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Diccionario de Sociología
(Madrid, Alianza Editorial, 1998)
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1.294 voces, y lo han tenido que tienen viejo y muy usado equivalente
hacer en un tiempo breve, vigilando castellano (como pot por olla), quien
la calidad de las aportaciones y sin carga sobre el griego excesos cometi-
indisponerse con la mitad de los cole- dos por norteamericanos (del tipo
gas. Se requiere ante todo buen crite- «heteronomía» = dejarse regir ino-
rio sociológico para elegir voces y centemente por malas amistades), o
autores, y puede decirse que lo ha quien se salta la etimología griega del
habido; después es empresa más bien término castellano y nos da la etimo-
diplomática convencer a los elegidos, logía griega del término griego (como
guardar equilibrios entre personas, actitud, del griego ago, hacer). Todo
enemigos y escuelas, aceptar los ello pese a que la mayor parte de los
rechazos, lograr buenas sustituciones autores estudiaron latín y griego en el
y (¡no quiero pensarlo!) sugerir cor- Bachillerato y hasta en la Universi-
tes, correcciones y mejoras. Aunque dad, antes de las últimas reformas
no habría sido diplomático alardear educativas.
de diplomacia, los dos primeros edi- En punto a selección de voces,
tores dejan una pista sobre la impor- hago ya de usuario que ha echado de
tancia de esta tarea cuando agradecen menos algunas como «información»,
al tercero, Cristóbal Torres, que su «efecto diseño» o «educación social»;
labor a pie de obra les haya evitado o que ha encontrado mínimas las diez
algún enemigo más. líneas dedicadas a «exogamia», en
Lo mismo que los editores, tam- contraste con las dos páginas que se
bién quien reseña la obra tiene que dedican a continuación a «expectati-
llegar a una transacción entre el rigor vas» en tres entradas (las tres, por lo
y la diplomacia, aunque con un demás, excelentes); o que lamenta
punto más del primero si quiere hacer que «hábito» quede ahogado en «ha-
un lugar para la crítica. Voy a dete- bitus» (bien tratado, por cierto) y que
nerme, sin ánimo sistemático ni «movilidad social» no tenga más espa-
exhaustivo, en tres aspectos muy dis- cio que «indignación moral» o «justi-
tintos. cia del cadí»; o que, por terminar, no
El primero, claramente mejorable acaba de entender que se traten como
en la edición, son las etimologías. conceptos auténticos vagas metáforas
Son muchas las entradas que comien- del tipo «mercado matrimonial».
zan con la raíz del término, demasia- Espero que de entre los usuarios que
das para que los fallos no se convier- hagan llegar sus opiniones a los edito-
tan en cosa general de la obra. Los res, algunos al menos coincidan con-
fallos son muy variados: hay quien migo.
hace proceder directamente del ale- El tercer aspecto es más bien ideo-
mán palabras de evidente raíz latina, lógico. Si juzgamos por el Dicciona-
quien da etimologías innecesarias (del rio, los sociólogos españoles están
estilo «humano», del latín humanus), bien al tanto del Zeitgeist, al que rin-
quien las da innecesarias y mediadas den cumplido tributo. Al Diccionario
(del estilo «humano», del latín hum), se le puede reprochar poco desde el
quien mantiene términos ingleses que punto de vista de la «corrección polí-
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JESÚS DE MIGUEL
Estructura y cambio social en España
(Madrid, Alianza Editorial, 1998)
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sólo por el enorme desarrollo de la y que incluso a veces son los protago-
Sociología electoral y política, sino nistas mismos de esos debates.
sobre todo por el interés creciente de El armazón fundamental de sus aná-
conocer la estructura social y los pro- lisis son los sucesivos Informes FOES-
cesos de cambio que en ella se dan SA, y el hilo conductor de sus análisis
como base de las decisiones políticas es el de analizar si las desigualdades se
que se van tomando y como argu- acrecientan con el desarrollo.
mento de las diferentes posiciones En la presentación de sus análisis
ideológicas que se van definiendo. De sobre la estructura y los procesos de
alguna manera, esta obra refleja esa cambio de la sociedad española plan-
presencia creciente de la Sociología tea una hipótesis, a la que finalmente
en la sociedad española y podemos no llega a responder, y que es la de
decir que, al igual que la democracia que las desigualdades son el precio a
ya está afianzada, también lo están los pagar por el desarrollo en España.
