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Educativo
PROGRAMA DE MAGISTER EN EDUCACIÓN 1
LA NATURALEZA DEL HECHO EDUCATIVO
Objetivo General:
Analizar el sentido de la educación, reconociendo las implicancias de los
conceptos de educabilidad y educación, comprendiendo el marco sociocultural en
que se desarrolla el hecho educativo, incorporando además los requerimientos
planteados por los valores y la autorrealización personal.
Objetivos específicos:
1. Profundizar en el estudio del fenómeno educativo desde diferentes
perspectivas, sobre la base de una visión actualizada de las problemáticas
que lo afectan.
2. Aplicar los conocimientos adquiridos en el análisis de lecturas seleccionadas.
CONTENIDOS
Unidad 1.
- El problema filosófico de la educación.
- Fundamentación antropológica de la educación.
- El marco sociocultural de la educación.
- Los valores, fundamentos de la educación.
- Autorrealización personal, fin fundamental de la educación.
Unidad 2.
- Los Fines de la Educación.
- La Educación Encierra un Tesoro.
- Concepto de Educación.
- La Educabilidad.
- Marco Socio-Cultural de la Educación.
- Desafíos para Recrear la Escuela.
- La Concepción del Mundo y la Finalidad de la Educación / El Problema
Teleológico.
- Los Valores Fundamento de la Educación.
- Autorrealización Personal, Fin Fundamental de la Educación.
- Los Fines de la Educación.
- No Hay Docencia sin Discencia.
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LA NATURALEZA DEL HECHO EDUCATIVO
INTRODUCCIÓN
Unidad 1.
Educabilidad y Educación.
Para que la educación logre los objetivos planteados con respecto a los miembros
de una sociedad, la educabilidad juega un papel importante, como una posibilidad
y una categoría humana.
“a) Un desarrollo cognitivo básico que se produce en los primeros años de vida y
está vinculado a una sana estimulación afectiva, buena alimentación y condiciones
sanitarias adecuadas; y
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LA NATURALEZA DEL HECHO EDUCATIVO
b) Una socialización primaria mediante la cual los niños adquieren los rudimentos
de un marco básico que les permita incorporarse a una institución especializada,
distinta de la familia, como la escuela”.
Educación
Así, la educación viene a formar parte integrante y esencial de la vida del hombre
y de la sociedad. Por ello, podemos precisar que el proceso educativo existe
necesariamente desde los orígenes más remotos del ser humano, y habrá de
existir, por tanto, mientras permanezca el ser racional sobre la tierra.
Por una parte, asegura Dewey, la educación se puede definir como la suma total
de los procesos a través de los cuales una comunidad transmite sus poderes y
fines, con el objetivo de asegurar, de esta manera, su propia existencia,
permanencia y evolución.
Por otro lado, conlleva, la educación, del mismo modo la idea de crecimiento,
evolución y cambio. Dicho esto, el proceso educativo hace referencia
necesariamente al carácter de crisis interna que constituye la continua
reconstrucción de experiencias personales.
Así, pues, la consideración continua del fin constituirá la diferencia esencial entre
el proceso de desarrollo espontáneo, característico del ser humano, y el proceso
educativo sistemático e intencional.
VER LECTURAS 1 + 2 + 3 + 4
El Sujeto de la educación
Esta es pues una de las notas más propias que caracterizan al ser humano: su
capacidad de relación, de comunicación, de convivencia. Lo cual no debe
aparecer en términos antagónicos con el carácter íntimo que acompaña al decurso
del pensamiento humano en su reflexión
Al respecto:
habría sido necesario que naciese. Cada hombre es un ser nuevo en el mundo,
llamado a realizar su particularidad”.
Posee voluntad.
Desarrolla su identidad en el tiempo, y esto se expresa en las
necesidades de conocer, de comunicarse y de afectos.
Desarrolla la necesidad de relacionarse.
La persona es educable. La educabilidad confiere a la persona un
inmenso poder para su desarrollo. Las personas encuentran en sí
mismas un poder ser. Todas pueden acercarse a un “deber ser”,
mediante una autoexigencia de perfeccionamiento y la búsqueda
constante de un sí mismo mejor.
