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Como el diagnóstico psicosocial realizado por el SENAME se relaciona con la victimización

secundaria en casos de menores de edad abusados sexualmente

Eduardo Guajardo, Bárbara Mora, Joshua López


Departamento de Psicología, Universidad de Chile,
Santiago, Chile.

Resumen: La presente revisión aborda las intervenciones del SENAME, en específico el


diagnóstico psicosocial, la victimización secundaria y la relación que se establece entre estos
en casos de abuso sexual a niños, niñas y adolescentes. Así, dentro de los principales
hallazgos se encuentra que efectivamente las intervenciones judiciales producen una
victimización secundaria en los NNA. En esta línea, se plantea la necesidad de adaptar el
sistema de protección de menores, dado que los organismos encargados de esto no cumplen
su función de proteger los derechos de los NNA, sino más bien atentan contra esta.

Palabras clave: SENAME, niños, niñas, adolescentes, abuso sexual, victimización secundaria,
Chile.

El abuso sexual constituye una forma de maltrato, además de una grave vulneración a
los derechos humanos fundamentales (Miranda, 2012). En este sentido, la denuncia de este
hecho supone para los niños, niñas y adolescentes someterse a una serie de pericias judiciales,
así como ponerse a disposición de intervenciones dirigidas a tratar el daño provocado por el
abuso sexual.

Desde 1990 Chile se encuentra adscrito a la Convención Internacional de Niños,


Niñas y Adolescentes (CIDN). Las implicancias de esta adhesión son relevantes si
consideramos que los Estados que son parte de la CIDN deben respetar los derechos
enunciados en la misma, así como deben garantizar la aplicación a cada niño sujeto a su
jurisdicción (citar). En este escenario normativo se inserta el Servicio Nacional de Menores
(desde ahora SENAME); este organismo dependiente del Ministerio de Justicia está
encargado de: contribuir a proteger y promover los derechos de los niños, niñas y
adolescentes (desde ahora NNA) que han sido vulnerados en el ejercicio de los mismos; a la

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reinserción social de adolescentes que han infringido la ley penal; y en conformidad con otras
consideraciones jurídicas.

El organismo al cual le compete los asuntos sobre NNA gravemente vulnerados o


amenazados en sus derechos, y frente a los cuales se requiera adoptar una medida de
protección, es el Juzgado de Familia Según lo expuesto por la Ley N°19.968 (2016). Frente a
esto, el proceso de protección de los derechos de los NNA puede iniciarse con la mera
petición -sin ningún requerimiento formal- por parte del NNA, por sus padres, o las personas
que estén a cargo de su cuidado, como los profesores del establecimiento educacional al que
asiste el NNA, por el SENAME o por cualquier persona que tenga interés en ello (Ley
N°19.968, 2016). Una vez iniciado el proceso de protección se podrá disponer de la asistencia
tanto de NNA como de sus padres o sus tutores legales a programas o acciones de apoyo,
reparación u orientación con motivo de enfrentar las situaciones de crisis en que pudieren
encontrarse, e impartir las instrucciones pertinentes (Decreto con fuerza de ley N°1, 2015).
Por otra parte, en el proceso, el Juez o la parte, puede solicitar la elaboración de un informe
de peritos a organismos acreditados ante el Servicio Nacional de Menores que reciban aportes
del Estado y que desarrollen la línea de acción del diagnóstico expresado en el artículo 4
N°3.4 de la Ley 20.032 (Ley N° 19.968, 2016; Ley N° 20.032, 2005). Los dos elementos
relevantes que se destacan de este proceso para la presente revisión son: Los programas o
acciones de apoyo y el peritaje, los cuales pueden ser llevados a cabo por el SENAME y sus
organismos colaboradores.

El sistema existente para la atención de la niñez y la adolescencia vulnerada en sus


derechos, está conformado por una red de organismos del SENAME, el cual los acredita, y
posteriormente subvenciona en las siguientes áreas: Oficinas de protección de los derechos
del niño, niña y adolescente; Centros Residenciales; Programas; y Diagnóstico. Para el
tratamiento del abuso sexual son inmediatamente relevantes los Programas y Diagnósticos
que el SENAME y sus colaboradores realizan (Ley N° 20.032, 2005). El primero de estos es
definido como un conjunto de actividades, susceptibles de ser agrupadas según criterios
técnicos. Dentro de los posibles programas, nos interesa el Programa de protección
especializado, el cual está dirigido a situaciones graves como el abuso sexual (Ley N° 20.032,
2005). El segundo, es definido como la labor ambulatoria de asesoría técnica en el ámbito
psicosocial u otros análogos a la autoridad judicial competente u otras instancias que lo
soliciten.

