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Unidad 5

1. EL CONSENTIMIENTO EN LA TEORIA DEL CONTRATO

El consentimiento como voluntad manifestada


Siendo el contrato paritario un acto jurídico bilateral su formación requiere que ambas partes expresen
su voluntad concordante. Esta voluntad puede ser llamada, en propiedad, consentimiento, definido como la
declaración de voluntad común, que surge del entrelazamiento de una oferta y de una aceptación (las cuales
guardan una relación de correspondencia), con aptitud para producir obligaciones.
Ese consentimiento comienza a formarse a partir del momento en que cada parte, en su fuero interno,
se propone o decide contratar y se completa cuando esa voluntad interna se exterioriza fundiéndose con la
voluntad declarada de la otra parte, formando en conjunto la “declaración de voluntad común”.
A los fines de la interpretación, es la voluntad exteriorizada interpretada de acuerdo con el principio de
buena fe y no la voluntad interna, la que debe prevalecer para el derecho, sin perjuicio de una eventual
nulidad por error u otros vicios que afecten la concordancia que debe existir entre la voluntad interna y la
exteriorizada.
Según López de Savadia:
Consentimiento suma de las voluntades externas e internas de las partes contratantes

Sana (libre de todo vicio que afecte a sus elementos discernimiento, intención y
Requisitos de la libertad)
Exteriorizarse (manifestarse expresa o tácitamente, silencio u otros
voluntad supuestos)
Formas de Declarada
manifestarse:
A) La regla general: rige el principio de la libertad, tanto en la elección de la forma de manifestar la
voluntad negocial, como en la elección del medio para transmitirla. Ello no quita que, por excepción, en
determinados supuestos la ley disponga que el consentimiento se manifieste en una forma determinada,
incluso bajo sanción de nulidad como ocurre con la donación inmobiliaria o que regule el medio de
transmisión para asegurar seguridad en el tráfico.

B) El silencio: puede ser usado por las partes, si así lo convienen, como una manifestación de voluntad
con un determinado sentido contractual. Si las partes, por ejemplo, al celebrar un contrato preliminar, acuerdan
que el silencio de una de ellas, ante la posterior convocatoria o llamado de la otra para concretar la
información del contrato definitivo, tendrá un significado precioso: se interpretara como aceptación o rechazo
de la oferta, según haya sido acordado. Se entiende, en tal caso, que el silencio vale como declaración
expresa, porque así lo han convenido. Impera la autonomía de la voluntad.
Pero cuando las partes no le asignan un preciso valor al silencio, es necesario interpretar que sentido
debe darse al mutismo en cada caso concreto. En nuestro derecho si el sentido del silencio no ha sido pactado,
puede de todos modos constituir una manifestación de voluntad con sentido contractual, pero es aquí donde se
presenta el problema de interpretar el valor de ese comportamiento.
Para desentrañar su alcance debe atenderse, especialmente a las circunstancias del caso y al ppio de
buena fe. Bajo la misma y según las circunstancias, son diversas las alternativas que pueden presentarse:
1)Frente a una oferta concreta, el silencio del destinatario importa su rechazo : así lo establece el
artículo 263 al afirmar que “El silencio opuesto a actos o a una interrogación no es considerado como una
manifestación de voluntad conforme al acto o la interrogación…”. Por lo tanto debe entenderse que el

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silencio no puede ser tenido como “aceptación”, sino como una voluntad que rechaza la oferta. Por ej: si una
empresa envía un catálogo que incluye precios, no puede considerar que el silencio del receptor importe
consentimiento para comprar el producto incluido en él.
2)Pero si la oferta va acompañada de actos de ejecución y el destinatario guarda silencio sin oponerse a
tales actos de ejecución realizados por el oferente, debe entenderse que su silencio importa aceptación de la
oferta.
3)Si bien, en principio el silencio no es una manifestación de voluntad, el art 979 establece las siguientes
excepciones, en las cuales el silencio adquiere valor: “El silencio importa aceptación sólo cuando existe el
deber de expedirse, el que puede resultar de:
a) la voluntad de las partes
b) de los usos o de las prácticas que las partes hayan establecido entre ellas.
c) o de una relación entre el silencio actual y las declaraciones precedentes
d) cuando se tienen que expedir por un imperio de la ley (art 263)

Por ejemplo : si una empresa coloca maquinas expendedoras de productos envasados, en lugares públicos,
ese comportamiento silencioso y concluyente debe computarse como oferta de venta, de manera que cuando
alguien introduce el precio anunciado en la misma máquina, está aceptando la oferta.

C) Lo expreso y lo tácito (art 264): En doctrina se difundieron dos teorías:

 T. objetiva según la cual debe tomarse en consideración los medios que se utilizan para exteriorizar la
voluntad: si es un medio directo (lenguaje hablado, escrito, etc.) la declaración es expresa, si se trata de un
comportamiento del cual se puede inferir o deducir esa voluntad es tacita.
 T. subjetiva según la cual lo que interesa es el propósito o finalidad perseguida por el agente, si su
propósito es, precisamente, expresar su voluntad en un sentido determinado, la declaración es expresa; si
falta ese propósito, es tacita.
Con respecto a la distinción de manifestaciones expresas y tacitas, en el ccyc dos artículos hacen
referencia al tema:
El art 262 que bajo el título de “manifestación de la voluntad”, dice que esta puede exteriorizarse
oralmente, por escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material y el art 264 referido a
la “manifestación tacita de voluntad” según el cual ésta “resulta de los actos por los cuales se la puede conocer
con certidumbre. Carece de eficacia cuando la ley o la convención exigen una manifestación expresa.
Tomando elementos de las dos teorías, se sugiere que para la interpretación de los art 262 y 264, se
contemplen las siguientes pautas:
 el criterio para establecer la distinción entre manifestación expresa y tacita, debe tomar en
consideración, tanto la forma empleada para la exteriorización del querer interno, como la finalidad
de esa manifestación.
 Cuando la manifestación se realiza por medios lingüísticos que por naturaleza, por los usos y prácticas o
por convención de las partes están destinados a exteriorizar la voluntad en un determinado sentido, esa
manifestación es expresa.
 Cuando la manifestación se realiza por medios no lingüísticos, pudiendo consistir en hechos, actos o
comportamientos o bien usando un lenguaje distinto al acordado para la celebración de un contrato;
pero es posible inferir o deducir con certeza, en uno u otro caso, que se acepta o rechaza una oferta,
esa manifestación es tacita.
 La manifestación de voluntad, sea que consistan en declaraciones, sea que se trate de comportamientos
no declarativos, tienen en común que se caracterizan porque su emisión es voluntaria (hecha con
discernimiento, intención y libertad), direccionada hacia el destinatario y recepticia.

