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¿DIDACTICA GRUPAL?

Bernardo E. Collao C.
Pedagogía en Historia y Geografía, 2017

Hace falta ser burros para ver tan solo lo que le ponen a uno enfrente, esta es la frase con la
que Carlos Díaz comienza su prólogo a Yasnaïa Poliana (Tolstoi, 1978), y sin duda es certera,
pues, como un funambulista, al intentar hablar de didáctica, muchas veces, solo caminamos
por la delgada línea que nos han trazado, privándonos así de experimentar la adrenalina y el
goce de buscar una manera diferente de avanzar. Hablar de didáctica normalmente es
encajonarla a una definición y con desaire decir que solo es el conocimiento necesario para
orientar la práctica docente, y aunque en la práctica resulta así, quisiera poder hacer ver la
didáctica como esa serendipia de la ciencia pedagógica que ha de reformular las forma de
gestionar una clase.
La didáctica no es un conjunto de elementos cerrados, como dice Marta Souto, es la forma
de pensar, sentir y actuar una realidad…un conocimiento en desarrollo… una práctica
intencional generadora de cambios… una elaboración permanente, y aún más importante,
algo que debe construirse de forma grupal (Souto, 1993), pues una didáctica construida
desde lo grupal resulta la mejor opción, ya que lo grupal; en palabras de Souto, permite no
ser solo un ángulo, una perspectiva, sino una construcción que trae nuevas concepciones del
aprendizaje y de la enseñanza.
Esto no quiere decir que la experiencia personal del docente no es importante, solo que por
sí sola no tiene valor, pues debe mediante la entrega de conocimientos llevar a una
experiencia personal al alumno. Para esto, la única forma, o mejor dicho, una forma más
certera, es tener claridad de la multidimensionalidad del aprendizaje, es decir, se deben
considerar varios aspectos, responder preguntas como: ¿Qué enseño?, ¿Para qué lo enseño?,
¿Por qué lo enseño? Y ¿Cómo lo enseño? De esta forma, la didáctica se vuelve un poco más
compleja, y resulta necesario para contestar estas preguntas, recurrir a una construcción
grupal, y no hablamos de que los alumnos deben involucrarse en la confección de los
temarios, sino, que el docente debe en la interacción con ellos, determinar o más bien
descubrir, la significancia de un contenido “X” para un alumno “X”.
Como escribe José Contreras, lo fundamental de la enseñanza transcurre por terrenos sutiles
y misteriosos (Contreras, 2010), y es que, la practica educativa pretende cosas que no se
pueden anticipar, y aunque la psicología del desarrollo nos entrega pistas de como aprende
un niño a distintas edades, debemos incorporar la realidad de que las distintas esferas
sociales alteran este pautado desarrollo, pues aunque conozcamos la posible respuesta del
niño, nada asegura que esa será su respuesta. Una didáctica grupal busca incorporar estas
pre-experiencias del alumno, lo que resulta paradójico e incluso contradictorio para el actual
sistema educativo. Importante entonces es aquí la cita que Contreras hace de Elizabeth
Ellsworth, quien dice, no sabemos nunca lo que nadie va a aprender. Podemos ejercer
control sobre la obtención de las respuestas que queremos oír, pero no sabemos lo que de
verdad alguien aprenderá. Es por eso, que es necesario conocer al receptor, para construir
la mejor manera de guiarlo hacia esa experiencia de aprendizaje, que va más allá de
memorizar o adquirir un conocimiento solo por adquirirlo.

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Para terminar, si educar es amar al prójimo como a ti mismo (Tolstoi, 1978), debemos
conocer al otro primero para amarlo. Solo una didáctica construida de forma grupal orientara
de manera efectiva la práctica docente, más que una hecha solo desde la experiencia
personal. El educando no es solo una caja receptora de conocimiento, es pieza esencial del
proceso educativo. ¿Debemos entonces construir una didáctica grupal o mantener una
oligarquía en la formas de enseñar?

Referencias

Contreras., J. y. (2010). Investigar la experiencia educativa. Madrid: Morata.


Souto, M. (1993). Hacia una didáctica de lo grupal. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores.
Tolstoi, L. (1978). La escuela de Yasnaïa Poliana. Madrid: Biblioteca Jucar.

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