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Respecto a la implicancia de la victimización secundaria en la presente revisión, esta
es definida como las “consecuencias psicológicas, sociales y económicas negativas que dejan
las relaciones de la víctima con el sistema jurídico penal” (Kreuter, 2006; Soria, 1998;
Landrive, 1998, citado en Gutiérrez de Piñeres, Coronel y Pérez, p. 50, 2009). Otros autores
(Montada, 1991; 1994; Albarrán, 2003, citado en Gutiérrez de Piñeres, Coronel y Pérez)
definen la victimización secundaria como una reacción social negativa generada por la
victimización primaria pero que se presenta en la intervención de las instituciones sociales y
gubernamentales, cuando éstas pretenden reparar un daño, rememorando la primera
victimización produciendo que la víctima vuelva a experimentar una violación a sus derechos
legítimos.

Expuesto lo anterior es que surge la relevancia de esta revisión, tomando en cuenta el


supuesto expresado de que las intervenciones, ya sean pericias jurídicas o intervenciones
orientadas a su tratamiento, pueden generar una victimización secundaria en NNA, lo que
implicaría vulnerar nuevamente los derechos de una población de NNA bastante alta dentro
de los programas y causales de ingreso del SENAME. Las cifras nos muestran que un 89% de
los NNA ingresados al Servicio Nacional de Menores ingresan por el programa de protección
de derechos, y la causal de un 38,8% de estos ingresos es por abuso sexual y maltrato
(SENAME, 2016), cifra considerablemente alta. Así se presenta un problema con respecto a
las intervenciones del SENAME, dado que este surge por el deber explícito del Estado,
establecido en el Acta Constitucional, de proteger y fortalecer la familia como núcleo
fundamental de la sociedad (Acta Constitucional n°2, 1976), lo que compromete a auxiliar a
los menores de edad que integran este núcleo. Así, el SENAME como organismo que debe
encargarse de la protección de derechos de niños, niñas y adolescentes (SENAME, 2017)
puede recaer en sostener y hasta alimentar la vulneración a los derechos de los NNA que
ingresan al SENAME debido a haber sufrido abuso sexual.

El objetivo de la presente investigación se enmarca principalmente en comprender si


existe relación entre el diagnóstico psicosocial realizado por el SENAME con la
victimización secundaria en casos de niños, niñas y adolescentes abusados sexualmente. En
función de esto se han propuesto los objetivos específicos:
1. Advertir la posible relación entre el diagnóstico psicosocial realizado por el SENAME
con la victimización secundaria que presentan NNA

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2. Identificar el funcionamiento del diagnóstico psicosocial del SENAME en NNA
abusados sexualmente.

Resultados

El desarrollo de la problemática referente a la posible presencia de victimización


secundaria en las labores del SENAME, permite considerar ciertos ejes de análisis que se
presentan en las siguientes categorías analíticas: Diagnóstico y programas; Abuso sexual en
menores; y Victimización secundaria.

Intervenciones: Diagnóstico.

Anteriormente en esta revisión se había estipulado que la labor diagnóstica que el


SENAME realiza, es definida en la ley 23.032 como la labor ambulatoria de asesoría técnica
en el ámbito psicosocial u otros análogos a la autoridad judicial competente u otras instancias
que lo soliciten (2005). No obstante, esta definición no permite ahondar en los elementos
particulares de dicha evaluación, ni en sus objetivos inmediatos. La primera consideración de
la presente revisión sobre esta temática es la clarificación del criterio que el SENAME utiliza
para seleccionar los organismos que podrán llevar a cabo la labor de diagnóstico. El elemento
que esta institución utiliza para determinar qué organismos podrán llevar a cabo dicha labor
es, tal como define en el Artículo 25 de la ley 20.032, la adecuación a las bases
administrativas y técnicas que elabore el SENAME (2005). En esta línea, la institución ha
generado bases técnicas específicas para la labor diagnóstico, cuyo objetivo es

Realizar, en forma ambulatoria, evaluaciones periciales psicológicas,

sociales, psicosociales u otras especializadas a niños, niñas y adolescentes

que se encuentran en situación de vulnerabilidad, asociado a algún nivel de

daño y/o victimización, originadas por procesos judiciales, entendiéndose

que son requeridas tanto por Fiscalía como por Jueces de Familia.

Respecto de las evaluaciones realizadas en materia de responsabilidad

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juvenil, estas constituyen informes técnicos, que no tienen el carácter de

pericia. (Servicio Nacional de Menores, 2007, p. 2)

. Como se puede advertir, el diagnóstico está dirigido a dos ámbitos: Proteccional y de


Responsabilidad Penal. Nosotros nos ceñiremos al primero de estos debido a los objetivos de
esta revisión. En dicho ámbito, el objetivo será “evaluar pericialmente el daño que una
vulneración de derechos ha generado en el niño” (Servicio Nacional de Menores, 2007).

