísimo extranjero,
exquisita bebida me das como complemento a un espléndido festín”. (420)> Al darme
entonces cuenta de que se lo tomaba con gusto, le ofrecí otra copa, pensando que el vino
le trastornaría y que no tardaría en pagar su castigo. Y en efecto, mientras se arrancaba a
cantar, yo vertía una copa tras otra calentándole las entrañas con la bebida. Comenzó a
entonar, junto a mis gimientes compañeros de viaje, una ruda canción, y la cueva
resonaba. Yo salí sigilosamente con la intención, si así quieres, de salvarte a ti y a mí
mismo. Decidme entonces si queréis o no queréis huir de este salvaje para ir a vivir a la
mansión de Baco, (430)> con las ninfas Náyades32. Tu padre que está dentro lo aprueba,
pero se encuentra débil, disfrutando de la bebida, y agarrado a las alas de la copa, las
agita cual pájaro en un manojo de muérdago. Pero tú, que eres joven, ponte a salvo
conmigo, y vuelve al lado de tu viejo amigo Dioniso, que en nada se parece al Cíclope.
CORIFEO: ¡Queridísimo amigo, ojalá viéramos el día en el que pudiéramos huir de
la sacrílega cabeza del Cíclope! (Señalando a su falo). ¡Hace mucho que a esta querida
flauta (440)> la tenemos viuda y sin nada que comer!
ODISEO: Escucha ahora el castigo que tengo pensado para castigar a esta fiera
malvada, y hacerte huir de la esclavitud.
CORIFEO: Dime, pues el sonido de la cítara asiática no será más dulce que oír la
muerte del Cíclope.
ODISEO: Quiere ir de fiesta con sus hermanos los Cíclopes, contento como le ha
puesto esta bebida de Baco.
CORIFEO: Ya entiendo. Pretendes sorprenderlo solo entre las encinas, y matarlo o
empujarlo desde las rocas.
ODISEO: Nada de eso. Pretendo actuar con engaño.
CORIFEO: (450)> ¿Pero cómo? Hace tiempo que hemos oído hablar de tu astucia.
ODISEO: Pues alejándolo de esa fiesta; diciéndole que no es necesario ofrecer de
esa bebida a los Cíclopes, sino tenerla él solo para llevar una vida agradable. Y una vez
que, vencido por Baco, se quede dormido, afilaré con mi espada la punta de una de las
ramas de olivo que hay en su morada y la pondré al fuego, y cuando la vea arder, la
sacaré hecha una brasa y la hundiré en el ojo central del Cíclope. (460)> Lo mismo que
un hombre, que para acoplar las maderas en la construcción de los barcos hace girar el
trépano con dos correas, así yo moveré en círculos el tizón en el ojo del Cíclope,
portador de su luz, hasta secarle la pupila.
CORIFEO: ¡Hurra, hurra, qué alegría! ¡Estoy loco de contento por tu plan!
ODISEO: Y después a ti, a mis amigos y al anciano os embarcaré en el cóncavo
casco de mi negra nave, y con los dobles remos os haré salir de esta tierra.
CORIFEO: ¿Y también podré yo, lo mismo que en una libación al dios, (470)>
tocar el tizón que ciega los ojos? Porque quiero participar en esa proeza33.
ODISEO: Es preciso que lo hagas, pues el tizón es grande y hay que sostenerlo.
CORIFEO: Como si tuviera que levantar el peso de cien carros, si con ello
conseguimos destruir el ojo del Cíclope, mala muerte tenga, como una abeja.
ODISEO: ¡Calla ya! Conoces bien la treta. Cuando lo ordene, obedeced al artífice
del plan. Yo no voy a salvarme solo ni abandonar a los amigos que están dentro, (480)>
32
J. Casaubon, De Satyrica Graecorum poesi, París, 1605, lee Danaides en lugar de Náyades. Koechly
(en W. Biehl, Euripides Cyclops, Leipzig, 1983) prefiere leer Ménades.
