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Dieta baja en Hidratos de carbono. P. Enrique Meléndez Hevia. Inst.

de
Metabolismo Celular. Tenerife
Enviado por laura el Dic 21, 2009 en Medicina Natural

Los hidratos de carbono desvitalizados que son la base del pan, almidones, harinas, y
tantos alimentos refinados que se consumen en España son los que producen todo el
abanico de desajustes del metabolismo humano que acaban por desembocar en todas
las enfermedades conocidas de nuestro tiempo.

Escuchamos la opinión de Meléndez Hevia: “El estómago– no está preparado para


trabajar con la enorme cantidad de ácido clorhídrico que se necesita para digerir tanto
almidón. La acidez de estómago es pues consecuencia de esa secreción masiva de
ácido clorhídrico a la que obligamos al estómago al poner en nuestra dieta esa cantidad
masiva de almidón. Y así la digestión, que es un proceso que podría ser muy rápido, se
hace muy pesada y lleva varias horas. Y aun así, a pesar del ácido clorhídrico y de
interminables horas entre el estómago y el intestino, es difícil que el almidón se termine
de digerir por completo.

Con lo que buena parte de él pasa al intestino grueso promoviendo allí un desarrollo
excesivo de la flora bacteriana y aumentando con ello la fermentación bacteriana de
residuos y la formación de gases. El exceso de hidratos de carbono produce además
otro daño: el almidón digerido superficialmente actúa como un gel que secuestra la
pepsina -enzima encargada de digerir las proteínas- y la deja fuera de juego. De manera
que el exceso de almidón no sólo es muy difícil de digerir sino que obstaculiza la
digestión de las proteínas. Los alimentos ricos en almidón no sólo son por tanto un mal
alimento sino que pueden considerarse anti-alimentos ya que impiden el papel nutritivo
de otros”.

Como veréis esta afirmación es rigurosamente exacta, avalada por grandes expertos en
nutrición en todo el mundo moderno. Meléndez-Hevia nos invita a reflexionar lo que
ocurre en el hígado, el que termina convirtiendo en grasa el exceso de hidratos de
carbono de la dieta -por lo general más del 90% de lo que se ingiere diariamente- ya
que, al contrario de lo que ocurre con los carbohidratos, no hay límite en el cuerpo para
almacenar grasa. Una persona podría tener un peso normal de masa corporal de 70 kg
y tener otros cien kilos más de grasa.

De ahí que para él el origen de la obesidad e, incluso, de la diabetes esté en la ingesta


masiva de hidratos de carbono, no en la ingesta de grasa, y esto por desgracia ocurre
en exceso en las Islas Canarias, donde los padres y abuelos fueron sin saberlo
diabéticos por el abuso de papas y pan y ahora muchos jóvenes tienen problemas de
salud que deben combatir con una nueva visión.
“El exceso de hidratos de carbono en la comida -comenta- causa una concentración
muy alta de glucosa en sangre lo que provoca una secreción exagerada de insulina por
el páncreas para neutralizarla, la cual a la vez promueve su transformación en grasa y
bloquea su consumo. Así nuestro organismo queda incapacitado para quemar la grasa y
ésta se va acumulando día a día”.

Pues bien, para evitar problemas metabólicos derivados de la eliminación de los


hidratos de carbono -como la cetosis que se manifiesta por la presencia de acetona en
la orina- Meléndez-Hevia utiliza el ácido aspártico que integra su Factor 2 cuyo nombre
comercial es Asparbólic.
Por todo ello Meléndez-Hevia aconseja prescindir de:
-Las harinas y sus derivados, el pan, gofio, galletas, bollos…- así como los productos
rebozados en ellas: croquetas, empanadillas. Los cereales: el arroz, los corn-flakes, los
crispis, el maíz. Los tubérculos: boniatos, batatas, patatas. Las legumbres: garbanzos,
judías, lentejas. La pasta: espaguetis, pizzas, fideos. Los dulces: tartas, pasteles,
turrones, mazapanes. El azúcar, la miel, la leche condensada, los flanes, las natillas, el
quesillo,( con demasiados azúcares). Aconsejando complementar las proteínas de las
comidas con fibra como los espárragos, las ensaladas, las verduras.

Hay que decir, por cierto, que la relación del exceso de hidratos de carbono refinados
con ciertas enfermedades, el sobrepeso y la obesidad ya la apuntaron hace años -entre
otros- Robert Atkins, Robert Crayhon, Jean Seignalet, Claude Lagarde, José Antonio
Campoy y muchos profesionales que como yo han practicado este tipo de alimentación.

