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El agua es el recurso básico para garantizar la vida de todos los seres vivos del
planeta. Sin embargo, su escasez y la contaminación provocan que millones de
personas tengan un acceso deficiente a este bien tan necesario. Aunque
existen técnicas como la depuración o la desalación que facilitan el
tratamiento, el uso y el consumo de agua en zonas con problemas de
calidad o abastecimiento, en primer término es necesario evitar su
contaminación.
Tercer Tema.
LAGOS Y LAGUNAS NATURALES DE LA REPÚBLICA
DOMINICANA
Según un inventario de los cuerpos de aguas lenticas, en la República
Dominicana existen unos 270 lagos, lagunas, charcos y humedales, de todos
los tamaños, que fluctúan entre menos de 1 kilómetro cuadrado hasta más de
25 kilómetros cuadrados de superficie, entre los cuales los más importante son:
Lago Enriquillo: El más grande de la Isla. Se localiza en la región Suroeste del
país, en la Hoya de Enriquillo. Este lago se encuentra, aproximadamente, a
unos 40 metros bajo el nivel del mar, con una superficie de unos 286
Kilómetros Cuadrados.
Cuarto Tema.
El Mar Dominicano
La República Dominicana está rodeada por el Océano Atlántico, en el norte,
y el Mar Caribe o Mar de las Antillas, en el sur. Ambos mares se une por
el Canal de la Mona, que se encuentra al este y que separa la isla de Puerto
Rico.
Las masas de agua que bañan las costas dominicanas son muy calientes
durante todo el año (26° C de media). La variación de un mes a otro es
reducida, oscilando entre 24 y 29° C. Los meses más "fríos" son febrero y
marzo y los más cálidos agosto y septiembre. El Mar Caribe es, durante todo el
año, más caliente que el Océano Atlántico.
La salinidad de los mares dominicanos es, en general, muy alta (36 partes por
mil), debido a la gran evaporación de la región, la cual es favorecida por el
viento y las altas temperaturas del aire y de las aguas. La salinidad disminuye
en la desembocadura de los ríos importantes y en las zonas de gran
pluviosidad, sobre todo después de lluvias abundantes; en la Bahía de
Samaná, por ejemplo, la salinidad es de 33 partes por mil debido a las
aportaciones de agua dulce del Río Yuna y las lluvias de los Alisios.
Las aguas marinas dominicanas tienen un bajo contenido de oxígeno (5
mililitros/litro), lo cual está relacionado con las altas temperaturas y salinidad de
estos mares.
Nuestras costas están bañadas por las aguas que desplazan las Corrientes
Ecuatoriales del Norte y Sur que, con pequeñas variantes, se desplazan de
este a oeste.
La Corriente Ecuatorial del Norte se origina cerca de las islas de Cabo Verde
y corre libremente hacia el oeste, impulsada por los vientos alisios, fundiéndose
con la Corriente de Guayana antes de llegar a las Antillas. Llega a tener un
ancho de 300 kilómetros, 600 metros de profundidad y una velocidad de hasta
100 kilómetros por día.
La Corriente Ecuatorial del Sur se origina en el Golfo de Guinea, dirigiéndose
también hacia el oeste y, ante la interferencia del Cabo San Roque (en el
noreste de Brasil), se divide en dos ramas: 1) Corriente de Brasil, que se dirige
hacia el sureste; y 2) Corriente de Guayana, que sigue hacia el noroeste y que,
luego de unirse sus aguas a las de la Corriente Ecuatorial del Norte, recurva en
el Golfo de México y se dirige a Europa con Corriente del Golfo. Esta corriente
es más rica en nutrientes que la del Norte, debido a los nutrientes aportados
por los ríos Amazonas y Orinoco.
La acción de esta doble corriente ecuatorial se manifiesta, para la Hispaniola y
demás islas del área, en una doble corriente regional:
La llamada Corriente de las Antillas baña la costa norte (Atlántica) de las
Antillas Mayores y está integrada todo el año por aguas proporcionadas
exclusivamente por la Corriente Ecuatorial del Norte.
La Corriente del Caribe baña la costa sur de las Antillas Mayores,
distinguiéndose dos épocas:
Junio a noviembre. Sus aguas provienen básicamente de la Corriente
Ecuatorial del Norte, a partir de la línea Martinica - Honduras.
