Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
AMÉRICA LATINA
La oleada democratizadora
La pervivencia del Estado de derecho en la región fue difícil a lo largo del siglo XX, alcanzando su peor
situación a mediados de los años setenta en que existían en América Latina una amplia variedad de
regímenes autoritarios y dictatoriales. Respondiendo a dinámicas internas, a lo largo de los años ochenta, se
produjo un cambio de tendencia que posibilitó la emergencia de Gobiernos democráticos. La expansión de la
democracia en América Latina se insertaría mediante una tercera oleada (Samuel Hungtinton) que comenzó
en la Península Ibérica a mediados de los años setenta, se multiplicó al otro lado del Atlántico a lo largo de
los ochenta y culminó a comienzos de los años noventa en los antiguos países de Europa del Este. En la
mayor parte de los casos el paso de Gobiernos autoritarios a regímenes democráticos se produjo a través de
un traspaso formal de competencias. En ningún país de la región se produjo el cambio de régimen como
consecuencia de revoluciones, levantamientos o golpes de Estado. A pesar de su sincronía, las motivaciones
de la transferencia de poder se debieron a dinámicas internas que impidieron la continuidad de los Gobiernos
militares:
– En los países centroamericanos, se produjeron como consecuencia de una búsqueda de solución al
conflicto armado motivado por la pervivencia de las guerrillas.
– En Brasil fue la propia junta militar la que propició una progresiva transición.
– En Argentina, la humillante derrota en la campaña por la recuperación de las Malvinas motivó el
paso de Gobiernos civiles.
– En Chile, la junta militar chilena presidida por Pinochet, fracasó en su intento de perpetuación en el
poder, propiciando un plebiscito sobre cambios constitucionales que motivó el comienzo de una
transición tutelada.
En el fondo de todos estos procesos se encuentra el impacto de la crisis económica de comienzo de los
ochenta y el cambio de coyuntura financiera mundial que multiplicó los intereses de la deuda. Los sistemas
democráticos se consolidaron a lo largo de los años noventa con el desafío de la recuperación
socioeconómica y el establecimiento de sólidas bases para la profundización de la gobernabilidad
democrática. Sin embargo la región no ha estado exenta de procesos abruptos que han roto la continuidad
institucional. La mejora de la coyuntura económica durante los años noventa y el largo ciclo alcista de la
primera década del siglo XXI han permitido el mantenimiento de la fidelidad ciudadana hacia la democracia,
si bien en las coyunturas de crisis la tentación de búsqueda de atajos en la recuperación ha propiciado el
ascenso de prácticas políticas no siempre acordes con la gobernabilidad democrática.
La oleada populista
Desde finales de los años setenta América Latina entró en la peor crisis de su historia. México y Venezuela,
ambos productores de petróleo dilapidaron los beneficios de su exportación por la especulación, la huida de
capitales y la corrupción de las élites políticas. La crisis afectó plenamente a los países de América Latina
como consecuencia de la elevación de los tipos de interés aplicados a la deuda externa y el fin del ciclo
desarrollista basado en las exportaciones. Los Estados se endeudaron masivamente para pagar los créditos
antes suscritos y para reflotar los créditos privados de empresas que eran nacionalizadas ante su declaración
de quiebra viéndose incapaces de pagar los intereses, por lo que el bloqueo económico fue total. Se generó
un estancamiento generalizado y esta gran depresión ha sido denominada como la Década perdida.
Durante los años noventa se conjugaron políticas económicas que tendían a la homologación con los criterios
de las instituciones financieras internacionales. La liberalización del mercado comercial y laboral, las
reformas fiscales y la privatización de empresas públicas tuvieron un efecto macroeconómico muy positivo.