Pero la educación requiere, por otra parte, en la base misma de su acción efectiva,
sociabilidad. Dicho en otros términos más precisos, la educación es comunicación,
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El hombre, requiere algo más que las técnicas mecánicas y morales, que exigen
un adiestramiento mucho más dilatado, por lo que el ejercicio del lenguaje y la
necesidad de asociación implican procesos más complejos y más culturales.
Desde esa perspectiva, tal cual lo señala Roberto Munizaga, la Educación aparece
bajo distintas acepciones, tales como:
Es inconcebible así una pedagogía como teoría de la educación sin una filosofía
del hombre. Por eso el primer planteamiento de fondo de toda pedagogía se
sintetiza en estos interrogantes:
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¿Qué es el hombre?
¿Cómo debe ser?
¿Cuál es su meta o des tino?... Preguntas éstas que constituyen, el
subsuelo de una teoría de la educación.
Ciertamente, resulta obvio señalar que el pensar es el cimiento mismo del proceso
educativo, ya que una educación construida sobre cualquier otra base será
superficial y efímera. La filosofía es la disciplina cuyo objetivo es fomentar el
pensar en las demás materias, según afirma, entre otros, Lipmann.
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Educabilidad y aprendizaje son así conceptos para expresar el hecho clave de que
el hombre es un ser plástico y abierto al mundo, que puede mejorar sus
capacidades de educación partiendo de sus experiencias.
«Allí van los hombres y miran con asombro las cumbres de las montañas, las
enormes mareas, el vasto curso de los ríos, la inmensidad del océano y el curso
de las estrellas, pero no se ven a sí mismos ni meditan sobre sí mismos».
Y es que los puntos de inflexión del pensamiento, como señala Dienelt (1979),
suelen, también la mayor parte de las veces, emerger de situaciones de crisis. Por
ello, no ha de extrañar que la autorreflexión del hombre vaya a la par de
importantes desvelos pedagógicos para obtener nuevos fundamentos que dirijan
la vida en el mismo sentido.
Más tarde, entre los pensadores de la Ilustración, tan preocupados por la vertiente
social y política, también el tema de la educación alcanza especial relieve.
Recuérdese v. gr. El Emilio de Rousseau y la clara interdependencia que es fácil
encontrar entre sus ideas pedagógicas, políticas y filosóficas, sin necesitar
extendernos en sus planteamientos morales, tan caros para él a lo largo de sus
obras y correspondencia.
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No ha de extrañar por ello, que uno de los pedagogos más eminentes, ya citado,
J. Dewey, afirme explícitamente, en su estudio Democracia y educación (1971),
que si estamos dispuestos a concebir la educación como el proceso de tomar
decisiones fundamentales, intelectuales y emocionales, respecto a la naturaleza y
los hombres, la filosofía puede, incluso, definirse como la teoría general de la
educación.
¿Qué es el hombre?
¿Cuáles son sus características?
¿Qué principios deben orientar su acción? No obstante, deben tenerse en
cuenta también otras perspectivas.
De esta forma, los datos aportados por las diferentes vertientes podrían interpretar
y conformar una visión más completa del ser humano. De ahí que debamos
tenerlo en cuenta para poder reflexionar sobre ellos después. A este respecto, en
su concisa obra, Mantovani (1970) resalta el importante auge experimentado en
las últimas décadas por esclarecer el concepto del hombre. Esta disciplina aporta
valiosas contribuciones para la dilucidación de las cuestiones pedagógicas, como
señalar la posición del hombre en el conjunto de los seres y lo que él debe ser, es
decir, su origen y destino humanos.
decir, infancia, adolescencia y madurez. Pues bien, sobre esa base, la educación
constituye el tránsito sucesivo de esos tres estadios con la intención de elevar la
vida del hombre desde su naturaleza original sensible hasta su naturaleza superior
moral.
