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Colección

Revista BCV

R E V I S T A
Encuentro Nacional de Economía La coyuntura económica 1998-1999 BANCO CENTRAL DE VENEZUELA

2 1998
foros
R E V I S T A

Consejo Editorial Asdrúbal Baptista


Miguel I. Purroy
Carlos Hernández Delfino
Manuel Lago Rodríguez
Oswaldo Rodríguez Larralde
Luis Zambrano Sequín
Maritza Reyes Santana

Editor Asdrúbal Baptista

Consejeros Guillermo Calvo


Ricardo Hausmann
Janet Kelly
Ruth de Krivoy
Autoridades Antonio Casas González
Presidente

Manuel Lago Rodríguez


Armando León Rojas
Domingo Maza Zavala
Roosevelt Velásquez
Teodoro Petkoff
(Representante del
Ejecutivo Nacional)
Héctor Maldonado Lira
(Suplente)

Administración Antonio Casas González


Presidente
Marcos Sandoval
Primer Vicepresidente
Eddy Reyes Torres
Segundo Vicepresidente
Comité de Manuel Lago Rodríguez (Presidente)
Publicaciones Mary Batista
Rafael Crazut
Carlos Hernández Delfino
Armando León
Angelo Lucenti
Domingo Maza Zavala
Maritza Reyes Santana
Marcos Sandoval
Luisa F. Coronil D. (Secretaria Técnica)

ISSN: 0005-4720

Suscripciones
Para Venezuela y el exterior:
Bs. 9.000 / US$ 20
Unidad de Distribución y Ventas,
Departamento de Publicaciones
Banco Central de Venezuela
Esquina de Las Carmelitas, Avenida Urdaneta
Teléfonos: 801 8380 / 5235 Fax: 861 1646

Los artículos firmados son de la exclusiva


responsabilidad de sus autores y no comprometen
en forma alguna al Banco Central de Venezuela
ni a su directorio.
Revista BCV FOROS 2 / 1998
Encuentro Nacional de Economía
La coyuntura económica 1998-1999
Nota del editor Nota del editor

El segundo foro de la Revista BCV contiene las ponencias y comentarios del


Primer Encuentro Nacional de Economía, celebrado en la Universidad Católica
Andrés Bello, durante los días 9 y 10 de junio de 1998. El lector tiene en sus
manos un importante volumen, que da fehaciente testimonio del rigor con el que
los especialistas nacionales son capaces de considerar y analizar los diversos
temas de la coyuntura económica nacional. Debemos lamentar, sin embargo, que
no se publiquen los resultados de la discusión del tema relativo a la gestión fiscal
y el proyecto de presupuesto para 1999, cuya versión debidamente editada no
pudimos tener en los plazos previstos.
Para las tareas editoriales se contó en esta oportunidad con la calificada asistencia
de la economista María Josefa Mirabal, coordinadora técnica de la Oficina de
Consultoría Económica de la Vicepresidencia de Estudios del Banco Central de
Venezuela.

Asdrúbal Baptista
Lista de participantes
Índice
8
Índice

Inauguración
Palabras de bienvenida
Luis Ugalde 11
Domingo F. Maza Zavala 14
Asdrúbal Baptista 16
Conferencia inaugural 19
“La economía venezolana”
Freddy Rojas Parra

Los temas del encuentro Primer tema 29


La incidencia fiscal del sector petrolero
durante 1998 y 1999
Ponente: Ramón Espinasa
Comentaristas: María Antonia
Moreno y Alan Viergutz
Moderador: Luis Fernández

Segundo tema 62
La política económica y la gestión fiscal
1998-1999
Ponente: Gustavo García
Comentaristas: Pedro Carmona
Estanga y Raúl Huizzi
Moderador: Manuel López Calo

Tercer tema 85
¿Es necesaria una reforma monetaria?
Implicaciones fiscales y de política
económica
Ponente: Janet Kelly
Comentaristas: Domingo Fontiveros
y Juan Carlos Guevara
Moderadora: Macky Arenas

Cuarto tema 102


Fondo de estabilización
macroeconómica: naturaleza, gestión
e implicaciones de política económica
Ponente: Luis Rivero Medina
Comentaristas: Leonardo Vera
y Francisco Contreras
Moderador: Giovanni Villamizar

Mesa redonda 120


Descentralización y Reforma Tributaria
Ponentes: Allan Brewer Carías, Jesús
Rondón Nucete y Rafael de la Cruz
Moderador: Miguel Ignacio Purroy
Lista de asistentes 147
Participantes Participantes

Asdrúbal Baptista, Profesor del IESA, Editor de la Revista BCV

Allan Brewer-Carías, Jurisconsulto. Profesor de la UCV

Pedro Carmona Estanga, Presidente Ejecutivo de VENOCO

Marta Colomina, Periodista

Francisco Contreras, Profesor de la Universidad de Carabobo

Rafael de la Cruz, Profesor del IESA

Ramón Espinasa, Economista Jefe de PDVSA

Luis Fernández, Director de Radio Nacional

Domingo Fontiveros, Consultor privado

Gustavo García, Jefe de la Oficina de Economía del Congreso


de la República

Juan Carlos Guevara, Profesor de la UCAB

Raúl Huizzi, Director de la Escuela de Economía, ULA

Janet Kelly, Profesora del IESA

Enriqueta Lemoine, Periodista

Manuel López Calo, Periodista

Domingo F. Maza Zavala, Director del BCV

Domingo Méndez, Profesor de LUZ

María Antonia Moreno, Profesora de la UCV

Wilmer Pérez, Director de OCEPRE


Miguel I. Purroy, Miembro del Consejo Editorial de la Revista BCV

Luis Rivero Medina, Asesor del Presidente del BCV

Freddy Rojas Parra, Ex ministro de Hacienda

Jesús Rondón Nucete, Ex gobernador del estado Mérida

Maxim Ross, Consultor privado

Luis Ugalde, Rector de la UCAB

Leonardo Vera, Profesor de la UCV

Alan Viergutz, Ex Presidente de la Cámara Petrolera de


Venezuela
Inauguración
Inauguración
Palabras de bienvenida

Ugalde Luis Ugalde*

Esta iniciativa de la Revista del Banco Central de Venezuela es realmente impor-


tante. Yo no soy economista, y por lo tanto podría hacer planteamientos un poco
a la ligera sobre la economía, así como podrían hacerlo los economistas sobre
temas relacionados con la medicina.
Para los académicos es fundamental abordar el tema específico de la coyuntura,
porque es allí donde entran las circunstancias que, por sana disciplina académica,
normalmente tienen que dejar fuera. Hay dos expresiones que usan mucho los
economistas y que podemos asociarlas con la manera de hacer ciencia: la prime-
ra, “si este factor se mantiene constante, entonces ocurrirá esto”; la otra expresión
es “ceteris paribus”. Sin embargo, la coyuntura es como un verdadero diablito y
“no hay ceteris paribus más que en el laboratorio”.
La coyuntura hace que nos enfrentemos a circunstancias sicológicas, políticas,
sociales, tanto nacionales como internacionales, que no se pueden dominar en su
totalidad. Sirvan de ejemplo: un año electoral, un alza o una baja inesperada del
precio petrolero, etc. Estos elementos representan el diablito que juega con las
dos expresiones señaladas anteriormente, y es cuando hace falta una verdadera
gimnasia mental para que realmente podamos someternos a esos factores, que
son en verdad determinantes.
Todos sabemos que la economía no es psicología. Pero la psicología puede arras-
trar los asuntos económicos a un desastre considerable o a un pánico. Por lo
demás, ésta es una palabra muy utilizada por los economistas: téngase presente,
a título de ejemplo, el pánico de 1929.

*Rector de la Universidad Católica Andrés Bello.


Luis Ugalde / Palabras de bienvenida / Revista BCV / Foros 2 / 1998 12

Los encargados de diseñar la política económica tienen que enfrentar otros facto-
res que dificultan sus tareas. Me refiero a las resistencias que impone la realidad.
No importa que estas últimas sean teóricamente conocidas y previsibles. Lo cierto
es que existen medidas que, en la práctica, deben aplicarse de manera gradual o
combinarse con otros factores. Es decir, entre la política económica y la práctica
de la política, se sitúan las posibilidades reales de llevar adelante una idea. De esta
manera se evitan las circunstancias de que la población no se compenetre con
una idea, o que no lo dé su apoyo.
En ocasiones se tiene la impresión de que los que tienen que diseñar las políticas
pueden sentirse poco asistidos por parte de los académicos, que los acompaña
una cierta orfandad. De allí que sea muy importante el esfuerzo de los académi-
cos en torno a los problemas de la coyuntura. Asimismo, los que toman decisio-
nes, además de sentir el apoyo o el respaldo académico del análisis deben tener
la flexibilidad para aceptar críticas o puntos de vista que sean fundamentales.
Quizás en el caso de la medicina esto se entiende más fácilmente. A la población
lo que le interesa son los médicos, no le interesa la medicina. Análogamente, a la
población le interesa la política económica, aunque no la economía. Ello conduce
a un problema: ¿cómo esa ciencia que es universal, al igual que la medicina, se
convierte en medicina venezolana? ¿Cómo se enfrentan los grandes retos de la
realidad venezolana? Tal es el caso de epidemias que no existían en Suecia pero
que sí las teníamos en Venezuela, o políticas sanitarias tropicales, etc. En tal
sentido, se puede visualizar la importancia de la relación entre la ciencia de la
medicina y el médico concreto, quien tiene que ejercer la medicina con venezo-
lanos en circunstancias muy concretas.
De allí que este encuentro sea de una transcendencia enorme. Y lo igualmente
satisfactorio es que habrá de ser una actividad para llevarla a cabo cada año. Ya ha
habido en nuestra universidad y en otras universidades y centros de estudios
como el IESA, intentos y trabajos similares. Sin embargo, este esfuerzo representa
una gran iniciativa. Estoy seguro de que estas reflexiones nos ayudarán también a
descubrir lagunas concretas que tenemos en Venezuela, pues a veces creemos
que tenemos claridad sobre un tema en particular y cuando se van a aplicar las
medidas, nos damos cuenta de que no conocíamos bien el tema. Un ejemplo de
ello, es el tema relativo a las prestaciones sociales, el cual se había estado discu-
tiendo durante tres años y para entonces no se conocían los pasivos que, por tal
concepto, mantenía el sector público.
En tal sentido, existen lagunas conceptuales y no hay, por así hablar, la carpintería
necesaria, entre otras cosas porque se considera de segundo nivel. Hay muchas
áreas en las cuales se puede fracasar si no se dispone de dicha carpintería, por
Luis Ugalde / Palabras de bienvenida / Revista BCV / Foros 2 / 1998 13

ejemplo, el sistema impositivo. Son aspectos que nos presenta la coyuntura y que
no enfrenta el estudio académico, porque en este último se puede decir que un
factor va a operar en determinado sentido y, sin embargo, en la práctica opera de
otra forma, debido a factores concretos sobre nuestra propia realidad económica,
sobre la conducta del empresario y del político venezolano y, sobre la conducta
del venezolano en general. Todos estos factores tienen que ser muy tomados en
cuenta por quienes diseñan las políticas.
Sólo me resta desearles el mayor de los éxitos en sus deliberaciones, y arrancar de
ustedes la promesa de que mantendrán esta iniciativa en el curso de los años
futuros.
Palabras de bienvenida

Maza Zavala Domingo Maza Zavala*

Mi participación en el acto de instalación de este Encuentro Nacional de Econo-


mía, sobre temas de la coyuntura económica para 1998 y 1999, es accidental. Ello
se debe a que el doctor Antonio Casas González, Presidente del Banco Central de
Venezuela, se halla participando en la Asamblea del Banco de Acuerdos Interna-
cionales de Basilea y el doctor Hugo Romero Quintero, Vicepresidente del institu-
to, está en estos momentos en una interpelación de la Comisión de Finanzas de la
Cámara de Diputados, precisamente sobre una materia relacionada con la política
monetaria del Banco Central. Se trata de un asunto referido a los Títulos de la
Deuda Pública Nacional que, por la suma de quinientos mil millones de bolívares,
debe entregarle el gobierno al BCV como parte del pago de la deuda que este
último mantiene con el instituto. Esta operación aliviaría la carga financiera que
representa la política monetaria para el BCV, tomando en cuenta que las opera-
ciones de mercado abierto se han venido realizando con títulos emitidos por el
instituto emisor, los cuales constituyen un pasivo para dicha institución.
En la actualidad, la política monetaria tiene un espacio restringido, por lo que
existen escasos medios para que dicha política sea eficaz en el cumplimiento de
sus objetivos. Además, las políticas que conduce directamente el Banco Central,
es decir, la monetaria y la cambiaria, han estado sometidas a fuertes críticas y
observaciones de diferente índole por parte de los analistas económicos. Sin em-
bargo, no siempre los análisis están orientados de manera justa y, por tal motivo,
resulta conveniente la realización de estudios científicos, objetivos, serenos, que
puedan llegar a conclusiones útiles en torno a estas políticas y, en general, a las
políticas que conduce el Estado, particularmente en la coyuntura que estamos
confrontando en este momento.

*Director del Banco Central de Venezuela.


Domingo Maza Zavala / Palabras de bienvenida / Revista BCV / Foros 2 / 1998 15

Esta coyuntura 1998-1999 es singularmente difícil. Como sabemos, termina un


período constitucional y la incertidumbre alimenta expectativas contradictorias
que tienen sus efectos distorsionantes en la actividad económica. Asimismo, tanto
la caída de los precios del petróleo, como la necesidad de reajustar el volumen de
producción petrolera, tienen efectos en las cuentas fiscales, en el ingreso de
divisas al país, en el equilibrio de la balanza de pagos y en la actividad económi-
ca. Todo lo cual conduce a la necesidad de un reajuste integral de la economía
venezolana.
Por tal motivo, este encuentro tiene una importancia trascendental, y el Banco
Central celebra la posibilidad de haberlo auspiciado, manifestando, al mismo
tiempo, su reconocimiento a la Universidad Católica Andrés Bello por ser la
anfitriona. Igualmente, la institución manifiesta su complacencia por el programa
de cooperación que actualmente mantiene con las universidades del país y con
los centros académicos, con el fin de estimular, orientar y, de alguna manera,
contribuir a la realización de estudios económicos en Venezuela.
Palabras de bienvenida

Baptista Asdrúbal Baptista*

Con este Primer Encuentro Nacional de Economía comenzamos a materializar un


viejo deseo: el de crear un espacio permanente donde se reúnan a discutir y a
socializar los economistas venezolanos. La historia de este deseo, que ya no es tan
sólo un deseo, y en términos de algo que hicimos en 1979, y de esta reunión que
hoy nos congrega, dice mucho con relación a la presente iniciativa de la Revista
del Banco Central de Venezuela.
En aquel entonces nos reunimos en el Instituto de Estadística Aplicada y Compu-
tación de la Universidad de los Andes unas 30 personas invitadas desde todo el
país. Hubo un extranjero en el grupo: un distinguido profesor de la Universidad
de la Sorbona que estaba de visita en Venezuela y que se llamaba, o se llama,
Francois Bourgignon. El temario de aquella reunión se centró en las posibilidades
que tenía en el mundo académico venezolano la economía matemática. Hubo
dos sesiones especialmente significativas, que yo recuerde: una sobre la cuestión
del equilibrio económico, acerca de la cual me tocó presentar una especie de
reseña general –en el ambiente se hallaba un libro de reciente publicación de
Janos Kornai, llamado Anti-equilibrium, que había provocado en los círculos
académicos una enorme controversia–; la otra, sobre los efectos de los ingresos
petroleros extraordinarios en la distribución familiar de los ingresos.
Alguien, no sin su maledicencia, podría siempre haber dicho que la economía se
hallaba de espaldas al país. En los temarios de la época había muy poco o nada
de las cuestiones que hoy son las que llaman la atención de los economistas.
Había, desde luego, posturas muy críticas frente a los arreglos sociales, que daban
sustento a contribuciones de mucho calibre intelectual. Pero la economía, en

*Profesor del IESA, editor de la Revista BCV.


Asdrúbal Baptista / Palabras de bienvenida / Revista BCV / Foros 2 / 1998 17

verdad, llevaba en su interior una dinámica propia, no necesariamente acompasada


con los ritmos y vaivenes cotidianos del país, o con lo que puede ser aún más
significativo, con los estados de ánimo colectivos. De manera que una reunión
como la que hoy se inicia, dirigida por un temario como el que hemos logrado
vertebrar, con unos ponentes, comentaristas y moderadores de tan disímil proce-
dencia y con posiciones tan importantes y cercanas a la práctica de las cosas
económicas, probablemente habría sido impensable.
Veinte años más tarde, a la vuelta, una reunión como aquella de noviembre de
1979, no pasaría de ser un seminario muy especializado, dirigido a unos pocos, y
con apenas si resonancia más allá de los claustros. Con seguridad el afán intelec-
tual no habría sido nunca menor. Pero si el caso fuera, el escenario sería sin
vacilaciones muy diferente.
¡Tempora mutantur! Qué duda cabe. Son otros los tiempos y la música que suena
es otra. En el camino han habido cambios espectaculares, que ya para un mismo
lapso vital son avasallantes. Y por esos cambios, entre otras causas, tiene hoy la
economía otras intenciones y propósitos.
Los esfuerzos de los economistas, del mundo de la academia tanto como los
asesores, consultores y funcionarios, tienen hoy la mira puesta en el diseño de
cursos de acción, de políticas y aplicaciones, de planes y soluciones, de modelos
por copiar e imitar. El imperio de la acción, que marca como signo de los tiempos
el estado actual de la humanidad, reduce la tarea del entender y comprender la
naturaleza de la realidad económica, de otro modo tan decisiva, a una posición
apenas subsidiaria. Ello no deja de darle paso a numerosas interrogantes, que
encierran dudas muy de fondo. Ya no hay mayores espacios en los grandes
centros académicos del mundo donde los fundamentos del conocimiento econó-
mico sean objeto de discusión. Y debo asegurarles que las cosas nunca fueron tan
simples como se las quiere hacer aparecer, ni tan susceptibles, como lo son de
hecho, de controversias y polémicas.
Además de las publicaciones naturales de la revista, que tienen ahora dos noveda-
des, lo cierto es que iniciamos en octubre de 1997 nuestro esfuerzo por crear
ambientes públicos para la discusión. Tenemos nuestro Encuentro Nacional, que
hoy inauguramos. Tenemos también un Encuentro Internacional, que ya se echó
a andar. Su próxima edición, en el venidero mes de octubre, lo vamos a dedicar
a un tema capital para la economía venezolana. Me permito anunciarlo hoy en
calidad de primicia. Invitamos desde ahora para discutir la cuestión de “los regí-
menes fiscales en economías petroleras”. Y me permito adelantar algo en este
sentido, con una tesis que sólo compromete mi juicio personal. La cuestión de las
relaciones entre el petróleo y el fisco propietario del recurso tiene, al menos, dos
Asdrúbal Baptista / Palabras de bienvenida / Revista BCV / Foros 2 / 1998 18

dimensiones. La primera, y prioritaria a mi entender, es el régimen fiscal mismo.


La segunda, que también lo es en jerarquía, es la del llamado Fondo de Estabiliza-
ción Macroeconómica. Ya habrá una excelente ocasión para sentarnos a discutir
en profundidad sobre estos temas.
La novedades tienen que ver con las publicaciones de la Revista BCV. Aquí está,
saliendo del vientre de la imprenta, el primer número extraordinario de 1998, que
llamamos Foro, y que contiene los resultados del Encuentro Internacional sobre la
cuestión cambiaria. Me acompaña la convicción de que es un excelente material
editorial, pero serán ustedes y los lectores en general quienes tendrán que
justipreciarlo. Por otra parte, junto con el Número Ordinario Primero de 1998, que
saldrá en julio, según lo previsto, viene un fascículo que hemos llamado Bibliote-
ca del Pensamiento Económico. La idea que nos acompaña es la de traducir y
editar allí textos fundacionales del conocimiento económico. Albergamos la espe-
ranza de incitar la reflexión sobre los fundamentos de la disciplina, permitiendo
leer materiales que sentaron las bases de lo que hoy es la herencia intelectual de
la economía. El primer fascículo está dedicado a tres ensayos económicos de
David Hume, el gran pensador escocés del siglo XVIII, que versan sobre la teoría
cuantitativa del dinero, los determinantes de la tasa de interés, y el equilibrio de la
balanza comercial. El segundo, a su vez, contendrá dos artículos originales de
Karl Menger, el fundador de la llamada Escuela Austríaca, sobre los orígenes del
dinero.
Nos honramos en tener un distinguido grupo de ponentes, de comentaristas y de
moderadores. Y no albergo dudas de que la audiencia no esperaba menos de la
Revista BCV. Nos honramos de tenerlos a ustedes, listos para esta jornada de día
y medio que nos ha hecho crear grandes expectativas. Nos honramos de estar en
los claustros de la Universidad Católica Andrés Bello, y de contar en los inicios de
nuestras actividades con el Padre Luis Ugalde, su rector. Querríamos desde ahora
comprometer a la Universidad de los Andes para la celebración del Segundo
Encuentro Nacional de Economía en junio de 1999. Y dicho todo esto, echo a
volar los mejores augurios por la tarea colectiva que nos hemos propuesto cum-
plir hoy y mañana.
La economía venezolana

Rojas Parra Freddy Rojas Parra*

Distinguidos invitados, señores profesores, estudiantes y egresados de esta uni-


versidad. Realmente ha sido muy honroso para mí recibir esta amable invitación
para conversar con ustedes sobre los temas que nos convocan en un momento de
bastante compromiso para el país. Resulta doblemente placentero hacerlo porque
justamente hace 30 años egresé como economista de esta Universidad Católica
Andrés Bello. Creo que es el mejor momento para discutir el tema de la economía
pero colocando el acento en la parte fiscal, sobre todo con las posibles alternati-
vas y salidas a los problemas que enfrentamos.
Pensaba cómo enfocar mi intervención, y creo que lo procedente es tratar de
trasmitirles a ustedes algunas reflexiones que pueden ayudarles en el análisis que
van a hacer, orientado a fijar posiciones como profesionales preparados para
tratar de marcarle un rumbo a la economía en los próximos tiempos. Estas re-
flexiones provienen de una experiencia acumulada en el sector privado en el
ámbito de la economía real de 25 años produciendo y comercializando; cono-
ciendo el desenvolvimiento de la economía desde las unidades de producción, de
transporte, de comercio y servicios y, al mismo tiempo, tratando de seguir el
desenvolvimiento de la economía como entorno de los negocios.
Luego, por propia experiencia desde el Banco Central en dos oportunidades
distintas, en los años 88 al 90 representando a los empresarios en el Directorio,
justo cuando se intentó introducir y aplicar en la economía venezolana un cambio
como el que estamos intentando ejecutar desde 1996. Si a esto le sumamos una
exigente y retadora experiencia de gobierno desde 1996 a la fecha, creo que lo
que pueda transmitirles aquí les puede servir de alguna utilidad.

* Conferencia inaugural por el entonces ministro de Hacienda.


Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 20

El entorno de la economía venezolana, poco previsible, está evidenciado con


recurrentes movimientos pendulares. La economía tiene ahora un grado aprecia-
ble de apertura, su funcionamiento está muy condicionado por las exportaciones
petroleras y por las importaciones que destinamos a procesos productivos y co-
merciales.
Las exportaciones petroleras reales per cápita, expresadas en dólares por habitan-
te, nos llevaron en algún momento a estar cerca de los tres mil dólares en los años
1974-75. Hoy estamos muy cerca de los quinientos dólares por habitante. Tene-
mos una realidad preocupante de empobrecimiento que en este dato se refleja
muy bien.
En 1996, cuando emprendimos el programa económico, queríamos como primer
objetivo restablecer los equilibrios. Al hacer el ejercicio de ver hacia dónde pode-
mos ir o hacia dónde estamos marchando, es importante observar de dónde
venimos y realmente venimos de algo que cambió realidades. En esa búsqueda
de restablecer los equilibrios macroeconómicos y avanzar en algunas de las refor-
mas que estaban planteadas desde hace bastante tiempo –algunas de ellas se
sembraron en el primer ensayo de los años 89-90 y nosotros le hemos dado
impulso y permanencia con voluntad de persistir en ello– el programa le otorgó
especial relevancia a los programas sociales con el fin de tratar de mitigar los
costos de los ajustes que estábamos ejecutando en el área económica.
Con dificultades y desviaciones, hay que reconocerlo así, hemos logrado restable-
cer equilibrios, atenuar la tendencia inflacionaria. Aun cuando no estamos satisfe-
chos con los resultados logrados, porque no es todo lo deseable que nosotros
aspirábamos, hemos iniciado un proceso de recuperación importante que se ex-
presó en 1997 en distintas áreas, la más importante fue el crecimiento que logró la
economía, demostrando –entre otras cosas– que nuestra economía tiene una im-
portante y significativa capacidad de respuesta.
En 1988 la situación era muy crítica en términos de reservas y de otras variables de
la economía. Sin embargo, ésta reaccionó rápidamente. En todo caso, logramos que
hubiese una reacción favorable en el año 1997, que generó un clima propicio para
la inversión privada. Por ello le insisto a los empresarios en que no sólo hay amena-
zas, sino también oportunidades para la inversión privada que debidamente apro-
vechadas deben convertirse en factor de crecimiento de sus propios negocios.
Logramos modificar la tendencia de la curva de inflación, que de no haber actua-
do sobre ella a comienzos de 1996 hubiese terminado en cualquier cifra. Avanzó
la privatización a pesar de las críticas que señalaban su poco dinamismo: SIDOR,
los bancos, empresas de seguros, hoteles y servicios; 11 organismos de la admi-
nistración pública emprendieron su proceso de reestructuración, unos más avan-
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 21

zados que otros, pero todos aprobados en Consejos de Ministros y con algunas
señales específicas de realización. Iniciamos una reforma de la seguridad social
que ya hoy todos manejan de alguna manera en las prestaciones sociales, y unas
nuevas leyes que de aquí a diciembre estarán aprobadas por el Congreso. Abri-
mos el área de los hidrocarburos a la inversión privada con éxito; venimos tam-
bién de una ratificación y avance en la apertura de la economía, bienes, capitales
y servicios; la desregulación de la economía es un hecho y prácticamente todos
los bienes, con excepción del área de medicamentos, están liberados.
Hemos favorecido un clima de abierta competencia y de mayor oferta. Desde
hace tiempo no se habla en Venezuela de desabastecimiento; tenemos de todo lo
que requiere el consumidor en sus distintas opciones nacionales o de importa-
ción. Hemos avanzado en el proceso de integración económica como una de las
nuevas realidades, para crear un gran espacio de más de trescientos millones de
habitantes en América del Sur integrada en una gran zona de libre comercio.
Creamos condiciones para que el año pasado se redujera el desempleo en 1 por
ciento. Todos los sectores de la economía se reactivaron en 1997: comercio, in-
dustria, servicio, agricultura, transporte, telecomunicaciones.
Las exportaciones no petroleras, indicador por cierto al cual no se le presta mucha
atención, crecieron a pesar de la crítica que se hace acerca de la sobrevaluación.
El orden de su crecimiento fue del 14 por ciento, y a la fecha con todo y la
situación de la economía venezolana, llevan un crecimiento registrado de 16 por
ciento. Es significativo este nuevo rumbo que está tomando el destino de la
producción nacional hacia mercados internacionales: esos mercados naturales
que le abrimos a la producción nacional a través del proceso de integración y los
acuerdos de creación de zonas de libre comercio. También mejoró el año pasado
el poder de compra de la población.
¿Qué ocurrió con ese cuadro favorable al cierre de 1997, cuando todos los
indicadores eran alentadores, eran positivos en su gran parte, demostraban un
potencial de crecimiento de la economía en términos rápidos y sobre todo de-
mostraban que podíamos ratificar nuestra orientación favorable para la economía
venezolana en 1998 y siguientes, tal y como estaba previsto? Bueno, ocurrió lo
que imagino que Ramón Espinasa en su intervención debió señalar. Por lo tanto,
no me voy a detener aquí por mucho tiempo.
Durante el curso de los primeros 100 días, como lo he dicho muchas veces, se ha
generado una caída de cuatro dólares aproximadamente en nuestro precio del
barril petrolero. En todo caso, el presupuesto se calculó casi en un dólar por
debajo de la cifra con la cual habíamos terminado el ejercicio de 1997. Esta es una
primera demostración de lo conservador del ejercicio del presupuesto. Habíamos
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 22

cerrado en 16.36 y lo calculamos a 15.50 dólares. Ese primer gesto, muy bien
respaldado a nivel del equipo económico, creo que nadie lo ha señalado con la
significación del caso.
Después de esto, ante la negativa circunstancia y ante la velocidad de tal cambio,
ante lo abrupto y ante su intensidad, hemos tenido que actuar sobre la marcha,
resistiendo inclusive las críticas de que no fuimos suficientemente previsivos. Sea
oportuno decir que las circunstancias también hacen ver como imprevisivas tanto
a la economía y al gobierno japonés como a sus vecinos de Corea.
Nosotros que estamos muy distantes, hemos sufrido las consecuencias de una
crisis en el mercado consumidor de nuestro principal producto de exportación;
estamos sufriendo una crisis no previsible acentuada por circunstancias que se
nos escapan como es el invierno benigno, así como también por las consecuen-
cias de un mercado con mayor oferta de petróleo.
En un año electoral lo común es que se proceda a seguir gastando y no se reduzca
el gasto. Por razones electorales se busca la manera de cubrir con otros arbitrios el
diferencial en los ingresos que se originó a raíz de una situación desfavorable.
Nosotros no hicimos esto. En el mes de diciembre procedimos a un ajuste a la baja
del presupuesto; en efecto, el 30 de diciembre apareció en Gaceta Oficial la primera
rebaja, que es la segunda medida insisto, después del reconocimiento de un precio
del petróleo inferior. El 6 de febrero en Gaceta Oficial aplicamos una segunda
rebaja en el gasto, acompañada por una rebaja de 500.000 millones de bolívares
que hizo PDVSA; coordinado con el gobierno en esta dirección lo hicimos también
con las empresas públicas no financieras con una rebaja del orden de 170.000
millones de bolívares. A todo esto hay que añadir la siguiente rebaja del 22 de abril,
colocando el precio del petróleo a 13 dólares en lugar de los 15.50 utilizados como
referencia presupuestaria. Esto suma una reducción en el orden de 3.500 millones
de dólares y ésa es nuestra respuesta en los 100 días de 1998.
Además hemos tratado de agenciarnos recursos adicionales con una serie de
medidas que hemos ido implementando, y otras que están en proceso de aproba-
ción en el Congreso que deben producirnos una aproximación al equilibrio en el
área fiscal, y sobre todo deben producir una reorientación en el comportamiento
de los entes de la Administración Pública.
Del aprendizaje de estos años y viendo que el presupuesto en Venezuela ha sido
una especie de gran árbol protector generador de sombra para todos los sectores
de la sociedad venezolana, pienso que nuestra aspiración de corregir el déficit
fiscal y la tendencia persistente hacia la inflación, no tendrá realmente en el
tiempo una expresión de modificación sustancial, de fondo, si no ocurre una
verdadera reforma y transformación del Estado, pero ya no como una frase que se
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 23

ha escrito en todos Planes de la Nación. La reforma del Estado, o más simple, la


reforma de la Administración Pública, debe producirse para lograr el objetivo de
bajar la inflación, y si no lo asumen el próximo gobierno y los siguientes como un
mandato, cualquier esfuerzo que hagamos será sólo un paliativo, medidas transi-
torias, señales incompletas de la modificación y transformación estructural que
debe sufrir la economía venezolana.
Por mucho esfuerzo que hagamos de rebajar el gasto, si no modificamos esa
macroestructura y macroorganización que tenemos en la Administración Pública,
más allá de la reducción en sí misma de la gente, que es lo que todo el mundo
piensa cuando se plantea esto, no se reducirá el gasto ni la inflación. Lo importan-
te es que se transforme la forma de manejar la cosa pública en Venezuela, las
finanzas públicas y sobre todo de asignar recursos para que cada una de esas
unidades monetarias asignadas vía presupuesto tenga una mayor y mejor expre-
sión de rendimiento y de eficiencia. Es allí donde está la solución.
Como recibí esa misión en 1996 lo puedo afirmar con énfasis y con propiedad,
porque lo hice. En 8 meses recibí un mandato legal de cerrar un ministerio de 133
años y un instituto de 26 años, y en ese lapso cerramos el ministerio de 133 años
y ya no existe el instituto. En su lugar creamos otro con 70 por ciento menos de
personas, que funciona mejor, donde la gente tiene otra actitud, rinde distinto y
cumple la verdadera misión del Estado que es la de promover, estimular –no
entrabar– facilitar, ayudar, atraer inversión, promover exportaciones, y nuevas
formas de comercializar. Todo esto existe y es una realidad.
Entonces, los que lo hicimos podemos decir con propiedad que sí se puede
transformar la Administración Pública en Venezuela. Esa misión no es imposible a
pesar del número de sindicatos que usted pueda tener en el proceso de negocia-
ción y transformación. Me correspondió negociar con cinco sindicatos y lo hici-
mos en un año y ahí está funcionando. Eso mismo se puede hacer en otros
despachos que lo han emprendido. Quería señalarlo porque a veces se piensa
que es una utopía transformar la Administración Pública, y no es así, se puede
hacer.
Si este mecanismo de transformación de la Administración Pública sigue adelante
en la etapa que nos queda muy mermada en tiempo para el gobierno presente,
pero muy amplia para el próximo gobierno, y posiblemente con respaldo de
parte del Congreso, creo que en Venezuela vamos a poder trabajar con un presu-
puesto con una orientación distinta.
Hay un elemento adicional en esta exposición que estoy haciendo. Ese proceso
de reforma del Estado ocurrirá también en tanto y cuanto el Estado siga asumien-
do como tal una nueva misión. Nosotros lo hemos entendido desde 1996 y apli-
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 24

cado así: que el Estado ya no puede ocuparse de las actividades que ha venido
atendiendo durante muchos años. Nos hemos ido desprendiendo de varias, toda-
vía quedan unas cuantas, pero si el Estado persiste en el próximo gobierno en
desprenderse de actividades productivas, de servicios, de transporte, de hotelería,
y de muchas otras que ustedes conocen, y concentra bajo su nueva misión activi-
dades y recursos en aquellas áreas tan críticas y tan demandadas que a diario en
los noticieros de televisión el ciudadano reclama que deben mejorar, educación,
salud, seguridad, por supuesto defensa, servicios en algunas áreas críticas, en esa
orientación que trataremos de que incorpore el presupuesto del año 1999 hasta
donde sea posible, creo que estaremos dando un gran paso hacia la reforma
estructural de la economía venezolana y hacia una economía más sana.
El tercer elemento que quiero destacar aquí es mi aspiración, como ciudadano, a
una sinceración de la economía. Recibimos una economía en el 96 cargada de
artificialidades en términos de precios de bienes y servicios. Desregulamos la
economía desde la canasta básica hasta todos los parámetros que existían como
referencia, tal como el precio máximo y entramos a considerar la sinceración de
tarifas de precios de bienes y servicios, electricidad, teléfonos, transporte, gas,
hasta el gasoil, una cantidad de productos derivados del petróleo y encontramos
allí una reacción de entendimiento en la mayoría de los sectores.
Pero luego vino alguna reacción de rechazo a las nuevas tarifas que nos han ido
llevando a la mejora del servicio en esas nuevas áreas. La excepción es la electricidad
que requiere 5.000 millones de dólares en inversiones para todo el servicio eléctrico
interconectado en Venezuela. Sin embargo, en otros hay mejoría reconocida.
Esos tres elementos que he señalado crean una plataforma de un nuevo enfoque,
no solamente desde el punto de vista fiscal sino también desde el punto de vista
económico y desde el punto de vista conceptual del manejo de la economía en
Venezuela. Creo que hay un gran protagonista que tiene mucho que hacer, y es el
Congreso Nacional.
Un Fondo de Estabilización Macroeconómica es el mandato en todos los artículos
de opinión y en todas las charlas. Tenemos pendiente la aprobación por el Con-
greso, para que estos vaivenes y oscilaciones de la economía venezolana de
abundancia y de escasez recurrentes, puedan tener alguna referencia más allá de
lo que ya se aprobó como el Fondo de Rescate de Deuda que existe desde el mes
de diciembre y que tiene unos fondos disponibles, todavía de muy baja escala,
pero que están disponibles para cancelación de deuda administrado por los orga-
nismos que indica la Ley.
Aspiramos que esto pueda producirse antes del mes de agosto. Igualmente, la
aprobación de un mecanismo de mayor recaudación interna como alternativa es
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 25

indispensable para disponer de ingresos ordinarios en mayor cuantía y con mayor


flujo del que hoy recibimos de la organización a cargo de estas funciones. Los
tributos internos deben ser mejor recaudados y por supuesto recaudados en ma-
yor cuantía; ésa es una tarea que compete al Ministerio de Hacienda a través de su
despacho del SENIAT, pero que en todo caso amerita de una modificación de la
ley que está en el Congreso, que si bien no responde a todas las expectativas
nuestras, es una ley que debe ayudarnos a producir un cambio en los niveles de
recaudación, un mayor control fiscal, una mayor presencia fiscal, una mayor cul-
tura tributaria, y sobre todo una ampliación del número de contribuyentes pasan-
do a crear una pirámide de mayor amplitud en su base.
Hay otros elementos en consideración en el Congreso, como la Ley de Aduanas
que debe ayudarnos a cambiar también la realidad en materia de control de la
evasión, de los ilícitos, del contrabando y del mayor aporte fiscal por la vía ordi-
naria que aspiramos que pueda producirse en el curso de este año.
Este shock externo que estamos viviendo requiere no solamente la instrumenta-
ción de estas medidas, sino que independientemente de ello o paralelamente
requiere de la mayor comprensión de todos los sectores de la sociedad. Debe
entenderse que para Venezuela la caída de más de 4.500 millones de dólares en
términos abruptos en un breve lapso, en sus ingresos de exportación con la
consecuencia fiscal que ello tiene, hay que traducirla en un comportamiento y en
una cultura distinta de parte de todos los agentes económicos, productores o
consumidores, y sobre todo de parte de la Administración Pública por un lado,
pero de parte de los agentes que generan inversión y deciden inversiones en
Venezuela. En tanto eso no se dé, vamos a seguir sosteniendo una situación de un
desequilibrio en el tiempo.
Me he referido en repetidas oportunidades en mis mensajes a la necesidad de que
el sector empresarial venezolano entienda que hay una oportunidad presente con
una gran proyección de futuro. Esta es la de una economía que no debiera revertir
su proceso de apertura, de desregulación, de mayor participación de la inversión
privada para sustituir el tutelaje que la inversión privada ha tenido durante muchísi-
mos años de la inversión pública, esto es, ese camino paralelo y permanente de
crear cuando una crece o de descender cuando la otra decrece. Mientras eso no se
entienda de parte del sector que invierte, el sector privado, la economía venezolana
seguirá, a mi juicio, marchando por el mismo camino que ha tenido hasta ahora.
Tiene que haber una sustitución progresiva, paulatina y un cruce de las curvas
que hasta ahora han sido paralelas para que sea la inversión privada la que
sustituya la inversión pública, tal como está ocurriendo en la industria petrolera
desde el momento de su apertura.
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 26

