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Cine y novela literaria

identificar en un contraste desde el nacimiento de cada uno, que funciones de le


han agregado (línea de tiempo).

Como dice Marshall Mcluhan en su libro “Comprender los medios de


comunicación”, el medio es el mensaje (McLuhan; 1996). Es decir, cada medio
incluye otros medios para poder transmitir información, es una relación dinámica
entre lenguajes y formatos que genera nuevas herramientas para comunicar un
mensaje “x”.
En el caso de la relación entre el formato cinematográfico y el relato de la novela
literaria –caso específico que nos concierne- pasa exactamente lo mismo, el cine
adopta la forma del relato de la novela literaria.

En sus estudios con diferentes culturas pre-alfabetas, el psicólogo Frederick C.


Barlett analiza el fenómeno de la oralidad como se origina un relato mítico y como
es modificado. En su análisis, Barlett se da cuenta que los relatos mantenían una
estructura y un núcleo común, y que las modificaciones de los relatos eran un
intento de los individuos de la comunidad por darle mayor sentido al relato, por
consiguiente, se dio cuenta que las personas no graban idénticamente la
información verbal, ni la olvidan aleatoriamente, sino que intentan encontrarle un
sentido, darle un esquema lógico y consecuente (Reynoso; 1987). A partir de este
modo operacional nace el relato oral en todas las culturas, y su primer género, o al
menos el más antiguo conocido hasta ahora, el relato mitológico.

El relato mítico nace al mismo tiempo que el lenguaje oral, y es a través de éste
último que se estructura el primero. Según Lacan, con el lenguaje se inicia la
desnaturalización del hombre, a medida que éste confiere signos de referencia a
los objetos y maneras de designar los hechos reales va conformando nuevos
modos de entender el mundo, va creando sistemas de relaciones más complejos,
imaginarios, va creando cultura. El mito es el lenguaje simbólico del que se vale la
cultura para operar, construir universos de realidad y códigos morales, estas son
las primeras formas de relato literario en las culturas de tradición oral.

La edad media fue una constante lucha entre la cultura hegemónica y las culturas
alternas populares, así, por medio de éstas pujas lo popular adoptó parte de la
cultura hegemónica en sus estatutos para sobrevivir y viceversa. Es dentro de la
poesía, y de los relatos, muchas veces en forma de canto (con los juglares), que
sobrevivió el relato mitológico de las culturas paganas mezclado con historias o
rumores reales, en otras palabras, fue gracias a la mezcla entre los relatos
fantásticos y los hechos reales que la cultura popular logró subsistir dentro de las
formas artísticas de lo vulgar. Más tarde, entre el siglo XV y XVI con el surgimiento
y la proliferación de la imprenta, los relatos orales se insertan en el innovador
formato de la industria escrita. A partir de esta nueva y primera industria se le
enseña al pueblo a leer y se consolidan las lenguas populares en forma escrita, de
esta manera, se le da la oportunidad a las clases populares de escribir su propia
literatura, claramente, por su falta de conocimiento de las reglas gramaticales su
forma de escribir es una forma oral, al igual que su forma de leer. Es decir, la
escritura es una mera referencia de lo oral, más no es aún un mundo
independiente y una relación personal y privada entre el lector y el texto. Es aquí
donde las formas teatrales populares de finales del siglo XVIII y la literatura de
cordel van a coincidir en su forma estructural del relato, el cual más tarde va a ser
la misma constitución que Hollywood va a usar para elaborar sus relatos
cinematográficos.

El melodrama, la forma del teatro popular se divide en cuatro géneros principales


que a su vez se conectan con una emoción determinada y un arquetipo
psicológico esbozado en un personaje, aquellas son: la epopeya (excitante, su
personaje es el héroe justiciero), la novela negra (miedo, su personaje es el
traidor, la sombra), la tragedia (tierna, su personaje es la damisela vulnerable, el
eterno femenino), y finalmente, la comedia (burlesca, su personaje es el anti-
héroe, el tonto, el que se mofa de todo, el incompetente). Bajo estos elementos
constitutivos se empieza a elaborar la literatura de cordel, donde el héroe justiciero
es el hijo del pueblo que lucha contra los atropellos de la burguesía, en la comedia
se hace mofa de la cultura hegemónica, y así sucesivamente. En consecuencia, la
literatura de cordel y el teatro melodramático son condenados por la cultura
hegemónica y concebidos como la degradación de ésta, ya que el pueblo es
incapaz de cultura.

