Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Bogotá, Colombia
2016
Pluralismo jurídico en la legalización
de barrios de Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de
barrios informales
Director:
Magister en Historia del Urbanismo. José Alfonso Salazar Ferro
Codirector (a):
Doctor en Derecho. Camilo Alberto Borrero García
Resumen
La presente investigación se planteó como objetivo principal, el análisis de la legalización
de barrios en Bogotá desde el pluralismo jurídico, como teoría del Derecho que reconoce
la existencia y validez de órdenes normativos diferentes al estatal. Para esto, se realizó
un recuento histórico de las normas en materia de legalización, el cual permitió identificar
unas etapas claves que fueron contrastadas con el estudio de tres casos (Las Colinas,
Nuevo Chile y santa Cecilia Norte parte Alta). Con lo anterior se pudo concluir que a pesar
de que históricamente la legalización de barrios en Bogotá se ha asumido jurídicamente
de manera centralista, formalista y rígida, el periodo correspondiente a las décadas de los
setenta y ochenta, permitió la interacción del orden normativo estatal con el comunitario,
configurándose como una etapa pluralista, que a su vez, permitió un mejor desarrollo de
la primera etapa de construcción del barrio.
Abstract
The followed research aim as a main objective, analyse the legalization of the slums
(informal neighbourhoods) in Bogota, throughout the legal pluralism, as a law theory that
recognizes the existence and validity and enforceability of many legal orders. In order to
this, it was made an historical account of the legal standards on legalization, which
identified some key periods. Those periods were contrasted with the study of three cases
(Las Colinas, Nuevo Chile and Santa Cecilia Norte parte Alta). In accordance with the
above, it was concluded that even though historically the legalization of slums in Bogotá
has been centralized, formal and rigid, for the period between 70´s and 80´s, it was possible
the interaction of state regulatory order and community order. This can be described as a
pluralistic period that allowed a better development of the first construction phase of the
slums.
Contenido
Pág.
Resumen ............................................................................................................................. IX
Introducción ...................................................................................................................... 17
Lista de Imágenes
Pág.
Imagen 1. Bogotá 1946-1960. Crecimiento consolidado. Fuente: (Jiménez, 2007) ......... 28
Imagen 2. Croquis sobre urbanizaciones clandestinas desde el punto de vista de Bogotá.
Según el estudio del ing. Joaquín Martínez. Fuente: (Mejía Pavony & Cuéllar Sánchez,
2007) ................................................................................................................................... 29
Imagen 3. Perímetro urbano. Plan Piloto para Bogotá (Decreto 185 de 1951). Fuente:
(Mejía Pavony & Cuéllar Sánchez, 2007) .......................................................................... 31
Imagen 4. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por
décadas. 1960-1970. Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of
London 2006. Tomado de: (Villamizar, 2007) .................................................................... 35
Imagen 5. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por
décadas. 1970-1980. Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of
London 2006. Tomado de: (Villamizar, 2007) .................................................................... 36
Imagen 6. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por
décadas. 1980-1990. Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of
London 2006. Tomado de: (Villamizar, 2007) .................................................................... 48
Imagen 7. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por
décadas. 1990-2000. Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of
London 2006. Tomado de: (Villamizar, 2007) .................................................................... 58
Imagen 8. Ubicación barrio Las Colinas. Elaboración personal en Google Maps. ......... 113
Imagen 9. Portada del documento: Plan de Habilitación del Barrio las Colinas. ............ 118
Imagen 10. Antes y después de la habilitación de Las Colinas. (El Tiempo, 1984) ....... 121
Imagen 11. Barrio Las Colinas. Fuente: Google Street View. Octubre de 2015. .......... 124
Imagen 12. Ubicación del barrio Nuevo Chile. Elaboración personal en Google Maps. 129
Imagen 13. Construcción del Barrio. Fuente: (CENAPROV Nuevo Chile, s.f.) ............... 132
Imagen 14. Barrio Nuevo chile. Parque principal y casa cultural. Fuente: Google Street
View. Octubre de 2015. ................................................................................................... 143
Imagen 15. Ubicación del barrio Santa Cecilia Norte Parte Alta. Elaboración personal en
Google Maps. .................................................................................................................... 144
Imagen 16. UPZ San Cristóbal Norte. Barrio Santa Cecilia Norte Parte Alta al costado
izquierdo. Fuente: (Valero, 2015) ..................................................................................... 151
XIV Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales
Lista de tablas
Pág.
Tabla 1. Cuadro de áreas. Fuente: Elaboración propia con base en la Resolución 416 de
1997 y el decreto 2489 de 1980. ...................................................................................... 142
Contenido XV
17
Introducción
Durante la historia colombiana han existido grandes procesos migratorios del campo a la
ciudad, lo cual ha incidido en su crecimiento no planificado. El aumento poblacional
producto de dichos procesos, se encuentra con un modelo económico y político que no es
capaz de responder a la demanda creciente de vivienda, motivo por el cual, se generan
formas de ocupación del espacio y de construcción del territorio propias, marcadas por la
desigualdad y la segregación de grandes masas de población urbana. (Torres, 2001)
La ciudad informal, y sus procesos de planificación de hecho, han sido en ciertos casos
producto del surgimiento de órdenes normativos, o regulaciones internas que surgen en
los diferentes barrios y que determinan la forma y organización física y social. A pesar de
la existencia de diferentes órdenes jurídicos en contextos de informalidad (creación de
normas de regulación por parte de diferentes actores), la relación entre los órdenes
informales y los formales (normatividad y planeación urbana estatal) ha sido
mayoritariamente inexistente o muy débil.
Con esto se ha pasado por alto el hecho de que es positivo para el desarrollo de los barrios,
incluir y articular los acuerdos y pactos colectivos de los pobladores urbanos que surgen
en el momento de la formación de los barrios informales, como órdenes jurídicos existentes
e igualmente válidos que pueden aportar directamente al desarrollo urbano de la ciudad, a
través del cumplimiento de las cesiones y obligaciones, o mediante exigencias concretas
a los urbanizadores. Estos órdenes son la expresión de los pobladores, que pueden y
deben, ser agentes activos en el desarrollo de sus territorios.
19
Para esto se propuso como objetivo general analizar desde la perspectiva del pluralismo
jurídico el procedimiento de legalización de barrios en Bogotá, y como objetivos específicos
se buscó i) Identificar los principales rasgos del proceso de legalización de barrios en
Bogotá a lo largo de la historia de Bogotá, ii) Evidenciar las características
formalistas/centralistas o pluralistas del procedimiento de legalización de barrios en la
ciudad, iii) Analizar la diferencia de la legalización formalista/centralista y la legalización
pluralista a partir de tres casos de estudio y iv) Establecer las ventajas y desventajas de
una legalización pluralista en el desarrollo de los barrios de Bogotá.
El tercer capítulo busca evaluar la capacidad de los acuerdos colectivos como expresión
del pluralismo jurídico en materia urbana, a través de la distinción de dos escenarios, la
legalización formalista y la legalización pluralista. Para esto se recogieron los insumos del
marco teórico, que fueron contrastados con los casos de estudio.
Identificación de
Escogencia de casos
categorías de la
de estudio
legalización
• Para establecer • Para identificación
características de normatividad
comunes o • Para identificación centralista y • Que respondieran a
categorías. de rasgos pluralista. etapas y con fuerte
centralistas o organización
pluralistas comunitaria para
evaluar el pluralismo
Identificación de jurídico
Recuento normativo
etapas
En ese sentido a partir del análisis de fuentes primarias y secundarias, se realizó para cada
una de las etapas o periodos identificados, una breve contextualización de la ciudad,
analizando las principales políticas de intervención y de legalización en barrios de origen
informal y contrastándolas a manera de contexto en el momento histórico de la planeación.
23
Los periodos descritos a continuación, parten de las etapas identificadas por Rodrigo
Cortés en el texto “Del urbanismo a la planeación en Bogotá (1900-1990)”, las cuales son
complementadas con la distinción de momentos hitos en la historia de la legalización de
barrios, muchos de estos extraídos del texto “Síntesis de la problemática de las áreas
desarrolladas informalmente. Producto 4. Alternativas urbanísticas para la mitigación del
problema.” de Sergio Martínez del año 2007, contratado por la Secretaría Distrital de
Planeación, a través del cual se identificaron los principales insumos para evaluar la
relación entre las diferentes normas urbanas, la formación de barrios informales y la
legalización de los mismos, algunos de los cuales serán utilizados para el siguiente
análisis.
Este análisis no contendrá el mismo detalle de las etapas siguientes, es decir que pasará
por alto los temas de contexto de ciudad, pues el objetivo de la presente investigación es
identificar la relación de la legalización de barrios con la planeación contemporánea y los
procesos locales de construcción de los barrios, de manera que no se consideró
innecesario retrotraer más el estudio preliminar. Se realizará únicamente un breve análisis
de norma urbana para poder esclarecer el surgimiento del concepto de legalización de
barrios, y continuar con su estudio en las etapas posteriores.
Uno de los principales insumos que recoge la SDP, para entender el surgimiento del
concepto de ilegalidad de los barrios, es el Decreto 156 de 1932, por el cual se determina
cuáles son los barrios obreros que quedan comprendidos por el Acuerdo 24 de 1932. En
este “el alcalde establece o identifica los barrios obreros sobre los cuales se deben aplicar
las tarifas para la prestación del servicio de energía eléctrica.” Entre estos se encuentran
Santa Inés, Quiroga, La Fragua, Santa Lucia, etc., (Martínez Tocancipá, 2007)
Más allá de la enumeración de aquellos barrios que se beneficiarían con una tarifa
preferencial, lo cierto es que a través de dicho Decreto, el gobierno local reconoce unas
características particulares en estos barrios que los hace de cierta manera merecedores
de un tratamiento diferencial.
En todo caso, vale la pena resaltar el papel que jugaría posteriormente el Acuerdo 48 de
1934 que reglamentaba las urbanizaciones en la ciudad. En este el Concejo de Bogotá
definió que la Secretaría de Obras Públicas Municipales- SOPM otorgaría licencias de
construcción de urbanizaciones, únicamente cuando se hubiesen cumplido una serie de
formalidades.
Durante el año 1936, a la cabeza del presidente Alfonso López, Colombia atravesaba una
serie de cambios institucionales promovidos por las ideas liberales de este presidente. “El
liberalismo planteaba, como respuesta a los desafíos, un programa de Estado
intervencionista, capaz de orientar la vida económica y de colocarse como árbitro en los
conflictos entre las distintas clases sociales.” (Melo González, 1991)
Como parte de esta intervención del Estado, y sobre todo tras “la declaración de la
propiedad como una función social que impone obligaciones", en 1936 el Congreso expidió
la Ley 195 de 1936, que dictaba disposiciones sobre régimen político y municipal. Esta
Ley definía dentro de las facultades de los Concejos Municipales, “Dictar las medidas que
sean conducentes para determinar el perímetro urbano de la ciudad y señalar las
obligaciones, tanto de los propietarios particulares de inmuebles, como de las empresas
urbanizadoras.” (Congreso de la República, 1936)
A partir de este mandato legal, a través del Acuerdo Municipal 15 de 1940, se “crea el
perímetro urbanizable de Bogotá y se dictan otras disposiciones sobre urbanismo”.
Mediante este acuerdo, el Concejo de la ciudad aprobó el perímetro fijado por la Secretaria
de Obras Públicas Municipales, sobre el plano de la ciudad, el cual “permanecería
inmodificable por el término de cinco años.” (Concejo de Bogotá , 1940)
Este Acuerdo definía de manera clara e inequívoca los linderos de la ciudad y dispuso que
“fuera de los límites fijados por este plano, la Secretaría de Obras Públicas Municipales no
permitirá formar urbanizaciones ni abrir calle ni ejecutar obras que puedan dar origen a
nuevos barrios, y se abstendrá de dar licencias para construcciones particulares.”
26 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Con lo anterior el Concejo de Bogotá, como legislador en el nivel local, estableció que sólo
podrían considerarse conforme a la ley, aquellas urbanizaciones o desarrollos barriales por
dentro de los límites del perímetro urbano definido. En contraposición, aquellos barrios que
se construyeran por fuera del mismo no podrían ser “permitidos”, configurándose como
desarrollos por fuera de la legalidad establecida en esta norma.
Dicha legalidad o ilegalidad, era entonces definida en razón de la condición de estar fuera
o dentro del perímetro urbano delimitado. A excepción de dos casos: aquel en que el
perímetro urbano fuera más allá de “las curvas piezométricas de fijadas por la Empresa
de Acueducto”, caso en el que se permitiría el desarrollo de las urbanizaciones siempre
que los interesados corrieran con los gastos de las instalaciones necesarias para el
suministro del agua. Y en segundo lugar, en caso de que existieran urbanizaciones
aprobadas por la SOPM- dentro o fuera del perímetro que no cumplieran “las disposiciones
legales en cuanto a obras de saneamiento y ornato".
En ese sentido la condición de legalidad se definió desde este momento, por la doble
condición de estar dentro del perímetro urbano, y cumplir con las exigencias o
disposiciones en materia de saneamiento, que serían definidas posteriormente de manera
explícita por la Dirección Municipal de Higiene. 1
Posteriormente este perímetro fue modificado por el Acuerdo 57 de 1954, el cual incluyó
algunos de los barrios identificados por el Decreto 156 de 1932 (provisión del servicio de
energía); así como por los Acuerdos 1 de 1961 y 25 de 1975, entre muchos otros.
Para el año 1942 el gobierno nacional expide el Decreto 380 de 1942 “Sobre fomento de
las industrias de edificación y mejoramiento de la vivienda popular”, el cual parte de
reconocer “las condiciones de la vivienda popular en Colombia, las cuales eran por todos
los aspectos deplorables y exigían una labor de transformación mucho más intensa de la
que hasta la fecha se había podido cumplir”. (Martínez Tocancipá, 2007, p. 26)
Este Decreto reglamentó: i) los “Préstamos para la construcción de barrios populares”, ii)
“las Condiciones mínimas que debían reunir los barrios populares modelos, entre las que
1
Así lo indica el artículo 6 del citado Acuerdo Municipal 15 de 1940.
27
se encontraban lugares con fácil accesibilidad, localizados al interior del área urbanizable
y con servicios de alcantarillado, acueducto y energía eléctrica, además de capilla para el
culto católico, escuelas primarias, sala-cuna, centro cultural, plaza de mercado e
inspección de policía”.
Así mismo, indicó iii) la “Administración y adjudicación de las viviendas populares”, y una
serie de iv) “Facilidades para la adquisición de las viviendas y fomento del ahorro popular.”
En ese sentido, se continúa la idea de la necesidad de que los nuevos barrios cumplieran
con las indicaciones ya expuestas. (Presidencia de la República, 1942) Comentado [NPM1]:
Para 1948 y ante la sistemática apropiación ilegal de los ejidos por parte de los notables
de ciudades como Cali, es expedida la Ley 41 de 1948 conocida como la Ley Barberena.
Esta ley establecía que los “terrenos ejidos situados en cualquier municipio del país no
estarían sujetos a la prescripción, por tratarse de bienes municipales de uso público o
común”. En cambio, estos predios podrían “ser destinados por los respectivos Concejos
Municipales, a resolver el problema de la vivienda popular en cada una de las ciudades.”
(Congreso de la república, 1948)
A manera de conclusión vale la pena resaltar el hecho de que durante esta primera etapa
ya era evidente la necesidad apremiante de vivienda, para las poblaciones con escasos
recursos. Muestra de esto fue la Ley 41 de 1948, que establecía los ejidos, como las zonas
prioritarias para desarrollo de vivienda popular.
28 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Así mismo al finalizar esta primera etapa, se identifica cómo la legalización de barrios se
orientó, al establecimiento de un perímetro para la ciudad, así como al cumplimiento de
unas cesiones y condiciones de saneamiento.
En todo caso durante este primer periodo, se da cuenta de cómo las intervenciones sobre
los asentamientos populares, se aproximan desde la identificación de la necesidad de
vivienda y la provisión de servicios públicos básicos para estos sectores. Luego pasa a ser
definida con base en la identificación de límites urbanos y condiciones para ser
identificados como legales. Lo anterior como consecuencia de una primera respuesta ante
el surgimiento de los primeros asentamientos espontáneos en la ciudad.
A pesar del aumento de la migración hacia Bogotá, “el crecimiento físico de la ciudad no
correspondía al crecimiento demográfico, que era mucho más apresurado ya que
aumentaba casi en doble la densidad en la ciudad capital”.
Durante el periodo comprendido entre 1946 y 1960, se configura lo que Jiménez define
como la “explosión de los barrios obreros y el paso a la ciudad tentacular”. Con desarrollos
residenciales en “un cono suroriental de estratos bajos, un cono suroccidental de estratos
medios bajos sobre el eje de la Avenida Ciudad de Quito y Autopista Sur; un cono
occidente, ocupado por estratos medios sobre la Avenida de Las Américas; un cono
noroccidental en donde se ubican estratos medios bajos sobre el eje de la Avenida
Medellín; y un cono nororiental, con estratos altos ente la Autopista Norte y la carretera
central del norte” (Jiménez, 2007)
Imagen 2. Croquis sobre urbanizaciones clandestinas desde el punto de vista de Bogotá. Según el
estudio del ing. Joaquín Martínez. Fuente: (Mejía Pavony & Cuéllar Sánchez, 2007)
Boyacá, San Joaquín, La Florida, La Primavera, La Granja, El Edén, San Rafael, El Edén,
Río Negro al Noroccidente; y Ciudad Jardín y Urbanización el Prado al Norte de la ciudad.
En este contexto y ante la explosión de barrios obreros de la que habla Jiménez, las
intervenciones de la administración municipal sobre los mismos fueron muy pocas.
Mientras que la Planeación de la ciudad se aproximaba a los temas generales de la ciudad,
a la forma de abordar el crecimiento y la expansión urbana, la zonificación y la manera
como debía organizarse Bogotá, el tema de los barrios informales también llamados
clandestinos, fue relegado a la definición de normas urbanas a través de Decretos y
Acuerdos municipales.
Tanto el Plan Piloto como el Plan Regulador, fueron el “inicio de una planeación física de
la ciudad que contempló la totalidad de la estructura urbana y sus problemáticas
territoriales, más allá de la simple resolución de problemas puntuales.” (Cortés, 1995, p.
20).
Teniendo en cuenta que aún no se había hecho la anexión de los municipios cercanos 2,
en la escala metropolitana en tanto articulaba los elementos regionales con los urbanos,
Le Corbusier propuso en el Plan Piloto, definir los límites de las comunas metropolitanas,
a través de acuerdos con los municipios de Suba, Engativá, Fontibón, Usme, Bosa y
Usaquén, limitando el crecimiento urbano y evitando la conurbación. (Manco R., 2010).
2
Con el aumento demográfico de la época, en 1954 con la Ordenanza 7 se declaró la anexión a
Bogotá de los municipios de Fontibón, Bosa, Usme, Suba, Usaquén y Engativá los cuales pasaron
a ser zonas administrativas. Con el desarrollo urbanístico de las áreas de la periferia de estos
municipios, se generó una conurbación entre la ciudad consolidad de Bogotá y los cascos antiguos
de los municipios de Usaquén, Bosa y Engativá. Para lograr una mayor descentralización por medio
del Acuerdo 11 de 1.954 se crearon las Alcaldías Menores para facilitar la administración de Bogotá
y se crearon las juntas administradoras locales, asignándoles algunas de las funciones que tienen
en la actualidad.
31
Imagen 3. Perímetro urbano. Plan Piloto para Bogotá (Decreto 185 de 1951). Fuente: (Mejía Pavony &
Cuéllar Sánchez, 2007)
Si bien el Plan Piloto hace un diagnóstico de los barrios existentes al interior de ese
perímetro urbano para determinar el grado de intervención requerido, no dice nada
respecto a la necesidad de que en dicho proceso de intervención, sean realizados
procesos de habilitación, legalización o adecuación de los barrios.
A diferencia del Plan Piloto, en un segundo momento, el Plan regulador de Wiener y Sert
reconoce la existencia de unos asentamientos espontáneos que crecen constantemente 3
y propone unas soluciones que intenten competir con las abundantes urbanizaciones
piratas. Entre estas se encuentran la ampliación del perímetro urbano definido por el Plan
Piloto en la Avenida Cundinamarca o Carrera 30, a 800 m. aunque al final se extiende 500
m. hacia el occidente con unidades residenciales para contener el crecimiento hacia ese
lado. (Hernández, 2004)
Lo cierto es que tanto el Plan Piloto como el Plan Regulador no tuvieron incidencia en la
época de la dictadura ni tampoco con el restablecimiento de la Democracia, periodo en el
que si bien Gaitán Cortés pudo tener cierta continuidad y “retomó la práctica planificadora”,
no se hizo nada por actualizar estos dos Planes a las nuevas condiciones de la ciudad.
Aunque vale la pena aclara que en este periodo “se pudo formular un plan completo para
la ciudad y de allí derivar los mecanismos para su puesta en marcha”. (Cortés, 1995, p.
30)
A pesar de este periodo del planeamiento urbano y de lo físico como primordial, empezaron
a consolidarse y a aumentar el número de asentamientos de origen informal. Fueron muy
pocas las referencias que se hicieron sobre los mismos, orientadas principalmente a la
definición o ampliación de los límites de la ciudad en donde fueron mayoritariamente
dejados por fuera del perímetro urbano.
Paralelamente a los avances en materia de planeación física, fue Currie a través del Plan
para Bogotá de 1953, quien en compañía de Peñalosa y como parte de las labores
3
Mediante carta dirigida por Wiener y Sert a Le Corbusier el 17 de noviembre de 1950, le indican
que para 1950 ascienden a más de 40 los asentamientos por fuera del perímetro urbano, con un
área de aproximadamente 1950 ha. equivalente aproximadamente a la mitad del tamaño de la
ciudad del momento, y cuya detención sólo se veía posible mediante decreto presidencial.
(Martínez Tocancipá, 2007)
33
Entre los elementos que este Plan definió para la ciudad, se identifica el hecho de que era
necesario que los servicios públicos fueran provistos para un área mayor que la
urbanizable, “para dar margen al factor de crecimiento”.
Aunque el tema de los barrios fuera del perímetro urbano fue retomado por Currie, ninguno
de los tres Planes mencionados hacía alusión al tema de la legalización como tal, de forma
que la Planeación de la ciudad y la normatividad urbana iban por caminos separados,
pues es sólo con el Decreto 414 de 1951, que se aborda el tema de los barrios existentes
que fueron dejados por fuera del perímetro establecido en el Plan Piloto.
Este parte de la afirmación de que “era necesario fijar un límite de desarrollo dentro del
cual pudieran permitirse las edificaciones y suministrar los servicios públicos.” Dentro de
los barrios que reconoce se encuentran Las Ferias, San Fernando, Rionegro, La
Perseverancia, El Guavio, Egipto y Girardot. (Martínez Tocancipá, 2007, p. 42)
Así mismo indicaba que “las urbanizaciones en desarrollo que se hallen ubicadas dentro
de los límites que tenía el Municipio de Bogotá el 31 de Diciembre de 1954, pero fuera del
perímetro urbano señalado” por los Decretos 186 y 414 de 1951, debían empezar el trámite
correspondiente.
Así mismo, el Decreto 292 de 1955, confirma la existencia de barrios dejados por fuera del
perímetro urbano establecido en el Plan Piloto, que habían sido incorporados en Decretos
o Acuerdos anteriores, y que deberían empezar con los procedimientos establecidos,
previo a su incorporación como barrios legales.
Para Jiménez en este periodo hay una superposición de las formas de conos y anillos.
Desde la primera perspectiva se evidencia la conformación de los conos que parten del
centro tradicional y presentan una cierta homogeneidad en términos de densidad y
estratos. (Jiménez, 2007)
“El primero, un cono suroriental de estratos bajos, con una media densidad
sobre el eje de la Avenida Caracas. Un cono suroccidental, de estratos
medios bajos con una alta densidad sobre el eje de la Avenida Ciudad de
Quito y Autopista sur. Un cono occidente, ocupado por estratos medios con
una media densidad en forma discontinua, aquí los barrios se anexaban
sobre el eje de la Avenida de Las Américas, rematando con alta densidad
en el satélite de Ciudad Kennedy. Un cono noroccidental en donde se
ubican estratos medios bajos con media densidad, intercalado con barrios
obreros y urbanizaciones estatales los cuales, con una densidad alta, se
congregaban sobre el eje de la Avenida a Medellín. Un cono norte ocupado
por estratos medios altos con baja densidad, los cuales se aglomeraban en
forma discontinua sobre la Avenida a Suba. Finalmente, un cono
35
Así mismo, desde 1960 hasta 1980 se consolida la ciudad anillar con la construcción de
los anillos de la ciudad y es incorporada la mayor cantidad de suelo urbano. En este periodo
se identifica la existencia de una urbanización residencial del 67.76%; mientras que la
construcción de barrios obreros sólo corresponde al 18.3% de los desarrollos clandestinos,
con un “ligero incremento en la Urbanización Estatal que llega al 14%”.
Durante este periodo “los desarrollos informales eran minoritarios”. Entre 1960 y 1970, los
asentamientos informales crecieron 1.510 ha. que aunque aumentaron en comparación
con las 960 ha. del periodo 1950-1960, eran una mínima parte del crecimiento total de la
ciudad correspondiente a 6.492 ha. (Villamizar, 2007)
Imagen 4. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por décadas. 1960-1970.
Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of London 2006. Tomado de: (Villamizar,
2007)
Las zonas que más se desarrollaron, tanto formal como informalmente, durante este
periodo fueron las occidentales en lo que hoy se conoce como las localidades de Engativá
36 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Por su lado, el periodo de 1970 a 1980, tuvo un crecimiento formal de 2.455 ha., y un
crecimiento informal de 1.564 ha. para un crecimiento total de 4.019 ha. Es decir, que
durante esta década las hectáreas incorporadas a través de asentamientos informales a
la ciudad, correspondían al 38%. (Villamizar, 2007)
Imagen 5. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por décadas. 1970-1980.
Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of London 2006. Tomado de: (Villamizar,
2007)
Durante el periodo de 1970 a 1980, los desarrollos informales se dieron en las zonas de
San Cristóbal, Usme y Bosa, y en menor medida en Engativá, Suba y Chapinero.
Lo cierto es que durante este periodo “se expidieron normas de orden distrital para permitir
la legalización, a través de figuras como incorporación o habilitación de predios y
asentamientos con carencias de norma, titularidad y elaboración de planos”. (Torres Tovar,
et al., 2014, p. 122)
Por ejemplo, el Acuerdo 30 de 1961 se refería de manera expresa a la forma como los
barrios debían acogerse a unos lineamientos para poder ser habilitados. Concretamente
establecía el procedimiento para la aprobación de los planos relacionados con las
lotificaciones en el área del Distrito y reglamentaba la “habilidad” de las mismas. Este
acuerdo indicaba las normas que debían seguirse para urbanizar o parcelar terrenos en el
área del Distrito Especial. (Concejo de Bogotá D.E, 1961)
En esta medida, para los programas de lotificación debía cumplirse con “las
especificaciones urbanísticas que en desarrollo de dichas disposiciones determinara el
Departamento Administrativo de Planificación; las especificaciones de construcción que
para cada caso fije la Secretaría de Obras Públicas en cuanto a vías públicas; y las
38 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Así mismo, el urbanizador debía tener en cuenta una serie de requisitos, entre los que se
encontraba la presentación al DAPD de los planos detallados para la ejecución de las obras
y el reglamento interno de la lotificación, la provisión de los servicios públicos de
alcantarillado, acueducto, teléfonos, energía eléctrica y alumbrado y tener acceso
inmediato desde una vía pública, entre otras cosas.
Para 1963 el Concejo de Bogotá vuelve a referirse sobre esta materia, y expide el Acuerdo
22 de 1963, en el que reconoce la existencia de barrios que no cumplen con los requisitos
del Acuerdo 30 de 1961. En este, se establece el procedimiento para realizar programas
4
Los barrios incorporados fueron: Rincón Santo, Puerta de Teja, Las Flores y Palestina, de la Zona
de Fontibón; Granjas de San Pablo, Resurrección, Francisco José de Caldas y Marco Fidel Suárez,
del sector B-5; El Dorado, del sector C-2; El Paraíso, del sector H-1; Pio XII del sector L-3; La
Cabaña, El Real, La Reliquia, y San Ignacio, del sector E-6; Pedregal, del sector H-3; Los Alpes,
del sector T-2: Meissen y Perdomo, del T-4 La Estación y las Palmas del T-5; París Gaitán,
Primavera y San Rafael, del T-6; Namur, Caserio Grande, Spring, Prado Veraniego y Ciudad Jardín
del Norte, del T-7; Barrancas, La Uribe, Los Angeles y San Antonio, del T-8.
39
Los barrios que harían parte de dicha habilitación, son todos aquellos existentes con
anterioridad a la expedición del Acuerdo número 30 de 1961, que se encontraban
edificados en parte y en los cuales se presentaban una o varias de las siguientes
situaciones:
Es así como las medidas tendientes a solucionar dichas situaciones, eran aquellas
definidas como “habilitación”. Para el caso de la inexistencia de plano de lotificación, “los
vecinos propietarios de solares, por intermedio la respectiva Junta de Acción Comunal”,
podrían “solicitar a la Subsección de Planos de Barrios de la Sección de Cartografía del
Departamento Administrativo de Planificación, la elaboración y rectificación del plano
definitivo.”
Ante esta solicitud la Subsección Planos de Barrios revisaría o elaboraría dicho plano,
aplicando las normas sobre vías, manzanas y lotes, y en caso de que estas vías no
correspondieran a los mínimos ordenados, el plano definitivo contemplaría la ampliación
de las vías.
40 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
De manera particular hay que resaltar el hecho de que este Acuerdo incorpora una especie
de sanción urbanística para aquellas urbanizaciones y parcelaciones que se iniciaran con
posterioridad al 7 de febrero de 1963 5, en condiciones anormales y que no cumplieran con
las disposiciones establecidas. De esta forma, a los terrenos “cuyas construcciones se
hayan efectuado contraviniendo disposiciones municipales”, se les causaría un gravamen
de hasta el 2% anual sobre el avalúo catastral, al ser terrenos que el municipio declaraba
de acción urbana. (Congreso de la República, 1960)
Como dice Martínez, con base en este programa de habilitación fueron legalizados más de
110 desarrollos, de los cuales 7 culminaron satisfactoriamente y 74 culminaron sólo con
la aprobación del plano de loteo.
Esta Planeación se evidencia más claramente desde el año 1964 con el documento “La
planificación en Bogotá” en donde se da cuenta de la necesidad de la flexibilidad del Plan
5
Fecha en la que entró en vigencia el Acuerdo.
41
Las normas urbanas, como aquellos instrumentos que permitían orientar “la forma urbana”
y el “perfil urbano” previo al momento de la construcción, avanzaron mucho más allá de la
mera incorporación de barrios informales al perímetro de la ciudad. Muestra de esto es que
a través de las normas se otorgaban obligaciones expresas a las diferentes entidades
para la gestión e intervención de los mismos.
Bajo este paradigma, se retoma el tema de los requisitos y procedimientos para urbanizar
terrenos a través del Acuerdo 65 de 1967, el cual definió nuevas y distintas obligaciones
en materia de saneamiento y servicios públicos, cálculo de cesiones, ancho de lotes, obras
de zonas verdes para las urbanizaciones, e incorporación del concepto de agrupaciones
de vivienda. (Concejo de Bogotá D.E, 1967)
Así mismo, continuó con la incorporación de sanciones, indicando que el urbanizador que
no cumpliera con los requisitos legales, pagaría una multa de “cien a diez mil pesos
convertibles en arresto y en la suspensión de la obra hasta cuando se conceda la licencia
respectiva”; y en caso de que “lo construido sin permiso no pudiere ser autorizado conforme
a los reglamentos distritales vigentes,” se ordenaría su demolición y las contravenciones
serían tratadas bajo el Código de Policía.
los barrios de desarrollo incompleto de las áreas urbanas de los municipios anexados
definidos según las condiciones estipuladas por el Acuerdo número 22 de 1963.
Establece también que “las áreas residenciales periféricas y sin desarrollar, localizadas
fuera del perímetro urbano” serían consideradas de manera provisional como zonas rurales
“hasta que tengan, posibilidades inmediatas de servicios públicos de acueducto y
alcantarillado conectados a las redes distritales.”
Para esto, el urbanizador debía garantizar vías necesarias para tránsito automotor, agua
potable permanente “suministrada por medio de pilas de uso comunitario por la Empresa
de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, o en su defecto, por el urbanizador”, y alumbrado
público en postes, entre otras cosas. Con obligaciones expresas para el urbanizador y
potestades de seguimiento y participación para la comunidad, el proceso fue muy positivo.
Además de esto, los procesos de mejoramiento progresivo podrían ser adelantados por la
administración distrital a solicitud de las Juntas de Acción Comunal, por medio de los
Fondos Rotatorios. Por su lado, el DAPD “con la colaboración de la comunidad establecería
43
A finales de los sesenta las normas que definían requisitos en materia de servicios
comunales, licencias de urbanismo provisionales, incorporaciones al plano topográfico,
entre otros, fueron complementadas con la creación de vivienda popular, para “enfrentar la
proliferación de invasiones y asentamientos ilegales”. A pesar de que el objetivo era
“sustituir tugurios” a través de la acción de la Caja de Vivienda Popular y el Instituto de
Crédito Territorial, lo cierto es que no se logró llegar a la población de más bajos ingresos.
(Mantilla, citado por (Martínez Tocancipá, 2007)
Por esta razón, a principios de los setenta se requería de una normatividad que lograra
regular la proliferación de estos asentamientos. A través del Acuerdo 21 de 1972 se adoptó
un Plan de Mejoramiento de Áreas urbanas de Desarrollo Incompleto, mediante la
habilitación entendida como la dotación de servicios públicos mínimos, provisionales y
colectivos, como el acueducto y el alumbrado público, y de acceso vehicular. (Concejo de
Bogotá D.E, 1972)
Posteriormente son formulados nuevos Acuerdos para responder a los lineamientos del
Estudio de Normas Mínimas incorporando una disminución en los requisitos para que las
urbanizaciones fueran construidas y legalizadas.
Como desarrollo del estudio de “Normas mínimas”, son retomados posteriormente a través
de los Decretos 1259 y 1260 de 1973 los principios básicos del modelo allí propuesto, entre
los que se encuentran: aspectos de diseño urbano, y aspectos técnicos relacionados con
los servicios públicos de acueducto, alcantarillado, alumbrado público y servicio
telefónico. (Ceballos Ramos, 2005).
El plan incluyó una serie de obras, distribuidas en 9 subprogramas concebidos a partir “de
un monto específico de recursos y no relacionados directamente con un plan urbano
general; es decir, se creó un programa de acción atado a un préstamo internacional y no
sujeto a un plan específico, y para cuya ejecución se estableció una “unidad coordinadora”,
que coordinó por fuera del esquema institucional vigente las obras que la ciudad planeó y
ejecutó con estos dineros.” (Salazar, 2010)
El PIDUZOB I fue puesto en marcha en las zonas de Ciudad Bolívar, Rafael Uribe y Usme.
Posteriormente y gracias al DAPD fue cambiado, pues se consideró que teniendo en
46 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
cuenta el acuerdo 7 de 1979 se requería una intervención en las áreas más pobres de la
ciudad.
A manera de conclusión hay que decir que frente al incremento de barrios informales la
administración distrital planteó varias estrategias, entre estas, el establecimiento de
sanciones que contemplaba hasta penas privativas de la libertad, el reconocimiento de
desarrollos informales, el establecimiento de normas mínimas de urbanismo y la oferta de
unidades a bajo costo o los lotes con servicios.
Teniendo en cuenta que primero los pobladores solucionaban la necesidad del acceso a
la vivienda “con algunas infracciones a la norma”, “posteriormente la administración
Municipal o Distrital asumió los controles y las acciones de reglamentación”, incluyendo la
legalización. (Martínez Tocancipá, 2007)
En todo caso frente a la legalización de barrios, “las legislaciones emitidas en los años 60
se acercaran poco a poco a un manejo acorde a la realidad”, hasta consolidarse en 1972,
al introducir “a los desarrollos de origen clandestino dentro de un proceso de mejoramiento
progresivo.” En esta etapa la legalización de los barrios empezó a convertirse en un punto
relevante en materia de intervención sobre los asentamientos informales, en tanto
“conlleva la participación de las tres partes: la Comunidad, el Urbanizador y el Estado,
porque a partir de ella, se orienta el proceso de mejoramiento progresivo.” (Jiménez, 2015) Comentado [NPM4]:
De 1985 a 1993, la tasa de crecimiento alcanzó el 29,28 por mil habitantes, mientras que
en Cundinamarca fue del 13,9 por mil, es decir, que Bogotá duplicó la tasa de
Cundinamarca y que el diferencial de crecimiento se elevó a 15,72. (Molina, et al., 2003)
son de origen informal mientras que 2.514 son de origen formal, es decir, que casi el 35%
de la ciudad fue construida durante esta época, a través de asentamientos informales.
Imagen 6. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por décadas. 1980-1990.
Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of London 2006. Tomado de: (Villamizar,
2007)
Las áreas con mayores desarrollos informales durante esta época, se encuentran en la
zona sur occidental de la ciudad, en lo que corresponde a Bosa y Kennedy, y en menor
medida en Suba y Usme.
En primer lugar, tal y como el nombre que se ha utilizado para esta etapa lo indica, se hace
evidente la relación entre la planeación y el mercado inmobiliario en los términos de
Rodrigo Cortés. No sólo en relación con el mercado inmobiliario formal, sino también con
el informal, pues el Distrito toma diferentes medidas en materia de regulación jurídica para
la auto construcción, con el objetivo de regular la construcción informal de la ciudad.
(Cortés, 1995)
49
Como parte del crecimiento, forma y estructura física interna, el Plan estableció que “El
crecimiento físico de la ciudad, se orientaría hacia el Sur y Occidente, la configuración
semicircular como política de forma urbana. La orientación del semi- círculo será hacia el
Occidente, y su eje estará ubicado sobre los Cerros Orientales”. Para esto estableció
además el perímetro urbano de la ciudad. (Concejo de Bogotá D.E, 1979)
Además de esto definió que aquellos asentamientos de vivienda popular, que hubiesen
quedado por fuera del perímetro urbano, serían considerados “como parte integrante del
área comprendida dentro de este perímetro y estarían incorporados al Plano de
Zonificación”. Dentro de estos asentamientos se encontraban Juan rey en San Cristóbal,
el Porvenir en Usme, Juan XXIII en Chapinero, y el Codito en Usaquén, entre otros. 6
Por su lado, los sectores de desarrollo incompleto, son identificados como el “proceso
mediante el cual las áreas o asentamientos deben ser sometidos al proceso de
6
Otros asentamientos que no fueron enlistados por el Acuerdo, situados por fuera del perímetro de
servicios, serían incorporados dentro del perímetro, sólo “previo estudio y delimitación de los
mismos por el Departamento Administrativo de Planeación Distrital y aprobación de la Junta de
Planeación.”
50 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
En este sentido, el Decreto 2489 de 1980 muy en la línea del Acuerdo 21 de 1972 y
reconociendo la proliferación de estos asentamientos, define el proceso de Mejoramiento
por habilitación, legalización y regularización.8 Respecto al proceso de Mejoramiento por
legalización, el Decreto indica que este “consiste en la acción coordinada entre a
urbanizador responsable del Desarrollo y la Administración”. A través de este proceso y
previo al “cumplimiento de las obligaciones administrativas, urbanísticas y de saneamiento
7
(Concejo de Bogotá D.E, 1979) Artículo 118.
8 “El proceso de Mejoramiento por habilitación consiste en la acción coordinada entre la
Administración y la Comunidad, tendiente a dotar al Desarrollo de servicios públicos mínimos,
provisionales y colectivos y de acceso vehicular, elementos considerados indispensables para una
subsistencia digna. (…) Es una medida a ser aplicada únicamente para ayudar a las comunidades
que se encuentran en situación de emergencia. En ningún caso exonera al urbanizador responsable
de adelantar el proceso de Mejoramiento por legalización.
El proceso de Mejoramiento por regularización consiste en la acción coordinada entre la Comunidad
y la Administración, previa legalización del Desarrollo tendiente a la complementación de los
servicios públicos y del equipamiento comunitario, mediante programas que deberán contemplar
las condiciones particulares de cada asentamiento en lo físico, económico y social.”
51
En el caso de los sectores sin desarrollar, indicaba el Decreto, que la legalización del
desarrollo consistiría “en la aprobación del plano definitivo presentado por el urbanizador,
una vez ejecutada las obras de urbanismo y saneamiento a que fue autorizado por la
Resolución respectiva.”
En ese sentido, el proceso de legalización requería de un paso previo a través del proceso
de habilitación, mediante el cual había una coordinación entre la Administración Pública y
las comunidades para la dotación de los servicios públicos básicos. En caso de que no
existiera un urbanizador como tal, se haría un “estudio sobre las características físicas y
socio-económicas que acompañaron la iniciación y consolidación del Asentamiento” y con
el consenso de la Comunidad, sería presentado a consideración de la Comisión de
Mejoramiento Urbano, con el fin de que ésta recomendara las acciones y exigencias
necesarias para la legalización del Desarrollo.
Así mismo el Decreto 2489 de 1980, identificó las áreas con fecha posterior al Acuerdo 7,
que podrían ser legalizadas previo concepto favorable de la Comisión de Mejoramiento
Urbano y autorización de la Junta de Planeación, y cuáles no podrían ser sometidas al
proceso de mejoramiento por legalización bajo ninguna circunstancia.
Así mismo se identificaba la posibilidad de tener en cuenta tanto los recursos de inversión
de la Administración, como los de las Comunidades a la hora de la intervención en estos
asentamientos informales. Algunas instituciones, como la División de Desarrollo
Progresivo en Sectores de Desarrollo Incompleto, asistirían a los “los habitantes de los
barrios y a las Juntas Comunales para la solución de diversos problemas relacionados con
el proceso de mejoramiento por habilitación, legalización y regularización.”
La idea principal del programa, en concordancia con las políticas establecidas por el Banco
Interamericano de Desarrollo, era intervenir los déficits de vivienda, infraestructura física,
salud, educación, bienestar social y servicios públicas, en tres zonas; de manera que fuera
53
posible “mejorar la calidad de vida y crear condiciones físicas y sociales para un desarrollo
económico creciente y a largo plazo”.
Dice Martínez que “Esta norma refleja el esfuerzo de la administración distrital en dirigir los
esfuerzos de inversión en la zona de Ciudad Bolívar, como consecuencia de la cantidad
54 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Para 1985 es expedido el Decreto 1191 a través del cual se busca la coordinación del
Proyecto de Desarrollo Integral de Asentamientos Urbanos. Este Plan buscaba “Promover
en el Distrito Especial de Bogotá la realización de conjunto de acciones integradas para el
mejoramiento de las condiciones de vida en algunos asentamientos populares” y
“promover la institucionalización de mecanismos legales adecuados para reajustar la
gestión administrativa distrital”, entre otros. (Alcaldía de Bogotá, 1985)
El proyecto que sería llevado a cabo en ciertos sectores en las Alcaldías menores de Suba,
Santa Fe y Ciudad Bolívar. Incluía tres programas: uno de Obras integradas, con la
producción de infraestructura física y la provisión de servicios básicos. Otro de Acciones
“semilla, con inversiones en entrenamiento y financiación de microempresas.”
De la misma forma como el PIDUZOB ciudad Bolívar, el Acuerdo 1 de 1986 planteó una
legalización masiva ampliándose a los desarrollos urbanos existentes localizados dentro
y fuera del perímetro de servicios, a la vez que definía lineamientos para el control y la
sanción de la construcción de estos asentamientos en materia de derecho policivo.
Con base en el Decreto 3133 de 1968 que reforma la organización administrativa del
distrito especial, es expedido dicho Acuerdo. A través de este, se ordena “la legalización e
incorporación a los planes y programas oficiales y al Registro Catastral de la ciudad, de los
desarrollos urbanos existentes localizados dentro y fuera del perímetro de servicios”,
existentes para febrero de 1986. (Concejo de Bogotá, 1986)
De aquí en adelante empiezan a expedirse una multiplicidad de normas cuyo objetivo era
acelerar los procesos de legalización de zonas informales de la ciudad, “bajo la lógica de
una dinámica política de apadrinamiento por parte de miembros del Concejo de la ciudad,
que a pesar de impulsar procesos de control y sanción sobre los urbanizadores piratas,
55
estimularon los procesos de ocupación informal bajo la promesa de una pronta legalización
de los territorios ocupados por vía de acuerdos del mismo concejo.” (Torres Tovar, et al.,
2014, p. 128)
Para Martínez este Acuerdo es paradójico, en tanto “en una primera instancia ordena la
legalización de desarrollos clandestinos en áreas dentro y fuera del perímetro de servicios
y posteriormente manifiesta la idea de fortalecer los planes de Vivienda a través de la CVP
y los controles y las sanciones a quienes permitan o ejerzan la actividad de urbanizar sin
los debidos permisos y con el cumplimiento de las normas.” (Martínez Tocancipá, 2007)
56 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Según este autor, lo anterior se veía evidenciado en lo que decía Torres Carrillo, pues “La
legalización se convirtió en una tarea prioritaria para los habitantes, porque con ella podían
conseguir legalmente los servicios de acueducto y alcantarillado”.
El Plan recaía sobre las zonas marginales que requerían “de la acción directa de origen
gubernamental para procurar el ordenamiento del desarrollo urbano al oriente del Río
Bogotá.” La idea del Decreto era con base en la división de las zonas administrativas del
Distrito Especial de Bogotá, generar unos Planes Zonales de Desarrollo supeditados al
Plan General de Desarrollo, los Planes Sectoriales y a los Programas de Desarrollo
Integrado.
Según Martínez esta es la primera propuesta estatal y aproximación para abordar los
bordes de la ciudad, “concretamente el Borde Occidental, donde se localizaban más del
50% de las áreas desarrolladas informalmente”. (Martínez Tocancipá, 2007)
Lo que principalmente se pretendía era que sólo las Asociaciones, Fundaciones, Fondos
de Empleados, Juntas de Acción comunal y Sindicatos, constituidos a través de una
persona jurídica, podrían solicitar el permiso para desarrollar un programa de vivienda por
autoconstrucción. En ese sentido, se avanza en la regulación para el trámite y la expedición
de permisos para el desarrollo de planes o programas de vivienda por el sistema de
autoconstrucción.
En todo caso como se vio en el recuento realizado, son muchas las normas que se expiden
durante este periodo. La planeación de la ciudad queda supeditada a las mismas, de
manera que se vuelve más rígido dicho proceso, dificultándose el amoldamiento y la
respuesta a las condiciones cambiantes de la ciudad.
Para este periodo el área total de urbanizaciones informales asciende a las 3.982,37 ha.
en las que habita una población aproximada de 1´592.948 habitantes, con una densidad
promedio de 400 habitantes por ha. (Martínez Tocancipá, 2007)
Imagen 7. Bogotá, Soacha y Mosquera: crecimiento urbano formal e informal por décadas. 1990-2000.
Fuente Development Planning Unit- DPU. University College of London 2006. Tomado de: (Villamizar,
2007)
Con base en los anteriores datos se evidencia cómo los asentamientos informales
crecieron casi dos veces, en comparación con los asentamientos formales, principalmente
en la zona sur de la ciudad en lo que corresponde a Usme y Ciudad Bolívar, y en menor
medida en Kennedy y Suba.
Durante este periodo casi el 60% de las áreas incorporadas a la ciudad fueron construidas
a través de la producción informal de la ciudad en las periferias de Bogotá. A pesar de lo
anterior, y a sabiendas de las condiciones deficitarias de hábitat y acceso a servicios
públicas en estas zonas, la respuesta desde la Administración distrital se encaminó, en
59
En este contexto la Ley 9 de 1989 es expedida para abordar las problemáticas en materia
de rentas de valorización, carencia de vivienda adecuada para los sectores populares,
acceso a la propiedad del suelo y con la idea de lograr una “acción más decisiva y efectiva
del Estado en el proceso de urbanización”, según las palabras del presidente Barco.
(Galvis Gaitán, 2007) en (Arbouin-Gómez, 2012)
Para Del Castillo y Salazar, la Ley 9 de 1989 buscaba hacer frente al decaimiento de las
oficinas de planeación que venía desde la época anterior a causa de la normativización de
la planeación de las ciudades. Con el establecimiento del Plan de Desarrollo Municipal, se
“empalman algunas ideas municipalistas y de instrumentos de gestión del suelo”,
mezclándose la planeación integral, con la planeación física o urbanística. (Del Castillo &
Salazar Ferro, 2001, p. 137)
Dicen estos autores respecto a la integración deseada, que no se logró una estructura
coherente, pues dichos instrumentos no se relacionaban con el Plan de Desarrollo,
quedándose “sin piso técnico, lo que impidió su aplicación a pesar de los intentos de
algunos municipios”.
de la habitación de personas” era suficiente para ser titular de este derecho. (Congreso de
la República, 1989)
Así mismo definió una serie de lineamientos específicos para la Vivienda de Interés Social
que podrían ser considerados para los asentamientos informales, y en especial, en
aquellos casos en los que no hubiera claridad sobre la propiedad del suelo. Redujo a 5
años el tiempo necesario para la prescripción adquisitiva extraordinaria, es decir, cuando
a través de un proceso judicial se busca adquirirlo, probando tanto la posesión de un
predio, como el ejercicio de “actos de señor y dueño” sobre el mismo.
Si bien la Ley 9 de 1989 tenía como objetivo fomentar nuevamente la planeación y las
oficinas encargadas en esta materia, lo cierto es que en el caso bogotano, esta Ley se
tradujo en la consolidación del Acuerdo 6 de 1990, que enfatizó en la Planeación desde la
perspectiva normativa, creando un código con una multiplicidad de lineamientos que
debían ser desarrollados como parte de dicho proceso de planificación, y fomentando la
necesidad de reglamentar diferentes materias a través de Decretos particulares.
Sin duda alguna, se termina de imponer la idea que venía desde la década anterior, de
reemplazar el planeamiento y el Plan, por el “Código de Urbanismo”, en los términos que
refieren (Del Castillo & Salazar Ferro, 2001).
Este Acuerdo tenía un capítulo entero de Reglamentaciones Urbanísticas, que incluía los
diferentes Actos Administrativos en la cabeza del Ejecutivo y las empresas
descentralizadas como las de Servicios Públicos, así como los Instrumentos de control a
través de un sistema de sanciones urbanísticas, apoyado en el Derecho Policivo.
Según Cortés, el Acuerdo 6 de 1990 adopta “dos grandes paquetes de instrumentos que
definen las reglas del juego para el planeamiento físico de la ciudad: Los niveles de
zonificación y los tratamientos diferenciados en generales y especiales.” Respecto a los
primeros, los niveles de zonificación, son aquellos “fijan los grados de permanencia
deseada para los distintos elementos que componen la ciudad”; mientras que los
segundos, es decir los tratamientos, son los “instrumentos de planificación que incorporan
elementos hasta entonces ajenos a la normativa: la inversión del Estado y la posibilidad
de modificación de los límites de las áreas de actividad”. (Cortés, 1995)
Así mismo incorpora las zonas de uso público de los asentamientos informales, aunque
no hayan sido entregadas al Distrito, como parte del espacio público de la ciudad.
