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ISSN: 1665-8140
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Universidad Autónoma del Estado de México
México
RESUMEN
ABSTRACT
This article studies the idea of bipolarity and Cold War in the Doctrine of
National Security and the military regimes in Latin America.
KEY WORDS: Cold War, bipolarity, national security, political regime, geopolitics.
INTRODUCCIÓN
*
Doctor en Ciencias de la Información y Magíster en Relaciones Internacionales. Profesor en Relaciones
Internacionales en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca.
**
Doctor en Ciencias de la Información. Profesor en Documentación Periodística en la Facultad de
Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca.
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sesenta, setenta y ochenta del siglo XX. El tamiento chino-soviético o los cambios de rum-
monolitismo ideológico y la praxis semejante bo de la Unión de Repúblicas Socialistas So-
de los regímenes de Seguridad Nacional es viéticas (URSS) tras la llegada de secretarios
un axioma indiscutible del cual partir en este generales del Partido Comunista de la Unión
trabajo y que, posiblemente, pueda ayudar a Soviética (PCUS) más o menos afectos a la or-
comprender los conceptos antes men- todoxia marxista– porque se entendía que no
cionados. No en vano los regímenes militares modificaban la bipolaridad. Es más, los cam-
de Chile, la Argentina, el Brasil o Paraguay, bios se interpretaban como tácticas del comu-
por citar sólo a unos cuantos, tenían una nismo para lograr el dominio mundial. Los
cosmovisión común en virtud del ideario dos polos vivían en permanente enfrenta-
compartido. Y, al fin y al cabo, la gran tesis miento e Iberoamérica se integraba en Occi-
geopolítica relacionada con la Doctrina de dente tanto por pertenecer geográficamente
Seguridad Nacional fue la división del mun- a él como por vocación, en una especie de
do en dos bloques antagónicos –lo mismo, destino manifiesto a la sudamericana.
en principio, que ocurría en donde no había
Doctrina de Seguridad Nacional– y la inte-
gración inevitable de América Latina en uno BIPOLARIDAD Y DESTINO
de ellos. Es más, tal y como decían algunos
de los creadores de la doctrina, Ibero- Actores e imperativos políticos
américa formó parte del Occidente por ne-
cesidad científicamente fundamentada Los doctrinarios de la seguridad nacional
(Moro, 1976: 4-21). quisieron hacer de la geopolítica la base ra-
cional privilegiada del Estado y a aquélla
Hay que recordar que para los doctrinarios unieron la bipolaridad. Quizá el efecto más
de la seguridad nacional el Occidente había claro y directo de esta última es que rompía
sido atacado por Oriente desde tiempos la clásica doctrina del equilibrio de poder
inmemoriales y la agresión en aquellos tiem- deseada por los realistas políticos –a quie-
pos la representaba el comunismo. Occiden- nes admiraban los defensores de la Doctri-
te era la base geográfica constituida de los na de Seguridad Nacional y cuyo mensaje
centros de poder –Estados Unidos, el resto probablemente malinterpretaron–1 y por los
de América, Europa Occidental, Australia, viejos estadistas británicos y príncipes
parte de África–, así como de la encarnación austriacos –especialmente por Metternich–
de la civilización y de la cultura occidental, del que les precedieron en la belicosa Europa.