Resulta atingente definir previamente lo que es una pericia, precisamente porque el


diagnóstico en el ámbito proteccional está enmarcada dentro de la misma. El SENAME
define la evaluación pericial como evaluaciones psicológicas y sociales realizadas a NNA en
situaciones de grave vulneración o sospecha fundada de ello (Servicio Nacional de Menores,
2007). Estipulados los elementos normativos necesarios, podemos proceder a destacar los
elementos técnicos del diagnóstico en el ámbito de protección. Frente a esto, las bases
técnicas del SENAME plantean que la labor diagnóstica -en el ámbito estipulado para esta
revisión- es una evaluación pericial especializada en población infanto-adolescente que debe
considerar al menos cinco fases (Servicio Nacional de Menores, 2007, p. 2): Fase de Diseño
de la evaluación; Fase de Encuadre; Fase de Evaluación; Fase de Análisis de Resultado; Fase
de Devolución y Fase de Egreso del Caso. No obstante, describiremos los siguientes.

● Fase de Diseño de la evaluación: Etapa que contempla conjunción de los antecedentes


presentes en la causa, la claridad sobre los objetivos y elementos a indagar en la
pericia. La pretensión de esta Fase está en el diseño de entrevista semi-estructurada de
acuerdo a la etapa de desarrollo infantil, el género, la etnia y otras características del
NNA.

● Fase de Evaluación: Entrevista pericial propiamente tal que busca dar respuesta a lo
solicitado por la autoridad competente; por medio de una indagación de aspectos
cognitivos, emocionales y sociales del sujeto. En los lineamientos también se destaca
la participación no solo del NNA en esta Fase, sino también del adulto responsable
del sujeto. Finalmente, esta Fase permite, en síntesis, otorga una visión completa del
posible daño asociado a alguna experiencia vulneradora, otorgar sugerencias a seguir;
la evaluación del tipo de vulneración de derechos, la gravedad del daño y el nivel de

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vulnerabilidad. Para esto se contempla la utilización de un amplio espectro de baterías
de pruebas, así como la utilización de la entrevista semi-estructurada.

Intervenciones: Programas

Previamente se había estipulado el interés de esta revisión en un programa particular


del SENAME, debido a su vínculo con el abuso sexual, a saber, el Programa de protección
especializado (Servicio Nacional de Menores, 2016). Este se encuentra “destinado a otorgar
intervención reparatoria especializada frente a situaciones de graves vulneraciones de
derechos, tales como: situación de calle, consumo abusivo de drogas, maltrato infantil grave,
explotación sexual comercial infantil, u otras problemáticas que atenten gravemente contra el
normal desarrollo del niño, niña o adolescente (Servicio Nacional de Menores, 2016). Este
programa, no obstante, es aplicado por una serie de organizaciones y/o el SENAME, siempre
y cuando se ajusten a las bases técnicas que este último propone para el programa. Estas
bases están divididas en dos propuestas por parte del SENAME: Programa de Protección
Especializado de Modalidad Maltrato Infantil Grave y Abuso Sexual (desde ahora PRM) y
Programas Especializados en Temática de Niños, Niñas y/o Adolescentes en situación de
calle (Servicio Nacional de Menores, 2016). La presente revisión, al estar enfocada en el
abuso sexual en NNA, implica dirigir nuestra atención a la primera propuesta.

El PRM tiene por objetivo contribuir al proceso reparatorio a nivel físico y


psicológico del NNA que ha sufrido maltrato físico grave y/o agresión sexual infantil. Dentro
de los hechos de maltrato infantil grave constitutivos como delito está la agresión sexual, en
cualquiera de sus formas (Ley N° 20.032, 2005), de NNA; entre estas se incluyen la
violación, el estupro, el abuso sexual, el abuso sexual impropio, sodomía y pornografia
infantil (Servicio Nacional de Menores, 2007). Para llevar a cabo este propósito, el SENAME
plantea una metodología de atención ambulatoria que considere el contexto social y cultural
del niño, niña o adolescente que facilite su plena participación y la de su familia durante el
proceso de intervención, respetando sus derechos (Servicio Nacional de Menores, 2016). En
concreto se consideran las siguientes fases de intervención: Fase de Calificación; Fase de
Diagnóstico; Plan de Tratamiento Individualizado (PTI); Tratamiento y Egreso y seguimiento
(Servicio Nacional de Menores, 2016). No obstante, para la presente revisión nos
enfocaremos fundamentalmente en las tres primeras, por resultar atingentes a los objetivos de
la misma.

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● Fase de Calificación: Tiene por objeto evaluar si el NNA ha sido víctima de maltrato
físico grave y/o agresión sexual, así como la determinación de la pertinencia de
adoptar medidas en pos de su derecho de protección. El elemento relevante de esta
fase, para nuestra revisión, es la calificación del tipo de maltrato por medio de una
evaluación directa y/o por medio de un trabajo con las fuentes de derivación.