Específicamente en términos de usos, zonificación y límites geográficos de las áreas
urbanas, el Acuerdo estableció que en los barrios que serían legalizados, estas normas
serían incluidas como parte de los Actos Administrativos que adopten la “reglamentación
urbanística de la zona”, como parte del proceso de legalización.
Una de las variaciones que incluye el Acuerdo, es el orden en el que sería definida la
“viabilidad de las estructuras de los barrios”, pues esta se obtendría a través de los
programas de habilitación y regularización que se adopten dentro del proceso de
mejoramiento, después de la legalización “con la consiguiente posibilidad de instalación y
prestación regular de servicios públicos apropiados como soporte de tales usos”.
Así mismo identificó formas específicas o pruebas conducentes, para probar la existencia
y habitación de los asentamientos formales, y la posibilidad de que una vez expedida la
resolución de legalización se solicite el acceso a los servicios públicos correspondientes
Ante la nueva Constitución, la Ley 388 de 1997 hace frente a las dinámicas en materia de
ordenamiento que venían sucediendo, y orienta la planeación bajo una perspectiva que
supera la perspectiva meramente urbanística, al introducir elementos como las
determinantes ambientales y patrimoniales del territorio, la regionalización y la
participación, entre otras cosas.
planeación y la gestión urbana, en particular la gestión del suelo.” (Del Castillo & Salazar
Ferro, 2001)
La Ley 388 de 1997, establece a su vez la función pública del urbanismo mediante la cual
se posibilita el acceso al espacio público y los servicios públicos, se adecuan al interés
común los procesos de cambio en el uso del suelo, se propende por el mejoramiento de la
calidad de vida, y se mejora la seguridad de los asentamientos humanos ante los riesgos
naturales.
9
Para efectos de la presente investigación, no será analizado el Decreto 364 de 2013 por
inaplicabilidad. El Concejo de Estado indicó que el alcalde no estaba facultado para expedir el POT
pues según tanto el artículo 313 de la Constitución Política, como el Estatuto Orgánico de Bogotá,
la reglamentación del suelo es facultad del Concejo Municipal. En tanto fue expedido mediante
65
El Decreto 190 de 2004, como desarrollo de la Ley 388 de 1997, presenta un ordenamiento
que incluye de manera clara, unos objetivos en materia de modelo o proyecto de ciudad
deseado. A través de Políticas en distintas materias, proyectos e instrumentos, le da vida
no sólo a las estipulaciones legales, sino a un nuevo modelo de desarrollo urbano para la
ciudad.
Para Salazar Ferro el POT definió los programas y proyectos físicos para el largo plazo,
“así como las normas que regulan la acción privada de urbanización y construcción en la
ciudad.” Así mismo estableció dentro de los instrumentos de planificación, los Planes
Locales, Planes Maestros, la Planeación Regional (sin instrumento claro) y otros como los
Planes Parciales. (Salazar Ferro, 2007)
Dice el autor que el esquema de planeamiento y gestión urbana, avanzó gracias a que
este POT incorporó una serie de proyectos que representaban “su recuperación
urbanística” en un proyecto de ciudad, que identificaba un modelo deseable de ciudad,
“orientando y concertando la acción del gobierno, la inversión pública y las actuaciones
particulares”. Así mismo, logró la coordinación de “la inversión pública que permitiera
disminuir la distancia entre las decisiones de los Planes de Ordenamiento Territorial y de
Desarrollo con los procesos de presupuestación”, a través de los Planes Maestros.
Con todo esto se configuró un esquema de planeación dual, que con la Ley 388 de 1997
y el correspondiente POT avanzó para “orientar la inversión pública y regular la inversión
Decreto sin aprobación previa de esta entidad, el POT que rige el ordenamiento territorial en la
actualidad es el Decreto 190 de 2004. Fuente especificada no válida.
66 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
A pesar de la solidez de este POT, a diferencia de esta visión a largo plazo, con
lineamientos específicos para su consecución, la legalización de barrios es asumida al
igual que en el marco del acuerdo 6, desde una perspectiva normativista.
Con la Ley 388 de 1997, se dejan en firme las estipulaciones contenidas en materia de
vivienda social a través de la Ley 9 de 1989, para efectos de la legalización. El Decreto
190 del 2004, en desarrollo de la Ley 388, establece como parte de su Política de Hábitat,
la importancia de “Dar seguridad jurídica en los barrios ya legalizados, con el fin de
integrarlos a la cultura tributaria alcanzada en el Distrito y promover el mejoramiento de
sus asentamientos mediante la autofinanciación.”
Como parte del programa de vivienda de interés social, y específicamente del programa
de Mejoramiento Integral, el Decreto incluyó una Estrategia de “legalización e
incorporación de los espacios urbanos existentes y aún no legalizados”, a partir de la cual
se deberían i) definir “las condiciones urbanísticas en el marco de las directrices
establecidas en las Unidades de Planeación Zonal (UPZ), “ ii) Aplicar los instrumentos de
planeación y de actuación urbanística, y iii) vincular “directa y efectivamente al promotor,
propietario o gestor del desarrollo, al proceso de legalización e incorporación, para el
cumplimiento de las obligaciones urbanísticas.”
Incluso el Decreto establecía que el responsable del trámite podía ser la comunidad sin
necesidad de intermediación del urbanizador, y en este caso la comunidad podría
67
“comprometerse, en forma independiente del propietario del terreno, a entregar las zonas
verdes y comunales que conformarán el espacio público.” (Alcaldía de Bogotá, 2000)
Este aspecto trajo consigo legalizaciones de barrios como Jerusalén en Ciudad Bolívar,
que no tuvieron en cuenta la propiedad del terreno, por lo que fueron necesarias al menos
tres resoluciones de legalización, todas declaradas nulas, pues en concepto de la
Jurisdicción Contenciosa Administrativa se vulneró el derecho a la propiedad de los
verdaderos dueños con el reconocimiento de las cesiones de uso público gracias a la
declaratoria de utilidad pública sin indemnización o adquisición de los predios por parte de
la autoridad competente. (Tribunal Administrativo de Cundinamarca. Sección Primera.
Subsección B., 2005)
Más allá del tema de la propiedad, pues razón tenía en su momento el DAPD al afirmar
que la resolución de legalización no define nada en torno a este tema, lo cierto es que el
hecho de no asegurar la participación de los propietarios durante el proceso de legalización
del barrio trajo repercusiones serias para el DAPD, pues “la administración Distrital no
promovió ningún mecanismo que propendiera por el acuerdo entre las partes en cuanto a
lo que se refiere a la propiedad del terreno ocupado ilegalmente”. Este aspecto, unido a
las responsabilidades cada vez menores del urbanizador significó la nulidad de todos los
actos de legalización en el sector de Jerusalén.
Lo anterior teniendo en cuenta que el Decreto 367 de 2005, expedido como desarrollo del
Decreto 190 de 2004, reglamenta el procedimiento para la legalización, y establece a
diferencia del POT que es posible la legalización en los suelos rurales o de expansión,
siempre que sean desarrollados antes del 27 de junio de 2003. (Alcaldía de Bogotá, 2005)
68 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Dice el Acuerdo que como mínimo, para que un asentamiento se considere consolidado y
pueda dar inicio al trámite de la legalización, debe contar “con un trazado vial existente en
terreno y los lotes ocupados con construcciones habitadas, en una proporción tal que a
juicio del D.A.P.D. se pueda establecer su consolidación.” Es decir que no indica nada
respecto a la provisión cogestionada por parte de las comunidades.
Entre otras cosas, el Decreto incluye las funciones tanto del DAPD como del creado,
Comité Técnico de Legalización, conformado por los Departamentos Administrativos y las
Empresas de servicios públicos. Así mismo, establece la participación en el procedimiento
de legalización, orientada principalmente al cumplimiento de las cesiones y obligaciones
urbanísticas.
Aumenta las exigencias para la legalización incrementando a 25% del área neta
urbanizable, y además establece el procedimiento para el trámite, durante el cual es el
DAPD, el que “definirá las condiciones urbanísticas a las que se sujetará el asentamiento
objeto de legalización.”
Finalmente en el año 2010, es expedido el Decreto 510 que con base en la reestructuración
administrativa del Distrito, introduce un nuevo procedimiento y define funciones para la
Secretaría de hábitat, la cual debe llevar a cabo la etapa previa de conformación del
expediente, incorporando entre otras cosas la información técnica del Comité Técnico de
Legalización, el estudio técnico y cartográfico, y el estudio jurídico de propiedad. Mientras
que la Secretaría de Planeación define las obligaciones urbanísticas en materia de
cesiones, realiza el estudio de actualización vial y elabora el Estudio Urbanístico. (Alcaldía
de Bogotá, 2010)
Para el año 2012 los requisitos para la legalización de los barrios son cada vez más claros:
se requiere tener un alto grado de consolidación urbanística y predios destinados a VIS,
no estar ubicado en suelo de protección o zonas de riesgo y “que la comunidad esté
69
En todo caso vale la pena resaltar el hecho de que con el argumento de “integrar a la
cultura tributaria”, el Decreto 190 de 2004, se acerca a lo que para algunos autores como
Torres Tovar definen como el predominio de “legalización de barrios, como estrategia
prioritaria de formalización dirigida a regularizar e incorporar plenamente a la ciudad el
espacio urbano producido dentro de la economía informal”, “alejándose del mejoramiento
barrial y de vivienda, y apuntando tan sólo a la regularización fiscal.” (Torres Tovar, 2013)
70 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Legalización territorial
Esta categoría de la legalización de barrios es aquella en la que se asume que lo primordial
es el perímetro urbano y el perímetro de servicios. Tempranamente en 1932 con el acuerdo
24, se hace alusión a este tema, y se indicaba un listado de barrios en los cuales se
garantizaría la prestación del servicio de energía. Por su lado, el Acuerdo 15 de 1940 crea
un perímetro urbanizable que es modificado por los Acuerdos 57 de 1954 y otros.
Son las dos primeras etapas, la primera parte del Siglo XX y la modernidad, así como la
etapa reciente, de los noventas hacia acá, aquellas en las que se identifican más normas
relacionadas con estos dos temas. Las primeras dos etapas con cuatro y tres normas,
respectivamente, y la última etapa con cuatro normas que se refieren principalmente a las
limitaciones de legalizar barrios en suelos rurales de expansión y en suelos de protección.
Legalización de lo público
La categoría de legalización de lo público se refiere a todas aquellas condiciones a través
de las cuales un predio privado se vuelve público mediante las cesiones para
equipamientos, vías y zonas verdes, y aquellas necesarias para garantizar el acceso
efectivo a los servicios públicos domiciliarios.
como el proceso a través del cual se requería garantizar las sesiones necesarias, e incluso
avanzar en la construcción de la infraestructura de servicios, para posteriormente poder
legalizar los barrios. Entre estas normas se encuentran los Acuerdos 22 de 1963, 20 y 21
de 1972 y el Decreto 1119 de 1968.
Legalización de lo privado
Finalmente se identificó la categoría de la legalización de lo privado, es decir de la
reglamentación de la lotificación y propiedad. Aunque el Acuerdo 30 de 1961 es el primero
en definir un reglamento de lotificación, con requerimientos en materia de aislamientos,
alturas, anchos d elote, etc., en esta categoría se identifica una normatividad más rica en
la última etapa analizada. Durante “El nuevo siglo. Cambio en las jerarquías de la
planificación”, se identifican al menos cuatro normas que se refieren a estos temas,
especialmente el Acuerdo 6 de 1990, y adicionalmente adquiere un carácter muy particular
el tema del derecho a la propiedad como tal, que implica que desde la Ley 9 de 1989 se
encuentran temas como la reducción de la prescripción adquisitiva, el derecho a servicios
públicos de los ocupantes de predios; y el Decreto 190 de 2004 que habla de la importancia
de la cultura tributaria en los barrios legalizados, entre otros temas importantes.
Primera parte del Primeros perímetros urbanos Licenciamiento de urbanizaciones • Fomento a acceso a vivienda popular. X
siglo XX sólo con cesiones de calles, plazas, • Bancos de tierras
etc.
La modernidad y la Límites para evitar conurbación. Propietarios debían presentar plano para X
Planeación física aprobación.
de la ciudad. 50´s
1.1.7 Conclusiones
A partir del análisis realizado se evidencia como la ciudad pensada de los Planes y las
normas urbanas, en muchos casos no correspondía con la ciudad existente, en la que el
aumento de los asentamientos o barrios informales fue creciendo de manera acelerada.
A lo largo del análisis de las anteriores etapas se identifican unos elementos claves que se
repiten en las diferentes etapas. Entre estos se encuentran:
En todo caso, con base del anterior análisis, es posible concluir que el proceso de
legalización ha tenido variaciones importantes, y sobre todo, su significado ha venido
cambiando con el tiempo. El concepto surgió de facto, como antítesis de los barrios dentro
75
del perímetro y que cumplían con los requisitos de saneamiento y salubridad, y fue
transformándose hacia el reconocimiento de usos, el reconocimiento oficial de la
existencia, e incluso como una acción coordinada entre actores y privados, hasta que
termina convirtiéndose en un medio para la consecución de fines tributarios.
76 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Para entender el pluralismo jurídico se hace necesario partir del debate que históricamente
se ha dado en torno a la conceptualización del Derecho y más específicamente, en torno
a las relaciones que pueden surgir entre de los diferentes ordenamientos jurídicos. Se
indica de manera preliminar, que son las discusiones entre el formalismo-centralismo y el
pluralismo, las que servirán como base principal para el desarrollo de la investigación. Las
demás que se esbozan brevemente a continuación, hacen parte del anexo 1 de la
investigación.
Este debate en torno al concepto del Derecho y las relaciones entre los diferentes
ordenamientos jurídicos, permite legitimar los acuerdos o pactos colectivos de los
pobladores urbanos, previos al proceso de legalización de los barrios, como un sistema
normativo paralelo igualmente válido, que puede dialogar y relacionarse con el
ordenamiento jurídico estatal que surge desde la Planeación urbana.
Existen tres tipos o aproximaciones del formalismo jurídico. El primero, llamado por Bobbio
como formalismo ético10, responde a la pregunta de qué es la justicia, y considera que todo
aquello conforme a la ley es justo por el simple hecho de ser ley y provenir del poder
10
Dice (Garcia Máynez, 2002) que Bobbio comete algunas equivocaciones en materia de
formalismo ético, al confundir los conceptos de legalidad y moralidad. Esta discusión no requiere
ser profundizada para el estudio de esta tesis, por lo que las consideraciones de los dos autores
son únicamente utilizadas para consolidar el concepto de formalismo.
78 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
soberano. Es decir, que no realiza juicios de valor y rechaza “todo criterio de justicia que
esté por encima de las leyes positivas”. (Bobbio, 2002, p. 40)
Bajo esta perspectiva, dice García Maynes que todo acto considerado como justo, es aquel
que implica el cumplimiento de la ley, configurándose una definición legalista de la
justicia11. De esta forma, se garantiza la igualdad de tratamiento, o sea que se asegura
que a todos se les trate de la misma forma bajo la misma ley. (Garcia Máynez, 2002, p. 30)
Según esta perspectiva, se distingue lo que es “jurídico” de lo “no jurídico”. Así desde las
teorías normativistas García Maynes hace alusión a lo indicado por Bobbio, en el sentido
de que “un hecho es jurídico cuando una norma le atribuye tales o cuales consecuencias”.
(Garcia Máynez, 2002, p. 34)
Hasta aquí, se consideraría que las normas que establecen la legalidad o ilegalidad a
través de requisitos o perímetros urbanos, son justas y válidas por el simple hecho de estar
contenidas en normas emanadas del estado. En ese sentido, con la mera definición de
especificaciones en materia de provisión de servicios públicos, cesiones y demás, bajo
ciertos parámetros se universalizan una serie de elementos que deben cumplirse en todos
los asentamientos urbanos.
11
Concepto distinto al de “legalidad de la justicia” que significa “un criterio para distinguir los
procederes jurídicos de los no jurídicos”.
79
Ante estas diversas aproximaciones, lo cierto es que el derecho desde una perspectiva
formalista, y por qué no positivista, deja de lado todo aquello que pueda parecer externo a
lo meramente contenido en la ley. Así El formalismo jurídico para García Villegas ha
difundido claramente, la concepción de la separación entre el campo jurídico y los demás
campos sociales “desacreditando la conexión entre lo jurídico y lo social”. (García Villegas
& Rodríguez, 2003, p. 17)
Es así como las formas a través de las cuales efectivamente se construyen los
asentamientos informales, no harían parte del espectro jurídico en tanto no cumplen con
los requisitos delimitados por las normas estatales, para la identificación de un
asentamiento o barrio como legal.
Gracias a la idealización del derecho, se piensa que basta con crear normas para cambiar
la realidad social. Con el trasplante de instrumentos e instituciones foráneas para
solucionar problemas de la realidad colombiana, estas o no solucionan el problema o
producen efectos inesperados. (García Villegas, 2014)
Una muestra clara de esto es la implantación del concepto del perímetro urbano, que
incluido por primera vez por Le Corbusier y Wiener y Sert en los Planes de la ciudad,
aunque ya anteriormente había sido desarrollado en algunas normas nacionales, suponía
80 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Muestra de esto son los requisitos en saneamiento básico, acceso a servicios públicos,
cesiones en espacio público y demás, que antes del Estudio de Normas Mínimas, incluían
parámetros que difícilmente podrían ser garantizados en los asentamientos informales.
Incluso, desde el POT del 2000, con el aumento de las cesiones en espacio público, se
cae nuevamente en este paradigma que considera que sólo al normativizar uno u otro
elemento, será cumplido en la práctica y por la sociedad.
El derecho así visto, se configura como una forma de poder que hace uso del lenguaje
jurídico para apaciguar a través de su eficacia simbólica 12 a través de una estrategia que
hace uso de la vaguedad y el sentido indirecto. “Cuando lo establecido por el derecho es
tan importante como difícil de aplicar, la eficacia simbólica cumple el propósito de conciliar
12
Dice Mauricio García Villegas sobre lo simbólico, que este es una condición inherente al lenguaje,
que se evidencia con la “capacidad para sugerir, para despertar interpretaciones que no aparecen
en el significado literal de las palabras”
81
la realidad con los ideales”. Esto es algo que incluso el legislador conoce, razón por la cual
“muchas veces promulgan normas con la idea de que si bien no se van a incumplir, al
menos se van a aceptar.”
Muestra de esto son los múltiples requisitos establecidos durante la década de los sesenta,
que en el marco de la Planeación Integral y las definiciones de Gaitán Cortés sobre los
mínimos para mejorar la calidad de vida de la población, buscaban a través de la regulación
normativa, en teoría, cambiar drásticamente la realidad social; aunque fueran pocas las
formas de hacer efectivos dichos planteamientos.
Seguramente es aquí donde se evidencia de manera más clara que la mera planeación,
que encarna el deseo de lo que debe ser, debe estar igualmente soportada en los recursos
y procedimientos para que pueda ser ejecutado y conseguido lo inicialmente planteado,
pues si bien la planeación en materia de legalización incluía elementos que claramente
serían aceptados, difícilmente serían cumplidos debido a las condiciones reales de la
población que habitaba los asentamientos informales.
Bien dice García Villegas que “El asunto no es pues solo que el derecho choque con la
realidad que se resiste al cambio y por eso resulta ineficaz; es más bien que la realidad no
cambia porque choca con la resistencia del derecho, el cual persigue por sí mismo su
ineficacia.” Aspecto que siempre ha sido evidente en materia de requisitos para
asentamientos informales, previo a la legalización.
Este autor colombiano, enfatiza en lo simbólico del derecho, entendido como “una práctica
violenta en la medida en que impone un significado al mundo y a las relaciones sociales,
de tal manera que el poder económico y político pierde su arbitrariedad y desafuero
originales y aparece como algo normal y aceptable”.
La eficacia simbólica del derecho es aquella que proviene tanto de la capacidad impositiva
o reguladora de los contenidos jurídicos (instrumentalización del derecho), como de la
capacidad vinculadora de los símbolos que evoca cuando se publica la norma (simbólico).
82 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
A partir de esto, las normas jurídicas se configuran como instrumentos prácticos dirigidos
a la acción, es decir que la eficacia instrumental de una norma se identifica “por su
capacidad para producir un cierto comportamiento en los individuos destinatarios de la
norma.” Lo cual requiere previamente que el ordenamiento jurídico en el cual está inscrita
esa norma, se considerado o percibido como legitimo o al menos sea aceptado.
De la misma manera, las normas jurídicas son vistas como símbolos dirigidos a la
representación, es decir, que “su fuerza radica en el impacto mental que produce un
discurso legal con capacidad para establecer la diferencia entre lo lícito y lo ilícito,” así
como el objeto que busca en términos de producir ciertos comportamientos que el creador
de la norma persigue.
Este aspecto es claro en algunos barrios informales, en los que como en el caso de Santa
Cecilia Norte parte Alta, los pobladores hicieron todo lo posible para ser legalizados y dejar
de ser percibidos como “invasores”. El poder simbólico de la legalización de barrios ha sido
ejercido, incluso en los casos en los que los pobladores accedieron lícitamente al suelo e
implementaron una especie de ordenamiento territorial comunitario, de manera que son
las mismas comunidades, las que en muchos casos claman por ser reconocidas como
legales.
En todo caso, García Villegas, hace énfasis en cómo la eficacia simbólica del derecho
“permite el acomodamiento flexible de las instituciones y de sus normas a la realidad social,
de tal manera que no se renuncie al deber ser y a lo ideal, pero que tampoco se renuncie
a la costumbre y a las relaciones de poder que la alimentan.” Es decir que busca conciliar
las necesidades de cambio, con las necesidades de que todo siga siendo igual.
En ese sentido, los sistemas simbólicos, son vistos como instrumentos de dominación,
frente a los cuales es posible también la emancipación social. Así “las batallas de los
grupos y movimientos sociales por los derechos y por la justicia también son disputas
simbólicas que ponen en tela de juicio la visión imperante, normal y legítima de la
sociedad.” De esta forma, “la eficacia simbólica del derecho no solo sirve, para respaldar
las estructuras materiales de dominación política sino también para fortalecer las luchas
contra el poder dominante.”
En todo caso, la eficacia simbólica del derecho puede ser vista desde los actores y desde
la posición. Unos actores que crean o interpretan la ley, y otros entre los que están los
movimientos o grupos sociales; y una posición política, que puede tener propósitos
conservadores o progresistas. 13 Es decir que desde esta perspectiva, el derecho puede
ser tanto apaciguador, como emancipatorio14.
Para García Villegas, frente a esta ambigüedad que presenta el derecho, la conveniencia
de las luchas jurídicas ante el Estado, está dada en cuanto puede traer para los grupos
que las invocan, beneficios simbólicos consistentes en una “mayor cohesión del grupo en
torno a sus derechos”. De forma que incluso ante el fracaso de la acción jurídica invocada,
se obtenga “de la experiencia litigiosa, la unidad política y determinación para ganar otras
batallas futuras.”
13
A partir de la combinación de las categorías de cada uno de estos dos elementos (actores y
posición), García Villegas indica que se pueden distinguir cuatro usos simbólicos del derecho: (1)
estatal-conservador, (2) estatal-progresista, (3) social-conservador, y (3) social-progresista. (García
Villegas, 2014, p. 210)
14
Para García Villegas el concepto de “emancipación”, es visto desde una concepción amplia y
débil, pues se considera que el derecho no hace las revoluciones pues incluso impide que se
hagan.” No obstante, puede haber usos del derecho que, bajo ciertas circunstancias produzcan
cambios sociales importantes y hasta revolucionarios”; es decir que al “incluir una serie de luchas
sociales progresistas con un alcance reformador pueden, en el mediano y largo plazo, producir
cambios transformadores. “
84 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
que no está destinada a ser aplicada, sino simplemente comunicada; o cuando a pesar de
la existencia de una ley progresista, los recursos de la administración pública no son
suficientes para ejecutarla, y a través de reglamentaciones se desconocen los objetivos
que inicialmente originaban la creación de dicha ley.
En ese sentido, los canales tradicionales del derecho, las acciones judiciales, etc., así
mismo pueden ser usados por las comunidades para la reivindicación de sus derechos.
Muestra de esto son los espacios que surgieron dentro de las formas estatales, durante
los setentas y ochentas, a través de los cuales los barrios organizativamente fuertes,
lograron la provisión de servicios públicos, en el marco de los procesos de legalización.
Más allá de que históricamente el derecho haya sido visto como un sistema dominante, lo
cierto es que este también puede abrir las puertas a las reivindicaciones de actores
sociales. Es así como incluso en el proceso de legalización de barrios en Bogotá, existen
ciertas normas que a través de decisiones estatales-progresistas, han permitido la
obtención de ciertos derechos, como el acceso a algunos servicios públicos, la disminución
de los términos para la prescripción adquisitiva, y el consecuente aseguramiento del
derecho a la vivienda, con base en la Ley 9 de 1989.
A continuación se realizará un análisis del Pluralismo Jurídico, que pretende dar cuenta de
la posibilidad de considerar como Derecho, aquellos órdenes normativos que surgen por
fuera del Estado. Con esto se busca proveer de un marco conceptual, el surgimiento y la
legitimidad de los acuerdos y pactos colectivos de habitabilidad de los pobladores urbanos
previo a la legalización de barrios.