33
Seguimos la lectura de J. Diggle, “Notes on the Cyclops of Euripides”, Cl.Qu. 65 (1971) πόνου. W.
Biehl, op.cit., prefiere φόνου, crimen.
y eso que podría escapar, pues me encuentro fuera de las profundidades de la cueva. No
es justo abandonar a los amigos con los que llegué aquí, y salvarme yo solo.
CORO
Venga, ¿quién va a ser el primero? ¿Quién se situará en orden de batalla después
del primero para sujetar la empuñadura del tizón y hundirlo entre los párpados del
Cíclope hasta desgarrar su brillante vista?
Silencio, silencio. (Aparece el Cíclope con Odiseo y Sileno). ¡Ahí está, borracho,
entonando (490)> un canto desagradable, desafinando con torpeza y saliendo
renqueante de su pétrea morada! ¡Vamos, eduquemos al ignorante en nuestras danzas!
De una u otra forma, va a quedarse ciego.
PRIMER SEMICORO
Estrofa 1ª
¡Dichoso aquel que lanza gritos de evohé por causa de las amables fuentes de los
racimos, descansando para unirse a los festejos, abrazando a un querido amigo e
(500)> intentando sobre su lecho aferrar la flor de una delicada cortesana, con los
bucles perfumados, y dice: “¿Quién va a abrirme la puerta?!”.
CÍCLOPE
Estrofa 2ª
¡Ay, ay! ¡Estoy saciado de vino, alegre por el alocado banquete, lleno, como una
nave de carga, hasta la cubierta del extremo de mi estómago. La dulce carga 34 me lleva
en primavera a la fiesta con mis hermanos los Cíclopes. (510)> ¡Venga, extranjero,
venga, dame el odre!
SEGUNDO SEMICORO
Estrofa 3ª
Él, hermoso y con una bella mirada en sus ojos, sale de su morada […] ¿Quién
cuida de nosotros? Una antorcha destructora espera tu cuerpo, como una dulce esposa,
dentro de la cueva húmeda por el rocío. No tardarán mucho en hacer compañía a tu
cabeza coronas de múltiples colores.
ODISEO: Escucha, Cíclope; yo soy íntimo de ese Baco (520)> que te ha dado de
beber.
CÍCLOPE: ¿Y ese Baco es considerado un dios?
ODISEO: El mejor para alegrar la vida de los hombres.
CÍCLOPE: Ciertamente, yo lo eructo con placer.
ODISEO: Así es ese dios; no perjudica a ningún mortal.
CÍCLOPE: ¿Cómo puede alegrarse un dios que tiene su casa en un odre?
ODISEO: Donde quiera que esté, allí se encuentra cómodo.
CÍCLOPE: No es menester que los dioses tengan su cuerpo entre pieles.
ODISEO: ¿Y qué si él te da placer? ¿Acaso la piel te resulta odiosa?
CÍCLOPE: Odio el odre, pero amo su bebida.
ODISEO: (530)> Quédate, entonces, aquí; bebe y regocíjate, Cíclope.
CÍCLOPE: ¿No debería ofrecer de esta bebida a mis hermanos?
34
Seguimos la lectura de Fraenkel (Gotinga, 1912) φόρτος.
ODISEO: No; si te la quedas, parecerás más importante.
CÍCLOPE: Pero si le ofrezco a mis amigos, pareceré más generoso.
ODISEO: La fiesta es amiga de los puñetazos y de la riña injuriosa.
CÍCLOPE: Aunque estoy borracho, nadie ha osado ponerme la mano encima.
ODISEO: Querido amigo, cuando se está ebrio es mejor quedarse en casa.
CÍCLOPE: Es un necio quien, después de beber, no ama la fiesta.
ODISEO: Y de sabios quedarse en casa después de emborracharse.
CÍCLOPE: ¿Qué hacemos, Sileno? ¿Te parece bien que me quede?
SILENO: (540)> Me lo parece. ¿Qué necesidad tienes de otros comensales,
Cíclope?
