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C R O N I C A S U R B A N A S z 19

Nue
Nuev v as tendencias de
par ticipación y mo
participación vilización
movilización
política indíg ena en el P
indígena erú
Perú
Ramón Pajuelo Teves
Instituto de Estudios Peruanos y
Centro Bartolomé de Las Casas

E
n las siguientes páginas alcanzo un de permitir contar con sugerentes elementos
conjunto de reflexiones dirigidas a de discusión acerca de la supuesta “anomalía”
mostrar, todavía de manera prelimi- o extrema peculiaridad de la experiencia pe-
nar, algunas tendencias recientes de ruana en el marco de revitalización étnica
movilización y participación política indígena actual de escala global.
que pueden observarse en el actual escenario
peruano. Dichas tendencias se manifiestan
como parte de un contexto más amplio de cam- El espejo de la movilización étnica
bio social y político a nivel nacional: el de ago-
tamiento de la situación de inmovilización Paralelamente a la acentuación de la
política y destrucción de tejidos sociales orga- globalización, durante las últimas décadas vie-
nizativos que se impuso con la hegemonía ne ocurriendo un intenso proceso de revitali-
neoliberal desde la década de 1990. Identificar zación étnica, el cual en diversos lugares del
y reflexionar en torno a dichos cambios recien- mundo ha dado lugar a la formación de movi-
tes, que apuntan hacia un claro incremento de mientos sociales indígenas. Por movimiento
la movilización y participación indígenas, pue- social puede entenderse un momento de con-
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flicto social en el cual nuevos actores emer- las de Ecuador y Bolivia en los Andes resultan
gentes, dotados de estructuras organizativas y sumamente ilustrativas al respecto. No por
discursos políticos propios, logran poner en casualidad en estos países se han conformado
cuestión los patrones de poder y dominación los movimientos indígenas más influyentes, al
vigentes en la sociedad. Los movimientos in- punto que han logrado cuestionar los regíme-
dígenas, en ese sentido, irrumpen en escena nes políticos imperantes (México, Guatemala)
con una agenda de transformación dotada de o acceder al control parcial o completo del po-
hondas connotaciones históricas: proponen der del Estado (Ecuador y Bolivia, respectiva-
cambiar los diseños hegemónicos de democra- mente). Pero también en países en los cuales
cia, ciudadanía y nación que brindan susten- la población indígena constituye una minoría
to a los Estados nacionales desde que éstos fue- viene ocurriendo un intenso proceso de movi-
ron creados, una vez disueltos los imperios lización étnica que ha dado origen a importan-
coloniales. Esto es válido, sobre todo, para aque- tes organizaciones y movimientos indígenas,
llos territorios con densas poblaciones indíge- como los que actualmente existen en Colom-
nas que tuvieron procesos tempranos de des- bia, Chile, Argentina y Venezuela.
colonización (siglo XIX), como es el caso de las Entre los rasgos más notables de este
antiguas colonias del imperio español. De allí proceso de movilización étnica se halla el he-
que en el escenario actual de países como cho de que los movimientos indígenas tienden
México, Ecuador o Bolivia, la principal propues- a transitar desde la esfera social hacia la are-
ta política de los movimientos indígenas sea la na política, convirtiéndose en nuevos actores
de conformar auténticos Estados plurinaciona- políticos. Se trata, sin embargo, país por país,
les. El proyecto plurinacional de los movimien- de una emergente fuerza política que no en-
tos indígenas confronta de manera directa la carna un proyecto de separatismo y ruptura de
vigencia de los legados coloniales que –a pe- la unidad nacional de los Estados, sino que
sar del fin del colonialismo– aún existen en el propone la reformulación democrática de los
seno de los Estados nacionales. En ese senti- sistemas de poder imperantes en un sentido
do, los movimientos indígenas emergen en plurinacional e intercultural. Esto diferencia a
contra de la persistencia de la colonialidad del los movimientos indígenas surgidos en Amé-
poder, como forma y mecanismo básico de or- rica Latina de aquellos fenómenos de reivin-
ganización del poder bajo las condiciones ac- dicación étnica y religiosa que, recientemen-
tuales de la fase de dominación capitalista que te, han desatado conflictos cruentos en otros
ha sido llamada como “globalización”.1 lugares del mundo.2
En este contexto de reformulación de las
condiciones de la dominación étnica, clara-
mente visible en América Latina, se ha men-
cionado repetidamente que la situación perua-
