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LAS BODAS ALQUÍMICAS

DE

CRISTIAN ROSACRUZ
LOS MISTERIOS

DE LA FRATERNIDAD

DE LA ROSACRUZ

Análisis esotérico del Testamento espiritual


de la Orden Rosacruz

por

JAN VAN RIJCKENBORGH

En tres volúmenes:

I. La llamada de la Fraternidad de la Rosacruz (Fama Fraternitatis A.D. 1614)

II. La Confesión de la Fraternidad de la Rosacruz (Confessio Fraternitatis A.D. 1615)

III. Las Bodas Alquímicas de Cristian Rosacruz (Chymische Hochzeit Christiani Rosencreutz
anno 1459 - A.D. 1616)
LAS BODAS ALQUÍMICAS

DE

CRISTIAN ROSACRUZ

(Análisis esotérico de Chumische Hochzeit Christiani Rosencreutz


anno 1459 - A.D. 1616)

por

JAN VAN RIJCKENBORGH

PRIMERA PARTE

Traducido del francés


Título original:
DE ALCHEMISCHE BRUILOFT
VAN
CHRISTIAAN ROSENKRUIS
PROLOGO

En el momento de comprometernos a publicar estos comentarios de las Bodas Alquímicas de


Cristian Rosacruz, nuestros pensamientos se dirigen espontáneamente hacia Johann Valentín
Andreae, autor de esta obra de los Rosacruces clásicos. Andreae y su obra se destacan cual
verdadera antorcha, cuya luz todavía irradia por doquier en nuestros días. Y cuando es necesario
que surja una nueva luz en el mundo, al servicio de la gran obra de liberación de la humanidad,
ésta es encendida y unida a la Llama inextinguible del antiguo Candelero.
Acordándonos de esto, nos sentimos llenos de agradecimiento interior -ahora que ha
llegado el momento, probablemente por primera vez en la historia- por poder desvelar el mensaje
de Salvación al que Johann Valentín Andreae ha dado forma en esta obra, de manera tan
ingeniosa. Dedicamos este libro a todos los que aspiran al conocimiento vivo y vivido del Camino
de Liberación, y quieren hacerse dignos de él.
¡Que puedan llegar a ser muy, muy numerosos; una multitud que nadie pueda contar!

Jan van Rijckenborgh

SUMARIO

Prólogo
Las Bodas Alquímicas de Cristian Rosacruz (Desde el
Primer Día a la primera parte del Tercer Día)
Introducción

EL PRIMER DÍA

1 La víspera de Pascua
2 La carta de invitación
3 C.R.C. se hace consciente de su propia indignidad
4 El sueño de C.R.C.
5 La cuerda salvadora
6 C.R.C. se prepara para el viaje

EL SEGUNDO DÍA

7 Los cuatro caminos


8 El encuentro con la paloma y el cuervo
9 ¡Alejaros, si no sois dignos!
10 Las seis linternas
11 El Templo del Juicio (I)
12 El Templo del Juicio (II)
13 La corriente del Número perfecto

EL TERCER DÍA

14 La balanza y el juicio
15 Los siete pesos (I)
16 Los siete pesos (II)
17 Las cuatro rosas
18 Las seis sentencias
19 Las comidas del Juicio
20 El lugar del Juicio
21 La ejecución de las sentencias (I)
22 La ejecución de las sentencias (II)
23 El Unicornio, el León y la Paloma
24 El Fénix
25 El Águila, el Grifo y el Halcón
26 El criterio astral
27 La biblioteca real de la cámara funeraria
28 El reloj y el globo

Epílogo
Glosario
LAS BODAS ALQUÍMICAS

DE

CRISTIAN ROSACRUZ

AÑO 1459

Desvelados, los misterios se envilecen,


Y, profanados, pierden su fuerza.
Así pues, no arrojes perlas a los cerdos
Ni hagas lechos de rosas para los asnos.

ESTRASBURGO
IMPRENTA LAZARI ZETZNERS

ANNO MDCXVI

PRIMER DÍA
Una noche, la víspera de Pascua, estaba sentado ante mi mesa y, después de haber conversado
con mi Creador mediante una humilde oración, como tenía por costumbre, y de haber meditado
profundamente sobre los grandes misterios (por los que el Padre de la Luz me había mostrado
ampliamente su Majestad), iba a preparar en mi corazón un pan ácimo puro, con mi querido
Cordero pascual, cuando, de repente, un viento impetuoso se levantó con una violencia tal que
creí ver desmoronarse la montaña bajo la que había excavado mi morada. Sin embargo, como
nada parecido me había ocurrido por tentativa del diablo (el cual me había atormentado muchas
veces), recuperé el valor y proseguí mi meditación hasta el momento en que, de forma inhabitual,
alguien me tocó la espalda, lo que me espantó hasta tal punto que, aunque al mismo tiempo
sintiera un gozo como no puede conocer la flaqueza humana sino en parecidas circunstancias, no
me atreví a volver la cabeza. Terminé sin embargo volviéndome, pues continuaban tirando de
mis ropas reiteradamente. Una maravillosa forma de apariencia femenina se encontraba allí,
cubierta con un vestido azul suntuosamente constelado de estrellas de oro, como el cielo. En su
mano derecha llevaba una trompeta de oro puro, en la que estaba grabado un nombre, que
llegué a leer pero que me está prohibido revelar; en su mano izquierda, tenía un grueso paquete
de cartas escritas en todas las lenguas, que debía distribuir, como supe más tarde, en todos los
países.
Tenía unas alas grandes y magníficas, completamente cubiertas de ojos, gracias a las cuales
podía elevarse en los aires y volar más rápido que el águila.
Quizás hubiera podido observar otros detalles que la concernieran, pero como se quedó
junto a mí muy poco tiempo, y yo aún estaba aterrorizado y sorprendido, no me fijé en más.
Apenas me había vuelto, buscó en su paquete de cartas y encontró al fin una pequeña carta que
depositó con respeto en mi mesa; después desapareció sin decir una sola palabra. Mas al alzar su
vuelo, tocó tan fuerte su bella trompeta que el sonido resonó por toda la montaña, y no pude oír
mi propia voz durante casi un cuarto de hora.
Tan desdichado era que, no sabiendo que partido tomar ante esta imprevista aventura, caí
de rodillas y pedí a mi Creador que me salvaguardara de todo lo que amenazara mi salvación
eterna; a continuación, lleno de angustia y temor, cogí la carta que encontré tan pesada como si
toda ella fuera de oro macizo. Examinándola con atención, descubrí el minúsculo sello que la
cerraba, sobre el que estaba finamente representada una cruz, con esta inscripción: "In hoc signo
+ vinces" (Con este signo, vencerás). Este descubrimiento me tranquilizó plenamente pues sabía,
con certeza, que al diablo no le agradaría este sello y que, por otra parte, no lo usaba. Abrí la
pequeña carta con precaución y encontré escrito, con caracteres de oro sobre campo azul, los
siguientes versos:

Ha llegado el día, ha llegado el día,


Para quien puede presentarse a las Bodas del Rey.
Si has nacido para participar en ellas,
Elegido por Dios para la alegría,
Puedes escalar la montaña
Donde se erigen tres templos
Y allí contemplar el Prodigio.
Sé vigilante,
Examínate.
Si no te has purificado
Las Bodas, ciertamente, te dañarán.
Quien no lava sus pecados
Será encontrado demasiado ligero.

Al pie figuraba:

"Sponsus et Sponsa" (El esposo y la esposa)

Leyendo esta carta estuve a punto de desvanecerme. Se me erizaron los cabellos y un


sudor frío bañó mi cuerpo. Comprendía que se trataba de las bodas que me habían sido
anunciadas, siete años antes, en una visión; esperadas desde hace tiempo con gran deseo y
previstas por cálculos y análisis extraídos de mis posiciones planetarias, no obstante, jamás había
supuesto que se acompañarían de condiciones tan severas y tan arriesgadas. Antaño, me había
imaginado que, en efecto, bastaría con presentarse a las bodas para ser un huésped bien acogido y
estimado; y hete aquí que se me hablaba de una elección divina de la que, en lo que a mi
respecta, no me había sentido merecedor. Descubría también, cuanto más me examinaba, que en
mi cabeza sólo había incomprensión e ignorancia con relación a las cosas ocultas; que tampoco
era capaz de comprender las cosas más sencillas de mis ocupaciones cotidianas. Que todavía
estaba menos destinado, por mi nacimiento, a profundizar y conocer los secretos de la naturaleza.
A mi parecer, la naturaleza podía encontrar, en cualquier lado, un discípulo más virtuoso a quien
confiar tesoros tan preciosos, aunque estuviesen sometidos al tiempo y al cambio. Descubrí
igualmente que mi cuerpo, mi comportamiento exterior y el amor fraterno a mi prójimo, no eran
aún verdaderamente puros y sin máculas.
Me parecía que el aguijón de la carne estaba aún presente en mí, dirigido especialmente
hacia la consideración y el lujo de este mundo y no hacia la salvación de mis semejantes. De tal
manera que calculaba sin cesar los medios para acrecentar rápidamente mi beneficio personal,
edificar grandiosas construcciones, inmortalizar mi nombre en este mundo, y mantenía muchos
otros pensamientos carnales del mismo tipo.
Sin embargo, fueron las oscuras palabras relativas a los tres templos, las que me preocuparon
especialmente; incluso después de muchas reflexiones, no llegué a esclarecerlas y quizás no las
hubiera comprendido nunca sin una milagrosa revelación. Oscilando entre el temor y la
esperanza, no encontrando en mí más que impotencia y flaqueza (de forma que no podía tomar
una determinación y me inquietaba la invitación), acabé por recurrir a mi vía habitual más segura:
antes de abandonarme al descanso, hacer el profundo y ardiente ruego de que mi buen ángel se
me apareciera, por decreto divino, para guiarme en mi incertidumbre, tal y como ya me había
sido otorgado, algunas veces, anteriormente. Y una vez más ocurrió, gracias a Dios, bajo forma de
una preciosa y severa advertencia para mi bien y para ejemplo y enmienda (para mi bien y el de
mi prójimo) de mi prójimo. Apenas me hube dormido, tuve la impresión de encontrarme en la
torre oscura de una prisión, atado con pesadas cadenas, junto con otros innumerables hombres.
No había el menor rayo de luz, y nos agitábamos como un enjambre de abejas, agravando aún
más nuestra aflicción los unos a los otros. Ninguno de nosotros podía ver nada, sin embargo
percibía como algunos se esforzaban en elevarse por encima de los demás, cuando sus hierros y
sus cadenas eran tan sólo un poco más ligeros. En verdad, nadie tenía mucha ventaja sobre los
demás; estábamos suspendidos, unos sobre otros, como un racimo de uvas.
Habiendo permanecido mucho tiempo juntos en esta miseria, tratándonos mutuamente
de ciegos y presidiarios, finalmente oímos el sonido de numerosas trompetas, acompañado de
redobles de tambores, ejecutados con una maestría tal que nos regocijó y reconfortó en nuestra
desdicha.
Al son de esta música, el techo de la torre fue levantado y cayó sobre nosotros un poco de
luz. ¡Habría que haber visto entonces esta agitación! Pululábamos en desorden, hasta el punto de
que quien estaba un poco por encima de los demás, caía bajo sus pies. Cada uno quería estar en
la posición más elevada y yo mismo, sin vacilar, a pesar de mis pesadas cadenas, luchaba por
desprenderme y me alce sobre una piedra que pude alcanzar. Pero, también allí, fui atacado por
los demás, defendiéndome como pude con manos y pies. Sólo teníamos un pensamiento: que
todos seríamos liberados. Pero ocurrió de otra manera. En efecto, cuando los señores que nos
miraban desde arriba, por la abertura de la torre, se hubieron divertido un poco con nuestros
gemidos y agitación, un anciano completamente cano nos ordenó que nos tranquilizásemos.
Cuando hubimos obedecido, pronunció las siguientes palabras, si la memoria no me es infiel:
Con sólo que el género humano
no hubiese mirado demasiado alto,
habría recibido grandes bienes,
por la justicia de mi Madre.
Pero como tan sólo hace su voluntad,
permanece con grandes tormentos,
y prisionero de la noche.

Pese a todo, mi Madre bienamada no quiere


ver que se ha desviado.
Ella hace brillar en la luz
los esplendores de sus riquezas,
si bien ello ocurre raramente,
a fin de mostrar la realidad,
ya que sino sólo se vería ilusión.
En honor a la fiesta,
celebrada hoy,
para rendirle una mejor ofrenda,
se realizará una buena obra:
se descenderá ahora una cuerda.
Quien se cuelgue de ella,
encontrará la libertad.

Apenas hubo pronunciado estas palabras, la anciana Dama ordenó a sus servidores que lanzaran
siete veces la cuerda dentro de la torre y que la subieran con los que permanecieran asidos a ella.
Dios me permita describir detalladamente la agitación que nos embargo: cada uno trataba de
apoderarse de la cuerda, obstaculizándonos mutuamente por esa misma razón. Transcurridos
siete minutos sonó una campanilla: a esta señal los servidores izaron cuatro personas esta primera
vez. Para mi mayor desdicha, yo estaba, como ya he dicho, subido en una piedra adosada al
muro de la torre, lo que me imposibilitaba aproximarme a la cuerda, que pendía en el centro,
fuera de mi alcance.
Se descendió la cuerda una segunda vez. Pero las cadenas de la mayoría eran demasiado
pesadas y sus manos demasiado débiles para mantenerse asidos, de forma que caían arrastrando
a muchos de los que quizás se hubieran mantenido. Más de uno fue descolgado por algunos de
los que no habían llegado a alzarse, tanta era la envidia de unos hacia otros en nuestra gran
miseria. Compadecí sobre todo a quienes eran tan pesados que se les arrancaban las manos del
cuerpo sin que lograran subir. Ocurrió, pues que, en las cinco primeras veces, sólo fue izado un
pequeño número. En efecto, cuando sonaba la señal, los servidores izaban la cuerda con tal
rapidez, que la mayoría de los que la habían cogido caían unos sobre otros. La quinta vez subió
vacía. Así que muchos de nosotros, entre los que me contaba, comenzamos a perder la esperanza
de ser liberados e imploramos a Dios para que tuviera piedad de nosotros, y nos sacara de estas
tinieblas, ya que las circunstancias eran propicias; algunos fueron escuchados. Pues, cuando la
cuerda descendió por sexta vez, varios se agarraron firmemente y, cuando remontándose se
balanceó, se aproximó también a mí, sin duda por voluntad divina. Rápidamente la cogí, de
forma que me encontré por encima de los demás y así, contra toda esperanza, salí por fin de la
torre. Mi dicha era tan grande que no sentí las heridas que me había producido en la cabeza con
una piedra puntiaguda mientras subía, antes de ayudar a izar la cuerda por séptima y última vez
(tal y como se había realizado las veces precedentes). El esfuerzo hizo que se esparciera la sangre
sobre mi ropa pero, en mi alegría, no me apercibí en absoluto.
La última subida de la cuerda, traía el mayor número de prisioneros; entonces la anciana
Dama la hizo quitar y encargó a su hijo, un hombre de mucha edad (lo que me sorprendió
muchísimo), que transmitiera un mensaje a los prisioneros que aún quedaban en la torre. Tras
una corta reflexión, dijo estas palabras:
Queridos hijos que estáis reunidos abajo,
lo que estaba previsto, desde hace tanto tiempo,
por fin se ha realizado,
y ello, por la gracia de mi Madre,
concedida a vuestros amigos.
No envidiéis su suerte,
ya que bien pronto vendrán tiempos felices
en los que todos los hombre serán iguales,
donde ya no habrán pobres ni ricos.

Así pues, a quien se exige mucho,


deberá trabajar mucho;
a quien le es confiado mucho,
deberá mostrar que construye.
Cesad, pues, en vuestros lamentos:
¡tan sólo faltan algunos días!

Una vez fueron pronunciadas estas palabras, el techo fue colocado otra vez sobre la torre,
mientras resonaban de nuevo las trompetas y los timbales. Pero el sonido de los instrumentos no
era lo suficientemente fuerte para apagar los lamentos de los prisioneros de la torre, lo que me
hizo llorar. Poco después, la anciana Dama se sentó con su hijo en dos sitiales dispuestos al
efecto, y ordenó contar a los liberados. Cuando supo su número, lo inscribió en una tablilla de
oro y preguntó el nombre de cada uno de nosotros, que igualmente fue anotado por un paje. A
continuación nos miró uno tras otro, suspiró y dijo a su hijo, de forma que se pudiera oír
claramente:" ¡Ay, cómo compadezco a los pobres hombres de la torre! ¡Hubiera permitido Dios
liberarles a todos!" A lo que su Hijo respondió: "Madre, Dios así lo ha dispuesto, y no debemos
oponernos. Si todos fuéramos señores y poseyéramos los bienes de la Tierra, ¿quién nos serviría
la comida cuando estuviéramos en la mesa?" Tras lo cual la madre se calló, pero al poco dijo:
"Liberemos a esta gente de sus cadenas", lo que se hizo al instante. Estaba casi el último de la fila
y, a diferencia de los demás, no pude resistir el hacer una reverencia a la anciana Dama, y
agradecer a Dios que, por su mediación, hubiera tenido a bien, en su gracia paternal, sacarme de
las tinieblas a la luz. Otros siguieron mi ejemplo y se inclinaron ante la anciana Dama. Por último,
cada cual recibió, como viático, una medalla conmemorativa de oro en la que estaban grabados,
por un lado, el Sol naciente y, por el otro, si la memoria no me falla, las tres letras D L S (Deux
Lux Solis: Dios Luz del Sol).
A continuación todos quedamos libres para regresar a nuestras ocupaciones,
exhortándosenos a servir al prójimo para gloria de Dios y a no decir lo que nos había sido
confiado. Hicimos la correspondiente promesa y nos separamos. A causa de las heridas causadas
por mis cadenas, avanzaba con dificultad y cojeaba de ambas piernas. La anciana Dama se
percató pronto de ello, se puso a reír, me llamó junto a ella y me dijo: "Hijo mío, no te aflijas por
tu imperfección, sino que acuérdate de tus flaquezas y agradece a Dios que te permita participar,
mientras que aún vives en este mundo y a pesar de tu imperfección, de una luz tan elevada;
sopórtalas (guarda tus heridas) por amor a mí".
En este momento, las trompetas sonaron de nuevo, lo que me sobresaltó hasta el punto
de despertarme. Entonces me apercibí que todo había sido un sueño, pero estaba tan
profundamente grabado en mi conciencia, que continuaba preocupándome y tenía la impresión
de sentir todavía las heridas de mis pies. Fuera como fuese, comprendí que Dios me permitía
asistir a la celebración de unas bodas secretas y misteriosas; así con una confianza infantil,
agradecí a su divina Majestad, rogándole me mantuviese continuamente en el respeto que Le
profesaba, que llenara diariamente mi corazón de sabiduría y de comprensión y que, sin mérito
alguno por mi parte, me condujese con su gracia hasta el objetivo anhelado.
Después de lo cual, me preparé para el viaje, me vestí con lino blanco y ceñí mis riñones
con una cinta rojo-sangre que se cruzaba en mi espalda. Coloqué cuatro rosas rojas en mi
sombrero, para que se me distinguiera más fácilmente entre la muchedumbre.
Aconsejado por un sabio, tomé como provisiones pan, sal y agua, de los que me serví en
momentos determinados, con mucho provecho. Antes de abandonar mi cabaña, dispuesto para
la marcha y vestido con mi ropa nupcial, me postré, rogando a Dios me guiase, en lo que fuera a
sucederme, hacia un buen fin. Y prometí ante la faz de Dios que, si alguna cosa me era revelada
por Su gracia, no la emplearía para obtener honor y prestigio en este mundo, sino para gloria de
Su nombre y al servicio de mi prójimo. Habiendo formulado este voto, salí de mi celda lleno de
esperanza y alegría.

SEGUNDO DÍA

Desde que salí de mi celda y llegué al bosque, me pareció que todo el cielo y todos los elementos
se habían engalanado para las bodas. En mi opinión, los pájaros cantaban más agradablemente
que nunca y los cervatillos saltaban tan alegremente a mi alrededor, que mi viejo corazón exultaba
de alegría y entusiasmado, por su ejemplo, me puse a cantar a toda potencia:

Regocijaos, amados pajarillos


y alabad a vuestro Creador.
Elevad vuestro claro y puro canto
hasta vuestro Dios, a lo más alto de los cielos.
El ya ha preparado vuestro alimento,
y os lo dará justo cuando haga falta;
aceptarlo todo con agradecimiento.

¿Por qué afligiros


y quejaros de que Dios
os haya hecho pajarillos?
Dejad de plantearos
el porqué no os hizo hombres.
Callaos, pues tal era su sabio deseo,
llevad con agrado vuestro ligero fardo.

¿Y entonces yo, pobre lombriz,


discutiría con Dios?
Con violencia, en la tempestad celeste,
¿lucharía contra el gran Arte?
Dios no se deja atosigar.
Que el indigno se abstenga.
¡Oh hombres, estad satisfechos!

No os ofendáis
si no os hace emperadores.
Quizás habéis ofendido Su nombre,
Pensad bien en esto.
El ojo de Dios desafía toda oscuridad.
El ve en el fondo de vuestro corazón,
¡vigilad, pues, para no ofenderle jamás!

Y mi canto, surgiendo del fondo de mi corazón, se derramó a través del bosque resonando en
todas partes. Las montañas me enviaban el eco de mis últimas palabras cuando al salir del bosque
entraba en un hermoso y verde prado. Allí se entrelazaban tres magníficos cedros cuyas largas
ramas ofrecían una soberbia y acogedora sombra, de lo que me alegré mucho, pues, a pesar de
que no había andado demasiado, mi ardiente deseo me había fatigado rápidamente. Así que corrí
hacia los árboles para reposar un poco. Al acercarme más, vi un cartel fijado en uno de ellos en el
que, con líneas elegantes, habían escrito las siguientes palabras, que leí rápidamente:
"¡Dios te proteja, invitado! Si nunca has oído la noticia de las Bodas reales, entonces sopesa
exactamente estas palabras:
Por nuestra mediación, el Esposo te propone elegir entre cuatro caminos que conducen
hasta el castillo del Rey, salvo que te extravíes siguiendo caminos desviados.
El primero es corto pero peligroso, pues está lleno de obstáculos en los que puedes
fácilmente fracasar.
El segundo es más largo, a causa de sus largos rodeos, pero ciertamente va en la dirección
correcta. Es llano y fácil, a condición de no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda, y esto con
la ayuda de una brújula.
El tercero es la verdadera vía real, pues reconforta el corazón con toda clase de alegrías y
de espectáculos principescos. Sin embargo, hasta hoy, sólo un hombre entre mil ha llegado a
seguirle.
Por el cuarto camino, no se ha permitido a ningún mortal alcanzar el objetivo, pues su
potencia consume, y sólo los cuerpos incorruptibles pueden soportarlo. Elige, pues, cual de los
tres quieres seguir y ya no te desvíes de él. Sabe, sin embargo, que el camino que elegirás te ha
sido atribuido por el destino ineluctable y que también te está prohibido volverte atrás un sólo
paso, sin que tu vida peligre.
Esto es lo que queríamos que supieras. Si tomas a la ligera esta seria advertencia,
recorrerás el camino en medio de los mayores peligros, con grandes quejas y lamentos. ¡Si te
consideras culpable de la más mínima infracción a las leyes del Rey, date media vuelta mientras
aún sea posible y regresa con rapidez a tu casa, por el mismo camino que viniste!"

Tan pronto hube leído este escrito, toda mi alegría se desvaneció y, después de haber cantado tan
alegremente un momento antes, me puse a llorar amargamente.
Veía perfectamente los tres caminos ante mi y comprendía que podría escoger uno,
llegado el momento; pero temía elegir el que estaba atestado de rocas y piedras, pues podía
encontrar en él una muerte lamentable; o si era el camino largo el que me era adjudicado, podría
extraviarme o incluso tener un accidente en el curso de tan largo viaje; tampoco podía esperar
que, entre mil, fuera precisamente yo quien pudiera escoger la vía real. También veía ante mi el
cuarto camino, pero estaba de tal manera rodeado de llamas y vapores, que no me aventuraría
por él. En esta incertidumbre reflexioné durante mucho tiempo si iba a regresar o iba a elegir una
de las cuatro vías. Muy consciente de mi indignidad, me consolaba sin cesar pensando en el
sueño en el que había sido liberado de la torre, sin que, no obstante, me fiara demasiado de él.
Dude tanto tiempo entre todas estas posibilidades, que un profundo agotamiento
sobrevino a mi cuerpo, el cual reclamó su alimento. Cogí, pues, el pan y lo corté en pedazos.
Entonces vi una paloma blanca como la nieve encaramada en un árbol, cuya presencia me había
resultado inadvertida hasta ese momento, y que descendió como quizás lo hacia a menudo; se
posó con total confianza a mi lado, que repartí mi pan con ella. La paloma lo aceptó y su belleza
me reconfortó de nuevo un poco. Pero la vio un cuervo negro, enemigo suyo, que se abalanzó
rápidamente sobre ella, para apoderarse de su pedazo de pan, y como no era el mío el que quería
sino el suyo, la paloma optó por huir.
Ambos volaron hacia el sur, lo que me entristeció y disgustó hasta tal punto que, sin
reflexionar, perseguí al insolente cuervo y así me introduje contra mi voluntad en la vía predesti-
nada y, sobre la extensión de un campo de aproximadamente un acre, espanté al cuervo y liberé
a la paloma.
Entonces me di cuenta de que había obrado sin reflexionar y que ya me encontraba en un
camino que me estaba prohibido abandonar bajo pena de un castigo severo. Me habría
consolado de ello si, para mi pesar, no hubiera dejado mi zurrón con mi pan bajo el árbol, sin
que pudiera volver a recogerlos. Pues apenas me volvía, soplaba en mi dirección un viento tan
violento que sólo le faltó voltearme. Sin embargo, si continuaba mi camino, dejaba de sentirlo.
Comprendí fácilmente que oponerme al viento me costaría la vida. Así pues, tome pacientemente
mi cruz sobre mi espalda, me puse en camino y decidí, puesto que no se podía hacer otra cosa,
hacer todo lo posible para llegar antes de que se hiciera de noche.
A pesar de las numerosas bifurcaciones -probablemente falsas- guardé siempre la
dirección correcta gracias a mi brújula, pues no quería desviarme un paso del meridiano, aunque
el camino fuese a veces tan rocoso y poco practicable, que creía haberme perdido.
Mientras caminaba, pensaba continuamente en la paloma y en el cuervo, sin llegar a
comprender su significado.
Al fin divisé a lo lejos, sobre una alta montaña, un pórtico espléndido; a pesar de que
estaba muy, pero que muy alejado de mi camino, me apresuré hacia él porque el sol acababa de
ocultarse tras los montes sin que, aún de lejos, hubiera visto abrigo o refugio. ¡Atribuía este
descubrimiento únicamente a Dios, que bien hubiera podido dejarme continuar mi camino
cegando mis ojos, con el fin de que no hubiese visto el pórtico! Como ya he contado, me
apresuré y, cuando llegué, las últimas luces del crepúsculo aún me permitieron distinguir el
conjunto.
Era un pórtico real admirable, ornado con una multitud de magníficos grabados de
escenas y símbolos, cada uno de los cuales tenía un significado muy particular, como supe más
tarde. En el frontispicio había una placa, de bastante gran tamaño, que tenía esta inscripción:
¡Procul hinc, procul ite prophani! (¡Lejos de aquí, alejaros profanos!) y todavía otras palabras que
se me ha prohibido revelar.
Cuando llegaba al pórtico, apareció súbitamente un desconocido vestido con ropa azul
celeste. Le saludé amablemente. Respondió a mi saludo, pidiéndome enseguida mi carta de
invitación. ¡Oh! qué alegría me dio haberla traído conmigo, pues fácilmente la habría podido
olvidar, como había ocurrido a otros, según me dijo. Se la enseñé enseguida y no sólo se mostró
muy satisfecho, sino que, con gran sorpresa mía, me testimonió un gran respeto y me dijo: "Entre,
hermano, es usted para mi un huésped bienvenido". Me pidió a continuación que le dijese mi
nombre y, cuando le respondí que era el hermano de la Rosacruz Roja, experimentó una
agradable sorpresa. Después me preguntó: "¿Hermano, no tiene nada con qué comprar una
insignia?" Le respondí que mi fortuna era exigua, pero que le ofrecía con gusto lo que pudiera
agradarle de entre los objetos que poseía. A petición suya le regalé mi cantimplora de agua, y me
dio a cambio una insignia de oro en la que estaban grabadas estas dos letras: S.C. (Spes, Charitas:
Esperanza, Amor). Me exhortó a pensar en él, ya que esto me sería muy útil. A petición mía, me
indicó el número de invitados que habían entrado antes que yo.
En fin, por amistad me dio una carta sellada para el segundo guardián. Mientras me
entretenía hablando con él, llegó la noche; en la puerta encendieron un recipiente lleno de pez,
para que pudieran orientarse los que aún no estaban en el camino. El camino que conducía al
castillo estaba cerrado por ambos lados con altos muros y bordeado por hermosos árboles
frutales de todas las especies. En cada lado del camino había tres árboles en los cuales estaban
colgados faroles, cuyas luces habían sido ya encendidas con una espléndida antorcha por una
hermosa virgen, vestida también de azul. Me entretuve más de lo prudente en admirar tan
soberbio y exquisito espectáculo.
Finalmente, tras haber recibido las instrucciones pertinentes, me despedí del primer
guardián. Mientras caminaba, me asaltó el deseo vehemente de conocer el contenido de la carta,
pero como no podía sospechar ninguna descortesía por parte del guardián, resistí la tentación y
continué mi camino hasta el otro pórtico. Este era casi idéntico al primero, pero adornado con
esculturas diferentes, de un significado misterioso. Sobre la placa fijada en el frontispicio se leía:
"Date et dabitur vobis" (Dad y se os dará). Un feroz león encadenado bajo este pórtico, se irguió
nada más verme y me recibió con fuertes rugidos. Esto despertó al segundo guardián que estaba
tendido sobre un bloque de mármol, el cual me exhortó a que no me inquietara ni tuviese miedo.
Expulsó al león que retrocedió y cogió la carta que le tendí temblando. Habiéndola leído, me dijo
con gran respeto: "¡Bienvenido, en nombre de Dios, sois el hombre al que deseaba ver desde
hace largo tiempo!. A continuación me presentó una insignia preguntándome si tenía algo con
que cambiarla. Como ya no me quedaba más que la sal, se la ofrecí y la aceptó dándome las
gracias. Esta insignia también tenía solamente dos letras: S.M. (Sal Menstrualis: Sal Purificadora).
Cuando me disponía a hablar con este guardián, una campana se puso a tañer en el castillo,
aconsejándome vivamente el guardián de que me apresurase, ya que sino todas mis penas y mis
esfuerzos serían vanos, ya que arriba comenzaban a apagar todas las luces. Puse en práctica su
consejo de forma tan precipitada que olvide despedirme de él, tal era mi temor y no sin razón. En
efecto, a pesar de la rapidez de mi carrera, ya me alcanzaba la virgen y tras ella apagaban todas las
luces. No hubiera podido encontrar el camino si no me hubiera iluminado con su antorcha. Y
apenas si pude deslizarme detrás de ella para entrar, pues la puerta se cerró tan bruscamente que
quedó cogido el borde de mi capa. Y allí tuve que dejarla porque ni yo, ni los que me habían
aconsejado amablemente ante el pórtico, pudieron convencer al guardián para que abriera
nuevamente la puerta. Aseguraba que había dado la llave a la virgen, la cual se la había llevado al
patio.
Durante este tiempo, contemplé aún el pórtico. Era una tan espléndida obra maestra, que en
todo el mundo no había otro que lo igualase. A cada lado se levantaba una columna. Sobre una
había una estatua sonriente con la inscripción: Congratulor (me congratulo contigo). Sobre la
otra, una estatua de cara triste con la inscripción: Condoleo (sufro contigo). En pocas palabras,
eran figuras y palabras tan oscuras y misteriosas, que incluso el hombre más instruido de la Tierra
no sabría interpretarlas. Pero, si Dios lo permite, en breve las describiré y explicaré.
Al atravesar ese pórtico tuve que decir mi nombre de nuevo; fui inscrito el último en el
pergamino destinado al futuro esposo. Sólo entonces me fue entregada la verdadera insignia
destinada a los invitados; era más pequeña que las otras, pero mucho más pesada. En ella estaban
grabadas las letras S.P.N. (Sponsi Praesentandi Nuptiis: éste es en las bodas el invitado del
esposo).
Además, se me dio un par de zapatos nuevos, pues el suelo del palacio estaba enlosado
con mármol claro. Como me resultaba agradable dar mis viejos zapatos a uno de los pobres que,
con compostura, se sentaban frecuentemente bajo el pórtico, los regalé a un viejo.
Acto seguido, dos pajes que llevaban antorchas me condujeron a una pequeña habitación,
donde se me hizo sentar en un banco, mientras ellos colocaban las antorchas en dos agujeros
perforados en el suelo, marchándose y dejándome sólo. De repente oí un ruido, pero no vi nada
y hete aquí que me cogieron varios hombres a la vez; como no los veía, me vi obligado a dejarlos
hacer a su guisa. No tardé en darme cuenta de que eran peluqueros, les pedí que no me
apretaran tan fuerte, pues estaba dispuesto a hacer lo que quisieran. Me soltaron entonces y uno
de ellos, que seguía siendo invisible, me cortó diestramente los cabellos en la cima del cráneo
respetando, sin embargo, los largos mechones, encanecidos por la edad, de la frente que caían a
la altura de los ojos y sobre las orejas.
Debo confesar que al principio me dejó casi sin valor, pues cuando me sentí zarandeado tan
irresistiblemente, sin ver a nadie, creí que Dios me había abandonado a causa de mi arrogancia.
Finalmente, los peluqueros invisibles recogieron cuidadosamente los cabellos cortados y
se los llevaron; entonces los dos pajes entraron riéndose con ganas de mi terror. Apenas habían
intercambiado algunas palabras conmigo, cuando una campanilla tintineó de nuevo señalando la
convocatoria de una asamblea, según me dijeron. Me invitaron a seguirles, precediéndome con
antorchas que iluminaron una infinidad de c pasillos, puertas y recodos, hasta conducirme a una
gran sala.
Una multitud de invitados se apretujaba en esta sala: emperadores, reyes, príncipes y
señores, nobles y burgueses, ricos y pobres, así como no pocos bribones, lo que me sorprendió
mucho, y pensando en mi me decía: "¡Qué tonto has sido habiéndote atormentado tanto por este
viaje! ¡Estas gentes que tan bien conoces y que nunca has estimado están también aquí, mientras
que tú, con todas tus plegarias y súplicas, a duras penas si has podido entrar el último!".
Sin duda fue el diablo quien me inspiró estos pensamientos y muchos otros, pese a todos
mis esfuerzos por rechazarlos. Mientras tanto, varios de los que me conocían me interpelaban:
"Hermano Rosacruz, ¿también está usted aquí?" "Si hermanos, respondí, la gracia de Dios me ha
ayudado a mí también, a entrar aquí" Se rieron de mi respuesta y encontraron ridículo que
invocara a Dios por una cosa tan simple. Cuando preguntaba a cada uno por el camino que
habían seguido, la mayoría contaba que habían escalado los roquedales.
Entonces, unos toques de trompetas -que no veía- sirvieron de señal para comer. Cada
cual se colocó según el rango al que le parecía tener derecho y tan bien lo hicieron, que yo y otros
pobres como yo apenas si encontramos un hueco en la última mesa. Poco después, entraron los
dos pajes y uno de ellos pronunció una oración tan bella y admirable que mi corazón se alegró
interiormente. Sin embargo, algunos de los grandes señores no sólo no les prestaban la menor
atención, sino que se reían entre ellos, gesticulaban, mordisqueaban sus sombreros y se divertían
con muchas otras bufonadas. Después sirvieron la comida, y todo estaba tan primorosamente
ordenado, que me pareció que cada invitado tenía su propio sirviente, aunque no viese a nadie.
Cuando los chistosos estuvieron saciados y el vino les hizo perder toda moderación, se pusieron a
vanagloriarse y a fanfarronear. El uno habría echo esto, el otro aquello, y los más insignificantes
gritaban más fuerte. Todavía hoy no puedo evitar irritarme cuando recuerdo los actos
sobrenaturales e imposibles sobre los que oí hablar. Para acabar, cambiaron sus sitios; aquí y allá,
los presuntuosos se deslizaban entre los señores y se vanagloriaban de acciones de tal
envergadura, que no hubiera bastado la fuerza de Sansón o de Hércules para realizarlas. Uno
quería liberar a Atlas de su peso, el otro sacar al Cerbero tricéfalo de los infiernos. Pero los
grandes señores no cometían la estupidez de creerles.
Los malvados acabaron por mostrar tanta audacia, que no prestaron atención alguna a los
golpes que, de vez en cuando, a modo de advertencia recibieron en los dedos con los cuchillos. Y
cuando uno de ellos hubo hurtado una cadena de oro, los demás quisieron tratar de hacer otro
tanto. Uno pretendía oír el susurro del cielo, un segundo contemplar las ideas de Platón, un
tercero enumerar los átomos de Demócrito. Varios incluso habían inventado el movimiento
perpetuo. Es cierto que muchos me parecían inteligentes pero, desdichadamente para ellos,
tenían demasiada buena opinión de sí mismos. Para acabar, había uno que pretendía hacernos
creer pura y simplemente que veía a los criados que nos servían. Y habría continuado con sus
jactancias, si uno de los criados invisibles no le hubiese dado un bofetón tan sonoro en su boca
mentirosa de forma que, no solamente él, sino también muchos de sus vecinos, quedaron mudos
como peces.
Para gran satisfacción mía, todos aquellos a quienes estimaba guardaban silencio y
mantenían una total compostura en medio de este bullicio; se guardaban mucho de elevar la voz
pues se consideraban, en su ignorancia, incapaces de penetrar en los grandiosos misterios de la
naturaleza de lo que, por añadidura, se sentían demasiado pequeños.
A causa de esta algazara, casi habría maldecido el día en que llegué a tal sitio, pues veía
con dolor como los personajes sentados en la cabecera de la mesa eran lisonjeros y ligeros,
mientras que, incluso en mi discreto rincón, no se me dejaba tranquilo, puesto que uno de los
bribones me había tratado insolentemente de ¡grandísimo bobo! Como aún ignoraba que hubiese
otra puerta que franquear, suponía que, durante todo el tiempo que durasen las bodas, se me
trataría de forma burlona, desdeñosa e indigna, lo que no había merecido ni por parte del esposo
ni de la esposa. ¡Se podría haber elegido mejor a otro para hacer de bufón de las bodas!
He aquí a qué impaciencia puede conducir a las almas sencillas las contradicciones de
este mundo. En realidad, esto formaba parte de la enfermedad que yo había tenido en el sueño,
como lo he relatado anteriormente.
El vocerío aumentaba cada vez más. Había también quien se jactaba de visiones
inventadas e imaginarias, y contaban sueños espantosos y de una falsedad evidente. A mi lado
estaba sentado un hombre calmado y distinguido que hablada de vez en cuando de cosas más
elevadas. Acabó por decirme: "Mire, hermano, si alguien quisiera conducir por el camino
correcto a semejantes obstinados, ¿le escucharían?
"Ciertamente no", le respondí.
"Así es -dijo- como el mundo quiere ser engañado a toda costa y cierra sus oídos a quienes
no buscan sino su bien. Fíjese bien en ese adulador y observe con qué tonterías y sandeces intenta
atraer la atención sobre él. Mire allí como otro se burla de la gente con palabras misteriosas e
inauditas. Pero créame, llegará un tiempo en que se les quitará las máscaras y disfraces a estos
mentirosos, para que todo el mundo vea los bribones que se ocultan detrás. Entonces, quizás,
serán respetados aquellos a los que antes no se les estimaba".
Mientras hablaba, el tumulto se hacía cada vez más violento. De repente, se elevó en la
sala la más bella e impresionante música que jamás había oído en mi vida. Todo el mundo se
calló a la espera de lo que iba a suceder. La música estaba ejecutada con todos los instrumentos
de cuerda imaginables, tan armoniosamente que me quedé como de piedra, completamente
ensimismado, con gran sorpresa de mis vecinos. Esto duró cerca de media hora, durante la cual
nadie dijo palabra, pues desde el momento que alguien quería abrir la boca, recibía un manotazo
inesperado, sin saber de dónde venía. Como no veíamos ningún músico, pensaba, cuánto me
habría gustado examinar todos los instrumentos que utilizaban. Al cabo de media hora, la música
cesó de repente sin que nos fuera posible ver ni oír de dónde procedía.
Pero pronto resonó, delante de la puerta de la sala, una estridente y resonante fanfarria de
trombones, trompetas y timbales, tan magistralmente como si el propio emperador de Roma
hubiera hecho su entrada triunfal. Después la puerta se abrió sola y el estruendo de los
trombones se hizo tan potente que apenas era soportable.
Al mismo tiempo, me pareció que penetraron miles de luces en la sala, moviéndose solas
con un orden tan perfecto que nos dejó extremadamente impresionados; por último, los dos
pajes de los que ya hemos hablado entraron, con antorchas llameantes, iluminando a una bella
virgen sentada sobre un trono de oro, magnífico y triunfal, que avanzaba por sí sólo. Tuve la
impresión de que era la misma que, poco antes, en el camino, había encendido y apagado las
luces. Asimismo, creí reconocer entre los servidores a los que estaban de guardia bajo los árboles
que bordeaban el camino. No obstante, ya no llevaba el vestido azul sino una túnica
deslumbrante, blanca como la nieve, centelleando oro puro y tan radiante que apenas osamos
mirarla. Los dos pajes estaban vestidos igual, aunque un poco más sencillamente.
Cuando la virgen llegó en medio de la sala, descendió de su trono y todas las luces se
inclinaron ante ella. Nos levantamos todos de nuestros bancos, quedándonos cada uno en
nuestro sitio. Cuando nos fuimos inclinando, ella ante nosotros y nosotros ante ella,
saludándonos respetuosamente unos a otros, ella comenzó a hablar con voz suave, en estos
términos:

El rey, mi gracioso señor,


os espera ahora no lejos de aquí,
así como su prometida quien, por la vida,
le ha concedido ya su mano.
Durante mucho tiempo os han esperado,
y han preparado todo para vuestra llegada.
A cada uno, según sus medios,
muestran gran respeto y compasión,
y desean desde el fondo de su corazón,
liberaros de cualquier dolor,
a fin de que las próximas fiestas nupciales
curen a cada uno de sus padecimientos.

Después de lo cual de nuevo, con todas sus luces, se inclinó graciosamente y continuó:

La carta que os ha invitado


prohíbe claramente que se presente aquí
todo hombre a quien las fuerzas de Dios
no hayan favorecido, desde hace mucho tiempo,
con sus dones,
y a quien, lleno de aspiración,
no esté envuelto ya por ellas;
aunque nadie, seguramente,
tenga la audacia y la arrogancia de pensar
que, sin estos dones de Dios,
se puede presentar en la sala de bodas.
Así pues, a quien se encuentra en el campo del bien,
le son prometidos todos los bienes.
Alegraros vosotros de que en estos tiempos difíciles
sean numerosos los que, aquí, esta suerte esperan.
Algunos están endurecidos y son groseros,
ya nada les conmueve en la materia.
Penetran aquí en lugares
donde no han sido llamados.
A fin de que ningún impostor se encuentre aquí,
de que ningún bribón ciegue a los demás,
y de que, en la calma, sin turbación,
seáis elegidos para las bodas más puras,
será necesario, mañana, tolerar
que cada uno de vosotros sea pesado,
y que sea claramente medido
lo que en sí cada uno ha olvidado.
Si hay alguno en el grupo
a quien esta llamada perturbe,
que se coloque a un lado,
sin esperar más tiempo.
Para él la gracia está perdida,
mañana será oído.
Aquel cuya conciencia tiene algo que decir,
no será sacado de la sala,
mañana se le dará la libertad:
pero que no vuelva más en esta vida.
Que quien mire su pasado sin turbación,
salga con su servidor,
quien le mostrará su habitación,
donde podrá pasar la noche.
Quien se dirija hacia la balanza,
con el alma aparentemente serena,
sino su sueño será abrumador,
y se apercibirá de ello rápidamente.
Los demás permanezcan aquí esta noche;
¡quien presuma de sus fuerzas,
es preferible que se vaya
a fin de que todo marche bien para cada uno!

Cuando terminó este discurso, la virgen se inclinó de nuevo y se volvió a sentar alegremente en su
trono. Después las trompetas resonaron una vez más, lo que no impidió a algunos exhalar un
profundo suspiro.
A continuación las luces fueron traídas una vez más de forma invisible, pero un gran
número permaneció en la sala y se acercaron a nosotros: una luz para cada uno de nosotros.
Nuestro desconcierto era tan grande, que apenas puedo describir los pensamientos y
gestos melancólicos que fueron intercambiados. No obstante, la mayoría de nosotros decidió
esperar la pesada, con la confianza de poder marchar en paz si esto acababa mal.
Yo tomé rápidamente mi resolución; como mi conciencia me mostraba mi estupidez y mi
indignidad, decidí permanecer con los demás en la sala y contentarme con la comida ofrecida,
antes de aguardar un descalabro inminente, con los peligros correspondientes. Después de que
casi todos fueron conducidos por su luz a una habitación en alguna parte (cada uno a la suya
como supe más tarde), quedamos nueve, entre ellos quien me había hablado en la mesa. A pesar
de todo nuestras luces no nos abandonaron. Al poco tiempo llegó uno de los pajes, ya mentados,
cargado «con un grueso paquete de cuerdas y nos preguntó muy seriamente si estábamos
decididos a permanecer allí. Cuando hubimos asentido suspirando, ató a cada uno de nosotros
en un rincón determinado, después desapareció con nuestras luces, abandonándonos en la
oscuridad en tan miserable estado.
Muchos de nosotros sentimos la opresión de la angustia, y yo mismo no pude retener mis
lágrimas. Guardamos un profundo silencio, abrumados por el dolor y la aflicción, aunque nadie
nos había prohibido. Además, las cuerdas estaban anudadas de forma tan sorprendente, que
nadie pudo cortarlas y menos aún desatarlas y quitarlas de los pies. Tampoco podía consolarme
con el pensamiento de las grandes afrentas que esperaban a quienes habían ido a reposar,
mientras que nosotros estábamos en disposición de pagar nuestra audacia en una noche.
Terminé por dormirme con pensamientos melancólicos. En efecto, aunque muy pocos de
nosotros llegaron a dormirse, yo no pude evitar el sumirme en el sueño a causa de mi fatiga.
Durmiendo, tuve un sueño y, aunque su significado no sea de gran importancia, no me parece
superfluo contarlo. Soñaba que estaba sobre una alta montaña. Ante mí se extendía un gran valle,
donde se amontonaba una multitud innumerable de seres humanos. Cada uno estaba suspendido
del cielo por un hilo atado a su cabeza. Unos estaban colgados muy altos, otros más bajos,
algunos estaban incluso a ras de tierra. Un anciano que volaba a su alrededor, con unas tijeras en
las manos, cortaba un hilo por aquí, otro por allá. Los que estaban próximos al suelo, caían
rápido y sin ruido, pero cuando tocaba a alguien que pendía a una cierta altura, su caída hacía
temblar la Tierra. Algunos tenían la suerte de colgar de un hilo que se estiraba de manera que
llegaban al suelo antes de que el hilo fuera cortado. Sus cabriolas me divertían mucho, y me
complacía grandemente cuando uno de los que se habían mantenido mucho tiempo en el aire,
para escapar a las bodas, caía vergonzosamente arrastrando a algunos vecinos en su caída.
También me alegré cuando algunos de los modestos que se habían contentado con estar
cerca del suelo, desaparecía con una discreción tan maravillosa que sus vecinos no se daban
cuenta.
Cuando mayor era mi dicha, uno de mis compañeros de encarcelamiento me empujó,
con tan mala fortuna, que me despertó, pero no quise hablar. Sin embargo, reflexioné sobre mi
sueño y lo conté a mi hermano que, al igual que yo, estaba acostado a mi lado. Me escuchó con
satisfacción y deseó que fuera el presagio afortunado de alguna ayuda.
Pasamos el resto de la noche conversando sobre esta esperanza, y esperando con
impaciencia que llegara el día.
TERCER DÍA

(Primera parte)

Desde que el radiante día comenzó a despuntar y el resplandeciente Sol, ascendiendo por
encima de las montañas, reanudó la tarea que se le ha confiado en lo alto del cielo, mis
compañeros de combate se levantaron también y comenzaron a prepararse, poco a poco, para la
prueba. Uno tras otro llegaron a la sala, nos deseamos buenos días y nos preguntamos cómo
habíamos dormido durante la noche.
Viéndonos atados, muchos se rieron de que hubiésemos capitulado tan indignamente y
no hubiésemos preferido tentar nuestra suerte como ellos, para ver que es lo que pasaba; sin
embargo, algunos cuyo corazón capitulaba, se guardaron de aprobarlos. (.. tentar nuestra suerte
como ellos; sin embargo, algunos cuyo corazón palpitaba temeroso ...). Nosotros nos
disculpamos por nuestra necedad, esperando que bien pronto seríamos liberados y justificados a
pesar de sus bromas; por otra parte, ellos no estaban todavía seguros y quizás les aguardaba el
mayor de los peligros.
Finalmente, cuando todos estuvieron reunidos, resonaron de nuevo trompetas y timbales,
como la víspera, y no pudimos evitar pensar que el esposo -la mayoría de nosotros no le había
visto todavía- iba a presentarse ahora. Pero fue de nuevo la doncella de la víspera, totalmente
vestida de terciopelo rojo y con un cinturón blanco. En su cabeza llevaba una corona verde de
laurel, que le sentaba maravillosamente. Sin embargo, en esta ocasión, su cortejo no estaba
compuesto por lucecitas sino por unos 200 hombres armados, vestidos como ella de rojo y
blanco. Nada más levantarse de su trono, vino derecha hacia nosotros, los prisioneros, nos saludó
y nos dirigió estas breves palabras:
"Mi exigente Señor se ha alegrado mucho de que algunos de vosotros sean conscientes de
su mísero estado, y lo tendrá en cuenta a su favor". Reconociéndome por mi vestido, se rió y me
dijo: "¿También tú te has sometido al yugo? ¡Y yo que creía que estabas tan bien preparado!"
Estas palabras me hicieron llorar.
Después, ordenó que nos desataran y que nos reagrupáramos en un lugar desde el que
veríamos bien la balanza. A continuación dijo: "Podría ocurrir que esto acabe mejor para vosotros
que para tantos audaces que aún están libres."
Durante este tiempo, una balanza de oro macizo fue suspendida en el centro de la sala, al
lado de la cual se dispuso una mesita recubierta de terciopelo rojo, sobre la que se depositaron
siete pesas: primero una pesa bastante grande, después cuatro más pequeñas aparte; y por
último, igualmente aparte, otras dos pesas grandes. Todas estas pesas eran tan pesadas en
proporción con su volumen, que nadie hubiera podido creerlo ni comprenderlo.
Todos los hombres armados llevaban, entre otras cosas, una espada desenvainada y una
sólida cuerda. Fueron reunidos en siete grupos, tanto como pesas y, de cada grupo, fue elegido
un hombre para manejar cada una de las pesas.
Después de lo cual, la Virgen se situó en su elevado trono, hizo una reverencia y, a
continuación, dijo con una potente voz lo siguiente:

Quien entra en el estudio de un pintor


y, sin comprender nada de pintura,
habla de ella con énfasis dándose importancia,
será el hazmerreír de todos.
Quien se introduce en la Orden de los artistas,
sin haber sido elegido,
y se vanagloria de ser un gran artista,
se merece las burlas que le esperan.

Quien se presenta en las Bodas


sin haber sido invitado,
y entra lleno de engreimiento
es recibido con sorna.

Quien sube a la balanza


y, levantado por las pesas,
vuela por los aires con violencia,
sabe que será el hazmerreír de todos.

