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Leonor de La Guerra

Leonor de la Guerra es considerada heroína de Venezuela, desde muy joven siempre apoyó la causa
independentista, al igual que su padre, y es recordada por su acto de rebeldía ante las fuerzas reales,
cuando decidió colocarse una cinta azul en el cabello, el cual éra el símbolo utilizado por las fuerzas
independentistas, dejándose ver a la luz pública, lo cual le costó la vida.

Hija de Luis Beltrán de la Guerra, regidor, procurador y depositario del Ayuntamiento de Cumaná en
"1765", alférez mayor en "1768" y fiel ejecutor en "1775". Su madre fue Rosa Antonia Ramírez
Valderrín, quién era hija del "alférez" real Juan Dionisio Ramírez y de Leonor de Valderrín. Sus
hermanos fueron Luis de la Guerra Vega Ramírez, regidor y fiel ejecutor en "1802" y Salvador de la
Guerra, su otro hermano se llamó Vega Ramírez. Desde muy joven Leonor sintió simpatías por la
"independencia de Venezuela causa independentista", En su ciudad natal contrajo nupcias con José
Tinedo de quien tuvo una hija Francisca Antonia.
En "1816", el coronel Juan Aldama, jefe y gobernador interino de la "provincia de Cumaná" enardecido
por los triunfos de "Gregor MacGregor" en las batallas de Quebrada Honda, Alacrán y Juncal, descarga
su ira en Leonor Guerra quien osadamente se había asomado a la ventana con una cinta azul, símbolo
que adoptaron los patriotas como divisa política. Leonor fue citada y se encontró frente al gobernador
Aldama, siendo víctima de insultos, fue amenazada con ser torturada, lo cual sin embargo no hizo que
abjurara de sus convicciones políticas, ni que revelará quién más apoyaba la causa independentista.
Fue sentenciada a ir por las calles, montada en un burro, mientras recibía 200 azotes, por "insurgente".
En cada esquina se le amonestaría, y se le pediría que revelara los nombres de quienes pensaban igual
que ella, a lo cual ella siempre respondía "¡Viva la Patria, mueran los tiranos!", Leonor se desmayó y
fue llevada a su casa. Afectada por la ofensa sufrida, se negó a ingerir alimentos y recibir asistencia
médica, muriendo el mismo año.

Manuela Sáenz
Amante de Simón Bolívar, fue reconocida por él mismo (25.9.1828) como "Libertadora del
Libertador". Fueron sus padres Simón Sáenz Vergara, español, y María Joaquina Aizpuru, ecuatoriana.
Su infancia transcurrió en Quito, donde rápidamente se hicieron sentir los ideales de los movimientos

independentistas, organizándose grupos revolucionarios. En tal sentido, Manuela y su madre se


