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INTRODUCCIÓN

Al menos durante el siglo V a.C., los poetas trágicos concurrían a los concursos
dramáticos con una tetralogía, consistente en tres tragedias y un drama satírico. Pese a
que, por fuerza, tuvieron que escribirse numerosísimos dramas satíricos, pocos son los
que la tradición nos ha legado. Hoy se piensa que la tragedia antigua, como muy bien
indica su nombre, no siempre tuvo ese carácter grandioso, trágico y serio que nos es de
sobra conocido, sino que contenía también elementos cómicos que la vinculaban con el
dios Dioniso. Sin embargo, como apunta Aristóteles1, la tragedia perdió esos detalles
satíricos poco antes de la invasión de los Persas.

Drama satírico y tragedia.- El drama satírico, en el que se mezclan el carácter serio y


distendido, y se fusionan elementos del ditirambo cómico y trágico, constituye una
singular forma del drama situado entre la tragedia y la comedia. Como se desprende de
las vasijas y vasos griegos, el coro estaba siempre formado por Sátiros, seres
animalescos, que vestían pieles de cordero, y cuyas extremidades inferiores se
asemejaban a las de un caballo o un macho cabrío. A su cabeza se situaba Sileno, que
ejercía de padre y compañero, por lo que el mito que se representaba debía siempre ser
apropiado y adecuado a un cierto tipo de música y a los movimientos de un coro de tales
características.

Los orígenes del drama satírico se encuentran en la adaptación de un antiguo canto


lírico a la estructura de la tragedia ática (prólogo, estásimos y episodios). La tradición
atribuye esta nueva forma de concebir la tragedia, así como la introducción de un nuevo
estilo en los concursos dramáticos que acompañaban las fiestas dionisíacas, al poeta
Prátinas de Fliunte, quien, según la Suda, compuso treinta y dos dramas satíricos, y
dieciocho tragedias. Aunque otras fuentes clásicas se refieren también a Prátinas como
el introductor de este nuevo género en Atenas 2, hoy en día se piensa que más bien fue el
responsable de revitalizar el drama satírico, pues ya existiría con anterioridad,
probablemente como expresión de grupos religiosos de carácter festivo3. De la obra de
Prátinas sólo se ha conservado un fragmento de cierta extensión, transmitido por Ateneo
(XIV 617), en el que precisamente se produce la entrada del coro de Sátiros en la
orchestra, y que difiere de la forma en la que danza otro coro que reivindica para sí ese
espacio en el teatro. Es precisamente este hecho del enfrentamiento de dos coros, que
debaten cuestiones artísticas, así como el uso lingüístico semejante al ditirambo, entre
otros, lo que hacen de este fragmento de Prátinas un drama satírico sin ningún género de

1
En Poética 1448-9, Aristóteles se refiere al pasado común del drama satírico y la tragedia, hasta que esta
última abandonó la dicción socarrona del género, los temas míticos menores y sustituyó el tetrámetro
trocaico, más propio de la poesía destinada a la danza, por el trímetro yámbico, más apropiado para las
partes recitadas.
2
Epigrama de Dioscórides, Antología Palatina VII 37; Pausanias II 13,6.
3
J.A. López-Férez (1988: 409).
dudas, y confirma la hipótesis aristotélica de que drama satírico, ditirambo y tragedia
de temática dionisíaca tienen un origen común.
La filiación, por tanto, del drama satírico con la tragedia parece estar hoy para la
crítica, fuera de toda duda. Muchos son los elementos que unen ambos géneros: el
drama satírico, salvo por algunas voces de uso coloquial, presenta una dicción trágica;
hay una alternancia entre partes corales y recitadas; el héroe mantiene, pese a las
grotescas situaciones que puedan producirse, su dignidad trágica. No obstante, el drama
satírico tiene también elementos que le son propios, y que están ausentes en la tragedia.
Citemos algunos de estos elementos: un coro de sátiros; una disposición dramática más
semejante a escenas epirremáticas de la comedia (πνίγη), que a las episódicas de la
tragedia; o la ‘escena de la lección o adivinanza’, en la que se instruye a un personaje
sobre algo que no conoce, lo que da lugar a episodios de lo más grotesco. No cabe
tampoco duda de que más allá de los elementos formales, están también los temáticos,
pues el drama satírico agotaba sus argumentos de aquellos de la comedia, dando
protagonismo a personajes míticos muy populares que se prestaban fácilmente al
ridículo: la glotonería de Heracles, la astucia de Sísifo, e incluso el dios Hermes, por
ejemplo. La mitología, por tanto, y el cuento popular también, proporcionaron al drama
satírico no pocos temas que siempre terminaban con un final feliz para el héroe, y con la
moraleja de que el bien triunfa sobre el mal. Así, era frecuente la puesta en escena del
enfrentamiento entre un monstruo y un héroe (Circe, Proteo o Esfinge de Esquilo;
Amico de Sófocles), el rescate o la liberación (El Cíclope de Eurípides; Dionisisco o
Yambé de Sófocles), la competición y la lucha en la que el héroe se impone al
malhechor (Luchadores de Prátinas; Recogedores de huesos de Esquilo; Anfiarao de
Sófocles).

Mucho se ha especulado sobre la finalidad que pretendían cumplir los dramas


satíricos, y la influencia ejercían sobre el espectador. Aunque algunos de estos dramas
satíricos no tenían relación temática con la trilogía que lo antecedía 4, por lo general se
piensa que la función primera era la de rebajar la tensión que el espectador podía haber
acumulado después de ver las tragedias que le antecedían. Era también una forma más
de honrar al dios Dioniso5, y de contribuir a la creación de un ambiente relajado y
festivo en los certámenes teatrales. Pero más allá de que se tuviera por propósito
provocar la hilaridad del espectador, el drama satírico, al igual que en la tragedia, pone
en escena temas de actualidad, de contenido filosófico y moral. El debate que se
establece a lo largo de la obra, muy influido por la sofística, gira en torno a dos tipos de
vida contrapuestos: mientras que el cíclope Polifemo encarna una vida sencilla, alejada
de las leyes y la costumbre, Odiseo representa la razón y las leyes establecidas por los
hombres. De hecho, no son pocas las cuestiones que plantea un pasmado Odiseo ante la
falta de civilización humana que rodea el entorno del Cíclope: ¿dónde están los muros
de la ciudad? (v. 115); ¿quiénes habitan esta tierra? ¿las fieras? (v. 117); ¿viven en un
estado democrático? (v. 119). Por su parte, el Cíclope encuentra ofensivo todo atisbo de
civilización: valga como ejemplo el v. 104, en el que afirma: a cuantos instituyeron las
leyes, coloreando la vida de los hombres, los invito a derramar lágrimas. Aquí,
Polifemo rechaza todo lo establecido por la justicia y el derecho de los hombres, frente a
los bienes y ventajas del derecho natural, una idea que recuerda a las enseñanzas de los
sofistas a propósito de la ley escrita o no escrita, y las cuestiones que formularon sobre
el valor de las leyes humanas.

4
D.F. Sutton, The Date of Euripides’ Cyclops, Ann Arbor, 1974.
5
K.J. Miris-A. Frangulis (1998:10).
Eurípides.- Hijo de Mnesarco o Mensárquides, un rico hacendado ateniense, y de Clito,
Eurípides nació en Ilia, un pueblo del Ática, entre el 485/484 a.C. Desde su infancia,
Eurípides sintió especial sensibilidad por las artes y los deportes: se sabe que ganó
algunos premios deportivos en Atenas y Eleusis, y que sentía una gran afición por la
pintura. Más allá de las minuciosas descripciones de figuras y colores en sus obras, se le
atribuye incluso el boceto y diseño de algunas en Mégara. Además, Eurípides era un
gran conocedor de la traición literaria: Homero, Hesíodo, la lírica, y por supuesto la
producción de los otros grandes trágicos, de los que él era el de menor edad. Muy
interesado por los movimientos culturales de Atenas, estuvo al día de las corrientes
filosóficas y sofísticas entonces en boga. La tradición hace al filósofo Anaxágoras, y a
los sofistas Protágoras y Pródico sus maestros. Frecuentó el círculo de Pericles, y
mantuvo unas estrecha relación con Sócrates. Se casó dos veces: la primera con Mélito,
y la segunda con Quérila, con la que tuvo tres hijos: uno de ellos, el menor de los
cuales, también llamado Eurípides, representó las obras de su padre.
La carrera literaria de Eurípides no fue especialmente exitosa; de hecho, sólo obtuvo
el primer premio en cuatro ocasiones, la primera de ellas en 442 a.C. Quizá por ello, o
por el escándalo que levantaba entre el público sus novedosas ideas y técnicas teatrales,
Eurípides decidió exiliarse a Magnesia, desde donde fue invitado más tarde por
Arquéalo, rey de Macedonia. En Pela, la capital, pasó sus últimos días; murió en el 406
a.C..