CÍCLOPE: En verdad, este suelo sedoso de hierba en flor…
SILENO: … y además es hermoso beber al calor del sol. Reclínate, y apoya tu
costado sobre la tierra.
CÍCLOPE: Ya está. ¿Pero por qué pones la crátera a mis espaldas?
SILENO: Para que nadie al pasar pueda llevársela.
CÍCLOPE: Lo que tú quieres es beber a hurtadillas. Ponla en medio. Y tú,
extranjero, dime el nombre por el que hay que llamarte.
ODISEO: Nadie35. ¿Cómo vas a agradecerme mis alabanzas?
CÍCLOPE: (550)> Dándome un festín contigo, después de todos tus compañeros.
SILENO: (Mientras bebe). Hermosa distinción le das al extranjero, Cíclope.
CÍCLOPE: ¿Y tú que estás haciendo? ¿Te bebes mi vino a escondidas?
SILENO: No, es él quien me ha besado, porque le he mirado con buenos ojos.
CÍCLOPE: Llorarás si amas al vino y él no te ama a ti.
SILENO: Sí, por Zeus, afirma que se ha enamorado de mi belleza.
CÍCLOPE: Vierte y llena la copa. Limítate a ofrecérmela.
SILENO: ¿Cómo encuentras la mezcla? Déjame que lo compruebe.
CÍCLOPE: Vas a echarlo a perder. Sírvelo así mismo.
SILENO: Sí, por Zeus, pero mientras te veo coger la corona, aún podré probarlo.
CÍCLOPE: (560)>¡Maldito copero!
SILENO: No, por Zeus, di que el vino es dulce. Límpiate antes de ponerte a beber.
CÍCLOPE: (Después de limpiarse) Mira, mi boca y mi barba están limpias.
SILENO: Empina ahora el codo con gracia, y después bébete la copa como me ves a
mí beberla en un abrir y cerrar de ojos. (Se bebe la copa).
CÍCLOPE: ¡Eh, qué haces!
SILENO: Apurarla con placer.
CÍCLOPE: (Quitándole la copa a Sileno y dándosela a Odiseo). Cógela tú,
extranjero, y sé mi copero.
ODISEO: La viña conoce bien mi mano.
CÍCLOPE: Venga, ponte a servir.
ODISEO: Ya te sirvo, pero cállate.
CÍCLOPE: Es difícil callar cuando se ha bebido mucho.
ODISEO: (570)> Aquí está, cógela. Bebe, y no dejes nada. Hay que morir tragando
la bebida.
CÍCLOPE: ¡Ay, ay, qué sabia es la madera de la viña!
ODISEO: Si después de una buena comilona, tragas mucho, empapando tu sediento
estómago, caerás dormido; pero si te dejas algo, Baco te secará36. (Sirve otra copa).
35
Nombre que se da a sí mismo Odiseo, y que esconde un juego de palabras en griego entre ουδείς –
Οδυσσεύς.
36
Es decir, se lo tomará a mal y se enfadará contigo.
CÍCLOPE: ¡Ah, a duras penas pude escapar a nado! ¡Qué placer tan puro! Tengo la
sensación de que el cielo da vueltas mezclado con la tierra, y veo el trono de Zeus
(580)> y la sacrosanta majestad de todos los dioses. (A los Sátiros). No os besaré; las
Gracias me tientan. Este Ganímedes37 es más que suficiente para descansar a placer, por
las Gracias. Disfruto más con los muchachos que con las chicas.
ODISEO: ¿Soy yo, entonces, ese Ganímedes de Zeus, Cíclope?
CÍCLOPE: Sí, por Zeus, al que yo secuestro del Dárdano.
SILENO: Estoy perdido, hijos. Padeceré horribles males.
CÍCLOPE: ¿Censuras y escarneces a tu amante porque ha bebido?
SILENO: ¡Ay de mí! ¡No tardaré en ver cuán amargo es el vino! (Entre con el
Cíclope al interior de la cueva).