Como se verá más adelante, han sido considerados los planteamientos teóricos de
diferentes autores, pero son las ideas de Boaventura de Sousa Santos y de Antonio Carlos
Wolkmer, las que serán tomadas como marco teórico para la presente investigación, y en
cuyas teorías se enmarca principalmente el desarrollo de la presente tesis.
Durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX el problema del pluralismo jurídico
fue desarrollado desde la antropología, sociología y filosofía del derecho, cuestionando el
centralismo legal. (Dávila Sáenz, 2004, p. 12 y ss)
A pesar de que apareció tempranamente en el siglo XIX, fue olvidado y retomado sólo
hasta 1930 con los estudios antropológicos en contextos coloniales y postcoloniales, y con
mayor fuerza, con la crítica que se hizo desde la sociología y filosofía del derecho, “al
pensamiento jurídico dominante del momento”. (Dávila Sáenz, 2004)
Fue desde la antropología jurídica15 desde la cual se rescató el estudio del pluralismo
jurídico, como parte del estudio del colonialismo. Se identificaron tres contextos del
15
Mientras que la sociología jurídica inicialmente se ocupaba del estudio del derecho de las
sociedades occidentales, industriales, metropolitanas o complejas, la antropología jurídica se ocupó
del estudio del derecho de las sociedades tradicionales, primitivas y salvajes. En ese sentido la
sociología tomó los conceptos propuestos por la ciencia jurídica del ámbito que venía estudiando,
mientras que la antropología no, por considerarlo etnocéntrico, pues implicaría analizar con las
86 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
El segundo, aquel en el que tras una revolución como en el caso de la URSS, aparece una
nueva legalidad del derecho revolucionario, que entra en conflicto con el derecho
tradicional. Finalmente el tercero es aquel derecho de las comunidades indígenas o
nativas, que no siendo completamente exterminadas durante el colonialismo, fueron
sometidas al derecho del conquistador “con el permiso expreso o implícito de seguir
conservando en ciertos dominios su derecho tradicional”. Ejemplo de esto es el caso de
las comunidades nativas de Norteamérica y América Latina.
Para la década de 1990, Boaventura Santos indica que gracias a la “consolidación del
Estado moderno en el espacio socio político nacional e internacional”, el Pluralismo
Jurídico fue considerado como algo anacrónico, reduciéndolo a “una mera especulación
ideológica sobre el concepto de derecho”. (Dávila Sáenz, 2004)
Corrientes o aproximaciones
A pesar de que el estudio sobre las diferentes aproximaciones o corrientes del Pluralismo
Jurídico es relativamente escaso, algunos autores como Sally Engle Merry, Boaventura De
Sousa, Antonio Carlos Wolkmer, y la colombiana Juana Dávila Sáenz, han avanzado en la
identificación y delimitación de periodos. Específicamente, es la periodización de Dávila,
aquella que será asumida casi en su totalidad16.
Serán analizados los postulados clásicos en torno al Pluralismo Jurídico, con las visiones
principalmente antropológicas del colonialismo y sociológicas de la regla de
comportamiento; el Nuevo Pluralismo Jurídico, con los estudios en las sociedades
modernas o industrializadas; y Pluralismo Jurídico Posmoderno, con los planteamientos
de De Sousa Santos, y la categoría de inter-legalidad.
16
Juana Dávila, incluye además de las tres épocas que serán analizadas, una cuarta entre el Nuevo
Pluralismo Jurídico y el Pluralismo Jurídico Posmoderno, llamada el Pluralismo Jurídico Avanzado.
El cual surge a finales de la década de los ochenta, con el interés en estudiar “la interacción y
omisión recíproca entre los diversos derechos, en lugar de las condiciones de posibilidad del PJ”.
Dávila, analiza este periodo desde la teoría de Gunther Teubner de los sistemas auto-referenciales,
es decir, de sistemas cerrados o autónomos, que a su vez contienen formas de relacionarse con
elementos externos. Este periodo no será analizado a profundidad, puesto que los principales
elementos que se han establecido como variables de análisis de la presente investigación,
provienen de los otros tres periodos.
88 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Este es el caso de los estudios en torno a las sociedades coloniales, en las que una nación
imperialista “equipada con un sistema legal y centralizado, impone dicho sistema en
sociedades con sistemas legales diferentes”; los cuales por lo general, no cuentan ni con
una estructura judicial, ni con una cultura de escritura jurídica.
En todo caso, estos órdenes normativos impuestos no logran introducirse por completo en
las sociedades colonizadas. Por el contrario, al pretender penetrar las estructuras ya
existentes, encuentran focos de resistencia e incluso son cooptadas.17
Merry indica que en esta corriente, la relación entre los diferentes órdenes normativos es
paralela pero autónoma, lo cual se evidencia en el hecho de que los órdenes impuestos
no sólo no penetran por completo la sociedad, sino que además no logran cambios
significativos en el orden local. Dice la autora, que una muestra de esto fue lo sucedido en
la sociedad Turca, en la que el cambio de la Ley Islámica Otomana al Código Civil Suizo
significó sólo el aumento gradual del uso de las Cortes para dirimir los conflictos familiares
existentes.
17
Merry trae al debate los aportes de Kidder, realizados en el periodo de 1974 a 1974, quién
evidencia estas conclusiones en el caso indio.
89
A pesar de los anteriores elementos que fueron aportados desde este Pluralismo Jurídico
Clásico, lo cierto es que en cierta medida, esta corriente iba en la misma línea del
centralismo legal, pues sólo reconocía la existencia fáctica de órdenes normativos
paralelos, en el seno de los contextos coloniales. De esta forma “las descripciones del
derecho nativo se recibieron como documentos útiles para fines legislativos y no como
desafíos a la academia y la institucionalidad hegemónica”. (Dávila Sáenz, 2004, p. 16 y ss)
En este sentido, el Pluralismo Jurídico Clásico, se configura de cierta forma, como una
perspectiva débil, en cuanto no cuestionaba el centralismo legal o el monopolio del Estado
como tal. Contrario a esto, hacía meramente, una descripción de la coexistencia de
órdenes normativos en contextos coloniales. Incluso, como lo dice De Soussa, aplicaba las
categorías de análisis eurocéntricas, a sociedades étnicas. (De Sousa Santos, 1991)
Dice Dávila Sáenz de Ehrlich como fundador del movimiento libre del Derecho, que uno de
sus principales aportes fue decir que el centro de producción del derecho “no es la
legislación, ni la jurisprudencia, ni la doctrina, ni tampoco los sistemas de reglas, sino la
sociedad misma”. De esta forma se configura el derecho vivo o derecho social, que siendo
extra-estatal, se compone de las reglas de la conducta (morales, sociales, éticas, etc.),
“que regulan, ordenan y determinan la sociedad”. Reglas que finalmente se vuelven más
eficaces que las del mismo Estado.
seno de la asociación social, y son seguidos entre otras cosas, gracias a las categorías de
pertenencia, protección y reconocimiento.
Wolkmer, por su lado, reconoce que Gurvitch, identifica tres tipos de pluralismo. Como
facto, es decir aquel que es observable en cualquier sociedad, y que surge a partir de la
tensión y el equilibrio entre los diversos grupos en la vida social. Como ideal, que
“comprende la libertad humana colectiva e individual, definida a través de la armonía
recíproca entre los valores personales y los valores grupales”, a partir de una integración
fraterna de valores. Como técnico, es decir como “método especial al servicio de un ideal
o esfuerzo para implementar la libertad humana.18 (Wolkmer, 2001, p. 174 y ss)
De esta forma, es posible identificar cómo de cada grupo surge una “estructura tal que
engendra un orden jurídico propio, autónomo y regulador de su vida interior.” Un orden
legítimo, válido y privilegiadamente eficaz, al estar libre de imposiciones y estar
construido19 en torno a la paz, la ayuda mutua y las tareas comunes.20 (Dávila Sáenz, 2004)
18
Traducción personal.
19
Para Wolkmer, analizando a Gurvitch, “el derecho social” emana de los mismos grupos sociales,
y es fruto de la colectividad organizada, la confianza y la participación de los individuos que los
componen; el derecho individual o intergrupal, por su lado, involucra formas restrictivas de
sociabilidad propias del liberalismo económico y que favorecen toda especie de alineación,
dominación y subordinación.”
20
Dávila se refiere en este sentido a los aportes realizados por Gurvitch en “La declaración de los
derechos sociales” en 1944, y recogidos por Wolkmer en “Pluralismo jurídico: Fundamentos de uma
nova cultura no Direito.”
91
etapa anterior, es identificado cuando se hace evidente una relación entre grupos
dominantes y grupos subordinados como las minorías étnicas, inmigrantes, sindicatos, etc.
A diferencia del Pluralismo Clásico en el que fácilmente se identifican los actores y los
distintos órdenes normativos, el Nuevo Pluralismo Jurídico aborda las sociedades
industrializadas en las que a primera vista pareciera no ser tan obvia una relación de
imposición. En estos casos, se identifica un sistema legal que se impone a través del poder
coercitivo, sobre otros sistemas de regulación, aun cuando estos repliquen aspectos del
primero, como las reglas escritas, o el establecimiento de tribunales.
Esos otros sistemas de regulación no estatales, han sido llamados por los teóricos
pluralistas de diferentes maneras. Así, es posible reconocer el termino derecho popular
(folk law)22, gobierno o perspectiva de gobierno privado23, entre otros, a partir de los cuales
se busca reconocer la regulación interna que surge como práctica disciplinaria de las
organizaciones comerciales y profesionales, sindicatos, y asociaciones voluntarias locales
de ayuda mutua.24
21
Traducción personal.
22
Merry indica que durante una conferencia en el año 1981 sobre el derecho de la gente y el derecho
estatal, surgió este concepto que fue desechado por ser considerado romancista, e incluso se indicó
que al ser llamado de esta forma, podría ser minimizado como insumo teórico-conceptual.
23
Merry reconoce el desarrollo de dicho concepto a Macaulay.
24
Merry desarrolla a profundidad los aportes realizados en este sentido por Macaulay.
92 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Según Dávila, en este periodo algunos autores introdujeron otros elementos a la discusión
del Pluralismo Jurídico. Pospisil, por ejemplo, introdujo la teoría de los niveles legales como
contraposición a la existencia de un sistema jurídico exclusivo, según la cual toda persona
pertenece a la vez, de manera estratificada (o multi-escalar), a distintos niveles legales y
obedece a los distintos ordenamientos normativos que surgen en cada subgrupo, como la
familia, el barrio y el municipio. (Dávila Sáenz, 2004, p. 32 y ss; 40 y ss)
Así mismo, en este periodo se reconocen los aportes iniciales de Boaventura De Sousa,
quien desde el marxismo y el concepto de justiciabilidad, acuñó el término de “pluralismo
jurídico interclases” para describir “la función del sistema jurídico en una sociedad de
clases y la actitud de las clases oprimidas frente al Derecho”. 25 Bajo estos planteamientos,
surgen “sistemas jurídicos paralelos ideados por las clases dominadas para resistir la
penetración estatal y la dominación de las clases hegemónicas”. El contenido de estas
formas paralelas es identificado como adaptativo, como aquel en el que no se cuestiona la
legalidad estatal ni el status quo pero que implica cierta confrontación con el orden jurídico
predominante, o revolucionario, oponiéndose directamente al derecho oficial y
reformulando la estructura de clases.
25
Como ya se indicó, los planteamientos de Boaventura de Soussa son especialmente analizados
para definir las variables o categorías de análisis que servirán para efectos de la presente tesis, por
lo que son revisados para establecer el concepto general de Pluralismo Jurídico, de modo que no
son analizados dentro de estas etapas.
26
Dice Dávila que Merry identifica la capacidad de regulación normativa del derecho informal, pero
establece que el Estado, sigue conservando un “poder de irradiación jurídica superior al de cualquier
otra fuente de derecho; ejerce una presión sobre los demás sistemas, su contenido y sus formas, y
también posibilita con mayor efectividad el cambio social.” Sentencia que parece contraria a la
definición del Pluralismo Jurídico, por lo que al igual que Dávila deshecha estos postulados, como
parte del recuento realizado para tesis, no serán considerados.
93
En primer lugar, Boaventura hace una distinción entre tres “espacios-tiempos del derecho”:
el local, el nacional y el global, cada uno con una normatividad y racionalidad jurídica, e
indica que la teoría jurídica, se ha enfocado únicamente en los estudios del Estado-Nación.
En ese sentido, el Pluralismo Jurídico redescubre los espacio-tiempo local y más
recientemente, el global, con la interacción de sistemas transnacionales “que se
reproducen globalmente por medio de otros mecanismos distintos a los que caracterizan
la interacción entre Estados”. (De Sousa Santos, 2001)
Por otro lado, Boaventura profundiza en la diferenciación del término “pluralismo jurídico”
y “pluralidad jurídica”, en cuanto considera que el primero ha sufrido de un proceso de
romantización, que ha dejado de lado el hecho de que al igual que el centralismo jurídico,
el pluralismo, “no es una mera teoría descriptiva sino una teoría-ideología en crisis”. Esto,
por cuanto el Pluralismo Jurídico, “conlleva implícitamente un programa teórico-político
sobre el derecho, y se presume más democrático que el positivismo jurídico”.
En todo caso, dice Boaventura, el pluralismo Jurídico es una crítica a las “formas
tradicionales de creación del derecho y su sistema hegemónico de fuentes”, y “un esfuerzo
por reemplazar teórica y políticamente, el esquema del centralismo legal por una estructura
de naturaleza legal más democrática o idónea para el reconocimiento y la reivindicación
de las diferencias sociales y en últimas: una estructura que extraiga el material jurídico de
94 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
la vida social, de abajo hacia arriba, contrariamente a la elaboración jurídica de arriba hacia
abajo por la vía parlamentaria o judicial”. (Dávila Sáenz, 2004, p. 67)
Lo anterior, debe ser matizado como lo indica Boaventura, en la medida en que el rol del
Estado no puede ser minimizado, como algunas posturas pluralistas lo han querido. Esto
teniendo en cuenta que de cualquier forma, en la actualidad y el futuro venidero, el Estado
seguirá teniendo un papel central en el monopolio de la producción normativa. Razón por
la cual, la perspectiva de “pluralidad jurídica”, que propone este autor en su última etapa
conceptual, es la de resaltar el papel que juega el sistema inter-estatal y el Estado, como
“formas políticas centrales del sistema capitalista mundial”, configurándose como “marcos
principales de pluralidad jurídica”. (De Sousa Santos, 1999)
Finalmente, en esta etapa Boaventura hace una delimitación más clara del concepto de
Derecho a partir de la justialización, la cual implica que “las normas de conducta se
convierten en normas jurídicas cuando un órgano especializado obliga su observancia o
sanciona su incumplimiento”. Concepto que retoma del estudio del derecho de Pasargada
y que ya fue delimitado anteriormente.
Uno de los debates más fuertes, en los que ha participado el pluralismo jurídico,
corresponde a la crítica que se le hace al monopolio estatal del derecho en el Estado
moderno. A pesar de que coexisten distintas formaciones y órdenes socio-jurídicos, a
aquellos que no provienen directamente del Estado, “se les es negado por manipulación
ideológica, el carácter de jurídico; por lo cual el derecho estatal surge como único y como
monopolio del Estado”.
Este es el caso de los órdenes jurídicos identificados en contextos rurales urbanos, en los
que a pesar de que existen regulaciones que definen el comportamiento y las formas de
actuar en ciertos temas, no son considerados como ordenes válidos en tanto no provienen
del Estado.
De esta forma, aquellos órdenes jurídicos paralelos que surgen en el seno de la sociedad
y de las comunidades ancestrales, son trivializados, pues desde la teoría política liberal,
se sacralizó el derecho estatal como derecho objetivo. Así el Estado- Nación se configuró
como la unidad de análisis privilegiada, ante la cual parece imposible identificar y reconocer
96 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Este es uno de los aspectos más claros en los barrios informales de Bogotá y de muchas
otras ciudades, en donde se hace evidente la aplicación de normas de la escala nacional,
por ejemplo a través de las formas de propiedad privada; las normas de la escala local-
distrital, cuando malla vial arterial, intermedia y local se configura como límite de la
27
Para Boaventura de Sousa do Santos, son órdenes jurídicos, aquellos en los que se evidencia un
“conjunto de procesos regularizados y de principios normativos, considerados justiciables en
determinado grupo, que contribuyen para la creación y prevención de litigios y para la resolución de
estos a través de un discurso argumentativo, de variable amplitud, apoyado o no por la fuerza
organizada.”
97
Para algunos autores como Edgar Ardila, incluso es posible identificar formas paralelas de
regulación, que compiten con el Estado por la producción del Derecho, a partir de las
cuales el monopolio estatal de la producción del Derecho pierde fuerza. Más aún, a
sabiendas de que “el Derecho estatal nunca llegó ni a tener el monopolio de la orientación
de las relaciones sociales ni a resolver la mayoría de los conflictos que se presentan en la
sociedad.” (Ardila Amaya, 2002, p. 53)
Una muestra clara de lo anterior, es la gestión del riesgo que en la actualidad realizan
comunidades vulnerables en zonas de San Cristóbal con los Eco-Barrios, y a partir de las
cuales han creado un ordenamiento completamente diferente en torno a la mitigación del
riesgo de deslizamiento en masa. En estos casos, a pesar de que desde hace un tiempo
las normas distritales declararon el riesgo no mitigable, las comunidades se han encargado
de llevar a cabo estudios y las obras de mitigación, configurando un ordenamiento distinto
que da cuenta de la pérdida del monopolio de la producción del Derecho incluso en temas
álgidos como este.
Dice do Santos, que a partir de lo anterior, es posible ampliar el concepto de Derecho, por
fuera de la concepción liberal, definiéndolo como “un cuerpo de procedimientos y
estándares normativos regulados, que se considera exigible ante un juez o un tercero que
imparte justicia y que contribuye a la creación y la prevención de disputas, así como a su
solución mediante discurso argumentativo acompañado de la amenaza de la fuerza.” 28
28
Otros autores como proponen cuatro elementos para una definición más comprensiva: 1)
legitimidad de la autoridad que produce el derecho; 2) carácter superior, cierto y válido de las
normas establecidas; 3) obligatoriedad; 4) sanción legítima. En el desarrollo de la tesis serán tenidos
en cuenta estos conceptos para justificar la existencia de Derecho en contextos no estatales.
98 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Concepto que puede abarcar un mayor número de relaciones y circunstancias como las
que pretende estudiar el pluralismo jurídico.
Con base en esta definición del Derecho, De Sousa identifica tres elementos importantes
que vale la pena retomar para los fines de la presente investigación. La retórica, entendida
como una forma de comunicación basada en la persuasión. La burocracia, como estrategia
de toma de decisiones fundamentada en las decisiones autoritarias realizada a través de
los procedimientos regulados y estándares normativos. Y la violencia, siendo una forma de
comunicación y una estrategia de toma de decisiones basada en la amenaza de violencia
física.
Estos tres elementos son claves para la investigación, pues el componente retórico fue
uno de los elementos más contundentes para escoger los casos de estudio, frente a
aquellos barrios en los que a través de la violencia, por ejemplo ejercida por grupos al
margen de la ley, también se definen de una manera u otra formas paralelas de
ordenamiento territorial.
Más allá del concepto de Derecho y la discusión en torno al monopolio estatal del mismo,
se ha identificado el pluralismo jurídico en sociedades heterogéneas en las que “las
contradicciones se condensan en la creación de espacios sociales, más o menos
segregados. En el seno de los cuales se generan litigios o disputas procesados con base
en recursos normativos e institucionales internos.” (De Sousa Santos, 1991, p. 72). Uno de
los contextos en los que esta afirmación se hace evidente, es en las comunidades
99
De esta forma, los barrios informales en los que gracias a las necesidades surgen una
serie de reivindicaciones que hacen uso de la retórica, para ordenar en sus territorios la
prestación de servicios, el derecho a la vivienda, y la construcción de servicios sociales,
son escenarios en los que se evidencia el pluralismo jurídico.
El brasilero Antonio Carlos Wolkmer concluye que las acciones concretas de los actores
colectivos, por fuera de las fuentes y canales tradicionales de producción del derecho,
constituyen una normatividad consensuada. Este orden jurídico que emerge de los
procesos sociales auto-regulados provenientes de grupos voluntarios, comunidades
locales y organizaciones sociales, surge a partir de “la identidad y la autonomía de los
intereses del todo comunitario, como un locus político, independientemente de los ritos
formales de la institucionalización”.29
29
Traducción personal.
100 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
De esta forma se configura una juricidad alternativa en estos nuevos agentes legitimados
para la producción legal no estatal. Aproximación que es llamada por Wolkmer como
“pluralismo comunitario-participativo”, en el que se privilegian las prácticas colectivas
creadas por los sujetos sociales. Un pluralismo que da cuenta de una producción jurídica
que retrata la realidad y las transformaciones de la vida social como una formación jurídica.
En los casos de estudio que son estudiados más adelante, se evidencian de manera clara
estas prácticas, que sin responder específicamente a los requisitos normativos para
nuevas urbanizaciones, contribuyen a la construcción de los barrios y al posterior proceso
de legalización de los mismos, a diferencia de los barrios en los que no se hacen visibles
procesos organizativos que se disputan la construcción del territorio.
Ante las reglas estáticas e impuestas provenientes del centralismo y el monismo legal,
desde esta perspectiva, se evidencian los acuerdos de un orden jurídico que no solo
responde a las necesidades de la población, sino que se configura como un orden “flexible,
espontáneo, dinámico y circunstancial.”
Dice Wolkmer que “En cada uno de esos grupos comunitarios con intereses libremente
organizados, ocurre una regulación interna, informal, autónoma y espontánea, paralela a
independiente de la normatividad estatal de los códigos oficiales (…)”. La producción
jurídica surge en estos casos, a partir de “pactos sectoriales”, “negociaciones colectivas”,
etc. cuyos límites de actuación “están configurados en la propia materialidad que
envuelven las necesidades y los intereses reivindicados, factores que constituyen hoy, el
contenido espontáneo y auténtico de una de las formas de fuentes jurídicas materiales.”
(Wolkmer, 2001, p. 156)
En tanto las necesidades en torno a los servicios públicos, servicios colectivos como
escuelas y guarderías, etc., se hacen visibles, se reivindican y de manera espontánea,
surgen acuerdos y pactos que terminan organizando la vida del barrio.
En tanto cada uno de estos tres espacio-tiempos posee regulaciones y normatividades tan
disimiles, surgen conflictos como resultado de la interacción entre estos. Estos conflictos
se presentan a manera de hibridaciones jurídicas, de intersección e intercambio entre los
tres. La interlegalidad se trata entonces, de un proceso dinámico, pues en la medida en
que los diferentes espacios jurídicos no son sincrónicos, las mezclas de códigos de escala
son siempre desiguales e inestables.
En ese sentido los ciudadanos y los grupos sociales que crean pactos sectoriales,
negociaciones o acuerdos colectivos, “organizan sus experiencias de acuerdo con el
derecho estatal, el derecho comunitario local y el derecho global, y en la mayoría de los
casos, según complejas combinaciones entre estos diferentes ordenamientos jurídicos.”
Lo cual termina definiendo las formas de construcción urbana de los barrios informales,
que responden a mandamientos de los diferentes niveles jurídicos.
“Los diferentes órdenes jurídicos operan en escalas diferentes y, con eso, traducen
objetos empíricos eventualmente iguales en objetos jurídicos distintos”. En la práctica
social las diferentes escalas jurídicas no existen aisladas y, por el contrario, interactúan de
diferentes maneras”. (De Sousa Santos, 1999).Es esta la interlegalidad que rescata el
autor portugués, aquella que evidencia la porosidad de los órdenes legales, y a su vez,
aquella que permite identificar las posibles inter-relaciones y articulaciones que surgen y
pueden surgir entre estos.
102 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Ejemplos donde se evidencian acciones concretas realizadas por actores colectivos, que
por fuera de las formas tradicionales de producción del derecho, dan cuenta de prácticas
colectivas creadas por los sujetos sociales, que también se constituyen como un orden
jurídico.
103
Uno de estos casos es el del Movimiento Sin tierra en Brasil, un movimiento social que
surge ante la hegemonía conservadora que gobernaba el país, con el objetivo de
salvaguardar los derechos de la población necesitada.
“El MTS ha trabajado con o por medio de actores e instituciones jurídicas para
a) obligar a las autoridades públicas a que cumplan o hagan cumplir la
legislación existente y los mandatos constitucionales, con el propósito de
104 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Con base en esto, el MST realiza acciones contestatarias. Combinando la acción cívica, la
actuación jurídica y la utilización de los medios de comunicación, ha logrado ganar terreno
en el campo de la reforma agraria, no sólo con la invasión de terrenos, sino también a
través de una lucha jurídica. Al valerse de las estrategias formales del derecho, han
presionado al gobierno estatal, a legislar o crear políticas sobre un tema determinado y a
hacer valer lo ya establecido.
Por medio de la mezcla de estos tres elementos han logrado realizar cambios socio
jurídicos, en los que se evidencia 3 modalidades: “el cumplimiento estatal de una legalidad
de jure, que era ignorada en la práctica; una innovación procedimental importante, que
acelera el reloj judicial; y (una vez mas) un cambio en las fuentes del derecho y una
reinterpretación de las normas jurídicas sustantivas.”
Ambos utilizaron los medios de comunicación como forma de presionar al estado y hacer
efectivas sus pretensiones. Titulares guerreristas buscaban una pronta actuación del
gobierno, logrando que jueces, claramente protectores del statu quo, criminalizaran y
aprehendieran a líderes del MST. Tiempo después el tribunal superior federal dejaría esta
actuación sin validez, aplicando principios constitucionales por encima del derecho penal,
que implicaban la afirmación del hecho de que la invasión de tierras se realiza con fines
sociales y colectivos, lejos de un fin criminal.