régimen democrático, del capitalismo y Aquellos lograron estabilizar con un míni-
del cristianismo. Para ellos Occidente era un mo empleo de la fuerza el orden internacio-
ideal, un propósito, y un programa, y era pre- nal y equilibrarlo con la justicia.2
ciso occidentalizar el mundo entero (Martins,
1986: 20). Esta rigidez llevó a que no se tu- Huelga decir, aunque a priori parezca con-
vieran en cuenta las transformaciones habi- tradictorio, que en el sistema bipolar hay
das en el campo socialista –como el enfren- tres tipos de actores, a saber: los jefes de
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las coaliciones, los Estados obligados a tomar de la humanidad y luchar con las mismas
partido y a adherirse a uno de los bandos, y armas de otras razas en la misma arena; no
los Estados que desean permanecer al mar- podía seguir ilusionándose con eludir las
gen del conflicto, porque pueden hacerlo leyes de la naturaleza y los instintos de la
(Aron, 1985: 183). Este sistema no es más vida (1904: 289). Estas ideas, escritas más
propenso a la guerra ni más inestable que el de medio siglo antes del tiempo que ocupa
pluripolar, pero sí está más amenazado por a este trabajo, advertían que es imposible
una guerra general que, en caso de que esta- negar el propio tiempo y los avatares que a
lle, hace casi inevitable que se vuelva ideoló- los hombres les toca vivir. Esto permite en-
gica. “La paz será belicosa y la guerra fría tender el periodo de la bipolaridad. La divi-
cuando esta prohibición –la de reclutar clien- sión del mundo en dos campos, el Occidente
telas partidistas en el interior de los Estados– y el Comunismo, permitía que la disposición
no exista, aun antes de que se desencadene natural de quienes defendían la Doctrina de
la lucha a muerte”, escribió Aron (1985: la Seguridad Nacional fuera la de adherirse
187). Tucídides lo había dicho ya dos mil años al primero. Y aquél, en el tiempo perverso
antes en la Historia de la guerra del Pelopo- de la posguerra dilatada, estaba represen-
neso. El sistema de las ciudades griegas era tado y capitaneado por los Estados Unidos
bipolar y el de la segunda mitad del siglo XX de América. A quienes se adherían incondi-
también, pero un sistema que afectaba al pla- cionalmente al bloque occidental les parecía
neta entero difería en su naturaleza del de la evidente hacerlo de esta manera porque la
antigüedad o del sistema de estados euro- seguridad nacional formaba parte del pos-
peos, porque los medios de destrucción de la tulado de la bipolaridad y no trataban de
URSS y de los EE.UU. cambiaban la esencia justificarla geopolíticamente. Era un impe-
de la competencia diplomática y estratégi- rativo, un “fatum”. Así, los países se em-
ca. “Las diferencias cuantitativas –decía barcaban en ella.
Aron (1985: 196)– provocan revoluciones
cualitativas”. Las tres modalidades de la Los teóricos y los prácticos de la seguridad
estrategia diplomática y militar de la Gue- nacional invocaban razones morales o his-
rra Fría se resumían en los conceptos de tóricas o incluso usaban el argumento de la
disuasión, persuasión y subversión. subversión para adherirse a Occidente. Esta
era una tesis sencilla, pues postulaban que
El poeta Walt Whitman, jubiloso defensor todos los movimientos guerrilleros, todos
de la fe democrática, percibía un oscuro y los grupos terroristas o todos los partidos
amenazador futuro ya en el siglo XIX. No de izquierda –o los grupos que no lo eran,
había una providencia especial para los pero que, en su opinión, podrían llegar a
estadounidenses, porque estaban embar- serlo– estaban dirigidos desde Moscú. Era
cados en la misma historia que el resto de lógico este razonamiento si el comunismo,
los hombres. El filósofo Henry Adams creía para estas personas, era un movimiento de
que América había llegado a la convicción conspiración mundial para conquistar el
de que debía soportar las cargas comunes poder y monopolizarlo en la época de deca-
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una competencia pacífica con el capitalis- para organizar la defensa del mundo que
mo. Tunkin, sin incurrir ni por asomo en la no era comunista. Los conceptos tradicio-
heterodoxia, aseguraba que la política de nales del poder se habían venido abajo, pues
paz de los estados proletarios era conse- si normalmente la Historia mostraba que
cuencia de la naturaleza del régimen socia- dentro de un Estado que aspiraba a ser po-