ODISEO: (Dirigiéndose a los Sátiros). (590)> Venga, hijos de Dioniso, nobles
vástagos, el hombre está dentro. Abatido por el sueño, no tardará en vomitar la carne por
su despiadada garganta. Dentro de la gruta, el tizón despide humo. A nosotros no nos
resta más que quemar el ojo del Cíclope. (Dirigiéndose al Corifeo). ¡Y tú pórtate como
un hombre!
CORIFEO: Nuestra decisión es como una roca y como el acero. Entra en la casa
antes de que mi padre se encuentre desvalido. Estamos aquí a tu disposición.
ODISEO: ¡Hefesto, señor del Etna, (600)> quema el ojo brillante de tu malvado
vecino y líbrate de él de una vez por todas! ¡Y tú, Sueño 38, discípulo de la negra Noche,
lánzate resuelto sobre esa fiera odiosa a los dioses! Después de las más hermosas
hazañas de Troya, no llevéis a la destrucción al propio Odiseo y a sus marinos a manos
de un hombre que hace caso omiso de los dioses y de los hombres. De lo contrario, será
preciso considerar a la Fortuna como una divinidad, y a la fuerza de los dioses inferior a
la Fortuna.
CORO
La tenaza oprimirá con violencia el cuello (610)> del devorador de huéspedes. El
fuego no tardará en destruir su pupila, portadora de luz. Ya el tizón calcinado acecha
entre las ascuas, inmenso retoño del árbol. ¡Venga, Marón, actúa, haz saltar el párpado
del enloquecido Cíclope, para que le cueste caro el haber bebido. (620)> Yo por mi
parte deseo ver a Bromio, que se complace en llevar el tirso de hiedra, y abandonar la
soledad del Cíclope. ¿Lograré alcanzar este objetivo?
ODISEO: ¡Silencio, por los dioses! ¡Tranquilizaos, fieras! ¡Sellad las articulaciones
de la boca! ¡Ni se os ocurra respirar, ni pestañear, ni escupir! ¡Que no se despierte la
bestia hasta que el ojo del Cíclope sea extirpado por el fuego!
CORIFEO: ¡Callémonos, después de haber tomado aire por las mandíbulas!
ODISEO: (630)> Vamos, entrad, y tomad en vuestras dos manos el tizón, que ya
está bien incandescente.
CORIFEO: ¿No vas a colocar en orden de batalla a aquellos que, los primeros,
deben tomar la estaca encendida para quemar el ojo del Cíclope, de suerte que
participemos de esa hazaña?
PRIMER SEMICORO: Nosotros estamos delante de la puerta, lo suficientemente
lejos como para poder hundir el fuego en el ojo.
SEGUNDO SEMICORO: Y nosotros precisamente acabamos de quedarnos cojos.
37
Príncipe troyano, hijo de Tros y Calíroe (aunque se le conocen otras genealogías), el más bello de los
mortales. Zeus, enamorado del joven, se metamorfoseó en águila y se lo llevó al Olimpo, donde le
encargó el oficio de copero.
38
Hipno, personificación del Sueño, hijo de la Noche y hermano de Tánato, la Muerte.
TERCER SEMICORO: A mí me acaba de pasar lo mismo, pues no sé cómo, nos ha
dado un calambre en los pies.
ODISEO: (640)> ¿Que os ha dado un calambre en los pies?
PRIMER SEMICORO: Y además, no sé cómo los ojos se me han podido llenar de
polvo y de ceniza.
ODISEO: ¡Menudos aliados cobardes son estos de aquí!
CORIFEO: Sentimos compasión por nuestra espalda y espinazo, y no quisiera
escupir los dientes a causa de los golpes. ¿Acaso es eso cobardía? No obstante, conozco
un encanto de Orfeo39 muy eficaz para que el tizón penetre en el cráneo por sí solo y
pueda quemar al hijo de la Tierra, el de un solo ojo.