105
Este hecho marcaría un hito en la lucha del MST pues se le concedió el “status de
movimiento popular”, que le permitió poder ejercer derechos cívicos como una persona
jurídica, para reclamar y representar los derechos e intereses de las personas. (De Sousa
Santos, 2007, p. 208)
Gracias al activismo social y a la fuerte influencia que ha ejercido la lucha directa dentro
del tema de tierras, los jueces aunque en su mayoría de tinten conservador, han generado
un derecho con base en principios no normativizados y acciones populares, para la
dignificación de la vivienda y la vida. Tanto los abogados progresistas, como el MST han
colaborado en la creación de jurisprudencia encaminada a proteger los derechos de los
menos favorecidos económicamente, que surgen como resultado de las reivindicaciones
de las que participan.
El MST ha marcado un punto importante dentro del campo jurídico, en cuanto mezcla la
lucha directa con el activismo judicial, que ha permitido no sólo que el MST crezca, sino a
su vez, la posibilidad de dar cuenta de la relación entre el sistema normativo social, y aquel
que siendo estatal y centralista, responde a las necesidades del movimiento.
A partir de este diagnóstico, Boaventura plantea una propuesta legislativa, similar a la que
se promueve en México y otros países de regularización progresiva de la vivienda, en
donde se han implementado políticas tendientes a la mejora de la calidad de vida de las
personas que por la pobreza se encuentran fuera del mercado formal.
Partiendo de la afirmación de que “se tiene que partir de lo que está haciendo la comunidad
y magnificarlo y extenderlo”, se identifican las aproximaciones estatales, a la problemática
de las colonias.
Este fenómeno creó dentro de las colonias desigualdad entre los pobladores. Se
identificaron dos situaciones, las de aquellos que por gusto o impotencia se quedaban en
sus antiguas casas y los nuevos pobladores que tenían recursos para construir casa con
las especificaciones que determinaba la ley.
Frente a esta solución parcial, las criticas giraban en torno al hecho de que la “eliminación”
o erradicación de estos asentamientos, no era una cuestión legal o de construcción
107
meramente, sino que por el contrario era una actividad que abarcaba la inclusión de sus
habitantes a trabajos bien remunerados que les permitieran acoplarse a una vida mejor,
es decir dignificar la vida antes de construir vivienda.
Para 1999 se aprobó una nueva legislación que buscaba regularizar también las colonias,
por medio de la implementación de códigos de construcción y vivienda local. De nuevo, las
críticas se orientaron a la falta de observancia de la realidad de dicho programa, en tanto
incorporaba una serie de exigencias urbanísticas, que sobrepasaban la capacidad de
acción de las comunidades. Habitantes y activistas de las colonias de Texas, identificados
por De Sousa, afirmaban que uno de los principales problemas del programa, era que las
soluciones debían provenir de la comunidad y no ser impuesta desconociendo la realidad
de las personas.
Mediante el análisis de este caso, el autor identifica la forma como la realidad de los
pobladores de las colonias tejanas, busca irradiar las políticas y programas de vivienda.
De forma que estos no sean el producto de unas imposiciones sobre lo que debería ser,
sino que recojan los avances y las formas de construir los barrios, de las comunidades allí
asentadas.
108 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
1.2.3 Conclusiones
A lo largo del análisis desarrollado se esbozaron los principales elementos en torno a la
discusión sobre la conceptualización del Derecho desde cada una de las teorías.
El positivismo jurídico por su lado, considera que es Derecho todo aquello que proviene de
la voluntad humana por medio de la legislación, la costumbre y el precedente judicial, y se
profundiza en la perspectiva formalista del monopolio estatal del Derecho. En la medida en
que desde esta perspectiva es justo todo aquello emanado de la Ley, no sería posible
dilucidar la eficacia, aplicabilidad o posibilidad de relación entre las condiciones de los
asentamientos informales y las políticas definidas en materia de legalización de barrios.
En los barrios Nuevo Chile y Santa Cecilia Norte parte Alta se realizaron entrevistas y
trabajo de campo para indagar los efectos de la legalización, mientras que en Las Colinas,
este proceso no pudo realizarse, en tanto no fue posible encontrar personas que hubiesen
participado del proceso de intervención de habilitación.
En todo caso, para los tres casos de estudio se hace un análisis sobre el surgimiento del
barrio, el proceso de habilitación, mejoramiento por legalización y legalización 30, según
corresponda; la legalización y la comunidad, y finalmente un análisis desde el pluralismo
jurídico en el desarrollo de cada uno de los barrios.
El objetivo del siguiente capítulo, es identificar y esclarecer la relación entre los pactos
colectivos, los procesos organizativos que se dieron en los barrios, y la planeación y
legalización de estos asentamientos informales.
De manera anticipada vale la pena concluir, que aquellos momentos en los que el proceso
de legalización permitió una mayor participación de la comunidad, y en ese sentido, el
reconocimiento de un pluralismo jurídico, el desarrollo de los barrios fue más exitoso que
aquellos momentos en los que no, pues se reconocía la importancia de que el urbanizador,
en este caso urbanizador-comunidad, se encargara de la provisión de unos servicios
básicos.
Los casos de estudio fueron a su vez escogidos con base en las características
identificadas en torno al pluralismo jurídico en la primera parte de la investigación, es decir,
aquellos en los que fuera más visible la coexistencia de varios órdenes jurídicos, expresado
a través del surgimiento de prácticas y acciones colectivas creadas por sujetos sociales,
de las cuales surge un orden jurídico propio, autónomo y regulador de su vida interior.
30
Si bien la investigación se orienta a la legalización de los barrios, la anterior diferenciación
conceptual se realiza teniendo en cuenta las aproximaciones sobre a materia en cada una de las
épocas, y los nombres de los programas dentro de la normatividad distrital.
112 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
A pesar de que, como se verá más adelante, el proceso organizativo de la comunidad del
barrio fue inicialmente débil y no existía un urbanizador como tal, su análisis fue
considerado como prioritario en tanto fue la respuesta de los lineamientos que venía
definiendo el Centro Interamericano de Vivienda- CINVA desde mediados de la década de
los cincuenta.
Dada la antigüedad del barrio fue muy difícil encontrar habitantes que hubieran participado
del proceso de formación del mismo, de manera que fuera posible indagar directamente
sobre el proceso que llevó la comunidad para su consolidación. En ese sentido, son usadas
principalmente las fuentes secundarias que fueron realizadas con testimonios directos de
la comunidad, en especial el escrito de Montoya de 1998 “Las Colinas. Escalera de los
sueños”, presentado al Departamento Administrativo de Acción Comunal como parte del
Concurso de historias barriales y veredales.
Es en este contexto que surge el barrio Las Colinas, ubicado en la localidad Rafael Uribe
Uribe en la UPZ Marco Fidel Suarez, como el primero de los barrios que se fundaron con
éxito en uno de estos procesos de ocupación.
113
Para lograr la ocupación definitiva, los habitantes tuvieron que desarrollar dos acciones
de invasión. La primera tuvo lugar el 1 de abril de 1961 en un predio de aproximadamente
30 fanegadas propiedad del Hospital San Carlos en el sur oriente de Bogotá (Torres
Carrillo, 1993).
El periódico El Tiempo del 2 de abril del 61 registró que 200 familias habían empezado la
ocupación de los predios en los que “cerca de un millar de personas transportadas en toda
suerte de vehículos y llevando consigo elementos sencillos de construcción […] escogieron
los lugares que consideraron más adecuados para construir su vivienda, clavaron una
estaca en cada esquina de la parcela (cada una mide 7 metros de frente por 15 de fondo)
como símbolo de propiedad y se dieron a la tarea de levantar los ranchos” (El Tiempo,
1961).
Posteriormente el 3 de abril este mismo diario publicó que el barrio había amanecido con
200 nuevas familias las cuales habían realizado el mismo proceso de invasión en las horas
114 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
de la noche, lo que daba cuenta de la velocidad en la que la ocupación crecía sobre las
lomas primero occidental y luego oriental.
El entonces Alcalde Juan Pablo Llinás y su Secretario de Gobierno llegaron a Las Colinas
y determinaron la realización de un operativo junto con la policía y el ejército para
suspender el tránsito por la zona y evitar que continuara la ocupación (El Tiempo, 1961).
El cerco de la fuerza pública, más otras acciones de desalojo, dejaron aislados y sin ningún
recurso a los habitantes, los cuales poco a poco fueron cediendo la ocupación de los
predios hasta que solo quedaron unas pocas familias haciendo resistencia.
El fracaso de esta primera ocupación lo explican Torres y Arango por la forma en la que
se componía este grupo de primeros ocupantes, pues eran en una proporción importante
de familias que de hecho ya tenían una vivienda en otro sector de la ciudad y solo llegaron
a instalarse con fines de negocio, por lo que no estaban dispuestos a hacer resistencia por
permanecer. A esto se le suma el hecho de que esta ocupación “no obedeció a ningún
plan previo ni tenia lideres claramente identificados” (Torres Carrillo, 1993).
Sin embargo posteriormente fueron olvidados por la alcaldía por lo que decidieron planear
una segunda invasión a Las Colinas. Para esta ocupación contaron con el
acompañamiento de la Central Nacional Provivienda (CENAPROV), una organización de
destechados de alcance nacional y orientada por el Partido Comunista Colombiano, a
través de la vocería de cinco delegados encargados de orientar el proceso: Pedro Salas,
Álvaro Rodríguez, Alberto Arbeláez, Hernando Garavito Muñoz y Juan de J. Ramírez
(Arango, 1986).
La acción de ocupación se llevó a cabo durante la semana santa de 1962 por medio de la
ubicación de casetas prefabricadas en puntos estratégicos con el fin de garantizar que no
fueran expulsados, y posterior a esto se empezó el loteo y ocupación según el orden en el
que llegaban las solicitudes a la Junta, método traído de la experiencia del barrio Policarpa
(Centro Colombiano de la Construcción, 1967 - 1969).
El loteo se hizo de la parte más baja a la más alta del cerro en predios de 6 por 16 ms. los
cuales encerraban los mismos ocupante con latas, tablas, guadua, cartón o paroi. Así
mismo se dejaron espacios para calles, una casa cultural y una escuela, aunque Miguel
Montoya relata que posteriormente en “las áreas destinadas a vías y zonas verdes se
construyeron viviendas, unas veces por nuevos invasores y otras por los antiguos”
(Montoya, 1998).
Los primeros años fueron particularmente difíciles pues el barrio no contaba con ningún
tipo de servicio de acueducto, alcantarillado o manejo de aguas lluvia, y a las graves
condiciones de acceso en temporadas invernales se le sumaba el hecho de que el barrio
hubiera sido ubicado en donde en otro momento estuviera ubicado el botadero del Hospital
San Carlos, lo que fomentaba la presencia de roedores y agravaba las condiciones
sanitarias.
Como una forma de garantizar que no se llevaran a cabo desalojos o que intentaran
arremeter contra las casas recién levantadas, la comunidad organizó brigadas de vigilancia
durante las noches en las que las familias patrullaban por turnos de dos horas, y al interior
del barrio los vecinos se organizaron por juntas de sector.
Por ejemplo, para el acceso al agua en un principio era necesario ir a recogerla de los
barrios vecinos como el Olaya, Quiroga, San José, La Resurrección entre otros, como dice
Montoya: “nosotros teníamos que levantarnos a hacer la cola para recoger el agüita hasta
que volvieran a ponerla. Nosotros, por ejemplo, íbamos a lavar al rio Tunjuelito cada ocho
días. Eso era un paseo”. (Montoya, 1998).
En el mismo sentido, el Padre Alfonso recordaba “En esa ocasión se dio la oportunidad de
que sacáramos el agüita de la Avenida Caracas […]. Sacamos el agua a base de
mangueras, yo conseguí el material y colocamos tres pilas: una a la entrada del barrio, otra
hacia la mitad y la última más pegada a la propiedad del Hospital”
Por otro lado la luz fue llevada de contrabando de barrios vecinos como La Resurrección,
San Pablo, entre otros. En entrevista con ´Macho Viejo` éste indicó según Montoya, que
“Para la traída de la luz, conseguimos el cable, paramos unos postes y nos conectamos
como pudimos y donde pudimos.” (Montoya, 1998)
Posiblemente por las divisiones políticas que ya existían en el barrio entre liberales,
conservadores y comunistas, y la inexperiencia de la organización, la actitud de muchos
de los vecinos no fue de confrontación frente a las acciones de la administración, sino que
por el contrario veían con esperanza las ofertas que se hacían para lograr el mejoramiento
del barrio y la rápida prestación de servicios públicos.
Con el Distrito de Bogotá como el nuevo dueño de los predios, se abrió la puerta al
fortalecimiento de las relaciones de la Junta de Acción Comunal y el gobierno. Se formula
el “Plan de habilitación de Las Colinas” proyecto piloto para América Latina de legalización
de barrios de invasión con cobertura a los 6.500 habitantes con los que contaba el barrio
en la época (El Tiempo, 1984).
Para ese mismo año empiezan las preparaciones para las acciones de la Caja de Vivienda
Popular, por encargo de Gaitán Cortes. Ante la situación anteriormente descrita, y
reconociendo las deficiencias en el acceso a los servicios públicos y en general las
condiciones deficitarias en las que vivía la comunidad, la Caja de Vivienda Popular contrató
al Centro Colombiano de la construcción, la realización de un estudio que llevará
posteriormente a la realización de un Plan Integral de Rehabilitación Urbana.
El estudio serviría para replicar el proceso de Las Colinas, en otros barrios de la ciudad.
Se planteó entre otros objetivos, algunos encaminados a determinar unas normas mínimas
de habitabilidad, selección de pautas específicas para integrar el barrio a la ciudad,
determinar el potencial de “los marginados urbanos” para una futura Política de desarrollo
urbano y solucionar los problemas de la invasión de las Colinas, con base en los recursos
de la administración distrital. (Centro colombiano de la construcción. Bowcentrum de
Colombia, 1967-1969)
Del estudio presentado por el Centro Colombiano de la construcción, vale la pena resaltar
que la aproximación que proponían era del tipo de la Planeación integral, en tanto buscaba
118 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Imagen 9. Portada del documento: Plan de Habilitación del Barrio las Colinas.
En esta línea el estudio del Centro Colombiano de la Construcción planteaba que: “la
habilitación del barrio de las Colinas debía ser integral en forma tal que abarque los
aspectos sociales, económicos y físicos, así como los administrativos. Cualquier
119
En ese sentido, se propuso una Política de desarrollo compuesta por “un programa de
requisitos urbanos, un programa detallado para el Centro de integración social, y un
Programa arquitectónico para los prototipos de vivienda”; así como criterios para la
tenencia de la tierra y la vivienda y pautas para la provisión de servicios públicos y
comunales.
Como parte del diseño urbano se definió una zonificación, un plan vial, un plan de
localización de servicios comunales y de servicios públicos y la identificación de las
tipologías de vivienda. Así mismo se hacían recomendaciones específicas el DAPD para
reestructurar normas en materia de índices de construcción y ocupación, áreas y formas
de lotes, tomando como base las características existentes del barrio.
En el mismo sentido tanto los programas sociales como comunales fueron propuestos para
responder a las necesidades expresadas por la comunidad en las diversas encuestas
como lo indicaba el informe. De manera expresa, el Centro colombiano de la construcción,
identificó que para tener una participación adecuada, “la tenencia de la tierra” debería
“estar condicionada a la participación de los adjudicatarios en los programas en sus
diversas etapas y planes.”
El Centro reconocía la importancia de que la comunidad hiciera parte del desarrollo futuro
del barrio y consideraba necesario “poner en marcha un proceso de coordinación”, entre
las diferentes entidades distritales incluyendo las empresas de servicios públicos, así como
“los esfuerzos de los habitantes de Las colinas”. Lo anterior, con el objeto de economizar
esfuerzos, evitar duplicidad y obtener mejores resultados.
A través de una encuesta el equipo consultor trabajó de la mano con los líderes de la
comunidad y algunas familias, para identificar las motivaciones para la invasión, sus
necesidades y recursos para el proceso posterior de habilitación. Con base en esto
120 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
El estudio reconoció el hecho de que un 58% de los habitantes ofreció su aporte de mano
de obra para la habilitación del barrio y las viviendas, mientras que otro porcentaje ofreció
un aporte de dinero. Por su lado, solicitaron ayuda mayoritariamente, para la construcción,
así como para materiales y asistencia técnica31.
Con base en lo anterior la Caja de Vivienda Popular, llevó a cabo una intervención en el
barrio Las Colinas que tenía como objetivos: (Caja de la Vivienda Popular, 1976)
1. “Integrar a la vida urbana una comunidad marginada de las condiciones que esta
vida implica.
2. Legalizar la situación de la tenencia de la tierra.
3. Promover el mejoramiento progresivo de las viviendas y la habilitación y
saneamiento ambiental del barrio.
4. Promover, fomentar y estimular el desarrollo de las potencialidades y recursos de
la comunidad y sus habitantes.”
Para esto la intervención fue dividida en dos etapas. La primera compuesta por la
construcción de las redes de servicios públicos, los programas de capacitación y bolsa de
31
Con base en el diagnóstico socio económico de la población, que definía la capacidad de
endeudamiento de la comunidad con base en el pago de cánones de arrendamiento e inversión en
la vivienda, es estableció que la mayoría de la población podría “invertir entre 26 pesos y 54 pesos.
El 10% podría aportar entre 51 pesos y 75 pesos y el 21.5% podría aportar por encima de dicha
suma”, para la habilitación de las viviendas.
121
Durante el año 1969 se inició como tal la intervención, en la que la CVP financió las obras
de infraestructura, ejecutadas en su totalidad, mientras que “la comunidad aportó la mano
de obra para las vías peatonales y el desarrollo de las viviendas.”
Imagen 10. Antes y después de la habilitación de Las Colinas. (El Tiempo, 1984)
En tanto Las Colinas era considerado como un barrio de desarrollo incompleto, el proceso
de habilitación fue llevado a cabo bajo el Acuerdo 22 de 1963, pues el proceso de
ocupación y lotificación inició en el año 1961.
Como se indicó en el capítulo anterior, en el marco de dicho Acuerdo, durante este periodo
la Administración Distrital llevaba a cabo el proceso de “habilitación”. A través de este se
buscaba la forma de subsanar la falta de licencia, la elaboración y aprobación de plano con
122 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Si bien la comunidad había definido los lugares de las vías y había construido
artesanalmente un acueducto y alcantarillado comunitario, el estudio del Centro
Colombiano de la Construcción, determinó que si bien las vías estaban respetando la
topografía, la división del suelo que se había hecho no había tenido en cuenta los
requerimientos que tendrían la posterior instalación de redes de servicios de acueducto y
alcantarillado.
La provisión de los servicios públicos tuvo que ver mucho con el tema de la vivienda
propuesta inicialmente en el proyecto. El plan inicial de construcción y perfeccionamiento
del barrio de la CVP era el de “edificar bloques de 4 o 5 pisos, ubicar allí a la gente que ya
estaba organizada en sus casas, con el fin de desocupar la tierra e ir construyendo más
123
apartamentos”32 (Montoya, 1998). Sin embargo los habitantes se negaron a aceptar estas
condiciones y cualquier otra intervención por parte de la Caja, así fuera solo en los diseños,
por lo que se “optó por otorgar un paquete de crédito que incluía el lote, la unidad sanitaria
y materiales de construcción […] por la suma de $18.800.”
Esto llevó a que finalmente muchos de los habitantes originales prefirieran vender sus lotes
y mudarse a otros barrios. Situación que resulto ir en contra de la misma Caja pues aunque
se hizo la instalación de los servicios y todos los habitantes del barrio estaban disfrutando
de las mejoras, solo la mitad de la gente había firmado los contratos por lo que nadie quiso
seguir pagando los préstamos y el gobierno tuvo que asumir grandes pérdidas (Arango,
1986).
A pesar de los problemas que surgieron como parte de la habilitación del barrio, incluso
las diferencias entre la CVP y la comunidad, se continuó tal y como inicialmente fue
planteado. En el marco del proyecto se llevó a cabo la construcción del Centro de
Integración Comunal del Barrio Las Colinas, con financiación de la Lotería de Bogotá, que
fue inaugurado el 11 de Abril de 1970 por el alcalde Emilio Urrea y el gerente de la CVP.
32
Entrevista a don Eduardo Ramírez en (Montoya, 1998)
124 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
En 1984 el barrio vuelve a ser noticia cuando José Ignacio Sanclemente, gerente de la
CVP, expone en una conferencia en Estados Unidos el caso de Las Colinas como un
modelo a seguir en legalización y rehabilitación de tugurios, además de ser demostrativo
de la acción de la comunidad (El Tiempo, 1984).
Imagen 11. Barrio Las Colinas. Fuente: Google Street View. Octubre de 2015.
Actualmente el barrio Las Colinas está completamente consolidado, cuenta con un sistema
de vías pavimentadas, acceso a diferentes medios de transporte como SITP y la troncal
de Transmileno de la Caracas. Además tiene un amplio circuito de circulaciones
peatonales de escaleras para el acceso a las viviendas las cuales fueron objeto de planes
de mejoramiento dentro de la reglamentación de la UPZ Marco Fidel Suarez en 2007. Las
casas son de entre uno y tres pisos, la mayoría en bloque de ladrillo a la vista.
Sin embargo aún hoy el barrio sigue presentando un déficit de espacio para la recreación
y el deporte, además de espacios públicos efectivos.
Como parte de la defensa de las viviendas precarias que habían construido en un primer
momento, los pobladores acudieron a CENAPROV para consolidar el proceso de
ocupación, y fueron conformados unos comités o brigadas de vigilancia.
Más allá de esta primera necesidad básica, la comunidad requería proveerse de una serie
de servicios adicionales, tales como agua potable y electricidad. Para esto, como se indicó
anteriormente, se llevaron a cabo acciones comunales, como la construcción de los
canales de desagüe, las vías de acceso, instalaciones clandestinas de energía y
organización en torno al agua, con la construcción de pilas. Además de esto, a medida que
fueron parcelando el terreno, dejaron espacios para la futura construcción de una Casa
Comunal y una escuela. 33
33
Así lo documenta (Torres Carrillo, 1993)
126 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Si bien el proceso respondió a una organización que se dio de facto, lo cierto es que como
parte del proceso de consolidación del barrio Las Colinas, se evidencian unos primeros
acuerdos o reglas que se crearon de hecho y a través de la práctica. Estas reglas, por
fuera de las reglas institucionales que había para la época sobre consolidación de barrios
obreros, eran acatadas por los pobladores pues estaban convencidos de que de esta forma
el barrio tendría mejores condiciones.
Muestra de lo anterior son los testimonios recogidos por Montoya, en el que se cuenta la
forma como a través de la ayuda mutua, la comunidad fue resolviendo sus necesidades
básicas, incluso a través de medios ilegales, como las redes clandestinas de electricidad
o la extracción de agua de tubos en zonas cercanas. (Montoya, 1998)
Además de lo anterior, durante el desarrollo inicial del barrio, CENAPROV jugó un papel
importante en la organización del mismo. Lo anterior a través de la definición de los
primeros trazados, la conformación de la Junta de Defensa y la asesoría sobre cómo
organizarse y poder enfrentar las intervenciones constantes de la fuerza pública.
34
Dice (Torres Carrillo, 1993). “La actuación de las autoridades combinó la represión con la
persuasión. Mientras que hostigaba a los invasores con cercos policiales y órdenes de lanzamiento,
procuraba atraer a los habitantes de Las Colinas ofreciéndoles colaboración siempre y cuando
abandonaran la Junta de Defensa y constituyeran una Junta de Acción Comunal.”
127
En desarrollo de dicha problemática fracasó el plan inicial para la provisión del sistema de
acueducto y alcantarillado, pues si bien inicialmente se había previsto la necesidad de que
este fuera producto del trabajo conjunto y mancomunado de la CVP y la población; en tanto
existían dos organizaciones comunitarias con diferencias, finalmente sólo algunos
pobladores se comprometieron a brindar aportes económicos para su realización. Por lo
anterior, en última instancia la Administración distrital tuvo que correr con los gastos de
esta construcción.
En este caso, y como se verá posteriormente en el caso del barrio Nuevo Chile, el deseo
de institucionalizar las prácticas y organizaciones comunitarias, llevó a fragmentar los
procesos existentes en el interior de los barrios. Para el caso de Las Colinas esta
fragmentación llevó al rompimiento de las relaciones vecinales, que si bien hoy perduran,
son significativamente diferentes a las existentes en otros barrios.
La intervención estatal, a pesar de estar orientada por los planteamientos del CINVA y de
Turner35, pasó por alto el hecho de que imponer requisitos incluso para fomentar la
organización comunitaria, podría traer serias repercusiones en el desarrollo de los barrios.
En este sentido la intención estatal de integrar al orden normativo estatal, las prácticas de
los pobladores de Las Colinas a través de la institucionalización de la organización
35
El CINVA y las intervenciones que planeó, estaban orientadas por diversos planteamientos como
los de Jhon Turner, quien tenía la idea de la aplicación de la acción comunitaria bajo principios
democráticos fundados en la equidad. Turner quien fue consultor de las Naciones Unidas, indicó a
partir de su trabajo en Perú, que era necesario aceptar los principios del ‘Desarrollo Progresivo’ de
los migrantes espontáneos, e incorporar “políticas integrales basadas en la promoción del esfuerzo
propio de los habitantes en la búsqueda de soluciones, de suyo mucho más baratas y eficaces que
las tradicionalmente utilizadas por el Estado burocrático.”
