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¿Fue buena idea?

Sin lugar a dudas, es en el mundo de lo fantástico donde todos y cada uno de

nosotros nos vemos a prueba. Es más, el llegar a confiar en nuestros sentidos en este

mundo se vuelve algo riesgoso pero necesario, pues si bien nuestra mente puede

manipular lo que creemos ver con tal de darnos la posibilidad de una explicación racional,

nosotros nos vemos también en la encrucijada de aceptar o no lo sobrenatural, ya que a

fin de cuentas nos encontramos en un lugar exótico, ajeno a nuestra realidad del día a día.

Hecho que de una u otra forma nos abre opciones que antes considerábamos imposibles.

El simple hecho de creer que nuestros sentidos nunca nos jugarán una mala pasada

es sencillamente algo absurdo en este mundo, pues como bien lo expone Italo Calvino en

su escrito Cuentos Fantásticos del XIX, el problema radica en “ […] la realidad de lo que

se ve: caras extraordinarias que tal vez son alucinaciones proyectadas por nuestra mente;

cosas corrientes que tal vez esconden bajo la apariencia más banal una segunda naturaleza

inquietante, misteriosa, terrible, […] cuyos mejores efectos residen en la oscilación de

niveles de realidad inconciliables”.

Irremediablemente, es desde ese momento, en el que nuestros ojos dejan de ser

ese sentido tan confiable y pasan a ser un recurso más de nuestra mente. Estos se adaptan

a las circunstancias y nos muestran únicamente opciones, nada totalmente real o que

podamos comprobar en ese preciso instante. Las imágenes pasan frente a nuestros ojos

durante una fracción de segundo y siendo honestos, ¿quiénes somos nosotros para detener

toda una trama con el fin de averiguar la veracidad o no de los hechos, en ese preciso

momento?
Ahora bien, es a raíz de todo esto que podemos plantear nuestra segunda gran

inquietud: ¿debemos aceptar o no la existencia de lo sobrenatural?, ¿estamos acaso

intuyendo algo de manera errónea? Siendo la mejor respuesta las palabras de Adolfo Bioy

Casares en su publicación titulada Prólogo a la ‘Antología de la literatura fantástica’:

“Aquí lo fantástico está, más que en los hechos, en el razonamiento”. Siendo más que

claro que, al no contar como seres humanos con todas las respuestas a las interrogantes

que solemos plantearnos, o de manera más precisa, a las situaciones que vivimos día a

día, es aquí donde nuestro razonamiento entra en juego o más bien nuestra capacidad de

atar cabos sueltos y reconocer ciertos detalles como puntos claves que revelan poco a

poco la naturaleza de los hechos.

Lo sobrenatural es sin lugar a dudas siempre una opción válida, pero ¿qué sucede

al aceptarla como tal?, ¿al traerla a nuestra dimensión? Probablemente nada, o tal vez a

su vez la mera aceptación de que algo sobrenatural ha pasado y nada más. La vida como

la conocemos no ha cambiado, o al menos de manera irreversible. Seguimos siendo las

mismas personas pero con historias un poco sorprendentes para el común de los mortales.

Finalmente, y con el fin de topar el último aspecto importante dentro de este

mundo increíble, citaremos el trabajo de Carmen V. Vidaurre Arenas – ‘Lo real y lo

fantástico en un cuento de Alfonso Reyes’ - : “Podremos observar que aunque los datos

que el narrador proporciona son históricos, se relatan de manera que se introduce la

fantasía, al no hacer mención de los sujetos responsables de las acciones contadas, […]

y por utilizar un lenguaje metafórico que tiene como consecuencia que las vías y

edificaciones figuren en los enunciados como sujetos actuantes por sí mismos”, palabras

que nos explican claramente cómo todo nuestro panorama se torna fantástico al momento

de verse envuelto en eso ajeno a la realidad; a lo ciertamente exótico, donde la lejanía es


el factor clave y el protagonismo se ve atado a lugares reales pero poco conocidos, donde

una vez más nos vemos en el dilema de dejarnos llevar por el ambiente y creer lo que

vemos o por el contrario, buscar lo lógico en todo aquello.

Como cierre, debemos de una u otra forma llegar a leer la conclusión por parte de

Italo Calvino, en su escrito ya antes mencionado; ya que es aquí donde llegamos una vez

más a la conclusión de que el poder o no confiar en los sentidos es el eje primordial del

mundo fantástico: “Es como si el cuento fantástico, más que cualquier otro género,

estuviera destinado a entrar por los ojos, a concretarse en una sucesión de imágenes, a

confiar su fuerza de comunicación al poder de crear ‘figuras’ ”, ya sean estas reales o lo

opuesto.

Trabajos citados

Arenas, C. V. (20016). Lo real y lo fantástico en un cuento de Alfonso Reyes. Obtenido


de Revista de Filología y Linguística de la Universidad de Costa Rica:
http://web.a.ebscohost.com.ezbiblio.usfq.edu.ec/ehost/detail/detail?vid=4&sid=7
106c0b2-2c2e-4142-8014-
5d7adf67b965%40sessionmgr4010&hid=4209&bdata=Jmxhbmc9ZXMmc2l0Z
T1laG9zdC1saXZl#db=fua&AN=117485694
Calvino, I. (s.f.). Cuentos fantásticos del XIX – Introducción. Obtenido de Ciudad Seva:
http://ciudadseva.com/texto/cuentos-fantasticos-del-xix-introduccion/

Casares, A. B. (s.f.). Prólogo a la 'Antología de la literatura fantástica'. Obtenido de


Ciudad Seva: http://ciudadseva.com/texto/prologo-a-la-antologia-de-la-
literatura-fantastica/

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