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Esquizofrenia
Para otros usos de este término, véase Esquizofrenia (desambiguación).
Esquizofrenia
CIE-10 F20
CIE-9 295
CIAP-2 P72
OMIM 181500
DiseasesDB 11890
MedlinePlus 000928
eMedicine med/2072
MeSH F03.700.750
Aviso médico
Una paciente esquizofrénica bordó por sí misma esta tela, lo que nos da cierta idea sobre su desarreglo
mental. Pieza que actualmente se expone en el Glore Psychiatric Museum.
St. Elizabeths Hospital. Reproducciones realizadas por un paciente, un caso perturbado de Dementia
praecox, en donde usó alfileres o uñas para rascar la pintura de la pared, capa superior de pintura de
color chamariz, superpuesta sobre una capa de color rojo ladrillo de pintura. Las imágenes simbolizan
eventos en la vida pasada del paciente, y representan un estado leve de regresión mental. Sin fecha,
pero probablemente principios del siglo XX.
La esquizofrenia (del griego clásico σχίζειν schizein ‘dividir, escindir, hendir, romper’ y
φρήν phrēn, ‘entendimiento, razón, mente’) es un diagnóstico psiquiátrico que se utiliza para
personas con un grupo de trastornos mentalescrónicos y graves, caracterizado a menudo por
conductas que resultan anómalas para la comunidad, falta de percepción de la realidad,
alteraciones en la percepción o en la expresión de la alteración de la realidad.1 La
esquizofrenia causa además un cambio mantenido en varios aspectos del funcionamiento
psíquico del individuo, principalmente de la consciencia de realidad, y una desorganización
neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas, que lleva a
una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y una significativa
disfunción social. Entre los síntomas frecuentes, están las creencias delirantes, pensamiento
confuso, alucinaciones auditivas, reducción de las actividades sociales y/o aislamiento.
Catatonia (síndrome)
La catatonia es un síndrome neuropsiquiátrico caracterizado por anormalidades motoras, que
se presentan en asociación con alteraciones en la conciencia, el afecto y el pensamiento.
Índice
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1Historia
2Diagnóstico
3Tipos de catatonia
4Fisiopatología
5Tratamiento
o 5.1Benzodiazepinas
o 5.2Terapia electroconvulsiva
o 5.3Antipsicóticos
6Notas y referencias
7Enlaces externos
Historia[editar]
Karl Kahlbaum, director de una clínica psiquiátrica privada en la pequeña ciudad de Görlitz
(Alemania), acuñó el término katatonia en 1874 para un conjunto de síntomas bien
reconocidos por los psiquiatras aunque poco delimitados hasta entonces.1 La descripción de
Kahlbaum sobre este síndrome en su monografía "Katatonia", en 1873, incluyó una
documentación cuidadosa sobre su fenomenología, sus manifestaciones motoras incluidos el
mutismo, negativismo, estereotipias, catalepsia y verbigeración y alteraciones psiquiátricas y
consideró que los signos neuromotores de esta entidad clínica eran más importantes que el
contenido de los delirios.
Inicialmente, Kahlbaum describió la catatonia como una enfermedad comparable a la parálisis
general progresiva, posteriormente llamada "neurosífilis". A pesar de la familiaridad de los
psiquiatras de aquellos tiempos con los síntomas descritos por Kahlbaum, su concepto
de katatonia provocó opiniones divididas: un grupo que proponía a este conjunto de signos
como una enfermedad por sí misma y un grupo que la consideraba una complicación de
diferentes enfermedades psiquiátricas (sin implicar alguna en particular), pero no una
enfermedad distinta.
En los años subsiguientes al desarrollo del término, la catatonia fue reconocida en pacientes
con hebefrenia, manía, depresión y en una forma cíclica en el curso de una enfermedad con
un estado inicial de melancolía.2
Tiempo después, Emil Kraepelin consideró que la catatonia era junto con la hebefrenia y la
demencia paranoide, una presentación primaria de la demencia precoz. Aunque bien
inicialmente no rechazaba las observaciones de Kahlbaum, reconocía la necesidad de mayor
investigación sobre la catatonia y la hebefrenia, pues estos trastornos parecían inclinarse a un
"proceso de degeneración mental" y reconocía la ocurrencia de "fenómenos catatónicos
mórbidos" en diferentes trastornos psiquiátricos.1
La influencia de Kraepelin se manifestó por la popularidad de sus libros, el primero de ellos
aparecido en 1883, en el cual no mencionaba la catatonia. En la quinta edición de su libro en
1896, Kraepelin describía la catatonia como uno de los "trastornos metabólicos que conducen
a la demencia", considerando la mayoría de los casos como ejemplos de una enfermedad
distintiva. ‘‘I nonetheless see myself obliged, by extensive experience, to view the great
majority of these cases as examples of a distinctive form of illness [catatonia].’’ Para la sexta
edición de su libro en 1899, la catatonia se había convertido en una categoría de demencia
precoz, aunque no hay información suficiente que de soporte al motivo de esta nueva opinión.
