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Ensayo a la obra "Historia del siglo XX", de Eric Hobsbawm.

El final de la segunda guerra mundial no da tiempo a que la población


universal pueda digerir un nuevo conflicto que acontece a continuación.
Es la guerra fría entre las dos superpotencias: los Estados Unidos y la
URSS. Y sería este nuevo ambiente belicoso el que transformaría, a partir
de 1945, todo el emplazamiento internacional. Así, la gente vivía de nuevo
atemorizada no solo por el horror que provocaba la guerra, sino también
por la aparición de nuevos elementos que podrían desequilibrar la balanza
a un lado o a otro: las armas químicas. Pero era un conflicto diferente.
Ambas potencias no se enfrentaban entre sí. Habían aceptado los marcos
territoriales establecidos tras la segunda guerra mundial. Estaba clara la
división mundial: los Estados Unidos controlaban todo el mundo
capitalista; mientrás que la URSS hacía lo propio en el mundo comunista.
Sin embargo, las zonas donde se observó de forma más nítida el conflicto,
fue en aquellas donde no se veía una clara dirección política o económica.
Y aquí es donde actuaron para ganar aliados, pero también para
demostrar al enemigo su fuerza y poder. En general, la guerra fría se
mantuvo en una coexistencia pacífica en las primeras décadas. Era una
continua amenaza que nunca llegaba a cumplirse. Era una confianza
mutua entre ellas, pero que el mundo civil desconocía.

Resulta evidente que la URSS no suponía ningún peligro hacia los


Estados Unidos. La situación económica de la URSS tras la guerra era
pésima. Por tanto, la única dirección de la URSS era la defensiva. Y así, la
postura de los Estados Unidos sería una política de retracción y de
contención al enemigo ruso. El temor de los Estados Unidos no tenía
sentido; en cambio, el de la URSS, sí. La repuesta a la pregunta es que el
mantenimiento de un peligro exterior que amenazase a los Estados
Unidos era idóneo para demostrar al mundo entero lo poderoso que eran
los Estados Unidos. De esta manera, se podía mantener la supremacía real
de los Estados Unidos.
La guerra fría dio lugar a una serie de consecuencias que supusieron
una nueva era.

1.- Aparecieron movimientos internacionales que reivindicaban la paz


fruto de las situaciones constantes de guerra que se daban en todo el
mundo desde principios del siglo XX.
2.- Se creó un nuevo mundo partido en dos: quienes apoyaban a los
Estados Unidos y se cosideraban capitalistas; y quienes seguían el
comunismo y se apoyaban en la URSS.
3.- Otra gran consecuencia fue la creación de la Unión Europea, creada
contra la amenaza soviética por los Estados Unidos, pero también contra
estos.
4.- También los Estados Unidos decidieron crear un plan de recuperación
económica para los países europeos y, así, poder hacer frente al
comunismo. Era el plan Marshall.
5.- Pero por encima de todo esto, lo más importante fue que hacia 1960 el
mundo entero se estabilizó mediante un acuerdo entre los dos grandes
estados. Era la “distensión” entre las dos grandes potencias. Y es que se
limitó el control de armas nucleares y se dieron contactos comerciales
entre ellas. Parecía una situación favorable para superar la crisis. Pero
en 1973, la crisis energética provocó de nuevo serios problemas. Sin
embargo, el gran problema fue otro: las revoluciones de la década de los
setenta, principalmente en el tercer mundo, hizo que ambas potencias
trasladasen su lucha allí. Pero el hecho de que la URSS se intentara creer a
sí misma como una superpotencia, fue su perdición.