estudios sociológicos en España. Señala con acierto que las líneas de
La Sociología en España tiene un superación de desigualdades que apa-
recorrido histórico común con la recen a través de sus análisis son uno
democracia: se atisba en los años de los aspectos más conflictivos del
sesenta, donde encontramos los ante- proceso de cambio. En sus análisis de
cedentes; se institucionaliza en los la estructura social española y de las
setenta, se desarrolla en la década de polémicas sociológicas sobre ella,
los ochenta y podemos decir que pone una especial atención en ver
adquiere carta de normalidad en esta cuáles son los niveles de desigualdad
década final del siglo. Una y otra que se obser van en la población,
empiezan a estar fuera de la discusión entre individuos, entre clases sociales
en estos años en los que ya no es nece- y entre regiones. Sin embargo, sus
sario explicarlas ni justificarlas, sino conclusiones no son muy definitivas.
tan sólo usar de ellas y cuidar de dar- Prudentemente, señala aquellos as-
les el mayor rigor y eficacia posibles. pectos en los que las desigualdades se
Es una obra integradora, que pre- han disparado, por ejemplo las que se
tende hacer un balance positivo del aprecian entre los ocupados y los
trabajo de la profesión y que mantie- parados, y también señala los proce-
ne en todo su desarrollo una actitud sos de cambio que han venido a ate-
mesurada y prudente al valorar los nuar ciertas desigualdades anterior-
trabajos de los colegas, indicar sus mente muy importantes entre la po-
aciertos y aportaciones y señalar las blación española, como las referentes
limitaciones que en ellos encuentra, al cuidado de la salud. En sus páginas
sin entrar en personalismos potencial- finales, que no eleva a la categoría de
mente destructores. El autor conoce conclusiones, señala que todavía
muy profundamente los trabajos de «España mantiene una estructura de
los sociólogos españoles, en su mayo- desigualdades excesivas».
ría profesores universitarios, que La pregunta que se plantea a lo
aportan con sus investigaciones nue- largo de toda la obra es la de la rela-
vos argumentos a los debates políticos ción entre desigualdades y desarrollo;
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HANS JOAS
El pragmatismo y la teoría de la sociedad
(Madrid, CIS-Siglo XXI, 1998)
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teoría social. A este fin dedica un ésta puede ser o no reflexiva; que
capítulo singular y fundamental al puede ser identificativa, imitativa o
repaso de la teoría de roles y de la asuntiva; que puede variar en el grado
interacción, con especial énfasis en y orientación emocional que movili-
sus aportaciones al proceso de sociali- za; y que puede diferir en el rango o
zación. Aunque estos enfoques han amplitud con que se asume el rol en
solido reducirse, respectivamente, al su complejidad y en el desarrollo que
estudio de la vida cotidiana y de la de él se hace. En suma, y como pala-
primera infancia, es difícil imaginar bra postrera, hay que felicitar al Cen-
una investigación sociológica empíri- tro de Investigaciones Sociológicas
ca que vaya más allá de la fría encues- por la decisión de traducir y publicar
ta, que entre en contacto con los suje- este texto que contribuye de manera
tos, y que ignore el concepto de rol y muy importante a enriquecer y reno-
los procesos de interacción. Aquí, var el acervo de la teoría sociológica
Joas subraya una vez más el carácter en nuestro idioma.
abierto de la acción y, en especial, de
la asunción de roles, señalando que Juan Manuel IRANZO AMATRIAIN
ÉMILE DURKHEIM
Lettres à Marcel Mauss
Edición a cargo de PHILIPPE BESNARD y MARCEL FOURNIER
(París, PUF, 1998)
Confieso mi afición por los episto- tor, lo que está por detrás de su pro-
larios y compartir la opinión de quie- ducción pública, su día a día, su
nes aseguran que en el carteo privado mundo de preocupaciones, prejuicios
de un autor no es raro encontrar la e intereses, sus opiniones más espon-
apoteosis de su talento literario táneas sobre los contemporáneos con
—piénsese, por ejemplo, en la corres- los que le ha tocado vivir, es decir,
pondencia de Flaubert con su amante todo lo que se oculta tras su careta
Louise Colet—. Es cierto que no pública y es tan relevante para com-
siempre ocurre así y que a veces la prenderlo cabalmente.