Las enfermedades más comunes producidas por este exceso de acidez en el sistema
son el asma, la diabetes, muchas alergias, la osteoporosis, la anemia de deficiencia
férrica, la anemia perniciosa, las cándidas, la artritis y sus variantes, las infecciones
intestinales, la psoriasis, el vitíligo, la urticaria, los eccemas, la dermatitis, el herpes, el
acné, las migrañas, las dispepsias digestivas, hernias de Hiato y muchas otras.

Ahora os comentaré en que consisten los factores, el Factor 1 klicina y el Factor 2


Asparbolic en sus nombres comerciales que son dos aminoácidos; la glicina y el ácido l-
aspártico.

Amigos que estáis leyendo este escrito, hace un tiempo que acudo al instituto de
metabolismo celular, tomo los dos factores puntualmente y sigo una alimentación
escasa de hidratos de carbono refinados, solo los que contienen las verduras que tomo
a diario y el contenido bajo que existe en las ensaladas y las proteínas.
Estoy muy contenta, me siento mucho mejor, estoy más delgada y activa.

Este es mi teléfono aunque lo tenéis en esta Web: Laura Doria 807 517 101

A continuación os describo las cualidades de la glicina y del ácido l-aspártico.

La Glicina
La glicina es el más simple de los aminoácidos y quizás por eso pocos investigadores
conocen sus enormes posibilidades. Afortunadamente no es el caso de todos. El
siguiente texto es muy interesante: “Para muchos investigadores es difícil aceptar que
se puedan obtener efectos beneficiosos en varios estados patológicos con el
aminoácido más simple, la glicina. Pero cada vez hay más evidencias apoyando esta
idea. Ahora se sabe que la glicina de la dieta protege al organismo frente a shocks tanto
por pérdida sanguínea como por endotoxinas, reduce la concentración de alcohol en el
estómago y aumenta la recuperación de la hepatitis producida por alcohol, disminuye el
daño hepático inducido por fármacos hepatotóxicos, bloquea la apoptosis y en el riñón
disminuye la nefrotoxicidad originada por el fármaco inmunosupresor ciclosporina A y
previene la hipoxia y la formación de radicales libres. Además puede ser útil en otras
enfermedades con procesos inflamatorios ya que disminuye la formación de citoquinas.
Hemos revisado algunos de los efectos beneficiosos del aminoácido glicina así como el
mecanismo supuesto de estos efectos que podrían llevar a proponer su inclusión en la
terapéutica de algunas enfermedades”.

El texto está extraído del estudio La glicina: un nutriente antioxidante protector


celular publicado en Nutrición Hospitalaria el año 2002 por B. Matilla y J. M. Culebras
del Hospital de León y J. L. Mauriz, J. González-Gallego y P. González del
Departamento de Fisiología de la Universidad de León.

¿Cómo puede extrañar pues que la glicina se haya convertido para Meléndez-Hevia en
pieza sustancial de su sistema nutricional? “La glicina -afirma- es el aminoácido más
utilizado en el metabolismo para multitud de funciones entre las que destacan la síntesis
de colágeno y la síntesis de hemoglobina. Es, por tanto, el aminoácido más necesario
para el correcto funcionamiento del metabolismo.

La glicina no se había considerado aminoácido esencial ya que el organismo lo puede


fabricar; sin embargo, un sencillo análisis matemático de la estructura del metabolismo
demuestra que la capacidad que tiene el cuerpo para fabricar glicina es muy pequeña lo
que provoca un continuo déficit de este aminoácido. Y de ahí se deriva que deba ser
obligatoriamente añadido a la dieta como el aminoácido más esencial de todos so pena
de padecer un amplio espectro de patologías carenciales”.

Y a partir de ahí Meléndez-Hevia comienza un desglose de los problemas que la falta de


glicina puede provocar en nuestro organismo: “La carencia de glicina se manifiesta en
una debilidad generalizada de la estructura mecánica del cuerpo la cual está formada
básicamente por huesos, cartílagos y tendones. Su carencia se manifiesta pues en
multitud de problemas de construcción, resistencia y regeneración de esos materiales
entre los que están la osteoporosis, la artrosis y las lesiones de cartílagos y tendones
que no llegan a repararse debidamente por escasez de materiales.