Apenas acabó de pronunciar estas palabras, ella ordenó a los pajes que colocaran en fila a todo el
mundo y los hicieran subir uno tras otro a la balanza.
Enseguida uno de los emperadores, lujosamente vestido, subió sobre un platillo después
de haber hecho una reverencia a la Virgen. Entonces, cada encargado colocó su pesa en el otro
platillo y, ante la sorpresa de todos, el emperador resistió. Pero la última pesa fue demasiado
pesada y fue izado en el aire, con gran tristeza por su parte. Me pareció que esto provocó la
piedad de la Virgen, que hizo un gesto a los suyos para que se callasen; el buen emperador fue
atado y entregado al sexto grupo.
Después de él, otro emperador se colocó orgullosamente sobre la balanza, no sin antes
haber ocultado bajo sus vestidos un enorme libro, pensando que así no fracasaría. Apenas resistió
hasta la tercera pesa cuando fue despiadadamente arrastrado hacia arriba; aterrorizado, se le
escapó el libro y todos los soldados se pusieron a reír. Lo ataron y fue entregado al tercer grupo.
Varios emperadores siguieron la misma suerte. Su fracaso provocó carcajadas y fueron
atados. Después apareció un emperador de pequeña estatura con barba morena y rizada, quien,
tras la reverencia habitual, también subió en el platillo. Resistió tan firmemente, que pienso que
incluso si las pesas hubieran sido más numerosas no se habría movido. La Virgen se levantó con
viveza, se inclinó ante él, e hizo que le pusieran un vestido de terciopelo rojo, además le dio una
rama de laurel, de las que tenía una provisión al lado, y le invitó a sentarse en los peldaños de su
trono.
Sería muy largo de contar aquí todo lo que ocurrió a los demás emperadores, reyes y
señores; pero no puedo pasar por alto que, contra lo que yo esperaba, muy pocos fueron los
nobles personajes que triunfaron en la prueba, por adornados que fuesen con muchas virtudes.
Unos resistieron a tal o cual pesa; otros a dos, y aún algunos a tres, cuatro e incluso cinco pesas;
no obstante, pocos fueron los que finalizaron la prueba. Todos los que fracasaban fueron
duramente ridiculizados por los grupos.
Después de que los nobles, los sabios y otros hubieron pasado la prueba, sólo se encontró en
sus grupos una o dos personas, frecuentemente ninguno, que hubiera resistido todas las pesas.
Finalmente, les llegó el turno a piadosos señores, mistificadores del pueblo, y a los hacedores de
falsas "piedras de los Sabios". Se les colocó en la balanza con tanta burla que yo mismo, a pesar de
mi tristeza, estallé en carcajadas, e incluso los prisioneros no pudieron dejar de reírse. La mayoría
no tuvieron necesidad de esperar al juicio del tribunal; fueron expulsados de la balanza a latigazos
y conducidos a sus grupos con los otros prisioneros.
De la multitud inicial, quedaron tan pocos que apenas me atrevo a decir el número; entre
ellos se encontraban, sin embargo, altos personajes; todos fueron honrados con un vestido de
terciopelo y una rama de laurel.
Terminada la prueba, sólo quedábamos nosotros en un rincón, con las manos atadas,
entonces avanzó uno de los capitanes y dijo: "Noble Señora, si place a su Gracia, ¿no se podría
pesar a esta gente que reconoce su inaptitud, sin riesgo para ellos y sólo para nuestro
entretenimiento, para ver si por azar hubiese alguno bueno entre ellos?"
Para comenzar, esto me inquietó mucho pero, en mi pena, me consolaba de no haber
sido expuesto a la vergüenza ni echado del platillo a latigazos. En efecto, estaba convencido de
que muchos de los que ahora eran prisioneros, lamentaban no haber pasado antes diez noches
en la sala con nosotros.
Pero como la Virgen daba su consentimiento, debía hacerse; fuimos liberados de nuestras
ataduras y colocados uno a uno en el platillo. Muchos fracasaron, pero no fueron ridiculizados ni
golpeados, sino que tranquilamente fueron conducidos a un lado. Mi compañero pasó el quinto,
dio el peso
admirablemente mientras le aclamábamos, en particular el capitán que había intercedido por
nosotros, y la Virgen le concedió los honores habituales. A continuación, dos fueron lanzados al
aire de nuevo. Yo era el octavo. desde que, todo tembloroso, hube subido al platillo, mi
compañero sentado ya abajo con su vestido de terciopelo rojo, me miró con aire benevolente y la
Virgen esbozó una sonrisa. Resistí todas las pesas. La Virgen ordenó entonces que me elevaran
por la fuerza y tres hombres se colgaron en el otro platillo, sin conseguirlo. Entonces uno de los
pajes se levantó de un salto y gritó con toda su fuerza: "¡Es él!" Y otro respondió: "Devolvámosle la
libertad", lo que fue aceptado por la Virgen.
Después de haberme admitido con las ceremonias requeridas, se me concedió el poder
liberar a uno de los prisioneros de mi elección. No tuve necesidad de reflexionar mucho tiempo,
escogí al primer emperador, del que me había apiadado desde el principio. Rápidamente fue
puesto en libertad y se unió a nosotros con todos los honores. Cuando el último fue pesado y
encontrado demasiado ligero, la Virgen se apercibió de las rosas que había quitado de mi
sombrero y tenía en la mano; me pidió graciosamente, por medio de su paje, que se las ofreciera,
a lo que accedí gustoso.
De esta forma se terminó el primer acto a las diez de la mañana y las trompetas, que
nunca veíamos, resonaron una vez más.
Durante este tiempo, los soldados debieron retirarse con los prisioneros, en espera de la
sentencia. Se formó un jurado, compuesto por siete capitanes y nosotros mismos, con la Virgen
como presidente, y convinimos que cada uno daría su opinión respecto a la suerte que deberían
correr los prisioneros. La primera idea fue la de condenarles a una muerte más o menos cruel, en
la medida en que hubiesen infringido las exigencias impuestas. Otros querían mantenerlos
prisioneros. Pero estas dos propuestas no gustaron ni a la presidenta ni a mí. Finalmente, el
asunto fue resuelto por el emperador que yo había liberado, por otro príncipe, por mi
compañero y por mí mismo de la siguiente manera: en primer lugar, los señores más eminentes
serían conducidos fuera del castillo discretamente; se podría poner a los demás fuera con más
burlas, desnudándoles y haciéndoles correr totalmente desnudos; los últimos serían azotados o
echados por los perros.
Se dejaría partir sin ninguna sanción a quienes, la víspera, habían capitulado por sí mismos;
sin embargo, los imprudentes y los que, en el transcurso de la comida de la víspera se habían
comportado de forma indecente, serían castigados en su cuerpo y en su alma, según su
comportamiento.
Esta proposición gustó a la Virgen y obtuvo la mayoría. Además se serviría todavía una
comida a todos, de lo que se les informó rápidamente. El anuncio de la sentencia fue retrasado
hasta el mediodía. De esta manera acabó el consejo.
Entonces la Virgen se retiró con su séquito a sus aposentos habituales; en la sala, se nos
indicó la mesa superior, rogándonos que nos contentásemos con ello hasta que el asunto
estuviera completamente zanjado. Después nos conducirían ante el Esposo y la Esposa y, con esta
esperanza, aguardamos tranquilamente este momento.
Mientras tanto, los prisioneros eran reunidos en la sala y colocados cada uno según su
rango. Se les ordenó que se comportaran más convenientemente que la víspera, consejo
superfluo, pues el valor hacía mucho tiempo que les había abandonado. Para no faltar a la verdad
y sin adular a nadie, debo testimoniar que en general fueron los grandes personajes quienes mejor
supieron acomodarse a esta situación inhabitual. Su comportamiento, ciertamente, era torpe pero
sincero. Ellos no veían a los servidores, mientras que para nosotros eran ahora visibles, lo que me
alegraba mucho. Tan agraciados como fuésemos por la fortuna, no nos vanagloriábamos ante los
demás, sino que nos dirigíamos a ellos y les animábamos diciéndoles que las cosas no les irían tan
mal. Les hubiese gustado conocer la sentencia, pero se nos había prohibido tan formalmente
hablar de ello, que nadie dejó escapar una palabra. Les consolamos lo mejor que supimos,
bebiendo con ellos a fin de que el vino les animara un poco.
Nuestra mesa estaba recubierta de terciopelo rojo y guarnecida de vasos de plata y de oro
puro, lo que los demás observaban con sorpresa y dolor. Antes de sentarnos, los dos pajes
entraron y nos ofrecieron a cada uno de nosotros, en nombre del Esposo, el Toisón de Oro
coronado por un León alado, pidiéndonos que lo llevásemos en la comida y así honrar el
nombre y la dignidad de la Orden (en la que su Majestad nos recibía hoy y nos confirmaría
pronto con la solemnidad debida). Aceptamos esta distinción con la mayor humildad,
prometiendo hacer obedientemente todo lo que su majestad gustara ordenarnos. El paje tenía
también una lista en la que estábamos inscritos en un orden preciso; y si callo aquí mi rango, es
por temer hacerme culpable de orgullo, lo que significaría cometer una falta contra la cuarta pesa.
Nuestra comida era tan copiosa que pedimos, a uno de los pajes, si nos estaba permitido
dar un poco a nuestros amigos y conocidos prisioneros. Nos lo concedió sin ninguna objeción y
cada uno de nosotros les hizo servir abundantemente por medio de sus servidores, que
continuaban siendo invisibles para ellos. Por tal razón ignoraban de dónde les venían los
alimentos, así que quise llevarlos yo mismo a uno de los dos. Apenas me había levantado, cuando
un servidor vino tras de mí a decirme que deseaba amistosamente advertirme que, si un paje me
viera, advertiría al rey, lo que me costaría ciertamente muy caro. Pero como era el único en
haberme visto, no me traicionaría si, en lo sucesivo, respetaba mejor la dignidad de la Orden.
Después de estas palabras, me empujó tan violentamente en mi asiento, que durante un buen
rato no osé moverme en mi silla. Sin embargo, le agradecí lo mejor que pude su leal advertencia,
en la medida en que el miedo y la turbación me lo permitieron.
Poco después resonó de nuevo el sonido de trompetas. Ya sabíamos por experiencia que
ello anunciaba a la Virgen, y nos preparamos para acogerla. Entró, con su habitual cortejo,
sentada en su alto sitial; dos pajes le precedían llevando uno,. una copa de oro y el otro, un
pergamino. Habiéndose levantado con gracia, tomó la copa de manos de su paje y nos la ofreció
diciendo que nos era enviada en nombre y por orden de su majestad, con el ruego de hacerla
circular en su honor. Su tapa llevaba una Fortuna de oro, moldeada con arte, que tenía en la
mano una banderola roja ondeante; ante esta imagen, bebí con menos buen humor, pues conocía
suficientemente la crueldad de la Diosa Fortuna.
La Virgen estaba condecorada como nosotros con el Toisón de Oro y el León, de lo que
saqué la conclusión que sin duda era la presidenta de la Orden. Le preguntamos el nombre de
esta Orden, pero respondió que el momento de revelarlo llegaría cuando estuviese zanjado el
asunto de los prisioneros. Pues sus ojos estaban aún cerrados; con lo que, lo que nos ocurría
aquí, no podía sino irritarles y ofuscarles, aunque no fuera nada en comparación con el honor
que nos esperaba.
Después, ella recibió de manos de otro paje el acta dividida en dos partes. Dirigiéndose al
primer grupo de prisioneros, leyó poco más o menos lo siguientes: "Debían reconocer haber
creído demasiado fácilmente en libros engañosos y haber tenido una buena opinión de sí
mismos, motivo por el que habían ido al castillo sin ser invitados. Una vez en el interior, quizás la
mayoría había tenido la intención de dar un gran golpe, a fin de vivir seguidamente en una gloria y
un lujo más grandes. De suerte, que los unos habían incitado a los otros, haciéndoles sufrir tanta
vergüenza y burlas que merecían ser gravemente castigados."
Entonces, lo reconocieron humildemente tendiendo la mano, después de lo cual se dirigió
con severidad al otro grupo más o menos en estos términos: "Con todo conocimiento de causa y
convicción interior habían hecho libros engañosos, llenos de puras invenciones, engañando y
embaucando a otros de forma que habían atentado gravemente a la dignidad real. Sabían
pertinentemente que imágenes sacrílegas y seductoras habían forjado, no habiendo respetado ni
siquiera a la Trinidad divina, utilizada por ellos para burlarse de todo el mundo. Ahora se veía
claramente por medio de qué prácticas habían intentado descarriar a los huéspedes sinceros y
desviar a los ignorantes. Todos sabían hoy que se habían declarado abiertamente culpables de
impudicia, prostitución, libertinaje y otras impurezas, todas ellas contrarias al orden público de
nuestro Reino. En suma, sabían que habían envilecido ante los humildes a la misma Majestad
Real; por ello deberían reconocer como cierto que eran traidores, miserables e infames, que
merecen ser castigados y separados de los hombres honrados".
Quienes sabían fingir rechazaban esta confesión, pero como la Virgen les amenazaba con
la muerte (por juramento) y, por otra parte, el otro grupo se violentaba contra ellos, acusándoles
unánimemente de haberles desviado malignamente de la Luz; para evitar lo peor, y forzados por
las circunstancias, acabaron por reconocer sus faltas. Añadieron que lo que había pasado no
debía tenérseles en cuenta con demasiado rigor, pues sus víctimas eran señores deseosos de
entrar en el castillo a cualquier precio, quienes, con este fin, les habían prometido fuertes sumas
de dinero. Todos los culpables habían pues rivalizado en astucia para obtener su parte. Esto es lo
que había ocurrido, pero como habían fracasado, estimaban no haberlo hecho peor que los
señores. Si estos últimos no hubiesen creído que al menos alguno de entre ellos hubiera podido
entrar con seguridad, no habrían escalado con ellos los muros con sus riesgos y peligros por tan
poco. Se habían comprado sus libros con tanta ansia que quienes no podían subsistir de otra
manera, eran forzados a comenzar por este género de engaño. Así pues, esperaban que, con toda
seguridad, no se les imputaría nada condenable, pues habían satisfecho, como corresponde a
servidores, la petición expresa de los señores.
Intentaban disculparse con discursos de este tipo. Sin embargo, se les respondió que su
Majestad Real había decidido castigar a unos más duramente que a los otros. Lo que invocaban
para su defensa era verdad en parte, por ello los señores no escaparían al castigo, pero quienes se
habían presentado con tanta impudicia y, sin duda, habían seducido a ignorantes contra su
voluntad, debían prepararse para la muerte; la misma suerte esperaba a quienes, por la lectura de
libros engañosos, habían ofendido a su Majestad Real, lo que resaltaría claramente de sus propios
escritos y obras.
Esto produjo el que muchos comenzaran a quejarse lastimosamente. Se arrojaron de
rodillas, llorando, gimiendo, suplicando, pero todo ello fue en vano. Estaba muy sorprendido de
que la Virgen pudiese permanecer impasible ante ellos; en efecto (aunque la mayoría nos hubiese
causado muchos dolores y sufrimientos) su miseria despertaba nuestra piedad y nos conmovía
hasta hacernos llorar.
Ella envió rápidamente a su paje que regresó con todos los coraceros que estaban este día
alrededor de la balanza. Se ordenó a cada uno que reuniese a los suyos y les condujera en orden
al gran jardín de la Virgen; lo que se efectuó de forma que un coracero marchaba siempre al lado
de un prisionero. Me asombré de que cada uno reconociera al suyo tan fácilmente.
No obstante, se permitió a mis compañeros de la víspera entrar sin cadenas en el jardín,
para asistir a la ejecución de la sentencia. Cuando todos hubieron salido, la Virgen se levantó y
nos rogó que nos sentáramos en los peldaños de su trono, a fin de que también estuviéramos
presentes. No rehusamos, dejamos todo sobre la mesa -excepto la copa que la Virgen había
confiado a la custodia del paje- y, engalanados con nuestros suntuosos vestidos, fuimos
conducidos sobre el trono, que avanzaba por sí mismo tan suavemente que se deslizaba en el
aire; una vez hubimos llegado así al jardín, nos levantamos todos.
Este jardín no era particularmente bello, pero me complació que la disposición de los
árboles fuese tan refinada; había también una magnífica fuente, adornada con escenas
maravillosas, inscripciones y signos extraños (de los que me ocuparé, si Dios lo permite, en un
próximo libro). En este jardín, estaba erigido un estrado de madera recubierto con bellas telas,
pintadas con arte. Cuatro galerías se superponían. La primera, más bella que las demás, estaba
cubierta con una cortina de muaré blanco, de forma que no podíamos ver quien se ocultaba tras
ella. La segunda estaba vacía y descubierta. Las dos últimas estaban a su vez cubiertas con muaré
rojo y azul.
Cuando llegamos al estrado, la Virgen se inclinó hasta tocar el suelo, lo que nos
impresionó mucho. En efecto, era fácil suponer que el Rey y la Reina no estaban lejos. Después
de habernos inclinado respetuosamente también, como cumplía, la Virgen nos condujo por una
escalera de caracol hasta la segunda galería, donde ella se sentó en el sitial superior y nosotros
ocupamos nuestro sitio en el orden precedente. No puedo contar aquí sin criticar, la forma en
que se comportó conmigo el emperador que había liberado, tanto en este lugar como anterior-
mente en la mesa; que debería haber sido muy consciente del triste estado y del abatimiento que
había padecido, si le hubiesen obligado a esperar la sentencia en medio de burlas parecidas
mientras que, ahora, gracias a mi intervención, era elevado a un rango y una dignidad tan
considerables.

En esto, la virgen que me había llevado la invitación al comienzo y que todavía no había visto,
se aproximó a nosotros; tocó la trompeta y después pronunció la sentencia con voz potente.

"Su Majestad Real, mi noble Señor, hubiera querido, de todo corazón, que todos los aquí
reunidos, por el hecho de haber sido invitados, hubiesen aparecido con cualidades suficientes
para asistir en gran número a la bienaventurada fiesta nupcial dada en Su honor. Pero, como
Dios todopoderoso lo ha dispuesto de otra manera, su Majestad no debe quejarse, sino
conformarse con las antiguas y buenas costumbres de este Reino. No obstante, para que sea
alabada por todas partes la clemencia natural de su Majestad, ha decidido, con todos sus nobles y
consejeros, mitigar considerablemente la sentencia habitual. Por ello, en primer lugar, a vosotros,
señores y monarcas, os concede no solamente la vida sino también la libertad, por lo que os
ruega amigablemente que os resignéis a no asistir a la fiesta dada en Su honor sin rencor, y que
penséis más bien que, aparte de esto, Dios todopoderoso os ha impuesto ya más de lo que podéis
soportar con calma y decoro, y que El distribuye sus dones de una manera incomprensible para
nosotros. Así vuestra reputación no sufrirá en absoluto por el hecho de que nuestra Orden os
rechace, pues no somos todos aptos para ello. No obstante, como habéis sido seducidos por
infames pícaros, éstos no quedarán impunes. Además su Majestad ha decidido, en un plazo
breve, suministraros un catálogo de obras heréticas, o "Index Expurgatorius", para que en lo
sucesivo distingáis, con más discernimiento, el bien del mal.
Y como su Majestad tiene igualmente la intención de inspeccionar su biblioteca, con el fin
de sacrificar a Vulcano las obras engañosas, os pide que Le ayudéis y que hagáis otro tanto con la
vuestra de tal forma -espera Ella- que el mal y la malignidad desaparezcan en el futuro. Además,
que esto os disuada de volver aquí de manera tan irreflexiva, a fin de que ya no tengáis que dar,
como hoy, la excusa de haber sido engañados y que no seáis objeto del odio y del desprecio de la
mayoría. Por último, como el país exige de vosotros un tributo, su Majestad espera que nadie
tendrá dificultades para depositar una cadena o lo que tenga en su poder, con lo que nos
separaremos como amigos y, conducidos por nosotros, regresaréis entre los vuestros.
A quienes no han resistido a la primera, segunda tercera y cuarta pesa, su Majestad no quiere
dejarles partir tan fácilmente,; pero para que también ellos experimenten su clemencia, ordena se
les desvista totalmente y salgan de aquí desnudos.
Quienes han sido encontrados demasiado ligeros para la segunda y la quinta pesa, serán,
además de desnudados, marcados con un hierro una vez, dos veces y más según su ligereza.
Quienes fueron elevados solamente por la sexta y la séptima pesa, serán tratados con más
misericordia".
Esto continuó así: para cada combinación de pesos fue pronunciada una sentencia, pero
sería demasiado largo contar todo aquí.
"Quienes renunciaron ayer voluntariamente, pueden partir libremente, sin ninguna
sanción. Para acabar, los malos, mistificadores del pueblo, que no han resistido a ninguno de los
pesos, serán castigados corporalmente o condenados a muerte, según el caso, por la espada, por
la cuerda, por el agua o por los azotes. Estas sentencias serán ejecutadas sin clemencia, como
ejemplo".
En este instante, nuestra Virgen rompió su bastón. La otra virgen, apenas terminada la
lectura, sopló en la trompeta y avanzó con gran deferencia hacia los que estaban detrás de las
colgaduras.
No puedo evitar revelar aquí al lector algo relativo al número de prisioneros. Los que habían
resistido una pesa eran siete; veintiuno equilibran dos pesas; treinta y cinco, tres pesas; treinta y
cinco, cuatro pesas; veintiuno, cinco pesas y siete habían resistido seis pesas. Entre los que habían
llegado a la séptima pesa, pero no habían resistido, se encontraba el que yo había liberado. Por
otra parte, numerosos eran los que habían fracasado totalmente, pues para muchos, todas las
pesas habían descendido.
Había anotado todo y descontado con cuidado en mi cuaderno, cuando estaban ante
nosotros como ya he indicado. Era realmente sorprendente que entre todos los que tenían un
cierto peso, no había uno idéntico a otro. Pues si treinta y cinco habían resistido tres pesas, uno
equilibraba las pesas una, dos, tres; otro las pesas tres, cuatro y cinco; un tercero las pesas cinco,
seis y siete, y así sucesivamente, de manera que, por curioso que parezca, entre los ciento
veintiséis encontrados demasiado ligeros, ninguno era semejante a otro. Sin embargo, yo podría
decir el peso de cada uno de ellos si el tiempo lo permitiera. Espero, no obstante, que este
aparecerá claramente más tarde, así como la explicación.
Terminada la lectura de esta sentencia, los señores se alegraron mucho, pues no habían
osado esperar una sentencia tan clemente, después de semejante severidad. Así que dieron más
de lo que se les exigía, se desprendieron de sus cadenas, joyas, oro, plata y otras cosas, de todo lo
que tenían encima, y se marcharon respetuosamente.
Aunque se prohibió a los servidores reales burlarse de nadie al marchar, algunos burlones
no pudieron contener su risa. Desde luego, era bastante risible verles desaparecer lo más
rápidamente posible, sin mirar para atrás. Algunos pidieron que se les mandara el catálogo
prometido, certificando que, para sus libros, actuarían según el deseo de su Majestad. Se les
aseguró de nuevo su envío. En la puerta se les hizo beber un trago de olvido, a fin de que nadie
recordara su infortunio. A causa de su discernimiento se les dejó pasar, pero ya no debían volver
jamás de esta manera. Sin embargo, si algo les fuera revelado, y esto servía también para otros, se
les acogería gustosamente como invitados.
Entretanto, se había desnudado a algunos e, incluso en esto, se hicieron distinciones de
acuerdo a los méritos de cada uno. Algunos eran enviados desnudos, sin más castigo; a otros les
ataron campanillas y cascabeles, y algunos incluso fueron expulsados a latigazos. En suma, había
tal diversidad de castigos que no puedo citarlos todos aquí. Por fin, llegó el turno de los últimos.
Esto llevó más tiempo pues antes de ahorcar a unos, decapitar a otros, ahogar o ejecutar de otras
maneras a otros, pasó mucho tiempo. Durante la ejecución, las lágrimas me fluían
abundantemente de los ojos, no a causa del castigo, merecido por su impudicia, sino por el
pensamiento de la pequeñez humana, que hace que nos ocupemos siempre de lo que está
sellado para nosotros tras la primera caída.
Así fue como se vació el jardín que rebosaba de gente un momento antes, quedando sólo
los soldados. Cuando todo hubo terminado, se hizo un silencio que duró cinco minutos, y
apareció un unicornio de gran belleza, blanco como la nieve, que llevaba un collar de oro en el
que estaban grabados algunos caracteres. Avanzó hacia la fuente y se arrodilló sobre las patas
delanteras, como para rendir homenaje al León, que estaba tan inmóvil encima de la fuente, que
yo lo había confundido con una estatua de piedra o de bronce. Este cogió rápidamente la espada
desenvainada que tenía entre sus garras y la rompió por la mitad, de forma que los trozos, me
pareció, cayeron a la fuente. Después rugió, hasta el momento en que una paloma blanca vino a
traerle una rama de olivo que tenía en su pico; el león la tragó rápidamente, con lo que quedó
satisfecho. El unicornio regresó a su sitio, lleno también de alegría.
A continuación la Virgen nos hizo descender del estrado por la escalera de caracol y nos
inclinamos una vez más ante la cortina. Debimos lavarnos la cara y las manos en la fuente y
después, en el mismo orden, esperar un instante a que el Rey regresara a la sala por un pasaje
secreto; a continuación también fuimos conducidos fuera del jardín, al lugar donde morábamos
anteriormente, al son de una música maravillosa, con pompa y magnificencia, mientras
charlábamos amigablemente. Esto ocurría hacia las cuatro de la tarde.
Para ayudarnos a pasar el tiempo agradablemente, la Virgen nos asignó un paje a cada
uno: No sólo estaban suntuosamente vestidos sino que eran notablemente instruidos hasta tal
punto, que discurrían sobre una infinidad de materias tan sabiamente, que sentíamos vergüenza
de nosotros mismos. Se les ordenó que nos llevaran a visitar el castillo -sólo ciertos lugares
determinados- y que nos distrajeran, teniendo en cuenta nuestros deseos en la medida de lo
posible. Después la Virgen se despidió de nosotros diciendo, para consolarnos, que nos
acompañaría en la cena, a fin de celebrar a continuación la ceremonia del colgado de las pesas.
Nos rogó que esperásemos pacientemente hasta mañana, día en que seríamos presentados al
Rey.
Cuando se marchó, cada cual hizo lo que quiso. Unos contemplaban las hermosas
inscripciones, que copiaron preguntándose sobre sus extraños caracteres. Otros se reconfortaron
comiendo y bebiendo. En cuanto a mí, me hice guiar por mi paje a través del castillo con mi
compañero, visita que jamás lamentaré en toda mi vida. Entre otras muchas antigüedades
espléndidas, se me mostró la cámara funeraria del Rey, donde aprendí más que en todos los
libros del mundo. Había allí un fénix magnífico, sobre el cual publiqué un tratado hace dos años.
Tengo la intención de publicar también tratados particulares sobre el león, el águila, el grifón, el
halcón y otros, pues podrían ser útiles para algunos, y adjuntaré croquis y descripciones.
Lamentaba que mis otros compañeros hubiesen desaprovechado el poder contemplar estos
preciosos tesoros; pero, al mismo tiempo, pensaba que era la voluntad de Dios quien así lo había
decidido.
De hecho, gracias a mi paje, había tenido mi mayor alegría; ya que en efecto, cada uno,
siguiendo sus disposiciones, había sido conducido por su paje a los lugares que le gustaban.
Ocurrió que fue al mío al que confiaron las llaves que me hicieron beneficiario, antes que a todos
los demás, de esas felices circunstancias. Pues, aunque mi paje invitó a otros a visitar las tumbas,
creyeron que éstas estaban en un cementerio y que, si había algo que valiera la pena ver, siempre
podrían ir en otro momento. No privaré a mis alumnos agradecidos el que puedan contemplar
los monumentos que ambos hemos reproducido, de los que hemos copiado las inscripciones.
Se nos mostró, a ambos, la admirable biblioteca, tal como era antes de la reforma.
Aunque mi corazón se regocije cada vez que pienso en ella, no deseo hablar más que un poco de
la misma, pues su catálogo aparecerá pronto. A la entrada de esta pieza, se encontraba un gran
libro, como jamás había visto, conteniendo la reproducción de todas las figuras y sañas, de todos
los pórticos, de todas las inscripciones y enigmas, etc., existentes en todo el castillo.
Aunque hubiésemos prometido hablar de ello también, quiero guardar todavía esto para
mí, y aprender primero a conocer mejor el mundo. En cada libro estaba pintado el retrato de su
autor. Creí comprender que muchos de estos libros debían ser quemados, a fin de que
desaparezca el menor recuerdo de estos dignos personajes.
Después de habernos esforzado por comprender todo, íbamos a salir cuando un paje se
aproximó al nuestro, le cuchicheó algo al oído, se le dio inmediatamente las llaves, con las que
subió las escaleras de caracol.
Nuestro paje, muy demudado, nos contó, ante nuestra insistencia, que su Majestad no
quería que nadie viese la biblioteca y las tumbas. Por consiguiente, nos pidió, si apreciábamos su
vida, que no habláramos de ello con nadie, pues él ya había negado el hecho y que las
hubiésemos visitado. Ambos oscilamos entre la angustia y la alegría, pero el hecho quedó oculto y
ya nadie supo de ello.
Habíamos pasado tres horas en los dos lugares, lo que jamás he lamentado.
Sin embargo, habiendo sonado las siete, no se nos llamó a comer. Pero nuestra hambre
era soportable, gracias a las renovadas distracciones y, con semejante recibimiento, habría
ayunado gustoso durante toda mi vida.
Entretanto se nos mostró bellas fuentes, minas y diversos talleres llenos de obras de arte,
cada una de las cuales sobrepasaba a todas las nuestras reunidas. Estas salas estaban dispuestas en
semicírculo, a fin de que confluyesen sobre el precioso reloj, que decoraba el centro de una torre
magnífica, y poder orientarse sobre el curso de los planetas que se encontraban maravillosamente
representados en él. Allí comprendí nuevamente, sin dificultad, lo que falta a nuestros artistas,
aunque no sea mi tarea informarles de ello.
Al fin, llegué a una sala espaciosa que ya se había mostrado hacía bastante tiempo a los
demás. En medio se encontraba un globo terrestre de un diámetro de 30 pies. Casi la mitad de la
esfera estaba bajo el suelo, a excepción de una pequeña parte recubierta de escalones. Dos
hombres hacían pilotar fácilmente el globo sobre sus goznes, de forma que siempre se veía la
parte situada por encima del horizonte. Aunque comprendí inmediatamente que este globo tenía
una utilidad determinada, no llegaba a descubrir para qué servían los anillos de oro fijados en
diversos lugares.
Mi paje se puso a reír y me aconsejó que los examinara atentamente. Acabé por descubrir
que el oro marcaba igualmente mi patria. Mi compañero buscó entonces la suya e hizo el mismo
descubrimiento. Ocurría lo mismo para la patria de todos los que habían permanecido allí.
Entonces el paje nos informó, que la víspera el viejo Atlas (así se llamaba el astrónomo) había
mostrado a su Majestad Real que todos los puntos de oro correspondían perfectamente a la
patria de cada uno. Por ello, viendo que yo me subestimaba, aunque mi patria estaba marcada
con un punto, había persuadido a uno de los capitanes para que solicitara que fuésemos también
colocados en la balanza, sin daño para nosotros cualquiera que fuese el resultado, puesto que la
patria de uno de nosotros mostraba un signo particularmente favorable. Y no era sin alguna
razón, que el paje que tenía más poderes me había sido atribuido. Yo mostré un gran
agradecimiento y miré con mucha atención a mi patria, descubriendo que junto a los anillos había
algunos hermosos trazos, lo que sin embargo no lo digo para alabarme o vanagloriarme. En este
globo, vi todavía muchas otras cosas que no quiero hacer públicas. Cada uno debe comprender
por sí mismo por qué cada ciudad no tiene un filósofo.
A continuación, el paje nos hizo entrar en el globo. Estaba hecho de tal forma, que en el
espacio que representaba el mar, se encontraba una placa que ocupaba el menor espacio posible,
sobre la que estaban indicadas tres misiones y el nombre del constructor. Se la podía levantar con
precaución y acceder, por una pasarela, al centro donde había sitio para cuatro personas. No
había apenas más que una plancha redonda donde sentarse y desde la que observar las estrellas,
incluso en pleno día (oscurecía ya en estos momentos). Me parecieron puros carbuncos que
irradiaban con tal esplendor, con un orden y una trayectoria tan perfectas, que yo no hubiera
querido irme de allí.

INTRODUCCIÓN

Quien se sumerge en la elaboración del trabajo gnóstico, descubre que es comparable a la


subida de una escalera. En cada instante, es posible escalar un nuevo peldaño de la escalera de
caracol de la torre, y mirar de vez en cuando por las ventanas, siempre en ascenso, nuevas
perspectivas que dejan mudo de agradecimiento y aclaran de forma sorprendente nuestra
comprensión de las vías de salvación. Así pues, henos aquí al principio de una serie de
exposiciones sobre las experiencias que realizó Cristian Rosacruz en el camino de las Bodas
Alquímicas, como si nosotros mismos estuviésemos invitados a este extraordinario banquete. Y
quizás muchos lectores, así lo esperamos, descubrirán rápidamente que no pueden permanecer
como meros espectadores. Un contacto, cualquiera que sea, con la realidad viva de la que hablan
las Bodas Alquímicas, jamás deja de ejercer una influencia estimulante en el buscador verdadero,
y de despertar en él el deseo de participar verdaderamente en su propia vida. Por ello, lector,
partamos juntos como si acompañásemos a Cristian Rosacruz en su viaje, con un anhelo
creciente en el alma, y preparémonos para ver desvelar los misterios que encierran un nuevo
campo de vida de la mayor importancia para nosotros, el nuevo campo de vida de la Escuela de
los Misterios, el tercer Templo entre los tres Templos, nuestra morada desde el mismo instante
en que somos alumnos, por el lazo establecido con la Escuela Espiritual actual, pero donde
quizás no podemos entrar aún de forma consciente, porque el nacimiento de la luz, el
renacimiento del Alma, no se ha producido todavía en nosotros.
Ciertamente, existe ya una interacción entre nosotros y el nuevo campo de vida, la nueva
morada, la nueva Jerusalén. Esta interacción tiene lugar gracias a la radiación de la luz gnóstica y a
nuestro contacto con los hermanos y hermanas que se encuentran ya en el nuevo estado de ser.
En el curso de los acontecimientos futuros, esta interacción tendrá aspectos y efectos diferentes,
porque, bajo la influencia de los planetas de los Misterios, se producirán importantes procesos,
que conciernen tanto a cada alumno en particular como al grupo en su conjunto.
Los acontecimientos y declaraciones futuras serán pronto de una gran importancia para el
grupo, y para cualquiera que esté preparado. Pero para quienes permanezcan en actitud de
observar y esperar, se arriesgan a tener grandes dificultades, muy desconcertados y muy
engañados. Pues se debe tener muy en cuenta, que cuando aparezca el Esposo, todos los
invitados reunidos en la sala de Bodas habrán encendido su lámpara, la llama del Alma nueva, y
se habrán provisto de aceite en cantidad suficiente.
Por ello, para prepararnos para los sucesos futuros y tomando la antorcha en recuerdo de
Johann Valentín Andreae, vamos a hablar del camino que conduce al nuevo campo de los
Misterios gnósticos y de sus efectos, sobre todos los que le siguen. Lo haremos basándonos en las
Bodas Alquímicas de Cristian Rosacruz. Es uno de los títulos clásicos más conocidos de la
Fraternidad de la Rosacruz y, podemos añadir, uno de los más controvertidos. Pues son
innumerables los que han escrito, polemizado y divagado a propósito de esta obra. Se han
levantado inflamadas discusiones en cuanto a su valor y significado; se han acumulado los
interrogantes sobre su contenido. ¿Cuál era la intención del autor? ¿Era serio o bromeaba? Se
inclinaban por esta última hipótesis, sobre todo porque Johann Valentín Andreae pasaba por
haber escrito esta obra a la edad de 16 años; pero también porque el tema es tratado bajo forma
de una historia fantástica, que en nuestra época sería un buen argumento para sobresalir.
Ahora bien, las Bodas Alquímicas describen de forma detallada, concreta y luminosa,
todas las iniciaciones de C.R.C., y esto tan claramente que no se podría imaginar mejor; se dan
todas las explicaciones, sin omitir una sola particularidad.
¿Quién era, o más bien, quién es Cristian Rosacruz? Es el prototipo del Hombre
verdadero, del Hombre nuevo, del Hombre original, el verdadero cristiano , que ha liberado a
Cristo en él, recorriendo el camino de la Cruz en la fuerza de la Rosa.
El camino que debe seguir el hombre dialéctico en ruta hacia la liberación, es el camino
de la Gnosis quíntuple. Y es el camino de la Cruz. La Cruz es el encuentro de dos líneas de
fuerza diametralmente opuestas. Ella significa un cambio total, una transformación de las fuerzas,
una transmutación alquímica.
La Rosa, en nosotros, debe ser unida a su verdadero campo de vida, el campo de la
inmortalidad. La Rosa debe ser liberada por el camino de cruz de la transfiguración. Por ello
hablamos de Rosacruz. Esta obra debe realizarse en la fuerza de Cristo, la fuerza
electromagnética de la Vida Universal. Por ello, el hombre que sigue realmente este camino y va
hasta el final, es un Cristian Rosacruz.
Somos Rosacruces cuando recorremos el Camino hasta el final. Llegamos a ser
Rosacruces cuando nos comprometemos en ello. Y quien comienza a caminar en el Camino
realiza naturalmente todo tipo de experiencias. Para todos, es muy importante saber si estas
experiencias, y sus consecuencias, son justas, si corresponde al Camino, si de día en día, en cada
paso, las reacciones son buenas.
Pues todo alumno que recorre el Camino encuentra en las Bodas Alquímicas sus propias
experiencias y sus consecuencias, como si fuese un resumen extremadamente fiel de su propia
ruta. El lenguaje, el contenido y el plan del libro responden completamente a esta intención. Pero
quien no quiere seguir este Camino, quien no tiene la menor intención de ello, no comprende
absolutamente nada del mismo. Puede tener ideas sobre todo y disertar abundantemente de ello,
pero permanece completamente al margen.
Cuando se sigue el Camino, por consiguiente se realiza la experiencia, es imposible
explicar todas las sutilidades a un observador exterior. Esta obra, en realidad, no se ha escrito en
absoluto de una manera velada, como piensa el observador exterior. Para quien recorre el
Camino, es una clara confirmación de sus propias experiencias.
Ahora se podría preguntar: Entonces, ¿es sensato hablar de ello, ahora, a los que todavía
no hacen la experiencia? He aquí nuestra respuesta: este libro quiere ser una llave del Camino.
Ahora bien, quien tiene conciencia de haber recibido una llave, sabe también que existe una
puerta que esta llave abre; y allí donde hay una puerta, hay una casa. Esta casa es la morada de la
humanidad. De esto es de lo que queremos hacerles conscientes. Es la casa que Cristo llama "La
Morada de mi Padre".
Las Bodas Alquímicas describen el Camino que conduce a esta Morada y nos hace entrar
en ella. Existen tres vías para comprender las Bodas Alquímicas con éxito:

- la del portador de llave,


- la del principiante
- la de la experiencia vivida.

El portador de llave sabe que le espera una casa, que le ha sido destinada una herencia.
En cada instante en que él lo quiere seriamente, puede acceder a la casa. Por tanto, el portador
de llave es ya rico, pues posee ya el conocimiento, aunque sea parcial.
El principiante abre la puerta y ve inmediatamente confirmadas sus suposiciones iniciales.
Con la visita de las primeras habitaciones, sabe ya, sin grandes especulaciones, como será el resto
de la casa.
Quien ha experimentado, encuentra todo confirmado de una forma que supera con
mucho sus suposiciones y sus esperanzas. Así llega a ser poseedor.
A todo lo largo de este triple proceso, las Bodas Alquímicas pueden ser un guía, pero
sólo para aquel o aquella que realiza esfuerzos serios.
Ciertamente, ya se ha dicho, el tema de la obra es totalmente fantástico. Durante siete
días, Cristian Rosacruz participa en ceremonias y pruebas variadas, para llegar a ser al final
Caballero de la Piedra de Oro. Los siete días están precedidos de un prólogo y de un sueño. A
continuación, nos encontramos con largas descripciones novelescas, entre las que se encuentra el
pesaje de las virtudes de cada candidato. Muchos reyes, emperadores y señores no resisten el
primer juicio, la primera pesa, y son expulsados después de haber recibido diversos castigos.
Los sabios y los nobles son ridiculizados, los piadosos señores y pretendidos magos
presentados como impostores, trabajadores de una pseudo piedra de los sabios, y son expulsados
del platillo de la balanza a varazos y latigazos.
Otros son jactanciosos; uno oye celestes murmullos, un segundo contempla el mundo de
las Ideas de Platón, un tercero cuenta los átomos de Demócrito, un cuarto ha inventado el
"perpetuum mobile", el movimiento perpetuo. Pero no conocen la renuncia a todo instinto del
yo, a toda jactancia y vanidad. En ninguno están muertos los deseos, de muerte natural.
Sólo una gran modestia y el conocimiento del yo hacen triunfar a C.R.C.
Y cuando, al final de las pruebas, debe grabar su nombre en una pequeña capilla, escribe:

"El mayor saber, es saber que no sabemos nada".


EL

PRIMER DÍA

DE LAS

BODAS ALQUÍMICAS
Primer Día

Una noche, la víspera de Pascua, estaba sentado ante mi mesa y, después de haber conversado
con mi Creador mediante una humilde oración, como tenía por costumbre, y de haber meditado
profundamente sobre los grandes misterios (por los que el Padre de la Luz me había mostrado
ampliamente su Majestad), iba a preparar en mi corazón un pan ácimo puro, con mi querido
Cordero pascual, cuando de repente, un viento impetuoso se levantó con una violencia tal que
creí ver desmoronarse la montaña bajo la que había excavado mi morada. Sin embargo, como
nada parecido me había ocurrido por tentativa del diablo (el cual me había atormentado muchas
veces), recuperé el valor y proseguí mi meditación hasta el momento en que, de forma inhabitual,
alguien me tocó la espalda, lo que me espantó hasta tal punto que, aunque al mismo tiempo
sintiera un gozo como no puede conocer la flaqueza humana sino en parecidas circunstancias, no
me atreví a volver la cabeza. Terminé sin embargo volviéndome, pues continuaban tirando de
mis ropas reiteradamente. Una maravillosa forma de apariencia femenina se encontraba allí,
cubierta con un vestido azul suntuosamente constelado de estrellas de oro, como el cielo. En su
mano derecha llevaba una trompeta de oro puro, en la que estaba grabado un nombre, que
llegué a leer pero que me está prohibido revelar; en su mano izquierda, tenía un grueso paquete
de cartas escritas en todas las lenguas, que debía distribuir, como supe más tarde, en todos los
países.
Tenía unas alas grandes y magníficas, completamente cubiertas de ojos, gracias a las
cuales podía elevarse en los aires y volar más rápido que el águila.
Quizás hubiera podido observar otros detalles que la concernieran, pero como se quedó
junto a mí muy poco tiempo, y yo aún estaba aterrorizado y sorprendido, no me fijé en más.
Apenas me había vuelto, buscó en su paquete de cartas y encontró al fin una pequeña carta que
depositó con respeto en mi mesa; después desapareció sin decir una sola palabra. Mas al alzar su
vuelo, tocó tan fuerte su bella trompeta que el sonido resonó por toda la montaña, y no pude oír
mi propia voz durante casi un cuarto de hora.
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

LA VÍSPERA DE PASCUA

La narración comienza una noche, la víspera de Pascua.


Toda narración de este género debe comenzar así. Usted sabe que Pascua es la fiesta de
la Resurrección. Y puesto que su celebración es cercana al 21 de Marzo, fecha en la que el Sol
entra en la estación de la primavera, se puede considerar con derecho como la fiesta del
renacimiento de la naturaleza. Acabado el invierno, la primavera llega. Y sabemos con certeza
que esta fiesta se celebra desde hace millones de años. Evidentemente ha sido adornada con todo
tipo de etiquetas religiosas, pues con su celebración, se daban gracias a los dioses.
En la actualidad, la celebración de la Pascua en las diversas iglesias se acompaña con
numerosas charlas insustanciales sobre la resurrección de Cristo. Por otra parte, durante este
tiempo, en la iglesia, todo el mundo piensa en el hecho histórico: "Hace mucho tiempo, el Cristo
ha resucitado de entre los muertos", o bien, inconscientemente, en los huevos de Pascua, en los
dulces, en las deliciosas comidas que nos esperan, etc... Así pues, todo el mundo está sometido a
un acontecimiento natural y nadie escapa a ello.
Sin embargo, el comienzo de las Bodas Alquímicas contempla algo muy diferente.
Todo ser humano no hace sino prepararse sin cesar para la fiesta de la resurrección.
Todo ser humano se prepara para el futuro, en un plano puramente dialéctico y social. Lo que es
realmente necesario dado que vivimos aquí, en este mundo, el mundo del espacio-tiempo, en el
que cada uno debe prever diariamente el porvenir. En algunas horas el "hoy" se convierte en el
"ayer" y el "mañana" se vuelve el "hoy". Esto es inevitable. Y como, en el mundo del
espacio-tiempo, esta espera del porvenir es lo único que poseemos, estamos pues desprovistos de
todo, y somos pobres como Job.
C.R.C. no habla de la resurrección cotidiana en el plano dialéctico, sino que contempla la
resurrección en el nuevo campo de Vida, la Vida original, Vida hacia la que se dirige la Escuela
Espiritual. Cuando un hombre posee tal aspiración, cada día es para él "la víspera de Pascua".
Animado por este anhelo cotidiano, sabe que, en efecto, este día llegará. No se puede
decir otro tanto, ni de lejos, de los deseos dialécticos; este es el motivo por el que la lucha se
perpetua en este mundo.
No obstante, muchos alumnos de la Escuela Espiritual, asumiendo naturalmente los
deberes inevitables de la existencia ordinaria, alimentan un deseo superior, el de entrar en la Vida
nueva. Razón por la que siempre se encuentran en "la víspera de Pascua".
Para este tipo de alumnos, la orientación reviste un aspecto muy particular en la vida
presente. Pues saben que son llamados, por la Escuela, a entrar en el Reino gnóstico. Resulta
evidente que este Reino no es solamente la Escuela en su aspecto exterior, público, sino
especialmente el Templo de los Misterios, el nuevo campo astral del Reino del Alma, el Templo
unido a la Escuela interior, el Templo que Ella ha edificado de nuevo. Cada alumno sabe que
este nuevo Templo de los Misterios le llama. Además, sabe que esta llamada tiene un carácter
muy personal. Por tanto, se trata que de haber oído la llamada general, se prepare para la llamada
personal.
Cristian Rosacruz menciona ésta preparación personal mediante la expresión: "Preparar,
con su Cordero pascual, un pan puro y sin levadura".
Ahora, si experimenta este anhelo nuevo y actual, si lo siente aunque sea un poco, sepa
que ello conlleva una búsqueda, una búsqueda con vistas a satisfacerlo. Todo deseo engendra una
tendencia a satisfacerlo, a saciarlo. Quien conoce este deseo superior y esta búsqueda, quien está
ya en la víspera de Pascua, está ocupado en preparar, con su Cordero pascual, un poco de pan
puro y sin levadura. Pues, conociendo ya algo de su deseo de realización, y buscando por
consiguiente satisfacerlo, experimenta toda clase de decepciones en sus esfuerzos para alcanzar su
objetivo.
El éxito no es inmediato. Las decepciones son necesarias para aprender lo que es útil y lo
que no lo es. A continuación se produce una clarificación, una purificación. Pero después de
numerosos intentos para preparar un "pan puro", a menudo, en un momento dado, llega el éxito.
La Luz gnóstica nos toca, a nosotros, alumnos, y se mezcla con las fuerzas dialécticas, lo que
siempre desencadena un proceso de fermentación. En este momento, nuestra tarea consiste en
crear, en establecer una nueva base de vida con la Fuerza de Luz gnóstica, y esto fuera del
proceso de fermentación.
Si se persevera en el esfuerzo, esta búsqueda, esta preparación y todas las situaciones que
resultan del deseo superior, reciben de repente una respuesta: se levanta un viento tan impetuoso
que el candidato se pone a pensar: "¡La montaña en la que está excavada mi morada va a volar en
pedazos bajo su violencia!"
Se debe comprender correctamente el significado de esta tempestad. Se trata de una
tempestad magnética. Todo hombre vive de una cierta fuerza astral, de un cierto campo
magnético. La tempestad en cuestión se desencadena con la recepción de influencias nuevas, por
la entrada en unión con un campo magnético diferente, cuyas radiaciones son completamente
opuestas a las de la naturaleza ordinaria. Experiencia evidentemente muy notable y siempre
extremadamente inquietante. Las radiaciones de este otro campo magnético son asimiladas por el
corazón. Sus ondas y vibraciones nos impregnan con una fuerza que corresponde con la pureza
de nuestra sangre, con el grado de pureza de nuestra aspiración. El acontecimiento no tiene lugar
una sola vez, sino muchas veces, como atestigua la narración de Cristian Rosacruz. Esto no es
nuevo para él, por lo que no le inquieta.
Acontece que algunos, que sufren la tempestad magnética por primera vez, experimentan
tal angustia que rechazan, o hacen que muera en ellos, el puro deseo; después de lo cual llevan
una vida muy desgraciada.
Si los esfuerzos son cotidianos, tal contacto tiene lugar varias veces, después de lo cual
cesa. Numerosas tempestades se desatan y luego pierden su fuerza. Pero cuando un buscador de
la vida nueva se armoniza sin cesar, de manera más o menos correcta, con su deseo superior,
llega un momento en que la tempestad se desencadena, persiste y ya no se calma. Las radiaciones
del nuevo campo magnético ya no le abandonan. Permanecen sin cesar alrededor de él, en él y
toman la dirección de su vida.
A partir de ello, participamos en dos campos magnéticos. El nuevo influjo tiene por
nombre "Virgo Lucifera", la Virgen portadora de la Luz. Pues bajo su influencia, por su contacto
permanente, nace la Vida nueva en el nuevo Templo.
Antes de conseguirlo, deben ocurrir muchas cosas. Pero las bases han sido puestas, las
posibilidades existen, por lo que la entrada al Templo se ha presentado como una invitación a la
que uno puede consagrarse.
Pues bien, en un sentido o en otro, todos los alumnos de la Escuela Espiritual reciben la
invitación. Muchos, por su aprendizaje han recibido una invitación exterior, que es también una
unión. Muchos conocen la violencia de las tempestades magnéticas, y pueden decir que han
recibido una invitación interior.
De cualquier forma que sea, todos los que quieren participar de la Vida nueva, deben
prepararse en el menor tiempo posible para recibir semejante invitación.
¡Pues el momento ha llegado!
Tan desdichado era que, no sabiendo que partido tomar ante esta imprevista aventura, caí
de rodillas y pedí a mi Creador que me salvaguardara de todo lo que amenazara mi salvación
eterna; a continuación, lleno de angustia y temor, cogí la carta que encontré tan pesada como si
toda ella fuera de oro macizo. Examinándola con atención, descubrí el minúsculo sello que la
cerraba, sobre el que estaba finamente representada una cruz, con esta inscripción: "In hoc signo
+ vinces" (Con este signo, vencerás). Este descubrimiento me tranquilizó plenamente pues sabía,
con certeza, que al diablo no le agradaría este sello y que, por otra parte, no lo usaba. Abrí la
pequeña carta con precaución y encontré escrito, con caracteres de oro sobre campo azul, los
siguientes versos:

Ha llegado el día, ha llegado el día,


Para quien puede presentarse a las Bodas del Rey.
Si has nacido para participar en ellas,
Elegido por Dios para la alegría,
Puedes escalar la montaña
Donde se erigen tres templos
Y allí contemplar el Prodigio.
Sé vigilante,
Examínate.
Si no te has purificado
Las Bodas, ciertamente, te dañarán.
Quien no lava sus pecados
Será encontrado demasiado ligero.

Al pie figuraba:

"Sponsus et Sponsa" (El esposo y la esposa)


Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

LA CARTA DE INVITACIÓN

Después de la explicación de la primera página de las Bodas Alquímicas, es probable que


comprenda sin dificultad la segunda. Ahora conoce el origen de lo que usted experimenta bajo el
nombre de "tempestad". Es un toque magnético nuevo, muy particular, que se ha hecho posible
por una purificación previa, la purificación del buscador del Templo de los Misterios. Gracias a
esta purificación, el ser se vuelve sensible al toque, de forma consciente. El punto de contacto es
la rosa del corazón, único punto posible hasta que el santuario de la cabeza y el sistema
magnético del cerebro, no están separados totalmente del campo magnético ordinario del mundo
dialéctico.
El toque consciente se experimenta ahora como una llamada. Resuena como un sonido
de trompeta que nos traspasa. En muchos textos sagrados se habla de esta llamada. Leemos en
ellos como la voz de Dios resuena en la tempestad, en medio del trueno o de otros fenómenos
naturales; la violencia del contacto magnético lanza al candidato a la confusión, porque ninguno
de sus órganos está adaptado a las radiaciones que vibran a través de su cuerpo. Soporta estas
radiaciones, pero ni uno sólo de sus órganos puede reaccionar a ellas.
En tan imprevista aventura, no se sabe qué hacer. Por esto, cada uno reacciona de forma
totalmente personal.
C.R.C. se dispone a rezar, se podría decir que pide auxilio a la Fraternidad. Todo alumno
puede hacer esta petición, esta súplica, esta oración; todo alumno verdadero es digno de ella.
En esta disposición C.R.C. coge la carta de invitación en su mano.
El toque deja huellas y el candidato ya no será jamás el hombre de antes. Se puede decir
que quien ha sido llamado una vez lleva un signo, un sello, una cicatriz, una quemadura, una
marca en el santuario del corazón, exactamente en el esternón, el espejo del corazón (la palabra
"esternón" significa: irradiante).
Quien ha sido marcado así, permanece siempre receptivo a otros toques del nuevo
campo magnético. Está abierto a la Gnosis: el capullo de rosa ha florecido, se ha abierto. Quien
ha llegado hasta ahí, ya no puede retroceder. Marcado por la Fraternidad, llevará siempre el sello
de la Orden en los glóbulos rojos de su sangre. Por esto, C.R.C. encuentra este sello sobre la
carta, sello en el que está grabada una cruz con esta inscripción: "Con este signo vencerás". Quien
está marcado con el sello de la Fraternidad está tranquilo y con razón. En efecto, es el símbolo de
la Orden, símbolo incontestable. Esta marca en la sangre y en el cuerpo, permite reconocer a los
demás y ser reconocido.
Es comprensible que sea por este símbolo y en él como se triunfa. Ya que no es una simple
marca exterior, sino la prueba del toque y una base de construcción. Quien construye sobre esta
base no puede ser engañado y todo mal y todo peligro huyen ante la aparición de este signo,
hecho que hay que tener en cuenta. Es, pues, un signo de reconocimiento, al mismo tiempo que
un signo protector, un amuleto. Se comprende ahora el origen de las narraciones y leyendas
sobre los amuletos y piedras mágicas.
Que C.R.C. reciba una carta no tiene nada de particular; en las Sagradas Escrituras abundan
imágenes parecidas donde Dios, la Gnosis, "escribe en el corazón". Pablo dice en la segunda
epístola a los Corintios: "Sois una carta de Cristo" y habla "de las tablas de carne del corazón" y
Pedro de "la persona oculta en el corazón".
Cuando un hombre ha sido tocado, cuando ha recibido la marca de la Orden, debe entonces
poder leer la carta y comprender el sentido del contacto. Generalmente pasa mucho tiempo antes
de que descubramos que hemos recibido una carta. Pero es mucho mejor comprenderlo pronto
pues antes se reacciona, con lo que podemos evitar así muchos peligros.
C.R.C. comprende inmediatamente la intención de la carta y la traduce como sigue:

Ha llegado el día, ha llegado el día,


Para quien pueda presentarse a las Bodas del Rey.
Si has nacido para participar en ellas,
Elegido por Dios para la alegría,
Puedes escalar la montaña
Donde se erigen tres templos
Y allí contemplar el Prodigio.

Recordemos que la obra tiene por título: "Las Bodas Alquímicas de C.R.C.".
En ella se trata del proceso de la transfiguración, de la regeneración de todo el ser, de una
elevación al campo de Vida original, de una unión con este campo de Vida para la transfigu-
ración. Para que la fiesta pueda empezar, es preciso ser digno, debe haberse nacido para ella. Y
se ha nacido para ella, se ha sido designado para ella, cuando se lleva el sello de la Orden grabado
en el esternón. En cuyo caso, el Camino está libre, se puede recorrer y escalar la montaña donde
se erigen tres templos.
La Orden posee tres Templos. El Templo es un taller de trabajo, un lugar de servicio,
donde se exige una ardua labor.
El primero es el Templo de la Fe: de la comprensión y de la rendición del yo.
El segundo es el Templo de la Esperanza: de la santificación y de la regeneración.
El tercero es el Templo del Amor: de la realización.
En el primer Templo, el viejo hombre se constituye prisionero de la Gnosis, de las
fuerzas crísticas de salvación.
En el segundo Templo el viejo hombre disminuye por la endura, mientras crece en él el
Hombre nuevo, el Otro, el Inmortal.
En el tercer Templo, se realiza la obra y se celebra la Fiesta de la victoria, la Fiesta del
regreso.
Todo alumno debe atravesar estos tres talleres de trabajo, estos tres Templos.
Quien ha recibido el sello de la Orden puede y debe emprender la tarea, tarea inmensa y
maravillosa; pero que preste atención a la advertencia:

Sé vigilante,
Examínate.
Si no te has purificado,
Las Bodas, ciertamente, te dañarán.
Quien no lava sus pecados
Será encontrado demasiado ligero.

Esta advertencia llega en el momento preciso. Quien ha recibido el signo de la Orden


está preparado para seguir el Camino. En efecto, está abierto al campo magnético nuevo y puede
elevarse. Pero si quiere servir a dos señores a la vez, vivir de dos campos magnéticos opuestos,
todo su ser será extremadamente perturbado. Su vida se vuelve un infierno, su cuerpo un gran
tormento. Quien quiere vivir las Bodas Alquímicas de C.R.C. pero se aferra al mismo tiempo a
su antigua vida, descubre que el resultado es una unión aún mayor a la tierra. Es igualmente
imposible posponerlo para más tarde, diciéndose a sí mismo: "Aún un poco esto; otro poco
aquello". Se puede soportar la tensión de los dos campos magnéticos, con la única condición de
seguir la vía de Juan Bautista, de Juan el Precursor, el camino de quien reacciona directamente
diciendo: "El, el Otro, debe crecer y yo debo menguar".
Así pues, es preciso que el candidato tenga en cuenta el peligro lógico de la advertencia de
la carta. Ninguna persona llamada por la Orden es presionada. Cada uno puede seguir su propio
ritmo y cumplir sus deberes normalmente. Mas, una orientación y una perseverancia
consecuentes, en dirección al Objetivo, son absolutamente necesarias.
Leyendo esta carta estuve a punto de desvanecerme. Se me erizaron los cabellos y un
sudor frío bañó mi cuerpo. Comprendía que se trataba de las bodas que me habían sido
anunciadas, siete años antes, en una visión; esperadas desde hace tiempo con gran deseo y
previstas por cálculos y análisis extraídos de mis posiciones planetarias, no obstante, jamás había
supuesto que se acompañarían de condiciones tan severas y arriesgadas. Antaño, me había
imaginado que, en efecto, bastaría con presentarse a las Bodas para ser un huésped bien acogido
y estimado; y hete aquí que se me hablaba de una elección divina de la que, en lo que a mi
respecta, no me había sentido merecedor. Descubría también, cuanto más me examinaba, que en
mi cabeza sólo había incomprensión e ignorancia con relación a las cosas ocultas, que tampoco
era capaz de comprender las cosas más sencillas de mis ocupaciones cotidianas. Que todavía
estaba menos destinado, por mi nacimiento, a profundizar y conocer los secretos de la naturaleza.
A mi parecer la naturaleza podía encontrar, en cualquier lado, un discípulo más virtuoso a quien
confiar tesoros tan preciosos, aunque estuviesen sometidos al tiempo y al cambio. Descubrí
igualmente que mi cuerpo, mi comportamiento exterior y el amor fraterno a mi prójimo, no eran
aún verdaderamente puros y sin máculas.
Me parecía que el aguijón de la carne estaba aún presente en mí, dirigido especialmente
hacia la consideración y el lujo de este mundo y no hacia la salvación de mis semejantes. De tal
manera que calculaba sin cesar los medios para acrecentar rápidamente mi beneficio personal,
edificar grandiosas construcciones, inmortalizar mi nombre en este mundo, y mantenía muchos
otros pensamientos carnales del mismo tipo.
Sin embargo, fueron las oscuras palabras relativas a los tres templos las que me
preocuparon especialmente; incluso después de muchas reflexiones, no llegué a esclarecerlas y
quizás no las hubiera comprendido nunca sin una milagrosa revelación. Oscilando entre el temor
y la esperanza, no encontrando en mí más que impotencia y flaqueza (de forma que no podía
tomar una determinación y me inquietaba la invitación), acabé por recurrir a mi vía habitual más
segura: antes de abandonarme al descanso, hacer el profundo y ardiente ruego de que mi buen
ángel se me apareciera, por decreto divino, para guiarme en mi incertidumbre, tal y como ya me
había sido otorgado, algunas veces, anteriormente. Y una vez más ocurrió así, gracias a Dios, bajo
forma de una preciosa y severa advertencia para mi bien y para ejemplo y enmienda y para el
bien de mi prójimo.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

3
CRISTIAN ROSACRUZ ADQUIERE CONCIENCIA
DE SU PROPIA INDIGNIDAD

Cristian Rosacruz ha recibido su carta. Y a medida que va comprendiendo su significado,


le inunda un sudor frío. Reconoce al signatario de la invitación; sabía desde hacía tiempo como le
llegaría: por el deseo de la Gnosis, abriéndole su corazón. Pero ahora que la carta está ahí, se
siente terriblemente desamparado.
Póngase en su lugar.
Supongamos que usted también conociese la naturaleza de la invitación, que supiese
cómo le llegará; que su inteligencia y su orientación hacia la Escuela de los Misterios le
permitiesen comprender perfectamente de qué se trata; que estuviese totalmente informado y
que tuviese de ello una visión concreta. Dado que esta visión, esta imagen del porvenir se ha
concretado en la Escuela Espiritual, evocada mediante las palabras y los contactos mutuos y
llevada por el campo de fuerza de la Escuela.
Estamos seguros de que si ahora fuese tocado por las fuerzas magnéticas nuevas y el Sello
de la Orden estuviese grabado en sus glóbulos rojos, a nivel del esternón, se encontraría
igualmente extremadamente desconcertado.
Hablar, filosofar sobre los efectos de tal contacto, considerar el hecho como visionario, es
totalmente diferente a encontrarse ante el acontecimiento, sabiendo que no se trata de volver
hacia atrás. Contemple una vez más ese pasaje de la carta de invitación:

Sé vigilante,
Examínate.
Si no te has purificado,
Las Bodas, ciertamente, te dañarán.
Quien no lava sus pecados
Será encontrado demasiado ligero.

Finalizadas las ensoñaciones idealistas, hay que avanzar: si no se mueve o da marcha atrás,
surgirán dificultades, tales como males físicos y tensiones psíquicas. Mientras un alumno de la
Escuela Espiritual se obstine en idealizar el camino de la liberación o en hablar de él, no hace
más que ponerse un traje de iniciado, confeccionado por él mismo con todos sus sueños, y
mirándose al espejo dice: ¿Cómo me sienta?, en tanto que otro que hace lo mismo le responde:
¡No te sienta bien del todo!

¿Comprende usted hasta qué punto tales actuaciones revelan tan sólo teoría?

Quien ha recibido el sello es admitido en un proceso, en cuyo desarrollo el yo no puede


jugar otro papel que el de la rendición total, el de la endura, el del aniquilamiento, que debe
realizar en la fuerza de la Gnosis. El candidato es colocado en el centro del proceso con sus
cualidades interiores del momento, a pesar de sus faltas y defectos aún presentes.
Puede, pues, imaginarse la desolación de C.R.C. desde que recibió el sello.
¿Qué posee de hecho? Ciertamente el signo de la Orden está grabado sobre su esternón
pero, por lo demás, sólo comprueba la resistencia y ceguera existentes en él en lo concerniente a
las cosas ocultas, así como su incapacidad por comprender las cosas asequibles a sus sentidos
que, sin embargo, debe hacer cada día. Tiene la impresión de no valer nada y piensa que se
podrían encontrar candidatos mucho más aptos que él. Su cuerpo, su comportamiento exterior,
su amor al prójimo ¿son bellos y puros? ¿No le quedan deseos de las cosas de este mundo?
Sobre todo le sorprenden las oscuras palabras relativas a los tres templos, cuyo significado
se le escapa:
Un templo donde orar, lo que ya conoce.
Un templo en donde abandonarse a las meditaciones místicas, lo que igualmente conoce.
Un templo en donde reunirse, lo que también conoce.
Un templo en donde ir a escuchar, lo que asimismo conoce.
Pero ¿un templo que sea un lugar de trabajo, en el que entrar como obrero?