128 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
En ese sentido y a manera de conclusión, vale la pena resaltar que si bien el Acuerdo 22
de 1963, bajo el cual se lleva a cabo el proceso de habilitación, no decía nada de manera
taxativa sobre la legalización, todos los barrios habilitados a partir de dicha normatividad,
son considerados como legales como parte de la aplicación del Acuerdo referido.
Imagen 12. Ubicación del barrio Nuevo Chile. Elaboración personal en Google Maps.
Esto demostraba que si bien la creación del barrio Nuevo Chile era producto de una acción
mucho más planificada que recogía las experiencias fundamentales de Las Colinas y el
Policarpa, no se tuvieron en cuenta diversos aspectos para la adquisición del terreno, como
la desfavorable situación geográfica de la zona, los accesos a la misma, la lejanía de las
redes desde donde se podía llegar a contrabandear los servicios.
dicho trámite, ocupan el predio las familias de Arturo Tobón, Julián Cortez, Luis Hernández
e Ituriel Cortez, con un total de 24 personas. (Rodriguez Martinez & Herrera Brand, 2013)
Posteriormente como lo expresa uno de los habitantes, cuando “llegó la gente se le puso
el nombre de El mar de la tranquilidad, por lo que era un potrero muy tranquilo, un sitio que
estaba un poco aislado del ruido, […] todo el que llegara aquí podía estar tranquilo en
cuanto a su descanso y en cuanto a su vivienda” (Lara Maldonado, 2015).
No hay un acuerdo entre los diferentes autores sobre el número exacto de desalojos que
se dieron entre febrero y julio de 1971, sin embargo se sabe que después de uno de estos
desalojos los ocupantes terminaron detenidos en la Escuela General Santander, en la cual
las familias decidieron seguir la orientación de la CNP de resistir y tomarse la cárcel hasta
que les fueran devueltos sus enceres y les permitieran volver al barrio. Durante esta
ocupación la comunidad aprovechó para elegir una comisión provisional para direccionar
y organizar a la gente en lo concerniente al barrio, y es durante este mismo periodo que
se nombra definitivamente el barrio como Nuevo Chile. Esto debido al triunfo de la Unidad
Popular en Chile. Finalmente en julio del mismo año vuelven los dirigentes y familias
detenidas al barrio e instauran la Junta Directiva de Nuevo Chile en forma definitiva con lo
que empieza un nuevo periodo para la organización.
Fueron varios los hostigamientos, por una parte se registran importantes enfrentamientos
entre la comunidad y la empresa Carboquimicas, pues los predios por los que los
pobladores circulaban para salir del barrio eran de su propiedad, por lo que trataron de
sabotear permanentemente el paso de la gente por la zona. Esta empresa acusaba a los
131
vecinos de ser “elementos antisociales que podrían atentar contra la fábrica”, por lo que
los pobladores conformaron una comisión de vecinos para realizar gestiones ante
Planeación Distrital para constatar que los terrenos por donde transitaban los pobladores
era una vía pública, por lo que en asamblea general decidieron construir la vía por la fuerza
(Romero Osorio & Orjuela Peña, 1981).
Por otro lado, la reacción de la policía y las autoridades distritales ante la ocupación, fue
la de crear una campaña difamatoria de los pobladores ante los medios de comunicación,
además de realizar nuevos allanamientos, intentos de desalojos y cercos policiales que
procuraban evitar la llegada de nuevas familias. Dentro de las acciones para el
debilitamiento de la organización, el Departamento de Acción Comunal Distrital incentivó
en 1972 la creación de la Junta de Acción Comunal como una forma de fragmentar
organizativamente el barrio.
Sin embargo, en general la comunidad se mantuvo del lado de la CNP, por lo que aun
cuando se creó la JAC y las instituciones insistieron en hablar exclusivamente con sus
miembros, la Central fue respaldad por la comunidad pues contaba con una gran
legitimidad, no sólo por ser habitantes del barrio, sino también, gracias al respaldo de
concejales y otros miembros gubernamentales como Mario Upegui, Teófilo Forero y
Gilberto Vieira. Por esta razón, la CNP se mantuvo como vocera legítima para lograr las
mejoras del barrio.
La estructura organizativa fue definida en parte por la dirección nacional de la CNP. “Se
implantó en el barrio el tipo de organización por comisiones que impulsa CENAPROV, a
través de diez comisiones especiales y diez de sector, una por cada dos manzanas o
sesenta familias” (Lazala Silva, 1982).
132 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Este modelo de organización impulsaba nuevas formas de vida en los vecindarios, a través
de “los barrios de nuevo tipo”, en los que había “vigilancia y seguridad propia, fiestas,
bazares populares, y solución colectiva de los problemas de equipamiento - con excepción
de la construcción misma de las viviendas.” (Lazala Silva, 1982).
Romero cuenta que después de que los vecinos estaban organizados, empezaron a hacer
mejoras en los terrenos, nivelando el suelo, trazando calles, buscando la prestación de
servicios públicos básicos como agua, alcantarillado y luz, y realizando la primera
construcción de un equipamiento colectivo, la casa cultural. (Romero Osorio & Orjuela
Peña, 1981)
Imagen 13. Construcción del Barrio. Fuente: (CENAPROV Nuevo Chile, s.f.)
El primer acceso a los servicios de agua y luz se hizo por contrabando. Para el agua por
ejemplo, se instaló una tubería que venía desde el barrio El Socorro y se organizó un
sistema de pilas al interior del barrio. Don Lucio recuerda que durante este tiempo los niños
y las mujeres cumplían un papel determinante pues eran ellos quienes iban a hacer las
filas para recoger y cargar el agua. (Lara Maldonado, 2015).
Para el servicio de luz se realizó una asamblea general en la que se aprobó la compra de
un alambre para traer una línea de luz desde el Socorro, sin embargo por la mala calidad
de la instalación solo se prestó el servicio de energía para dos bombillos en la casa cultural,
que en ese momento seguía siendo de esterilla y teja de zinc.
El año de 1975 es de gran importancia para la constitución del barrio, por un lado, los
residentes que habían tenido una época de tregua frente a los desalojos, recibieron a la
media noche del jueves santo de este año un “piquete de soldados que invadieron por
sorpresa el barrio” En este “[…] el cabo al mando ordenó a las tropas arremeter contra los
ciudadanos, quienes fueron puestos de cara a la pared y con las manos en alto, para ser
requisados al tiempo que recibían culetazos y patadas” (Romero Osorio & Orjuela Peña,
1981).Hechos que fueron denunciados por los habitantes, los concejales asociados a la
CNP y las centrales obreras cercanas, de las que además recibieron diferentes ayudas
económicas importantes para las mejoras que se querían hacer.
Por otro lado, durante este mismo año la comisión especial de servicios de Nuevo Chile
logra llegar a acuerdos con las empresas prestadoras de servicios para la instalación de
redes de forma legal. Aunque inicialmente las empresas se mostraron indiferentes a las
solicitudes realizadas, se dieron cuenta, de que basados en la experiencia de Las Colinas
y Policarpa, de todas maneras la gente tomaría los servicios de alguna parte por lo que
era mejor llegar a un acuerdo (Arango, 1986).
134 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
El principio general de planeación era dejar los espacios para los equipamientos y
posteriormente desarrollarlos a medida que se iban consiguiendo los recursos (Lara
Maldonado, 2015). Para la consecución de gran parte de los fondos se contó con los
apoyos económicos que lograban gestionar concejales como Mario Upegui.
Lo principal para CENAPROV y para la comunidad era lograr hacer la instalación de una
casa cultural y de una escuela. La casa cultural tuvo dos ubicaciones, primero los mismos
habitantes construyeron una con paredes de bahareque que además de casa cultural
funcionó como primera escuela. Más tarde en 1976, el salón es construido en otro lugar
cuando se consigue el dinero para comprar ladrillos y tejas Eternit. En la misma forma se
realizó la instalación de una cancha de baloncesto y de un pequeño parque.
Para 1976 el barrio contaba con una población de 419 familias. Romero y Orjuela describen
que las casas de los residentes eran tugurios en su mayoría, casa lotes y casas
incompletas todavía carentes de servicios básicos indispensables. Indican que en su
observación, encuentran una manifestación visible de la tradición campesina original de
los habitantes en el diseño de sus casas, en las que además hay cultivos de hortalizas,
hierbas y algunos animales domésticos. Recalcan además que parte de la "idiosincrasia
de las gentes denota cierta cohesión social manifiesta en el interés de la mayor parte de
los moradores por los problemas de sus vecinos, la espontaneidad y la sencillez de su
135
carácter, así como el interés general por el mantenimiento higiénico del barrio". (Romero
Osorio & Orjuela Peña, 1981)
Posteriormente llegan otros servicios al Nuevo Chile. Por ejemplo en 1979 llega la primera
ruta de buses de transporte público directamente al barrio, y en 1980 se instala la primera
red de teléfonos públicos.
Sin embargo pronto la CVP se dio cuenta que por la carencia de títulos de propiedad, lotes
y viviendas quedaban exentas del pago de ciertos gravámenes catastrales y otros
impuestos complementarios de valorización que la administración liquida en contra de los
propietarios contribuyentes. (Romero Osorio & Orjuela Peña, 1981). Es por esto en la
medida en que la falta de títulos no era un problema para que los ocupantes fueran
encontrando la forma de proveerse de servicios público sin hacer ningún pago por estos,
eventualmente fue la misma institución quien tuvo el afán de sacar adelante el proceso.
Desde los años 80 a hoy se ha dado un proceso de consolidación del barrio, en el que la
escuela se ha convertido en un colegio de gran relevancia, las vías están completamente
pavimentadas y la prestación de servicios es completa. Sin embargo, algunos espacios
que originariamente se habían dispuesto como zonas verdes y espacio público, hoy hacen
parte de un parqueadero que ayuda al sostenimiento de la casa comunal y los espacios
que maneja la Junta Directiva.
136 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Es importante resaltar que aunque hoy persiste la organización comunitaria, y esta sigue
jugando un papel muy importante al interior del Nuevo Chile, manteniendo espacios como
la casa cultural, varios de los miembros iniciales ya no hacen parte del barrio, debido al
genocidio de la Unión Patriótica.
A pesar de que Nuevo Chile hace parte de un listado de barrios que se ordenan legalizar
mediante el Acuerdo 1 de 1986, este no se vio afectado por los problemas que las
legalizaciones masivas generalmente conllevan. Bien indica Jiménez que con estos
procedimientos propuestos “por los partidos políticos se dejaban considerables vacíos,
especialmente cortando los procesos de reivindicación de comunidades frente a los
urbanizadores clandestinos como frente a las autoridades.”
A diferencia de lo anterior, Nuevo Chile llevó a cabo el proceso como fue planteado por la
normatividad referida, gracias a la organización bien consolidada que existía en el interior
y a que urbanizador y comunidad eran uno solo. Reconociendo la carencia de uno o varios
servicios públicos y la falta de licencia de construcción, el proceso se orientó en el marco
de lo que Jiménez llama la política curativa de los Desarrollos incompletos.
137
En el marco de dicha normatividad, la idea era que el urbanizador fuera involucrado dentro
del proceso y asegurara la dotación de la infraestructura básica para el asentamiento. En
la medida en que Nuevo Chile no es el resultado del accionar de un privado, sino del trabajo
colectivo de una comunidad organizada, el proceso de legalización fortaleció a su vez el
trabajo organizativo.
Al finalizar el proceso el barrio fue legalizado con sus 103.250,00 M2, de los cuales
24.278,78 m2 corresponden a vías locales, 26.434,54M2 a áreas verdes y comunales y
786,25 M2 al área cultural, así como los 540 lotes, cuyo proceso de desenglobe y
138 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Si bien CENAPROV sigue una serie de acuerdos que se definen en la escala distrital y
nacional a través de los diferentes Directivos nacionales, lo cierto es que las intervenciones
puntuales en los barrios se definen a través de unos acuerdos comunitarios establecidos
por los pobladores.
Es en 1978, nueve años antes de la legalización del barrio, que se evidencia de manera
más clara dicha participación, pues en este año la comunidad acordó con la Empresa de
Acueducto y Alcantarillado, la cual ya había solucionado el tema del acueducto, que esta
institución se encargaría de la elaboración de los planos de alcantarillado y el presupuesto
de los costos.
En la medida en que los estudios realizados por la entidad dieron como resultado dos
presupuestos diferentes, se acordó con la comunidad que esta otorgaría los planos y una
139
Para lograr esta construcción, los vecinos llevaron a cabo colectas en las que a todos les
correspondía dar una cuota, fiestas y bazares para recoger fondos, e incluso quienes no
trabajaran deberían participar de otras formas. En el mismo sentido se realizaron una serie
de actividades para pavimentar el barrio, gracias a la ayuda mutua y el trabajo colaborativo
de la población con el que casi el 90% del barrio fue pavimentado. (Lara Maldonado, 2015)
Hay que recordar el hecho de que como parte de la propuesta de los Barrios de Nuevo
Tipo, CENAPROV siempre consideró importante los lugares de encuentro y desarrollo
comunitario, por lo que en Nuevo Chile y los demás, fueron construidos Centros culturales,
como ejes de la vida social del barrio. Los vecinos del barrio indican que para ellos “lo
fundamental era tener los espacios para casa cultural, sitios de recreación, escuela, lo que
verdaderamente necesita un barrio para su progreso y su bienestar”. También se dijo que
por cierto lugar “iba a pasar una avenida y los espacios que iban a quedar como espacio
público para las cesiones”.
Por su lado, la resolución de legalización del barrio, como ya se indicó, reconoció todas las
cesiones viales, de áreas verdes y servicios comunitarios, así como la existencia de la
infraestructura de los servicios públicos básicos, que tanto para la energía, el acueducto y
el alcantarillado fueron construidos directamente o con el aporte de la comunidad.
Con la llegada de los pobladores al barrio, de manera casi inmediata surgen una serie de
conflictos entre la administración pública y los habitantes, quienes se resisten a las órdenes
de desalojo. Pero es la organización de las acciones en torno a las principales
necesidades, lo que configura un orden jurídico paralelo al interior del barrio.
Alrededor de la provisión de los servicios públicos básicos como el agua y la luz, la Junta
Directiva de la CNP promueve acciones que son llevadas a cabo en conjunto por toda la
población. Desde los primeros momentos, con la obtención del agua desde piletas
cercanas, la población implementa una serie de pactos y acuerdos para poder proveerse
de estos servicios.
A pesar de que posteriormente, muchas de las gestiones para la interlocución con las
entidades públicas se hacen a través de líderes e individuos, la construcción de los
espacios comunes, y del acueducto en sí mismo, se realizó por actores colectivos.
Fueron las necesidades, las prácticas y acciones colectivas realizadas a partir de las
cuales surge ese ordenamiento jurídico, de manera que el centro de producción del
141
El hecho de que los espacios para las vías públicas, equipamientos sociales y espacios
verdes, fueran dejados libres y no se ocuparan como parte del proceso de loteo, da cuenta
de que más allá de que la comunidad hiciera las veces de urbanizador, se configuraban
unas reglas de conducta que se creaban “por su acatamiento en la práctica, a la vez que
se configuraban como patrones de comportamiento identificados por los grupos sociales”.
Si bien la CNP seguía los lineamientos de las directrices nacionales, en la práctica los
acuerdos surgían con la convivencia cotidiana, con el dialogo en torno a la solución de las
necesidades básicas. Del barrio surgió una estructura tal que engendró un orden jurídico
propio, autónomo y regulador de su vida interior. “Un orden legítimo, válido y
privilegiadamente eficaz, al estar libre de imposiciones y estar construido en torno a la paz,
la ayuda mutua y las tareas comunes.”
Muestra de lo anterior son las cesiones que se otorgaron como parte de las áreas verdes,
las cuales sobrepasaban las exigencias normativas de la época, incluidas en el Decreto
2489 de 1980, como se muestra a continuación.
Tabla 2. Cuadro de áreas. Fuente: Elaboración propia con base en la Resolución 416 de 1997 y el
decreto 2489 de 1980.
Sin lugar a dudas, la CNP se configuró como una autoridad al interior del barrio, la cual
intermediaba a través de sus diferentes Comisiones. Con esta se logró la definición de las
cesiones, que si bien inicialmente se encontraban en déficit de áreas comunales
construidas pues sólo existía en su momento la casa comunal, fueron dejadas las áreas
verdes correspondientes al Parque de los abuelos, el Parque principal frente a la casa
cultural, las Canchas deportivas, y un área mayor que en la actualidad corresponde a la
escuela y a un parqueadero.
Así mismo, la Junta directiva no sólo intermediaba en la obtención de los servicios básicos
y comunitarios, sino también en la resolución de conflictos generados al interior del barrio,
143
que eran “procesados con base en recursos normativos e institucionales internos.” (De
Sousa Santos, 1991, p. 72)
Imagen 14. Barrio Nuevo chile. Parque principal y casa cultural. Fuente: Google Street View. Octubre
de 2015.
En el barrio Nuevo Chile, durante una gran parte de su historia, el centro del Derecho fue
la sociedad misma, las relaciones para construir física y organizativamente el barrio; el
derecho vivo extra estatal que se expresó a través de esas reglas de conducta que
regularon, ordenaron y determinaron los habitantes del barrio para la consolidación del
mismo.
144 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Imagen 15. Ubicación del barrio Santa Cecilia Norte Parte Alta. Elaboración personal en Google Maps.
El origen del barrio Santa Cecilia parte Alta, ubicado en la localidad de Usaquén, en la UPZ
San Cristóbal, se da a inicios de los años 70, cuando un hacendado de nombre José María
Sánchez decide empezar a lotear sus propiedades en la parte baja de los cerros orientales
de Usaquén. Don José María hacía promesas de compraventa de los terrenos, que no
contaban con ningún tipo de servicio y que el mismo delimitaba, primero en manzanas y
luego en lotes. (Ramírez, 2015)
Hacia 1972 los primeros vecinos del barrio llegan a la zona a “tumbar monte”, por lo que
las primeras obras que tuvieron que hacer fueron las de despejar y explanar los lotes.
Desde 1973 la familia de Francisco Moreno y Graciela de Moreno, quienes vivían en la
carrera 7 con 163 empezaron a colaborar con los pobladores de Santa Cecilia
permitiéndoles guardar en su casa las herramientas y materiales de construcción. Además
les prestaron durante mucho tiempo ayuda para poder recibir la correspondencia que no
podían recibir en el barrio por falta de nomenclatura.
145
Durante ese mismo año empiezan a mudarse los primeros vecinos una vez que lograban
levantar una primera habitación, proceso que llegaba a ser muy difícil, teniendo en cuenta
que por la falta de transporte para subir los materiales de construcción, debían subir a
hombro todo lo que necesitaran, además de que las obras se llevaban a cabo solo los fines
de semana debido a las obligaciones laborales.
Una vez estaban en el lugar los primeros vecinos, fue necesario crear formas de
organización que les permitieran dar solución a las problemáticas que surgían por la falta
de agua, luz, alcantarillado y malla vial. Lo primero fue la creación de comités que
organizaban jornadas de trabajo para hacer las obras de construcción los fines de semana
y la organización de turnos de vigilancia para que no robaran las pocas cosas que se
tenían.
En 1973 se conforma el primer Comité Cívico en el que participaron todos los líderes de la
época y que en 1974, con ayuda de Hernán Rodríguez director del Departamento
Administrativo de Acción Comunal de Distrito, se convirtió en la Junta de Acción Comunal,
con personería jurídica desde octubre del mismo año, y conformada por Guillermo Alba,
Efraín Rodríguez, Hernán Borja, Alba Luz Ramírez, Ana Molina de Calcetero, Jorge Emilio
Leguizamón, Luis Bernal y algunos más.
Para el acceso a los servicios públicos se hicieron diferentes obras y gestiones desde la
misma comunidad, así lo indican Alba Lucía Ramírez y Luis Felipe Rojas, vecinos del barrio
que fueron entrevistados. En principio para el acceso al agua, lo que se hizo como parte
de las brigadas de trabajo, fue la construcción de dos pequeñas represas en los nacederos
de la quebrada de San Cristóbal, desde las cuales se extendían redes de mangueras hasta
canecas metálicas que eran compradas por la comunidad.
Para la luz se hizo la compra colectiva de un cable que la trajera desde la séptima, este
proceso se llevó a cabo en varias ocasiones pues por la instalación de contrabando los
comerciantes de la séptima se veían afectados, se quejaban con la empresa de energía y
esta procedía a quitarles la instalación.
146 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Después de estas conexiones temporales, la JAC procedió a hacer las solicitudes formales
a las diferentes empresas para asegurar la prestación completa de los servicios públicos.
El servicio de luz fue inaugurado en octubre de 1978, con las instalaciones realizadas por
la empresa, aunque los postes de madera tuvieron que ser subidos por los burros de los
habitantes.
Para meter la tubería se dispusieron en forma provisional unos tanques pequeños por
cuadras, los cuales se hicieron en ladrillo y permitieron la distribución temporal del agua
hasta la instalación final de la red de acueducto. Sin embargo, es importante resaltar que
no todas las personas se beneficiaron de la prestación del servicio de manera comunitaria,
precisamente aquellos que hicieron parte del proceso de legalización definitivo, tuvieron
que ir en forma individual a hacer el pago de una cuota de instalación.
Los servicios de teléfono y gas llegaron más tarde, el primero en 1986 gracias a la Empresa
de Teléfonos de Bogotá, y el segundo entre el 2000 y el 2001.
El transporte era muy difícil en el barrio, primero porque en el loteo hecho inicialmente no
se contemplaron los espacios para las vías por lo que los vecinos tuvieron que ir cediendo
parte de sus lotes para construir los caminos, primero trochas y caminos de herradura. El
único medio de transporte de la zona es informal, a través de carros particulares que desde
los 90 suben a los habitantes a las partes altas.
Dentro de las acciones iniciales de urbanización, hechas por el urbanizador José María
Sánchez, estaba la creación de una zona comunal para una escuela, una cancha y un
jardín, y en la cual se levantaron posteriormente todos los equipamientos colectivos del
barrio. Para su construcción se hacían festivales, bazares, reinados, entre otros, para
lograr financiar la obra.
147
Lo primero que se construyó fue el salón comunal, con ayuda del Padre Silvestre Pongutá,
a través de donaciones de la Universidad del Rosario. Hoy en día el salón comunal
Guillermo Alba tiene dos pisos, en el primero funciona el salón comunal y en el segundo la
capilla, el centro de salud, la biblioteca comunitaria y la sede del programa de los abuelos
del barrio.
Posteriormente entre 1985 y 1988 se inician las obras para construir un segundo salón
comunal para el sector bajo, en un predio sin dueño y que era cuidado por los vecinos. En
el 2001 la JAC consigue con la Alcaldía Local el dinero para la construcción del segundo
piso.
Posteriormente se consiguió levantar una escuela primaria, para esto se contó con la
ayuda de una comunidad de religiosos quienes consiguieron casetas prefabricadas en las
que ellos mismos venían a dictar las clases de primaria, sin embargo años después, en el
2000, durante una fuerte lluvia se derrumbó un barranco y quedaron destruidas las casas
de la escuela.
La legalización de los predios y del barrio fue un proceso largo, pero con menores
dificultades que la de los barrios de invasión, ya que los vecinos contaban en su mayoría
con los contratos de compra de los lotes que habían hecho con José María Sánchez
Carreño, sin embargo fue necesario que el Instituto de Crédito Territorial interviniera para
poder sacar las primeras escrituras en 1988, pues hacía falta el proceso divisorio. Otras
escrituras tardaron un poco más, pues apareció un heredero alegando la propiedad sobre
los lotes, sin embargo por intermediación de la Súper Intendencia de Sociedades y en
juicios de pertenencia, se consolida casi en su totalidad la legalización de la tenencia.
148 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Por otro lado la legalización del barrio empieza a ser preocupación para los vecinos desde
1986 cuando por la ruptura de un tubo y la falla del terreno, se producen afectaciones en
algunas de las casas. En época del gobierno de Antanas Mockus, el área en la que está
el barrio es declarada como zona de alto riesgo, lo que genera entre la gente la
preocupación en torno a la permanencia y la dificultad que esto implicaba para la
intermediación con las instituciones para conseguir las mejoras que el barrio aún estaba
necesitando.
En ese sentido, la legalización definitiva llevada a cabo en 1996 respondió a una lógica
distinta en la que es el Estado es el agente con mayores responsabilidades en materia de
intervención del barrio.
Bajo el mandato del Acuerdo 6 de 1990, Santa Cecilia parte alta es legalizado a través de
la resolución 0018 de 1999. (Departamento Administrativo de Planeación Distrital, 1999) A
diferencia de la etapa anterior en la que previo a la legalización el urbanizador debía
garantizar el acceso a los servicios públicos a través de la habilitación, desde 1990 este
procedimiento es requisito para el acceso a los servicios. Es decir que la prestación de los
mismos sólo puede consolidarse una vez legalizado el barrio.
149
Es así como al interior del barrio, los primeros habitantes quienes participaron del proceso
de legalización anterior, tienen redes de acueducto y alcantarillado que fueron construidas
colectivamente durante los ochenta y en las que el urbanizador participó también con las
correspondientes cesiones. Como parte de este proceso se dejaron los espacios para la
construcción de una cancha y dos áreas comunales.
Por el contrario, los habitantes más recientes tienen redes de acueducto sólo en la medida
en que pudieron pagarlas a través de las cuotas pactadas directamente con las empresas
prestadoras de servicios, hubo un aumento en la lotificación y una disminución de las
cesiones viales.