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Por otra parte, en materia de contratos paritarios en los que prima la libre voluntad de las partes, lo
decisivo para tener por celebrado válidamente un contrato es el logro del acuerdo, sea que el consentimiento
se haya manifestado en forma expresa o tácita. En los casos en que el comportamiento de una de las partes, o
de ambas, se presente como un supuesto de declaración tacita y existan dudas si se llegó o no al acuerdo, la
cuestión debe resolverse interpretando cada comportamiento conforme las circunstancias concomitantes y la
buena fe.
La distinción entre declaración expresa y tacita adquiere mayor relevancia jurídica en la contratación
por adhesión, porque en la mayoría de los casos se requiere que el contratante débil declare que adhiere el
contenido predispuesto y esa declaración no puede ser sino expresa o rodeadas de seguridades para el adherido
tales como el previo cumplimiento del deber de información por el predisponente

D) Presunciones legales:

La manifestación de la voluntad puede resultar también de actos o comportamientos de los cuales la


ley presuma la existencia de aquella. En materia contractual, una presunción legal de que las partes prestaron
consentimiento presunto puede ser hallada en el artículo 1218 referido a la locación de cosas “si al
vencimiento del plazo el locatario continúa en la tenencia de la cosa, no hay tácita reconducción, sino la
continuación de la locación en los mismos términos contratados, hasta que cualquiera de las partes dé por
concluido el contrato mediante comunicación fehaciente”. Se trata en este caso de una presunción relativa ya
que admite la prueba en contrario. Por ello se puede llamarlo consentimiento presunto.
En otros casos la ley presume que cierto comportamiento tenga el valor de una declaración de voluntad
en determinado sentido, sin admitir prueba en contrario; se habla entonces de voluntad ficticia.

Los comportamientos concluyentes


En el marco de la teoría declaracionista, las manifestaciones expresas y tacitas tienen en común que en
ambas existe voluntad de declarar, es decir, se exterioriza de modo directo o indirecto que se tiene el propósito
de contratar.
En la realidad del tráfico actual, es frecuente observar comportamientos de unos dirigidos a otros que
producen efectos contractuales, es decir, crean obligaciones a cargo de los sujetos actuantes; a tales
comportamientos, para singularizarlos se los llama concluyentes.
Según el art 97, los contratos se concluyen con la recepción de la aceptación de una oferta o por una
conducta de las partes, con lo cual da relevancia a los comportamientos concluyentes, pero al mismo tiempo
establece, que dicha conducta debe ser suficiente para demostrar la existencia de un acuerdo.
Por lo tanto, el comportamiento concluyente debe permitir deducir que existe un acuerdo, lo
cual supone la existencia de voluntad contractual en ambas partes.

Las relaciones contractuales nacidas del contacto social


La doctrina se ha encargado de demostrar que existen supuestos en los que se verifica un determinado
comportamiento que es ajeno a la voluntad negocial del sujeto, que no obstante crea obligaciones; por
ejemplo, cuando una persona (por no estar informado o por inadvertencia) deja su vehículo en un lugar de
estacionamiento pago, no puede luego negarse a pagar alegando que actuó sin “voluntad negocial”.
Se habla aquí de “situación contractual fáctica” o “paracontrato”, que plantea como problema el tener que
admitir que existirían contratos sin consentimiento, ya que falta la manifestación de voluntad de una de las
partes.
En estos supuestos de relaciones contractuales nacidas del contrato social, se encuentran fundadas en la
autoresponsabilidad del actuante y en la confianza que genera, porque éste no se comunica por medios
lingüísticos o en forma tácita, sino que verifica una conducta que, valorada objetivamente, crea en la otra parte
la confianza de que se comporta así porque quiere contratar aunque de hecho no sea así.
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Efectos jurídicos inmediatos y mediatos
Es necesario distinguir:
1) Al examinar la naturaleza del contrato paritario adherimos a la teoría normativa; según la cual, en
ejercicio de la autonomía privada a las partes se les reconoce la potestad de crear derecho objetivo. Tal
afirmación implica aceptar que el consentimiento se exterioriza con intentio iuris, esto es, con una finalidad
jurídica inmediata consistente en regular los derechos de los contratantes a través de las cláusulas que se
erigen como ley individual y propia de ese contrato. La conclusión más importante que se obtiene de tales
consideraciones, es que los efectos jurídicos del acuerdo derivan inmediatamente de la voluntad de las
partes.
2) En la contratación predispuesta y por adhesión, sea o no de consumo, la premisa y la conclusión
son diferentes. En primer lugar, no se puede hablar de voluntad común, ya que se está ante una voluntad
preponderante, la del predisponente, respecto de la cual, la otra parte solo tiene la posibilidad de aceptar o
rechazar el contenido predispuesto, pero no puede elaborar la ley contractual; por lo tanto no se justifica
hablar de autonomía privada de los contratantes, sino, en todo caso, de imposición unilateral del más fuerte.
En consecuencia, no es factible reconocerle intentio iuris a esa imposición ni es posible hacer derivar
de ella directamente, los efectos jurídicos del contrato.
La conclusión indica que con la adhesión del no predisponente, queda configurado el supuesto de
hecho que desata los efectos previstos en la ley, que es la que en definitiva, regula por vía directa los
derechos de las partes.

Desarrollo del iter contractual

TRATATIVAS OFERTA ACEPTACIÓN CONTRATO CONTRATO DEFINITIVO


PREVIAS PRELIMINAR

Son etapas prescindibles


(pueden estar o no)

En general, el desarrollo cronológico del iter contractual, desde su punto inicial hasta la extinción del contrato,
abarca las siguientes etapas:

a) Puede comenzar con tratativas preliminares, se tratan de conversaciones o aproximaciones, no


vinculantes que hacen las partes en el momento precontractual, que tiene como finalidad concluir un contrato
pero que, eventualmente, puede no llegarse a ello. Se presentan como una fase contingente, por ende
prescindible, aunque por ej. en las contrataciones con empresas son necesarias.
Se encuentran contempladas en el art 990 al afirmar que las partes son libres para promover
tratativas dirigidas a la formación del contrato, y para abandonarlas en cualquier momento.
Con respecto a esto último, cabe destacar dos principios, primero que no pueden ser frustradas
injustamente y segundo que el retiro injustificado de ellas generan indemnizaciones, siempre y cuando las
tratativas hayan tenido un avance importante en el iter contractual.

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b) Culminada con éxito las tratativas, el proceso de formación del contrato debe continuar o
empezar, si aquellas no existieron, con la emisión de una oferta seguida de la recepción de la congruente
aceptación. Así lo establece el art 971 al afirmar que los contratos se concluyen con la recepción de la
aceptación de una oferta o por una conducta de las partes que sea suficiente para demostrar la existencia
de un acuerdo.
c) Si el contrato así formado es preliminar no concluye allí el proceso, es solo un acuerdo que
prevé la celebración de otro contrato, que esta vez puede ser o no, definitivo.
d) finalmente, sea en cumplimiento del o los contratos preliminares, sea por negociación inmediata,
con la oferta y la aceptación, quedara cerrado el contrato definitivo y se ingresa a la fase del cumplimiento.

2) LA OFERTA

La emisión o la manifestación de una oferta crean una especial relación jurídica, cuyos términos nos
muestran una parte en situación de sujeción y otra en esa situación de potestad.
Se sitúa en posición de sujeción, el que emite la oferta porque al hacerlo le atribuye al destinatario la
potestad de cerrar el contrato; quiere ello decir que durante la vigencia de la oferta, el oferente está sujeto a la
voluntad del destinatario que puede aceptarla o rechazarla.
Se sitúa en posición de poder el destinatario de la oferta porque, aceptándola, modifica el status
jurídico del oferente, obligándolo a cumplir con el contrato.