En este momento, para Kraepelin y desde entonces, para el resto del mundo, la catatonia se
convirtió en parte de lo que Eugen Bleuler llamó en 1908 como "esquizofrenia".3
En 1948 la sexta edición del International Classification of Diseases (ICD) reconoció un "tipo
catatónico" dentro de los "trastornos esquizofrénicos". Muchos años más tarde a las
observaciones de Bleuler, en 1952, la primera clasificación del DSM reconoció la catatonia
como una "reacción esquizofrénica, tipo catatónica". En los años 1968 y 1980 las ediciones
del ICD y DSM respectivamente, reconocieron la catatonia finalmente como un tipo de
esquizofrenia. En el transcurso de las diferentes ediciones de las clasificaciones diagnósticas,
diversas publicaciones reportaron catatonia incluso con mayor prevalencia en pacientes
maníaco-depresivos que en pacientes con esquizofrenia. Se realizaron además observaciones
sobre la disminución de la incidencia del trastorno en las ciudades industrializadas y posterior
al desarrollo de antibióticos.
En 1980 se describió una respuesta de catatonia letal inducida por neurolépticos (el síndrome
neuroléptico maligno). Simultáneamente se describió además la presentación de catatonia en
niños y adolescentes con autismo, retraso mental y pacientes con epilepsia, status no
convulsivo, fiebre de origen desconocido y síndromes paraneoplásicos. Dichos reportes fueron
ignorados por un tiempo considerable, persistiendo con la caracterización de catatonia
exclusiva de pacientes esquizofrénicos.
Las clasificaciones diagnósticas antiguas (el ICD-10 y DSM-IV-TR), aún consideran la
catatonia como un subtipo de esquizofrenia, sin embargo, también se ha reconocido como un
trastorno secundario a causa médica y se acepta como un término descriptivo para la
caracterización de síndromes maníacos y depresivos mayores.
Es hasta la aparición del DSM-V que la catatonia tiene una clasificación especial como
síndrome neuropsiquiátrico y además continua como codificador en trastornos psicóticos y
afectivos mayores (manía y depresión).4
Diagnóstico[editar]
A pesar de la historia clásica sobre los signos catatónicos, hay una gran confusión respecto a
las definiciones de los signos descritos en las diferentes escalas clínicas: Rogers Scale
(1991), The Bush-Francis Catatonia Rating Scale (1996), The Northoff Catatonia Scale (1999),
The Braunig Catatonia Rating Scale (2000), Fink and Taylor Criteria (2003).5 Las
descripciones muchas veces son confusas, incluyen signos que con frecuencia son difíciles de
diferenciar: manierismos contra estereotipias, catalepsia contra flexibilidad cérea, mithehen
contra mitmachen, entre otros. La mayoría de los textos norteamericanos de psiquiatría no
definen adecuadamente estos términos.
La Bush-Francis Catatonia Rating Scale (BFCRS) es la escala más comúnmente usada en la
práctica clínica y las publicaciones sobre catatonia, fue el primer instrumento construido para
la estandarización sistemática y la valoración cuantificable de los signos catatónicos. La
BFCRS consiste en 23 ítems que se seleccionaron tras una revisión de la literatura clásica y
contemporánea sobre este síndrome, sus puntajes predicen con una alta probabilidad la
respuesta al tratamiento con lorazepam, por lo que muchos autores la consideran el estándar
de oro comparado con otras escalas.6
Signos de catatonia7
Almohada psicológica
Ambitendencia
Anomalías de la voluntad
Aversión
Bloqueo
Catalepsia
Combatividad
Ecolalia
Ecopraxia
Estereotipias
Estupor
Excitación
Flexibilidad cérea
Gegenhalten (paratonía)
Lenguaje no fluente
Impulsividad
Inmovilidad
Manierismos
Mirada fija
Mitgehen
Mitmachen
Muecas
Mutismo
Negativismo
Obediencia automática
Palilalia
Perseveración
Posturas persistentes
Reflejo de prensión forzada
Retiro (negativa a comer / beber)
Rigidez
Verbigeración
Verborrea
Tipos de catatonia[editar]
Taylor y Fink (2003), consideran que la catatonia debería ser clasificado como un síndrome
independiente con los siguientes tres subtipos: No-maligna, delirante y maligna.
El tipo no maligno se refiere a las características clásicas descritas por primera vez por
Kahlbaum.
El tipo delirante incluye un cuadro maniatiforme.
El tipo maligno incluye a la catatonia letal (maligna), al síndrome neuroléptico maligno y
al síndrome serotoninérgico.7
Van Den Eede y Sabbe (2004), propusieron una clasificación alterna. Dividieron la catatonia
en dos amplios grupos: la no maligna y la maligna, cada uno dividido en un síndrome
"retardado", estuporoso e hipocinético y una variante excitada, delirante e hipercinética.
Tratamiento[editar]
Benzodiazepinas
Esquizofrenia desorganizada
La esquizofrenia desorganizada, también conocida como hebefrénica es un trastorno
mental en la que el comportamiento del individuo sufre alteraciones espontáneas sin ningún
propósito o motivación, agitación y desinhibición.
Las causas de este padecimiento son desconocidas, pero se sabe que comienza antes de los
25 años y que los antecedentes familiares de depresión o psicosisaumentan la probabilidad de
padecerlo.