Así mismo, a través del aporte y recolecta de fondos de los vecinos se compraron
mangueras para acceder al agua desde el pozo de la quebrada San Cristóbal. Este pozo
se construyó a manera de acueducto comunitario, entre los habitantes de los barrios Santa
Cecilia parte alta y Cerro Norte, aunque era el último el que más se beneficiaba.
Imagen 16. UPZ San Cristóbal Norte. Barrio Santa Cecilia Norte Parte Alta al costado izquierdo.
Fuente: (Valero, 2015)
Bajo la nueva normatividad cada propietario debía pagar una suma de más de un millón
de pesos para la instalación de las redes, lo cual fue asumido de manera individual. Con
la legalización se llevó a cabo la pavimentación de la vía principal, dejada desde el inicio
por el urbanizador.
Estas prácticas comunitarias fueron las que llevaron a cierta consolidación del barrio, que
para 1985 estaba adelantando el proceso de legalización del mismo. Con el detenimiento
del proceso por la declaratoria de riesgo, muchos de los asuntos colectivos que hasta el
momento eran definidos en conjunto por la comunidad, dejaron de gestionarse poco a
poco, hasta que perduró únicamente la participación de los habitantes a través de la JAC.
Para 1996, año en el que se inicia nuevamente el proceso de legalización, era la Junta de
Acción Comunal la encargada de gestionar los asuntos del barrio. Por su lado, la
comunidad en general participaba muy poco en el desarrollo del mismo, tal y como se
concluye del relato de Alba Lucía Ramírez, quien asegura que durante los años que estuvo
fuera de la JAC, no se enteró de lo que sucedió con el barrio.
El proceso, fue llevado gracias a la gestión de vecinos como Luis Felipe Rojas Chacón,
quien indica que el barrio es legalizado, gracias a la gestión de concejales que se
comprometieron a ayudarles a cambio del voto. (Rojas Chacón, 2015)
En ese sentido, durante este último proceso, esas reglas y pactos que se evidenciaron en
la primera parte de la historia del barrio, no fueron consolidados. Esto en parte, teniendo
en cuenta que las necesidades no eran vistas como situaciones que debían
autogestionarse, sino como meras expectativas que debían ser provistas por el Estado o
el mercado.
153
2.4 Conclusiones
A partir del anterior análisis se pudo demostrar cuál ha sido la relación de la legalización
de los barrios, con los procesos organizativos de construcción del territorio como órdenes
jurídicos paralelos, durante la primera parte de existencia de estos tres asentamientos
informales.
Como resultado del trabajo realizado en el barrio Las Colinas, se evidenció como en un
primer momento la legalización, o reconocimiento de la existencia del barrio, fue un
proceso posterior a la intervención general en materia de habilitación. De esta forma se
pudo esclarecer que la prioridad de dicho proceso fue intervenir las condiciones de
habitabilidad del barrio, en conjunto con la participación activa de la comunidad que si bien
no estaba tan organizada como en los otros dos casos, si jugó un papel importante tanto
en la definición de los programas, como en la ejecución y priorización de las intervenciones.
Como se pudo observar con el análisis realizado en el barrio Nuevo Chile, para la época
en la que estuvieron vigentes los Acuerdos 20 y 21 de 1972 y el Decreto 2489 de 1980, la
legalización de los barrios reconoció la existencia de un orden jurídico paralelo que surgió
en el seno de las comunidades que a su vez eran el urbanizador.
Este orden jurídico no sólo permitió el desarrollo físico y organizativo del barrio, sino que a
su vez facilitó su habilitación, es decir, la provisión de los servicios básicos fundamentales,
en la medida en que de manera conjunta, tanto financieramente como en ejecución de las
obras, se consolidó el sistema de servicios públicos, e incluso, las primeras etapas de los
154 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Por su lado el proceso del barrio Santa Cecilia parte alta, respondió a dos momentos
históricos diferentes. En un primer momento bajo los parámetros de los Acuerdos 20 y 21
y el Decreto 2489, logró que el urbanizador dejara las cesiones correspondientes, gracias
a la acción coordinada dela comunidad que como parte del proceso de ordenamiento
territorial del barrio, quienes llevaron a cabo el proceso de construcción de manera
conjunta de las redes de servicios públicos.
Con el siguiente análisis se pretende mostrar en qué medida el pluralismo jurídico puede
darle mayor sentido al proceso de legalización de los barrios, y evidenciar cómo en los
casos en los que se tuvieron en cuenta órdenes jurídicos paralelos al estatal, los
desarrollos contaron con una mayor participación, e incluso hoy, son muestra de cómo la
relación entre urbanizador, comunidad y Estado, definen el desarrollo a futuro de los
barrios informales.
En tanto los diferentes Acuerdos o Decretos distritales establecieron requisitos sin los
cuales no podría legalizarse un barrio, lo que en realidad sucedía era que la normatividad
pretendía obligar a los nuevos urbanizadores a cumplir con las diferentes especificaciones.
La normatividad que avanzó en ese sentido fue el resultado de la inobservancia de las
condiciones a partir de las cuales surgen y se multiplican los asentamientos informales,
pues frente a las causas estructurales se hizo muy poco en comparación con la definición
de exigencias.
158 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Si bien los funcionarios de la época percibían dicho proceso, lo cierto es que la rigidez del
procedimiento y una norma que exigía cesiones pero que no reconocía la importancia y
pertinencia de la participación del urbanizador durante el proceso de legalización, trajo
consigo el detrimento del procedimiento de legalización.
Si bien desde la década de los sesenta, muchas de estas normas se expidieron con el
objetivo de mejorar la calidad de vida de la población, pues todos eran elementos sin los
cuales no era posible una vida adecuada en los barrios, lo cierto es que no fue posible
garantizar formas efectivas de cambiar las condiciones existentes, por lo que se cayó en
la mera codificación bajo el concepto de que “basta con crear normas para cambiar la
realidad”.
mismos como algo negativo, lo cierto es que en repetidas ocasiones se consideró que sólo
era necesario la creación de normas para cambiar la realidad social, pues la legalización
fue concebida aisladamente casi en todas las épocas.
En ese sentido acierta García Villegas, al indicar que el Derecho tiene un uso simbólico a
partir del cual se definen ideales jurídicos que hacen aceptable la realidad social y
desestimulan el surgimiento de inestabilidad social y descontento, fomentando “cambios
estructurales en la sociedad que ella misma (o mejor, quienes la dirigen) no estarían
dispuestos a enfrentar.” Así, la eficacia simbólica de la normatividad en materia de
legalización, “es un mecanismo político de adaptación que permite una cierta conciliación
entre las necesidades de cambio y las necesidades de que todo siga siendo igual.” (García
Villegas, 2014)
Bien dice Jiménez que “es claro que el cumplimiento y asimilación de las Normas no se
incorporan al proceso de urbanización mientras el Estado no esté dispuesto a hacerlas
cumplir; entonces el problema surge básicamente por el distanciamiento que existe entre
la legislación vigente y la realidad”, pues “no son contempladas las formas de urbanización
espontánea” ni sus desarrollos. (Jiménez, 2015)
Con toda esta regulación se evidencia cómo hay una clara separación entre el campo
jurídico y los demás campos sociales, lo cual sucede incluso en la actualidad. Muestra de
esto son los múltiples casos de legalizaciones de barrios que a pesar de “ser reconocidos
formalmente” y de ser parte del sistema tributario de la ciudad, no han podido acceder a
los servicios públicos y mucho menos a los servicios colectivos.
Lo anterior desvirtúa por completo, la afirmación del formalismo jurídico, de que basta con
crear normas para cambiar la realidad social, y lo que es aún más importante, que la validez
del derecho depende de la existencia de una ley o una norma.
A raíz de lo anterior, situaciones como las existentes en los barrios informales en los cerros
orientales de Bogotá, en donde es posible identificar estructuras ecológicas y de espacio
público a manera de cesiones, y provisión de servicios públicos a través de acueductos
comunitarios, no son consideradas como válidas a la hora de legalizar los barrios, pues no
son el resultado ni la aplicación exacta de lo contenido en el derecho positivo o la ley.
Este ejemplo es importante en tanto al revisar el surgimiento del barrio, se observa que
siendo predios que anteriormente pertenecían al Ministerio de Guerra, hoy Ministerio de
Defensa, fueron decisiones administrativas de las fuerzas públicas las que llevaron consigo
la ubicación en estas zonas de la población. En cierta medida, en este caso el urbanizador
fue este Ministerio, el cual ante la rigidez de la norma que había identificado este sector
como fuera del perímetro urbano, no se hace cargo de las cesiones o el acceso a servicios
públicos.
Razón tiene Carlos Torres, en tanto afirma que “las dinámicas administrativas en cabeza
de los agentes públicos son lentas y dispendiosas, llegando incluso a paralizarse
indefinidamente en determinados momentos por la ausencia de un documento o prueba
requerida”. (Torres Tovar, 2012)
En ese sentido, se configura lo que establece Botero Uribe en relación a que “el Derecho
como orden social dinámico se petrifica en textos”, pues la normatividad en materia de
legalización de barrios, no es flexible frente a situaciones diferenciadas o frente a la
evolución de las instituciones sociojurídicas y los acuerdos a manera de pluralismos
jurídicos que surgen en torno al ordenamiento territorial de los barrios. (Botero Uribe, 2005)
El formalismo jurídico en este campo, tal y como sucede en muchos otros campos del
Derecho, ha hecho uso de una retórica burocrática, mediante la cual según “la superioridad
de la Ley” y “la lógica administrativa del Estado”, los barrios que pretendan legalizarse
deben cumplir con esa serie de requisitos definidos a lo largo del tiempo.
Muestra clara de lo anterior es lo sucedido en el barrio Juan XXIII, el cual durante los
primeros años de existencia logró acceder al agua a través de una infraestructura
construida por la comunidad para aprovechar los recursos de la quebrada Las Delicias,
pero que una vez llegó el proceso de legalización, la instalación de las redes por parte del
Acueducto y el Alcantarillado desecharon lo realizado por la comunidad según las
regulaciones en materia de servicios públicos. La inexistencia de la prestación del servicio
de aprovisionamiento hídrico de la quebrada, llevó a su vez al deterioro y contaminación
de la misma. (López, 2015)
De esta forma se configura la idea de que en el estado colombiano, como dice Boaventura
de Sousa, el derecho sólo opera en la escala de Estado, y los órdenes locales pierden
significación y relevancia, incluso cuando estos órdenes locales ayudarían a una mejor
gestión inicial del barrio, pues permitirían esclarecer las cesiones públicas al configurarse
como reivindicaciones al urbanizado o a quien corresponda, lo que significa la eventual
intervención pública en estos lugares sobre los que hay claridad jurídica de la tenencia.
(De Sousa Santos, 1991)
Muestra de esto es la Ley 41 de 1948, la cual estableció tempranamente, que los “terrenos
ejidos situados en cualquier municipio del país”, podrían ser “destinados por los Concejos
Municipales, a resolver el problema de la vivienda popular”, de forma que la acción estatal
operaba para responder antes de que se configurara la omisión. El Acuerdo municipal 11
de 1949, facultaba al Municipio la compra de terrenos por fuera del perímetro urbano para
la construcción de barrios obreros, así dicha compra permitía regular la forma cómo se
accedería a los mismos, con el cumplimiento de los requisitos mínimos.
165
Incluso el Plan regulador de Wiener y Sert tiene una perspectiva relativamente pluralista
en la medida en que reconoce la existencia de los asentamientos espontáneos dejados
por fuera del perímetro urbano por Le Corbusier en el Plan Director, aunque no propone
intervenciones concretas sobre los mismos.
En el mismo sentido los primeros aportes de Currie en el Plan para Bogotá de 1953,
reconocen la importancia de garantizar el acceso a los servicios públicos, en los
asentamientos por fuera del perímetro urbano, y partiendo de un análisis del crecimiento
de la ciudad, incorpora la necesidad de ampliar dicha provisión de manera que se dé
“margen al factor de crecimiento”. (Peñalosa & Currie, 1953)
Con base en las categorías introducidas por Wolkmer, es posible establecer que de las
necesidades insatisfechas, como la vivienda, el acceso a los servicios públicos, la
educación, entre otras, surgen una serie de derechos en los barrios informales. (Wolkmer,
2006),
Más aun cuando en sociedades como las colombianas, son privatizados los medios para
satisfacer las necesidades de la población como la vivienda y el suelo urbano, a partir de
lo cual, surgen nuevos agentes que mediante sus aspiraciones y exigencias, van
construyendo elementos dentro de la producción jurídica. (Wolkmer, 2001, p. 119 y ss)
Estas conquistas son ejercidas en los tres casos de estudio, a través de organizaciones
comunitarias o Juntas de Acción Comunal, en el seno de las cuales surge un ordenamiento
jurídico válido, cuya eficacia reside en “el deseo consiente y el grado de carencia” de las
necesidades mencionadas.
En estos casos, los límites de la actuación de los sujetos sociales para lograr la obtención
de los servicios públicos y sociales, “está configurada en la propia materialidad que
envuelven las necesidades y los intereses reivindicados, factores que constituyen hoy, el
contenido espontáneo y auténtico de una de las formas de fuentes jurídicas materiales.”
(Wolkmer, 2001, p. 156)
Tanto las organizaciones como CENAPROV en Nuevo Chile, y las JAC en Santa Cecilia
parte alta y Las Colinas, actuaron en su momento como verdaderos espacios de invención
democrática, a través de la definición de acuerdos sobre el ordenamiento territorial al
interior de sus barrios, y las formas de accionar ante entidades públicas para la obtención
y mejoramiento de los servicios que inicialmente fueron provistos por ellos.
Dichos acuerdos fueron considerados como Derecho legítimo y percibido como eficaz en
tanto logró la provisión no sólo de los servicios públicos fundamentales, sino incluso
gestionó a partir de diferentes formas, servicios complementarios como la pavimentación
y la construcción de la escuela.
Así se evidenció una nueva legalidad “auténtica, y autónoma capaz de no solo redefinir
democráticamente las reglas de convivencia, sino también, de influenciar, reordenar,
alterar los criterios del Derecho Estatal” para la legalización del barrio. (Wolkmer, 2001)
167
Aunque solo en Nuevo Chile, es posible establecer que incluso hoy en día, casi treinta
años después de la legalización y las principales reivindicaciones, persiste un
ordenamiento jurídico que se disputa ciertos espacios con la producción estatal, lo cierto
es que este proceso en parte se fortaleció, gracias a lo que Wolkmer denomina “Pluralidad
alternativa institucionalizada”. (Wolkmer, 2006)
Esta Pluralidad Alternativa Institucionalizada, es aquella que surge en el interior del propio
sistema oficial, y que en el caso de la legalización de barrios se dio en la década de los
setenta y principios de los ochenta, con los Acuerdos 20 y 21 de 1972, los Estudios de
normas mínimas y el Decreto 2489 de 1980.
En ese sentido, los procedimientos que la normatividad en esa época establecía, en tanto
tenían un bajo nivel de institucionalización en comparación con los procedimientos
actuales, contribuyeron al aumento de la autoregulación voluntaria que surgió en Nuevo
Chile, previo a la legalización del barrio, que implicaba el reconocimiento de unas
responsabilidades y obligaciones por parte del urbanizador-comunidad.
En la medida en que en Nuevo Chile se dio cierta interlegalidad, el proceso fue más
dinámico y el desarrollo del barrio, se organizó “de acuerdo con el derecho estatal y el
derecho comunitario local”, según diversas y complejas combinaciones. A pesar de que
para la legalización del barrio, la Junta Directiva del barrio, y la comunidad en general,
logró la consecución de los requisitos exigidos por el derecho estatal, posteriormente esa
integración momentánea terminó y el barrio continuó con un orden jurídico paralelo.
En cierta medida esta normatividad pluralista, atravesada por los planteamientos del
CINVA, reconocía la importancia de los aportes de la comunidad. Jurídicamente hablando,
significó también, el reconocimiento estatal de la pérdida del monopolio de la producción
del derecho urbanístico y de la planeación territorial de los barrios informales, y reconoció
a su vez, la existencia de esas otras dinámicas en el proceso de legalización de los barrios
que podían a manera de responsabilidades compartidas, lograr una mejor gestión inicial.
Lo anterior sin alejarse por completo del derecho estatal, pues las comunidades sobre todo
en el caso de Santa Cecilia tenían un claro interés en que el barrio fuera legalizado, para
a su vez lograr la seguridad jurídica de la tenencia. En ese sentido, se evidencia el hecho
de que “en la práctica social las diferentes escalas jurídicas no existen aisladas y, por el
contrario, interactúan de diferentes maneras”. (De Sousa Santos, 1999)
En todo caso, a manera de conclusión vale la pena resaltar que en ciertos periodos de la
historia de Bogotá en matera de legalización de barrios, el mismo Estado a partir de una
pluralidad alternativa institucionalizada, ha abierto mecanismos de interlocución con la
juricidad paralela de los nuevos agentes legitimados para la producción legal no estatal.
En ese sentido, reconoció y validó las prácticas colectivas creadas por los sujetos sociales,
previo al proceso de legalización, las cuales retrataron la realidad y las transformaciones
de la vida social urbana, así como lograron las correspondientes reivindicaciones ante el
urbanizador, un agente urbano que posteriormente pierde participación en tanto son
omitidas sus obligaciones y responsabilidades.
4. La legalización de barrios en el
escenario actual y futuro.
Conclusiones y
Recomendaciones
En un primer momento, la investigación realizada permitió posible identificar los principales
rasgos de la legalización a lo largo de la historia, en donde constantemente se orientó el
procedimiento a un i) tema territorial, de perímetro urbano y de servicios; ii) un tema de lo
público, de las cesiones y servicios públicos; y iii) un tema de lo privado, de la
reglamentación de la lotificación y la importancia o no de la propiedad privada.
El análisis por etapas de la legalización de barrios, permitió concluir que la mayoría del
marco normativo era eminentemente centralista, formalista y rígido jurídicamente, pues
sólo durante la existencia de los Acuerdos 20 y 21 del 72 y el Decreto 2489 de 1980 hubo
pluralismo jurídico, es decir el reconocimiento de órdenes jurídicos paralelos que
dialogaban para la ordenación de los barrios y el desarrollo de los mismos.
El estudio de los tres casos de estudio dio cuenta de cómo la normatividad pluralista
permitió el trabajo articulado entre el Estado, el urbanizador y la comunidad durante la
primera etapa de desarrollo de los barrios (a través de la habilitación), aunque requería de
un trabajo dispendioso. Mientras que la legalización centralista se orientó a la imposición
de deberes (aumento de % de cesiones desde el 2000), y sobre todo a la individualización
de las responsabilidades en cabeza de los pobladores (servicios públicos sólo si puede
pagarse), dejando de lado las exigencias y obligaciones reales de los urbanizadores y las
posibilidades de la organización de base en la provisión de servicios públicos y colectivos.
Desde esta perspectiva, el Estado reconoció que como parte de los desarrollos informales
de la época, las comunidades accedían de cualquier forma los servicios (de manera
mayoritaria clandestinamente pero casi siempre gracias al trabajo colectivo), por lo que era
más fácil incluir este proceso de reivindicaciones comunitarias dentro del proceso de
habilitación y posterior legalización.
En ese sentido, durante este periodo el Estado reconoció que podía ser positivo para el
desarrollo de los barrios, al menos en la primera etapa de consolidación, incluir y articular
los acuerdos colectivos o pactos de los pobladores urbanos, que surgieron en el momento
de la formación de los barrios informales, como órdenes jurídicos existentes e igualmente
válidos. Órdenes que siendo la expresión de los pobladores, significaba que estos podían
constituirse como agentes activos en el desarrollo de sus territorios y como reivindicadores
de las necesidades ante el urbanizador.
Al menos en el caso de Nuevo Chile y en la primera parte de Santa Cecilia Norte parte
alta, fue evidente que la participación activa de la comunidad, las reivindicaciones y
exigencias a los urbanizadores y la flexibilidad del procedimiento (posibilidad de cumplir
progresivamente con exigencias) permitieron un mejor desarrollo de los barrios.
Con esto se configuró lo que Wolkmer llama como Pluralismo Alternativo Institucionalizado,
que de la mano con el Uso Alternativo del Derecho, hace uso del “ordenamiento jurídico
técnico-formal y de sus instituciones en dirección de una práctica alternativa, orientada
hacia la emancipación de los sectores sociales menos favorecidos”. (Wolkmer, 2006)
A manera de recomendación, vale la pena entender que si bien las prácticas jurídicas
formales han sido mayoritariamente excluyentes desde la perspectiva de ciertos actores
sociales, existen herramientas formales que han permitido expresiones democráticas para
ciertas poblaciones.
En el mismo sentido desde la Constitución Política de 1991 y la Ley 388 de 1997, existen
acciones constitucionales y legales como las Acciones de cumplimiento de normas
urbanísticas y de cumplimiento en asuntos ambientales, a partir de las cuales se pueden
explorar las vías judiciales para la garantía de los derechos colectivos.
De esta forma podría consolidarse lo que autores como Saavedra López y López Calera,
indican frente al Uso Alternativo del Derecho, como propuesta práctica y teórica “de utilizar
y consolidar el Derecho y los instrumentos jurídicos en una dirección emancipadora […] de
proyectar una cultura y una práctica jurídica alternativa a la práctica dominante, que sin
romper la legalidad, privilegie los intereses y las prácticas de aquellos sujetos jurídicos que
se encuentran sometidos por las relaciones de dominación.” (Saavedra López & López
Calera, 1978) en (Wolkmer, 2006).
el que las comunidades utilizan el derecho y los derechos, como parte de su estrategia
política. (García Villegas, 2014) Así las comunidades de estos barrios informales adquieren
legitimidad a la hora de hacer las diferentes reivindicaciones, incluso cuando están
orientadas al cumplimiento de las obligaciones que recaen sobre los urbanizadores.
Si bien tal y como indica García Villegas, “el derecho no hace las revoluciones, (…) puede
haber usos del derecho que, bajo ciertas circunstancias produzcan cambios sociales
importantes.” De esta forma, es posible que a través de las formas jurídicas institucionales,
se incluyan “una serie de luchas sociales progresistas con un alcance reformador que
pueden, en el mediano y largo plazo, producir cambios transformadores.”
En todo caso, bien dice García Villegas, que aun cuando las luchas jurídicas se pierden,
se generan una serie de beneficios simbólicos consistentes en una “mayor cohesión del
grupo en torno a sus derechos”. De forma que incluso ante el fracaso de la acción jurídica
invocada, se obtiene “de la experiencia litigiosa, la unidad política y determinación para
ganar otras batallas futuras.”
De cualquier forma el rol del Estado en materia de legalización de barrios, no puede ser
minimizado, pues como dice Boaventura, en la actualidad y el futuro venidero, el Estado
seguirá teniendo un papel central en el monopolio de la producción normativa. Razón por
la cual, desde la interlegalidad y desde el pluralismo alternativo institucionalizado, a través
de la descentralización de políticas públicas en materia de intervención de asentamientos
informales, en cierta forma puede posibilitarse la recuperación de la comunidad, a través
de una acción claramente heterogénea que “constituye uno de los escenarios más
persistentes de pluralidad jurídica.”
Es así como no sólo la planeación, sino la gestión y ejecución de los programas, se facilita
a través de la coparticipación y las responsabilidades compartidas que incluyen así mismo
a los urbanizadores. En ese sentido las Asociaciones Público-Comunitarias o las
Organizaciones Populares de Vivienda, podrían funcionar muy bien para el desarrollo
futuro de los barrios, como se comprobó en el proceso del barrio Nuevo Chile.
Lo cierto es que en la actualidad existen procesos organizativos fuertes, que han venido
disputándose espacios de planeación territorial con las autoridades distritales. En el mismo
sentido en el que Wolkmer reconoce el papel de los movimientos sociales como nuevos
sujetos colectivos de los que emana un orden normativo pluralista, la mesa de cerros
orientales creada en el año 2004, ha venido trabajando paulatinamente en “la defensa de
los pobladores de los Cerros Orientales de Bogotá, demostrando sus prácticas, procesos,
luchas y conocimiento del territorio que venían cuidando, protegiendo y transformando
sosteniblemente.” (Secretariá de Hábitat-Secretaría de Planeación., 2015)
En el marco de esta Mesa se han podido resaltar y consolidar los procesos en torno al
agua y los cerros, la economía popular y la agroecología, y la construcción social del
hábitat. Son muchos los procesos comunitarios que han venido consolidándose,
177
configurando sus prácticas y pactos y los cuales mayoritariamente han tenido problemas
para la legalización de los barrios.
Más allá de la incertidumbre jurídica en torno a la Reserva Forestal de los cerros, lo cierto
es que existen ejemplos en los que la comunidad ha ordenado sosteniblemente el territorio,
aun cuando no fue posible la gestión o inclusión del urbanizador dentro del proceso. Aguas
Claras en la UPZ San Blas localidad de San Cristóbal, es un ejemplo de esto. Durante los
noventa y a partir del trabajo articulado de la comunidad, se gestionaron los servicios de
energía eléctrica, telefonía y educación básica. Así mismo, se construyó el tanque de La
Peña, con una partida de la Alcaldía y la financiación comunitaria de las mangueras.
A pesar de que el barrio cuenta con un Plan de Manejo Ambiental, que compatibiliza los
usos urbanos, rurales y forestales, el proceso de legalización-reconocimiento formal- aún
no ha terminado, debido en parte, a la rigidez y burocracia del mismo.
Este y muchos otros barrios, son muestra de la necesidad de que como parte del proceso
de legalización de los barrios, se entiendan las posibilidades que existen en las inter-
relaciones con los demás ordenamientos jurídicos y viceversa, de forma que se permita
una actuación más heterogénea y que acerque la comunidad a los procesos reales de
planeación territorial.