La definición de oferta según el nuevo código

ARTÍCULO 972.- Oferta. La oferta es la manifestación dirigida a persona determinada o determinable,


con la intención de obligarse y con las precisiones necesarias para establecer los efectos que debe producir
de ser aceptada.
Observamos:
1) se deja de lado la común afirmación de que la oferta es un “acto jurídico”. Al definirla como manifestación,
se incluye junto a las declaraciones, los comportamientos concluyentes y las situaciones fácticas de las que
pueden resultar efectos vinculantes, porque aunque no se trate de declaraciones son manifestaciones de
naturaleza contractual;
2) se mencionan los requisitos de la oferta, esto es, debe haber un destinatario (aunque fuera indeterminado),
seriedad en la intención de obligarse y precisión en su contenido.
Por otra parte, la oferta en tanto manifestación puede ser expresa o tácita; será lo primero, cuando se
haga oralmente, por escrito o por signos inequívocos; será implícita cuando resulte de la ejecución de un
hecho material o de actos por los cuales se la pueda reconocer con certidumbre. Por lo tanto rige el principio
de libertad en la elección de la forma. Ahora si el contrato que se quiere celebrar es formal, la oferta deberá
hacerse empleando la forma prevista para ese contrato, que es la escritura pública.
La doctrina clásica definió la oferta como “un acto jurídico unilateral destinado a integrarse en un
contrato, constituido por una expresión de voluntad que se postula como penúltima”
Se la considera como un acto jurídico, porque es voluntario, licito, emanado de un único centro de
interés, por ello unilateral, dirigido a formar un contrato que, necesariamente, precede a la aceptación, de allí
lo de penúltima. La referencia al carácter penúltimo de la oferta es importante, especialmente para los
contratos de consumo, puesto que uno de los mecanismos de tutela mas importante que se le dispensa al
consumidor, es darle la última palabra en el iter contractual. Es el consumidor, en efecto, quien debe aceptar el
contenido predispuesto cerrando el contrato e, incluso, puede revocar la aceptación sin responsabilidad alguna
(art 34, ley 24240)

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Los requisitos de la oferta

 Debe ser completa. La manifestación del oferente debe contener las “menciones suficientes”
referidas al contrato que se quiere celebrar, de manera que el destinatario conozca los derechos y obligaciones
o los efectos jurídicos principales que deberá afrontar al aceptarla.
A los fines de interpretar si la manifestación del oferente es “suficiente” para ser oferta, se tendrán en
cuenta las circunstancias concomitantes, los usos y prácticas y la buena fe.
 Debe ser emitida con intentio iuris es decir con la finalidad inmediata de producir efectos
jurídicos, aun antes de su aceptación porque tiene carácter unilateral.
El art 972 señala que debe exteriorizarse con la intención de obligarse, empleando un giro que si bien
tiene ganado un lugar, no por ello deja de ser equivoco, porque induce a pensar solo en los contratos
creditorios, aquellos que crean obligaciones, como si la oferta fuera propia de esa especie y aplicable solo por
analogía a los contratos que no las crean, sino que las modifican, transmiten o extinguen.
Para evitar el desvio, debe entenderse que la oferta se emite con la intención real de contratar. Se
piensa por ello que hubiese sido preferible que el art 972, en vez de la intención de obligarse hubiese dicho la
intención de contratar.
Por otra parte, la exigencia de que la propuesta contractual se manifieste con intentio iuris descarta
que puedan ser consideradas como ofertas validas, las declaraciones hechas con fines publicitarios, de
promoción o en broma
Dos acotaciones:
a) Los efectos de la intentio iuris se alcanzan mediante normas por las cuales el oferente crea, modifica,
transfiere o extingue derechos u obligaciones. cabe aclarar que los contratantes no son, la mayoría de las
veces, legisladores o juristas; por ende, no es exigible que al proponer o aprobar las cláusulas de un contrato
tengan plena o acabada representación de los efectos jurídicos resultantes.

b) Es innegable que la intentio facti (finalidad empírica o necesidad perseguida por el oferente) inspira o
motiva su manifestación. Es decir la intentio iuris esta sostenida por la intentio facti. Por ej el compra un
inmueble lo hace porque quiere trasladarse a vivir a allí con su familia., instalar un negocio, etc.

 Debe estar dirigidas a personas determinadas o determinables: Su carácter recepticio impone


que sea transmitida a terceros; esa difusión puede estar orientada a persona determinada (un sujeto
identificado por su nombre) o determinable (pueda ser ulteriormente identificado por la referencia a
parámetros que permiten su individualización, por ejemplo, con expresiones tales como: "titular dominial del
inmueble localizado en..." o del "vehículo dominio...",que impiden considerar a la propuesta como dirigida a
persona indeterminada).

Con respecto a la indeterminación, en el Código de Vélez, la oferta para ser tal, debía estar dirigida a
una persona determinada. Sin embargo con la masividad y el consumo de la actualidad, se considera que una
oferta puede estar dirigida a personas indeterminadas. Por eso se entiende que sin tal determinación, puede
haber de todos modos, oferta valida. Y a la inversa, puede haber una declaración dirigida a una persona
determinada y no ser oferta.

La invitación a ofertar

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ARTÍCULO 973.- Invitación a ofertar. La oferta dirigida a personas indeterminadas es considerada
como invitación para que hagan ofertas, excepto que de sus términos o de las circunstancias de su emisión
resulte la intención de contratar del oferente. En este caso, se la entiende emitida por el tiempo y en las
condiciones admitidas por los usos.
La invitación a ofertar es una declaración unilateral de voluntad del agente, dirigida a un número de
personas o al público en general, invitando a los destinatarios a iniciar tratativas o a formular una oferta de
concreción de un contrato, dirigida al emisor.
Se pretende sentar la regla general, pero no se puede dejar de señalar el error de llamar oferta a una
declaración que en realidad no es oferta, sino una invitación a ofertar. Lo que caracteriza a la invitación, no es
que está dirigida a personas indeterminadas, sino que de los propios términos de la declaración o de los usos y
prácticas, no resulta la intención del declarante de contratar u obligar.
Es por eso que en su segundo párrafo, el art 973 dice “..excepto que de sus términos o de las
circunstancias de su emisión resulte la intención de contratar del oferente. En este caso, se la entiende
emitida por el tiempo y en las condiciones admitidas por los usos”. Es decir, una declaración dirigida a
personas indeterminadas es en pricipioio una invitación a ofertar, salvo que de sus términos o de las
circunstancias valoradas según la buena fe, resulte la intención del declarante de contratar.

Perfeccionamiento y vigencia

i. Comienzo de la vigencia: El nuevo Código, al igual que el de Vélez, no contiene un texto


específico que precise con carácter general, el momento en que comienza la vigencia de la oferta. Sin
embargo, a partir del cuarto párrafo del art 954, es posible afirmar por inducción, que una oferta válidamente
manifestada tiene vigencia desde su recepción por el destinatario.