La primera obra que Eurípides presentó a un concurso fue en el año 446 a.C. De las
más de noventa obras que compuso, sólo nos han llegado diecisiete tragedias: Alcestis
(representada en el 438 a.C.), Medea (431 a.C.), Heráclidas (entre el 430 y 427 a.C.),
Hipólito (428 a.C.), Andrómaca (entre 430 y 421 a.C.), Hécuba y Las Suplicantes (c.
423 a.C.), Heracles (entre 422 y 415 a.C.), Electra (417 a.C.), Troyanas (escenificada
en 415 a.C.), Ifigenia entre los Tauros (414 a.C.), Helena (421 a.C.), Ión (413 ó 412
a.C.), Fenicias (410 a.C.), Ifigenia en Aúlide (409 a.C.), Orestes (408 a.C.) y Bacantes
(406 a.C.). Además de los fragmentos, se conserva también íntegro el drama satírico El
Cíclope.
Pese a ser éste el único drama satírico conservado íntegramente, son muchas las
incógnitas que le rodean: no se sabe cuándo fue compuesto, qué año fue representado ni
qué trilogía completaba (quizá la Hécuba). En principio, se propuso una fecha muy
temprana, que situaba el drama antes incluso del 438 a. C.; sin embargo, la existencia de
una escena triangular, en la que participan Sileno, Odiseo y el Cíclope, ha hecho pensar
a los investigadores que la obra tuvo que ser compuesta en época de madurez de la
producción dramática de Eurípides. La fecha de su composición oscilaría, pues, entre el
438 y el 424 a.C.
Pero a Eurípides se le atribuyen otros dramas satíricos, de los que se conserva el
título: Segadores (Theristaí), Autólico, Busiris, Euristeo, Escirón, Sileo, Sísifo, de los
que sólo se nos ha conservado íntegro El Cíclope. También la tradición nos ha legado un
fragmento de unos 400 versos de los Rastreadores (Ichneutaí), una obra temprana de
Sófocles, en el que se narra el robo de las vacas de Apolo, y su búsqueda con la ayuda
de los Sátiros y su padre Sileno. De Esquilo poseemos dos largos fragmentos de los
Arrastradores de redes, en el que dos pescadores, uno de ellos llamado Dictis, arrastran
con sus redes una pesada cesta en la que se encuentran Dánae con el niño Perseo en sus
brazos.
El Cíclope: entre Homero y Eurípides.- El Cíclope es una dramatización del canto IX
de la Odisea (vv. 105-566). Como puede leerse en Homero, Odiseo, después de visitar
el país de los Lotófagos, llega a una inhóspita isla, tierra de los Cíclopes. Al día
siguiente se acerca hasta la cueva de uno de los Cíclopes, Polifemo, y entra en ella con
doce hombres. Cuando el Cíclope regresa, se los encuentra robándole sus bienes, y los
encierra en la cueva tapando la entrada de la cueva con una pesada roca que sólo él
puede mover. El Cíclope empieza entonces a devorar a los compañeros de Odiseo, a
razón de dos cada día. Odiseo no quiere matar a Polifemo mientras duerme, pues le
sería del todo imposible desplazar la roca que impedía la salida de la cueva. Así, se le
ocurrió emborracharlo y aprovechar su embriaguez para cegar su único ojo. Cuando los
demás Cíclopes llegan alarmados por los gritos de Polifemo, éste les dice que Nadie le
ha cegado, pues ese fue el nombre que el astuto Odiseo le dio. Sus congéneres le
aconsejan entonces que elevara sus plegarias a Posidón para aliviar su sufrimiento.
A la mañana siguiente, Polifemo desplaza la roca de la cueva para sacar los rebaños a
apacentar, momento que aprovechan Odiseo y sus compañeros para refugiarse en su
nave. En su huída, Odiseo revela a Polifemo su verdadero nombre; entonces el Cíclope
arroja sobre la embarcación dos enormes rocas mientras suplica a su padre Posidón que
Odiseo vuelva solo a su patria, no sin antes haber padecido grandes peligros y
desgracias. Desde entonces, el dios del mar vio con enemistad manifiesta a Odiseo,
mientras que Atenea se pone al lado del héroe y le ayuda a regresar sano y salvo a Ítaca.

Este mismo mito, dramatizado por Eurípides, fue tratado por Epicarmo en una de sus
comedias de título homónimo, y también por Aristias, hijo de Prátinas. No son los
únicos testimonios que se nos conservan de autores que trataron este pasaje homérico:
Crátino escribió una comedia titulada Odiseo, en la que parodiaba la Odisea de Homero.
Eurípides, que tuvo presente estos antecedentes para su drama satírico, tuvo que hacer
frente a dos dificultades fundamentales: se vio obligado no sólo a encontrar la manera
de trasladar a escena hechos que en el canto homérico tienen lugar en la cueva del
Cíclope, sino también a desarrollar la presencia de un coro en dicho escenario. Además,
Eurípides modificó el sentido de la ceguera de Polifemo: en Homero es el medio que
aprovechan Odiseo y sus compañeros para huir de la cueva, mientras que en Eurípides
proviene del deseo de venganza del héroe por haber matado a algunos de ellos.
Así las cosas, el argumento del drama euripideo es el que sigue: después de la
intervención de la diosa Hera, Dioniso es raptado por unos piratas. Sileno, fiel seguidor
del dios, armó una nave para lanzarse en su búsqueda acompañado de sus hijos los
Sátiros. El mar los conduce a Sicilia, donde vivía el Cíclope Polifemo, que los retiene y
obliga a servirle. Entretanto, Odiseo, tras la caída de Troya, emprende el viaje de
regreso a su patria con sus compañeros. Perdidos en el mar y después de no pocas
aventuras, llegan también a la costa siciliana, donde se encuentran con Sileno, cerca de
la cueva del Cíclope. Allí Odiseo le pide que le dé alimentos a cambio de vino, mientras
que el corifeo le interroga sobre Helena de Troya. Sileno, al final, accede a intercambiar
los bienes de Polifemo por vino.
Al poco, llega el Cíclope, que le pide cuentas a Sileno por la anómala situación que
se vive en su morada. Sileno, que intenta en un principio eludir la responsabilidad
contándole mentiras, acaba por apelar a los principios morales que el Cíclope debe
respetar: le recuerda sus orígenes divinos, como descendiente que era de Posidón, el
carácter griego de la hospitalidad, y por fin, la ley no escrita de respeto a los suplicantes.
También Odiseo por su parte se une a estas súplicas, que de poco sirven para apaciguar
al Cíclope; muy al contrario, Polifemo se refiere a su propio código ético, que permite la
antropofagia, y anuncia que el final de Odiseo y sus compañeros será servirle de
alimento.
Cuando Polifemo comienza a devorar a la tripulación de Odiseo, éste sale de la cueva
y relata con todo lujo de detalles lo que está sucediendo en su interior. Simultáneamente,
refiere que ha emborrachado al Cíclope, y que su intención es cegarle para poder
escapar de sus fauces. Solicita de los Sátiros ayuda para poder llevar a buen término su
plan, prometiéndoles la liberación de tan monstruoso ser. Odiseo hunde en el ojo del
Cíclope un tizón auxiliado por sus compañeros y los Sátiros, que entonan un canto para
dirigir el ataque. Una vez a salvo, Odiseo revela a Polifemo su verdadera identidad.

No son muchas las diferencias existentes entre el pasaje homérico y el drama


euripideo. Por ejemplo, Homero no concreta el lugar en el que viven los Cíclopes, a los
que presenta como seres salvajes que llevan una vida nómada; también se refiere a
Polifemo como una criatura ajena a la civilización, y desinformada sobre los
acontecimientos actuales del mundo (tales como la guerra de Troya). El ataque de
Odiseo sobre el Cíclope es justificado, siempre según Homero, como una forma de
huida antes de ser devorado. Todos estos acontecimientos se desarrollan en la Odisea en
una noche y dos días. Por su parte, Eurípides sitúa a los Cíclopes en Sicilia, cerca del
Etna, presentándoles como seres monstruosos y antropófagos. En el caso concreto de
Polifemo, Eurípides le hace sabedor de la guerra de Troya, Helena e incluso de
Ganímedes. En cuanto al acto de cegarlo por parte de Odiseo, es una forma de venganza
por haber devorado a sus compañeros. Por último, el drama euripideo se desarrolla en
unas pocas horas.
Por otro lado, Eurípides consigue el elemento cómico a lo largo de toda la obra
sirviéndose de escenas divertidas, protagonizadas por personajes ridículos, y sobre todo
por el empleo de palabras de la vida diaria. El trueque de artículos entre Odiseo y el
Cíclope, las suposiciones satíricas del corifeo sobre el comportamiento de los griegos
con Helena de Troya, las referencias a los hábitos alimenticios del Cíclope, así como sus
tendencias sexuales, el rostro de Sileno abotargado por el vino, entre otros, aseguran un
ambiente relajado en el drama, y logran el objetivo satírico que pretendía Eurípides. De
gran importancia también para alcanzar el elemento cómico, es el coro y sus
protagonistas, los Sátiros, que con su aspecto y movimientos dan a la obra ese carácter
relajado e hilarante. Aunque su presencia en la trama no es muy activa, no es menos
cierto que desempeñan un papel importante para crear el ambiente distendido que se
imponía después de la intensidad vivida con las tragedias que le anteceden. Por lo
general, los Sátiros son figuras tan grotescas como su padre Sileno o incluso el
descomunal Cíclope, quien, despreciando las leyes y los valores morales en vigor,
atiende tan sólo a la llamada de su estómago y se interesa únicamente por su felicidad y
bienestar.

Estructura.- El drama satírico, como cualquier tragedia, cuenta con partes dialogadas
(episodios), y partes líricas (estásimos), divididas en estrofas y antistrofas. Las partes
líricas o estásimos, se cierran con un épodo, que concluye el episodio con una métrica
independiente.
El Cíclope presenta todos los elementos estructurales de la tragedia euripidea: un
Prólogo de carácter informativo, narrado por Sileno, introduce la obra y los
preliminares de la historia; un agón, entre Odiseo y el Cíclope, con una estructura típica
de este genero en el que se intercambian versos con sorprendente rapidez (esticomitia);
un coro que en este caso, como en el de la mayoría de los dramas satíricos, está
constituido por Sátiros, de aspecto grotesco y modales poco finos. La primera aparición
del coro se llama Párodo, y su salida, el Éxodo, revela el desenlace de la trama.
Veámoslo más detenidamente:

El Prólogo (Πρόλογος), en forma de monólogo en el caso de El Cíclope -en otras


obras puede ser un diálogo-, abre la obra y permite al espectador ponerse al día de la
acción que está por venir; retoma los sucesos del pasado, los traslada al momento actual
y presenta al protagonista principal.
Párodo (Πάροδος). El coro entra en escena por primera vez y entona una canción. El
coro, parte imprescindible en el drama griego, comenta y reflexiona sobre la acción que
se va desarrollando. Está dirigido por un jefe del coro llamado corifeo.
Episodios (Επεισόδια). Escenas recitadas por los actores que desarrollan el
argumento de la obra. Los actores recitan ora en solitario, ora en largos monólogos
(ρήσεις), ora dialogando con otro actor. Si este último diálogo se produce con una
rápida alternancia de versos, se le llama esticomitia (στιχομύθια).
Estásimos (Στάσιμα). Son los cantos del coro que vienen acompañados de danza y
música. Intercalados entre las escenas, crean la alternancia de las partes dialogadas y
cantadas.
Éxodo (Έξοδος). La acción está próxima a su fin. El éxodo se abre tras el último
canto del coro, que por lo general abandona la escena mientras recita un canto referido
al poder los dioses. En El Cíclope, a la última intervención del coro le siguen unos
pocos versos en el que se alterna una parte dialogada entre el corifeo, el Cíclope y
Odiseo.
……

Prólogo (1-40): En escena aparece un viejo Sileno. Dirigiéndose a Dioniso, recuerda


todos los servicios que le ha prestado en el pasado, narra sus aventuras y explica
el porqué se encuentra en Sicilia, donde sirve con sus hijos, los Sátiros, al Cíclope.
Describe su forma de vida actual, y evoca la pasada. Al final, ve a los Sátiros, que
entre danzas y cantos regresan del campo, donde apacientan al ganado del
Cíclope.

Párodo (41-81): Entra en escena el Coro de Sátiros, que conduce el rebaño hacia el
interior de la cueva del Cíclope. El Coro expresa su nostalgia por las alegrías
pasadas, y buscan al dios del vino, las Ninfas y el placer del amor. El Coro
termina por expresar su absoluta dedicación y lealtad a Dioniso.