Ese camino que debiéramos transitar, en los próximos años, requiere en primer
lugar de una posición firme del gobierno que creo que la estamos demostrando.
Hemos señalado un rumbo, y con algunas desviaciones, con algunas paradas en
el camino, con algunas oscilaciones, hemos marchado en esa misma orientación,
venciendo críticas o soportando críticas, soportando cuestionamientos y enten-
diendo que no todo resultado se da como se pronostica. Entendemos y sabemos
que la aspiración y la pretensión de cambiar una economía en apenas dos años,
no es fácil. De hecho, no conozco, por lo menos en el área latinoamericana,
ningún país que haya producido cambios aspirados de esta magnitud y de este
alcance en un período de gobierno. Los casos que se nos señalan en América
Latina como ejemplo, se han llevado hasta tres períodos de gobierno.
Lo importante en este auditorio, y ojalá salga como una de las conclusiones, es
que para que estos programas de reformas produzcan resultado el récipe mínimo
es: persistencia y disciplina, persistencia del gobierno en el rumbo, voluntad po-
lítica para ejecutar los cambios por parte del gobierno, del Congreso, de los
empresarios, de la dirigencia laboral, de la dirigencia política y sobre todo discipli-
na para mantenerse en lo que se acuerde realizar. Esto requiere también com-
prensión de la gente. El mejor aporte que puede hacer el sector académico es el
de ayudar a orientar en esta dirección.
Me preocupan en este momento anuncios o asomos, por ejemplo, de quienes
aspiran gobernar, en el sentido de que hay que reducir los impuestos. Estos son
mensajes lanzados al voleo, sin pensar las consecuencias que tienen en materia
del equilibrio necesario en el área fiscal. Lo digo en forma muy abierta a riesgo de
caer en algún tipo de debate externo o posterior, pero creo que es indispensable
señalarlo porque Venezuela, como la visualizamos con las cifras disponibles, no
puede seguir contando con un precio del petróleo en alza o alto para resolver sus
problemas. Lo primero que debemos entender si eso es así, y lo establecemos
como premisa, es que tenemos que buscar alternativas distintas de generación de
ingresos, de generación de divisas por la vía de las exportaciones no tradicionales
como logró hacerlo México transformando su dependencia del petróleo del 70
por ciento a un 30 por ciento. Hoy, de 110.000 millones de dólares exportados el
año pasado por México, casi 90.000 millones de dólares fueron bienes manufac-
turados; el resto es petróleo. Como logró hacerlo Chile con el cobre, y algunos
países que no son del área que también lograron esa transformación productiva.
Me parece que el mandato y el reto que tenemos hoy definitivamente y sin
dilación es el de tratar de producir la transformación productiva de la economía
venezolana. Para coadyuvar al cambio que debe originarse hacia un proceso de
menor dependencia del petróleo; para depender de fuentes de ingresos ordina-
rios por la vía de una tributación que funcione mejor; que se cumpla con mayor
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 27

sentido de apego al deber de cotizar, de contribuir y de aportar lo que correspon-


de. Y por otra parte, con un mayor porcentaje de expresión y participación del
sector privado venezolano que de paso emplea el 80 por ciento de la población
económicamente activa en Venezuela.
Yo siento que estamos en un tiempo de prueba y en un tiempo de cambio, y
estamos pasando por un severo punto de inflexión. Aspiro que no sea de ratifica-
ción de las tendencias ni de las expresiones que hemos tenido en la economía en
el pasado. Yo aspiraría que fuera verdaderamente un punto de inflexión, entendi-
do como un cambio en el comportamiento cultural de los agentes económicos;
que fuera un punto de inflexión en el comportamiento de la inversión en Vene-
zuela, que se exprese de una manera distinta y hacia áreas distintas; un punto de
inflexión en el comportamiento de la dirigencia política y de la dirigencia laboral
que permita en el ambiente laboral alguna expresión positiva vinculada con la
productividad.
El documento que me correspondió presentarle al país como presidente de
FEDECAMARAS, y que se llamó: “Nuestra propuesta al país en 1992”, decía que
para que se produjera un cambio importante en la economía, entre otras cosas,
hacía falta que la productividad laboral se incrementara en 1.7 por ciento anual en
una serie que calculamos hasta el año 2000. Eso no ha ocurrido, quiere decir que
si eso no se ha dado, ya no es de 1.7 por ciento, sino mucho mayor. Pero también
debiera ser que ese incremento de la productividad del factor trabajo se vincule a
las consideraciones y a las concesiones en materia de política de ingresos y de
remuneración.
Lo que más me preocupa en toda esta fase es que se nos vaya el tiempo en un
debate estéril. Cada minuto, como el que se está usando aquí para analizar, discu-
tir y proponer, ojalá sea también para reconducir, corregir y enmendar, a lo cual
desde el gobierno estamos abiertos. No debe ser un tiempo para el desgaste ni
para el antagonismo estéril. Si los compromisos enumerados se asumen en cada
sector y se emprenden en la dirección aspirada para alcanzar una Venezuela
diferente, podremos superar esta difícil circunstancia y esta brumosa y compleja
turbulencia que enfrenta hoy la economía venezolana.
La presencia del ministro de Hacienda atendiendo esta invitación, la entiendo
como una exposición de alguien que entiende lo que ustedes tratan aquí. Pero
por encima de ello, de alguien que representa a un gobierno que ha tenido la
suficiente voluntad política no solamente para fijar posiciones frente a los demás
sectores nacionales sino también ante los sectores internacionales. Estos últimos,
después de los resultados que han podido apreciar, reconocen en mejor forma las
posibilidades y el potencial de nuestra economía y de nuestro capital humano.
Freddy Rojas Parra / La economía venezolana / Revista BCV / Foros 2 / 1998 28

Venezuela es un país de oportunidades. Se dice en todos los discursos casi como


un eslogan pero es una realidad. Si logramos producir en estos encuentros verda-
deras ofertas para hacernos parte de la solución desde el gobierno, desde el
sector privado y desde la academia, podremos construir la salida y las alternativas
para esta oscilante economía venezolana que aspiramos emprenda un rumbo
distinto en los próximos tiempos.
Agradezco esta amable invitación y la oportunidad que me han brindado. Aspiro
haber podido compartir con ustedes algunas orientaciones generales de la acción
de gobierno, pero también del destino que debemos darle a la economía venezo-
lana en los próximos tiempos.
Los temas
Primer tema

del Encuentro
La incidencia fiscal del sector
petrolero durante 1998 y 1999

EspinasaVendrell Ramón Espinasa Vendrell*

Para empezar no puedo hacer otra cosa sino celebrar de la forma más entusiasta
esta iniciativa de la Revista del Banco Central de abrir un espacio, que espero se
haga rutinario, para la discusión de los temas de mayor interés en la coyuntura y
para el proceso de desarrollo estructural de la economía venezolana. Debo tam-
bién expresar públicamente las gracias al profesor Asdrúbal Baptista por invitar-
me a participar de este foro y por permitirme regresar a la universidad donde me
gradué ya hace 24 años.
Para hablar de la incidencia fiscal petrolera en Venezuela la primera pregunta que
nos debemos plantear es la siguiente: ¿Cómo se vincula el Estado a la actividad
petrolera en Venezuela hoy en día? El vínculo del Estado con la actividad petrole-
ra tiene lugar a través de dos vías. Por un lado, el Estado se reserva el derecho de
la propiedad de los yacimientos, esto lo heredamos de la legislación española y
está consagrado en los primeros decretos del país como República y en la Cons-
titución Nacional, en el ordinal 10 del artículo 136, el cual reserva al Poder Nacio-
nal, encabezado por el Gobierno Central, el régimen y administración de las
minas e hidrocarburos.
La segunda forma de vinculación del Estado con la actividad petrolera en Vene-
zuela, se produce en la medida en que éste se reserva el monopolio de la activi-
dad productiva en el país, mediante la Ley Orgánica que reserva al Estado la
Industria y el Comercio de los Hidrocarburos de agosto de 1975, conocida como
la Ley de Nacionalización.
Esta doble forma de vinculación del Estado a la actividad petrolera condiciona
también la manera en la cual el Estado participa del ingreso petrolero en el país.

* Economista Jefe de PDVSA.


Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 31

Como propietario del recurso natural, cobra una regalía por barril de petróleo
producido; como soberano en la administración de impuestos cobra un impuesto
sobre la renta gravable a la industria petrolera y como propietario de la industria
participa en las ganancias, cobrando dividendos sobre las ganancias netas de
PDVSA.
Entonces, definimos el ingreso fiscal petrolero como la suma de las tres vías en las
que el Estado participa del ingreso petrolero: regalía, impuesto sobre la renta y
dividendos. A continuación, analizaremos cada una de ellas secuencialmente.

El ingreso fiscal petrolero medido en dólares

La Regalía. Se conoce legalmente como “impuesto de explotación” y su monto


queda definido en el Ordinal 1° del Artículo 41 de la Ley de Hidrocarburos, el cual
estipula que será igual al 16 2/3 del petróleo crudo extraído en el país. Entonces,
r = 1/6*p*v
en donde la regalía medida en dólares (r ) será igual a 1/6 del precio internacional
del crudo (p) por el volumen total de producción en el país (v).

Gráfico 1
Precio de Realización

En el Gráfico 1 observamos cómo ha evolucionado históricamente el precio pro-


medio de exportación en términos nominales. El precio del petróleo que utiliza-
mos en este ejercicio para los años 1998 y 1999 es de 13 dólares por barril; como
se aprecia en el gráfico, en estos años el precio se encontrará en el rango inferior
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 32

de precios que hemos tenido desde 1986. Este año representa un punto de in-
flexión en el devenir de la política petrolera venezolana, ya que en 1986 se
abandonó la estrategia de reducir volúmenes para defender los niveles de precios
alcanzados a partir de 1974.

Gráfico 2
Precio de Realización

Para poder hacer una comparación intertemporal, deflactamos los precios inter-
nacionales del petróleo usando el índice de precios al mayor de los Estados
Unidos. En el Gráfico 2 se muestra lo que en dólares de hoy en día ha comprado
históricamente un barril de petróleo promedio producido en Venezuela. Allí ob-
servamos la caída de los precios reales a partir de 1986 y cómo el precio real
tiende a los niveles de precios que prevalecieron en el país por casi 30 años,
desde finales de los cuarenta hasta mediados de los setenta.
Es importante destacar la importante oscilación de los precios promedios de ex-
portación, tanto en términos nominales como reales, que hemos tenido en los
últimos 13 años. Hablamos de una caída en los precios reales desde 1986 a esta
parte de más del 20 por ciento, presentando en este período oscilaciones que en
términos nominales alcanzan hasta el 27 por ciento entre un año y otro.
En el Gráfico 3 se observa el volumen de producción de petróleo en Venezuela en
contexto histórico. Como dijimos anteriormente, 1986 representa un punto de
inflexión en la evolución del volumen de producción, ya que en este año se pone
fin al recorte de la producción que tuvo lugar para defender los precios que se
alcanzan a partir de 1974 y hasta 1985. El abandono de esta política por parte del
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 33

Estado venezolano se refleja en la reducción de la renta por barril y en el regreso a


precios de competencia, lo cual nos permite recuperar y desarrollar mercados. Desde
entonces, la producción esencialmente se ha duplicado, pasando de alrededor de 1.7
millones de barriles diarios (MMBD) en 1985, a alrededor de 3.4 MMBD hoy en día.

Gráfico 3
Producción

Una vez que tenemos los precios y los volúmenes de producción, podemos
proceder al cálculo de la regalía; cuya evolución histórica con los picos de los
setenta, su tendencia creciente a partir de 1986 y las muy importantes oscilaciones
inducidas por las variaciones de los precios, se observan en el Gráfico 4. Para
1998, la regalía se encontrará en aproximadamente 2.500 MM$.

Gráfico 4
Regalía
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 34

Impuesto sobre la Renta. Se establece en el Artículo 56 de la Ley de Impuesto


sobre la Renta, en donde se contempla una tasa específica de 67.7 por ciento para
los enriquecimientos determinados en el artículo 9, el cual se refiere a aquellos
contribuyentes que se dedican a la explotación, refinación, transporte y comercio
de hidrocarburos. De esta manera, la tributación se realiza en forma consolidada,
sin discriminar entre las diferentes actividades. Es decir, el artículo 9 no discrimina
entre las distintas actividades en el interior del sector petrolero, con la excepción
que se establece en la reforma que se hizo en 1991, a partir de la cual la producción
y procesamiento de crudos extrapesados y gas natural libre bajo los convenios de
asociación tributan a la tasa del 34 por ciento. Actualmente no hay producción de
crudos extrapesados y de gas natural libre en convenios de asociación, por lo que
la tasa única prevaleciente hoy en día es de 67.7 por ciento.
Debido a que el ingreso petrolero se origina en dólares, el impuesto sobre la renta
también se origina en dólares. Entonces,
ISLR = t(y-(r+w/e))
en donde ISLR es el impuesto sobre la renta medido en dólares; (t) es igual a la tasa
de impuesto sobre la renta de 67.7 por ciento; (y) son los ingresos netos por
exportaciones en dólares; (r) es la regalía medida en dólares; (w) son los costos
netos en bolívares y (e) es el tipo de cambio. Esta relación nos indica que el ISLR es
el 67.7 por ciento de la ganancia neta, cuyo cálculo considera a la regalía un costo
de producción.
El análisis de la incidencia fiscal del sector petrolero será realizado primero en
dólares y luego en bolívares. En este sentido, vamos a introducir un elemento
muy importante, el cual tiene que ver con el rol distributivo del tipo de cambio
real, ya que en la medida que los costos en bolívares crezcan más aceleradamente
que el tipo de cambio nominal, es decir, se produzca una apreciación del tipo de
cambio real, los costos en dólares tenderán a crecer mermando la ganancia de
PDVSA y por lo tanto el impuesto sobre la renta medido en dólares.
Por otro lado, en la medida en que se produzca una depreciación del tipo de
cambio real, esto es, que el tipo de cambio tienda a crecer más rápidamente que
los costos nacionales se producirá una reducción de los costos medidos en dóla-
res, lo cual finalmente se traduce en un incremento de la ganancia gravable de
PDVSA y del impuesto sobre la renta medido en dólares.
Lo que queremos decir, es que la apreciación (depreciación) del tipo de cambio
real, esto es, el aumento (disminución) de los salarios reales se traducirá en la
disminución (aumento) de la ganancia de PDVSA y del impuesto sobre la renta
medido en dólares.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 35

Este punto es importante para el análisis que sigue, porque la evolución del tipo
de cambio real no va a afectar tan sólo la estructura de costos de PDVSA en
dólares, sino también, como veremos más adelante, la capacidad de compra
doméstica del ingreso fiscal petrolero que se origina en dólares.
En el Gráfico 5 se muestra un índice del tipo de cambio real desde 1990 a esta
parte. Allí se observa una apreciación del tipo de cambio real de alrededor del 90
por ciento en el período, lo que implica que los costos en bolívares han evolucio-
nado más rápidamente que la devaluación del tipo de cambio nominal, con lo
cual se ha producido un encarecimiento real de los insumos nacionales medidos
en dólares.
La apreciación del tipo de cambio real se traduce entonces en el encarecimiento
de los bienes nacionales que se emplean en la producción de petróleo o que
serán objeto de la compra por parte del Estado a partir del ingreso fiscal petrolero.
Esto se debe ver reflejado en la evolución de los salarios nacionales medidos en
dólares. Para mostrar este punto, tomamos como única referencia la evolución del
salario mínimo en dólares, el cual es un precio transparente en la economía, y
observamos que se ha incrementado en términos reales alrededor de 80 por
ciento con respecto al año 1990. El salario mínimo es un precio que se ajusta en
forma discreta y por eso se producen los saltos en forma de sierra que se mues-
tran en el Gráfico 5.

Gráfico 5
Salario Real y Tipo de Cambio Real

Ahora podemos continuar con el análisis de la incidencia fiscal del sector petrole-
ro y específicamente con el cálculo del impuesto sobre la renta. En el Gráfico 6 se
muestran los ingresos totales del sector petrolero medidos en dólares, el grueso
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 36

de éstos son ingresos por exportación y el resto son ingresos por ventas al merca-
do interno que han sido expresados en dólares cada año y deflactados por el
índice de precios al mayor norteamericano. En 1996 y 1997 a la sumatoria de los
ingresos por exportaciones y de las ventas al mercado interno, se le debe agregar
los ingresos por licitaciones, como lo establece el marco legal que dio posibilidad
a la apertura y que se inserta dentro de lo que se contempla en el artículo 5º de la
Ley que reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. De esta
forma, PDVSA es el receptor de esos ingresos por licitaciones y paga al Fisco el
impuesto correspondiente sobre los mismos.

Gráfico 6
Distribución del Ingreso Petrolero 1950-1999

En 1997 las primas por las licitaciones de la tercera ronda de campos marginales
alcanzaron el orden de 2.000 MM$ y las correspondientes a 1996 fueron los bonos
que se pagaron para tomar una decisión en caso de empate para la asignación de
los ocho campos que se otorgaron bajo el esquema de exploración a riesgo.
Así, en 1997 los ingresos del sector petrolero medidos en dólares se ubicaron en
alrededor de 24.000 MM$ de los cuales aproximadamente unos 2.000 MM$ son
los ingresos extraordinarios por licitación. En 1998 los ingresos caerán en alrede-
dor de 8.000 MM$, la sumatoria del ingreso por exportaciones y las ventas al
mercado interno alcanzará unos 16.000 millones de dólares.
Para efecto del cálculo del impuesto sobre la renta, de los ingresos totales debe-
mos deducir los costos totales de PDVSA, incluyendo la regalía, para obtener el
ingreso gravable. Aquí debemos destacar el muy importante crecimiento de los
costos de 1990 a esta parte, el cual trataremos en detalle más adelante. Una vez
obtenido el ingreso gravable, se le aplica la tasa de impuesto sobre la renta
legalmente estipulada de 67.7 por ciento. La evolución del ISLR puede ser obser-
vada en el Gráfico 6.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 37

Gráfico 7
Distribución del Ingreso Petrolero 1950-1999

Los Dividendos. Finalmente, queda por analizar el tercer componente del ingre-
so fiscal petrolero, los dividendos. A partir de 1996, en la medida que el accionista
lo ha considerado conveniente, la industria petrolera ha repartido dividendos de
sus ganancias netas. Entonces,
D = d(y-ISLR-(r+w/e))
en donde los dividendos medidos en dólares, (D), serán igual a una fracción, (d),
de las ganancias netas en dólares, (y-ISLR-(r+w/e)), que corresponden a los ingre-
sos totales en dólares menos el impuesto sobre la renta y menos los costos totales,
incluyendo la regalía. En el Gráfico 7 incluimos el pago de dividendos desde
1996, de esta forma podemos observar la evolución de cada uno de los compo-
nentes del ingreso fiscal petrolero y las ganancias de PDVSA desde 1950.

Gráfico 8
Distribución del Ingreso Petrolero 1986-1999
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 38

En el Gráfico 8 aparecen de nuevo el ingreso total en detalle, los costos, la regalía,


el impuesto sobre la renta, las ganancias y los dividendos, pero desde 1986 que es
el año que considero un punto de inflexión en la evolución de la política petrole-
ra nacional. Hay un primer aspecto que resulta obvio y que es necesario destacar,
cual es la duplicación de los costos totales de PDVSA en este período, este hecho
es muy importante porque los costos totales se deducen de los ingresos totales
para el cálculo del impuesto sobre la renta.

Gráfico 9
Costos de Producción 1986-1999

En el Gráfico 9 se muestran los costos totales y un primer punto que nos interesa
destacar es que el grueso de estos costos son costos operacionales, los cuales se
han más que triplicado entre 1990 y 1997, pasando de alrededor de 2.000 MM$98
a algo más de 6.000 MM$98. Nos interesa destacar los costos operacionales por-
que son aquellos relacionados con la actividad petrolera misma. La diferencia
entre costos operacionales y totales son costos tales como intereses, depreciación,
etc., que no están relacionados directamente con la actividad productiva.
Los costos operativos se muestran en detalle en el Gráfico 10. En este sentido no
podemos olvidar que de 1986 a esta parte la producción de petróleo se ha dupli-
cado, por lo que debemos destacar la evolución de los costos por barril. Es así
como si dividimos los costos totales entre la producción año a año, los costos ya
no se triplican sino que esencialmente se duplican en el período pasando de
alrededor de 3$98/b a 5$98/b entre 1990 y 1997.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 39

Gráfico 10
Costos Operativos

Debido a que los costos se encuentran medidos en dólares por barril y que en este
período hemos tenido una muy importante apreciación del tipo de cambio real,
nuestro siguiente paso fue separar el componente de los costos que se origina en
dólares del componente de los costos que se origina en bolívares, el cual representa
algo más del 60 por ciento de los costos totales, para luego ajustarlo por el tipo de
cambio real, con el fin de descontar la incidencia del aumento en dólares de los
costos de origen nacional sobre la evolución de los costos totales. Esto es, calcula-
mos los costos por barril manteniendo el tipo de cambio real de 1986 constante a lo
largo del período. Este análisis se puede realizar partiendo de otro año base, con lo
cual simplemente se obtendría una línea paralela a la que mostramos en el Gráfico
10. Allí se observa que los costos reales por barril manteniendo el tipo de cambio
real fijo han permanecido esencialmente constantes a partir de 1986, a pesar de que
este ha sido un período en el cual las actividades de la industria petrolera nacional
se han hecho particularmente onerosas.
Por un lado, las actividades de refinación han aumentado sus costos desde el
momento en que la dieta de crudos venezolanos es cada vez más pesada y ácida,
por lo cual ha sido imprescindible realizar importantes inversiones, que han aumen-
tado los costos de refinación tanto en Amuay como en Cardón, los dos grandes
proyectos de conversión profunda para convertir estos crudos de peor calidad en
productos finales que deben cumplir con restrictivas normas ambientales. Además,
las actividades de mercado interno se hacen cada vez más extensas y complejas, lo
cual redunda forzosamente en un aumento de los costos por esta actividad.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 40

Finalmente, la actividad petrolera es típicamente ricardiana y en un país que está


produciendo petróleo desde hace 80 años, es natural que la producción se mueva
cada vez más al margen, en actividades de producción de mayor complejidad y
por tanto de mayor costo, lo que es evidenciado por los altos costos que tiene la
reactivación de los campos marginales.
En síntesis, por diferentes razones, los costos unitarios de producción, refinación
y mercado interno han debido crecer en este período en términos reales. Sin
embargo, una vez que se descuenta el encarecimiento en dólares de los insumos
nacionales, el costo por barril en dólares reales permanece constante.

Gráfico 11
Ingreso Fiscal Petrolero Causado 1986-1999

Volvamos entonces a la discusión del tema que nos interesa, cual es la evolución del
ingreso fiscal petrolero con sus tres componentes: regalía, impuesto sobre la renta y
dividendos. En el Gráfico 11 se muestra el ingreso fiscal petrolero causado año a
año desde 1986 a esta parte en dólares de 1998. Sin embargo, para nuestro análisis
y para la dinámica presupuestaria no interesa el impuesto causado sino el impuesto
base caja, porque no todo el impuesto que se paga en el año es causado en el
mismo período. El ingreso fiscal petrolero base caja se observa en el Gráfico 12.
Nos interesa destacar del Gráfico 12 varios puntos: el primero, es la presencia de
muy altas oscilaciones en el ingreso fiscal petrolero en este período, el cual ha
presentado una desviación típica de más 2.000 MM$98 y un coeficiente de varia-
ción de 26 por ciento alrededor de un promedio de 7.600 MM$98, con oscilacio-
nes muy pronunciadas que llegan a alcanzar 40 por ciento de un año a otro, como
es el caso de 1998 con respecto a 1997.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 41

Gráfico 12
Ingreso Fiscal Petrolero Caja 1986-1999

Regalías

El ingreso fiscal petrolero de 1998 estará en alrededor de 7.000 MM$, lo que repre-
senta una caída de 4.700 MM$98 respecto a 1997, año en el cual el ingreso fiscal
petrolero fue 11.700 MM$98, lo que representa una disminución del 40 por ciento.
Respecto a 1996 la caída del mismo en comparación con 1998 es de 10 por ciento.
Un punto que quisimos investigar y que consideramos importante discutir en este
foro se refiere a las causas de las muy importantes oscilaciones en el ingreso fiscal
petrolero originado en dólares y que resultan tan perversas para la sana praxis
presupuestaria y para el desempeño macroeconómico del país. En este sentido,
nos hicimos la siguiente pregunta: ¿por qué varía el ingreso fiscal petrolero en
dólares año a año? Para responder esta interrogante procedimos a identificar un
conjunto de variables, que dividimos en cuatro grupos:
1. Variables que afectan el ingreso, entre las cuales analizamos la evolución del
precio internacional del petróleo, del precio doméstico, del volumen de produc-
ción y de los ingresos extraordinarios por licitaciones.
2. Variables que afectan los costos, entre ellas destacamos la evolución de los
costos propiamente operacionales y su variación año a año; del tipo de cambio
real por la incidencia que él tiene sobre la estructura de costos de PDVSA medida
en dólares; de la depreciación y ajustes por inflación, ambas partidas contempla-
das en la Ley de Impuesto sobre la Renta y de las pérdidas y ganancias cambiarias.
3. Variables que afectan el impuesto sobre la renta, donde se destacan dos: la
primera, es la eliminación del valor fiscal de exportación, que es la sobrecarga
impositiva del 20 por ciento que se eliminó por Ley a partir de 1993 en forma
gradual y progresiva hasta 1996 y la segunda, que también afecta a la regalía, es
cómo se pasa del impuesto causado a la recaudación base caja.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 42

4. La política de dividendos.
Para analizar la variación del ingreso fiscal petrolero causado de un año para otro, lo
que hicimos fue mantener constantes las variables que lo determinaban el año ante-
rior, e introducir progresivamente el nuevo valor de cada una de las variables, hasta
que los valores de todas la variables correspondieran a las del año en cuestión, para
así identificar la contribución de cada una de ellas a la variación del ingreso fiscal año
a año. Los resultados de este ejercicio se observan en el Gráfico 13.

Gráfico 13
Variación Anual del Ingreso Fiscal Petrolero Causado

Primero, analizamos las variables que afectan el ingreso petrolero. Dentro de este
grupo, la primera variable que introdujimos fue el precio de exportación del
crudo venezolano. Aquí se destaca fácilmente lo siguiente: la caída del precio en
1998 desde 16.40$/b en 1997 a 13$/b, siendo este último el precio para 1998 que
empleamos para estos cálculos, provoca una caída en el ingreso fiscal petrolero
causado de 2.500 MM$98, mientras que la caída del precio entre 1996 y 1997
provocó una merma de más de 1.000 MM$98 en el ingreso fiscal. De la misma
manera, por este concepto en 1996 (cuando el precio alcanza un máximo histó-
rico relativo de 18.50$/b) se origina para el fisco 2.000 MM$98 más de ingreso
fiscal petrolero con respecto a 1995.
Nos interesa destacar que las oscilaciones que observamos en los precios de
exportación promedio, tanto en términos nominales como reales, se traducen en
una fuente muy importante de volatilidad del ingreso fiscal petrolero, quizás en la
más importante de ellas, llegando a producir variaciones positivas o negativas de
hasta 3.000 MM$98 de un año para otro.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 43

Luego, analizamos las variaciones producidas por cambios en el precio del mer-
cado interno de un año respecto al año que lo precede. Aquí observamos cómo
el ajuste del precio de la gasolina de 6 Bs./l a 70 Bs./l en 1996 originó para PDVSA
y en última instancia a partir de PDVSA para el Fisco una mayor recaudación en
1996 respecto a 1995. En la medida que el precio del mercado interno se ajusta
con rezago a la inflación y a la variación del tipo de cambio real, se produce una
merma en el ingreso fiscal petrolero medido en dólares.
Una vez que introdujimos las variaciones en el precio de exportación y en el
precio interno, procedimos a analizar el efecto de cambios en el volumen de
producción sobre el ingreso fiscal petrolero, el cual es siempre positivo con la
excepción de una muy pequeña reducción de la producción que hubo en 1992.
En 1998 el volumen de producción se mantendrá esencialmente constante con
respecto al año pasado. En el Gráfico 13 podemos observar cuánto de la variación
en el ingreso fiscal petrolero se deriva de aumentos en volúmenes año tras año
respecto al año precedente.
Con respecto a la incidencia de las variaciones del tipo de cambio real sobre el
ingreso fiscal petrolero, debemos señalar de nuevo el efecto del tipo de cambio
real sobre la estructura de costos de PDVSA. Cuando se produce una deprecia-
ción (apreciación) real los costos en dólares de PDVSA se reducen (aumentan), lo
que se traduce en un efecto positivo o negativo sobre la participación fiscal petro-
lera según sea el caso. Esto se observa claramente en 1989 y 1996 cuando la muy
importante depreciación del tipo de cambio real produjo una mayor participación
fiscal, en la medida en que se abarataron los costos en dólares de PDVSA. Mien-
tras que en 1997 y 1998 podemos observar la incidencia negativa que tiene la
apreciación real sobre el ingreso fiscal petrolero.
Por otro lado, la eliminación paulatina a partir de 1993 del valor fiscal de exporta-
ción, significó una merma sobre la recaudación fiscal petrolera. Más adelante,
argumentaremos que esto hizo posible la expansión del volumen de producción,
así como una mayor recaudación fiscal por esta vía. Pero efectivamente, la dismi-
nución del valor fiscal de exportación respecto a cada año precedente hasta su
completa eliminación en 1996, representó, “ceteris paribus”, una merma en el
ingreso fiscal petrolero.
A su vez, el aumento por unidad producida de los costos reales de producción
provoca una caída en la recaudación fiscal, mientras que un incremento en la
eficiencia se traduce en un aumento en los ingresos del Fisco. En el Gráfico 13
también se muestra cuál es el efecto de las variaciones de los ajustes por deprecia-
ción e inflación, las pérdidas y ganancias cambiarias y los intereses sobre la parti-
cipación fiscal petrolera.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 44

Ahora nos referiremos al efecto de la variación de los ingresos por licitaciones y la


política de dividendos de un año respecto al año precedente sobre el ingreso
fiscal petrolero. En 1998 se observa lo que se dejó de recaudar por la no recurrencia
de las primas por licitaciones de 1997. De igual forma, la declaración de dividen-
dos a partir de 1996 ha tenido un efecto positivo sobre el ingreso fiscal total; sin
embargo, en 1998 la caída de los dividendos declarados con respecto a los de
1997 se refleja en una disminución de la participación del Fisco.
En el Gráfico 13 también se muestra con una línea continua la variación neta del
ingreso fiscal petrolero para cada año, allí observamos la caída de 4.700 MM$ en
1998. Sin embargo, el Gráfico 13 se refiere al ingreso fiscal petrolero causado y lo
que realmente interesa al Fisco, al tesorero y al país en última instancia es ¿cuánto
de esto es caja?, porque no todo el ingreso causado se paga en el mismo año, por
esta razón nuestro siguiente paso fue transformar estas variaciones base causado
en variaciones base caja, al incluir en el Gráfico 14 el efecto de las variaciones de
un año para otro de la recaudación diferida. Esto es muy importante para la
coyuntura, porque buena parte del ingreso causado en 1996 no se hizo caja sino
hasta el año 1997, lo cual aumentó la variación del ingreso fiscal petrolero de 1998
con respecto a 1997.
En 1996 se tributó prácticamente todo el año sobre un presupuesto de 16 $/b,
pero el precio terminó siendo 18.50 $/b, este ingreso no presupuestado se hizo
caja en marzo de 1997, aumentando la recaudación base caja del año 1997
significativamente. La transferencia de 1996 a 1997 fue muy superior a la de 1997
a 1998 y esto provoca una merma relativa de los ingresos en 1998 respecto a 1997.

Gráfico 14
Variación Anual del Ingreso Fiscal Petrolero Caja
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 45

Específicamente, de la caída en 4.700 MM$ de la recaudación fiscal de 1998 res-


pecto a 1997, 2.500 MM$ se explican por la disminución en los precios de expor-
tación, alrededor de 1.500 MM$ por la no recurrencia de los ingresos por licitación
que hubo en 1997 y alrededor de 400 MM$ por la menor recaudación diferida de
1997 a 1998 respecto a la recaudación diferida de 1996 a 1997.
En el Gráfico 15 mostramos para cada año la variación acumulada del ingreso fiscal
petrolero respecto a 1986, es decir, el año que tomamos como referencia para
realizar las comparaciones fue 1986. En este gráfico observamos que los precios de
exportación han caído en términos reales en alrededor de 20 por ciento, con lo cual
“ceteris paribus”, esta caída en los precios representa una merma de la recaudación
fiscal en dólares de hoy en día en alrededor de 2.000 MM$98 respecto a 1986.

Gráfico 15
Variación Acumulada del Ingreso Petrolero Caja

Por otro lado, el efecto acumulado del aumento del volumen de producción
respecto a 1986 permite una recaudación adicional de alrededor de 5.500 MM$98.
También podemos observar cómo las variaciones con respecto a 1986 del precio
del mercado interno, del valor fiscal de exportación, de los costos de producción
unitarios, del ajuste por inflación y depreciación, de los intereses y de la recauda-
ción diferida tienen un efecto negativo sobre la recaudación fiscal petrolera de
1998 cuando la comparamos con ese año; mientras que la presencia de los divi-
dendos y de las primas por licitaciones a partir de 1996 producen un aumento de
la recaudación. La variación acumulada neta de la recaudación fiscal petrolera,
tomando en cuenta cada una de las variables que afectan su cálculo, representa
una caída de más de 1.000 MM$98.
Esto nos dice que por un lado hemos tenido factores que han aumentado la
recaudación significativamente respecto a 1986, como lo son la expansión
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 46

volumétrica, los dividendos y las prima por licitaciones, mientras que por otro
lado hay factores que actúan en contra: dos muy importantes son la merma en los
precios y la eliminación del valor fiscal de exportación.
A continuación haré una muy breve digresión para justificar la política de eliminar la
sobretasa que significaba el valor fiscal de exportación. En el Gráfico 16 se muestra
el perfil de inversiones de PDVSA año a año medido en dólares. Hasta 1989 fue
posible expandir la actividad de producción con niveles de inversión relativamente
moderados, porque a lo largo de la política de reducción de volúmenes, hasta 1985,
se mantuvo el potencial de producción en alrededor de 2.5 MMBD, mientras que la
producción se redujo hasta 1.5 MMBD. La existencia de esta capacidad ociosa hizo
posible aumentar la producción otra vez hasta 2.5 MMBD con inversiones, que en
el sector petrolero se podrían considerar moderadas, de alrededor de 2.000 MM$98
por año para mantener el nivel de potencial de producción existente.
Sin embargo, a partir de 1990, año que marca un segundo hito en la orientación
de la política petrolera, se decide aumentar la capacidad de producción y con ello
los volúmenes de producción, para lo cual fue necesario incrementar en forma
gradual y sostenida la inversión de PDVSA hasta los niveles actuales.
Para financiar la inversión necesaria para expandir el potencial de producción fue
clave reducir la carga tributaria sobre el sector a partir de la eliminación gradual y
progresiva del valor fiscal de exportación entre 1993 y 1996. Esto permitió aumen-
tar las ganancias del sector para financiar el aumento de las inversiones; disminuir
la deuda del sector y, a partir de 1996, pagar dividendos al accionista.