-La oferta, en tanto manifestación de voluntad unilateral, puede ser pura y simple o con modalidades. Si la
oferta es pura y simple, esto es, si está constituida por una propuesta que no está supeditada a ninguna
condición o plazo, la regla general tiene plena aplicación: su vigencia comienza desde su conocimiento o
recepción por el destinatario.
- Si la propuesta está sometida a una condición será necesario, primero, verificar si ha sido receptada. Si
ha sido receptada es válida pero no vigente porque pende de una condición. Luego, se debe indagar si se ha
cumplido o ha fracasado la condición para proceder en consecuencia. Si es resolutoria y la condición se
cumple, se considera que no hubo oferta; si fracasa, queda abierto el camino a su aceptación. Si es suspensiva
y no se cumple, tampoco hay oferta; si se cumple, podrá ser aceptada. En ambos casos, vale reiterarlo, la
aceptación será posible si la propuesta ha sido receptada
-Cuando la oferta está subordinada a un plazo, es decir que el emisor se compromete a mantener los
términos de la oferta por un lapso determinado, el cuarto párrafo del art 974 establece “los plazos de vigencia
de la oferta comienzan a correr desde la fecha de su recepción, excepto que contenga una previsión diferente”

ii. Tiempo de vigencia de la oferta: ¿Hasta cuándo se mantiene vigente una oferta?

Tratándose de contratos paritarios y por imperio de la autonomía privada, puede el oferente, al emitir la
propuesta, declarar que la oferta tendrá vigencia durante un determinado plazo.
Ahora cuando no se determina un plazo durante el cual la oferta se mantendrá vigente, se entiende que
se va tener en cuenta, en primer lugar, a los términos contenidos en la oferta porque puede que de ellos se
infiera cual es la voluntad del oferente respecto al tiempo en que debe ser aceptada. Pero si nada se dice, la ley
prevé los siguientes casos de ofertas sin plazo de vigencia:

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1) “La oferta hecha a una persona presente o la formulada por un medio de comunicación instantáneo,
sin fijación de plazo, sólo puede ser aceptada inmediatamente”(art 974, seg párrafo).

Se trata de una especie de aceptabilidad inmediata, justificada, ya que el destinatario está presente en el
momento de su emisión o, si no está presente en ese momento, se lo asimila al primero, en razón de que la
oferta se transmitió por un medio instantáneo, ej: teléfono.

Lo decisivo, no es la presencia o la ausencia, sino es que el medio de transmisión de la oferta sea


instantáneo o no lo sea. Si llega instantáneamente al destinatario, la aceptación tiene que ser inmediata.

También la comunicación vía internet supone una comunicación instantánea, pero aquí la inmediatez
de la aceptación debe ser medida acorde a las circunstancias. Por ejemplo, si la oferta se hizo por un e mail,
una aceptación despachada dentro de unas horas debe ser considerada inmediata, en razón de que el
destinatario puede tener organizada la apertura de su cuenta dentro de esas horas.

Aunque no está previsto en este segundo párrafo del art 974, estimamos que si la oferta se transmitió
por medio de un kagente o mensajero, modalidad de uso y práctica en pueblos y ciudades del interior, la
aceptación también debe ser inmediata.

2) “Cuando se hace a una persona que no está presente, sin fijación de plazo para la aceptación, el
proponente queda obligado hasta el momento en que puede razonablemente esperarse la recepción de la
respuesta, expedida por los medios usuales de comunicación”(art 974, tercer Párrafo)

a) Con la expresión “una persona que no está presente” se plantea una hipótesis que da lugar a
equívocos por que una persona no presente puede ser asimilada a una presente, si recibió la oferta por un
medio instantáneo. Por lo tanto no basta con que este no esté presente, sino que también es necesario que la
oferta no haya sido transmitida por un medio instantáneo

b) Luego el texto añade que la oferta se ha emitido “sin fijación de plazo para la aceptación”. Esta
redacción es desafortunada, porque induce a pensar que, no estando supeditada a un plazo, se estaría ante una
oferta pura y simple que, después de ser receptada por el destinatario, seria de aceptabilidad inmediata; pero
no es así. Por lo siguiente.

c) La hipótesis contemplada en el art 974 tercer párrafo, en efecto, es el de una oferta que si tiene
plazo, porque al establecerse que el “proponente queda obligado hasta el momento en que puede
razonablemente esperarse la recepción de la respuesta, se está admitiendo que existe algún lapso que en algún
momento debe terminar. Se trataría de un plazo tácito, cuyo momento inicial se conoce, que es el de la
recepción, pero se desconoce su término final, porque no ha sido determinado en la oferta. No obstante esa
indeterminación, se puede inferir razonablemente cuando debe esperarse una respuesta, teniendo en cuenta las
circunstancias concomitantes y la buena fe

d) cabe señalar que por imperio de la autonomía privada, el oferente puede mantener vigente la oferta
por tiempo indefinido, dentro de lo razonable y sin perjuicio de su derecho a retractarla o que suceda un hecho
que la haga caducar.

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3) Por último, en caso de que la manifestación de la voluntad sea dirigida a persona indeterminada, si
se hace con la intención de contratar, vale como oferta. En tal supuesto, según la ultima parte del art 973 “se la
entiende emitida por el tiempo y en las condiciones admitidas por los usos”

Retractación

Por regla general las ofertas son revocables o retractables. Pero también es posible que el oferente, en ejercicio
de su autonomía, emita la oferta con carácter irrevocable.

Pero primero, es necesario distinguir el retiro, que tiene lugar cuando todavía la oferta no se ha perfeccionado;
la “retractación”, en cambio, puede suceder después del perfeccionamiento de la oferta, pero antes de que el
contrato se haya cerrado.
Es posible

Siempre y cuando no haya sido receptada por el destinatario


a) Retiro de la oferta:

Según el art 975 la oferta dirigida a una persona determinada puede ser retractada si la comunicación de
su retiro es recibida por el destinatario antes o al mismo tiempo que la oferta. De lo cual se puede indicar lo
siguiente:

1) Cuando la propuesta es a persona determinada, la palaba “retractada” (art975) debe ser entendida
como “retiro anticipado” porque se refiere a una propuesta que todavía no es oferta, y eso porque no
ha sido recibida por el destinatario. Teniendo presente que la oferta se perfecciona y tiene vigencia desde
la recepción por el destinatario.

Por la misma razón, si se trata de una oferta no perfeccionada, el retiro puede tener lugar aunque la oferta
se hubiese emitido como irrevocable, ya que dicho carácter es irrelevante, precisamente, porque todavía la
oferta no ha surtido efectos (al no ser recibida por el destinatario).

El retiro no es factible en los casos en que la aceptabilidad es inmediata, ya que se entiende que la
oferta se transmite por medios de comunicación instantánea, por lo que el destinatario toma conocimiento
de ella en el momento de la comunicación, no habiendo lugar para su retiro.

b) Ofertas al público: No se habla de retiro sino de retractación.

Según resulta del art 975, el retiro ha sido previsto para el caso de que la oferta haya sido “dirigida a
una persona determinada”, lo que da lugar al interrogante acerca de si son o no revocables las ofertas dirigidas
a personas indeterminadas o al público (dichas declaraciones son ofertas porque se han hecho con la intención
de contratar); en estos casos ¿Esas ofertas son retractables? Nada obsta admitir que sean revocables. Por eso
se estima que al no incluir esta hipótesis en su texto, el art 975 incurre en una omisión reprochable, ya que por
esa omisión, estas ofertas no serían retractables.