Episodio 1º (82-355): En este primer episodio, aparecen Odiseo y sus compañeros de


viaje. Está formado fundamentalmente por dos escena: una con Odiseo (vv. 82-
202 y otra con el Cíclope (vv. 203-355). En la primera, Odiseo intenta cambiar
productos con Sileno, al que convence de que le entregue generosos productos de
la despensa del Cíclope a cambio de un vino excelente. El corifeo pregunta con
curiosidad por el destino de Troya y el comportamiento de los griegos con Helena.
En la segunda escena, aparece el Cíclope. Tras un breve diálogo con el corifeo, en
el que se nos informa de las provisiones de Polifemo, Sileno no duda en traicionar
la presencia de Odiseo, al que acusa de haberse apropiado a la fuerza de los bienes
del Cíclope. Después que el corifeo contradice a Sileno, se establece un sucinto
diálogo entre el Cíclope y Odiseo a propósito de la guerra de Troya, que sirve de
introducción a una exposición más detallada por parte de cada uno de ellos sobre
su concepto de la vida y sus leyes no escritas: Odiseo apela al sentido de
hospitalidad y al temor a los dioses, mientras que el Cíclope, jactándose de no
obedecer las leyes de Zeus, revela que al único dios al que sirve es a su estómago.

Estásimo 1º (356-374): Este primer estásimo divide la obra en dos: nos encontramos,
por tanto, en la mitad del drama. Aquí, el Coro se revela contra el comportamiento
de su señor, el Cíclope, y muestra su repugnancia por su dieta.

Episodio 2º (375-482): Odiseo sale de la cueva y dialoga con el Coro, al que cuenta las
atrocidades sucedidas en su interior, y cómo el Cíclope ha devorado a dos de sus
compañeros. También narra que ha emborrachado al Cíclope, y que ha salido de la
cueva para planear, junto con los Sátiros, la venganza y su posterior huída. Odiseo
revela su plan, y los Sátiros, por voz del corifeo, se muestran de acuerdo en
llevarlo a término.

Estásimo 2º (483-518): Dividido en dos partes: el Coro canta la primera; el Coro y el


Cíclope la segunda. Este estásimo expresa, por un lado, alegría y optimismo por
su inminente salvación, y por otro la disposición del Cíclope a compartir con sus
congéneres la alegría del banquete. Simultáneamente, el Coro tiene la oportunidad
de ironizar con la desgracia que se le avecina al Polifemo.

Episodio 3º (519-607): Escena de diálogos. Primero Odiseo le habla al Cíclope del


poder del dios que está dentro del odre, es decir, el vino, e intenta convencerle de
que no la comparta con sus hermanos. Lo mismo hace Sileno, que representa el
papel de un copero con aviesas intenciones, que sólo se ocupa de su propio placer.
Más tarde el Cíclope, influido por la bebida, declara sus intenciones sexuales con
Sileno, al que arrastra al interior de la cueva para satisfacerlas. Odiseo cierra la
escena con una invocación a los dioses, a los que suplica ayuda para llevar a buen
término su plan.

Estásimo 3º (608-623): El Coro profetiza el éxito del plan de Odiseo, al tiempo que
suplica al dios-vino que opere un milagro, y deja ver su nostalgia por la vida que
llevaba en su patria, al lado de Dioniso.

Episodio 4º (624-655): Escena entre Odiseo y el Coro. El héroe sale de la cueva y


obliga al Coro a ayudarle a cegar al Cíclope, pero aquél pone varias excusas para
no participar en la venganza. Al final, Odiseo se conforma con que el Coro anime
con su canto a sus aliados.

Estásimo 4º (656-662): Mientras en el interior de la cueva se precipitan los


acontecimientos, el Coro entona un canto de apoyo a Odiseo y sus compañeros.

Éxodo (663-709): Escena final. El Cíclope sale de la cueva a ciegas en busca del
agresor. El Corifeo se burla del Cíclope a propósito del pseudónimo que empleó
Odiseo, e intenta guiar los torpes pasos de Polifemo hacia donde se encuentran sus
agresores. Odiseo revela su verdadero nombre, y el Cíclope recuerda el vaticinio
de un antiguo oráculo, y anuncia a Odiseo los sufrimientos que arrostrará hasta
llegar a su patria.
BIBLIOGRAFÍA

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Futridis, E.A., Ο Χορός του Ευριπίδη, Atenas, 1981.
GUÍA DIDÁCTICA

1.- Para un mejor conocimiento del Cíclope, es importante conocer la creación


dramática de Eurípides y su vida, así como su relación literaria con los otros dos
grandes tragediógrafos de la Atenas clásica: Esquilo y Sófocles. Consulta para ello
cualquier manual de literatura griega (López-Férez, Lesky, Bowra).

2.- Tragedia y drama satírico parecen tener el mismo origen. Leyendo el texto del
Cíclope, y teniendo en cuenta lo que sabes de la tragedia, intenta señalar las diferencias
entre este drama satírico y la tragedia.

3.- Tras la guerra de Troya, los héroes aqueos que han sobrevivido al conflicto
emprenden el regreso a sus respectivos hogares. El más conocido, sin duda, es el de
Odiseo o Ulises (nombre latino del héroe). Investiga sobre estos regresos o nostoi que
tanto abundan en la literatura griega: Agamenón (Homero, Odisea III 130ss., IV 499ss.;
Esquilo, Agamenón 648ss.; Eurípides, Helena 766ss., 1126ss.), Idomeneo (Homero,
Odisea III 167ss., Píndaro, Nemeas IX, 7), Filoctetes (Homero, Odisea III 190ss.), etc.

4.- Como acabamos de decir, el nostos de Odiseo es uno de los viajes de regreso al
hogar que más ha inspirado a los creadores de todos los tiempos. Tomando como fuente
la Odisea de Homero, traza la ruta de vuelta de Odiseo desde Troya hasta Ítaca, e intenta
recrear los puntos geográficos por los que pasa, y los curiosos pueblos y personajes que
conoce en su viaje de vuelta.

5.- No hay que confundir al cíclope Polifemo, protagonista de este drama satírico, hijo
de Posidón y la ninfa Toosa, con los Cíclopes, hijos de Urano y Gea, cuando la
cosmogonía o creación del mundo. Leyendo la principal fuente clásica (Hesíodo,
Teogonía 139ss.), infórmate de quiénes eran estos últimos, y qué leyendas les
acompañan.

6.- Como también sabrás, los Cíclopes tenían un solo ojo en la frente. ¿A qué crees que
puede ser debido? ¿Tendrá quizá algo que ver con el oficio que cumplían en la
mitología griega? Tal vez en algún diccionario de mitología griega puedas encontrar la
respuesta.

7.- El Cíclope es una dramatización sobre el canto IX de la Odisea (vv. 105-566). Lee
con atención ambos textos, y señala las diferencias que los separan, y las semejanzas
que los unen. Pero no te quedes sólo en lo anecdótico; piensa también el perfil
psicológico que presentan ambos protagonistas, Odiseo y el Cíclope, en uno y otro
texto.

8.- Tanto en la Odisea como en el Cíclope de Eurípides, se nos presenta un Polifemo de


carácter salvaje y poco hospitalario. Sin embargo, la imaginación de los poetas clásicos
quiso que el Cíclope fuera también capaz de amar, y le atribuyeron un idilio con la
nereida Galatea (que ya aparece citada en Ilíada XVIII 45, y Hesíodo, Teogonía 250);
por su parte, Ovidio (Metamorfosis XIII, 750ss.) e Higino (Fábulas 125) desarrollaron
el tema de un Polifemo enamorado que se enfrenta al rechazo de su amada. Teniendo en
cuenta estas fuentes clásicas, intenta comprender la visión que da Góngora sobre el
Cíclope en La Fábula de Polifemo y Galatea.

9.- Sileno, los Sátiros, los tirsos, las danzas, el vino, etc., todo esto pertenece al mundo
de Dioniso, a su cortejo y su fiesta. ¿Sabrías decir qué otros personajes acompañaban a
este popular dios? ¿En qué consistían sus celebraciones y ritos? ¿Conoces, por otro
lado, alguna tragedia en la que sea protagonista Dioniso?

10.- Ya en los primeros versos del Cíclope, se menciona a Hera. ¿Qué motivos llevan a
la diosa a perseguir con tanta saña a Dioniso?

11.- La mitología griega ofrece numerosas leyendas en las que algunos dioses, héroes o
mortales fueron perseguidos por Hera. Busca los ejemplos más característicos, e intenta
explicar las razones que llevaron a la diosa a actuar así.

12.- Como drama satírico que es, en el que conviven lo trágico y lo cómico, el Cíclope
presenta muchos episodios de gran jocosidad e hilaridad, para lo que Eurípides se sirvió
no sólo de elementos formales, sino también de escenas con salidas inesperadas y
distendidas, de gran comicidad. Señala alguna de ellas.

13.- Casi al final del drama (v. 697), el Cíclope se refiere a que un antiguo oráculo le
predijo que Odiseo le dejaría ciego a su regreso de Troya. ¿Recuerdas otras tragedias en
las que los oráculos desempeñen un papel importante? ¿Sabrías explicar la razón?

14.- Mientras que en El Cíclope se habla del oráculo que predice a Polifemo su futura
desgracia, Homero (Odisea IX 507ss.) habla de un adivino. ¿Qué sabes de la predicción
en la antigua Grecia? ¿Cómo funcionaba un oráculo? ¿Qué sedes oraculares conoces, y
a qué dioses estaban consagradas? ¿Conoces el nombre de algún adivino famoso de la
Antigüedad?

15.- Odiseo es, junto con el Cíclope, protagonista de este drama satírico. ¿Qué otras
tragedias conoces en las que aparezca este héroe homérico?

16.- En el v. 315, y tal como quería la tradición que le rodea, a Odiseo se le llama astuto
y charlatán. ¿Sabes si en la mitología griega hay algún otro ejemplo por el que Odiseo
pueda ser llamado “astuto”? Revisa la vida de este apasionante héroe para conocer
mejor sus cualidades intelectuales.

17.- Sátiros y Silenos tenían unas características físicas muy peculiares. ¿Qué otros
personajes de la mitología griega conoces que tuvieran forma animal?