Así, el nuevo hermano o la nueva hermana oscila entre la esperanza y el temor. C.R.C. tiene
una gran angustia interior. Se examina constantemente pero sólo se halla debilidad e impotencia.
Consciente de no poder hacer nada por sí mismo, está desconcertado por la advertencia
amenazadora que acaba de leer. Razón por la cual recurre al medio más seguro que
habitualmente emplea: antes de reposar reza instantánea y ardientemente, con el fin de que su
buen ángel se le aparezca, por decreto divino, para guiarle en su incertidumbre; lo que sucede,
gracias a Dios, como a menudo anteriormente.
C.R.C. se somete a la única rendición del yo requerida a un verdadero alumno: no la
rendición en tanto que método cultural, sino el abandono de sí en la gracia, como en la desgracia,
con la esperanza de que el Camino le será mostrado interiormente.
Para terminar, aún algunas observaciones sobre el "buen ángel"
¿De qué o de quién se trata?
No podemos hablar en este libro ampliamente de ello pues el tema nos llevaría al
desarrollo de otra materia distinta. Basta con decir, que el ángel es una fuerza natural, un ser
natural que vive en el espacio de nuestro campo de vida, un punto focal del séptimo círculo aural.
El "buen ángel" en cuestión es una fuerza que se desarrolla, gracias a los intercambios que tienen
lugar entre un alumno y un centro-foco director del sexto círculo magnético.
Todos nuestros hechos y gestos dialécticos presentes y pasados, crean a nuestro
alrededor, en nosotros, un campo de fuerza. Lo mismo ocurre para toda la vida gnóstica.
De hecho, tenemos un buen ángel y un mal ángel que, en los momentos señalados de
nuestra vida, nos ayudan o nos dificultan. Llamar espontáneamente, ardientemente, a su buen
ángel es pues gritar con toda su alma: "Ya no sé qué debo hacer. Señor ¡ayúdame! Entonces llega
la respuesta de la Gnosis, por medio del campo de fuerza del Bien que se extiende a nuestro
alrededor.
Y el interesado recibe una impresión del Camino a seguir, generalmente en sueños o
mediante una visión.
Apenas me hube dormido, tuve la impresión de encontrarme en la torre oscura de una
prisión, atado con pesadas cadenas, junto con otros innumerables hombres. No había el menor
rayo de luz, y nos agitábamos como un enjambre de abejas, agravando aún más nuestra aflicción
los unos a los otros. Ninguno de nosotros podía ver nada, sin embargo percibía como algunos se
esforzaban en elevarse por encima de los demás, cuando sus hierros y sus cadenas eran tan sólo
un poco más ligeros. En verdad, nadie tenía mucha ventaja sobre los demás; estábamos
suspendidos, unos sobre otros, como un racimo de uvas.

Habiendo permanecido mucho tiempo juntos en esta miseria, tratándonos mutuamente de


ciegos y de presidiarios, finalmente oímos el sonido de numerosas trompetas, acompañadas de
redobles de timbales, ejecutados con una maestría tal que nos regocijó y reconfortó en nuestra
desdicha.
Al son de esta música, el techo de la torre fue levantado y cayó sobre nosotros un poco de
luz. ¡Habría que haber visto entonces esta agitación! Pululábamos en desorden, hasta el punto de
que quien estaba un poco por encima de los demás, caía bajo sus pies. Cada uno quería estar en
la posición más elevada y yo mismo, sin vacilar, a pesar de mis pesadas cadenas, luchaba por
desprenderme y me alcé sobre una piedra que pude alcanzar. Pero, también allí fui atacado por
los demás, defendiéndome como podía con manos y pies. Sólo teníamos un pensamiento: que
todos seríamos liberados.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

4
EL SUEÑO DE CRISTIAN ROSACRUZ

Cristian Rosacruz, el hombre marcado en el corazón con el sello de la Orden, es


llamado, tal como hemos dicho, para un trabajo de creación, la transfiguración, proceso al que
debe entregarse por completo.
Pero considerándose totalmente incapaz, indigno, no preparado, no sabe qué hacer.
Hemos explicado ampliamente las razones. Al borde del agotamiento, se duerme y, durante el
sueño, sueña algo que le explica claramente su situación.
Le parece encontrarse, con muchos otros, en la torre de una prisión oscura, cargado de
cadenas. No penetra ningún rayo de luz y los prisioneros se agitan como un enjambre de abejas.
Cada uno intenta elevarse por encima de los demás, cuando sus hierros o cadenas son tan sólo
algo más ligeras. Nadie ve nada: todo es tinieblas. Los prisioneros sólo pueden darse cuenta de la
lucha a través del oído y del tacto. No obstante, ninguno tiene mayor ventaja sobre los demás,
pues todos están suspendidos unos sobre otros, como un racimo de uvas, como un enjambre de
abejas.
De esta forma, C.R.C. describe la realidad del mundo dialéctico como un caos bullicioso
de individuos egocéntricos.
Y, compréndalo bien, todos están, sin excepción, fundamental, estructural y
sensorialmente en la misma situación. No existe ninguna diferencia entre ellos. Esta masa que
lucha está compuesta de entidades que poseen el átomo-chispa de Espíritu y C.R.C. forma parte
de ella. Ciertamente, todos sienten su extrema miseria y todos intentan situarse en el mejor sitio.
Están hundidos en las tinieblas porque no ven la causa de su miseria. La perciben pero ignoran su
origen; por ello se pelean y se acusan unos a otros violentamente.
Usted sabe cuan exacta y completa es esta descripción de la realidad. En este mundo, por
ejemplo, se podrían alinear hasta perderse de vista los movimientos, los grupos y las iglesias que
se dirigen virulentos reproches e intentan apropiarse de la posición más destacada.
Esta posición se define desde el punto de vista económico, social, político o religioso, y se
evalúa de acuerdo con el número de seguidores.
Pero, ¡la realidad es que esta multitud se agita "en" el agujero del calabozo y no "fuera"!
En otras palabras: la condición es y persiste la misma para todos, se haga lo que se haga.
Sin embargo, nadie lo ve a causa de la oscuridad; y la lucha continua indefinidamente entre los
hombres que, en ese preciso momento, están en el estado de C.R.C., sin hablar de los demás.
De repente la situación cambia. Mientras todo el mundo se tacha de ciego y de
presidiario, resuena el sonido de numerosas trompetas y el repicar de tambores.
Pero la lucha no cambia. Todas esas personas angustiadas continúan actuando de la
misma forma. La lucha, no obstante, provoca agotamiento y, a pesar de su aspecto negativo, una
especie de purificación, una especie de anemia. La sangre pierde algo de su ardor y el hombre
anémico gana sensibilidad.
La personalidad obtiene así alguna receptividad hacia un campo magnético distinto. No se
trata, pues, ni de mérito, ni de comprensión, sino de una consecuencia de la lucha. Quien
obtiene alguna percepción de las radiaciones gnósticas no ha cambiado, ni se ha elevado, sino que
simplemente se ha sensibilizado por las circunstancias de la vida dialéctica.

Después leemos que en el momento en que resuenan trompetas y timbales, se levanta la


tapa de la torre, lo que permite la entrada de un poco de luz en el interior. La sensibilidad crece
al mismo tiempo que el agotamiento; se transforma en sensibilidad a la nueva Luz, traduciéndose
en un deseo de la sangre, una exasperación de la sangre; en esta Luz se ve mucho mejor que
antes el estado en que nos hallamos (1). Cada uno se esfuerza por elevarse y C.R.C. dice: "yo
mismo, sin dudarlo, a pesar de mis pesadas cadenas, luchaba por abrirme paso y me alcé sobre
una piedra que pude alcanzar. Pero, también allí, fui atacado por los demás, defendiéndome
como podía con manos y pies. Sólo teníamos un pensamiento: que todos seríamos liberados"

Ser sensible al Otro no tiene. pues, su causa en alguna perfección cualquiera sino en el
agotamiento; ni en un cambio del ser, sino en una especie de anemia; la causa no es tampoco una
francmasonería personal, ya que todos estos prisioneros están aún sólidamente encadenados.
En esta situación, la de innumerables personas, se desarrolla sin cesar la posibilidad de ser
socorrido, así pues, sin necesidad de cualquier mérito personal. No se engañe a este respecto:
nadie es mejor que otro, nadie es bueno, ni uno sólo. ¡Qué consuelo para C.R.C. atormentado
por su propia imperfección, después de recibir el sello de la Fraternidad! Nadie puede formar
parte de la Orden sobre la base de sus propios méritos. "Todos se han alejado" dice las Sagradas
Escrituras. Nadie debe tener complejo de inferioridad.
La acción de la Fraternidad Universal consiste en hacer descender una cuerda siete veces.
En cada período de agotamiento de la humanidad, la Fraternidad salvadora ejecuta este trabajo
séptuple que se expresa, entre otros, por la creación de una Escuela Espiritual. Y el resultado de
tal actividad es, naturalmente, el desencadenamiento de nuevas y violentas luchas, desde las más
monstruosas a las más innobles.

Pero volvamos ahora con C.R.C.:


¡"Había que haber visto entonces esta agitación! Pululábamos en desorden, hasta el punto
de que quien estaba un poco por encima de los demás, caía bajo sus pies. Cada uno quería estar
en posición más elevada y yo mismo, sin vacilar, a pesar de mis pesadas cadenas ... ¡me defendía
como podía con manos y pies!"

El haber recibido el sello de la Orden no significa aún una elevación. Los portadores de
capullos de rosa, golpeados, deshechos en su yo, por consiguiente abatidos, anémicos, son tal vez
los mayores pecadores; hasta ahí su lucha no difiere de los combates normales, más que en la
medida en que no la conducen a fines dialécticos, sino para liberarse en el sentido que sea.
Quienes han recibido el sello de la Orden, no han realizado ningún mérito por el que
vanagloriarse. Reciben el gran y maravilloso privilegio de seguir el camino de la verdadera
liberación. El sello es una prueba de admisión, no por mérito sino por la gracia.
El sello de la Orden aunque no sea el signo de una elevación es, efectivamente, la prueba
de una separación, de una emancipación de la naturaleza dialéctica. Sobre esta base el alumno
puede empezar la Gran Obra.
Sin duda, habrá comprendido que la Escuela Espiritual de la joven Fraternidad Gnóstica,
particularmente en Europa, es la institución que lanza las siete cuerdas al fondo del calabozo de la
vida presente.
Pero ocurrió de otra manera. En efecto, cuando los señores que nos miraban desde
arriba, por la abertura de la torre, se hubieron divertido un poco con nuestros gemidos y
agitación, un anciano completamente cano nos ordenó que nos tranquilizásemos. cuando
hubimos obedecido, pronunció las siguientes palabras, si la memoria no me es infiel:

Con sólo que el género humano


no hubiese mirado demasiado alto,
habría recibido grandes bienes,
por la justicia de mi Madre.
Pero como tan sólo hace su voluntad,
permanece con grandes tormentos,
y prisionero de la noche.

Pese a todo, mi Madre bienamada no quiere


ver que se ha desviado.
Ella hace brillar en la luz
los esplendores de sus riquezas,
si bien ello ocurre raramente,
a fin de mostrar la realidad,
ya que sino sólo se vería ilusión.

En honor a la fiesta,
celebrada hoy,
para rendirle una mejor ofrenda,
se realizará una buena obra:
se descenderá ahora una cuerda.
Quien se cuelgue de ella,
encontrará la libertad.

Apenas hubo pronunciado estas palabras, la anciana Dama ordenó a sus servidores que
lanzaran siete veces la cuerda dentro de la torre y que la subieran con los que permanecieran
asidos a ella. Dios me permita describir detalladamente la agitación que nos embargo: cada uno
trataba de apoderarse de la cuerda, obstaculizándonos mutuamente por esa misma razón.
Transcurridos siete minutos sonó una campanilla: a esta señal, los servidores izaron cuatro
personas esta primera vez. Para mi mayor desdicha yo estaba, como ya he dicho, subido en una
piedra adosada al muro de la torre, lo que me imposibilitaba aproximarme a la cuerda que
pendía en el centro, fuera de mi alcance.
Se descendió la cuerda una segunda vez. Pero las cadenas de la mayoría eran demasiado
pesadas y sus manos demasiado débiles para mantenerse asidos, de forma que caían arrastrando
a muchos de los que quizás se hubieran mantenido. Más de uno fue descolgado por algunos de
los que no habían llegado a alzarse, tanta era la envidia de unos hacia otros en nuestra gran
miseria. Compadecí sobre todo a quienes eran tan pesados que se les arrancaban las manos del
cuerpo sin que lograran subir. Ocurrió, pues que, en las cinco primeras veces sólo fue izado un
pequeño número. En efecto, cuando sonaba la señal, los servidores izaban la cuerda con tal
rapidez que la mayoría de los que la habían cogido caían unos sobre otros. La quinta vez subió
vacía. Así que muchos de nosotros, entre los que me contaba, comenzamos a perder la esperanza
de ser liberados e imploramos a Dios para que tuviera piedad de nosotros y nos sacara de estas
tinieblas, ya que las circunstancias eran propicias; algunos fueron escuchados. Pues, cuando la
cuerda descendió por sexta vez, varios se agarraron firmemente y, cuando remontándose se
balanceó, se aproximó también a mí, sin duda por voluntad divina. Rápidamente la cogí, de
forma que me encontré por encima de los demás y así, contra toda esperanza, salí por fin de la
torre. Mi dicha era tan grande que no sentí las heridas que me había producido en la cabeza con
una piedra puntiaguda, mientras subía, antes de ayudar a izar la cuerda por séptima y última vez
(tal y como se había realizado las veces precedentes). El esfuerzo hizo que se esparciera la sangre
sobre mi ropa pero, en mi alegría, no me apercibí en absoluto.
La última subida de la cuerda, traía el mayor número de prisioneros; entonces la anciana
Dama la hizo quitar y encargó a su hijo, un hombre de mucha edad (lo que me sorprendió
muchísimo), que transmitiera un mensaje a los prisioneros que aún quedaban en la torre. Tras
una corta reflexión, dijo estas palabras:

Queridos hijos que estáis reunidos abajo,


lo que estaba previsto, desde hace tanto tiempo,
por fin se ha realizado,
y ello, por la gracia de mi madre,
concedida a vuestros amigos.
No envidiéis su suerte,
ya que bien pronto vendrán tiempos felices,
en los que todos los hombres serán iguales,
donde ya no habrán pobres ni ricos.
Así pues, a quien se exige mucho,
deberá trabajar mucho;
a quien le es confiado mucho,
deberá mostrar que construye.
Cesad, pues, en vuestros lamentos:
¡tan sólo faltan algunos días!

Una vez fueron pronunciadas estas palabras, el techo fue colocado otra vez sobre la torre,
mientras resonaban de nuevo las trompetas y los timbales. Pero el sonido de los instrumentos no
era lo suficientemente fuerte para apagar los lamentos de los prisioneros de la torre, lo que me
hizo llorar. Poco después, la anciana Dama se sentó con su hijo en dos sitiales dispuestos al
efecto y ordenó contar a los liberados. Cuando supo su número, lo inscribió en una tablilla de
oro y preguntó el nombre de cada uno de nosotros, que igualmente fue anotado por un paje. A
continuación nos miró uno tras otro, suspiró y dijo a su hijo, de forma que se pudiera oír
claramente: "¡Ay, cómo compadezco a los pobres hombres de la torre! ¡Hubiera permitido Dios
liberarles a todos!" A lo que su hijo respondió: "Madre, Dios así lo ha dispuesto, y no debemos
oponernos. Si todos fuéramos señores y poseyéramos los bienes de la Tierra, ¿quién nos serviría
la comida cuando estuviéramos en la mesa?" Tras lo cual la madre se calló, pero al poco dijo:
"Liberemos a esta gente de sus cadenas", lo que se hizo al instante. Estaba casi el último de la fila
y, a diferencia de los demás, no pude resistir el hacer una reverencia a la anciana Dama, y
agradecer a Dios que, por su mediación, hubiera tenido a bien, en su gracia paternal, sacarme de
las tinieblas a la luz. Otros siguieron mi ejemplo y se inclinaron ante la anciana Dama. Por último,
cada cual recibió, como viático, una medalla conmemorativa de oro, en la que estaban grabados,
por un lado, el Sol naciente y, por el otro, si la memoria no me falla, las tres letras D L S (Deux
Lux Solis: Dios, Luz del Sol).
A continuación todos quedamos libres para regresar a nuestras ocupaciones,
exhortándosenos servir al prójimo para gloria de Dios y callar lo que nos había sido confiado.
Hicimos la correspondiente promesa y nos separamos. A causa de las heridas causadas por mis
cadenas, avanzaba con dificultad y cojeaba de ambas piernas. La anciana Dama se percató pronto
de ello, se puso a reír, me llamó junto a ella y me dijo: "Hijo mío, no te aflijas por tu
imperfección, sino que acuérdate de tus flaquezas y agradece a Dios que te permita participar,
mientras que aún vives en este mundo y a pesar de tu imperfección, de una luz tan elevada;
sopórtalas-guarda tus heridas- por amor a mí".
En este momento, las trompetas sonaron de nuevo, lo que me sobresaltó hasta el punto de
despertarme. Entonces me apercibí que todo había sido un sueño, pero estaba tan
profundamente grabado en mi conciencia que continuaba preocupándome y tenía la impresión
de sentir todavía las heridas en mis pies. Fuera como fuese, comprendí que Dios me permitía
asistir a la celebración de unas bodas secretas y misteriosas; así, con una confianza pueril-infantil,
agradecí a su divina Majestad, rogándole me mantuviese continuamente en el respeto que Le
profesaba, que llenara diariamente mi corazón de sabiduría y de comprensión y que, sin mérito
alguno por mi parte, me condujese con su gracia hasta el objetivo anhelado.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

LA CUERDA SALVADORA

Hemos explicado en qué circunstancias y por qué entidades la Escuela Espiritual actual se
compromete y realiza esta obra. Es un trabajo séptuple, el trabajo de las siete cuerdas lanzadas al
fondo del calabozo.
Debe representarse la cuerda como una línea de fuerza magnética, una corriente de
fuerza magnética, mediante la cual se realiza el trabajo. Hemos dicho que el debilitamiento de la
sangre en el hombre, le volvía sensible a fuerzas magnéticas distintas, siendo al mismo tiempo
consciente de ello. La sangre, como no ignora, tiene siete aspectos, su composición es séptuple.
La sangre debe llegar al debilitamiento de manera séptuple. Por consiguiente, hay siete grupos
cuya aspiración y lucha difieren, y siete sensibilidades diferentes a la actividad de la Fraternidad, la
cual actúa de forma séptuple.
Por esto existen siete Escuelas Espirituales diferentes, dispersas en el campo del mundo,
trabajando, dentro de lo posible, para los siete grupos, así pues, para hombres susceptibles de
empezar de muy distinta forma que nosotros.
A cada uno de estos grupos que aspiran, luchan y se pelean en el calabozo, les es ofrecida
una posibilidad razonable de escapar de las garras de la muerte.
Las siete cuerdas no son lanzadas simultáneamente. Las siete líneas de fuerza magnética
diferentes son activadas progresivamente, una tras otra, a fin de obtener una buena decantación y
una correcta evolución. En el texto se ve claramente como C.R.C. sólo puede coger la "sexta
cuerda, gracias a que estaba sobre una piedra, contra el muro de la prisión"; lo que significa que
ha podido ser izado en la fuerza de Cristo y por el Espíritu Santo, en razón de la firmeza de sus
esfuerzos conscientes para la consecución del Objetivo.
Tan sólo un pequeño número, muy exiguo, ha salido las cinco primeras veces. Esto es
debido a la lucha que se muestra constante en los actos de violencia, engendrados por los celos y
el odio y, por otra parte, al hecho de que cinco de las siete líneas de fuerza magnética pueden
elevar tan sólo a pocos hombres. La mayor parte de los que pertenecen a estos cinco grupos
sanguíneos, son seres tan unidos a la naturaleza (sus cadenas son muy pesadas, sus manos muy
débiles) que aún no son aptos para ser socorridos, en razón del estado de su sangre, aunque
perciban algo de la luz y reaccionen. Sin embargo, también les son lanzadas cuerdas y reciben
todos su posibilidad. Ya que la igualdad de posibilidades para todos, es una de las reglas de la
Orden.
C.R.C. es izado en la sexta cuerda; observamos como una piedra puntiaguda le hiere
entonces la cabeza, y que sólo se percata de ello cuando, con los demás, ayuda a lanzar la séptima
y última cuerda, cuyo esfuerzo mancha de sangre su ropa.
Cuando se es tocado en el átomo del corazón por la luz magnética nueva de la Escuela
Espiritual y, al igual que C.R.C., se pertenece al sexto grupo sanguíneo -grupo en el que domina
el amor a la humanidad y el amor al prójimo-, tal herida en la cabeza rompe las líneas de fuerzas
magnéticas de la naturaleza dialéctica. Simbolizan la desaparición de lo que obstaculiza la ventana
del Alma.
Una vez que la cuerda ha sido izada por última vez, el calabozo es cerrado por un tiempo.
Lo que significa que la Escuela Espiritual no obra permanentemente, sino que una vez
realizada su tarea, se retira para ser reemplazada, en el momento preciso, por un grupo que
exteriormente aparece como nuevo. Motivo por el que hablamos de la Escuela Espiritual actual.
Entre dos fases activas de las siete, existe siempre una pausa que se conoce por el cese del trabajo
exterior, después de lo cual comienza una nueva Escuela, joven y dinámica.
La decisión del cierre corresponde a la "Vieja Dama". Lo que nos hace pensar en el "Hijo de la
Viuda". Los "Hijos de la Viuda" son liberados, iniciados, partícipes de la Vida universal, que
trabajan para la salvación de la humanidad.
La expresión "Hijo de la Viuda" es un buen símil. Antaño, la humanidad caída formaba
parte del campo de fuerza llamado "La Madre". Ese campo procedía de la plenitud divina, y vivía
en unidad con el Padre divino. Desde la caída, ese campo, esta "Madre" fue separada del Padre y
permaneció viuda. Ese campo-madre se esfuerza en restablecer la unidad rota, buscando a Quien
ha perdido. Desde entonces todos los que colaboran en este restablecimiento, todos los que son
dignos de participar, son llamados "Hijo de la Viuda".
La leyenda de Hiram Habiff nos da un ejemplo de ello.
En el Evangelio de Lucas, 7, se narra la admirable historia del "hijo de la viuda de Naìm".
Naín significa "pradera, campo", así pues, un campo de trabajo de la Fraternidad. Ahora bien, se
dice que el hijo de la viuda ha muerto. Entonces Jesús se adelanta y le despierta de entre los
muertos. "Y el muerto se sentó y se puso a hablar y Jesús le devolvió a su madre".
Cuando una de las actividades de los "Hijos de la Viuda" cesa, se da siempre a conocer
bajo forma de una exhortación al valor: "Hombres, cesad en vuestras lamentaciones, sólo un poco
de tiempo más. ¡Pronto volverá un tiempo feliz, en el que todos serán iguales, no en un sentido
dialéctico sino en un sentido nuevo!".
Se puede reaccionar sentimentalmente y decir: "¡Qué pena que la salvación de la
humanidad caída tenga lugar por oleadas- etapas!" Pero el que algunos no puedan ser salvados,
durante cierto período de actividad, en razón de su estado de sangre, muestra la necesidad de una
periodicidad en la realización de los esfuerzos de salvación emprendidos por la Gnosis. Es
preciso que la sangre de los hombres se haya vuelto receptiva a la actividad de la Luz, y que la
fuerza de perseverancia sea suficiente.
Siguiendo la narración del sueño de C.R.C., vemos como todos los que han sido izados
del pozo, son liberados de sus cadenas y reciben una medalla de oro, que deberán llevar durante
el viaje. Por un lado está representado el sol naciente y por el otro, las letras D.L.S.
Todos los rescatados vuelven a su trabajo, con el deber de servir a su prójimo por Amor a
Dios y de guardar silencio sobre lo que se les ha confiado, tal como prometen.
En ese momento suenan nuevamente las trompetas y C.R.C. se despierta, sale de su sueño y
comprende. Comprende que no hay que inquietarse por su debilidad. Quien recibe el sello de la
Orden, recibe al mismo tiempo unos medios totalmente nuevos. El pasado es borrado. Dicho
hombre es liberado de sus hierros.
C.R.C. recibe el viático bajo forma de una moneda. Por un lado resplandece la aurora
naciente, el nuevo día. El viajero debe orientar su brújula hacia el sol naciente. Por el otro lado de
la moneda se encuentran las tres letras D L S (Deus, Luz, Solis), lo que da a entender que el
candidato está, en su cuerpo físico, unido a la Gnosis (Deus).
Como resultado, tiene en él, la luz (Lux) de la Vida Nueva. Pertenece, pues, a la Nueva
Fraternidad, Fraternitas Solaris, la Fraternidad del Sol.
Se podría decir también que estas tres letras representan el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Deus: el Padre
Lux: la Luz del Hijo
Solator: la fuerza de la gracia del Consolador.
Sobre esta base, base inmensa, cada uno puede empezar su viaje y coronarlo de éxito.
Esperamos ardientemente que, gracias a lo que precede, pueda usted también, lector,
comprender la clave, asir la llave de su propio Camino.
Después de lo cual, me preparé para el viaje, me vestí con lino blanco y ceñí mis riñones
con una cinta rojo-sangre que se cruzaba en mi espalda. Coloqué cuatro rosas rojas en mi
sombrero, para que se me distinguiera más fácilmente entre la muchedumbre.
Aconsejado por un sabio, tomé como provisiones pan, sal y agua, de los que me serví en
momentos determinados, con mucho provecho. Antes de abandonar mi cabaña, dispuesto para
la marcha y vestido con mi ropa nupcial, me postré, rogando a Dios me guiase en lo que fuera a
sucederme, hacia un buen fin. Y prometí ante la faz de Dios que, si alguna cosa me era revelada
por Su gracia, no la emplearía para obtener honor y prestigio en este mundo, sino para gloria de
Su nombre y al servicio de mi prójimo. Habiendo formulado este voto, salí de mi celda lleno de
esperanza y alegría.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

CRISTIAN ROSACRUZ SE PREPARA PARA EL VIAJE

Después de todas las experiencias del primer día, y especialmente a causa de su sueño,
C.R.C. sabe que le es concedido presentarse a la misteriosa y secreta ceremonia de las Bodas. La
llamada para ir a las Bodas no es un hecho exterior, sino una experiencia interior muy profunda,
a consecuencia de la cual madura su comprensión, descrita en el relato bajo forma de un sueño.
Todos conocemos la extrema importancia de la comprensión. Comprender un proceso
por el cual se debe pasar ya es una experiencia en sí. Pero hay que aprender a distinguir entre la
comprensión intelectual y la penetración interior, que es de lo que se trata aquí.
Comprender intelectualmente es una actividad dialéctica del cerebro, es cargarse la
memoria de alguna forma. Es un fenómeno de la conciencia, inherente al hombre nacido de la
naturaleza, un proceso basado, entre otros, en las propiedades de la sangre; siendo la sangre uno
de los elementos animadores de nuestra vida.
Uno puede cargarse intelectualmente la memoria con las cosas más insensatas, es decir,
con los mayores disparates; cosas que se asimila una sola vez y que deben ser rechazadas más
tarde.
El saber intelectual no es pues la sabiduría. Por tanto, un hombre muy intelectual no es
un sabio. Su existencia es dirigida por su saber intelectual, así pues, las adquisiciones se acumulan
en su memoria.
La conciencia egoica consigue que cooperen la cabeza y el sistema hígado-bazo. El
alma-sangre juega entonces el papel de mediadora y el corazón no es más que un aparato que
bombea la sangre.
El Hombre verdadero, es el hombre dirigido por el Alma verdadera. Pues el alma realiza
su obra por medio de experiencias, y tan sólo a través de las experiencias la comprensión
madura. La comprensión es una adquisición interior. Solamente esta adquisición interior puede
activar el cerebro correctamente, de la manera prevista originalmente, y cargar la memoria, así
como otro centro denominado centro de la sabiduría, de forma liberadora.
Le es muy difícil al hombre actual, que sólo es una apariencia de hombre, imaginarse tal
estado. La vida dialéctica está regida por fuerzas que actúan de forma que el alma no aproveche
jamás las experiencias vividas, que éstas sean interpretadas siempre de forma inexacta, y sirvan
exclusivamente para la conservación de la vida personal, centrada en el yo. La vida dialéctica se
opone a la ley natural y obliga al ser a servir al yo, por una voluntad y una actividad mentales
irracionales. Las consecuencias son: miseria, pena, amargura, aprisionamiento permanente del
Alma verdadera. Pues el alma-sangre del hombre dialéctico tan sólo tiene un papel puramente
orgánico, es un simple elemento del cuerpo físico. Y el cuerpo que protege la personalidad, se
dobla bajo los latigazos de la conciencia cerebral, el yo. La conciencia del Alma ya no existe. El
Alma verdadera es un tesoro perdido, un órgano que jamás ha sido utilizado para su verdadera
finalidad, y que jamás ha tenido la posibilidad de desarrollarse.
Vemos ahora claramente que para que haya Bodas Alquímicas, inmortalidad real del
hombre y resurrección de una humanidad nueva, es preciso ante todo estar dotado de un alma
realmente viva. El alma dañada, en letargo desde tanto tiempo, debe volver a la vida. Los ojos del
alma, que están muertos, deben iluminarse nuevamente. Debe nacer una verdadera conciencia
del alma que ejerza un poder absoluto sobre la conciencia del cerebro. Sólo entonces, es posible
la transfiguración.
Hace tantos siglos que la humanidad está tan degradada, por una conciencia privada de
razón y moral, que toda la personalidad, completamente degenerada, se ha vuelto inhumana
hasta en su raíz, hasta en su simiente. Por ello, es preciso que primero se despierte la conciencia
del Alma, y luego nazca. Solamente entonces la entidad podrá empezar a curar el gran mal
causado a la personalidad.
Esta curación denominada Bodas Alquímicas empieza en Belén, con el nacimiento del
Alma verdadera. El nacimiento del alma tiene esencialmente lugar en el transcurso del primer día
de las Bodas Alquímicas, es pues necesario que el candidato haya adquirido primero alguna
comprensión, sin el concurso de un guía intelectual. Esta profundización interior se adquiere,
gracias a un nuevo estado sanguíneo, por la irrupción de las fuerzas de radiación gnósticas en la
sangre, por las corrientes del Alma verdadera. La receptividad a estos fenómenos proviene de la
aspiración a la Gnosis, y esta aspiración es engendrada por las experiencias amargas (experiencias
actuales, o heredadas en el ser aural, es decir no por parentesco, o las dos a la vez).
Por tal aspiración, que viene de las profundidades de la sangre, el hombre recibe las
influencias de la Gnosis. Entonces el corazón deja de ser una simple bomba. Pues las influencias
gnósticas una vez admitidas en la sangre, actúan sobre la conciencia cerebral; quien se somete
puede entonces dejarse guiar por esos influjos nuevos, que trabajan en su sangre, siendo el primer
signo de un posible nacimiento del Alma, el primer síntoma de una nueva conciencia del alma.
(La hipófisis actúa en la cabeza a nivel de la conciencia cerebral, en la Rosa del corazón a nivel de
la conciencia del alma).
La llamada a las Bodas Alquímicas procede de una aspiración y de un proceso que
despierta la comprensión profunda. C.R.C. lo describe bajo forma de un sueño. En este proceso,
el alumno ve y vive esta llamada en perspectiva, y comprende su significado con el corazón y la
cabeza. Su comprensión se profundiza aún más. Tal adquisición debe ser suficientemente sólida
para engendrar un acto liberador.
¡Y es el fin del Primer Día de los Bodas Alquímicas!.
El alumno siente, comprende interiormente que la Gnosis le prepara para participar en
las Bodas secretas. Por ello está lleno de confianza y agradecimiento, ya que está decidido a
recorrer el Camino.
Vemos ahora, a la luz del estado descrito anteriormente, que el relato de C.R.C. es el
testimonio de un alumno de estas características.
"Comprendí que Dios me permitía asistir a la celebración de unas Bodas secretas y
misteriosas; así, con una confianza infantil, agradecí a su divina Majestad, rogándole me
mantuviese continuamente en el respeto que Le profesaba, que llenara diariamente mi corazón
de sabiduría y de comprensión y que, sin mérito alguno por mi parte, me condujese con su gracia
hasta el objetivo anhelado.
Después de lo cual, me preparé para el viaje, me vestí con lino blanco y ceñí mis riñones con
una cinta rojo-sangre que se cruzaba en mi espalda. Coloqué cuatro rosas rojas en mi sombrero,
para que se me distinguiera más fácilmente entre la muchedumbre.
Aconsejado por un sabio, tomé como provisiones pan, sal y agua, de los que me serví en
momentos determinados, con mucho provecho. Antes de abandonar mi cabaña, dispuesto para
la marcha y vestido con mi ropa nupcial, me postré, rogando a Dios me guiase, en lo que fuera a
sucederme, hacia un buen fin".

El ropaje de lino blanco que se pone C.R.C., demuestra que se ha purificado y preparado
para los procesos futuros.
La prueba de ello es la cinta rojo sangre, que pasa dos veces sobre el santuario del corazón,
después sobre los hombros y el sistema del hígado y del bazo. El alma-sangre está, pues, abierta a
la Gnosis.
Las cuatro rosas representan el Cuadrado de la Construcción sobre la Piedra Angular,
Jesucristo, es decir: devoción inquebrantable, inteligencia activa, armonía creadora, abnegación y
comportamiento sacerdotal, basados sobre la Fuerza del Alma y esclarecidos por ella. El hombre
que puede colocar estas cuatro rosas en su sombrero, siempre será reconocido de entre el gentío-
multitud, tal y como la vida lo demuestra.
Los misterios gnósticos harán que necesariamente avance el proceso en tal hombre.
Progresará de fuerza en fuerza.
El primer día finaliza con el estado de ser de la primera preparación.
C.R.C. promete, ante la Faz de Dios, no utilizar para su provecho lo que le sea revelado,
sino usarlo para la gloria de Dios y al servicio de su prójimo. Pues ésta es la característica de este
nuevo estado, del nuevo estado de la sangre, de la posesión de la Rosa.
C.R.C. empieza así el Segundo Día, con pan, sal y agua, el triple viático que le ha
sustentado hasta entonces.
Más adelante hablaremos sobre el significado de este viático.
EL

SEGUNDO DÍA

DE LAS

BODAS ALQUÍMICAS
Desde que salí de mi celda y llegué al bosque, me pareció que todo el cielo y todos los
elementos se habían engalanado para las bodas. En mi opinión, los pájaros cantaban más
agradablemente a mi alrededor que mi viejo corazón exultaba de alegría y entusiasmo por su
ejemplo, me puse a cantar a toda potencia:

Regocijaos, amados pajarillos


y alabad a vuestro Creador.
Elevad vuestro claro y puro canto,
hasta vuestro Dios, a lo más alto de los cielos.
El ya ha preparado vuestro alimento,
y os lo dará justo cuando haga falta;
aceptarlo todo con agradecimiento.

¿Por qué afligiros


y quejaros de que Dios
os haya hecho pajarillos?
Dejad de plantearos
el por qué no os hizo hombres.
Callaos, pues tal era su sabio deseo,
llevad con agrado vuestro ligero fardo.

¿Y entonces yo, pobre lombriz,


discutiría con Dios?
¿Con violencia, en la tempestad celeste,
lucharía contra el gran arte?
Dios no se deja atosigar.
Quien nada valga, siga su camino.
Que el indigno se abstenga
¡Oh hombres, estad satisfechos!

No os ofendáis
si no os hace emperadores.
Quizás habéis ofendido Su nombre
Pensad bien en esto.
El ojo de Dios desafía toda oscuridad.
El ve en el fondo de vuestro corazón,
¡vigilad pues para no ofenderle jamás!

Y mi canto, surgiendo del fondo de mi corazón, se derramó a través del bosque


resonando en todas partes. Las montañas ,me enviaban el eco de mis últimas palabras cuando al
salir del bosque entraba en un hermoso y verde prado. Allí se entrelazaban tres magníficos cedros
cuyas largas ramas ofrecían una soberbia y acogedora sombra, de lo que me alegré mucho, pues,
a pesar de que no había andado demasiado, mi ardiente deseo me había fatigado rápidamente.
Así que corrí hacia los árboles para reposar un poco. Al acercarme más vi un cartel fijado en uno
de ellos en el que, con líneas elegantes, habían escrito las siguientes palabras, que yo leí
rápidamente:
"¡Dios te proteja, invitado! Si nunca has oído la noticia de las Bodas reales, entonces
sopesa exactamente estas palabras:
A través nuestro el Esposo te propone elegir entre cuatro caminos que conducen hasta el
castillo del Rey, a condición de que no te extravíes siguiendo caminos desviados.
El primero es corto pero peligroso, pues está lleno de obstáculos en los que puedes
fácilmente fracasar.
El segundo es más largo, a causa de sus largos rodeos, pero ciertamente va en la dirección
correcta. Es llano y fácil, a condición de no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda, y esto con
la ayuda de una brújula.
El tercero es la verdadera vía real, pues reconforta el corazón con toda clase de alegrías y
de espectáculos principescos. Sin embargo, hasta hoy, sólo un hombre entre mil ha llegado a
seguirle.
Por el cuarto camino, no se ha permitido a ningún mortal alcanzar el objetivo, pues su
potencia consume, y sólo los cuerpos corruptibles pueden soportarlo. Elige, pues, cual de los tres
quieres seguir y ya no te desvíes de él. Sepas, sin embargo, que el camino que elegirás te ha sido
atribuido por el destino ineluctable y que también te está prohibido volverte atrás un sólo paso,
sin que tu vida peligre.
Esto es lo que queríamos que supieras. Si tomas a la ligera esta seria advertencia,
recorrerás el camino en medio de los mayores peligros, con grandes quejas y lamentos. ¡Si te
consideras culpable de la más mínima infracción a las leyes del Rey, date media vuelta mientras
aún sea posible y regresa con rapidez a tu casa, por el mismo camino que viniste!"
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

LOS CUATRO CAMINOS

El Primer Día de las Bodas Alquímicas ha pasado y Cristian Rosacruz deja su cabaña,
lleno de alegría, para iniciar su viaje hacia la sala de las Bodas.
El Primer Día debía liberarle de sus cadenas elementales. Somos liberados de esas cadenas
cuando el alma, en su principio mismo, para empezar con el fluido sanguíneo, está lo suficiente-
mente establecida en el santuario de la cabeza, y que el hombre se vuelve capaz de desarrollar
una fuerza absolutamente nueva suficientemente grande, para perseverar y hacer lo que el viaje
exigirá de él.
Sabemos ahora que esta fuerza no es el simple resultado de una decisión, de un proyecto
bien meditado o de consideraciones de orden sentimental, sino que debe ser engendrada por la
calidad del alma, cuya sede es la sangre y la conciencia. Cuando el alma se convierte en nuestro
guía, por la plenitud gnóstica que impregna la sangre, somos liberados de las cadenas elementales,
y el viaje así como el proceso pueden empezar.

Pero ser liberado de las cadenas elementales no significa aún ser liberado de todas las dificultades
del camino que conduce a las Bodas. Sería absurdo pretenderlo. Nuestro estado está aún bien
lejos de ser ideal, en razón de nuestro nacimiento dialéctico en la materia; pero la posibilidad de
realizar este ideal está presente. Y el proceso de realización toma la forma de un viaje de Belén a
Gólgota.
Cuando las dificultades aparecen, es maravilloso poder decir, porque se sabe de forma
absoluta: "Las dificultades existen, es innegable, pero no me afectarán. Poseo la fuerza interior de
seguir adelante." No hay por qué tener zozobra, estar inquieto, tener miedo. Se precisa solamente
la certidumbre y la calma interiores, y comprender como dirigir el barco en medio de los
escollos.
Pero el hecho de estar liberado de sus cadenas esconde aún una dificultad, y el Segundo
Día da precisiones al respecto. Hay seres que por naturaleza se sienten seguros de sí mismos, se
sienten muy fuertes y que podrían pensar: "Lo hago todo, lo puedo todo, lo sé todo. Nada puede
pararme." Actualmente, ciertos métodos educativos dialécticos tienden a dar seguridad al niño
desde su juventud. Se trata, no obstante, de una cultura dialéctica fundada sobre la ignorancia y la
brutalidad.
Se podría, en efecto, confundir este estado de ser con el de una persona liberada de sus
cadenas, y suficientemente madura interiormente para poder soportar todas las dificultades en el
sentido de la Gnosis. Por ello, el que se dispone a seguir el camino, debe saber sobre qué se
fundamenta esta liberación de las cadenas terrestres. Deben aprenderlo por la experiencia,
comprenderlo en profundidad hasta en su sangre. Es la única forma de saber si se ha vivido
efectivamente el Primer Día.
Con este fin, C.R.C. se pone en marcha con gran entusiasmo, con gran alegría y
cantando. Atraviesa primero un bosque, y llega a una verde pradera en donde hay tres magníficos
cedros. Sobre uno de ellos, descubre un letrero con indicaciones sobre los cuatro caminos que
conducen a la Sala de las Bodas.
Entonces aparece la primera dificultad: ¿qué camino elegir? Para cada uno hay un pro y
un contra. Vemos a C.R.C. indeciso, no sabiendo qué hacer. La certeza de estar liberado
trasmitida por su sueño, liberado de la prisión, le tranquiliza, pero parece faltarle aún en ese
momento una justa visión interior del camino.
Observemos la situación y analicémosla.
Vemos claramente que el alma debe vivir de un saber experimental y de una conciencia
nueva. El saber debido a la experiencia, permite sacar conclusiones y comprender con certeza las
cosas que van a venir. En consecuencia, se pueden encontrar directrices sobre el camino a seguir.
Así es cómo C.R.C. se pone en marcha, sabiendo por experiencia que podrá hacer el
viaje. ¡Pero todavía no ha hecho la experiencia en sí mismo del viaje! Tan sólo sigue una línea
directriz.
Cuando un hombre llega a despejar una línea directriz a partir de su experiencia, tiene
siempre la esperanza de lograr su propósito. Así, con estas disposiciones, C.R.C. sale del bosque
y llega a una verde pradera. El color verde simboliza aquí la esperanza. Lleno de animación,
C.R.C. se dirige hacia los tres cedros para descansar un poco bajo su sombra.
¿Qué simbolizan los tres cedros? Sabemos que el Templo de Salomón estaba hecho con
madera de cedro. La madera de cedro juega un gran papel en la Escritura Sagrada. Es la
expresión que designa el material más bello, más noble y sólido que se puede emplear para una
construcción. Los tres cedros sobre la verde pradera de la esperanza, forman un santuario, un
santuario interior. Pueden compararse con el triángulo del tapiz mágico del cumplimiento
universal; representan los tres primeros aspectos de la Gnosis, que se manifiesta:
1. en la sangre,
2. en la Luz que nos toca,
3. en la comprensión interior liberadora.
Guiado por la esperanza, C.R.C. medita sobe el triángulo que se revela en él. En este
santuario interior, la Gnosis puede establecer su morada. Ella puede utilizar este santuario.
Mientras medita, C.R.C. descubre al inicio del viaje, lo que llamamos la "tabula mercurialis", el
letrero que le da las indicaciones, es decir, la nueva comprensión que habla en su fuero interno.
La voz del alma le advierte con estas palabras: "¡Dios te proteja, invitado! Has oído hablar del
Camino, eres invitado por el Rey. Presta tu atención en los cuatro caminos.
El primero es corto pero peligroso.
El segundo es largo, llano y fácil, a condición de recorrerlo con una brújula y no desviarse
ni a derecha, ni a izquierda. ¡Pero tiene largos desvíos!.
El tercero es la verdadera vía real, pero hasta hoy, un sólo hombre entre millares ha
logrado recorrerlo.
El cuarto es inaccesible para los mortales, sólo cuerpos incorruptibles pueden soportarlo.
¿Cuáles son esos caminos, los cuatro tan difíciles y peligrosos? Advirtamos que tan sólo
podemos seguir el camino que nos es destinado, el camino para el cual estamos maduros y que
corresponde a nuestro estado.
Pero cómo saber cuál es el nuestro?
¿Cómo razona C.R.C. para salir de su incertidumbre y cómo, en ese momento, llega a la
nueva conciencia, formada por la experiencia?
Tan pronto hube leído este escrito, toda mi alegría se desvaneció y, después de haber
cantado tan alegremente un momento antes, me puse a llorar amargamente.
Veía perfectamente los tres caminos ante mi y comprendía que podría escoger uno,
llegado el momento; pero temía elegir el que estaba atestado de rocas y piedras, pues podía
encontrar en él una muerte lamentable; o si era el camino largo el que me era adjudicado, podría
extraviarme o incluso tener un accidente en el curso de tan largo viaje; tampoco podía esperar
que, entre mil, fuera precisamente yo quien pudiera escoger la vía real. También veía ante mí el
cuarto camino, pero estaba de tal manera rodeado de llamas y vapores que no me aventuraría
por él. E n esta incertidumbre reflexioné durante mucho tiempo si iba a regresar o iba a elegir
una de las cuatro vías. Muy consciente de mi indignidad , me consolaba sin cesar pensando en el
sueño en el que había sido liberado de la torre, sin que, no obstante, me fiara demasiado de él.
Dude tanto tiempo entre todas estas posibilidades que un profundo agotamiento
sobrevino a mi cuerpo, el cual reclamó su alimento. Cogí, pues, el pan y lo corté en pedazos.
Entonces vi una paloma blanca como la nieve, encaramada en un árbol, cuya presencia me había
resultado inadvertida hasta ese momento , y que descendió como quizás lo hacia a menudo; se
posó con total confianza a mi lado, que repartí mi pan con ella. La paloma lo aceptó y su belleza
me reconfortó de nuevo in poco. Pero la vio un cuervo negro, enemigo suyo, que se abalanzó
rápidamente sobre ella, para apoderarse de su pedazo de pan sin prestar la menor atención a mi
presencia, por lo que la paloma optó por huir.
Ambos volaron hacia el sur, lo que me entristeció y disgustó hasta tal punto que, sin
reflexionar, perseguí al insolente cuervo y así me introduje contra mi voluntad en la vía predesti-
nada y, sobre la extensión de un campo de aproximadamente un acre, espanté al cuervo y libré a
la paloma.
Entonces me di cuenta de que había obrado sin reflexionar y que ya me encontraba en un
camino que me estaba prohibido abandonar bajo pena de un castigo severo. Me habría
consolado de ello si para mi pesar, no hubiera dejado mi zurrón con mi pan bajo el árbol sin que
pudiera volver a recogerlos. Pues apenas me volvía, soplaba en mi dirección un viento tan
violento que sólo le faltó voltearme. Sin embargo, si continuaba mi camino, dejaba de sentirlo.
Comprendí fácilmente que oponerme al viento me costaría la vida. Así pues, tome pacientemente
mi cruz sobre mi espalda, me puse en camino y decidí, puesto que no se podía hacer otra cosa,
hacer todo lo posible para llegar antes que se hiciera de noche.
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

EL ENCUENTRO DE LA PALOMA
Y EL CUERVO

Existen, pues, cuatro caminos que conducen al objetivo preliminar del viaje de C.R.C.
Los ve ante él. Uno de ellos le está destinado: esto quiere decir que todo hombre debe ejecutar el
acto liberador justo, inspirado por un alma viviente liberadora.
He aquí una pregunta importante: ¿cómo puede coger siempre el buen camino sin
equivocarse, un alumno que empieza a mostrar esa calidad de alma? Una vez más, la
continuación del relato nos lo enseña:
"Dudé tanto tiempo entre todas estas posibilidades que un profundo agotamiento
sobrevino a mi cuerpo, el cual reclamó su alimento. Cogí, pues, el pan y lo corté en pedazos.
Entonces vi una paloma blanca como la nieve, encaramada en un árbol, cuya presencia me había
resultado inadvertida hasta ese momento, y que descendió como quizás lo hacia a menudo; se
posó con total confianza a mi lado, que repartí mi pan con ella. La paloma lo aceptó y su belleza
me reconfortó de nuevo un poco. Pero la vio un cuervo negro, enemigo suyo, que se abalanzó
rápidamente sobre ella, para apoderarse de su pan sin prestar la menor atención a mi presencia,
por lo que la paloma optó por huir.
Ambos volaron hacia el sur, lo que me entristeció y disgustó hasta tal punto que, sin
reflexionar, perseguí al insolente cuervo y así me introduje contra mi voluntad en el avía predesti-
nada y, sobre la extensión de un campo de aproximadamente un acre, espanté al cuervo y liberé
a la paloma.
Entonces me di cuenta de que había obrado sin reflexionar y que ya me encontraba en un
camino que me estaba prohibido abandonar bajo pena de un castigo severo. Me habría
consolado de ello si, para mi pesar, no hubiera dejado mi zurrón con mi pan bajo el árbol sin que
pudiera volver a recogerlos. Pues apenas me volvía, soplaba en mi dirección un viento tan
violento que sólo le faltó voltearme. Sin embargo, si continuaba mi camino, dejaba de sentirlo.
Comprendí fácilmente que oponerme al viento me costaría la vida. Así pues, tome pacientemente
mi cruz sobre mi espalda, me puse en camino y decidí, puesto que no se podía hacer otra cosa,
hacer todo lo posible para llegar antes de que se hiciera de noche".

Los esoteristas dialécticos piensan que sólo hay dos vías; la de la cabeza y la del corazón. Dicho
de otra forma: la vía oculta y la vía mística.
Ahora bien, existen cuatro caminos de salvación:
1. el camino esotérico,
2. el camino de evolución,
3. el camino de la magia gnóstica,
4. el camino astral.
Por camino esotérico, no designamos lo que se entiende con ello en nuestros días: la
cultura del yo y el desarrollo de ciertas cualidades por ejercicios y esfuerzos apremiantes, como la
práctica del yoga y todo lo que se incluye bajo este nombre.
Tampoco un entrenamiento exclusivo científico-intelectual, en donde el corazón, el aspecto
místico, no tiene ninguna participación. Nosotros, designamos así la posibilidad, fundamentada
sobre una calidad interior verdadera, presente desde el nacimiento, o sea, proveniente del pasado
del microcosmos, de llegar en el transcurso de una sola vida (es decir, con un número de años
relativamente corto) a una total rendición del yo y a una transfiguración fabulosa, movilizando y
utilizando todas las cualidades interiores; la posibilidad, en consecuencia, de entrar en el Reino
con gran lucha.
Las Sagradas Escrituras dicen de tales hombres que hacen violencia al Reino de los
Cielos. Son representados con justicia como emperadores y reyes en las Bodas Alquímicas. En
este camino, existen tan grandes peligros -egocentrismo, imperfección, desvío y degradación tan
completa, que alcanza incluso a los átomos corporales- que decididamente debemos
desaconsejarlo, incluso si fuese practicable.
Llamamos al segundo camino, el de la evolución. Es la vía de desarrollo de los que
reaccionan a la llamada interior, al despertar por una intensa aspiración y se esfuerzan en
purificar y elevar su vida; pero es la personalidad que es vista como el animal a cultivar y a elevar.
Tales hombres se apoderan ávidamente de todo lo que respira belleza, pureza y refinamiento
interior, como alimento vital, de forma que a la larga, por la expansión y el crecimiento de la vida
interior, el amor al prójimo y el compromiso sincero al servicio de los hombres aparecen. Tal
sublimación del comportamiento desarrolla igualmente cualidades de alma, pero como le falta la
comprensión liberadora, el camino de liberación no es descubierto, y se avanza sobre una base
errónea, la de la cultura de la personalidad. Hacen falta numerosas vidas llenas de experiencias en
este camino llano y fácil, a lo largo del cual , sin embargo, por falta del justo entendimiento,
podemos dar miles de vueltas, girar en redondo por mil desviaciones y perdernos en mil vías sin
salida, para que la conciencia reconozca que existen límites infranqueables, y que el alma agotada
de errar y de empezar sin descanso, recuerde de nuevo al Espíritu y se dirija a El.
La Escuela Espiritual conoce también personas que, a pesar de las cualidades excelentes,
su amor y su abnegación, sorprenden por su pasividad respecto al Camino, la total o casi falta de
acción sobre sí mismas. Su comportamiento como alumnos es irreprochable, pero desprovisto
aún de lo justamente necesario para la gran realización: el justo entendimiento, empujando a la
acción sobre sí en el sentido de la Gnosis, el verdadero espíritu de franc-masonería personal, el
acto mágico que libera. Por ello, tales alumnos deberán madurar por la experiencia, en el
transcurso de su aprendizaje, hasta el momento en que descubran la verdadera naturaleza y las
exigencias del camino de liberación seguido por C.R.C.
El cuarto camino está excluido para nosotros. Sólo puede ser seguido por entidades que,
después de su muerte, muestren tantas cualidades propias del Alma nueva y una orientación
interior tal, que pueden mantenerse en el microcosmos con una parte de su personalidad y
arriesgarse a confiar su cuerpo astral al fuego astral nuevo.
Queda el tercer camino, la verdadera vía real, el camino de la magia gnóstica, el camino
donde el capullo de Rosa despierta de su sueño de muerte , el camino que nos es ofrecido a
todos, el camino de las verdaderas alegrías reales.
Sin embargo, hasta hoy, a penas unos pocos han conseguido seguirlo hasta la liberación
final; esto se debe a que el yo juega continuamente malas pasadas al hombre, el cual prefiere la
ilusión temporal a la salvación eterna.
Uno se obliga a subir la escala social para alcanzar una posición en la sociedad. Para este
fin se impone los más grandes sacrificios. Voluntariamente acepta grandes riesgos. Esto durante
algunos años, hasta que un día una crisis cardiaca u otro mal nos alcanza, ¡ya que los males van
más rápidos que nosotros!
El rechazo o la aceptación del camino de liberación no es problema de fe o de falta de fe,
como en su día se ha pretendido. ¡No se duerman en la ilusión!
Lo que es necesario, es la aspiración profunda de volverse un hombre verdadero; de lo
contrario, no se puede salir del estado animal ordinario. Por esto se dice en el Sermón de la
Montaña: "Ahí donde está tu tesoro, ahí está tu corazón".
La Escuela Espiritual actual corresponde totalmente al tercer camino, la vía real , ya que
el segundo y el cuarto están excluidos, en tanto que el primero sólo es válido para algunos. Y
puesto que es usted alumno de esta Escuela, vigile pues, como C.R.C., en tomar el camino que
lleva al Templo de la Iniciación, a la Sala de las Bodas.
Ante la elección a realizar, C.R.C. tiene hambre de una solución; llama a sus cualidades
interiores, a lo que ha adquirido interiormente. Come de ese pan y lo comparte con la paloma
blanca. Pero ¡inmediatamente aparece el cuervo negro!
Cuando el candidato avanza hacia las Bodas Alquímicas, dos voces hablan siempre en él:
las voces de las dos naturalezas. La nueva naturaleza del Alma en formación, habla en nombre de
la Gnosis; la antigua naturaleza habla en nombre del yo dialéctico.
Estas dos voces, evidentemente, están siempre opuestas la una a la otra. Es imposible
ponerlas de acuerdo. La lucha entre ellas durará hasta que la antigua naturaleza desaparezca.
Es extremadamente fastidioso y terriblemente desconcertante, tener que oír estas dos voces. Para
quien hace la experiencia y busca un compromiso, es decir, intenta escoger una voz intermedia,
las cosas van siempre mal. En un momento dado, uno se encuentra con las manos vacías, e
incluso peor que esto.
Quien ha descubierto y vivido este fenómeno, a menudo en el sufrimiento, toma la
resolución de no escuchar nunca más la antigua voz. Así pues, ignorará al cuervo negro, el yo , el
protector del yo, y defenderá sin cesar a la paloma blanca, al Alma nueva.
La voz de la Gnosis, la Luz en nosotros, no fuerza jamás. Se aparta siempre de la lucha. Se
contenta con vibrar en la serenidad.
La voz de la naturaleza, en revancha, intenta continuamente eclipsar la influencia del otro y
de dirigirnos. Esto crea siempre una tensión interior, sobre todo al tomar una decisión. En esta
situación si el alumno se gira interiormente hacia la voz del alma, espontáneamente, o sea,
cuando expulsa lejos de él al cuervo negro y quiere afirmar sus cualidades interiores para que
puedan expresarse, se coloca siempre en el buen camino, el camino totalmente conforme a su
destino.
No existe ninguna excepción a la regla, incluso si se tiene la impresión de lo contrario. Es
un axioma del Camino de Vida; quienquiera que siga la voz del alma es siempre e
invariablemente victorioso y bendecido, porque el desarrollo del alma no está nunca centrado en
el yo y forma parte de un proceso que conduce al objetivo prescrito por Dios.
La voz del yo ordinaria es una ficción; tan sólo en apariencia nos presenta un objetivo, para
desviarnos de inmediato. El yo es extremadamente fantástico y siempre solitario, y al fin no nos
deja más que ruinas.
La conciencia cerebral dialéctica es una conciencia de por sí aislada; conduce al hombre
al individualismo, a una inmensa soledad y, para terminar, es como si lo abandonara en una
ciénaga.
La conciencia del alma toma su fuente de una gran comunidad, llamada Comunidad
divina. El alma desligada de sus cadenas, tiene la posibilidad de unirse a la totalidad de la
Comunidad de los Hombres-Almas, así como de recibir la fuerza. Por poco que nuestra alma
esté despierta, somos atraídos hacia esa gran Comunidad divina, que conlleva tres aspectos.
Primeramente, se habla de una Comunidad del Padre, la Rosacruz. Es el primer Misterio
gnóstico, el cual actúa con la rosa del corazón, la chispa latente del Espíritu, que despierta el
verdadero mental.
Por esta actividad, somos llamados y unidos a la Comunidad de los Puros; es el segundo
Misterio gnóstico, el cual actúa con el nuevo manto astral y suscita la orientación verdadera.
Por esta actividad se desarrolla entonces la Comunidad del Espíritu Santo, la Comunidad
del Santo Grial, tercer Misterio gnóstico, el cual actúa con el nuevo cuerpo etérico, poniéndolo
en estado de actuar de forma liberadora y salvadora.
El que permanece, interiormente, constantemente fiel a esta triple Comunidad, será siempre
vencedor. Por ello las Sagradas Escrituras la designan bajo el nombre de ¡Comunidad de la
Consolación!
He ahí la forma de seguir siempre por el buen camino; y vemos como C.R.C. emplea
interiormente este medio, de forma espontánea, fuera de toda elucubración intelectual. En
efecto, la espontaneidad es una exigencia absoluta. Si no hay espontaneidad hay fracaso: el acto
indica una moral teológica.