Gráfico 16
Fuentes de Financiamiento de la Inversión Petrolera
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 47

Los dividendos que se han declarado a partir de 1996 ascienden en 1997 a 2.000
MM$98. Entonces, el aumento en las ganancias, que se debe en última instancia al
aumento de los volúmenes de exportación, en un principio permitió financiar
inversiones y hoy se está revertiendo al fisco en la forma de dividendos. Los flujos
de fondos para financiar las inversiones del sector se muestran en el Gráfico 16.
Otro punto que quisimos investigar se refiere al impacto de las oscilaciones en los
precios y del tipo de cambio real sobre la evolución del ingreso fiscal petrolero
medido en dólares. Con este propósito corregimos el ingreso fiscal petrolero por
las variaciones en los precios de exportación y en el tipo de cambio real, mante-
niendo constante el valor de ambas variables a partir de 1986. De esta manera,
tratamos de simular los efectos de la existencia de algún mecanismo de amorti-
guación de las oscilaciones en los precios y del impacto de las variaciones del tipo
de cambio real sobre la estructura de costos de PDVSA. Los resultados que obtu-
vimos señalan que efectivamente las oscilaciones se hubieran amortiguado y el
ingreso fiscal petrolero de hoy en día se ubicaría en alrededor de un 40 por ciento
más alto de lo que efectivamente es, a precios de 1986 y corrigiendo por tipo de
cambio real, como puede ser observado en el Gráfico 17.

Gráfico 17
Normalización del Ingreso Fiscal Petrolero

Aquí finaliza la primera parte de la presentación, a continuación voy a puntualizar


lo que considero las conclusiones más importantes:
• Una primera, es que el ingreso fiscal petrolero se deriva de un ingreso externo
y por tanto se origina en dólares.
• El ingreso fiscal petrolero medido en dólares en el período 86-99 ha presentado
una desviación típica de alrededor de 2.000 millones de dólares por año, con
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 48

desviaciones máximas de hasta 5.000 millones de dólares y un coeficiente de


variación del 26 por ciento, es decir, estas variaciones representan el 26 por ciento
del ingreso promedio anual.
• La principal causa de oscilación del ingreso fiscal petrolero es la fluctuación en
el precio internacional del petróleo.
• En cuanto al nivel, el ingreso fiscal petrolero de 1998 se ubicará en alrededor de
7.000 millones de dólares, esto representa una caída de 4.700 MM$, es decir, un 40
por ciento respecto a 1997, y en comparación con 1986 es ligeramente menor en
términos reales.
• La caída del ingreso fiscal petrolero de 1998 respecto a 1997 se debe esencialmen-
te a tres factores: primero, la caída en el precio de exportación en más de 3 $/b, lo
cual explica una caída del Ingreso Fiscal de 2.500 MM$; segundo, por la no
recurrencia de los ingresos por licitaciones, lo cual reportó 1.500 MM$ en 1997 y
tercero, por la caída del impuesto diferido de 1997 a 1998 respecto al diferido de
1996 a1997, por 400 MM$; el resto son otros factores de menor importancia.
• El aumento sostenido en volúmenes ha compensado la caída del precio exter-
no, el subsidio al mercado interno y la reducción de la carga impositiva por la
eliminación del valor fiscal de exportación.
• La reducción de la carga tributaria con la eliminación del valor fiscal de expor-
tación ha permitido financiar la inversión para expandir en forma sostenida la
producción de petróleo y pagar dividendos por montos equivalentes en estos
últimos tres años a lo que ha representado la merma de los ingresos fiscales por
eliminación del valor fiscal de exportación.
• Finalmente, nos permitimos en esta parte hacer una recomendación, que se
refiere a la necesidad de implantar un mecanismo que amortigüe las oscilaciones
del ingreso fiscal petrolero que se derivan de las fluctuaciones en el precio interna-
cional del petróleo por la perversidad que esto tiene sobre la praxis presupuestaria.

El ingreso fiscal petrolero en bolívares

En la primera parte de esta presentación realizamos nuestro análisis con base en


el ingreso fiscal petrolero medido en dólares. Pero el país no trabaja con dólares
sino con bolívares y lo que vamos a hacer a continuación, en forma más breve, es
analizar la evolución del ingreso fiscal petrolero medido en bolívares. En este
punto, la evolución del índice de tipo de cambio real es muy importante porque
el ingreso fiscal petrolero para el Fisco se origina en dólares, por lo que la evolu-
ción de la capacidad de compra doméstica en bolívares de estos dólares –la cual
viene determinada por el tipo de cambio real– es muy importante.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 49

Como ya dijimos anteriormente, si el tipo de cambio nominal evoluciona más


lentamente que la inflación doméstica, disminuirá la capacidad de compra do-
méstica del ingreso fiscal petrolero en la medida que aumentan los salarios do-
mésticos en dólares. Por el contrario, en la medida en que se deprecia el tipo de
cambio real, en última instancia, disminuyen los salarios domésticos medidos en
dólares y la capacidad de compra de ese ingreso fiscal petrolero aumentará.

Gráfico 18
Ingreso Fiscal Petrolero Caja 1986-1999

En el Gráfico 18 se muestra el ingreso fiscal petrolero base caja medido en bolíva-


res y deflactado por el índice de precios al consumidor para el período 1986-1999,
con sus tres componentes: regalía, impuesto sobre la renta y dividendos. El ingre-
so fiscal petrolero de 1998 será del orden de 3.8 billones de bolívares (MMMMBs),
lo cual representa, en términos reales, una caída significativa del 48 por ciento
respecto al año pasado, la cual es de mayor magnitud que la merma del ingreso
fiscal petrolero medido en dólares.
El ingreso fiscal petrolero base caja medido en bolívares presenta oscilaciones
mayores que medido en dólares, el promedio del ingreso fiscal petrolero en este
período es de 6.4 MMMMBs98 y el coeficiente de variación es del 35 por ciento,
en comparación con 26 por ciento del ingreso fiscal petrolero medido en dólares.
En efecto, en el Gráfico 19 superimponemos al ingreso fiscal petrolero medido en
bolívares el ingreso fiscal medido en dólares. Allí observamos cómo el primero
presenta mayores oscilaciones a lo largo del período y una caída más pronunciada
en este año. La diferencia entre las variaciones de ambos se explica por las fluctua-
ciones del tipo de cambio real. La apertura de la brecha entre las dos líneas a partir
de 1990 se debe a la menor capacidad de compra de los dólares en los cuales se
origina el ingreso fiscal petrolero en la medida que se aprecia el tipo de cambio real.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 50

Gráfico 19
Ingreso Fiscal Petrolero Caja 1986-1999

A manera de ilustración, observemos que en 1990 la recaudación fiscal fue de 9.600


MM$98, lo cual era equivalente a 10 MMMMBs.98; sin embargo, esa misma cantidad
de dólares en 1996 sólo compra 6.4 MMMMBs.98 debido a la menor capacidad de
compra de los dólares en los que se origina el ingreso fiscal petrolero, que tiene su
origen en el aumento de los salarios reales en dólares en Venezuela.
A continuación mostraremos los resultados del mismo ejercicio que realizamos
sobre las variaciones del ingreso fiscal petrolero en dólares, pero esta vez con el
propósito de identificar el porqué de las variaciones año a año del ingreso fiscal
petrolero base caja en bolívares. En este caso, incluiremos un factor adicional que
es el efecto que sobre el poder adquisitivo del ingreso fiscal petrolero en dólares
tiene la evolución del tipo de cambio real.
El primer paso que hicimos fue dividir la variación año a año del ingreso fiscal
petrolero caja medido en dólares de 1998 entre el tipo de cambio de ese año; sin
embargo, estas serían las variaciones que obtendríamos si el tipo de cambio real de
1998 se hubiese mantenido constante a lo largo del período, por lo que para obte-
ner la variación neta total expresada en bolívares del año 1998 y hacerlas compara-
bles año a año, debemos incluir los efectos de la variación del tipo de cambio real.
En aquellos años donde el tipo de cambio real se haya apreciado, el ingreso fiscal
petrolero en bolívares se verá reducido, mientras que cuando se produce una de-
preciación real la mayor capacidad de compra de los dólares en los que se origina
la recaudación fiscal petrolera afecta positivamente la capacidad de compra medida
en bolívares. Una vez que se incluye el efecto del tipo de cambio real podemos
medir efectivamente estas oscilaciones en bolívares reales del año 1998.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 51

En el Gráfico 20 se puede observar cómo incidió la depreciación del tipo de


cambio real en una mayor capacidad de compra de esos dólares medida en
bolívares en los años 1989 y 1996; de igual forma se muestra el efecto negativo
sobre el ingreso fiscal petrolero de la apreciación relativa que hubo en los años
1991, 1992, 1993, 1997 y 1998.

Gráfico 20
Variación Anual del Ingreso Fiscal Petrolero Caja

MMMMBs98

Nos interesa destacar que el tipo de cambio real por lo que es la propia dinámica
fiscal venezolana y en términos de política económica, tiende a ajustarse con
rezago a la caída en el ingreso fiscal petrolero medido en dólares y sus fluctuacio-
nes tienden a ser procíclicas. Para ilustrar lo que quiero decir, podemos observar
que a la caída del ingreso del Fisco en 1988 le siguió una depreciación importante
del tipo de cambio real en 1989. El gobierno buscaba incrementar la capacidad de
compra de trabajo doméstico del ingreso fiscal petrolero y esta devaluación coin-
cidió con el aumento del precio del petróleo en 1989, exacerbando de esta mane-
ra el aumento en el ingreso fiscal petrolero en ese año.
De igual forma, se mantiene una inercia que induce a la apreciación de tipo de
cambio real cuando caen los precios del petróleo. Esto sucede en 1991 cuando el
tipo de cambio real comienza a apreciarse; y es particularmente conspicuo hoy en
día, porque luego de 1996 cuando se produce una depreciación significativa del
tipo de cambio real, que coincide con los aumentos de precio, en 1997 y 1998
cuando los precios han estado cayendo y con ellos el ingreso fiscal petrolero, se
está produciendo una apreciación de tipo de cambio real, lo que exacerba el
efecto de la caída de los precios y explica la mayor oscilación del ingreso fiscal
petrolero medido en bolívares que en dólares.
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 52

Gráfico 21
Normalización del Ingreso Fiscal Petrolero en bolívares

En el Gráfico 21 podemos observar el ingreso fiscal petrolero base caja medido en


bolívares una vez que ha sido corregido por el precio de exportación del petróleo
y por el tipo de cambio, al mantener constantes ambas variables a partir de 1986.
Los resultados de este ejercicio muestran cómo definitivamente se anulan las tan
importantes oscilaciones que presenta el ingreso fiscal petrolero medido en bolíva-
res y cómo aumenta en alrededor de 50 por ciento la recaudación fiscal de 1998.
Antes de continuar con la tercera y última parte de esta presentación, puntualiza-
remos las conclusiones correspondientes a esta sección.
• La variación del tipo de cambio real no sólo afecta la estructura de costos de
PDVSA sino que también altera la capacidad de compra doméstica del ingreso
fiscal petrolero que se origina en dólares.
• La oscilación del tipo real tienda a producirse con rezago con respecto a la
variación del ingreso fiscal petrolero medido en dólares.
• La variación del tipo de cambio real tiende a ser procíclica amplificando las
oscilaciones del ingreso fiscal petrolero en bolívares inducidas por las fluctuacio-
nes en el precio del petróleo. Éste ha sido particularmente el caso de las deprecia-
ciones de 1989 y 1996 y de las apreciaciones de 1991 y 1998.
• Lo anterior explica oscilaciones relativas mayores en el ingreso fiscal petrolero
medido en bolívares que aquél medido en dólares. La desviación típica del ingreso en
bolívares es de más de 2.1 MMMMBs., con una máxima de 4 MMMMBs. y coeficiente
de variación de 35 por ciento (vs 26 por ciento si el ingreso se mide en dólares).
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 53

• En cuanto al nivel, el ingreso fiscal petrolero de este año se ubicará en alrede-


dor de 3.8 billones de bolívares, una caída real de 48 por ciento respecto a 1997
(vs 40 por ciento en dólares).
• Respecto a 1996 el ingreso fiscal petrolero medido en bolívares cae en 40 por
ciento en 1998 mientras cae tan sólo el 9 por ciento medido en dólares. Esta
diferencia se debe, exclusivamente, a la apreciación del tipo de cambio real.
• Al corregir por precios y tipo de cambio real de 1986 se reducen ostensiblemente las
oscilaciones y se incrementa en un 50 por ciento la recaudación fiscal petrolera en 1998.
• Aquí la recomendación no se dirige tan sólo a buscar un mecanismo que
amortigüe las fluctuaciones del ingreso fiscal que se derivan de las variaciones en
el precio del petróleo, sino moderar las variaciones del propio gasto fiscal de
origen petrolero que provocan fluctuaciones erráticas en el tipo de cambio real,
las cuales exacerban las oscilaciones del ingreso fiscal petrolero en bolívares.

El ingreso fiscal petrolero como fracción del PIB

En la última parte de esta presentación nos referiremos al ingreso fiscal petrolero,


ya no medido en dólares ni en bolívares sino con respecto al tamaño de la
economía. Esto introduce otra causa de oscilación porque cuando se mide res-
pecto al PIB el ingreso fiscal petrolero se ve también afectado por las fluctuacio-
nes del tamaño de la economía.

Gráfico 22
Ingreso Fiscal Petrolero 1986-1999: Base Caja

Aun suponiendo que el resto de las variables se mantienen constantes, en la


medida en que la producción de petróleo crezca más (menos) que el producto
Ramón Espinasa / La incidencia fiscal… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 54

total, la participación fiscal petrolera crecerá (disminuirá) como fracción del PIB.
En el Gráfico 22 se muestran el ingreso fiscal petrolero medido en bolívares reales
de 1998 como fracción del PIB. Ambas líneas se deberían mantener paralelas si el
ingreso fiscal petrolero y el PIB crecieran a la misma velocidad, y se puede obser-
var que esto es lo que esencialmente ha sucedido. Sin embargo, hay puntos de
convergencia, lo cual sucede cuando las velocidades relativas de crecimiento
varían y el PIB petrolero crece más rápido que el producto total o viceversa. El
ingreso fiscal petrolero de este año medido como fracción del PIB se va a ubicar
en alrededor de 7.3 por ciento del PIB.
Para finalizar expondremos unas conclusiones de carácter general que recogen la
totalidad de la presentación.
• El ingreso fiscal petrolero presenta oscilaciones que en promedio representan
35 por ciento del ingreso fiscal petrolero promedio en los últimos 12 años, medi-
do en términos reales o como fracción del PIB.
• La principal fuente de estas oscilaciones son las fluctuaciones en el precio interna-
cional del petróleo, amplificadas por las variaciones en el tipo de cambio real.
• Dada la importancia relativa del sector petrolero como fuente de ingresos fisca-
les, estas oscilaciones son muy perversas para la sana praxis presupuestaria y para
la buena marcha macroeconómica en general, creando así mucha incertidumbre
en la economía.
• Es necesario implantar mecanismos que regulen las oscilaciones del ingreso
fiscal petrolero que se derivan de las fluctuaciones en el precio del petróleo, las
cuales a su vez inducen fluctuaciones en el tipo de cambio real que redundan en
mayor inestabilidad.
• El ingreso fiscal petrolero en 1998 se ubicará en alrededor de 7.000 millones de
dólares, lo que representa una caída de 40 por ciento respecto a 1997, debido a la
caída en los precios del petróleo y la no recurrencia tanto en la prima por licitaciones
como el impuesto diferido el año anterior.
• En bolívares, el ingreso fiscal petrolero de 1998 se ubicará en alrededor de 3.8
billones de bolívares, una caída de 48 por ciento en términos reales respecto a
1997. La mayor caída del ingreso fiscal petrolero en bolívares que en dólares se
debe a la apreciación del tipo de cambio real.
• En 1999 el ingreso fiscal petrolero caerá marginalmente en términos reales, esto
ocurrirá a pesar del aumento contemplado en volúmenes por la no recurrencia
del impuesto diferido, la caída en el precio de exportación real, y la apreciación
implícita en las premisas presupuestarias del tipo de cambio real.
Comentarios

Moreno María Antonia Moreno*

El mensaje principal de la exposición del Dr. Espinasa apunta, esencialmente, a la


situación de declinación tendencial que los ingresos fiscales petroleros han regis-
trado desde 1986, hecho que, de acuerdo con sus cifras, se ratificará una vez más
en los años 1998 y 1999. Destaca también en su exposición Espinasa un conjunto
de factores que han incidido tanto positiva como negativamente en la evolución
de esos ingresos, especialmente los cambios abruptos en los precios internaciona-
les del petróleo (choques de naturaleza externa) y la apreciación del tipo de
cambio real (choques internos). Plantea como una salida necesaria la reducción
del gasto público financiado con ingresos de origen externo, para evitar las osci-
laciones del tipo de cambio real.
Me afloran sentimientos de preocupación respecto a dos aspectos de la exposi-
ción: una, la timidez de la solución planteada a la apreciación real del tipo de
cambio, y la otra, que se infiere de la lógica de su exposición, el camino indesea-
ble de la devaluación para enfrentar la caída del ingreso fiscal petrolero. Aunque
debemos reconocer que, efectivamente, el financiamiento externo del déficit fis-
cal interno es una de las grandes debilidades estructurales de nuestras finanzas
públicas, creo que la solución propuesta impide ver la necesidad de una reforma
fiscal integral en la que, precisamente, la relación PDVSA-gobierno tiene que
también ser objeto de modificación.
Ante esto, y para evitar una vez más la reproducción del ciclo de devaluaciones y
ajustes fiscales inadecuados, me resulta imposible no aprovechar esta ocasión
para exponer algunos lineamientos que considero indispensables para enfrentar
la reforma fiscal, en los cuales se asoma una nueva relación entre PDVSA y el
gobierno.

* Profesora de la UCV.
María Antonia Moreno / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 56

En primer lugar, deseo destacar que si bien una solución permanente a las dificul-
tades estructurales de las finanzas públicas tiene altos costos políticos por la di-
mensión de las transformaciones institucionales que involucra, ello no justifica la
omisión y demora de gobierno y parlamento para adelantar las acciones necesa-
rias para implementarla. El no enfrentar esos cambios es lo que ha impedido la
flexibilidad necesaria del presupuesto fiscal ante la volatilidad de los ingresos
petroleros, así como la inestabilidad macroeconómica asociada al financiamiento
externo del déficit doméstico. Esto ya es historia conocida, pero ahora el contexto
es más complicado, pues a las limitaciones anteriores se añaden las impuestas por
los planes de expansión de PDVSA. Si antes de la nacionalización y en los años
del boom todo el esfuerzo político se inclinaba a maximizar la recaudación, con la
internacionalización y apertura de la industria el gobierno tiene una camisa de
fuerza que le impide hacerlo. Y no es que se cuestione esta estrategia de expan-
sión per se. Probablemente los expertos petroleros tienen razón en señalar que
esa es la estrategia adecuada dada la configuración del mercado petrolero interna-
cional. Pero, deben aceptarse objetivamente sus consecuencias en el corto y me-
diano plazo sobre las finanzas públicas, aun cuando las promesas del largo plazo
sean muy buenas. Hemos visto por allí algunos cálculos que ofrecen la solución
de la crisis fiscal, obviamente en un contexto en el que se suponía estabilidad de
precios petroleros y crecimiento de la demanda mundial del crudo a determina-
das tasas. ¿Podemos estar seguros de esos cálculos? La crisis reciente evidencia
que ni la experticia de PDVSA escapa a los imponderables del mercado interna-
cional del petróleo. Lo peor de esta historia es que una menor proporción del
ingreso fiscal petrolero en el total en Venezuela no indica menor dependencia de
éste. Para lograr esto último, deberíamos esperar una participación mínima de la
recaudación no petrolera en el orden del 15 por ciento al 17 por ciento del PIB con
la actual estructura de gasto del gobierno central, cual es precisamente el monto de
la brecha fiscal interna. El máximo histórico que esta cifra ha alcanzado es 12 por
ciento durante los años 86-87, pero en un contexto de aguda caída de los precios
petroleros y con tasas de crecimiento del PIB no petrolero extraordinarias. De
manera que no podemos esperar que con la actual estructura tributaria y de gasto,
se logre cubrir la brecha interna en los niveles anteriormente planteados, sobre todo
porque las expectativas de crecimiento no son muy alentadoras. En las condiciones
estructurales actuales de las finanzas públicas es impensable aumentar la recauda-
ción sin reducir su base (ISLR e IVA), porque más allá de la evasión fiscal, deben
registrarse los efectos de la elusión fiscal y de la regresividad de ambos impuestos.
En segundo lugar, sin dejar de pensar en la importancia que la renta petrolera
tiene para la economía y las finanzas públicas del país, creo que debemos erradi-
car y superar la visión de una hacienda pública que, como la venezolana, ha
María Antonia Moreno / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 57

funcionado más como un ente administrador y distribuidor, por cierto pésimo, de


la renta petrolera, y menos como un ente cuyo sentido fundamental es la provi-
sión de bienes públicos.
En tercer lugar, considero que la reforma fiscal debe asumirse en los términos de
lograr un sistema impositivo que no sólo supere las deficiencias del sistema actual
(no transparente, ineficiente, regresivo, inestable, etc.), sino que también se adecúe
a la nueva realidad institucional del país, es decir, con competencias tributarias
claras para cada nivel de gobierno (central, regional, local); y de lograr un sistema
de gasto público cuya dimensión y estructura estén determinados por el número,
tipo de población y necesidades a atender, y no por las proporciones que se
establezcan en la constitución o en leyes específicas para determinados tipos de
gasto que luego terminan por rigidizar el presupuesto. Este es un proceso cuya
maduración no es necesariamente de corto plazo por los traumas que implica el
desmantelamiento de instituciones ineficientes, pero resulta indispensable si que-
remos lograr que la hacienda pública venezolana funcione en los términos plan-
teados anteriormente.
Por último, creo que se debe redefinir la relación entre PDVSA y el Estado vene-
zolano sobre la base de las consideraciones de que la estrategia de largo plazo de
PDVSA no es independiente de la estrategia fiscal del país y de que la renta
petrolera no es una categoría ordinaria del presupuesto. El tratamiento del ingreso
fiscal petrolero (ISLR, regalías y dividendos) como el soporte del Fondo de Esta-
bilización Macroeconómica en trámites de discusión en el Congreso, permitiría
sentar las bases para la reducción de la sensibilidad del ingreso fiscal petrolero
ante choques del mercado petrolero internacional sin pérdida del control fiscal
sobre PDVSA, garantizaría un entorno macroeconómico estable y sostenible, y
forzaría al gobierno en todas sus instancias (central, regional y local) a tomar
acciones cónsonas con las de una verdadera hacienda pública.
Comentarios

Viergutz Alan Viergutz*

La verdad que comentar sobre la excelente presentación de Ramón Espinasa


respecto a las dramáticas fluctuaciones del aporte fiscal petrolero sería más bien
redundante. Hemos visto cómo el disminuido ingreso fiscal ha afectado negativa-
mente al país; las oscilaciones que todos conocemos afectan los ingresos y nos
ratifica una vez más la importancia que tiene el petróleo para nuestra economía.
Se ha hablado muchas veces de “sembrar el petróleo”, de diversificar nuestras
industrias. Sin embargo, aquí estamos de vuelta en la misma posición que hemos
sufrido cíclicamente. En esta última crisis económica el petróleo, una vez más, es
justamente la salvación o la pérdida del país dependiendo de lo que pueda pasar
con el precio de los hidrocarburos.
Quisiera más bien orientar mis comentarios no tanto a la incidencia fiscal sino a lo
que se ha hecho históricamente y qué provecho se le ha sacado a los ingresos que
ha producido el petróleo, tanto antes como después de la nacionalización. Pienso
que existe consenso en avalar la labor de Petróleos de Venezuela para lograr una
transición fluida de las empresas concesionarias internacionales a la industria
estatizada. PDVSA se ha desarrollado a través de los años como la segunda em-
presa petrolera mundial y esto, en sí, es el mejor testimonio de sus logros.
Estudiemos más bien las lecciones de la historia para no repetir los mismos erro-
res anteriores. Con este comentario les voy a mencionar algunas estadísticas para
después llegar a ciertas conclusiones y proyecciones. Durante la época de la
“bonanza petrolera” le ingresaron al país 270.000 millones de dólares y al gobier-
no en particular fiscalmente 170.000 millones de dólares. A pesar de eso termina-
mos con una deuda, como todos sabemos, de 35.000 millones de dólares.

* Ex presidente de la Cámara Petrolera de Venezuela.


Alan Viergutz / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 59

En esos días “de bonanza” el Tía Juana se vendía a 35 dólares por barril y hoy en
día apenas logramos 10 dólares por barril; ajustado por la inflación la cifra real es
mucho menor. El producto territorial bruto venezolano en esos tiempos en com-
paración con el de los tigres asiáticos estaba más o menos al mismo nivel. Las
economías de los países conocidos como los “tigres asiáticos” han crecido al
punto que su producto territorial está por encima de los 15.000 dólares por habi-
tante y nosotros seguimos todavía en 3.000 dólares por habitante. Básicamente,
esta es la esencia del problema que confrontamos como país: la “torta” no crece
pero la población sí. Nos tenemos que repartir lo mismo entre muchos más.
Primordialmente el sector político se ha concentrado en cómo repartir el ingreso
pero, obviamente, mientras el producto territorial bruto por habitante se manten-
ga estancado, lo que estamos haciendo es tratar de repartir lo mismo entre una
población que está incrementándose sin tener verdaderamente un repunte impor-
tante de productividad. El resultado se nota hoy día: un estándar de vida cada vez
más pobre.
Este crecimiento que hemos visto en la producción petrolera, la política llamada
“de apertura”, nos ha llevado de una producción de 1.6 millones de barriles por
día a mediados de los 80 a 3 millones y medio hoy día. Espero que sigamos
justamente con esa política de expansión para llevar nuestra producción a 6
MMBD para el 2007. Esta mayor productividad dentro del sector petrolero no ha
sido reflejada en otros sectores del país.
Si consideramos el aumento de nuestra producción petrolera, podemos deducir
que hemos logrado amortiguar la crisis del 98 –comparada a la del 86– debido a
este aumento de la producción. Con los precios que tenemos hoy en día multipli-
cados por la producción que teníamos en el año 86, nuestros ingresos estarían
mucho peor de lo que nos ha mostrado el doctor Espinasa.
Viendo un poco también la parte positiva y proyectando a futuro, la situación
petrolera en el ámbito mundial muestra tendencia a mejorar y esto a pesar de que
en este momento pareciera todo lo contrario: el precio del barril se encuentra en
caída libre.
En un artículo reciente de la revista Scientific American del mes de abril, titulado
“El fin del petróleo barato”, entre otros datos que en verdad son contundentes
señala que el 80 por ciento de la producción mundial proviene de yacimientos
que se descubrieron antes del año 75.
Figúrense un poco esto, 80 por ciento de la producción mundial viene de yacimien-
tos descubiertos antes del año 75, o sea, que en realidad la producción adicional
proveniente de yacimientos nuevos no llega al 20 por ciento de la producción
actual.
Alan Viergutz / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 60

Hay muchos otros indicadores que apuntan hacia una mejora en la industria de
los hidrocarburos. Por ejemplo, las mejoras tecnológicas que permitieron bajar los
costos y aumentar la producción están llegando a su punto de saturación. Desde
el colapso de los precios en el 86 hasta la fecha, muchas innovaciones se
implementaron para recortar costos y mejorar la producción. Hoy día si proyecta-
mos a futuro qué otros procedimientos o tecnologías pudieran descubrirse para
mejorar aún más los costos o aumentar la producción, nos percataríamos que no
hay mucho más que inventar.
Igual pasa con las medidas de conservación. Con los altos precios que se dispara-
ron y llegaron a su pico en el 80-81, también se implantaron medidas para raciona-
lizar el uso de la energía. Esta tendencia conservadora en el ámbito mundial en la
actualidad se está revirtiendo. Además de esto muchas de las medidas que se
implementaron, entiéndase por esto la mayor eficiencia en los automóviles, inicia-
tivas para conservar la energía en las casas, etc., han sido desarrolladas a plenitud.
Y aquí no tomamos en cuenta el movimiento mundial de conservación del ambien-
te que también está afectando las facilidades de producción futura.
Cuando consideramos estos factores hoy día, en mitad de una crisis grave en el
mercado de los hidrocarburos, podemos ser más optimistas. El aumento de los
precios del petróleo se nos acerca inexorable. A principios del próximo milenio la
demanda y la oferta se estabilizarán y la demanda sobrepasará a la oferta.
En el ámbito mundial la demanda crece, como saben ustedes, entre 2 y 3 por ciento
cada doce meses. O sea, que son entre 1.5 y 2 millones de barriles que se agregan
todos los años a la demanda de hidrocarburos. Aun tomando en cuenta un estanca-
miento en el 98/99, dentro de los 7 próximos años ya se sumarían 10 millones de
barriles más a los 75 millones que en este momento se están consumiendo.
Consideremos la declinación natural en los campos de producción a nivel mun-
dial. En Venezuela PDVSA ha recalcado que su producción declina a una rata de
2 por ciento anual. Esto significa que de la producción de 3.5 millones, si todos
los años no se apoya esta producción con más exploración, perforación de pozos,
etc., terminaremos con una producción que va declinándose a 25 por ciento por
año. En nuestro caso una cifra conservadora sería la de 500 mil barriles anuales,
de ahí la analogía de correr para quedarse en el mismo lugar.
A nivel mundial si estimamos un nivel de declinación de 10 por ciento, podemos
concluir que sólo mantener la producción de 75 millones de barriles diarios re-
quiere esfuerzos e inversiones importantes. El reto es doble. Mantener la produc-
ción existente y aumentar la futura para satisfacer la demanda que aumenta cons-
tantemente.
Alan Viergutz / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 61

La primera conclusión: en medio de este pesimismo coyuntural tenemos que


poner la crisis del mercado en perspectiva histórica: el futuro luce promisorio y
debemos prepararnos para esto.
Un breve comentario con referencia a la estrategia del país para enfrentar la baja
de los precios. Dada la crisis por la cual está pasando el mercado petrolero y la
presión que están haciendo otros miembros de la OPEP sobre la oferta, se justifica
una rebaja temporal en la producción petrolera. Matemáticamente es bastante
obvio: si producimos 3.5 millones de barriles por día a 10 dólares por barril,
ingresan 35 millones de dólares por día. Si rebajamos la producción por 250.000
barriles por día y logramos un dólar más por barril salimos ganando 750.000
dólares por día
Este recorte se puede justificar TEMPORALMENTE para drenar los altos niveles de
crudos almacenados. Estos se estiman en los 94 días de producción mundial. Por
lo general, cuando los inventarios llegan a estos extremos los precios se debilitan.
Por otro lado, cuando los inventarios existentes a nivel mundial se reducen a 86
días de producción, los precios aumentan. Es necesario que todos los miembros
de la OPEP honren sus compromisos y se integren además otros países indepen-
dientes como México y Noruega. Si no existe solidaridad en este esfuerzo, lo
único que vamos a lograr es ceder mercado a los independientes y darle, si los
recortes se mantienen en el tiempo, un golpe mortal al programa de expansión
petrolera.
Ojalá que intereses fiscales cortoplacistas no vayan a afectar el futuro de la expan-
sión petrolera. Nuestra meta de producción es superior a los 6 millones de barriles.
Para finalizar regresamos al comentario de siempre, tenemos que crear un Fondo
de Estabilización para evitar estas oscilaciones que nos acaba de mostrar el doctor
Espinasa. Es increíble que esos 4 mil millones de dólares que nos entraron “de
más” en el 96 y 97 no sirvan de amortiguador hoy día porque los gastamos.
Pero, por encima de todo, se requiere una reestructuración del gobierno para que
la voracidad fiscal disminuya. Hay muchos métodos que facilitan al gobierno
captar recursos de Petróleos de Venezuela y si fallan todos los otros métodos
siempre le queda la vía de los dividendos. Este no es el verdadero mal. Después
de todo PDVSA debe producir el máximo ingreso para la nación. La pregunta es
qué hace el gobierno con esos recursos. El problema es cómo arriesga inmensos
ingresos futuros para llenar un déficit fiscal coyuntural. El peligro es matar a “la
gallina de los huevos de oro”. Muchas gracias.
Los temas
Segundo tema

del Encuentro
La política económica
y la gestión fiscal 1998-1999

García Gustavo García*

Quiero comenzar por darle las gracias a la Revista del Banco Central de Venezue-
la, así como a la Universidad Católica Andrés Bello, por invitarme a participar en
este importante seminario.
Definir en estos momentos la política fiscal para 1999 resulta bastante complica-
do. Muchos de sus parámetros fundamentales, en efecto, no han sido definidos; la
Oficina Central de Presupuesto todavía se encuentra haciendo los cálculos para
presentar a finales de mes el proyecto de presupuesto en el Congreso. Debo
agregar que fue sólo ayer, cuando escuché la intervención de Ramón Espinasa,
que pude saber cuáles son los estimados que PDVSA tiene como aporte fiscal
para 1999. Ustedes entenderán, por lo demás, cuán importante es este parámetro
fundamental.
Hay algo más, y es que dejando por un momento de lado las estimaciones de
PDVSA, la inestabilidad que estamos observando en el mercado petrolero hace
que cualquier conjetura que se haga a estas alturas –incluyendo la que tiene que
hacer el gobierno central– resulta ciertamente muy aventurada. Si algo conoce-
mos muy poco en Venezuela es precisamente el comportamiento del mercado
petrolero. De allí la manera reiterada del Ministerio de Energía y Minas y PDVSA
de equivocarse sobre el comportamiento del mercado petrolero en los últimos
meses.
Estoy seguro que la gran mayoría de ustedes han visto en varias oportunidades las
presentaciones sobre los rendimientos del Plan de Inversión de PDVSA. Se habla-
ba incluso de que la tendencia –y de esto hemos venido hablando desde hace
aproximadamente cuatro o cinco años– del aporte fiscal de la industria petrolera
se iba a duplicar; que a comienzos de la próxima década prácticamente íbamos a

* Profesor del IESA. Jefe de la Oficina de Asesoría Económica del Congreso de la República.
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 64

poder extinguir toda la deuda pública, incluyendo los pasivos laborales; que la
demanda mundial de petróleo tenía un crecimiento significativo y que, además,
algunos productores OPEP y no OPEP iban a salir del mercado, por cuya causa el
escenario era de precios prácticamente crecientes. Se hablaba también, en calidad
de supuestos, de unos precios reales constantes, y un tipo de cambio real constante.
Valga la siguiente apuesta. Desde la década de los 50, si ustedes consiguen dos
variables que sean más inestables que el tipo de cambio real y el precio del
petróleo, yo pago lo que ustedes quieran. Y justamente sobre estas variables y sus
supuestos se basaba el Plan de Inversión de PDVSA. Después se dijo que eran
precios nominales constantes, y que en términos reales iban a caer paulatinamen-
te. Sin embargo, uno observa el mercado petrolero prácticamente desde la década
del 40, y es un mercado cuya característica fundamental ha sido de grandes
shocks. Esta vez el mercado petrolero nos vuelve a sorprender con un gran shock.
A finales del año pasado, cuando empezaron a bajar los precios petroleros, desde
más o menos octubre-noviembre del año pasado, se decía que Venezuela en
ningún caso iba a negociar su producción petrolera, y fuimos a la Conferencia de
OPEP en noviembre diciendo que el establecimiento de cuotas de volúmenes de
producción era ya un tema secundario; que ya eso no era tema de discusión, y
que íbamos a llegar tarde a la Conferencia porque el primer día dicho tema, nada
relevante para nosotros, se iba a plantear.
En enero se produce la caída dramática de los precios del petróleo, y PDVSA y el
Ministerio de Energía y Minas todavía seguían diciendo que no íbamos a reducir
la producción, y que ni un barril de petróleo se iba a negociar. En febrero y marzo
el problema se complica. Venezuela tiene que negociar una reducción en la pro-
ducción petrolera con los principales productores de petróleo de la OPEP y con
los que no son de la organización, como México. Ahora estamos en el caso de
que ya ni siquiera vamos a la OPEP a decir que hay que reducir la producción,
sino que además tenemos que lograr acuerdos parciales con algunos países. Del
discurso de noviembre, es decir, apenas hace siete meses, ahora pasamos al
discurso en el que exhortamos a los países OPEP y no OPEP a que bajen su
producción para estabilizar los precios. Esto indica cuán poco conocemos el
mercado petrolero, además de que nos coloca en una seria situación de aprieto
para la política fiscal, no solamente en este año, sino también en 1999.
Me voy a referir fundamentalmente a tendencias de la situación fiscal en cierta
medida estructurales y rígidas, que hacen del problema fiscal algo muy complica-
do para su manejo, y sobre todo para su solución en el corto plazo. Aquí cual-
quiera que venga con un discurso que envuelva cajas de conversión o cualquier
otra varita mágica, está cometiendo una seria irresponsabilidad. El problema, en
breve, es de disciplina fiscal.
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 65

Esta presentación que vamos a hacer se apoya en un trabajo de investigación que


venimos realizando desde hace varios años en el IESA. Una parte del mismo fue
publicado por la Universidad Católica Andrés Bello; luego, la Revista BCV recien-
temente publicó un artículo nuestro que fue presentado en un seminario interna-
cional del Banco Interamericano de Desarrollo, y que versa sobre la sostenibilidad
fiscal en Venezuela.