18.- A partir del v. 316, el Cíclope se jacta de no obedecer las leyes de los dioses, en
especial aquellas de la hospitalidad. Odiseo, por su parte (v. 355), no le anda a la zaga y
pone en duda la intervención divina en momentos de injusticia. ¿A qué consecuencias
conduce este acto de hybris? ¿Sabrías definir este concepto, y poner algún otro ejemplo
que conozcas?
EURÍPIDES

EL CÍCLOPE
DRAMATIS PERSONAE

SILENO: Viejo de aspecto poco agraciado, padre de los Sátiros. Sirve de copero al
Cíclope, y es también el guardián de su cueva.
SÁTIROS: Hijos de Sileno, también de aspecto grotesco, pero más jóvenes que su
padre. Conforman el Coro del drama.
CORIFEO: Uno de los Sátiros que lleva el peso de los diálogos.
ODISEO: El conocido héroe de la guerra de Troya, rey de Ítaca, quien, como cuenta
Homero, cegó al Cíclope.
CÍCLOPE: El gigante que, según Homero, tenía un solo ojo en la frente, llamado
Polifemo.
OTROS PERSONAJES: Son los compañeros de Odiseo y los sirvientes del Cíclope.
En la obra no participan verbalmente.
ARGUMENTO

Odiseo, después de hacerse al mar desde Ilión, es lanzado a Sicilia, donde habita
Polifemo. Allí se encontró con los Sátiros al servicio del Cíclope; les ofrece vino, y
cuando iba a recibir a cambio corderos y leche, aparece el Cíclope, que pregunta el
motivo por el que se le llevan sus bienes. Sileno afirma que había sorprendido al
extranjero cuando los estaba robando…
En una cueva, en Sicilia.

SILENO6: Bromio7, incontables son los sufrimientos que he de arrostrar ahora,


cuando antaño mi cuerpo estaba en pleno vigor de sus fuerzas. Primero cuando tú,
enloquecido por Hera, fuiste abandonado a las Ninfas de los montes 8, otrora tus
nodrizas. Más tarde, durante la guerra contra los hijos de Gea, cuando armado con mi
escudo me situé a tu derecha y maté a Encélado 9 tras golpearle con mi lanza en pleno
escudo. Pero vamos a ver, ¿acaso es un sueño lo que digo? No, por Zeus, pues le mostré
sus restos mortales a Baco. (10)> Después de todo esto, ahora me veo obligado a
padecer males mayores a aquellos, pues, cuando me enteré de que Hera te echó encima
a los piratas tirrénicos para que te vendieran bien lejos, me propuse surcar los mares en
tu búsqueda. Al frente de la proa, yo mismo gobernaba el bien sujeto timón, mientras
mis hijos, sentados a los remos, trocaban en blanco las olas del glauco mar, para salir a
tu encuentro, señor. Mas cuando navegábamos a la altura del cabo Malea, sopló el
Apeliotes10 sobre la nave, (20)> empujándonos hasta esta roca del Etna, donde los hijos
del dios del mar, los Cíclopes homicidas de un solo ojo, habitan en cuevas solitarias 11.
Prisioneros de uno de ellos, vivimos como esclavos en su guarida; Polifemo se llama al
que servimos, y en vez de entonar gritos báquicos, apacentamos las reses del impío
Cíclope. Y mientras mis hijos, que son jóvenes, llevan a pastar el joven ganado por las
cumbres de las colinas, (30)> yo me quedo esperando órdenes: llenar los abrevaderos,
barrer la casa y servir al sacrílego Cíclope sus impíos alimentos. Ahora mis órdenes son
estrictas: barrer la casa del Cíclope con este rastrillo de hierro, para que, cuando mi
señor ausente, el Cíclope, y sus rebaños lleguen, encuentren limpia su guarida. Pero
6
Los Silenos eran, según la mitología griega, genios asociados a las aguas corrientes, si bien a partir del
siglo V a.C. pasan a formar parte del cortejo de Dioniso. Aunque en un principio se diferenciaban de los
Sátiros, pasaron poco a poco a asimilarse a ellos. Los Silenos eran, por lo general, Sátiros de avanzada
edad o bien sus padres; incluso en algunos casos no hay diferencia entre unos y otros seres. Aquí Sileno
aparece como padre de los Sátiros.
7
El epíteto Bromio que aquí se le da a Dioniso, hace referencia al carácter ruidoso o escandaloso del dios
(βρέμω = resonar).
8
Las Ninfas eran divinidades femeninas que según el elemento que custodiaban recibían un nombre
distinto: Náyades (si habitaban en las fuentes), Dríades o Hamadríades (para aquellas que vivían en los
bosques) y Oríades (las que moraban en las cuevas o los montes). Eran figuradas como jóvenes casaderas,
y aparecen frecuentemente en los mitos relacionados con Pan, Hermes o el mismo Dioniso, como es aquí
el caso.
9
Para que Zeus pudiera hacerse con la soberanía del Olimpo e impusiera su supremacía, tuvo que
enfrentarse a los dioses que le precedieron y a los Gigantes (Gigantomaquia). Según el mito, Dioniso
tomó parte en la batalla al lado de los Olímpicos, acompañado por su cortejo de Sátiros y Silenos. En
cuanto a Encélado, la tradición cuenta que fue fulminado por Zeus o Atenea (Eurípides, Ión 209-211).
Evidentemente, aquí Sileno hace suya con mentiras esta hazaña, lo que provocaría la carcajada del
espectador.
10
Viento del este. En cuanto al cabo Malea, se encuentra entre el golfo Argólico y el Sarónico.
11
Según Hesíodo, los Cíclopes eran tres gigantes de un solo ojo, hijos de Urano y Gea: Arges
(relámpago), Estéropes (rayo) y Brontes (trueno). Fueron liberados por Zeus de su cautiverio en las
profundidades de la tierra. Agradecidos, forjaron para él su arma más poderosa, el rayo. Por su parte, la
Odisea nos habla de los Cíclopes como unos seres gigantescos dedicados al pastoreo, que no conocían la
agricultura, ni respetaban leyes ni religión alguna. Eran también antropófagos. Homero hace una detallada
descripción de Polifemo, hijo de Posidón, que fue vencido por la astucia de Odiseo.
aquí veo a mis hijos12 conduciendo el rebaño a casa. ¿Qué es eso? ¿A qué viene ahora
que hagáis sonar el suelo al son de danzas como cuando acompañasteis a Baco y su
cortejo en dirección a la casa de Altea 13 (40)> moviéndoos voluptuosamente al son de
los cantos de vuestras liras?

Entra en escena el coro de Sátiros conduciendo un rebaño

CORO:
Estrofa 1ª
(Se dirige al un macho cabrío). Hijo de un ilustre padre y una ilustre madre, ¿por
dónde intentas llegar a estas rocas? ¿Acaso no hay aquí una leve brisa, al socaire de la
fuerza del viento, y ricos pastos? ¿Acaso no corre a borbotones el agua de los ríos que
se detiene en los abrevaderos, cerca de la cueva? ¿No te llega el balido de los
corderos?
Efimnio14
¡Che…! (50)> ¿No quieres venir aquí, a pacer en esta colina, húmeda por el rocío?
Ohé, ahora mismo voy a lanzarte una piedra. Tú, el cornúpeta, venga, camina hacia el
establero del rústico Cíclope.
Antistrofa 1ª
(Dirigiéndose a una oveja). Afloja tus ubres llenas de leche; deja que se amamanten
de ellas tus crías, que tienes abandonadas en los establos de los hombres. Te echan de
menos los balidos de tus pequeñas crías, dormidos durante todo el día. (60)> ¿Cuándo
vas a abandonar los ricos pastos y volver al establo, en las rocas del Etna?
Epodo
Aquí no está Bromio, ni los coros, ni las Bacantes portadoras de tirsos 15, ni el
redoble de tambores, ni las relucientes gotas del vino junto a las fuentes de las que
mana abundante agua. Ni en Nisa, al lado de las Ninfas, (70)> entono el ¡Yaco, Yaco!16
en honor de Afrodita, en pos de la que volaba con las Bacantes de blancos pies.
¡Amigo, querido Baco! ¿Hacia dónde te diriges tú solo, agitando tu rubia cabellera 17?
Yo, tu servidor, estoy ahora al servicio del Cíclope de un solo ojo, yendo de uno a otro
lado como un esclavo, (80)> con esta mísera túnica de piel de macho cabrío, lejos de tu
amistad.

SILENO: Silencio, hijo míos, ordenad a los servidores que encierren el ganado en la
cueva excavada en la roca.
CORIFEO: Entrad. ¿Pero a qué tanta prisa, padre?

12
Los Sátiros. Seres grotescos, con cabeza y cuerpo de hombre, orejas puntiagudas, dos pequeños
cuernos, y la parte inferior del cuerpo en forma de macho cabrío. Amantes de la bebida y de la fiesta, eran
de natural perezosos.
13
Esposa del rey Eneo, rey de Calidón, del que tuvo varios hijos, entre ellos al célebre Meleagro. Según
algunas variantes del mito, Altea tuvo a Deyanira de su unión con Dioniso.
14
El efimnio era como un estribillo que se repetía después de cada estrofa y antistrofa.
15
Mujeres o ninfas que acompañaban, enloquecidas, a Dioniso en sus orgías.
16
Personificación de un grito ritual (Ίακχε) que los fieles pronunciaban en los misterios de Eleusis en
honor a una deidad menor asociada a Deméter y Perséfone. Tiene varias genealogías, incluso se le
considera hijo de Baco, con el que se confunde a menudo por el parecido entre los nombres, como es aquí
el caso.
17
En el Himno Homérico a Dioniso, la cabellera del dios es negra, y no rubia (vid.et. Bacantes 235).
Aquí, el coro resalta la belleza de Dioniso, pues en la mentalidad de los griegos el pelo rubio era
característico de los más hermosos dioses y héroes (Apolo, Atenea, Aquiles o Menelao).
SILENO: Veo junto a la playa el casco de una nave griega y a los señores del remo,
acercándose a la cueva al mando de un capitán. Alrededor de sus cuellos llevan vasos
vacíos, necesitados como están de alimentos, y cántaros para el agua. ¡Pobres
extranjeros! (90)> ¿Quiénes serán? No saben qué clase de persona es nuestro señor
Polifemo, en cuya inhóspita tierra se atreven a entrar y a llegar, para su desgracia, hasta
su antropófaga quijada. Pero tranquilos, para que podamos enterarnos de dónde vienen a
esta roca siciliana del Etna.
ODISEO: Extranjeros, ¿podríais decirme dónde hay un manantial de agua que sea
remedio a nuestra sed, y si alguien querría vender comida a marineros hambrientos?
¿Qué es lo que estoy viendo? Me parece que hemos venido a caer en la ciudad de
Bromio; (100)> veo un grupo de Sátiros junto a esa cueva. Saludaré en primer lugar al
más anciano.
SILENO: Te saludo, extranjero, dinos quién eres y cuál es tu patria.
ODISEO: Soy Odiseo de Ítaca, señor de la tierra de los cefalenios18.
SILENO: Te conozco, crótalo agudo, linaje de Sísifo19.
ODISEO: Ese soy yo, pero no me injuries.
SILENO: ¿De dónde has zarpado hasta llegar a Sicilia?
ODISEO: De Ilión y de las calamidades de Troya.
SILENO: ¿Cómo? ¿No conocías el camino hacia tu tierra?
ODISEO: Las tormentas de aire me han arrastrado hasta aquí a la fuerza.
SILENO: (110)> ¡Ay, has corrido la misma suerte que yo!
ODISEO: ¿También tú fuiste empujado hasta aquí a la fuerza?
SILENO: Andaba buscando a los ladrones que habían secuestrado a Bromio.
ODISEO: ¿Qué tierra es ésta y quiénes la habitan?
SILENO: El Etna, la más alta cima de Sicilia.
ODISEO: ¿Dónde están los muros y los baluartes de la ciudad?
SILENO: En ningún sitio. Ningún hombre habita estos promontorios, extranjero.
ODISEO: ¿Quiénes habitan entonces esta tierra? ¿Sólo las fieras?
SILENO: Los Cíclopes, que moran en cuevas, no en casas.
ODISEO: ¿Y de quiénes son súbditos? ¿Viven en un estado democrático?
SILENO: (120)> Son nómadas; nadie obedece a nada ni a nadie.
ODISEO: ¿De qué viven? ¿Siembran la espiga de Deméter?
SILENO: De leche, de queso y de la carne de los rebaños.
ODISEO: ¿Beben la bebida de Bromio, destilada de la vid?
SILENO: De ninguna manera, pues, en efecto, habitan un país en el que no existe la
danza.
ODISEO: ¿Son hospitalarios y piadosos con los extranjeros?
SILENO: Dicen que la carne del extranjero les resulta extremadamente dulce.
ODISEO: ¿Qué me estás diciendo? ¿Se complacen con la carne de los humanos
muertos?
SILENO: No hay nadie que no haya llegado hasta aquí, que no haya sido
sacrificado.
ODISEO: ¿Y dónde está ese Cíclope? ¿En su morada?
SILENO: (130)> Ha salido fuera, junto al Etna, para rastrear fieras con sus perros.
ODISEO: ¿Sabes cómo hacer para ayudarnos a abandonar esta tierra?