correspondencia de los grandes no va La reciente publicación de las cartas
más allá de lo anodino. Pero ni si- que Durkheim envió a Marcel Mauss
quiera esto le quita valor como fuente permite corroborar lo dicho. A lo
de información, ya que el goteo epis- largo de más de quinientas páginas y
tolar, cuando es lo suficientemente cubriendo de forma discontinua un
continuado, tiene la inmensa virtud período que va de 1896 a unos pocos
de hacernos accesibles los pliegues días antes de la muerte de Durkheim,
más personales y propios de un escri- en noviembre de 1917, nos es dado
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insatisfacción está en que sólo se con- para tal tarea, Gitlin considera im-
sigue una identidad «frágil y carente prescindible el equipaje ilustrado.
de apoyos societarios firmes» (p. 88) Lamo de Espinosa comienza
y, al no ir más allá de sí misma, cae hablando de los cambios que estamos
en las redes de la psicologización de la viviendo en nuestros días, para mar-
vida social, quedándose en la esfera car distancias con la modernidad que
de lo privado y desentendiéndose de los sociólogos clásicos dibujaron
la intervención en lo público. emergiendo del orden tradicional. La
Luis E. Guarnizo continúa con la globalización y sus consecuencias
temática identitaria, pero cambia su (cambio de modelos, el observador
foco de análisis del género a la identi- no puede escapar de pertenecer a lo
dad nacional. A través del fenómeno observado...) conlleva cambios agluti-
del transnacionalismo, lo identitario y nados bajo la etiqueta de lo post. Para
hasta la jurisdicción saltan las barre- Lamo de Espinosa, dicho tránsito no
ras de los Estados-nación, a caballo ha conducido sino a una sociedad
de una «identidad esencialista transte- radicalmente moderna, al triunfo de
rritorial» (p. 109). El autor refleja la la modernidad. Sociedad que tiene en
hibridación de las identidades nacio- su centro a la ciencia como motor e
nales, a la vez que ironiza sobre las institucionalizadora del cambio so-
estrategias de los márgenes (Latino- cial, lo que hace obsoleta la adapta-
américa) para crear redes de influen- ción cultural en cuanto que mira al
cia en el centro (Estados Unidos) cul- pasado y necesita de un pensamiento
tivando la identidad transterritorial. reflexivo que monitorice el futuro
«El segundo eje del trabajo, deno- para orientar la conducta presente.
minado el pensamiento polifónico, La aportación de Bruno Latour es,
indaga en las determinaciones que, en como casi toda su obra, densa, original
las actuales sociedades del conoci- y sugerente. En esta ocasión reflexiona
miento y la comunicación, consoli- sobre cómo los fenómenos para anali-
dan el saber/poder que nos constitu- zarse científicamente necesitan ser pre-
ye» (p. 19). Las sociedades actuales viamente transformados y puestos en
son sociedades del conocimiento y la redes que los desplazan, relacionan...
comunicación. Desde diferentes pers- Así, las bibliotecas no son sino cen-
pectivas se reflexiona sobre las carac- tros, nudos, estaciones que relacionan
terísticas, condicionantes, limitacio- y juegan con inscripciones. Si lo ante-
nes y consecuencias de los procesos rior es cierto (y para el autor lo es), las
cognitivos y comunicativos. ciencias no son instrumentos para lle-
Todd Gitlin lleva a cabo un ataque gar a una verdad única y pura, sino
en toda regla contra el perspectivismo más bien a una «verdad vestida, equi-
que nace de un exceso de la política pada, rolliza, instrumentada, costosa,
de identidades. Considera obvio reco- desplegada» (p. 180).
nocer que nuestro conocimiento «Lo que estoy sugiriendo —dice
parte de unas determinadas perspecti- Hayden White— es que las innova-
vas, pero lo decisivo es saber «a dónde ciones estilísticas del modernismo,
vamos con y desde ellas» (p. 132) y, nacidas como fueron por poner en
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a una mejora notable en casi todos los ciones supranacionales que se ven
aspectos de la vida cotidiana, espe- ahora implicadas en el proceso de
cialmente en las sociedades avanzadas definición de estas políticas, puesto
de Occidente. Pero, por otra parte, la que fenómenos como el cambio cli-
profundización de la democracia mático o los problemas energéticos
exige también que las cuestiones cien- superan la capacidad de decisión y de
tíficas estén sometidas al juicio de la actuación de los gobiernos nacionales
ciudadanía, para lo cual es necesario y requieren, cada vez más, la coopera-
hacerlas accesibles a la comprensión ción entre Estados. Esto es particular-
del público general. mente evidente en contextos como el
La expansión del conocimiento de la Unión Europea, que experimen-
científico y los avances tecnológicos ta un proceso de integración econó-
también han puesto de manifiesto los mica de gran trascendencia, pero
riesgos inherentes a la utilización de cuyas instituciones políticas están
las nuevas tecnologías. Hasta el punto aquejadas de un considerable «déficit
de que Ulrich Beck ha caracterizado a democrático», según perciben los ciu-
nuestras sociedades finiseculares dadanos europeos.