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No se trata de un retiro anticipado, porque este es posible cuando la oferta se dirige a persona
determinada, ya que debe ser comunicado antes o al mismo tiempo que la oferta llegue al destinatario,
mientras que cuando se dirige al público habrá incertidumbre acerca si la oferta como su eventual retractación
llegaron a conocimiento público, dependiendo del medio empleado para transmitirla. Pero tal situación no es
obstáculo, como se dijo, para admitir la retractación de las ofertas al público.
La retractación es posible siempre que: 1) se difunda por los medios utilizados para la emisión de la
propuesta; 2) que ninguno de los que conocieron la oferta hubiesen aceptado o, con rigor, que la aceptación no
se haya perfeccionado lo que ocurre cuando es receptada por el oferente.

c) El abandono, el retiro y la retractación:

Desde el inicio de las tratativas preliminares y hasta el momento en que el contrato se perfecciona, transcurre
un lapso durante el cual el iter contractual puede interrumpirse o frustrarse. Es necesario distinguir:

 Iniciadas las tratativas y antes de la emisión de una oferta, cualquiera de las partes puede
abandonarlas. Siempre que ese abandono no sea intempestivo, arbitrario o malicioso, al punto de frustrar las
expectativas de la otra parte, si eso ocurre quien provocó la ruptura debe resarcir el daño causado.

 Después de la emisión de la oferta puede el oferente retirarla siempre que no haya sido receptada
por el aceptante. En el caso que hayan existido tratativas preliminares que crearon en la otra parte expectativas
serias de que el contrato iba a celebrarse y el retiro lesiona la buena fe, si se debe resarcir los eventuales gastos
o pérdidas que sufrió quien confió en la celebración del contrato.

 Después del perfeccionamiento de la oferta, la revocación es posible, siempre que se haga en


tiempo útil y se la comunique al destinatario antes de la aceptación. Si la retractación es violatoria de la buena
fe cabe el deber de responder por el daño causado.

Por retractación debe entenderse como una manifestación de voluntad unilateral destinada a privar de efectos a una oferta
anteriormente formulada por quien la emite. Se encuentran legitimados para formular la retractación el emisor de la oferta o
sus sucesores.

d) Renuncia del derecho a retractar: Por aplicación de los ppios generales, especialmente el contenido en el
art 13 (del título preliminar) según el cual “los efectos de la ley pueden ser renunciados en el caso particular,
excepto que el ordenamiento jurídico lo prohíba”, el derecho a retractar la oferta es renunciable, ya que no
hay ninguna disposición que lo prohíba. Por lo tanto, si el que emitió la oferta renuncio a su facultad de
retractarla, no podrá hacerlo.

e) Fuerza obligatoria de la oferta. Caducidad:

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De acuerdo con el art 976 “la oferta caduca cuando el proponente o el destinatario de ella fallecen o
se incapacitan, antes de la recepción de su aceptación...”

La lectura de este texto sugiere que los autores del CCyC siguieron la voluntad de las partes, se pensó
que la oferta es un asunto personal de quien la emite, por ello se dispuso que la muerte o incapacidad
sobreviniente de cualquiera de ellas, antes de la recepción, hace caducar la oferta.

No obstante, en el derecho actual ha ganado terreno la tesis que afirma que la oferta debe tener
autonomía y ser vinculante con prescindencia de la muerte o incapacidad de las partes permitiéndole actuar a
los herederos(los cuales están obligados a mantener la oferta durante el tiempo de su vigencia) o
representantes; salvo que el oferente no haya dejado herederos, o la propuesta formulada involucre un hecho
suyo intuito personae, en estos casos la oferta si caduca.

Por otra parte cabe hacer la siguiente distinción:

La caducidad opera de pleno derecho.

La retractación exige una declaración de voluntad expresa del retractante.

Ambas pueden generar efectos jurídicos hasta que el oferente recibe la aceptación, a partir de entonces el
contrato queda concluido como tal, sin perjuicio de la eventual incidencia que la muerte o incapacidad de
alguna de las partes pueda tener sobre las posibilidades de cumplimiento de las obligaciones contraídas.

f) Reembolso de gastos e indemnización de pérdidas

El 2do párrafo del art 976 establece “...El que aceptó la oferta ignorando la muerte o incapacidad del
oferente, y que a consecuencia de su aceptación ha hecho gastos o sufrido pérdidas, tiene derecho a
reclamar su reparación.”

La razón que lo sostiene radica en que cuando los gastos se hacen después de la aceptación cabe
presumir que el destinatario actuó confiando en que el contrato se va a perfeccionar. Son dos los requisitos que
deben concurrir para que tenga lugar el reembolso o la indemnización: 1) que el aceptante ignore que el
proponente ha fallecido o se ha vuelto incapaz. 2) que haya efectuado gastos o sufrido pérdidas como
consecuencia de la aceptación.

Si el aceptante de la oferta realiza gastos sabiendo que esta ha caducado, no habrá derecho a recupero.

El contrato plurilateral. Remisión a la clasificación de contratos

ARTÍCULO 977.- Contrato plurilateral. Si el contrato ha de ser celebrado por varias partes, y la oferta
emana de distintas personas, o es dirigida a varios destinatarios, no hay contrato sin el consentimiento de

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todos los interesados, excepto que la convención o la ley autoricen a la mayoría de ellos para celebrarlo en
nombre de todos o permitan su conclusión sólo entre quienes lo han consentido

3) LA ACEPTACION

a) Concepto

Art 979.- “Toda declaración o acto del destinatario que revela conformidad con la oferta constituye
aceptación…”

Para la doctrina clásica toda declaración de naturaleza contractual, es al mismo tiempo, un acto
jurídico, de allí se puede entender que tanto la declaración como el acto son sinónimos.

Sin embargo para el nuevo Código “declaración” y “acto” tienen distinto significado. La primera alude
al acto jurídico unilateral y recepticio referenciado en el párrafo precedente; la segunda, “acto”, menciona una
conducta suficiente para demostrar que el aceptante está de acuerdo con la propuesta cerrando así el contrato.
Este significado que le asignamos a “acto” proviene de la interpretación del art 971 según el cual el contrato se
perfecciona por la recepción de la aceptación o por una conducta de las partes “que sea suficiente para
demostrar la existencia de un acuerdo” como los comportamientos concluyentes.

b) Requisitos

Para ser válida la aceptación además de la plena conformidad con la oferta, debe hacerse:

 En tiempo útil; esto es, de inmediato, dentro del plazo fijado, después de cumplida una condición
suspensiva o, en general, mientras subsiste la vigencia de la oferta. Puede ocurrir que la aceptación sea
enviada, vencida esa vigencia; en tal supuesto, es el oferente quien debe decidir, ya que puede valerse de esa
aceptación tardía, pero debe comunicar tal decisión de inmediato a la otra parte para despejar incertidumbres.

 Respetando lo dispuesto por la ley o por el oferente respecto de la forma en que deba hacerse la
aceptación; así aunque se tratara de una compraventa de cosa mueble, si quien ofrece venderla indica que la
aceptación se debe hacer por escrito, esa formalidad debe ser observada.

 Con la intención de cerrar el contrato, pues no valen como aceptación las declaraciones en broma o las
que contienen una oferta alternativa que importa el implico rechazo de la oferta.