lista y el derecho internacional debería de tencia existían niveles semejantes de fuerza
garantizar la coexistencia pacífica de esta- militar, política y económica, en la Guerra
dos con sistemas opuestos. No en vano los Fría la URSS era una superpotencia militar y
principios de la política exterior de un Esta- un enano económico (Kissinger, 1996: 15-
do determinan siempre su posición en el 19). El Kremlin pensaba en las clásicas es-
derecho internacional (Remiro, 1982: 57- feras de interés y en proteger sus fronteras,
60). Así que la Guerra Fría era, en resumi- especialmente la occidental, pues la Madre
das cuentas, la política agresiva del imperia- Rusia fue atacada cuatro veces en poco más
lismo estadounidense de los primeros años de un siglo.8 Probablemente sus objetivos
posbélicos. En la Gran Enciclopedia Sovié- iniciales no eran tanto la conquista del mun-
tica se definía como “un rumbo político agre- do como la seguridad rusa, habida cuenta
sivo que tomaron los círculos reaccionarios de las obsesiones estalinistas en construir un
de las potencias imperialistas, bajo la direc- glacis protector a lo largo de la frontera oc-
ción de los EE.UU. e Inglaterra, a raíz de la cidental rusa. Pero su economía era desas-
Segunda Guerra Mundial. […] Está orienta- trosa. En certeras palabras decía Schlesinger
da […] a agudizar la tensión internacional, y que “Stalin no era el prisionero indefenso
a crear las condiciones para el desencadena- de la ideología. Se consideraba menos el dis-
miento de una nueva guerra mundial. […] En cípulo de Marx y Lenin que su colega profe-
la práctica […] se ha hecho patente […] en los ta. Ya había corregido la historia rusa, y
intentos de sustituir por la violencia y la tenía el poder de corregir la doctrina comu-
dictadura las normas generalmente recono- nista. En verdad, sólo Stalin podía revisar la
cidas de las relaciones diplomáticas entre doctrina, y la doctrina no revisada condenó
Estados” (Pereira, 1997: 16). a la Unión Soviética y a Estados Unidos a
una enemistad permanente” (1988: 215).
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gobierno y del partido,9 de carácter mesiá- deraciones geopolíticas las que unieron a las
nico,10 que identificaba diferencia ideológi- democracias occidentales y no la voluntad de
ca con traición. Y mientras la URSS siguiese expandir el capitalismo y la libre empresa
siendo un Estado mesiánico, la ideología, la para aumentar los mercados –como dice la
obligaba a una expansión constante del po- doctrina de las Puertas Abiertas–.
der comunista. La ya mencionada Doctrina
Truman de marzo de 1947 fue la que afir- En virtud de este ideario, los Estados Uni-
mó que la política de los EE.UU. debía con- dos entraron en la guerra de Vietnam. Era
sistir en apoyar a los pueblos libres que se una guerra contra el comunismo exigida por
resistieran a todos los intentos de dominar- la famosa “teoría del dominó”. Se jugaba
los, ya fuera por medio de minorías arma- en ella el crédito de los Estados Unidos por-
das o por medio de presiones exteriores. Y que si se cedía en el Vietnam nadie creería
fue tranquilizadora para Occidente, aunque en su determinación de defender a sus alia-
los británicos dudaban de que pudiese dar dos contra el comunismo. Los Estados Uni-
algo más que ayuda económica, pues creían dos, que tras la Segunda Guerra Mundial
que no se comprometería en serio en la de- habían ayudado a construir un nuevo orden
fensa de Europa occidental (Rothwell, 1982: internacional, ayudado a rehabilitar Euro-
259).11 No era absurdo este razonamiento pa y Japón, frenado la expansión soviética
porque EE.UU. no intentó que los soviéticos en Grecia, Turquía, Berlín y Corea, y firma-
se replegaran a sus fronteras tradicionales, do sus primeras alianzas permanentes en
sino que reconoció la inevitabilidad del do- tiempos de paz, se embarcaron en una com-
minio soviético de Europa Oriental. plicada aventura en Indochina. Los Estados
Unidos entraron en esa guerra porque, se-
Lo peor de esto es que la Guerra Fría y la gún sus cálculos, Vietnam del Norte, con-
Doctrina Truman proporcionaban una clave trolado por China y ésta a su vez por el
para interpretar todo lo que pudiera suce- Kremlin, atacaba el equilibrio internacional.
der en el mundo. Cada vez que en cualquier Indochina era además la piedra angular de
lugar del mundo se cuestionara el statu quo, la seguridad estadounidense en el Pacífico.