Contexto sociocultural
“Por eso la ‘situación social’ es, en ultima instancia, peculiar, diferenciada, única
para cada hombre.” (Castillejo, J., Escamez, J., Marín, R., 1985, p. 39), ya que
cada hombre aprecia la ‘situación social’ considerando su visón, su proyecto vital,
y de acuerdo a éste, clasifica si es una posibilidad o no.
VER LECTURA 5 + 6
Axiología y Educación.
Así, pues, parece un principio admitido por todos que educar es esencialmente
una tarea perfectiva. Y es que la calidad de la educación viene en buena medida
determinada por la dignidad, profundidad y extensión de los valores que hayamos
sido capaces de transmitir y suscitar (Castillejo, J., 1981).
Para ser más precisos, podemos señalar que, desde la perspectiva educativa, los
valores son simultáneamente motivos y criterio de conducta. Criterio para juzgar la
vida y motivos en cuanto ideales que refuerzan el carácter dinámico.
Por otra parte, y desde una consideración ontológica, los valores, en cuanto
bienes objetivos, son fijos e inmutables, pero en cuanto valiosos para el hombre,
atractivos e interesantes en mayor o menor grado, preferibles y preferidos en lugar
de otros, son cambiantes y tienen que ver con la evolución del individuo y la
sociedad, sobre todo con ésta.
En relación al valor, surgen los fines educativos los cuales son definidos de
acuerdo con la escala de valores aceptada. Esto es debido a que los fines
educativos comparten su consistencia ontológica con la propia del sistema
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Cabe recordar, en este sentido, cómo Max Scheler distinguía entre valores
sensibles, que podían ser gratos e ingratos; valores vitales, que a su vez se
subdividen en valores lógicos (verdadero-falso), estéticos (bello-feo), éticos
(justo-injusto), y finalmente valores religiosos.
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Surge así la convicción que sin la antropología filosófica, todas las expresiones
teleológicas que fijan a la educación la tarea de formar hombres completos están
vacías porque no podrían responder en qué consiste la humanidad y la hominidad.
Por todo lo cual, es preciso tener en cuenta que entre las tareas más significativas
del proceso educativo está la de suscitar en el sujeto el conocimiento de hábitos y
actitudes hacia el máximo número y rango de valores, de acuerdo con sus
capacidades e intereses, profundizando en las áreas de su particular preferencia,
teniendo en cuenta que las actitudes no son otra cosa que las disposiciones
favorables o desfavorables hacia determinados valores. Hay que cultivar pues las
actitudes positivas hacia los valores positivos, y desviar las actitudes negativas
hacia los valores de este carácter.
La educación, como proceso que conduce al niño hacia su total plenitud, implica
necesariamente el encuentro vivencial del educando y los valores, a la vez que
procura guiar al alumno en la realización de los mismos. Tal punto en común, y el
reconocimiento de los valores en acción frente al ser en crecimiento, producen la
formación de la personalidad en el estudiante, quien, inspirando sus vivencias y
conducta en valores que lo atraen y motivan, tiende a autorrealizarse en comunión
con su maestro.
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LA NATURALEZA DEL HECHO EDUCATIVO
La relación educativa supone así, por una parte, un sentido de comunicación del
valor, ante el cual tanto el maestro como el discípulo se encuentran sujetos; por
otro lado, tal dependencia hacia el valor conlleva un sentimiento de connivencia
entre iguales que se ayudan, guiándose de forma permanente hacia la adquisi-
ción y cultivo de su carácter personal. Pero no olvidemos la clara relación
existente entre el desarrollo de la personalidad y el ambiente socio-cultural en que
se realiza. Por ello podemos afirmar que la relación axiológica en la pedagogía de
los valores existe en dependencia a la realización de valores de la colectividad o
sistema en donde se integra. Las relaciones de complementariedad y de-
pendencia entre la axiología y la cultura son expuestas de manera gráfica por la
representación del triángulo didáctico que defiende el pedagogo F. Huber, para
quien la pedagogía de los valores consiste en la relación dinámica entre un sujeto
en formación; un sujeto formado y una experiencia que se comunica.
VER LECTURA 7 + 8 + 9 + 10 + 11