na puede ser catalogada como sumamente sin-
Los movimientos indígenas
gular o peculiar. A pesar de que el Perú alber-
proponen cambiar los diseños ga, en términos cuantitativos, la mayor canti-
hegemónicos de democracia, dad de población indígena entre los países de
la región andina, no ha sido escenario de la
ciudadanía y nación que brindan formación de un movimiento indígena de al-
sustento a los Estados nacionales cance nacional, como los existentes en Ecua-
dor y Bolivia, por ejemplo. ¿Cómo puede expli-
desde que éstos fueron creados. carse esta ausencia de un movimiento indíge-
na en el Perú? ¿Por qué la dominación étnica
no ha sido respondida mediante la constitución
de organizaciones indígenas articuladas nacio-
nalmente? El hecho de que Ecuador y Bolivia
Una de las grandes paradojas del período compartan vecindad territorial y una larga his-
actual de globalización consiste justamente en toria común con el Perú, además de tener tam-
que su acentuación ha generado nuevas con- bién porcentajes importantes de población in-
diciones históricas, las cuales están propician- dígena, otorga mayor peso a estas interrogan-
do el afloramiento de las identidades y etnici- tes y hace más sugestivo el enigma plantea-
dades locales, entre ellas las indígenas. Este do. Sin embargo, la pregunta por las razones
proceso, por razones que saltan a la vista, ha de la ausencia de un movimiento indígena en
alcanzado mayor intensidad en aquellas regio- el Perú resulta ser bastante engañosa pues
nes del planeta en las cuales aún existen parte del supuesto de que este país debería
importantes conglomerados de población indí- recorrer el mismo camino que sus vecinos. A
gena. Es el caso de Mesoamérica y los Andes, partir de allí resulta fácil caer en el error de
los núcleos más importantes de desarrollo ci- catalogar la experiencia peruana como una
vilizatorio prehispánico en el continente ame- anomalía o como evidencia de un atraso his-
ricano. Las experiencias recientes de países tórico de las luchas sociales indígenas, tal
como México y Guatemala en Mesoamérica y como hizo Xavier Albó en un influyente artí-
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culo al respecto (Albó 1991). En todo caso, re-


sulta más fructífero preguntarse, como propu-
so Carlos Iván Degregori (1993) al criticar la
postura de Albó, por aquello que realmente
existe en la experiencia histórica peruana y
que la hace tan peculiar. Centrar la mirada en
lo que hay y no tanto en lo que supuestamen-
te debería existir. Una mirada actual a las ten-
dencias de participación y movilización políti-
ca indígena visibles en la reciente escena
peruana, puede brindar elementos para avan-
zar en dicha tarea.

El problema de la identificación y
cuantificación
De entrada, vale la pena despejar algu-
nos influyentes equívocos en torno a la cues-
tión de la autoidentificación y cuantificación
de los indígenas. Un insistente discurso plan-
tea que en el Perú no existe una autoidentifi-
cación étnica debido a que los campesinos in-
dígenas prefieren evadir la estigmatización
como indios. Se plantea, por ejemplo, que se
opta por la autodefinición de campesinos, de-
jando atrás la reivindicación como indios o
como quechuas o aymaras. El correlato de este
razonamiento tan expandido en el Perú es que
los indios constituirían una ínfima minoría con
tendencia a desaparecer del todo. En un artí-
culo periodístico escrito a propósito del escán- Dicha indolencia estatal se expresa en la fal-
dalo suscitado en julio del 2006 porque un gru- ta de una real voluntad política para empren-
po de congresistas indígenas fueron impedidas der la cuantificación de la población indígena
de juramentar en quechua, se llega al absur- existente en el país. A diferencia de lo que
do de sugerir –como en tiempos decimonóni- viene ocurriendo en otros países, incluso en
cos– que el camino a seguir debe ser el de aquellos en los que los indígenas constituyen
hacerse ciudadanos a través del avance de la una minoría, en el Perú no se ha realizado un
castellanización; es decir, de la completa des- esfuerzo estadístico serio para contar con in-
aparición de la identidad étnica (Venturo formación actualizada sobre la compleja y
2006). múltiple dimensión de la realidad étnica del
De esa forma, se simplifica burdamente país. Por el contrario, el tema se deja de lado,
la compleja realidad de las relaciones interét- como ocurrió durante el último censo efectua-
nicas existentes en el país, al tiempo que se do el 2005, el cual no consideró muchas varia-
escamotea el tema de la cuantificación. Una bles, entre ellas la referida al idioma mater-