El aumento de las exportaciones y la reanudación de la entrada de capitales netos posibilitaron una balanza
de pagos más sólida, pero de nuevo dependiente de flujos externos. Esta dependencia exterior y la fragilidad
de las bases sobre las que se sustentaba el crecimiento explican que los indicadores macroeconómicos
positivos fueran alcanzados al mismo tiempo que se sucedían crisis de gran profundidad. En 1994 México
padeció una inesperada crisis que se extendió al resto del continente, el efecto tequila. Las inversiones
norteamericanas y europeas fueron sustituidas por capitales españoles. La caída de los mercados del Sureste
asiático en 1998 que repercutió negativamente en América Latina, también la crisis de 1999 ocasionada por
devaluación de la moneda brasileña. Sin embargo, la más dramática fue en Argentina entre 2001 y 2003 con
el secuestro gubernamental del los ahorros privados (corralito), el fin de la paridad peso-dólar y la quiebra
de numerosas entidades que tuvo un efectos devastador en el tejido industrial, el mercado de trabajo y el
consumo interno. La primera década del siglo XXI fue de gran dinamismo en el campo económico. La
superación de los efectos de la crisis, la rentabilidad de las políticas de reajuste, el mantenimiento de la
inversión exterior, favorecido por la estabilidad institucional, el entorno externo favorable y sobre todo al
incremento del precio de las materias primas, especialmente hidrocarburos y productos alimentarios
produjeron una mejora sustancial. El impacto de la crisis global truncó esta dinámica, contrajo el crecimiento
hasta alcanzar la recesión. Sin embargo, esta crisis encuentra a la región mejor preparada que en décadas
pasadas e incluso países como Brasil, Perú y Chile mostraban el retorno al camino del crecimiento desde el
primer semestre de 2010. A nivel global América Latina tan sólo tiene trascendencia como suministrador de
materias primas y su crecimiento actual está lejos del que sostienen otros países y regiones en vías de
desarrollo. En conjunto su importancia en el mercado global está disminuyendo de forma constante desde los
años setenta. El éxito de las economías de algunos países no puede compensar la pérdida de competitividad e
influencia a nivel mundial de la economía latinoamericana.
Uno de los rasgos más sobresalientes de América Latina ha sido el crecimiento demográfico que ha sido
motivado por el descenso de la mortalidad gracias a la mejora de las condiciones de vida y la mejora de la
sanidad. La población se encuentra muy desigualmente repartida, con altas densidades en el centro de
México, el este brasileño y el estuario del río de la Plata, frente a la práctica despoblación amazónica o del
norte de Chile. El rasgo más significativo ha sido el abandono de las zonas rurales y el crecimiento de las
ciudades, que en casos puntuales han conformado algunas de las megalópolis más grandes delbmundo. Esto
ha tenido consecuencias negativas ante la imposibilidad de atender las necesidades con el resultado de la
ampliación constante de barrios marginales, con una población desempleada o subempleada y con pésimas
condiciones de vida, estallando en ocasiones conflictos sociales y con proliferación de la delincuencia
organizada. La conflictividad social ahonda sus raíces en la oposición campo-ciudad, la diversidad étnica y
cultural, en los altos niveles de analfabetismo y especialmente en el muy desigual reparto de la riqueza.
Procesos de integración
Durante la década de los años noventa se materializaron los procesos de integración económica más
ambiciosos y efectivos de la historia latinoamericana. Desde 1969 persiste la Comunidad Andina de
Naciones (CAN, integrada por Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y hasta 2006, Venezuela) pero con
resultados bastantes parcos. Más alcance tuvo el proyecto de un mercado unificado de Argentina, Brasil,
Uruguay y Paraguay que tomó el nombre de Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Desde 1999 forman
un área sin arancel aduanero, salvo en los sectores del azúcar y automovilístico. A lo largo de la última
década se han profundizado los programas de cooperación y se ha producido una institucionalización de
mayor nivel y desde 2006 cuenta con un Parlamento con sede en Montevideo. Venezuela solicitó ese mismo
año su integración, Bolivia comenzó los tramites de incorporación al año siguiente y los países de la CAN y
Chiles son miembros observadores. En la primer década del siglo XXI los gobiernos del subcontinente
lanzaron el proyecto más ambicioso de cooperación e integración, la Unión de Naciones Sudamericanas
(UNASUR), vertebrando un espacio geográfico muy definido y muy variado social y económicamente que
presenta la necesidad de una urgente cooperación supranacional que ayude al establecimiento de
instituciones fuertes y responsable que garanticen la gobernabilidad y el desarrollo de la región. Ninguno de
los doce países ha querido quedarse al margen de este proyecto. La creación y el desarrollo de UNASUR es
fruto de cambios estructurales en las políticas exteriores nacionales y las relaciones internacionales de
Suramérica. Emerge una agenda que prioriza las dimensiones sociales, políticas y de seguridad centrando los
aspectos económicos en los campos de la energía y las infraestructuras. UNASUR visualiza una unidad
geográfica muy definible y con gran homogeneidad. Este proyecto coincide con un ciclo político inaugurado
por nuevos Gobiernos de izquierdas y con liderazgos regionales que promueven una mayor autonomía de la
región frente a EE.UU. La capacidad de actuación de la que ya ha hecho gala UNASUR en la gestión de
crisis parece haber relegado a un segundo plano a la OEA y evidenciado el liderazgo brasileño en su seno.