Síntomas[editar]
Comportamiento activo pero no constructivo y sin objetivos
Respuestas emocionales extrañas e inapropiadas
Dificultad para sentir placer (anhedonia)
Delirios (creencias falsas y fijas)
Falta de motivación
Ver y escuchar cosas que no existen (alucinaciones)
Comportamiento tonto o extraño
Discurso sin sentido
En la esquizofrenia desorganizada es común que se presenten delirios (creencias falsas y
fijas) y alucinaciones (percepciones sensoriales sin causa) y las respuestas emocionales son a
veces extrañas e inapropiadas para la situación. Asimismo, se observa una completa falta de
emoción y de motivación, al igual que incapacidad para sentir placer.
Algunos de estos síntomas también se observan en otros tipos de esquizofrenia, pero la
distinción característica de la esquizofrenia desorganizada es el comportamiento errático con
un lenguaje aleatorio desordenado y despreocupado por la gramática.
Los pacientes con esquizofrenia desorganizada generalmente están activos pero de una
manera no constructiva y sin objetivos. Es común que se presenten gestos y muecas
incongruentes, por lo que el comportamiento del paciente algunas veces se describe
como tonto o necio.
Trastorno delirante
Trastorno delirante
CIE-10 F22.0
CIE-9 297.1
CIAP-2 P72
eMedicine article/292991
MeSH D010259
Sinónimos
paranoia
Aviso médico
Índice
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1Clasificación
2Etiología
3Cuadro clínico
4Criterio diagnóstico
5En la cultura popular
o 5.1En el cine
o 5.2En la música
6Véase también
7Referencias
Clasificación[editar]
Tipo erotomaníaco (ver erotomanía): delirio de que otra persona, normalmente de un
estatus superior, está enamorado del individuo.
Tipo de grandiosidad (ver megalomanía): delirio de que el individuo tiene un talento
extraordinario, poder, conocimiento, o una relación especial con una deidad o una persona
famosa.
Tipo celotípico: delirio de que el compañero sexual del individuo le está siendo infiel.
Tipo persecutorio: delirio de que la persona (o alguien cercano) está siendo tratado con
mala intención: espiado, envenenado, perseguido, etc.
Tipo somático: delirio de que la persona tiene algún defecto físico o alguna enfermedad,
También se puede dar un diagnóstico del 'tipo mixto' o del 'tipo no especificado' si el delirio no
pertenece a ninguna de estas categorías.
Etiología[editar]
El psiquiatra español Enrique González Duro, en su libro La paranoia (1991), afirma que los
factores desencadenantes de esta enfermedad se encuentran muy activos en individuos que
presentan un acusado narcisismo y que se han visto expuestos a serias frustraciones,
hallándose consecuentemente dotados de una baja autoestima. Esto provoca que se dispare
en los mismos el mecanismo natural de Proyección, muy estudiado por la psicología, en virtud
del cual tendemos a atribuir a otros aquellos impulsos, fantasías, frustraciones y tensiones que
nos resultan inexplicables, inaceptables e insoportables en nosotros mismos. "El pensamiento
paranoide —sigue González Duro(1993)— es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las
razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio, para convertirlo
en convicción."
Cuadro clínico[editar]
Más específicamente, puede referirse a un tipo de sensaciones angustiantes, como la de estar
siendo perseguido por fuerzas incontrolables (manía persecutoria), o ser el elegido para una
alta misión, como la de salvar al mundo (delirio de grandeza o grandiosidad, atribuido por
algunos estudiosos a determinadas personalidades dictatoriales y gobiernos).
La paranoia se manifiesta igualmente en los delirios por celos, en el delirio erotomaníaco, el
delirio somático, etc. Es un trastorno de tipo crónico, con mayor o menor virulencia ocasional.
Muchas veces un paranoide enfatiza en evitar una acción, aunque la desea, con el pretexto de
no causar conmoción: "Vi una rosa y quise olerla, pero tuve miedo de ser lastimado".
Metafóricamente piensa que algo que le agrada en realidad le ocasionará daño
Síndrome alucinatorio
Se fundamenta clínicamente en la sintomatología productiva de falsas percepciones sensoriales, sin estímulo
externo concreto, y con una afirmación de realidad que compromete la eficacia de la función predicativa. Los
síntomas de esta constelación implican, en consecuencia, una experiencia psíquica referida a una vía
sensorial no estimulada por las vías normales de información y, además, asimilada por un juicio alterado. La
experiencia alucinatoria es también un fenómeno delirioso, deliroide o delirante primario implícitos.
Su aparición psicopatológica comienza generalmente por ser insólita para el paciente, para luego naturalizarse
según el contexto o sustrato clínico que la mantiene. Estos síntomas ocurren en estados de conciencia alterada,
como el delirium, en psico-orgánicos demenciados, en psicosis mayores: esquizofrenias y psicosis maníaco
depresiva, en estados psicorreactivos de dominio afectivo y en situaciones experimentales y límites, de privación
sensorial.