La guerra fría acabó cuando Gorbachov lo anunció a todo Occidente,


utilizado desde Estados Unidos como un gran triunfo por su parte contra
el comunismo. Pero la caída de la URSS no fue por el acoso de su enemigo,
sino por las grandes deficiencias económicas de un sistema inflexible,
atrasado y poco dinámico. El panorama internacional concluyente fue: fin
total de conflictos, la tarea de solucionar la situación de algunos países y
una presencia muy alta de armas.
La guerra fría no fue solo una guerra más, sino que fue el fin del
principio de una nueva era. Una nueva época que presentaba grandes
cambios en la economía mundial. Hacia los años cincuenta, comienza a
aparecer un nuevo concepto que se da básicamente en la zona
desarrollada y capitalista: “la edad de oro”. Fue un fenómeno más
evidente en el capitalismo que en el socialismo, pero de todos modos fue
un hecho de ámbito mundial. Fueron tres décadas de aumento de la
población mundial y de la producción, y de gran expansión industrial. La
economía internacional crecía de una forma inimaginable. Pero esto
tendría su contrapartida, que sería la contaminación y el deterioro
ecológico fruto de la actividad humana sobre el medio ambiente. Esto se
debió a la creación constante de fábricas, el consumo de energías como el
carbón y el petróleo,... que provocó una explosión económica sin
parangón, pero también una modificación del espacio natural. Toda esta
situación estaba consolidando un nuevo modelo de sociedad en el que la
gente, o por lo menos la clase media, podía vivir bien: tener coche, poder
ir de vacaciones y tener nevera, teléfono,... Era el estado de bienestar. Un
bienestar que no acogía a la población mundial, pero sí a los sectores
centrales de la población. Pero este bienestar no podía darse sin una
revolución tecnológica, que se encargaría de hacer más cómoda la vida del
ciudadano, pero también de hacer más daño al medio natural. Para el
capitalismo, su deseo era tener una alta producción que fuera absorvida
por el ser humano como comprador. El capitalismo superó la crisis por su
flexibilidad y dinamismo; al contrario que el comunismo. De este modo,
consiguió una economía mixta basada en la planificación estatal y el
incremento de la demanda, a la vez que una mayor división del trabajo
que condujo al aumento de la producción de la economía mundial. Este
sistema económico había aprendido de los errores del pasado, por lo que
creció como una amalgama entre mercado e intervención estatal. Pero
también se reformó por la necesidad política del avance comunista hacia
el oeste. Y es que el comunismo era el gran obstáculo y temor de la
economía capitalista.

Pero era el capitalismo un modelo cuya supervivencia estaba llegando


a su fin. El pleno empleo en el que habían vivido varias generaciones
estaba agotado, la productividad decaía y la inflación cada vez era más
alta. A partir de 1973, acaban esos años dorados, que dan una nueva
etapa de crisis y revolución social. Pero, ¿qué grandes acontecimientos
ocurrieron?

1.- Un primer acontecimiento importante es la desaparición del


campesinado, no solo en países industrializados, que sería algo normal;
sino también en zonas de América Latina y Oriente Próximo donde la base
principal de subsistencia era la agricultura. Ahí radicaba lo paradójico del
proceso. Y es que esta reducción de mano de obra campesina fue a causa
de la revolución agrícola (mecanización de la agricultura), que también
llegó al tercer mundo. La diferencia radicaba en que en el mundo rico se
consiguió una gran productividad y, por tanto, una exportación de los
productos agrícolas de estos países a la economía mundial; mientras que
los países subdesarrollados no pudieron exportar sus excedentes porque
el mercado mundial estaba monopolizado por el mundo industrializado. Es
decir, los países pobres no podían competir contra los países ricos.

2.- Otro proceso paralelo al éxodo rural fue una gran urbanización debido
a la marcha de la población del campo a la ciudad. Aparece ahora la “gran
ciudad”, interconectada con las demás ciudades gracias al auge del
transporte público. También aparecen estas grandes ciudades en el tercer
mundo, como Shanghai y El Cairo, que eran auténticas aglomeraciones
urbanas donde había un mal transporte público y una pésima
estructuración de la ciudad. Importante fue también la explosión de
estudios universitarios en países como Italia, Francia,... Las familias que se
lo podían permitir, no dudaban en dar ese tipo de educación a sus hijos
para que tuvieran un futuro más prometedor. Además, la expansión
económica permitió que familias no acomodadas pudieran ofrecer a sus
hijos también una educación. También aparecieron los campus
universitarios, que no sólo eran centros de estudio, sino también de
movilización política en una época de expresión nacional frente a las
injusticias sociales. De ahí las revoluciones de 1968 que demostraron un
descontento en una juventud universitaria de izquierda radical. Era una
juventud que empezaba a entender las cosas y hace manifestaciones,
pintadas, asambleas,... Sin embargo, este radicalismo político era una
minoría. Respecto a la situación del mundo obrero, no mostró cambios
hasta la década de los ochenta cuando empezó a descender.

3.- El hecho de que muchas industrias desaparecieran, que otras


emigraran a nuevos países, y la llegada de las máquinas automáticas,
provocó un paro masivo entre los obreros. Esto modificó la vida de los
obreros, acostumbrados tanto tiempo a la sociedad del pleno empleo y de
consumo. La clase obrera se había acostumbrado a una mejor vida que la
de sus padres, ya que no habían conocido las crisis de conciencia obreras
del siglo XIX. Además, la crisis económica de los años setenta dio una
mayor desigualdad en los obreros, que provocó la marcha de los más
cualificados a la periferia donde ahora estaban las industrias; y la aparición
de guetos donde se concentraban los demás obreros y un alto nivel de
inmigración, con sus esperados conflictos.