La geopolítica latinoamericana
En América Latina no se ha producido una verdadera reforma en la concepción estratégica y en las políticas
de seguridad y defensa. La principal razón de esta permanencia es la persistencia de unas amenazas
tradicionales. Los conflictos tradicionales pueden surgir con fuerzas a consecuencia de disputas territoriales.
El nacionalismo irredentista ha sido siempre utilizado como instrumento de vertebración interior y su alto
valor como arma política puede resultar muy útil en coyunturas de crisis. En manos de líderes populistas es
manejado habitualmente en el discurso y puede ser la salida ante una situación compleja. En la actualidad las
reclamaciones territoriales mantienen tensiones que pueden ser utilizadas para los mismos fines. El final de
los gobiernos autoritarios explica el nuevo ascenso de las tensiones bilaterales, se cambió el discurso de
enemigo interno por el de enemigo externo y este era el vecino más cercano. Las principales amenazas a la
seguridad en América Latina son la amenaza terrorista que proveniente fundamentalmente de la antigua
guerrilla reconvertida en cartel del narcotráfico y de las grandes organizaciones transnacionales de
delincuencia organizada y la descomposición institucional susceptible de degenerar en Estado fallido, como
lo muestra la cruda realidad de Haití y el incremento de las muestras de incapacidad institucional para frenar
la inseguridad y la acción del crimen organizado. Mientras, en Bolivia crecen las tensiones regionales y
étnicas. El conjunto de América Latina padece unos extraordinarios niveles de inseguridad, en buena parte
motivados por una delincuencia común organizada transnacionalmente, dedicada al tráfico ilícito de todo
tipo de bienes. Las riquezas generadas de estas actividades insertadas en el mercado financiero tiene como
consecuencia el incremento de la corrupción de las instituciones y el aumento de la ingobernabilidad estatal.
El combate al crimen organizado y los tráficos ilícitos ha dejado de ser una misión policial exclusiva en
América Latina, para centralizar buena parte de la actuación de las Fuerzas Armadas. El problema está
extendido por toda la región y en Brasil y México los cárteles monopolizan la introducción de cocaína y
heroína a EE.UU. con unos beneficios que les permite sostener amplias redes clientelares y corromper las
instituciones, El crimen organizado y el narcotráfico se han convertido en una amenaza directa a la seguridad
de todo el continente.
TEMA 9
LA DIVERSIDAD DE EUROPA
La Unión Europea (UE) es una experiencia de integración única en el mundo, pero sigue estando compuesta
por un conjunto de Estados soberanos que mantienen su propia identidad cultural y política.
TEMA 10
LA HERENCIA SOVIETICA: RUSIA Y UCRANIA
Rusia: perfil demográfico, económico, social y político
Este capítulo trata sobre la transición a la economía de mercado, el limitado avance de la economía liberal, el
estancamiento demográfico y el conflicto de Chechenia.
El mantenimiento de la URSS sin el recurso de la fuerza se hizo imposible cuando en diciembre de 1991 el
pueblo ucraniano ratificó en referéndum la opción por la independencia y el presidente de Rusia apoyó el
proceso. Boris Yeltsin se reunió con sus colegas de Ucrania y Bielorrusia, que constituían el núcleo central
de la Unión Soviética, acordando su disolución y dando paso a la vaga Confederación de Estados
Independientes. En la historia de Rusia desde 1991 se pueden distinguir fácilmente dos etapas:
1. La primera, la de los años noventa bajo la presidencia de Yeltsin, en la que se produjo una transición
rápida hacia la economía de mercado que generó una situación de caos y un retroceso inicial del
nivel de vida, y se estableció un sistema político inspirado en los principios democráticos.
