UNO DE SUS PERIODOS DE MAYOR CREATIVIDAD: CARLOS LÓPEZ CHARLES Ángel Trejo
La música mexicana de concierto vive hoy uno de
sus periodos de creatividad más ricos de la época moderna, no sólo por el número de compositores Hay muchos y muy buenos jóvenes contemporáneos, sino por la alta calidad de las compositores, dice el becario del obras producidas, asegura Carlos López Charles, Fonca, autor de más de 30 obras de joven creador egresado de la Escuela Superior de instrumentación tradicional y electrónica. Música (ESM) del Centro Nacional de las Artes Foto: Ramona Miranda/Conaculta (Cenart).
A juicio de López Charles, de 26 años de edad y con
más de 30 composiciones, ocho de ellas grabadas, esta exitosa producción artística sólo necesita una pieza para concretar el edificio ideal que propone el arte: una relación más estrecha o directa con el público. "Sí, falta quien nos escuche, quien se sienta tocado por nuestra música, quien nos estimule y aplauda", añade.
Perteneciente a la más reciente generación de
músicos mexicanos, con predecesores como Arturo Márquez, Javier Álvarez y Gonzalo Macías, López Charles se resiste a ser ubicado en una corriente determinada, toda vez que su discurso y sus recursos son múltiples, pues lo mismo escribe para canto, danza, teatro y cámara, que para amplificador, computadora, electroacústica y acusmática.
Muestra de su obra es el disco que reúne las
composiciones que más le satisfacen: Náyade, para bailarina de flamenco y medios electroacústicos; El jardín de los senderos que se bifurcan, Misterio bufo, y Minueto, para orquesta de cámara; Vidrio, fantasía sobre armónica de un vidrio en fragmentación; Molekul, para flauta y computadora; Nostalgia, para fagot y cinta; Esthernauta para cinta; El oído para guitarra y voz.
La mayoría de estas obras fueron estrenadas con
éxito ante la crítica especializada en 2002 y 2003 en el Auditorio Blas Galindo del Cenart, mientras estudiaba la licenciatura en la ESM. Actualmente López Charles es becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) del Conaculta y desarrolla un proyecto de composición de música moderna.
todas las bellas artes, persigue un ideal filosófico: reunificar el código integral del arte que el hombre tuvo en su mundo primitivo, cuando aquél era uno y le servía para comunicarse con el universo. Entonces, explicó, música, pintura, danza, piedra tallada en roca o canto y ritos mágicos integraban un lenguaje único.
"La música, como todas las demás expresiones
artísticas, era un acto de control, acaso mágico, mediante el que el hombre se comunicaba con plantas, animales, estrellas y otros hombres. La posterior diversificación y especialización de cada una de las artes, llevó a cada una al hermetismo de hoy en el que sólo las elites se entienden, pero estamos frente al reto de recuperar la expresión integral de las artes, cada una con su propio medio de comunicación".
El uso de nuevos instrumentos como los que la
cibernética y la electrónica ponen a su disposición, amplía la capacidad de la música para reproducir plasticidad, colores, líneas e ideas, lo que permite al compositor fundir en sonidos recursos lingüísticos de arquitectura, pintura, literatura, arte dramático, escultura y arquitectura.
"El sonido es muy plástico, tiene colores, líneas
curvas o esféricas. Con él puedo relatar lo que veo, siento, toco o escucho. Todas mis obras están ligadas a experiencias vitales, lecturas y enseñanzas paradigmáticas como las de Picasso, Stravinski, Vivaldi, Machaud, Kandisky, Steve Vai, Ake Parmerud, Gyorgy Ligeti o Conlon Nancarrow", afirma.
Nacido en Sacramento, California, mientras sus
padres estudiaban en Estados Unidos, Carlos López Charles vive en el DF desde los dos años de edad, donde realizó sus estudios básicos, propedéuticos y profesionales. Su intención inicial fue estudiar artes plásticas, pero el jazz y la guitarra lo llevaron a la música.
De la música clásica mexicana reconoce influencias
de Silvestre Revueltas y Carlos Chávez, de sus maestros Jorge Torres, Juan Trigos y Raúl Herrera, quien lo obligó a no alejarse de la relación física con los instrumentos tradicionales porque el uso de computadoras "lo hacen perder a uno la integración lúdica con la música".
Uno de los hechos más estimulantes en su carrera,
confiesa, es pertenecer a una generación de creadores como la que integran José Carmelo Gutiérrez, Juan Cristóbal Cerrillo, Ezequiel Netri y Rogelio Sosa, en quienes se vislumbra un nuevo periodo de creatividad musical mexicana tan sorprendente, rica y generosa como el de otras