se criticara agriamente al gobierno de los Pero hasta los realistas políticos más conoci-
Estados Unidos o pudiera llegarse a hacerlo dos, como Morgenthau, criticaron no la forma
había que ver la sombra de la Guerra Fría de hacer la guerra,13 sino la guerra misma
y, por ende, la mano de Moscú. La reacción (Podhoretz, 1982: 105). Laos era la base
en el tiempo de la Guerra Fría era interpre- de la “teoría del dominó” y se temía que si
tarlo todo como si fuera una amenaza para llegaba a manos del comunismo podían des-
la seguridad de los Estados Unidos. De esta pués caer en rápida sucesión sus vecinos aún
manera, la Guerra Fría era una realidad libres, Camboya, Vietnam del Sur, Tailandia
presente en todas partes y en todos los mo- y Birmania, y después todo el sudeste de
mentos, además de servir para explicar de Asia. Al final de la guerra los EE.UU. falla-
forma simple todos los acontecimientos ron en su tarea de contener al comunismo y
mundiales.12 No obstante, fueron las consi- la URSS intentó extenderse por África y Asia,
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pero también fracasó su deseo de dominio dos instrumentos adoptados por la comu-
permanente. Quizá perjudicó a los prime- nidad interamericana en 1947 y 1948: el
ros como no habían podido imaginar. “En Tratado Interamericano de Asistencia Recí-
el crisol de Vietnam –dice Kissinger–, el proca (TIAR) y la Organización de los Esta-
excepcionalismo norteamericano se volvió dos Americanos (OEA). Los Estados Unidos
contra sí mismo. La sociedad norteamerica- posiblemente los veían como parte de su en-
na no discutió, como lo han hecho otras, tramado anticomunista; si la Organización
los errores prácticos de su política, sino el del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) los
derecho de los Estados Unidos a aspirar a unía a Europa contra los soviéticos, el TIAR
cualquier función internacional. Fue este podía hacer lo mismo en América (Boersner,
aspecto del debate sobre Vietnam el que 1982: 255). Desde 1948 se colocó la segu-
causó las heridas que han resultado muy ridad militar y policial por encima de otros
dolorosas y difíciles de restañar” (1996: 664). aspectos en Iberoamérica que, presumible-
mente, hicieron posible el derrocamiento de los
gobiernos de Perú y de Venezuela en ese
CONTRADICCIONES mismo año y el de Cuba en 1952. El influjo
del macartismo se hizo notar en todo el con-
La historia de la Guerra Fría era la historia tinente. Y si hasta 1953 los Estados Unidos
de las contradicciones entre la teoría y la toleraban rebeliones reformistas, el endu-
práctica. Además, tuvo graves efectos deses- recimiento de la Guerra Fría14 les animó
tabilizadores en América Latina porque sacó a respaldar denodadamente el antiizquier-
a relucir el enfrentamiento social abierto en dismo, incluso el de carácter autoritario.