4.- Y otro hecho importante de la revolución social fue el gran papel que
jugó la mujer en el sector terciario. Pero lo relevante de este proceso fue
la aparición de los movimientos feministas en las tres décadas posteriores
a los años cincuenta, que dieron lugar a que se convirtiera en una gran
fuerza política. En el tercer mundo, ella mantuvo un papel subordinado al
del varón; y en el mundo socialista, formó parte de la población asalariada
pero no creó movimientos feministas. Pero el mundo capitalista sí
desarrolló movimientos feministas que reivindicaban la igualdad de
género en todos los ámbitos. Además, a partir de 1945, la presencia de la
mujer en el trabajo es cada vez mayor, como una declaración de su
independencia frente al hombre, pero que se convierte en el tiempo en
una forma de llegar a fin de mes. Pero además de una revolución social,
también la hubo en el plano cultural. La típica familia occidental y
tradicional estaba en transformación, por lo menos en las zonas más
desarrolladas. Y es que acontecían cambios de fuerte repercusión en la
conducta social. Era una época distinta a las anteriores en la que surge
una nueva fuerza que indica un profundo cambio: era la nueva sociedad
joven. Era una juventud que presentaba notables diferencias con
anteriores generaciones y que, además, se presentaba como un grupo
social independiente. Llevaron a cabo una labor política radical a través de
manifestaciones estudiantiles. Pero también una labor cultural, pues
simbolizaron la música rock como una forma de expresar sus indecisiones
y pretensiones. En definitiva, el joven era un nuevo agente social que
tomaba conciencia propia de sí mismo.

Sin duda, el hecho más importante del siglo XX fue la explosión


demográfica que ocurrió en los países det tercer mundo. En teoría, todos
los países debían pasar por tres etapas demográficas que concluían con
una estabilización de su población. En ella, la natalidad y la mortalidad
eran bajas. Pero hacia el siglo XXI, esto aún no ha ocurrido en los países
pobres, lo cual explica su pobreza y la gran desigualdad entre países ricos
y pobres. Otro factor de inestabilidad fue que, a partir de 1945, muchos
países descolonizados en África y Asia estuvieron gobernados por
regímenes militares. Así, el panorama internacional se presentaba con dos
grandes potencias durante la guerra fría; junto con un gran número de
países pobres en los cuales había regímenes militares y que en verdad
eran marionetas que manejaban la URSS y los EEUU. Este tipo de
gobiernos respondía a la inseguridad del entorno y pretendían establecer
seguridad y estabilidad en sus propios países. Muchos de estos países,
pero también los de América Latina, intentarían buscar una vía basada en
la industrialización y la organización estatal del mercado. Se veía que estos
países querían nuevas vías de desarrollo y mejora. Todo esto dependería
de la situación de cada país y del grado de cualificación de sus hombres
para tales tareas. Sin embargo, muchos de estos países continuaron
manteniendo la agricultura como único medio de supervivencia, y
siguiendo apartados así de sus estados. Pero esto no les marginó de lo que
fue la gran expansión económica mundial, que de una forma u otra les
llegó, y que además dio lugar a una división de la población entre los que
sabían leer y los analfabetos. Era la diferencia entre tener estudios o no.
Quienes se permitían el lujo de estudiar, tenían un empleo asegurado. La
ciudad era el futuro, y el único destino para muchos. La ciudad era
modernidad, y lo moderno era oportunidad. Y la oportunidad también se
veía en el campo, pues los campesinos querían una reforma agraria que
solucionase sus problemas. Y la máxima de esta reforma era conseguir la
igualdad entre los campesinos. El nombre que recibieron todos estos
países de África, Asia y América Latina era el de “tercer mundo”. Eran
sociedades pobres y poco desarrolladas. Dentro de este mundo, habían
regiones involucradas en la guerra fría, regiones ausentes en esa guerra
pero con conflictos entre ellas (Próximo Oriente,...) y regiones pacíficas
como América Latina. Y ante tal disparidad de situaciones, quedaba claro
que el tercer mundo era un nombre poco adecuado para unos países tan
heterogéneos entre ellos. Pero fue el factor del desarrollo económico el
que provocó la división. En los años setenta, la nacionalización del
petróleo por los países de la OPEP, los procesos de reciente
industrialización y el traslado de la producción a los países pobres
(globalización de la economía); dio lugar a un desarrollo económico muy
diferenciado entre estos países. Pero esta globalización no podemos
entenderla sólo en términos económicos, sino también en términos
sociales. Y es que toda la población entró en el mundo moderno. La ciudad
y el campo se hicieron uno por que esa modernidad también llegó al
campo a través de la revolución verde. La ciudad tuvo un papel
fundamental y logró que el campo no se abandonase totalmente a pesar
de la gran emigración que estaba dándose.

El mundo socialista, por otra parte, era autosuficiente en todos los


sentidos. Los contactos entre capitalismo y comunismo eran mínimos, a
pesar de la gran revolución que se había dado en los transportes y en las
comunicaciones. La política fue un gran elemento de separación entre los
dos mundos. Así, el comunismo, tuvo que emprender una política de
fuerte modernización para poder convertir a todos los países atrasados en
avanzados, y todo por medio de una gran planificación estatal y rápida
industrialización.