● Fase de Diagnóstico: Busca obtener información relativa al daño asociado al tipo de


violencia ejercida sobre el NNA, para la toma de decisiones relativas a la construcción
del plan de tratamiento individualizado. elaborar hipótesis para comprender la
situación global. Esto se puede realizar por medio de una evaluación clínica; además,
se pueden recolectar y analizar datos mediante entrevistas. Por otra parte, esta fase
también contempla la elaboración de informes para los requerimientos del Tribunal o
la Fiscalía.

● Plan de Tratamiento Individualizado (PTI): Acciones planificadas a seguir según los


objetivos de intervención propuestos para el NNA y su familia.

Entrevista Semi-estructurada.

Resulta atingente revisar la entrevista semi-estructurada si consideramos que esta


tiene una fuerte presencia las bases técnicas para el Diagnóstico y el PRM. Dicha entrevista
es utilizada para recabar un amplio espectro de información sobre el NNA. En el ámbito de
diagnóstico, se presenta en el diseño de evaluación. En el PRM, se encuentra en la fase de
calificación y fase de diagnóstico.

La entrevista semi-estructurada como metodología para la recolección de datos,


proviene de un fuerte desarrollo de la misma en el áre de habla alemana; desde la cual se
extendió posteriormente al territorio anglosajón. La popularización de esta metodología se
asocia a la expectativa de que el sujeto a entrevistar dará con mayor facilidad sus puntos de
vista en una situación de entrevista relativamente abierta que en una entrevista estandarizada
o cuestionario. Existen diversos tipos de investigación semi-estructurada, los cuales serán
revisados brevemente.

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La entrevista focalizada es un tipo de entrevista semi-estructurada diseñada para la
investigación de los medios de comunicación. Tuvo por fundamento para su creación el
obtener una base para interpretar los hallazgos realizados con investigaciones estadísticas.
Para realizarse se diseña una guía de entrevista a partir de los siguientes criterios: Ausencia
de dirección, especificidad, amplitud, y la profundidad y el contexto personal. (Flick, 2004).
La entrevista semi-estandarizada es una elaboración específica de la entrevista semi-
estructurada que tiene por fin reconstruir las teorías subjetivas; este último concepto hace
referencia al hecho de que el sujeto posee un caudal de conocimientos sobre el asunto en
estudio. Esta entrevista se caracteriza por integrar ayudas metodológicas, consistentes en
distintos tipos de preguntas, que permitan dar cuenta de la teoría subjetiva del entrevistado;
así como por la inclusión de una técnica de representación gráfica denominada técnica de
generación de una estructura, que sirve para estructuras las declaraciones del entrevistado.
Por otra parte, también existe la entrevista centrada en el problema, la cual ha sido aplicada
destacadamente en la psicología alemana. Esta entrevista utiliza una guía que incorpora
preguntas y estímulos narrativos, los cuales permiten obtener datos biográficos sobre cierto
problema (Flick, 2004). La cual, además, se realiza sobre ciertos criterios, a saber: Centrarse
en un problema social pertinente; la orientación al objeto, y la orientación al proceso en el
proceso de investigación y en la manera de comprender el objeto de investigación. Según
Flick, existen dos tipos de entrevistas semi-estructuradas más: La entrevista a expertos y la
entrevista etnográfica (2004). No obstante, estas se encuentran ajenas al contexto que
presuponen las bases técnicas del Diagnóstico y PRM propuesta por el SENAME.

Evaluación psicológica Pericial.

La evaluación psicológica pericial adquiere una relevancia fundamental si


consideramos que es el eje principal de la fase de evaluación en el diagnóstico; así como su
posible presencia -no explicitada en las bases técnicas del SENAME- en la fase de
diagnóstico del PRM. Por otra, su relevancia adquiere sentido si consideramos que, entre las
solicitudes usuales para el peritaje, se encuentran las evaluaciones sobre la credibilidad del
testimonio en víctimas de abuso sexual infantil, y las evaluaciones sobre el daño psicológico
en las víctimas de delitos violentos (Echeburúa, Muñoz y Loinaz, 2011).

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La evaluación psicológica pericial tiene un interés general por la valoración del estado
mental del sujeto, en pos de indagar sobre las repercusiones jurídicas de posibles trastornos
mentales. Las características que la distinguen de la evaluación psicológica clínica son el
contexto de aplicación -judicial-, el objeto de la demanda -pericial- y las repercusiones sobre
el futuro del evaluado en el ámbito legal. Los instrumentos más utilizados por este tipo de
evaluación son los autoinformes y las entrevistas estructuradas. Las aplicaciones de éstos se
ven, no obstante, condicionados por elementos propios del contexto. Entre estos está la no
presentación voluntaria del evaluado ante el profesional, sino que su participación y papel
están determinados por el proceso judicial (2011). Asimismo, las consecuencias del dictamen
pericial para el evaluado pueden exhortar a este a que manipule la información aportada para
conseguir un beneficio o evitar un perjuicio. Finalmente, el contacto con el abogado, y la
experiencia -en ciertos casos- en evaluaciones periciales previas, complican la labor del
peritaje. Debido a estas dificultades, la evaluación forense tiene un énfasis en el control de las
respuestas inadecuadas a los instrumentos utilizados (2011).