Esta es, pues, la base de la unidad de grupo gnóstico, la condición para ser admitido en la unidad
de grupo de los Hombres-Almas verdaderos, tal como la primera Epístola de Juan, 1, 5-7 hace
alusión:
"La nueva que hemos aprendido de El y que les anunciamos, es que Dios es luz y que en El no
hay tinieblas.
Si decimos que tenemos comunión con El y andamos en tinieblas, mentimos, pues la verdad no
está con nosotros. Pero si andamos en la luz , como El mismo está en la luz, estamos
mutuamente en comunión, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado".
Hemos comprobado en el relato, que C.R.C. se mantiene sobre esta base. El de forma
espontánea protege la paloma blanca, así pues, va sobre el buen camino. Se da cuenta que, en un
momento dado, la nueva conciencia le ha lanzado en una vía, en la cual ya no le está permitido
retroceder.
He ahí una característica del alma: las cosas hechas son irrevocables.
C.R.C. ha dejado su hatillo con su pan bajo el árbol, ya no puede irlos a recoger. En
cuanto lo intenta, se levanta un fuerte viento que se lo impide.
¿Qué significa?
Tener una bolsa de pan se refiere a una costumbre dialéctica bien conocida. Se quiere
hacer acopio de reservas de lo que es usual. Quiere uno prepararse contra toda eventualidad.
Nadie puede negar que es necesario a menudo en la naturaleza de la muerte. Hay que contar con
posibles riegos, por ejemplo, la falta de alimento en un momento dado.
Respecto al Alma viviente, este comportamiento sería, por contra, totalmente falso; en
efecto, el que existe y vive por el alma bebe de una fuente de Fuerza viviente que brota constante-
mente. En semejante situación la bolsa de pan, para provisiones, es totalmente superflua.
Además, el Hombre-Alma debe irradiar al exterior, distribuir a su alrededor,
inmediatamente, todo lo que libera en él como fuerza de Alma viviente. Por ello, el
Hombre-Alma no deja para mañana lo que puede hacer hoy. La fuerza del alma fluye de la
fuente eterna, divina, de la gran Comunidad de los hijos de Dios.
El pan simboliza aquí el primer Misterio gnóstico, que actúa en colaboración con la rosa
del corazón. El pan es el producto de la fuerza de alma nacida de la sangre. Poseer esta fuerza
significa trabajar con ella, irradiar con ella, aquí y ahora y no de la manera típicamente dialéctica,
a la espera del momento oportuno. Por ello, C.R.C. avanza con sumisión inteligente hacia la
siguiente etapa del camino liberador.
C.R.C. se pone en marcha con pan, agua y sal. Tal vez sea el momento de explicar lo que
Valentín Andreae quiere decir.
El Pan de vida atrae nuestra atención sobre lo que llamamos el primer Misterio, el
Misterio de la Rosacruz.
El cántaro lleno de Agua de Vida, es el segundo misterio, el Misterio de la Fraternidad de
los Puros.
La Sal de la Vida atrae nuestra atención sobre el tercer Misterio, el Misterio del Santo
Grial.
El que penetra estos tres Misterios, quien se pone en marcha con el pan, el agua y la sal
puede celebrar la verdadera Santa Cena. Puede realizar su resurrección, su resurrección en la
Cabeza de Oro, el aspecto más elevado del Cuerpo Viviente de la Escuela Espiritual actual.

A pesar de las numerosas bifurcaciones -probablemente falsas- guardé siempre la


dirección correcta gracias a mi brújula, pues no quería desviarme un paso del meridiano, aunque
el camino fuese a veces tan rocoso y poco practicable que creía haberme perdido.
Mientras caminaba, pensaba continuamente en la paloma y en el cuervo, sin llegar a
comprender su significado.
Al fin divisé a lo lejos, sobre una alta montaña, un pórtico espléndido; a pesar de que esta
muy, pero que muy alejado de mi camino, me apresuré hacia él porque el Sol acababa de
ocultarse tras los montes sin que, aún de lejos, hubiera visto abrigo o refugio. ¡Atribuía este
descubrimiento únicamente a Dios, que bien hubiera podido dejarme continuar mi camino
cegando mis ojos con el fin de que no hubiese visto el pórtico! Como ya he contado, me
aproximé a él con el mayor apresuramiento y, cuando llegué, las últimas luces del crepúsculo aún
me permitieron distinguir el conjunto.
Era un pórtico excepcionalmente bello, un pórtico real admirablemente ornado con una
multitud de magníficos grabados de escenas y símbolos, cada uno de los cuales tenía un
significado muy particular, como supe más tarde. En el frontispicio había una placa, de bastante
gran tamaño, que tenía esta inscripción: ¡Procul hinc, procul ite, prophani! (¡Lejos de aquí,
alejaros profanos!) con otras inscripciones de las que se me ha prohibido severamente revelar.
Cuando llegué al pórtico, apareció súbitamente un desconocido vestido con ropa azul
celeste. Le saludé amablemente. Respondió a mi saludo, pidiéndome enseguida mi invitación.
¡Oh! qué alegría me dio haberla traído conmigo, pues fácilmente la habría podido olvidar, como
había ocurrido a otros, según me dijo. Se la enseñé enseguida y no sólo se mostró satisfecho, sino
que, con gran sorpresa mía, me testimonió un gran respeto y me dijo: "Entra, hermano, pues eres
para mi un huésped bienvenido". Me pidió a continuación que le dijese mi nombre y, cuando le
respondí que era un hermano de la Rosacruz Roja, manifestó agradable sorpresa. Después me
preguntó: "¿Hermano, no tienes nada con qué comprar una insignia?" Le respondí que mi
fortuna era exigua, pero que le ofrecía con gusto lo que pudiera agradarle de entre los objetos que
poseía. A petición suya le regalé mi cantimplora de agua, y me dio a cambio una insignia de oro
en la que estaban grabadas estas dos letras. S.C. (Spes, Charitas: Esperanza, Amor).Me exhortó a
pensar en él, ya que esto me sería muy saludable. A petición mía, me indicó el número de
invitados que habían entrado antes que yo.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

¡LEJOS DE AQUÍ, SI NO ERES DIGNO!

C.R.C. progresa en el camino que le es destinado, que le ha sido indicado por la voz del
alma, a la cual obedece espontáneamente. Se nos cuenta con qué seriedad, con qué precisión
extrema se dirige para no desviarse del meridiano, ni tan siquiera un paso. Hay tantas
bifurcaciones y el camino a menudo es tan rudo y poco practicable, que cree haberse perdido.
El que está siguiendo el camino, después de su visita al santuario interior, el santuario de
los tres cedros, puede comprenderlo perfectamente y sentirlo con C.R.C. Ya que, de vez en
cuando en el camino, se duda efectivamente de haber escogido la vía correcta. Entonces, uno
debe escuchar con atención la voz del alma. Y, una vez más, se verá si se tiene suficiente fe y
confianza para comprenderla exacta y perfectamente.
Todos los alumnos en el camino son, por momentos, presa de la angustia. La angustia es
uno de los mayores obstáculos; viene del campo de respiración, del ser aural. En el campo de
respiración dominan nubes de angustia, que intentan sumergirnos diariamente. Cada vez que nos
dejamos llevar por el miedo a vivir, por ejemplo, nos situamos en una desviación. Por ello, es
preciso meditar sin cesar en la lección de la paloma y el cuervo, que sea siempre el centro de
nuestro interés y vigilancia. Guiados por la voz del alma y olvidados de nosotros mismos,
sacrifiquémonos al servicio. Cuando se vive el olvido de sí mismo, la angustia no puede
acometernos. Ya no se piensa en sí mismo. Todos debemos aprenderlo por la experiencia.
La voz del alma tiene tres tonalidades, ejerce tres acciones. Tal vez sería más exacto
hablar de tres voces.
Durante el crecimiento del alma, tres voces se dejan oír progresivamente. Corresponden
a los tres Misterios, los tres Misterios gnósticos citados anteriormente.
La primera voz empieza a manifestarse cuando la radiación gnóstica puede penetrar en el
santuario del corazón y, por la rosa, despertar la comprensión interior en el santuario de la
cabeza.
La segunda voz empieza a hablar cuando la fuerza de esta alma, la fuerza gnóstica, ejerce
su poder en nuestro campo de respiración; cuando la radiación gnóstica traspasa el manto sideral.
El órgano físico correspondiente es el hígado. La tercera voz del Alma, correspondiente al tercer
Misterio gnóstico, comienza a dejarse oír cuando al corriente de fuerza gnóstica toca el cuerpo
etérico, el cual trabaja en colaboración con el bazo, en el cuerpo físico. Así pues, la voz del Alma
habla tres lenguajes, los de las tres Fraternidades que hemos designado ya como la Fraternidad de
la Rosacruz, la Fraternidad de los Puros y la Fraternidad del Santo Grial. C.R.C. ha demostrado
su dominio de uno de los tres lenguajes por lo menos, el del corazón, del esternón, el canto de la
rosa; es el lenguaje del primer Misterio, que irradia del corazón y despierta la comprensión en el
santuario de la cabeza. Está claro que el que se encuentra en el primer Misterio, debe realizar el
proceso de reparación para la entrada en el segundo Misterio. El segundo Misterio atrae la
atención sobre el manto sideral, el campo de respiración. Ahí, cada uno debe aprender a resistir
todas las fuerzas del campo de respiración y vencerlas. El campo de respiración, el manto sideral,
debe ser totalmente purificado.

Sigamos el relato. En un momento dado C.R.C. divisa a lo lejos un espléndido pórtico, el del
Templo de la Iniciación, que da acceso a la Cabeza de Oro, el pórtico que abre, en el Templo de
los Misterios, la cima del Cuerpo Viviente Séptuple de la Escuela Espiritual actual. Con este
hecho C.R.C. demuestra que está preparado para hablar el segundo lenguaje del Alma. Se trata
de pasar de la conciencia espacio-temporal a la conciencia omnipresente, la verdadera conciencia
del Alma. Efectivamente, el que puede escrutar esta conciencia, ve indudablemente ante él el
pórtico de los Misterios universales. En lo alto, en el frontispicio, hay una advertencia. Esta
advertencia se relaciona con una sorprendente actividad, sobre todo respecto al hígado. El
hígado es un órgano destinado especialmente a captar las radiaciones astrales, que el cuerpo
precisa para purificar la sangre. Es un órgano extraordinariamente importante para purificar la
sangre. Cuando el Alma ha nacido, o sea, cuando al rosa del corazón se ha despertado y la fuerza
del Alma brilla en el santuario de la cabeza, esto significa también que el hígado logra ejercer una
nueva actividad, ya que éste coopera siempre con el corazón. Estos dos órganos dependen uno
del otro.
Usted sabe que cuando la Gnosis logra tocar a un hombre, la sangre se modifica. Para
que esta modificación sea duradera, es preciso que el hígado trabaje en perfecto acuerdo con el
nuevo estado sanguíneo. Ya hemos dicho que el hígado es un órgano de purificación. Todo lo
que no está en concordancia con la sangre, es expulsado por el hígado. Se comprende, pues, que
si el proceso gnóstico no se mantiene y permanece en una sola radiación de la sangre, el fluido
gnóstico es eliminado rápidamente de la sangre por la actividad natural del hígado. Es necesario
que, en el momento preciso, el hígado se vuelva receptivo al toque gnóstico. A este efecto la
fuerza gnóstica atraviesa el campo astral, el campo de respiración del microcosmos. El hígado está
encerrado en una especie de malla. Esta malla es un sistema de antenas muy complejo, destinado
a captar toda clase de radiaciones astrales. Cuando en el transcurso del segundo Misterio la
Gnosis penetra en el campo de respiración, que el corazón funciona ya en Ella y que la sangre se
vuelve receptiva, el hígado acepta también las radiaciones gnósticas y retiene el fluido gnóstico en
la sangre. Lo que penetra en el corazón ya no es rechazado por el hígado, sino por el contrario,
es favorecido por su actividad. Atraemos expresamente su atención sobre este fenómeno para
hacerle comprender que, en un momento dado, el proceso fisiológico del alumno de la Rosacruz
se realiza de forma diferente al del hombre ordinario. Desde el inicio, las bases de la gran
transfiguración son realmente colocadas. C.R.C. alcanza el pórtico obedeciendo a la voz del
Alma. La nueva actividad del hígado empieza a manifestarse y se encuentra fuertemente
estimulada. Considerables energías nuevas son liberadas en la sangre. Usted sabe que las energías
corporales están sometidas, en el más alto grado, a la influencia del sistema hígado-bazo y
dependen de él. Así C.R.C. se dirige rápidamente hacia el pórtico, con gran energía, sin
preocuparse ya de su camino, de hecho, ese pórtico está fuera del camino que debe seguir. He
aquí una parte muy misteriosa de las Bodas Alquímicas. El camino señalado en las Bodas
Alquímicas, no es otra cosa que el trazado del sistema de fuego de la serpiente, el camino que hay
que recorrer de abajo hacia arriba en el proceso gnóstico; al contrario del oculto, en donde se
intenta de arriba hacia abajo, lo que conlleva siempre terribles consecuencias. Cuando el Alma ha
despertado en el santuario de la cabeza, el camino debe ser recorrido de arriba hacia abajo. Pero,
en un momento dado, en el transcurso del descenso al fuego de la serpiente, hay que girar a la
derecha, hacia el hígado. Por ello, cuando C.R.C. percibe el pórtico del hígado, es correcto el que
se aparte del camino y corra hacia él (señalemos de pasado, que el camino descendente sigue el
cordón del gran simpático, hasta el plexo sacro (1)).
Cuando C.R.C. se acerca lee esta inscripción encima del pórtico: "¡Alejaos si no sois dignos!" Lo
que significa: "Si no está usted iniciado, si todavía no ha llegado ahí, no fuerce esta vía de
desarrollo, ya que le dañaría. Nadie debe, ni puede precipitar nada en este terreno".

Está claro que al inicio del camino en el que C.R.C. se compromete, el toque va primero al
corazón. En cuanto el corazón se ha vuelto receptivo a la Gnosis, empieza la transformación, una
transformación literalmente corporal.
El santuario del corazón posee numerosos poderes radioactivos, cuando el fluido gnóstico
nos toca, la estructura celular del corazón se modifica bajo la acción de una nueva fuerza
radioactiva. Es por esto que, una vez situado en el camino, es totalmente desaconsejable
retroceder; de hecho, es imposible. Las Bodas Alquímicas insisten mucho sobre este hecho. Por
ello, se dice que cuando C.R.C. intenta retroceder, se levanta una violenta tempestad. Cuando
hemos empezado a modificar la estructura de nuestra personalidad hasta en los átomos del
cuerpo, no es posible decir en un momento dado: "¡Ahora ya no sigo adelante!" Cuando el
órgano del corazón se ha acordado con las radiaciones gnósticas, las radiaciones dialécticas
habituales terminan, a la larga, por dejar de afectarnos. Observará que la transfiguración empieza
a realizarse desde el inicio del camino. El corazón que se confía a la Gnosis es siempre de un tipo
determinado. Se puede decir lo mismo del hígado. En el momento en que el hígado se ha unido
a las radiaciones siderales gnósticas y las absorbe, el alumno debe emplear estar energía especial
de la sangre al servicio de la Gnosis. De ahí la advertencia, que habla por sí misma: "¡Alejaos si no
sois dignos!".
Después, C.R.C. llega ante el guardián del pórtico, el cual viste de azul celeste. (El azul es el
color de la luz sideral. La radiación del hígado también es azul, precisamente por su relación con
las radiaciones astrales). El guardián debe descubrir ahora, si C.R.C. es digno o no de participar a
las Bodas Alquímicas. Por ello le pide su carta de invitación, carta de C.R.C. lleva consigo. Si se
encuentras en el primer Misterio, todos ustedes llevan su invitación consigo. ¡En el santuario de
su corazón! Cuando la Gnosis le ha tocado en el santuario del corazón, cuando las llamas del
fuego de la Gnosis han tocado su corazón, cuando le ha traspasado, el esternón testimonia de
ello; ya que con razón la palabra esternón significa "que irradia". El estado del esternón es la carta
viviente que traduce la calidad de nuestra vida. Todo candidato serio, lleva esta carta viviente en el
santuario de su corazón. Cuando por parte de la Gnosis se le pida su invitación, muestre su
corazón abierto. Si ha llegado así al primer Misterio, llevando las cuatro rosas en su sombrero,
entonces sí es usted un invitado bienvenido. Esta carta, es decir, el estado particular del esternón,
e la base que determina la abertura de la rosa. Por ello se dice en las Sagradas Escrituras que
Dios, la Gnosis, sondea el corazón del hombre. Comprende usted ahora esta expresión sagrada.
Cuando el corazón testimonia del nuevo estado de ser, se es acogido con esas palabras: "¡Entra
hermano, eres para mí un huésped bienvenido!".
Y cuando se pregunta su nombre, responde: "Soy un hermano de la Rosacruz roja". La ley
de Cristo está grabada en su corazón; en él la rosa roja se ha abierto. Un Rosacruz rojo es ante
todo un hombre que se esfuerza en alcanzar el segundo Misterio. Es por esto que este hermano
de la Rosa roja y de la Cruz se da el nombre de Cristian Rosacruz sin dudarlo. No es un Rosacruz
sin más, no; la chispa-espíritu, la rosa, se ha puesto en él al servicio de la luz astral de Cristo!
Con esto queremos decir que:
El esternón tiene el poder de atraer las osas hacia las cuales nos llevan nuestros deseos. Abrimos
nuestro corazón a nuestros deseos. En consecuencia, atraemos fuerzas astrales por el hígado.
Estamos envueltos por un campo astral poderoso; vivimos en un océano sideral impetuoso. A
cada latido del corazón, el hígado absorbe fuerzas siderales. Así pues, cuando el corazón se abre
al misterio gnóstico, llega siempre una respuesta, se produce un contacto, se desarrolla un
proceso. Pero, al mismo tiempo, hay que permanecer orientado por entero hacia Jesucristo,
nuestro Señor, es decir, hacia el campo astral de la Gnosis. Ya que lo que necesita para alcanzar
el objetivo es fuerza sideral del campo crístico, del sexto plano cósmico, del nuevo Campo de
Vida. En consecuencia, uno no puede contentarse con decir: "Soy Rosacruz", esto no significa
nada. Existen, como ya sabe, numerosos grupos con este nombre. Pero sólo hay una Rosacruz
crística. Tan sólo hay un tipo de hombre que puede ponerse el nombre de Cristian Rosacruz.
¿Lo comprende? Esos hombres además de ser hermanos de la Rosacruz, llevan el nombre de
Cristian Rosacruz y recorren el camino en las radiaciones crísticas, en el campo astral de los
Hierofantes de Cristo.
En cuanto C.R.C. franquea el pórtico debe primero comprar una insignia, una medalla de oro.
La recibe a cambio de su cantimplora de agua. Como recordará, se había puesto en marcha con
pan, agua y sal. Abandonó su pan bajo los cedros; su cantimplora la dejó en el pórtico, Ya que
ahora, además del Pan de Vida, posee también en él el Agua de Vida; posee ahora en sí mismo el
pan y el vino. Se ha vuelto un verdadero cristiano. Si no se quiere o no se puede ser cristiano en
este sentido, se permanece siempre atado a la naturaleza dialéctica. Si, en consecuencia,
profundamente interesado usted ha abierto su corazón a la Gnosis, pero no en el sentido positivo
y perfectamente cristiano, no en el deseo absoluto del otro Reino, sin ofrecerse totalmente,
entonces permanece usted siendo un hombre del tipo dialéctico ordinario quien, en un momento
dado, es como un vaso lleno en el que no cabe nada más. La gran corriente sanguínea que se
vierte al hígado por la vena aorta, es comparada en la Enseñanza Universal a una corriente de
agua de o vino. Usted, alumno de la Escuela de los Misterios, haga de forma que un día sea capaz
de canalizar esta corriente de fuerza nueva.
Piense en la Santa Cena, donde se ofrece al candidato el pan y el vino; se trata de lo siguiente:
cuando alguien entra en la Escuela de la Rosacruz de Oro no está únicamente unido a una
enseñanza sino también a una fuerza. Todos reciben dos fuerzas. En cada servicio de Templo le
son dispensados el pan y el vino; el pan para realizar el primer proceso del corazón; el vino del
Espíritu, el agua de vida, a fin de abastecer provisionalmente la función regeneradora del hígado,
ya que en el alumno principiante no puede aún cumplir con su nueva función. Es con este viático
que hay que intentar seguir el camino. El pan y el vino alimentan y reconfortan al inicio del
camino.
Pero, naturalmente, respecto a la auto-realización, se espera que usted se vuelva lo más
rápidamente posible su propia autoridad en la materia; que sea capaz de procurarse directamente
el pan y el vino.
Al inicio, el pan y el vino son ofrecidos como material gnóstico de construcción del Alma, para
poder empezar el trabajo. Sin embargo, tan pronto como el pórtico se abre por sí mismo, esta
energía indirecta es reemplazada por energía sideral directa. Por esto C.R.C. da al guardián del
pórtico su cantimplora de agua, con la que alivió su sed hasta entonces; ahora, ya no precisa ese
alivio; desde el punto de vista gnóstico se ha vuelto autónomo. La prueba de ello es el signo
distintivo que recibe, una pieza de oro, con sólo dos letras grabadas, S y C, iniciales de las
palabras Spes Charitas. Nos gustaría traducirlas así: "La Esperanza bien fundada de la
manifestación del Amor divino está ahora en usted".

Pero volvamos a nuestras explicaciones. Digamos: animado por un profundo deseo de la Gnosis,
penetra usted en el primer Misterio; en consecuencia, la rosa del corazón se abre y el fluido
gnóstico invade su sangre. Y se enciende en el santuario de su cabeza la nueva Luz; lo atestigua la
cinta roja que se pone en sus hombros y las cuatro rosas que lleva en el sombrero. Y así se pone
en marcha. No se contenta en ir simplemente en dirección a los Misterios, sino que sobre todo
está usted animado de un vivo deseo en acceder al Misterio crístico, es decir, a la patria original, al
campo astral de la Gnosis. Con ello se desarrolla una nueva actividad en el campo de respiración.
El hígado extrae nuevas fuerzas, las cuales renuevan día a día la sangre, de forma que recibe
siempre más energía para seguir el camino y perseverar.
El que interiormente realiza esto, el segundo Misterio puede alimentar la esperanza bien
fundada de la manifestación del Amor divino.
El Amor divino, el Amor universal es la energía más alta, más noble, más pura; gracias a él se
realiza también el tercer Misterio, el Misterio del Grial y se desarrolla la magia del Amor. Para
ello, C.R.C. posee aún un tercer poder prestado, la sal. Pero, como veremos, es preciso que lo
abandone pronto.

En fin, por amistad me dio una carta sellada para el segundo guardián. Mientras me
entretenía hablando con él, llegó la noche; en la puerta encendieron un recipiente lleno de pez
para que pudieran orientarse los que aún estaban en el camino. El camino que conducía al
castillo estaba cerrado por ambos lados con altos muros y bordeado por hermosos árboles
frutales de todas las especies. Habían colgado un farol en uno de cada tres árboles(En cada lado
del camino había tres árboles) en los cuales estaban colgados faroles cuyas luces habían sido ya
encendidas con una espléndida antorcha por una hermosa virgen, vestida también de azul. Me
entretuve más de lo prudente en admirar tan soberbio y exquisito espectáculo. Finalmente, tras
haber recibido las instrucciones pertinentes, me despedí del primer guardián. Mientras caminaba,
me asaltó el deseo vehemente de conocer el contenido de la carta, pero como no podía
sospechar ninguna descortesía por parte del guardián, resistí la tentación y continué mi camino
hasta el otro pórtico. este era casi idéntico al primero, pero adornado con esculturas diferentes,
de un significado misterioso. Sobre la placa fijada en el frontispicio se leía: "Date et dabitur vobis"
(Dad y se os dará). Un feroz león encadenado bajo este pórtico se irguió nada más verme y me
recibió con fuertes rugidos. Esto despertó al segundo guardián que estaba tendido sobre un
bloque de mármol, el cual me exhortó a que no me inquietara ni tuviese miedo. Expulsó al león
que retrocedió y cogió la carta que le tendí temblando. Habiéndola leído me dijo con gran
respeto: "¡Bienvenido, en nombre de Dios, sea(sois) el hombre al que deseaba ver desde hace
largo tiempo!
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

10

LAS SEIS LÁMPARAS


Recordará que C.R.C. se puso en marcha con pan, agua y sal. Sin embargo, los dejó cerca de los
tres cedros, en el momento de ponerse espontáneamente sobre el camino que conduce al
objetivo en línea recta. Así ha realizado para sí mismo el primer Misterio. Recordemos la función
del primer Misterio: dar diariamente al alumno el alimento del Alma nueva, que extrae
directamente de la Fuente eterna de todas las cosas. La parte recibida debe ser utilizada el mismo
día, en un don total de sí y lleno de amor al servicio de todos. Añadamos que el pan, el primer
impulso de la Gnosis que penetra en el esternón, debe alcanzar el centro del alma, el santuario de
los tres cedros. Cuando el centro del alma, el santuario de los tres cedros es alcanzado, solamente
entonces el hígado, este órgano maravilloso, está suficientemente influenciado para poder retener
los elementos gnósticos, en lugar de expulsarlos.
Una vez alcanzado este objetivo, el hígado se amolda al nuevo comportamiento del Alma,
hasta el momento en que se abre, por sí mismo, a los influjos gnósticos directos del segundo
Misterio. Entonces, este Misterio se vuelve una completa realidad para el alumno. Se comprende
que, a partir de ese momento, sean liberadas en el alma-sangre considerables energías,
transmitidas a todo el cuerpo por la vena aorta, poniendo al alumno en estado de realizar grandes
cosas. La energía vital indirecta liberada por el corazón, es reemplazada entonces por la que
proviene directamente del hígado. Las fuerzas siderales penetran por el hígado, las cuales
transmiten a la sangre grandes energías.
C.R.C. puede, pues, dejar su cantimplora de agua al guardián del pórtico y, como hemos
dicho, recibir una insignia de oro, el sello de la Esperanza y del Amor. Puede ahora, con razón,
mantener la esperanza de ver manifestarse el Amor divino del tercer Misterio, el Misterio del
Santo Grial. Puede, confiadamente, dar por descontado la realización total de la continuación del
proceso. Y así se dirige hacia el guardián del segundo pórtico.
Entretanto ha llegado la noche, todo se ha oscurecido. Cuando la puerta del hígado se abre a la
Gnosis y que las funciones de este órgano escapan cada vez más a las influencias astrales dialécti-
cas de la naturaleza ordinaria, todo lo que pertenece al mundo dialéctico se oscurece para el
alumno. Si el hígado y sus funciones cambian de la forma descrita, elementos importantes del
sistema del alumno son separados completamente de la naturaleza dialéctica y sus
manifestaciones. En principio, el corazón ya no funciona para la naturaleza; le sigue lo mismo
para el hígado. Y como este órgano es fuente considerable de energía, está claro que cuando una
gran parte no está ya unida a la naturaleza dialéctica, ésta pierde todo su color y esplendor para el
alumno. Este último no corre ya el peligro de desviarse en el mundo, ni de malgastar su tiempo
en futilidades de la naturaleza de la muerte, hasta tal punto que ésta se convierte en noche para él.
Cuando la luz del sol dialéctico se apaga, la noche cae sobe la naturaleza de la muerte. Pero
inmediatamente, -y no podría ser de otro modo- ¡brilla la aurora de un nuevo día! Por un lado es
la noche, pero por el otro ¡es la luz! La energía nueva que afluye muestra que una nueva fuente
de luz empieza a actuar en el alumno.
Por ello, una doncella vestida de azul (alusión a la nueva actividad del hígado) enciende todas las
luces de las linternas colgadas de los árboles de los cuales, tres por cada lado, bordean el camino
hacia el castillo.
Este detalle alude a las funciones del hígado. Los tres árboles de cada lado del camino y sus
linternas encendidas, representan las fuerzas que emanan de la nueva fuente de energía. Cada
árbol tiene una linterna: tres a la derecha y tres a la izquierda, símbolo de una actividad positiva y
otra negativa. Dos veces tres fuerzas, polarizadas positiva y negativamente. Dos fuerzas atrayentes,
dos repulsivas y dos neutralizantes, estando así representada la función completa del sistema
hepático. Las fuerzas astrales penetran por el hígado. En el caso del alumno son fuerzas astrales
provenientes del sexto plano cósmico, del nuevo campo de vida. El hígado atrae fuerzas pero
rechaza al mismo tiempo lo que no es útil ni saludable tan bien, que el alumno está
definitivamente protegido.
Ninguna influencia sideral nociva puede ya penetrar por la puerta del hígado. Pero existen otras
entradas, otras vías de acceso, por las que las fuerzas enemigas pueden invadir el sistema del
alumno que ha llegado a esta parte del camino.
Piense por ejemplo, en los distintos puntos del sistema del fuego de la serpiente, y en las
diversas funciones respiratorias del santuario de la cabeza. Piense también, en el
candelabro de siete brazos, citado a menudo en la Escuela. Es evidente que, por esos otros
caminos, pueden infiltrarse fuerzas enemigas en la sangre del alumno. Pero ahora, el hígado
posee una fuerza neutralizante. Se comprende que, ante las fuerzas enemigas que intentan invadir
la sangre del alumno, para desviar su camino o su visión, ese factor neutralizante une y expulsa
todas las influencias nocivas, representa una gran protección. ¡Este triple sistema del hígado es
extraordinariamente útil para el alumno! Estas tres fuerzas siderales unidas, le son una ayuda
poderosa, una potente fuente de luz. C.R.C. posee, en lo sucesivo, una triple luz interior en el
sistema del hígado y del bazo.
Así pues, sigue su camino hacia el guardián del segundo pórtico, ornado igualmente de esculturas
e inscripciones. En la placa del frontispicio lee: "¡Dad y se os dará!" Bajo este pórtico descansa un
león, quien lo recibe con fuertes rugidos. El León simboliza aquí el guardián del nuevo estado de
vida, del Templo del Santo Grial, el Templo del Amor, el Templo del tercer Misterio.
El que consigue pasar ante el León se introduce inmediatamente en la gran transfiguración, entra
en el nuevo campo de vida: el renacimiento empieza para él. Así se vuelve uno ciudadano de la
Cabeza de Oro, el campo de la Resurrección. Sabemos que la carne y la sangre no pueden
heredar el Reino de Dios. Tan sólo el hombre transformado, el hombre renacido, puede acceder
a un estado de vida verdaderamente puro.

Resumamos brevemente otra vez, lo que es necesario para lograr entrar en el nuevo campo de
vida, el campo de la Resurrección. Primero, es preciso un principio vital, engendrado por el
corazón.
Segundo, es preciso una energía vital nueva poderosa, en relación con el hígado.
Tercero, es preciso una sustancia vital nueva para el gran cambio de la transfiguración.
Es decir, un principio vital nuevo, una energía vital nueva y una sustancia vital nueva. (se podría
poner principio, energía y sustancia vitales nuevos). La sustancia vital nueva es el material con el
que se formará el Manto de Oro de las Bodas. Los nuevos materiales de construcción son
liberados en el cuerpo etérico, relacionado con el bazo del cuerpo físico. Tal vez ya sepa que el
bazo es un órgano que absorbe los éteres. Y los éteres son, en sentido absoluto, materiales de
construcción. En las Bodas Alquímicas de C.R.C. son designadas como la sal. La sal es
cristalizante, conservadora y purificadora. El alumno que empieza a seguir el camino actúa, al
inicio de su desarrollo, con los antiguos éteres, los éteres naturales, no dispone aún de éteres
nuevos. Por ello al comienzo, se esfuerza en purificar el máximo posible los antiguos éteres de la
naturaleza de la muerte. Intenta "extraer lo que se encuentra allí", para servir a la ejecución de su
plan: participar en la vida del Reino inmutable. De ahí el comportamiento elemental y las reglas
que adopta el alumno confesional. Se esfuerza, al inicio, en remar con los remos de que dispone.
Para ello, mantiene los remos en el mejor estado posible.
Pero los verdaderos materiales de construcción, los materiales de construcción nuevos que
precisamos, no pueden en absoluto provenir de los antiguos éteres. Estos están totalmente
desprovistos de valor para el nuevo campo de vida. Por ello, es preciso disponer primero de un
nuevo principio vital, a partir del cual se desarrolla una nueva energía vital, por mediación del
segundo Misterio. Y cuando el hígado está preparado para asegurar perfectamente el desarrollo
ulterior, y el alumno recibe los cuatro alimentos santos, los éteres nuevos, la nueva sustancia vital,
los nuevos materiales de construcción penetran en su sistema.
Al igual que el hígado, el bazo se cierra a las fuerzas naturales, a los antiguos éteres, y se abre a los
cuatro éteres celestes del origen. El tercer aspecto de la Gnosis, el tercer Misterio se realiza en el
alumno. Ya no recibe "la sal" de la naturaleza ordinaria, sino los materiales de construcción
etéricos de la nueva naturaleza. Esos materiales etéricos se designan en las Bodas Alquímicas, con
las letras S M: Sal Menstrualis, la sal purificadora. La nueva sustancia penetra el sistema, una
nueva sal, una sal regeneradora se diferencia en el organismo. Y esta sal, es el elemento que
asegurará la transfiguración efectiva y, en primer lugar, constituirá el Manto de Oro de las Bodas.
Este es el significado de la segunda insignia que recibe C.R.C. Otro detalle sorprendente: la carta
de recomendación que C.R.C. debe transmitir. El primer guardián lee la carta, grabada en el
corazón de C.R.C. Pero la segunda carta hace alusión a la nueva fuente de vida que surge en el
alumno. Sin duda, comprenderá usted ahora las palabras del Evangelio de Marcos (9,51): "Tened
sal en vosotros mismos". Así hablaba Jesús el Señor a sus discípulos. Y si nos es permitido recibir
la sal, no le hagamos perder su sabor. Este es el caso cuando no la empleamos. Por ello ¡viva el
presente! No espere recibir la sal de la vida al día siguiente, más tarde. Empiece ahora armado de
toda su confianza, su fe, su perseverancia, apoyándose en su estado de ser del momento.
Progresará rápidamente y, en unidad de grupo con sus hermanas y hermanos, avanzará en el
camino con paso decidido hasta la Cabeza de Oro, el campo de la Resurrección.
Por ello está escrito en las Bodas Alquímicas: "Cuando me disponía a hablar con el segundo
guardián, una campana se puso a tañer en el castillo, aconsejándome vivamente el guardián de
que me apresurase, ya que sino todas mis penas y mis esfuerzos serían vanos, pues arriba
comenzaban a apagar todas las luces. Me puse pues en marcha precipitadamente".
En cuanto a usted, quiera Dios que, lo más rápidamente posible, llegue el día en que el guardián
pueda decirle:
"¡Bienvenido en nombre de la Gnosis, sois el hombre al que deseaba ver desde hace largo
tiempo".
A continuación me presentó una insignia preguntándome si tenía algo con que cambiarla.
Como ya no me quedaba más que la sal, se la ofrecí y la aceptó dándome las gracias. Esta insignia
también tenía solamente dos letras: S.M. (Sal Menstrualis: Sal Purificadora).
Cuando me disponía a hablar con este guardián, una campana se puso a tañer en el castillo,
aconsejándome vivamente el guardián de que me apresurase, ya que sino todas mis penas y mis
esfuerzos serían vanos, ya que arriba comenzaban a apagar todas las luces. Puse en práctica su
consejo de forma tan precipitada que olvide despedirme de él, tal era mi temor y no sin razón. En
efecto, a pesar de la rapidez de mi carrera, ya me alcanzaba la virgen y tras ella apagaban todas las
luces. No hubiera podido encontrar el camino si no me hubiera iluminado con su antorcha. Y
apenas si pude deslizarme detrás de ella para entrar, pues la puerta se cerró tan bruscamente que
quedó cogido el borde de mi capa. Y allí tuve que dejarla porque ni yo, ni los que me habían
aconsejado amablemente ante el pórtico, pudieron convencer al guardián para que abriera
nuevamente la puerta. Aseguraba que había dado la llave a la virgen, la cual se la había llevado al
patio.
Durante este tiempo, contemplé aún el pórtico. Era una tan espléndida obra maestra, que en
todo el mundo no había otro que lo igualase. A cada lado se levantaba una columna. Sobre una
había una estatua sonriente con la inscripción: Congratulor (me congratulo contigo). Sobre la
otra, una estatua de cara triste con la inscripción: Condoleo (sufro contigo). En pocas palabras,
eran figuras y palabras tan oscuras y misteriosas, que incluso el hombre más instruido de la Tierra
no sabría interpretarlas. Pero, si Dios lo permite, en breve las describiré y explicaré.
Al atravesar ese pórtico tuve que decir mi nombre de nuevo; fui inscrito el último en el
pergamino destinado al futuro esposo. Sólo entonces me fue entregada la verdadera insignia
destinada a los invitados; era más pequeña que las otras, pero mucho más pesada. En ella estaban
grabadas las letras S.P.N. (Sponsi Praesentandi Nuptiis: éste es en las bodas el invitado del
esposo).
Además, se me dio un par de zapatos nuevos, pues el suelo del palacio estaba enlosado
con mármol claro. Como me resultaba agradable dar mis viejos zapatos a uno de los pobres que,
con compostura, se sentaban frecuentemente bajo el pórtico, los regalé a un viejo.
Acto seguido, dos pajes que llevaban antorchas me condujeron a una pequeña habitación,
donde se me hizo sentar en un banco, mientras ellos colocaban las antorchas en dos agujeros
perforados en el suelo, marchándose y dejándome sólo. De repente oí un ruido, pero no vi nada
y hete aquí que me cogieron varios hombres a la vez; como no los veía, me vi obligado a dejarlos
hacer a su guisa. No tardé en darme cuenta de que eran peluqueros, les pedí que no me
apretaran tan fuerte, pues estaba dispuesto a hacer lo que quisieran. Me soltaron entonces y uno
de ellos, que seguía siendo invisible, me cortó diestramente los cabellos en la cima del cráneo
respetando, sin embargo, los largos mechones, encanecidos por la edad, de la frente que caían a
la altura de los ojos y sobre las orejas.
Debo confesar que al principio me dejó casi sin valor, pues cuando me sentí zarandeado tan
irresistiblemente, sin ver a nadie, creí que Dios me había abandonado a causa de mi arrogancia.
Finalmente, los peluqueros invisibles recogieron cuidadosamente los cabellos cortados y
se los llevaron; entonces los dos pajes entraron riéndose con ganas de mi terror. Apenas habían
intercambiado algunas palabras conmigo, cuando una campanilla tintineó de nuevo señalando la
convocatoria de una asamblea, según me dijeron. Me invitaron a seguirles, precediéndome con
antorchas que iluminaron una infinidad de c pasillos, puertas y recodos, hasta conducirme a una
gran sala.
Una multitud de invitados se apretujaba en esta sala: emperadores, reyes, príncipes y
señores, nobles y burgueses, ricos y pobres, así como no pocos bribones, lo que me sorprendió
mucho, y pensando en mi me decía: "¡Qué tonto has sido habiéndote atormentado tanto por este
viaje! ¡Estas gentes que tan bien conoces y que nunca has estimado están también aquí, mientras
que tú, con todas tus plegarias y súplicas, a duras penas si has podido entrar el último!".
Sin duda fue el diablo quien me inspiró estos pensamientos y muchos otros, pese a todos
mis esfuerzos por rechazarlos. Mientras tanto, varios de los que me conocían me interpelaban:
"Hermano Rosacruz, ¿también está usted aquí?" "Si hermanos, respondí, la gracia de Dios me ha
ayudado a mí también, a entrar aquí" Se rieron de mi respuesta y encontraron ridículo que
invocara a Dios por una cosa tan simple. Cuando preguntaba a cada uno por el camino que
habían seguido, la mayoría contaba que habían escalado los roquedales.
Entonces, unos toques de trompetas -que no veía- sirvieron de señal para comer. Cada
cual se colocó según el rango al que le parecía tener derecho y tan bien lo hicieron, que yo y otros
pobres como yo apenas si encontramos un hueco en la última mesa. Poco después, entraron los
dos pajes y uno de ellos pronunció una oración tan bella y admirable que mi corazón se alegró
interiormente. Sin embargo, algunos de los grandes señores no sólo no les prestaban la menor
atención, sino que se reían entre ellos, gesticulaban, mordisqueaban sus sombreros y se divertían
con muchas otras bufonadas. Después sirvieron la comida, y todo estaba tan primorosamente
ordenado, que me pareció que cada invitado tenía su propio sirviente, aunque no viese a nadie.
Cuando los chistosos estuvieron saciados y el vino les hizo perder toda moderación, se pusieron a
vanagloriarse y a fanfarronear. El uno habría echo esto, el otro aquello, y los más insignificantes
gritaban más fuerte. Todavía hoy no puedo evitar irritarme cuando recuerdo los actos
sobrenaturales e imposibles sobre los que oí hablar. Para acabar, cambiaron sus sitios; aquí y allá,
los presuntuosos se deslizaban entre los señores y se vanagloriaban de acciones de tal
envergadura, que no hubiera bastado la fuerza de Sansón o de Hércules para realizarlas. Uno
quería liberar a Atlas de su peso, el otro sacar al Cerbero tricéfalo de los infiernos. Pero los
grandes señores no cometían la estupidez de creerles.
Los malvados acabaron por mostrar tanta audacia, que no prestaron atención alguna a los
golpes que, de vez en cuando, a modo de advertencia recibieron en los dedos con los cuchillos. Y
cuando uno de ellos hubo hurtado una cadena de oro, los demás quisieron tratar de hacer otro
tanto. Uno pretendía oír el susurro del cielo, un segundo contemplar las ideas de Platón, un
tercero enumerar los átomos de Demócrito. Varios incluso habían inventado el movimiento
perpetuo. Es cierto que muchos me parecían inteligentes pero, desdichadamente para ellos,
tenían demasiada buena opinión de sí mismos. Para acabar, había uno que pretendía hacernos
creer pura y simplemente que veía a los criados que nos servían. Y habría continuado con sus
jactancias, si uno de los criados invisibles no le hubiese dado un bofetón tan sonoro en su boca
mentirosa de forma que, no solamente él, sino también muchos de sus vecinos, quedaron mudos
como peces.
Para gran satisfacción mía, todos aquellos a quienes estimaba guardaban silencio y
mantenían una total compostura en medio de este bullicio; se guardaban mucho de elevar la voz
pues se consideraban, en su ignorancia, incapaces de penetrar en los grandiosos misterios de la
naturaleza de lo que, por añadidura, se sentían demasiado pequeños.
A causa de esta algazara, casi habría maldecido el día en que llegué a tal sitio, pues veía
con dolor como los personajes sentados en la cabecera de la mesa eran lisonjeros y ligeros,
mientras que, incluso en mi discreto rincón, no se me dejaba tranquilo, puesto que uno de los
bribones me había tratado insolentemente de ¡grandísimo bobo! Como aún ignoraba que hubiese
otra puerta que franquear, suponía que, durante todo el tiempo que durasen las bodas, se me
trataría de forma burlona, desdeñosa e indigna, lo que no había merecido ni por parte del esposo
ni de la esposa. ¡Se podría haber elegido mejor a otro para hacer de bufón de las bodas!
He aquí a qué impaciencia puede conducir a las almas sencillas las contradicciones de
este mundo. En realidad, esto formaba parte de la enfermedad que yo había tenido en el sueño,
como lo he relatado anteriormente.
El vocerío aumentaba cada vez más. Había también quien se jactaba de visiones
inventadas e imaginarias, y contaban sueños espantosos y de una falsedad evidente. A mi lado
estaba sentado un hombre calmado y distinguido que hablada de vez en cuando de cosas más
elevadas. Acabó por decirme: "Mire, hermano, si alguien quisiera conducir por el camino
correcto a semejantes obstinados, ¿le escucharían?
"Ciertamente no", le respondí.
"Así es -dijo- como el mundo quiere ser engañado a toda costa y cierra sus oídos a quienes
no buscan sino su bien. Fíjese bien en ese adulador y observe con qué tonterías y sandeces intenta
atraer la atención sobre él. Mire allí como otro se burla de la gente con palabras misteriosas e
inauditas. Pero créame, llegará un tiempo en que se les quitará las máscaras y disfraces a estos
mentirosos, para que todo el mundo vea los bribones que se ocultan detrás. Entonces, quizás,
serán respetados aquellos a los que antes no se les estimaba".
Mientras hablaba, el tumulto se hacía cada vez más violento. De repente, se elevó en la
sala la más bella e impresionante música que jamás había oído en mi vida. Todo el mundo se
calló a la espera de lo que iba a suceder. La música estaba ejecutada con todos los instrumentos
de cuerda imaginables, tan armoniosamente que me quedé como de piedra, completamente
ensimismado, con gran sorpresa de mis vecinos. Esto duró cerca de media hora, durante la cual
nadie dijo palabra, pues desde el momento que alguien quería abrir la boca, recibía un manotazo
inesperado, sin saber de dónde venía. Como no veíamos ningún músico, pensaba, cuánto me
habría gustado examinar todos los instrumentos que utilizaban. Al cabo de media hora, la música
cesó de repente sin que nos fuera posible ver ni oír de dónde procedía.
Pero pronto resonó, delante de la puerta de la sala, una estridente y resonante fanfarria de
trombones, trompetas y timbales, tan magistralmente como si el propio emperador de Roma
hubiera hecho su entrada triunfal. Después la puerta se abrió sola y el estruendo de los
trombones se hizo tan potente que apenas era soportable.
Al mismo tiempo, me pareció que penetraron miles de luces en la sala, moviéndose solas
con un orden tan perfecto que nos dejó extremadamente impresionados; por último, los dos
pajes de los que ya hemos hablado entraron, con antorchas llameantes, iluminando a una bella
virgen sentada sobre un trono de oro, magnífico y triunfal, que avanzaba por sí sólo. Tuve la
impresión de que era la misma que, poco antes, en el camino, había encendido y apagado las
luces. Asimismo, creí reconocer entre los servidores a los que estaban de guardia bajo los árboles
que bordeaban el camino. No obstante, ya no llevaba el vestido azul sino una túnica
deslumbrante, blanca como la nieve, centelleando oro puro y tan radiante que apenas osamos
mirarla. Los dos pajes estaban vestidos igual, aunque un poco más sencillamente.
Cuando la virgen llegó en medio de la sala, descendió de su trono y todas las luces se
inclinaron ante ella. Nos levantamos todos de nuestros bancos, quedándonos cada uno en
nuestro sitio. Cuando nos fuimos inclinando, ella ante nosotros y nosotros ante ella,
saludándonos respetuosamente unos a otros, ella comenzó a hablar con voz suave, en estos
términos:

El rey, mi gracioso señor,


os espera ahora no lejos de aquí,
así como su prometida quien, por la vida,
le ha concedido ya su mano.
Durante mucho tiempo os han esperado,
y han preparado todo para vuestra llegada.
A cada uno, según sus medios,
muestran gran respeto y compasión,
y desean desde el fondo de su corazón,
liberaros de cualquier dolor,
a fin de que las próximas fiestas nupciales
curen a cada uno de sus padecimientos.

Después de lo cual de nuevo, con todas sus luces, se inclinó graciosamente y continuó:

La carta que os ha invitado


prohíbe claramente que se presente aquí
todo hombre a quien las fuerzas de Dios
no hayan favorecido, desde hace mucho tiempo,
con sus dones,
y a quien, lleno de aspiración,
no esté envuelto ya por ellas;
aunque nadie, seguramente,
tenga la audacia y la arrogancia de pensar
que, sin estos dones de Dios,
se puede presentar en la sala de bodas.
Así pues, a quien se encuentra en el campo del bien,
le son prometidos todos los bienes.
Alegraros vosotros de que en estos tiempos difíciles
sean numerosos los que, aquí, esta suerte esperan.
Algunos están endurecidos y son groseros,
ya nada les conmueve en la materia.
Penetran aquí en lugares
donde no han sido llamados.
A fin de que ningún impostor se encuentre aquí,
de que ningún bribón ciegue a los demás,
y de que, en la calma, sin turbación,
seáis elegidos para las bodas más puras,
será necesario, mañana, tolerar
que cada uno de vosotros sea pesado,
y que sea claramente medido
lo que en sí cada uno ha olvidado.
Si hay alguno en el grupo
a quien esta llamada perturbe,
que se coloque a un lado,
sin esperar más tiempo.
Para él la gracia está perdida,
mañana será oído.
Aquel cuya conciencia tiene algo que decir,
no será sacado de la sala,
mañana se le dará la libertad:
pero que no vuelva más en esta vida.
Que quien mire su pasado sin turbación,
salga con su servidor,
quien le mostrará su habitación,
donde podrá pasar la noche.
Quien se dirija hacia la balanza,
con el alma aparentemente serena,
sino su sueño será abrumador,
y se apercibirá de ello rápidamente.
Los demás permanezcan aquí esta noche;
¡quien presuma de sus fuerzas,
es preferible que se vaya
a fin de que todo marche bien para cada uno!

Cuando terminó este discurso, la virgen se inclinó de nuevo y se volvió a sentar alegremente en su
trono. Después las trompetas resonaron una vez más, lo que no impidió a algunos exhalar un
profundo suspiro.
A continuación las luces fueron traídas una vez más de forma invisible, pero un gran
número permaneció en la sala y se acercaron a nosotros: una luz para cada uno de nosotros.
Nuestro desconcierto era tan grande, que apenas puedo describir los pensamientos y
gestos melancólicos que fueron intercambiados. No obstante, la mayoría de nosotros decidió
esperar la pesada, con la confianza de poder marchar en paz si esto acababa mal.
Yo tomé rápidamente mi resolución; como mi conciencia me mostraba mi estupidez y mi
indignidad, decidí permanecer con los demás en la sala y contentarme con la comida ofrecida,
antes de aguardar un descalabro inminente, con los peligros correspondientes. Después de que
casi todos fueron conducidos por su luz a una habitación en alguna parte (cada uno a la suya
como supe más tarde), quedamos nueve, entre ellos quien me había hablado en la mesa. A pesar
de todo nuestras luces no nos abandonaron. Al poco tiempo llegó uno de los pajes, ya mentados,
cargado «con un grueso paquete de cuerdas y nos preguntó muy seriamente si estábamos
decididos a permanecer allí. Cuando hubimos asentido suspirando, ató a cada uno de nosotros
en un rincón determinado, después desapareció con nuestras luces, abandonándonos en la
oscuridad en tan miserable estado.
Muchos de nosotros sentimos la opresión de la angustia, y yo mismo no pude retener mis
lágrimas. Guardamos un profundo silencio, abrumados por el dolor y la aflicción, aunque nadie
nos había prohibido. Además, las cuerdas estaban anudadas de forma tan sorprendente, que
nadie pudo cortarlas y menos aún desatarlas y quitarlas de los pies. Tampoco podía consolarme
con el pensamiento de las grandes afrentas que esperaban a quienes habían ido a reposar,
mientras que nosotros estábamos en disposición de pagar nuestra audacia en una noche.
Terminé por dormirme con pensamientos melancólicos. En efecto, aunque muy pocos de
nosotros llegaron a dormirse, yo no pude evitar el sumirme en el sueño a causa de mi fatiga.
Durmiendo, tuve un sueño y, aunque su significado no sea de gran importancia, no me parece
superfluo contarlo. Soñaba que estaba sobre una alta montaña. Ante mí se extendía un gran valle,
donde se amontonaba una multitud innumerable de seres humanos. Cada uno estaba suspendido
del cielo por un hilo atado a su cabeza. Unos estaban colgados muy altos, otros más bajos,
algunos estaban incluso a ras de tierra. Un anciano que volaba a su alrededor, con unas tijeras en
las manos, cortaba un hilo por aquí, otro por allá. Los que estaban próximos al suelo, caían
rápido y sin ruido, pero cuando tocaba a alguien que pendía a una cierta altura, su caída hacía
temblar la Tierra. Algunos tenían la suerte de colgar de un hilo que se estiraba de manera que
llegaban al suelo antes de que el hilo fuera cortado. Sus cabriolas me divertían mucho, y me
complacía grandemente cuando uno de los que se habían mantenido mucho tiempo en el aire,
para escapar a las bodas, caía vergonzosamente arrastrando a algunos vecinos en su caída.
También me alegré cuando algunos de los modestos que se habían contentado con estar
cerca del suelo, desaparecía con una discreción tan maravillosa que sus vecinos no se daban
cuenta.
Cuando mayor era mi dicha, uno de mis compañeros de encarcelamiento me empujó,
con tan mala fortuna, que me despertó, pero no quise hablar. Sin embargo, reflexioné sobre mi
sueño y lo conté a mi hermano que, al igual que yo, estaba acostado a mi lado. Me escuchó con
satisfacción y deseó que fuera el presagio afortunado de alguna ayuda.
Pasamos el resto de la noche conversando sobre esta esperanza, y esperando con
impaciencia que llegara el día.

11

EL TEMPLO DEL JUICIO (I)

En el relato de Cristian Rosacruz, se ve en varios lugares- y claramente en el texto que


acaba de ser citado- como el alumno debe, en el curso de todas las fases que le es necesario
atravesar, consagrarse totalmente y sin restricción al Camino de la Liberación para no arriesgarse
a tropezar con grandes obstáculos, o dejar escapar las posibilidades que se abren ante él. De la
misma manera que nada debe obstaculizar al capullo de Rosa hasta su eclosión, para que llegue a
la profusión y a la magnificencia de los colores, de las líneas y de las formas, de la misma manera
el alumno debe buscar su crecimiento y su desarrollo interior con un celo y una orientación sin
desfallecer. Como esto aparece cada vez más en el desarrollo del relato, Cristian Rosacruz da la
imagen de un alumno bien preparado; ahora bien pasa por los pelos el tercer portal antes de que
se cierre. E incluso deja allí un trozo de su manto, que se ha quedado allí cogido.
Es necesario comprender esta imagen. Ningún hombre que recorre el Camino de
regreso, la vía que, del abismo dialéctico, lleva al Reino del Origen, no realiza esta ascensión, con
todas las banderas y oriflamas desplegadas. El Hijo perdido que vuelve hacia su Padre es un
hombre contrito, arrepentido, consciente de su insignificancia y de su impotencia, que sabe que
no puede proseguir su duro viaje con seguridad, sin la Fuerza de Aquel que lo ha precedido, el
Cristo. C.R.C. se da claramente cuenta que jamás habría podido encontrar su camino, si no
hubiera tenido a su lado a la Virgen, la Luz que le acompaña.
La primera cosa que C.R.C. constata, en el tercer portal, es el esplendor que emana de él.
El alumno por experiencia vivida sabe que se aproxima a la sala de las Bodas y por ello está lleno
de una alegría interior inmensa que no puede compararse con ninguna felicidad terrestre. Las dos
estatuas de este portal que llevan las inscripciones "Congratulor" y "Condoleo" ("Me regocijo
contigo" y "sufro contigo") no le quitan nada a ello, pero acentúan la naturaleza y la profundidad
del Camino de experiencias que sigue Cristian Rosacruz.
El camino de regreso es, literalmente, muerte permanente y permanente crecimiento en
la renovación. Todo lo antiguo, lo impío, debe desaparecer completamente para dejar lugar a lo
perfectamente santo, a lo incorruptible. Los dos procesos se funden uno en el otro. Son
inseparables y llevan a la Vida, a la verdadera Vida. Es aceptando en primer lugar el "descender
para subir", es primeramente por el "In Jesús morimur" que se vuelve posible el "Per Spiritum
Sanctum reviviscimus". Es únicamente de esta manera como el alumno, en virtud del sello
interior que porta, se vuelve "a las Bodas, el invitado del Esposo". Y a todo lo largo de estos
procesos, durante todas sus experiencias, la Luz de la Gnosis, la Luz del Amor de Cristo lo
acompaña como un guía, que lo pone en movimiento y lo protege en el Camino de Cruz de las
Rosas, la Vía Dolorosa.
¿Como el alumno franquea interiormente el tercer portal?
¿Cual es el nombre que hace que lo reconozcan como un "invitado bienvenido"?
Hemos visto antes:
como, en primer lugar, el corazón del candidato se vuelve receptivo a la Gnosis;
como, a continuación, por la fuerza del Misterio que brota del corazón, la comprensión profunda
se despierta en el santuario de la cabeza;
como, entonces, por la purificación de la vida mental, el manto astral, el campo de respiración, se
purifica y el hígado se abre al flujo directo de las fuerzas astrales liberadoras;
y como, al fin, por la perseverancia, el fluido astral nuevo libera en el cuerpo etérico los éteres
nuevos, los materiales que permiten la formación del Manto de Oro de las Bodas del Alma, y
como, por medio del bazo, estos actúan en el cuerpo físico.
Después de esta triple purificación preliminar, que dota al alumno de un principio vital
nuevo (salido del corazón), de una energía vital nueva (transmitida por el hígado) y de una
sustancia vital nueva (encauzada por el bazo), la preparación a las Bodas, a la Unión Alquímica
del Alma y del Espíritu, puede tener lugar allí donde se sitúa la sala de las Bodas: el santuario de
la cabeza. Gracias al trabajo del alumno, el centro del alma, que está situado detrás del hueso
frontal, en la cuarta cavidad cerebral, donde reside el yo natural en razón del nacimiento en la
naturaleza, se enciende a la Luz del Alma. A esta señal, el guardián del tercer portal reconoce el
nombre por el cual se dirige a Cristian Rosacruz: "Hijo del Hombre". Este es el nombre que
inscribe en el Libro de la Vida; esta es la señal que une directamente a Cristian Rosacruz al
Esposo, al Espíritu, a la Mónada microcósmica. Por esta señal Cristian Rosacruz recibe la
autorización y el poder de tomar parte y de cooperar en la Fiesta de las Bodas Alquímicas.
Pero es evidente que, en lo sucesivo, si, mucho más que anteriormente, su
comportamiento debe portar definitivamente la marca de esta unión sublime. De la misma
manera que Moisés cerca del Zarzal ardiente escucha estas palabras: "Quítate los zapatos de tus
pies, pues el lugar sobre el que te encuentras es tierra santa", así Cristian Rosacruz debe ahora
quitarse sus zapatos, abandonar definitivamente lo antiguo, todo lo antiguo.
A continuación dos pajes que llevan unas antorchas lo conducen a una pequeña
habitación, colocan su antorcha en dos agujeros del suelo y lo dejan solo. Después se oye un
ruido y C.R.C. siente como dos hombres se lanzan sobre él; lo agarran con manifiesta violencia.
Parece que sean barberos. Pero él no los ve y les pide que lo traten con un poco más de
consideración, puesto que está dispuesto a hacer lo que quieran. Le rasuran entonces la parte
superior de la cabeza correctamente y con elegancia. Semejante tratamiento afecta a C.R.C., que
no ve a nadie, hasta el punto de hacerle perder casi todo el coraje. Pero su irritación parece sin
motivo, pues los dos pajes vuelven pronto y se ríen de su miedo.
¿Que quiere decir todo esto?
La formación de la conciencia omnipresente, la conciencia del Alma verdadera, que debe
resplandecer en el candidato a las Bodas Alquímicas, a fin de que pueda participar
conscientemente en el gran proceso de santificación que va a tener lugar, depende también,
orgánicamente, del establecimiento de una unión entre la pineal y la hipófisis. La pineal es el
órgano de percepción superior, pero en el hombre nacido de la naturaleza, se ha vuelto negativo
y ya no realiza la función de puerta de acceso del Espíritu y de su actividad. La hipófisis, situada
en el centro del Alma, pequeño órgano de la más alta importancia, que controla casi todas las
funciones esenciales de nuestro cuerpo, estaba unido antaño a la pineal por el puente ardiente de
las fuerzas de la kundalini. Como consecuencia del nuevo comportamiento, que resulta de la
elevación de las vibraciones de la hipófisis, ésta unión es restablecida en el alumno y es gracias a
ella que tiene lugar el nacimiento de la Luz divina en el santuario de la cabeza, así como la
formación de la conciencia nueva, el nacimiento del verdadero poder de pensar.
En su escalada interior hacia la realización, que le volverá consciente en el Templo de los
Misterios, Cristian Rosacruz a continuación de la triple purificación de la que acabamos de
hablar, siente la fuerza de la kundalini santa brotar del anillo de fuego que rodea la pineal, tocar y
encender ésta así como la hipófisis, restableciendo de este modo la unión entre ambas. El alumno
no reconoce inmediatamente, no recibe directamente de manera armoniosa este doble y
poderoso contacto, que lo fulmina. Este influjo se precipita sobre él, en él, y su Luz le ciega
temporalmente, de tal manera que se cree en las tinieblas. Ella irradia el santuario de la cabeza, lo
rodea de una vibración duradera poderosa, y purifica las corrientes de éteres que salen por los
cabellos, exactamente en el emplazamiento de la octava cámara de la torre, bajo la parte superior
del cráneo, la "Colina del Gólgota", el lugar donde, pronto, durante la fiesta de las Bodas, la divina
Alquimia comenzará su trabajo de metamorfosis.
Pero muy rápidamente C.R.C. se restablece un poco de su consternación inicial: las
fuerzas de Luz que le sirven (representadas en el relato por los pajes) están a su lado y le hacen
comprender que no hay ninguna razón de tener miedo.
¡Al contrario!
Ahora Cristian Rosacruz está dispuesto a entrar en el Templo de la Iniciación. Pero para su
asombro y para su tristeza, le parece que hay allí numerosas personas que no están del todo en su
lugar, tal es su convicción. Hablan alto y hacen mucho barullo. Considera por su nombre que,
visiblemente, han entrado por un medio diferente a él. Es pues muy comprensible que se
pregunte: "¿He soportado tantas penas y dificultades para esto?" A la pregunta de algunos: "Ah
¿Usted también aquí, Hermano Rosacruz?" El responde: Si, hermanos, la Gracia de Dios me ha
ayudado, a mi también, a entrar aquí"", y se burlan de él. En efecto encuentran ridículo pretender
que un asunto tan pequeño necesite de la ayuda de Dios.