En palabras del profesor Torres Tovar, es interesante comprender las formas de actuación
e intervención de la comunidad, el Estado y la iniciativa privada en la construcción de la
Ciudad Periférica, en donde la interacción e interlocución de los mismos a través del: i)
esfuerzo de la comunidad para resolver el problema de vivienda, ii) y la intervención del
Estado a través de diferentes mecanismos, solo se articulan completamente en la medida
en que hay mayores niveles de organización y participación pues “las comunidades mejor
organizadas y con mejor representación política, son las que logran un mayor apoyo del
Estado en la consolidación de sus unidades urbanas.” (Torres Tovar, 1999) Sobre todo si
estas son conscientes de la responsabilidad que tienen agentes “olvidados” como los
urbanizadores piratas.
barrios que puede ser el origen de la confusión entre los habitantes entre este proceso y
el de legalización de la tenencia.
Así mismo se trató de posicionar un análisis jurídico en materia de legalización, que lograra
abrir paso a un nuevo paradigma de legalidad, el cual reconoce las posibles inter-
legalidades de los contextos urbanos, basados en las condiciones históricas actuales y de
las prácticas y luchas sociales que se dan en los barrios informales de Bogotá. Lo anterior,
a manera de propuesta o recomendación, frente a los desarrollos de la legalización de
barrios, que al mejor estilo del centralismo y el formalismo jurídico, se vuelven camisas de
fuerzas a la hora de intervenir los asentamientos informales y que no logran adelantarse o
estar un paso adelante, a los procesos masivos de construcción de ciudad informal.
La normatividad tanto distrital como nacional en materia de legalización es cada vez más
estricta y rígida, al igual que en otras temáticas urbanas, por lo que es importante resaltar
tanto la importancia de descifrar otras formas de interactuar con lo público, como de
reconocer incluso jurídicamente, perspectivas alternativas que evidencian los beneficios
de una posible flexibilización y desregularización de algunos procesos que se vienen
normatizando cada vez más, como aquellos relacionados con la planeación urbana.
Fue posteriormente que la legalización se transformó en el requisito sin el cual los servicios
públicos básicos y los servicios complementarios comunitarios, no podrían ser
garantizados, bien fuera por falta de presupuesto o por falta de seguridad jurídica de la
tenencia sobre las cesiones de espacio público. Es en esta distinción, en donde los análisis
jurídicos y el uso de formas institucionales estatales a través de formas de interpretación
179
diversas, usos alternativos del Derecho y análisis pluralistas, pueden también ser aplicados
para develar la importancia, de volver a consolidar escenarios en los que sea posible la
articulación de diferentes ordenamientos jurídicos y actores, para el desarrollo del territorio.
Se necesita avanzar en entender la sociedad como una fuente de Derecho, las prácticas
comunitarias como normas informales y la importancia del diálogo entre diferentes órdenes
normativos. En este escenario, teniendo en cuenta que la administración distrital es
consciente de que continúan originándose asentamientos informales a causa del déficit de
vivienda para la población de más bajos recursos, y que así mismo, es claro que en la
actualidad los asentamientos informales se dan gracias al loteo y las urbanizaciones
piratas que surgen generalmente por fuera del perímetro urbano y de servicios públicos,
valdría la pena actuar anticipadamente.
Así como durante un tiempo la habilitación operó antes de la legalización, los programas
de Mejoramiento de Barrios podrían acudir en los primeros momentos de formación de los
barrios, para exigir el cumplimiento de las obligaciones a los urbanizadores, y para trabajar
de la mano de las comunidades organizadas. De esta forma el Estado dejaría de actuar
como observador pasivo del aumento de los asentamientos informales en la periferia, y
acudiría tempranamente para garantizar el desarrollo adecuado de los mismos.
Para cada una de estas teorías se identifican las definiciones y principales postulados, las
aproximaciones o corrientes, algunos ejemplos para ayudar a su comprensión, las
principales críticas que se les han hecho y finalmente unas conclusiones.
Iusnaturalismo
Dentro de la filosofía del Derecho han existido diversas aproximaciones, e inclusive una
controversia, en torno a la conceptualización del derecho. Así el iusnaturalismo que surgió
tempranamente con Aristóteles y posteriormente con Tomás de Aquino, extendiéndose
hasta la Edad moderna, reconoce la existencia de unos derechos previos al Estado.
Dice Bobbio que esta corriente “admite la distinción entre derecho natural y derecho
positivo”, siendo el primero superior al segundo. Así, a diferencia del positivismo, reconoce
la existencia del derecho positivo, aunque en una posición de inferioridad con respecto del
derecho natural.” (Bobbio, 1965, p. 68).
A partir del concepto de derecho natural, la validez de la ley o la norma es reducida por los
iusnaturalistas a la justicia. (Bobbio, 2002, p. 27) Así, para autores como Radbruch,
“cuando una ley niega conscientemente la voluntad de justicia, por ejemplo, cuando
concede arbitrariamente o rechaza los derechos del hombre, adolece de validez”.
181
Se cuestiona todo lo que es legalmente válido desde una perspectiva ética. En ese sentido,
la fuente del derecho no es la norma proveniente de la voluntad humana, como es para los
positivistas, sino “la naturaleza de las cosas” (Bobbio, 1986, p. 30). Así el iusnaturalismo
se configura como una teoría que sostiene que hay principios morales y de justicia que
son “universalmente válidos y asequibles a la razón humana”, y según la cual el concepto
de derecho, el sistema normativo y la norma, sólo son jurídicos, en tanto no contradigan
aquellos principios morales o de justicia. (Nino, 2003, p. 14)
En ese sentido, (Bobbio, 1965, p. 84) indica que el iusnaturalismo como aproximación al
estudio del derecho, se constituye como una “ética de la justicia” definiéndole un fin
específico al derecho, sea el bien común, la justicia o la paz, etc., por lo que las leyes que
no se correspondan con estos principios universalmente válidos y los fines previamente
establecidos, carecen de validez jurídica.
Así, “el iusnaturalismo, con respecto al positivismo jurídico, no es otra cosa que la invitación
al jurista para que tenga en cuenta que frente al derecho como frente a todo fenómeno de
la comunidad humana, se puede adoptar además de la actitud de investigador escrupuloso
una actitud valorativa de crítico y que del ejercicio de esta segunda actividad depende el
cambio, la transformación y la evolución del derecho”. (Bobbio, 1965, p. 85)
A lo largo de la historia del iusnaturalismo, (Bobbio, 1965, p. 70) se distinguen tres formas
de aproximación: la escolástica, la racionalista moderna y la hobbesiana. En el escolástico,
filósofos como Tomás de Aquino indicaban que el legislador debía fundamentarse en el
derecho natural para la definición del derecho positivo, entendido el derecho natural, como
el conjunto de principios éticos primarios. En la medida en que el legislador partía de estos
supuestos, todas aquellas leyes, inclusive aquellas que parecieran injustas, debían ser
cumplidas por los súbditos en razón a que eran legítimamente promulgadas.
182 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
En segundo lugar, el racionalismo moderno indicaba que el derecho natural era el conjunto
de dictamina rectae rationis36, es decir, “que proporcionan la materia de la reglamentación,
mientras que el derecho positivo es el conjunto de los medios práctico-políticos que
determina la forma de aquellas.” Para filósofos como Kant, el derecho natural era todo
aquello que a través de la razón indicara que cierto comportamiento debía o no ser
normativizado o reglado, mientras que el derecho positivo era el que indicaba la forma de
hacer efectiva dicha regla.
Así, para (Botero Uribe, 2005, pp. 98,99) “el derecho natural como teoría es insostenible”,
pues para afirmar que existen unas leyes pre existentes de todo orden que devienen de la
naturaleza humana, supone la existencia de una humanidad acabada, “ahistórica” y
universal, definida más allá y sin observancia de las condiciones sociales concretas.
Así mismo, (Bobbio, 2002, p. 28) este enfoque implica la existencia de la justicia “como
una verdad evidente, o por lo menos demostrable como una verdad matemática, y que por
lo tanto ningún hombre pueda tener dudas sobre lo que es justo o injusto.” En ese sentido,
reducir la validez a la justicia acabaría con la certeza del derecho.
36
Dictamen de o con justa razón.
183
positivas pues estas están supeditadas a los primeros, esta condición no asegura que
estos principios puedan evolucionar según los requerimientos de sociedades cambiantes.
Además, el hecho de que se requiera de una justicia que sea unánimemente entendida
como tal, implicaría la necesidad de universalizar válidamente este concepto, haciéndolo
difícil de acoplar o aplicar a situaciones específicas y diferenciadas.
Positivismo
Dentro de la filosofía del Derecho han existido diversas aproximaciones, e inclusive una
controversia, en torno a la conceptualización del derecho. Así el positivismo jurídico, es
decir “el derecho creado mediante actos de voluntad de los hombres, mediante la
legislación y la costumbre” (Kelsen, 2008), se aparta de la idea de la existencia de “una
fuente trascendente del derecho, más allá de toda posible experiencia humana”,
representada en la razón o la divinidad por los iusnaturalistas. Son entonces, las únicas
normas válidas, aquellas “creadas por el arbitrio humano”
Hans Kelsen es uno de los principales teóricos en esta materia, la cual, si bien puede tener
múltiples aproximaciones, se caracteriza de manera general como “aquella corriente que
no admite la distancia entre derecho natural y derecho positivo y afirma que no existe otro
derecho que el derecho positivo. “. Así, para (Bobbio, 1965, p. 68), mientras que el
iusnaturalismo afirma que el derecho natural es superior al derecho positivo, el positivismo
jurídico afirma su exclusividad.
Para Bobbio, el positivismo puede ser entendido como ideología, como enfoque
metodológico y como teoría general del Derecho. Así pues, como ideología se presenta
como la reducción de la justicia a la validez, a través de la afirmación de que “las leyes
válidas deben ser obedecidas incondicionalmente, con independencia de su contenido, o
de que exista una obligación moral de obedecer todas las leyes válidas”. Como enfoque
metodológico, identifica las reglas jurídicas haciendo uso exclusivamente de criterios
empíricos y sin considerar criterios morales o de justicia. Y finalmente, como teoría general
del Derecho, el positivismo es entonces, la reducción del derecho al derecho estatal y a
todo lo emanado por el legislador. Lo reduce a lo que es y no a lo que debería ser, a reglas
válidas que pueden ser injustas, y a reglas injustas que pueden ser válidas. (Bobbio, 1965,
p. 74)
184 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Dice Bobbio que la crítica desde el positivismo jurídico respondió a cada una de las
corrientes principales del iusnaturalismo. Así, ante el iusnaturalismo escolástico37, la crítica
positivista se fundamentó en el historicismo que considera que no es posible la existencia
de “principios éticos evidentes por sí mismo con valor absoluto y universal”, pues estos son
sólo formales y pueden ser interpretadas de distintas maneras. (Bobbio, 1965, pp. 72-74)
Así mismo, en contra del iusnaturalismo racionalista moderno38, indica Bobbio que el
positivismo prácticamente desde una perspectiva formalista, ha dicho que cualquier
comportamiento puede ser normativizado y que lo que hace que una regla jurídica sea una
norma, no es el contenido sino el modo de su creación o su ejecución.
En la medida en que el Derecho positivo reconoce sólo el Derecho emanado por el Estado
o las instituciones públicas, en especial el legislador, las leyes injustas o que no
correspondan con las condiciones y necesidades de la sociedad deben ser aplicadas. Así
durante gobiernos dictatoriales o totalitarios, en la medida en que de las leyes emanaba la
injusticia, esta debía ser aplicada pues provenía de la autoridad estatal.
Desde ciertas perspectivas, el positivismo jurídico, ese que describió Bobbio como el
Derecho que pretende ser exclusivo, implica una “mentalidad simplificadora al revertir a la
ley de un respeto hierático”. Así, para (Botero Uribe, 2005, pp. 95-100) se configura “el
fetichismo de la ley”, en la medida en que todos los fenómenos, proposiciones y críticas se
37
Según la cual el derecho natural es el conjunto de primeros principios éticos.
38
Fundamentado en la razón humana y los derechos naturales del hombre, tan evidentes y
universales como la propia razón.
39
Según el cual la ley o el derecho natural es la norma fundamental del sistema.
185
Botero resume las críticas al positivismo jurídico en cuatro postulados: En primer lugar, “el
Derecho como orden social dinámico se petrifica en textos”, no es flexible frente a
situaciones diferenciadas o frente a la evolución de las instituciones sociojurídicas. No
permite el cambio progresivo y por el contrario mantiene el statu quo. En segundo lugar,
“carece de un horizonte de comprensión que le permita derivar el sentido”, pues al afirmar
la existencia del Derecho meramente en la norma escrita, omite las concepciones frente al
sentido de la norma o el espíritu o deseo del legislador y su aplicabilidad frente a
situaciones diversas.
En tercer lugar, dice Botero que el positivismo jurídico, “es incapaz de proporcionar una
coherencia del derecho”, que pudiendo realizarse en las manos de las altas cortes, se
mueve en el mismo ámbito de rigidez normativa y no permite ajustar el orden jurídico según
la expresión de las condiciones sociales. Y finalmente, “como se mueve en un campo
meramente instrumental no puede realizar plenamente la justicia”, pues su principal
objetivo es dirimir controversias mas no la definición de la justicia en un momento
determinado.
En conclusión, si bien el positivismo jurídico se presenta como una opción o crítica ante
las conceptualizaciones del derecho iusnaturalistas, cercanas a la idea de que la validez
de la norma proviene de la racionalidad o la divinidad, ha provisto de tal rigidez el sistema
normativo, que todo aquello que sea definido voluntariamente por el legislador, el juez o la
costumbre, es considerado como valido aun siendo injusto. Así mismo no ha logrado
permearse de una lectura de las condiciones existentes que a su vez, permitan el cambio
o evolución del derecho.
186 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
5. Bibliografía
Alcaldía de Bogotá, 1955. Decreto. 292 de 1955. Por el cual se dictan disposiciones
sobre urbanizaciones. Bogotá: s.n.
Alcaldía de Bogotá, 1980. Decreto 2489 de 1980. Por medio del cual se reglamenta
el Proceso de Urbanización por Desarrollo Progresivo. Bogotá: Secretaría General
de la Alcaldía Mayor de Bogotá D.C.
Alcaldía de Bogotá, 1985. Decreto 1191 de 1985. Por el cual se definen las
gestiones administrativas tendientes a dirigir, coordinar, programar, ejecutar y
evaluar el Proyecto de Desarrollo Integral de Asentamientos Populares Urbanos de
Bogotá, D.E.. Bogotá: Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Alcaldía de Bogotá, 1988. Decreto 0212 de 1988. Por el cual se dictan normas
sobre el trámite y otorgamiento de permisos para desarrollar planes o programas
de vivienda por el sistema de autoconstrucción.. Bogotá: Secretaría General de la
Alcaldía Mayor de Bogotá.
Alcaldía de Bogotá, 2000. Decreto 619 de 2004. Por el cual se adopta el Plan de
Ordenamiento Territorial para Santa Fe de Bogotá, Distrito Capital.. Bogotá: s.n.
Alcaldía de Bogotá, 2004. Decreto 190 de 2004. Por medio del cual se compilan las
disposiciones contenidas en los Decretos Distritales 619 de 2000 y 469 de 2003.
Bogotá: Secretaría General de la Alcaldía Mayor.
Arango, C., 1986. La lucha por la vivienda en Colombia. Bogotá: Ecoe Ediciones.
Arango, C., 1986. La lucha por la vivienda en Colombia. Bogotá: Ecoe Ediciones.
Arango, C., 1986. La lucha por la vivienda en Colombia.. Bogotá: Ecoe Ediciones.
Ardila Amaya, E., 2002. Pluralismo jurídico. Apuntes para el debate. El otro
derecho, abril.Issue 26-27.
Aya, D., 2015. Proceso de desarrollo del barrio Bosques de Bella Vista y su relación
con los cerros orientales [Entrevista] (13 Febrero 2015).
Batiffol, H., 1972. Filosofía del derecho. Segunda ed. Buenos Aires: Editorial
universitaria de Buenos Aires.
Bobbio, N., 1965. El problema del prositivismo jurídico. Buenos Aires: s.n.
Bobbio, N., 1965. no. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
Botero Uribe, D., 2005. Teoría social del derecho. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia. Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales..
Cities Alliance- Banco Mundial. DNP. MAVDT, 2007. Suelo y vivienda para hogares
de bajos ingresos. Diagnóstico y estrategia nacional., Bogotá: Cities Alliance-
Banco Mundial. DNP. MAVDT.
Concejo de Bogotá D.C, 1934. Acuerdo 48 de 1934. Por el cual se reglamentan las
urbanizaciones en la ciudad y se aprueba un contrato. Bogotá: Gaceta del Concejo
de Bogotá.
Concejo de Bogotá D.E, 1961. Acuerdo distrital 1 de 1961. Por el cual se establece
la sectorización del Distrito. Bogotá: Gaceta del Consejo.
Concejo de Bogotá D.E, 1967. Acuerdo 65 de 1967. Por el cual se señalan las
normas y el procedimiento que deben cumplirse para urbanizar terrenos en el área
del Distrito Especial de Bogotá y se dictan otras disposiciones. Bogotá: Gaceta del
Concejo de Bogotá.
Concejo de Bogotá D.E, 1972. Acuerdo 21 de 1972. Por el cual se adopta un plan
de mejoramiento de áreas urbanas de desarrollo incompleto y se dictan normas de
procedimiento,. Bogotá: Gaceta del Concejo de Bogotá.
Concejo de Bogotá D.E, 1979. Acuerdo 7 de 1979. Por el cual se define el Plan
General de Desarrollo integrado y se adoptan políticas y normas sobre el uso de la
tierra en el Distrito Especial de Bogotá. Bogotá: Gaceta del Concejo de Bogotá.
Concejo de Bogotá D.E, 1990. Acuerdo 6 de 1990. Por medio del cual se adopta el
Estatuto para el Ordenamiento Físico del Distrito Especial de Bogotá, y se dictan
otras disposiciones. Bogotá: Secretaría General de la Alcaldía Mayor de Bogotá
D.C.
Congreso de la República, 1936. Ley 195 de 1936. Por la cual se dictan algunas
disposiciones sobre régimen político y municipal.. Bogotá: Gaceta del Congreso de
la República.
Congreso de la República, 1989. Ley 9 de 1989. Por la cual se dictan normas sobre
planes de desarrollo municipal, compraventa y expropiación de bienes y se dictan
otras disposiciones. Bogotá: Gaceta del Congreso de la República.
Congreso de la República, 1997. Ley 388 de 1997. Por la cual se modifica la Ley 9
de 1989, y la Ley 2 de 1991 y se dictan otras disposiciones.. Bogotá: Gaceta del
Congreso de la República.
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. M.P Jesús Vall de Rutén Ruiz,
2013. Ref.: 11001-31-03-025-2002-01092-01. Recurso de casación interpuesto por
la demandante CNP contra la sentencia de 28 de octubre de 2010 proferida por la
Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá.. Bogotá: s.n.
190 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Dávila Sáenz, J., 2004. Apuntes sobre pluralismo jurídico. Primera ed. Bogotá:
Centro de Investigaciones Jurídicas- CIJUS.
De Sousa Santos, B., 1991. Estado, derecho y luchas sociales. 1a. ed. Bogotá:
ILSA. Instituto latinoamericano de servicios legales alternativos.
de Sousa Santos, B., 1998. La globalización del derecho. Los nuevos caminos de
la regularización y la emancipación.. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. - ILSA.
De Sousa Santos, B., 1998. La globalización del derecho. Los nuevos caminos de
la regularización y la emancipación.. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. - ILSA.
De Sousa Santos, B., 2001. Los paisajes de las justicias en las sociedades
contemporáneas. En: B. De Sousa Santos & M. García Villegas, edits. El
caleidoscopio de las justicias en Colombia. Análisis socio jurídico. Bogotá: Siglo del
hombre editores y Universidad de los Andes, pp. 85-150.
De Sousa Santos, B., 2007. El derecho y la globalización desde abajo. Hacia una
legalidad cosmopolita.. Cuajimalpa: Anthropos.
Del Castillo, J. C. & Salazar Ferro, J., 2001. La planeación urbanística en Colombia.
En: P. C. Brand, ed. Trayectorias urbanas en la modernización del Estado en
Colombia. s.l.:TM Editores. Universidad Nacional. Sede Medellín, pp. 131-158.
El Tiempo, 1961. 200 Familias obreras invadieron ayer tierras del sur de Bogotá. El
Tiempo, 2 Abril, p. 21.
191
El Tiempo, 1961. Otras 200 familias invaden terrenos al sur de la ciudad. El Tiempo,
3 Abril, p. 19.
Facultad de Artes. Grupo de investigación EUT., 2008. Bogotá años 50: el inicio de
la metrópoli. Cuaderno de Urbanismo y Arquitectura.. Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia.
García Villegas, M., 2014. La eficacia simbólica del Derecho. Sociología política del
campo jurídico. Segunda ed. Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales- IEPRI. Universidad Nacional.
García Villegas, M. & Rodríguez, C., 2003. Derecho y Sociedad en América Latina:
propuesta para la consolidación de los estudios jurídicos críticos. . En: M. G.
Villegas, ed. Derecho y Sociedad en América Latina: un debate sobre los estudios
jurídicos críticos. Bogotá: Colección en Clave de Sur. Ilsa-Universidad Nacional de
Colombia.
Hernández, C. E., 2004. Las ideas modernas del Plan para Bogotá en 1950. El
trabajo de Le Corbusier, Wiener y Sert. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá. Instituto
Distrital de Cultura y Turismo- Observatorio de Cultura Urbana..
Jiménez, L. C., 2007. Áresa residenciales de origen informal. Urbanismos, pp. (160-
175).
Jiménez, L. C., 2015. Entrevista sobre el proceso del barrio Nuevo Chile [Entrevista]
(15 10 2015).
Kelsen, H., 2008. La doctrina del derecho natural y el derecho positivo. Academia.
Revista sobre enseñanza del Derecho, Volumen 12, pp. 183-198.
192 Pluralismo Jurídico en la legalización de barrios en Bogotá. Participación
ciudadana en el desarrollo inicial de barrios informales.
Laserna Silva, F., 2011. El naciente derecho urbano en Colombia y los nuevos
modelos de desarrollo territorial local. Tesis de grado.. Bogotá: Universidad
Javeriana. Especialización en Derecho Urbanístico .
Lazala Silva, R., 1982. Un lugar para vivir: experiencias de la Cantral Nacional
Provivienda en la lucha de los pobladores urbanos en Bogotá. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia.
López, S., 2015. Proceso de desarrollo del barrio Juan XXIII y su relación con la
quebrada Las Delicias [Entrevista] (04 Octubre 2015).
Mejía Pavony, G. & Cuéllar Sánchez, M., 2007. Atlas histórico de Bogotá.
Cartografía (1791-2007). Primera ed. Bogotá: Secretaría General. Archivo de
Bogotá- Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Ed. Planeta Colombiana S.A.
Melo González, J. O., 1991. Las reformas liberales de 1936 y 1968. Progreso social
y reorganización del Estado.. Revista Credencial Historia, Volumen 13.
Merry, S. E., 1988. Legal pluralism. Law & Society Review, 22(5), pp. 869-896.
Molina, H., Pardo, M., Rueda, J. & Sarmiento, A., 2003. Dinámica demográfica y
estructura funcional de la región Bogotá-Cundinamarca 1973-2020, Bogotá: SDP.
Montoya, M., 1998. Las Colinas. Escalera de los sueños. Bogotá: Departamento
Administrativo de Acción Comunal y Alcaldia Mayor de Bogotá.
193
Nino, C. S., 2003. Introducción al análisis del derecho. Buenos Aires: Astrea.
Peñalosa, E. & Currie, L., 1953. Plan para Bogotá. Bogotá D.C: Consejo Nacional
de Planeación .
Pérez M., R., 2010. La planeación integral en Colombia. Bogotá: Punto aparte.
Universidad Nacional de Colombia.
Ramírez, A. L., 2015. Proceso de formación y legalización del barrio Santa Cecilia
Norte Parte Alta [Entrevista] (27 Octubre 2015).
Rojas Chacón, L. F., 2015. Proceso de formación y legalización del barrio Santa
Cecilia Norte parte Alta [Entrevista] (27 Octubre 2015).
Romero Osorio, M. & Orjuela Peña, J., 1981. La Central Nacional Provivienda y el
bario Nuevo Chile. Bogota: Universidad Nacional de Colombia.
Saavedra López, M. & López Calera, N., 1978. Sobre el uso alternativo del
Derecho. Valencia: Fernando Torres.
Torres Tovar, C., 1999. Ciudad informal: un camino a la ciudad formal. Trabajo
preparado para efectos de optar la promoción de Profesor asistente a Profesor
asociado en la Universidad Nacional de Colombia.. Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia. Facultad de Artes.
Torres Tovar, C., 2012. legalizacion de barrios como accion de mejora del espacio
residencial de la poblacion de bajos ingresos o mecanismo de viabilizacion fiscal
de la ciudad dual. Ponencia presentada en el Seminario de informalidad urbano
rural.. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Matesría en estudios urbano
regionales.
Torres Tovar, C. A., Rincón García, J. J. & Vargas Moreno, J. E., 2014.
Mejoramiento barrial y urbano en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia. Facultad de Artes.
Wolkmer, A. C., 2006. Pluralismo jurídico. Fundamentos de una nueva cultura del
Derecho. Primera ed. Sevilla: Colección Universitaria. Textos jurídicos. Ed. MAD
S.L.
195