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Capítulo 5. La Biblia es la memoria escrita del pueblo de Dios.

U
n pueblo no comienza su historia escribiendo libros. Primeramente se vive y después se escribe para
recordar lo que se ha vivido y ofrecerlo como lección de vida a las futuras generaciones. Así el pueblo
de Dios pone sus experiencias de vida en una memoria escrita: la biblia. La revelación esta para los
creyentes en la sagrada escritura, lo mismo que un suceso real se haya en la noticia que se nos da a conocer.

La biblia no es un libro caído del cielo, ni ha sido dictada por ningún ángel, sino que fue escrita por varias dece-
nas de autores, hombres reales, algunos conocidos y la mayoría desconocidos, a lo largo de más de diez años,
inspirados por Dios.

a) Como se formó el Antiguo Testamento.

-De Abraham a Moisés: El comienzo de todo está en Abraham, quien siendo una persona concreta hace amistad
con Dios a través de una alianza a lo largo de la historia. La marcha de Abraham fue una respuesta a la llamada
de Dios, de tal modo que el corazón del creyente es regenerado y su existencia se ve transformada. Los patriar-
cas comunican su vivencia del paso de Dios en sus vidas, los hijos por tanto, escuchan por boca de sus padres
esta sublime lección; su vida y su historia están en las manos de Dios.

Moisés, como continuador de la Alianza, da a conocer el nombre de Yahvé que es el que está ahí, el que se hace
presente para salvar a su pueblo Israel de la esclavitud y pasar a la libertad.

-De Josué a Salomón: Josué recoge la herencia de Moisés. La misma legislación se va desarrollando, a través de
aplicaciones de la ley fundamental dada por Moisés en el Sinaí y de acuerdo a la nueva situación del pueblo que
se ha vuelto sedentaria. Con la llegada de la monarquía, se inicia la historia oficial de Israel, considerando a Saúl
como primer rey, David conquistó Jerusalén y la convirtió en la capital del reino. Posteriormente Salomón, quien
construyó el famoso templo y favoreció el desarrollo cultural de Israel, pero, cuando éste muere, Israel se divide
en dos reinos: el del norte con la capital en Samaria y el del sur con la capital en Jerusalén.

-Los profetas pre-exílicos: En este tiempo, los profetas permanecen aferrados a Dios y son enviados por Él a
Israel para ponerlo en guardia contra la ruptura del pacto, para amenazarlo; el profeta tiene la misión de anunciar
la noche tenebrosa (el juicio), pero también las primeras luces del alba (la salvación). El pacto puede ser que-
brantado por Israel, pero la promesa de Dios permanece porque es indefectible. La idea central es la de la alian-
za, don gratuito de Dios y al mismo tiempo, llamada que exige fidelidad responsable por Parte de Israel en la
vida y en la historia.

-El periodo de exilio en Babilonia: Israel, que se mantuvo en crisis durante 50 años, recapacita sobre su pasado,
única grandeza que le queda en que el presente se ha vuelto mezquino. Al final del exilio, se ve el dolor, el arre-
pentimiento y la humillación de Israel ante las ruinas de la ciudad santa, esto lo comprobamos en el libro de las
lamentaciones de Jeremías.

-El periodo del judaísmo: Periodo en el que la mayor parte de los libros del AT reciben la definitiva redacción;
en torno al libro sagrado se busca la reconstrucción de la comunidad religiosa. Se toma como base el trazado
histórico de la tradición patriarcal, uno o varios redactores dan vida al actual pentateuco (Génesis, Éxodo, Leví-
tico, Números y Deuteronomio).

-El Helenismo: en este periodo, descrito en el libro de Daniel, a través de visiones se anuncia el triunfo de Dios
sobre los enemigos de Israel, así pues Israel se lamenta de la ausencia de un profeta. Sin el aliento y apoyo del
profeta, todo se vuelve incierto y difícil.
b) Como se ha formado el Nuevo Testamento.

La Palabra de Dios descendió sobre Juan, hijo de Zacarías, el último profeta del Antiguo Testamento, enviado
por Dios para dar testimonio de la Palabra que se hizo carne.

1-. Jesús de Nazaret: Es el nuevo Rabbí de Nazaret, quien inicia su ministerio de Mesías Salvador desde que
recibió el bautismo de manos de Juan. Obraba y hablaba con una autoridad jamás conocida en un profeta, perdo-
naba a los pecadores y planteaba las cuestiones más graves acerca de la relaciones con Dios y con los hermanos.

Jesús de Nazaret no se limita a contarnos las parábolas del Reino. Toda su persona y su vida constituyen por sí
misma una desconcertante parábola del Reino. «El Reino de Dios está ya en medio de vosotros» (Lc 17, 21). Su
resurrección confirmó definitivamente a los ojos de sus discípulos la verdad de las palabras de Jesús y toda su
misión. Jesús no solamente es Cristo, es decir el Mesías, sino que es el Señor y Salvador único, el Hijo de Dios
hecho hombre.

2-. La predicación de los Apóstoles. Los escritos de Pablo. Al comienzo, la predicación de los apóstoles fue so-
lamente oral. Los primeros textos son del apóstol San Pablo, quien dirige diversas cartas a las comunidades por
él fundadas. Mismas que constituyen un maravilloso testimonio de cómo el Evangelio transforma a las personas
y a las comunidades.

3-. Los Evangelio sinópticos: Estos evangelios son: Marcos, Mateo, Lucas. Llamados así porque están dispuestos
en columnas paralelas, los podemos leer y descubrir sus semejanzas y divergencias. Del de Marcos se habla co-
mo Evangelio del Catecumenado, está escrito para cristianos provenientes del paganismo. Con un lenguaje na-
rrativo popular y un estilo vivo y pintoresco que pone al lector en contacto inmediato con los hechos. El de Ma-
teo es el Evangelio del catequista porque está escrito para judeocristianos y presenta a Jesús como el mesías
anunciado por las escritura hebreas. Jesús es el Emmanuel, es decir, el Dios con nosotros. Lucas es el evangelio
del cristiano que da testimonio en el mundo. Cuando Lucas escribe, se ha madurado ya el sentido de una iglesia
dilatada y comprometida en la obra de evangelización y conversión.

4-. Las epístolas Católicas: Son escritos apostólicos, en forma de cartas, destinados a todos los cristianos en ge-
neral. Estas cartas son atribuidas a Pedro, Santiago y Juan.

5-. Los escritos de Juan: Cierra la colección de los escritos del Nuevo Testamento. Este Evangelio es una refle-
xión más madura sobre la persona de Cristo, considerado para el creyente contemplativo. A Juan también se le
adjudica el Apocalipsis, escrito en un lenguaje simbólico-misterioso que intenta despertar la consciencia de la
Iglesia en los tiempos difíciles de la persecución de Dominicano, pero al mismo tiempo, escapar al control de los
perseguidores y de la censura.

Materia: Introducción a las Sagrada Escritura.


Asesor: P. Héctor Arrezola.
Elaboró: 1° de teología.
A 28 de septiembre de 2011.

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