Después la señal de pasar a la mesa es dada.


Para comenzar los alumnos son puestos en relación directa con la fuerza astral pura del
Templo del Portal. Pero muy pocos reaccionan a este contacto directo de una manera positiva, es
decir en función del nuevo principio del Alma presente en ellos. Los más numerosos, y con gran
diferencia no pueden hacer otra cosa que responder con su conciencia dialéctica, lo que se
manifiesta, dada su negatividad, por un egocentrismo exacerbado nada disimulado, que provoca
las escenas vergonzosas pero reveladoras descritas en detalle en el relato.
En el medio de todo este alboroto, resuena frecuentemente una música maravillosa como
la de numerosos instrumentos de cuerda (pero no se ve ninguno), que lleva a todo el mundo a la
calma. La serenidad del Sexto Dominio cósmico se expande, como para purificar la esfera astral
del Templo del Portal, ensuciado por los buscadores indignos, y preparar lo que va a seguir
ineluctablemente: el anuncio del próximo juicio. Es la primera confrontación con la gran
exigencia impuesta a cada uno de los que desean entrar en la sala de las Bodas. Las puertas se
abren, y, majestuosamente, en una armonía y una pureza perfectas, la Luz afluye en el Templo,
según su propia ley, la ley del servicio pleno de amor, colocando al alumno ante su primera
prueba preparatoria: "¿Tienes de ti mismo un conocimiento suficiente? ¿Te sabes
suficientemente dispuesto interiormente para reencontrar al Esposo, el Espíritu, para ser su
invitado a la Fiesta Santa? ¿Sabes seguro si eres digno de ello?"
Sigue entonces una llamada de advertencia ya enunciada al candidato en la carta de
invitación: sobretodo no aparezcas en la sala de las Bodas sin ser digno de ello.
A continuación la Luz desaparece de nuevo, y cada uno es abandonado a su propia
búsqueda. Pero fiel a la gran Ley del Amor que rige el Universo, deja detrás de ella una pequeña
luz cerca de cada alumno, en cada alumno, para servirle, en la medida de lo posible.
A continuación, viene el momento del juicio de si mismo, que resulta del examen del yo y
del sincero conocimiento de si mismo, como lo exige la Luz. La mayoría parecen no tener el
estado requerido; sin embargo se obstinan en considerar la Vía de las Bodas Alquímicas bajo un
ángulo especulativo, de la misma manera que en el mundo dialéctico, se razona, se decide y se
ocupa de todo de una manera especulativa. Pero aquel que quiere aproximarse a lo que es Santo,
que quiere recorrer con éxito el Camino de la liberación, deberá ineluctablemente cumplir las
condiciones requeridas. Pues profundamente, lo que el ser desea se expresa invariablemente por
las palabras: "Se santo, pues Yo soy santo". Quien no tenga conciencia de ello experimentara que
"las Bodas le causaran daño".
Al final nueve candidatos, entre ellos Cristian Rosacruz, piensan no cumplir las
condiciones exigidas: llenos de vergüenza se dejan atar con cuerdas hasta la mañana siguiente, el
Día del Juicio.
¡Que belleza hay en esta parte del relato!
¿Que hombre, en efecto, entre los que intentan salir del estado de hombre caído, en la
inestabilidad de este mundo, es digno de aparecer ante la Luz inmaculada del Orden divino?.
¿Quien, sabiéndose un "Hijo perdido", es digno de aparecer ante la faz del Padre? No dijo Cristo,
a propósito del hombre dialéctico: "¿Que me decís del bien? ¡No hay nadie bueno, ni siquiera
uno solo!".
Los nueve candidatos son conscientes de esto: nueve, la cifra de la humanidad madura
para el Camino de la liberación; nueve, los ciento cuarenta y cuatro mil de los que habla el
Apocalipsis. Profundamente conscientes de su indignidad, se entregan en total humildad y sin
condiciones, a la Luz de la Gnosis, y ¡se dejan unir por Ella! En el abandono total de ellos
mismos, sabiendo que solos no pueden nada, se confían a la Luz que juzga; ¡y es justamente eso
lo que pide como condición de admisión!. Solo por una rendición tal de nuestro yo terrestre, por
nuestra renuncia total, la Luz del Espíritu, la Luz del Cristo, puede establecer en nosotros su
morada. Solo "muriendo así en Jesús el Señor" se puede realizar el renacimiento por el Espíritu
Santo.
En el curso de la última noche de su conciencia terrestre, C.R.C. ve entonces en sueños
que: "Quien cuelga alto, cae de alto".
"Quien se eleva, será bajado; quien se baje será elevado".
Es una ley del camino de la Liberación, del cual Cristian Rosacruz tendrá la plena
confirmación en el Tercer Día.
12

EL TEMPLO DEL JUICIO (II)

Hemos dicho que Cristian Rosacruz se había sorprendido extremadamente, entrando en el


Templo de la Iniciación, al constatar que a su parecer mucha gente no estaba allí en su lugar,
demostrándolo totalmente por su conducta.
La pregunta se impone: ¿Como es eso posible?
¿Como alguien puede entrar en el Templo de la Iniciación mientras que sus
disposiciones interiores prueban que no tiene la madurez necesaria?.
Lo comprenderemos profundizando en la verdad que nos transmiten las Bodas
Alquímicas de Cristian Rosacruz.

Sabéis que los siete dominios cósmicos se interpenetran. En un cierto sentido, forman un todo,
un Universo, un Templo, una Morada divina. Además, como nos muestra la lógica, hay, en esta
gran Morada divina, puntos o dominios que son esferas de transición entre un dominio y otro.
Pues todos estos dominios se deslizan unos en otros. Pero también hay esferas en las que la
séptima parte cósmica deja de existir y donde la naturaleza, las vibraciones y la plenitud de
radiación pertenecen ya completamente al Sexto Dominio cósmico.
Ahora bien el Templo donde nos conduce el Segundo Día de las Bodas Alquímicas es
una esfera intermedia, un dominio de transición. Es la razón por la cual se habla de un portal, de
un edificio de entrada. Y detrás de esta construcción de entrada, detrás de este Templo, se
encuentran aún otros dos Templos, como se ve en la invitación a las Bodas, donde se trata de tres
Templos *.

El séptuple Cuerpo Viviente de la Joven Gnosis está rodeado por un campo astral, del cual una
parte, la cima, se divide en tres aspectos, en tres Templos.
El primero es el Templo del Juicio, una esfera intermedia, un dominio de paso, donde el
alumno debe mostrar si posee o no cualidades de alma lo suficientemente grandes para satisfacer
las exigencias de una Comunidad de Almas perfectas.
El segundo Templo es esta Comunidad de Almas perfectas.
Y el tercer Templo es el de la Comunidad divina, el Templo del nacimiento del Espíritu.
Pero atención, no se puede hablar de la Comunidad de Almas de la Joven Gnosis como
de un grupo rigurosamente separado. El estado de separación es un concepto dialéctico, un
hecho dialéctico.
La Comunidad de Almas comprende a todos los que están regenerados según el alma. es
la totalidad de la Cadena Universal, la gran muchedumbre que nadie puede contar; la Falange en
la que, en virtud de su naturaleza, se fundan todas las Fraternidades y todos los grupos que han
encontrado y recorrido el Único Camino.
Así se comprende porque C.R.C, y también nosotros si seguimos el Camino,
encontramos en el primer Templo, el campo del Juicio, el espacio situado entre el séptimo y el
sexto Dominio cósmico, a todos los que intentan, de una manera o de otra, en no importa en que
grupo o escuela, alcanzar un nuevo estado de vida. Todos los que se esfuerzan para ello de no
importa que manera se encuentran en este campo.
Ahora podéis representaros la profunda consternación, la gran decepción de Cristian
Rosacruz; y comprenderéis que se pregunte: "Me he causado tanto mal para esto?"
La permanencia en esta esfera astral, en efecto, ¡no es agradable! Mientras que al
comienzo solo aspiramos a la paz absoluta, a la calma inmensa de la Vida liberada, que
decepción, después de haber pasado tanto mal para llegar hasta aquí, de estar obligado a
constatar que los que más firmemente creen haber llegado, mientras que no están allí en
absoluto, son los que más charlatanean y se empujan a los primeros lugares.

¿Pero no veis como la Ley de la Libertad universal va a demostrarse aquí?


Os esforzáis en conocer y poseer la Verdad, creéis que habéis llegado a ella, creéis haber
convertido la Verdad en valores positivos, en lo más profundo de vosotros. ¡Y bien, tenéis el
poder, si, tenéis incluso el deber de testimoniar de ello, aquí, en el primer Templo!
¿No veis, ahí también, como la ley de la Gracia universal se demuestra?
Marcado con el sello de la Vía real, os esforzáis en luchar, ya habéis luchado por alcanzar
la Verdad, y creéis sin duda no haber llegado a nada, lo contrario de los que se imaginan tenerlo
todo tan bien logrado.
Ahora bien, según vuestro estado de ser, sois llevados hacia un umbral astral, y vuestro
estado astral determinara si se os concederá o no acceder al Tercer Día de las Bodas Alquímicas.
Todos los que realmente quieren librarse de la naturaleza de la muerte son confrontados a este
criterio astral, son atraídos hacia este umbral astral como el hierro por el imán. Y como ya se ha
dicho: este umbral astral, es el Templo del Juicio.

Así el Tercer Día comienza con el fuego del Juicio en el Templo del Portal. Y sabéis de que
manera este juicio es pronunciado y después ejecutado.
Cada alumno debe estar en medida de resistir sobre la bandeja de la Balanza la carga de
los siete pesos. Comprenderéis sin ninguna duda lo que representan estos pesos. Son los siete
Rayos del Espíritu Séptuple, a los cuales el alumno verdadero debe reaccionar.
Aquel que no reacciona positivamente a estos siete rayos es devuelto a su propio estado
de ser, el del hombre nacido de la naturaleza de la muerte. Aquel que quiere separarse de la
naturaleza dialéctica, pero no posee aún las cualidades requeridas, es ininterrumpidamente
rechazado de allí. Esto no es una sanción, es la Ley. Entonces, alumno, cuando sufráis la
inexorable influencia de la naturaleza ordinaria y reinen en vosotros el mal y el dolor, sabed que
aún no es el momento para vosotros de franquear el Templo del Portal. No sabríais pasar este
umbral astral: las llamas del Fuego astral os lo prohíben.

Ahora miraros vosotros mismos, en vuestra vida presente. El Tercer Día se levanta, por un
tiempo, sobre la humanidad entera, dicho de otra manera los Rayos del Espíritu Séptuple
aumentan mucho su poder y llevan a la humanidad al juicio. Todos los que están llenos de
aspiración, todos los que, de una manera u otra, se dicen religiosos, en el sentido que sea, todos
los que creen haber comprendido "Esto", sufren durante las horas del sueño, la experiencia del
nuevo Campo astral, son pues conducidos al Templo del Portal. Por otro lado, las fuerzas de los
siete Rayos suscitan en la vida social ordinaria situaciones y circunstancias que son,
manifiestamente, otras tantas ejecuciones del Juicio.

¿Sentís hasta que punto es necesario, si queréis libraros de la caída lemuriana ya visible en este
mundo, el llevar vuestro aprendizaje con la mayor seriedad, con el fin de poder franquear el
Portal, más allá del cual se introduce el proceso de elevación llamado "Bodas Alquímicas"?.
Pues si deseáis volveros servidores y servidoras de la Luz Gnóstica, es necesario también que
poseáis la ciencia de la Vida nueva, que guardéis la fuerza de la Vida nueva, que seáis verdaderos
sacerdotes.
Revestiros pues, como Cristian Rosacruz, del verdadero vestido del orden de vuestro
aprendizaje. Y realizar con nosotros la gran misión del nuevo Reino gnóstico, que ha sido
fundado para reunir y ayudar a todos los que quieren verdaderamente intentar equilibrar la carga
de los siete Pesos.

13

LA CORRIENTE DEL NÚMERO PERFECTO

Cuando, en 1958, consagramos y pusimos en servicio el centro de Conferencia "Cristian


Rosacruz", en Calw, se nos preguntó: tal centro ¿es realmente necesario?
Sobre un plano más amplio, la escuela de la Rosacruz de Oro ¿es muy necesaria?
¿No existen ya en el mundo un gran número de escuelas, de centros, canteras de trabajo,
que pertenecen a toda clase de movimientos y grupos llenos de ideales?
¿Debe responderse: "Pero los demás grupos, los otros movimientos no son válidos; no
hay nada mejor que lo nuestro"?
¡No, mil veces no!
Europa, América, Asia tienen millares de instituciones que son buenas, muy buenas. En
todo momento, en todos los dominios del mundo dialéctico, se han hecho encarnizados
esfuerzos de bondad, tanto y tan bien que no es posible, ni permitido hacer la menor crítica.
¿Piensa usted, tal vez, que todos los esfuerzos desplegados sobre la Tierra, en los campos
esotéricos, humanitarios o religiosos, tan sólo son vanos y negativos? ¡En absoluto!
Por consiguiente, cuando se le cita varios movimientos espirituales de buena fe, que
tienen por fundamento y objetivo el amor y el servicio a la humanidad, no puede usted expresar
esta simple observación: "¡no hay nada mejor que lo nuestro!".
Cuando reflexionamos sobre el trabajo de la Escuela de la Rosacruz actual, nos
preguntamos: ¿cómo tenemos el coraje de fundar, aún, una escuela al lado de tantas otras? ¿No
aumentamos así la dispersión de los esfuerzos en el campo espiritual? ¿Por qué elevar la voz tan
alto, en un coro ya tan ruidoso? ¿Tenemos la aprobación y la ayuda de los Grandes?
Vamos a explicarle ese derecho.
Una vez que lo hayamos hecho, juzgará usted por sí mismo si puede o no ejercer ese
derecho con nosotros.
Tan sólo en este caso, y solamente si comprende el justo fundamento interior de nuestra
intervención, podrá usted profundizar las verdades que vamos a exponerle.

En este mundo se hacen, tal como acabamos de constatar, inmensos y persistentes esfuerzos de
bondad. Estos esfuerzos son sostenidos y repetidos en gran escala; lo cual es necesario porque, en
este mundo de fuerzas opuestas, toda bondad se vuelve en su contrario.
El mito del paraíso terrestre expone esto de forma simbólica: el hombre-Adán aprendió a
comer del fruto del Árbol del Conocimiento del bien y del mal. En este Árbol no había dos
clases de frutos, uno bueno y otro malo, tan sólo un fruto, sin calidad duradera, es decir, el bien
cambiándose sin cesar en mal, después en bien y así sucesivamente. Por esta razón la sabiduría
hermética dice que, en este mundo, el bien tan sólo es un mal menor. Esto dice Jesús el Señor al
pronunciar: "Nadie es bueno, ni siquiera uno".
En este hecho científico natural la Rosacruz de Oro encuentra su justificación, su
fundamento: el verdadero Bien, el único Bien existe únicamente en Dios, y en el Espíritu
séptuple, que procede de El.
Si logramos unirnos a este Espíritu, a vivir de El y por El, somos entonces realmente, en
sentido exclusivo, una Escuela de la Rosa y de la Cruz.

De tiempo en tiempo, en las fases críticas y transitorias de la historia mundial, aparece una
escuela que, en virtud de su naturaleza y su llamada, se mantiene completamente apartada de los
esfuerzos de bondad del mundo. Son las épocas en donde las circunstancias naturales favorecen
la afluencia de un sólo Bien en el corazón de los hombres, que se abren a El y viven para El.
Entonces, no intervenimos en la batalla del bien, no nos situamos ni tan siquiera por
encima, permanecemos decididamente fuera.
En tanto que Comunidad de la Rosacruz de Oro, hemos fundado un reino gnóstico, en
donde hemos formado un Cuerpo Vivo gnóstico, organismo de iniciación viviente para todos los
que desean entrar en él. El Espíritu Santo descenderá sobre todos los que quieran cumplir las
condiciones de la iniciación. Se manifestará a ellos. Se liberará en ellos.
¿Qué condiciones?
Consiste en la realización de una ley séptuple, la Ley del Espíritu Santo séptuple, con la
que no se puede transgredir.
Para hacerle conocer esta Ley del Espíritu Santo séptuple, la Ley de la entrada en la vida
liberadora, vamos a hablarle ahora del Tercer Día de las Bodas Alquímicas de Cristian Rosacruz,
nuestro prototipo a todos, el hombre que, en nosotros, debe volver a la vida, el verdadero Hijo
de Dios.

Después de todo lo precedente, comprenderá usted mejor que nunca, que todos los candidatos
que han llegado al Templo de la Iniciación, el Templo del Pórtico, sean sometidos a la prueba de
los siete pesos, antes de proseguir el camino del gran cambio, de
la transmutación.
Debíamos decirle todo esto, como introducción al Tercer Día de las Bodas Alquímicas. E
insistimos: no le hablamos de las Bodas Alquímicas para explicarle su significado, ¡sino para que
se realice en usted!
Comprensión, entendimiento, significa conciencia en la gnosis, pero la mismo tiempo,
unión simultánea con el corazón. Usted sabe que es larga la fila de los que intenta penetrar en el
Templo de la Iniciación, y que tienen razones personales para hacerlo. La mayoría tienen una
gran bondad, a veces incluso una extrema bondad. Pero, para no ser hallado demasiado ligero en
el Templo de la Iniciación de la Gnosis, deben responder al número perfecto, al número
séptuple, el número del Espíritu séptuple, el número de Dios.
Como candidatos al camino de la liberación todo deben saber esto, deben reflexionar
sobre esto.
Es preciso prepararse lo más rápido posible, con diligencia. Ahora que la era Acuario ha
comenzado, la corriente de gracia de la plenitud gnóstica fluye hacia nosotros con toda su fuerza:
la corriente del número perfecto.
¿Está preparado para pasar la prueba?

La ceremonia de la iniciación que la Escuela celebra con sus alumnos, le conduce ante la balanza,
en la que se colocará en virtud de su aprendizaje. Este aprendizaje sólo tiene sentido si se da
cuenta de la relatividad de toda bondad terrestre y que, manteniéndose en lo único necesario, el
número perfecto, al ser pesado no será encontrado demasiado ligero.
La obra santa ordenada por el Padre desde el origen, llama a todos los que aspiran de
verdad a la liberación.

EL

TERCER DÍA

DE LAS

BODAS ALQUÍMICAS
Tercer Día

(Primera parte)

Desde que el radiante día comenzó a despuntar y el resplandeciente Sol, ascendiendo por
encima de las montañas, reanudó la tarea que se le ha confiado en lo alto del cielo, mis
compañeros de combate se levantaron también y comenzaron a prepararse, poco a poco, para la
prueba. Uno tras otro llegaron a la sala, nos deseamos buenos días y nos preguntamos cómo
habíamos dormido durante la noche.
Viéndonos atados, muchos se rieron de que hubiésemos preferido tentar nuestra suerte
como ellos, para ver que es lo que pasaba; sin embargo, algunos cuyo corazón palpitaba
temeroso, se guardaron de aprobarlos. Nosotros nos disculpamos por nuestra necedad,
esperando que bien pronto seríamos liberados y justificados a pesar de sus bromas; por otra
parte, ellos no estaban todavía seguros y quizás les aguardaba el mayor de los peligros.
Finalmente, cuando todos estuvieron reunidos, resonaron de nuevo trompetas y timbales,
como en la víspera, y no pudimos evitar pensar que el esposo -la mayoría de nosotros no le
habían visto todavía- iba a presentarse ahora. Pero fue de nuevo la virgen de la víspera, totalmente
vestida de terciopelo rojo con un cinturón blanco. En su cabeza llevaba una corona de laurel que
le sentaba maravillosamente. Sin embargo, en esta ocasión, su cortejo no estaba compuesto por
lucecitas sino por unos doscientos hombres armados, vestidos como ella de rojo y blanco. Nada
más levantarse de su trono, vino derecha hacia nosotros, los prisioneros, nos saludó y nos dirigió
estas breves palabras:
"Mi exigente Señor se ha alegrado mucho de que algunos de vosotros sean conscientes de
su mísero estado, y lo tendrá en cuenta a su favor". Reconociéndome por mi vestido, se rió y me
dijo: ¿También tú te has sometido al yugo? ¡Y yo que creía que estabas tan bien preparado! Estas
palabras me hicieron llorar.
Después, ordenó que nos desataran y que nos reagrupáramos en un lugar desde el que
veríamos bien la balanza. A continuación dijo: "Podría ocurrir que esto acabe mejor para vosotros
que para tantos audaces que aún están libres".
Durante este tiempo, una balanza de oro macizo fue suspendida en el centro de la sala, al
lado de la cual se dispuso una mesita recubierta de terciopelo rojo, sobre la que se depositaron
siete pesas: primero una pesa bastante grande, después cuatro más pesadas aparte; y por último,
igualmente aparte, otras dos pesas grandes. Todas estas pesas eran tan pesadas en proporción con
su volumen, que nadie hubiera podido creerlo ni comprenderlo.
Todos los hombres armados llevaban, entre otras cosas, una espada desenvainada y una
sólida cuerda. Fueron reunidos en siete grupos, tantos como pesas y, de cada grupo, fue elegido
un hombre para manejar cada una de las pesas.

Después de lo cual, la Virgen se situó en su elevado trono, hizo una reverencia y, a


continuación dijo con una potente voz lo siguiente:

Quien entra en el estudio de un pintor


y, sin comprender nada de pintura,
habla de ella con énfasis dándose importancia,
Será el hazmerreír de todos.

Quien se introduce en la Orden de los artistas,


sin haber sido elegido,
y se vanagloria de ser un gran artista,
se merece las burlas que le esperan.

Quien se presenta a las Bodas


sin haber sido invitado,
y entra lleno de engreimiento
es recibido con sorna.

Quien sube a la balanza,


y, levantado por las pesas,
vuela por los aires con violencia,
sabe que será el hazmerreír de todos.
14

LA BALANZA Y EL JUICIO

En nuestras explicaciones del prólogo del Tercer Día de las Bodas Alquímicas de Cristian
Rosacruz, hemos visto que todos los seres que, en este mundo, aspiran de alguna manera a un
bien superior, experimentan una transformación astral. Son numerosos, pues hay que contar
todos los que tienen un sentido religioso serio; Todos los que, por vías esotéricas, están a la
búsqueda de una liberación a la condición humana y del mundo. Ahora bien, esta tendencia
determina en todos un cambio típico del cuerpo astral.
Sabemos que el cuerpo astral, sutil, envuelve y penetra el cuerpo material de la
personalidad. Sabemos, también, que todos los cuerpos de la personalidad cooperan unos con
otros. Por ejemplo, el fluido astral penetra en el cuerpo físico por el hígado; así pues, el hígado
determina la naturaleza del corazón y el estado del cerebelo. A su vez, el cerebelo controla la
circulación de las corrientes en el fuego de la serpiente.
La naturaleza de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones, de nuestros pensamientos,
voluntades y acciones está grabada siempre en la sustancia del vehículo astral. Comprendemos
pues, cómo los grupos de hombres mencionados anteriormente, transmiten el vehículo astral su
naturaleza interior, sus intenciones y aspiraciones.
El estado del vehículo astral determina, asimismo, la naturaleza de las experiencias
nocturnas, experiencias realizadas durante el sueño. Incluso si, al despertar, no recuerda ninguna
de esas experiencias o, a lo sumo, muy poco, con sueños confusos y engañosos, el lugar en que va
durante el sueño, el campo astral de respiración, en donde permanece y recupera fuerzas para el
día siguiente, concuerda perfectamente con su mentalidad, deseos y actos. En consecuencia,
durante el sueño, los hombres son atraídos por el campo astral correspondiente a su respiración.

Uno puede representarse la aspiración de los hombres, en todos sus grados, como
peldaños de una escalera cuya contraparte está en el mundo astral. En la cima de la escalera, se
manifiesta un estado astral que corresponde a las más altas aspiraciones que el hombre sea capaz,
en virtud de su estado ordinario de ser natural. Todo lo que sobrepasa este grado no pertenece ya
a la tierra, no pertenece ya al séptimo dominio cósmico, sino a la esencia del sexto domino
cósmico, el mundo del estado de alma viviente.
Se podría decir que, en ese estado de ser extremo, se ha llegado a un límite, a un umbral, en
el que se será juzgado con un criterio astral o, como en las Bodas Alquímicas, en el Templo del
Pórtico. Si un hombre desea franquear la puerta de ese Templo, entonces debe poseer
absolutamente la naturaleza, el estado de alma viviente.
Ahora bien, todos sabemos, conociendo la naturaleza humana, que los hombres
dialécticos dotados de las más altas aspiraciones son, a veces, extremadamente cargantes en sus
presunciones, y que pueden ser peligrosos para ellos mismos y los demás. En efecto, existen
muchas damas y caballeros cuya presunción, en virtud de su posición social y familiar, es tan
grande como una montaña, ilusionan su entorno hasta tal punto que los desgraciados pierden
todo equilibrio psíquico.
Durante las horas nocturnas del sueño, esos presuntuosos saltan sobre los peldaños de la
escalera astral y, con mucho alboroto, se sitúan en primera fila en el Templo del Pórtico,
queriendo así alcanzar el umbral astral y traspasarlo. Su deseo, hasta cierto punto es muy puro,
comprensible, pero la ilusión que les es propia, dada su necedad, les hace retroceder de su
puesto. Ya que es imposible saltarse un peldaño, pasar una fase astral, sin satisfacer a la Ley del
estado de ser correspondiente.

Volvamos, ahora, al Tercer Día de las Bodas Alquímicas. Vemos como en la sala del Templo,
del Templo del Pórtico, son reunidos a fin de ser apreciados en su justo valor, de ser juzgados,
todos los que, en un momento dado, se encontraban en el umbral astral en cuestión.
En este grupo, se distingue claramente tres tipos de hombres: los que están llenos de
ilusiones, los malhechores y los encadenados.
El Segundo Día nos ha mostrado quienes eran los encadenados. El alumno que sigue
seriamente el camino que la Gnosis revela, que recorre la vía real consagrándose plenamente,
llega durante el sueño, por su naturaleza y sin forzar, al umbral astral. Para él, el sueño del cuerpo
es la lucidez del alma: gracias a su estado de ser es conducido al interior del Primer Templo,
como la cosa más natural.
Pero tal candidato siente allí su total indignidad. En efecto, en la clara luz del alma, ve y
profundiza perfectamente su propio estado natural; ya no se imagina nada sobre sí mismo y
rechaza, fundamentalmente, todas las ilusiones. Cuando un hombre ha aniquilado su yo,
adquiere un gran conocimiento de sí, que le hace ver claramente, por una parte, la pureza
sublime del mundo del estado de alma viva y, por otra parte, el enorme fardo del pasado
dialéctico. Sin embargo, no puede apartarse del Templo del Pórtico pues ese es su sitio, aunque
él no lo sabe aún.
Este estado psíquico viene asociado de un sentimiento de estar encadenado, de ser
impotente, indigno y, no obstante, de no poder marcharse. Por ello, las Sagradas Escrituras y la
Enseñanza Universal siempre dan testimonio de que quien encuentra y percibe la Luz, comienza
por caer como muerto.
¿Comprende usted que la conciencia de estar así encadenado es un poderoso testimonio
del estado de "no ser" y, al mismo tiempo, de la imposibilidad de ser engañado por esta
experiencia? Ya que el verdadero estado de ser, el vestido astral que llevamos, es aquí
determinante.
Naturalmente, sabe que el cuerpo astral se describió como un ropaje, un vestido. El
ropaje de su estado, el vestido de su condición no es aquí algo que uno se pone para aparentar lo
que no es; el manto astral muestra por su radiación, color y vibración, quién se es y qué se es.
Esto explica el siguiente episodio, respecto a C.R.C.: "Cuando la Virgen me apercibió en mi
ropaje, rió y dijo: Vaya ¿tú también bajo el yugo? ¡Y yo que creía que te habías preparado con
esmero!"
Estas palabras llenan de lágrimas sus ojos. Cree que se ríen de él. Pero el manto astral no
miente ni halaga: por su vestido, C.R.C. ha sido encontrado digno. Tan sólo debe confirmar esta
dignidad en su conciencia por medio de la prueba.
Sabemos ahora que la balanza, en la que serán pesados los candidatos, es de oro puro;
que se trata de siete pesas; que hay siete grupos de caballeros, cada uno con la espada
desenvainada en su mano y con una cuerda sólida; que siete caballeros son elegidos en función
de los distintos pesos, conjunción que se expresa por el número 28 (1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7); en
fin, que las siete pesas no tienen el mismo valor. La primera es bastante grande, después hay
cuatro pequeñas yuxtapuestas, luego dos grandes separadas entre sí.

Para quien conoce las cosas de la Gnosis, esta corta enumeración le es evidente. En el
Templo del Juicio, cada candidato es probado y juzgado por el Espíritu Séptuple y por las siete
Fraternidades del Santo Grial correspondientes, que actúan en el mundo en nombre de la
Cadena universal. Cada rayo de la santa Luz séptuple está representado por una Fraternidad del
Grial. Y allí donde cada Fraternidad del Grial, conforme a su tarea única, monta guardia al lado
de una de las pesas, difunde nuevamente la Luz séptuple completa, vemos reaparecer los siete
veces siete rayos, como una fuerza de luz alrededor de la Estrella de Belén.
La balanza es de oro macizo.
¿Sabe que el metal que conocemos bajo este nombre, se compone de otros siete metales
conocidos que se han fusionado, que se han combinado según una determinada fórmula, para
formar uno sólo? ¿Comprende que la balanza de oro representa la esencia misma del juicio, el
criterio del juicio del Espíritu séptuple en el Templo del Juicio?

¿Entiende ahora por qué llamamos "Manto de oro de las Bodas" al vestido astral que
corresponde a los siete rayos? ¿y qué es lo que nos revela el número veintiocho de los caballeros
del Toisón de oro? Representan, en su conjunción, el símbolo del sol, el número del sol, el
símbolo del oro, que encierra no sólo el amor de Dios, el gran impulso hacia el renacimiento,
sino también el Juicio.
Hemos dicho que las pesas no son todas del mismo grosor. Su diferencia señala el hecho
de que los siete rayos conocen fases de actividad poderosa y de actividad decreciente, que
determinan el comportamiento de los hombres y entorpecen ciertas obligaciones en momentos
dados.
Por último, las pesas son tan pesadas, en relación con su volumen, que ningún hombre
podría creerlo ni comprenderlo.
En efecto, ningún hombre del mundo dialéctico podría soportar la gravedad de esas
pesas. Para ello se debe haber renacido según el alma y encontrado su Poimandres.
Es significativo que todas las pesas no tengan el mismo valor ni la misma forma. Tres
grandes están separadas de cuatro más pequeñas yuxtapuestas.
Vamos a intentar explicar el sentido de esta disposición y sus diferencias. Corresponden
al significado, objetivo y actividad conjunta de los siete rayos.

Apenas acabó de pronunciar estas palabras, ella ordenó a los pajes que colocaran en fila a
todo el mundo y los hicieran subir uno tras otro a la balanza.
Enseguida, uno de los emperadores, lujosamente vestido, subió sobre un platillo después
de haber hecho una reverencia a la Virgen. Entonces, cada encargado colocó su pesa en el otro
platillo y, ante la sorpresa de todos, el emperador resistió. Pero la última pesa fue demasiado
pesada y fue izado en el aire, con gran tristeza por su parte. Me pareció que esto provocó la
piedad de la Virgen, que hizo un gesto a los suyos para que se callasen; el buen emperador fue
atado y entregado al sexto grupo.
Después de él, otro emperador se colocó orgullosamente sobre la balanza, no sin antes
haber ocultado bajo sus vestidos un enorme libro, pensando que así no fracasaría. Apenas resistió
hasta la tercera pesa cuando fue despiadadamente arrastrado hacia arriba; aterrorizado, se le
escapó el libro y todos los soldados se pusieron a reír. Lo ataron y fue entregado al tercer grupo.
Varios emperadores siguieron la misma suerte. Su fracaso provocó carcajadas y fueron
atados. Después apareció un emperador de pequeña estatura con barba morena y rizada, quien,
tras la reverencia habitual, también subió en el platillo. Resistió tan firmemente, que pienso que
incluso si las pesas hubieran sido más numerosas no se habría movido. La Virgen se levantó con
viveza, se inclinó ante él e hizo que le pusieran un vestido de terciopelo rojo, además le dio una
rama de laurel, de las que tenía una provisión al lado, y le invitó a sentarse en los peldaños de su
trono.
Sería muy largo de contar aquí todo lo que ocurrió a los demás emperadores, reyes y
señores; pero no puedo pasar por alto que. contra lo que yo esperaba, muy pocos fueron los
nobles personajes que triunfaron en la prueba, por adornados que fuesen con muchas virtudes.
Unos resistieron a tal o cual pesa; otros a dos, y aún algunos a tres, cuatro o incluso cinco pesas;
no obstante, pocos fueron los que finalizaron la prueba. Todos los que fracasaban fueron
duramente ridiculizados por los grupos.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

15
LAS SIETE PESAS (I)

Hemos indicado que, en el campo astral crítico, existen tres grupos de entidades que van a
soportar, lo quieran o no, el proceso del pesaje.

En primer lugar, le corresponde al grupo de los que, por su ideal de bondad, encuentran
la forma de entrar en el mencionado campo astral crítico.

En segundo lugar, al grupo de los pícaros y de los perversos quienes, con métodos ocultos
negativos,. han adquirido ciertas facultades astrales, con las que penetran en el campo astral
durante el sueño; y en tercer lugar, al grupo de los que, con una vida llena de abnegación al
servicio de los demás, nada esperan ya del mundo dialéctico y consiguen así elevarse hasta el
Templo del Pórtico.

El comportamiento de todos estos hombres ha ocasionado un cambio en su cuerpo


astral; a causa de esta modificación, el Espíritu séptuple puede tocarles, o sea juzgar su estado de
ser, a fin de comprobar si tienen o no la capacidad de desarrollarse en sentido liberador.
Cuán admirable y consolador es pensar que ningún ser humano podría ser olvidado. No
es el juicio de los hombres lo que inclina la balanza en cada caso, sino que el estado de su vestido,
el ropaje de su condición, el manto de su cuerpo astral, es el que decide. Es, pues, conmovedor
saber lo que le ocurre a C.R.C. en el Templo del Juicio.
Como octavo de su grupo, debe también situarse sobre la balanza. Ahora bien, no se hace
ninguna ilusión en cuanto al resultado -lo que no podría ser de otro modo-. Pero, para su
sorpresa, resiste las siete pesas. Y cuando se le intenta lanzar fuertemente hacia arriba, para lo que
se ordena a tres hombres que se coloquen en el otro platillo de la balanza, no ocurre nada. La
balanza no se mueve. Entonces resuena el grito: "¡Es él! ¡Liberadle!

Desearíamos, ahora, esbozar para usted el significado de todo esto.


Primero, es preciso comprender el sentido del número siete.
Imagínese a un hombre que, por su vida de búsqueda, por su aspiración, lucha por
responder al objetivo de la existencia, y pasa por las continuas transformaciones astrales
indicadas. Sube la escalera astral y va, durante su sueño, de experiencia astral en experiencia
astral, hasta alcanzar el umbral astral mencionado anteriormente. Llega hasta el límite de las
posibilidades dialécticas y ve abrirse ante él la puerta del Primer Templo, el Templo del Pórtico,
el Templo del Juicio.
De lo que antecede, puede deducirse que sólo un verdadero alumno de la Escuela
Espiritual puede encontrarse en ese Templo durante las horas nocturnas. Que un alumno no
tenga aún la posibilidad de estar presente en ese campo de conciencia astral, durante las horas de
sueño, demuestra siempre que otras ambiciones vitales le retienen, que otros deseos ocupan aún
un lugar central y predominante en su vida. El vestido de su estado, su manto astral lo demuestra.
Los rayos del Espíritu séptuple no podrían actuar en tal persona de forma liberadora y santifica-
dora.
¡Al contrario!
En el momento que un hombre penetra en el Templo del Juicio, se inicia la prueba. Es
puesto inmediatamente en contacto con los siete rayos del Número perfecto.

Comprenderá que los candidatos no suben de una vez los peldaños que llevan a la
balanza, sino de forma continua, noche tras noche. Ya que es todo un proceso el que se
desarrolla, el proceso del Templo, el proceso de la Iniciación. Por ello, cuando el alumno
despierta por la mañana, lleva a menudo en él en la vida cotidiana ordinaria, las huellas de las
experiencias nocturnas hechas en el Templo. Pues, en la vida cotidiana ordinaria, debe aprender
la gran lección, la lección del Número perfecto. Las instrucciones recibidas deben ser ejecutadas
directamente, por un acto completo, deben ser grabadas a fuego en el alumno.

Por ello, debe comprender esta verdad profunda: junto con su aprendizaje exterior en la
Escuela Espiritual, hay un aprendizaje interior de la mayor importancia.

Ha llegado el momento de ponerle en guardia. No comience a explicar sus sueños, sus


experiencias y encuentros nocturnos. Ya que sería la prueba de que la esfera astral en la que pasa
la noche durante el sueño, no es la de la Escuela, no es la del primer Templo de la Rosacruz de
Oro. En efecto, en este Templo se trabaja exclusivamente sobre la base de las nuevas cualidades
de alma. Las experiencias que se desarrollan sobre esta base en la conciencia, no son jamás en
forma de imágenes, sino que graban directamente en nuestra conciencia nuestras faltas y errores;
son totalmente instructivas para la vida personal íntima, y no se prestan a confidencias. Y estas
informaciones jamás son halagadoras para el yo de la naturaleza.
En el mejor de los casos, es preciso que nuestra vida de vigilia y la de sueños transcurran
con un ritmo continuo, en un movimiento rítmico con dos polos, dos esferas de vida. En la esfera
de vida de vigilia es preciso realizar actos concretos, basados en las instrucciones y experiencias de
la segunda esfera, la de la vida del sueño. Y sólo cuando la cosecha es suficiente, el resultado
positivo, el candidato puede pasar hacia el segundo Templo.
Así pues, preste atención, se trata de que sea admitido, en primer lugar, en el proceso de
formación y desarrollo de la Gnosis. Sólo entonces puede entrar, fructíferamente, en unión con
el esplendor grandioso del Número perfecto, del Espíritu Santo.

Hay, pues, siete lecciones que aprender, siete aprendizajes que vivir, siete virtudes que adquirir,
siete cualidades que poseer. Es preciso que se realice un cambio séptuple. Las experiencias de la
balanza están en relación con un proceso de iniciación.
Tenemos ahora el deber de hablarle de ello.
Es un asunto delicado, del que se habla sólo de tiempo en tiempo y parcialmente, ya que
la Fraternidad no tiene por costumbre hacerlo. El método normal es siempre éste: cada
candidato debe llegar a descubrir por sí mismo, sin intermediarios, el camino de la iniciación del
que vamos a hablarle. ¿Por qué ir en contra de esta costumbre?
Porque es necesario que la sala de las Bodas del nuevo campo astral se llene. ¡El tiempo
apremia! ¡A Europa le queda tan sólo un corto espacio de tiempo! Las cosas ocurren así, para
forzarnos, si fuese posible, a entrar en el nuevo Reino. Este método inhabitual, es empleado para
que tomemos conciencia de las posibilidades que se nos ofrecen hoy en día.

Ahora bien, acaba de oír hablar de siete pesas: tres grandes y cuatro pequeñas unas al lado de las
otras.
Las tres primeras iniciaciones a los pequeños misterios, que primero hay que vivir, se
relacionan con:
el verdadero conocimiento de Dios
el verdadero conocimiento del Amor universal
y el verdadero conocimiento de la Sabiduría.
Estas son las tres pesas primordiales que, aunque de forma, valor y aspecto diferentes, no
pueden considerarse separadamente. Son los tres lados de un triángulo equilátero.
Son las tres primeras auto-iniciaciones que cada alumno del Templo del Pórtico debe
realizar, sobre la base de su estado astral, y transformar en actos concretos en su conciencia de
vigilia. Son, en primer lugar, los tres rayos del Espíritu séptuple, a los que debe reaccionar con un
comportamiento positivo.

¿Qué es el verdadero conocimiento de Dios?


Hay que aprender a conocer a Dios como la única Fuente de vida, como el Bien único.
Como "Aquello", como "Tao", según la expresión de la antigua Sabiduría china. No de forma
teórica, dogmática, sino en verdad y realidad.
No se trata de una orientación mística y tampoco d una comprensión intelectual, sino de
un aniquilamiento total del yo, de una abertura de todo el ser al primer rayo del Número
perfecto. Como consecuencia de lo cual, una fuerza infinita, una certeza inquebrantable y una
bondad insondable tocan al candidato, le envuelven y toman posesión de él. Gracias a todo esto
nace, por primera vez en la vida de este hombre, una base e vida sólida, que nada tiene en común
con la de la existencia ordinaria. Esta base es la que el hombre gnóstico debe descubrir ante todo.
Debe poder ser encontrado sobre esta Roca. Tal es la primera pesa a la que debe resistir.
Acto seguido, debe unirse al conocimiento del Amor. El conocimiento del Amor
universal, se eleva muy por encima de todo lo que es dialéctico.
Los que resisten la segunda gran pesa, se elevan en una síntesis, síntesis de vida en la que
ya no hay simpatía o antipatía hacia nadie, con todas las consecuencias astrales que se desprenden
de ello. Sólo subsiste un interés fundamental hacia todas las criaturas, y el deseo ardiente de
arrastrar todo lo creado, en un abandono eterno, hacia el Objetivo único que es el fundamento
de la creación.
En el estado de ser de quien ha sido tocado por el segundo rayo del Número perfecto, ya
no existe un interés creciente o decreciente: todo y todos, sin excepción, están envueltos por el
Amor, que es de Dios.

Y cuando el segundo rayo ha ejercido su poder sobre el alumno, el tercer rayo, que es el
conocimiento de la Sabiduría, se despliega por entero. Entonces -comprenda bien esto bien en
esto- ese hombre ya no puede decir: "Poseo la Sabiduría. Soy un sabio". No, accede a la
Sabiduría, penetra la Sabiduría. Puede usted compararla a la luz del sol, en la cual uno se baña, a
la luz del sol que calienta y reconforta, que da la vida. Esto es el tercer rayo: un Sol poderoso.
Quien camina en la luz de ese Sol, accede a al Sabiduría universal, y la recibe en cada aliento,
apoyándose en los dos primeros rayos.
Entonces ese hombre está totalmente armado para seguir la vida de la ofrenda al mundo
y a la humanidad.
El triángulo equilátero está trazado. El triángulo se alza. Acto seguido viene el cuadrado
de construcción, la práctica de las cuatro pesas restantes.

Después de que los nobles, los sabios y otros hubieron pasado la prueba, sólo se
encontró en sus grupos una o dos personas, frecuentemente ninguno, que hubiera resistido todas
las pesas. Finalmente, les llegó el turno a piadosos, mistificadores del pueblo, y a los hacedores de
falsas "piedras de los Sabios". Se les colocó en la balanza con tanta burla que yo mismo, a pesar de
mi tristeza, estallé en carcajadas, e incluso los prisioneros no pudieron dejar de reírse. La mayoría
no tuvieron necesidad de esperar el juicio del tribunal; fueron expulsados de la balanza a latigazos
y conducidos a sus grupos con los otros prisioneros.
De la multitud inicial quedaron tan pocos que apenas me atrevo decir el número; entre
ellos se encontraban, sin embargo, altos personajes; todos fueron honrados con un vestido de
terciopelo y una rama de laurel. Terminada la prueba, sólo quedábamos nosotros en un rincón,
con las manos atadas; entonces avanzó uno de los capitanes y dijo: "Noble Señora, si place a su
Gracia, ¿no se podría pesar a esta gente que reconoce su inaptitud, sin riesgo para ellos y sólo
para nuestro entretenimiento, para ver si por azar hubiese alguno bueno entre ellos?"
Para comenzar, esto me inquietó mucho pero, en mi pena, me consolaba de no haber
sido expuesto a la vergüenza ni echado del platillo a latigazos. En efecto, estaba convencido de
que muchos de los que ahora eran prisioneros, lamentaban no haber pasado antes diez noches
en la sala con nosotros.
Pero como la Virgen daba su consentimiento, debía hacerse; fuimos liberados de nuestras
ataduras y colocados uno a uno en el platillo. Muchos fracasaron, pero no fueron ridiculizados ni
golpeados, sino que tranquilamente fueron conducidos a un lado. Mi compañero pasó el quinto,
dio el peso admirablemente mientras le aclamábamos, en particular el capitán que había
intercedido por nosotros, y la Virgen le concedió los honores habituales. A continuación dos
fueron lanzados al aire de nuevo. Yo era el octavo. Desde que, todo tembloroso, hube subido al
platillo, mi compañero sentado ya abajo con su vestido de terciopelo rojo, me miró con aire
benevolente y la Virgen esbozó una sonrisa. Resistí todas las pesas. La Virgen ordenó entonces
que me elevaran por la fuerza y tres hombres se colgaron en el otro platillo, sin conseguirlo.
Entonces uno de los pajes se levantó de un salto y gritó con toda su fuerza: "¡Es él!" y otro
respondió: "Devolvámosle la libertad", lo que fue aceptado por la Virgen. Después de haberme
admitido con las ceremonias requeridas, se me concedió el poder liberar a uno de los prisioneros
de mi elección. No tuve necesidad de reflexionar mucho tiempo, escogí al primer emperador, del
que me había apiadado desde el principio. Rápidamente fue puesto en libertad y se unió nosotros
con todos los honores.
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

16

LAS SIETE PESAS (II)

Debemos hablarle ahora de las cuatro pesas más pequeñas que cada candidato debe soportar,
tras haber demostrado que puede satisfacer las exigencias de las tres pesas superiores
fundamentales.
Recordará lo que nos revelan las tres grandes pesas del Número perfecto. Atraen la
atención sobre el verdadero conocimiento de Dios, del Amor Universal y de la Sabiduría. Llama-
mos a esta trinidad: el triángulo equilátero de fuerzas, que coloca realmente al candidato en
condiciones de elevarse hasta el servicio a Dios y a la humanidad.

Se sobrentiende que el candidato a los pequeños Misterios debe:

1. ser, y poder ser, de una abnegación inquebrantable;


2. expandir la armonía a su alrededor en la ejecución de su servicio y por su servicio;
3. seguir una vía de desarrollo coherente y lógica en su trabajo y por su trabajo;
4. ser un verdadero sacerdote en todos los aspectos del ejercicio de su servicio.

Tales son las tareas asignadas por los cuatro rayos del Número perfecto, tareas que sólo pueden
ser ejecutadas y llevadas a buen término, si el triángulo de las tras grandes pesas ha sido trazado.
Examinemos, ahora, el cuadro de la construcción bajo diferentes puntos de vista y
empezaremos por el habitual método de analogías.
Nosotros, hombres de este mundo, somos incapaces de ser inquebrantables en nuestra
entrega, partiendo de posibilidades y fuerzas dialécticas. La práctica humana de la entrega, en el
mundo dialéctico, depende demasiado de la estima o el desprecio, de la buena o mala
reputación, de las simpatías o antipatías, o sea, del bien y del mal, del amor y el odio, con todos
los matices intermedios.
El hombre nacido de la naturaleza es, también demasiado personal para poder ser
absolutamente impersonal. Es, además, demasiado indiferente hacia su prójimo para, en caso de
necesidad, volcarse y sacrificarse por él. Resumiendo, en la naturaleza de la muerte, la abnegación
humana es demasiado dependiente de toda clase de factores, y está influida por muchas
circunstancias adicionales, para ser absolutamente inquebrantable.
Y, no obstante, es precisamente por esa abnegación
absoluta, inquebrantable, como debe empezar todo verdadero
servicio, en el sentido del Espíritu séptuple. Lo que se puede considerar como sobrehumano.
Pero no lo es del todo, cuando
poseemos el triángulo equilátero. Se sobrentiende que,
tratándose del trabajo para el mundo, al servicio de la Gnosis,
la comunidad de los trabajadores debe tener una abnegación por lo menos inquebrantable y sin
desfallecimientos.
¡Es la mínima exigencia!
Una vez empezado el trabajo, debe ser llevado a buen término, a pesar de la buena o
mala reputación, de las mentiras, calumnias, persecuciones y encarcelamientos, del dolor y sufri-
miento. En razón de todas estas influencias el candidato debe ser y permanecer inquebrantable.
El resultado no debe tenerse en cuenta. Naturalmente, los criterios ordinarios no tienen cabida.
Se trata de la total abnegación en la tarea dada, de una vez por todas; de una entrega sin límites
hasta el último momento, el último suspiro.
Es el secreto para el éxito en el santo Trabajo y así ha sido en todos los tiempos. Este ha
sido también el gran milagro. En cada ocasión, en la historia del mundo, el número de trabajado-
res con entrega inquebrantable parece extremadamente restringido. En cada ocasión se contó con
muy pocos verdaderos cosechadores. Sin embargo, cada vez la cosecha fue milagrosamente
grande, ya que nadie puede sondear el misterio de la enorme fuerza que emana de la entrega
inquebrantable. Y es que la entrega libera la fuerza, la majestad del cuarto rayo del Número
perfecto. Cuando su entrega es inquebrantable, todo el flujo del cuarto rayo se derrama sobre
usted. Día y noche, esta fuerza está cerca de usted, a su alrededor y en usted. Y así se realiza el
trabajo.
Todo, realmente todo, puede realizarse por la entrega inquebrantable.
Comprenda bien que no se trata de una entrega a cualquier ideal, a una quimera, a una
idea agradable, sino de entregarse al santo Trabajo universal, al Logos, a Dios. A un trabajo que
reposa en Dios mismo, a un trabajo que debe ser realizado, un trabajo para el que, en todos los
tiempos, son buscados trabajadores e incluso se podría decir que son implorados.
Ahora, no suspire, ni diga quejumbroso: "¡Qué perseverancia hay que tener! ¡Qué
vitalidad deberá poseerse!" Hablando así, se sitúa en el lado dialéctico del problema. Ahora
bien, las Sagradas Escrituras dicen: "Mi fuerza se realiza en tu debilidad".
Por ello, a menudo las personas de poca vitalidad natural son las que tiene la más
dinámica abnegación. Ya que se sienten inflamados por el fuego de una misión sublime, asignada
por Dios. Y saben que no quieren y no pueden comportarse de otra forma, pues así encuentran
la alegría y la paz.
Quien puede consagrarse a esa tarea, en una entrega inquebrantable, descubrirá sirviendo
crea la armonía. La gran idea del Logos es realizar un Orden racional y sublime. Y quien se pone
al servicio del Logos, termina por expandir ese Orden a su alrededor.
Por ello, el quinto aspecto del Número perfecto es la "Armonía creadora". Pero presten
atención: tal armonía se obtiene, por así decirlo, con gran lucha. Pues, la santa y gran Obra, debe
realizarse en la naturaleza de la muerte, es decir, en
país enemigo; y ¿cómo hablar de armonía en la naturaleza de la
muerte?
¡Sin embargo, la obra se realiza!
¿De qué armonía se trata?
De una armonía que no tiene sentido para el hombre endurecido. Ya que es la armonía
de la Paz de Belén, de la Amistad y serenidad de los hijos de Dios. Es la armonía de alma.
Quien siente aún las palabras de la Escuela y de sus servidores como ataques, como
latigazos, como golpes de espada, puede estar seguro que es incapaz de oír y vivir como un
hombre cuya alma ha nacido, sino exclusivamente como un ser egóico. Para el hombre-yo, toda
la Escuela es discordante, altamente contranatura. pero cuando el alma, su alma se abre, entra
usted en la alegría de los hijos de Dios. Comprueba entonces, que los servidores de Dios tienen
un sólo objetivo, una única tarea:
elevarle en la paz y la armonía del pueblo de Dios.

Si visita los antiguos santuarios de la Fraternidad de los Cátaros, en el tenebroso ambiente de las
grutas, le será imposible imaginar, en tanto que hombre de este siglo, que fue allí donde los
hermanos y hermanas de los tiempos pasados encontraron la serenidad del pueblo de Dios. Pero
cuando el alma ha nacido, cuando el alma se ilumina en el corazón del microcosmos, todo lo
tenebroso, todo lo dialéctico desaparece totalmente. Entonces, oímos las voces jubilosas de los
jóvenes hermanos y hermanas, que entran por primera vez en la paz y exclaman con alegría: "¡El
Grial!"
El Grial ofrece a todos la Luz inmutable.

El significado de las dos pesas inferiores, ya no es difícil de comprender.


Se puede deducir de lo que antecede que los servidores de Dios, el hermano y la
hermana de la Rosacruz, realizan un trabajo siguiendo un plan lógico, elaborado en sus mínimos
detalles conforme a la razón superior de la Gnosis universal. Es evidente que, en ningún caso,
querrán apartarse de este plan.
El desarrollo intelectual actual se caracteriza, sin duda alguna, por la cantidad de planes
de todo tipo, cuyo seguimiento hace cambiar el rumbo de tantas personas; uno se ahoga en la
multiplicidad de ideas. El servidor de Dios está, a veces, como sumergido en una oleada de
proyectos con objetivo loable, promovidos ciertamente por personas bien intencionadas, pero
que son en el fondo a menudo muy malos. Ahora bien, sus inspiradores, las fuerzas que les han
hecho nacer, saben bien que todo plan que no venga de la Gnosis fracasa irrevocablemente en
este mundo, o que sus efectos, incluso aparentemente saludables, serán nocivos, ya que el bien
dialéctico es un mal menor. Para nosotros está claro que, responder a las exigencias del sexto
rayo, no es otra cosa que orientarse irrevocablemente hacia el único plan de Dios para el mundo
y la humanidad, con profunda obediencia a nuestra elevada vocación.
Suponemos que ahora verá claramente lo que es el verdadero sacerdocio gnóstico. El
verdadero sacerdote es el servidor de Dios y de los hombres. Es el servidor de Dios con una
entrega inquebrantable, reconocida, ejercida con sangre y lágrimas. De hecho, y exclusivamente,
es el servidor de todos los hombres.
Así debe ser el estado de ser del Rosacruz verdadero. El estado de ser del Cristian
Rosacruz de las Bodas Alquímicas.
Con ese estado tal hombre se aproxima al primer Templo, el Templo del Pórtico. Va a
pasar la prueba fundamental del Número perfecto. Entonces es, con pleno derecho, Caballero
del Toisón de Oro. La razón por la que nos es propuesto este ejemplo, es evidente. Ya que,
nosotros que también aspiramos a las Bodas Alquímicas, participaremos en el mismo proceso de
desarrollo si todo va bien. Que esto lo comprenda claramente: si lo desea, usted también puede
volverse y ser como C.R.C. Como resumen, deseamos atraer su atención sobre dos cosas.
Primero, sobre el hecho de que cuando C.R.C. resistió todas las pesas con lo que la
balanza permaneció inmóvil, tres hombres intentaron levantar el platillo a la fuerza.
Y segundo, que le fue concedido a C.R.C., después de su victoria, el poder liberar a uno
de los prisioneros.
Con relación al primer punto, se puede señalar que una vez realizado el trabajo de
auto-iniciación preparatorio , si el candidato responde a la existencia fundamental del Número
perfecto, queda aún un triple examen final, una triple prueba. Esta prueba emana directamente
del Santo Grial, prueba que no tiene por objetivo, como se pretende por ignorancia en ciertas
narraciones, inducir al candidato al error con astucias y estratagema. Se trata de una prueba
vibratoria, de una sintonización con la vibración fundamental de la Triple Alianza de la Luz.
No se nos permite hablar más al respecto.
Con relación al segundo punto: el mago de la Gnosis no sirve tan sólo a la humanidad en
general sino que, en un momento dado, está también preparado para ayudar concreta y
definitivamente a un alma humana perdida en el océano de la vida, si es digna de ello, y salvarla.