 Debe ser lisa y llana, para concluir el contrato debe limitarse a admitir los términos de la oferta
recibida, expresando plena conformidad con ella

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c) Modos de manifestar la aceptación

El 2do párrafo del artículo 979 nos habla de los modos de aceptación: El silencio importa aceptación sólo
cuando existe el deber de expedirse, el que puede resultar de la voluntad de las partes, de los usos o de las
prácticas que las partes hayan establecido entre ellas, o de una relación entre el silencio actual y las
declaraciones precedentes.

Lo que respecta a la formas de manifestación de la aceptación se tiene en cuenta lo establecido para la oferta.

 Expresa: Cuando sea realizada de forma verbal, por escrito, o por signos inequívocos que den cuenta de
una declaración afirmativa.

 Tacita: Cuando el destinatario lleva acabo conductas que permiten conocer la aceptación de la oferta y
no su rechazo.

 Aceptación del silencio: De acuerdo a lo establecido en este artículo, y en el artículo 263 del Código, el
silencio guardado por el destinatario de la oferta no puede ser en principio considerado como
aceptación, salvo que, por la relación existente entre las partes o de la vinculación entre el silencio
actual y las declaraciones precedentes, tuviera el receptor de la oferta el deber de expedirse.

A raíz de esto, es necesario distinguir las distintas posibilidades de aceptación, teniendo en cuenta las
modalidades de ofertas.

 Si la oferta es alternativa, esto es, se ofrece la venta de un automóvil o de un inmueble, es razonable


admitir que la aceptación de una de ellas concluye el contrato, respecto de la cosa aceptada.

 Si la oferta es divisible, la solución debe ser la misma: si se acepta una de las cosas ofrecidas, el contrato
queda cerrado respecto de ese objeto

 Al contrario, se interpreta que si la oferta es indivisible, por naturaleza o por decisión del oferente, solo
es posible su aceptación integra. La aceptación parcial importa el rechazo o modificación de la oferta.

d) El art 978 del CCyC

ARTÍCULO 978.- Aceptación. Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la plena
conformidad con la oferta. Cualquier modificación a la oferta que su destinatario hace al manifestar su
aceptación, no vale como tal, sino que importa la propuesta de un nuevo contrato, pero las modificaciones
pueden ser admitidas por el oferente si lo comunica de inmediato al aceptante.

I) Contraoferta:

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Según el art 978 “Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la plena
conformidad con la oferta”. Lo que supone, que se exige que la aceptación comprenda la totalidad de los
puntos esenciales, contenidos en la propuesta.; ya que si el aceptante introduce alguna variación en ella —
corno, por ejemplo, establecer una condición, proponer un cambio en los medios de pago o un mayor plazo de
financiación—, la aceptación se tiene por no formulada, considerándose la manifestación formulada por el
destinatario de la oferta original, como una contraoferta de conclusión de un nuevo contrato, que puede ser
admitida en forma inmediata por su destinatario, quedando así perfeccionado el consentimiento.

Con ello se entiende que el código nuevo parece inclinarse por un sistema rígido e inapropiado, que no
contribuye a facilitar la formación del contrato negociado actual, al tiempo que induce a pensar que no se
admitiría la validez de los acuerdos parciales. Además, no tiene en cuenta el fenómeno, cada vez más
frecuente, de contratos (generalmente celebrados entre empresas) que se perfeccionan a través de un proceso
de formación progresiva que incluye tratativas preliminares, acuerdos parciales, renegociaciones, etc.

II) Admisión de las modificaciones por el oferente:

Si bien la regla general es: que cualquier modificación que se introduzca a la oferta equivale a la
propuesta de un nuevo contrato, el art 978 en su última parte establece “…pero las modificaciones pueden
ser admitidas por el oferente si lo comunica de inmediato al aceptante”.

Con esto se atenúa el rigor de la primera parte del artículo.

Si se diera esta hipótesis, los roles estaría invertidos: quien fue destinatario de la oferta original pasa a
ser proponente; y quien fue oferente, se habrá vuelto aceptante.

Como el art 978 no distingue entre modificaciones substanciales y no substanciales, se entiende, que en
el caso de estas últimas se presentaría una situación singular: las modificaciones no substanciales son
consideradas una “nueva” propuesta, pero como no se tratara de una oferta completa (precisamente porque son
no substanciales) se la debe integrar con los términos substanciales de la primera oferta y así integrada, puede
ser admitida por el primer oferente, si lo comunica de inmediato al aceptante. Sin embargo esto lleva al
absurdo de considerar que el primer oferente tenga que aceptar las modificaciones y términos substanciales de
su propia oferta.

Por ello en la práctica se considera que las modificaciones no substanciales no importan una
“nueva propuesta”, sino que se trata de una aceptación con modificaciones que el oferente puede aceptar o
rechazar.

Por último, según el art 978 la admisión de las modificaciones debe ser comunicada de inmediato al
aceptante; porque lo que se quiere es que éste reciba o tome inmediato conocimiento, de que sus
modificaciones han sido admitidas. De allí se entiende que se debe emplear medios de comunicación
instantánea para trasmitir ese aviso.

En este caso el contrato, no queda concluido con la recepción de la aceptación, sino cuando el
aceptante reciba el aviso de que se admitieron sus modificaciones.

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4) LOS ACUERDOS PARCIALES

a) Planteo del problema: la formación progresiva del contrato

Por exigencias de la imperante economía del mercado y en razón de la complejidad que presenta el
tráfico de bienes y servicios, la doctrina ha identificado un fenómeno (que no es nuevo), al que se denomina:
“formación progresiva del contrato”, el cual se opone al contrato de formación instantánea o discontinua
que se concluye en uno o dos actos.

En tales procesos progresivos uno de los problemas que se presenta es determinar el momento en que
se perfecciona el contrato.

En efecto, el itinerario puede comenzar con una propuesta de una de las partes, propuesta que no es
oferta porque de sus términos resulta que, quien la emitió no tiene la intención de obligarse, sino que se ha
limitado a llamar la atención del destinatario informándole las ventajas que le reportaría un determinado
contrato. Si el destinatario responde que si es de su interés, da comienzo a las negociaciones. Se trata entonces
de tratativas previas, que si no se interrumpen y avanzan favorablemente, darán lugar a la emisión de una
oferta vinculante que, seguida de la congruente aceptación del destinatario, habrá perfeccionado un contrato.

Pero no concluye allí el proceso: es ahora necesario calificar ese contrato, ya que puede tratarse solo de
acuerdos parciales incompletos que requieren integración o negociación ulterior de las clausulas faltantes, por
ejemplo puede tratarse de un contrato marco o con cláusulas abiertas, ya de un contrato preliminar que
compromete la libertad de conclusión. El contrato de promesa o el contrato de opción.