identificaron con la gesta emancipadora; no así su padre quien permaneció fiel a la Corona española,
por lo que fue hecho preso al estallar dicho movimiento, aunque posteriormente recuperó su libertad al
ser sofocado en 1810. Debido a su apoyo al proceso de independencia americano, Manuelita fue
internada en el convento de Santa Catalina donde aprendió a leer, escribir y rezar. Según una leyenda
que circuló por mucho tiempo, siendo muy joven fue raptada del convento por un oficial de nombre
Fausto D'Elhuyar; lo cual no obstante ha sido desmentido por la historiografía.
En 1817 contrajo matrimonio con Jaime Thorne, comerciante inglés, rico y mucho mayor que ella;
trasladándose con él a vivir a Lima (Perú) entre 1819 y 1820. A pesar de ser éste un país donde el
sentimiento independentista no se había manifestado, en poco tiempo el prestigio de Simón Bolívar y
su triunfo en la liberación de la Nueva Granada (1819) le gana entusiasmados adeptos a su causa, entre
ellos Manuela Sáenz, quien se convierte en miembro activo de la conspiración contra el virrey del Perú,
José de la Serna e Hinojosa (1820); y que al declararse la independencia del Perú (1821) se confiesa
admiradora de José de San Martín. Los servicios de Manuela a la causa de emancipación fueron
reconocidos al otorgársele, en 1822, la condecoración llamada "Caballeresa del Sol", consistente en una
banda blanca y encarnada con una pequeña borla de oro y una medalla cuya inscripción decía "Al
patriotismo de las más sensibles".
Luego de separarse de su marido, en 1822 viaja a Quito acompañada de su padre para visitar a su
madre; conociendo en este lugar a Bolívar, cuando éste hizo su entrada triunfal a dicha ciudad el 16 de
junio de 1822. En Quito surge un estrecho vínculo afectivo entre Bolívar y Manuela, derivado de sus
conversaciones y coincidencias acerca de la campaña libertadora. Ella no sólo concibe idealmente la
independencia latinoamericana, sino que toma parte activa en la guerra: monta a caballo, maneja las
armas, es capaz de sofocar un motín en la plaza de Quito. En 1823 Bolívar parte al Perú donde se le
une semanas más tarde Manuelita, quien lo acompaña durante la campaña libertadora de dicha nación,
permaneciendo en su cuartel general algunas veces, o en Lima y en Trujillo en otras ocasiones. De los
momentos en que estuvieron alejados, se han conservado algunas de las cartas de amor que el
Libertador le escribió expresándole cuanto la extrañaba, tal como la siguiente epístola del 20 de abril de
1825 en la que le dice: "Mi bella y buena Manuela: Cada momento estoy pensando en ti y en el destino
que te ha tocado. Yo veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y el
honor. Lo veo bien, y gimo de tan horrible situación por ti; por que te debes reconciliar con quien no
amabas; y yo porque debo separarme de quien idolatro¡¡¡ Sí, te idolatro hoy más que nunca jamás. Al
arrancarme de tu amor y de tu posesión se me ha multiplicado el sentimiento de todos los encantos de
tu alma y de tu corazón divino, de ese corazón sin modelo".
Durante los primeros meses de 1825, hasta abril, y luego cuando Bolívar regresa del Alto Perú
(Bolivia) a partir de febrero de 1826, reside con él en el palacio de la Magdalena, cerca de Lima.
Cuando Bolívar sale del Perú en septiembre de 1826, Manuela permanece en Lima, donde persiste en la
defensa del ideario bolivariano después de la reacción contra el Libertador en enero de 1827, por lo que
es apresada por los adversarios de Bolívar y enviada al destierro (1827), dirigiéndose a Quito y luego a
Bogotá, donde se establece en 1828. Al enterarse Bolívar de la situación de Manuelita, la llama a su
lado y viven en la residencia que hoy es llamada Quinta de Bolívar. Para este tiempo se hacen
manifiestas las intrigas contra la autoridad de Bolívar, que llevan a Pedro Carujo entre otros, el 25 de
septiembre de 1828, a intentar asesinarlo, conspiración fallida gracias a la rapidez con que Manuela
hizo huir a Bolívar por una ventana del Palacio de Gobierno; es a partir de este acontecimiento que se
le llama Libertadora del Libertador, calificativo que le dio el propio Bolívar. En 1830, encontrándose
en Guadas (Colombia) se entera de la muerte de Bolívar, por lo que se traslada de inmediato a Bogotá
donde manifiesta públicamente de palabra y por la imprenta su adhesión a los ideales del Libertador.
Perseguida por el gobierno que sucedió en abril de 1831 al general Rafael Urdaneta en Bogotá,
finalmente es expulsada por considerársele conspiradora.
Encontrándose en Kingston (Jamaica), donde pasa un año, escribe al general Juan José Flores, entonces
presidente del Ecuador, quien le envía un salvoconducto y así intenta regresar a su país; pero en
Guaranda (Ecuador) en octubre de 1835, es informada que no puede entrar a Quito, pues sus
credenciales no son válidas al perder Flores el poder. Asimismo, sus bienes fueron confiscados en
Colombia. Ante estas circunstancias se instala en Paita, al norte del Perú, donde por necesidad
económica abre un comercio relacionado con la producción de tabacos. En 1847 su marido es
asesinado en Pativilca. Durante esta última etapa de su vida, fue visitada en el puerto de Paita por
personajes tales como Herman Melville (autor de Moby Dick), Simón Rodríguez y Giuseppe Garibaldi
(patriota italiano). En 1856, contrae difteria, enfermedad que acaba con su vida; su cadáver fue
incinerado a fin de evitar contagio en la población, lo mismo que sus pertenencias, entre ellas gran
parte de la correspondencia de Bolívar para ella, que guardaba celosamente. En agosto de 1988, fue
localizado el lugar donde se encontraban los restos de Manuela Sáenz en el cementerio de aquella
población. La identificación fue posible gracias a que se encontró la réplica de la cruz que siempre
portaba la cual la identificaba como la compañera del Libertador.

Josefa Joaquina Sánchez


Josefa Joaquina Sánchez nació el 18 de octubre de 1765 en el puerto de La Guaira, Venezuela, hija de
Joaquín Sánchez y Juana Bastidas.
El 27 de julio de 1783 contrajo matrimonio con el militar venezolano José María España, con quien
tuvo hasta nueve hijos. Junto a su esposo, se involucró en la Conspiración de Gual y España que tenía
como propósito levantar a la población venezolana en armas para liberarse del yugo español. Sánchez
fue la encargada de copiar los documentos del movimiento revolucionario y de confeccionar las
banderas que usarían los revolucionarios. Debido a ello, se la considera como la «bordadora de la
primera bandera de Venezuela».
El 8 de mayo de 1799, su esposo fue asesinado por las autoridades venezolanas quienes colgaron su
cadáver como señal de advertencia para los demás conspiradores. Días antes, Sánchez había sido
interrogada por oficiales venezolanos respecto a España, luego de que un esclavo negro llamado Rafael
España los delatara.
Tras la muerte de su esposo, es arrestada y trasladada a Caracas, donde meses después recibe su
sentencia carcelaria con una duración de ocho años, la cual habría de cumplir en la Casa Hospicio de
Caracas. Sin embargo, en 1808, al término de su sentencia, es desterrada de Cumaná junto con sus
hijos. Una vez que inicia el proceso de Independencia de Venezuela, regresó a Venezuela y solicitó una
pensión al gobierno. Murió en 1813.

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