ODISEO: Hace tiempo que sé que eres así por naturaleza, (650)> pero ahora lo sé
mejor. Me veo obligado a valerme de mis propios amigos. (Dirigiéndose al Corifeo).
Danos, al menos, palabras de aliento para que con tus cantos obtengamos el valor de
nuestros amigos.
CORIFEO: Así lo haré. Nos arriesgaremos sirviéndonos del cario 40. ¡Que el Cíclope
arda en humo al son de nuestros gritos!
CORO
¡Venga, vamos, empujad con valor, daos prisa! ¡Quemad el párpado de la fiera
devoradora de huéspedes! ¡Quemad, abrasad (660)> al pastor del Etna! ¡Tornea, tira!
¡Que no se revuelva contra ti presa del dolor!
39
Héroe de la expedición de los Argonautas, cuya música amansaba a las fieras y con la que ra capaz de
hacer mover los objetos.
40
Los carios eran un pueblo de Asia Menor, que servían como mercenarios. La frase, además, es
proverbial, y viene a significar que el peligro que se va a correr es mínimo.
41
Canto que se entonaba en honor al dios Apolo y, por extensión, a otros dioses con ocasión,
principalmente, de alguna victoria
42
Nadie es el nombre que previamente le ha dado Odiseo al Cíclope (v. 449).
CÍCLOPE: El extranjero, para que te enteres de una vez por todas, es el que me ha
buscado la ruina, ese maldito, quien al ofrecerme la bebida me hundió en el sueño.
CORIFEO: Terrible es el vino y difícil de vencer.
CÍCLOPE: Por los dioses, ¿han logrado huir o permanecen en el interior de la
cueva?
CORIFEO: (680)> Están de pie, callados, ocultos tras una roca.
CÍCLOPE: ¿A qué mano?
CORIFEO: A tu derecha.
CÍCLOPE: ¿Dónde?
CORIFEO: Hacia aquella roca. ¿Los tienes?
CÍCLOPE: (Se da un golpe contra una roca). ¡Desgracia tras desgracia! Me he dado
un golpe y me he roto la cabeza.
CORIFEO: Se te escapan.
CÍCLOPE: ¿Por dónde? ¿Por dónde has dicho?
CORIFEO: No, por aquí.
CÍCLOPE: ¿Pero por dónde?
CORIFEO: Gírate hacia allí, a tu izquierda.
CÍCLOPE: ¡Ay de mí, soy objeto de burla! Os burláis de mi desgracia.
CORIFEO: Ya no, él está delante de ti.
CÍCLOPE: ¡Maldito! ¿Dónde estás?
ODISEO: Lejos de ti. (690)> Tengo bien protegido el cuerpo de Odiseo.
CÍCLOPE: ¿Cómo has dicho? Has cambiado de nombre y dices otro nuevo.
ODISEO: Odiseo es el nombre que me puso mi padre. Debías pagar un castigo por
tu impío banquete. De nada hubiera servido que incendiara Troya si no te hubiera
castigado por el asesinato de mis compañeros.
CÍCLOPE: ¡Ay, ay! Se ha cumplido un antiguo oráculo que me predijo que me
dejarías ciego a tu regreso de Troya; pero también me profetizó que tú serías castigado
por ello, (700)> sacudido durante mucho tiempo en el mar43.
ODISEO: ¡Llora tu ceguera! Ha sido dicho y hecho. Yo me voy a la costa a lanzar el
casco de mi nave al mar de Sicilia, rumbo a mi patria.
CÍCLOPE: No, pues tras arrancar un trozo de esta roca, la lanzaré para destrozarte
junto con tus compañeros de nave. Voy arriba, hacia lo alto del acantilado, aunque esté
ciego, arrastrando mi pie por esta cueva de doble abertura. (Entra en la cueva).
CORIFEO: Y nosotros seremos compañeros de travesía de este Odiseo y serviremos
en lo sucesivo a Baco.
43
Vid. Odisea IX 507ss.