Si bien las alucinaciones pueden aparecer bajo cualquier modalidad sensorial, auditiva, visual, táctil, gustativa,
cenestésica, las de mayor frecuencia clínica son las auditivas. Si el paciente que oye voces está con conciencia
clara, en el juego sistémico de su personalidad no está dominando la efectividad desorbitada y no hay una
organicidad evidente, se da un tipo de alucinación auditiva que está señalando inequívocamente un proceso
esquizofrénico. Y con más neta significación clínica; el paciente oye que personas sin cuerpo presente hablan entre
sí acerca del paciente refiriéndose a él como a una tercera persona en forma ominosa, y sin que los contenidos
demenciadores sean claramente informados sensorialmente. El paciente sabe que lo comentan menoscabando su
dignidad personal, reduciendo su imagen, menospreciándolo, pero no logra definir más las acusaciones y denuncias.
Otras veces comentan siempre animosamente cada una de sus acciones u oye voces que repiten sus
pensamientos. Rara vez identifica a los comentadores murmurantes, reduciendo su experiencia a un saberse
centralmente hostilizado, amenazado, indignizado, llamando la atención la necesidad pasiva con que el paciente
vivencia estas experiencias psicopatológicas.
La vulnerabilidad de la función predicativa asociada a la productividad alucinatoria, está marcada por la afirmación
de realidad que adjudica a la experiencia alucinatoria y la facilidad con que construye ideas delirantes secundarias a
ellas, y que en primeras etapas comienzan como interpretaciones vagas e inestables, para luego adoptar un carácter
incorregible y persistente que sí se emancipan de la experiencia sensorial inicial.
Las alucinaciones en los estados afectivos, del círculo afectivo tanto depresivo como expansivo son congruentes de
manera obvia en sus contenidos y significaciones con el afecto dominante del paciente. También son congruentes
con aquel en los estados psicorreactivos situacionales. En los cuadros clínicos en que la oscuridad de conciencia es
el fenómeno central psicopatológico, las alucinaciones adoptan mayormente la vía visual con características que
varían en su ordenación temporal y espacial según el cuadro determinante. Arrecian en horas vespertinas y
nocturnas, retroceden en horas tempranas. Son zoomórficas y a veces liliputienses en el delirium alcohólico. En los
estados psicoorgánicos las alucinaciones son extremadamente propias y referidas al pasado remoto del paciente.
Reaparecen antiguas figuras del pasado, con las que la muerte o la separación pusieron término a una
comunicación importante. Son vistos y oídos los seres significativos de su pasado remoto, y el paciente parece
haber roto la barrera vivencial entre lo recordado y lo visto y oído aquí y ahora.
Los efectos alucinatorios de drogas son de vivida riqueza sensorial, y suelen aparecer bajo desmesuradas
dimensiones de inestable presencia. La deprivación sensorial sugiere fuertemente que la ración informativa que se
requiere para un adecuado rendimiento psíquico global, y especialmente referido a la dimensión realidad-irrealidad,
requiere de un rango óptimo, que si es sobrepasado, o si es minimizado, rompe la barrera dramática de la esfera
subjetiva interna y la objetiva externa. De aquí que la productividad alucinatoria haya sido antropológicamente
considerada como expresión de la necesidad fundamental de ser oídos, ser vistos, ser tocados y estar en relación.
El síndrome alucinatorio es fundamentalmente abordable bajo un pensar categorial: el paciente alucina o no
alucina.
El síndrome de Charles Bonnet, o alucinosis orgánica, fue descrito por primera vez por Charles
Bonnet en 1760. Se trata de una entidad clínica en la que aparecen alucinaciones visuales en
pacientes con déficit visual bilateral sin una patología orgánica de base. El diagnóstico se realiza por
exclusión de otras patologías que produzcan este tipo de sintomatología. El tratamiento es sencillo, y
principalmente está orientado a tratar la causa de pérdida de visión.
Depresión
Para otros usos de este término, véase Depresión (desambiguación).
Síndrome Maniaco
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El trastorno bipolar es un trastorno del estado de ánimo que presenta de forma
alternativa o combinada un estado de ánimo deprimido y un estado de excesiva alegría o irritabilidad, al que
se le llama manía. Los períodos en los que el paciente presenta este último estado de ánimo elevado, son
llamados episodios maníacos.
El médico psiquiatra evaluará la presencia de síntomas y signos que se toman bajo consenso internacional:
Los síntomas mencionados anteriormente pueden presentarse de forma variable en cada caso, siendo
evaluados por el psiquiatra. Invariablemente, le ocasionarán a la persona un deterioro severo en su trabajo y
actividades sociales y relaciones con otros.
Esto no califica si se relaciona al consumo de una sustancia o alcohol ni si se presenta a consecuencia de otra
enfermedad médica.
Trastorno obsesivo-compulsivo
No debe confundirse con trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad.
Trastorno de conversión
El trastorno de conversión (término que describe lo que anteriormente se llamaba histeria) o
también llamados trastornos disociativos, fue un diagnóstico especialmente popular a fines
del siglo XIX. Se refiere a los síntomasque afectan al comportamiento y que se asemejan a
una enfermedad neurológica pero que no proceden de ninguna enfermedad física conocida ni
se pueden explicar por ella. El psicoanálisis define el trastorno de conversión, o histeria de
conversión, como una "Forma de histeria que se caracteriza por el predominio de los síntomas
de conversión".1
Definición[editar]
En la actualidad, y de acuerdo con el sistema clasificatorio DSM-IV el aspecto básico de este
trastorno es la presencia de síntomas o déficit no deliberados que afectan al funcionamiento
motor voluntario o sensorial, lo que hace pensar en la existencia de un estado patológico
general. En su inicio o exacerbación están implicados factores psicológicos.
