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Si a principios de esta década podía decirse que una teoría científica seria representaba la
novedosa concepción general de que en el universo todo es vibración, ésta era, sin duda, la
del Modelo Holográfico del Cerebro de Karl Pribram, según la cual a partir de las
frecuencias vibratorias que entran a través de los canales sensoriales, el cerebro crea el
espacio, el tiempo, los objetos y la realidad exterior misma. Esto ha conducido a la
conocida hipérbole de que los acontecimientos que definen la actividad cerebral están fuera
del espacio-tiempo.
Ahora, enriqueciendo nuestro sedentario pensar lógico con una paradoja más a la que
acostumbrarnos, se nos precisa que tenemos que alejarnos aún más del contexto bien
pensante de las categorías espacio-temporales de referencia para adentrarnos resueltamente
en el dominio siempre enigmático de la Mecánica Cuántica y de unas extrañas estructuras
micro tubulares del cerebro para llegar a comprender -algún día las claves de algo que está
más allá del cerebro: la conciencia del siglo XXI.
Es bien sabido de nuestros lectores que, a principios de la década de los años 70, el
neurofisiólogo Karl Pribram, norteamericano de origen vienés, en aquel entonces
investigador del Centro de Estudios Avanzados y de /as Ciencias del Comportamiento de la
Universidad de Stanford (California), elaboró una teoría holográfica del funcionamiento
cerebral que permite dar cuenta de algunos hechos establecidos en el estudio de la
memoria: el conocido Modelo Holográfico del Cerebro. En pocos años, la aptitud de este
modelo para convertirse en metáfora útil en diversas ramas del conocimiento humano y
sugerir nuevas conexiones entre sus conceptos, así como evidenciar una estructura común
entre distintas disciplinas, hizo que el modelo se convirtiera en lo que llegó a ser
considerado como el Paradigma Holográfico, es decir, una norma de conducta, un estilo del
pensamiento común a ellas.
Hoy día el frente de las investigaciones ha avanzado aún más en el conocido Centro de
Investigaciones del Cerebro y de las Ciencias de la Información, donde ahora tiene su
cuartel general Karl Pibram, en Redford, un casi idílico pueblecito universitario de las
inmediaciones de la cadena montañosa de los Apalaches en el estado norteamericano de
Virginia.
EL NACIMIENTO DE UN MODELO
NACIMIENTO DE UN PARADIGMA
En la Salud. Una vez que se sabe que el ser humano tiene acceso completo al dominio de la
realidad que crea la enfermedad o el bienestar, queda establecida la importancia que para la
salud tiene la responsabilidad individual. Esto, sin embargo, no quiere decir que los factores
medioambientales, tales como nutrientes, luz, ionización del aire o el sonido no sean
importantes para la salud. Las terapias que combinan la visualización con ciertos estados de
conciencia -como el entrenamiento autógeno, la meditación, la hipnosis o la psicosíntesis-
tienen mucho sentido.
Filosofía y Evolución. La idea de Pierre Teilhard de Chardin sobre una nooesfera -la red
planetaria invisible de la conciencia en evolución es interesante a la luz de la teoría
holográfica. También lo es la añeja noción esotérica de que existen otras dimensiones de la
realidad en frecuencias que normalmente no nos son perceptibles.
El Arte. Los universales de las cualidades estéticas podrían reflejar simetrías, frecuencias y
relaciones de fase subyacentes a las que nuestros cerebros responden. La música clásica se
usa cada vez más para alterar la conciencia; incluso un físico ha especulado que los grandes
acordes de Beethoven son capaces de activar los chacras.
Genética.Hasta Terence McKenna planteó en su libro El paisaje invisible que el ADN e,
incluso las partículas subatómicas, operan de acuerdo con los principios holográficos.
Parapsicología. Los científicos comienzan a aplicar las paradojas cuánticas al estudio de los
fenómenos psíquicos. El parapsicólogo Eugene Dolgoff plantea que sus experiencias de
finales de la década de los 60, que demuestran que no hay transferencia de energía en los
fenómenos psíquicos, confirman la naturaleza holográfica de la realidad, pues nada se
mueve de un lado a otro, simplemente porque en el estado holográfico de la materia no
existe el otro lado.