En 1918 dominaba en la URSS un comunismo de guerra en el cual


gestión y propiedad eran públicas, por lo que pronto se derrumbaría; pero
en el período de entreguerras, Lenin estableció la Nueva Política
Económica, basada en la rápida industrialización por parte del Estado.
Pero este sistema no fue muy eficaz: era como el pez que se muerde la
cola. Así, el pueblo trabajaba mucho pero no tenía productos para
comprar. Pero con Stalin todo cambiaría, estableciendo en los años trenta
una economía planificada basada en el modelo de la industria pesada, y
que convirtió en pocos años a la URSS en una economía industrial. Todo
esto generó un alto nivel de consumo, y de presencia de servicios mínimos
como la educación, la sanidad,... Pero este triunfo no se trasladó al campo,
donde la colectivización fue un desastre para los campesinos. Tanto, que
la URSS tuvo que alimentar a su población con cereales importados. Esto
era la consecuencia de un sistema económico inflexible y basado, sobre
todo, en industrializar el país. Y el mayor problema radicaba, sin duda, en
que las demás economías socialistas del mundo imitaron el modelo
soviético por que pensaban que era el más idóneo y eficaz. Pero esta
centralización también llegó a la política, y su forma física fue la presencia
del partido único que llevaba todas las riendas del poder y de la economía.
Un partido totalmente centralista; un sistema sin oportunidad a la
democracia ni al debate político. El poder estaba por encima de todo, era
una dictadura. Pero su presencia no era nada extraño en un régimen en el
cual había sólo un partido que monopolizaba todo el poder, y donde había
una economía dirigida por el Estado en la cual no existía ni el mercado ni
los precios. El camino de la URSS nunca fue el de mejorar la sociedad, sino
el de conseguir un control total en la Unión Soviética. Y así lo hizo Stalin,
pues para él todo estaba permitido con tal de permanecer en el poder. La
política de Stalin fue la de llevar un terror al máximo y acabar con
cualquiera que fuera en su contra. A su muerte, las cosas no cambiaron;
por lo que seguía habiendo un poder absoluto y ausencia de libertad. El
sistema soviético controló la vida de las personas, pero también guió su
pensamiento por medio de la educación y de la propaganda. El control
sobre el ciudadano era total: estaba apartado de la política, y encima los
intelectuales no podían expresar sus ideas Tras la segunda guerra mundial,
aparecen en el este europeo regímenes comunistas según el ideal
soviético; aunque también en Cuba y en China. Allí encontramos sistemas
políticos muy autoritarios y monopartidistas, sistemas económicos
fuertemente centralizados y una “divinización al gobernador”. De esta
forma, se consolidó el bloque liderado por la URSS. Sin embargo, durante
toda la supervivencia del bloque, se dieron tensiones dentro de los
Estados que fueron reprimidas por la URSS. Fueron los años sesenta los
más difíciles para la Unión Soviética, pues se dieron fuertes presiones de
todo el bloque comunista en demanda de una liberalización económica,
política e intelectual. La situación era cada vez más peligrosa, y la URSS lo
sabía.

En los años noventa, quedó clara una crisis del sistema capitalista. Una
crisis que no podía solucionar el Estado por que había perdido su
prerrogativa sobre la economía. La única alternativa era un mercado libre
de restricciones. Con esto, se enfrentaban los keynesianos de la edad de
oro que mantenían la intervención estatal, el pleno empleo y el estado de
bienestar; y la nueva tendencia: los neoliberales, que negaban la
intervención estatal y reclamaban una mejor distribución de la riqueza. La
vieja economía de la edad dorada llegaba a su fin debido al gran mercado
mundial; y con esto, a finales de los ochenta, los neoliberales se hicieron
con gran parte de las economías capitalistas. Pero el neoliberalismo
tampoco era la alternativa que, a principios de los noventa, salvaría al
mundo occidental. La economía mundial estaba en crisis, y la causa
fundamental era la revolución tecnológica que se globalizó increíblemente
y tuvo malas consecuencias. Así, hubo una gran reducción del empleo,
pues las máquinas hacían el trabajo del hombre más rápido y de forma
más eficaz. Y es que, además, la economía de mercado era incapaz de
generar puestos de trabajo para los que estaban en el paro. Este era el
verdadero problema, pues la gente ya no confiaba en ese pleno empleo y
veía amenazada su supervivencia. Era una inseguridad general que se hizo
eco en la política, con el surgimiento de nuevas tendencias y movimientos.
Estos nuevos partidos mezclaban populismo, liderazgo, racismo, y lo más
importante, un rechazo total a la vieja política de las elites. Pero los veinte
años posteriores a la crisis del 1973 también afectaron al mundo
socialista. El sistema económico y político del mundo soviético estaba en
una verdadera crisis, de igual forma que lo estaba el mundo occidental
fruto de la economía globalizada. El objetivo del comunismo era su
supervivencia, pero no lo consiguió. En cambio, el capitalismo era mucho
más flexible, y se mantuvo en el mundo.

