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Roberto

Fernández Retamar
Poemas·

Frente al mar de olas repetidas que alarmado nos


Le preguntaron trae noticias de barcos sucios; ~n
por los persas Mirando el horizonte alguna vez, pero sobre todo
mel
mirando la tierra dura y arbolada, enteramente
A la imaginación del pintor Matta nuestra;
y, desde luego, a Darío. Aprendiendo unos de otros en la conversación de Puso
la plaza pública el lujo necesario de la verdad de
Su territorio dicen que es enorme, con mares por que salta del diálogo, (POC(
muchos sitios, desiertos, grandes lagos, el oro y conocedores de que las cosas todas tienen un Yqu
y el trigo. orden, y ha sido dado al hombre el privilegio ya
Sus hombres, numerosos, son manchas monótonas de descubrirlo y exponerlo por la sorprendente (Yq\
y abundantes que se extienden sobre la tierra palabra, má:
con mirada de vidrio y ropajes chillones. Conocedores, porque nos lo han enseñado con sus Que¡
Pesan como un fardo sobre la salpicadura de vidas y los hombres más altos, de que existen la Les el
nuestras poblaciones pintorescas y vivaces, justicia y el honor, la bondad y la belleza, de (Poco
Echadas junto al mar: junto al mar rememorando los cuales somos a la vez esclavos y custodios, se t
un pasado en que hablaban con los dioses y les Sabemos que no sólo nosotros, estos pocos rodeados No fal
veían las túnicas y las barbas olorosas a de un agua enorme y una gloria aún más Quq
ambrosía. enorme, ~ sab
1, Los persas son potentes y grandes: cuando ellos Sino tantos millones de hombres, no hablaremos mac
se estremecen, hay un hondo temblar, un temblor ese idioma que no es el nuestro, que no puede al e
que recorre las vértebras del mundo. ser el nuestro. No ha
Llevan por todas partes sus carros ruidosos y y escribimos nuestra protesta - j Oh padre del No ha
nuevos, sus tropas intercambiables, sus barcos idioma!- en las alas de las grandes aves que No ha
atestados cuyos velámenes hemos visto en el un día dieron cuerpo a Zeus, ~cro, (
horizonte. Pero además y sobre todo en el bosque dé las (&per
Arrancan pueblos enteros como si fueran árboles, armas y en la decisión profunda de quedar sin f
o los desmigajan con los dedos de una mano, . en que naClffiOS:
'.SIempre en esta tierra . Hizo SI
mientras con la otra hacen señas de que prosiga O para contar con nuestra propia boca, de aquí a ~ sal>.
el festín; muchos años, cómo el frágil hombre que venció I~uest
O compran hombres nuestros, hombres que eran al león y a la serpiente, y construyó ciudades y liPara
libres, y los hacen sus siervos, aunque puedan cantos, pudo vencer también las fuerzas de Aunqul
marchar por calles extrañas y adquirir un criaturas codiciosas y torpes, Probab
palacio, vinos y adolescentes: O para que otro cuente, sobre nuestra huesa (Sobre
Porque qué puede ser sino siervo el que ofrece convertida en cimiento, cómo aquellos antecesores Aquelh
su idioma fragante, y los gestos que sus padres que gustaban de la risa y el baile, hicieron
preservaron para él en las entrañas, al bárbaro buenas sus palabras y preservaron con su pecho &cqui
graznador, como quien entrega el cuello, el la flor de la vida. hace!
flanco de la caricia a un grasiento mercader? Acertó,
A fin de que los dioses se fijen bien en nosotros, De too;
y nosotros aquí, bajo la luz inteligente hasta el voy a derramar vino y a colocar manjares volve
dolor de este cielo en que lo exacto se hace azul preciosos en el campo: por ejemplo, frente a la De él e
y la música de las islas lo envuelve todo; isla de Salamina. CSosI
os Todo se va borrando y confundiendo,
~ríabueno No faltará quien lo mencione de modo que le hubiera
)

e
merecer este epitafio complacido,
Mezclando sus nombres con otros nombres, bajo el
epígrafe revolución.
Puso a disposición de los hombres lo que tenía
de inteligencia (Se ruega a los obituaristas vocativos de siempre
(Poco o mucho, pues no es de eso de lo que se trata), Simplificar lo más posible estas sugerencias.
yquedan por ahí algunos papeles y algunas ideas Y, por favor, no precipitarse.)
y algunos amigos
[V quizás hasta algunos alumnos, aunque esto es
más dudoso)
Que podrán dar fe de ello. Gracias, gracias,
Les entregó lo que que tenía de coraje
[Poco o mucho, pues tampoco es de eso de lo que
jardín zoológico, por
se trata.) renovár esta lección
los No faltará algo o alguien
Que pueda verificarlo. Por lo mismo que al elefante le atrae la elefanta,
oc sabe que deploró de veras no haber estado la Sus patas inmemoriales y rugosas,
madrugada de aquel 26 entre los atacantes El bufido y la oreja que abanica,
al cuartel, y a la jirafa macho lo sobre "alta la jirafa hembra,
No haber venido en aquel yate, Su cuello descomunal (que para él, por supuesto,
No haberse alzado en la montaña. no es descomunal),
No haber sido, en fin, de los elegidos. y las inquietantes moticas de la piel;
~cro, como se ve Y al pavorreal su pareja,
(Espero que el epitafio pueda llevar esta oración Y al majá su lustrosa compañera,
sin forzar la realidad), Me gustas tú.
Hizo su parte, llegado el momento.
a ~ sabe también que lamentó no haber escrito y por lo mismo que la leona defiende sus cachorros,
Ó "Nuestra América", Trilce El 18 Brumario
J
y la buitre recién parida tiende el ala siniestra
liPara que hablar del Capital?), sobre el nido,
Aunque tú, lector, recuerdas Y la cucaracha se afana por sus larvas,
Probablemente T e sobresaltas, al ir a cruzar la calle, por
(oobre este adverbio no debe insistirse mucho) nuestras niñas deliciosas.
res Aquella página.
o &equivocó más de una vez, y quiso sinceramente
hacerlo mejor. ".
Acertó, y vio que ac~rtar tampoco era gran cosa.
De todas maneras, llegado al final, declaró que
volvería a empezar si lo dejaran.
De él en vida se dijo bien y mal, y con los años,
esos en los que
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