2. La segunda es la de comienzos del siglo XXI, en los que con la presidencia de Putin se produjo un
crecimiento económico importante y se ha consolidado el nuevo sistema político que, bajo una
fachada democrática, se caracteriza por rasgos autoritarios.
La transición a la economía de mercado se realizó de manera mas lenta en Ucrania, donde las dificultades
fueron mas graves que en Rusia. Tras la “Revolución naranja” de 2004 Ucrania se acercó mas al modelo
democrático europeo. En cuanto a Bielorrusia, la transformación económica ha sido menor y su sistema
político es el más autoritario de Europa. Son tres países con mucho en común pero que han seguido caminos
distintos.
Visión de conjunto
– La demografía. Los tres países analizados (Rusia, Ucrania y Bielorrusia) difieren considerablemente
en su cifra de población. Rusia tiene tres veces más habitantes que Ucrania y casi quince veces más
que Bielorrusia, sin embargo, los tres coinciden en su estancamiento demográfico que ha sido en
parte producto del descenso de la natalidad. A comienzos de siglo XXI la tasa de fecundidad (hijos
por mujer) es en los tres países muy similar a la de España, donde también esta muy por debajo para
poder asegurar el relevo generacional. Pero la diferencia mas notable estriba en el comportamiento
de la esperanza de vida que desde hace treinta años se ha reducido. En Rusia se ha dado el retroceso
más marcado.
– La economía. Las cifras sobre el producto interior bruto se han calculado mediante dos métodos
distintos. De acuerdo con el método tradicional del PIB, se mide de acuerdo con el tipo de cambio de
las respectivas monedas respecto al dólar, España parece tener un PIB total muy superior al ruso y la
tasa de crecimiento anual desde 1990 ha sido negativa en Rusia y aún más en Ucrania. De acuerdo
con la paridad de poder adquisitivo PPA, es decir teniendo en cuenta el nivel de precios, más usado
en los últimos años, ocurre lo contrario y España parece tener un PIB total inferior al ruso. El
producto por habitante, se muestra solo en términos de poder adquisitivo, es casi tres veces inferior
al español. El índice de libertad económica tomado de la publicación anual Economic Freedom of
the World refleja lo mucho que ha avanzado Rusia y Ucrania hacia un sistema económico liberal tras
la caída del comunismo, aunque todavía no han alcanzado el nivel de España.
– El bienestar social. El índice de desarrollo humano, combinando datos de PIB por habitante,
esperanza de vida y nivel educativo, sitúa a los tres países considerados en torno al limite entre el
nivel de desarrollo alto y nivel medio. El nivel de alfabetización es muy elevado. Más difícil es tener
datos precisos sobre la desigualdad económica. Según los resultados de los estudios que en cada país
han analizado la desigualdad de los niveles de ingreso o de gasto, el resultado de los tres países es
bastante cercano al que se da en la mayoría de los países desarrollados, aunque Ucrania y Bielorrusia
son sociedades algo más igualitarias que Rusia El porcentaje del PIB que estos países dedican al
gasto público en salud, un componente esencial del Estado de bienestar, es más bajo que en la
mayoría de los países desarrollados, lo que explica en parte su baja esperanza de vida en la que
también incide un estilo de vida poco saludable, sobre todo entre los varones. Respecto a los
resultados de los diversos sondeos para comparar el nivel de corrupción a nivel mundial y en este
aspecto la situación de los tres países es desastrosa y parece que no está disminuyendo. Corrupción y
crimen suelen ser fenómenos interrelacionados y las cifras confirman la gravedad del problema,
sobre todo en Rusia, pero también en Ucrania y Bielorrusia. La tasa de reclusión depende tanto de la
severidad del sistema penal como del nivel real del crimen y Rusia tiene unas de las tasas más altas
del mundo y al igual que ocurre con la tasa de homicidios.
– La política. Según el índice que representa una aproximación al grado en que un Estado se acerca al
modelo de la democracia liberal, Ucrania avanza hacia la libertad política mientras Rusia y sobre
todo Bielorrusia están lejos de ella. La reducción del porcentaje del PIB que Rusia destina a defensa,
tres veces menor que en 1990 por la desaparición de la URSS, resulta muy significativo del grado en
que se siente amenazado o desea respaldar su política exterior con el poderío militar.