como sociedades del riesgo, en las Sin embargo, en el contexto de las
que los individuos se ven expuestos a sociedades de democracia pluralista,
riesgos de escala mundial, sobre los los procesos de elaboración de las
que no tienen ningún tipo de con- agendas informativas dificultan la
trol 1. Igualmente, al compás de las articulación de una auténtica opinión
transformaciones acaecidas en los sis- pública en torno a temas científicos o
temas de valores en las sociedades tecnológicos sustantivos. Por una
occidentales se han desarrollado parte, los ciudadanos se ven expuestos
diversos movimientos sociales que a una gran cantidad de informacio-
tienen como señal distintiva una acti- nes, mientras que, por otra, los indi-
tud crítica o, cuando menos, una cla- cadores muestran una relativa pérdida
ra desconfianza con respecto a la tec- de interés por la política. Y, aun entre
nología. Tal es el caso de los movi- quienes sienten interés por la política,
mientos ecologistas. son sólo algunos los que centran su
Estos hechos ponen de manifiesto atención en cuestiones de política
la necesidad de reflexionar acerca de científica.
las percepciones del público respecto Según ponen de relieve los autores,
a la ciencia y la tecnología. Nos el porcentaje de adultos interesados
enfrentamos, en definitiva, con el en estas cuestiones es relativamente
reto de establecer un marco en el que bajo en todas las sociedades occiden-
pueda articularse un control demo- tales. Normalmente, se trata de los
crático sobre las políticas científicas. grupos con mayor nivel educativo, al
Y ello afecta también a las organiza- tiempo que las mujeres y los mayores
de cincuenta años son los sectores
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con menor interés. Esta segmentación
Ulrich B ECK , Risk Society. Towards a
New Modernity, London-Beverly Hills: Sage, de audiencias se ve reforzada, además,
1994. por el hecho de que los grupos más
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interesados son los que tienen más ble ante estos problemas para posibi-
conocimientos científicos. Por tanto, litar el control democrático de la
para lograr una participación efectiva toma de decisiones.
de la ciudadanía en la definición de Con todo, a pesar de la débil
las políticas científicas será preciso implantación de la «alfabetización
enfrentar, en un futuro próximo, el científica», la mayoría de los ciudada-
reto de extender la «alfabetización nos occidentales tiene una visión
científica» a amplias capas de la optimista de la ciencia y la tecnolo-
población, evitando la marginación gía. En general, se asocia el progreso
de los sectores sociales más débiles. científico con la mejora de la calidad
El sistema educativo debe ser un de vida en las últimas décadas. Pero
instrumento eficaz en la transmisión junto a este optimismo convive tam-
de una cultura científica básica. La bién una cierta preocupación por las
ventaja comparativa de Estados Uni- repercusiones negativas que puede
dos en el porcentaje de público inte- tener el uso de la ciencia y por los
resado en la tecnología se explica en dilemas éticos que pueden plantear
buena medida porque la Universidad algunas investigaciones en campos
es accesible a un mayor número de sensibles como la genética o la bio-
personas. Y la formación universitaria medicina.