Además de estos problemas bien aparentes hay otros como el asma cuya causa es
también mecánica (debilidad del micro esqueleto de los bronquiolos que se aplastan y
se obturan al hincharse los pulmones en una inspiración profunda). También muchos
problemas del oído tienen su origen en una carencia de glicina pues el oído es una
estructura esencialmente mecánica, desde la membrana del tímpano hasta la cadena de
huesecillos y el laberinto. Y lo mismo cabe decir de muchos problemas de la piel”.

La investigación -nacional e internacional- nos habla también de su capacidad


desintoxicante favoreciendo el trabajo hepático y de su papel vital en la curación de las
heridas y en la digestión reforzando la secreción ácida gástrica. Todo lo cual repercute -
indirectamente- en un mejor trabajo del sistema inmune. De lo que cabe colegir la
conveniencia de consumir suficiente glicina muy especialmente en el caso de los niños y
de las embarazadas. Es más, parece que una deficiencia de glicina podría limitar el
crecimiento en niños.

El Ácido Aspártico
En cuanto al otro aminoácido que en esta ocasión nos ocupa, el ácido aspártico, la
industria alimenticia y farmacéutica sí lo considera importante. De hecho es fundamental
para la formación de numerosas enzimas, la sangre y el sistema digestivo. Facilita el
trabajo del hígado actuando como reforzador de la función hepática en la creación de
otros aminoácidos no esenciales destinados a cubrir las necesidades del cuerpo para la
regeneración de tejidos, colabora en su desintoxicación y se combina con otros
aminoácidos formando moléculas capaces de absorber toxinas de la corriente
sanguínea habiéndose mostrado además beneficioso para los pacientes con hepatitis
crónicas.

El ácido aspártico juega además su papel en el ciclo de energía de nuestro organismo y


es un valioso suplemento para aumentar la resistencia a la fatiga. Y es que proporciona
energía convirtiéndose en glucosa, la forma más simple y más fácil de usar.

Es igualmente importante su función como neurotransmisora cerebral estando


involucrado en procesos tan diversos como la epilepsia, las lesiones cerebrales
isquémicas y el aprendizaje influyendo en el desarrollo de las conexiones sinápticas
normales del cerebro lo que le llevaría a jugar un papel importante en las grandes
degeneraciones neurológicas como el Alzheimer.

Todo ello sin olvidar una función especialmente trascendente para Enrique Meléndez-
Hevia: “El ácido aspártico no se considera esencial porque lo fabrica el organismo de
manera que su presencia en la dieta no se valora como imprescindible pero resulta ser
el producto más indicado para resolver el amplio conjunto de problemas metabólicos
ocasionados por la acumulación de grasa.

El ácido aspártico se convierte fácilmente en ácido oxalacético lo cual permite que el


metabolismo pueda usar el ciclo de Krebs (ver artículo es esta web apartado de
medicina natural) aunque esté bloqueada la piruvato carboxilasa. Y con eso se consigue
que el organismo recupere la capacidad de consumir grasa. Se devuelve así a las
células la capacidad para usar el principal combustible -la grasa- y le quitamos la
dependencia de los hidratos de carbono que tantos y tan graves problemas puede
provocar y que en muchos casos conduce a la diabetes y al padecimiento de un gran
número de problemas metabólicos”.

Tras estas palabras del catedrático Enrique Meléndez-Hevia es fácil asumir que la
presencia o ausencia de estos dos aminoácidos incide directamente y de forma
importante en nuestro estado de salud. Y nadie podrá evitar -ni las autoridades
sanitarias- que sus descubrimientos científicos -y los de otros colegas- permitan conocer
cada vez mejor nuestro metabolismo, los mecanismos de actuación de los nutrientes y
su incidencia en la salud.

Sin tantos medios científicos a su disposición Hipócrates ya nos recomendó hace dos
mil años “que tu alimento sea tu medicamento”. Y en el fondo es lo mismo que defiende
Enrique Meléndez-Hevia: “Nosotros hemos demostrado que muchas de las
enfermedades que aquejan a la humanidad se resuelven con nutrientes. Por tanto
cambiamos la cultura del medicamento por la cultura de la alimentación. ¡Y funciona!

La cultura del medicamento, en cambio, no funciona, si acaso en casos en los que es


demasiado tarde aunque me cueste aceptar este hecho en ninguna persona. Así pues
no es que se trate de una alternativa más barata, más saludable o más eficaz… ¡es que
es una solución!”

¡Ánimo, alimentarnos mejor y estar sanos ¡

Agradecimientos: Discovery Salud. Instituto de Metabolismo Celular.

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