Cuando el último fue pesado y encontrado demasiado ligero, la Virgen se apercibió de las
rosas que había quitado de mi sombrero y tenía en la mano; me pidió graciosamente, por medio
de su paje, que se las ofreciera, a lo que accedí gustoso.
De esta forma se terminó el primer acto a las diez de la mañana y las trompetas, que
nunca veíamos, resonaron una vez más.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

17
LAS CUATRO ROSAS

Si ha leído las Bodas Alquímicas de Cristian Rosacruz, recordará que cuando se dirigía hacia las
Bodas Reales, C.R.C. llevaba cuatro rosas en su sombrero. Ahora bien, vemos que
inmediatamente después de la prueba del pesaje, ofrece esas cuatro rosas, a petición, a la Virgen
quien, en tanto que representante del Rey, dirige el procedimiento previsto para los distintos
candidatos.

Entre otros significados, estas cuatro rosas se refieren a las cuatro pesas inferiores, de las
que hemos hablado detalladamente. Las hemos comparado con el Cuadrado de la construcción,
al igual que hemos comparado las tres pesas superiores soportadas por C.R.C. en el Triángulo
equilátero, base fundamental de toda construcción gnóstica. Queda, pues, excluido que un
hombre pueda situarse sobre el Cuadrado de la construcción, en el sentido en que lo entiende la
Triple Alianza de la Luz, si no toma como punto de partida el Triángulo fundamental.

Dicho de otra forma, cuando C.R.C. se pone en marcha hacia el Templo del Juicio, el
primer Templo de la Iniciación, satisface ya, esencial y fundamentalmente, la exigencia de las
siete pesas. Por ello, al inicio de su viaje, lleva cuatro rosas rojas en su sombrero.
De lo que se deduce, tal como lo hemos visto:
1. que su entrega es inquebrantable;
2. que al servicio de la humanidad, y por dicho servicio, sabe crear la armonía;
3. que en su trabajo, y por ese trabajo, puede seguir una vía de evolución lógica;
4. y que en todos los aspectos de su comportamiento, de su trabajo y de su servicio, es un
hombre sacerdotal.
Cuando un alumno se compromete así, en rendición total, puede esperarse que un día,
como C.R.C., tenga conciencia de estas en las Bodas Reales. Con anterioridad a esta invitación
consciente a las Bodas ya había sido llamado, siete años antes, en un sueño, mediante una visión
concreta; lo que da a entender que el proceso de auto-realización, tal como lo concibe la
Fraternidad de la Rosacruz, dura siete años, conoce siete períodos o fases, de acuerdo con el
Número perfecto de las siete pesas.
La mayoría de los alumnos que se han unido a la Escuela Espiritual por sí mismos, es
decir, sin estar influidos por otros, se acordarán que tomaron su decisión como atraídos hacia la
Escuela por una influencia indefinida. La idea de la Escuela ya no les ha abandonado. De vez en
cuando, a raíz de toda clase de conversaciones y acontecimientos, esta Idea se volvía casi visible
para ellos; eran empujados, llamados desde el interior, a entrar en unión con la Escuela y a
comprometerse en el proceso de siete fases. Pues, sepa que la Escuela tal como la conoce es un
taller, una forja, donde se efectúa el trabajo de las siete fases, donde se estudia la obra completa
de las siete pesas, de forma totalmente experimental.
Cuando hace ese trabajo seriamente, cuando se consagra por completo al noble trabajo
de la fabricación del oro, la Idea que permanecía en el exterior de usted como una visión, en un
momento dado, fija su morada en usted. En siete fases, la radiante luz de la Gnosis se alojaría en
las siete cavidades de su corazón y, sobre esta base, la gran obra tomará forma en toda la morada
microcósmica; hasta que, terminada la preparación, sea posible finalmente recibir
conscientemente la invitación a las Bodas Reales, las Bodas Alquímicas, en cuyo curso el Espíritu
inmanente desciende en nosotros, Poimandres penetra en nosotros. Previamente, todo el trabajo
del alma debe realizarse a partir de las reglas del Triángulo y el Cuadrado, las normas de la
Alfombra de la Renovación.

Con ello, usted comprende ahora que todo lo descrito, en las Bodas Alquímicas de C.R.C.,
puede convertirse en su propia historia. Por tanto, puede preguntarse si el séptuple proceso del
Camino, desde el instante de la visión hasta la toma de conciencia, puede conducir a la
realización siguiendo, tan sólo, las reglas apuntadas. Debemos responder que las radiaciones o
influencias que mediante una visión transmiten al hombre receptivo, la ideal del camino,
provienen del campo astral, en el que se sitúa el primer Templo de los misterios de la Rosacruz,
del que ya hemos hablado.
Es el campo que puede designarse como el límite extremo de lo realizable en el mundo
dialéctico; es el campo en el que el estado astral del hombre nacido de la naturaleza accede a la
pureza del sexto Dominio cósmico. Allí existe un foco de donde emanan poderosos fluidos, que
llaman al hombre a renacer como Hombre verdadero. Todos los que son sensibles a ellos
experimentan su influencia. Primero, desde el exterior, como una visión. Más tarde, cuando se
han puesto manos a la obra, desde el interior, como de un foco situado en su propio cuerpo
astral; cada vez más consciente, más concretamente, hasta alcanzar un estado de ser que les hace
capaces de resistir sin angustia la carga de las siete pesas, y lo suficientemente nobles para
participar en las Bodas Alquímicas. Entonces el alumno puede prepararse al descenso del
Espíritu inmanente; en ese momento avanza la mediadora: la Virgen.
Se habrá preguntado varias veces, sin duda, por qué en el relato figuran todas esas
vírgenes, pajes o jóvenes que entran en escena como servidores del Rey y acompañan al
candidato en el transcurso del proceso de transmutación alquímico.
Pues bien, antes de la total aparición del Espíritu inmanente, de Poimandres, como el
Rey y la Reina, en el transcurso del proceso de iniciación microcósmico, se manifiesta un fluido
espiritual como mensajero del Espíritu inmanente que se difundirá.
Este fluido se manifiesta, primero, como veremos claramente, bajo dos aspectos: uno
femenino, receptor y otro masculino, activamente realizador. Un aspecto que contribuye a que el
sistema sea receptivo a los procesos futuros, y otro aspecto que estimula y conduce a esos
procesos.
Como radiaciones de Poimandres, esos dos mensajeros del Espíritu Puro encuentran al
candidato que ha obtenido la capacidad, y le reciben en el primer Templo de los Misterios.
Podemos comprender ahora perfectamente, la corta frase del tercer Día: "Cuando el
último fue pesado, la Virgen vio las rosas que yo había quitado de mi sombrero y que tenía en las
manos. Por medio de un paje me pidió graciosamente que se las ofreciera, lo que acepté gustoso".
El alumno capaz ha dado la prueba positiva de su estado de ser y sale airoso de la prueba
de la balanza. Ha sido pesado con las siete pesas del Número perfecto y no ha sido encontrado
demasiado ligero. No se registra la prueba en ninguna parte, de forma abstracta, sino que se
traduce por la posesión de un bien absoluto, y de valores con los que trabajar, mediante una
fuerza que sitúa a todos quienes la poseen, en el estado de verdadero servidor de Dios y de los
hombres, en el sentido absoluto del término.
Las cuatro rosas del Cuadrado de la construcción ya no están en el sombrero, como
símbolo de un avanzar perfectamente orientado sobre el objetivo, sino que C.R.C. las tiene en las
manos: ¡está preparado para actuar!
Entonces llega el Espíritu, en la persona de un paje y una Virgen para recibir de él las
maravillosas rosas del acto. Un candidato capacitado ha entrado en la sala de las Bodas y es
acogido cordialmente. El proceso alquímico que conduce a la realeza del Espíritu, puede ahora
comenzar.
Durante este tiempo, los soldados debieron retirarse con los prisioneros, en esta de la
sentencia. Se formó un jurado, compuesto por siete capitanes y nosotros mismos, con la Virgen
como presidente y convinimos que cada uno daría su opinión respecto a la suerte que deberían
correr los prisioneros. La primera idea fue la de condenarles a una muerte más o menos cruel, en
la medida en que hubiesen infringido las exigencias impuestas. Otros querían mantenerlos
prisioneros. Pero estas dos propuestas no gustaron ni a la presidenta ni a mí. Finalmente, el
asunto fue resuelto por el emperador que yo había liberado, por otro príncipe, por mi
compañero y por mí mismo de la siguiente manera: en primer lugar, los señores más eminentes
serían conducidos fuera del castillo, discretamente; se podría poner a los demás fuera con más
burlas, desnudándoles y haciéndoles correr totalmente desnudos; los últimos serían azotados o
echados por los perros.
Se dejaría partir sin ninguna sanción a quienes, la víspera, habían capitulado por sí
mismos; sin embargo, los imprudentes y los que, en el transcurso de la comida de la víspera, se
habían comportado de forma indecente, serían castigados en su cuerpo y en su alma, según su
comportamiento.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

18

LAS SEIS SENTENCIAS

Volvamos ahora al campo astral, del que ya hemos hablado, en el que se encuentra el Templo
del Juicio, el primer Templo situado en la frontera que separa las realizaciones más elevadas del
mundo dialéctico de la serena pureza del Mundo del estado de Alma viva; el Templo en el que
todos podemos entrar, cuando estamos dispuestos a transformar la idea gnóstica de liberación en
realidad viva; el Templo al que también accedemos cada noche durante el sueño, a condición de
que la vida diurna lo permita. Durante el sueño, el cuerpo astral está siempre en plena actividad.

Hemos explicado ya que numerosos hombres y grupos, que no pertenecen al cuerpo magnético
de una Escuela Espiritual Gnóstica y se oponen posiblemente de forma positiva a los esfuerzos y
trabajos de tal Escuela saben, no obstante, penetrar en el astral del primer Templo, o son capaces
de entrar en la esfera de influencia de dicho campo. Por esta razón, los que pueden observar
conscientemente la vida de esa esfera astral, descubren que las personas que se encuentran en el
Atrio del Templo del Juicio, no son siempre con mucho, las que convienen, las aptas y bien
orientadas.

Por ejemplo, se puede ser atraído por las radiaciones astrales, en razón de sus
aspiraciones humanitarias o místico-religiosas.
Es posible, igualmente, ser asido por la radiación del Templo en función de una cultura
extrema de la personalidad, lo que ha provocado grandes modificaciones de las secreciones
internas en el santuario de la cabeza.
Por último, también es posible con toda clase de métodos ocultos y sin poseer las
cualidades interiores requeridas, hacer que la personalidad, por consiguiente el cuerpo astral, sea
capaz de entrar conscientemente en contacto con la radiación del Templo.
Bien por ilusión, egoísmo agudo, impulso criminal o inclinación hacia los altos valores
gnósticos, tales personas tiene tendencia natural a penetrar en el campo astral nuevo. Tras de lo
cual existe el deseo de ampliar su propio radio de acción, o de escapar a ciertas situaciones no
deseadas. Por lo que es comprensible que, en el Templo el Juicio y en su campo astral
correspondiente, intervengan poderosas fuerzas correctoras, con el fin de devolver, al lugar que
les corresponde, a los que son indignos o no están preparados aún.
La forma en que se realiza, ha sido expuesta en el relato de forma simbólica y romántica.
Intentaremos ahora explicarle, siguiendo dicho velado y romántico relato, cómo se efectúa el
reenvío bajo la acción de las leyes astrales naturales, de forma que ningún indigno o inapto pueda
deslizarse a través de las mallas de la red.

Se mencionan siete formas de reenvío:


1. unos son enviados fuera del Templo en silencio,
2. algunos son expulsados de forma infame,
3. otros son desnudados y reenviados desnudos,
4. encontramos el grupo de los que son azotados y acosados por los perros,
5. están los que pueden retirarse a su pesar y sin castigo,
6. y, por último, los malintencionados que son castigados, muy seriamente, en su cuerpo y alma.

Imagínese, primero, a un hombre muy humanitario, que vive totalmente en el interior del tan
restringido círculo de la existencia orientada en el ego. Este hombre espera todo de la vida de este
mundo y, en esta vida y por ella, se entrega por completo al servicio de la humanidad. A menudo
se trata de un hombre religioso en todos su aspectos, que lleva una vida muy piadosa. Por su obra
y su conducta, merece frecuentemente la estima y el respeto de todos.
Puede imaginarse fácilmente como, un hombre de este tipo, expresará sus altas y nobles
aspiraciones en el cuerpo astral, en particular por medio de un poderoso deseo de servir al
mundo y a la humanidad de una u otra forma. Busca, desea lo mejor y más elevado para ella.
Como consecuencia de lo cual, con toda certeza será tocado por el ardiente foco central citado
anteriormente, que tan sólo tiene un objetivo: la salvación del mundo y de la humanidad. ¡Pero
en sentido positivo y absolutamente liberador!
Por lo que estas dos disposiciones astrales, aún teniendo un punto en común, se rechazan
mutuamente a causa de la oposición de los dos órdenes de naturaleza, la naturaleza de la muerte
y el Reino que no es de este mundo. Al más noble humanitarista le es imposible superar la gran
distancia que le separa del mundo del Alma. Basándose en la orientación errónea de su estado
astral, es conducido fuera del Templo en un silencio absoluto. No merece ningún castigo ya que,
visto su tipo, no existe hombre mejor que él. Pero ignora su alto destino, su vocación sublime. Y,
aunque hijo de Dios, debe ser reconducido a su errático caminar, a causa de su ignorancia; hasta
el día que, en este vagar descubre su ineficacia e inicia la búsqueda de la causa de ello y de la
Verdad que le liberará.
Pero hombres así son la excepción. Los demás están, más o menos, cargados de deudas.
Piense, por ejemplo, en las autoridades religiosas que, de forma totalmente especulativa,
apoyándose en bases intelectuales sin fundamente riguroso, engañan a pueblos enteros y los
mantienen prisiones, condenados por su ilusión. Esas personas, deliberadamente, se han cargado
de responsabilidades que emanan de su ser astral. Crean innumerables demonios en el mundo
astral, pero son tocadas también por la fuente astral del primer Templo, del que acabamos de
hablar.
Debe verse correctamente la compleja situación de esos hombres. Por nuestros
pensamientos, llevamos nuestro cuerpo astral a un determinado estado de actividad. El cuerpo
astral es como el fuego. Semejantes radiaciones liberan éteres que incitan a reaccionar a todo el
cuerpo con sus funciones sensoriales, conforme al impulso del pensamiento.
Piense, ahora, en todos esos poetas, pensadores, escritores, filósofos, jefes de estado y
demás que, por una razón cualquiera, influyen en los pensamientos de las masas: estos
pensamientos forman, orientan y condicionan de múltiples maneras el saber del mundo. Eso se
hace mediante libros, instituciones educativas, discursos, radio, televisión, periódicos, etc..
Millones de personas que sigue, por estos medios, a esas autoridades, son engañadas por medio
de los procesos desencadenados en la esfera astral.
Pero la propia multitud de jefes y autoridades también son influidos astralmente, cargados
astralmente por quienes les alaban, leen y se hacen eco de ello. Pues la fe libera fuerzas y
corrientes de naturaleza astral en dirección a la fuente y al objeto de esta fe. De forma que, los
jefes y autoridades son aprisionados a su vez, si bien terminan por dejarse coger ellos mismos a
sus especulaciones. Son empujados hacia el criterio astral que acabamos de hablar, cargados
efectivamente de deudas, pero también cercados por las consecuencias de sus faltas.
Ahora bien, al contacto con el sereno campo astral del origen, el cuerpo astral de las
autoridades en cuestión, es cogido de forma muy particular. Porque, en su vehículo astral, se
liberan fuerzas que no corresponden en absoluto a su verdadera naturaleza.
Al inicio del proceso, el pensamiento personal autónomo ya no tiene influencia sobre el
cuerpo astral, lo que provoca caos y desorden en la vida personal, y origina todo tipo de
incidentes indeseables, más o menos graves.
Examinemos más de cerca la situación en el atrio del Primer Templo, después del pesaje.
Pensemos en el abismo de las horrorosas corrupciones astrales. Comprende fácilmente que
numerosas fuerzas astrales demoníacas, acosen en el Templo del Juicio a millares de entidades
sensibles a las influencias astrales de la Gnosis, pero incapaces de comprenderla, y esto por
métodos ocultos, empujándolas a realizar mayores esfuerzos para penetrar a la fuerza en el
mundo de las almas vivas, y más exactamente, para abrir una brecha por la que huir de la
condición infernal del fuego astral.
Todos quienes, de forma especulativa, se dejan manipular de esta forma, son fustigados
por la ley astral en función de sus actos.
No se debe concebir esas puniciones, de las que se habla ampliamente en las Sagradas
Escrituras, como sanciones en sentido dialéctico, o sea venganzas, sino como reacciones
necesarias a la protección absoluta del único proceso de liberación, la protección del Plan de
Dios para el mundo y la humanidad; así pues, también de las personas concernidas. Ya que
incluso, a quienes el fuego astral consume horriblemente, sufren ese tormento, a fin de guardar
hasta el último momento la posibilidad de participar en la verdadera libertad.
¿Por qué las Bodas Alquímicas aclaran este aspecto tenebroso de la vida humana?
Para colocarle ante la absoluta necesidad de verdad, lealtad y realidad; a usted que es
llamado por la visión de la Gnosis y que desea acercarse de los Misterios. Ya que sólo la Verdad
puede liberarle.
Sea pues, en todo, sincero y auténtico.
No especule en nada.
No se deje llevar por el instinto del yo o las pasiones.
Ya que, entonces, evoca las fatales tensiones astrales que aniquilan sus facultades de
discernimiento, y le hacen retroceder cada vez más en el camino del desarrollo.
Desde el inicio, siga tan sólo el camino que sea seguro: el camino de las cuatro rosas.

Esta proposición gustó a la Virgen y obtuvo la mayoría. Además, se serviría todavía una
comida a todos, de lo que se les informó rápidamente. El anuncio de la sentencia fue retrasado
hasta el mediodía. De esta manera acabó el consejo.
Entonces la Virgen se retiró con su séquito a sus aposentos habituales; en la sala, se nos
indicó la mesa superior, rogándonos que nos contentáramos con ello hasta que el asunto
estuviera completamente zanjado. Después nos conducirían ante el Esposo y la Esposa y, con esta
esperanza, aguardamos tranquilamente este momento.
Mientras tanto, los prisioneros eran reunidos en la sala y colocados cada uno según su
rango. Se les ordenó que se comportaran más convenientemente que la víspera, consejo
superfluo, pues el valor hacía mucho tiempo que les había abandonado. Para no faltar a la verdad
y sin adular a nadie, debo testimoniar que en general fueron los grandes personajes quienes mejor
supieron acomodarse a esta situación inhabitual. Su comportamiento, ciertamente, era torpe pero
sincero. Ellos no veían a los servidores, mientras que para nosotros eran ahora visibles, lo que me
alegraba mucho. Tan agraciados como fuésemos por la fortuna, no nos vanagloriábamos ante los
demás, sino que nos dirigíamos a ellos y les animábamos diciéndoles que las cosas no les irían tan
mal. Les hubiese gustado conocer la sentencia, pero se nos había prohibido tan formalmente
hablar de ello, que nadie dejó escapar una palabra. Les consolamos lo mejor que supimos,
bebiendo con ellos a fin de que el vino les animara un poco.
Nuestra mesa estaba recubierta de terciopelo rojo y guarnecida de vasos de plata y de oro
puro, lo que los demás observaban con sorpresa y dolor. Antes de sentarnos, los dos pajes
entraron y nos ofrecieron a cada uno de nosotros, en nombre del Esposo, el Toisón de Oro
coronado por un León Alado, pidiéndonos que lo llevásemos en la comida y así honrar el
nombre de la dignidad de la Orden (en la que su Majestad nos recibía hoy y nos confirmaría
pronto con la solemnidad debida). Aceptamos esta distinción con la mayor humildad,
prometiendo hacer obedientemente todo lo que su majestad gustaría ordenarnos. El paje tenía
también inscritos en un orden preciso; y si callo aquí su rango, es por temer hacerme culpable de
orgullo, lo que significaría cometer una falta contra la cuarta pesa.
Nuestra comida era tan copiosa que pedimos a uno de los pajes si nos estaba permitido
dar un poco a nuestros amigos y conocidos prisioneros. Nos lo concedió sin ninguna objeción y
cada uno de nosotros les hizo servir abundantemente por medio de sus servidores, que
continuaban siendo invisibles para ellos. Por tal razón ignoraban de donde les venían los
alimentos, así que quise llevarlos yo mismo a uno de los dos. Apenas me había levantado cuando
un servidor vino tras de mí a decirme que deseaba amistosamente advertirme que, si un paje me
viera, advertiría al rey, lo que me costaría ciertamente muy caro. Pero como era el único en
haberme visto, no me traicionaría si, en lo sucesivo, respetaba mejor la dignidad de la Orden.
Después de estas palabras, me empujó tan violentamente en mi asiento, que durante un buen
rato ya no osé moverme en mi silla. Sin embargo, le agradecí lo mejor que pude su leal
advertencia, en la medida en que el miedo y la turbación me lo permitieron.
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

19

LAS COMIDAS DEL JUICIO

A todos los que penetran en el nuevo campo astral, en el Templo del Juicio, les son ofrecidas dos
comidas, y son despedidos en razón de su estado de ser:
una primera comida a su entrada,
una segunda justo antes de la ejecución de la sentencia.
Ahora bien, los que han entrado de forma positiva en el Templo y han pasado la prueba
de la balanza con éxito, participan en las dos comidas. Estas simbolizan las efusiones astrales
recibidas a la entrada, influencias, de hecho, decisivas.
Analicemos esta parte del relato.

Suponga que penetra en un campo astral sin relación alguna con la naturaleza de su propio
estado astral. Penetra por algunas de las razones que hemos comentado. Para empezar, ese nuevo
medio lo oprimirá o sorprenderá.
También es posible que reaccionar, al principio, mostrando una agitación exagerada o
haciendo mucho alboroto. O que, con aire de seguridad, muestre maneras altivas e importantes;
o incluso, que adopte la tan conocida actitud del que declara: "¡No me diga más, ya sé todo!"
Hay que recordar que en el Segundo Día de las Bodas Alquímicas, a C.R.C. le
sorprenden las distintas reacciones que observa en los que están, en el atrio del Templo del
Juicio, para tomar la primera cena.
Debe comprender que se trata, en primer lugar, de sondear el ser aural, ya que su estado
astral determina su conducta y todo cuanto el estimo le tiene reservado. ¡Y no olvide que todo
está unido a su vida mental! Ya que el pensamiento es el principio que inflama, mientras que la
esfera astral es el gran fuego que realiza.
Cuando se ha servido la primera comida, todos los asistentes son forzados, por el impulso
astral fundamental del Templo, a mostrarse tal como son, a manifestar las fuerzas de las que
viven. Estos son los testimonios reveladores, que hacen inclinarse la balanza y determinan el
juicio, es decir, la suerte de los interesados.
La primera comida logra, pues, como efecto general desenmascarar, esclarecer y
descubrir.

Para comprender las causas psicológicas de reacciones tan diferentes, hay que tener en cuenta
que el Campo astral de la Fraternidad no puede ser comparado, en absoluto, con el campo astral
de los seres nacidos de la naturaleza. Si un hombre está muy orientado hacia la Fraternidad, y se
ha puesto en marcha con las cuatro rosas en su sombrero, la experiencia con esta primera
corriente astral le da una reserva y una modestia extremas. Si, con todo lo que hay en él, busca la
santificación y ha tenido amargas experiencias, el primer toque de la corriente astral de
santificación, que emana de la Fraternidad, conmoverá lo más profundo de su ser y le volverá
silencioso. Pero, si se trata de un buscador de felicidad egocéntrica, perseguido por el corres-
pondiente estado astral, entonces la corriente astral fundamental le dará un sentimiento de
bienestar superficial, que le hará decir: "Pues bien, lo he conseguido, he ganado" La desilusión y
las llamas infernales del fuego astral, aparecerán más tarde.
Esas personas se encuentran en un supuesto estado de iluminación; hablan sin ton ni son,
y se burlan de los candidatos serios y de su pretendida mediocridad.

En la segunda comida, los papeles se han intercambiado. Los charlatanes, los burlones y los que
han cantado victoria están prisioneros; en tanto que los encadenados, los abrumados del inicio,
están libres.
¿Cómo ocurre esto?
La explicación es la siguiente: Durante la primera comida, el cuerpo astral es cargado, lo
que conlleva una reacción más o menos fuerte de la conciencia. Pero durante la segunda comida,
la fuerza astral con la que estaba cargado el cuerpo astral reacciona totalmente, de forma que el
cuerpo etérico es forzado a actuar, lo mismo que el cuerpo físico.
Acto seguido, el poder mental experimenta y comprueba todas las consecuencias.
Cuando un alumno serio hace un verdadero uso de la Idea liberadora trasmitida, es decir,
se pone en marcha con las cuatro rosas en su sombrero, ocurre que el primer toque del fuego
astral de la Serenidad le abate. Pero a continuación, bajo su influencia, acaba por descubrir que
su larga preparación ha vuelto apto, al conjunto de su sistema, para soportar ese poderoso fuego y
reaccionar positivamente a él. Quien, al inicio, parecía tan indeciso y débil, se vuelve fuerte como
una roca. Y por ello, éstos reciben, en nombre del Esposo, el Toisón de Oro con el León Alado;
pueden beber en la Copa del Grial coronada con la Fortuna de Oro.

El Toisón de Oro, el León Alado, la Fortuna de Oro ¿conoce esos símbolos? El Caballero del
Toisón de Oro, es un hombre dotado de un cuerpo astral renovado, totalmente purificado de las
manchas terrestres. Lleva un vestido de Oro, el Manto de Oro de las Bodas y está marcado por el
sello de la quíntuple promesa1 :
1. Caballeros, Juren: No consagrar jamás su Orden a ningún demonio o espíritu, sino al Único
Dios, nuestro Creador y a Su Servidora, la verdadera Naturaleza.
2. Detestar toda idolatría, impudicia e impureza, y no ensuciar su Orden con tales vicios.
3. Ayudar con todos sus Dones, a los que son dignos y están necesitados.
4. No desear este honor para alcanzar la gloria y estimación en este mundo.
5. No querer vivir más allá de lo que Dios les permita.

El León Alado es el símbolo del Amor divino, que actúa en toda la personalidad por la plenitud
del toque astral.
La Fortuna de Oro es la diosa de la felicidad, la mayor felicidad que un hijo de hombre
puede alcanza. La felicidad del Alma viva, que permite progresar hasta el Espíritu vivificador.
Esta felicidad es un estado eterno que nada tiene que ver con la felicidad tan frágil, tan
caprichosa, que el nacimiento en la naturaleza de la muerte puede ofrecer al hombre.

Ahora, comprendemos perfectamente por qué, durante la segunda comida, quien no es


suficientemente serio ve conscientemente su inaptitud y la causa de la falsedad de sus ambiciones
y de sus actos. Pues quien penetra en el cuerpo astral o se desarrolla en él, actúa en la
personalidad. Esta es la utilidad del fuego infernal; no es un castigo infringido por el fuego, sino
una lección que él graba en nosotros.
Por esto, la Virgen lee a los condenados el veredicto, enumerando las causas y los efectos.
Lo que conmueve mucho a C.R.C. Las lágrimas caen por sus mejillas, pero nada puede hacer
por los condenados. Ellos son objeto de piedad, pero no de una piedad fuera de lugar.
En la fuerza de la Luz, tan sólo puede uno ayudarse a sí mismo. Quien cae al fondo,
adquiere conocimiento del mismo. Y sólo es posible elevarse nuevamente si, desde el fondo del
pozo, se llega a coger la cuerda, y se sitúa verdaderamente en el camino con las cuatro rosas en el
sombrero.
El arrepentimiento siempre sigue a la culpa. Nadie puede salir, por la fuerza del foso de
las serpientes del mundo dialéctico. Quien lo intenta, experimenta los golpes del destino,
desencadenado por él mismo. Si desea salir de la tumba, debe llevar hasta el final la cruz con
rosas; las siete rosas, cuyo florecimiento y perfume dan testimonio del restablecimiento glorioso
de la actividad de los Siete Rayos universales.
Debemos llamar su atención sobre otro punto que merece su examen: quien es admitido
por la Fraternidad, al final de su viaje con las cuatro rosas, ya ha sido reenviado anteriormente
varias veces. En efecto, sabemos ahora que se trata de un proceso; nadie debe pensar realizarlo
sin tener dificultades y dar pasos en falso.
En otros términos: tal vez, nosotros también hemos formado parte del grupo de los
prisioneros que, aunque serios, no podían aún ser admitidos. Y, por tanto, también hemos
participado en las dos comidas del Juicio y sufrido las consecuencias inherentes.
Pero esté seguro de que, actualmente, nos beneficiamos de la compasiva ayuda de la
1
Ver el Séptimo día
Fraternidad. Así es como hay que entender ese detalle, aparentemente pueril, de las golosinas
que los jóvenes Hermanos del Grial pueden hacer llegar a sus amigos y conocidos, de entre los
condenados, durante la segunda comida.
Toda alma que aspira verdaderamente, con esfuerzos reales, es una amiga y recibe en
cada instante la ayuda necesaria. Usted también se beneficia o se benefició de esa ayuda, sobre
todo en los momentos en que más la necesitó.
Sin embargo, cuando ofrece esta ayuda, la Orden pone la condición fundamental de que
la misma jamás será personal. Un ser nacido de la naturaleza desea un maestro, un guía, una
autoridad que, sosteniéndole, le sirva de apoyo y de ayuda para lavar la ropa sucia de su karma.
En este caso, no se puede sobrepasar el estado de ser nacido de la naturaleza, ya que permanece
el egocentrismo. Por ello, quien ayuda verdaderamente, no establece jamás contacto personal.
Por esta razón C.R.C. es reprendido por el paje, cuando intenta espontáneamente actuar de esta
forma.
Lo único importante es que esta ayuda sea dada de forma que el alumno, sintiendo una
fuerza impersonal poderosa, pueda tomar la decisión correcta de un comportamiento justo.
Quien desea salir de la tumba de la naturaleza de la muerte, recibe la ayuda necesaria,
pero él mismo debe realizar la obra de salvación.

Poco después resonó de nuevo el sonido de trompetas. Ya sabíamos por experiencia que
ello anunciaba a la Virgen, y nos preparamos para acogerla. Entró, con su habitual cortejo,
sentada en su alto sitial; dos pajes le precedían llevando uno,. una copa de oro y el otro, un
pergamino. Habiéndose levantado con gracia, tomó la copa de manos de su paje y nos la ofreció
diciendo que nos era enviada en nombre y por orden de su majestad, con el ruego de hacerla
circular en su honor. Su tapa llevaba una Fortuna de oro, moldeada con arte, que tenía en la
mano una banderola roja ondeante; ante esta imagen, bebí con menos buen humor, pues conocía
suficientemente la crueldad de la Diosa Fortuna.
La Virgen estaba condecorada como nosotros con el Toisón de Oro y el León, de lo que
saqué la conclusión que sin duda era la presidenta de la Orden. Le preguntamos el nombre de
esta Orden, pero respondió que el momento de revelarlo llegaría cuando estuviese zanjado el
asunto de los prisioneros. Pues sus ojos estaban aún cerrados; con lo que, lo que nos ocurría
aquí, no podía sino irritarles y ofuscarles, aunque no fuera nada en comparación con el honor
que nos esperaba.
Después, ella recibió de manos de otro paje el acta dividida en dos partes. Dirigiéndose al
primer grupo de prisioneros, leyó poco más o menos lo siguientes: "Debían reconocer haber
creído demasiado fácilmente en libros engañosos y haber tenido una buena opinión de sí
mismos, motivo por el que habían ido al castillo sin ser invitados. Una vez en el interior, quizás la
mayoría había tenido la intención de dar un gran golpe, a fin de vivir seguidamente en una gloria y
un lujo más grandes. De suerte, que los unos habían incitado a los otros, haciéndoles sufrir tanta
vergüenza y burlas que merecían ser gravemente castigados."
Entonces, lo reconocieron humildemente tendiendo la mano, después de lo cual se dirigió
con severidad al otro grupo más o menos en estos términos: "Con todo conocimiento de causa y
convicción interior habían hecho libros engañosos, llenos de puras invenciones, engañando y
embaucando a otros de forma que habían atentado gravemente a la dignidad real. Sabían
pertinentemente que imágenes sacrílegas y seductoras habían forjado, no habiendo respetado ni
siquiera a la Trinidad divina, utilizada por ellos para burlarse de todo el mundo. Ahora se veía
claramente por medio de qué prácticas habían intentado descarriar a los huéspedes sinceros y
desviar a los ignorantes. Todos sabían hoy que se habían declarado abiertamente culpables de
impudicia, prostitución, libertinaje y otras impurezas, todas ellas contrarias al orden público de
nuestro Reino. En suma, sabían que habían envilecido ante los humildes a la misma Majestad
Real; por ello deberían reconocer como cierto que eran traidores, miserables e infames, que
merecen ser castigados y separados de los hombres honrados".
Quienes sabían fingir rechazaban esta confesión, pero como la Virgen les amenazaba con
la muerte (por juramento) y, por otra parte, el otro grupo se violentaba contra ellos, acusándoles
unánimemente de haberles desviado malignamente de la Luz; para evitar lo peor, y forzados por
las circunstancias, acabaron por reconocer sus faltas. Añadieron que lo que había pasado no
debía tenérseles en cuenta con demasiado rigor, pues sus víctimas eran señores deseosos de
entrar en el castillo a cualquier precio, quienes, con este fin, les habían prometido fuertes sumas
de dinero. Todos los culpables habían pues rivalizado en astucia para obtener su parte. Esto es lo
que había ocurrido, pero como habían fracasado, estimaban no haberlo hecho peor que los
señores. Si estos últimos no hubiesen creído que al menos alguno de entre ellos hubiera podido
entrar con seguridad, no habrían escalado con ellos los muros con sus riesgos y peligros por tan
poco. Se habían comprado sus libros con tanta ansia que quienes no podían subsistir de otra
manera, eran forzados a comenzar por este género de engaño. Así pues, esperaban que, con toda
seguridad, no se les imputaría nada condenable, pues habían satisfecho, como corresponde a
servidores, la petición expresa de los señores.
Intentaban disculparse con discursos de este tipo. Sin embargo, se les respondió que su
Majestad Real había decidido castigar a unos más duramente que a los otros. Lo que invocaban
para su defensa era verdad en parte, por ello los señores no escaparían al castigo, pero quienes se
habían presentado con tanta impudicia y, sin duda, habían seducido a ignorantes contra su
voluntad, debían prepararse para la muerte; la misma suerte esperaba a quienes, por la lectura de
libros engañosos, habían ofendido a su Majestad Real, lo que resaltaría claramente de sus propios
escritos y obras.
Esto produjo el que muchos comenzaran a quejarse lastimosamente. Se arrojaron de
rodillas, llorando, gimiendo, suplicando, pero todo ello fue en vano. Estaba muy sorprendido de
que la Virgen pudiese permanecer impasible ante ellos; en efecto (aunque la mayoría nos hubiese
causado muchos dolores y sufrimientos) su miseria despertaba nuestra piedad y nos conmovía
hasta hacernos llorar.
Ella envió rápidamente a su paje que regresó con todos los coraceros que estaban este día
alrededor de la balanza. Se ordenó a cada uno que reuniese a los suyos y les condujera en orden
al gran jardín de la Virgen; lo que se efectuó de forma que un coracero marchaba siempre al lado
de un prisionero. Me asombré de que cada uno reconociera al suyo tan fácilmente.
No obstante, se permitió a mis compañeros de la víspera entrar sin cadenas en el jardín,
para asistir a la ejecución de la sentencia. Cuando todos hubieron salido, la Virgen se levantó y
nos rogó que nos sentáramos en los peldaños de su trono, a fin de que también estuviéramos
presentes. No rehusamos, dejamos todo sobre la mesa -excepto la copa que la Virgen había
confiado a la custodia del paje- y, engalanados con nuestros suntuosos vestidos, fuimos
conducidos sobre el trono, que avanzaba por sí mismo tan suavemente que se deslizaba en el
aire; una vez hubimos llegado así al jardín, nos levantamos todos.
Este jardín no era particularmente bello, pero me complació que la disposición de los
árboles fuese tan refinada; había también una magnífica fuente, adornada con escenas
maravillosas, inscripciones y signos extraños (de los que me ocuparé, si Dios lo permite, en un
próximo libro). En este jardín, estaba erigido un estrado de madera recubierto con bellas telas,
pintadas con arte. Cuatro galerías se superponían. La primera, más bella que las demás, estaba
cubierta con una cortina de muaré blanco, de forma que no podíamos ver quien se ocultaba tras
ella. La segunda estaba vacía y descubierta. Las dos últimas estaban a su vez cubiertas con muaré
rojo y azul.

20

EL LUGAR DEL JUICIO

Esperamos que veréis como algo evidente, que el hecho de querer acceder a la fuerza a un
campo astral más elevado, más santo, que no corresponde a nuestro propio estado astral, siempre
se vuelve contra nosotros. Todo buscador serio aspira, la mayor parte del tiempo
inconscientemente, al campo astral puro de la Fraternidad Universal. Tal aproximación no es
evidentemente castigada nunca, pero solo permite una unión y una verdadera permanencia en el
atrio de la salvación si el estado astral personal ha sido puesto en armonía con el del Primer
Templo. Es una ley, una ley absoluta de la naturaleza, que protege el Edificio sagrado de la
Fraternidad. Estará ahora claro para vosotros como se opera esta protección, como actúa esta ley:
por medio de los Siete Rayos del Espíritu Séptuple, de los Siete Pesos de las Bodas Alquímicas.
Cada Templo de la Fraternidad, cada lugar de trabajo consagrado de la Triple Alianza de
la Luz es un lugar en el que el Espíritu no está presente únicamente de manera séptuple, sino
donde se expresa igualmente de manera séptuple.
Aquellos que entran en estos lugares, por la razón que sea, y desean permanecer allí, no
deben contentarse con conocer a este Espíritu en teoría y testimoniar de él en teoría, sino que
deben poseer este Espíritu, gracias a un cuerpo y un alma capaces y preparados.
El Primer Templo del Espíritu, tal como es esbozado en el Tercer Día de las Bodas
Alquímicas, es un campo astral de este tipo, en el que se manifiesta de una manera determinada
la plenitud séptuple del Espíritu. Por ello es necesario que cada uno de los que entran en este
campo pueda física, psíquica y espiritualmente, equilibrar los pesos de estas influencias, en
consecuencia reaccionar armoniosamente a ellas.
Son muchos en este mundo quienes tienen un cierto conocimiento de la Enseñanza del
Espíritu, pero sus numerosas equivocaciones les impiden siempre vivir la Vida del Espíritu.
Comprender bien esto para poder penetrar enteramente en las intenciones de las Bodas
Alquímicas. Quien conoce bien la Enseñanza del Espíritu, pero no la vive no es obligatoriamente
fútil e indigno según nuestros criterios, pero su vida, entregada a los eones, es un error, una
equivocación.
En la vida natural dialéctica, no conocemos más que dos culturas: la cultura de la materia
y la cultura del alma.
La cultura de la materia comprende la cultura del cuerpo; y sabéis todo lo que se hace en
este mundo para mantener el cuerpo. Los principios y prácticas de higiene están estrechamente
unidas a la protección de la salud. Pensar aquí en las numerosas ramas del deporte, en el
establecimiento de mejores relaciones sociales, en la construcción de viviendas, en los esfuerzos
en vistas a mejorar el equilibrio alimenticio, de protegerse de la polución industrial, de mejorar las
condiciones de trabajo, de extender los cuidados médicos, etc., etc.
En cuanto a la cultura del alma, tener en cuenta todos los grupos que se preocupan de
cuestiones morales o religiosas sobre el plan natural.
¿Que es el alma, el alma natural? La conciencia que anima la personalidad.
Cada átomo de la personalidad posee un principio vital, una fuerza vital. Ahora bien, la
suma de las fuerzas vitales de todos los átomos de la personalidad forma la conciencia, llamada
falsamente espíritu. La cultura de esta conciencia tiene lugar puramente en el plano físico y
material, lleva al plano metafísico de la esfera reflectora, y asegura la fusión de estos dos planos.
En efecto, por esta conciencia, se busca la cultura de la materia. Esta conciencia se esfuerza en
idealizar a la personalidad, cultivarla y así pues divinizarla. El alma natural y el cuerpo cooperan
en este objetivo. Pero estas tentativas tienen sus reflejos en la esfera reflectora, es decir en el
campo astral de nuestra vida dialéctica. Y como sabemos estos reflejos no llevan a la liberación.
Al contrario, retienen al hombre cada vez más prisionero, con todas las consecuencias que ello
conlleva.

Pensemos aquí en la orientación actual de la Antroposofía y en su practica de la euritmia. Es una


tentativa de expansión del cuerpo por el alma, en un sentido altamente idealista. ¿Pero cual es el
alto ideal que conduce a esta practica? Tiene por origen una pretendida enseñanza del Espíritu,
pero que no es otra cosa que una enseñanza del alma.
Y atención: ¡una enseñanza del Espíritu es algo muy diferente a una vida del Espíritu! Una
enseñanza del Espíritu puede ser comprendida de manera intelectual, pero si es comprendida
con la razón, en su esencia profunda, puede unir a una gran fuerza, que emana de la verdadera
enseñanza del Espíritu, conmover intensamente el cuerpo y el alma, provocar un giro completo
en dirección a la Vida verdadera, incitando a "morir para vivir", a perderse para resucitar, y llevar
así a la transfiguración. Gracias a la vida del Espíritu, por esta transfiguración, el Espíritu penetra
en un Alma nueva y un cuerpo regenerado y hace allí su morada.
Con ésta única condición se entra en la tercera fase: la cultura del Espíritu.
Los hechos lo muestran claramente, el hombre natural hace malabarismos continuamente, en su
ignorancia y su error, con la fuerza del Espíritu, con la verdadera enseñanza del Espíritu, tal como
aparece por ejemplo en la Escritura Santa. Por ello, conscientemente y de buena fe, algunos
hacen de la enseñanza del Espíritu una ciencia del alma negativa; la deforman, la ponen en
practica y así establecen un reino divino que no tiene nada que ver con el verdadero Reino. A
partir de una ciencia del Espíritu, que no se comprende, se extiende y se practica una ciencia del
alma, como hace la teología.

De este modo son evocadas fuerzas, son liberadas y utilizadas de manera completamente torcida,
porque nadie está ya en condiciones de hacer una justa aplicación de ellas.
Steiner, por ejemplo, con la euritmia, pretendía algo muy diferente de lo que han hecho
de ella sus discípulos.
Es necesario saber todo esto para comprender plenamente las palabras dirigidas a los prisioneros,
el Tercer Día. Ellos no han resistido los Siete Pesos, mientras que, sin embargo, habían
penetrado en el Primer Templo. Han sido pesados y encontrados muy ligeros. La sentencia les
será aplicada. Son todos conducidos a un jardín, donde se encuentra una fuente maravillosa.
Sobre los lugares del juicio, se eleva un estrado de cuatro plantas:
la primera está oculta por una cortina de seda blanca, de manera que no se ve lo que está
escondido detrás,
la segunda es un espacio vacío, abierto,
la tercera está tapizada de seda roja,
y la cuarta de seda azul.
La fuente testimonia que el Espíritu siempre es resplandeciente y vivo; que el manantial
divino nunca dejara de manifestar su Fuerza viva.
Y en el jardín de Dios, en el Campo de manifestación de la Vida, se erige este estrado
singular, en donde todos seremos juzgados.
Es del Agua viva del Espíritu, es por esta Agua que se despierta el Alma verdadera, el
Alma renacida, la Madre de la Vida. En realidad, la reina, es la conciencia llegada a este estado,
llamada, ennoblecida para unirse al Espíritu verdadero, al rey.
La unión de este rey y de esta reina es la base de la Vida verdadera, en el sentido sublime
de las intenciones divinas. Ello explica el color blanco de la primera planta. Es la Luz divina que,
saliendo del misterio, se manifiesta de nuevo, en cuanto el Espíritu y el Alma, los polos positivo y
negativo de la Monada, pueden unirse.
Lo que esta doble unidad crea en nosotros es de naturaleza triple:
1. en el espacio abierto del segundo piso, debe manifestarse una vida liberada, visible, evidente,
demostrable probada, llena de acciones;
2. un nuevo estado de alma, un cuerpo del Alma verdadero (el color rojo representa la nueva
sustancia astral del alma) debe desarrollarse, mientras que
3. el alma y el cuerpo deben engendrar: la nueva razón, el nuevo pensamiento, el estado humano
divino (de ahí el color azul); es decir, el ser humano vestido del manto de oro de las Bodas, la
estrella de cinco puntas, la estrella de Belén.
El jardín del primer Templo de la Fraternidad, con todo lo que se encuentra allí, nos
pone frente a ésta gran Tarea: vivir del Espíritu, vivir por el Espíritu, vivir con el Espíritu; lo que
se vuelve posible gracias al Agua viva del séptuple Manantial resplandeciente. Aquel que no
quiere o no puede realizar esta gran Tarea, aquel que la caricaturiza, descubre que es como un
muro infranqueable, un lugar donde se es juzgado.
Quien quiere derribar el muro experimenta la ineluctabilidad de esta Exigencia, y la
inviolabilidad del Plan del sublime Espíritu divino.

Cuando llegamos al estrado la Virgen se inclinó hasta tocar el suelo, lo que nos
impresionó mucho. En efecto, era fácil suponer que el Rey y la Reina no estaban lejos. Después
de habernos inclinado respetuosamente también, como cumplía, la Virgen nos condujo por una
escalera de caracol hasta la segunda galería, donde ella se sentó en el sitial superior y nosotros
ocupamos nuestro sitio en el orden precedente. No puedo contar aquí, sin criticar, la forma en
que se comportó conmigo el emperador que había liberado, tanto en este lugar como anterior-
mente en la mesa; que debería haber sido muy consciente del triste estado y del abatimiento que
habría padecido, si le hubiesen obligado a esperar la sentencia en medio de burlas parecidas
mientras que, ahora, gracias a mi intervención, era elevado a un rango y una dignidad tan
considerables.
En esto, la Virgen que me había llevado la invitación al comienzo y que todavía no había
visto, se aproximó a nosotros; tocó la trompeta y después pronunció la sentencia con voz potente:
"Su Majestad Real, mi noble Señor, hubiese querido, de todo corazón, que todos los aquí
reunidos, por el hecho de haber sido invitados, hubiesen aparecido con cualidades suficientes
para asistir en gran número a la bienaventurada fiesta nupcial dada en Su honor. Pero, como
Dios todopoderoso lo ha dispuesto de otra manera, su Majestad no debe quejarse, sino
conformarse con las antiguas y buenas costumbres de este Reino. No obstante, para que sea
alabada por todas partes la clemencia natural de su Majestad, ha decidido, con todos sus nobles y
consejeros, mitigar considerablemente la sentencia habitual. Por ello, en primer lugar, a vosotros,
señores y monarcas, os concede no solamente la vida sino también la libertad, por lo que os
ruega amigablemente que os resignéis sin rencor a no asistir a la fiesta dada en Su honor, y que
penséis más bien que, aparte de esto, Dios todopoderoso os ha impuesto ya más de lo que podéis
soportar con calma y decoro, y que El distribuye sus dones de una manera incomprensible para
nosotros. Así vuestra reputación no sufrirá en absoluto por el hecho de que nuestra Orden os
rechace, pues no somos todos aptos para ello. No obstante, como habéis sido seducidos por
infames pícaros, éstos no quedarán impunes. Además su Majestad ha decidido, en un plazo
breve, suministraros un catálogo de obras heréticas, o "Index Expurgatorius", para que en lo
sucesivo distingáis, con más discernimiento, el bien del mal.

Y como su Majestad tiene igualmente la intención de inspeccionar su biblioteca, con el fin de


sacrificar a Vulcano la obras engañosas, os pide que Le ayudéis y que hagáis otro tanto con la
vuestra de tal forma -espera Ella- que el mal y la malignidad desaparezcan en el futuro. Además,
que esto os disuada de volver aquí de manera tan irreflexiva, a fin de que ya no tengáis que dar,
como hoy, la excusa de haber sido engañados y que no seáis objeto del odio y del desprecio de la
mayoría. Por último, como el país exige de vosotros un tributo, su Majestad espera que nadie
tendrá dificultades para depositar una cadena o lo que tenga en su poder, con lo que nos
separaremos como amigos y, conducidos por nosotros, regresaréis entre los vuestros.
A quienes no han resistido a la primera, segunda, tercera y cuarta pesa, su Majestad no
quiere dejarles partir tan fácilmente; pero para que también ellos experimenten su clemencia,
ordena se les desvista totalmente y salgan de aquí desnudos.
Quienes han sido encontrados demasiado ligeros para la segunda y la quinta pesa serán,
además de desnudados, marcados con un hierro una vez, dos veces y más según su ligereza.
Quienes fueron elevados solamente por la sexta y la séptima pesa, serán tratados con más
misericordia."
Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

21

LA EJECUCIÓN DE LAS SENTENCIAS

Hemos visto que el estrado de cuatro pisos, erigido en el jardín del Primer Templo de la
Fraternidad, es una protección, un símbolo vivo del único y verdadero estado humano divino. El
que desea alcanzar ese estado debe satisfacer ciertas exigencias, exigencias que conciernen a sus
cualidades internas. Debe satisfacer las siete exigencias del verdadero aprendizaje de la Rosacruz
de Oro, debe soportar las Siete Pesas.
De lo contrario, la hora del verdadero aprendizaje no ha llegado. Ya que el Templo de la
Iniciación, es decir, el campo astral de paso del cual se trata, está estrictamente protegido por el
Séptimo Rayo del Espíritu. Por ello, todos los que, por cualquier razón, penetran en ese campo
astral de conciencia y no son dignos, son reenviados. Y la forma en que se efectúa este reenvío,
depende completamente del estado interior personal de los intrusos.
Intentaremos analizar ahora la ejecución de las sentencias, es decir, el objetivo y los
efectos del reenvío, siguiendo las descripciones de las Bodas Alquímicas.
Naturalmente, el único propósito e intención fundamental de la Fraternidad Universal, es
poder acoger a todos quienes se acercan y recibir a todo el mundo en el Templo de la Iniciación.
Ni que decir tiene que esto puede ser en virtud de la ley del Amor universal, de la que la Triple
Alianza de la Luz está completamente impregnada. No obstante, el Amor a pesar de su profundo
deseo, debe respetar la Ley sobre la que el Reino está fundado, la Ley del Espíritu, que incluye
también el Amor. Se sobrentiende que, en nuestra esfera de vida, nadie será tratado con más
severidad que la necesaria, en el curso de su aprendizaje y para su salvación, y que todo reenvío,
cualquiera que sea, se hará con toda la suavidad que dicha exigencia permita.
En la escena del reenvío se atrae la atención, en primer lugar, sobre el grupo de los
intrusos que han sido engañados y arrastrados por el incentivo de la ganancia, o bien por la
atracción del renombre, del honor y de la consideración. Son designados como emperadores,
reyes y señores.
Usted sabe que existen pseudo-fraternidades de la Rosacruz, que sólo tienen de común,
con esta Fraternidad, el nombre. Estos embaucadores hacen numerosos adeptos distribuyendo
muchos títulos rimbombantes, símbolos complicados, diplomas e insignias honoríficas. Llega un
momento en que los miembros de esos grupos viven totalmente convencidos, por autosugestión,
de que son muy superiores, están muy avanzados, muy elevados, y son muy importantes. No
obstante, psicológicamente sufren grandes daños, ya que sus llamados iniciadores les ejercitan con
toda clase de ejercicios para conseguir que, por la ilusión mental de una realización tan alta como
sublime, se vuelvan astralmente sensibles al campo de la Fraternidad verdadera. Pero allí, como
pueden suponer, son categóricamente reenviados. Mas pueden partir libremente. Y, como el
proceso de reenvío es interior y tiene lugar generalmente durante las horas de sueño, su dignidad
aparente no sufre menoscabo. Sin embargo, la ley del Amor exige que vuelvan, al ambiente de la
vida burguesa habitual, distintos a cuando llegaron, ya que fueron engañados por los perversos.
Por esto se les da, o se resignan en tomar, lo que se designa bajo el nombre de Index
Expurgatorius, un purgante podríamos decir, un remedio depurativo, destinado a purificar.
Debe considerar este proceso de purificación tan sólo bajo el punto de vista esotérico. No
se trata de una intervención milagrosa; simplemente, cuando algún indigno penetra en el campo
astral de la Fraternidad, es depurado y purificado por el fuego astral que no puede soportar. Con
lo que experimenta cierta purificación en su estado de ser.
Puede ocurrir que un desgraciado que ha sido engañado así, se despierte infinitamente
mejor que cuando se durmió. Al despertar descubre, en su ambiente de vida habitual, que buena
parte de su interés por la pseudo-fraternidad de los Rosacruces ha disminuido. La influencia del
engaño se esfuma y los engañadores pierden una víctima. Pero existe un inconveniente: la
víctima, que ha pasado por todas esas angustias y decepciones, puede interrumpir su búsqueda y
continuar viviendo en la naturaleza de la muerte sin deseo liberador, ni resultado positivo.
Por sus actuaciones, los engañadores lastiman de por vida a innumerables personas. Este
es uno de los mayores pecados que se pueden cometer. Es un pecado más grave que un
asesinato, pues es hacer morir un alma, una conciencia.
Es preciso que comprenda bien el peligro de esas cosas. Por ello, le indicamos la
existencia, por ejemplo en América, de cierto movimiento rosicruciano que propone diplomas,
decoraciones, insignias, títulos y símbolos, así como toda una serie de ejercicios. Este grupo
mantiene edificios y templos que son como palacios, promete todo y no da nada, salvo que ata a
sus adeptos un poco más a la esfera reflectora.
Esos movimientos son como un cáncer en el cuerpo de la humanidad; sus víctimas son
innumerables. Y nadie les acusa porque subsisten en la naturaleza de la muerte, colaborando con
sus prácticas de muerte.

Esperamos que estas explicaciones le muestre claramente la situación.

Volvamos al relato. Decíamos que las personas engañadas, pero purificadas por el Index
Expurgatorius, no recaerán tan fácilmente en el error.

Para disminuir su deuda, según las Bodas Alquímicas, deben abandonar un collar, joyas u
otras cosas preciosas en el Jardín del Templo. A la luz de lo dicho anteriormente, comprenderá
esta imagen: las insignias honoríficas y otras distinciones proporcionadas por falsas fraternidades,
llevan a menudo mantrams robados. Tienen forma de objetos que unen a las fuerzas más santas y
llevan los nombres más sagrados. Conociendo un poco esas cosas, sabemos que no está exento
de peligro para el interesado. En efecto, esos objetos pueden desencadenar fuerzas de efectos
deplorables, si no se ha aprendido a dominarlas por sus cualidades interiores, ni a emplearlas de
la manera justa. Por ello se pide a las personas engañadas el abandono de sus insignias que, en
realidad, han sido robadas.

Si reflexionamos sobre lo que antecede, vemos cada vez con más claridad los peligros inherentes
a la naturaleza de la muerte, en la que todos los humanos, incluso sin malicia, corren el riesgo de
ser víctimas incalculables veces.

La vida se vuelve imposible. Por ello, la Fraternidad del Santo Grial, trabajando
continuamente para la salvación del mundo y de la humanidad, nos dispensa la gracia de purificar
sin cesar la atmósfera de nuestra vida. Por esto, el texto de la sentencia leído por la Virgen en el
jardín hace alusión a Vulcano, a quien el señor del Templo ofrecerá todos los escritos engañosos,
a fin de que los destruya.
Vulcano designa el sol interior, el gran foco del fuego astral del sistema solar santo y
universal, de donde emana una poderosa radiación purificadora que, hasta cierto punto, puede y
debe ser utilizada por el Triple Alianza de la Luz, para proteger a la humanidad ignorante y
pesadamente cargada.
Hasta aquí, hemos considerado el castigo aplicado a las personas engañadas. Analicemos
ahora, el caso de los que han penetrado en el santuario, por magia negra u otras actividades
negativas. Un grupo será reenviado desnudo. Un segundo grupo será reenviado igualmente
desnudo, pero marcado además por el hierro candente.
Los malvados más temibles serán fustigados corporalmente o bien condenados a morir
con la espada, ahorcados, ahogados o a zurriagazos.
Así el Patio del Templo es purificado totalmente y vuelve a su gran y serena paz. Tan sólo
quedan los que han pasado las pruebas elementales de aptitud, en quienes se puede proseguir el
proceso de iniciación.