es más generalista, haciendo posible Esta actitud ambivalente ante la
que los estudiantes que no cursen ciencia y la tecnología es particular-
materias científicas puedan tener, al mente propia de los europeos. Los
menos, unos conocimientos científi- canadienses y, sobre todo, los esta-
cos básicos. dounidenses se muestran fundamen-
Pero la configuración del sistema talmente optimistas. Los americanos,
político también es fundamental para en general, están convencidos de que,
promover la participación del público a pesar de los potenciales peligros, los
en el proceso de toma de decisiones nuevos descubrimientos tendrán un
en materia científica. Generalmente, impacto netamente positivo sobre su
cuando una cuestión de la agenda vida cotidiana y, más ampliamente,
gubernamental puede ser decidida sin sobre la sociedad como un todo2. En
disensiones graves por la élite política el otro extremo, los japoneses tienen
no trasciende a la opinión pública. una confianza menor en la tecnolo-
Así sucede, de hecho, con la mayoría gía, lo cual debe estar relacionado, sin
de las cuestiones de política científi- duda, con el hecho de que sus indica-
ca. Sin embargo, cuando no es posi- dores de satisfacción vital en diversas
ble el acuerdo, debe existir un públi- áreas son relativamente bajos.
co atento en esa área temática, con la En este contexto, la obra tratada
capacidad suficiente para comprender nos ofrece un marco de reflexión muy
el problema y formar opinión. El pre- acertado para entender las repercusio-
visible incremento futuro de las cues-
tiones científico-técnicas en la agenda 2
G. Donald F ERREE, American Views on
política exigirá, por tanto, la existen- Science and Technology, The Public Perspecti-
cia de un público capacitado y sensi- ve: Roper Center, 1996.
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FERNANDO REINARES
Terrorismo y antiterrorismo
(Barcelona, Paidós, 1998)
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Dado que la obra trata básicamente tir los responsables de la seguridad del
el terrorismo político, no podemos Estado puede comprenderse, pero pre-
olvidar que las motivaciones de tal cisamente esa responsabilidad es la que
índole son centrales para entenderlo; más obliga a mantener una postura
según el análisis aquí presentado, éstas firme y ética en las respuestas que se
no se hallan en estado puro, sino com- planean.
binadas con razones afectivas, cálculos El autor organiza esas posibles res-
racionales y motivaciones de «confor- puestas en tres claros frentes: respues-
midad normativa» (interiorización de tas políticas, judiciales y policiales.
una justificación o entorno cultural Con ello se cubre todo el espacio insti-
regulador de la violencia). Los poten- tucional; cabe decir, por cierto, que el
ciales militantes, con sus motivaciones papel de las sociedades afectadas, en
de diversa índole, son reclutados a tra- términos de la respuesta que pueden
vés de redes sociales («contexto de dar al terrorismo, no ocupa parte sin-
micromovilización») y permanecen en gular de la obra. Debe tenerse en
la organización por razones variadas cuenta, sin embargo, el potencial e
(ideológicas, afectivas, basadas en importancia que reviste.
incentivos) y probablemente simultá- En el primer ámbito institucional
neas. Finalmente, la dificultad de la se presta especial atención al dilema
salida de la organización se explica en de si la negociación con un grupo
términos de sanciones (internas y terrorista por parte de las autoridades
externas), así como de la subjetividad políticas es eficaz o buena. Para el
que sufre el militante. profesor Reinares, una negociación de
El capítulo cuarto del libro expone ese tipo rompe todos los presupuestos
las respuestas que desde las institucio- del Estado de Derecho y, por otro
nes competentes en cada Estado se lado, puede resultar contraproducen-
dan a la amenaza que plantea el terro- te. Por ello aboga por una postura
rismo. Se toma aquí una actitud bas- inflexible y sin concesiones. Sí cree,
tante crítica con alguna de ellas y un sin embargo, en la posible bondad de
claro rechazo ante aquellas respuestas «contactos exploratorios» con los
que abandonan el marco legal que terroristas. Ciertas consideraciones
debe regirlas y, sobre todo, el marco morales, lo perentorio de la necesidad
ético y moral que caracteriza (o debie- de llegar a una solución, así como la
ra caracterizar) a una sociedad demo- existencia de opiniones favorables a la
crática de Derecho. De todos modos, negociación, deberían, tal vez, dar
no nos encontramos con una postura lugar a un más intenso análisis de las
inflexible en todos los frentes, puesto opciones en este estudio. La inciden-
que se comprende la gravedad del pro- cia del pluralismo, de una situación
blema planteado a los Estados, así económica aceptable, de la legitimi-
como la necesidad en determinados dad del gobierno, de la diferencia en
casos de llevar a cabo modificaciones el potencial coercitivo, son elementos
constitucionales para plantar cara al facilitadores de una solución dialoga-
terrorismo. También la desesperación da y, por lo tanto, requieren mayor
que en ciertos momentos pueden sen- atención.