Estipulados estos elementos generales de la evaluación psicológica pericial, nos


enfocaremos ahora en el caso particular de la pericia psicológica en el abuso sexual infantil.
Esta se realiza sobre tres pilares fundamentales: Psicodiagnóstico, Contexto y Análisis de
credibilidad del niño (Rivera y Oleo, 2007). El primero de éstos remite a una descripción
detallada del evaluado, en términos de funcionamiento cognitivo, afectivo, social, familiar,
desarrollo, salud, escolar, de comportamiento y cualquier otro dato de relevancia y/o interés.
Los instrumentos para recabar esta información, es la entrevista forense y la psicometría. El
segundo, refiere a una descripción acuciosa des todo lo referente al delito denunciado; así
como al contexto de desarrollo del examinado, su historia vital, en donde se instala la
ocurrencia de los hechos investigados (2007). El instrumento utilizado es la entrevista de
investigación y el análisis de las actuaciones de investigación realizadas por el Ministerio
Público. Finalmente, el análisis de credibilidad remite a “la valoración, por parte de un
profesional experto en Psicología, del grado de ajuste del relato a criterios de realidad
definidos a priori”. Por otra parte, la pericia psicológica está limitada a ciertas formalidades,
entre ellas; La Aceptación, El Juramento, La Citación y La Ratificación. No obstante, nos la
definiremos puesto que no atañen de manera sustancial a la pericia propiamente tal. La
evaluación forense contempla además un informe de devolución. Este debe ceñirse a las
cuestiones solicitadas por el Tribunal o el Ministerio Público; debe presentar una abundante y

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precisa recolección de datos; debe obviar los juicios de valor, la presencia de datos injuriosos
o no verosímiles y conclusiones no probadas (2007).

Abuso sexual en menores

El abuso sexual a menores se establece como una forma de maltrato y vulneración de


los derechos de los niños (Miranda, 2012), en la cual un adulto involucra en actividades
sexuales de cualquier tipo a un menor para su estimulación sexual (UNICEF, 2017),
ejerciendo un abuso de poder desde el adulto hacia el niño o niña el cual produce una relación
de poder asimétrica entre ambos (Miranda, 2012), dándose esto sin el consentimiento del
menor (UNICEF, 2017). Se destaca también cómo el abuso se da en su generalidad en
procesos relacionales dentro de la intimidad familiar o con otros adultos que forman parte de
círculos relacionales próximos del menor, encontrando al victimario en un 50% de los casos
dentro del grupo familiar cercano, como padre, tío, padrastro, y otros (Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile, 2015).

En términos legales, la ley N° 19.927 se encarga de definir el abuso sexual como una
acción sexual de contacto con la víctima, que afecte a los genitales, ano o boca de la víctima,
sin incluir acciones del acceso carnal. Este punto se hace para diferenciar el abuso sexual de:
La violación, que respecta a las instancias en las cuales existe penetración por parte del
agresor; del estupro, sin consentimiento o con consentimiento no válido; y sodomía, que
refiere a instancias de penetración de varón a varón (Ramírez, 2007).

Respecto a las repercusiones que tiene el abuso sexual en menores, se ha encontrado


que aquellos sujetos que fueron abusados en su infancia presentan problemas emocionales,
presentando trastornos depresivos y bipolares, al igual que trastornos de ansiedad, como la
ansiedad social, el trastorno de estrés post-traumático, el trastorno de personalidad limite,
entre otros elementos (Pereda, 2010). Como también se ha encontrado con respecto a
problemas sociales que aquellos que fueron abusados sexualmente en su infancia muestran
niveles de hostilidad mayores a quienes no, al igual que una mayor presencia de conductas
antisociales (Pereda, 2010).

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Se ha encontrado que dentro de las formas de intervención psicoterapéuticas a lo que
refiere el Trastorno de Estrés Post Traumático que puede presenciarse en personas abusadas
sexualmente, las terapias basadas en psicoanálisis no muestran ser funcionales en casos de
abuso, por otro lado, existe una efectividad en terapias de tipo Psicodinámicas enfocadas en
el aliviar síntomas y sufrimiento del afectado, apuntando a una re significación de la historia
propia. También se ha encontrado beneficios de las terapias grupales debido a factores como
la cohesión, catarsis, y otros, teniendo gran. Así mismo, se ha encontrado efectividad en
terapias cognitivo conductuales, como la terapia de exposición, y por técnicas de
reestructuración cognitiva (Vallejo y Córdoba, 2012).