¿Cuáles son esos parámetros fundamentales de la política fiscal, que están


gravitando y que van a seguir gravitando los próximos años?

En primer lugar, tenemos un nivel de gasto público primario, es decir, gasto público
del gobierno central sin incluir el pago de intereses, que se ubica entre un 16 y 17
por ciento del producto interno bruto. Quiero decir que ese gasto primario ha
venido cayendo a tasas muy aceleradas, es decir, aquí se ha venido haciendo un
esfuerzo –si puede llamarse de esa manera– de reducción del gasto primario, que
en niveles reales per cápita se ubica en proporciones realmente dramáticas.
En términos reales per cápita, ese gasto primario se ubica por debajo inclusive de
los niveles que teníamos a comienzos de la década de los 70. Ese gasto primario,
por supuesto, en algunos años como en 1997, llegó a 17 por ciento, mientras que
en 1996, con una inflación de más de cien por ciento, una fuerte contracción
económica y un aumento sustancial de la tasa de desempleo, el gasto primario
bajó a 14 puntos del producto interno bruto.
Por otra parte, tenemos una recaudación no petrolera que todavía está rozando el
10 por ciento, aun con la tasa del impuesto a las ventas al mayor ubicada en 16.5.
Es decir, que el déficit primario no petrolero se ubica, en los últimos tres o cuatro
años, y esto va a ser cierto para el año que viene, aproximadamente entre 6 y 8
por ciento del producto interno bruto. Si a estas magnitudes le añadimos el gasto
de intereses de la deuda pública, que se mueve alrededor del 5 por ciento del
producto interno bruto, esto nos remite entonces a que tenemos un nivel de
déficit fiscal significativo, cuyo tamaño va a depender de cuál es el aporte fiscal de
la industria petrolera en el corto plazo.
Si tenemos, supongamos, un déficit primario no petrolero de 7 por ciento, pero
hay que pagar cinco puntos de intereses, ello indica que tenemos un déficit
global, sin incluir el aporte petrolero, de 12 puntos. Más todavía, si tenemos un
aporte de la industria petrolera de 7 puntos del producto, como está previsto este
año y de acuerdo con las cifras dadas ayer por Ramón Espinasa, resultaría en un
nivel de déficit del sector público consolidado rondando los 5 puntos del produc-
to para este año. En breve, una magnitud de déficit fiscal muy grave. De aquí la
pregunta de siempre, y ¿cómo se van a financiar esos déficit?
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 66

Solamente hay dos respuestas: o usted lo financia con endeudamiento público o


usted lo financia con inflación, no hay otra posibilidad. Esos déficit, si usted los
acumula y simplemente lo que hace es que no le paga a los maestros o a los
médicos lo que les corresponde, o deja de pagarle a los contratistas, usted se está
financiando con deuda, porque tarde o temprano tiene que pagarles esas obliga-
ciones. O lo que en realidad sucede: nos movemos en niveles de inflación altos y
retardamos el pago de la deuda. Así, nos financiamos con endeudamiento, pero
en el ínterin lavamos la deuda con inflación.
En síntesis, vamos a darle valores a los parámetros de que estamos hablando, y
que resumen la política fiscal. Así, dados los niveles de gasto primario suponemos
una recaudación no petrolera del 9 por ciento. ¿Por qué este cifra? Porque con el
nivel de contracción económica que vamos a tener; con la desaceleración del
crecimiento este año y muy probablemente en 1999 por la misma contracción del
gasto público; por el aumento de las tasas de interés; por las expectativas que
existen con relación a la inflación y al tipo de cambio, posiblemente la recauda-
ción más bien registre una caída en 1998 y 1999, lo cual nos ubicaría en un déficit
primario no petrolero entre 7 y 8 puntos del producto.
Si suponemos un aporte fiscal de PDVSA en el orden de 7 puntos el producto,
tenemos entonces un déficit primario global o en equilibro, o en menos de 1 por
ciento. Pero con un gasto en intereses que está entre 5 y 6 puntos el producto, el
resultado es un nivel de déficit fiscal de magnitudes entre 5 y 7 puntos el producto.
¿Por qué hacer mención al problema del gasto de los intereses? Cuando uno lo
mide en varios años ese porcentaje cambia. En años cuando hay apreciación
cambiaria amén de que el gobierno induce ciertos mecanismos de represión
financiera, de contención de las tasas de interés, el peso de la deuda pública cae.
Pero como en 1997, cuando hay que subir las tasas de interés por el desequilibrio
macroeconómico, y además hay que ajustar el tipo de cambio, el peso de los
intereses de la deuda pública sube. Se tiene entonces un vaivén que, dependien-
do del escenario, varía entre 3.7-3.8 y 5.6 por ciento. Ahora bien, este año y el año
que viene, dados los desequilibrios macroeconómicos, el porcentaje va a estar,
con mucha seguridad, alrededor de 5 puntos por lo mínimo.
Hay otro elemento que es el pago de los pasivos laborales del sector público y la
reforma de la seguridad social. Este es un aumento de la deuda neta del sector
público. Por lo tanto, cuando incluyamos esos factores, sin lugar a dudas que el
peso de los intereses va a aumentar. Por ejemplo, los intereses de las prestaciones
sociales de los trabajadores del sector público, en este año, están alrededor de 2
puntos del producto. De manera que al hablar de 5 o 6 puntos, se pudiera estar
subestimando la magnitud del peso de los intereses en las cuentas fiscales.
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 67

¿Cuáles son los problemas que tenemos entonces si se quieren modificar esos
parámetros de la política fiscal?

Primero, el problema del gasto público. Todos lo saben. Ha habido una drástica
caída del gasto primario real en términos per cápita. Hoy se ubica por debajo,
ligeramente por debajo, de los niveles que teníamos a comienzos de la década de
los 70. Venezuela tiene hoy gastos en educación, en salud, en seguridad pública,
en seguridad social, en niveles que están por debajo de todos los países de
América Latina de tamaño o de desarrollo más o menos comparable. La situación
compara a Venezuela con la de los países más pobres de la región, no con los
niveles de Brasil, Argentina, México, Colombia, y a veces ni siquiera Perú.
Sin lugar a dudas, ese gasto tiene una fuerte rigidez en su estructura y composi-
ción, entre otras cosas por las asignaciones legales, a saber, las transferencias a los
gobiernos regionales y municipales; el peso de la nómina y de los intereses. Es
decir, ese gasto público tiene una tremenda rigidez en el corto plazo, que hace
muy difícil su reducción. Por supuesto, el hecho de que tenga una alta concentra-
ción en gastos de nómina e intereses lo hace también muy ineficiente.
Aquí quiero decir dos cosas. El drama del gasto público, sobre todo el primario, es
que es muy bajo en términos reales per cápita; además, en las áreas mencionadas,
aunque llega a sus niveles más bajos, es donde en verdad resulta extraordinaria-
mente ineficiente. Sea el caso del gasto del Ministerio de Sanidad y del Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales. Más del 60 por ciento de ese gasto es para
pago de nómina, y de esa nómina más de dos tercios es para personal obrero y
administrativo que no está vinculado directamente con la prestación del servicio.
Esto lo hace, por consiguiente, muy ineficiente. Más todavía, dada la deuda labo-
ral del sector público con sus trabajadores, no puede despedir grandes masas de
trabajadores, porque entonces tendría que cancelar esa deuda, con lo cual en el
corto plazo se agrava el problema fiscal. Esto nos coloca en una situación de
manejo del gasto público muy difícil.
La otra cosa es que, como bien ustedes lo saben, tenemos una situación del
mercado laboral tremendamente deteriorada. Menos del 40 por ciento de la fuer-
za de trabajo está en el sector formal, incluyendo allí al sector público. Si tenemos
más o menos niveles de informalidad de 40 por ciento, una tasa de desempleo
que este año con toda seguridad va a cerrar alrededor de 13 por ciento, hace que
la posibilidad de producir grandes despidos de trabajadores en el sector público
se convierta en un problema social sumamente grave. Además, despedirlos sin
pagarles las prestaciones constituye un problema mucho más grave.
El otro problema es el incremento significativo que se ha producido en las trans-
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 68

ferencias a los gobiernos regionales y municipales. El efecto del situado constitu-


cional de la Ley de Asignaciones Especiales, el FIDES, más las transferencias
concurrentes a esos gobiernos, hace que desde 1989 hasta hoy las transferencias
a los gobiernos regionales y municipales haya aumentado aproximadamente en
70 por ciento en términos reales. Claro, aquí se incorporan los últimos dos años
del shock petrolero, que sube significativamente el ingreso ordinario y por tanto
las transferencias, pero eso va a disminuir cuando veamos las cifras del 97 y 98,
cuando van a registrar una caída significativa. Pero aun aislando los shocks petro-
leros, todos estos mecanismos de transferencia recientes como el FIDES y la Ley
de Asignaciones Especiales, más las transferencias concurrentes, ha producido un
enorme trasvase, además de que es por mecanismos legales que hacen muy
rígido el manejo del presupuesto en el corto plazo.
Hay un punto que no debo pasar por alto, y que antes había obviado. Me refiero
a que si incluimos en el gasto en intereses los del Banco Central por su política
monetaria, el agregado supera o es igual a casi todo el gasto social en Venezuela.
Retomando el hilo, tenemos también niveles extraordinariamente bajos de inver-
sión pública en infraestructura. Más aún, podríamos simplificar la frase y decir que
en la práctica dicha inversión, sobre todo a nivel del gobierno central, desapare-
ció. Los únicos gastos de inversión pública que se registran hoy en Venezuela, son
los que están haciendo los gobiernos regionales y municipales, dejando por fue-
ra, desde luego, a PDVSA.
Para reiterarlo, la inversión que hace el gobierno central en infraestructura física
prácticamente desapareció. Los mínimos montos que se habían logrado aumentar
en el año 97, con la reducción presupuestaria en marcha se evaporan. Por el
contrario, hay países, como Chile, que muestran entre 13 y 15 puntos del produc-
to en inversión pública en infraestructura. Nosotros, si algo mostramos, es una
tendencia asintótica a cero. Sólo cuando hay un alza petrolera sube en algo, pero
al desajustarse el mercado petrolero hacia la baja o a estabilizarse, vuelve a des-
aparecer. Por lo demás, no es posible que el país logre alcanzar una meta de
crecimiento sostenido con niveles de inversión pública tan bajos. En el trabajo
publicado en la Revista BCV se muestra que hay una alta correlación entre la
inversión privada y la inversión pública en infraestructura. Esto corre en sentido
contrario a lo que mucha gente piensa.
Por último, hay presiones de aumentos del gasto público, tanto por el reconoci-
miento de los pasivos laborales del sector público como por el colapso y reforma
de la seguridad social. De manera que al tenerse presente los cálculos que se
hacen sobre las implicaciones fiscales del Subsistema de Salud y del Subsistema
de Pensiones, se hace manifiesto que el problema fiscal en Venezuela en los
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 69

próximos años, si a algo tiende manteniendo los parámetros que hemos mencio-
nado, es a deteriorarse significativamente.
Valga ahora brindar una cierta información empírica que puede resultar de interés
para ustedes. El gasto real per cápita del gobierno central hasta 1996 se ubicaba
por debajo del que teníamos a comienzos de la década de los 70. Pues bien,
como efectos del desequilibrio fiscal y de los recortes del gasto en 1998 y lo que
va a pasar en 1999, ese gasto primario va a bajar aún mucho más. De nuevo, hay
una enorme dificultad para reducir el nivel del gasto público.
Por otra parte, desde 1990-91, el déficit primario no petrolero se ha venido redu-
ciendo significativamente, en aproximadamente algo más de 10 puntos del PIB.
Se ha hecho un esfuerzo, primero, por la reducción del gasto primario, y en
segundo lugar, por el aumento en la tributación interna. Esta contaba en aproxi-
madamente cinco puntos del producto hasta 1993, y con la aprobación del im-
puesto a las ventas al mayor, que tiene una recaudación de aproximadamente 4.5
puntos del producto, ese déficit primario se ha reducido significativamente. Es
decir, ha habido sin duda un esfuerzo fiscal; podríamos discutir si va en la direc-
ción correcta o no, por ejemplo, sacrificando gasto público en inversión, en edu-
cación y en salud, o en un esquema tributario tremendamente distorsionante.
Pero las cifras muestran que el déficit primario no petrolero en Venezuela sí se ha
reducido significativamente.
Ahora bien, lo que no ha permitido que eso vaya acompañado de una reducción
del déficit global obedece a dos razones: primero, al peso de los intereses de la
deuda pública, y segundo, al plan de inversiones de la industria petrolera, que
representa un aumento del gasto público y una reducción de su aporte fiscal.
Los niveles de déficit primario no petrolero se ubicaban a finales de la década de
los 80 en alrededor de 14 puntos del producto; el déficit primario no petrolero,
hacia los últimos años, se ubica en alrededor de unos 7 puntos. Incluso, en el año
1997, ese déficit primario no petrolero se redujo significativamente. Por supuesto,
dada la situación fiscal actual que se expresa en presiones de aumento del gasto,
posiblemente ese déficit primario no petrolero se deteriore en los próximos años.
En relación con el componente de intereses de la deuda pública, incluyendo los
intereses de los títulos de estabilización monetaria, valga lo siguiente tomando
como referencia a 1996. Cuando sumamos los intereses de la deuda interna, de la
deuda externa, más los intereses de los títulos de estabilización monetaria, tene-
mos que el Estado venezolano gastó, sin incluir los intereses de PDVSA, 5.3
puntos del producto en estos rubros. Por otra parte, si ustedes suman el gasto en
el sector salud y seguridad social, eso incluye Ministerio de Sanidad, IPASME,
Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, etc., los programa sociales del Minis-
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 70

terio de la Familia, lo que se gasta en educación preescolar, básica y diversificada,


más lo que se gasta en seguridad ciudadana, orden público y administración de
justicia (eso incluye tribunales, cárceles, jueces, Consejo de la Judicatura, Corte
Suprema de Justicia, Fiscalía General de la República) todo eso suma 5.2 puntos
del producto. Es decir, gastamos en intereses lo que gastamos en toda la política
social y en la administración de la justicia. Aquí no hay teoría económica que
valga: la estructura del gasto público es absolutamente irracional.
Por el lado de la tributación no petrolera tenemos también graves problemas. Hay
un deterioro en la recaudación por varias razones: primero, por el lento creci-
miento o por la desaceleración que vamos a tener en 1998, amén de por la
posible contracción económica en 1999. Eso va a disminuir la recaudación no
petrolera sin lugar a dudas. Segundo, por el deterioro del mercado laboral, ya que
al no crecer la economía, al menos al nivel de la tasa de crecimiento de la fuerza
de trabajo, que en Venezuela está alrededor de 2.7 por ciento, y dependiendo de
cómo ocurra la incorporación al mercado laboral de los jóvenes y las mujeres
(que ha venido aumentando significativamente en Venezuela) se produce enton-
ces un deterioro del mercado laboral porque hay más informalidad y caída del
salario real. La recaudación de los impuestos a la nómina ha venido disminuyen-
do de manera dramática, lo que hace inevitable, para implementar el nuevo siste-
ma de seguridad social, aumentar los impuestos a la nómina. Si bien esa reforma
es necesaria y conveniente en el largo o mediano plazo, en el corto plazo puede
deteriorar la situación del mercado laboral, ya que el costo de la mano de obra se
va a encarecer en Venezuela. Y en tercer lugar, por las evidentes dificultades para
disminuir la evasión fiscal y consolidar la administración tributaria. Por ejemplo, el
impuesto a las ventas al mayor a la tasa de 16.5 por ciento recaudó prácticamente
lo mismo que teníamos en el año 95 con una tasa de 12.5 por ciento; aumentó la
tasa del impuesto en aproximadamente 32-33 por ciento, pero la recaudación por
puntos de la tasa disminuyó. Esto nos está colocando en una tendencia de vora-
cidad fiscal, de querer aumentar las tasas, ya ni siquiera para aumentar la recauda-
ción, sino para evitar la caída en la recaudación.
Si ustedes ven los demás impuestos en términos reales, a saber, el impuesto sobre
la renta, aduanas, timbres fiscales, licores y cigarrillos, etc., todos han venido
cayendo, y la historia de la reforma de la administración tributaria ustedes la
conocen; hoy tenemos al sexto superintendente de Administración Tributaria,
que quizás durará unos seis o siete meses en el cargo, porque seguramente el
próximo gobierno nombrará un nuevo superintendente.
También hay dificultades con el aporte fiscal petrolero. Hay una drástica disminu-
ción de la renta neta gravable de la industria petrolera, a pesar de los aumentos en
los volúmenes de producción y exportación y eso es resultado del aumento en los
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 71

costos y deducciones de la industria petrolera como resultado del programa de


inversión. Por lo demás, este programa de inversión se está financiando en lo
fundamental con el flujo de caja de la industria. En la reducción de la participación
fiscal petrolera hay que tener presentes la eliminación del valor fiscal de exporta-
ción, la disminución de la tasa del impuesto sobre la renta en los convenios de
asociación con terceros, y la pérdida del control fiscal por parte del Estado.
A pesar de que en los últimos diez años hemos más que duplicado el volumen de
producción y exportación en la industria petrolera, su aporte fiscal ha venido
cayendo, con excepción de los años con shocks en los precios del petróleo.
Recuerdo haber escuchado a Ramón Espinasa diciendo ayer que lo fundamental
como causa de esa disminución fue la apreciación cambiaria. Yo diverjo realmen-
te de esa opinión. Primero, porque aquí ha habido años de apreciación y de
depreciación; en el año 96, con el aumento de los precios y la brutal devaluación
que tuvimos en Venezuela de 155 por ciento, el aporte fiscal de la industria
petrolera no aumentó en la misma proporción. Cuando uno aísla el efecto precio,
se ve que el aporte fiscal no se modificó, pero nunca esa apreciación ha sido tan
fuerte como para explicar una caída de 7 puntos del producto en períodos de
precios equivalentes. Tendría que haberse producido una desproporcionada apre-
ciación cambiaria, para decir que la causa de la caída del aporte fiscal de la
industria petrolera es en términos generales producto de la apreciación cambiaria.
Venezuela está exportando más del doble de lo que hacíamos en 1985. Es decir, aún
si duplicamos la producción para el año 2006, no es ninguna garantía de que va a
duplicarse el aporte de la industria petrolera por las razones que mencioné anterior-
mente. La renta neta gravable ha caído dramáticamente con excepción de los años
96 y 97 por el boom petrolero. Es decir, lo que vamos a ver es una caída fuerte de
la renta neta gravable de la industria petrolera. Los costos y deducciones de la
industria petrolera han aumentado significativamente a causa básicamente de su
programa de inversión. Y en términos del aporte fiscal, vuelve a caer a 6 o 7 puntos
el producto en 1998, y con el anuncio que nos hizo ayer Ramón Espinasa posible-
mente se ubique por debajo de 7 puntos del producto para el año que viene.
Aquí resulta fundamental, para ver cuál es la sostenibilidad de la política fiscal,
analizar los niveles de déficit primario no petrolero y el aporte fiscal de la indus-
tria petrolera. La idea es la siguiente. Para nosotros disminuir la presión inflacionaria
o disminuir el peso de la deuda pública y por lo tanto aliviar la presión de los
intereses sobre el gasto público, en Venezuela se tiene que generar un superávit
primario de alrededor de 3 puntos del producto. Entonces, si no se produce ese
superávit primario, el patrimonio público se hace negativo. Cuando por ejemplo
PDVSA aporta 8 puntos del producto y tenemos un déficit primario no petrolero
de 7 por ciento, el patrimonio público negativo es de 44 por ciento en el largo
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 72

plazo. Eso quiere decir que se va a tener déficit fiscales por varios años, y ese 44
por ciento del patrimonio neto negativo o se corrige con inflación vía la devalua-
ción, o se financia aumentando la deuda. En este último caso, la deuda tendría un
crecimiento explosivo y eso no es sostenible. En suma, a la luz de lo dicho, en
Venezuela la política fiscal no va a ser sostenible.
Puede que en el año 98 no se registre una inflación del 40 por ciento, toda vez
que puede reprimirse el ajuste del tipo de cambio. Pero cuando se tenga que
soltar a lo mejor tenemos una inflación superior al 50 por ciento. Lo importante es
que en el largo plazo, si no se genera un superávit primario de unos 3 puntos el
producto, no se puede disminuir el peso de la deuda pública y se registrarán
mayores déficit. Pero como la presión es a que aumente el gasto de intereses por
la seguridad social y los pasivos laborales, posiblemente hoy en día necesitamos
un superávit primario mayor o un aporte de la industria petrolera mayor. Por lo
tanto, si no se modifican los parámetros fundamentales de la política fiscal en
Venezuela, no es posible con varitas mágicas reducir las presiones inflacionarias o
evitar un aumento casi explosivo de la deuda pública.
¿Qué habrá de pasar con la política fiscal más allá de 1998? ¿Cuáles son las salidas
si se quiere evitar una aceleración de la inflación y un aumento de las tensiones
sociales? Aquí traigo a colación un concepto de Vito Tanzi, a saber, el concepto de
tensión fiscal. Se trata de aquellas políticas destinadas a controlar los déficit fisca-
les mediante la contención de gastos, que generan más bien dificultades para el
crecimiento económico, o problemas políticos y sociales que hacen insostenibles
dichas políticas en el medio político. Cuando se recortan gastos en educación e
infraestructura, en el largo plazo se atenta contra el crecimiento. Eso deteriora las
cuentas fiscales. Cuando se comprime el gasto primario en ciertas áreas, lo que se
está generando es tensión social, la que luego obligará a aumentarlo más adelan-
te. Esas políticas no conducen a resultados sostenibles en el largo plazo, y lo que
hemos hecho en Venezuela es mucho de tensión fiscal, además de contar con la
ineficiencia del gasto público.
Los riesgos y limitaciones de ese enfoque tradicional son el de la voracidad tributaria
y el de la tensión fiscal. Aumentar tasas de impuestos con muchas distorsiones,
con enormes exenciones y con un gran nivel de evasión y por supuesto, el efecto
de la tensión fiscal que resulta en esa gran conflictividad social que día a día
vivimos en Venezuela. Prácticamente ya no son noticia porque es la rutina de
todos los días: la huelga de los maestros, de los médicos, los trabajadores
tribunalicios, el aumento de las tasas del impuesto, y sin embargo, la situación
deficitaria del sector público no se modifica.
Y luego los riesgos y limitaciones de licuar o lavar la deuda pública a través del
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 73

impuesto inflacionario que en Venezuela se realiza a través de la devaluación. Yo


no sé cuántos años más este país va a aguantar una caída sostenida de los salarios
reales, porque con ese escenario no crecemos y con una inflación alta, producto
de ese déficit fiscal, no es posible mejorar la situación del mercado laboral, y por
ende la situación social en Venezuela. Eso implica la necesidad de un cambio
sustancial en los parámetros fundamentales de la política fiscal. Aquí de lo que
estamos hablando es de la necesidad de un cambio de régimen en los principales
parámetros de la política fiscal.
Tiene que producirse en Venezuela un aumento de la tributación no petrolera, no
mediante aumentos de tasas de impuestos con exenciones, etc., etc., quizás lo
contrario, es bajando tasas pero con una base muy amplia, eliminando exencio-
nes y exoneraciones en todos los impuestos, darle facultades tributarias a los
gobernadores para que no exijan más transferencias y tengan que financiar el
gasto con responsabilidad tributaria y eso implica negociarlo con sus ciudadanos.
Una reforma tributaria integral implica un cambio en el marco legal, es decir, en
las leyes tributarias, en el Código Orgánico Tributario (fundamentalmente en el
sistema de sanciones y penalidades) en la administración tributaria por razones
muy obvias, y en la capacidad judicial de forzar el cumplimiento legal.
Nosotros hacemos muy poco en tratar de mejorar el cuadro tributario, si después
es muy fácil ir a un tribunal a discutir la reparación que pueda hacer el SENIAT y
luego entonces en el tribunal existe una altísima probabilidad de perderlo (hasta
1992 en Venezuela se perdían más del 60 por ciento de los casos de disputa
tributaria en los tribunales, y su promedio de resolución estaba aproximadamente
en unos 10 años). Con ese sistema judicial nosotros no podemos mejorar
sustancialmente la recaudación tributaria.
Tiene que haber un cambio fundamental en la recomposición, estabilización y
adecuación del gasto público para disminuir su ineficiencia y rigidez y poder
aumentar la inversión en infraestructura física. Por otra parte, es inevitable en
Venezuela la liquidación o venta de activos públicos para cancelar pasivos en
volúmenes considerables y la única manera de hacer eso, dada la deuda que se va
a formalizar con la seguridad social y que se ha formalizado con los pasivos
laborales, la única manera de hacer eso es que haya un vasto programa de
privatización, que en mi opinión muy personal, tiene que incluir una parte de la
industria petrolera.
Pero también es inevitable que en Venezuela se produzca una reducción de la
volatilidad del ingreso petrolero, tanto por la vía de los efectos de los shocks
externos, como por la inestabilidad de la contribución fiscal de PDVSA. Yo creo
que llegamos a una situación donde ya PDVSA no puede decir: éste es mi progra-
Gustavo García / La política económica… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 74

ma de inversión, yo voy a comprar tales refinerías afuera, poner las bombas de


gasolina bien bonitas y gastar un millón de dólares en cada bomba de gasolina,
competir en la distribución de laticas de aceite, etc., etc., y lo que me queda es el
aporte fiscal.
Yo creo que va a ser inevitable en Venezuela revisar muchos de esos planes y
decir cuál es el aporte fiscal de la industria que nosotros necesitamos, que nos
haga sostenible la situación económica y social a mediano plazo, y PDVSA tendría
que ajustarse a esos parámetros. De otra manera, vamos a tener un país incendia-
do por los cuatro costados, pero produciendo el doble de petróleo, y más o
menos entonces aumentando la producción y dando el mismo aporte fiscal. Esa
situación es económica, social y políticamente insostenible en Venezuela, y creo
que los hechos del día a día son sumamente claros en Venezuela. Muchas gracias.
Comentarios

Carmona Pedro Carmona*

Durante los dos últimos años se han producido avances hacia la desregulacion y
la apertura económica. La política comercial definida a partir de 1989 se ha man-
tenido en esencia intocada. No obstante, dos elementos principales motivan nues-
tra preocupación: los limitados resultados en la lucha antiinflacionaria y en la
modernización del sistema fiscal venezolano.
A comienzos del presente quinquenio, se implantó una reforma tributaria y se
creó el SENIAT, hechos que resultaban justificados, pero no se han registrado
avances significativos en el control del gasto público, en el mejoramiento de su
eficiencia, en el redimensionamiento del aparato del Estado y en la adopción de
nuevas técnicas de elaboración presupuestaria. La aplicación del ICSVM y el im-
puesto a los activos empresariales significó un importante aumento de la recauda-
ción, hasta el punto de que el primero de los impuestos mencionados paso a
constituirse en la principal fuente de recaudación. Vale la pena indicar que los
aportes fiscales de la economía no petrolera igualan ya a los del sector petrolero,
en un porcentaje aproximado de 10 por ciento cada uno, en tanto que los gastos
presupuestarios llegan a un 25 por ciento del PIB, incluyendo 12.5 por ciento en
transferencias, vale decir una brecha del 5 por ciento del PIB que crece hasta el 10
por ciento al incluir las nuevas deudas y sin incluir el impacto de la caída de los
precios petroleros. En términos absolutos, las transferencias determinadas por el
situado constitucional, asignaciones especiales y subsidios representan unos US$
12 millardos que representan cerca del 50 por ciento del presupuesto nacional y
han crecido exponencialmente en los últimos años.

* Presidente ejecutivo de VENOCO.


Pedro Carmona / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 76

Por el lado inflacionario, son ya casi tres lustros en los cuales el índice de precios
al consumidor no desciende del 30 por ciento, lo cual es indicativo de que no será
posible un progreso efectivo en la lucha contra la inflación, si no se acometen
profundos cambios estructurales en la política fiscal. La evasión sigue siendo alta
en todos los tributos (superior al 50 por ciento), especialmente en el ISLR y el
ICSVM, pero lo es también en el caso de la renta aduanera, en la cual la prolifera-
ción de los ilícitos está suponiendo un triple efecto pernicioso sobre el fisco, la
competencia desleal hacia la actividad productiva nacional y el desarrollo de una
extensa red de corrupción y descomposición en torno al sistema aduanero, que
preocupa.
En lo atinente a la reforma de la administración pública es poco lo que se ha
avanzado. Hasta el momento, sólo existen propósitos, y uno que otro plan volun-
tario de reducción de personal en algunos ministerios. Pero no existe un plan
concreto, que ha debido formularse como un programa a por lo menos tres años,
que se hubiese iniciado durante la actual administración y proseguido durante el
próximo gobierno. En consecuencia, con las implicaciones fiscales que de ello se
derivan, al nivel del gobierno central se culminará el quinquenio con más o
menos el mismo número de empleados públicos y sin un plan en marcha. En lo
que se refiere a la administración regional, es sabido que se ha producido un
incremento en la nómina de funcionarios estadales y municipales sin una estrate-
gia definida y que ello ha supuesto también una voracidad fiscal municipal que
preocupa en términos de competitividad y desarrollo. Por su parte, se han produ-
cido avances en la privatizacion de empresas como la CANTV, Sidor, bancos,
hoteles y otros activos del Estado, pero se encuentra pendiente la transferencia a
manos privadas de la industria del aluminio y del importante sector eléctrico
público, ambos con serios problemas de viabilidad financiera y gerencial que las
afecta sensiblemente.
Por su parte, la calidad de gestión del Estado se encuentra colapsada. El pesado
aparato público no tiene capacidad técnica y de propuesta y se encuentra afecta-
do por vicios e ineficiencias de significación. Todo ello pone en cuestionamiento
la viabilidad financiera del Estado en el mediano plazo, si no se introducen cam-
bios importantes, más aún si se considera la fuerte presión que se siente por
incrementos salariales y negociaciones de contratos colectivos en el sector públi-
co que agravan la carga del Estado. Un aspecto importante a ese respecto lo
constituyen los compromisos asumidos en el marco de la nueva Ley Orgánica del
Trabajo y de las leyes especiales relacionadas con la reforma a la seguridad social
en Venezuela próximas a aprobarse. El Ejecutivo no ha hecho reservas para el
pago de los pasivos laborales, los cuales ascienden a montos billonarios. Por su
parte, el sistema de pensiones del Seguro Social esta descapitalizado, correspon-
Pedro Carmona / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 77

diendo al gobierno reponer los recursos necesarios para hacer frente a los com-
promisos existentes. La transición hacia el nuevo sistema de pensiones, que hace
énfasis en el sistema de capitalización individual, implica cifras importantes para
el sector público que es necesario prever. A título de ejemplo, la acumulación de
pasivos laborales por prestaciones sociales y bonos de transferencia bordea los
US$ 8 millardos (8 por ciento del PIB), a lo cual se añaden las deudas al sistema
de pensiones del IVSS por US$ 7.6 millardos, más los bonos de reconocimiento de
los trabajadores de dicho instituto, de un monto de entre US$ 3 y 4 millardos, vale
decir, un total de hasta US$ 19 millardos, equivalentes a un 19 por ciento del PIB.
En lo que respecta a las presiones salariales, si bien hay que reconocer que el
ingreso real de los venezolanos ha disminuido en los últimos veinte años, recien-
temente ha surgido el riesgo de exacerbar un perfil de país dual, condicionado
por la generosa contratación colectiva negociada por el sector petrolero, la cual
comienza a servir de referencia para las aspiraciones de otros sectores, entre ellos
el sector petroquímico, el de la construcción, Cadafe o el de las empresas básicas
de Guayana, los cuales no admiten tales cargas. Es imposible que se pretenda que
los difíciles equilibrios logrados en las reformas acordadas en el seno de la Comi-
sión Tripartita, puedan derivar en gravosas exigencias que tomen como referencia
un sector de alta rentabilidad como el petrolero, en el cual se concedieron bene-
ficios con clara ligereza.
Por su parte, es necesario activar el aparato productivo, afectado por la recesión y
por importantes perforaciones a la capacidad de compra nacional, en especial la
del sector público. El sector petrolero no está provocando la esperada dinamización
o efecto locomotora sobre el sector no petrolero de la economía. La sobrevaluación
y el estímulo a la importación derivado de los aranceles únicos está llevando a
que buena parte de la demanda de dicho sector esté atendiéndose con importa-
ciones, habiéndose reducido el componente nacional. Por otra parte, se están
presentando importantes distorsiones, tales como los ilícitos aduaneros y los efec-
tos de exenciones o exoneraciones al ICSVM que discriminan en contra de la
producción nacional, entre ellos la maquinaria agrícola, el papel, ciertos alimen-
tos y productos primarios y el Puerto Libre de Margarita, los cuales no ayudan a
estimular la producción nacional. En el sector público, las importantes compras
que realizan las Fuerzas Armadas gozan de un régimen especial que no estimulan
a utilizar plenamente la oferta nacional.
La inversión privada ha sido insuficiente para dinamizar la actividad económica
en el país. Ha sido demasiado prolongado el período durante el cual el país
registra bajísimos porcentajes de formación bruta de capital fijo y casi nula inver-
sión pública, salvo la realizada en el sector petrolero. De allí la necesidad de
acometer de manera más sistemática la adopción de una política de estímulos a la
Pedro Carmona / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 78

inversión privada, junto a la prosecución de las privatizaciones pendientes, ex-


cepción hecha de PDVSA y Edelca, las cuales se ha decidido mantener en manos
del Estado, salvo las políticas ya decididas de participación de capital privado y de
la llamada apertura petrolera.
Mucho se ha dicho que las distorsiones que se han venido acumulando por el
lado del gasto público, del déficit estructural y de la ineficiencia, además de los
problemas derivados de la sobrevaluación cambiaria, pueden conducir a la nece-
sidad de un nuevo ajuste a comienzos del próximo gobierno. El país no puede
continuar con ajustes periódicos o recurrentes, cuyo costo económico y social es
inmenso y que debilitan la gobernabilidad democrática. Se requiere por ello aco-
meter un programa consistente y con proyección de mediano plazo.
En tal sentido, el sector industrial venezolano agrupado en Conindustria ha estado
debatiendo los términos de una propuesta al país que trata de corregir las
distorsiones anotadas, en el marco de una política industrial coherente. Principal-
mente se considera que es necesario implantar un esquema que propenda a la
búsqueda de la estabilidad cambiaria como derivación de una firme política fiscal
disciplinada, a través de “candados fiscales” y medidas tales como:
• El redimensionamiento del aparato del Estado y el logro de un mayor grado de
eficiencia operativa y gerencial de la función pública. Tal como señala Domingo
Fontanero en un artículo reciente, no es posible seguir demandando ingresos e
impuestos por el mismo Estado ineficiente, a costa de recesión e inflación y
pretender mantener su nivel de gastos, sino que hay que reducir el costo del
Estado y mejorar la atención ciudadana.
• Establecer topes para la deuda total como porcentaje del PIB, para el servicio de
la deuda y para los créditos adicionales.
• Transformar el ICSVM en un IVA, tal como lo expresan numerosos analistas y
agrupaciones políticas en el momento actual.
• Encontrar fórmulas para cubrir los pasivos laborales, como sería la emisión de
bonos de la deuda pública indexados.
• Cambios en los conceptos y montos de las transferencias hacia las gobernaciones
y alcaldías.
• La creación del Fondo de Estabilización Macroeconómica.
• La total autonomía e independencia del Banco Central de Venezuela.
• Establecer un encaje apreciable de los pasivos líquidos exigibles del BCV en
divisas de reserva.
Pedro Carmona / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 79