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JESÚS CASQUETTE
Política, cultura y movimientos sociales
(Bilbao, Bakeaz, 1998)
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JOAN FRIGOLÉ
Un hombre. Género, clase y cultura en el relato de un trabajador
(Barcelona, Muchnik Editores, 1998)
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parte de esos errores que todos los ducción de esa identidad, así como la
científicos sociales hemos aprendido a naturaleza de su trayectoria (¿es una
no cometer, y que resultan innecesa- trayectoria histórica objetiva o es una
rios cuando se presentan en forma de ficción?), la consistencia, por tanto,
recomendación, pero que con descon- de la coherencia, ideales y valores de
certante insistencia seguimos come- que se trata (¿es una coherencia inma-
tiendo. nente a la trayectoria vital del sujeto o
En gran medida, Frigolé está dando es una coherencia a posteriori?). No es
por supuesto que la identidad que evidente que el mero orden cronológi-
forja el discurso es producto de una co nos acerque al «orden vital», como
trayectoria pasada, pero que ésta es mantiene Frigolé (p. 21). Habría que
accesible a través del discurso, como si plantear si el orden cronológico
se hubiera producido en el pasado de impuesto a un relato que por sí
la misma manera y con las mismas mismo presenta otra estructura, desta-
condiciones que ahora está reprodu- ca realmente una trayectoria y, sobre
ciendo el relato. La «ilusión biográfi- todo, si permite restablecer o esclare-
ca» lleva a trasladar, de formas más o cer la génesis sociohistórica de una
menos subrepticias, el sentido del dis- identidad que se supone expresada en
curso a las prácticas y estrategias pre- ese relato. Es habitual en muchos dis-
téritas, dando por hecho que el modo cursos autobiográficos la presentación
como se formó una decisión (o el de un cambio vital, que sin duda
hecho de que hubiera efectivamente debió ser largo, difícil, producto de
una decisión) se refleja bien en el estrategias y azares diversos, como si
modo de relatarla. Ciertamente, el hubiera sido el fruto de una decisión
discurso que recuerda puede propor- rápida y aproblemática que el discurso
cionar datos sobre la acción pasada, ubica seleccionando una escena cen-
pero no aporta de la misma manera el tral (a veces una frase del sujeto) en la
sentido que tuvieron y produjeron las que se habría planteado y resuelto
acciones pasadas (aunque les da senti- todo.
do). Y, sin embargo, en circunstancias El relato que nos ofrece Frigolé
en que carecemos de otros elementos presenta, por ejemplo, una trayectoria
para reconstruir las trayectorias de los laboral compleja, en la que se alter-
agentes y los significados que en cada nan o se solapan diversas actividades
momento se ven involucrados, solici- y situaciones: mozo, jornalero, espar-
tamos, a menudo inconscientemente, tero, peón de la construcción, guarda
al discurso producido por las entrevis- de huerta, guardia municipal, em-
tas datos que no puede proporcionar. pleado de cine... Los cambios que
Partiendo de un planteamiento jalonan la historia tienen condicio-
como el del autor (acceder a la génesis nantes y consecuencias de diverso
de una identidad en diversidad de tipo, plantearon problemas específi-
contextos a través de un relato) se cos al protagonista y a otros agentes
hace imprescindible evitar el desliza- (padre, madre, esposa, hijos, compa-
miento mencionado. Sería preciso ñeros, amigos...). El discurso resuelve,
ubicar con claridad el lugar de pro- sin embargo, reiterativamente la com-
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plejidad que se adivina en los eventos dejan de señalarse) pueden sesgar sin
narrados con la afirmación de una control el texto y su análisis. Ya la
identidad y de un espíritu de iniciati- sola búsqueda de un texto unitario y
va. Son muchas las historias narradas coherente implica invitar al sujeto,
por Juan (desde la que se refiere a su cuando es entrevistado, a activar