Es una conversión porque el paciente convierte el conflicto psicológico en un trastorno físico
(incapacidad para mover ciertas partes del cuerpo o usar los sentidos de manera normal).
Entre los que lo estudiaban, se destacaron Pierre Janet, Jean-Martin Charcot, Josef
Breuer y Sigmund Freud.
Cuadro clínico[editar]
En este tipo de neurosis se identifican claramente dos clases:
Clasificación[editar]
Según la clasificación de CIE-10 se divide en:
Amnesia disociativa
Fuga disociativa
Estupor disociativo
Trastorno del trance y de posesión
Trastorno de motilidad voluntaria y de la sensibilidad
Trastorno disociativo de la motilidad
Convulsiones disociativa
Anestesia y pérdidas sensoriales disociativas.
Trastorno de personalidad múltiple
Según el DSM-IV-TR (A.P.A. 2002) los criterios diagnósticos del trastorno de conversión son:
A. Uno o más síntomas o déficit que afectan a la función motora voluntaria o sensorial y
que sugieren una condición neurológica u otra condición médica general.
B. Se considera que los factores psicológicos están asociados al síntoma o déficit debido
a que el inicio o exacerbación de ambos está precedido por conflictos y otros estresores.
Hipocondría
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación
acreditada.
Este aviso fue puesto el 21 de abril de 2012.
hipocondría, hipocondriasis
CIE-10 F45.2
CIE-9 300.7
CIAP-2 P75
MedlinePlus 001236
MeSH D006998
Aviso médico
Sintomatología[editar]
Se trata de un trastorno que muy a menudo aparece asociado con la ansiedad, por lo que el
principal síntoma de la hipocondría es la preocupación exagerada que la persona siente por su
salud. El hipocondríaco medita constantemente sobre sus síntomas, reales o imaginarios, y
llega a percatarse de signos funcionales que habitualmente escapan a la conciencia (la
intensidad de los latidos cardíacos, las funciones digestivas). Puede describir su cuadro
clínico con una sutileza y precisión notorias, y aclara repetidas veces el alcance de cada uno
de sus síntomas físicos. La atención del hipocondríaco se centra no sólo en el estudio de sí
mismo (se toma el pulso, la temperatura, el número de respiraciones por minuto y la tensión
arterial varias veces al día), sino también en la cantidad y composición de los alimentos. Sabe
con qué aguas hace mejor la digestión, qué grados de ventilación o de temperatura le
convienen, etcétera.
La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer, o la
convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de uno o
más signos o síntomas somáticos. La sintomatología más generalmente hipocondríaca es la
sugestiva, que experimenta acompañada de una especial alteración negativa del estado de
ánimo, sumamente desagradable, y que le hace colocarse en una actitud fóbica frente a sus
molestias, de las que siempre cree que son el comienzo de enfermedades graves. Finalmente,
el hipocondríaco acaba renunciando a casi todo para consagrarse a cuidar su enfermedad
imaginaria.
En la mayoría de los casos, los pacientes sufren síntomas físicos, ya que la hipocondría es
un trastorno somatomorfo, que produce dolor real que tiene como única causa la psicológica, y
estos dolores aumentan los pensamientos negativos sobre su salud, lo cual incluye al paciente
en un círculo vicioso.
En la hipocondría, las preocupaciones del enfermo hacen referencia a funciones corporales
(latido cardíaco, sudor o movimientos peristálticos), a anormalidades físicas menores
(pequeñas heridas, tos ocasional) o a sensaciones físicas vagas y ambiguas (corazón
cansado, venas dolorosas). El individuo atribuye estos síntomas o signos a una enfermedad
temida, y se encuentra muy preocupado por su padecimiento. Pero al fin en realidad no existe
ninguna enfermedad médica asociada a los síntomas que atribuye el individuo, y, si el
paciente está enfermo verdaderamente, su enfermedad no está relacionada con ellos.
Del mismo modo, esto se genera o se potencia ante análisis médicos rutinarios u obligatorios
que tenga que realizarse (por ejemplo, ante la proximidad de un análisis de sangre, la persona
puede imaginarse miles de posibles malos resultados).
Diagnóstico[editar]
Véase también: Trastorno somatomorfo
La hipocondría hay que distinguirla de los rasgos de personalidad aprensiva; en la
hipocondría, el malestar es significativo y afecta la vida laboral, social u otras áreas
importantes de la vida del sujeto. Hay que considerar también que la duración de la
sintomatología sea significativa, al menos 6 meses, antes de diagnosticar dicha
enfermedad.[cita requerida]
Se debe asegurar que el paciente no tenga verdaderamente ninguna enfermedad física. Una
vez que se ha descartado, si el paciente sigue con angustia, preocupación y dudas acerca de
su estado de salud, es conveniente estudiar la posibilidad de que se trate de un trastorno
psicológico.
Los Criterios Diagnósticos de Investigación (CIE 10) para la hipocondría especifican que debe
existir la convicción de "estar padeciendo como máximo dos enfermedades médicas
importantes" y exigen que, por lo menos, una de ellas sea correcta y específicamente
nombrada por quien está presentando el trastorno hipocondríaco.