El elemento más importante del melodrama, como hemos dicho anteriormente, es


su adaptación al formato cinematográfico, y como dice Jesús Martín Barbero su
papel fundamental como puente entre lo popular y lo masivo (Martin Barbero;
1991). Es a partir del melodrama y su inclusión en las nuevas tecnologías
mediáticas que lo popular va a ser pensado ya no solo como lo inculto, sino como
el flujo constante de matrices culturales, la principal herramienta de la industria
cultural desde la lógica del mercado y la producción masiva de cultura, y por
consiguiente de la cultura de masas.

La masa se mueve por valores e ideas que les producen emociones, por lo tanto,
como diría Le Bon, la masa es emocional, no entienden de lógica, no son incisivos
lectores en búsqueda de un discurso bien estructurado bajo argumentos y
razones, por ende, la masa no entiende el lenguaje argumentativo escrito sino el
lenguaje emocional de las imágenes (Le Bon; 1983). De ahí que en la actualidad
se hagan adaptaciones filmográficas de novelas literarias y no suceda al contrario,
normalmente la masa se ve más atraída por el filme que por la novela escrita.
También es por ello que después del surgimiento del cine en 1895 se intenta
conferir un lenguaje sintáctico de la imagen, una manera coherente de contar un
relato por medio de lo visual. Así, el cine toma la estructura del melodrama,
estructura que desde un siglo antes llevaba trabajando la literatura popular. Sin
embargo, el melodrama dentro del cine también fue una herramienta de control
social desde el olimpo burgués, porque al ver su efecto y su función dentro de la
cultura popular, la élite vio su valor y como a través de éste podía inyectar formas
de cultura y códigos de obediencia a la, actual, masa indomable.

Alejándonos del análisis cultural y situándonos desde la propia estructura, tanto la


literatura moderna como el cine guardan una misma estructura en su forma de
construir relatos. El relato en ambos lenguajes tienen unos núcleos cardinales
(una acción que abre, mantiene o cierra una alternativa consecuente para la
continuación de la historia), catálisis (complementaria, mantiene la tensión y actúa
como hilo conductor, puente de un núcleo al otro en la historia), indicios (crea un
sentimiento o atmósfera, construye una lógica en las acciones descritas, es decir,
si el protagonista entra a una habitación y se dice que olvidó cerrar la puerta es un
indicio de que algo va a pasar respecto a ese suceso en particular, el cual luego
se resuelve diciendo que alguien lo estaba siguiendo o tal vez que por ello va a
sufrir un ataque sorpresa, o que gracias a eso pudo escapar de aquella habitación
sin ser visto, etc.), y por último los informantes (Dan un conocimiento previo de los
personajes, los sitios, el contexto y demás elementos dentro de la historia para
darle una relación con la realidad, hacer el relato creíble). Tanto desde este plano
de análisis estructural, como desde el plano de las acciones de los personajes y el
de la forma discursiva ambos lenguajes cumplen con las características
constitutivas del relato.
Así, ya se hace evidente el horizonte que interrelaciona histórica, cultural y
morfológicamente a ambos lenguajes.

Bibliografía

Reynoso, Carlos (1987); Paradigmas y estrategias en antropología simbólica;


Ediciones Búsqueda; Buenos Aires

McLuhan, Marshall (1996); Comprender los medios de comunicación; Traducción:


Ducher, Patrick; Paidós, Barcelona
Martín Barbero, Jesús (1991), De los medios a las mediaciones; Segunda edición;
Ediciones G. Gili S.A; México D.F

Le Bon, Gustave (1983); Psicología de las masas; Traducción: Jimenez Burillo,


Florencio; Ediciones Murata, Madrid

Barthes, Roland (1972); Análisis estructural del relato; segunda edición,


Traducción: Verón, Eliseo; Editorial Tiempo contemporáneo; Buenos Aires

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