Noviembre a junio. La Corriente Ecuatorial del Sur invade totalmente el Mar
Caribe, desplazando a la Corriente Ecuatorial del Norte.
Ambas corrientes crean contracorrientes cerca de la costa con velocidades de
1-2 km./hora relacionadas principalmente con las mareas. El Canal de la Mona,
una ruta de gran tráfico de barcos, posee corrientes que pueden alcanzar las 3
millas náuticas/hora.
Las mareas son predominantemente semi diurnas (dos pleamares y dos
bajamares diarias), de escasa amplitud, que promedia 90 cm. en la costa norte
y 30 cm. en la costa sur.
El oleaje que azota la costa proviene de los vientos alisios. La mayor parte del
tiempo las olas se mueven del este, coincidentes con la dirección predominante
del viento. El patrón es similar durante todo el año.
Las olas de mayor período (mar de fondo) provienen, con más frecuencia, del
sudeste. Estas olas son formadas por disturbios en el Caribe. Durante el
verano, olas de 2-4 metros de altura vienen del sudeste el 5% del tiempo.
Quinto Tema.
Uno de los factores que más afectan la disponibilidad de agua para los
diferentes usos es la contaminación cada vez más creciente a que está
sometido este recurso. Con la contaminación, el agua no desaparece, como no
desaparece nunca la materia, sino que se altera su composición y, en
consecuencia, pierde su utilidad como insumo esencial de consumo de los
seres humanos, y para sus usos agrícola, industrial, turístico, crianza de peces
y demás especies de la fauna; además, su presencia contribuye al desequilibrio
del ciclo hidrológico.
Los 26 mil millones de metros cúbicos de agua lluvia aprovechable que
caen sobre el territorio dominicano cada año se mantienen, pero una
parte significativa de esa agua es alterada por múltiples factores que
impiden que juegue su papel de utilidad a la vida, a saber: La erosión
fluvial.
Esta se produce en las montañas como consecuencia de la deforestación
creciente a que están sometidos los bosques, especialmente en las alturas de
las cuencas hidrográficas. Las aguas de lluvia al caer sobre el suelo desértico
de las lomas arrasan la capa vegetal hacia los lechos de ríos, arroyos y mares,
contaminándolos con materia orgánica que degrada sus aguas, entre otros
daños causados por los sedimentos arrastrados, como son la sedimentación de
las presas y el desbordamiento de la parte baja de los ríos con su secuela de
daños humanos y materiales.
"El agua, el aire y la limpieza son los principales productos de mi farmacia".
Napoleón Bonaparte
Son las raíces de los arboles las que retienen el agua que cae de las
lluvias y desde ellas esas aguas fluyen lentamente a través de las
cañadas y arroyos que conducen a los ríos y luego desembocan en el mar
o en deltas fluviales, en llanuras. Se estima que alrededor del 40% de la
superficie agrícola mundial está seriamente degradada por erosión. En la isla
Española, que incluye a Haití, la situación es aún más alarmante.
Urge asumir con seriedad un programa de reforestación que abarque
principalmente las cuencas altas de los ríos y al mismo tiempo regule el manejo
de la agropecuaria para desalentar la ganadería de montaña y la siembra de
maíz, fresas, habichuelas, arroz y otras plantas menores en laderas y
montañas, muchas veces auspiciado por las propias autoridades del sector
agrícola. Esas actividades son las mejores aliadas de la erosión fluvial.
La erosión también contribuye a la sedimentación de los mares con su
secuela de daños a playas e infraestructuras marítima, sobre todo en los
lugares más bajos donde desembocan ríos caudalosos. Dos ejemplos
sobre infraestructura marítima dañadas se podrían citar en la isla. Uno se
refiere a la bahía de Puerto Príncipe, Haití, la cual alberga el principal puerto de
ese país. Ahí la sedimentación es tan pronunciada que el puerto se ha vuelto
disfuncional para la mayoría de las operaciones de carga y descarga de
mercancías transportadas por buques de cierta envergadura, como sucede con
los barcos que transportan el gas licuado de petróleo o gas propano que viene
destinado al país caribeño. Ante esa situación, agravada por el impacto del
terremoto de enero de 2010, las cargas con destino a esa capital vecina se
manejan desde el puerto de la provincia Azua, en la zona sur de República
Dominicana, ante la imposibilidad de hacerlo en el citado puerto haitiano.