Victimización secundaria

Al hablar de victimización secundaria se hace necesario mencionar la que le antecede,


la victimización primaria, como lo plantea Finkelhor (1995, citado en, Millán, García,
Hurtado, Morilla y Sepúlveda, 2006), está la tipología tripartita simple, que distingue tres
tipos de violencia sufrida por los niños: Las victimizaciones extraordinarias, las
victimizaciones agudas y las victimizaciones pandémicas. La victimización aguda es la que
abordará esta revisión, la cual refiere a un tipo de victimización no tan frecuente, por la que
pasa una minoría considerable de niños y niñas, en la que figuran el maltrato físico activo, el
abandono o negligencia como maltrato físico pasivo o por omisión, el maltrato emocional, el
secuestro familiar y el abuso sexual.

Respecto a las instituciones fundadas en función de la protección y asistencia al niño


(o a la niña) Sosa, Montes, Camaron y Vieyto (2010) plantean que se presenta un contrapunto
en el hecho de que dichas instituciones buscan decirle al niño “no es tu culpa”, presentándose
como las que saben todo acerca del niño enmarcando de este modo rasgos de omnipotencia
volviéndose en este interés de apresurarse por tranquilizar al niño sin percatarse de su
complejidad subjetiva, por lo que el niño queda alojado nuevamente en una posición de
objeto que le impide separarse del significante maltrato. Las autoras también señalan como el
informe psicológico que solicita el juzgado, buscando asegurarse con tal informe que la
víctima presenta un equilibrio mental, para validar un testimonio, también abre la posibilidad
al psicólogo para una adecuada valoración dado que “el psicólogo puede y debe ser un agente
tendiente a evitar (...) que la pericia actúa de facto como un hecho más de la victimización

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secundaria” lo que remite a que existe la posibilidad de que un informe psicológico pueda
resultar ser un instrumento que genere victimización secundaria y que, además, el psicólogo
tiene un rol activo en que este instrumento provoque o no victimización secundaria (p.465,
2010).

En otro estudio, las autoras Lama, Gutiérrez, Capella, Dussert, Rodríguez, Beiza, y
Águila (2015), refieren a que los niños, niñas y adolescentes valoran negativamente la
cantidad de interrogatorios que se les realizan, junto con la importancia de la protección al
momento de la declaración y la escasa información que reciben desde el sistema,
encontrándose en su estudio un ejemplo textual de una entrevista en que una adolescente
señala que no al final no hicieron nada, refiriéndose al sistema judicial, por lo que no desea
hablar del tema. Considerándose entonces que las prácticas llevadas a cabo durante el proceso
judicial se perciben como vulneradoras por los constantes interrogatorios a los que son
sometidos los NNA, interrogaciones que de acuerdo a las entrevistas realizadas en el estudio
no aportan mayores antecedentes a la investigación, sino que son una repetición de la misma
información, siendo por tanto prescindibles (Lama et al., 2015).

Con respecto a la connotación del silencio y el uso de la palabra, Miranda, Cortés y


Vera (2017) refieren a distintos significados asociados al silencio y al uso de la palabra,
resultando distintas connotaciones del silencio, algunas referidas al dolor, al miedo, a la
evitación, y otras a la liberación, desarrollo, entre otras, relacionadas al mundo adulto y al de
los pares. Así, señalan la importancia de generar nuevos modos de relación entre el mundo
infantil y el adulto, para desarrollar nuevos conocimientos sobre las percepciones y
expectativas de los niños y niñas, y de este modo reducir la victimización secundaria de la
población infantil.

En un trabajo para la obtención de título especialista en psicología jurídica, el cual


refiere al riesgo de victimización secundaria en casos de NNA víctimas de abuso sexual
sometidos a interrogatorios por el sistema penal oral acusatorio de Colombia, las autoras
Borbón, Hoyos y Mejía encontraron que el problema que presenta el interrogatorio del niño o
la niña víctima de abuso, es la exposición a los procedimientos judiciales reiterativos,
haciendo revivir en reiteradas ocasiones una situación de vulneración, siendo evidente la
victimización secundaria provocada por el sistema judicial mismo en estos casos (2010).

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Dentro de un marco similar, pero en nuestro país, Mayra Miranda se refiere a la
victimización secundaria en adolescentes víctimas de delitos sexuales en su paso por el
sistema procesal penal en Chile, en su tesis para optar al grado de magíster. En esta tesis se
hace un seguimiento a dos casos de abuso sexual reiterado (dos hermanas), abusadas por la
actual pareja de su madre, una de ellas viviendo actualmente con su padre y otra viviendo en
una residencia del SENAME. En este estudio se muestra como la lentitud de los procesos
penales, la repetición de los relatos, la atención clínica, entre otras intervenciones, llegan a
producir procesos de doble victimización y además re-victimización de parte de la institución
encargada de brindarle protección, puesto que es nuevamente abusada por un adolescente de
la residencia del SENAME a la que la niña entra a la edad de 5 años (Miranda, 2012).

