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I.

- DEFINICION Y CONCEPTO

La Psicología Social es una de las cuatro ramas fundamentales de la Psicología que


comenzó a desarrollarse a comienzos del siglo pasado en los Estados Unidos y
cuyo principal supuesto resulta ser la creencia respecto de que existen procesos
psicológicos que determinan la forma en la cual funciona la sociedad y también la
forma en la que tiene lugar la interacción social
La psicología social examina la determinación mutua entre un individuo y su entorno
social.
- Cabe mencionar, que suele confundirse a la psicología social con la sociología, sin
embargo, aunque estas dos ciencias son muy parecidas en cuanto al campo, el
objeto de estudio de ambas es diferente, aunque están sumamente relacionados.
La sociología es la ciencia social que se dedica al estudio sistemático de la
sociedad, la acción social y los grupos que la conforman. Estudia cómo son creadas,
mantenidas o modificadas las organizaciones y las instituciones que conforman la
estructura social, el efecto que tienen en el comportamiento individual y social y los
cambios en éstas, producto de la interacción social. Es una ciencia relativamente
nueva que se desarrolló a mediados del siglo XIX. La sociología aplica métodos de
investigación empíricos, análisis de datos, elaboración de teorías y valoración lógica
de los argumentos. Es la rama del conocimiento que hace de las relaciones
humanas su objeto, aplicando de modo sistemático la razón y la observación e
integrando explicación teórica y verificación empírica. –

Psicología Social estudiará científicamente cómo los pensamientos, los


sentimientos y los comportamientos de las personas resultarán ser influidos por la
presencia real, imagina o implicada de otros individuos.
II.- ANTECEDENTES

Se considera al sociólogo Auguste Comte, como el padre de la psicología social,


seguido por Karl Marx, quien desarrolló conceptos referentes a las influencias que
el individuo tiene tanto de tipo cultural como institucional, material o técnico.

El psicosociólogo Ignacio Martín Baró (1983) considera que la historia de la


psicología social puede dividirse en tres etapas:
1º) la de fines del S.XIX, durante este primer periodo se concibe la sociedad como
un todo unitario y se trata de "compaginar las necesidades del individuo con las
necesidades del todo social, examinando para ello los vínculos entre la estructura
social y la estructura de personalidad". La pregunta que se trata de responder es
"¿Qué nos mantiene unidos en el orden establecido?"

2º) la que va de los albores del S.XX hasta los años setenta que corresponde al
periodo de americanización de la psicología social. La pregunta que se intenta
responder es "¿Qué nos integra al orden establecido?". Asumiendo que el sistema
social es el representante de un orden social incuestionable. Este periodo se
caracteriza por el énfasis en lo psicológico y en el individuo como unidad de análisis
y por la visión de la disciplina desde el poder. Es el individuo el que debe adaptarse
a la estructura social, militar o industrial, no la estructura la que debe cambiar.

3º) el tercer periodo es el que emerge recientemente. Durante él la pregunta cambia


como consecuencias de la crisis que sufre la disciplina, por la derrota militar y
política en la guerra de Vietnam. La pregunta es "¿Qué nos libera del desorden
establecido?". La psicología social se ocuparía de estudiar la manera como el
hombre construye y es construido por su sociedad. Desde principios de esta década
hemos entrado en este periodo en el cual se distingue entre dos psicologías
sociales: la moderna y la postmoderna.
EL ENFOQUE SOCIAL PARA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL MARXISTA

La finalidad de ésta es "aprehender al individuo como ser concreto, manifestación


de una totalidad histórico – social". Siendo su finalidad práctica transformar el orden
social a través de una acción profesional que se ubica en la relación del investigador
con sus grupos, es decir, una forma de investigación – acción.
Las categorías fundamentales son: lenguaje y representaciones sociales,
consciencia / alienación, la ideología y la identidad.

El lenguaje cumple una función de mediación ideológica al reproducir los


significados de las palabras producidas por la clase dominante. Al interiorizarlo
desde la infancia internalizamos una ideología, unas normas y valores que reflejan
los intereses de un sector privilegiado de la sociedad. Por otra parte a través de él
reproducimos cierto de relaciones sociales y, desde que comenzamos a hablar
construimos nuestras representaciones sociales entendidas como una red de
relaciones que el niño establece a partir de su situación social, entre significados y
situaciones que le interesan para su supervivencia.

Estudiar la ideología, la consciencia y alienación tiene como objetivo develarlas ante


las personas implicadas con la finalidad de que se conviertan en sujetos activos de
su historia al definirse así mismo en términos de su inserción dentro de un conjunto
de relaciones sociales y al desempeñar actividades que buscan la transformación
de estas relaciones. El análisis de la ideología debe considerar tanto el discurso
donde son articuladas las representaciones, como las actividades desempeñadas
por el individuo.