18
Vid.et. Filoctetes 264. Odiseo no sólo era rey de Ítaca, sino de un extenso dominio al que también
pertenecía la isla de Cefalonia (Ilíada II, 631-635).
19
Vid.et. Filoctetes 417; Áyax 189; Medea 405; Ifigenia en Aúlide 524, 1362. Por crótalo agudo, se
entiende la astucia asociada a la proverbial palabrería de Odisea, de donde la tradición posthomérica
hiciera a este héroe hijo de Sísifo, en vez de Laertes. Sísifo era el más astuto de los hombres.
SILENO: No sé, Odiseo, pero haríamos cualquier cosa por ti.
ODISEO: Véndenos pan, pues carecemos de él.
SILENO: No hay, como ya te dije, sino carne.
ODISEO: También es un dulce remedio para el hambre.
SILENO: También hay queso cuajado y leche de vaca.
ODISEO: Traedlo, pues se precisa de luz para las compras.
SILENO: Pero dime ¿cuánta oro vas a dar a cambio?
ODISEO: Nada de oro, sino la bebida de Dioniso que llevo conmigo.
SILENO: (140)> ¡Qué queridísimas palabras acabas de decir, pues hace mucho
tiempo que carecemos de ella!
ODISEO: Pues ha sido Marón20, el hijo del dios, quien nos la ha dado.
SILENO: ¿Al que yo crié en mis brazos?
ODISEO: El hijo de Baco, para que lo comprendas mejor.
SILENO: ¿Está en el puente de tu nave o lo llevas contigo?
ODISEO: Como puedes ver, anciano, este es el odre que lo contiene.
SILENO: Con eso no me llega ni para llenarme la mandíbula.
ODISEO: Sí; la bebida es doble de lo que podría derramar el odre21.
SILENO: Estás hablando de una fuente hermosa y dulce para mí.
ODISEO: ¿Quieres que te haga probar primero el vino sin mezclar?
SILENO: (150)> Es justo, pues la cata invita a la compra.
ODISEO: Traigo también una copa con el odre.
SILENO: ¡Venga, déjalo correr para que al beber recuerde su rumor!
ODISEO: (Llenado la copa) Mira.
SILENO: ¡Ay, qué bien huele!
ODISEO: ¿Acaso puedes ver el olor?
SILENO: No, por Zeus, pero lo estoy oliendo.
ODISEO: Vamos pruébalo, para que no sólo lo elogies de palabra.
SILENO: (Bebiendo) ¡Ay, Baco, me invitas a bailar! ¡Opa, opa!
ODISEO: ¿Ha remojado bien tu gaznate el górgoro?
SILENO: Tanto que me ha llegado hasta la punta de las uñas.
ODISEO: (160)> Pues además del trago te daremos también monedas.
SILENO: Basta con que desinfles el odre. Deja el oro.
ODISEO: Traed ahora los quesos o los corderos.
SILENO: Voy a hacerlo sin preocuparme en exceso de mis amos, porque me
volvería loco sólo con apurar una sola copa a cambio los rebaños de todos los Cíclopes,
y poder saltar al mar desde la roca de Léucade22, después de haberme emborrachado una
sola vez y haber dilatado mis párpados. Está loco quien no se alegra bebiendo, pues es
entonces cuando ésta (señalando el pene) se pone tiesa; (170)> entonces es posible
sobar un pecho y un monte que esté dispuesto a ser manoseado con ambas manos, y
posible también la danza y el olvido de las penas. ¿Cómo no voy a comprar de esa
bebida, mandando a la porra a ese estúpido Cíclope y al ojo que tiene en la frente?
(Entra en la cueva para buscar provisiones).
CORIFEO: Escucha, Odiseo; queremos a hablar contigo.

20
Hijo de Evantes y nieto de Dioniso, aunque en ocasiones es considerado hijo suyo. Según Homero
(Odisea IX, 195ss.), era sacerdote del dios Apolo en Ísmaro (Tracia). Marón regaló a Odiseo, como
agradecimiento por la protección del héroe, el vino con el que luego emborracha al Cíclope.
21
Es decir, que la calidad del vino es tal que vale por dos la medida que hay en el odre.
22
Alto promontorio situado en la costa del Epiro o en la isla de Léucade desde el que saltaban los
enamorados que no habían visto satisfechas sus pasiones. Se dice que Safo saltó desde esta roca al no
poder soportar la indiferencia de Faón. Vid. Ovidio, Heroínas XV.
ODISEO: Dirigiros a mí como un amigo a su amigo.
CORIFEO: ¿Le echasteis el guante a Troya y a Helena?
ODISEO: Incluso saqueamos toda la casa de Príamo.
CORIFEO: Entonces, después de haber capturado a la joven (180)> ¿cómo es que
no la habéis penetrado cada uno por turnos, pues tanto le gusta cambiar de esposo? A
esa traidora que, cuando vio unos abigarrados calzones entre sus piernas y un collar de
oro rodeando su cuello, perdió la cabeza abandonando a Menelao, ese espléndido
maridito. ¡Nunca debería haber nacido el linaje de la mujeres, a no ser para mí!
SILENO: (Saliendo de la cueva). Tomad; éstas son las provisiones de los pastores,
príncipe Odiseo, alimentos a base de corderos que balan, (190)> y abundantes quesos de
leche cuajada. Cogedlos, y alejaos lo más rápido que podáis de la cueva después de
darme a cambio la bebida destilada del racimo de Baco. (Mirando hacia la cueva). ¡Ay
de mí! ¡El Cíclope viene! ¿Qué hacemos?
ODISEO: Estamos perdidos, anciano. ¿Dónde podemos escondernos?
SILENO: Podréis ocultaros en el interior de esa cueva.
ODISEO: Es terrible eso que nos dices: caeremos en sus redes.
SILENO: No lo es; en la cueva hay muchos escondrijos.
ODISEO: Mejor no, pues Troya rompería en grandes lamentos si huyéramos de un
solo hombre, cuando yo en persona me he enfrentado muchas veces a una incontable
multitud (200)> de frigios sólo con mi escudo. Venga, si hay que morir, moriremos con
dignidad o, vivos, conservaremos nuestra gloria pasada.

Aparece el Cíclope, que sorprende a los Sátiros.