padre y su decisión de no ir a trabajar determinadas disposiciones autorre-
a Brasil, hasta su propia decisión de flexivas y ordenadoras, propias de lo
abandonar el trabajo de mozo a los que sería una intención autobiográfi-
dieciséis años y regresar a casa, o de ca. Estas disposiciones están relacio-
marchar a la guerra, o de provocar el nadas con la imagen cambiante del
despido de las tierras por no llevar el entrevistador que se hace el sujeto, y
aguinaldo a los propietarios) en las el tipo de diálogo que se establece. La
que se aprecia con facilidad el desfase situación de entrevista da lugar a
entre la rapidez y resolución del acto estrategias momentáneas que confor-
relatado, y el conjunto de problemas man el contenido del discurso, por-
que cada una de esas decisiones debió que reubican al sujeto que lo emite
generar. En general, tras su paso a la respecto del lugar cambiante de quien
condición de «hombre», el relato pre- entrevista. Así, no pueden tomarse las
senta a Juan como aquel que lleva las características del discurso político de
riendas del grupo doméstico, que Juan sin advertir la complicidad ideo-
toma las iniciativas. Ahora bien, todo lógica que parece haberse reforzado a
esto, que tiene mucho sentido y pro- lo largo de la relación de entrevista
duce retóricamente identidad perso- (en ocasiones, se trata con toda clari-
nal, no ayuda por sí solo, se ordene dad de un discurso dirigido a un
como se ordene, a restablecer la com- compañero), y que influye, sin duda,
plejidad de la trayectoria y de las en los contenidos de aquél. Asimis-
diversas situaciones históricas por las mo, el recurso tan frecuente al «pro-
que se ha atravesado. greso», al «avance» o al «atraso» de los
Trasladar a la descripción y análisis tiempos, que es un eje discursivo cen-
de las trayectorias de los agentes las tral, hace patente en su desarrollo la
características de un relato autobio- presencia de una persona a quien se
gráfico supone (y depende de) otro supone un saber, una noción del pro-
procedimiento previo, que es la tota- greso moral y social, y ante la cual el
lización de una autobiografía a partir sujeto ejerce una especie de mirada
de lo que es (son) discurso(s) auto- autocrítica, no exenta de vergüenza,
biográfico(s). La producción de un sobre el pasado personal y colectivo.
texto unitario a partir (y a la contra) Pero aún más importante es que el
de la heterogeneidad de los discursos enfoque sobre el texto en detrimento
plantea problemas específicos. de los discursos heterogéneos parece
Ante todo, la fabricación de una estar determinando, en el campo de
autobiografía consiste en un ordena- uso de autobiografías en ciencias
miento del material discursivo y en sociales, una atención predominante
elipsis de las intervenciones del inves- a la función narrativa —con los
tigador, que (especialmente cuando supuestos sobre la historia y el tiempo
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que a ello van asociados— y una ces, citas, etc., como expresiones de
identificación, incluso, entre cons- situaciones (o falta de situación)
trucción discursiva y construcción sociales, caracterizadas por su labili-
narrativa del yo. dad, por sus contradicciones, por los
Evidentemente, un discurso auto- dobles vínculos, filiaciones y fideli-
biográfico consiste, entre otras cosas, dades, por la ambigüedad en suma.
en narraciones. De ello, y por rele- De ahí que tenga más importancia,
vantes que puedan ser dichas narra- en ocasiones, ver el discurso autobio-
ciones, no se sigue la necesidad de gráfico como un aparato retórico o
hacer de lo narrativo la función argumentativo destinado a la persua-
dominante del mismo. Como todo sión, a la discusión, a la justificación,
discurso, el que recuerda y relaciona a la delimitación práctica, a la revi-
autobiográficamente pasado, presente sión o a la crítica de situaciones, ac-
y futuro ofrece una dispersión que ciones y personas, de uno mismo, etc.