La actitud hipocondríaca aparece como un síntoma en algunas formas de depresión
endógena, especialmente en la melancolía involutiva (depresión en la tercera edad). También
puede adquirir en ciertos casos los rasgos de un desarrollo delirante, de contenido
hipocondríaco, en la llamada paranoia hipocondríaca. Multitud de neuróticos,
tanto histéricos como neurasténicos, organoneuróticos y los pacientes psicosomáticos,
destacan en su cuadro clínico general la actitud hipocondríaca.
Trastorno disociativo
Trastorno disociativo
Especialidad Psiquiatría
CIE-10 F44
CIE-9 300.12-300.14
CIAP-2 P75
MeSH D004213
Aviso médico
Personalidad
lunes, 17 de marzo de 2014
Teorias Psicodinámicas
La teoría de la psicodinámica argumenta que la conducta es la consecuencia de
fuerzas psicológicas inherentes al individuo que se da fuera de la conciencia. La teoría
psicodinámica aduce 5 proposiciones ellas son.
1. Que nos comportamos de forma inconsciente
2. En nuestra mente surgen conflictos
3. La personalidad se empieza a formar por experiencias tempranas en la niñez.
4. La manera en como pensamos sobre nosotros mismos influye en como
sociabilizamos con los demás.
5. Tener una personalidad desarrollada influye en como manejamos los
sentimientos sexuales o agresivos si somos dependiente en lugar de independiente
La orientación psicodinámica en el campo de la salud mental sigue una línea que
recoge el pensamiento psicoanalítico, basándose en que el acto de conducta es
siempre un acto con sentido y con finalidad, con independencia de que el sujeto
posea, o no, conocimiento de los mismos. La metodología derivada de esa
concepción apunta, consecuentemente, a la exploración y objetivación de ese mundo
interno del que el sujeto no tiene conocimiento, considerando lo inadvertido o
inconsciente de la conducta como un componente esencial de la misma, precisamente
por considerar que es lo inconsciente lo que da sentido y soporte a la conducta
manifiesta. Ese objetivo marca la diferencia que la distingue de otras metodologías,
las cuales tratan de una forma más marginal los componentes inadvertidos de la
conducta.
Una gran parte de la actividad psíquica se produce al margen de la conciencia,
aunque dicha actividad y contenidos los podemos deducir a partir de lo que es
conocido. Un concepto central en la orientación psicodinámica es el de que, tanto las
conductas, como los síntomas, están notablemente influidos por fuerzas de naturaleza
inconsciente cuyos factores causales son múltiples y bastante complejos.
La consideración del carácter específicamente individual de toda experiencia humana.
Como señala Erich Fromm (1972), “nunca la experiencia de una persona es idéntica a
la experiencia de otra... de hecho, hasta la experiencia de una misma persona no es
nunca la misma en ocasiones diferentes, porque nadie es exactamente el mismo en
dos momentos de su vida”. El pensamiento psicodinámico plantea que nosotros no
nos conocemos verdaderamente a nosotros mismos, siendo una de las metas del
tratamiento alcanzar el self verdadero del paciente. Fonagy (2003) destaca que “la
necesidad de ser conocido, validado y reconocido puede ser tan fundamental como el
deseo de comprender en el curso de una terapia dinámica”.
Sigmund Freud
Alfred Adler
Erik Erikson
Este psicoanalista le daba mucha importancia a la relación padre- hijo, decía que este
era el primer contacto con la sociedad determinaría como será con ellos y los demás.
Los niños desarrollarían un sentido de identidad si se sienten compatibles y valorados
ante los ojos de sus padres y ante la sociedad. Que sientan que sus necesidades y
deseos son compatibles con los de la sociedad personificada por su familia.
Además clasificó a la vida en 8 etapas:
- esperanza (1-2 años)
- voluntad (3-4 años)
- determinación (5-6 años)
- competencia (7-12 años)
- fidelidad (12 – 19 años)
- amor (20 – 40 años)
- cuidado (40 – 65 años)
- sabiduría (desde 65 años)
Karen Horney
Carl Jung
Carl Jung planteó que el inconsciente consta de dos componentes bien diferenciados:
el inconsciente personal, que contiene los pensamientos reprimidos, las experiencias
olvidadas y las ideas no desarrolladas; y el inconsciente colectivo, río subterráneo de
recuerdos y patrones conductuales que fluyen hacia nosotros desde las generaciones
pasadas.
A través de milenios, la mente humana ha ido adquiriendo ciertas formas del
pensamiento, o arquetipos, que dan origen a las imágenes mentales o a las
representaciones mitológicas. La persona, uno de los muchos arquetipos descritos por
Jung, es la parte de la personalidad por la cual nos conoce la gente, una especie de
máscara que nos ponemos en público. Los otros dos arquetipos importantes son el
ánima (expresión de los rasgos femeninos en el varón) y el animus (expresión de los
rasgos masculinos en la mujer).
Jung creía que en general mostramos una de dos actitudes frente al mundo: a los
extrovertidos les interesan los otros y el mundo en general; a los introvertidos les
preocupa más su mundo privado. Más tarde, Jung dividió a las personas en individuos
racionales, que regulan su conducta con los pensamientos y los sentimientos, e
individuos irracionales, que basan sus acciones en percepciones, tanto sensuales
como intuitivas.
