90/A BC TRIBUNA ABIERTA
Y' JARDINES DE SAN TELMO: ¿NUEVO ATENTADO
r
A se han a l z a d o
voces de alarma
en torno a un proyecto
inadmisible, que signi-
f i c a un a t e n t a d o no
sólo contra la estética
sino contra la historia
A LA HISTORIA DE SEVILLA?
de Sevilla: el proyecto
de construir un edificio universitario en los jar-
dines de San Telmo.
Para que se vea claramente la significación
de esos jardines vamos a exponer brevísima-
mente -porque un artículo no permite más
extensión- su devenir histórico durante dos
mil años, nada menos:
Según una carta que escribió el arqueólogo
don Antonio Gómez Aceves a don Luis Ramí-
rez de las Casas Deza en 1860, donde ahora
están los jardines hubo un pequeño cemente-
rio romano del cual se descubrieron cinco se-
pulcros, los cuales fueron estudiados por el
propio Gómez Aceves y por Demetrio de los
Ríos, invitados por el Duque de Montpensier.
El cementerio se convierte en palacio en la
época árabe. Palacio del ilustre Abu Hafs,
hermano del califa, en el tiempo en que al
desaparacer el califato de Córdoba asumió la
función califal el rey independiente de Sevilla.
Tras la Reconquista, el rey San Fernando
otorgó el palacio y sus jardines y huerta al
Obispo de Marruecos, que no podía irse a su
diócesis, y aquí estuvieron residiendo los pre-
lados marroquíes hasta 1560 en que don
Sancho Trujillo, según unos y Ortiz según
otros, vendió al Tribunal de la Inquisición sus
derechos de prelatura. El palacio pasó a con-
vertirse en Convento de San Diego, y en los
actuales jardines hubo una ermita dedicada a
San Telmo patrono de los pescadores y mari-
neros del contorno. San Telmo es un santo
español llamado Pedro González Elmo, un
marino a quien canonizaron en la Edad Me-
dia. (Y de Sant Elmo, se dirá San Telmo.)
En el año 1681, el rey don Carlos II, ante
la necesidad de pilotos para la Carrera de In-
dias, expidió un Real Despacho a 17 de junio
creando el Seminario de Náutica en Sevilla, y
en parte de los terrenos de San Diego se edi-
ficó el Palacio de San Telmo, destinado a di-
cho centro de enseñanzas marítimas, separa-
do del convento de San Diego por jardín y
huerta. {El convento ocupaba el terreno del
actual Casino de la Exposición.) El convento
desapareció como tal en los años de 1780,
destinándose su edificio a fábrica de curtidos.
El Seminario de Náutica, al perderse las colo-
nias continentales de América y no siendo ya
necesario mantener la Flota de lndias¡ fue su-
primido, y el Palacio de San Telmo durante
algún tiempo sirvió para Facultad de Humani-
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ABC SEVILLA (Sevilla) - 09/11/1993, Página 90
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productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.
Por José María DE MENA
dades de la Universidad Hispalense. Así es-
tuvo hasta el año 1859 en que a 15 de abril
fue comprado el palacio, su jardín y depen-
dencias (con autorización del Gobierno según
Ley aprobada en Cortes el 16 de junio de
1849), por don Antonio de Orleans, Duque de
Montpensier, y su esposa, la Infanta de Espa-
ña doña María Luisa, hermana de la reina Tejada cuenta, en una carta a su hermana
Isabel II.
Los Duques reformaron el Palacio de San
Telmo y ampliaron su jardín adquiriendo las
colindantes huertas de San Diego y la finca
Isabela, haciendo con él todo los bellísimos
jardines actuales más un extenso terreno que
dedicaron a bosque romántico y que es lo
que luego en 1893, a 20 de junio, cedería la
infanta doña María Luisa a Sevilla y que co-
nocemos hoy con el nombre de Parque de
María Luisa.