En el tercer mundo, la crisis no pasó de largo. Es cierto que no


podemos generalizar en unos territorios tan distintos entre ellos; pero si
tuvieron una característica en común, fue la gran deuda externa. Los
países ricos prestamistas sabían que los países deudores no podrían saldar
sus cuentas. En los años de crisis, muchos países ricos perdonarían las
deudas a gran parte del tercer mundo. Pero estos países ricos supieron
jugar bien con esas zonas, pues aprovecharon el turismo masivo y los
“offshore” para beneficiarse. En estos momentos, el hueco entre países
ricos y pobres era cada vez mayor. Y el último elemento que cabe destacar
en las décadas de crisis fue la fragmentación de la nación. Esto se dio a
causa de la globalización, que acabó con las grandes potencias, y reforzó el
papel de las multinacionales, los grandes mercados,... El estado cedió sus
poderes a manos privadas, y además se tendió a la división interna de las
propias naciones con el surgimiento de movimientos separatistas. La
esencia de estas nuevas naciones era la política de identidad, la identidad
del grupo. A raíz de esto, aparecerán poderes internacionales como la
ONU y la UE encargadas de superar los momentos de crisis globales. Tras
1945, y durante la guerra fría, el tercer mundo fue un polvorín de guerra
muy activo. El capitalismo, por un lado; y el comunismo, por el otro,
intentaron ganarse la confianza de estos estados revolucionarios para
mantener su propio sistema en el exterior. Sin duda, la lucha
revolucionaria estuvo caracterizada por la guerra de guerrillas. Unas
guerrillas que lo que intentaban era mejorar el país por medio de la
revolución social. Y además, la gran mayoría de países rebeldes seguían la
línea de la izquierda radical y revolucionaria. Sin embargo, esas
revoluciones no sólo se llevaban a cabo en el campo; sino que también
existían guerrillas urbanas que utilizaban los grandes asesinatos y la
publicidad en las ciudades. Pero hacia los años sesenta, sobre todo en
América Latina, aparecen dictaduras de derecha que presentaban una
tremenda represión sobre las personas de esos países. Es obvio que este
tipo de actos no tenían sentido en el mundo desarrollado, donde las cosas
ya estaban en orden. Sin embargo, en muchas ciudades aparecen jóvenes
e intelectuales que se manifiestan culturalmente siguiendo los ideales de
las revoluciones tercermundistas. Y esa creencia de liberación del tercer
mundo atrajó a muchos teóricos del primer mundo. Las oleadas
revolucionarias estudiantiles de principios de los setenta demostraron que
querían cambios. Estos jóvenes pertenecían a lugares comunes como las
universidades desde las cuales se organizaban. Y además, los medios de
comunicación estaban a su alcanze para expresar sus ideas y mostrar su
insatisfacción en el plano cultural. No era una revolución contra el poder,
sino un rechazo a todo aquello anterior a su generación. Con todo esto, no
era difícil que muchos de estos movimientos acabaran politizándose y
respondiendo a unas tendencias u otras. Y esta mezcla de política y
cultura fue fatal, dando lugar al surgimiento de pequeños grupos violentos
en todo el mundo. Actuaban independientemente de sus gobiernos, eran
las “guerras sucias”. Donde más se dieron fue en América Latina, y donde
menos en el mundo socialista. La revolución mundial sufrió un gran
debilitamiento a partir de los años setenta. Y es que la revolución ya sólo
se encontraba en las zonas del tercer mundo. La revolución en el viejo
mundo llegó a su fin por que ya no había quien la alimentara, pues el
movimiento internacional de la URSS desapareció. Pero en los inicios de
los setenta también se darían nuevas oleadas de revoluciones sobre todo
en el tercer mundo. Y es que en África los países siguieron una línea
socialista para lograr su independencia de los grandes estados