La genética (herencia) : Muchas enfermedades mentales corren en las familias, lo que sugiere
que las personas que tienen un familiar con una enfermedad mental son más propensos a
desarrollar uno a sí mismos. La susceptibilidad se transmite en las familias a través de los
genes. Los expertos creen que muchas de las enfermedades mentales están asociados con
anormalidades en los genes de muchos-no sólo uno. Es por eso que una persona hereda la
susceptibilidad a una enfermedad mental y no necesariamente desarrollan la enfermedad. La
enfermedad mental en sí se produce por la interacción de múltiples genes y otros factores, tales
como el estrés , el abuso, o un evento traumático – que pueden influir, o gatillo, una
enfermedad en una persona que tiene una susceptibilidad hereditaria a la misma.
Infecciones : Ciertas infecciones se han relacionado con daño cerebral y el desarrollo de la
enfermedad mental o el empeoramiento de sus síntomas . Por ejemplo, una condición conocida
como trastorno autoinmune neuropsiquiátrico Pediátrico (PANDA) asociada con la
bacteria estreptococo éste se ha relacionado con el desarrollo de trastorno obsesivo-
compulsivo y otras enfermedades mentales en los niños.
Defectos cerebrales o lesiones : Defectos o daños a ciertas áreas del cerebro también se han
relacionado con algunas enfermedades mentales.
El daño prenatal : Alguna evidencia sugiere que una interrupción del desarrollo temprano del
cerebro del feto o el trauma que se produce en el momento del nacimiento – por ejemplo, la
pérdida de oxígeno en el cerebro – puede ser un factor en el desarrollo de ciertas condiciones,
tales como el autismo .
El abuso de sustancias : a largo plazo el abuso de sustancias, en particular, se ha relacionado
con la ansiedad, la depresión y la paranoia.
Otros factores : Mal nutrición y la exposición a toxinas, como el plomo, pueden jugar un papel
en el desarrollo de las enfermedades mentales.
¿Qué factores psicológicos contribuyen a la enfermedad mental?
Trauma psicológico severo que sufrió cuando era niño, tales como el abuso emocional, físico o
sexual
Una pérdida importante temprana, tales como la pérdida de un padre
Negligencia
Poca capacidad para relacionarse con los demás
¿Qué factores ambientales contribuyen a la enfermedad mental?
Ciertos factores de estrés pueden desencadenar una enfermedad en una persona que es
susceptible a la enfermedad mental. Estos factores incluyen:
La muerte o el divorcio
Una vida de familia disfuncional
Los sentimientos de insuficiencia, baja autoestima, ansiedad , ira, o la soledad
El cambio de empleo o escuelas
Las expectativas sociales o culturales (por ejemplo, una sociedad que la belleza se asocia con
la delgadez puede ser un factor en el desarrollo de trastornos de la alimentación.)
Abuso de sustancias por la persona o los padres de la persona
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Los alimentos nutren el cuerpo y la mente, aportando la nutrición necesaria para mantener a
toda persona energizada y funcionando en su mejor momento. Puede que te sorprenda, o no,
saber que el cerebro es, en realidad, el primer sitio que recibe los nutrientes entrantes. Tiene
sentido, ya que es el órgano que dirige los otros órganos, células y procesos metabólicos.
Entonces, ¿qué ocurre si nuestra nutrición es deficiente? ¿Puede afectar a nuestro cerebro?
La psicoterapia y las terapias médicas convencionales, a menudo, tienen más éxito cuando el
paciente piensa con claridad y se encuentra en un estado mental positivo (o “estado de ánimo
positivo”). Aumentado ciertos nutrientes y utilizando métodos naturales como la kava kava y la
hierba de San Juan, la salud mentalpuede mejorar drásticamente junto con enfoques
terapéuticos convencionales.
He aquí un resumen de los nutrientes que son cruciales para la salud mental.
Aminoácidos
Los neurotransmisores como la dopamina y la serotonina son necesarios para la transmisión
de los impulsos eléctricos y los mensajes entre las células cerebrales. Estos conductores
eléctricos esenciales también son importantes para mantener un buen estado de ánimo; y
unos niveles bajos en el cerebro pueden dar lugar a síntomas de depresión o de tipo
depresivo. Muchos antidepresivos convencionales funcionan aumentando los niveles de los
neurotransmisores, una acción que también se le atribuye a la hierba de San Juan.
Algunas investigaciones han indicado que la terapia con aminoácidos puede ser tan eficaz
como medicamentos tradicionales para la depresión; y la fenilalanina y la tirosina son dos de
los aminoácidos que muestran resultados similares a los antidepresivos en comparación con
un producto farmacéutico popular. [5]Los aminoácidos también han demostrado reducir los
niveles de dolor en el cuerpo manteniendo unos niveles saludables de endorfinas, el
analgésico natural del cuerpo.