Ejemplo: una empresa que elabora productos alimenticios ofrece suministrarlos a otra empresa
propietaria de una cadena de restaurantes, puntualizando en la oferta, clase y calidad de la mercancía, los
periodos de entrega, el precio de cada suministro, indicando además que el suministro se hará por tiempo
indeterminado y que su establecimiento será el lugar donde se harán las entregas y donde deberán efectuarse
los pagos; la empresa destinataria de esa oferta, acepta los primeros puntos de la propuesta, pero rechaza el
lugar de cumplimiento indicado por el proponente proponiendo fijarlo en una negociación posterior. Aunque la
oferente admita esta última modificación y lo comunique de inmediato al aceptante, ¿Se habrá perfeccionado
el contrato? Repárese que no hay una plena conformidad de la aceptación con la oferta, desde que no hay
acuerdo sobre el lugar de cumplimiento y nada se dijo sobre la cantidad de las cosas a suministrar

b) Acuerdo sobre los elementos esenciales particulares

El código de Vélez no admitía los acuerdo parciales, al igual que la doctrina mayoritaria, ya que se aferraron a
la tesis de que la totalidad de las clausulas (esenciales o no) debían estar convenidas o integradas al tiempo de
cerrarse el contrato. El nuevo Código ha seguido otro camino y estableció:

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ARTÍCULO 982.- Acuerdo parcial. “Los acuerdos parciales de las partes concluyen el contrato si todas
ellas, con la formalidad que en su caso corresponda, expresan su consentimiento sobre los elementos
esenciales particulares…” (Primer párrafo)

Por lo tanto el Código prevé la existencia de “acuerdos parciales”, con aptitud para perfeccionar un
contrato, siempre que las partes prestan su consentimiento respecto de los “elementos esenciales particulares”.

Estos últimos son aquellos requisitos que deben concurrir, necesariamente, para que se configure un
contrato determinado o uno atípico. En el ejemplo, se asume que son elementos propios de ese suministro, la
indicación de la clase y calidad de las cosas a suministrar, los periodos de entrega, el precio a pagar y la
duración del suministro. Estando las partes de acuerdo con esos puntos, el contrato quedaría concluido.

Aunque para su cumplimiento se requiere todavía determinar la cantidad de cosas a suministrar y el


lugar de cumplimiento. ¿Cómo se integraran esas cláusulas al acuerdo parcial ya concluido?

Para ello el art 982 establece “En tal situación, el contrato queda integrado conforme a las reglas del
Capítulo 1.”(Seg. párrafo).

La remisión nos conduce a las “disposiciones generales” que definen al contrato negociado y los art
958 a 961 s, (efecto vinculante, facultad de los jueces, buena fe). Como son normas de carácter imperativo de
orden público y por ende indisponibles para esa especie, se entiende que la remisión es innecesaria.

Sin embargo, cobra sentido, respecto del art. 964 que se refiere a la integración del contrato. Teniendo
en cuenta su interpretación, el acuerdo se integra, además, de las normas indisponibles y por lo pactado en uso
de la autonomía privada, por las normas supletorias y por los usos y prácticas del lugar de celebración.

En nuestro ejemplo, la cuestión podrá resolverse por aplicación del 1178 debiendo medirse la cantidad
“según las necesidades normales del suministrado al tiempo de su celebración”; en cuanto el lugar de pago,
se cuenta con la regla del art 874 según el cual “si no se ha pactado el lugar de pago, debe hacerse en el
domicilio del deudor.”

Integra los acuerdos parciales


Derecho supletorio

c) Lo esencial y no esencial según el interés de las partes

Pero no siempre es fácil la integración de los acuerdos parciales, puede ocurrir que una clausula no
esencial particular, si lo sea para un aceptante concreto, al punto que se oponga a que esa cláusula se integre.
De allí que el art 982 ha establecido que “En la duda, el contrato se tiene por no concluido…”
(Tercer párrafo)
Si bien el campo de aplicación de los acuerdos parciales es el contrato negociado, en los que prevalece
la autonomía privada, entendemos que no debe considerarse concluido el contrato, solo en merito a los
acuerdos parciales logrados, si no hay conformidad respecto de una cláusula que, aunque no sea esencial, en

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abstracto, si lo sea para una de las partes del acuerdo. Teniendo presente que tampoco es posible la
intervención del juez para integrar el contrato porque no está autorizado a hacerlo.
Por lo tanto si hay si hay dudas sobre el carácter de la cláusula en desacuerdo, no hay contrato.

d) Renegociación

Aunque los acuerdos parciales, por alguna razón, no alcancen a perfeccionar un contrato definitivo, tienen un
gran valor jurídico, considerándolos enmarcados en proceso de formación progresiva del contrato. Así

1) Pueden ser reconocidos como tratativas preliminares.

2) Avanzando todavía más allá, puede ser calificado como contrato preparatorio o preliminar, que sirve para
identificar el contrato futuro.

3) Dejan abierto el camino a la renegociación por las partes, sea para modificarlos o integrarlos.

Puesto que no es esa la mejor solución, debe entenderse que la renegociación siempre es posible, sea por
invocación del principio de libertad contractual, sea por imperio de la autonomía privada.

e) La minuta o borrador (La punktation)

De acuerdo con el último párrafo del art 982“No se considera acuerdo parcial la extensión de una
minuta o de un borrador respecto de alguno de los elementos o de todos ellos”.
Durante el desarrollo de tratativas preliminares, las partes pueden, a medida que avanzan tales
tratativas, ir puntualizando por escrito en una nota o borrador, algunos aspectos sobre los que es posible, que
en el futuro puedan acordar o bien las preferencias de una de ellas o de ambas respecto del objeto del contrato
que tienen en mira celebrar.
Tales anotaciones o puntualizaciones (aunque se refieran a los elementos esenciales del futuro
contrato) no constituyen un “acuerdo parcial” en los términos del art 982. Determinar cuándo una minuta
constituye solo un aspecto de las tratativas y cuando alcanza el rango de acuerdo parcial, es una cuestión que
depende de las circunstancias de cada caso y en particular de interpretar las manifestaciones y declaraciones
de las partes.
Si de lo anotado surge que lo conversado, aunque este firmado por los tratantes, deberá ser ratificado
en un acuerdo posterior o si se supedita su validez al otorgamiento de un documento allí especificado, es claro
que no podrá admitirse que aquellas anotaciones constituyen un acuerdo parcial. No obstante, la minuta cobra
importancia como prueba de la existencia de las tratativas que podrá ser usada como soporte de un reclamo de
indemnización por responsabilidad precontractual, si se dieran sus presupuestos.

1) PERFECCIONAMIENTO DEL CONTRATO

Planteo del problema ¿en qué momento queda perfeccionado el contrato?

En una primera aproximación, el contrato se entiende perfeccionado en el momento en que la oferta es


aceptada por el destinatario. Pero con esa respuesta no está resuelto el problema, porque durante el proceso de
elaboración de la aceptación, es posible distinguir cuatro pasos: declaración o exteriorización, expedición,
recepción y conocimiento. Esto abre un segundo interrogante, ¿En cuál de estos cuatros momentos se debe
tener por aceptada la oferta?

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a) Aceptación inmediata e instantánea (entre presentes):

La doctrina distingue los contratos entre presentes y ausentes. En los primeros, se entendió que el problema
quedaba diluido porque las partes, por hipótesis presentes frente a frente, expresaban sus declaraciones
sucesivas en el mismo acto de manera que allí, el contrato quedaba perfeccionado.

En el marco del nuevo código, la solución sigue siendo la misma, aunque cabe hacer las siguientes
observaciones.

1) El criterio de distinción de los contratos entre presentes y entre ausentes, basado en la distancia territorial,
ha disminuido su importancia; en segundo lugar ha cobrado relevancia el criterio que toma en cuenta la forma
o el medio de comunicación empleado. Si las partes están presentes en el mismo lugar, es obvio que el
contrato se perfecciona allí, por el intercambio de manifestaciones, sean o no declaraciones, y cualquiera sea
el medio empleado para expresarse.