abultada masa de investigación antropológica no. De esa manera, la falta de voluntad políti-
acumulada durante al menos cuatro décadas ca deja en el limbo los problemas de carácter
permite ir más allá de los sentidos comunes teórico, técnico y metodológico asociados a la
respecto al tema de la autoidentificación. Lo tarea de contabilización de poblaciones étnica-
que se encuentra es que, efectivamente, en el mente diferenciadas, la cual simplemente no
Perú el término indio está cargado de una se quiere asumir. El caso de Bolivia muestra
fuerte connotación negativa debido a que dicha justamente la situación inversa: la decisión
denominación se halla vinculada a la condi- estatal para contar con información estadísti-
ción de pobre, siervo e ignorante. Pero, al mis- ca confiable sobre su realidad étnica, la cual
mo tiempo, se puede constatar que los campe- ha logrado superar los problemas de orden
sinos asumen y reivindican su condición de metodológico y teórico. El último censo reali-
quechuas y aymaras. No se trata, pues, de una zado en ese país incluyó tres preguntas para
situación en la cual la condición étnica se la estimación de la dimensión étnica, las cua-
encuentre ausente o haya sido reemplazada les han permitido efectuar análisis serios que
por la adscripción campesina. han logrado desbrozar el complejo problema de
En cuanto al asunto de la cuantificación, la magnitud y alcances de la diferencia étni-
lo que predomina en el Perú es la indolencia ca (Albó y Molina 2006).
del Estado respecto a la existencia de un por- En el Perú, la información más confiable
centaje de población culturalmente diferente. para cuantificar a la población indígena provie-
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ne del censo de 1993 y de recientes encues- cuales vieron completamente anulada su ca-
tas como la Encuesta Nacional de Hogares pacidad de convocatoria y de generación de
(ENAHO). El mencionado censo fue el último en acciones colectivas de protesta.
el cual se preguntó por el idioma materno, Todo un ciclo de la política peruana que-
hecho que brinda información pero que al mis- dó atrás, al tiempo que se operaba una verda-
mo tiempo revela las insuficiencias e incohe- dera transformación estructural en la sociedad
rencias de utilizar dicho criterio únicamente. debido a la aplicación exitosa del modelo de
Ese año, aproximadamente el 20% del total de desarrollo que Efraín Gonzáles de Olarte (1998)
peruanos declaró tener alguna lengua mater- bautizó como “neoliberalismo a la peruana”.
na indígena (quechua, aymara o lenguas ama- Cada uno de los sectores sociales constituidos
zónicas). A partir de ese dato, con base en el en el país en el contexto previo de moderniza-
criterio lingüístico, resulta fácil concluir que ción iniciada desde mediados del siglo XX, fue
un máximo de 20% de la población peruana transformado por el avance de la neoliberali-
podría ser considerada indígena. Otros instru- zación. La clase obrera industrial prácticamen-
mentos más recientes y ambiciosos, como la te desapareció de escena o fue drásticamente
ENAHO 2001-IV, demuestran la insuficiencia afectada y controlada (fue el caso de los traba-
de los datos estadísticos disponibles y la nece- jadores mineros). Asimismo, se redujo drásti-
sidad de contar con esfuerzos de medición más camente el empleo estatal, en tanto que las
pertinentes en los próximos censos. Con base clases medias y los sectores populares urbanos
en los resultados de dicha encuesta, Carolina fueron severamente pauperizados. El campesi-
Trivelli (2005) ha realizado un importante es- nado en su conjunto fue reducido a una con-
tudio en el cual demuestra que entre un 25% dición marginal en términos económicos y
y 48% del total de los hogares peruanos pue- políticos, sufriendo las peores consecuencias
den ser considerados indígenas. Dicho hallaz- sus capas más pobres, mayoritariamente in-
go, en cierta medida, resulta ser sorprenden- dígenas. Al mismo tiempo, como producto de la
te pues amplía de manera considerable el peso dinamización mercantil vinculada a la neoli-
estadístico de la población indígena en el Perú. beralización, en cada uno de los sectores so-
Al mismo tiempo, se trata de una medición ciales se conformaron nuevas capas que ascen-
más exhaustiva que la censal, pues la ENAHO dieron socialmente. Estos sectores “exitosos”
consideró un planteamiento metodológico bas- beneficiados por la transformación neoliberal
tante más complejo que el del censo para me- –una nueva clase media acomodada, inclusi-
dir el origen étnico. Se trata, sin embargo, de
un instrumento referido estrictamente a los
hogares.