CÍCLOPE: (A los Sátiros). ¡Deteneos, haceos a un lado! ¿Qué es esto? ¿Qué


significa ese alborozo? ¿A qué vienen esas danzas báquicas? Ni Dioniso está aquí, ni los
crótalos de bronce, ni el redoble de timbales. ¿Se puede saber qué hacen en la cueva mis
corderos recién nacidos? ¿Acaso es porque están a las ubres y corren al costado de sus
madres? ¿Están los cestos trenzados con juncos a rebosar de queso de leche fresca?
(210)> ¿Qué decís? ¿Qué respondéis? Alguno de vosotros no tardará en derramar
lágrimas por el golpe de este garrote. Mirad hacia arriba, y no hacia abajo.
CORIFEO: Está bien; hacia el mismo Zeus levantamos nuestras cabezas, y miramos
las estrellas y Orión.
CÍCLOPE: ¿Ya está preparado el almuerzo?
CORIFEO: Lo está. Sólo queda que tu garganta esté dispuesta.
CÍCLOPE: ¿Y también lo están las cráteras de leche?
CORIFEO: Tanto que si quieres puedes beberte una jarra entera.
CÍCLOPE: ¿De leche de cordero, de vaca o mezclada?
CORIFEO: De lo que tú quieras, con tal que no me tragues a mí.
CÍCLOPE: (220)> Ni se me ocurre, puesto que si se os ocurriera saltar en medio de
mi estómago, moriría por culpa de vuestras danzas. Pero, ¿qué es esa multitud que veo
junto a los establos? ¿Han ocupado el país piratas o ladrones? Veo a mis corderos fuera
de la cueva, sus cuerpos atados con mimbres entrelazados; los cestos de queso revueltos
y la calva del viejo hinchada a golpes.
SILENO: ¡Ay, desdichado de mí! Los golpes me han producido fiebre.
CÍCLOPE: ¿Por culpa de quién? ¿Quién se ha liado a puñetazos con tu cabeza,
anciano?
SILENO: (230)> Éstos (señalando a los griegos), Cíclope, cuando intentaba evitar
que se llevaran tus cosas.
CÍCLOPE: ¿No sabían que soy un dios y que provengo de los dioses?23
SILENO: Mientras se lo decía, ellos se llevaban tus bienes, se comían tu queso y
sacaban fuera los corderos pese a mi oposición 24. Y afirmaban que te atarían con un
collar de tres codos y que, ante tu ojo central, te sacarían las entrañas a la fuerza, y con
un látigo castigarían tu espalda, y que después, te amarrarían a los bancos de la nave y
te venderían a alguien (240)> para levantar piedras o arrojarte a un molino.
CÍCLOPE: ¿De verdad? ¿Por qué no vas lo antes posible a afilar los jiferos y a
amontonar un gran montón de leña para encender un fuego? Pues éstos, en cuanto los
degüelle, me van a proporcionar una comida caliente cuando retire la carne de las
ascuas. El resto de la carne la herviré en un caldero hasta reblandecerla, pues estoy
cansado de la comida de los montes: ya me he regalado con demasiados banquetes a
base de leones y ciervos, y hace mucho que no me alimento de carne humana.
SILENO: (250)> Lo nuevo, después de las cosas habituales, señor, es más
agradable. En efecto, hace mucho tiempo que no llegan hasta tu cueva otros extranjeros.
ODISEO: Cíclope, escucha también por tu parte a los extranjeros. Nosotros,
necesitados de comprar comida, nos hemos acercado hasta tu cueva llegados en una
nave. Éste (señalando a Sileno), a cambio de un vaso de vino, y después de haber
probado la bebida, nos estaba vendiendo los corderos, que nos entregaba de buen grado,
y sin violencia de ningún tipo. Nada de lo que él dice tiene sentido, (260)> pues tú
mismo lo has sorprendido vendiendo tus cosas a escondidas.
SILENO: ¿Yo? ¡Ahí te mueras de mala manera…!
ODISEO: … si es que miento.
SILENO: ¡Por Posidón, tu progenitor, Cíclope, por el gran Tritón y por Nereo, por
Calipso y por las hijas de Nereo25, por las sagradas olas y toda la raza de los peces, te
juro, Ciclopito, amito mío, que no quería vender tus bienes a estos extranjeros! ¡Que se
mueran, si no, mis hijos, a los que tanto quiero!
CORIFEO: (270)> Aplícate a ti mismo la súplica, pues te he visto vendiéndoles a
los extranjeros sus provisiones. ¡Si es mentira lo que digo, que muera mi padre, pero no
culpes a los extranjeros!
CÍCLOPE: ¡Mentís! Confío más en éste que en Radamantis 26, y afirmo que es más
justo. Quiero hacerles una pregunta. ¿De dónde venís navegando, extranjeros? ¿En qué
ciudad os criasteis?
ODISEO: Nacimos en Ítaca, y venimos de Ilión, después de tomar la ciudad,
empujados hasta tu tierra por los vientos marinos, Cíclope.
CÍCLOPE: (280)> ¿Sois, entonces, vosotros los que os dirigisteis a la ciudad de
Ilion, próxima al Escamandro, para castigarla por el rapto de Helena?
ODISEO: Nosotros somos, después de haber arrostrado un esfuerzo terrible.
CÍCLOPE: ¡Vergonzosa expedición haber zarpado hasta la tierra de los frigios por
culpa de una mujer!
ODISEO: Fue voluntad de un dios, y no hay que culpar a ningún mortal. Nosotros,
noble hijo del dios del mar, te suplicamos y hablamos abiertamente. No te atrevas a
matar a los que han llegado a tu cueva ni a convertirlos en impía comida para tus
23
El Cíclope recuerda su linaje divino como hijo de Posidón que es.
24
Al contrario que en la Odisea, donde los pretendientes de Penélope consumen indiscriminadamente los
bienes de Odiseo, aquí es Sileno quien denuncia a Odiseo y sus compañeros por apropiarse de los bienes
del Cíclope en ausencia de este último.
25
Las Nereidas. Todos los seres mitológicos que aparecen en este pasaje tienen alguna relación entre sí y
con el Cíclope: Tritón era hijo de Posidón y Anfítrite; Nereo, hijo de Ponto y Gea, que con su esposa
Doris tuvo las cincuenta Nereidas; Calipso, hija de Océano y Tetis.
26
Hijo de Zeus y Europa, que junto con Minos, su hermano, y Eaco, constituía el tribunal en los
Infiernos, dado su proverbial sentido de la justicia.
mandíbulas. (290)> Nosotros hemos protegido, señor, las sedes de los templos en las
profundidades de la tierra griega para que tu padre los conservara. Intactos están el
sagrado puerto de Ténaro y los ocultos promontorios del cabo Malea; a salvo las vetas
de plata de la divina Atenea en Sunio27, y los refugios de Geresto28. No hemos entregado
Grecia a los frigios -¡absurda vergüenza!-. También tú participas de estos beneficios,
pues moras en las profundidades de Grecia, al pie del Etna, la roca que destila fuego.
Los mortales tienen la costumbre, si rechazas mis palabras, (300)> de acoger como
suplicantes a los que han sufrido en el mar, ofrecerles hospitalidad y asistirlos con
vestidos, pero no la de ensartarlos en espetones de los que se usan para asar bueyes para
llenar tu estómago y tu mandíbula. Bastante viuda dejó la tierra de Príamo a Grecia,
bebiendo la sangre de muchos cadáveres, vertida a golpe de lanza, y llevó a la perdición
a esposas sin maridos, a ancianas sin hijos y a padres canosos. Si quemas a los
supervivientes para consumirlos en un cruel banquete, ¿hacia dónde se podría volver
uno? Venga, créeme, Cíclope; (310)> detén la voracidad de tu mandíbula, prefiere la
piedad a la impiedad, pues cuando un beneficio es vergonzoso, se troca en castigo para
la mayoría de los hombres.
SILENO: (Al Cíclope). Quiero darte un consejo: no le dejes ni un jirón de carne a
éste (señalando a Odiseo), y si le muerdes la lengua, te convertirás, Cíclope, en el más
astuto y charlatán.
CÍCLOPE: La riqueza, hombrecillo, es un dios para los sabios. El resto, rumores y
bellas palabras, lo mando por ahí, a los promontorios marinos que habita mi padre. ¿A
qué vienen esos argumentos que pones por delante? (320)> Extranjero, yo no tiemblo ni
ante el rayo de Zeus, ni sé en qué Zeus es un dios superior a mí. Lo demás no me
interesa, y puesto que me da igual, escucha: cuando la lluvia se precipita desde las
alturas, estoy a cubierto entre estas piedras, y me como un ternero asado o algún animal
salvaje; y una vez bien empapado mi estómago después de haberme bebido una ánfora
de leche, me tumbo boca arriba y hago resonar mi túnica a pedos, con un ruido capaz de
emular los truenos de Zeus. Y cuando el viento tracio del norte trae la nieve, (330)> me
cubro el cuerpo con pieles de animales y enciendo un fuego, importándome poco la
nevada. Y la tierra que, quiera o que no quiera, engendra la hierba a la fuerza, sirve de
engorde a mi ganado. A nadie, tampoco a los dioses, se lo sacrifico yo, sino a mí mismo
o la más grande de las divinidades: este estómago. Comer y beber todos los días es lo
que significa Zeus para los hombres sabios, y no apenarse por nada. A cuantos
instituyeron las leyes, coloreando la vida de los hombres, (340)> los invito a derramar
lágrimas. Yo no dejaré de hacer lo que me conviene, ni de comerte a ti. Y para aparecer
sin tacha, recibirás estos objetos como muestra de mi hospitalidad: fuego y este caldero
de bronce que, al cocer, cubrirá tu carne difícil de digerir. Venga, tirad para dentro para
que, puestos en pie alrededor del altar, me sirváis de espléndido banquete en honor del
dios de mi cueva.
ODISEO: (Dirigiéndose con sus compañeros hacia la cueva). ¡Ay, yo que pude
escapar a los peligros de Troya y del mar, he arribado ahora al corazón cruel e inhóspito
de un hombre impío! (350)> ¡Palas, diosa soberana, hija de Zeus, préstame ahora, sí,
ahora, tu ayuda, pues me enfrento a peligros mayores que los de Ilión, y piso suelo
peligroso! ¡Y tú, Zeus Hospitalario, que habitas las brillantes sedes de las estrellas, mira

27
El Ténaro es un cabo del Peloponeso. Odiseo se refiere a este cabo como sagrado porque en él, como
en casi todos los cabos, había un templo dedicado a Posidón (vid. Pausanias III 25,4). El mismo autor
afirma también que en el cabo Malea había una estatua del dios. En Sunio, además de las minas que
explotaba Atenas, se adoraba a Posidón y Atenea.
28
En la isla de Eubea.
esto: porque de no dirigir hacia aquí tu mirada, no podrás ser reconocido en modo
alguno como Zeus, sino como un dios inane!29

CORO:
Estrofa
¡De tus anchas fauces, Cíclope, abre la boca, porque están listos para ti, cocidos y
asados, y fuera ya del calor de las brasas, los miembros de tus huéspedes, para que los
mastiques y devores, para que desgarres sus carnes (360)> mientras estás tendido
sobre tu espesa piel de cabra!
Efimnio
¡No, a mí no me ofrezcas! ¡Tú solo llena para ti el casco de la nave! ¡Bien lejos de
mí ese hogar! ¡Bien lejos también el impío sacrificio celebrado por el Cíclope del Etna,
que se regocija con la carne de los extranjeros!
Antistrofa
¡Cruel! ¡Infortunado tú que sacrificas a los huéspedes que, (370)> como suplicantes,
llegan al fuego de tu morada, y celebras un banquete desgarrando sus carnes con tus
abominables dientes, para roerlas calientes, recién sacadas de las brasas!30