los peores años de la crisis económica inter-
nacional habida durante los primeros años En Iberoamérica el concepto de Guerra Fría
treinta. Desde el siglo XIX los Estados Uni- llegó a ser una ley, pues según la Doctrina
dos habían intentado que Latinoamérica fue- de la Seguridad Nacional se estaba en gue-
ra un área pacífica que diera seguridad al rra contra el comunismo internacional. La
flanco sur del país (Jordan y Taylor, 1981: “distensión”, que desde la época de
436), pero en el periodo que atañe a este Kissinger al frente de la Secretaría de Esta-
trabajo, la derecha más dura se adhirió sin do era la doctrina oficial en la política exte-
fisuras a la línea estadounidense, caracteri- rior de los Estados Unidos, no se tomó en
zada por su furibundo anticomunismo, mien- serio en el Cono Sur. En 1973 el general
tras que la izquierda –parte de ella antes Breno Borges Fortes decía en Montevideo
afiliada a un panamericanismo partidario de que tenía la convicción de que “en lo que
la democracia social– se vio sin apoyo por concierne a la seguridad de las Américas
parte de los Estados Unidos (Veiga et al., no ha habido cambios fundamentales en
1997: 165) especialmente en la transición cuanto a designar al enemigo común. Nuestro
de los tiempos de Truman a los de enemigo es siempre el movimiento comu-
Eisenhower. La política conservadora de los nista internacional que, en algunos casos, ha
Estados Unidos en Iberoamérica se valió de cambiado sólo su estrategia de acción, pero
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Bevin le comentaba a Bidault, ministro francés 16
Los principios del Movimiento 26 de Julio
de Asuntos Exteriores, que se debía persua- eran democráticos y el mismo Fidel Castro
dir a los EE.UU. de que todos eran aliados en abominaba del marxismo. En 1958, en una
la causa de salvar la civilización occidental. entrevista con León Ramírez, senador envia-
do por Batista a la Sierra Maestra para nego-
12
En estas condiciones la guerra de los france- ciar con Castro, éste insistía en que no quería
ses en Indochina se consideraba una guerra tratar con comunistas para no hipotecar el
contra el comunismo y no una guerra colonial. futuro de la isla porque representaban “un
La guerra de Argelia y todas las de libera- imperialismo peor que el imperialismo yan-
ción nacional se entendían de la misma qui y tan extraño a nuestra fe y a nuestras
forma. La Conferencia de Bandung se inter- costumbres como este último”. Batista tenía
pretaba no como la oposición de buen núme- interés en presentar a Castro como una avan-
ro de países al colonialismo, sino como la zada del marxismo en Iberoamérica porque
infiltración comunista en el Tercer Mundo. sabía que había estadounidenses dispuestos
Y la invasión de Corea del Sur, sin ir más a ayudar con dinero y armas a quien se opu-
lejos, era la manifestación de la voluntad de siese a la penetración del comunismo en el
expansión mundial del comunismo. Sin em- continente. Castro se hizo marxista tarde.
bargo, junto a lo dicho, exagerado e ideologi- Hasta el primero de mayo de 1961 Cuba no
zado convenientemente, era cierto que en se definió como República Socialista de Cuba.
todos estos conflictos había voluntad de con-
trol por parte del comunismo internacional. BIBLIOGRAFÍA
13
Los EE.UU. aplicaron su forma habitual de
Adams, Henry (1904), History of the United
hacer la guerra en Vietnam, el desgaste basado
States during the administration of Thomas
en la potencia de fuego, la mecanización y la
Jefferson and James Madison, New York,
movilidad. En estos conceptos adiestraron al
Mont-Saint-Michel and Chartres.
ejército sudvietnamita. Este sistema fue in-
eficaz en Vietnam porque funciona si el ene-
Aron, Raymond (1985), Paz y Guerra entre las
migo ha de defender un lugar vital para su naciones, Madrid, Alianza Editorial.
supervivencia. Pero en la guerra de guerri-
llas, los combatientes no suelen tener Bacigalupo, Enrique (1976), “El Estado y la
necesidad de defender un sitio concreto. Seguridad Nacional”, en Seguridad Nacional,
t. I, Núm. 1.
14
A priori puede resultar chocante esta idea,
pues fue en 1953 cuando murió Stalin y Berdiaev, Nicolas (1962), The Russian Idea,
ascendió a la Secretaría General del PCUS Boston, Beacon Press.
Nikita Kruschev, el iniciador de la coexisten-
cia pacífica. No obstante, la política de co- Boersner, Demetrio (1982), Relaciones Interna-
existencia no se notó en todo el mundo, y en cionales de América Latina, Caracas-San José,
Iberoamérica, tan cercana a los Estados Uni- Editorial Nueva Sociedad.
dos, los efectos fueron distintos.
Burnham, James (1951), La lucha por el impe-
15
Huelga decir que en la idea de “estabilidad” rio mundial, Madrid, Ediciones Pegaso.
no hay valor intrínseco, pues para los países
la estabilidad y la inestabilidad pueden ser Seguridad Nacional (circular firmada por Mo-
igualmente ventajosas según sea el momento rales R. G., oficial de Estado Mayor, s/f, en-
y el lugar. viada en 1976.
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