Esto continuó así: para cada combinación de pesos fue pronunciada una sentencia, pero
sería demasiado largo contar todo aquí.
"Quienes renunciaron ayer voluntariamente, pueden partir libremente, sin ninguna
sanción. Para acabar, los malos, mistificadores del pueblo, que no han resistido a ninguno de los
pesos, serán castigados corporalmente o condenados a muerte, según el caso, por la espada, por
la cuerda, por el agua o por los azotes. Estas sentencias serán ejecutadas sin clemencia, como
ejemplo".
En este instante, nuestra Virgen rompió su bastón. La otra virgen, apenas terminada la
lectura, sopló en la trompeta y avanzó con gran deferencia hacia los que estaban detrás de las
colgaduras.
No puedo evitar revelar aquí al lector algo relativo al número de prisioneros. Los que habían
resistido una pesa eran siete; veintiuno equilibran dos pesas; treinta y cinco, tres pesas; treinta y
cinco, cuatro pesas; veintiuno, cinco pesas y siete habían resistido seis pesas. Entre los que habían
llegado a la séptima pesa, pero no habían resistido, se encontraba el que yo había liberado. Por
otra parte, numerosos eran los que habían fracasado totalmente, pues para muchos, todas las
pesas habían descendido.
Había anotado todo y descontado con cuidado en mi cuaderno, cuando estaban ante
nosotros como ya he indicado. Era realmente sorprendente que entre todos los que tenían un
cierto peso, no había uno idéntico a otro. Pues si treinta y cinco habían resistido tres pesas, uno
equilibraba las pesas una, dos, tres; otro las pesas tres, cuatro y cinco; un tercero las pesas cinco,
seis y siete, y así sucesivamente, de manera que, por curioso que parezca, entre los ciento
veintiséis encontrados demasiado ligeros, ninguno era semejante a otro. Sin embargo, yo podría
decir el peso de cada uno de ellos si el tiempo lo permitiera. Espero, no obstante, que este
aparecerá claramente más tarde, así como la explicación.
Terminada la lectura de esta sentencia, los señores se alegraron mucho, pues no habían
osado esperar una sentencia tan clemente, después de semejante severidad. Así que dieron más
de lo que se les exigía, se desprendieron de sus cadenas, joyas, oro, plata y otras cosas, de todo lo
que tenían encima, y se marcharon respetuosamente.
Aunque se prohibió a los servidores reales burlarse de nadie al marchar, algunos burlones
no pudieron contener su risa. Desde luego, era bastante risible verles desaparecer lo más
rápidamente posible, sin mirar para atrás. Algunos pidieron que se les mandara el catálogo
prometido, certificando que, para sus libros, actuarían según el deseo de su Majestad. Se les
aseguró de nuevo su envío. En la puerta se les hizo beber un trago de olvido, a fin de que nadie
recordara su infortunio. A causa de su discernimiento se les dejó pasar, pero ya no debían volver
jamás de esta manera. Sin embargo, si algo les fuera revelado, y esto servía también para otros, se
les acogería gustosamente como invitados.
Entretanto, se había desnudado a algunos e, incluso en esto, se hicieron distinciones de
acuerdo a los méritos de cada uno. Algunos eran enviados desnudos, sin más castigo; a otros les
ataron campanillas y cascabeles, y algunos incluso fueron expulsados a latigazos. En suma, había
tal diversidad de castigos que no puedo citarlos todos aquí. Por fin, llegó el turno de los últimos.
Esto llevó más tiempo pues antes de ahorcar a unos, decapitar a otros, ahogar o ejecutar de otras
maneras a otros, pasó mucho tiempo. Durante la ejecución, las lágrimas me fluían
abundantemente de los ojos, no a causa del castigo, merecido por su impudicia, sino por el
pensamiento de la pequeñez humana, que hace que nos ocupemos siempre de lo que está
sellado para nosotros tras la primera caída.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C

22

LA EJECUCIÓN DE LAS SENTENCIAS (II)


Para acabar, los malos, mistificadores del pueblo, que no han resistido a ninguno de los pesos,
serán castigados corporalmente o condenados a muerte, según el caso, por la espada, por la
cuerda, por el agua o por los azotes. Estas sentencias serán ejecutadas sin clemencia, como
ejemplo".
Aquí son enumeradas cuatro formas de castigo, pudiendo ser aplicadas juntas o
combinadas parcialmente según el caso.
A las formas de magia más negras corresponden primeramente como sabemos: el
despido después de ponerlos al desnudo, y el desnudarlos, el marcaje con hierro y
el despido.
Examinemos lo que ello significa.
Estar desnudo es una expresión simbólica frecuentemente utilizada en la lengua sagrada.
Se dice, por ejemplo, que "estamos todos desnudos ante Dios", lo que quiere decir que todos
nuestros movimientos emocionales, todos los razonamientos de nuestro corazón y todas nuestras
reflexiones mentales son descubiertas por el Observador iniciado. Estamos todos como al
desnudo ante la Majestad del Espíritu. Pero es difícil considerar esto como un castigo.
Es diferente si se considera que el hombre manifestado, es decir la personalidad en el
microcosmos, adquiere ciertas características en el curso de su vida.
Los factores hereditarios y el karma, combinados en el subconsciente, dan al hombre
características propias. Se vuelve un tipo determinado, con posibilidades diversas, buenas y malas.
Todas las estructuras orgánicas, como la secreción interna, el circulo de los plexos, el corazón, los
órganos de la cabeza y del plexo solar cambian totalmente en función de todas estas posibilidades
y particularidades. Añadir a esto el cuerpo etérico, el cuerpo astral y los diversos fluidos vitales y
tendréis ante vosotros la personalidad completa del hombre manifestado, cubierto por todos sus
vestidos.
Desde el punto de vista de la ciencia esotérica, el vestido del hombre es pues el conjunto
de posibilidades y características que posee, que ha adquirido y que expresan y vuelven visibles su
naturaleza y su tipo.
Hay hombres con el vestido muy sospechoso. Pero también los hay que están llenos de
promesas y ello se ve en el vestido que portan. E incluso si este vestido fuera utilizado de manera
totalmente errónea, mancillado y herido por ignorancia, por lo menos se podría decir de ellos
que "¡tienen posibilidades!"
El vestido es calificado de precioso porque ha sido tejido en el curso de todas las vidas
manifestadas en el microcosmos. Así pues es un producto de millones de años, conservado en las
cámaras del tesoro del ser aural.
Consideremos ahora el caso de uno de estos malvados, a los que hace alusión el Tercer
Día, el hombre que ha engañado a innumerables personas y las ha lanzado a la desgracia de la
manera descrita. Cierto es que tales hombres poseen un magnetismo individual muy
pronunciado, y llevan un vestido extremadamente rico, tan cargados como están de muchas
fuerzas y posibilidades en razón de su pasado kármico. Pero cuando no utilizan sus capacidades
como debieran, de la única y justa manera, evidentemente se vuelven un peligro mortal para su
prójimo. Como disponen de un gran conocimiento, de grandes fuerzas y de las posibilidades
correspondientes, pueden ser una bendición o un peligro mortal para sus semejantes.
Cuando la vida manifestada procede del yo, de la materia, del ser-yo, del ego, de la simple
entidad nacida de la naturaleza, el vestido que se posee es siempre utilizado para reforzar el yo,
para enriquecerse materialmente y mantenerse a expensas del prójimo. Esa es la marca de todos
los "nacidos de la naturaleza".
El inmenso tesoro kármico del hombre "nacido de la naturaleza", orientado sobre su yo,
hace de él lo que las Bodas Alquímicas llaman un malvado y un mistificador del pueblo.
Ahora bien, como veis, estas personas son enfermos. Son físicamente y psíquicamente
perturbados. Ocupan en la vida lugares importantes y, vista su perturbación y su vestido, están en
condiciones de hacer caer a innumerables seres en el abismo, a espaldas de las autoridades de
este mundo, al abrigo de las acusaciones y condenas de la justicia de este mundo; ¡y sin ser
conscientes de sus fechorías!.
Pero he aquí que se manifiesta, en plena y clara luz, la justicia de la Triple Alianza del
Grial, de los Cátaros y de la Rosacruz. Esta justicia no implica ningún castigo. En efecto, a la luz
de lo que precede, ¿Que significa ser "devuelto desnudo"?
Examinemos el caso de una persona perturbada psíquicamente como acabamos de
hablar: ella está dotada de un egocentrismo duro como el hierro, por otra parte, en razón de su
pasado, lleva un vestido preparado para ejercer una gran autoridad.
¿Estaría permitido dejarle actuar entre los hombres? ¿Se puede tomar esta responsabili-
dad? ¿Hacia la humanidad, hacia ella que está enferma?
¡Ciertamente no!
Por ello tales personas, cuando entran en contacto con la Triple Alianza de la Luz, en la
esfera astral de la Fraternidad (y todas se encuentran allí tarde o temprano), son desvestidas por el
fuego mágico purificador de esta esfera astral; dicho de otra manera su personalidad es despojada
de todo su pasado kármico. Un pasado kármico poderoso, unido a una personalidad de un
egocentrismo exacerbado, peligroso para la humanidad, es una anomalía de la que no se sabría
responder. Por ello la unión entre el karma y la personalidad es quemada por el fuego astral, en
el lugar del plexo sacro o en una o en varias de las siete cavidades cerebrales. La personalidad es
entonces confiada a si misma, a su carácter natural y ya no puede provocar daño a sus semejantes.
Ese es el significado de la expresión "ser devueltos desnudos".
¿No creéis que este llamado castigo es una poderosa prueba de amor hacia todos los hombres, y
más particularmente hacia el enfermo capaz de causar tanto daño y tristeza?.
Además el vestido kármico neutralizado no es destruido. ¡Eso es imposible! Pues no se
excluye totalmente que tal "miserable y malvado" pueda recibir un día su herencia, su derecho de
primogenitura, ¡pero esta vez al servicio de la humanidad!.
Queremos mostraros brevemente por ello que existe una Ley del Espíritu, con la cual la
Fraternidad debe inteligentemente colaborar en tanto que Ejecutora de los decretos del Consejo
divino.
Dicho esto, hay, según el caso, agravamiento o aligeramiento de la pena. "Ser devuelto
desnudo" y "marcado al hierro" significan que la personalidad no es únicamente privado de su
vestido kármico, sino que sufre además la quemadura de uno de los centros más importantes de
su cuerpo físico; así pues el cuerpo nacido de la naturaleza mostrará en el gran día que no ha
salido indemne de las perturbaciones provocadas por la misma persona y que lleva en ella huellas
duraderas.
Ser marcado al hierro significa que la personalidad sufre tempestades astrales, con todo lo
que resulta de ello para el cuerpo material.
Ser castigado por la espada significa ser perturbado en la sangre por el aumento del factor
gluten, de donde resulta un hundimiento cada vez más profundo en la materia.
Ser castigado por la cuerda significa que los mentirosos sufren un estancamiento más o
menos grande de los chacras del cuello y de la garganta, es decir de las fuerzas creadoras
superiores.
Ser castigado por el agua señala perturbaciones del sistema respiratorio, la ruptura de la
unión con la esfera etérica y el campo astral inferior (la atmósfera es siempre representada por el
elemento agua).

Ser golpeado con varas simboliza lesiones orgánicas, deficiencias físicas.


Intencionadamente hablamos muy brevemente de estos castigos en ésta última parte de
nuestra exposición; no es ni útil ni agradable extenderse sobre todas las causas de las
enfermedades apoyándose en hechos y ejemplos. Ante todo se trata de ver claramente que, para
la protección de la humanidad, una ley espiritual castiga de manera científica todo asesinato del
alma o tentativa de este genero; y de mostraros la importancia de la acción protectora de la
Fraternidad universal que, en tanto que Servidora de Dios, tiene la tarea de extender y vivificar el
Campo astral puro y sereno.

Así fue como se vació el jardín que rebosaba de gente un momento antes, quedando sólo
los soldados. Cuando todo hubo terminado, se hizo un silencio que duró cinco minutos, y
apareció un unicornio de gran belleza, blanco como la nieve, que llevaba un collar de oro en el
que estaban grabados algunos caracteres. Avanzó hacia la fuente y se arrodilló sobre las patas
delanteras, como para rendir homenaje al León, que estaba tan inmóvil encima de la fuente, que
yo lo había confundido con una estatua de piedra o de bronce. Este cogió rápidamente la espada
desenvainada que tenía entre sus garras y la rompió por la mitad, de forma que los trozos, me
pareció, cayeron a la fuente. Después rugió, hasta el momento en que una paloma blanca vino a
traerle una rama de olivo que tenía en su pico; el león la tragó rápidamente, con lo que quedó
satisfecho. El unicornio regresó a su sitio lleno, también, de alegría.
A continuación la Virgen nos hizo descender del estrado por la escalera de caracol, y nos
inclinamos una vez más ante la cortina. Debimos lavarnos la cara y las manos en la fuente y
después, en el mismo orden, esperar un instante a que el Rey regresara a la sala por un pasaje
secreto; a continuación también fuimos conducidos fuera del jardín, al lugar donde morábamos
anteriormente, al son de una música maravillosa, con pompa y magnificencia, mientras
charlábamos amigablemente. Esto ocurría hacia las cuatro de la tarde.
Para ayudarnos a pasar el tiempo agradablemente, la Virgen nos asignó un paje a cada
uno: no sólo estaban suntuosamente vestidos, sino que eran notablemente instruidos hasta tal
punto, que discurrían sobre una infinidad de materias tan sabiamente, que sentíamos vergüenza
de nosotros mismos. Se les ordenó que nos llevaran a visitar el castillo -sólo ciertos lugares
determinados- y que nos distrajeran, teniendo en cuenta nuestros deseos en la medida de lo
posible. Después la Virgen se despidió de nosotros diciendo, para consolarnos, que nos
acompañaría en la cena, a fin de celebrar a continuación la ceremonia del colgado de las pesas.
Nos rogó que esperásemos pacientemente hasta mañana, día en que seríamos presentados al
Rey.
Cuando se marchó, cada cual hizo lo que quiso. Unos contemplaban las hermosas
inscripciones, que copiaron preguntándose sobre sus extraños caracteres. Otros se reconfortaron
comiendo y bebiendo. En cuanto a mí, me hice guiar por mi paje a través del castillo con mi
compañero, visita que jamás lamentaré en toda mi vida. Entre otras muchas antigüedades
espléndidas, se me mostró la cámara funeraria del Rey, donde aprendí más que en todos los
libros del mundo. Había allí un fénix magnífico, sobre el cual publiqué un libro especial hace dos
años. Tengo la intención de publicar también tratados particulares sobre el león, el águila, el
grifón, el halcón y otros, pues podrían ser útiles para algunos, y adjuntaré croquis y descripciones.
Lamentaba que mis otros compañeros hubiesen desaprovechado el poder contemplar estos
preciosos tesoros; pero, al mismo tiempo, pensaba que era la voluntad de Dios quien así lo había
decidido.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

23

EL UNICORNIO, EL LEÓN Y LA PALOMA

Ni que decir tiene que todos los candidatos a las Bodas Alquímicas realmente serios, es decir, los
que responden a las exigencias mínimas impuestas por el Espíritu se sienten, en un momento
dado, liberados interiormente de las agitaciones dramáticas debidas al veredicto de la balanza.
Entran en la calma y el silencio de la serenidad espiritual, el reposo de la unidad con el Espíritu,
la paz que Jesús el Señor promete a todos los que siguen su ejemplo. Sólo entonces aparecen y se
imponen los objetivos reales del verdadero aprendizaje.

Por esto, en las Bodas Alquímicas vemos entrar el Unicornio blanco como la nieve
llevando un collar de oro, al León que monta la guardia cerca de la fuente, y a la Paloma blanca
que vuela llevando en su pico una rama de olivo. Usted conoce esas alegorías. El Unicornio, el
León y la Paloma simbolizan lo sublime del Triángulo de fuego resplandeciente, el Triángulo
Ígneo de la Rosacruz clásica. Representan los tres Rayos primordiales del Espíritu Séptuple.
Cuando en el candidato arde interiormente el Triángulo de fuego, es digno de penetrar en el
Templo de la Iniciación. Ya que el Triángulo resplandeciente vuelve al candidato receptivo a la
totalidad del Espíritu Séptuple.

La Biblia habla a veces del unicornio. En el libro de los Números se dice: "Las fuerzas de
Dios son las del unicornio."
En el magnífico Libro de Job, leemos: "¿Querrá el Unicornio estar a tu servicio y pasar la
noche en tu pesebre? ¿Podrás atarle tu cuerda al cuello, para que abra surcos tras de ti?"
Y en el Salmo 29: "La voz del Señor agita el Líbano y el Sarión como un joven unicornio.
La voz del Señor hace brotar llamas de fuego."
Esas citas muestran que el unicornio es el símbolo de un ideal espiritual sublime, de una
orientación exclusiva sobre un punto único. El unicornio es blanco, decimos, blanco como la
nieve y lleva un collar de oro en el cuello; significa la voluntad nueva, serena, purificadora,
dirigida por el Espíritu, la nueva voluntad inflamada por el Primer Rayo del Espíritu Séptuple, el
primer aspecto del Triángulo resplandeciente.
Quien está verdaderamente inflamado por el Espíritu de Dios, actúa a partir de un estado
nuevo de la voluntad, orientado exclusivamente sobre un único punto. Quien tiene la nueva
voluntad dispone de las fuerzas divinas. Descubre en él la particularidad de ser totalmente servido
por el unicornio.
De vez en cuando, ponemos nuestra voluntad como un yugo sobe nuestra espalda.
intentamos darla ciertas tareas. Nos decimos: "¡En adelante haré esto y no aquello!" Luchamos así
contra nosotros mismos. No lo haga más, pues con este método jamás obtendrá ningún
resultado.
Pero cuando la nueva voluntad haya nacido en usted, en virtud de la calidad de su alma y
del nuevo comportamiento, entonces el unicornio pasará la noche en su pesebre, según la
expresión de las Sagradas Escrituras. Lo que significa que la nueva voluntad determina totalmente
su estado de vida, de forma espontánea, desde el interior de sí mismo, de manera que ya sólo es
posible hacer un auténtico servicio a Dios. Incluso durante el sueño -por ejemplo, cuando no
tiene usted el control directo de su personalidad- la nueva voluntad determina sus vías y sus actos,
en perfecta concordancia con su tarea, con el camino que debe recorrer, con el proceso que debe
seguir.

Entonces "ata el unicornio a los surcos del campo de cosecha" Un campo labrado y con
surcos, en el que el campesino siembra el grano. Cuando la nueva voluntad se ha inflamado en
usted, toda su vida muestra un armonioso y poderoso orden. El unicornio está atado a los surcos
del campo de cosecha y, si es posible, quita las malas hierbas y rompe los terrones de la tierra.

La voluntad es un fuego poderoso. La Voz del señor abrasa con llamas de fuego llenas de
poder y de gloria, la voluntad del que está inflamado con el Espíritu de Dios. La voluntad es el
instrumento mágico más poderoso del hombre. Si su voluntad no está inflamada por la Voluntad
de Dios, no podrá jamás realizar un acto gnóstico mágico.

El símbolo del León es también muy revelador. Es el símbolo del Amor divino, universal
y omnipresente, o sea, el símbolo del Segundo Rayo del Espíritu Séptuple. Que duda cabe, que
quien posee el unicornio posee igualmente la fuerza del león. Ya que Dios es Amor.

Conoce usted sin duda el símbolo relativo al león. Leemos en el Apocalipsis, 10: "Y él
gritó con voz potente, como ruge el león. Cuando gritó, los siete truenos hicieron oír sus voces."
Lo que significa: cuando el amor de Dios puede manifestarse en un ser humano, en el mismo
instante desciende el Espíritu Santo.

Es preciso ponerle en guardia, como lo hacen la Biblia y todos los mensajeros espirituales, contra
el falso amor, representado igualmente con el símbolo del león. No hablamos aquí de los
movimientos emocionales, ni de sus efectos y límites bien conocidos, que se traducen en simpatía
o antipatía, sino del supuesto amor que se insinúa en el mundo, como una serpiente silbante,
veneno de víbora de la naturaleza de la muerte, de la que ciertas personas son su mismísima
imagen. Imitando la voz de Dios y con dulce sonrisa, premeditan un asesinato, el asesinato de un
alma humana. Cuando el alma es asesinada, el alma es mancillada y firma siempre la sentencia de
muerte del cuerpo. En efecto, una vez quebrada el alma, el cuerpo perece irremisiblemente, pues
la enfermedad se instala, con lo que el cuerpo ya no puede mantenerse y fallece antes de tiempo.

Como elementos del Trigonum Igneum aparece primero, el unicornio, símbolo de la voluntad
inflamada en Dios, centrada hacia un punto único, orientada hacia un único objetivo; segundo, el
león, símbolo del Amor Universal que lo engloba todo. El hombre inflamado por el Espíritu de
Dios es tocado y totalmente abrasado por el Amor que lleva el universo. A partir de ese instante,
la fuerza de Amor de la eternidad se vuelve la nota fundamental el alimento de toda su existencia.
Cuando un candidato a los misterios gnósticos se acerca al Templo de la Iniciación y,
habiendo vivido la agitación astral del país de la frontera, entra en la paz y la calma del jardín de
las Rosas, es normal que el unicornio haga su entrada y se adelante para rendir homenaje al león,
que está de guardia cerca de la fuente, ya que la Voluntad de Dios y el Amor de Dios son la
esencia misma del Jardín. La entrada del unicornio significa que quien ha llegado al Jardín de la
Rosas, renuncia totalmente a volverse hacia la naturaleza de la muerte. El león sostiene entre sus
garras una espada desnuda. Cuando el unicornio, la voluntad inflamada en Dios, entra en el
Jardín de la Iniciación, el león rompe la espada y tira los trozos en la fuente, el Manantial de las
Aguas. Con ello da testimonio de que el fuego del juicio se ha retirado, con lo que el único y
verdadero trabajo de las Bodas Alquímicas puede empezar. Un poderoso rugido resuena como
un grito de alegría. Como respuesta a este grito, una paloma blanca como la nieve llega a tiro de
pájaro, llevando en su pico una rama de olivo.
Usted sabe que la paloma es el símbolo del Espíritu. Recuerde el Bautismo del Jordán en
el que Jesús el Señor recibió el Espíritu bajo forma de paloma. La paloma con una rama de olivo
es el símbolo del Tercer Rayo del Espíritu Séptuple: es la inteligencia activa, entregada y dedicada
totalmente a Dios, el Rayo que completa el Trigonum Igneum. La paloma representa aquí el
comportamiento inteligente, siempre al servicio de la única y verdadera paz, la paz de Dios. La
obra debe ser realizada en la Paz y por la Paz.
Por esto, la paloma lleva un ramo de olivo.
Por ello, se lo lleva al León.
Por eso mismo, la Única Paz, que es de Dios, desciende sobre el jardín.
Qué maravillosa sabiduría, qué gran belleza: el fuego de la voluntad forma uno de los
lados del triángulo; la clara luz blanca de la Paz configura otro lado. En la Gnosis, el hombre
simboliza el fuego y la mujer la luz. La base del triángulo, el eslabón que une el todo es, pues, el
Segundo Rayo, el del Amor universal. ¿No es lógico que ese Triángulo resplandezca con una
poderosa fuerza?
¡Así es el Trigonum Igneum!

Comprenderá ahora las palabras del Apocalipsis 11: "Daré a mis dos testigos el poder de
profetizar durante 1260 días (símbolo del número 9, el número de la humanidad) vestidos de
saco (el ropaje del arrepentimiento, el del sacrificio por el mundo y la humanidad). Son los dos
olivos y los dos candeleros que están ante el dios de la tierra. Y nadie podrá dañarlos."
¿Comprende usted esta grandiosa magia? ¿La magia que se manifiesta en la Joven
Gnosis, como se manifestó en todas las Fraternidades precedentes? La característica de todas las
Fraternidades gnósticas es ésta: la dirección interior emana de un hombre y de una mujer
llamados directamente para ello. Forman los dos lados del Triángulo que se erige hacia lo alto,
sostenidos por el Segundo Rayo del Espíritu Séptuple, testigos inatacables del Logos universal, del
Triángulo resplandeciente situado en el centro de la Naturaleza de la muerte, ante el dios del
mundo.
He ahí la fuerza de la Gnosis: los dos olivos erigidos nuevamente cada vez: el fuego (el
Primer Rayo) y la Paz que sobrepasa toda comprensión (el Tercer Rayo), inmerso en la fuerza
del Amor de dios (el Segundo Rayo). Por esto, la Joven Gnosis que posee esta característica sin
habérsela atribuido ella misma, es una verdadera Escuela de los Misterios gnósticos. Por esto la
palabra de la Epístola a los Romanos, 11,17 a 24, se dirige a los alumnos serios: "has sido
desgajado del olivo silvestre e injertado, contrariamente a tu naturaleza, al olivo gnóstico."
La paloma vuela con una rama de olivo y se acerca al león que, furioso, devora la rama
con satisfacción. El unicornio regresa a su sitio, igualmente lleno de alegría.
¿Comprende usted este lenguaje, lenguaje extraño, lenguaje de los misterios?
En el verdadero Jardín de la Fraternidad, en la Escuela de los Misterios, el representante
del Tercer Rayo confía al Amor universal y a su Fuerza, a todos quienes son dignos de entrar,
después de que el representante del Primer Rayo ha creado la posibilidad. Así las ramas del olivo
silvestre son desgajadas y substraídas al dios de este mundo e injertadas en el Tronco único.

No debe sorprendernos la presencia de una fuente en el jardín de la Fraternidad, ya que la fuente


es siempre la imagen de las continuas radiaciones de Sabiduría y de Fuerza del Espíritu universal.
Por esta razón, en el Apocalipsis 21, se dice: "Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin, a
quien tenga sed le daré del manantial del agua de la vida, gratuitamente."
Por esta razón, una inagotable corriente de sabiduría, de amor y fuerza fluye a través de la
Joven Gnosis, fuente viva de Agua divina, en la que todos los que son receptivos pueden lavarse la
cara y las manos. Por esto se lee en el texto: "Tuvimos que lavarnos la cara y las manos en la
fuente, y con el mismo orden, esperar un instante a que el Rey regresara a la sala por el pasadizo
oculto. Después fuimos conducidos, también, fuera del jardín en donde estuvimos
anteriormente."
¿De qué Rey se trata? Hay que comprenderlo bien para descubrir cuán cercano nos es
todo lo que se describe en las Bodas Alquímicas. El Templo de la Iniciación descrito en el libro
es totalmente semejante al del Cuerpo Vivo de la Joven Gnosis. Es un campo de desarrollo
espiritual, estrechamente unido a la Cadena gnóstica universal ya que emana de Ella. Es el propio
Espíritu quien opera en ese campo, a partir del Séptimo Aspecto, el Campo de la Resurrección,
la Cabeza de Oro. En nombre del Espíritu, en nombre del Rey, están presentes aquí el
Unicornio, la Paloma y el León, el Trigonum Igneum, personificado por los dos miembros que
dirigen la Escuela Interior. A todos los alumnos ennoblecidos, les dan la bienvenida en el Jardín
de la Fraternidad y juntos engrandecen el Cuerpo Vivo, como un sólo grupo, todos iguales en la
Gnosis, uno para todos y todos para uno.
En cada acto necesario, el propio Espíritu interviene en el Cuerpo Vivo. Entonces todos
los rayos que Le representan, así como los servidores y servidoras, hacen fluir una poderosa
corriente de luz y de fuerza en todos los aspectos del Cuerpo Vivo, y el Espíritu se retira
nuevamente a os dominios de la Cabeza de Oro, el campo de Resurrección.
Bañados con el Espíritu, los candidatos son entregados a su estado de ser, con el fin de
que cada cual realice el proceso de transformación alquímica que le es propio.
Aunque entregados a su estado de ser, todos trabajan no obstante en condiciones
excepcionales, ya que lo pueden hacer en el Cuerpo Vivo gnóstico, en la Morada de la
Fraternidad. Tal vez están aislados, pero jamás desamparados. Y en este estado de gracia tan
particular, tienen el deber y el poder de realizar la gran obra. Es un estado de gracia particular
porque todo candidato admitido a morar en el Cuerpo Vivo, se beneficia constantemente,
cuando es conveniente y necesario, de la ayuda del propio Espíritu Santo.
Por ello se dice en el texto: "Mientras tanto, la Virgen se despidió de nosotros, ya que al
día siguiente, debíamos ser presentados al Rey."

24
EL FENIX

Todos los candidatos que han sido pesados y no han sido encontrados demasiado ligeros, asisten
a la escena maravillosa de la fuente, de donde mana el Agua de Vida, y se encuentran entonces
de forma completamente nueva en el santuario de la Iniciación. Terminada su preparación, se
colocan ahora fuente al gran proceso del auto-desarrollo gnóstico.
Comprenda bien, ahora, que es preciso asociar el castillo, en el que se encuentran los
candidatos y en donde se va a desarrollar la auto-iniciación, a lo que llamamos el Cuerpo Vivo de
la Escuela de los Misterios. Se lo hemos mostrado claramente, no busque el Templo de la
Iniciación de nuestro Padre-Hermano Cristian Rosacruz en el exterior de la Escuela, sino en el
interior. Algunos de los alumnos han considerado hasta ahora, sin duda, la palabra Cuerpo Vivo
como una denominación simbólica de nuestro trabajo y de nuestra esfera de grupo. Pero
cuidado, !el Cuerpo Vivo es mucho más que eso!
Todos los que se han elevado al Trigonum Igneum, el Triángulo resplandeciente, saben
esto. Cuando su ojo interior se abre, saborean el privilegio de conocer y examinar, como C.R.C.,
las posibilidades, maravillas y tesoros del Cuerpo Vivo.
¿Tal vez se pregunte cómo se formó ese Cuerpo Vivo? ¿Fuimos nosotros quienes lo
establecimos, asistidos de un grupo pequeño de compañeros, aunque la cosa parezca imposible?
Profundizando en el texto de las Bodas Alquímicas, se comprueba que el castillo en cuestión es
ya muy antiguo y esconde tesoros seculares. Se puede, pues, responder a esta lógica pregunta que
el Cuerpo Vivo de la Joven Gnosis es muy reciente, muy joven, exageradamente joven, pero al
mismo tiempo extremadamente viejo.
Hasta hoy, en la Escuela, hemos presentado constantemente este Cuerpo Vivo como un
campo de trabajo, edificado de abajo hacia arriba desde 1924.
Empezado por algunos, continuado por un grupo cada vez más numeroso, ese campo de
trabajo se concentró, multiplicó sus líneas de fuerza, atrajo cada vez más fuerza, desplegó posibili-
dades cada vez mayores y, finalmente, participó en el Espíritu, el cual se manifiesta en la Cabeza
de Oro, el Campo de Resurrección.
Esto es exacto. Pero lo que habíamos callado hasta el presente, es que a partir del
momento en que la Joven Gnosis se colocó totalmente en la Cadena universal, recogió la
herencia de la Fraternidad precedente y fue otorgado a los dos dirigentes espirituales el estado de
Gran Maestro, recibió aún algo más, el clásico Templo de la Iniciación, guardado en la Cadena
universal según el modelo original. Lo que significa que todo, realmente todo lo que puede servir
a la paz y a la libertad, a la manifestación y al verdadero desarrollo del hombre; todo lo que se ha
probado que es justo y bueno desde hace siglos, permanece como Idea, Idea del Espíritu, y como
Fuerza, Fuerza de expresión astral, en el poderoso campo de vida de toda la Cadena universal.
Nada de todo esto podrá perderse jamás. En el transcurso de los siglos, cada Fraternidad
sucesiva, por su experiencia y sufrimiento, añade objetos valiosos a ese inmenso tesoro.
En el momento en que una Joven Gnosis surge del campo de batalla de los siglos, como
de la noche, cuando llega a desarrollar un cuerpo Vivo y aparece en la Luz de la nueva mañana,
se intensifica un contacto magnético entre Ella, por una parte, y la Cadena universal por otra. El
Tesoro de los Ancianos es transmitido entonces, poco a poco, al Cuerpo Vivo del nuevo eslabón
de la Cadena, conforme al desarrollo de la Fuerza de Luz de la Joven Gnosis, hasta el momento
en que se vuelven los dos concéntricos y formen una unidad. A partir de ese instante toda la
Fraternidad universal incluyendo el nuevo eslabón, está en el mundo pero ya no es del mundo. Y
todo lo que la Cadena universal es, fue y será, puede entonces ser conocido por cada uno de los
que se han vuelto dignos.
Quien se entrega a los grandes preparativos que acabamos de esbozar, entra en el Cuerpo
Vivo y al mismo tiempo en todas las cámaras del tesoro de toda la Cadena universal. Por esto se
dice:
"A continuación también fuimos conducidos, fuera del jardín, al lugar donde morábamos
anteriormente, al son de una música maravillosa, con pompa y magnificencia, mientras
charlábamos amigablemente. Esto ocurría hacia las cuatro de la tarde. Se nos asignó un paje a
cada uno, para visitar el Castillo, pero sólo ciertos lugares determinados."
Quien penetra así en el Cuerpo Vivo, el cual es también el Cuerpo Vivo de toda la
Cadena universal, comprenderá que esta entrada sólo puede acontecer en un momento único: a
"las cuatro de la tarde."
¿A qué hora tendrá lugar el encuentro?
La respuesta resuena de inmediato: "¡A las cuatro de la tarde!"
¿Comprende el lenguaje de los Constructores? Cuando el sol de su desarrollo
preparatorio alcanza su cenit y acto seguido suena la cuarta hora, el Cuerpo Vivo universal se abre
para usted. El número cuatro es el número de la realización y al mismo tiempo el del Cuadrado
de la construcción. Este número indica que ha sido colocada una nueva base, a saber, la única
base posible: el propio Espíritu. Tan sólo en esta única base puede ser erigida la Construcción
eterna, la Construcción que se eleva hasta los cielos, la torre de la salvación verdadera y
fundamental. Esta torre ha sido y es imitada de innumerables formas. Piense, por ejemplo, en la
historia de la Torre de Babel. Desde los tiempos más remotos, el nombre de Dios, el nombre del
Espíritu, la única base de toda verdadera construcción, fue escrito a menudo con cuatro letras,
forma mágica de dar la llave que conduce al Espíritu.
En el antiguo Egipto, Hermes Trismegisto es llamado Thot. en inglés se designa al
Espíritu con la palabra "Lord", en francés "Dios", en alemán "Gott", en holandés "Heer". Si usted
también se pregunta: "¿Cuándo entraré en el Cuerpo Vivo, con ojos para ver y oídos para oír?" La
única respuesta posible es: "¡A las cuatro de la tarde!"
Para Cristian Rosacruz la hora ha sonado. En el relato de su entrada, la atención se centra
en la cámara funeraria del Rey en donde dice, "aprendí más que en todos los libros del mundo"
esta cámara funeraria representa, como puede comprender, la totalidad de la herencia espiritual y
astral de la Cadena universal.
Citemos el Fénix, el Águila, el Grifo y el Halcón, cuatro animales de los Misterios, lo
mismo que el Unicornio, la Paloma y el León.
La alusión hecha de esos cuatro animales, en las Bodas Alquímicas, da la impresión de
que se trata de un incidente, pero el iniciado comprende de inmediato su significado.
Empecemos por el Fénix, el pájaro de fuego. Cristian Rosacruz cita el Fénix en primer
lugar, después de su entrada en la cámara funeraria real, y lo califica de "Fénix espléndido". En
efecto, este pájaro es el símbolo vivo de la resurrección de los muertos. Este símbolo ha sido
utilizado de innumerables formas en todos los tiempos. Los gnósticos de todos los tiempos lo han
utilizado mucho. Este pájaro de fuego está grabado en innumerables piedras gnósticas, para
significar que la eternidad resucita siempre de la tumba del tiempo. Comprenda el sentido
profundo de esta palabra: usted es llamado a la libertad, a resucitar de la muerte de la naturaleza.
Entrando en la cámara funeraria real descubrirá, en primer lugar, el fénix, ¡la victoria sobre la
muerte! La Fuerza de la eternidad, el Pájaro de Fuego, hecho uno con todo el Cuerpo Vivo
universal.

El símbolo del Fénix ha llamado siempre la atención, en particular de los románticos. Por
ello, existen cantidad de leyendas que, de una forma u otra, se refieren a esta única verdad.

Una antigua leyenda judía habla de un pájaro inmenso que a veces aparece en la Tierra; anda
sobre el Océano en tanto que su cabeza sustenta el cielo. Ahora comprendemos esta leyenda. Ya
que el Fénix, la gran fuerza de resurrección de la eternidad, es la característica del antiguo Cuerpo
Vivo de la Cadena universal, formado desde los tiempos más remotos, desde la manifestación de
la primera Fraternidad hasta la Joven Gnosis de nuestros días: Luz poderosa, Fuerza poderosa,
majestuoso Fénix, que da la vuelta al mundo, se mantiene sobre los océanos y tiene la cabeza en
las alturas del cielo.

Ese cuerpo y esa Fuerza descienden sin cesar sobre la Tierra, uniendo así la tierra al cielo,
inmensa escalera que todos pueden subir, hasta la victoria final y el descubrimiento de la Luz por
el último buscador.

25
EL ÁGUILA, EL GRIFO Y EL HALCÓN

Siguiendo nuestra descripción de los cuatro animales de los Misterios, de los que habla el Tercer
Día de las Bodas Alquímicas, llegamos al Águila.
Los significados del símbolo del águila son múltiples. En las Sagradas Escrituras, en la
Enseñanza Universal, se hace constante alusión a esta ave real. Y es real, pues ella vuela
preferentemente muy alto en el cielo, y simboliza a veces el elemento aire. También es designada
como el símbolo del Alma-Espíritu y de la Vida. Representa asimismo la fuerza vital y la fuerza de
voluntad; su signo es la estrella de cinco puntas. El azufre se asocia al Águila: el Cuarto Evangelio,
el de Juan, también.
Intentemos penetrar en su verdadero significado, basándonos en estos datos.

Todo cuerpo respira, toda criatura, desde la inferior a la superior, necesita una sustancia
atmosférica para mantenerse. Esto es verdad en cada manifestación de la naturaleza fundamental,
es verdad en todo el universo. El Águila, la reina de los aires, considerándola como símbolo, es
como la dominadora del elemento aire, elemento vital sin el que ninguna criatura puede pasarse.
El Águila, según las Bodas Alquímicas, está presente en el Cuerpo Vivo universal, en las
cámaras del tesoro de salvación; simboliza la sustancia vital, de la que todo aspirante a los
Misterios gnósticos precisa para poder vivir en el Cuerpo Vivo universal. A esta sustancia vital
indispensable, en la Escuela, la llamamos normalmente Gnosis; la Gnosis necesaria para nuestra
alma, el estado de nuestra alma, el renacimiento de la misma. Es la atmósfera del Cuerpo Vivo
universal, atmósfera en la que todos debemos aprender a respirar, en la que todos debemos vivir.
Si sigue el Camino, si llega allí, por la rendición de sí mismo, su alma está entonces
preparada para entrar en el Cuerpo Vivo universal y para vivir la vida de un microcosmos
perfecto. Usted se eleva entonces hasta el interior del Cuerpo Vivo y, al igual que el águila,
domina perfectamente ese nuevo elemento, en el que debe vivir.
El Águila aparece como el símbolo del alma nueva y de la vida nueva.
Le hemos hablado anteriormente de la Joven Gnosis, edificada y realizada a partir de la
base. Pero antes de erigir tal construcción, se necesitan constructores. Ahora bien, los
constructores no caen del cielo. Son llamados sin cesar por la Gnosis, de forma positiva y
dinámica.
Antes de iniciarse el trabajo de la nueva construcción, tan sólo existe la Cadena universal,
el Cuerpo Vivo sublime, alejado en los dominios de la pura sustancia astral. Cuando una Joven
Gnosis se edifica, debe empezar a construirse y, cuando cierto estado de vibración, de fuerza vital
y de fuerza de voluntad se forma, el águila desciende súbitamente de las alturas y, al igual que el
rayo hendiendo el aire, golpea al trabajador en el corazón con un golpe terrible.
Podemos, tal vez, comprender qué sucede. Todo el potencial atmosférico del Cuerpo
universal es puesto al instante, físicamente, a disposición del trabajador. Se establece una unión
entre el trabajador desde abajo, y la Fraternidad desde arriba. Al mismo tiempo hay una unión
entre la Cadena universal y la Joven Gnosis en formación; una unión que busca expresarse en la
persona del trabajador llamado a ello. El trabajador golpeado así por el Águila, la fuerza del
Primer Rayo, no cometerá entonces más errores, gracias a esta fuerza de la que ahora es
depositario, conducirá a buen fin el trabajo empezado, a condición de que lo fundamente en el
Amor universal, o sea, se confíe al Segundo Rayo del Espíritu Séptuple y permanezca fiel a su
vocación; en consecuencia, la Joven Gnosis se une a la Cadena universal como digno eslabón, de
suerte que el joven cuerpo vivo se eleva completamente en el Cuerpo Vivo universal.
Además, está claro que el Espíritu Séptuple, el conjunto de los siete rayos del Espíritu está
presente en la Cadena universal, y también en el Cuerpo Vivo universal en el que la Joven Gnosis
es admitida. Ese Espíritu Séptuple resplandeciente forma parte irrevocablemente de la nueva
atmósfera, de la atmósfera astral pura. Y como cada Rayo del Espíritu Séptuple puede ser
simbolizado por una estrella de cinco puntas, estrella que es símbolo del águila, podemos
comprender por qué en la Gnosis Universal, las siete estrellas, los siete pentáculos son el signo
del Gran Maestro de la Orden. Es también el símbolo del Alma-Espíritu, que sostiene las siete
estrellas en su mano derecha. Así comprendemos por qué se asocia el Águila al pentáculo.
Los cuatro evangelios, como usted sabe, tienen cada uno un carácter propio. El evangelio de
Juan se distingue claramente de los otros tres, es particularmente gnóstico. Respira completa-
mente en a atmósfera de la Gnosis, se baña en la atmósfera de la Gnosis. Emana totalmente del
Cuerpo Vivo universal. Por esto este evangelio está unido al campo de radiación de la Gnosis y,
así pues, al Águila.

El Grifo, el animal de los Misterios que descubre acto seguido Cristian Rosacruz en la bóveda
real, es también fácilmente explicable. Sin duda, habrá visto una representación del Grifo. A
veces se utiliza como figura heráldica en los blasones. La parte superior de este animal es un
águila, la inferior un león. Tiene orejas puntiagudas y una larga cola sinuosa. Algunas fábulas
señalan que el animal tiene garras y dos alas poderosas. La mayoría de dichas fábulas son
originarias de oriente.

En ellas el Grifo se representa a menudo como guardián del oro, guardián del tesoro. Por ello
está consagrado al sol. Oriente es el lugar por donde sale el Sol.

Todos los que penetran en el Camino se vuelven simbólicamente hacia oriente, la región del Sol
naciente. Es el lugar, por excelencia, en donde encontrar la luz, pero es preciso empezar esta
búsqueda ante el guardián, ¡el Grifo! Se le llama también el "guardián de la luz que aún no ha
iluminado jamás ni la tierra ni el mar". Es el símbolo de la fuerza protectora del Cuerpo Vivo
universal, el guardián de las cámaras del tesoro de Salvación, en donde ningún hombre impío
puede entrar. La fuerza protectora es pues águila con el águila, león con el león y fuego como el
sol.

Después se trata del halcón. Símbolo del mortal unido a lo inmortal; y también de la cruz egipcia,
de lo vertical unido a lo horizontal.
Comprendemos por qué Cristian Rosacruz cita el último a este animal de los Misterios,
ya que el halcón explica el objetivo del Cuerpo Vivo universal. ¿Por qué la Gnosis le invita a
elevarse en el Cuerpo Vivo? Porque, tal como sabemos, es el gran Templo de la Iniciación, en el
que se manifiesta el Espíritu a fin de transformar lo inferior en superior y donde lo mortal es
absorbido por lo inmortal.
Se dice que, en los antiguos templos de los Misterios egipcios había dos pilas bautismales.
Una adornada con cabeza de halcón y la otra, con cabeza de otro animal de los Misterios. Esas
dos fuentes vertían simultáneamente su corriente de agua sobre el alumno. Una simbolizaba la
muerte que tenía que soportar voluntariamente, en rendición de sí mismo, y la otra consagraba al
candidato al nuevo estado de vida. Este doble bautismo significaba "morir para vivir" o, según las
palabras de Jesús el Señor, "perder su vida para ganarla".
Todo hermano o hermana que vivía ese profundo y mágico cambio, exclamaba, al Final,
en un canto de alegría: "¡Mi Dios, mi Sol, Tú has derramado sobre mí tu esplendor!".

Según el evangelio, una de las frases que pronunció Jesús el Señor sobre la cruz fue: "Eli, Eli,
Lama sabathani", lo que significaría: "¡Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado!"
Ahora bien, esta frase es una alteración voluntaria de los "Padres de la Iglesia".
Originariamente era: "Eloi, Eloi, Lamah azabvtha-ni", lo que significa: "¡Elohim, Elohim, Tú has
derramado sobre mí tu esplendor" o "¡Cómo me has exaltado!". Si en su adaptación, los
redactores de la Biblia, que transcribían los antiguos escritos herméticos, hubiesen dejado
expresar a Jesús el Señor las palabras clásicas, se habría sabido que todo el Evangelio estaba
sacado de la filosofía hermética clásica. Lo que los fundadores de la nueva religión de la iglesia
querían impedir. Tanto más, en cuanto que la ceremonia de las dos pilas es objeto de muchas
representaciones del antiguo Egipto. De ahí que Valentín Andreae haya hablado de forma velada
en las Bodas Alquímicas. La única posibilidad que tenía de derramar su fuerza de amor sobre la
humanidad, en el sentido más amplio, y de realizar un trabajo válido, era la de ejercer la
profesión de teólogo. En esa época un trabajo gnóstico era imposible, y tan sólo podía ser
proseguido, manteniéndolo en el más grande de los secretos y en grupos muy reducidos. Debido
a su función de teólogo y de servidor de la Iglesia del Estado, no podía desenmascarar
abiertamente esta gran traición. No obstante, lo hizo en las Bodas Alquímicas con su alusión al
halcón.
Que nos sea concedido el poder decir con todos los iniciados de todos los tiempos: "Mi
Dios, mi Sol, Tú has derramado sobre mí tu esplendor."
De hecho, gracias a mi paje, había tenido mi mayor alegría; ya que en efecto, cada uno,
siguiendo sus disposiciones, había sido conducido por su paje a los lugares que le gustaban.
Ocurrió que fue el mío al que confiaron las llaves que me hicieron beneficiario, antes que a todos
los demás, de esas felices circunstancias. Pues, aunque mi paje invitó a otros a visitas las tumbas,
creyeron que éstas estaban en un cementerio y que, si había algo que valiera la pena, siempre
podrían ir en otro momento. No privaré a mis alumnos agradecidos el que puedan contemplar
los monumentos que ambos hemos reproducido, de los que hemos copiado las inscripciones.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

26

EL CRITERIO ASTRAL

Hemos hablado ampliamente de los llamados animales de los Misterios, que Cristian Rosacruz
descubre en el Templo funerario: el Fénix, el Águila, el Grifo y el Halcón. Ellos ilustran
eficazmente un estado de vida absolutamente nuevo, revelado a Cristian Rosacruz durante el
Tercer Día de las Bodas Alquímicas.
Son los símbolos de la sepultura real, que no debemos imaginar como una tumba en un
cementerio, tal como lo subrayan nuestros comentarios. Pasamos a explicar ahora de qué se trata.

Leemos que en realidad, está prohibido entrar en el Templo funerario y contemplar lo que hay
en él. Esto significa que todo lo que Cristian Rosacruz ha visto, pertenece al conocimiento secreto
y velado de la Fraternidad universal. Este conocimiento sólo es dado a quienes son dignos;
aquellos a los que, en razón de su estado de ser, pueden verdaderamente entrar en la sepultura
funeraria, para orientarse de forma filosófica sobre los acontecimientos futuros. Por ello el autor
de las Bodas Alquímicas, aunque está prohibido, da indicaciones muy veladas sobre el contenido
de la cámara funeraria.
Lo hace, en primer lugar, para servir a quienes han franqueado ya el límite; en segundo
lugar, porque el autor sabe que, en breve plazo, será publicado el catálogo de la biblioteca que se
encuentra en la sepultura. Lo que significa que sabe que llegará el tiempo en que se hará público
algún conocimiento del tema, a fin de ayudar a los buscadores que, apoyándose en una realidad
fatal e inaceptable, quieren saltar por encima del abismo hacia la vida liberadora. Creemos, pues,
tener el derecho de levantar un poco el espeso velo que encubre todos estos datos. Asistimos, en
la hora actual, a la caída general de la humanidad. Ahora bien, en períodos de esta índole, la
Fraternidad emprende un gran trabajo para intentar salvar, en un supremo esfuerzo, el máximo
posible de entidades. Tan sólo es posible salvar un alma humana de una caída cierta, si el Espíritu
puede darle nuevamente la vida, y si está capacitada para recorrer el Camino en tanto que
trinidad, trinidad del Espíritu, del Alma y del cuerpo, en donde el cuerpo se vuelve un flexible y
digno instrumento al servicio del Alma-Espíritu.

Se trata pues de seis animales de los Misterios, de una biblioteca real, tal como existía antes de la
Reforma y de un grueso libro como Cristian Rosacruz no había visto jamás, que contenía un
resumen de todas las figuras, salas y puertas del Gran Templo, así como todas las inscripciones,
enigmas etc. En suma, un resumen de todo lo que se podía ver en la ciudadela del Templo y que
siempre podemos ver. Ciertas cosas no han sido detalladas en nuestro texto. Se indica solamente
que todos los libros de esa biblioteca llevaban el retrato de su autor, y que muchos de dichos
libros debían ser quemados.

Hemos hablado ya de los dos campos de la esfera reflectora, entre lo que se extiende un dominio
intermedio, el Templo del Juicio, el Templo de la Iniciación.
El primer campo astral es el de la naturaleza de la muerte, es decir, de toda la Tierra y de
todo lo que se relaciona con el ser nacido de la naturaleza, de la humanidad dialéctica ordinaria.
Es el campo de la esfera reflectora *, del que cada uno sabe cuán impío y contra natura es.
El segundo campo astral es el de la Tierra Santa, u campo de una serenidad y pureza muy
elevadas, que se distingue sobre todo del primero por una elevada vibración. Existen aún otros
muchos campos de este género alrededor de nuestro planeta. La característica de esos campos, es
que difieren unos de otros por el número de sus vibraciones.
¿Qué es un campo astral? ¿Qué es, en general, la sustancia astral?
La sustancia astral se compone de átomos especiales. Es la sustancia original, el substrato
cósmico que se encuentra en todo el universo, hecho que los Rosacruces clásicos expresaban con
el axioma: "No hay espacio vacío."
Un campo astral es una concentración de tales átomos. Encontramos en todo el espacio,
concentraciones de sustancia original que tienen, en general, tal o cual forma, siendo esférica al
inicio. Un campo de ese género se constituye por medio de una fuerza. Una idea, por ejemplo, es
una fuerza de ese tipo. Basta una sola chispa de pensamiento para provocar una concentración,
una concentración de átomos de sustancia astral. Una sucesión de pensamientos ejerce pues una
enorme fuerza. Los átomos de la sustancia original son extremadamente sensibles; reaccionan
inmediatamente, ya que pertenecen a la Naturaleza fundamental, la materia base de todo el
universo.
El hombre atrae hacia sí el campo astral que corresponde con su estado mental; y todos
estamos en cierto estado mental, todos tenemos una vida mental y nuestro campo astral
particular, nuestro cuerpo astral, está en el estado correspondiente. Es de naturaleza y de valor
parecidos e incluso, en cierto momento, de aspecto parecido a las ideas emitidas y siempre de
aspecto semejante al que las emite. Los átomos de la sustancia original son extremadamente
fluidos, y toman inmediatamente el aspecto correspondiente a las fuerzas que los mueven.
De vez en cuando, por ejemplo durante la noche, durante el sueño del cuerpo, el campo
astral personal toma el aspecto de nuestro ser. Razón por la cual se habla de cuerpo astral. En
horas de vigilia, ese cuerpo astral es tan sólo una concentración de sustancia original que envuelve
el cuerpo.
Comprende usted ahora, que la naturaleza vibratoria de nuestro cuerpo astral determina
el tipo de fuerzas atraídas o rechazadas. El tipo vibratorio determina siempre el elemento de
protección y defensa de nuestro campo astral.
Así pues, cuando su mental, la vida de sus pensamientos, es de una calidad superior, de
un valor elevado y sus pensamientos son verdaderamente puros, su cuerpo astral, su campo astral
individual, alcanza una vibración superior. Cuanto más sutil sea su vida mental, más puros y
elevados serán sus pensamientos, más altas serán las vibraciones de su campo astral. Si en este
momento, por ejemplo, sus pensamientos vuelan muy alto y se unen con los nuestros en las
corrientes espirituales de las Bodas Alquímicas, y si se siente unido a ellos, su cuerpo astral
alcanza inmediatamente una vibración superior, cuya serenidad sentirán directamente. En el
mismo instante se vuelve insensible, inaccesible a todas las vibraciones opuestas e influencias
inferiores, recibiendo tan sólo lo que corresponde a su tipo vibratorio del momento. Así pues, si
nos elevamos en una vibración astral superior, y el hecho se verifica en particular para los
alumnos en grupo, se produce como resultado una apertura a las radiaciones de la Fraternidad.
Todos lo comprenderán. Tenemos en nuestras manos tanto nuestra libertad, como nuestro
encarcelamiento. Siempre podemos elevar el tipo vibratorio de nuestro cuerpo astral, mediante
un comportamiento nuevo y puro, basado sobre las verdaderas cualidades de alma. Es la única
forma de dejar el campo inferior, penetrar en el campo superior de la serenidad astral y degustar
los frutos. Recorrer el camino es realizar una marcha evolutiva, que tiene por resultado la
elevación del tipo vibratorio astral de nuestro ser mediante un comportamiento nuevo, una
orientación nueva y consecuente.
Los alumnos de una escuela espiritual gnóstica que no han comprendido aún esto, son
víctimas a menudo de las variaciones de intensidad de su tipo vibratorio y de las consecuencias
correspondientes, a causa del continuo cambio de comportamiento. Tan pronto estamos
equilibrados interiormente, como con una gran tensión, nerviosidad o malignidad. Esta
inestabilidad daña gravemente nuestro cuerpo astral. Lo alteramos y toda nuestra personalidad
paga las consecuencias. Por esas continuas oscilaciones, nuestro vehículo etérico, es decir nuestro
organismo físico, se agota. Piense también en las consecuencias de la cólera, una de las más
terribles enfermedades del hombre.
Fíjese bien que, cuando decimos que podemos la vibración de nuestro cuerpo astral por
un nuevo comportamiento, más puro, tan sólo pronunciamos una fórmula de ciencia o culta, una
fórmula conocida por todos los grupos ocultistas.
Por ello añadimos: ¡ese nuevo comportamiento debe emanar de las nuevas cualidades del
alma! Esta es la condición. Ya que cada ser-yo dotado de una fuerte personalidad, es decir,
poseedor de una fuerte voluntad y mucha positividad, puede decidirse por un comportamiento
determinado, de la naturaleza que sea. Innumerables son los ejemplos. Todo lo que realice, por
un acto decidido de la voluntad, tendrá como consecuencia una elevación del tipo vibratorio
astral y, acto seguido, le cerrará un campo vibratorio y le abrirá otro más elevado. Pero si desea
participar en los fenómenos descritos en las Bodas Alquímicas, en nada le ayudará una decisión
de su voluntad. Es cambiar un mal por otro. Ya que una apertura astral, en el sentido de la
Gnosis, debe responder a las siete condiciones, a las Siete Pesas, tal como ahora ya sabe. Por ello,
cuando el hombre-yo se esfuerza, a la manera de la ciencia oculta, en adoptar cierto
comportamiento y persevera en su tarea, el resultado será tan sólo una apertura a la esfera
reflectora y a sus imitaciones. Sólo las nuevas cualidades del alma y el desarrollo resultante,
permiten una verdadera rendición del yo, la endura total. Quien vive por el alma y del alma,
abandona todo instinto de conservación del yo y se entrega totalmente al servicio de Dios y de la
humanidad. Con ello aprende el camino del sufrimiento, y el don de la Cruz y de la Rosa. Quien
abandona así su yo, entra en la tumba del Templo de la Iniciación, donde encuentra el camino
que lleva a la cima de la torre, desde donde se elevará hasta el campo de vida astral nuevo.
Se nos mostró, a ambos, la admirable biblioteca, tal como era antes de la reforma.
Aunque mi corazón se regocije cada vez que pienso en ella, no deseo hablar más que un poco de
la misma, pues su catálogo aparecerá pronto. A la entrada de esta pieza, se encontraba un gran
libro, como jamás había visto, conteniendo la reproducción de todas las figuras y salas, de todos
los pórticos, de todas las inscripciones y enigmas, etc., existentes en todo el castillo.
Aunque hubiésemos prometido hablar de ello también, quiero guardar todavía esto para
mí, y aprender primero a conocer mejor el mundo. En cada libro estaba pintado el retrato de su
autor. Creí comprender que muchos de estos libros debían ser quemados, a fin de que
desaparezca el menor recuerdo de estos dignos personajes.
Después de habernos esforzado por comprender todo, íbamos a salir cuando un paje se
aproximó al nuestro, le cuchicheó algo al oído, se le dio inmediatamente las llaves, con las que
subió las escaleras de caracol.
Nuestro paje, muy demudado, nos contó, ante nuestra insistencia, que su Majestad no
quería que nadie viese la biblioteca y las tumbas. Por consiguiente, nos pidió, si apreciábamos su
vida, que no habláramos de ello con nadie, pues él ya había negado el que las hubiésemos
visitado. Ambos oscilamos entre la angustia y la alegría, pero el hecho quedó oculto y ya nadie
supo de ello.
Habíamos pasado tres horas en los dos lugares, lo que jamás he lamentado.
Sin embargo, habiendo sonado las siete, no se nos llamó para comer. Pero nuestra
hambre era soportable, gracias a las renovadas distracciones y, con semejante recibimiento, habría
ayunado gustoso durante toda mi vida.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.