Esta teoría entiende que concientizar significa enseñar a pensar, a enfrentar y


analizar críticamente las contradicciones confrontándolas con la realidad. Cada vez
enfrentamos las contradicciones y pensamos nuestros actos se amplía nuestro
ámbito de análisis y de acción, la consecuencia de esto es la concientización;
planteando la necesidad de investigar las representaciones (lenguaje, pensamiento)
conjuntamente con las acciones de un individuo, definido éste por el conjunto de
sus relaciones sociales, para llegar así al conocimiento de consciencia / alienación
en un momento dado.
LA PSICOLOGÍA SOCIAL CRÍTICA

Wexler propone una psicología social crítica fundamenta en tres categorías para el
análisis teórico:
a. La sociopolítica del capitalismo.
b. Las contradicciones históricas de la experiencia vivida.
c. La socio-psicología de la nueva clase silenciada.

La primera tiene relación con la alienación, la mercantilización y la explotación de la


fuerza laboral. La psicología social cumple su función de reforzar los puntos ceguera
cultural, analizando los procesos relacionales que han sido excluidos de los
paradigmas psicosociales tradicionales.
En la segunda se trata de descubrir la realidad social en sus tres categorías: sí
mismo, interacción e intimidad.
En la tercera se intenta resolver el problema de la negación de las bases sociales
particulares de las explicaciones teóricas. Wexler plantea hacer una psicología
social que deshaga la dominación, comenzando por reconocimiento de la
deprivación y dominación y moviéndose hacia la realización de las formas de vida
negadas.

UNA VISIÓN PSICOSOCIAL

También existe una visión psicosocial que traduce por una lectura ternaria de los
hechos y relaciones, su particularidad consiste en sustituir la relación a dos términos
(sujeto y objeto), por una relación en clave de tres términos, sujeto individual – sujeto
social – objeto, (Ego – Alter – objeto). Esta relación de sujeto a sujeto en su relación
con el objeto puede concebirse de manera estática (co-presencia) o dinámica
(interacción), que se traduce en modificaciones que afectan el pensamiento y el
comportamiento de cada individuo.

Se puede distinguir dos mecanismos la facilitación social por una parte y la


influencia social por la otra. La primera consiste en que la simple presencia de un
individuo o grupo haga que un individuo prefiera o aprenda con mayor facilidad las
respuestas familiares y las menos originales, mientras que la segunda consiste en
que un individuo sometido a la presión de una autoridad o de un grupo adopte las
opiniones y las conductas de dicha autoridad o grupo.
Esto lleva a definir con mayor precisión la manera en que se puede considerar el
Alter (individuo o grupo), para analizar las relaciones con la realidad, con el objeto
social o no social, real o simbólico. Nos encontramos ya sea ante otro similar, un
Alter- Ego o ya sea ante otro diferente, un Alter sin más. Dependiendo de que se
trate del primero o del segundo consideramos fenómenos distintos. Los dos
mecanismos psicosociales fundamentales, el de comparación social y el de
reconocimiento social, corresponden a dos maneras de percibir al otro en el campo
social.
Para realizar investigaciones en la psicología social, existen dos métodos de
verificación de las teorías y de observación de las realidades: el método de
observación sistemática y el método experimental.

El método de observación consiste en una investigación llevada a cabo sobre el


terreno, es el mejor método para comprender la vida del individuo y del grupo
simultáneamente en varios campos (religioso, político, cultural, etc.), y sus
conexiones. Para evitar el inconveniente de que las personas sometidas a
investigaciones sepan que son observadas, el instrumento más apropiado son las
encuestas. El análisis de los resultados es la parte más delicada, pues dependen
en gran parte de la finura de la descripción y del don de la persona que la lleva a
cabo.

El método experimental intenta de provocar una serie de reacciones en condiciones


determinadas de ante mano, por una parte delimita las causas y por la otra prevé
los efectos.
La investigación experimental requiere dos factores: el factor que el experimentador
varía sistemáticamente recibe el nombre de variable independiente. El
comportamiento resultante de la manipulación experimental es denominado variable
dependiente. Para dominar la relación entre dos variables, el investigador se ve
obligado a trabajar en un laboratorio.