ODISEO: ¡Zeus! ¿Qué puedo decir después de ver en el interior de esta cueva estas
cosas terribles e increíbles, que se asemejan a una leyenda y no a una obra humana?
CORIFEO: ¿Qué pasa, Odiseo? ¿El Cíclope, el más impío de los seres, ha celebrado
un banquete con tus queridos compañeros?
ODISEO: Con dos de ellos, después de considerar y tantear con sus manos (380)> el
peso de los que tenían la carne más nutrida.
CORIFEO: ¿Cómo, desdichado, ha sido la cosa?
ODISEO: Después que entráramos en este pétreo refugio, lo primero que hizo fue
encender un fuego, amontonando sobre la extensa fogata de su hogar los troncos de una
alta encina, la carga que transportarían tres carros. Luego puso a hervir encima una
caldera de bronce, no sin antes haber extendido un lecho de hojas de pino por el suelo,
junto a la llama del fuego. Llenó hasta el borde una crátera de diez ánforas de
capacidad, tras verter en ella leche blanca, que previamente había ordeñado de las vacas
más jóvenes, (390)> y puso al lado un tazón hecho de madera de hiedra, que parecía
tener tres codos de ancho y cuatro de profundidad, y unos asadores de ramas de
cambrón, cuyas puntas habían sido afiladas al fuego, mientras que otras las había
repasado con una hoz; dispuso también unos vasos del Etna, cincelados a golpe de
hacha. Una vez que el cocinero del Hades, odioso a ojos de los dioses, lo tuvo todo listo,
echó mano de dos de mis hombres; degolló a uno de mis compañeros, y con precisión lo
arrojó a la broncínea cavidad del caldero, mientras al otro, (400)> después de asirlo por
el tobillo, le golpeó contra la aguda prominencia de una roca, desparramándole los
sesos, y puso a asar la carne en el fuego después de haberla trinchado 31 con su fiero
cuchillo, mientras el resto de los miembros los cocía en la caldera. Yo, desdichado de
mí, derramando lágrimas por mis ojos, me encontraba al lado del Cíclope prestándole
servicio. En cuanto a los demás, estaban agazapados, como pájaros, entre las rocas, sin
sangre en su cuerpo. Una vez que sació su hambre con mis compañeros, se reclinó hacia
atrás, (410)> despidiendo de sus fauces un aliento pesado. Entonces se me ocurrió una
idea extraordinaria: llené una copa de vino de Marón, y se la di a beber diciéndole:
29
Estas palabras nos acercan una vez más a la hybris, si bien en mayor medida que con el Cíclope, pues
mientras que éste ponía en duda el poder de Zeus, Odiseo duda aquí de su existencia.
30
Se repite el efimnio.
31
Seguimos la lectura de F.A. Paley (Londres, 1857-1869) διαρταμών.
“Cíclope, hijo del dios del mar, mira qué maravillosa bebida produce Grecia de la viña,
exquisitez de Dioniso”. Lleno de tan vergonzoso alimento, el Cíclope la aceptó y la
apuró de un sorbo, y alzando la mano lo alabó diciendo: “Queridísimo extranjero,
exquisita bebida me das como complemento a un espléndido festín”. (420)> Al darme
entonces cuenta de que se lo tomaba con gusto, le ofrecí otra copa, pensando que el vino
le trastornaría y que no tardaría en pagar su castigo. Y en efecto, mientras se arrancaba a
cantar, yo vertía una copa tras otra calentándole las entrañas con la bebida. Comenzó a
entonar, junto a mis gimientes compañeros de viaje, una ruda canción, y la cueva
resonaba. Yo salí sigilosamente con la intención, si así quieres, de salvarte a ti y a mí
mismo. Decidme entonces si queréis o no queréis huir de este salvaje para ir a vivir a la
mansión de Baco, (430)> con las ninfas Náyades32. Tu padre que está dentro lo aprueba,
pero se encuentra débil, disfrutando de la bebida, y agarrado a las alas de la copa, las
agita cual pájaro en un manojo de muérdago. Pero tú, que eres joven, ponte a salvo
conmigo, y vuelve al lado de tu viejo amigo Dioniso, que en nada se parece al Cíclope.
CORIFEO: ¡Queridísimo amigo, ojalá viéramos el día en el que pudiéramos huir de
la sacrílega cabeza del Cíclope! (Señalando a su falo). ¡Hace mucho que a esta querida
flauta (440)> la tenemos viuda y sin nada que comer!
ODISEO: Escucha ahora el castigo que tengo pensado para castigar a esta fiera
malvada, y hacerte huir de la esclavitud.
CORIFEO: Dime, pues el sonido de la cítara asiática no será más dulce que oír la
muerte del Cíclope.
ODISEO: Quiere ir de fiesta con sus hermanos los Cíclopes, contento como le ha
puesto esta bebida de Baco.
CORIFEO: Ya entiendo. Pretendes sorprenderlo solo entre las encinas, y matarlo o
empujarlo desde las rocas.
ODISEO: Nada de eso. Pretendo actuar con engaño.
CORIFEO: (450)> ¿Pero cómo? Hace tiempo que hemos oído hablar de tu astucia.
ODISEO: Pues alejándolo de esa fiesta; diciéndole que no es necesario ofrecer de
esa bebida a los Cíclopes, sino tenerla él solo para llevar una vida agradable. Y una vez
que, vencido por Baco, se quede dormido, afilaré con mi espada la punta de una de las
ramas de olivo que hay en su morada y la pondré al fuego, y cuando la vea arder, la
sacaré hecha una brasa y la hundiré en el ojo central del Cíclope. (460)> Lo mismo que
un hombre, que para acoplar las maderas en la construcción de los barcos hace girar el
trépano con dos correas, así yo moveré en círculos el tizón en el ojo del Cíclope,
portador de su luz, hasta secarle la pupila.
CORIFEO: ¡Hurra, hurra, qué alegría! ¡Estoy loco de contento por tu plan!
ODISEO: Y después a ti, a mis amigos y al anciano os embarcaré en el cóncavo
casco de mi negra nave, y con los dobles remos os haré salir de esta tierra.
CORIFEO: ¿Y también podré yo, lo mismo que en una libación al dios, (470)>
tocar el tizón que ciega los ojos? Porque quiero participar en esa proeza33.
ODISEO: Es preciso que lo hagas, pues el tizón es grande y hay que sostenerlo.
CORIFEO: Como si tuviera que levantar el peso de cien carros, si con ello
conseguimos destruir el ojo del Cíclope, mala muerte tenga, como una abeja.
ODISEO: ¡Calla ya! Conoces bien la treta. Cuando lo ordene, obedeced al artífice
del plan. Yo no voy a salvarme solo ni abandonar a los amigos que están dentro, (480)>

32
J. Casaubon, De Satyrica Graecorum poesi, París, 1605, lee Danaides en lugar de Náyades. Koechly
(en W. Biehl, Euripides Cyclops, Leipzig, 1983) prefiere leer Ménades.
33
Seguimos la lectura de J. Diggle, “Notes on the Cyclops of Euripides”, Cl.Qu. 65 (1971) πόνου. W.
Biehl, op.cit., prefiere φόνου, crimen.
y eso que podría escapar, pues me encuentro fuera de las profundidades de la cueva. No
es justo abandonar a los amigos con los que llegué aquí, y salvarme yo solo.

CORO
Venga, ¿quién va a ser el primero? ¿Quién se situará en orden de batalla después
del primero para sujetar la empuñadura del tizón y hundirlo entre los párpados del
Cíclope hasta desgarrar su brillante vista?

Un cantor sale del interior.

Silencio, silencio. (Aparece el Cíclope con Odiseo y Sileno). ¡Ahí está, borracho,
entonando (490)> un canto desagradable, desafinando con torpeza y saliendo
renqueante de su pétrea morada! ¡Vamos, eduquemos al ignorante en nuestras danzas!
De una u otra forma, va a quedarse ciego.

PRIMER SEMICORO
Estrofa 1ª
¡Dichoso aquel que lanza gritos de evohé por causa de las amables fuentes de los
racimos, descansando para unirse a los festejos, abrazando a un querido amigo e
(500)> intentando sobre su lecho aferrar la flor de una delicada cortesana, con los
bucles perfumados, y dice: “¿Quién va a abrirme la puerta?!”.

CÍCLOPE
Estrofa 2ª
¡Ay, ay! ¡Estoy saciado de vino, alegre por el alocado banquete, lleno, como una
nave de carga, hasta la cubierta del extremo de mi estómago. La dulce carga 34 me lleva
en primavera a la fiesta con mis hermanos los Cíclopes. (510)> ¡Venga, extranjero,
venga, dame el odre!

SEGUNDO SEMICORO
Estrofa 3ª
Él, hermoso y con una bella mirada en sus ojos, sale de su morada […] ¿Quién
cuida de nosotros? Una antorcha destructora espera tu cuerpo, como una dulce esposa,
dentro de la cueva húmeda por el rocío. No tardarán mucho en hacer compañía a tu
cabeza coronas de múltiples colores.

ODISEO: Escucha, Cíclope; yo soy íntimo de ese Baco (520)> que te ha dado de
beber.
CÍCLOPE: ¿Y ese Baco es considerado un dios?
ODISEO: El mejor para alegrar la vida de los hombres.
CÍCLOPE: Ciertamente, yo lo eructo con placer.
ODISEO: Así es ese dios; no perjudica a ningún mortal.
CÍCLOPE: ¿Cómo puede alegrarse un dios que tiene su casa en un odre?
ODISEO: Donde quiera que esté, allí se encuentra cómodo.
CÍCLOPE: No es menester que los dioses tengan su cuerpo entre pieles.
ODISEO: ¿Y qué si él te da placer? ¿Acaso la piel te resulta odiosa?
CÍCLOPE: Odio el odre, pero amo su bebida.
ODISEO: (530)> Quédate, entonces, aquí; bebe y regocíjate, Cíclope.
CÍCLOPE: ¿No debería ofrecer de esta bebida a mis hermanos?
34
Seguimos la lectura de Fraenkel (Gotinga, 1912) φόρτος.
ODISEO: No; si te la quedas, parecerás más importante.
CÍCLOPE: Pero si le ofrezco a mis amigos, pareceré más generoso.
ODISEO: La fiesta es amiga de los puñetazos y de la riña injuriosa.
CÍCLOPE: Aunque estoy borracho, nadie ha osado ponerme la mano encima.
ODISEO: Querido amigo, cuando se está ebrio es mejor quedarse en casa.
CÍCLOPE: Es un necio quien, después de beber, no ama la fiesta.
ODISEO: Y de sabios quedarse en casa después de emborracharse.
CÍCLOPE: ¿Qué hacemos, Sileno? ¿Te parece bien que me quede?
SILENO: (540)> Me lo parece. ¿Qué necesidad tienes de otros comensales,
Cíclope?
CÍCLOPE: En verdad, este suelo sedoso de hierba en flor…
SILENO: … y además es hermoso beber al calor del sol. Reclínate, y apoya tu
costado sobre la tierra.
CÍCLOPE: Ya está. ¿Pero por qué pones la crátera a mis espaldas?
SILENO: Para que nadie al pasar pueda llevársela.
CÍCLOPE: Lo que tú quieres es beber a hurtadillas. Ponla en medio. Y tú,
extranjero, dime el nombre por el que hay que llamarte.
ODISEO: Nadie35. ¿Cómo vas a agradecerme mis alabanzas?
CÍCLOPE: (550)> Dándome un festín contigo, después de todos tus compañeros.
SILENO: (Mientras bebe). Hermosa distinción le das al extranjero, Cíclope.
CÍCLOPE: ¿Y tú que estás haciendo? ¿Te bebes mi vino a escondidas?
SILENO: No, es él quien me ha besado, porque le he mirado con buenos ojos.
CÍCLOPE: Llorarás si amas al vino y él no te ama a ti.
SILENO: Sí, por Zeus, afirma que se ha enamorado de mi belleza.
CÍCLOPE: Vierte y llena la copa. Limítate a ofrecérmela.
SILENO: ¿Cómo encuentras la mezcla? Déjame que lo compruebe.
CÍCLOPE: Vas a echarlo a perder. Sírvelo así mismo.
SILENO: Sí, por Zeus, pero mientras te veo coger la corona, aún podré probarlo.
CÍCLOPE: (560)>¡Maldito copero!
SILENO: No, por Zeus, di que el vino es dulce. Límpiate antes de ponerte a beber.
CÍCLOPE: (Después de limpiarse) Mira, mi boca y mi barba están limpias.
SILENO: Empina ahora el codo con gracia, y después bébete la copa como me ves a
mí beberla en un abrir y cerrar de ojos. (Se bebe la copa).
CÍCLOPE: ¡Eh, qué haces!
SILENO: Apurarla con placer.
CÍCLOPE: (Quitándole la copa a Sileno y dándosela a Odiseo). Cógela tú,
extranjero, y sé mi copero.
ODISEO: La viña conoce bien mi mano.
CÍCLOPE: Venga, ponte a servir.
ODISEO: Ya te sirvo, pero cállate.
CÍCLOPE: Es difícil callar cuando se ha bebido mucho.
ODISEO: (570)> Aquí está, cógela. Bebe, y no dejes nada. Hay que morir tragando
la bebida.
CÍCLOPE: ¡Ay, ay, qué sabia es la madera de la viña!
ODISEO: Si después de una buena comilona, tragas mucho, empapando tu sediento
estómago, caerás dormido; pero si te dejas algo, Baco te secará36. (Sirve otra copa).