Por su parte, los importantes estudios ofrecidos al Ministerio de Hacienda por la


Fundación Andrés Germán Otero, coinciden en la necesidad de emprender un
conjunto de reformas del sistema fiscal venezolano, que apuntan hacia la elimina-
ción de las rigideces fiscales, a la reducción de la nómina de la administración
pública, a la elaboración de presupuestos plurianuales, la creación del fondo de
estabilización fiscal o macroeconómico, la adopción de reglas de disciplina fiscal
y control de gestión y a promover reformas legales y cambios institucionales
necesarios para la puesta en práctica de la reforma fiscal. Me limitaré a destacar
algunas ideas centrales:
• Los presupuestos plurianuales: ciertos gastos son permanentes y obligan a una
planificación durante varios años y con miras a determinar una senda óptima de
gasto. Deben utilizarse instrumentos modernos de evaluación con criterios de
desempeño y resultados. Dichos presupuestos deben permitir la recuperación de
los sectores educación, salud e infraestructura.
• Reducir la inelasticidad del gasto, con mas de un 70 por ciento agrupado en
compromisos de carácter legal y contractual, lo cual deja un escaso margen de
maniobra. Las reducciones lineales del gasto no generan los resultados esperados
pues no modifican las limitaciones estructurales del gasto.
• La política fiscal no es sostenible si los ingresos y gastos resultan de un aumento
persistente de la relación deuda pública/PIB. Los esfuerzos deben propender a la
generación de un superávit primario remanente de más del 3 por ciento, y déficit
fiscales no superiores al 1 por ciento del PIB. El endeudamiento no debe exceder
del 8 por ciento de los gastos totales.
• Implantar sistemas de control de gestión de la eficiencia del gasto en los presu-
puestos plurianuales y por programas.
• Aprobar un Fondo de Estabilización Macroeconómica, para asegurar que los
ingresos garanticen los diversos proyectos de inversión.
• La evasión fiscal total supera el 50 por ciento, por lo cual conviene reducir la alícuota
del ICSVM, quizás transformándolo en un IVA pleno, el cual en nuestra opinión no debe
superar el 14 por ciento, nivel de nuestro principal socio comercial: Colombia.
• Se requiere reformar La Ley Orgánica de Hacienda de 1918, de la cual se han
derivado agregados tales como la Ley Orgánica del Régimen Presupuestario, el
Código Orgánico Tributario, la Ley de Licitaciones y la Ley Orgánica de la Contraloría
General de la República, todo lo cual implica multiplicidad y confusión entre
dichos instrumentos. Se propone por tanto un Proyecto de Ley Orgánica de Ges-
tión y Control Interno de las Finanzas Públicas que integre en un texto único los
sistemas de presupuesto, crédito público, tesorería, contabilidad y control interno.
Pedro Carmona / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 80

Son estas opciones complementarias que ya tienen un alto nivel de estudio y


elaboración, y que por tanto merecen promoverse como parte de un entendi-
miento nacional de alto nivel de compromiso entre la fuerzas políticas que aspi-
ran a gobernar a Venezuela a partir del próximo mes de febrero. Mientras ello no
se logre, no será posible avanzar con éxito en la dirección de estabilización,
modernización y saneamiento de la economía venezolana, la cual continuaría
sujeta a vaivenes cíclicos y a la necesidad de ajustes que además de suponer
inflación y empobrecimiento, debilitan la credibilidad en las instituciones demo-
cráticas y dificultan la gobernabilidad de un país que con justificadas razones
aspira a un futuro mejor. Lo planteado requiere una alta dosis de voluntad y
entendimientos y antagoniza con posturas demagógicas o con visiones desfasadas
de la economía venezolana. Es necesario demostrar que Venezuela sí tiene salida.
Comentarios

Huizzi Raúl Huizzi*

Debo en primer lugar, agradecer a los organizadores de este importante evento,


tanto a la revista del Banco Central de Venezuela, como a la Universidad Católica
Andrés Bello, la deferencia de haberme invitado a realizar algunos comentarios
sobre la ponencia de Gustavo García. Encuentros de esta naturaleza en los que se
abre un espacio para que los economistas y estudiosos de la coyuntura intercambien
ideas y realicen propuestas, son sin lugar a dudas, una loable iniciativa, especial-
mente cuando invitados de tan alta calidad exponen sus investigaciones con el
propósito de profundizar en el conocimiento de la realidad económica.
Gustavo García, en los últimos años, ha venido realizando una densa y fructífera
labor de investigación sobre el problema fiscal en Venezuela, temática sobre la
cual se precisa una clara comprensión si se quiere llevar a puerto seguro cual-
quier programa de estabilidad económica. La discusión en cuestión, trata enton-
ces sobre la política fiscal venezolana para el período 1998-1999. En este sentido,
quisiera comentar tres elementos que a mi entender son medulares en la exposi-
ción del profesor Gustavo García. En primer lugar, el clima de inestabilidad fiscal
caracterizado por la caída del ingreso petrolero, hecho que se produce después
de dos años de un boom que implicó un significativo aumento de precios y de
importantes ingresos fiscales.
En segundo lugar, el peso de la deuda –tanto interna como externa– en la estruc-
tura del presupuesto y en tercer lugar, los factores que limitan la gestión fiscal y la
calidad de un ajuste necesario que le proporcione sostenibilidad a la política
fiscal, evitando así los perversos efectos de choques externos.

* Director de la Escuela de Economía de la ULA.


Raúl Huizzi / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 82

Permítaseme hacer alguna acotación sobre la antesala a la situación fiscal para el


período 1998-1999 en materia de desempeño económico y las perspectivas que
se generaron a partir de este fenómeno. Si nosotros recordamos, a finales del año
1997, partiendo de los alcances de la economía venezolana durante el último
bienio, lo que algunos analistas llamaron la extraordinaria capacidad de recupera-
ción de nuestra estructura económica, se tejieron algunos pronósticos optimistas
para los años siguientes a partir de 1998. Desde luego, se pensaba en ese momento
que el boom petrolero se mantendría por un tiempo prolongado. El sustento de esta
visión estaba basado en los altos precios de realización de la cesta de crudos, la cual
tuvo una cotización de 18.40$ el barril en 1996 y de 16.50$ en 1997.
Para el proyecto de presupuesto de 1998, PDVSA estima un precio de 15.50$ por
barril, pero debido al debilitamiento del mercado petrolero y la consecuente caída
de los precios, comenzaron a surgir problemas típicos de la volatilidad
macroeconómica y su transmisión a la parte fiscal, lo que ocasionó serias amena-
zas de volver a sentir el impacto de un déficit fiscal insostenible.
Considero que no es necesario profundizar en las consecuencias que tiene para la
economía venezolana un choque externo adverso. En exposiciones anteriores
realizadas en este mismo evento a cargo de Luis Rivero y de Ramón Espinasa, se
abordó en forma detallada este aspecto y estimo que está lo suficientemente claro
cómo estos choques se transmiten y afectan la política fiscal originando severos y
dramáticos desajustes macroeconómicos.
Esta particularidad de una economía como la venezolana, que es tan sensible al
comportamiento y la volatilidad de los precios en su principal producto de expor-
tación, conduce a replantear la materia presupuestaria e introduce importantes
factores de incertidumbre sobre el futuro económico, en aspectos como los flujos
de capitales, las tasas de interés y la política cambiaria, entre otros.
Indudablemente que estamos frente a un primer detalle sobre el que quisiera
referirme de especial manera. Desde comienzos del mes de enero de 1998, des-
pués del ajuste de la banda cambiaria, y la inmediata modificación por parte del
Banco Central de Venezuela en materia de tasas de interés, políticas tendientes a
corregir una supuesta sobrevaluación cambiaria, se sigue manteniendo un exacer-
bado optimismo sobre la materia petrolera. Luego de las consultas realizadas por
PDVSA y el Gobierno en la reunión del Riad (Arabia Saudita), hecho que obligó
a una primera reducción en la producción petrolera, superior a los 200.000 barri-
les diarios, y la cual se llevó a cabo en marzo del presente año, se pensó que la
caída de los precios petroleros era un problema de carácter coyuntural, frente a lo
cual sólo bastaba un acuerdo entre países miembros de la OPEP y países no
pertenecientes al cartel, para lograr una recuperación en el nivel de los precios.
Raúl Huizzi / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 83

Sobre el particular, creo que no está claro todavía si realmente la caída de los
precios petroleros obedece a factores coyunturales que se resuelven mediante un
acuerdo de esa naturaleza, o si se trata del resultado de un problema de naturale-
za estructural, lo que nos conduciría a pensar en una contracción de los precios
por debajo de los 13$ el barril. Actualmente el promedio de la cesta petrolera
venezolana está por debajo de los 11$ el barril; desde luego, de mantenerse esta
situación, indudablemente estaríamos pensando en un ajuste fiscal de mayores
proporciones para 1998, así como la extensión de la incertidumbre para la política
presupuestaria durante el venidero año 1999.
Estimo que se trata de un elemento de vital importancia. Otro aspecto de interés
en la exposición del profesor García es el que hace referencia al componente de
la deuda tanto interna como externa en la estructura del presupuesto y las conse-
cuentes restricciones para aumentar el gasto primario, que en los últimos años
han sufrido una dramática disminución, afectando de manera significativa la aten-
ción a importantes sectores de la población venezolana.
Ciertamente, la carga de la deuda en la estructura presupuestaria, medida como
porcentaje de PIB sigue ejerciendo un gran peso en la misma, la cual supera
incluso al porcentaje del producto dedicado al gasto social, incluyendo salud,
justicia y educación. Mientras esto no se revierta será imposible para el Estado
atender las demandas de carácter social que se han venido postergando en los
últimos años y que constituirían siempre un pasivo cuyo incumplimiento condu-
cirá a la profundización de tensiones sociales acumuladas desde el pasado.
Aquí yace, a mi entender, uno de los factores esenciales de la política fiscal.
Venezuela debe buscar caminos que en un plazo perentorio le permita contar con
estrategias que conlleven a la liquidación de la deuda, incluyendo por supuesto
los compromisos que se derivan de la modificación de la futura reforma laboral y
de seguridad social. Cabe destacar que por concepto de intereses de deuda públi-
ca, incluyendo el costo de la política monetaria, se consume una gran parte del
gasto del gobierno central el cual asciende aproximadamente al 50 por ciento de
los ingresos que no provienen de la actividad petrolera. Por la vía de la privatización,
de lograr mejoras en la recaudación de tributación interna, y a través de la exigen-
cia de una mayor participación fiscal de PDVSA, se lograría el camino para mini-
mizar el pesado fardo de la deuda en la estructura presupuestaria.
Finalmente y tratando de respetar el tiempo cedido por los organizadores del
evento, quisiera dejar como elemento de reflexión el problema que gira en torno
al déficit fiscal proyectado para 1998-1999, así como la calidad de un ajuste que
permita hacer sostenible la política fiscal.
Raúl Huizzi / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 84

En la agenda de la política pública en el corto plazo, habrá de enfrentarse la


inestabilidad causada por la adversidad del mercado petrolero internacional.
Por la vía del gasto, el ajuste tiene severas restricciones. Se ha mencionado ante-
riormente la fuerte caída del gasto primario en los últimos años, situación a la que
hay que añadir la rigidez en la estructura del mismo, así como los nuevos compro-
misos que se deriven de modificaciones legales a las que necesariamente deberá
enfrentar el Estado.
Si se analiza esta situación desde la perspectiva de los ingresos, teniendo presente
la baja presión tributaria, particularmente estaría en desacuerdo con la introduc-
ción de nuevos tributos, toda vez que no los estimo pertinentes hasta tanto no se
busquen las vías para incrementar los ingresos no petroleros, minimizando la
evasión y la elusión fiscal. A esto habría que sumar, desde luego, la necesidad de
aumentar el aporte fiscal por parte de PDVSA.
El sector petrolero como ha quedado claro, ha venido disminuyendo acelerada-
mente el aporte al fisco. De niveles cercanos al 13 por ciento del PIB, se estima
que para 1998 la contribución fiscal estará en la vecindad del 7 por ciento, lo que
sin duda alguna restringe severamente las posibilidades de un ajuste fiscal de
manera permanente.
Por otra parte, la vía del endeudamiento sería otro factor de corrección del déficit
fiscal, pero tomando en cuenta que con la incertidumbre generada por lo ante-
riormente señalado, el mercado exigirá una prima de riesgo mayor, que hará más
costoso el endeudamiento y agravará así el peso que la deuda ejerce sobre el
gasto público. De no tomarse en cuenta los elementos señalados para llevar a
cabo un ajuste fiscal de calidad, queda la vía de la devaluación, política que sin
duda alguna incrementará las presiones inflacionarias produciendo nuevos facto-
res de inestabilidad macroeconómica.
Es impostergable entonces la necesidad de una reforma tributaria integral, la liqui-
dación de deudas y un aumento de la tributación petrolera, sin estos elementos la
política fiscal para 1999 estará caracterizada por una peligrosa incertidumbre que
nos conduciría a continuar el sendero de la presión inflacionaria de los últimos
diez años. El Dr. Gustavo García en su exposición ha señalado que incluso con un
superávit primario del 3 por ciento aún estaríamos condenados a una situación de
inestabilidad fiscal, lo que lleva a concluir que manteniendo el nivel histórico de
tributación no petrolera se hace necesario que para 1999 y años sucesivos el
aporte fiscal de PDVSA debería ubicarse en el orden del 12 y 13 por ciento.
Los temas
Tercer tema

del Encuentro
¿Es necesaria una reforma monetaria?
Implicaciones fiscales y de política económica

Kelly Janet Kelly*

Se le ocurrió a Asdrúbal Baptista organizar un evento sobre economía para el


primer día del Mundial de Fútbol. Es economista, lo que puede explicar el hecho.
Entonces, aquí estamos los no futbolistas y también en algunos casos, como el
mío, los no economistas para una discusión sobre la política monetaria y fiscal.
Debido a mi sesgo profesional, mi atención se enfoca en los aspectos políticos de
la política económica; creo que en el tema de la reforma monetaria y fiscal, los
economistas tienen que escuchar, de vez en cuando, a las personas que prestan
atención a los elementos políticos.
Entre los economistas hay bastante consenso acerca de lo que hay que hacer,
pero es notable que los gobiernos no acatan sus consejos. Es válido preguntarse,
entonces, por qué en el sector político no se lleva a cabo lo que a los economistas
les parece tan racional. Para contestar la pregunta, es necesario acudir a las demás
ciencias sociales, porque el mundo político no es tan racional como las matemá-
ticas, aunque tiene su propia racionalidad.

Los dilemas políticos de la política económica

La primera pregunta que se plantea en este foro es: ¿es necesaria una reforma
monetaria? Es muy fácil contestar afirmativamente. No hay duda de que algo anda
mal en esta República en cuanto a la política monetaria, que se ha asociado a una
tasa de inflación por encima del treinta por ciento durante muchos años. Pero si

* Profesora de economía del IESA.


Janet Kelly / ¿Es necesaria una reforma…? / Revista BCV / Foros 2 / 1998 87

fuera tan fácil arreglarla, se hubiera hecho antes. La política monetaria no puede
verse de forma aislada ni como algo sencillo, a pesar de que algunos expertos
sugieren que todo se puede arreglar con una varita mágica. No hay magia que no
sea dolorosa para algunos miembros de la sociedad, y quien dice lo contrario,
probablemente está equivocado o engañado.
El saber qué hacer no es lo mismo que saber cómo hacerlo. Si una reforma
monetaria apunta a restringir el crecimiento de la liquidez, por ejemplo, siempre
habrá intereses afectados durante la transición hacia la estabilidad. La historia está
llena de protestas en contra de políticas monetarias restrictivas, tanto en Venezue-
la como en otros países. El problema es que, en la política, los perjudicados
tienden a reaccionar con los recursos del poder. No hay reformas puramente
técnicas, sino que las reformas que hay que hacer en el país van a requerir
consensos políticos muy fuertes y personas dispuestas a defenderlas. Los econo-
mistas nunca pueden lograr una autonomía completa que les permita ejecutar sus
políticas detrás de una muralla china.
La política monetaria se vincula con la política fiscal, por los efectos monetarios
de la acción del gobierno. En Venezuela, la reforma fiscal que sería necesaria para
asegurar la estabilidad y la equidad tendría que ser profunda. ¿Por qué profunda?
Existen desequilibrios serios, desequilibrios que se parecen a los factores que
caracterizaron la economía en el año 93 y 94, cuando la fuga de capitales y las
altas tasas de interés se combinaron para debilitar el sector financiero y para
frenar la economía. Persiste, además, la presión política para que el gobierno dé
recursos adicionales a diversas actividades, desde el sistema de salud hasta las
universidades, así como resistencia al cobro de los impuestos.
Todavía existen síntomas de la crisis financiera. La emisión de Títulos de Estabili-
zación Monetaria para absorber una liquidez excesiva tiene sus orígenes en la
crisis bancaria, que desató un ciclo de creación monetaria del que no hemos
salido todavía. Tenemos un déficit fiscal estructural, profundo y arraigado en
nuestra manera de hacer las cosas; no hemos confrontado la brecha entre el país
que queremos y el país o los beneficios que estamos dispuestos a pagar. Un buen
ejemplo es la discusión nacional sobre las leyes de reforma de la seguridad social.
Todo el mundo desea un sistema de salud que cubra sus necesidades, pero lo
más probable es que se apruebe una ley que no genera suficientes recursos para
que esto sea factible. Cuando algún economista señala que se requieren más
recursos y que éstos tendrían que salir de los bolsillos de los contribuyentes, no se
escucha. La gente prefiere atribuir cualquier falla a la ineficiencia y la corrupción.
Bajo estas condiciones, no es suficiente hacer los cálculos; hay que convencerle a
la gente en cuanto a sus responsabilidades o advertirle en cuanto a las consecuen-
cias de no pagar los servicios deseados.
Janet Kelly / ¿Es necesaria una reforma…? / Revista BCV / Foros 2 / 1998 88

Más allá de las variables económicas del presente, es necesario tomar en cuenta
las cadenas dinámicas de la acción humana en el futuro. Un problema especial de
la política económica de Venezuela es la falta de continuidad que lo ha caracteri-
zado en los últimos años, que ha generado un ambiente de desconfianza en los
planes enunciados. Existen expectativas negativas en cuanto a la inflación y el
crecimiento, expectativas evidentemente empeoradas por la situación política,
que hacen posible en cualquier momento una fuga de capitales que puede acabar
con las reservas de manera rápida. En este ambiente, es más difícil aún empren-
der un programa de reformas.
En el sistema bancario, se evidencia claramente el dilema. Sin duda, los bancos
han mejorado sus balances, la supervisión es más efectiva y los clientes han
aprendido lecciones importantes como resultado del descalabro de 1994. Pero
varios factores podrían debilitar el sistema. Hubo una expansión de crédito en
1997 alimentada por tasas de interés negativas. Quienes pidieron préstamos en
esa época, podrían transformarse en deudores morosos si suben las tasas de
interés, lo que ya está ocurriendo. Ramón Espinasa dijo en este encuentro que los
ingresos fiscales basados en el petróleo distan mucho de lo presupuestado, gene-
rando un golpe negativo de grandes proporciones. Los expertos dentro y fuera
del gobierno están conscientes de las consecuencias, pero en el país existen
presiones para estimular el crecimiento. En un año electoral, los candidatos tratan
de evadir la realidad de las restricciones a que inevitablemente estarán sometidos,
insinuando que ellos sí tienen la magia que el gobierno de turno no ha sabido
producir. Hasta los economistas caen en el error de sugerirles a los candidatos
que poseen el secreto de la abundancia.

Lecciones de la experiencia

Hay unas lecciones de la experiencia pasada en materia de política económica


que son útiles para pensar en la situación actual. La historia del país de los años 50
hasta los años 60, nos dice algo muy importante: ese período muestra que se
puede tener una economía petrolera y tener estabilidad en lo monetario y en lo
fiscal. Se puede tener crecimiento sin inflación en un país petrolero; lo más grave
en estos años era la inestablidad política, que impactó en ciertos momentos en la
estabilidad económica. La economía no estaba exenta de problemas y la enferme-
dad holandesa tuvo su efecto nocivo sobre las exportaciones tradicionales, pero
de todos modos se mantuvo un equilibrio relativo en lo monetario y fiscal. Quie-
nes se ocupaban de la política monetaria debatieron sobre la mejor manera de
preservar la estabilidad, reconociendo el impacto de la volatilidad de los ingresos
petroleros sobre el sistema. De allí surgió la idea de utilizar la política monetaria
para contrarrestar el efecto del petróleo.
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La idea de un Fondo de Estabilización es vieja en Venezuela. Fue propuesta en 1948


y seguro que algún historiador encontrará una propuesta similar anterior a eso. En
la Ley del Banco Central de 1960, se incluyó una provisión para una suerte de
Fondo de Estabilización, que requería que el gobierno ahorrara el 50 por ciento de
cualquier superávit que ocurriera en una época de boom de ingresos fiscales. Inte-
resante e importante es el hecho de que esta ley se aprobó en un momento en que
no había superávit porque siempre es más fácil aprobar una política que no tiene
costos inmediatos. Pero cuando efectivamente empezó a generarse un superávit, el
requerimiento de apartar un fondo pareció menos atractivo. Surgieron discusiones
legales acerca del procedimiento, aduciendo una falta de claridad en la ley en
cuanto al cálculo del monto para apartar. El fondo nunca se creó y se acabó entre
abogados este primer intento de Fondo de Estabilización.
El segundo intento se inició con la creación del Fondo de Inversiones en los
setenta, cuando el caudal petrolero del boom de esos años era tan grande que la
conveniencia de esterilizar el efecto monetario fue apliamente reconocida. Otra
vez, la decisión se tomó en un momento cuando el costo era nulo, porque no era
posible gastar la bonanza de manera inmediata. El consenso duró mientras no
había presiones fiscales, pero la abundancia inevitablemente se acabaría. Cuando
las empresas de Guayana necesitaban capital para ampliar sus plantas, sin embar-
go, no era difícil esperar que se pidiera que el Fondo de Inversiones convirtiera
sus recursos en el exterior en préstamos para financiar la industrialización del
país. Héctor Hurtado trató de lograr garantías de que la inversión nacional fuera
rentable, pero, al final, el objetivo del Fondo de Inversiones de reprimir los efectos
monetarios de los ingresos petroleros no pudo lograrse. Un Fondo de Estabiliza-
ción eficaz tendría que tener mucha automaticidad para que no se repita la expe-
riencia del pasado.
La historia enseña las dificultades que tienen los sistemas políticos para compro-
meterse a la ejecución de programas de largo plazo. Es lo que se ha denominado
en la literatura como “el problema de la credibilidad”. Hay una pugna constante
entre la institucionalización de las prácticas y las presiones pasajeras que generan
tentaciones de buscar salidas o excepciones que rompen con la continuidad. La
reforma monetaria y fiscal no se logra sólo con la firma en un decreto o una ley,
porque éstos requieren un profundo consenso social para que tengan una acep-
tación real. Más importante que la letra de la ley es el consenso de la comunidad
sobre las prácticas. Un ejemplo de esto es la relativa autonomía del Banco Central
en los años 60 cuando, a diferencia del Banco Central hoy, el BCV tenía la potes-
tad de conceder préstamos al gobierno. Se insiste mucho en que los préstamos a
los gobiernos constituyen la principal fuente de la inflación, por lo que existe una
tendencia global hacia la prohibición de este tipo de préstamos. Pero, aun tenien-
Janet Kelly / ¿Es necesaria una reforma…? / Revista BCV / Foros 2 / 1998 90

do la capacidad de prestarle el dinero al gobierno durante el período, hubo


suficiente consenso político para no entrar en ese tipo de financiamiento irres-
ponsable. Paradójicamente, cuando existía la facilidad legal para políticas
inflacionarias, no se hizo, y ahora, cuando se ha limitado el acceso al financiamiento
inflacionario, se encuentran salidas por las cuales los gobiernos generan inflación
de todos modos. La devaluación fiscalista es uno de estos métodos, junto con
financiamiento del exterior y, eventualmente, el requisito de que el gobierno
cubra las pérdidas del Banco Central ocasionadas por su política monetaria.
Otra lección de la historia económica que la llegado a tener una amplia acepta-
ción, es que la devaluación en Venezuela tiene sólo un efecto muy débil sobre la
cuenta comercial a la vez que tiene un impacto monetario expansionario por la
vía de los ingresos petroleros trasladados a gastos oficiales en bolívares. En otros
países donde las importaciones y las exportaciones son elásticas con respecto al
precio de la divisa, la devaluación sí puede tener un efecto benéfico sobre la
balanza de pagos. En Venezuela, sin embargo, hay una tendencia a que la deva-
luación sea equivalente a un préstamo del Banco Central al gobierno, porque se
crean bolívares basados en el nuevo valor local de las exportaciones petroleras, y
por ende en los ingresos fiscales pagados por PDVSA. Este fenómeno no fue bien
entendido hasta los ochenta, principalmente porque el país no había experimen-
tado grandes devaluaciones anteriormente. Tampoco se entendió muy bien en el
pasado el efecto de la devaluación sobre el precio de los bienes producidos
localmente. Se pensaba que la devaluación afectaba principalmente los precios
de los bienes importados, con poco impacto sobre los bienes no transables. Pero
cuando suben los costos de los bienes importados, se generan presiones fuertes
para que se restablezcan los precios relativos de los demás productos y servicios.
Sólo una esterilización del efecto monetario sobre los ingresos fiscales sería sufi-
ciente para que no se desatara el proceso inflacionario. Desafortunadamente, las
devaluaciones ocurren precisamente en momentos de déficit fiscales, por lo que
es poco probable que los gobiernos resistan la tentación de gastar los recursos
monetarios asociados. La moda ahora es no devaluar por esta razón, pero dicha
política sensata sólo da resultados en un ambiente de equilibrio fiscal.
La economía venezolana ofrece una lección adicional basada en la experiencia
reciente de la emisión por el Banco Central de los TEMs (títulos de estabilización
monetaria). Estos papeles, así como los bonos cero cupón que los precedieron,
tienen como propósito restringir la liquidez al retirar el monto de los títulos del
circuito crediticio. Es similar al mecanismo de operaciones de mercado abierto
que efectúan los bancos centrales con papeles del gobierno. Se supone que el
Banco Central emite los títulos en épocas de liquidez excesiva y los recompra
cuando se desea ampliar la liquidez de nuevo. Desde que se inició la emisión en
Janet Kelly / ¿Es necesaria una reforma…? / Revista BCV / Foros 2 / 1998 91

Venezuela, sin embargo, las condiciones monetarias no han permitido retirar los
TEMs; al contrario, ha sido necesario aumentar continuamente la cantidad de
TEMs en circulación, creándose una espada de Damocles que amenaza la solven-
cia del Banco Central mismo. En efecto, el BCV tiene un esquema “Ponzi”, una
especie de pirámide, que requiere emisiones cada vez más grandes para absorber
los títulos que maduran, además de los intereses considerables que los hacen
atractivos. Por otra parte, los bancos se vuelven dependientes de estos activos,
que resultan más seguros y más rentables que su negocio principal de prestar
dinero. ¿Cómo salir de este círculo vicioso? Obviamente, es necesario un largo
período para revertir el proceso gradualmente, en un entorno de crecimiento
económico y demanda de crédito que permita absorber el aumento de la liquidez
que representaría una reducción de los TEMs en circulación.

La convergencia de las propuestas de reforma

¿Cuáles son las reformas monetarias y fiscales propuestas actualmente en Vene-


zuela? Si bien sobre el diagnóstico hay un consenso general, las soluciones se
dividen en dos grupos de propuestas, aunque, como veremos, el diálogo entre
sus proponentes está generando un acercamiento entre las políticas recomenda-
das. La primera propuesta se basa en la implantación de reglas presupuestarias.
Podríamos denominar ésta como la escuela Hausmann, que recomienda límites
legales a los déficit públicos, un cuerpo autónomo para garantizar la sinceridad de
las estimaciones, un Banco Central estrictamente autónomo y un Fondo de Esta-
bilización para balancear los efectos de la volatilidad petrolera. Es preciso montar
un complejo de instituciones para controlar la política monetaria y fiscal, porque
el Fondo de Estabilización solo no lo resuelve todo, dado el hecho de que los
gobiernos pueden financiarse en los mercados internacionales cuando se les cie-
rren las opciones domésticas. La estabilidad cambiaria será posible cuando se
cumplan las recomendaciones expuestas.
Una segunda escuela, que podríamos denominar la escuela Faría, tiende a privile-
giar la política cambiaria como la variable clave para la estabilización de la infla-
ción. Según esta escuela, es necesario quitarle toda discrecionalidad al Banco
Central, convirtiéndolo en una Junta Monetaria cuya única función es emitir dine-
ro de acuerdo con una regla fija de convertibilidad. Aparte del efecto de los
cambios en la velocidad del dinero, no habrá variaciones en la liquidez que no se
relacionan estrechamente con la balanza de pagos del país. Cuando hay un ingre-
so de capitales del exterior, aumentaría la liquidez, pero cualquier tendencia a la
inflación sería revertida por procesos automáticos en la cuenta de capital o la
cuenta corriente. Una variante incluye un fondo de estabilización con reglas no
discrecionales para suavizar el efecto de la volatilidad petrolera.
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La escuela Faría ha tendido a desplazar la escuela asociada con el ex ministro


Miguel Rodríguez, que planteaba la conveniencia de un “crawling peg”, o anclaje
móvil, que permitiría mantener una relativa independencia para la política econó-
mica doméstica y un ajuste constante de la tasa de cambio para asegurar la
competitividad. Si bien el defensor del crawling peg todavía señala las virtudes de
esta política, hoy pocos apoyan esta alternativa en su forma pura, aunque una
sobrevaluación significativa del bolívar podría justificar un ajuste del tipo de cam-
bio si éste pierde credibilidad en los mercados financieros. El gobierno de Caldera
ha aplicado un crawling peg parcial, al programar ajustes del tipo de cambio
dentro de bandas, aunque en una proporción inferior a la tasa de inflación. En
ausencia de otras políticas antiinflacionarias eficaces, se produjo una sobrevaluación
que genera desconfianza en cuanto a la sostenibilidad de esta política.
Todas las escuelas sostienen que la inflación es un fenómeno monetario y se
diferencian principalmente en cuanto a la estrategia para intervenir. De hecho, ha
habido una convergencia en la visión de las escuelas, en la medida en que se ha
dado mayor validez al anclaje cambiario en la escuela Hausmann y se ha recono-
cido el problema de la volatilidad petrolera en la escuela Faría. Si bien en el
fondo, los dos enfoques buscan los mismos objetivos de estabilidad cambiaria y
monetaria, todavía queda espacio entre ellos para debatir sobre el ritmo de la
transición y el modo de efectuar los ajustes requeridos.
Muchos economistas utilizan otros países como modelos para la emulación por-
que las analogías permiten aclarar las opciones para los no especialistas. Argenti-
na es un modelo atractivo para defender la Junta Monetaria, aunque algunos
critican el costo del desempleo que ha sido característico en ese país. Chile repre-
senta un modelo de gradualismo y discreción, que también ha sido relativamente
exitoso. En los países bálticos, algunas naciones adoptaron el modelo de Junta
Monetaria con una divisa atada constitucionalmente al marco alemán. Se ha dicho
que la creación del euro se ve como un beneficio, debido a que les permitirá
ajustar la tasa de cambio porque el cambio constitucional será obligatorio. En
general, ha ganado fuerza el argumento de que las tasas de cambio fijas contribu-
yen a la estabilidad económica mundial, un curioso regreso a las doctrinas de
Bretton Woods.

¿Qué harán los políticos?

Los políticos no se dejan encasillar en escuelas económicas muy fácilmente. En las


campañas presidenciales, se observa más bien una tendencia a la ambigüedad, lo
que permite mayor flexibilidad tanto durante el proceso electoral como en la
presidencia. Las primeras declaraciones del candidato de Acción Democrática se
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dedicaron mucho a la prioridad que se daría a la lucha contra la inflación, aunque


con pocas pistas para saber cómo este objetivo se lograría. Irene Sáez estudiaba la
posibilidad de instaurar una Junta Monetaria y después la rechazó a favor de una
política ortodoxa de control del déficit y reducción del Estado. Otros candidatos
han sido aún menos específicos, aunque todos dan importancia al tema general
de la inflación. Las declaraciones tempranas de Hugo Chávez sugerían que busca-
ba una manera de reducir los gastos del Estado mediante una moratoria negocia-
da con los tenedores de la deuda externa, pero planteamientos posteriores pare-
cían colocarlo más cercano a la ortodoxia. En todo caso, los políticos parecen
buscar maximizar sus grados de libertad para el futuro a pesar de que los econo-
mistas recomiendan con cada vez más insistencia una estrategia monetaria y fiscal
que limita la discreción. Pero los políticos desconfían de las soluciones tecnocráticas,
y la historia del país refuerza este sesgo.
Ningún esquema protege el país de problemas monetarios y fiscales. Los grandes
flujos de capitales que caracterizan los mercados financieros globalizados han
causado estragos en todos los países, como demuestra la crisis asiática, aunque
los efectos son peores donde no se impone la responsabilidad fiscal y una buena
supervisión bancaria. Pero el ciclo económico no desaparece y la estabilidad es
difícil de lograr. Las relaciones entre ciertas variables —la base monetaria y la
liquidez monetaria, o la liquidez y las reservas internacionales— varían constante-
mente debido a múltiples factores. En Venezuela, por ejemplo, la base monetaria
y M2 no tienen una relación fija. El control de una variable clave, como el tipo de
cambio o la liquidez, no garantiza estabilidad, porque las demás variables alteran
su comportamiento dependiendo de cambios en la economía real, los términos
de intercambio, las expectativas, etc.
En un artículo de prensa reciente, el abogado Gustavo Linares, invadiendo el
terreno de los economistas, hizo un cálculo sencillo de la relación entre la liqui-
dez y las reservas internacionales; dando una tasa de cambio correspondiente a
629. A finales de 1997, el mismo cálculo hubiera indicado una tasa de cambio de
504, aunque esto no toma en consideración la liquidez reprimida por las emisio-
nes de TEMs. Un estimado de la liquidez ampliada por los TEMs daría una tasa de
cambio de 729. Un descenso en las reservas internacionales cambiaría de nuevo
este cálculo. Con una junta monetaria, es posible prever expansiones o reduccio-
nes violentas de la base monetaria, de la liquidez y del crédito bancario, que
terminarían en un impacto fuerte sobre la economía real cuando ocurren variacio-
nes significativas en los ingresos petroleros.
La política fiscal también puede ser una fuente de inestabilidad, aun con reglas
para su control. Esto se debe a las inexactitudes en el cálculo de los ingresos y
gastos en parte, y a la posibilidad de incurrir en compromisos de gastos futuros
Janet Kelly / ¿Es necesaria una reforma…? / Revista BCV / Foros 2 / 1998 94

sin que el pasivo sea tomado en cuenta. Esto es lo que pasa con sistemas de
pensiones que revientan y con políticas que crean contingencias de diversos
tipos. La acumulación de prestaciones sociales no contabilizadas en el pasivo del
gobierno venezolano es un buen ejemplo del fenómeno.
En conclusión, Venezuela enfrenta un conjunto de retos para lograr su estabilidad,
vencer la inflación y lograr un crecimiento adecuado para la economía. Los últi-
mos veinte años han sido un fracaso y un aprendizaje. Entre los economistas ha
habido una tendencia a construir consensos en cuanto a las políticas necesarias
para combinar el anclaje del bolívar con la estabilización de los precios. En el
mundo político, sin embargo, persiste la preferencia por la flexibilidad, a pesar de
la experiencia del país que da evidencia de que dicha flexibilidad frecuentemente
termina en tentaciones e irresponsabilidad fiscal. En algunos países, episodios de
hiperinflación han sido suficientes para crear una nueva cultura e instituciones
fuertes para vencer de una vez las tendencias del pasado. Ojalá que Venezuela
pueda lograr lo mismo sin llegar primero a una crisis de grandes proporciones.
Comentarios

Guevara Juan Carlos Guevara*

Introducción

Recientemente hemos visto resurgir el debate sobre la necesidad de reformar la


política monetaria, en presencia de los lamentables registros que sobre inflación y
crecimiento económico ha tenido Venezuela durante la presente década. Hasta el
momento, la alternativa que ha sido planteada para sustituir el actual estilo
mediatizado de hacer política monetaria, es el esquema de Junta Monetaria o Caja
de Conversión (CC), el cual implica la implantación de una regla rígida y no
contingente que limite la variación del nivel de moneda de curso legal a la varia-
ción en las reservas internacionales.
El argumento que respalda la propuesta de la CC ha sido el de la necesidad de
eliminar el poder discrecional de la autoridad monetaria y sustituirlo por la regla,
toda vez que la discrecionalidad sólo genera en el tiempo un sesgo inflacionario
que no se compensa con ganancias en los niveles de empleo1. Esta “inconsisten-
cia temporal” de la política monetaria discrecional, sin embargo, podría estar
justificando la propuesta de la CC partiendo de una falacia; como es el que un
Banco Central, a sabiendas de la inefectividad de la política discrecional, insistirá
sin motivo aparente en su implementación (McCallum, 1995).