Los resultados de la ENAHO dejan en cla-
ro dos cosas. En primer lugar, que tenemos
una lamentable carencia de información esta-
dística, aún más evidente debido a que el uso
exclusivo del criterio lingüístico en los censos
nacionales genera una distorsión que reduce
significativamente el margen real de la pobla-
ción indígena. En segundo lugar, que se re-
quiere un cambio de actitud en el Estado a fin
de que los próximos censos incorporen el obje-
tivo de medir la dimensión étnica de manera
más exhaustiva.

Nuevos escenarios de movilización


En términos generales, lo que se obser-
va en el actual escenario peruano es una cla-
ra tendencia a la transformación de la situa-
ción de desarticulación social y política que a
lo largo de la década de 1990 se expresó en el
eclipse de la conflictividad social. De la mano
de la imposición autoritaria de la hegemonía
neoliberal, a lo largo de esa década se vivió una
profunda destrucción de los tejidos sociales, la
cual se expresó en el bloqueo de la posibilidad
de representación política de intereses socia-
les. Esto afectó sobre todo a los sectores popu-
lares y se dejó notar en el declive de las diver-
sas organizaciones sociales y políticas, las
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ve ciertas capas emergentes entre los secto- sicos, se ha registrado una serie de desbordes
res populares urbanos, entre otros– tuvieron un similares pero con distintas demandas, los
efecto de demostración que ocultó el fracaso del cuales han generado víctimas fatales y cente-
modelo neoliberal en la reducción de la pobre- nas de heridos (Puno, Ayacucho, Cajamarca,
za y la generación de desarrollo. Desde el go- Ancash, Pucallpa, Abancay, Andahuaylas, en-
bierno, los medios de comunicación e incluso tre otros casos). Los principales actores de es-
sectores intelectuales ganados por el sentido tos desbordes resultan ser jóvenes de ascen-
común neoliberal, tan fuerte en el caso de dencia urbano-popular desempleados o subem-
Perú debido a que en la década de 1990 las pleados, claramente marginados de los bene-
reformas neoliberales fueron vistas por parte ficios del crecimiento económico, así como es-
de la población como una solución a la violen- tudiantes y trabajadores. Otra vertiente de
cia y la hiperinflación, se ha presentado insis- movilización es la que se articula en torno a
tentemente el ascenso social de estos secto- demandas regionales frente al Estado, que in-
res como una muestra del éxito del conjunto cluso han generado conflictos entre regiones
del modelo. Sin embargo, la información dis- por la administración de recursos (agua) o por
ponible acerca de pobreza y desarrollo mues- problemas de límites. Liderando estas protes-
tra una situación nada alentadora, pues el tas, se reactivan viejas organizaciones (como
crecimiento macroeconómico sostenido no re- en Arequipa) o surgen otras plataformas orgá-
sulta capaz de disminuir significativamente la nicas regionales y nuevos liderazgos.