mina desde el interior la unidad y Algo de esto revela Frigolé, cuando
coherencia de un relato. La reapropia- subraya desde el principio que, en
ción del pasado se da con frecuencia esta autobiografía, «ser hombre» no es
en formas que difícilmente se ade- el producto de una reflexión abstrac-
cúan a las «grandes narrativas» de las ta, sino de respuestas morales y políti-
tipologías al uso («progresivas», «re- cas (pp. 14-15). Este carácter argu-
gresivas», «estables», «tragedias», «sa- mentativo-práctico del discurso es
gas», etc.). El texto se deshoja en sub- muy evidente —y así lo señala Fri-
textos que atraviesan cualquier narra- golé— en el modo como Juan discute
tiva sobre sí mismo dislocando una y justifica determinados robos, las
noción total de identidad. En suma, contradicciones entre el valor de la
si algo se aprecia con claridad en los honradez y el papel del padre que ha
discursos autobiográficos, especial- de alimentar a sus hijos, etc. Pero
mente en los orales, es un cuestiona- estas contradicciones no dejan de
miento en acción de cualquier «pacto plantearse como la dialéctica hacia
autobiográfico» y, desde luego, de la una síntesis identitaria, en lugar de
presencia de una única voz (un yo, ver un ejemplo de la tensión propia-
una identidad) detrás del relato. mente autobiográfica (propia de toda
Como la polifonía de la novela, en autobiografía) entre la unidad y la
Bajtin, o de la enunciación, en Du- dispersión, entre lo sucedido y lo
crot, estos discursos autobiográficos dicho, entre el pasado y el presente,
son voces que rompen dialógicamente que como tal aparece en otros luga-
las intenciones globalizadoras. res. El interés por esta tensión precisa
Por supuesto, lo importante para el de una labor del investigador (del
científico social no está tanto en la entrevistador) —que debería hacerse
deconstrucción en sí misma, sino en patente en el texto presentado— que
la posibilidad de entender silencios, lleve al discurso hacia los lugares de
elipsis, repeticiones, insistencias, los que se aleja, o que rompa los
obsesiones, resistencias, paradojas, nudos narcisistas en que a veces se
márgenes, subtextos, paréntesis, vo- enquista; que permita deslindar me-
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jor, en definitiva, las líneas por donde «obreros» o «trabajadores», son los tér-
se rompe la integración, la materia minos de una fractura irrecuperable.
misma de su complejidad de discurso. En este contexto, la solidaridad apare-
Es difícil, por ejemplo, en el relato ce como la manifestación del autova-
de Juan ubicar una posición política lor de la clase obrera; se narran,
que sirva de asidero firme, sin fisuras, entonces, los casos ejemplares y aque-
para una identidad forjada a lo largo llos otros de los cobardes o los igno-
de la trayectoria que el discurso rantes que traicionaron sus intereses
recuerda. La idea de una definición de clase.
básica, afirmada con dificultad en Existe otra línea discursiva que, en
diversas situaciones, no da cuenta de parte aunque no sólo, constituye una
la diversidad de referencias y lugares posición y unos juicios políticos, y
del sujeto que habla, de la relación que se refiere a la evolución de los
enmarañada entre la enunciación y el tiempos como tema fundamental. El
enunciado, que caracteriza al discurso desarrollo de la sociedad supone, de
político de Juan. acuerdo con este discurso, un progre-
Así, este discurso dibuja en deter- sivo aumento del conocimiento y un
minados momentos con mucha niti- progreso también moral. En este sen-
dez una conciencia de clase, basada en tido, estos argumentos pueden refor-
la realidad y el valor del trabajo. En zar componentes del discurso ante-
estos casos, el trabajo se opone de rior: así, se asume que uno de los
manera tajante al capital, estructuran- mayores obstáculos para la autovalo-
do así una determinada concepción de ración de los trabajadores es la igno-
lo social y pensando en un cambio rancia. Cierto sentido liberador de la
que sólo puede imaginarse como revo- «cultura» desempeña aquí un impor-
lucionario: es un discurso que se refie- tante papel, al tiempo que sirve espo-
re a las luchas de obreros y/o campesi- rádicamente para explicar o justificar
nos, o que evoca de forma fantástica (por el «atraso») los errores cometi-
la idea de la muerte de la clase traba- dos, o determinados episodios en los
jadora y el desfonde consecutivo de la que el mismo protagonista ha podido
sociedad. Hay aquí una valoración del participar y que no son desentrañados
trabajo como fundamento de la socie- del todo (relativos siempre al uso de
dad. Esta valoración, núcleo de la la violencia).
identidad política del trabajador, de Ahora bien, este discurso del pro-
una dignidad y de una ética, sólo se greso de los tiempos puede también
reconoce entre los compañeros. Este articular lo político de acuerdo a rela-
discurso, que se activa al rememorar ciones y valoraciones diferentes, con
las condiciones de vida de sus padres, lo que la oposición «capital-trabajo»
la situación política y social en España pierde fuerza. Los comentarios sobre
a principios de siglo, retorna al recor- el presente del relato (la España de
dar diferentes episodios de conflictivi- principios de los setenta) muestran
dad durante la II República y la Gue- las diferentes dimensiones de una
rra Civil. «Señoritos», «fascistas», situación que políticamente se deplo-
«patronos», «propietarios»... frente a ra, pero que en lo social y económico
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