*Profesor de economía de la UCAB.


1
La discrecionalidad de la política monetaria se refiere a la generación premeditada de mayores niveles
inflacionarios de los esperados, con el fin de disminuir en el corto plazo los niveles de desempleo.
Juan Carlos Guevara / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 96

Variados han sido los argumentos en contra de la propuesta de implantación de la


CC específicamente para Venezuela, dada las características de nuestra economía,
por lo que no es necesario elaborar más al respecto. Ello no implica, sin embargo,
que no debamos buscar otras alternativas que mejoren la eficacia de nuestra
política monetaria sin eliminar la capacidad de respuesta del Banco Central ante
hechos económicos inesperados. En este comentario, esbozaremos en la sección
2 una de esas alternativas, conocida como “el objetivo inflacionario” y las expe-
riencias de los países que la han implementado (ver Mishkin and Posen, 1998). La
sección 3 presenta las conclusiones.

El objetivo inflacionario (inflation targeting)

En 1990 Nueva Zelanda, un país básicamente exportador de materias primas y


por ende continuamente sujeto a shocks en sus términos de intercambio, dio
inicio a un nuevo esquema de instrumentación de política monetaria que incluía
la novedad de ser elaborada conjuntamente entre el Gobierno y la autoridad
monetaria. Ciertas dudas surgieron sobre la efectividad de tal coordinación entre
el fisco y el Banco Central, dada la dependencia que tal acuerdo implicaba. Los
resultados sobre inflación y crecimiento económico, sin embargo, han avalado la
consistencia de esta innovación que ha sido seguida por Canadá en 1991 e Ingla-
terra en 1992.
Las características del objetivo inflacionario pueden ser resumidas de la siguiente
manera:
• El objetivo inflacionario, como un rango a ser alcanzado en el mediano y largo
plazo, así como su instrumentación, es definido por el Ejecutivo conjuntamente
con la autoridad monetaria. Esta última deberá determinar la viabilidad técnica de
alcanzar el objetivo propuesto, dados los instrumentos disponibles y la evolución
esperada de la economía. Paso seguido, se hace del conocimiento público lo
acordado para la política monetaria, con el fin de que sea sometida al debate
abierto. De esta manera, el consenso entre las partes brinda un alto grado de
transparencia, uno de los dos pilares fundamentales de este nuevo esquema.
• El objetivo inflacionario, como política monetaria, solamente es implementado
una vez que el país ha alcanzado un nivel de inflación cercano al deseado. De
esta manera la credibilidad, segundo pilar de este esquema, se incrementa al
percibirse la alta probabilidad de que el Banco Central alcance su objetivo.
• Se fija un techo y un piso a la banda de inflación objetivo, siendo éste último
diferente de cero. Como el costo, en términos de empleo, de disminuir la infla-
ción va aumentando en la medida que la inflación es más baja, la relevancia de
Juan Carlos Guevara / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 97

establecer un piso diferente de cero radica en que precisamente es una clara señal
de que la autoridad monetaria presta atención no solamente a la evolución de los
precios sino también al crecimiento económico.
• El indicador de inflación que se emplea busca excluir los shocks que impliquen
cambios en el nivel de precios más no en la tasa de inflación. En particular, se
busca excluir los efectos iniciales de los shocks petroleros, variaciones en los
impuestos y tasas de interés sobre los niveles de precios. De esta manera, la
autoridad monetaria se reserva cierto margen de discrecionalidad cuando deba
hacer frente a imprevistos económicos que puedan alterar las posibilidades de
alcanzar el objetivo inflacionario deseado.
• La tasa de convergencia escogida para que el objetivo inflacionario de mediano
plazo alcance al de largo plazo es bastante gradual, lo cual es un elemento que
refuerza la credibilidad en la factibilidad asignada por la autoridad monetaria en la
consecución del objetivo.
• La institución encargada de registrar la evolución de los precios es distinta a la
autoridad monetaria.
La mayor desventaja de este nuevo esquema de política monetaria es lo reciente
de su ejecución, lo cual queda de alguna manera compensado por lo exitoso que
ha resultado para los países que lo han implementado. En efecto, desde su
implementación, los tres países arriba mencionados han logrado tasas continuas
de crecimiento económico manteniéndose dentro de la banda objetivo de infla-
ción, contrario a lo argumentado por “la curva de Phillips”.

Conclusiones

Lo reciente de la experiencia del “objetivo inflacionario” como política monetaria


no nos permite concluir que sea una política aplicable a cualquier país y en
cualquier situación, a pesar de lo exitoso que ha resultado en los tres países que
actualmente la aplican. En particular, se ha observado que la fase de auge del
ciclo económico ya no es acompañada, como era usualmente el caso, por mayo-
res niveles de inflación y de tasa de interés. Adicionalmente y como posible
explicación al fenómeno del crecimiento sin inflación, se ha observado que la
inflación se ha hecho más sensible ante cambios en la política monetaria como
resultado de la mayor transparencia y credibilidad en la autoridad monetaria.
Existe, sin embargo, una advertencia que debe ser considerada a la luz de la
experiencia de Nueva Zelanda, como es las consecuencias de un esquema de
bandas muy rígidas que puede generar problemas de inestabilidad en los instru-
mentos. En particular, el fijar objetivos de inflación a ser alcanzados a muy corto
Juan Carlos Guevara / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 98

plazo, un año por ejemplo, puede implicar movimientos mayores a los deseados
en las tasas de interés y tipo de cambio. El permitir bandas de inflación más
flexibles que se ajusten a los cambios estructurales de la economía y fijarse obje-
tivos a ser alcanzados en el mediano y largo plazo, disminuirá la volatilidad de las
demás variables económicas.

Referencias Bibliográficas

McCallum, Bennett (1995). “Two Fallacies Concerning Central Bank Independence”. American
Economic Review 85, N° 2 (May); 207-11.

Mishkin, Frederic and Adan Posen (1998). “Inflation Targeting: Lessons from Four Countries”.
NBER Working Paper N° 6126.
Comentarios

Fontiveros Domingo Fontiveros*

Hay que responder afirmativamente a la pregunta que asigna tema a este foro.
Pero debe definirse lo que es una reforma monetaria (RM), porque arbitrariamen-
te ésta se viene identificando excluyentemente con el esquema de Caja Conver-
sión (CC), el cual es sólo una de la varias alternativas.
El esquema monetario de un país viene determinado en sentido amplio por las
reglas y costumbres que fijan el marco dentro del cual se emite dinero. Una RM
tiene que ver inmediatamente con estas reglas y luego con estas costumbres. Ello
involucra instituciones básicas como lo ha sido el Banco Central desde hace más
de 50 años entre nosotros; pero también otras, como el sistema bancario, junto
con las instituciones que vigilan su funcionamiento y cuidan la confianza del
público, y como el Tesoro Nacional. Pero no se limita en cuanto a la materia sólo
a lo que directamente atañe al bolívar como medio circulante, sino a las reglas
sobre el cambio de éste por monedas de otros países; es decir, al mercado cambiario.
Como se ve, el tema de la RM es suficientemente amplio y existen diversas com-
binaciones posibles de reglas para el conjunto de instituciones y materias
involucradas.
Ahora bien, ¿por qué es necesaria una refoma monetaria? La razón principal reside
en mi opinión en una cuestión crucial para la economía política y para el desarro-
llo futuro del país. El Estado ha adquirido a lo largo de los últimos 25 años, quizás
más, un poder excesivo respecto a sus facultades para la emisión de dinero y se
ha abusado y se abusa casi que sistemáticamente de este poder. Me explico.
El Estado es dueño absoluto y excluyente, como a veces parece muy normal
aunque no lo sea, del Banco Central (BCV). Y el BCV tiene el monopolio de la

* Consultor económico.
Domingo Fontiveros / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 100

impresión y acuñación de moneda. Es decir, a pesar de las reglas aparentemente


restrictivas para designación y remoción del Directorio del BCV, por su simple
condición de accionista único de la institución el Estado (incluyendo Ejecutivo y
Congreso) adquiere una capacidad especial para influir sobre las políticas del
BCV. Aquí tenemos un área para explorar cambios.
La regla a este respecto ha venido creando una costumbre. Hasta la aprobación de
la Ley de Régimen Cambiario en 1994, por ejemplo, el nivel del tipo de cambio y las
reglas para la conversión del bolívar en divisas, se definían por acuerdos entre el
Gobierno y el BCV. Cada vez que el gobierno consideraba necesario alterar el tipo
de cambio o las reglas de transacción de la moneda, imponía casi siempre su
criterio sobre el BCV. Y entre ambas instituciones se acordaba el marco dentro del
cual el bolívar era convertible. Desde 1994, con esa nueva Ley, el Ejecutivo ha
aumentado su poder al quedar legalmente habilitado para definir cuando lo consi-
dere conveniente, y unilateralmente en la definitiva, tanto el tipo de cambio como
las reglas de convertibilidad. Esta es otra área para explorar cambios.
Como es sabido, una considerable parte de las divisas por exportaciones que
ingresan al país provienen de PDVSA. Esta empresa, también propiedad exclusiva
del Estado, está obligada en virtud de los convenios cambiarios al respecto (que
también reproducen las preferencias del gobierno), a cambiar estos ingresos de
divisas exclusiva y directamente con el BCV. Las transacciones se efectúan al tipo
de cambio que fije el gobierno o, como ahora, al que el BCV defina como tipo de
cambio de mercado.
Esta última afirmación requiere una explicación especial. En virtud de la menciona-
da obligación de PDVSA de vender sus divisas al BCV, esta institución se convierte
de hecho en el principal oferente de cambio extranjero en el mercado. PDVSA no
tiene presencia notable en el mercado cambiario, ni en la oferta ni en la demanda.
El BCV, por esta condición, está forzado a ofertar divisas en una proporción y en un
sentido que excede a lo que propiamente puede llamarse “intervención” en un país
con diferentes características. El BCV no puede ser un oferente (o demandante)
meramente marginal en el mercado de divisas y por ello, por su poder de mercado,
adquiere una gran capacidad para determinar, cuando el país se encuentra en un
régimen de libertad cambiaria para los particulares como actualmente, el precio al
cual se transa la moneda. Esta es un área que conjuntamente con lo señalado sobre
PDVSA es necesario explorar para introducir cambios.
Podemos agregar, porque el tema es amplio y excede las resctricciones de espa-
cio-tiempo disponible, que la Tesorería Nacional también está obligada a mante-
ner la totalidad de sus recursos en bolívares como depósitos en el BCV, al igual
que PDVSA por lo que exceda a sus disponibilidades en divisas (fondo rotatorio).
Domingo Fontiveros / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 101

Cabe acotar que estos depósitos no devengan intereses para sus titulares pero
más grave aún es que obliga a PDVSA y especialmente a la Tesorería a cumplir
funciones directas de política monetaria que no les son propias según el régimen
legal y que en la práctica terminan condicionando una situación que probable-
mente sea única en el mundo: el ente emisor, el ministro de Hacienda y la empre-
sa petrolera en ocasiones que no son anormales se sientan a la misma mesa para
discutir y acordar política monetaria. Esta es otra área que debe explorarse para
introducir cambios.
Estas breves menciones sobre algunas reglas y costumbres vigentes en el proceso
de creación de dinero del país serían altamente cuestionables desde el punto de
vista de los derechos constitucionales de los ciudadanos y las garantías de no ser
víctimas de prácticas abusivas que puedan poner en peligro el valor real de sus
activos o elevar arbitrariamente el monto de impuestos (encubiertos por vía
inflacionaria) que tengan que pagar como consecuencia de eventuales y a veces
no tan eventuales manipulaciones monetarias de las autoridades. Pero más
críticamente aún, los resultados empíricos de la actuación del Estado dentro de
reglas que como éstas le otorgan un poder excesivo en materia monetaria, pueden
observarse en la continuación de un proceso inflacionario y devaluacionista en los
últimos 15 años, el cual luce difícil contener bajo el actual régimen monetario.
Si, como implica Janet Kelly, los incentivos presentes para el sistema político en
materia económica parecen favorecer la indisciplina fiscal y monetaria (el poder
excesivo propicia el abuso), y podría mencionar numerosos casos que estoy
seguro muchos de lo que escuchan no requieren que se los recuerde, lo lógico es
concluir que la reforma monetaria necesaria tiene que estar orientada en el senti-
do de una disminución, que en mi opinión tiene que ser sustancial, del poder
monetario discrecional del Estado. No se trata de debatir sólo entre esquemas
como caja de conversión, crawling peg, tipo fijo o variable. Hay que nutrir la
discusión también con elementos que respondan a la especificidad de países
como Venezuela. También coincido con la profesora Kelly en que el tema de la
RM no puede divorciarse de otros macroeconómicos de especial relevancia para
viabilizar una reducción de la inflación a tasas mundiales, como es el caso de la
Reforma Fiscal y la reestructuración del Estado. Pero no creo que el desafío que a
este respecto se le plantea a los economistas que tratan estas materias se limite
sólo a una discusión cerrada entre ellos, ni tampoco a la tarea de convencer a los
políticos de las bondades de uno u otro esquema. Pienso que la responsabilidad
llega más allá e implica comunicarse con el gran público, tanto para contribuir a
elevar el grado de cultura económica general como para mostrar caminos de
solución a los graves problemas económicos y financieros que aquejan a la nación.
Los temas
Cuarto tema

del Encuentro
Fondo de estabilización macroeconómica:
naturaleza, gestión e implicaciones de política económica

Rivero M. Luis E. Rivero M.*

Quiero empezar agradeciendo a los organizadores del evento, a los responsables


de la Revista del Banco Central de Venezuela y a la Universidad Católica Andrés
Bello, la oportunidad que se nos ha dado de explicar un poco en que consiste
este Proyecto de Ley y las consecuencias que traería para la economía venezolana
el establecimiento de un Fondo de Estabilización Macroeconómica. Este agradeci-
miento se basa, fundamentalmente, en el hecho de que un proyecto de esta
naturaleza es muy importante para el país.
Voy a empezar por justificar la existencia de un Fondo de Estabilización
Macroeconómica en el país; luego trataré de señalar los parámetros que la litera-
tura convencional estima convenientes para el funcionamiento de estos instru-
mentos y, finalizaré, explicando algunos de los elementos que considero más
importantes del actual Proyecto de Ley para la creación del Fondo de Estabiliza-
ción Macroeconómica para Venezuela.

Justificación de un Fondo de Estabilización Macroeconómica

Venezuela es parte de América Latina y América Latina es un continente muy


volátil. De acuerdo con análisis realizados por la Oficina del Economista Jefe del
BID, y en relación, por ejemplo, a las variables fiscales, se sabe que entre 1970 y
1994 los shocks de carácter fiscal fueron alrededor de tres veces los que sucedie-
ron en los países de la OECD (países desarrollados). En relación con otras varia-

* Asesor a la Presidencia del BCV.


Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 104

bles macroeconómicas, como el crecimiento del producto interno bruto y del


consumo, la variabilidad de los países latinoamericanos dobló a la correspondien-
te de los países de la OECD. Es, además, peor, la volatilidad del crecimiento
monetario. El número de recesiones, para el período mencionado, fue mayor en
América Latina, así como la duración promedio de cada uno de esos episodios en
términos de años y la profundidad medida en puntos porcentuales del PIB.
Sin embargo, Venezuela es aún más volátil que el resto de los países latinoameri-
canos en conjunto. Y esto se debe a que Venezuela es un país petrolero y el
petróleo es el más volátil de los commodities. Los precios del petróleo muestran
todas las características de seguir un camino al azar. Igualmente con el ingreso
fiscal petrolero que, de acuerdo con los análisis de PDVSA, presenta fluctuaciones
que van desde 6 por ciento hasta alrededor del 28 por ciento del PIB, con todas
las implicaciones que ese hecho tiene para la política fiscal y para la economía en
su totalidad. Y para empeorar la situación del país, esa volatilidad de la economía
venezolana ha crecido mientras que más bien ha bajado en el resto de los países
latinoamericanos con el transcurrir de las décadas.
Desafortunadamente, la volatilidad de las variables principales de la economía
venezolana va ligada a la prociclicalidad de la actuación del Fisco, lo que significa
que en los años en los cuales la economía entre en una recesión, el gasto fiscal
baja, y crece con el incremento de la actividad total de la economía. Esta circuns-
tancia amplifica los efectos de la variabilidad del ingreso fiscal petrolero.

¿Cuál es el problema con la volatilidad?

Es dolorosa porque afecta adversamente el crecimiento económico. Le ha costado


al crecimiento económico de América Latina en los últimos 27 años alrededor de
un punto del PIB, pero en Venezuela la incidencia ha sido de alrededor de 7
puntos del producto interno bruto y esto se debe a que la volatilidad generalmen-
te conduce a ajustes fiscales que disminuyen la eficiencia del gasto público. Esto
quiere decir que, en un período de crecimiento de los ingresos, el gasto comienza
a derivarse hacia determinados proyectos y cuando viene la disminución de dicho
ingreso, generalmente se afectan esos proyectos porque hay que pararlos o dismi-
nuirles su calidad. Para que un proyecto de educación o una carretera o un
proyecto para la construcción de un hospital tenga sentido y gane eficiencia, es
necesario que tenga continuidad. Cuando esa continuidad se corta, los proyectos
terminan retrasándose, costando más cuando se reinician, cortándose el impulso
original, generando atomización de los insumos necesarios, o, simplemente, aban-
donándose.
En el área del compromiso humano con determinada actividad sucede lo mismo.
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 105

Un joven que está formándose en algún instituto educativo y que enfrenta una
interrupción en sus estudios por cualquier causa relacionada con la baja del ingre-
so petrolero, puede no regresar a aquél, cuando el efecto de la volatilidad del
ingreso haya desaparecido. Esa persona, y la sociedad en conjunto, pierden con
tal hecho porque deja de generarse una externalidad positiva del capital humano
más preparado.
Pero, además de eso, la volatilidad frecuentemente conduce a devaluaciones
fiscalistas con consecuencias sobre la inflación y sobre la actividad económica, es
decir, sobre el desempleo. Por ejemplo, el hecho de que en Venezuela se haya
vivido en 1998 un ataque tan fuerte sobre las reservas internacionales, lo que está
reflejando es la expectativa que se crea después de que el auge le sigue la rece-
sión. Como consecuencia de la caída del ingreso fiscal, todo el mundo espera que
haya una devaluación para compensar la caída del ingreso y si esa devaluación se
produce, viene seguida de más inflación.
Es costosa la volatilidad, además, porque la inestabilidad del ingreso genera incer-
tidumbre sobre lo que va a ser el nivel de los precios relativos en el futuro. Sobre
todo afecta al tipo de cambio real que es una variable muy importante para
Venezuela, posiblemente el precio más importante de toda la economía. Cuando
se vive un proceso de auge como lo tuvimos en los años 96 y 97, el gasto
aumenta, y si la tasa de cambio permanece más o menos invariable tiende a
producirse una apreciación real del tipo de cambio y eso conduce a procesos
desindustrializadores del tipo de enfermedad holandesa. Lo hemos vivido en
Venezuela y es una de las consecuencias de la volatilidad.
Al crearse desconfianza en la viabilidad del ajuste, se restringe la accesibilidad a
los fondos prestables y se hace procíclica la actividad de los prestamistas, es decir,
el crédito se consigue cuando la situación de la economía es buena, pero se retira
cuando se entra en el proceso de recesión. En estas circunstancias, la disciplina
que supuestamente tiene que imponer el mercado no se da y tiende a ser más
profunda la recesión y más entusiasta la época de auge.
Además, la actividad misma de las instituciones financieras domésticas se ve afec-
tada por los vaivenes del ingreso, y con ello, se puede poner en peligro hasta su
solvencia. El hecho es que, durante los períodos de auge, los banqueros reciben
la información ofrecida por el crecimiento de la actividad económica general: las
empresas venden bien, ven la oportunidad de aumentar la producción y las ga-
nancias y, por ello, acuden a los intermediarios financieros en busca de fondos. El
panorama luce positivo para quienes manejan las instituciones intermediadoras
del crédito y, partiendo de una masa de ahorros mayor, generada por el mismo
crecimiento de la economía, están dispuestos a ofrecerlo a quienes lo demandan.
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 106

Cuando viene el freno a la economía, las empresas ven caer sus ventas y su ingreso,
y aparecen las dificultades para honrar sus compromisos con los bancos. En esa
etapa se muestra la verdadera situación de los deudores, con lo que el problema se
traslada a las instituciones financieras, y se originan las crisis bancarias.
Finalmente, y en resumen, al gastar en la bonanza y recortar en la contracción, la
ganancia del bienestar del auge no compensa la pérdida de bienestar que sobre-
viene a la contracción, al deterioro y, por lo tanto, al nuevo proceso de ajuste que
generalmente ocurre después de la contracción. La conclusión es que verdadera-
mente la volatilidad es muy costosa.

¿Por qué se recurre a esquemas como Fondos de Estabilización cuando no son


mecanismos o instrumentos de mercado?

Hay varias razones para eso. En primer lugar, el mercado no elimina la volatilidad,
especialmente cuando se trata de economías pequeñas, monoproductoras y muy
abiertas, como en el caso de Venezuela. Entonces, con la volatilidad se crean
externalidades negativas, es decir, el Fisco Nacional puede hacer sus planes y sin
embargo, se ve afectado en determinado momento y, prácticamente, de manera
abrupta, por circunstancias del mercado internacional sobre las cuales no tiene
control. En otras palabras, la oferta de petróleo que hace el país al resto del
mundo es sólo parte del mercado mundial de ese producto; el resto de la oferta y
la demanda total son variables exógenas al país. Y, sin embargo, sin posibilidad
de afectar perceptiblemente ese mercado, lo que suceda en él termina incidiendo
sobre las cuentas fiscales y estas cuentas terminan afectando al resto de la pobla-
ción. De tal manera que uno se encuentra con un proceso sobre el cual no tiene
control, que uno no ha producido pero que lo afecta adversamente. Obviamente,
este es un caso de externalidad negativa para los países. Por su supuesto, si el
gobierno del país no tiene posibilidad de defenderse con facilidad de tal hecho,
mucho menos lo pueden hacer los privados.
Además, el crédito es procíclico, se hace disponible en los períodos de auge y se
recorta en los períodos de contracción y, por lo tanto, ayuda a que la volatilidad
sea aún mayor.
El síndrome que he llamado “el agua de mi edificio” también tiende a añadirle al
costo de la volatilidad. Me puse a examinar hace un tiempo los rubros que com-
ponen las cuentas del condominio del edificio donde vivo y aunque hay unas
partidas que pesan bastante, por ejemplo la partida de electricidad, porque en
algunas áreas las luces están prendidas las 24 horas del día, los 365 días del año,
y aunque hay otros rubros importantes como el de seguridad, la partida más
importante es la del agua y lo es porque no hay control sobre el uso que cada uno
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 107

de los residentes del edificio que es común. Tal hecho nos induce a que nos
comportemos de la misma manera, es decir, si tenemos un tubo que está dejando
desperdiciar el agua, el incentivo es a no mandarlo a arreglar inmediatamente por-
que si lo hacemos, el costo lo vamos a tener que enfrentar personalmente, va a
tener que salir del bolsillo de quien tiene ese problema; en cambio, si dejamos que
ese problema continúe por un tiempo, el resto de los residentes del edificio van a
ayudar a pagar ese desperdicio de agua. Si se actuara de manera distinta, si se fuera
un ciudadano muy consciente y, se prefiriera enfrentar el costo de lo que significa
mantener en buen estado el servicio del agua, se ahorraría, pero hasta los residentes
más conscientes sabrían que el resto de los residentes del edificio no tendrían la
motivación a ahorrar. Entonces el incentivo general, tanto del residente consciente
como del que no lo es, es a gastar el agua. Por esa razón es que ese es el rubro más
caro que hay dentro del condominio. Y en el edificio mío no hay piscina. En
términos más abstractos, el problema descrito recibe el nombre de “problema de los
bienes comunes”: se refiere al hecho de que algo que le pertenece a todos, nadie lo
cuida. De allí que los bienes comunes tiendan a ser malgastados.
Por esa razón es que en las economías, cuando a nivel agregado se estudia el
comportamiento de los agentes económicos, se llega a conclusiones similares. Es
decir, cuando, por ejemplo, hay un incremento en el ingreso porque se da un
auge de la economía del país, cada agente económico tiende a gastar lo que le
corresponde de ese auge, es decir, los profesores universitarios hacen presión
para que les suban los sueldos, los médicos hacen presión para que también se
les incremente su ingreso, porque si los profesores universitarios no hacen sufi-
ciente presión, saben que la parte que le correspondería a ellos se la van a llevar
los médicos.
Luego, el incentivo es a que cada quien presione sobre el gobierno para que éste
distribuya el ingreso adicional que ha creado ese auge, y si todos nos comporta-
mos de esa manera, se tiende a gastar lo que es el producto de ese incremento
temporal en el ingreso. Posteriormente, cuando viene el descenso en el nivel de
ingreso, no hay fondos ahorrados para enfrentarlo. Por lo tanto, la forma como
nos comportamos privadamente, no nos prepara como agentes económicos indi-
viduales, para enfrentar una situación de disminución global del ingreso. Siendo
esto una externalidad, tiene que enfrentarla el sector público. Y aquí no caben
reglas del tipo Ronald Coase, porque los documentos de propiedad, etc., no están
muy claros en relación a la defensa del país como un todo frente a factores
externos provenientes del funcionamiento de un mercado como el petrolero.
El comportamiento del empresario político, siendo distinto al del empresario eco-
nómico, tampoco ayuda a que desde el sector privado se pueda encarar el pro-
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 108

blema. Aquí me refiero a un señalamiento que hizo el Premio Nobel de Economía


James Buchanan, quien llamó la atención sobre la diferencia en el comportamien-
to del empresario político frente al del empresario económico.
El empresario económico tiene el incentivo de ahorrar en su proceso productivo,
porque sabe que si ahorra, lo que queda es para él; en cambio si gasta le va a
quedar menos.
El empresario político se comporta de manera distinta: tiende a gastar cuando
tiene suficientes recursos porque gastando le va a quedar más a él en términos de
votos, de popularidad y, al fin y al cabo, de poder que es lo que busca a través de
esa actuación. Entonces, el empresario político tiende a gastar los ingresos que se
generan durante un período de auge y, por lo tanto, no existiendo motivaciones
para ahorrar a nivel político, el mercado, por sí sólo, tiende a no resolver el
problema.
Por último, hay que considerar el hecho del fraccionamiento político. En los
países donde hay mayor representatividad, generalmente los gobiernos tienen
menor poder en el Congreso y eso lo estamos viendo en este momento en Vene-
zuela. Es decir, en aquellos países como Estados Unidos o Inglaterra, donde sola-
mente hay dos partidos políticos, es más fácil que exista un acuerdo en el Congre-
so para tomar determinadas medidas; en cambio, si tenemos el poder dentro del
Congreso totalmente atomizado, cualquier intento por enseriar las finanzas públi-
cas se va a encontrar con que hay resistencia del resto de los partidos políticos y
es difícil que se tomen decisiones convenientes en este sentido, porque cada uno
de los congresantes está representando a determinada parte de la población y el
incentivo que tiene es a gastar para complacer las peticiones, los requerimientos
de esa parte de la población a la que representa.
Luego, el fraccionamiento político no ayuda a que haya un proceso de ajuste
cuando se están generando ingresos adicionales y esto conduce a mayor volatilidad
cuando se tienen aumentos y disminuciones en el ingreso. Por esa razón es que
se justifican los esquemas de Fondos de Estabilización.

Parámetros recomendados por la literatura para la estructuración de un Fondo


de Estabilización Macroeconómica

En general, se recomienda que cuando se apruebe o se instale un Fondo de


Estabilización, se busque controlar la inestabilidad macroeconómica interna fun-
damentalmente a través del gasto público. Por eso, la variable a la que se le
apunta para estabilizar es el ingreso fiscal, con lo que, finalmente, tienden a
mejorarse las fluctuaciones del gasto.
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 109

Otra recomendación que hace la literatura es que haya un precio de referencia


que responda a los mercados internacionales, porque de esa manera hay menos
posibilidad de manipulaciones de ese precio. En el caso venezolano estamos
hablando del petróleo y el petróleo es un commodity que está determinado en
sus volúmenes de exportación y de precios por los mercados internacionales.
Luego, a lo que hay que dirigirse es a la búsqueda de un precio de referencia de
ese bien, dado por los mercados.
También es recomendable que el Fondo de Estabilización se cree a través de una
ley, de tal manera que no haya retrocesos y no haya tentaciones para gastarlos
cuando los recursos sean cuantiosos.
Asimismo, se recomienda que haya automaticidad en aspectos operativos del
Fondo, de tal manera de evitar abusos en la interpretación de la Ley. Igualmente,
se estima conveniente que no afecte a la actividad que crea recursos, en este caso,
sería PDVSA. Se tendría que diseñar un Fondo de Estabilización que le permita a
PDVSA trabajar con toda libertad, en la forma como lo ha venido haciendo y que
el Fondo no vaya a entorpecer su proceso productivo. También que no entrabe el
proceso de elaboración del presupuesto de la nación.
Finalmente, la recomendación de la literatura convencional es que los fondos
tiendan a estabilizar no sólo al gobierno central sino también al resto del sector
público y especialmente a las gobernaciones. Por una razón muy sencilla: porque
las gobernaciones son entes que tienen, al menos en los estadios actuales de
desarrollo del proceso político y del proceso económico para las regiones, menos
posibilidad de defenderse ante la volatilidad del ingreso.
Un ejemplo, en relación a este último punto se consigue en la contracción del
ingreso que ha vivido el país en 1998. Aunque una gran parte de la población ha
visto permanecer constantes sus ingresos nominales, e incluso algunos los han
visto disminuir, los únicos que han protestado públicamente en el país son los
gobernadores y lo han hecho porque ellos tienen compromisos y tienen menos
posibilidades de defenderse ante una disminución en la rebaja del ingreso. Por
esa razón han reaccionado de esa manera.
Entonces, lo que se busca es que el Fondo de Estabilización no sólo tienda a
afectar positivamente a la Tesorería Nacional, sino que también arroje beneficios,
es decir, tienda a estabilizar el manejo económico de las gobernaciones.

Características del Proyecto de Ley para la creación del Fondo


de Estabilización en Venezuela

En primer lugar, se debe aclarar que se ha concebido como un “fondo de inver-


Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 110

sión” porque desde el punto de vista legal, es la figura existente en la legislación


venezolana que mejor concilia restricciones con respecto a la idea de la unidad
del tesoro, con el funcionamiento de un instrumento para conseguir recursos que
van a ser retirados temporalmente del usufructo de quienes deben ser sus bene-
ficiarios inmediatos.
El objetivo principal del Fondo de Estabilización, como su nombre lo indica, es
tratar de estabilizar la dinámica macroeconómica interna a través del manteni-
miento estable del gasto real. Pero si el Fondo está funcionando bien, se pueden
alcanzar otros objetivos adicionales, todos ellos positivos. Por ejemplo: el Fondo
puede convertirse en un instrumento de ahorro, de tal manera que si en el futuro
hay un decaimiento de la actividad petrolera, el país cuente con una caja de
ahorro que pueda servir para enfrentar la disminución en el gasto público. En este
sentido, no crea una consideración intergeneracional.
Asimismo, el hecho de que los recursos financieros que mantiene el Fondo se
ahorren en el exterior del país, va a ayudar a la lucha inflacionaria. Por esta razón
el Banco Central ha estado apoyando siempre este proyecto, dado que el proceso
estructural de creación de dinero que tiene que enfrentar el Banco Central a través
de la emisión de sus propios títulos, es muy costoso para el instituto, terminando
por ser una carga fiscal y, por lo tanto, un peso para toda la economía. Si una
parte importante de los recursos petroleros se esterilizan llevándolos al exterior y
manteniéndolos allí, ese trabajo del Banco Central se hace menos oneroso.
Además, como ya se explicó anteriormente, en general los procesos de decai-
miento del ingreso fiscal conllevan al recurso de la devaluación para generar
ingresos fiscales. Si se cuenta con un Fondo de Estabilización que esté funcionan-
do, como se cree que debe funcionar, el instrumento de la devaluación cada vez
se va a alejar más como elemento que pueda producir ingresos para el gobierno.
Se ha pensado en un directorio formado por cinco o siete personas, de tal manera
de generar multiplicidad de opiniones dentro del mismo.
Una de las recomendaciones que nos han hecho es que quien dirija el Fondo sea
una persona responsable política y legalmente. Por ejemplo, en Noruega, el Fon-
do de Estabilización Macroeconómica lo dirige el ministro de Hacienda. Se puede
adoptar esa figura, aunque lo importante es que sea alguien de mucho rango y
que sea responsable ante las leyes venezolanas por el manejo del Fondo.
Pero además de eso es importante que la composición del directorio no tenga
una mayoría de personas que representen al gobierno. Los representantes del
Ejecutivo podrían conducir sus actuaciones en función de los intereses del gobier-
no. Por eso se ha pensado en un representante del Banco Central, un represen-
tante de PDVSA y un representante de las gobernaciones por lo que se acaba de
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 111

explicar en relación a la importancia que tiene el estabilizar a las gobernaciones.


Todas estas personas que integrarían el directorio tienen que exhibir condiciones
iguales a las que se exigen para ser directores del Banco Central de Venezuela.
El directorio va a velar por el cumplimiento del objeto del Fondo. Esta es una
adición importante en relación a los otros proyectos de ley, que se han trabajado.
El directorio va a determinar las políticas y criterios de inversión de los recursos
del Fondo, porque en algunos proyectos anteriores se había aceptado que lo
hiciera el Banco Central, de la misma manera como maneja las reservas interna-
cionales, pero hoy en día hay un gran avance en los mercados internacionales,
hay todo tipo de instrumentos derivados, etc., que pueden ser adquiridos y que
pueden contribuir a darle más estabilidad a la economía a través de los recursos
que están siendo represados en ese Fondo. De tal manera que se están ampliando
las posibilidades de trabajar con los recursos del Fondo a través de esta atribución
del directorio.
Además de eso, el directorio tiene que rendir cuenta de sus acciones ante el
Congreso Nacional. Por eso se ha dispuesto que tiene que remitir sus informes a
las Comisiones de Finanzas del Senado y de Diputados.
El Fondo va a estar dolarizado completamente a efectos de las cuentas que se van
a manejar, con lo que se atienden dos principios muy importantes; el que el gasto
que haga el sector público se mantenga en términos reales y, por otro lado, el
evitar las tentaciones de manipulaciones cambiarias a objeto de obtener más
recursos a través de la tasa de cambio de los recursos que están depositados en el
fondo.
Los recursos se van a mantener en el exterior en activos líquidos, dentro de la
racionalidad financiera que debe imperar. Este es otro compromiso que se está
previendo dentro de la Ley.
La regla de ahorro y desacumulación de recursos del fondo es fundamental. Lo
que verdaderamente pesa es que al Fondo van a entrar aquellos ingresos petrole-
ros que estén por encima del promedio de los mismos que hayan sido recauda-
dos por el Fisco en los últimos años, deducidos los aportes que por ley correspon-
den a los estados. Estos porque son Leyes de la República y hay que respetarlas.
Muy rápidamente se puede explicar el mecanismo. Lo que quiere decir es que
para que entren recursos al Fondo se calculan los ingresos que han sido recauda-
dos por el Fisco Nacional por concepto de ingreso petrolero en los últimos 5
años, y si los ingresos a recaudar en el año corriente son superiores, ese exceso va
al Fondo. Es una regla automática, porque se busca justamente eso, que haya
mucha automaticidad de tal manera que aun si hubiera un ministro de Hacienda
que quisiera utilizar el Fondo para conseguir recursos en determinado momento,
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 112

la automaticidad de la regla no se lo permitiera.