2) Cuando las partes se encuentren en distintos lugares dentro del territorio argentino, el contrato podrá ser
considerado como celebrado “entre presentes” si utilizan un medio de comunicación instantánea, salvo que de
los términos empleados para formular la oferta, resulte que el oferente admite que la respuesta pueda ser hecha
dentro de un plazo por lo que no requiere una respuesta inmediata.

3) Por lo tanto, si el oferente ha requerido una respuesta inmediata, dice el art 980 que “la aceptación
perfecciona el contrato: a) entre presentes, cuando sea manifestada”. La hipótesis a considerar es aquella en
que los contratantes están presentes o emplearon un medio de comunicación instantáneo y el destinatario de la
oferta debe responder de inmediato. Lo que implica que la “manifestación” de la aceptación sea, por fuerza
recibida, o si quiere, conocida por el oferente, acto seguido de ser manifestada.

III) Aceptación diferida (entre ausentes): la cuestión es distinta cuando la aceptabilidad no es


inmediata. ¿Cuándo debe entenderse formado el contrato? El problema consiste en determinar el lugar y el
tiempo de formación de los contratos. Este problema se presenta cuando entre la oferta y la aceptación se
intercala un tiempo jurídicamente relevante; no interesa si las partes se encuentran físicamente distantes
porque lo que tipifica a un contrato “entre ausentes” es que la oferta se integre con la aceptación después de
transcurrido un tiempo relevante para el derecho.
Importancia práctica:
Determinar el lugar y tiempo de celebración, tiene importancia practica por la siguientes razones..
1) El lugar de celebración puede influir sobre la competencia y sobre cuál es el derecho aplicable, pudiendo
presentarse incluso, una cuestión de derecho internacional privado, si oferente y aceptante están separados por
fronteras que separan países.
2) El tiempo, influye sobre el momento inicial de la prescripción de las acciones nacidas del contrato y
sobre la determinación de la ley aplicable, en caso de cambio de legislación.
Lorenzetti. En este caso el contrato quedará concluido si la comunicación de aceptación de la oferta, tal como
fue formulada, es recibida por el emisor de la oferta durante el plazo de vigencia de ésta.

Distintas teorías: en doctrina se trata de resolver el problema mediante diversas teorías.

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 Teoría de la declaración: el contrato queda perfeccionado en el momento y lugar en que la
voluntad del aceptante se exterioriza. Supóngase, que, formulada una oferta, el destinatario; la recibe, la
examina y se manifiesta a favor de la aceptación; ese sólo hecho cierra el contrato, aunque esa manifestación
no salga de la esfera del aceptante. No es necesario, que el oferente reciba la aceptación de la otra parte.

 Teoría de la información o del conocimiento: el contrato se considera concluido en el mismo


momento y lugar en que el oferente toma conocimiento de la aceptación. Solo cuando el oferente tiene
conocimiento se puede decir que existe un verdadero acuerdo de voluntades. De lo contrario si se admite la
tesis de la declaración implica obligar, a quien formulo la oferta, a cumplir con las obligaciones, o a realizar
preparativos para cumplir, desconociendo si han sido o no aceptadas sus propuestas.

 Teoría de la expedición: el contrato queda concluido cuando el destinatario de la oferta


despacha o remite la aceptación al proponente. Entonces, basta con que el aceptante remita la aceptación, sin
necesidad de esperar que el oferente tome conocimiento de la aceptación. Se considera que exigir que la
declaración del aceptante sea conocida por la otra parte constituiría un despropósito, ya que ¿Cómo se sabrá si
esta ha sido receptada y conocida por el oferente? Sería necesaria una notificación del oferente hacia al
aceptante, haciéndole saber que recibió y acepta su declaración; después, una nueva notificación del aceptante
al oferente y así sucesivamente, lo cual sería notoriamente impracticable.

 Teoría de la recepción: el contrato se consuma cuando el destinatario de la oferta remite la


aceptación y está es receptada por el oferente, sin que sea menester que, además, tome conocimiento directo y
personas de la aceptación. Basta la recepción de la aceptación.

La cuestión en el nuevo Código Civil y Comercial


Adopto el principio de la recepción porque supera los problemas interpretativos que daban lugar los textos del
código derogado. Así queda establecido en el art 971 al afirma que “los contratos se concluyen con la
recepción de la aceptación de la oferta”.
La aceptación produce su efecto principal desde que es receptada por el oferente. Solo desde el momento en
que el proponente conoce o, mejor aún, desde que está en condiciones de conocer que su oferta ha sido
aceptada ya sea porque la información era ya accesible para él, por encontrarse a su disposición por alguna vía
de comunicación idónea., a partir de ello se puede decir que se ha formado la voluntad común de cerrar el
contrato.
Con respecto a los contratos internacionales cabe tener presente que, según las disposiciones del nuevo
Código, el momento de perfeccionamiento de esa clase de contratos, cuando sean calificados “...Entre
ausentes se rige por la ley del lugar del cual parte la oferta aceptada”

a) Alcances del principio de recepción: se aplica


1) A la formación del contrato, en virtud de los art 971 y 980 inc b).
2) Al perfeccionamiento de la oferta como acto unilateral, desde que por generalización y analogía, se puede
concluir que la vigencia de la oferta comienza a correr “desde la fecha de su recepción”.
3) Al retiro de la oferta de la propuesta surte efectos si la comunicación de su retiro “es recibida por el
destinatario”
4) A la aceptación, que produce su principal efecto cuando es receptada por el oferente.
5) A la retractación de la aceptación que sólo es válida si la comunicación de su retiro “es recibida por el
destinatario antes o al mismo tiempo que ella” (art 981)

II) Que se entiende por recepción:


Art 983.- Recepción de la manifestación de la voluntad. A los fines de este Capítulo se considera que la
manifestación de voluntad de una parte es recibida por la otra cuando ésta la conoce o debió conocerla,

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trátese de comunicación verbal, de recepción en su domicilio de un instrumento pertinente, o de otro modo
útil.
Es más razonable y lógico pensar que una declaración se entiende receptada o recibida a partir del momento
en que entra en la esfera propia del destinatario, de manera que sólo de él dependa conocer o no la
declaración de que se trate. Por ejemplo no es necesario que la carta se entregada en persona sino que basta
con que la carta se la deposite en su buzón o se entregue en su domicilio u oficina.
También la doctrina tiene establecido que la declaración se entenderá recibida, aunque no llegue a
conocimiento efectivo del destinatario, si este se hallare aun momentáneamente, en imposibilidad de conocerla
sea por ausencia, enfermedad, embriaguez, porque sea analfabeto o por cualquier otra causa que no depende
de quién remitió la declaración.

Síntesis del perfeccionamiento del contrato

a) Aceptación inmediata e instantánea Cuando la aceptación es manifestada


(entre presentes) El contrato se
perfecciona
Comunicación de la aceptación es recibida por el emisor de la
b) Aceptación diferida (entre ausentes) oferta durante el plazo de vigencia de ésta

c) Distintas teorías
t. de la declaración Voluntad del destinatario se exterioriza

t. de la información Oferente toma conocimiento de la aceptación

t. de la expedición Destinatario remite la aceptación

Oferente recepta aceptación


Adoptada por CCyC
T. de la recepción (conoce o debía conocer que su
oferta fue aceptada)

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