El otro ejemplo es el puerto de Sánchez, en la Bahía de Samaná, República
Dominicana. Este puerto, que unas siete décadas atrás era el centro
económico del nordeste, donde atracaban buques de gran calado para recoger
el café y el cacao de las cuencas de los ríos Yuna y Camú, hoy en día sus
operaciones son nulas debido a los altos niveles de sedimentación producida
por las tierras bajadas de las montañas a través de los ríos Yuna, Camú, Jima
y otros. Las playas también son afectadas en muchos lugares de
desembocadura de ríos que arrastran esos sedimentos dañinos. Los ejemplos,
que abundan en muchas partes del mundo, también se hallan en el país.
El sedimento que va a parar a los ríos y mares está cargado de materia
orgánica compuesta principalmente por fósforo y nitrógeno que vienen de la
propia tierra y de los fertilizantes y pesticidas que se usan en la agricultura;
esto produce en las aguas, tanto marina como dulce, el llamado proceso de
eutrofización, que se trata a continuación.
Eutrofización del agua
“La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”, concluyó en sus
investigaciones el científico de la química de origen francés Antoine-Laurent
Lavoisier
Se refiere a una anormal abundancia de nutrientes en el agua que entran en
ella a un ritmo tal que no puede ser compensado por sus formas de eliminación
natural. Es una de las consecuencias de los procesos de contaminación de las
aguas en ríos, embalses, lagos, mares, etc., que desgraciadamente, debido a
la actividad del hombre sobre estos recursos, está cada día más extendida.
La presencia de estos nutrientes, principalmente nitrógeno y fósforo, trae como
consecuencia ríos con mucha vegetación y otros organismos que agotan el
oxígeno del agua y que llevan a la ausencia de vida en ella. Sus características
son mal olor, ausencia de peces y, en general, poca calidad de las aguas. Los
efectos son particularmente graves cuando afectan aguas destinadas al
abastecimiento urbano.
El problema radica en que si existe un exceso de nutrientes las plantas y
otros organismos crecen en abundancia. Cuando mueren, se pudren y
aportan importantes cantidades de materia orgánica, llenan el agua de malos
olores y le dan un aspecto nauseabundo, descuidado, lo que provoca una
disminución drástica de su calidad. Durante su crecimiento y su putrefacción,
consumen una gran cantidad del oxígeno disuelto y las aguas dejan de ser
aptas para la mayor parte de los seres vivos. El resultado final de este proceso
resulta un ecosistema casi destruido.
En las aguas de ríos, arroyos y mares de las principales ciudades de
República Dominicana se pueden verificar a simple vista procesos
avanzados de eutrofización, es decir, de contaminación aguda. Tales son
los casos de los ríos Isabela, Ozama y Haina, que bordean la ciudad de Santo
Domingo y que son recipientes de las aguas residuales y de los desperdicios
sólidos que provienen de sus actividades urbanísticas. El mismo fenómeno se
verifica en el mar Caribe que también es lindante y bordea esa ciudad, cuyas
aguas se tornan pardas y malolientes, al ser recipiente de todas las aguas
residuales de la urbe, incluyendo de los hoteles e industrias establecidos en
sus orillas del Malecón.
En la zona de Bávaro y Punta Cana, en el Este, y en otros litorales se observan
ya periódicamente las algas verde-azules que se desarrollan como
consecuencia de esa contaminación de materia orgánica proveniente de las
descargas de porquerías en sus aguas. Este fenómeno, que se observa cada
vez más frecuente en las mejores playas, ya está afectando las condiciones
excepcionales de esa zona para el desarrollo turístico pleno y de calidad. Si se
une esto al hundimiento y agrietamiento progresivo de los suelos en esa
privilegiada zona turística por los efectos de la sobreexplotación de las aguas
subterráneas, hay que convenir en que ya la principal fuente de divisas está en
peligro. Esa es una alarma que debería llamar la atención para poner los
correctivos que reviertan esa situación.