pobreza y generar una tendencia estable ha- Los escenarios rurales, y especialmente
cia el desarrollo del conjunto del país. las comunidades campesinas (de población pre-
dominantemente indígena), no se encuentran
al margen de estas tendencias de moviliza-
ción. Los conflictos entre comunidades y em-
presas mineras han alcanzado tal magnitud
Un insistente discurso plantea que resulta incomprensible la tozudez guber-
que en el Perú no existe una namental para continuar privilegiando al sec-
tor empresarial minero transnacional, sin
autoidentificación étnica debido duda alguna uno de los principales beneficia-
a que los campesinos indígenas dos del orden neoliberal. Las comunidades han
respondido con la conformación de una orga-
prefieren evadir la nización nacional que actualmente agrupa a
estigmatización como indios. más de un millar de comunidades afectadas por
la expansión minera. Esta organización, deno-
minada Coordinadora Nacional de Comunida-
des Afectadas por la Minería (CONACAMI), se
ha convertido en una auténtica piedra en el
Una vez recuperado el régimen democrá- zapato de las empresas mineras, al punto de
tico luego de la caída del fujimorismo, no cam- que ha logrado oponerse exitosamente a varios
bió el orden de cosas en lo que al manejo eco- intentos de explotación minera que ponían en
nómico se refiere. Los tres gobiernos siguien- riesgo la agricultura o recursos naturales (ca-
tes –el de Paniagua, el de Toledo y el actual de sos de Tambogrande y cerro Quilish). Como
García– simplemente mantuvieron el modelo producto de sus luchas, actualmente los diri-
económico heredado. Sin embargo, a partir del gentes nacionales y regionales de CONACAMI
gobierno de Toledo comenzó a hacerse visible enfrentan más de 500 juicios interpuestos por
el inicio de un ciclo nuevo de protestas y mo- el Estado y las empresas mineras. Su accionar,
vilizaciones sociales que desde entonces no ha sin embargo, se ha ido ampliando pues su pla-
dejado de manifestarse. La escandalosa brecha taforma actual plantea que no se trata sola-
existente entre crecimiento y desarrollo pare- mente de oponerse a los daños producidos por
ce reflejarse en un nuevo escenario de movi- las empresas mineras, sino de generar un
lización y protesta social. Resulta paradójico, modelo de desarrollo basado en otros sectores
en este contexto, que algunas reformas ambi- productivos, tales como la agricultura de pun-
ciosas, tales como la descentralización y el ta y la industria responsable. Al mismo tiem-
impulso a la participación, se hayan estrella- po, han desarrollado un discurso de reivindi-
do con un contexto de creciente movilización cación de la identidad cultural indígena de las
social y con la aparición de nuevas violencias comunidades afectadas por la minería.
que han desbordado los lineamientos institu- La disputa en torno al control de los re-
cionales y las mínimas reglas de juego políti- cursos naturales no incluye solamente la ex-
co democrático. Algunas tendencias de conflic- pansión de las actividades mineras, sino tam-
tividad resultan especialmente visibles, entre bién otros recursos, tales como las aguas, los
ellas las de tipo urbano, regional o rural-comu- bosques y la biodiversidad. No son pocos los
nitario. conflictos ocurridos en áreas andinas y ama-
Desde la protesta ocurrida en Arequipa zónicas por el control de territorios y recursos
en rechazo a la privatización de servicios bá- naturales. La creciente conflictividad en terri-
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tes más activos al sector campesino-indígena,.


La pulverización de la representación política
organizada en torno a partidos y organizacio-
La Coordinadora Nacional de nes de alcance nacional, que tuvo vigencia
Comunidades Afectadas por la hasta la década de 1980, ha dejado espacios de
política local sembrados de conflictos e intere-
Minería (CONACAMI) se ha ses particulares. El acceso a las alcaldías, re-
convertido en una auténtica gidurías y otros puestos públicos es visto como
un negocio, sobre todo en un contexto de agu-
piedra en el zapato de las dización de la pobreza local e incremento sos-
empresas mineras, al punto de tenido de los recursos municipales. De esa
manera, las autoridades locales son elegidas
que ha logrado oponerse
sin contar con la suficiente legitimación polí-
exitosamente a varios intentos tica para llevar adelante gestiones municipa-
de explotación minera que les con un mínimo de estabilidad. En muchos
lugares, al poco tiempo de iniciadas las nue-
ponían en riesgo la agricultura vas gestiones, los grupos de interés que resul-
o recursos naturales. taron perdedores en las elecciones se convier-
ten en sectores de oposición que organizan
procesos de revocatoria o encabezan moviliza-
ciones locales en contra de los alcaldes.
A esto se suman los problemas de gestión
torios indígenas amazónicos se halla envuel- de las municipalidades, en las cuales muchas
ta en gran medida en la bruma de la desinfor- veces campean la ineficiencia y la corrupción.