27

LA BIBLIOTECA REAL DE LA CAMARA FUNERARIA

Después de lo que hemos dicho sobre los dos campos de la esfera astral, el de la naturaleza de la
muerte y el de la Tierra Santa, le creemos capacitado para comprender lo que sigue.
Todo campo astral está lleno de vida y de movimiento.
¿Qué vida y qué movimiento?
El factor determinante es la vibración del campo astral en cuestión. En el campo puro y
sereno aludido en las Bodas Alquímicas, el campo astral de la Fraternidad, además de la sustancia
astral en su estado general, encontramos numerosos focos magnéticos, concentraciones muy
positivas y muy poderosas de sustancia astral, que son otras tantas reacciones con respecto a las
ideas, tendencias y actividades de los hombres que viven en un campo definido. Estas
condiciones son provocadas y determinadas por el comportamiento de todos los que pueden
vivir en dicho campo.
Le hemos mostrado hasta qué punto y con qué rapidez la sustancia astral reacciona a las
fuerzas e influencias. Imagínese, pues, la gran belleza, la alta sabiduría y la verdad que manifiesta
un campo astral tan sublime como el de la Fraternidad.
Toda la sabiduría que posee un hombre, sabiduría que es al mismo tiempo una fuerza, se
proyecta en el campo astral en el que ese hombre vive. Si ese campo astral es de naturaleza
universal y sublime, si esa fuerza tiene un valor eterno, se perpetúan y se vuelven activas.
Debemos atraer su atención hacia la naturaleza y la calidad de las proyecciones astrales
del campo de la naturaleza de la muerte, en la que todo es engendrado por el ego nacido de la
naturaleza. Según la calidad del ego, las proyecciones astrales responden a especulaciones, a
quimeras, a tendencias egocéntricas, a instintos de dominación o a religiosidad natural.
Por ello es evidente que mucha actividad de vida astral como se produzca en la esfera
reflectora, ¡esta vida está basada en la ilusión, la mentira, la impostura y la muerte, así como en un
estado cada vez más sombrío de la conciencia! Así pues las proyecciones astrales, en el campo de
la naturaleza de la muerte, no son duraderas ni eternas; son, salvo excepciones, débiles,
fantasmagóricas, desprovistas de poder y, en razón de su discordancia, se destruyen unas a otras,
disolviéndose. ¡Afortunadamente!
Es fácil imaginar cuán real, concreta y total es la vida que emana del campo astral de la
Fraternidad, ya que está engendrada y mantenida por la sabiduría, la verdad y la eternidad; por la
bondad, la verdad y la justicia; por la unidad, la libertad y el amor, y está totalmente sostenida por
el Espíritu. ¡Una vida astral de este género engendra una actividad totalmente distinta a la que
conocemos en la naturaleza de la muerte!
Debemos comprender que las proyecciones astrales, una vez en funcionamiento, liberan
éteres que dan nacimiento a manifestaciones materiales, en la vida material.
Para conocer el estado de la esfera reflectora, no es necesario realizar encuestas, dado
que el campo astral de la naturaleza de la muerte se proyecta en nuestra vida material, bajo la
acción de los éteres. Tal como es el campo de vida materia, que tan bien conocemos, tal es la
esfera reflectora, su campo astral correspondiente.
Por analogía, podemos imaginar tranquilamente la naturaleza del campo astral de la
Tierra Santa. Ya que del campo astral, despertado a la vida por ella, se liberan igualmente éteres,
los cuatro alimentos santos, que a su vez dan nacimiento a manifestaciones materiales, muy
concretas, de naturaleza eterna. Resulta evidente que tal vida no puede expresarse en la
naturaleza de la muerte.

Estas cuestiones han sido, sin duda, suficientemente clarificadas como para proseguir con
nuestras explicaciones el Tercer Día de las Bodas Alquímicas.
¿Qué sentido tienen las informaciones dadas sobre el Gran Templo de la Iniciación de la
Fraternidad? Ese Templo no está en la esfera reflectora, aunque ésta posee una imitación. Si
bien, tan sólo se trata de un decorado; si uno se acercara a este edificio fantasmagórico, se
comprobaría que sólo es viento. Por el contrario, en el campo astral de la Fraternidad, el Templo
es un poderoso hogar de combustión, al servicio de designios sublimes, de los que vamos a hablar
para empezar.
Del Templo de la Fraternidad universal emana una séptuple radiación, en siete
direcciones distintas. Esta radiación no es dirigida deliberadamente con cierta intención o en
determinada dirección, sino que corresponde totalmente a la acción de un Ley de la naturaleza,
que la es fundamental.
En primer lugar, de ese Templo irradia una séptuple influencia sobre la naturaleza de la
muerte. Y también sobre la conciencia de los individuos sensibles ella, así pues, de forma
puramente mental.
Después esa corriente se dirige al cuerpo astral de los hombres que pueden admitir esa
radiación.
A continuación sobre el cuádruple cuerpo etérico.
Y por último, se manifiesta e el cuerpo físico.
La luz de la radiación séptuple difundida por el Espíritu Séptuple, tiene por naturaleza
una vibración muy elevada y será recibida, total o parcialmente, por los verdaderos buscadores;
por los que están, según las Bienaventuranzas, "hambrientos de Espíritu". Cuando, gracias a un
aprendizaje serio, a su entrega total al camino de liberación, esa séptuple corriente le toca y puede
establecer una unión con usted, se establece un puente entre usted y el sublime estado de Alma
viviente. A partir de entonces, le es abierto el camino de forma esencial y fundamental., A partir
de entonces, puede escalar el camino y franquear el puente.
Deseamos que pueda ver claramente que esa radiación séptuple se manifiesta de manera
séptuple en los siete dominios cósmicos, como una poderos Luz del Sol vivo, del Santo Grial
universal siete veces séptuple.
Respecto al texto de las Bodas Alquímicas debemos decir que la preciosa biblioteca, descubierta
por Cristian Rosacruz en la cripta del castillo, no suscita más interrogantes. Ya que en el foco de
un campo astral, se conservan siempre las ideas, fuerzas, desarrollos y poderosos impulsos que
provienen de la sabiduría de las entidades sublimes, que han formado ese campo y ese foco.
Estos valores están presentes en el Templo de la renovación y permanecerán allí como fuente de
ideas, teniendo su fundamento en el propio Espíritu de Vida. Por ello, no puede perderse ni el
menor fragmento de esta sabiduría.
Cuán deplorable aparece, a su lado, la acción de ciertos grupos que, desde hace siglos, se
esfuerzan por encontrar vestigios de enseñanzas sapienciales en los escritos, para esconderlos o
hacerlos desaparecer, con el fin de que la mayoría de los hombres no pueda encontrar el espíritu
que les anima.
El verdadero buscador encontrará siempre la Sabiduría que precisa. Ya que la verdadera
Sabiduría es imperecedera, intangible, infalible, y está guardada en la biblioteca del campo astral.
Todos los pensamientos de sabiduría son conservados. En el dominio astral toman forma de
acuerdo con la naturaleza, orientación, objetivo de los pensamientos en acción; y también a
menudo, la forma de quienes los han emitido. Por esto se dice que el retrato de los autores estaba
en la cripta funeraria. Pero muchos de los libros debían ser quemados, con el fin de borrar su
recuerdo.
Cada vez que la imperecedera sabiduría, fundada sobre el Espíritu, es proyectada en la esfera
astral, la proyección permanece. Y si el autor de la proyección está aún activo, si la sabiduría
proyectada tiene relación directa, por ejemplo, con una tarea que los trabajadores están
realizando, entonces en esa proyección se verá siempre la imagen, del hermano o la hermana a
quien debe su origen, de quien es su creador.
Cuando este último ha realizado su trabajo, terminado su tarea, el retrato se borra.
Desaparecer. ¿Por qué? Porque no se trata de mostrar, en el foco astral, la imagen de los
hermanos y hermanas de la Fraternidad universal. Se trata exclusivamente de la Sabiduría. Se
trata exclusivamente de la Fuerza. De lo que se puede hacer con esta Sabiduría y esta Fuerza. El
creador de la proyección original, en tanto que alma viva, se retira deliberadamente. Para él esto
es correcto: Absorberse completamente en la Comunidad de almas vivas. Ahí no se piensa ni en
la consideración, ni en el agradecimiento. El alma viva no se proyectará jamás personalmente. La
imagen que aparece cuando el trabajador realiza una tarea, aparece en virtud de una ley natural,
ya que la proyección astral forma uno con su creador. En la morada de las almas vivas, la
proyección subsiste pero la imagen de su creador desaparece.
Debemos dirigir nuestra atención en particular sobre el gran libro de la cripta, que contiene todas
las figuras, salas, puertas e inscripciones que se encuentran en el Gran Templo, dando una visión
general de la ciudadela del Templo. Todo ello tiene relación con la gran maravilla que siempre
debe realizar una verdadera comunidad de almas vivas, y más exactamente con la maravillosa
construcción colectiva, perfectamente ajustada. Las almas vivas, allí donde moren, donde estén
diseminadas en la tierra, cooperan conjuntamente en la construcción de la ciudadela del Templo,
sin que una destruya lo que la otra construyó. La sabiduría y la fuerza que se desprenden de un
alma viva se ajustan siempre, se adhieren siempre armoniosamente a la fuerza y a la sabiduría de
otras almas vivas, aún cuando no se conozcan. En este mundo y en la esfera reflectora, lo que
uno construye es destruido por otro. Y esto es así tanto para el individuo como para los pueblos.
Cuando un pueblo adopta una ley, otro adopta la contraria. Un régimen sostenido por un partido
llega hoy al poder, y establece cierta forma de estado. Pero antes o después, llegará otro que lo
cambiará todo radicalmente. Cuando un filósofo desarrolla una idea concreta, surge otro con
conceptos opuestos. Los dos sistemas, lejos de complementarse, tienden a eliminarse.
Así ocurre siempre en la naturaleza de la muerte.
En el dominio de las almas vivas corre de otra forma. Si somos almas vivas, trabajamos
continuamente en armonía para la construcción de la poderosa Morada de las almas vivas: la
ciudadela del Templo. Por ello, cada vez que se descubre un elemento de Sabiduría gnóstica, se
ajusta con los demás elementos de esta Sabiduría. Y la única Verdad confirma siempre la verdad
de estos elementos. Las ideas pueden mostrar variaciones y concernir a ciertos aspectos
particulares, sin que por ello está en menor armonía las unas con las otras.
Las almas vivas hablan un solo lenguaje. Y cualquiera que sean los matices, siempre hay
una unidad fundamental, pues a fin de cuentas tan sólo existe una Sabiduría, una única Verdad
fundamental. Así, inevitablemente, todos los servidores del Espíritu construyen juntos el Gran
Templo de la Eternidad. Desde el origen de los siglos hasta la hora presente, mantienen la
ciudadela del Templo en toda su belleza. Todos los que verdaderamente viven del Espíritu y Le
pertenecen, aportan día a día, año en año, vida tras vida, su contribución al gran Libro de la Santa
Realidad, en el que todo puede leerse y contemplarse, absolutamente todo.
Quien desee leer ese Libro, quien desee examinarlo, debe ennoblecerse y entrar en la
Comunidad de las Almas vivas.
Entonces penetrará en la ciudadela del Templo y ¡se volverá, él mismo, una piedra viva
de ese Templo!
Entretanto, se nos mostró bellas fuentes, minas y diversos talleres llenos de obras de arte,
cada una de las cuales sobrepasaba a todas las nuestras reunidas. Estas salas estaban dispuestas en
semicírculo, a fin de que confluyesen sobre el preciosos reloj, que decoraba el centro de una
torre magnífica, y poder orientarse sobre el curso de los planetas que se encontraban
maravillosamente representados en él. Allí comprendí nuevamente sin dificultad, lo que falta a
nuestros artistas, aunque no sea mi tarea informarles de ello.
Al fin, llegué a una sala espaciosa que ya se había mostrado hacía bastante tiempo a los
demás. En medio se encontraba un globo terrestre de un diámetro de 30 pies. Casi la mitad de la
esfera estaba bajo el suelo, a excepción de una pequeña parte recubierta de escalones. Dos
hombres hacían pilotar el globo sobre sus goznes, de forma que siempre se veía la parte situada
por encima del horizonte. Aunque comprendí inmediatamente que este globo tenía una utilidad
determinada, n llegaba a descubrir para qué servían los anillos de oro fijados en diversos lugares.
Mi paje se puso a reír y me aconsejó que los examinara atentamente. acabé por descubrir
que el oro marcaba igualmente mi patria. Mi compañero buscó entonces la suya e hizo el mismo
descubrimiento. Ocurría lo mismo para la patria de todos los que habían permanecido allí.
Entonces el paje nos informó, la víspera, que el viejo Atlas (así se llamaba el astrónomo) había
mostrado a su Majestad Real que todos los puntos de oro correspondían perfectamente a la
patria de cada uno. Por ello, viendo que yo me subestimada, aunque mi patria estaba marcada
con un punto, había persuadido a uno de los capitanes para que solicitara que fuésemos también
colocados en la balanza, sin daño para nosotros cualquiera que fuese el resultado, puesto que la
patria de uno de nosotros mostraba un signo particularmente favorable. Y no era sin alguna
razón, que el paje que tenía más poderes me había sido atribuido. Yo mostré un gran
agradecimiento y miré con mucha atención mi patria, descubriendo que junto a los anillos había
algunos hermosos trazos, lo que sin embargo no lo digo para alabarme o vanagloriarme. En este
globo, vi todavía muchas otras cosas que no quiero hacer públicas. Cada uno debe comprender
por sí mismo porqué cada ciudad no tiene un filósofo.
A continuación el paje nos hizo entrar en el globo. Estaba hecho de tal forma que en el
espacio que representaba el mar se encontraba una placa que ocupaba el menor espacio posible,
sobe la que estaban indicadas tres misiones y el nombre del constructor. Se le podía levantar con
precaución y acceder, por una pasarela, al centro donde había sitio para cuatro personas. No
había apenas más que una plancha redonda donde sentarse y desde la que observar las estrellas,
incluso en pleno día (oscurecía ya en estos momentos). Me parecieron puros carbunclos que
irradiaban con tal esplendor, con un orden y una trayectoria tan perfectas, que no hubiera
querido irme de allí.

Las Bodas Alquímicas de C.R.C.


28

EL RELOJ Y EL GLOBO

A lo largo de este capítulo vemos como es preparado y organizado el campo astral de la


Fraternidad, en sus mínimos detalles. Cristian Rosacruz relata como en el transcurso de su visita,
se le muestra las bellas fuentes del Castillo, las minas y los talleres llenos de obras de arte.

Para comprender lo que esas fuentes representan, se debe saber que, para que un foco
astral se inflame en un campo astral, se precisan ciertas sustancias astrales como combustible. Por
tanto, de la naturaleza fundamental deben afluir sin cesar nuevas sustancias para mantener ese
fuego, para conservar ese foco. Tales fuentes, tales manantiales, deben manar permanentemente
para mantener la actividad. Si no sucediese así, si no estuviesen horadadas, el foco astral se
apagaría pronto.

Sabemos que de las minas son extraídos materiales útiles y preciosos.

En los talleres consagrados al Arte, al Arte Real, se elaboran ciertos preparados.

Tal vez comprenda ahora la intención de este texto. En el campo astral, en el campo
astral de la Fraternidad, hay un manantial de fuerza perpetua y un vertido continuo de diferentes
materiales particulares. Por este medio, las radiaciones y fuerzas que emanan de ese foco son
difundidas sin interrupción, y la obra que debe realizar la Fraternidad es edificada y realizada.
Con el fin de asegurar ese movimiento eterno, todo el espacio, todos los lugares de
trabajo son orientados hacia un punto central, definido en las Bodas Alquímicas como un
precioso reloj situado en el centro de la torre. Este reloj está unido al foco central del Espíritu
universal, y es este Espíritu quien mantiene la torre y su reloj.
Así pues, cuando un trabajo determinado se inicia y permanece constantemente
orientado sobre el Espíritu y el Gran Objetivo, las fuentes, los manantiales y los tesoros de las
minas no se agotan jamás; y el reloj permanece en perpetuo movimiento. Un manantial, una
mina horadada de esta forma, continua produciendo tanto tiempo como sea necesario.
El texto nos desvela, acto seguido, el Gran Objetivo por el que ese foco fue efectivamente
vivificado y se estableció la ciudadela del Templo. El globo, que gira constantemente, da
respuesta a las eventuales preguntas.
El globo representa aquí, la proyección del mundo de los hombres que viven en las
tinieblas. Toda la naturaleza dialéctica de la humanidad caída se proyecta, cual globo, en el
campo astral de la Fraternidad. Dado que la Fraternidad examina continuamente ese globo,
conoce en cada instante los lugares más amenazados de este valle de lágrimas. En él están
indicados los lugares del mundo en los que se debe empezar y proseguir la Gran Obra. Quienes
entra en el Templo de la Iniciación, pueden encontrar todas las indicaciones concernientes a la
tarea que les incumbe, a condición de que se preparen interiormente y se orienten hacia el globo.
En varias ocasiones, hemos tenido la ocasión de decirle que la sustancia astral es una
sustancia de fuego, una sustancia formada por átomos incandescentes. Nuestro cuerpo astral es,
pues, un cuerpo poderosamente luminoso. Nos envuelve y penetra por todas partes, estando él
mismo rodeado de un campo magnético séptuple, en donde se halla la lípika: el microcosmos.
Examinando el interior de la lípika vemos, tanto en el hombre como en el cuerpo vivo de
un grupo o en un microcosmos, una red de puntos magnéticos que giran sobre su órbita,
semejantes a joyas. Cristian Rosacruz da testimonio del desarrollo de su conciencia interior,
cuando explica que su paje le hace penetrar en el globo para contemplar este espectáculo.
Estamos sorprendidos de que, para el Alma viva que sigue el camino de la autoiniciación, la vida
colectiva y la individual sean absolutamente una. En efecto, después de haberse orientado en el
campo astral de la Fraternidad, en la gran obra y en la realización de su propia tarea, Cristian
Rosacruz descubre, por vez primera en el transcurso de su evolución, su propio cielo y el radiante
esplendor de las nuevas luces que se han encendido: los planetas magnéticos microcósmicos en
rotación, que atraen fuerzas del exterior para transmitirlas al interior, y establecen un intercambio
incesante con los distintos planos y elementos del campo astral que les rodea.
Esta apertura de la conciencia a la nueva realidad interior que ha hecho nacer el
aprendizaje, tiene lugar porque Cristian Rosacruz se encuentra realmente "sobre la alfombra",
sobre el verdadero cuadrado de la construcción, sostenido por las tres misiones inscritas sobre el
globo y el nombre de su constructor.
¿Qué quiere indicar Cristian Rosacruz?
Las tres misiones a realizar, en la fuerza recreadora y purificadora de la Gnosis, son la
vivificación del Triángulo superior de la pineal, la hipófisis y la tiroides, vivificación que permite el
descenso efecto del espíritu, el polo de la mónada, y la alabanza y glorificación de Su Nombre
por la Criatura.
La perseverante construcción del Cuadrado que, en el cuerpo físico, se apoya en el
esternón, el bazo y las dos cápsulas suprarrenales, provoca, en un momento dado, la apertura del
bulbo raquídeo, como puerta de acceso al santuario de la cabeza, lo que tiene como
consecuencia lógica la cooperación armoniosa de esos cuatro centros de fuerza inferiores con los
tres centros superiores; así queda asegurado el nacimiento efectivo de la nueva conciencia.

Así pues, cada candidato ante el Templo de la Iniciación, debe poner orden y regular de la
manera correcta el sistema magnético microcósmico. Tal debe ser el objetivo supremo del
comportamiento práctico del alumno. La lípika, el sistema magnético, arrastra el fuego astral del
cuerpo astral en un movimiento determinado, con todas las consecuencias que se producen
sobre los vehículos de la personalidad y en nuestra vida. Así por ejemplo, la sustancia astral
puesta en movimiento, va a influir en el hígado e introducir en la sangre, en ciertas condiciones,
fuerzas que nos harán vivir y actuar. A menudo vivimos obligados y forzados, ¡ya que nuestra
existencia es conforme al fuego astral que penetra en nuestro hígado!
Esta fuerza une igualmente todos los centros nerviosos entre sí. Incluso se puede decir
que el éter nervioso proviene del fuego astral, del cuerpo astral El sistema nerviosos, el fluido
nervioso en particular, es la causa de muchas dificultades, tanto en nuestro cuerpo como en
nuestra vida. Por ejemplo, es el que hace nacer los perniciosos sentimientos de simpatía u
antipatía.
El fluido nervioso astral determina igualmente el estado y la calidad de la secreción
interna. Todos los órganos de secreción interna arden y funcionan exclusivamente por el fuego
astral. Asimismo, es él quien determina todas nuestras emociones. En resumen, nuestra
naturaleza, nuestro carácter, nuestro comportamiento así como la calidad de nuestra voluntad,
emanan del estado del cuerpo astral. En consecuencia, el cuerpo astral gobierna nuestra vida.
Nuestro comportamiento debe contemplar el cambio profundo de nuestro cuerpo astral
He ahí la llave. Si no lo logramos, todos nuestros esfuerzos son vanos.
Por consiguiente, ¿cómo comportarnos?
¿Qué podemos hacer al respecto?
Podemos hacer diversos tipos de reformas en nuestra vida. La más importante es, y debe
ser, la rendición del yo. Si realiza seriamente todas las reformas olvidando la rendición de sí
mismo, el abandono de su yo, todos sus esfuerzos serán vanos. ¿Por dónde iniciar la rendición
del yo, la crucifixión de la voluntad personal? Por el yo, por la conciencia del cuerpo físico; por
todo lo que hierve y se agita en nuestro cuerpo astral; por todo lo que produce la anarquía astral
que invade nuestra vida. Todo debe iniciarse por el "yo".
El yo, a lo largo del camino de experiencias descubre que algo no funciona en nuestra
vida; que todo marcha al revés; que sólo se hallan dificultades, sufrimientos y desorden; y así
hasta el día que comprendemos la palabra: "quien pierda su vida por Mí, ganará el Reino, ganará
la nueva Vida."
Pero aquel que no quiera poder la vida de su yo, quien no quiera dar su yo al Alma viva,
¡no alcanzará la Vida inmortal del Alma!
Cuando se ha comprendido verdaderamente esto, cuando se ha comprendido la
necesidad de esta advertencia, se abre el camino de la rendición del yo, de la ofrenda de sí,
mística, gnóstica y práctica, al Alma verdadera, a la rosa del corazón. Esta rosa, que sabemos
situada en el corazón , en el ventrículo derecho, no es tan sólo el centro geométrico de nuestro
microcosmos, sino también el corazón de nuestro cuerpo astral. La rosa debe florecer; su
desarrollo, su floración significa el renacimiento del Alma.
En el corazón de la rosa, en el corazón de nuestro sistema astral está oculta la imagen
mental original del Padre, del Logos, del Principio original de nuestra existencia, la Idea eterna
que Dios se hace de nosotros, su criatura. Por ello, el hombre gnóstico, sin ninguna reticencia,
consagra a la rosa su conciencia, su yo, su caos astral. Cuando la rosa, principio original, es
despertada, cuando nuevamente emana una fuerza, vemos al fin alborear el alba, aparecer la
aurora.
En el momento que la rendición del yo, con todo lo que conlleva, se acerca a su
realización, cuando el encuentro fe Jesús el Señor con Juan Bautista se celebra realmente en la
orilla del Jordán, el Alma se abre, la rosa del Alma revive e inmediatamente el Espíritu desciendo
sobre ella como una paloma. Y entonces se comprende la cita evangélica: "Este es mi Hijo
bienamado, en quien he puesto toda mi complacencia."
EPÍLOGO

Regresando a los motivos que nos han decidido a publicar estos comentarios de las Bodas
Alquímicas de Cristian Rosacruz, nos sentimos en la obligación de desarrollar algunas
consideraciones, persuadidos de que es necesario situar de nuevo, de manera aún más evidente,
el tema tratado aquí en la realidad contemporánea. Demasiado tiempo se ha considerado
exclusivamente esta obra de Valentín Andreae como un texto esotérico extremadamente
interesante a escudriñar para tratar de descubrir en él las intenciones profundas.
Pero ha llegado el tiempo de levantar el velo sobre estos episodios aparentemente
novelescos, de colocarlos a la plena luz de nuestra época y de mostrar hasta que punto indican el
camino que permite elevarse por encima de las miserias, de los sufrimientos y de las aflicciones
de la vida dialéctica. Más que nunca en nuestra época la humanidad espera que se le señale con
el dedo esta dirección. La angustia, la angustia interior que impulsa a tantos seres a la
desesperanza, ha tomado incluso a los hombres más materialistas y los dispone a la reflexión;
ahora bien esta angustia reclama a grandes gritos, por así decirlo, que se ponga claramente a la luz
la Única Salida posible. Esta Salida es a la que el Cristo hace alusión con las palabras: "A menos
que no renazcáis de Agua y de Espíritu, no entrareis en el Reino de Dios", y por estas: "La carne y
la sangre no pueden heredar el Reino".
Los que están un poco introducidos en el conocimiento de las cosas que, detrás de las
apariencias, determinan la realidad de la vida humana, saben que hace relativamente poco
tiempo, ciertas Jerarquías de seres, llamados habitualmente Ángeles de la Luna, daban ayudar a
conducir el destino de la humanidad según el Plan divino. Debían velar para que este desarrollo
de la humanidad se hiciera en una cierta progresión, al interior de limites precisos, sin producir
demasiadas heridas a una relativa libertad, necesaria para la formación de la conciencia humana,
y si es posible prevenir una evolución catastrófica del poder mental del hombre.
Cuando llego el momento en el que una parte importante de la humanidad dispuso de un
poder mental que le permitía comprender el Plan divino, así como el camino que lleva a la
realización, se vuelve necesario pedirle que asumiera ella misma aún más. Ese momento era
desde hace mucho tiempo esperado por las jerarquías que la dirigían. La aparición de lo que
llamamos históricamente la era cristiana marca el comienzo de la época en la que estas Jerarquías
de la Luna comenzaron a retirarse para dejar lugar a la nueva vía de evolución que se abría ahora
a la humanidad: es decir la que conduciría al hombre, bajo la égida del Cristo y de su Jerarquía, al
estado de Alma viva y al restablecimiento de la unión con el Espíritu.
Así pues nos encontramos realmente, en tanto que hombres, en un gran momento crucial
de la historia de los tiempos, lo que explica el inmenso desarrollo que se manifiesta en todos los
dominios. Todos los valores antiguos se tambalean o escapan al hombre, lo que le quita la
seguridad de la que tiene tanta necesidad.
Desde el comienzo de este siglo, las fuerzas de la Luna se han retirado totalmente, y la
autorrealización queda como la única salida para el hombre en el estado en el que está, estado
del que no tiene casi conciencia. Las antiguas normas, prescripciones y leyes religiosas, morales y
otras, dadas en el curso de los tiempos por las Jerarquías de la Luna, han relajado su influencia
sobre la humanidad, quien tiene el sentimiento de encontrarse en el vacío. El hombre titubea,
busca desesperadamente nuevas certezas, nuevas formas, nuevos principios con los cuales sentirse
aunque sea un poco en seguridad. Pero no los encuentra. Y no los encontrará en tanto que
continúe buscando fuera de él.
La humanidad ha entrado en el período de la autorrealización, período cuyo principio
fue anunciado con estas palabras: "El Reino de Dios está dentro de vosotros. Buscar
primeramente el Reino y el resto os será dado por añadidura."
Pero ahora una angustiosa pregunta se presenta: "La humanidad está dispuesta para esto?
¿Se ha preparado para esta gran tarea ineluctable?.

Examinemos esta pregunta.


Todos tenemos puntos de vista personales sobre la existencia; no únicamente sobre la
existencia si no sobre la humanidad y sobre la sociedad. Los seres que conocemos, con los que
nos relacionamos, se encuentran todos bajo la iluminación de nuestro juicio. Nadie escapa al
fuego de este juicio.
Es esta característica, común a todos, de juzgar la que hace que cada uno este como
encerrado en su propio circulo de existencia y que ya no pueda librarse de él. Pues nuestra visión
de la vida, del mundo y de la humanidad, y por ello todos nuestros pensamientos y nuestros actos
están determinados por el centro de nuestra conciencia actual, plenamente activa: la hipófisis.
Cuando nos encontramos, recibimos unos de otros impresiones que se fijan en la conciencia y
forman el juicio.
El centro de nuestra conciencia actual da forma a nuestro pensamiento, a nuestra
mentalidad, nuestras opiniones y, además a todas las actividades del santuario de la cabeza. Estas
son así mantenidas y guardadas en un cierto estado. De esta manera todos los accesos de este
santuario son como tapiados, luego todas las vías de una justa comprensión y, en consecuencia,
de una reacción justa ante una época diferente, ante una época nueva, son cerradas.
Nuestra educación, la sangre de nuestros antepasados y nuestro propio karma han
provocado esta situación.
A la vista de todo ello nos preguntamos: "¿Donde reside el progreso de la inteligencia, tan
universalmente alabada?" ¿Se ha desarrollado verdaderamente la psiquis del hombre?.
¿Nuestra visión del prójimo, de la vida y del mundo es autentica y absoluta?
¡Desgraciadamente sabemos que no! Nuestras experiencias de ello son siempre más
amargas y decepcionantes. ¡Se reconoce al árbol por sus frutos! Y nosotros los humanos,¿Que
frutos recolectamos?
Ciertamente, hemos experimentado, aquí o allá, con este o aquel, una cierta polaridad,
pero seguramente nada perfecto. Por otra parte, ¿Que es la perfección? ¿No tenemos ninguna
certeza en la materia, solo podemos hablar de ello teóricamente.
A ello se añade que en razón de la retirada de las fuerzas de la Luna, que intervenían
desde hace ya tanto tiempo de manera reguladora, todo y todos son tomados en un ritmo
infernal, en una carrera frenética, a la búsqueda de certezas que se revelan como inencontrables,
porque nuestra vida, nuestros pensamientos son despojados de casi todos los valores en los que
confiábamos y que nos son arrancados de las manos.
Ningún puente puede ser tendido sobre las antiguas vías, para que un hombre se acerque
a otro para edificar algo o para ayudarle. Ningún ideal, de nuestros días, encuentra suelo firme.
La prisión donde el "yo" está encerrado, guardado y reforzado desde hace siglos, está demasiado
poderosamente vigilado por lo que llamamos el "antihombre", el antihombre que vive en
nosotros! Este conjunto de fuerzas que apuntan a nuestra conservación, acumuladas por el
instinto inmemorial, salidas de los bajos fondos milenarios de nuestro ser inferior, se oponen a
todas las fuerzas de elevación, a todos nuestros esfuerzos y deseos de liberación. ¿Y ahora?
Si, tenemos nuestros ideales, nuestros principios, nuestras reglas de vida. Por que estamos
llenos de deseo, nos esforzamos en vivir como hombres. Y sobre la base de los ideales, principios
y reglas de vida, creemos ser algo. Pero somos cada vez más conscientes de chocar contra un
muro, de llegar a una frontera, muro y frontera infranqueables.
¿Que debe pasar ahora para que, de nuevo, haya en nuestra vida del espacio, una
perspectiva?.

Pensemos ahora en la experiencia tan amarga de Cristian Rosacruz, cuando le es al fin permitido,
después de una larga vida de esfuerzos sostenidos y de orientación justa, penetrar en el Templo
del Atrio de la Sala de las Bodas. Os acordáis del relato. Cristian Rosacruz resiente el terrible
contraste entre lo que resulta de una vida ordinaria perfectamente egoísta, y lo que reclama de
nosotros el camino de la santificación.
Si recorréis el Segundo Día de las Bodas Alquímicas y os dais cuenta del desorden que
C.R.C. encuentra en el Templo del Atrio, descubriréis al mismo tiempo como se aplica la
situación descrita no únicamente al camino de aprendizaje del que hemos hablado, sino también
de manera típica a todo lo que pasa en el presente alrededor de nosotros. Esta conformidad es
por otra parte perfectamente lógica. Pues lo que el camino del aprendizaje define no es otro que
la vía evolutiva que, pronto o tarde, será finalmente por el que deberá pasar la humanidad entera.
Periódicamente, la humanidad que se ha alejado del Camino de Dios. recibe golpes de
reprimenda bajo la forma de intervenciones cósmicas, con el objetivo de prevenir desviaciones
más grandes, o incluso a veces su aniquilamiento total.
Es al fin de un período tal, al final de un año estelar esotérico donde nos encontramos
hoy. Y es la razón por la cual el fragmento de las Bodas Alquímicas citado antes se aplica tan
directamente a nuestra existencia presente.
La humanidad de hoy no es ciertamente ni más culpable, ni más enfermo, ni más
mutilado que antes. Al contrario, el hombre de hoy es generalmente más cultivado que antaño y
más inteligente. Sin embargo como ya hemos dicho, la humanidad está ante el muro, ella ha
llegado a un limite, el limite de lo que puede ser alcanzado en el espacio tridimensional. Y, detrás
de este limite, todo, literalmente todo, es fundamentalmente diferente.
El primer escalón evolutivo del hombre llega a su fin, en el período que corre hasta
nuestros días. La humanidad es reenviada a si misma y a sus responsabilidades. Por ello
encuentra tantas dificultades. Por ello actualmente el mundo nos parece tan espantoso. Y el fardo
sobre el cual la humanidad gime hoy y que, en muchos aspectos, es casi imposible de soportar,
no se aligerará más que cuando los hombres hayan comprendido y aceptado la naturaleza de su
responsabilidad.
En razón de la confusión, nacida de la incomprensión, reina por todas partes alrededor
de nosotros en el mundo, y ello en un gran numero de dominios, un desarrollo psíquico que
sobrepasa todo lo que ha existido en el pasado. Se busca una salida por todas direcciones.
Cegado por lo que es calificado de "ola de prosperidad", ola que ha invadido todos los países
llamados civilizados, el hombre tiende a asegurarse primeramente la seguridad material. Además,
persigue el progreso científico, y quiere sobretodo, gracias a las ciencias, maniobrar para salirse el
mismo del callejón sin salida. Las hipótesis científicas, de las cuales la mayor parte neglige o
ignora lo que es reconocido como humanamente admisible, se acumulan hasta formar esta
montaña, este muro, detrás del cual el hombre trata de disimularse, siendo presa como es de las
dificultades que se ciernen detrás de todo esto, conscientemente o no. El hombre se da entonces
aires de importancia, o ostenta inútilmente un ardor y una energía increíbles al trabajo; y muchos
se ilusionan en la esperanza de que el caos del momento no es más que la matriz de una grande y
noble renovación, donde el hombre, con sus poderosas capacidades técnicas, podrá al fin
construir un mundo enteramente nuevo, cuya civilización culminaría en unas alturas sin
precedentes.
En realidad, la humanidad está en una condición más crítica que nunca. A pesar de todas
sus proezas científicas, el hombre ha sido pesado y repesado, y encontrado definitivamente
demasiado ligero.
Que se nos comprenda bien: es la humanidad quien se coloca ella misma en la balanza,
quien se sobreestima en la creencia de que sus creaciones exteriores, o lo que ella toma por
creaciones, servirán finalmente de criterios cuando tenga lugar su proceso interior. Pues es
únicamente el proceso interior el que contará en el momento del futuro Juicio de la humanidad.
Volvamos una vez más a la situación de la que Cristian Rosacruz es testigo en el Templo
del Atrio, en medio de una muchedumbre cuya obstinación y autoestima exagerada le hace creer
que está preparada para entrar en un estado de vida superior. Más imprudente que nunca, la
humanidad muestra su desnudez en su vestido mancillado.
Por ello hacemos de nuevo la pregunta: hombres ¿donde vamos?.
¿De que brújula fiarse en el próximo futuro?
Los hombres ¿recuperarán a tiempo la razón? ¿Sabrán verdaderamente encontrar el
Único Camino que tiene una salida?
O bien, ¿Será necesario que la Fraternidad Universal de Cristo, la Gnosis universal,
intervenga en persona?

Por poco que reflexionemos en estas preguntas, constatamos en seguida que no tenemos ninguna
base de partida o casi ninguna. En efecto, cada individuo está sometido en su psiquis, de un
tiempo a otro, digamos para ser francos casi diariamente, a violentas perturbaciones, a intensas
conmociones. Sabéis que lo que uno encuentra bueno y quiere realizarlo, otro lo rechaza y lo
contesta.. La lucha y la inteligencia que lleva a la lucha, aumentan continuamente. Desde hace
mucho tiempo se ha descubierto que cuanto más afina su inteligencia el hombre, más peligroso
se vuelve. Así pues el hombre es, tanto en las cosas grandes como en las pequeñas, el enemigo
del hombre sea cual sea el traje ridículo que busque para disfrazar esta realidad, para satisfacer las
exigencias de la civilización. Místicamente, se conocen bien las palabras "Amaros los unos a los
otros", pero en la practica simplemente es un encogerse de hombros.
Dada la naturaleza egocéntrica del yo, fundamento de la lúgubre evolución de la que hace
prueba el mundo, los hombres son enemigos unos de otros y, como tales, han tomado la
costumbre de luchar y de buscar los medios cada vez más refinados para extender su dominio
unos sobre otros, si es posible de manera inofensiva.
¡En este momento disponemos en el mundo, de medios susceptibles, no tanto de
exterminar a poblaciones enteras- ello no sería humano- como de neutralizarlas psicológica-
mente! Tal será por otra parte el fin.
Se trata pues de preguntarnos si podemos y si queremos servir a la humanidad, como y
por que medios. Nosotros también, en tanto que Joven Gnosis de la Rosacruz actual, nos
esforzamos en recorrer un camino, con el fin de romper los obstáculos psíquicos de manera
radical, de manera que el centro del alma, el centro de la conciencia, en el santuario de la cabeza,
pueda sin cesar llenarse de las Fuerzas divinas. ¡ese es el Camino de nuestro aprendizaje! El
centro de la respiración debe ser activado por las fuerzas vivificantes y, gracias a este proceso de
salvación, el hombre pueda pasar a los actos verdaderamente liberadores, y escapar así de este
campo de existencia sometido a la muerte continua.
Queremos y debemos recorrer este Camino, en un sacrificio total, al servicio de todos los
que lo desean, conforme al gran mandamiento del Señor de toda Vida.

Nosotros, hombres, hemos caído en lo más profundo de la materialidad. Y ahora que hemos
alcanzado este nadir, que hemos llegado a una frontera, que nos encontramos ante un nuevo
momento crucial del desarrollo humano, debemos escaparnos por el camino de las alturas, un
camino que franquea la frontera y pasa al, lado donde todo es diferente y donde nada,
absolutamente nada, ni social, ni personalmente, puede ser comparado a la antiguo.
Muchos de los medios empleados antiguamente se han vuelto inutilizables o se están
volviendo. por ejemplo, la antigua mística en nuestros días ha perdido casi toda su fuerza. Bajo
este punto de vista, Dios como se le llama hoy, está bien muerto.
Se hablaba igualmente, antes, de la tríada que formaban la religión, el arte y la ciencia,
como de un elemento de base de nuestra civilización. Ahora bien esta tríada está también en vías
de desaparición. ¡Tan pronto estos tres se combaten a muerte, como se alían de vez en cuando!
Hacemos una vez más la pregunta: ¿Como invertir los obstáculos que nos impiden
franquear el muro fronterizo ante el cual nos encontramos?
¿Cual es el remedio supremo para todos nuestros males?

Sin ninguna duda estaréis de acuerdo con nosotros: el estado efectivo del mundo y de la
humanidad ofrece una imagen poco edificante. Tendríamos razones para acobardarnos.
Hay tan pocos talentos reales, hombres auténticos, y su pequeño numero no es ni
escuchado ni creído por la masa. No son creídos porque el estado psíquico de la humanidad se
degrada cada vez más y la influencia del antihombre se vuelve cada vez más fuerte. La humanidad
llega así al termino de su viaje hasta el nadir de la materialidad. Y como ya hemos dicho, el arte,
la ciencia y la religión, tal como las conocemos en el presente, no aportan ya ningún auxilio y no
abren ningún horizonte. Entonces ¿Cuales son las perspectivas que se ofrecen a la humanidad?.
Impotente y sin esperanza, ha llegado a un limite y pide realizarse por si misma. ¡Tarea
para la cual no está de ninguna manera preparada! Por ello preguntamos una vez más ¿Que
perspectiva se ofrece al hombre? ¿Donde está el medio supremo que permita franquear el limite,
tanto al exterior como al interior de nosotros?
La Joven Fraternidad Gnóstica responde entonces: hoy, el estado de impotencia en el que
se encuentra la humanidad, da la ocasión de una poderosa intervención mundial por parte de la
Séptuple Fraternidad crística del Mundo. Una intervención tan radical, tan fulminante y tan total
que el orden entero del mundo será cambiado por ella.
Veamos una vez más los hechos principales.
En primer lugar, hemos dicho, las fuerzas de la Luna se han retirado totalmente; Estos
Poderes, estos Ángeles de la Luna pertenecen a una corriente de vida que, bajo ciertos puntos de
vista, nos han precedido en la vía de la evolución pero que no forman parte de la corriente
humana. Su tarea, frente al hombre, era ayudarle en el camino que conducía al nadir de la
materialidad, de estar dispuesto a acompañarlo hasta el limite extremo del descenso total.
Ahora es un hecho realizado. Por ello la Séptuple Fraternidad del Mundo al servicio de la
Jerarquía crística, en Su Nombre y bajo Su Mandato, debe tomar entera y totalmente la iniciativa
de guiar a la humanidad. Que el período de transición nos de, al comienzo, el espectáculo de un
inmenso desarrollo o de una catástrofe inminente, ya lo hemos explicado. En efecto es evidente
que cuando un hombre es colocado ante el camino de la autorrealización, en el sentido de una
real elevación fuera de la materia, en el sentido de un viaje de regreso a la Patria Original, es muy
necesario que esté en estado de hacerlo. Y si hay obstáculos es necesario que los aleje. ¡Que hay
obstáculos, innumerables obstáculos, lo sabemos muy bien!
¡Que hay innumerables dificultades, lo experimentamos todos los días!
Y que, en el caos del momento, en este período de transición hacia lo que se anuncia
como ineluctable, se manifiestan turbaciones psíquicas en un numero muy grande, también lo
sabemos.
Sabemos igualmente que con las fuerzas y posibilidades de las que se ha servido la humanidad
hasta el presente, y continua sirviéndose, no tiene ninguna esperanza de salir de ello, ni la menor
posibilidad eventual de curar los males que amenazan con llevarnos al abismo. Esto es lo que los
hombres deben de aprender ahora. Aprender al precio de amargas experiencias y en total
sumisión a la cruel realidad.
"Quien no tenga ni la voluntad ni la capacidad de escuchar, deberá aprender por la
experiencia". Esta sentencia no se aplica únicamente a la educación de los niños y a la del
individuo, también es una ley de la evolución humana.
Los sufrimientos soportados, una vez llegados al limite, y esto es lo que vivimos en el
presente, hacen comprender profundamente que el orden del mundo, el orden de la humanidad
instaurado por el hombre es absolutamente falso, y resulta de un desarrollo aberrante, contrario
al orden cósmico, que el hombre niega totalmente.
Desde el punto de vista social, económico, científico y religioso, así como en todos los
dominios que tocan el desarrollo o el mantenimiento de la vida colectiva, la humanidad está
absolutamente en un punto muerto o pendiente de llegar a ello. Y la miseria psíquica del
momento, la nuestra como la de nuestros hermanos humanos, ni que decir tiene que marcha a la
par. Esta experiencia de primera mano, por la cual nuestra propia creación colectiva es llamada a
juzgarse a si misma, jamás ha sido hecha aún por la humanidad, que nosotros sepamos. Es
necesario que percibamos totalmente conscientes lo que esta experiencia debe enseñarnos y
experimentar y sufrir profundamente el sufrimiento de ello. Y cuando el hombre haya padecido
este inevitable sufrimiento y asimilado activamente sus lecciones, que el como y el por que
comiencen a iluminarse en su conciencia, descubrirá que ninguna sociedad comunista, socialista,
democrática, fascista, religiosa o atea tiene sentido; y que además ningún progreso es posible
sobre la base de la mentira o de la astucia, cuya practica se ha vuelto tan corriente en las
relaciones entre los hombres y los pueblos.
Entonces la Séptuple Fraternidad del Mundo tomará la iniciativa, con el fin de reorientar
la marcha del genero humano llegado al punto muerto, y liberar a la humanidad de su
aprisionamiento y de su enfermedad creciente.
¿Como, porque iniciativa?
Ciertamente no por medio de una llamada o de una acción sobre el plano internacional.
Aún menos por una gran ofensiva de la prensa o otros medios publicitarios. Ciertamente
tampoco abriendo templos, aquí o allí, aunque muchos guardaran su razón de ser,
evidentemente.
No, se trata de una iniciativa que tocará simultáneamente a la humanidad entera,
comprendiendo entre ellos a los más primitivos e incluso a los más criminales y más endurecidos
de los hombres. Una iniciativa que no podrá ser ignorada ni negada por nadie. Esta intervención ,
como mínimo, durará veinticuatro horas, en el dominio más sutil de la materia, es decir en la
atmósfera, de manera que los ojos de todos lo verán, que los oídos de todos lo escucharán y que
los órganos sensoriales al completo de los que está provisto el ser humano, reaccionarán a ello.
Una intervención de la Séptuple Fraternidad del Mundo que se dirige a todos los hombres y a
todas las razas. Será la obra común de todas las Fraternidades que forman parte de la Cadena
universal. Ello ira a la par con un enorme derramamiento de fuerza electromagnética, que
afectará todo el organismo humano y provocará una profunda reacción en todos los individuos.
Esta reacción en particular, instaurará en un cierto momento un preciso orden determinado en el
santuario de la cabeza de todos los hombres que muestren alguna semejanza con lo que nosotros
llamamos el Hombre-Alma-Espíritu.
En consecuencia los hombres dispondrán en ese momento de ciertos conocimientos de
primera mano y del uso del Tercer Ojo. La humanidad se volverá en ciertos momentos,
visionaria, y penetrará por así decirlo en el Plan de Dios para el mundo y la humanidad.
Comprenderá su tarea real y su misión y lo que ocurrirá si falta a ella.
No es difícil hacerse una idea de lo que será la reacción de la mayor parte de los hombres
frente a esta demostración de la Fraternidad Universal. En la Fuerza de radiación de esta
iluminación momentánea, que conocerá todo el ser humano, deberá llegar a decisiones radicales.
La demostración de la que hablamos tendrá lugar, necesariamente, tres veces, después de
lo cual quedará fuera de dudas que incluso los espíritus más groseros habrán comprendido los
que les queda a hacer o no hacer.
Así la puerta de la Vida nueva será abierta ampliamente. Pues sin duda comprenderéis
que no solamente la psiquis de algunos será regenerada, en la medida de lo posible, si no que en
el momento de esta experiencia y por ella, así como bajo la acción de la poderosa Fuerza de Luz,
tendrá lugar una purificación profunda de todos los seres humanos, de todas las esferas de vida.
A ello seguirá una conmoción de la sociedad tan considerable e impresionante que,
literalmente, nada de lo que existe actualmente se le podrá comparar. El camino de la humanidad
entera será dirigido según siete nuevas vías de desarrollo. El fenómeno concernirá a todas las
razas y no habrá ningún dominio en el que no tengan lugar profundos cambios.
El Alma-Espíritu descenderá, de tal manera que el hombre discernirá cada vez mejor
entre el bien y el mal, es decir entre lo que está conforme o no al Plan divino. Todas las sandeces
que corren en materia de religión caerán en desuso. La teología en tanto que ciencia
desaparecerá totalmente e, inútil es decirlo, muchas cosas cambiarán en otros dominios
científicos.
Tratar de representaros todo esto, por ejemplo, sobre el terreno de la moral, en el
dominio de las ciencias de la naturaleza y de sus objetivos, o en lo que concierne a la vida de las
grandes aglomeraciones urbanas y todo lo que se refiere a ello. En resumen, habrá una
revolución mundial general a la cual no escaparán más que algunos rincones de nuestro planeta.

Hablamos de estos acontecimientos lo más simplemente posible, con la intención de


prepararos para ello. Decimos pues que un proceso tendrá lugar, al cual la humanidad deberá
adaptarse, y que la tomará en su conjunto. Nuestra humanidad está en el presente
profundamente enferma. En todos sus aspectos ha alcanzado el chancro de la mentira, de la
ilusión y de la impostura, y roída por la grave enfermedad de sus múltiples especulaciones. ¡Que
inmensa bendición será cuando el conjunto de la humanidad sea arrastrada en el proceso de
curación psíquica! ¡ Desde hace ya mucho tiempo nos golpeamos en la frontera que nos es
asignada, con el fin de poder pasar! Bien, este pasaje nos será concedido. La humanidad entera
conocerá un estado de vida diferente. Y se pueden evaluar las consecuencias de ello. ¡Que
inmenso trabajo de reforma deberá entonces emprenderse en cada país y en cada pueblo! Pues
cada uno será puesto ante la tarea de realizar, armoniosa y progresivamente, el gran Plan divino
para el mundo y la humanidad por la autorrealización.
La Escuela Espiritual actual testimoniará entonces enteramente de su papel de Servidora
de la Fraternidad. En el nombre de la sublime Morada Sancti Spiritus, que es la suya, en el
nombre de su Séptuple Cuerpo Viviente, la Fraternidad de la Rosacruz no tolerará nada que no
este en armonía con el Gran Plan.
De la manera descrita, la humanidad conocerá una evolución cultural totalmente nueva,
en una línea verdaderamente ascendente. Todas las ilusiones psicológicas descritas en las Bodas
Alquímicas, en el Segundo Día, sueños de grandeza y de vanidad personal, serán rotas de manera
que cada uno encuentre, si ello es posible, alguna razón. Muchos caerán de su pedestal, pero al
mismo tiempo muchos descubrirán por primera vez todas las gracias con las que fueron
favorecidos en su existencia.
Así engrandecerán la Verdad y la Realidad. Los velos de la apariencia caerán. Unos
procesos que apuntan a todos, sin excepción, a transformar estructuralmente la naturaleza
humana de manera armoniosa se desarrollarán. Cuando el psiquismo de todos los hombres sea
conducido por nuevos caminos, cuando la luz se eleve gradualmente sobre ellos, el cuerpo de la
raza humana se volverá más sutil y la acción de las fuerzas de la gravedad cambiará, lo que
entrañará consecuencias inmensas.

La Escuela Espiritual actual, ha efectuado, en su estructura interior, modificaciones determinadas,


con el fin de prepararse, con sus alumnos, para este nuevo futuro. En tanto que Escuela de la
Rosacruz de Oro, cooperamos, en total entrega de nosotros mismos, con la Gran Fraternidad del
Mundo, pues se puede contar con nuestra parte, en lo que va a seguir, en un Amor al sacrificio
verdadero.
Por ello, todos los que podéis comprender la naturaleza autentica de esta llamada,
prepararos en la medida en que seáis capaces para ello. Consagraros enteramente al gran trabajo
de servicio de la humanidad, que necesita un numero importante de servidores y servidoras.

Nos dirigimos, en el presente, a todos los que se preparan totalmente conscientes para el
próximo futuro y se dan cuenta de los futuros acontecimientos. A todos los que poseen una
personalidad, animada por una conciencia orientada sobre el objetivo grandioso y magnifico que
está en la base de nuestro microcosmos, a fin de despertar de su sueño de muerte y de
comprometer en una vida nueva al último resto del Hombre original, enterrado en el corazón de
nuestro microcosmos como una semilla imperecedera.
Esta semilla imperecedera, en el corazón del microcosmos, hace decir a la Escritura
Santa: "El Reino de Dios está dentro de vosotros", si, ¡Dios mismo está dentro de nosotros; cosa
primordial, totalmente olvidada por el hombre de hoy! Por una enseñanza falsa desde hace siglos,
el hombre ha olvidado que no debe buscar el Reino de Dios fuera de si mismo. Es evidente que
si buscamos al exterior lo que está al interior, no lo encontraremos jamás, y nos alejaremos de
ello cada vez más. Consecuentemente caeremos mucho más rápido y más desesperadamente en
el poder del antihombre, que vive en cada uno de nosotros.

Llamamos Rosa, Rosa del corazón, al último resto del Hombre original, el principio crístico
presente en nosotros. Desde que la personalidad nace en el microcosmos, la Rosa del corazón
corresponde al corazón de esta personalidad y puede manifestarse en él, si las condiciones
necesarias son reunidas. La Rosa no forma parte de ninguna manera de nuestra personalidad, y
no puede ser definida desde el punto de vista psicológico. La Rosa es una parte orgánica de
nuestro microcosmos, ha estado siempre a la disposición de la personalidad dispuesta a aceptar
su alta y única vocación y a dar pruebas de ello por sus actos y su conducta. En este caso, decimos
que "La Rosa es atada a la Cruz", a la cruz de la personalidad. Ello significa que el hombre,
dinámicamente dirigido hacia la buena dirección, recibe en el santuario del corazón el Grano de
mostaza de la renovación y se vuelve un verdadero Rosacruz.
¿Pero que ocurre entonces?
Cuando un ser humano ha tomado la decisión de poner su persona y su vida al servicio
de la alta vocación a la cual Dios le llama, y se aproxima en total humildad al Camino, entra
entonces en contacto con el Campo de radiación de la Gnosis universal. Es un campo de
radiación sublime, de naturaleza cósmica, en el cual la semilla divina, el último resto del Hombre
original, puede prosperar y desarrollarse. La Semilla imperecedera está en la imposibilidad de
abrirse en el campo de la naturaleza dialéctica corrompida. Aquel que se agarra a ella, que
continua interesándose por ella y lleva toda su atención hacia ella, corre hacia el aniquilamiento,
en el camino de toda carne. Tal hombre no podrá jamás llamarse un Rosacruz, ni ser nunca, con
Cristian Rosacruz, un hermano de la Rosacruz Roja.
Todos precisamos de la luz del Sol gnóstico, cuando queremos recorrer el verdadero
camino de salvación, de la luz de ese Sol, de la fuerza de ese Sol, que brilla en el corazón de
nuestro planeta.
Pero, al mismo tiempo, el hombre que debe llevar a la luz la Simiente divina, que debe
ayudar y servir a la Rosa incesantemente, durante largos años, sigue siendo una personalidad que
depende totalmente de la naturaleza dialéctica. De este hombre se ha dicho: "La carne y la sangre
no pueden heredar el Reino de Dios, o sea, no pueden penetrar" Este hombre es quien debe
iniciar y llevar a buen fin la Gran Obra.
Sorprendente situación ¿verdad?
Tan sorprendente que quien penetra totalmente en su significado, se estremece de alegría
y gratitud.
El hombre que ata la Rosa a la Cruz, une temporalmente la dialéctica y la Gnosis, el
tiempo y la eternidad.
Esto es, ni que decir tiene, imposible según las leyes científicas de la naturaleza, un estado
insostenible. Ahora bien, la personalidad supera esta imposibilidad, entregándose totalmente al
servicio de la Rosa del corazón, a la Simiente imperecedera que está en ella. Se trata de una
entrega tan absoluta que quien la realiza, se prepara a morir la muerte alquímica de la entrega de
sí. Cumple la Palabra: "Quien quiera perder su vida por Mí, encontrará la Vida." Así pues, quien
se consagra a la Rosa, en total rendición del yo, llega a la transfiguración. Es una aniquilación
existencial y consciente en la endura absoluta. Es el proceso que han vivido tantas Fraternidades
del pasado.

El ser dialéctico que se consagra así a la Rosa inmortal del corazón, sabe que accede a un campo
de radiación que no es el suyo. Sabe que será consumido, existencialmente, en su totalidad. Se
consagra al Fuego, a la brasa de la purificación divina.
Comprenda el poderoso sentido, el profundo significado de los relatos antiguos que han
llegado hasta nosotros. Se trata de un prodigio: si consagramos nuestro ser mortal al Fuego
divino, ¡ese Fuego se vuelve, para nosotros, Vida!
El hombre dialéctico cuya naturaleza no cambia, sigue inexorablemente el camino de la
muerte. Y, un día, nada quedará de él.
Pero quien recorre el Camino de la endura, en una entrega total de sí mismo,
consagrándose totalmente al Hombre original que está en él, es asido alquímicamente por el
Fuego de su camino de cruz, disuelto y transformado en un Hombre nuevo, el Hombre que
surge de la Simiente imperecedera. Resucita bajo la forma del
"Otro". En él y por él, se realiza las verdaderas y completas Bodas Alquímicas, parecidas a las
descritas por Cristian Rosacruz. Su aniquilamiento voluntario, su endura, es "morir para vivir",
una resurrección en el Incorruptible. Al contrario de la muerte dialéctica, que conlleva
inevitablemente la destrucción de la naturaleza.
¿Quién es este Hombre nuevo que nos llama y nos hace señas desde el otro lado de la
frontera a la que hemos llegado ahora?
Es el Hombre-Alma, el viajero absoluto de la eternidad, en quien el Alma ha renacido.
El hombre dialéctico que acepta morir por la ofrenda de sí a la Simiente imperecedera, el
hombre que quiere volverse un verdadera Rosacruz, entra en la eternidad por las puertas de la
muerte voluntaria, gracias a la transfiguración alquímica. Usted sabe que hay mucho que decir a
este respecto; que deberá saber y soportar mucho antes de poder recorrer el camino de salvación,
el camino de la muerte en Jesús el Señor; que deberá seguir el Camino de cruz de las Rosas, una
sublime vía dolorosa. Pero sobre todo no flaquee, no interrumpa jamás su esfuerzo. De lo
contrario se perderá en toda clase de especulaciones y no sabrá jamás si sus esfuerzos son
suficientemente grandes. Y siempre será la víctima de multitud de fuegos fatuos, e incluso se
arriesgará a perder completamente su camino.
Pensemos, al respecto, en el lamento manifestado por Jesús el Señor: "¡Mi pueblo se
pierde por falta de conocimiento!"
Por ello, el candidato que quiere entregarse al camino de la Rosa, al camino del servicio
liberador, deberá seguir la vía séptuple descrita en detalle en las Bodas Alquímicas de Cristian
Rosacruz. Es el camino del renacimiento, del nuevo nacimiento del Hombre original, un camino
que atraviesa siempre el valle de la muerte. Un renacimiento implica una muerte, con el fin de
que algo diferente, más noble, más elevado y más sublime reciba la posibilidad de manifestarse.
Por esto ese camino se caracteriza, por un lado, por una alegría profunda y un desarrollo interior
nuevo y poderoso, por el otro, por un dolor y un sufrimiento relativos, durante cierto tiempo. Es
el sufrimiento del Fuego purificador que aniquila lo vil y lo impío, a fin de preparar el lugar para
el imperecedero, el puro y el inmaculado.
Todos los que ven la angustia y el sufrimiento de la humanidad actual y sienten la llamada
de la Gnosis en lo más profundo de su corazón, no pueden hacer otra cosa que decidirse a seguir
el séptuple Camino de la elevación y del servicio.
Numerosos son lo que, desde su más tierna infancia, tan aprendido a buscar el Reino de
Dios, el Reino de Cristo, fuera de ellos mismos, de forma que disipan todos los valores, todas las
fuerzas que poseen para establecer ese reino en sí mismos. Lo que debería fundarse en ellos, lo
proyectan fuera, como la imagen de un espejo deforme. Una imagen que no tiene vida ni
realidad y que es el fruto de la ilusión.
A todos éstos, dirige su llamada la Escuela Espiritual actual de la Gnosis, la Luz lanza su
llamada: "¡Vuelva al camino!" usted también puede vivificar el Principio divino que está en usted,
la Rosa del corazón que está situada en el santuario de su corazón. También en usted, la sangre
mágica de lo nuevo, puede realizar el milagro del nacimiento.
El camino que le indicamos, no lo busque fuera, allí donde hallará tan sólo ilusiones y
nubes, sino gírese al Reino de Dios que está dentro de usted. Abra la puerta del Mundo divino y,
por su perfecta ofrenda alquímica, libere al Hombre inmortal, el Hombre-Alma que está en su
corazón. ¡Con la Rosa del corazón posee la llave!"
!Podamos ir todos por delante del futuro gran cambio del mundo, por delante de la
Mañana de la realización!

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