colonialistas. EEUU vió amenazada su integridad a consecuencia de ese
avance comunista mundial. Con esto llegaría la “segunda guerra fría”, que
se libraría en los territorios tercermundistas por estos dos poderes en
busca de los mayores aliados. A partir de este momento, un cambio
fundamental fue que las siguientes revoluciones serían movilizaciones
étnicas y, en algunos casos, bajo el fundamentalismo religioso. Y además,
otro aspecto de estas revueltas fue que ya no nacían del pueblo, sino que
se daban desde arriba por medio de golpes militares. Sin embargo,
a finales del siglo XX las masas adquirieron un papel importantísimo. Estas
masas no tenían un apoyo político para actuar, pero lo importante en ellas
era que suponían una nueva fuerza de presión y crítica hacia los poderes
de sus países. Eran una nueva forma de conciencia. Pero la amenaza
soviética fue sólo una ilusión para los estadounidenses, pues a finales de
los ochenta, lo que se hacía llamar el “socialismo realmente existente”,
tocó fondo. Las exportaciones eran mínimas, la esperanza de vida
bajísima, y el sistema político estaba monopolizado por unos cuadros
incompetentes que sólo perseguían sus beneficios. El socialismo de los
años setenta estaba muy integrado en el mercado global, por lo que la
crisis económica le golpeó directamente. Sin embargo, la URSS salió en
principio muy beneficiada tras 1973 ya que ella era una productora de
petróleo muy importante. Pero el dinero que obtenía de ahí no fue
utilizado para lo que de verdad era necesario en ese momento: las
reformas económicas; por lo que el socialismo entró en su última década.
En esta última etapa, la URSS cada vez tenía menos apoyo dentro de su
propia confederación, y además iba perdiendo legitimación. Polonia fue
sin duda el país más atrevido, y mediante Solidaridad demostró que los
soviéticos ya no podían pararles los pies. La llegada de Gorbachov
modificó la situación. Los cambios no podían venir desde abajo por que el
pueblo aceptaba el régimen. Y es que el pueblo había nacido en el
comunismo, y vivía aislado de cualquier cosa que ocurriera en occidente.
La reforma sólo podía venir desde arriba, desde el estado soviético. Y para
ello, Gorbachov planteó una reforma económica, política y constitucional.
Era la perestroika y la glasnost. La reforma constitucional se basaba en un
estado democrático-constitucional. La glasnost suponía el fin de la
autoridad suprema del partido, y Gorbachov lo consiguió estableciendo
todo el poder en el estado. Con esto, empezaron a aparecer los primeros
frentes nacionalistas en algunos países de la URSS. En cuanto a la reforma
económica, presentaba un sin fin de dudas: se buscaba una economía dual
de socialismo y capitalismo, pero la perestroika no planteaba nuevas
alternativas. Pero la economía estaba tan estancada que cualquier otra
cosa era favorable. Con la llegada de Yeltsin, se daría la fragmentación
total de la Unión Soviética en 1991, tanto en el plano económico donde
dejó de haber una economía nacional, como en el plano político ya que se
puso fin al Pacto de Varsovia. Gran parte de estos países continuaron con
regímenes comunistas, pero ni los que gobernaban ni los gobernados
creían ya en ese sistema. Por eso, pronto empezaron a darse
manifestaciones de los intelectuales para acabar con esos regímenes
débiles y que opusieron poca resistencia en general. Esos personajes
serían los que se hicieran con el poder. Sin embargo, la nueva libertad
tuvo poca duración, pues el poder volvió a los de siempre. El estado
soviético desapareció por la fragmentación de un poder central que era la
arteria de la URSS. Tras esto, la idea era establecer una economía cien por
cien libre. Y ese era el verdadero problema: el no saber como hacerlo en la
práctica, pues no había habido otro sistema más que el controlado por el
estado.