Los jardines de San Telmo, en vida de los
Duques, fueron lugar de recreo para los habi-
tantes del palacio. Por aquí corrió en su in-
fancia la infantita Mercedes, que luego sería
reina de España, esposa de Alfonso XII. La
malograda Mercedes que, perseguida por la
legendaria maldición de los Montpensier, so-
lamente gozó las mieles del matrimonio du-
rante cinco meses, pues se casó el 23 de
enero y murió el 26 de junio de 1878.
Jardines que sirvieron para celebrar en
ellos fiestas y saraos y recitales de poesía de
aquella gran poetisa que se llamaba Cecilia
Bóhl de Gaber, y que firmaba sus versos y
sus novelas con el seudónimo masculino de
Fernán Caballero, protegida por los Montpen-
sier. Jardines por donde pasearon charlando
en cultísimos coloquios el doctor Federico
Rubio, los pintores Virgilio Mattoni y Jiménez
Aranda, el escultor Antonio Susillo, el historia-
dor y arquitecto Demetrio de los Ríos, y
cuando venían a Sevilla, los músicos Pablo
Sarasate (que se llamaba realmente Pablo
Martín Sarasate Navascués) y Julián Gaya-
rre, el roncales de la garganta privilegiada.
Montpensier quiere ser rey de España, y
cuando Isabel II, su cuñada, es enviada al
exilio, presenta su candidatura. Pero tiene la
mala suerte de matar en duelo a su primo
Enrique, y queda descalificado para ocupar el
trono. Y su hija Merceditas, que podría con-
solarle, muere tan joven y sin darle un nieto
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i I
MARTES 9-11-93
que pudiera reinar.
Don Antonio y doña
M a r í a L u i s a y a no
quieren ver los jardi-
nes de S a n T e l m o ,
que les recuerdan tan-
tas horas de felicidad,
hoy c o n v e r t i d a s en
fantasmas tristes. Y se marchan a vivir casi
de asiento a su palacete de Sanlúcar de Ba-
rrameda, y a su finca La Breva. Allí sorpren-
de la muerte a don Antonio, más de pena
que de infarto de miocardio, una fría mañana
inverniza, el 4 de febrero de 1890. Su ayu-
dante el teniente coronel don Luis Lerdo de
Elena, la repentina muerte del Duque y la
mala fortuna con que doña María Luisa, que
venía en un coche de caballos detrás, fue la
primera familiar en ver el cadáver.
Doña María Luisa había tenido nueve hijos,
de los que solamente vive uno, los demás
murieron prematuramente. El único que so-
brevive está en París. A ella le queda la sole-
dad, la tristeza, y ya sólo piensa en Dios y en
Sevilla. Cede el parque y el bosque románti-
co a la ciudad, y el palacio y los jardines de
San Telmo a la Iglesia, para Seminario Dio-
cesano.
Hoy el Palacio de San Telmo, adquirido por
la Junta de Andalucía, se destina a residen-
cia del presidente autonómico. Los jardines
de San Telmo, ocupados por unas «caraco-
las» (eufemismo con que s e denomina a
unos barracones provisionales destinados a
la enseñanza), esperan mejores tiempos. Me-
jores tiempos quiere decir que se eliminen las
caracolas y que se restauren los jardines en
todo su esplendor. Pero no que se declaren
zona urbanizable y que se construya ahí un
moderno edificio universitario. No, eso no
debe hacerse, eso no puede admitirse. Sevi-
lla ha sufrido ya bastante con la destrucción
de sus más bellas plazas, con el derribo de
muchos hermosos edificios barrocos, sus pa-
lacios señoriales que llenaban calles y calles
enteras, con la degradación de barrios históri-
cos completos y con la ruina de viejas igle-
sias y conventos que se caen a pedazos.
Y ahora, ¿todavía más? ¿Se dejará perder
uno de los mejores jardines de Sevilla para
dedicarlo a edificaciones?
Ciertamente que la Universidad necesita
más espacio para su alumnado. Pero ¿no se
había dicho que la isla de la Cartuja se con-
vertiría, tras la Expo-92, en la Ciudad Univer-
sitaria que tanto necesita Sevilla? ¿O es más
importante que una Ciudad Universitaria un
parque de atracciones y un espacio para la li-
trona y la movida?
I
de-