El mal -en el sentido maniqueo de la palabra- que puede haber provocado esta entusiasta
actividad se deriva -como dijera Pribram- de que "si el hombre pudiera pensar claramente,
si pudiera aplicar los conceptos a un asunto y discriminar lo que no sabe con respecto a lo
demás, entonces podría decir: bueno, vamos a dejar abiertas esas otras cuestiones que
ignoramos a ver si, en efecto, se les puede aplicar el concepto o no. Sin embargo, así no es
como funciona el mundo. Todos se suben al tren en marcha del razonamiento paradójico,
mandálico, y van siguiendo la inercia por los mismos carriles con un gran impulso". Y
agrega: "Entonces comienzan a funcionar los medios de comunicación, todo el mundo saca
las banderas y grita, en lugar de meditar sosegada y calmadamente. Al mismo tiempo,
muchos empiezan a pensar que puede haber problemas por acá o por allá en cuanto a la
aplicación del nuevo paradigma, etc. Luego, poco a poco, la hipérbole popular pasa a ser un
paradigma establecido y van emergiendo otras ideas para resolver algunas dificultades que
surgen, para explicar las cosas, y así se va conformando el nuevo paradigma".
¿QUE ES UN HOLOGRAMA?
Recordemos que un holograma, esa maravilla que ahora es tan común y nos lo encontramos
hasta envolviendo caramelos y otras chucherías para niños, es, como saben los lectores,
como una fotografía tridimensional, o más bien, como se dice hoy en día, un sistema óptico
-sin lentes- de almacenamiento y recuperación de la información. Su peculiaridad reside en
que toda la imagen se encuentra en cualquier parte del soporte fotosensible -el análogo de
la película fotográfica de y las fotos clásicas bidimensionales- de forma que si se parte una
imagen por la mitad, en cada una de las dos mitades aparecerá la imagen original ¡entera!
El fundamento teórico de esta maravilla es el concepto de patrón de interferencias. La
forma más accesible de visualizar este último concepto es la ofrecida por el panorama que
se observa cuando se lanzan simultáneamente dos o más piedras sobre la superficie de un
estanque en calma. Cada una de las piedras produce ondas concéntricas que se desplazan
hacia el borde del estanque; pues bien, el patrón geométrico resultante del choque entre sí
de esas olas es un patrón de interferencias. De forma similar, la placa en la que se graba el
holograma recoge un patrón de interferencias, formadas por el entrechocar de ondas
luminosas; en este caso, si se observara directamente una placa holográfica lo que se vería
sería sólo eso: un patrón difuso, un caos luminoso sin ningún sentido ni forma. La astucia
de los inventores de la fotografía holográfica, Emmet Leith y Juri Upatnicks, consistió en
emplear un rayo de luz coherente -un láser- para hacer que surja, de entre esa confusión
luminosa, la imagen nítida y tridimensional del objeto que se fotografió.
De esa manera, toda existencia se debe a un patrón de interferencias vivificadas en el
cerebro, por lo que se podría Llamar el rayo láser de la voluntad, que actuaría a nivel de los
campos receptivos de las neuronas individuales del sistema visual y hasta, en cierta manera,
de los sistemas de los demás sentidos. En ese aspecto, puede decirse que el cerebro crea la
realidad.
Actualmente, el trabajo del Centro de Investigaciones del Cerebro está dirigido a llenar dos
vacíos básicos que ya señalara el célebre conductista B. F. Skinner un año antes de su
muerte, a saber, el vacío existente entre el estímulo proveniente del medio ambiente y la
respuesta del organismo, y el vacío entre las consecuencias y las correspondientes
modificaciones de la conducta.
Con este fin, Pribram ha organizado una serie de conferencias anuales, las Appalachian
Conferences on Behavioural Neurodynamics, que comenzaron en 1992 en la Universidad
de Radford bajo los auspicios de la Sociedad Internacional de Redes Nerviosas
(International Neural Networks Society - INNS), que han gozado con la participación de
destacados fisicomatemáticos, neurofisiólogos, neuropsicólogos y filósofos. Estos
quehaceres -por poco que se hiperbolicen en una metáfora popular, de las del tipo que
ahora, después de haber pasado por los excesos del Modelo Holográfico del Cerebro, el
mismo Pribram evita utilizar demasiado- giran en torno a lo que se puede llamar el Modelo
Cuántico del Cerebro.
ENTRE EL ESTIMULO Y LA RESPUESTA
Hay ciertos inventos o descubrimientos que conciernen a todos los hombres y todo conduce
a pensar que, en los momentos en que la humanidad lo necesita -en que o bien está
extenuada por las vivencias sangrientas, como en el caso del período subsiguiente a la
primera guerra mundial, o bien cuando la sociedad se está desmoronando, como ocurrió en
EE.UU. en la década de los años 70, al consolidarse la primera gran ruptura generacional
total iniciada en los increíbles años 60- de pronto, de lo más profundo de esas espesas
tinieblas, surge una idea luminosa que viene a traer solaz a la mente agobiada de los
hombres. Así, por ejemplo, en 1916 se confirmó una de las predicciones más espectaculares
de la Teoría de la Relatividad de Einstein durante el famoso eclipse total de sol, cuando se
comprobó que la luz de las estrellas se curva al pasar cerca de un astro como el Sol. El
hombre, agobiado por la separación de la guerra y el horror de las trincheras, levantó
esperanzado la vista y la dirigió hacia las estrellas, de donde tenía la confirmación de una
teoría de un judío alemán, obtenida por científicos norteamericanos e ingleses, todos ellos
unidos por la ciencia. El segundo caso fue el descubrimiento de Pribram: ¡el cerebro es una
entidad holográfica que interpreta un universo holográfico!