Lo mismo sucede con los recursos que van a los estados. Se ha especificado que
el Fondo de Estabilización va a contabilizar los recursos que correspondería a
cada uno de ellos separadamente.
Las reglas para gastar recursos del Fondo también funcionan de la misma manera
pero inversamente, es decir, son simétricas las posibilidades de que entren recur-
sos al Fondo y de que salgan. Cuando los ingresos que perciba el Fisco en el año
en cuestión sean inferiores al promedio de los últimos cinco años, el Fondo se
activa para darle recursos al Tesoro Nacional y lo mismo con respecto a los
estados, pero dentro de un límite. Cuando se está considerando la salida de los
recursos del Fondo, se puede resarcir la disminución del ingreso siempre y cuan-
do sólo se afecte una parte de los recursos totales que hay en el Fondo, de tal
manera que con esta serie de reglas lo que se está cuidando es que no desaparez-
can los recursos del Fondo de Estabilización cuando se presente un año muy
malo, sino que se vayan gastando sucesivamente en los años siguientes. En otras
palabras los recursos del Fondo irían adquiriendo la figura de una línea asintótica
al eje de las equis en el caso de que se tuvieran que enfrentar varios años segui-
dos de disminución en el ingreso fiscal.
Para tener una idea de lo importante que puede ser el Fondo para Venezuela, es
conveniente considerar que si hubiera estado funcionando en 1996 y 1997, se
hubiera conseguido represar recursos por el orden de 6.000 millones de dólares,
de tal manera que la disminución de ingresos que se ha experimentado en 1998
no hubiera afectado en absoluto la actividad económica del país. La caída de
ingresos se hubiera financiado y todavía habría recursos para que el fondo de
estabilización mantuviera activos.
Para concluir, es conveniente tener presente dos planteamientos: no se han con-
templado en el Proyecto de Ley aspectos operativos del Fondo de Estabilización
Macroeconómica, es decir, lo que se ha hecho es especificar la regla de ahorro y
de gasto dentro del mismo. Esto fue una elección estratégica que se adoptó ya
que se quería presentar ante el Congreso un proyecto que fuera muy sencillo de
tal manera que se discuta y se apruebe rápidamente. De allí en adelante hay que
hacer un trabajo adicional en el Banco Central, el Ministerio de Hacienda y Petró-
leos de Venezuela, para que a través de los reglamentos de la Ley, se determine lo
que va a ser su funcionamiento operativo.
La segunda y última observación tiene que ver con una preocupación que han
señalado prácticamente todos los expertos a los que se ha consultado y que
realmente hay que tenerla en cuenta. En Colombia existe un Fondo de Estabiliza-
ción Macroeconómica que está ahorrando recursos y sin embargo el gobierno se
Luis E. Rivero / Fondo de estabilización… / Revista BCV / Foros 2 / 1998 113

ha endeudado con base en los recursos que está ahorrando el Fondo de Estabili-
zación; al final, el país no está ahorrando en términos netos. Hay que tener
cuidado con esto. No se puede resolver ese problema a través de la ley que se
está proponiendo al Congreso; lo que se puede lograr es llamar la atención sobre
este hecho, que hay que enfrentar con medidas que afectan otras leyes, por
ejemplo, las Leyes de Crédito Público en general.
Comentarios

VeraLeonardo Vera*

Voy a hacer unos comentarios muy breves sobre la muy buena exposición que
hizo el profesor Rivero. Habré de ceñirme estrictamente al Proyecto de Ley de
Fondo de Estabilización Macroeconómica que existe en Venezuela. Señalaré algu-
nas de las virtudes que tiene este proyecto; en general les puedo adelantar que la
visión que yo tengo es bastante positiva. Soy del parecer que se ha avanzado
bastante bien y en la dirección correcta en el diseño de este proyecto. Sin embar-
go, también tiene algunas limitaciones.
Como bien dijo el profesor Rivero, o como bien se desprende de su exposición,
un Fondo de Estabilización Macroeconómica es un mecanismo institucional muy
sencillo. El mismo consiste básicamente en tres aspectos: primero, identificar una
variable que queramos estabilizar, es decir, hay que identificar qué es lo que
queremos estabilizar. En el caso de este proyecto de Fondo de Estabilización
Macroeconómica en Venezuela, la variable que se quiere estabilizar son los ingre-
sos de origen tributario petrolero que entran a la Tesorería. ¿Por qué? Porque ellos
son muy importantes en el comportamiento del resto de los agregados
macroeconómicos del país.
Identificada esa variable quedan otros dos elementos esenciales de un Fondo de
Estabilización Macroeconómica. A saber, la regla de acumulación, esto es, cómo
es que va a acumular el Fondo y a través de qué mecanismo se van a acumular
recursos. Luego, la regla de gasto, es decir, una regla de desembolso. Este proyec-
to de ley, de apenas 15 artículos, contempla entonces todos estos tres elementos,
identifica la variable por estabilizar, y da las reglas de acumulación y de gasto.

* Profesor de la UCV.
Leonardo Vera / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 115

Pues bien, cuando uno ve por el lado de la regla de acumulación del Fondo, es
decir, el mecanismo a través del cual el Fondo va a acumular recursos, una de las
cosas que Luis Rivero señaló, y que es muy importante, es la enorme ventaja que
va a traer esta regla de acumulación para el apoyo de la política monetaria. La
política monetaria en Venezuela está prácticamente estrangulada; no hay meca-
nismos para controlar; o el Banco Central se ve forzado a emplear mecanismos
muy costosos para controlar la liquidez monetaria. Al final, pues, prácticamente se
ha quedado con dos vías: una, que es esterilizar a través del tipo de cambio; la
otra, a través de los títulos de estabilización monetaria. En todo caso, cualquiera
de ellas es muy costosa.
La regla de acumulación del Fondo es una magnífica herramienta de apoyo a la
política monetaria del Banco Central. Por consiguiente, me parece además muy
buena idea haber incluido dentro de su directorio a una persona del Banco Cen-
tral, toda vez que si es un instrumento y mecanismo de política monetaria a través
de su regla de acumulación, pues obviamente el Banco Central tiene que estar
presente ahí en la toma de las correspondientes decisiones.
Lo otro que es importante es que la regla de gasto obviamente ayuda a suavizar la
trayectoria del gasto público, valga decir, rompe o ayuda a romper con esa ten-
dencia procíclica que tiene el gasto público en nuestra economía. La estabilidad
conseguida, como bien lo señaló el Prof. Rivero, constituye una externalidad
positiva para la economía. Esto es, la estabilidad es una especie de bien público
que no puede proveer ningún agente privado pero que sí lo puede proveer el
sector público. Aquí está, entonces, un mecanismo excelente para conseguirla.
Voy a señalar ahora rápidamente otros puntos que yo creo que existen en este
proyecto de Fondo de Estabilización Macroeconómica. Antes quiero decirles lo
siguiente: yo he visto ya varias versiones de este proyecto, estoy viendo versiones
de este proyecto, de modo que al final no sé cuál de ellas habrá de ser puesta en
práctica. En todo caso, es una gran curiosidad que este mecanismo no se haya
institucionalizado y aprobado antes. Yo creo poder contar una historia plausible
sobre esto, pero quizás este punto puede surgir con ocasión de las preguntas.
Una cosa importante por señalar es que él no va a ser de aprobación inmediata;
el Fondo no lo veremos probablemente este año y no sabemos si lo vamos a ver
el año que viene porque obviamente requiere de una capitalización, y el sector
público no está en capacidad en este momento de capitalizarlo. O sea que se nos
fue lamentablemente la gran oportunidad que tuvimos en el año 1996. ¿Por qué la
perdimos? Esa es una pregunta interesante, que tiene que ver con un problema de
economía política muy complejo de la economía venezolana.
En suma, se crea un Fondo como un servicio autónomo adscrito al Fondo de
Leonardo Vera / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 116

Inversiones de Venezuela y no adscrito al Ministerio de Hacienda. Esto me parece


excelente, es decir, me parece un paso positivo. En segundo lugar, la regla de
acumulación que se institucionaliza en este Fondo establece que se acumulan
recursos sobre el promedio de los ingresos recaudados en los últimos 5 años. Es
decir, se toma como referencia una tendencia en los ingresos petroleros y gasíferos
que entran al Fisco o que ha recaudado el Fisco a través de su Impuesto de
Explotación y su Impuesto sobre la Renta a estas actividades. En este sentido no
habrá de estabilizarse una coyuntura o un momento o un pequeño movimiento
espasmódico que pudo venir de la diferencia entre lo proyectado de un presu-
puesto anual y lo efectivamente recaudado.
En los proyectos que yo había visto anteriormente el Fondo acumulaba o desem-
bolsaba en la medida en que la Ley de Presupuesto de ese año se equivocara con
función a lo que había pasado en realidad. Esto obviamente creaba una serie de
incentivos a la Oficina de Presupuesto, por ejemplo, para sobreestimar los recur-
sos que se acumulaban en el Fondo de manera de poder efectivamente sacarle
provecho. El hecho de que se establezca esta regla de usar como referencia el
ingreso recaudado en los últimos cinco años, me parece también muy positivo.
Otro aspecto es que la regla de gasto o el aporte a la Tesorería se hace sobre una
reestimación de los ingresos por estos conceptos: impuestos sobre la renta y
explotación de petróleo y gas. Aquí también estamos respondiendo nuevamente
a las tendencias que puedan existir en la economía. Es importante destacar, y creo
que éste es un detalle que quizás el profesor Rivero no pudo cubrir por el tiempo
muy breve de su exposición, que el Fondo no desembolsa ante cualquier contin-
gencia en los ingresos fiscales; el Fondo sólo desembolsa ante contingencia en los
ingresos fiscales petroleros, es decir, si el impuesto sobre la renta o la recaudación
del impuesto sobre la renta de los particulares está cayendo, o si no se da la
recaudación del IVA o de timbres o cualquier ingreso que sea de origen no
petrolero, el Fondo no entra en funcionamiento. El Fondo sólo entra en juego
cuando hay contingencias en los ingresos fiscales petroleros.
Muy positivo es que el aporte del Fondo esté limitado. ¿Por qué? Porque hay
peligros de que el Fondo quede descapitalizado en el caso de que la economía
experimente por años sucesivos penurias en sus ingresos fiscales petroleros. En-
tonces correríamos el riesgo de descapitalizar el Fondo. Hay dos reglas muy claras
al respecto en el proyecto bajo escrutinio. Una, que el Fondo sólo cubre hasta el
75 por ciento de la brecha entre lo recaudado en los últimos cinco años y el valor
reestimado de los ingresos; la otra, que el Fondo no puede operar con un saldo
inferior a los dos terceras partes del saldo anterior. De esta manera se le pone un
piso y un techo a la posibilidad de desembolso del Fondo, lo que permite, como
ya les dije, que no quede descapitalizado.
Leonardo Vera / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 117

En otro respecto, los recursos del Fondo pueden ser administrados por el Fondo
de Inversiones de Venezuela de acuerdo con los mejores criterios de inversión. Es
decir, el directorio del Fondo le da un mandato al Fondo de Inversiones, esto es,
le dice: deben colocarse esos recursos en cualquiera de los instrumentos del
portafolio que usted utiliza para colocar sus recursos en dólares, y de esa manera
los recursos del Fondo no están ociosos sino que están rindiendo. Se da por
descontado que hay que tener mucha precisión en el manejo financiero de estos
recursos.
Por último, déjenme señalar algunas limitaciones que yo veo con respecto al
Fondo de Estabilización Macroeconómica. Primero, como ya se dijo, el Fondo no
desembolsa ante cualquier contingencia en los ingresos fiscales, es decir, sólo
desembolsa ante contingencias en los ingresos fiscales petroleros. En segundo
lugar, el Fondo no acumula ante todo tipo de volatilidad como pudiéramos creer,
el Fondo sólo acumula ante volatilidades en la cuenta corriente. Pero nosotros
sabemos que la economía venezolana no sólo presenta fluctuaciones fuertes en la
cuenta corriente sino también en la cuenta capital, en cuyo caso el Fondo no
tendría aquí injerencia. El Fondo no acumula ante la inestabilidad en la cuenta
capital, es decir, no esteriliza las entradas de capital y menos tiene la posibilidad
de frenar las salidas de capital. Esto creo que es importante. Las personas que
están promoviendo el proyecto deben tener en cuenta estos aspectos.
Comentarios

Contreras Francisco Contreras*

Sin mayores preámbulos debo decir lo siguiente. Yo soy escéptico frente al fun-
cionamiento del Fondo de Estabilización Macroeconómica, y por las siguientes
razones: en nuestro medio siempre hemos hecho buenos modelos; hemos elabo-
rado políticas que desde el punto de vista macroeconómico lucen impecables,
bien construidas, bien formuladas. Pero a veces nos olvidamos de que hay un
contexto dentro del cual esos mecanismos y políticas deben funcionar. No quiero
decir con esto que esté en desacuerdo; antes bien, siempre me inclino por favo-
recer cualquier estabilizador automático frente a los que tradicionalmente han
existido en Venezuela y que son de carácter discrecional. Valga decir esto en el
comienzo.
Me refiero en concreto al simple hecho de que un Fondo de Estabilización
Macroeconómica, en ausencia de consideraciones de tipo microeconómico, en
ausencia de un enfoque que también considere, no la cantidad del gasto público
sino su calidad, y que obvie la perspectiva económica del marco legal de cual-
quier instrumento de esta naturaleza, pues me hace ser algo escéptico. ¿Por qué?
Porque tengo el sentimiento de que estaríamos creando un mecanismo muy bue-
no, pero con muchos incentivos para que bajo la fuerza de los diferentes intereses
de los agentes económicos se viole de alguna u otra forma.
Me refiero entonces a la fundamentación microeconómica, por un lado, y a la
calidad del gasto, por el otro. El ministro ayer nos habló de que había hecho un
recorte; que se había disminuido la cantidad de personas que trabajan en los
ministerios. El asunto es la calidad del gasto. Para nosotros establecer una empre-
sa en el estado Carabobo, que es a nuestro juicio uno de los que más ha avanzado
en el campo de la gestión pública, se tarda en promedio de dos a tres años. Un

* Profesor de la Universidad de Carabobo.


Francisco Contreras / Comentarios / Revista BCV / Foros 2 / 1998 119

depósito fiscal, como extensión de aduana, no sólo enfrenta esa dificultad sino
que si usted quiere adelantar y reducir el tiempo para que esto funcione, se debe
pagar un mes de la facturación equivalente y así por el estilo. Este tipo de cosas,
a mi juicio, no se resuelve despidiendo a la gente que trabaja en las aduanas; esto
se resuelve analizando desde el punto de vista económico el marco regulatorio.
Si no existe un cuadro de incentivos favorables, entonces el Fondo no funcionará.
Si seguimos pensando en términos de la magnitud del gasto público, no vamos a
hacer nada. Para volver al problema de aduanas, si uno reduce el personal sin
cambiar las normas, lo que hacemos es empeorar las cosas.
No quisiera ahondar más sobre el tema, y más bien conformarme con esta gene-
ralidad expuesta. En todo caso, me parece necesario que en cada oportunidad
que hagamos un análisis de política macroeconómica le dediquemos algo de
tiempo a la fundamentación microeconómica. Que dejemos de pensar sólo en
agregados macroeconómicos y en equilibrios, y volquemos mejor la atención a
pensar en la calidad del gasto y en el marco regulatorio, así como en la estructura
de incentivos que se le crea al agente económico para hacer las cosas bien o mal;
para hacerlas por el camino de la ineficiencia.
Mesa redonda
Quinto tema
Intervención

Brewer Carías Allan Brewer Carías*

Un tema que ha sido muy recurrente es el de la rigidez presupuestaria, el cual


conduce al tema de la descentralización. Mis planteamientos se concretarán a este
último pues las discusiones en torno a las rigideces del presupuesto preferiría
dejárselas a los economistas.
La descentralización es el signo de los estados democráticos contemporáneos. En
Venezuela, estamos en este proceso desde 1989, y se trata de la misma experien-
cia por la cual pasaron todos los estados democráticos consolidados, después de
la Segunda Guerra Mundial. No hay ningún Estado en el mundo que, para sobre-
vivir como democracia, no haya tenido que descentralizarse. Los viejos Estados
unitarios centralizados, desde el punto de vista democrático, son una especie en
vías de extinción y los viejos Estados federales, por su parte, también han acen-
tuado el federalismo y la distribución territorial del poder.
La descentralización, por lo tanto, es un tema de la democracia, y esta realidad
hay que tomarla en cuenta a los efectos de los análisis y soluciones económicas,
pues no podemos aplicar políticas económicas sin considerar el régimen político
vigente.
Si pensamos que debe haber una democracia, tenemos que considerar a la des-
centralización como un componente esencial. De hecho, no existen autocracias
descentralizadas y, por consiguiente, el debate de la descentralización en Vene-
zuela debe ser planteado como una consecuencia de la democratización. A prin-
cipios de 1960 no se trataba el tema de la descentralización porque no había
democratización, pero los 40 años de democracia han obligado a este plantea-
miento y en esa realidad nos encontramos. En este sentido, la alternativa no es
descentralización o no, sino democracia o no.

* Jurisconsulto. Profesor de Derecho Administrativo.


Allan Brewer Carías / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 122

Si continuamos siendo un país democrático, tenemos que afrontar la descentrali-


zación como una consecuencia inevitable de la democratización y como una
condición para que sobreviva la democracia. Esto es lo que nos enseña la expe-
riencia del mundo en las democracias consolidadas después de la Segunda Gue-
rra Mundial, porque las democracias anteriores a este episodio no tenían el funda-
mento sobre los derechos humanos. Fueron las democracias las que llevaron a
Mussolini y a Hitler al poder.
Bajo este enfoque no se trata de una descentralización administrativa tradicional, sino
de un proceso político, que debe atacarse en el contexto del proceso de distribución
del poder público en niveles territoriales distintos, que no se agotan en el nivel local
y municipal. El municipio siempre ha existido; nos viene desde la Colonia, pero el
tema de la descentralización se refiere a los niveles de poder intermedios entre el nivel
central y el nivel local. Recordemos que uno de los grandes recursos del centralismo
ha sido el municipalismo, por más contradictorio que pueda parecer. Cada vez que se
ha arremetido contra los niveles intermedios, se ha reforzado el municipalismo, tal
como ocurrió en 1858, y de allí la Guerra Federal. Los primeros congresos de munici-
pios se realizaron a principios de este siglo, cuando Cipriano Castro basó su proceso
inicial político en las municipalidades.
En tal sentido, se trata de un proceso político que genera niveles de gobierno, no
niveles de administración periférica nacional, ni tampoco niveles de gobierno con
participación en el poder público. Asimismo, se refiere a un proceso que repre-
senta una pieza clave en la transformación de los Estados nacionales y ha venido
en forma paralela al proceso de desregulación o de desburocratización, y al pro-
ceso de privatización. En relación con estos elementos, se ha argumentado en
contra de la descentralización, debido a que se ha asociado a la corriente neoliberal
por el hecho de estar vinculada a la privatización y a la desregulación. Sin embar-
go, es un proceso paralelo de reacomodo y de reforma del Estado. El proceso de
apertura hacia la sociedad a través de la privatización, desregulación y descentra-
lización, es absolutamente universal. Además, aunque pueda parecer contradicto-
rio, implica un mecanismo de fortalecimiento del Estado, al deslastrarlo de tantas
actividades que le impiden ocuparse de las actividades que le son propias; como
por ejemplo, las políticas macroeconómicas y las relativas a la educación.
El mayor problema político que hemos tenido en los últimos años, es que siendo
el Estado nacional el que se descentraliza, no se ha establecido una política a
nivel nacional. A pesar de algunos esfuerzos, se ha abandonado la política de
descentralización desde el punto de vista nacional, y hemos realizado una des-
centralización de recursos en lugar de efectuar una distribución de poderes y de
competencias.
Allan Brewer Carías / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 123

Los gobernadores normalmente han pedido más recursos y el poder central se los
ha transferido. Ello ha contribuido a la rigidez presupuestaria, al amarrar cada vez
más recursos a los niveles intermedios y locales determinados fondos para finan-
ciar actividades, sin estar vinculados al proceso de transferencia de poderes y
competencias. Así lo comenta el ex gobernador Rondón Nucete en su documento
“Convertir el Fondo del FIDES en un Situado más”.
La política de descentralización sustentada en fondos nacionales para financiar
actividades, se refiere a una municipalización, y no se trata de una descentraliza-
ción política, sino de una pura y simple descentralización administrativa. Un ejemplo
de ello lo representa el esquema chileno.
Por supuesto, siendo una política nacional exige, entre otros aspectos, pensar en
el tema tributario. Ello en razón de que se trata de un proceso que vamos a seguir
realizando a través de la transferencia de recursos y éstos son limitados, aunque la
petición de las regiones sea ilimitada. En tal sentido, debe eliminarse el paternalismo
de financiar todo desde el poder central, y es conveniente transferir, a los niveles
intermedios, la responsabilidad de establecer y recaudar los tributos, así como la
de financiar las actividades que, como competencia, se van a transferir a los
estados. Por ello, el tema de la transferencia del poder tributario, es un tema que
hay que afrontar.
Parte de la política de la reforma fiscal que mencionaba Maxim Ross, está relacio-
nada con la tarea que tienen los economistas de influir para superar las rigideces
del presupuesto nacional. Sin embargo, es importante evaluar la forma en que se
realizará la transferencia del poder tributario hacia los estados, de manera que
superemos el paternalismo de los fondos nacionales. No debemos quedarnos en
el tema de la rigidez presupuestaria.
En estos tiempos resulta contradictorio, además, que el programa de gobierno del
señor Chávez, plantée la vuelta atrás a la descentralización y el militarismo, que es
esencialmente centralista. Mi conclusión es que no se entiende lo que está pasan-
do en relación con el tema de la democracia y de la descentralización, al conside-
rarse recentralizar como alternativa.
Esta es la reflexión general que quería hacer. Es general, porque quienes realmen-
te pueden manejar este tema con mejor precisión son los gobernadores que han
tenido la experiencia de llevar adelante este proceso. Asimismo, cabe mencionar
al doctor De La Cruz, destacado economista y experto en estos temas, quien
trabajó años atrás en la Copre.
Intervención

de la Cruz Rafael de la Cruz*

Ante todo quiero agradecer la invitación al Banco Central de Venezuela y a la


Universidad Católica Andrés Bello, por esta oportunidad de intercambiar algunas
ideas con colegas sobre un tema tan importante y de tanta significación para el
futuro inmediato como las relaciones fiscales intergubernamentales.
El federalismo político que se está desarrollando en Venezuela desde las eleccio-
nes de gobernadores y alcaldes y los cuerpos legislativos estadales y municipales
desde el año 1989, tiene una contrapartida fiscal, que es la que me propongo
explorar en mi exposición.

Finanzas públicas, rigidez presupuestaria y descentralización

Quisiera empezar diciendo algo sobre el tema de la rigidez presupuestaria. Se ha


hecho moda entre algunos economistas y algunos no economistas, acusar a la
descentralización de incrementar la rigidez presupuestaria. Se dice que el Situado
Constitucional, la Ley de Asignaciones Económicas Especiales, el FIDES, y por
supuesto las transferencias que se están entregando a los estados junto con las
competencias concurrentes (p.e. salud y educación) que se disponen básicamen-
te para cubrir nóminas, son –repito– las causantes de la rigidez fiscal. Estas trans-
ferencias, sin duda bloquean una porción de gastos del gobierno central. Sin
embargo, el problema más importante de rigidez fiscal y de sus consecuencias
económicas se debe analizar tomando en cuenta algunos aspectos que rara vez se
plantean en el debate público.

* Profesor del IESA.


Rafael de la Cruz / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 125

El primero que se debe destacar es que el servicio de la deuda pública está en el


orden de la tercera parte del presupuesto nacional. Muy pocos países realmente
pueden funcionar razonablemente gastando entre el 30 por ciento y el 40 por
ciento de su presupuesto en servir su deuda.
En segundo lugar, hay que considerar también que ese porcentaje de deuda está
dentro del marco de un techo fiscal muy bajo. Nuestro gasto público equivale a
un 20 por ciento o 22 por ciento del PIB aproximadamente.
En los países industrializados, como se sabe, el gobierno general (incluye todos
los gobiernos territoriales) gasta un promedio de 47-50 por ciento del PIB. Entre
los países industrializados que tienen menos gasto público se encuentra por ejem-
plo Estados Unidos que, sin embargo, está cerca del 40 por ciento. En América
Latina el Estado gasta en promedio un 27.2 por ciento del PIB, incluyendo países
como Brasil que supera el 34 por ciento del PIB en gasto público. El techo tan
bajo de Venezuela, que por cierto está concentrado fuertemente en el gobierno
central, explica por qué tenemos una escasez considerable de recursos de inver-
sión y para el gasto social.
A esta situación hay que añadir el hecho de que los ingresos fiscales en Venezuela
han descendido en su vertiente interna y se mantienen muy volátiles en su com-
ponente petrolero. En 1998 alcanzarán en conjunto a sólo 16 por ciento del PIB,
creando un déficit fiscal de 6 por ciento del PIB equivalente a algo menos de la
tercera parte del presupuesto.
Si se reconoce por un lado que tenemos un gasto público relativamente bajo con
relación a otros países y por otro lado que tenemos un servicio de deuda extrema-
damente oneroso, no hay más remedio que aceptar la idea de que tenemos proble-
mas fiscales graves y estructurales, que hasta ahora ningún gobierno ha sabido
enfrentar exitosamente. Sin embargo, nada de esto tiene que ver con el proceso de
descentralización. Tiene que ver con una tendencia muy marcada a la disminución
en términos reales del ingreso interno y tiene que ver con una tendencia a despreo-
cuparse por el desarrollo de nuestro perfil de endeudamiento público.
Sobre el servicio de la deuda se debe destacar un elemento adicional. La mayor
parte de este servicio, por lo menos en el corto plazo, está localizado en un
principal muy bajo, que es el principal de la deuda interna. Veamos esto con más
detalle. La deuda pública venezolana asciende a algo menos de US$ 34.000 millo-
nes. La deuda externa reestructurada se encuentra en unos US$ 19.500 millones y
la no reestructurada en unos US$ 9.500 millones, especialmente con organismos
multilaterales. Este capital de US$ 29.000 millones, el 87 por ciento del total,
representa actualmente el 60 por ciento del servicio de la deuda. Mientras que la
deuda interna, de US$ 4.500 millones, 13 por ciento del total adeudado, exige el
Rafael de la Cruz / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 126

40 por ciento de nuestros pagos anuales para cubrir compromisos con nuestros
acreedores debido a los plazos de vencimiento y a los altos intereses.
Para hacer viable fiscalmente al Estado venezolano y aliviar realmente la rigidez
de las finanzas públicas, se debe disminuir drásticamente el servicio de deuda
pagando el capital adeudado interno. Adicionalmente, si se produjera una reduc-
ción de unos US$ 5.000 millones de la deuda externa el servicio total podría
aliviarse en un orden de 70 por ciento. Lo que significa que podríamos tener
pagos por deuda inferiores al 10 por ciento del presupuesto nacional, generando
así el excedente que se requiere para financiar servicios públicos de calidad.
¿Cómo hacerlo? La sola privatización del sector eléctrico puede generar unos US$
10.000 millones, de acuerdo a especialistas de esta industria. Esta privatización
permitiría adicionalmente que los compradores financiaran cerca de US$ 5.000
millones de inversiones que se requieren en los próximos cinco años para ofrecer
un servicio de energía eléctrica adecuado, evitando que se propaguen los apagones
que cada día son más frecuentes en toda Venezuela.
Por otro lado, se debe señalar que para superar el déficit fiscal hay que mejorar la
recaudación de los impuestos reduciendo la evasión que llega hoy al 60 por
ciento del potencial tributario. Llevarla a un 40 por ciento significaría aumentar en
5 por ciento del PIB el ingreso fiscal.
Para lograr este objetivo se debe profesionalizar al Seniat y darle a los contribu-
yentes estímulos para pagar proporcionándoles buenos resultados y presentando
cuentas transparentes de la gestión del gobierno.
Cuando los contribuyentes veamos nuestros impuestos bien usados en servicios
de mejor calidad, estaremos también más dispuestos a pagarlos. Hay que enfati-
zar que la solución no es reducir el gasto público, sino reorientarlo. Se debe
transferir responsabilidades de servicios como salud, educación, programas socia-
les y vivienda a los estados y municipios, al mismo tiempo que el gobierno central
debe entregarles la competencia para cobrar impuestos hasta hoy nacionales.
Numerosos estudios han demostrado que los gobiernos regionales y municipales
mejoran considerablemente la calidad y cantidad de los servicios públicos.
Con este tipo de medidas, y la creación del Fondo de Estabilización
Macroeconómica, se equilibrarían las cuentas fiscales y se mejoraría los ingresos
del Estado por un orden de US$ 7.000 a 8.000 millones, eliminando los problemas
de “rigidez” del presupuesto público.
Rafael de la Cruz / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 127

Federalismo fiscal a la venezolana

En cuanto al tema de las finanzas intergubernamentales, he aquí algunas cifras. El


gobierno central, en los países industrializados, gasta en el orden del 27-31 por
ciento del PIB, frente al 17-19 por ciento del PIB que se gasta en América Latina,
por cierto que Venezuela está en el 17 por ciento para el año 95 que se usa como
base para esta comparación1.
Los estados, en los países industrializados son responsables de casi el 13 por
ciento del PIB como gasto público, en América Latina algo más del 5 por ciento,
en Venezuela escasamente el 3 por ciento. En el caso de los municipios, los países
industrializados están entre el 8 por ciento y el 10 por ciento del producto, Amé-
rica Latina cerca del 3 por ciento, Venezuela poco más de 1 por ciento.
Desde el punto de vista de gastos, evidentemente, a pesar de que el proceso de
descentralización en Venezuela está aún en desarrollo, es evidente que no ha
avanzado sustancialmente, mostrando todavía una concentración muy importante
del gasto en poder del gobierno central.
Por el lado de los ingresos, el gobierno nacional concentra en los países desarro-
llados alrededor del 65 por ciento de los mismos, 21 por ciento los estados y 13
por ciento aproximadamente los municipios. Frente a estas cifras, en América
Latina el gobierno central es responsable del 84 por ciento de los ingresos, 11 por
ciento los estados, 4 por ciento los municipios. En Venezuela casi 96 por ciento de
los ingresos corresponden al gobierno central, 0.8 por ciento a los estados y algo
más de 4 por ciento a los municipios. Esta es la situación fiscal intergubernamental
de Venezuela comparada con otros países de la región y del mundo.
Los datos que se acaban de presentar son en realidad una fotografía de un mo-
mento de transición. Un momento en el cual el gobierno nacional está en el
proceso de transferir algunos gastos representados por educación, salud, progra-
mas sociales y responsabilidades en la construcción y mantenimiento de la infra-
estructura de carácter regional y local. Por otro lado, estamos también en un
proceso de transición en cuanto a la ordenación fiscal por el lado de los ingresos.
Hemos empezado a incrementar las transferencias del gobierno central sin una
real coordinación con el desarrollo de los gastos subnacionales.
Permítanme presentarles un escenario sobre el futuro que podría estarnos espe-
rando. Supongamos que el proceso de descentralización ha culminado. Pense-
mos que la Ley de Descentralización se ha cumplido, lo que significa que básica-
mente todas las competencias que están previstas en este instrumento legal han
sido entregadas a los estados y a los municipios. Supongamos también que la
estructura fiscal por el lado de los ingresos, que básicamente es una estructura de

1
Ver Rafael de la Cruz, 1998. “La revolución federal de las finanzas públicas” en R. de la Cruz
(coord.) Descentralización en perspectiva. Caracas: IESA.
Rafael de la Cruz / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 128

transferencia del gobierno central a los estados sigue intacta, que no hay ningún
cambio en esta situación.
Esencialmente vamos a encontrarnos con unos gobiernos subnacionales que van
a encargarse de algo así como el 45 por ciento del gasto público, pero van a
encontrar que el respaldo de las transferencias gubernamentales solamente alcan-
zarán a cubrir las dos terceras partes de sus compromisos, es decir, que los gobier-
nos subnacionales van a recibir aproximadamente el 30 por ciento de los ingresos
del Estado por vía de las transferencias actuales. Esto es inviabilidad fiscal2.
¿Cuáles son las consecuencias fiscales que tiene esta situación? El gobierno central
se va a descargar de una porción importante de gastos, pero no se va a descargar
en la misma magnitud de los ingresos que concentra, y que como ya se planteó
llegan a cerca del 96 por ciento del total de ingresos del sector público. Por otro
lado, los municipios y los estados van a ir incrementando sus gastos sin el respal-
do adecuado. En el caso de los municipios hay que decir que no explotan toda la
presión fiscal que ellos podrían ejercer a pesar de que poseen una estructura
impositiva amplia. Pero en el caso de los estados no tienen una estructura de
ingresos propios sólida.
La proyección que tenemos, es que con este escenario nos íbamos a encontrar en el
año 2003 con un superávit de unos 3 puntos del PIB aproximadamente del gobierno
central, y un déficit fiscal en los estados y municipios, también de unos 3 por ciento a
3.2 por ciento del PIB aproximadamente. En definitiva, estaríamos en presencia de
una transferencia del déficit central a los gobiernos regionales y locales.
Este escenario, calculado a fines de 1997, aceptaba como adecuadas las proyec-
ciones de los precios del petróleo de PDVSA para entonces. Si no se produjera ese
ingreso, como efectivamente no parece que sucederá, al menos no en 1998 y tal
vez no el año que viene, pues por supuesto lo que vamos a encontrarnos es un
déficit fiscal en los estados y en los municipios y déficit fiscal en el gobierno
central, aunque mucho menor por supuesto en el gobierno nacional en la medida
en que con el proceso de descentralización se desentendería de una importante
cantidad de gasto público.

Algunas perspectivas para reordenar la descentralización fiscal

¿Cómo enfrentar esta situación? No hay régimen fiscal federal en el mundo civili-
zado que no incluya un conjunto de ingresos tributarios de los gobiernos
subnacionales.

2
Estas cifras corresponden al estudio realizado por el IESA que se menciona anteriormente.
Para su elaboración, se realizó una encuesta en los 22 estados existentes entonces, el D.F. y
68 de los 330 municipios.
Rafael de la Cruz / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 129

Hemos desarrollado una propuesta que está ponderada con muchos factores,
tanto desde el punto de vista legal como desde el punto de vista fiscal, que es
básicamente la proposición de transferir a los estados la autoridad tributaria sobre
el impuesto al consumo de la gasolina, el impuesto al consumo local y una
sobretasa al impuesto sobre la renta de las personas naturales. Este último tributo
supone que disminuirían las tasas del impuesto sobre la renta nacional para dejar
un espacio para los estados. Con los supuestos que usamos en nuestro modelo,
eso daría aproximadamente unos tres puntos del producto, que son justamente
los que le están faltando a los estados para lograr equilibrar sus cuentas fiscales y
enfrentar sus responsabilidades de gastos razonablemente.
En nuestra previsión de finales del año pasado, eso generaba entonces inmedia-
tamente un equilibrio también de las cuentas fiscales del gobierno central, que
presentaba un superávit de tres puntos como ya lo indicamos. Con los precios del
petróleo de 1998, nuestro modelo daría un déficit en el gobierno central y un
equilibrio en los gobiernos subnacionales.
Ahora bien, hay que recordar que el gobierno central tiene una evasión que está
calculada en cerca del 60 por ciento, en particular en el impuesto sobre la renta de
las empresas, en el impuesto a las ventas al mayor y en aduanas.
Ese 60 por ciento de evasión es algo que se puede bajar a límites que estén en el
orden del 30 al 40 por ciento, que son los promedios latinoamericanos y eso
generaría justamente lo que está faltando para equilibrar las cuentas también del
gobierno nacional como se plantea anteriormente.
De modo tal que si por un lado se hace un esfuerzo sostenido, serio de mejora-
miento de la recaudación fiscal del gobierno nacional y por otro lado se estructuran
las finanzas subnacionales de manera adecuada, civilizada, vamos a tener una
estructura fiscal mucho más ordenada, tanto por el lado del gasto como por el
lado del ingreso.
Quisiera retomar un poco lo que dijeron tanto mi amigo y maestro Allan Brewer
Carías como el gobernador Rondón Nucete: muchos gobernadores en este mo-
mento tienen dudas de seguir aceptando transferencias de servicios. Con toda la
razón del mundo, y es que, entre otras cosas, esta perspectiva que acabamos de
esbozar es percibida perfectamente por ese círculo político por la vía de los
hechos, porque se dan cuenta sencilla y llanamente, que están asumiendo res-
ponsabilidades y que no tienen de ninguna manera cómo responder
financieramente a estas responsabilidades.
De modo tal que si queremos ser un país serio, si queremos entrar al siglo XXI con
responsabilidad desde el punto de vista de nuestro ordenamiento político y fiscal,
Rafael de la Cruz / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 130

estoy convencido de que a la descentralización política hay que acompañarla, nece-


sariamente también, con una descentralización fiscal que permita ordenar las cuen-
tas fiscales en los tres niveles de gobierno, ser coherentes en la asignación territorial
de los impuestos, lograr una armonización tributaria y la corresponsabilidad fiscal
intergubernamental. La viabilidad de la descentralización depende de que Venezue-
la se dote de un federalismo fiscal adecuado a sus necesidades.
Intervención

Rondón Nucete Jesús Rondón Nucete*

La existencia de entidades autónomas (estados y municipios) supone el reconoci-


miento de su capacidad para crear, recaudar y administrar ingresos propios, re-
queridos para:
1. El sostenimiento de la administración regional;
2. Los costos del ejercicio de las competencias que se atribuyen; y
3. La promoción del desarrollo económico y social, con el objeto de mejorar el
nivel de vida de su población.
El proceso de descentralización, que se adelanta desde 1989, para sustentar la
autonomía de las entidades regionales, ejecutar gran parte de los programas gu-
bernamentales y hacer eficiente la prestación de los servicios públicos confiados
hasta ahora a organismos nacionales obliga, también, a entregar a aquellas entida-
des los recursos necesarios para cubrir el costo de los programas y de los servicios
que se les devuelven o se les transfieren. La transferencia supone, además, la
obligación por parte del gobierno central de aumentar aquellos recursos en el
futuro.
Hasta 1989, la actividad de las entidades autónomas regionales fue asegurada casi
exclusivamente con los recursos del situado constitucional, transferencia del po-
der central que señala la participación de los integrantes de la federación en los
ingresos nacionales. El situado se creó, en su forma actual, en la Constitución de
1925 como una manera de compensar a los Estados por la disminución de sus
capacidades financieras debido a la transferencia de sus antiguas potestades
tributarias y la administración de las minas al poder central.