35
Nombre que se da a sí mismo Odiseo, y que esconde un juego de palabras en griego entre ουδείς –
Οδυσσεύς.
36
Es decir, se lo tomará a mal y se enfadará contigo.
CÍCLOPE: ¡Ah, a duras penas pude escapar a nado! ¡Qué placer tan puro! Tengo la
sensación de que el cielo da vueltas mezclado con la tierra, y veo el trono de Zeus
(580)> y la sacrosanta majestad de todos los dioses. (A los Sátiros). No os besaré; las
Gracias me tientan. Este Ganímedes37 es más que suficiente para descansar a placer, por
las Gracias. Disfruto más con los muchachos que con las chicas.
ODISEO: ¿Soy yo, entonces, ese Ganímedes de Zeus, Cíclope?
CÍCLOPE: Sí, por Zeus, al que yo secuestro del Dárdano.
SILENO: Estoy perdido, hijos. Padeceré horribles males.
CÍCLOPE: ¿Censuras y escarneces a tu amante porque ha bebido?
SILENO: ¡Ay de mí! ¡No tardaré en ver cuán amargo es el vino! (Entre con el
Cíclope al interior de la cueva).
ODISEO: (Dirigiéndose a los Sátiros). (590)> Venga, hijos de Dioniso, nobles
vástagos, el hombre está dentro. Abatido por el sueño, no tardará en vomitar la carne por
su despiadada garganta. Dentro de la gruta, el tizón despide humo. A nosotros no nos
resta más que quemar el ojo del Cíclope. (Dirigiéndose al Corifeo). ¡Y tú pórtate como
un hombre!
CORIFEO: Nuestra decisión es como una roca y como el acero. Entra en la casa
antes de que mi padre se encuentre desvalido. Estamos aquí a tu disposición.
ODISEO: ¡Hefesto, señor del Etna, (600)> quema el ojo brillante de tu malvado
vecino y líbrate de él de una vez por todas! ¡Y tú, Sueño 38, discípulo de la negra Noche,
lánzate resuelto sobre esa fiera odiosa a los dioses! Después de las más hermosas
hazañas de Troya, no llevéis a la destrucción al propio Odiseo y a sus marinos a manos
de un hombre que hace caso omiso de los dioses y de los hombres. De lo contrario, será
preciso considerar a la Fortuna como una divinidad, y a la fuerza de los dioses inferior a
la Fortuna.

CORO
La tenaza oprimirá con violencia el cuello (610)> del devorador de huéspedes. El
fuego no tardará en destruir su pupila, portadora de luz. Ya el tizón calcinado acecha
entre las ascuas, inmenso retoño del árbol. ¡Venga, Marón, actúa, haz saltar el párpado
del enloquecido Cíclope, para que le cueste caro el haber bebido. (620)> Yo por mi
parte deseo ver a Bromio, que se complace en llevar el tirso de hiedra, y abandonar la
soledad del Cíclope. ¿Lograré alcanzar este objetivo?

ODISEO: ¡Silencio, por los dioses! ¡Tranquilizaos, fieras! ¡Sellad las articulaciones
de la boca! ¡Ni se os ocurra respirar, ni pestañear, ni escupir! ¡Que no se despierte la
bestia hasta que el ojo del Cíclope sea extirpado por el fuego!
CORIFEO: ¡Callémonos, después de haber tomado aire por las mandíbulas!
ODISEO: (630)> Vamos, entrad, y tomad en vuestras dos manos el tizón, que ya
está bien incandescente.
CORIFEO: ¿No vas a colocar en orden de batalla a aquellos que, los primeros,
deben tomar la estaca encendida para quemar el ojo del Cíclope, de suerte que
participemos de esa hazaña?
PRIMER SEMICORO: Nosotros estamos delante de la puerta, lo suficientemente
lejos como para poder hundir el fuego en el ojo.
SEGUNDO SEMICORO: Y nosotros precisamente acabamos de quedarnos cojos.
37
Príncipe troyano, hijo de Tros y Calíroe (aunque se le conocen otras genealogías), el más bello de los
mortales. Zeus, enamorado del joven, se metamorfoseó en águila y se lo llevó al Olimpo, donde le
encargó el oficio de copero.
38
Hipno, personificación del Sueño, hijo de la Noche y hermano de Tánato, la Muerte.
TERCER SEMICORO: A mí me acaba de pasar lo mismo, pues no sé cómo, nos ha
dado un calambre en los pies.
ODISEO: (640)> ¿Que os ha dado un calambre en los pies?
PRIMER SEMICORO: Y además, no sé cómo los ojos se me han podido llenar de
polvo y de ceniza.
ODISEO: ¡Menudos aliados cobardes son estos de aquí!
CORIFEO: Sentimos compasión por nuestra espalda y espinazo, y no quisiera
escupir los dientes a causa de los golpes. ¿Acaso es eso cobardía? No obstante, conozco
un encanto de Orfeo39 muy eficaz para que el tizón penetre en el cráneo por sí solo y
pueda quemar al hijo de la Tierra, el de un solo ojo.
ODISEO: Hace tiempo que sé que eres así por naturaleza, (650)> pero ahora lo sé
mejor. Me veo obligado a valerme de mis propios amigos. (Dirigiéndose al Corifeo).
Danos, al menos, palabras de aliento para que con tus cantos obtengamos el valor de
nuestros amigos.
CORIFEO: Así lo haré. Nos arriesgaremos sirviéndonos del cario 40. ¡Que el Cíclope
arda en humo al son de nuestros gritos!

CORO
¡Venga, vamos, empujad con valor, daos prisa! ¡Quemad el párpado de la fiera
devoradora de huéspedes! ¡Quemad, abrasad (660)> al pastor del Etna! ¡Tornea, tira!
¡Que no se revuelva contra ti presa del dolor!

Un desgarrador grito llega desde la cueva.

CÍCLOPE: ¡Ay de mí, la luz de mi ojo ha sido carbonizada!


CORIFEO: ¡Hermoso peán41! ¡Cántamelo de nuevo, Cíclope!
CÍCLOPE: ¡Ay, desgraciado de mí, cómo he sido injuriado! ¡Estoy perdido! Pero no
huiréis alegres de esta cueva, villanos. Me situaré a las puertas de la cueva y aplicaré en
ellas mis manos.
CORIFEO: ¿Por qué motivo gritas, Cíclope?
CÍCLOPE: Estoy perdido.
CORIFEO: (670)> ¡Qué horrible aspecto!
CÍCLOPE: Y para colmo también desgraciado.
CORIFEO: ¿La borrachera te ha hecho caer en medio de las ascuas?
CÍCLOPE: Nadie42 me ha destruido.
CORIFEO: Entonces nadie te ha dañado.
CÍCLOPE: Nadie me ha cegado el parpado.
CORIFEO: Entonces no estás ciego.
CÍCLOPE: ¡Ojalá lo estuvieras tú!
CORIFEO: ¿Y cómo nadie podría haberte dejado ciego?
CÍCLOPE: Te está burlando. ¿Dónde está ese Nadie?
CORIFEO: En ningún sitio, Cíclope.

39
Héroe de la expedición de los Argonautas, cuya música amansaba a las fieras y con la que ra capaz de
hacer mover los objetos.
40
Los carios eran un pueblo de Asia Menor, que servían como mercenarios. La frase, además, es
proverbial, y viene a significar que el peligro que se va a correr es mínimo.
41
Canto que se entonaba en honor al dios Apolo y, por extensión, a otros dioses con ocasión,
principalmente, de alguna victoria
42
Nadie es el nombre que previamente le ha dado Odiseo al Cíclope (v. 449).
CÍCLOPE: El extranjero, para que te enteres de una vez por todas, es el que me ha
buscado la ruina, ese maldito, quien al ofrecerme la bebida me hundió en el sueño.
CORIFEO: Terrible es el vino y difícil de vencer.
CÍCLOPE: Por los dioses, ¿han logrado huir o permanecen en el interior de la
cueva?
CORIFEO: (680)> Están de pie, callados, ocultos tras una roca.
CÍCLOPE: ¿A qué mano?
CORIFEO: A tu derecha.
CÍCLOPE: ¿Dónde?
CORIFEO: Hacia aquella roca. ¿Los tienes?
CÍCLOPE: (Se da un golpe contra una roca). ¡Desgracia tras desgracia! Me he dado
un golpe y me he roto la cabeza.
CORIFEO: Se te escapan.
CÍCLOPE: ¿Por dónde? ¿Por dónde has dicho?
CORIFEO: No, por aquí.
CÍCLOPE: ¿Pero por dónde?
CORIFEO: Gírate hacia allí, a tu izquierda.
CÍCLOPE: ¡Ay de mí, soy objeto de burla! Os burláis de mi desgracia.
CORIFEO: Ya no, él está delante de ti.
CÍCLOPE: ¡Maldito! ¿Dónde estás?
ODISEO: Lejos de ti. (690)> Tengo bien protegido el cuerpo de Odiseo.
CÍCLOPE: ¿Cómo has dicho? Has cambiado de nombre y dices otro nuevo.
ODISEO: Odiseo es el nombre que me puso mi padre. Debías pagar un castigo por
tu impío banquete. De nada hubiera servido que incendiara Troya si no te hubiera
castigado por el asesinato de mis compañeros.
CÍCLOPE: ¡Ay, ay! Se ha cumplido un antiguo oráculo que me predijo que me
dejarías ciego a tu regreso de Troya; pero también me profetizó que tú serías castigado
por ello, (700)> sacudido durante mucho tiempo en el mar43.
ODISEO: ¡Llora tu ceguera! Ha sido dicho y hecho. Yo me voy a la costa a lanzar el
casco de mi nave al mar de Sicilia, rumbo a mi patria.
CÍCLOPE: No, pues tras arrancar un trozo de esta roca, la lanzaré para destrozarte
junto con tus compañeros de nave. Voy arriba, hacia lo alto del acantilado, aunque esté
ciego, arrastrando mi pie por esta cueva de doble abertura. (Entra en la cueva).
CORIFEO: Y nosotros seremos compañeros de travesía de este Odiseo y serviremos
en lo sucesivo a Baco.

43
Vid. Odisea IX 507ss.

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