Alarcón (2015), en su memoria para optar al título de periodista, retrata cómo los
sistemas jurídicos dejan a un lado a las víctimas produciendo una victimización secundaria,
en su memoria relata como por ejemplo, una madre debe llevar a su hija a declarar, para ser
citada a una pericia la semana siguiente, para que ella sea interrogada por Fiscalía en un
circuito cerrado, que luego de la interrogación le toman el test de credibilidad, luego otra
entrevista psicológica y una nueva en el SML, por lo que esclarece cuán reiteradamente se
somete a NNA a pruebas, pericias, entrevistas, etc.

Así varias investigaciones presentan como varias instituciones jurídicas reviven


situaciones de vulnerabilidad reiteradas veces, provocando lo que llamamos victimización
secundaria.

Síntesis de resultados para cada categoría

El Diagnóstico o evaluación pericial, así como el programa especial para los casos de
abuso sexual propuesto por el SENAME y aplicado por sus organismos colaboradores, revela
los criterios y definiciones que están a la base de dichas intervenciones. Estas, estarían
delimitadas por bases técnicas definidas por el SENAME. Sin embargo, los elementos
técnicos, ya sea en el programa especial para casos de NNA abusados sexualmente, como
Diagnóstico, son particularmente escasos. En especial en lo referido a técnicas tales como la
evaluación pericial y la entrevista semiestructurada. Esto se constata si consideramos que en
esta misma investigación se revisaron dichos instrumentos; las cuales contrastan con las

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consideraciones técnicas estipuladas en los lineamientos ofrecidos por el SENAME para
definir sus intervenciones.

El fenómeno del abuso sexual posee legislativa y académicamente una definición


clara; según la cual se diferencia de otros eventos tales como la violación, el estupro y la
sodomía. Por otra parte, las repercusiones que este fenómeno genera sobre los sujetos
también son evidentes; afectando las dimensiones emocionales y sociales del sujeto,
decantando en problemáticas de salud tales como depresión y ansiedad.

La Victimización secundaria, tratada desde los distintos autores y autoras, refiere a


cómo los sistemas y organismos judiciales producen victimización a partir de someter a la
víctima a declarar los relatos, que guardan relación con la victimización primaria, en
reiteradas ocasiones, manteniendo así a la víctima como quién fue vulnerada y recordándole
está vulneración. Cabe señalar que en estos organismos judiciales cuando se desarrolla un
juicio, no sólo disponen de la víctima reiteradamente, sino que también no le informan a la
víctima el avance del caso, situación que se repite cuando se estipula el tratamiento para los
NNA víctimas, lo que produce que al relatar reiteradas veces las circunstancias del abuso no
hacen sentido a la víctima.

Discusión

La presente revisión bibliográfica ha tenido por centro al NNA abusado sexualmente.


Este una vez que es ingresado en las dinámicas del proceso legal puede pedir la protección de
sus derechos. ya sea por sí mismo, o a por la petición de otro actor interesado. Frente a la
presencia de la vulneración de derechos de un NNA se posibilita además la participación del
SENAME y sus colaboradores; esto a través de las instancias de Diagnóstico y/o PRM
requeridas por el Tribunal competente. Sin embargo, las instancias antes mencionadas se
encuentran subordinadas a ciertas consideraciones normativas que las afectan. El SENAME
tiene la facultad de otorgar subvención y acreditación a organismos colaborativos. Para esto,
dichos organismos se tienen que ajustar a las condiciones que el SENAME establezca, dentro
de las cuales están los lineamientos técnicos que definen las propuestas programáticas del
SENAME, las que por lo demás, deben ser aplicadas por los organismos colaborativos. Entre
las propuestas programáticas del SENAME se encuentran, precisamente, el Diagnóstico y el

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PRM; estas, como lo ha podido constatar la presente revisión bibliográfica, adolecen de
elementos que son relevantes de cara a su importancia en los procesos jurídicos en que
participan. Dentro de estos están la falta de precisión al momento de definir y explicitar los
instrumentos utilizados para recabar datos, vale decir, entrevista semiestructurada y
evaluación psicológica pericial, además de otros. Esta problemática permite la existencia de
un vacío técnico, vale decir, la ausencia de lineamientos, en el ámbito de diagnóstico y PRM,
para orientar la labor de los organismos colaboradores del SENAME. No obstante, esta
problemática no socava todo el escenario crítico que ofrecen las intervenciones del
SENAME: La ausencia de claridad y precisión en los lineamientos técnicos permite la
existencia de un espacio que esté regulado por el SENAME. Esta libertad de acción en el
ámbito técnico podría decantar en el fenómeno de la victimización secundaria en abuso
sexual. Podría plantearse como ejemplo la ausencia de regulación en la recopilación de datos,
a través de una entrevista semiestructurada, de un NNA abusado sexualmente; cómo podría
ser la experiencia dolorosa de revivir un evento tal como un abuso sexual sólo por el arbitrio -
no regulado- de un organismo colaborador del SENAME que aplica un programa -de dicha
institución- imprecisamente diseñado.