mación y la distancia física respecto a los cen- Este proceso atraviesa el conjunto del territo-
tros urbanos. Sin embargo, otros conflictos, rio nacional, pero tiene mayor profundidad en
tales como la movilización de los uros del lago localidades pobres y mayoritariamente indíge-
Titicaca, se conocen mejor. La comunidad de nas, justamente debido a la situación de ex-
los uros ha rechazado la gestión estatal de los trema pobreza, pero también a la tradicional
recursos del lago (totora y pesca de especies importancia de los conflictos particulares en
como el suri, pejerrey y suche), exigiendo el sociedades campesinas. No resulta casual que
reconocimento de sus derechos como comuni- entre las regiones con la mayor cantidad de
dad indígena de acuerdo al Convenio 169. Han conflictos locales, Puno ocupe el primer lugar
desarrollado movilizaciones tanto en la ciudad (casos de Ilave, Tilali, Quelluyo, Unicachi,
de Puno como en la propia bahía del lago usan- Azángaro, entre muchos otros). Se trata de una
do para ello sus embarcaciones de totora. Asi- de las regiones más pobres y más indígenas
mismo, han nombrado una autoridad indígena del país, pero, al mismo tiempo, se trata de un
tradicional que se ha incorporado a la estruc- área que en las últimas décadas ha sido esce-
tura comunal reconocida por el Estado. No se nario de una acelerada modernización que ha
trata, sin embargo, de una movilización atávi- transformado completamente los patrones tra-
ca: los mismos comuneros que ahora reivin- dicionales de organización socioeconómica
dican explícitamente su origen milenario y su (predominio del comercio, incluyendo activida-
condición indígena, han creado un barrio ur- des ilegales como el contrabando y narcotráfi-
bano (un centro poblado menor) y aspiran a que co) e incluso los rasgos de poblamiento (cre-
sus hijos accedan a niveles educativos altos. ciente urbanización en el campo). En este
Sin embargo, son conscientes de que el acce- marco, dinamizado por una modernización que
so a la educación y a la vida en la ciudad no se ha hecho más excluyente en el contexto de
necesariamente debe implicar una renuncia la neoliberalización, el estancamiento de la
de su pertenencia tradicional a la comunidad. agricultura tradicional y la agudización de la
Otro de los escenarios crecientes de extrema pobreza resultan ser un caldo de cul-
movilización es el que tiene que ver con las tivo para las protestas locales.
demandas campesinas, canalizadas principal- Este proceso de movilización en contra de
mente por las comunidades y gremios agrarios autoridades locales muchas veces viene acom-
locales que se reconstruyen tímidamente en pañado (y esto es una auténtica novedad en la
pos de la transformación de las condiciones política peruana) por el desarrollo de discursos
actuales de mercado, que hacen insostenible de confrontación con tintes étnicos. El caso
la actividad agrícola. El caso de Andahuaylas más representativo al respecto es el de Ilave.
resulta suficientemente ilustrativo al respec- En esta provincia, la pérdida de legitimidad de
to. la gestión municipal iniciada el 2003 culminó
También se desarrolla en escenarios con una movilización de las comunidades in-
locales un importante proceso de movilización dígenas aymaras, las que tomaron durante
en torno a los problemas de legitimidad de las semanas la ciudad exigiendo la renuncia del
autoridades políticas (especialmente los alcal- alcalde Cirilo Robles Callomamani, quien se
des). Este proceso tiene entre sus componen- aferró al cargo hasta ser brutalmente asesina-
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do por una turba el 27 de abril del 2004. En El debate en torno a las razones de este
medio del conflicto entre los campesinos indí- nuevo escenario de movilización social, que
genas y el Estado, que se prolongó durante incluye a los campesinos indígenas, recién
varios meses en los cuales hubo un vacío de comienza. Una de las tesis al respecto es que
poder local, apareció un discurso de reivindi- se trataría de un reclamo por la ampliación de
cación de la “nación aymara” que en los años los beneficios del crecimiento económico. Pero
posteriores ha ido ganando amplia audiencia también resulta posible sugerir pistas más
entre los campesinos, en tanto se ha comen- sugestivas. Lo que parece estar pasando en el
zado a reivindicar símbolos como la wiphala o país es una lenta reconstitución de tejidos
bandera del arco iris. Actualmente, es muy sociales y políticos que comienza a canalizar
común hallar en la zona discursos en torno a de cierta forma –aún inorgánica políticamen-
la vigencia de la nación aymara e incluso se te y sin plataformas organizativas coherentes–
ha conformado una Asociación de Municipali- el amplio descontento existente. Este descon-
dades Aymaras que tiene entre su principal tento no proviene tanto de una clara concien-
promotor al alcalde de Ilave. cia respecto a que el Perú muestra altas ta-
Pero no sólo el campesinado comunero sas de crecimiento que sin embargo no “cho-
se halla de vuelta, sino también otros secto- rrean” en beneficios concretos al conjunto de
res bastante significativos y que tienen detrás la población, cuanto de la experiencia cotidia-
una larga historia de luchas, tales como los na de lucha por la subsistencia. Se trata de un
obreros (especialmente mineros y tímidamen- descontento generalizado, pero que aún no lo-
te los de las ramas industrial y comercial) o los gra ser canalizado por organizaciones, lideraz-
empleados estatales (maestros, médicos, enfer- gos e ideologías coherentes. Aún continúa vi-
meras, administrativos sobre todo). Aun lenta- gente, en ese sentido, la ausencia de represen-
mente comienza a alzar cabeza un nuevo sin- tación política. De aquí resulta mucha de la
dicalismo que, como en el caso del SUTEP, es violencia exacerbada de las protestas, pues allí
escenario de una disputa abierta entre ver- donde se desatan, muchas resultan incontro-
tientes tradicionales de la izquierda suma- ladas, convirtiéndose en auténticos desbordes.
