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Metabolismo Celular. Tenerife
Enviado por laura el Dic 21, 2009 en Medicina Natural
Los hidratos de carbono desvitalizados que son la base del pan, almidones, harinas, y
tantos alimentos refinados que se consumen en España son los que producen todo el
abanico de desajustes del metabolismo humano que acaban por desembocar en todas
las enfermedades conocidas de nuestro tiempo.
Con lo que buena parte de él pasa al intestino grueso promoviendo allí un desarrollo
excesivo de la flora bacteriana y aumentando con ello la fermentación bacteriana de
residuos y la formación de gases. El exceso de hidratos de carbono produce además
otro daño: el almidón digerido superficialmente actúa como un gel que secuestra la
pepsina -enzima encargada de digerir las proteínas- y la deja fuera de juego. De manera
que el exceso de almidón no sólo es muy difícil de digerir sino que obstaculiza la
digestión de las proteínas. Los alimentos ricos en almidón no sólo son por tanto un mal
alimento sino que pueden considerarse anti-alimentos ya que impiden el papel nutritivo
de otros”.
Como veréis esta afirmación es rigurosamente exacta, avalada por grandes expertos en
nutrición en todo el mundo moderno. Meléndez-Hevia nos invita a reflexionar lo que
ocurre en el hígado, el que termina convirtiendo en grasa el exceso de hidratos de
carbono de la dieta -por lo general más del 90% de lo que se ingiere diariamente- ya
que, al contrario de lo que ocurre con los carbohidratos, no hay límite en el cuerpo para
almacenar grasa. Una persona podría tener un peso normal de masa corporal de 70 kg
y tener otros cien kilos más de grasa.
Hay que decir, por cierto, que la relación del exceso de hidratos de carbono refinados
con ciertas enfermedades, el sobrepeso y la obesidad ya la apuntaron hace años -entre
otros- Robert Atkins, Robert Crayhon, Jean Seignalet, Claude Lagarde, José Antonio
Campoy y muchos profesionales que como yo han practicado este tipo de alimentación.
Las enfermedades más comunes producidas por este exceso de acidez en el sistema
son el asma, la diabetes, muchas alergias, la osteoporosis, la anemia de deficiencia
férrica, la anemia perniciosa, las cándidas, la artritis y sus variantes, las infecciones
intestinales, la psoriasis, el vitíligo, la urticaria, los eccemas, la dermatitis, el herpes, el
acné, las migrañas, las dispepsias digestivas, hernias de Hiato y muchas otras.
Amigos que estáis leyendo este escrito, hace un tiempo que acudo al instituto de
metabolismo celular, tomo los dos factores puntualmente y sigo una alimentación
escasa de hidratos de carbono refinados, solo los que contienen las verduras que tomo
a diario y el contenido bajo que existe en las ensaladas y las proteínas.
Estoy muy contenta, me siento mucho mejor, estoy más delgada y activa.
Este es mi teléfono aunque lo tenéis en esta Web: Laura Doria 807 517 101
La Glicina
La glicina es el más simple de los aminoácidos y quizás por eso pocos investigadores
conocen sus enormes posibilidades. Afortunadamente no es el caso de todos. El
siguiente texto es muy interesante: “Para muchos investigadores es difícil aceptar que
se puedan obtener efectos beneficiosos en varios estados patológicos con el
aminoácido más simple, la glicina. Pero cada vez hay más evidencias apoyando esta
idea. Ahora se sabe que la glicina de la dieta protege al organismo frente a shocks tanto
por pérdida sanguínea como por endotoxinas, reduce la concentración de alcohol en el
estómago y aumenta la recuperación de la hepatitis producida por alcohol, disminuye el
daño hepático inducido por fármacos hepatotóxicos, bloquea la apoptosis y en el riñón
disminuye la nefrotoxicidad originada por el fármaco inmunosupresor ciclosporina A y
previene la hipoxia y la formación de radicales libres. Además puede ser útil en otras
enfermedades con procesos inflamatorios ya que disminuye la formación de citoquinas.
Hemos revisado algunos de los efectos beneficiosos del aminoácido glicina así como el
mecanismo supuesto de estos efectos que podrían llevar a proponer su inclusión en la
terapéutica de algunas enfermedades”.
¿Cómo puede extrañar pues que la glicina se haya convertido para Meléndez-Hevia en
pieza sustancial de su sistema nutricional? “La glicina -afirma- es el aminoácido más
utilizado en el metabolismo para multitud de funciones entre las que destacan la síntesis
de colágeno y la síntesis de hemoglobina. Es, por tanto, el aminoácido más necesario
para el correcto funcionamiento del metabolismo.
Además de estos problemas bien aparentes hay otros como el asma cuya causa es
también mecánica (debilidad del micro esqueleto de los bronquiolos que se aplastan y
se obturan al hincharse los pulmones en una inspiración profunda). También muchos
problemas del oído tienen su origen en una carencia de glicina pues el oído es una
estructura esencialmente mecánica, desde la membrana del tímpano hasta la cadena de
huesecillos y el laberinto. Y lo mismo cabe decir de muchos problemas de la piel”.
El Ácido Aspártico
En cuanto al otro aminoácido que en esta ocasión nos ocupa, el ácido aspártico, la
industria alimenticia y farmacéutica sí lo considera importante. De hecho es fundamental
para la formación de numerosas enzimas, la sangre y el sistema digestivo. Facilita el
trabajo del hígado actuando como reforzador de la función hepática en la creación de
otros aminoácidos no esenciales destinados a cubrir las necesidades del cuerpo para la
regeneración de tejidos, colabora en su desintoxicación y se combina con otros
aminoácidos formando moléculas capaces de absorber toxinas de la corriente
sanguínea habiéndose mostrado además beneficioso para los pacientes con hepatitis
crónicas.
Todo ello sin olvidar una función especialmente trascendente para Enrique Meléndez-
Hevia: “El ácido aspártico no se considera esencial porque lo fabrica el organismo de
manera que su presencia en la dieta no se valora como imprescindible pero resulta ser
el producto más indicado para resolver el amplio conjunto de problemas metabólicos
ocasionados por la acumulación de grasa.
Tras estas palabras del catedrático Enrique Meléndez-Hevia es fácil asumir que la
presencia o ausencia de estos dos aminoácidos incide directamente y de forma
importante en nuestro estado de salud. Y nadie podrá evitar -ni las autoridades
sanitarias- que sus descubrimientos científicos -y los de otros colegas- permitan conocer
cada vez mejor nuestro metabolismo, los mecanismos de actuación de los nutrientes y
su incidencia en la salud.
Sin tantos medios científicos a su disposición Hipócrates ya nos recomendó hace dos
mil años “que tu alimento sea tu medicamento”. Y en el fondo es lo mismo que defiende
Enrique Meléndez-Hevia: “Nosotros hemos demostrado que muchas de las
enfermedades que aquejan a la humanidad se resuelven con nutrientes. Por tanto
cambiamos la cultura del medicamento por la cultura de la alimentación. ¡Y funciona!