Vitamina B1 (Tiamina)
La tiamina es necesaria para convertir la glucosa (azúcar en la sangre) en combustible para
las células en el cerebro y el cuerpo. Sin esta conversión, el cerebro no puede acceder a su
fuente de energía preferida, y puede dar lugar a síntomas como fatiga, depresión, dificultad
para pensar, irritabilidad y ansiedad. La pérdida de memoria, anorexia e insomnio son también
síntomas relacionados con una deficiencia de vitamina B1. [6]
Vitamina B6 (Piridoxina)
Hay una fuerte correlación entre la deficiencia de B6 y la depresión, ya que este nutriente
también es necesario para crear neurotransmisores. [7]
Folato
Otra vitamina B, el ácido fólico, también ayuda en la producción de neurotransmisores. Las
deficiencias de esta vitamina pueden conducir a la anemia, lo que resulta en los mismos
síntomas mentales relacionados con la deficiencia de vitamina B12. Los psiquiatras
ortomoleculares han utilizado suplementos de ácido fólico (folato) durante años para reducir la
frecuencia de fallos de memoria en pacientes con demencia y algunas investigaciones
sugieren que esta vitamina puede ser útil para combatir la depresión.[9] Comer alimentos ricos
en ácido fólico es una forma de mantener unos niveles de folato adecuados.
Vitamina C
Los beneficios de la vitamina C suelen estar relacionados con sus capacidades antioxidantes,
uno de los principales contribuyentes a la protección del cerebro. Algunas investigaciones han
demostrado que la vitamina C puede reducir los síntomas de la manía y la depresión, con un
estudio que muestra que una sola dosis de 3 gramos de vitamina C es todo lo que se
necesitaba para obtener estos beneficios. La vitamina C es soluble en agua y se debe
consumir todos los días con el fin de obtener sus beneficios.
Vitamina D
Las personas con depresión, a menudo, muestran niveles más bajos de vitamina D en
comparación con las personas que presentan pocos o ningún síntoma. [10] Si bien esto es una
mera correlación, otros estudios han replicado consistentemente esta relación. La luz del sol,
la principal manera a través del cual la vitamina D natural se produce en el cuerpo, se ha
asociado con la regulación de los niveles de serotonina y melatonina en el cerebro; y un
estudio indica que la luz del sol es un potente estimulador cognitivo y del estado de ánimo de
las personas deprimidas.[11]
Minerales
Hay alrededor de 15 minerales que son esenciales para la salud humana, 5 de los cuales son
cruciales para mantener la agilidad mental. Si bien todos los nutrientes trabajan
sinérgicamente para crear un estado dinámico de salud, los siguientes nutrientes han sido
objeto de la mayoría de las investigaciones en relación con la estabilización mental y
emocional.
Sodio y Potasio
Tanto el sodio como el potasio trabajan juntos para mantener el equilibrio de electrolitos en el
cuerpo; y tener demasiados o cantidades insuficientes de estos nutrientes perturba este
equilibrio. Cuando se altera el equilibrio de nutrientes, los neurotransmisores se ven afectados
directamente, produciendo síntomas relacionados con la depresión. El uso a largo plazo de los
diuréticos puede conllevar a una deficiencia de potasio, una cuestión que también se puede
manifestar con síntomas de depresión.
Hierro
Una deficiencia de hierro puede causar anemia, una condición que puede producir síntomas
tales como trastornos de depresión, atención y concentración, fatiga e irritabilidad. El hierro
produce energía en el parénquima cerebral del cerebro y es esencial para la producción de
neurotransmisores. A menudo, los niños con déficit de atención/TDAH son deficientes en
hierro, por lo que es posible que el hierro sea un nutriente útil para fomentar el enfoque y la
concentración adecuada.[12] La deficiencia de hierro se ha demostrado que causa fatiga mental
y depresión en algunas personas.[13] Se puede combatir la deficiencia de hierro con estos 16
alimentos ricos en hierro.
Magnesio
La mayoría de las dietas de hoy en día son deficientes en magnesio, un mineral que se
encuentra en gran medida en los vegetales, nueces y semillas. El magnesio juega un papel en
cientos de diferentes labores en el cuerpo, incluyendo los mecanismos químicos en el cerebro.
Su deficiencia puede resultar en depresión, ansiedad y confusión, por no hablar de varios
problemas físicos. La enfermedad renal, presión arterial alta y la mala absorción de magnesio
son problemas que pueden aumentar el riesgo de una deficiencia. [14]
Calcio
Los estudios han indicado que la hipercalcemia o altos niveles de calcio en la sangre, está
asociada con trastornos de salud mental.[15] La hipercalcemia también se ha demostrado que
aumenta los niveles de excreción de magnesio en la orina, incrementando aún más el riesgo
de desarrollar otros problemas de salud mental y depresión.[16]
Zinc
Con frecuencia, una deficiencia en zinc conduce a pensamientos, emociones y acciones
depresivas, dado que el zinc es fundamental para mejorar la señalización celular en el
cerebro. El zinc se encuentra en grandes cantidades en el cerebro y los estudios han
mostrado una mejora significativa en los síntomas depresivos en las personas que toman
suplementos de este mineral. [17] El zinc está más biodisponible en la carne en comparación
con las fuentes vegetales, dado que la carne carece de fitatos los cuales impiden la absorción
de este nutriente. A menudo, se recomienda la suplementación con zinc a los vegetarianos y
veganos por esta razón.
PSIQUIATRIA
Introducción
Enfermedad de Alzheimer