* Ex gobernador del estado Mérida.


Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 132

La Constitución de 1961 estableció que las entidades federales recibirían como


situado un mínimo del 15 por ciento de los ingresos ordinarios nacionales. Esa
partida se distribuye así: un 30 por ciento por partes iguales y el 70 por ciento
restante en proporción a la población de cada una de las entidades. La Ley de
Descentralización aumentó el porcentaje mínimo hasta el 20 por ciento y estable-
ció que a los estados correspondería también un porcentaje similar al del situado
constitucional del respectivo año sobre los ingresos ordinarios adicionales que
perciba la República. En 1989, la COPRE había propuesto aumentar el porcentaje
del situado constitucional al 30 por ciento. En todo caso, el aumento del situado
ha dotado a los estados en los últimos años de recursos importantes.
Pero, si bien son cuantiosos, los recursos del situado son, evidentemente, insufi-
cientes tanto para garantizar el funcionamiento de una administración moderna
como para permitir a ésta asumir un papel importante en la promoción del desa-
rrollo. Y ello puede conducir a:
1. Déficit en las finanzas regionales y, como consecuencia, endeudamiento pro-
gresivo de las entidades regionales;
2. El deterioro y, en ultima instancia, cierre de servicios públicos, carentes de
recursos para su funcionamiento, con la consiguiente decepción de la población
que aspira a un mejoramiento de sus condiciones de vida como resultado de la
descentralización de los servicios; y
3. Enfrentamiento entre los poderes nacional y regional por el monto en las transfe-
rencias de los recursos. Este enfrentamiento es a veces directo; mientras que en
ocasiones tiene lugar en el Congreso de la República, órgano al cual se le ha
reconocido en fecha reciente toda su potestad en la distribución presupuestaria.
Para evitar tal situación se ha planteado, entre otras medidas:
1. Aumento en la participación de las entidades autónomas en los ingresos ordi-
narios nacionales a través del situado constitucional;
2. Transferencia de la administración del producto de algunos impuestos naciona-
les que serían utilizados a nivel regional y local con mayor eficiencia. En 1993 un
Decreto Ley previó la participación de los estados y municipios en el producto del
impuesto al valor agregado (hoy ISCVM) y en 1996 una Ley especial estableció
asignaciones especiales para los estados derivadas de los ingresos fiscales que se
originan en las actividades mineras y de hidrocarburos;
3. Creación de impuestos regionales, para que los ciudadanos de cada una de las
entidades participen en el sostenimiento de los programas y de los servicios
propios; y
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 133

4. Participación de las entidades en el manejo de los recursos obtenidos por la


República mediante operaciones de crédito publico.
Es de advertir que la creación de impuestos regionales, propia de los regímenes
de democracia participativa, tropieza en Venezuela con serias limitaciones consti-
tucionales y legales. En realidad, son muy escasas las posibilidades de acción.
Pero, además, puede encontrar serias resistencias en la opinión pública, si conti-
núa la tendencia observada en los estados al aumento creciente de los gastos
ordinarios, tendencia que rechaza la población como expresión de una forma de
gobierno (caracterizada por el populismo y la demagogia) que ha provocado la
grave crisis económica nacional.
Las medidas ya tomadas han permitido incrementar los recursos de las entidades
regionales, como puede verse en el siguiente cuadro 1, (correspondiente a 1997):

Cuadro 1
Concepto Monto Bs. % del presupuesto % P/B
Situado Constitucional 1479402.1 16.46 3.6
Asignaciones Especiales 24783.8 0.28 0.1
FIDES 260000.0 2.89 0.6
TOTAL 1764185.9 19.63 4.3
Fuente: Ministerio de Hacienda

Han aumentado también los ingresos municipales. En 1997 los municipios recibieron
Bs. 224 mil millones por ingresos propios y 227 mil millones como situado municipal.
Les correspondieron también Bs. 104 mil millones como aporte del FIDES.
Pero, a pesar del incremento, los recursos siguen siendo insuficientes. Y son muy
inferiores a los que disponen los gobiernos regionales y municipales de otros
países. Así lo muestra el siguiente cuadro:

Cuadro2
Gastos del sector público (en %)
Gobierno Gobiernos
Central Regionales Municipios 2+3
Países indutrializados I 62.4 16.5 21.0 37.6
Países indutrializados II 56.9 26.4 16.7 43.1
América Latina 70.3 19.4 10.3 29.7
Venezuela (1995) 79.1 14.9 5.9 20.9
Fuente: IESA
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 134

Como puede observarse, los gastos de los gobiernos regionales y municipales en


los países industrializados representan un alto porcentaje del total gubernamental.
En América Latina no alcanzan a la tercera parte de los gastos totales. En Venezue-
la, apenas, la cuarta parte.

La potestad tributaria

La Constitución de la República señala la potestad tributaria nacional (art. 136) y


municipal (art. 31). Pero no establece en forma expresa la potestad tributaria de
los estados. Esto no significa que estos no la tengan. En efecto, corresponde a su
competencia residual.
El ordinal 7 del artículo 17 de la Constitución asigna a los estados todo lo que no
corresponda a la Nación o a los municipios. Es la competencia residual. Dentro de
ella está comprendida la potestad tributaria sobre la producción y consumo de
bienes que no hayan sido total o parcialmente reservados al poder nacional,
como los alcoholes, licores, cigarrillos, fósforos y salinas. Así lo establece el ordinal
8 del artículo 136. Esa potestad tributaria está limitada conforme al artículo 18,
según el cual los estados no pueden gravar el ganado en pie o sus productos y
subproductos (ord. 4°), ni los bienes de consumo antes de que entren en circula-
ción dentro de su territorio (ord. 2), ni en forma diferente a los producidos en él
(ord. 3°). En concordancia con esas disposiciones, el ordinal 4 del artículo 11 de
la Ley de Descentralización transfirió a los estados la organización, recaudación,
control y administración de los impuestos específicos al consumo, no reservados
expresamente al Poder Nacional.
Los Estados, pues, tienen y han tenido una amplia potestad para gravar la produc-
ción y el consumo de bienes. Pero esa potestad no ha sido utilizada hasta el
presente. En el estado Aragua se presentó a la Asamblea Legislativa un proyecto
de ley de impuesto general a las ventas de bienes muebles y los servicios comer-
ciales e industriales, pero no fue aprobado. Como ya se dijo, leyes recientes
establecen la participación de los estados en la administración del impuesto del
consumo (ICSVM) y de los impuestos derivados de la actividad minera y de
hidrocarburos.
La potestad tributaria de los estados, residual y limitada, puede aumentarse como
resultado de la aplicación del procedimiento previsto en el artículo 137 de la
Constitución Nacional. En efecto, el Congreso, con el voto de las dos terceras
partes de los miembros de cada Cámara, puede atribuir a los estados y munici-
pios, determinadas materias de la competencia nacional, a fin de promover la
descentralización administrativa. Conforme a esa disposición, la Ley Orgánica de
Descentralización atribuyó a los estados:
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 135

1. La organización, recaudación, control y administración del ramo del papel


sellado;
2. La organización, recaudación y control de los impuestos por la explotación de
las piedras que no sean preciosas, otros minerales, las salinas y los ostrales de
perlas;
3. La conservación, administración y aprovechamiento de las carreteras, puentes y
autopistas en sus territorios; y
4. La administración y mantenimiento de puertos y aeropuertos públicos de uso
comercial.
Se ha discutido si la transferencia de las dos últimas materias envuelve la potestad
tributaria correspondiente. Pero, la misma ya ha sido admitida plenamente y los
estados han dictado normas que la establecen y regulan.
El Proyecto de Ley de Transferencia de Competencias del Poder Nacional a los
estados, preparado por la COPRE en 1989, contenía disposiciones más amplias.
En verdad proponía transferir a los estados, como de su competencia exclusiva:
1. El impuesto sobre el valor agregado;
2. El impuesto sobre turismo; y
3. El régimen y administración de las minas no consideradas de importancia
estratégica para la Nación, salinas, tierras baldías, ostrales de perlas y aprovecha-
miento de los montes, aguas y otras riquezas naturales localizadas en su territorio.
Igualmente señalaba como competencia de los estados el régimen relativo a la
organización, recaudación y control del impuesto al consumo. La Ley de Descen-
tralización apenas si recogió partes de esas proposiciones.
En el futuro podría aumentarse la competencia transferida. Y ese es posiblemente
el mecanismo más adecuado para crear finanzas publicas regionales sólidas y
diversificadas que no dependan exclusivamente de las contribuciones del poder
central.
Se ha propuesto, entre otras medidas, transferir a los estados:
1. Las rentas de cigarrillos y licores;
2. Los impuestos derivados de las actividades turísticas; y
3. El impuesto al consumo de gasolina. La Asociación de Gobernadores de Vene-
zuela y el IESA han estudiado esta posibilidad y elaborado un proyecto (enco-
mendado a Pasqualina Curcio) que está en discusión; y
4. Una sobretasa al impuesto sobre la renta de las personas.
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 136

Se ha señalado que esas transferencias deben permitir a los estados cubrir el


déficit fiscal que inevitablemente sufrirán en el futuro como consecuencia de
haber asumido competencias concurrentes, para cuya gestión no reciben transfe-
rencia de recursos de parte del gobierno central.
El economista Rafael de La Cruz advirtió hace ya algún tiempo (1995) que, como
consecuencia de la transferencia de competencias, pronto “se producirá un des-
plazamiento de parte del déficit fiscal del gobierno nacional hacia los gobiernos
estadales y municipales. El déficit consolidado de estas administraciones podría
situarse en un 25 por ciento de sus respectivos presupuestos”. Y en fecha mucho
más reciente (1997) predijo la quiebra de las gobernaciones y alcaldías debido a
la carencia de recursos de las administraciones regionales y la insuficiencia de los
que asigna el poder central a los servicios transferidos. Según el profesor del IESA,
mientras el saldo fiscal del gobierno central será positivo en el futuro inmediato,
los gobiernos municipales y estadales deberán hacer frente a crecientes déficit
fiscales, que alcanzarán en el año 2005 cerca del 1 por ciento y más del 3 por
ciento, respectivamente, del PIB.

Participación en el Impuesto al Consumo Suntuario y a las Ventas al Mayor

En 1993 por Decreto-Ley se reguló la participación de los estados y municipios en


el producto del impuesto al valor agregado y se creó el Fondo Intergubernamental
para la Descentralización (FIDES). Fue resultado, después de una larga discusión
sobre el tema, de la exigencia de las entidades regionales de participar en el
producto de un impuesto que consideraban de su competencia. Y, sin duda,
favoreció la aceptación de ese impuesto por la población al prometer su conver-
sión en inversiones reales en materias de gran importancia. El Decreto-Ley fue
modificado por la Ley del 3 de enero de 1997.
La participación de las entidades en el producto del impuesto les ofreció un
respaldo para asumir nuevas responsabilidades derivadas del proceso de descen-
tralización. Pero, posteriormente, también permitió el financiamiento de otras
inversiones consideradas prioritarias y no solamente de las derivadas de aquel
proceso. El Decreto-Ley creó, pues, el FIDES (Fondo Intergubernamental para la
Descentralización), como un mecanismo de apoyo a la descentralización. Es un
Servicio Autónomo, adscrito administrativamente al Ministerio de Relaciones Inte-
riores. Al Fondo corresponde un porcentaje de la recaudación del Impuesto al
Consumo Suntuario y a las Ventas al Mayor (ICSVM). Ese porcentaje oscila entre el
15 por ciento y el 20 por ciento y se fija anualmente en la Ley de Presupuesto.
Los recursos del FIDES se dividen en dos cuentas de participación: una destinada
a los estados (el 60 por ciento) otra a los municipios (40 por ciento). El monto de
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 137

la asignación que corresponde a los estados y municipios se distribuye con base


en los siguientes porcentajes: el 45 por ciento en proporción a la población de
cada estado y de cada municipio; el 10 por ciento en proporción a la extensión
territorial de los mismos; y el 45 por ciento restante de acuerdo a un indicador de
compensación destinado a beneficiar a los estados y municipios de menor desa-
rrollo relativo. El indicador de solidaridad y compensación interterritorial está
contenido en el Decreto 1942 de 1997.
La participación de las entidades en el producto del ICSVM, a través del Fondo,
les ha permitido disponer de recursos adicionales muy importantes en los últimos
años, tal como puede apreciarse en el siguiente cuadro:

Cuadro 3
Participación de las entidades en el ICSVM (%)
AÑO TOTAL ESTADOS MUNICIPIOS
1996 99011.0 77228.6 21782.4
1997 262366.4 157419.8 104946.6
1998 413159.8 247895.9 165263.9

En el caso concreto del estado Merida, los recursos recibidos del FIDES son los
siguientes:

Cuadro 4
Distribución en el estado Mérida de los recursos del FIDES (millones de bolívares)
AÑO TOTAL ESTADOS MUNICIPIOS
1996 2470.9 1542.2 928.7
1997 11619.5 5693.4 5926.1
1998 18285.5 8958.3 9327.2

Es de hacer notar que el monto de los recursos transferidos a los estados y muni-
cipios por el FIDES en 1998 representa una cifra cercana a la que se obtendría con
un impuesto al consumo final a una tasa del 4.5 por ciento recaudado por esas
entidades (según proyecciones de David Paravisini Maggi).
Inicialmente se requería la inversión de los recursos en sectores donde se hubiese
producido transferencia efectiva de competencias y servicios del poder central a
los estados y municipios. Igualmente, se establecía la participación, con aportes
significativos, de las entidades en el financiamiento de los programas y proyectos.
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 138

Esas condiciones han sido modificadas. Las exigencias disminuyeron. Se buscaba


antes ofrecer a las entidades apoyo financiero para aceptar las responsabilidades
de la descentralización. Ahora, la entrega de recursos tiene propósitos más bien
compensatorios.
Se han flexibilizado las reglas para la utilización y la repartición de los recursos del
FIDES. Se permite acceder a los recursos (como “dineros frescos”) sin necesidad
de adquirir compromisos, ni nuevas responsabilidades y con un porcentaje muy
pequeño de cofinanciamiento. De conformidad con la Ley de 1997, los recursos del
Fondo se destinan al funcionamiento de los siguientes programas y actividades:
1. Servicios correspondientes a competencias concurrentes y exclusivas, efectiva-
mente transferidas:
2. Servicios desconcertados administrativamente que se encuentran en etapa de
cogestión;
3. Servicios transferidos bajo el régimen de encomienda;
4. Servicios de los estados, transferidos a los municipios;
5. Gastos correspondientes a la implementación del servicio de Justicia de Paz;
6. Deudas por concepto de prestaciones sociales y otras obligaciones contraídas
con el personal adscrito a los servicios efectivamente transferidos;
7. Financiamiento de servicios y proyectos de inversión productiva de las entida-
des, y servicios propios de la vida local;
8. Proyectos y programas de asistencia técnica para modernizar los servicios trans-
feridos o transferibles o los sistemas de recaudación tributaria de las entidades; y
gastos de elaboración de los programas de transferencia.
La enumeración anterior permite al FIDES, en la práctica, financiar cualquier ser-
vicio o proyecto, lo que efectivamente ha venido ocurriendo. Así, se ha converti-
do al FIDES en el administrador de un nuevo situado constitucional, con el cual se
puede financiar cualquier tipo de servicios o proyectos, aun aquellos que supo-
nen gastos corrientes.

Participación en ingresos derivados de minas e hidrocarburos

El 18 de diciembre de 1996 fue publicada la Ley de Asignaciones Económicas


Especiales para los Estados derivadas de Minas e Hidrocarburos. Desarrolla un
sistema de asignaciones extraordinarias a los estados con motivo de las activida-
des mineras y de hidrocarburos. Están representadas, por una parte porcentual
del monto de los ingresos fiscales que se recauden en cada ejercicio presupuesta-
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 139

rio por los tributos que se originen conforme a las leyes de la materia. Esa partida
debe ser distribuida entre los estados. Y es distinta al ingreso proveniente del
situado constitucional.
Según el Fuero Viejo de Castilla las minas pertenecían al Rey. Sólo podían ser
explotadas mediante licencia real y las riquezas que producían pertenecían a la
Corona, la que –graciosamente– concedía una parte a quien las descubría o traba-
jaba. Aquellas antiguas normas pasaron a los territorios conquistados por Castilla
en América y formaron parte de las Leyes de Indias que tuvieron vigencia durante
los siglos de la dominación española. Por Decreto de El Libertador, dictado en
Quito en 1829, la República se convirtió en heredera de esos derechos de la
Corona. Sin embargo, la Constitución de 1864 atribuyó la propiedad de las minas
a los estados. La situación se mantuvo así hasta 1925 cuando las entidades federa-
les delegaron en el gobierno central la regulación y administración de las minas.
A cambio, se estableció el “Situado constitucional” como medida compensatoria a
los ingresos que perdían. La Constitución de 1961 –sin reconocer explícitamente
la propiedad estadal de las minas– estableció la posibilidad de crear asignaciones
económicas en beneficio de los estados en cuyo territorio se encuentran las minas
o yacimientos. Ahora, iniciado el proceso de descentralización, y cuando se pre-
tende dotar a los estados de finanzas sólidas y suficientes, se ha desarrollado la
norma constitucional que tuvo antes sólo carácter programático.
Para determinar el monto de las asignaciones se suman todos los ingresos fiscales
que obtiene la República durante el ejercicio presupuestario correspondiente por
concepto de tributos previstos en la Ley de Minas y en la Ley de Hidrocarburos. A
esa cifra se deduce el porcentaje de los ingresos fiscales que se reparten a los
estados conforme al situado constitucional. De la cantidad resultante, hecha la
deducción, se destinará un monto equivalente al 20 por ciento para 1998, 25 por
ciento para 1999 y 30 por ciento para el año 2000 y siguientes.
El fondo tiene dos fuentes distintas: los ingresos por tributos causados por activi-
dades mineras y los causados por actividades relacionadas con la explotación de
hidrocarburos. Y se distribuye tomando en cuenta esa circunstancia:
1. El 70 por ciento de los ingresos causados por la explotación de hidrocarburos
se distribuirá entre las entidades en cuyo territorio se encuentren hidrocarburos; y
el 30 por ciento restante será distribuido entre los otros estados.
La distribución del 70 por ciento entre las entidades productoras de hidrocarburos
se hace tomando en cuenta: población, extensión territorial y tipo de actividad
que se realice en el territorio. Cuando se trata de estados en los que se realizan
procesos de refinación y petroquímicos se aparta una asignación adicional.
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 140

2. El monto de los ingresos causados por actividades mineras se distribuirá pro-


porcionalmente entre las entidades territoriales según su contribución fiscal.
Las asignaciones especiales no son administradas discrecionalmente por los esta-
dos. La ley establece que se destinarán a inversiones en las siguientes áreas:
1. Mejoramiento, conservación y recuperación ambiental de las áreas de explora-
ción, explotación, procesamiento y refinación de hidrocarburos;
2. Programas científicos y tecnológicos para el desarrollo del agro y la pequeña y
mediana industria;
3. Dotación de equipos e infraestructura médico-asistenciales y programas de
medicina preventiva;
4. Dotación y programas educativos a nivel preescolar, básica y especial, así como
programas de aprendizaje técnico;
5. Infraestructura agrícola, vialidad, sanidad y sistemás de transporte publico; y,
6. Planes de vivienda para sectores populares y clase media.
La Ley, en disposiciones transitorias, señala una serie de programas y planes
prioritarios, a los cuales se debe destinar el 20 por ciento de las asignaciones
especiales.
Con el objeto de garantizar el cumplimiento efectivo de la ley, se prevé la autori-
zación del Ministerio de Relaciones Interiores a los proyectos de los gobiernos
regionales. La propuesta se considera aprobada si el Ministerio de Relaciones
Interiores no se pronuncia en los 30 días siguientes a su presentación. Las pro-
puestas aceptadas deben ser presentadas posteriormente para su aprobación a la
Asamblea Legislativa del estado. La Contraloría General de la República debe, por
último, autorizar la transferencia de los fondos a la cuenta del estado.
La Ley puede contribuir en forma efectiva al desarrollo económico y social de los
estados mineros o productos de hidrocarburos. Pero, puede también crear serias
desigualdades entre los estados. Véase, en el siguiente cuadro, la cantidad asigna-
da por habitante a cada estado:
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 141

Cuadro 5
Participación de los estados en los ingresos de minas e hidrocarburos
Asignaciones económicas
Población especiales (Bs.) Bs. por habitante
Zulia 3051637 104852.4 34359
Miranda 2485745 14285.6 5747
Distrito F. 2282797 13390.2 5866
Carabobo 1992024 13286.3 667
Lara, 1522042 8929.0 5866
Aragua 1427526 8270.4 5794
Bolívar 1240466 9305.0 7501
Anzoátegui 1098691 25003.6 22758
Táchira 998498 5856.7 5866
Sucre 80848 4798.6 5935
Portuguesa 786232 4621.5 5878
Falcón 729194 17482.9 23976
Mérida 719795 4248.5 5902
Guárico 616989 5894.4 9553
Monagas 582807 55653.5 95492
Trujillo 578502 5379.8 9299
Barinas 557896 5753.2 10312
Yaracuy 498016 2923.2 587
Apure 431922 10944.1 25454
Nueva Esparta 358633 2056.9 5735
Cojedes 248258 1553.1 6256
Delta Amacuro 128201 2556.4 19941
Amazonas 98125 2213.7 2256
23242478 329258.9 14166

Esa situación puede hacerse muy chocante si se observa que algunos de los
estados que reciben menos, son también los más pobres.
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 142

El aumento en los gastos corrientes

Tanto el Decreto-Ley que estableció la participación de las entidades federales en


el producto del IVA (hoy del ICSVM), como la Ley que estableció las asignaciones
económicas especiales derivadas de las actividades mineras y de hidrocarburos
trataron de impedir que los nuevos recursos entregados a los estados pudieran
servir para aumentar los gastos corrientes y, especialmente, los burocráticos. Esa
había sido ya una preocupación que se había manifestado en la Ley de Descen-
tralización.
Esa Ley dispuso, en su artículo 17: en cada ejercicio fiscal, las Gobernaciones
deberán destinar a sus programas de inversión un mínimo del 50 por ciento del
monto que les corresponde por concepto del situado constitucional. Según la
misma norma, se entienden por programas de inversión exclusivamente los si-
guientes:
1. Los de desarrollo agropecuario;
2. Los de desarrollo educativo, cultural, científico y tecnológico;
3. Los de salud y asistencia social; y la construcción de viviendas de interés social;
4. Los de reordenación de las áreas urbanas y marginales;
5. Los de promoción, construcción y financiamiento o de obras y servicios desti-
nados al desarrollo de la industria, de la pequeña y mediana industria y del
turismo.
6. Los de conservación y mantenimiento de vías de comunicación y servicios de
transporte;
7. Los de conservación, mantenimiento, reconstrucción y reposición de las edifi-
caciones e instalaciones publicas; y
8. Los de conservación del ambiente y de los recursos naturales.
Esa preocupación explica la serie de condiciones exigidas en las leyes que esta-
blecieron las nuevas asignaciones para la aprobación de los gastos y la interven-
ción en algunos casos de la Contraloría General de la República. Pero todas las
medidas de control han resultado inútiles. Desde el comienzo pareció imposible
destinar a gastos de inversión el 50 por ciento de los recursos correspondientes al
situado constitucional. Para la época los gastos corrientes ya eran superiores al 50
por ciento. El estudio de las leyes de presupuestos de los estados demuestra que
muy pocas entidades cumplieron con las exigencias de la ley. Y con el objeto de
superar el obstáculo legal, se amplió el concepto de gastos de inversión, que hoy
prácticamente engloba a todos los que realizan los estados. Muchos de aquellos,
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 143

en verdad, se consideran como de inversión social, la que es necesaria para


asegurar el desarrollo económico. Hoy en día la situación no ha cambiado. Y
según informan –más o menos periódicamente– los gobernadores, los recursos
no alcanzan siquiera para cubrir los gastos elementales, por lo cual deben hacer
constantes peticiones de ayuda al gobierno central. En alguna ocasión amenaza-
ron con declararse en huelga.
La asignación de nuevos recursos, que debían destinarse a financiar programas de
inversión, provocó más bien un aumento de los gastos corrientes del presupuesto
ordinario de los estados. Como consecuencia, se observa ahora que los recursos
del situado se destinan casi exclusivamente a los gastos corrientes, especialmente
los burocráticos; y otros innecesarios.
Mientras sólo se usan para gastos de inversión los recursos provenientes de la
participación de las entidades en el producto de impuestos nacionales. Véase el
caso del estado Mérida. En 1998 el monto total del presupuesto alcanza a Bs.
85.625,3 millones (de los cuales Bs. 68.000 millones corresponden al situado y Bs.
17.625,3 millones provienen de las asignaciones previstas en las leyes especiales).
El monto del situado municipal es de Bs. 14.449 millones (el 16.87 por ciento). Los
gastos de los servicios esenciales (seguridad, educación y cultura, y salud) repre-
sentan el 29.56 por ciento y otros gastos corrientes (especialmente burocráticos)
el 17.68 por ciento del total. Los organismos del desarrollo económico y de la
infraestructura disponen de Bs. 28.687,1 millones (el 35.88 por ciento), buena
parte de los cuales dedican a sus gastos de funcionamiento. En todo caso, como
puede apreciarse, sólo Bs. 11.061,8 millones de lo asignado al desarrollo econó-
mico y la infraestructura provienen del situado (el 16.27 por ciento del total de
éste). Ese porcentaje superaba el 50 por ciento apenas tres años atrás.
La reforma legislativa del Decreto-Ley que creó el FIDES en 1996 permitió, como
entonces se advirtió, destinar sus recursos a aumentar los gastos corrientes. En
efecto, cualquier gasto puede ser financiado ahora por el Fondo, aunque teórica-
mente se exija que se trate de gastos de inversión. Así lo permiten los ordinales 9
y 10 del artículo 22. Los municipios utilizan esos recursos con cualquier finalidad,
desde el pago de empleados hasta la adquisición de vehículos y la ejecución de
obras públicas de poca importancia, como, por ejemplo, la construcción de ace-
ras. Lo mismo ocurre en los estados. Tal como previeron no pocos de quienes se
opusieron a la modificación de la ley, el FIDES se convirtió en un organismo
distribuidor de recursos que se usan como los del situado constitucional.
Parece (aunque se requiere de un estudio más amplio para afirmarlo) que el
aumento de los recursos de las entidades federales, necesario para hacer frente a
las nuevas responsabilidades que deben asumir por el proceso descentralización,
no ha traído consigo la prestación de mejores y más eficientes servicios, ni tampo-
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 144

co una mejora notable en las condiciones de vida de la población. Los estados


tuvieron más recursos, pero los utilizaron para aumentar los gastos corrientes y,
especialmente, para aumentar el número de empleados y trabajadores públicos
(gastos burocráticos). Todos los informes señalan que el número de trabajadores
de los estados y municipios (sin incluir aquellos que fueron transferidos con los
servicios correspondientes) se multiplicó por dos y más desde 1990: actualmente
son 473.903. Un reciente estudio sobre las finanzas municipales publicado en el
diario El Universal (11 y 12 de enero de 1998) determinó que entre 1996 y 1997 las
nóminas de las Alcaldías aumentaron en 13 por ciento y que los mismos organis-
mos destinaron a gastos de dirección el 25.51 por ciento de los presupuestos
municipales. En no pocas entidades se crearon programas populistas en lugar de
aquellos que pudieran permitir el desarrollo económico o social, como se preten-
dió al iniciarse el proceso de descentralización.

La reglamentación y limites de la potestad tributaria

El proceso de descentralización, iniciado a comienzos de los años noventa con el


objeto de modificar las estructuras del Estado, y las exigencias de la población,
que aspira eficiencia en los servicios públicos y mejoramiento de las condiciones
de vida, obligan al poder central a dotar a las entidades territoriales (estados y
municipios) de recursos suficientes para cumplir bien las funciones que ahora se
les atribuyen. Para ello no bastan los recursos propios, que en el caso de los
estados son prácticamente inexistentes, ni las transferencias de recursos que se
producen a través del situado constitucional, o para el sostenimiento de los servi-
cios cuya administración se ha traspasado. Es necesario contar con fuentes de
financiamiento para asegurar el cumplimiento de las competencias y las activida-
des de los gobiernos regionales.
La Ley garantiza el traspaso de recursos cuantiosos, a través de:
1. El situado constitucional, cuyo monto alcanza el 20 por ciento de los ingresos
ordinarios de la República. Se ha propuesto aumentarlo aun más (al 25 por ciento
y hasta al 30 por ciento).
2. La transferencia de recursos, como consecuencia de la descentralización de los
servicios. Los recursos asignados anualmente deben tomar en cuenta las necesi-
dades de los servicios y el monto de los ingresos. Dispone el ordinal 5 del artículo
6° de la Ley de Descentralización: que la partida inicial se ajustará anualmente de
acuerdo a la variación de los ingresos ordinarios.
3. La participación en el producto de algunos impuestos (en el ICSVM y en los
derivados de las actividades mineras y de hidrocarburos).
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 145

El aumento en los recursos de los estados ha sido notable. En 1997 las nuevas
asignaciones representaban ya el 15.66 por ciento de los recursos que recibían del
poder central. En 1998 representan el 27.99 por ciento. Pero ese aumento es
variable, según el monto que corresponda a cada uno de acuerdo a la Ley de
Asignaciones Económicas Especiales.
Año Situado % Asignaciones % Total
1997 1479402 84,39 284783 15,66 1764185
1998 1924348 72,01 74450 27,99 2668843

En el caso del estado Mérida los nuevos recursos representan en 1998 el 20.58 por
ciento del total de ingresos.
La experiencia de los primeros períodos del proceso de descentralización ha
demostrado que los gobiernos regionales y locales tienden a aumentar los gastos
corrientes y, especialmente, los gastos burocráticos, y a disminuir los gastos des-
tinados a las inversiones públicas o al mantenimiento de los servicios. Y, ante las
exigencias de la opinión pública, tienden, igualmente, a destinar a inversiones y
servicios los recursos que pueden obtener por otras vías: las transferencias espe-
ciales (que se cumplen a través del FIDES o por mandato de la Ley de Asignacio-
nes Especiales) o los recursos de los organismos internacionales. Ha aparecido,
incluso, una tendencia inaceptable y que debe corregirse de inmediato: destinar
estos últimos a cumplir obligaciones mínimas o a aumentar gastos innecesarios.
Las tendencias señaladas imponen una consideración seria del asunto que debe ser
estudiado por todos los sectores interesados y que debe llevar a la aprobación de
normas estrictas sobre la materia por el Congreso de la República. En tal sentido:
1. Parece conveniente transferir a los estados la administración, si no la creación,
de algunos ramos tributarios de importancia que, en algunos casos, le pertenecie-
ron antes del proceso de centralización ocurrido a partir de comienzos de siglo.
Tal puede ser, por ejemplo, como ya se dijo, el caso de las rentas de cigarrillos y
licores, los impuestos derivados de las actividades turísticas, una parte del im-
puesto al consumo de gasolina y una sobretasa del impuesto sobre la renta de las
personas;
2. Es necesario garantizar que los nuevos recursos que se asignan a los estados
sean utilizados en inversiones reales. Con ese objeto debe establecerse un efecti-
vo control de los gastos, que impida la desviación de los recursos. Igualmente,
puede obligarse a los estados a prestar determinados servicios o a participar en la
ejecución de programas de especial interés para las regiones. Esos servicios y
programas podrían ser financiados con los nuevos recursos;
Jesús Rondón Nucete / Intervención / Revista BCV / Foros 2 / 1998 146

3. Debe exigirse a los estados cumplir la disposición de la Ley de Descentraliza-


ción según la cual la mitad de los ingresos correspondientes al situado debe
destinarse al financiamiento conjunto de programas de inversión con el poder
central. Pero, en ese sentido, debe establecerse claramente la autonomía de las
entidades, las que han de aprobar los planes a objeto de evitar que el
cofinanciamiento sea solamente un mecanismo para devolver recursos al poder
central para el funcionamiento de sus oficinas regionales; y
4. La transferencia de servicios debe ser financiada por el Gobierno Central.
En ningún caso, la descentralización debe servir para que el poder central se
libere de responsabilidad en la materia. Hasta ahora la transferencia de servicios
ha sido muy limitada. En verdad, sólo se han entregado a los estados algunos de
pequeño tamaño. Porque la administración central no tiene recursos suficientes
para cumplir con las obligaciones laborales con los antiguos trabajadores y trans-
ferir así los servicios sin la enorme y costosa burocracia existente (lo que no
aceptan los gobernadores). Por otra parte, el gobierno central debe atender sus
obligaciones con los servicios ya transferidos. No puede entregarlos sin asegurar
su futuro funcionamiento. En ese sentido, debe cumplir la obligación que estable-
ce la Ley de Descentralización de ajustar cada año el monto de sus aportes,
tomando en cuenta tanto las necesidades de los servicios (mayores cada día por
el aumento de la población), como la variación de los ingresos. Se presentan ya
problemas graves en los servicios de salud, que en buena medida son resultado
de la insuficiencia en los recursos transferidos.
Asistentes Asistentes

Arias, Luis Galante, Pablo


Ayesterán, José Ramón González, Guido
Barreto, Luis González, Iván
Benítez, Jaime Graterol, Daniel
Bittan, Moisés Grusson, Alberto
Casas, Jennifer Guerra, José
Chi-Yi-Chen, José Guerrero, Alexander
Chirinos, José Antonio Guerrero, Rodolfo
Chuecos, Alicia Guevara, Gustavo
Contreras, Hugo Hernández, Iraida
Córdova, Armando Hernández, Jesús
De Abreu, Nelly Herrera, Francisco J.
De Farache, Lina Huizzi, Raúl
De la Fuente, Luis Iranzo, Mauricio
De Lima, Luis Levy, Jack
Del Rosario, Helia Lovera, Alberto
Escalona, José Machado, Gustavo
Fagré, Eduardo Maingon, Thaís
Fernández, Alfredo Mayorca, Rómulo
Ferrer, Julieta Medina, Nelly
Fonseca, Héctor Montilla, José
Franco, Jesús Morales, Eddison
Franco, Luis Morales, Jorge
Frías, Numa Moreno, Fanny
Moreno, Jorge Rivas, José Félix
Muñoz, Magdalena Rodríguez, Bárbara
Ochoa, Orlando Rodríguez, Vilma
Orlandoni, Giampaolo Roig, Ricardo
Ortiz, Eduardo Rojas, José
Ortiz, Pola Romero, Jenny
Otaño, Carlos Romero, Juan de Mata
Padrón, Alejandro Rubio, María G.
Paiva, Antonio Ruitort, Matías
Peraza, Javier Taberoa, Pedro
Picón, Omar Tinoco, José Rafael
Polessel, Eddo Toro, Luis
Polo, Pablo Urbina, Ángel
Ramoni, Josefa Urdaneta, Carlos
Ramos, Guillermo Zambrano, Luis
Ramos, Osmel Zambrano Sequín, Luis
Ricardi, Mario Zerpa, Luis
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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Descentralización y Reforma Tributaria


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