El fin de la URSS fue más económico que político. Pero también el


elemento político fue importante, pues preparó la ruptura de todos los
países y su posterior declaración de independencia. El fin de la URSS no
sólo fue el fin de una superpotencia, sino también la consolidación de una
región inestable, conflictiva y violenta.En definitiva, el comunismo no fue
un sentimiento sentido por todo el pueblo, sino sólo una manera de la
elite para especificar su poder. La ideología del comunismo no existía de la
manera que lo tradujo Marx. El socialismo fue, pues, el arma que acabó
con sí mismo. Este sistema se estableció para mejorar la situación de
todos los trabajadores, pero el mismo sistema se volvió contra ellos, y esto
dio su derrumbamiento. Pero el comunismo chino sobrevivió. Y sobrevivió
por que, a diferencia de la URSS, allí la gente sí creía en su sistema como
un modelo mundial. Además el comunismo pudo triunfar a causa de la
gran pobreza de los chinos. Y el elemento nacional fue sin duda el
principal factor de la revolución. En 1949, se estableció un gobierno
comunista en China bajo la doctrina leninista. Se planificaría un desarrollo
industrial, junto a la colectivización de la vida campesina. Mao impusó un
modelo autocrático en el cual sólo él tomaba las decisiones, fue una
dictadura personal. Con él aumentó la producción de cereales, la
esperanza de vida, la escolarización y la industrialización. Si Mao continuó
en el poder, fue por la gran revolución cultural que acabó con todo tipo de
disidencias politicas e intelectuales. En cualquier contexto político, social,
económico y cultural, es importante analizar el concepto del arte por que
se vincula mucho a estos aspectos. Pero el momento histórico que
nosotros estudiamos, como son los años posteriores a 1945, es una etapa
en la que la concepción del arte se modifica de forma radical. Y ese
cambio se da por un elemento fundamental: la revolución de la
tecnología. La radio, el disco, la televisión, el vídeo,... fueron nuevos
elementos que revolucionaron la sociedad y los modos de vivir de las
personas del mundo desarrollado. El centro del arte se estableció en
Nueva York, algo normal siendo EEUU la primera potencia mundial. Allí
llego el estilo internacional con edificios increíbles. También Gran Bretaña
ofreció arquitectos de vanguardia. En la URSS, el arte estuvo sujeto a la
fuerte ideología y ortodoxia del régimen. Y es que además los artistas e
intelectuales soviéticos odiaban el sistema y a quienes lo llevaban, por lo
que no mostraban su capacidad creativa y libre. En China pasó igual con la
revolución cultural, mediante una campaña contra la cultura, la sabiduría
y la educación. Pero en cambio, en la Europa oriental socialista, hubo una
buena producción cinematográfica. En estos países comunistas, los
artistas hacían su labor por que la sociedad les necesitaba. Ellos eran los
únicos que podían expresar la insatisfacción del pueblo en conjunto. Y es
que el arte, es y era eso, un modo de expresar la libertad de todo un
pueblo contra lo que les reprimía. También hubo un importante negocio
en el arte. Mucho países invertían más recursos públicos y privados en el
arte. Además, en ese momento, la gente se dio cuenta del dinero que
podía obtenerse invirtiendo en el arte. Y así se hizo; y a principios de los
noventa el arte especulativo entró en crisis. Otro fenómeno que se dio en
este período fue la segregación de las artes. Las artes mayores quedaron
en manos de las clases ricas y elitistas de la sociedad; mientras que la
cultura común como la televisión, el cine,... quedó para el entretenimiento
de las masas. También fue relevante el hecho de que muchos artistas
obtuvieron empleo en la educación, lo cual fomentó la crítica e
interpretación de las obras, y además implicó una mayor elitización del
arte. Las artes como la escultura, la pintura y la música clásica sufrieron un
gran retroceso mundial. Y esto fue fruto de la nueva situación que se vivía:
los nuevos modos de vida. La sociedad de consumo en el mundo
occidental favoreció a esa crisis de las artes, y es que la tecnología fue
capaz de reducir la alfabetizacion en muchos países. Nacía un nuevo arte
de masas que se basaba en las necesidades materiales de los
consumidores. A las nuevas generaciones no les gustaba ni el arte, ni la
ópera, ni la música clásica; lo que les gustaba era el rock, el comercio,... De
ahí que naciera el pop art como una crítica a todo lo que suponía la nueva
sociedad de consumo. Y el otro gran elemento que acabó con los géneros
tradicionales fue el fin de la modernidad. En la segunda mitad del siglo XX
se consolidó el anti-arte, la abstracción. Y para ir en contra de este
movimiento se creó en los años ochenta el término posmodernismo, que
hacía referencia a todo tipo de campos humanísticos, pero no del arte.
Este posmodernismo se basó principalmente en el relativismo. En
definitiva, los artistas de segunda mitad del siglo XX buscaban nuevos
medios de expresarse en esa nueva realidad. Pero su revolución de
vanguardia fracasó. La tecnología había invadido por completo la vida de
la sociedad. La obra de arte como siempre se había conocido, se había
perdido. Pero esto no significaba que fuera peor, sino diferente. No
podemos medir la valía del arte por criterios tecnológicos ni estéticos. El
arte no se mide, por que cada persona en su interior debe hacer un juicio
de valor de la obra que observa. Pero el siglo XX también fue el siglo de los
grandes avances científicos. Fueron los EEUU los que más científicos
prestaban al mundo entero, y además era donde estaba el centro de
gravedad de la ciencia. El mundo desarrollado fue el que más invirtió en