En psicología social se utilizan cómplices, estos son individuos parecidos a los que
participan en la experiencia y que deben hacer lo que hacen los otros, pero en
realidad han recibido instrucciones con anterioridad. El primer método marco los
inicios de nuestra ciencia el segundo predomina en su estado actual (Moscovici).
III.- LA INDIVIDUALIDAD E IDENTIDAD

El individuo
Palabra originaria del latín “individŭus” que significa “indivisible” y sus componentes
léxicos son, “in” que es una negación, mas la raíz verbal “dividere” que quiere decir
“dividir”. Como adjetivo se usa para señalar que un ente en particular es individual,
o sea que no puede ser dividido. Un individuo también se define como una persona
no se le conoce nombre alguno, no se expresa o no se quiere decir.
Por consiguiente, un individuo es aquel ser viviente, ya sea animal, vegetal que
pertenece a una especie diferenciado de los demás.

En la biología se denomina individuo a los seres únicos y homogéneos, en lo que


genética y autónomos en cuanto a su fisiología se refiere, y a cada uno que se
encuentre en un contexto, tanto en el espacio como en el tiempo. Un individuo en
particular es una persona que posee un serie de características, como el nombre,
nacionalidad, cultura, entre otras; es una persona autónoma con propios
pensamientos, capaz de saber y entender que es lo que quiere y hacia dónde va,
un ente con la capacidad de pensar antes de actuar; en otros términos es el sujeto
dotado de plena independencia religiosa, ideológica, racial y sexual y que posee
libre albedrío.
En la filosofía, específicamente en la corriente colectivista, el uso de la palabra es
para definir a los individuos como una fracción del orden social; donde cada parte
puede ser reemplazable o sustituible sin dificultad.
Pero al hablar del individualismo se contradice completamente a este precepto
filosófico, mostrando la importancia y valor de cada hombre ,sus prioridades y
necesidades básicas e individuales.
La identidad
La palabra identidad proviene del latín ” identĭtas” y este de la entrada “idem” que
significa “lo mismo”. Cuando se habla de identidad, generalmente podemos estar
haciendo referencia a esa serie de rasgos, atributos o características propias de una
persona, sujeto o inclusive de un grupo de ellos que logran diferenciarlos de los
demás. Por su parte, identidad también alude a aquella apreciación o percepción
que cada individuo se tiene sobre sí mismo en comparación con otros, que puede
incluir además la percepción de toda una colectividad; y es la identidad la que se
encarga de forjar y dirigir a una comunidad definiendo así sus necesidades,
acciones, gustos, prioridades o rasgos que los identifica y los distingue.
Cabe destacar que muchas de esas características que erigen la identidad del ser
humano suelen ser hereditarios o innatos de la persona, sin embargo ciertas
particularidades de cada individuo emanan de la influencia ejercida por el entorno
que lo rodea como consecuencia de las experiencias vividas a través de los años.

Podemos encontrar diferentes tipos de identidades en relación a la personalidad de


un individuo, entre ellas están:
*La identidad cultural: que alude a todas aquellas características en referencia a una
determinada cultura, abarca desde las creencias, costumbres, comportamientos,
tradiciones, valores que posee una cierta comunidad que permiten que sean
identificados del resto.
*La identidad personal: es aquella que posee cada persona cuando le es otorgado
un nombre y un apellido.
*La identidad nacional: hace referencia al estado o sentimiento de identidad que
tiene cada persona perteneciente a una nación o territorio que puede incluir
aspectos como su cultura y lengua.
*La identidad de género: comprende aquel grupo de sentimientos o pensamientos
en relación a una persona que le posibilitan identificarse con un género en particular;
identidad que logra diferenciarse de la identidad sexual.