La problemática que hemos enunciado, empero, sólo constituye la capa externa del
problemático mecanismo de funcionamiento del SENAME. Nos referimos a través de esto a
la presencia de una institución pública que subvencione, acredite y guíe a una amplia gama de
organismos colaboradores. Esto da cuenta de una ausencia de presencia de la
institucionalidad estatal al momento de tratar ciertas problemáticas sociales, lo que se
manifiesta en la integración de organismos privados colaboradores en temáticas sociales. Esto
remite a una problemática esencialmente tácita de intereses: El sector privado, y sus intereses,
al interior de temáticas que son competencia primera del Estado.

La presente revisión, a pesar de las limitaciones propias del trabajo eminentemente


teórico, ha permitido poner de relieve ciertos vicios tales como la falta de precisión en el
diseño de programas de importancia en temáticas sociales; y las posibles consecuencias
concretas y directas en sujetos; como lo es la victimización secundaria en NNA abusados
sexualmente. Por lo mismo, resulta factible exhortar a otras investigaciones interesadas en el
ámbito de las intervenciones del SENAME, y sus instrumentos técnico-científicos; debido a
la notable incidencia que pueden tener sobre sujetos concretos.

15
El abuso sexual en menores constituye una vulneración de derechos; tal evento
supone la intervención de instituciones que, como se ha estipulado, busquen tratar los efectos
negativos de dicha vulneración. Sin embargo, la presente revisión ha constatado que las
falencias de las regulaciones jurídicas, así como su concomitante deficiencia en el diseño
técnico de programas, puede incidir negativamente a través de procesos de victimización
secundaria. Es decir, se conforma una paradójica según la cual, la búsqueda por mejorar una
situación -intervención del SENAME- puede terminar por agravarla debido a la aplicación de
intervenciones deficientes y, en este caso en particular, la generación de victimización
secundaria.

Finalmente, consideramos pertinente que, en función de las carencias constatadas en


las bases técnicas de las propuestas de Diagnóstico y PRM, realizar cambios en el mecanismo
que vincula al SENAME y sus colaboradores con las intervenciones que estos realizan. El
elemento fundamental que se ha problematizado en esta revisión son las bases técnicas (y su
incidencia en victimización secundaria). Por lo mismo, consideramos pertinente que estas
bases sean objeto de una mayor y más precisa regulación jurídica, que contemple un
mecanismo que permita velar por el correcto diseño de programas, vale decir, por el ajuste de
estos a estándares científicos. Por otra parte, resulta recomendable además otorgar mayor
relevancia al fenómeno de victimización secundaria tanto en las regulaciones jurídicas, como
en el diseño técnico de las intervenciones. El fundamento de esta recomendación se encuentra
en que la falta de regulación facilita la presencia de negligencia.

Conclusión

Se comprende la relación entre el Diagnóstico y PRM perteneciente al Servicio


Nacional de Menores con la victimización secundaria en casos de niños, niñas y adolescentes
abusados sexualmente; como una relación en la que el SENAME y sus colaboradores, al
implementar programas mal delimitados (PRM y Diagnóstico) respecto a técnicas de
aplicación de éste -dado que este programa cuenta con bases técnicas definidas pero escasas-
como lo son la evaluación pericial y la entrevista semiestructurada, incide en una mala
aplicación de los programa, generándose concomitantemente fenómenos nocivos como
victimización secundaria en los NNA vulnerados que participan de estos procesos.

16
El funcionamiento del diagnóstico, así como del PRM resultó en una asociación
difícil de constatar. Esto debido a la ausencia de lineamientos técnicos que profundicen en los
procesos realizados por los programas a aplicar (PRM y Diagnóstico). La presente revisión
pudo constatar apenas la clarificación de una serie de fases en ambas intervenciones, las
cuales no contemplaban una profundización de los criterios técnicos, sin embargo, si se
enunciaron en dichos lineamientos los instrumentos utilizados. Entre estos destacamos en esta
revisión la entrevista semiestructurada y la evaluación diagnóstica pericial. Sin embargo, la
presencia de estas en las bases técnicas de los programas no está estipulada en términos
metodológicos o científicos. A saber, los lineamientos técnicos se limitan a recomendar a los
organismos colaboradores que utilicen estos instrumentos al momento de aplicar los
programas.

17
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