investigación y desarrollo. Y fue en la segunda mitad del siglo XX cuando la
ciencia vinculada a la tecnología propició el mejor momento económico
mundial. Nadie podía pensar que todos esos avances tecnológicos y
científicos llegarían algún día a sus manos de la forma más práctica. Y así
fue. La ciencia más moderna se adaptó a la nueva sociedad de consumo.
Las nuevas tecnologías llegaron a todo el mundo desarrollado, y se
convirtieron en algo indispensable para la gente. A partir de este gran
progreso científico, nació la ciencia ficción de la mano del cine
norteamericano. Un tipo de género demostraba los temores de la
sociedad, pues ni la religión cuyo arraigo había decaído mucho, ni la
ciencia, eran capaces de mostrar una verdad única. Sin embargo,
regímenes como la URSS y la Alemania comunista mostraron su rechazo a
la ciencia por que argumentaban que sus ciudadanos debían aceptar las
doctrinas del país. Pero la ciencia también deparaba para los hombres
terror, pues a partir de 1945 se mantenía que la ciencia era muy peligrosa.
Esto nos lo demuestra la creación de la bomba atómica. Pero el siglo XX
también produjo una ruptura en el campo de las ciencias. La ciencia tiene
una teoría, pero ésta debe ser llevada a la práctica para su comprobación.
Por tanto, es necesario que la ciencia sea experimentación y trabajo; pero
en el siglo XX, la ciencia fue sólo teoría. Este hecho se observa muy bien en
la física de la segunda mitad del siglo XX. Además, en estos momentos
persistía una incomodidad entre la disciplina científica, pues muchos
cintíficos planteaban la necesidad de buscar una verdad absoluta y
universal que abarcase todo. Para Niels Bohr, eso no era posible. No había
una verdad universal razonable, sino que habían muchas realidades
distintas entre ellas. Pero esta incomodidad de los físicos y científicos se
mantuvo no sólo por los problemas que se añadían a sus estudios; sino
por que ellos también comprendían la crisis que se estaba dando en el
mundo. Sin embargo, un presupuesto se mantuvo a lo largo del tiempo: la
ciencia debía ser simple, y esa simplicidad debía ir unida de belleza y
verdad. De esta manera, se conseguiría la mejor ciencia. De todas formas,
la revolución científica del siglo XX complicó aún más las cosas. Así,
Einstein intentó crear una “teoría unificada”; Hawking trató la “teoría del
todo”;... Además, surgió la “teoría del caos” basada en que la
consecuencia de un hecho no podía predecirse. Pero el campo de la
cosmología también abrió sus puertas, pues el mundo entero se hacía
preguntas sobre el principio del mundo, del universo,... Era un mundo de
confusión, una etapa de transición entre el viejo mundo de las catástrofes,
y el nuevo mundo que aún se desconocía. Además, este momento de
transición presentó científicos politizados. Estos científicos sabían muy
bien lo beneficiosa que podía ser la ciencia aplicada sobre los problemas
de su sociedad, pero también conocían los peligros de que esos
conocimientos cayeran en manos de regímenes belicosos que utilizaran
ese potencial científico para hacer daño. Es lo que pasó con las bombas
atómicas. Pero esto pasaría antes o después por que los científicos no
tenían dinero para investigar por su cuenta, por lo que necesitaban fondos
públicos financiados por su estado. Esto hizo que los estados movilizaran a
sus científicos con fines militares, en momentos de guerra, sobre todo en
la segunda guerra mundial. Pero tras esa guerra, la situación se calmó y las
ciencias dejaron de estar vinculadas a la política y pudieron dedicarse a lo
suyo. Aparecieron empresas privadas que financiaban los proyectos de
investigación. Pero la zona soviética fue la única que tras 1945 la ciencia
continuó politizada. Y siguió así por que los científicos eran los únicos que
podían cambiar la situación de crisis que se vivía en la URSS. Tras la
segunda guerra mundial también aparecieron los ordenadores, que dieron
lugar a cuestiones acerca del ser humano. También cambió la visión de la
creación del universo. Se pensaba en el siglo XIX que el universo se había
creado poco a poco, de forma gradual; pero en el siglo XX se pensaba que
fue de forma catastrófica y a gran velocidad. A partir de la década de los
setenta, se supo que la tecnología era capaz de provocar cambios
irreversibles en el planeta. Y ya no era un conflicto como la guerra nuclear,
que podía resolverse; sino el problema de que los productos de consumo
de masas estaban destruyendo la capa de ozono y recalentando la Tierra.
Con esto, la política volvió a entrar en la ciencia en la forma de poner
límites en la investigación científica. Y así, se plantearon las cuestiones
relacionadas con la evolución y la genética. Pero el descubrimiento del
ADN era peligroso, pues podía servir a políticos e ideólogos radicales para
apoyar las tesis racistas, pues el ser humano se creaba por su herencia,
genes,... A raíz de esto, se supo claramente que cualquier investigación
sobre la ciencia traería consecuencias sociales. Entonces, ¿había que
poner límites morales y éticos en la investigación?. Eso ya dependía de
cada gobierno en particular, pues los científicos dependían de estos. Y en
verdad, lo que les interesaba a los gobiernos era obtener resultados
prácticos y utilitarios, es decir, los mayores beneficios sociales de la forma
más rentable. Por tanto, la investigación pura no existía para esos
científicos salvo en contadas ocasiones cuando se disponía de dinero o
cuando era algo que podía dar prestigio nacional como lanzar gente al
espacio. Con todo esto, llegamos al fin del segundo milenio.

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