Ahora, en medio de esta crisis perenne de fin de siglo y de milenio en que las rudezas de la
realidad se empecinan en mantenernos las narices y la vista pegadas al suelo, dejándonos
apenas respirar, el alma colectiva de la humanidad vibra en espera ardorosa por una nueva
teoría, un nuevo descubrimiento, una nueva explicación que le permita adquirir una inédita
perspectiva de la realidad y realizar y tomar un respiro en la inescapable rueda del destino.
¿Será esta nueva explicación el ya mencionado paradigma postholográfico del cerebro
cuántíco?
El modelo holgrafico del cerebro de Pribram planteaba que, a nivel del contacto entre las
dendritas de las neuronas, tiene lugar una interferencia de ondas electromagnéticas que da
lugar al mecanismo holográfico de representación de la memoria. Pero, desde aquel
entonces, en definitiva primitivo, los avances en el estudio de la conciencia han alcanzado
cotas antes sólo vistas en los relatos de ciencia ficción.
Los foros científicos hierven con una nueva idea: los conductores de la conciencia son unas
estructuras microtubulares de proteínas -los microtúbulos- alojadas en el citoplasma por
todo el cuerpo y, en particular, en el cerebro, en las neuronas. Los microtúbulos, que tienen
u diámetro de 3 millonésimas de centímetro, se comportan de manera inusual, alrededor y
dentro de las células, sirviendo de esqueleto de éstas y conduciendo señales químicas.
Según Stuar Hameroff, un anestesiólogo de la Universidad de Arizona, este cito esqueleto
también conduce lo: impulsos nerviosos de una célula a otra, constituyendo de esa manera
los caminos de la conciencia Según este anestesiólogo, pues, la red de mícrofibulos dentro
de la red neuronal sería el escenario donde se desempeña el drama cuántico de la
conciencia.
Pero ¿cómo surge la conciencia y qué mecanismo permite que se transmita? El arquitecto
de la idea predominante hoy en día es el físico y matemático Roger Penrose, de la
Universidad de Oxford, Inglaterra -especialista en relatividad global y cosmología, de la
talla de un Stephen Hawking- quien postula que la conciencia es el producto de un
fenómeno de coherencia cuántica en el cerebro -la misma coherencia de la luz de la que
consiste un rayo láser-. La conciencia se transmitiría, pues, como rayos de luz coherente
que corren a lo largo del laberinto de microtúbulos que sustenta y permea a todas las células
del cerebro. En ese sentido, el cerebro se parecería a un ordenador óptico que, en vez de
servirse de impulsos eléctricos para transmitir la información, se sirve de luz coherente, es
decir, de rayos láser que transmiten no Información, sino Conciencia, que es algo más que
lo anterior.
Eventualmente, ambos creadores se conocieron y del maridaje de sus ideas surgió el primer
Modelo Cuántico del Cerebro, que da cuenta de la aparición del fenómeno de la Conciencia
y de su transmisión. No debe ser confundido con el Modelo Holográfico, que da cuenta
sólo del fenómeno de la Memoria, de la formación de imágenes.
Hay que decir que la idea del empleo de la Mecánica Cuántica en el cerebro no es nueva,
pero éste es el primer modelo que describe adecuadamente qué es lo que sucede a nivel
celular. Los aspectos de la conciencia que se ven reflejados en él tienen que ver con los
atributos no computables, no algorítmicos, de la conciencia, como la estética y la intuición,
lo que confirma que el cerebro es un sistema dinámico complejo y no un simple procesador
de información, como hasta ahora querían los especialistas en Inteligencia Artificial en su
afán por construir una mente artificial. Por otra parte, hay una distinción entre impulso
nervioso y actividad eléctrica, y entre éstos e información.
Pribram explica, no sin un cierto matiz humorístico, que incluso cualidades complejas de la
conciencia como el amor olas pizzas de chorizo, puede ser consideradas como
combinaciones de campos bosónicos (como los fonónicos o campos de resonancias, muy
efímeros, o los fotónicos o campo asociado a la luz, eternos) que en su calidad de estados
cuánticos macroscópicos del cerebro tienen propiedades que pueden dar cuenta de
fenómenos psicológicos como son el Yo y el libre albedrío.