En un mundo en el que lo único permanente es el cambio ¿la identidad puede


permanecer estática, inmutable, sin transformación alguna? Pareciera que la
incertidumbre del entorno en el que habitamos también trasciende las fronteras
personales de la construcción subjetiva de la identidad y, sin embargo, hay algo que
pareciera quedar inalterado, a salvo de la confusión que impera alrededor.
Erikson ha llamado a dicho factor de continuidad interior como “mismidad”, es decir
el sentido del ser que va unido a la percepción de continuidad de la propia existencia
en el tiempo y en el espacio, unida a la noción de que otros reconocen tal existencia,
dicho de otra forma, Erikson la denomina Inner sameness (o mismidad interna) que
significa la capacidad de seguir siendo la misma persona internamente,
independientemente de las circunstancias.
Laing (1961) define a la identidad como “ aquello por lo que uno siente que es “él
mismo” en este lugar y este tiempo, tal como en aquel tiempo y en aquel lugar
pasados o futuros; es aquello por lo cual se es identificado.
La identidad es considerada como un fenómeno subjetivo, de elaboración personal,
que se construye simbólicamente en interacción con otros. La identidad personal
también va ligada a un sentido de pertenencia a distintos grupos socio- culturales
con los que consideramos que compartimos características en común.
Tajfel (1981) ha definido a la identidad social como aquella parte del autoconcepto
de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social
junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia.
Asimismo, De La Torre hace referencia a la necesidad de las personas de construir
una identidad individual y colectiva, sobre todo por la sensación de seguridad y
estabilidad que proporcionan. Resulta gratificante el sentido de pertenencia a
diversos grupos humanos, “que se ven a sí mismos con cierta continuidad y
armonía, dadas por cualidades, representaciones y significados construidos en
conjunto y compartidos.”
Se puede decir que la identidad colectiva o social por excelencia es la humana.
Pertenecer al equipo humano debería ser tenido como punto de partida (o de
llegada) de toda construcción identitaria o autoconcepto de identidad. A partir de
allí, cada uno puede identificarse con el resto de los grupos sociales y culturas que
colorean este mundo.
Marcela Lagarde define a la identidad personal enfatizando el carácter activo del
sujeto en su elaboración, que toma lo que considera necesario y deja a un lado lo
que no precisa, del siguiente modo:
“La identidad tiene varias dimensiones: la identidad asignada, la identidad
aprendida, la identidad internalizada que constituye la autoidentidad. La identidad
siempre está en proceso constructivo, no es estática ni coherente, no se
corresponde mecánicamente con los estereotipos. Cada persona reacciona de
manera creativa al resolver su vida, y al resolverse, elabora los contenidos
asignados a partir de su experiencia, sus anhelos y sus deseos sobre sí misma. Más
allá de las ideologías naturalistas y fosilizadoras, los cambios de identidad son una
constante a lo largo de la vida. Sus transformaciones cualitativas ocurren en
procesos de crisis. Por ello, la identidad se define por semejanza o diferencia en
cuanto a los referentes simbólicos y ejemplares. Cada uno es semejante y diferente.
Finalmente, cada uno crea su propia versión identitaria: es única o único.”
IV.- LAS MASAS

Los grupos
Antes de hablar de las masas, requerimos conocer un poco acerca de los grupos,
es decir, como las personas con una identidad propia definida, pueden interactuar
con otros, dejando de lado sus identidades propias y creando una identidad grupal.
A lo largo de la psicología social han existido distintas formas de conceptualizar qué
es un grupo, algunas de las cuales citaremos como ilustración:
Newcomb (1964), quien define un grupo como "dos o más personas que comparten
normas con respecto a ciertas cosas y cuyos roles sociales están estrechamente
intervinculados".
Sprott (1964) lo define como "una pluralidad de personas que interactúan una con
otra, en un contexto dado, más de lo que interactúan con cualquier otra persona. La
noción básica es la interacción relativamente exclusiva en cierto contexto".
Shaw (1986) define un grupo como "un conjunto de personas (dos o más) que
interactúan entre sí de modo que cada persona recibe la influencia de cada una de
las otras personas y, a su vez, ejerce influencia en todas ellas"
Raven y Rubin (1983), quienes conciben un grupo como un conjunto de individuos
que tienen una relación psicosocial explícita entre ellos, donde cada persona tanto
influye en, como es influida por, los otros. Además, estos autores sugieren que un
grupo puede ser concebido como una molécula social, cuyos átomos consisten en
individuos o en posiciones que ocupan los individuos, y estos átomos están
vinculados mediante un conjunto de posibles relaciones que constituyen la
estructura social del grupo.
Baron y Byrne (1994), quienes plantean que "un grupo consiste en dos o más
personas interactuantes que comparten algunas metas comunes, tienen una
relación estable, son algo interdependientes, y perciben que ellas son en realidad
parte de un grupo".
De acuerdo a estos autores, el término grupo no se aplica a cualquier colección de
individuos, sino que estaría restringido a conjuntos de personas que cumplen con
ciertos criterios:
1) los individuos deben interactuar entre sí, ya sea directa o indirectamente
2) ellos deben ser interdependientes en alguna forma, lo que suceda a uno debe
afectar lo que suceda a los otros
3) su relación debe ser relativamente estable, debe persistir por períodos
significativos
4) los individuos deben compartir al menos algunas metas que todos intenten lograr
5) sus interacciones deben estar estructuradas de alguna forma, de modo que, por
ejemplo, cada uno realice las mismas o similares funciones cada vez que se
encuentran
6) los individuos involucrados deben percibirse a sí mismos como miembros de un
grupo, deben reconocer la existencia de una relación estable entre ellos.
Según Baron y Byrne (1994), a pesar que no existe acuerdo en que todas las
condiciones señaladas sean realmente necesarias para considerar que varias
personas pertenecen a un grupo, muchos piensan que la más importante puede ser
la conciencia de pertenecer a un grupo. En otras palabras, "las personas pertenecen
a un grupo cuando ellas perciben que pertenecen a él"

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