mente desgastadas (Patria Roja) y nuevos sec-
tores radicales extremistas y claramente vio-
lentistas (como el liderado por Robert Huayna- Nuevas tendencias de participación
laya). política indígena
En cuanto a la situación de la participa-
ción política indígena, lo que se puede encon-
trar en el actual escenario peruano es un ac-
tivo proceso de cambios, reflejado en el incre-
mento de la participación. En una publicación
anterior, he desarrollado un amplio análisis de
las tendencias hacia el incremento de la par-
ticipación política en el país (véase Pajuelo
2006), por ello en los siguientes párrafos ape-
nas esbozaré las líneas más sobresalientes de
este proceso.
En primer lugar, debe destacarse la ex-
periencia de la Coordinadora de Pueblos Indí-
genas del Perú (COPPIP). Se trata del intento
más ambicioso ocurrido en el país dirigido a la
conformación de una organización indígena de
alcance nacional. Los antecedentes de esta
organización se remiten al año 1997, cuando
se reunieron en el Cusco diversas organizacio-
nes indígenas y campesinas que conformaron
la COPPIP, inicialmente denominada Confe-
rencia Permanente de Pueblos Indígenas del
Perú. Entre las organizaciones asistentes es-
tuvieron la Confederación Campesina del Perú
(CCP), la Confederación Nacional Agraria
(CNA), la Asociación Interétnica de Desarrollo
de la Selva Peruana (AIDESEP) y la Coordina-
dora de Nacionalidades Amazónicas del Perú
(CONAP). Posteriormente se sumaron otras
organizaciones como la CONACAMI, que se
había constituido en 1999. En el segundo con-
greso de la COPPIP, realizado en Lima el año
26 z C R O N I C A S U R B A N A S

2001, surgieron sin embargo serias discrepan-


cias entre dos vertientes en la organización.
Una de ellas, seducida por las promesas hechas
por Eliane Karp en dicho congreso, decidió
aliarse políticamente con el gobierno, legiti-
mando de esa forma las acciones desarrolladas
desde el despacho de la primera dama. La for-
mación de una instancia estatal dirigida al
manejo de planes y proyectos para los pueblos
indígenas fue el mayor logro del régimen de
Toledo. Sin embargo, los problemas de corrup-
ción y falta de capacidad de gestión termina-
ron por deslegitimar a la instancia creada con
tal finalidad, la Comisión Nacional de Pueblos
Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (CONAPA),
arrastrando en dicho fracaso a las organizacio-
nes aliadas al gobierno.
La otra vertiente, que conservó el mane-
jo de la COPPIP, fue liderada por una alianza
entre AIDESEP y CONACAMI y mantuvo una
actitud expectante frente a las políticas estata-
les del toledismo, mostrando una actitud críti-
ca y proponiendo la formación de una instan-
cia autónoma de las organizaciones. En tal sen-
tido, la COPPIP dio impulso a un proceso de ar-
ticulación indígena que tuvo su punto más alto
con la realización de un I Congreso en Huan-
cavelica a fines del 2004. Luego del fracaso de
la CONAPA, ésta fue reemplazada por una nue-
va instancia estatal que respondía a las exi-
gencias de la COPPIP, el Instituto Nacional de
Desarrollo de Pueblos Indígenas, Amazónicos y
Afroperuanos (INDEPA), con rango ministerial,
autonomía administrativa y representación di-
recta de las organizaciones. El actual gobierno Todo esto, por ejemplo, puede observarse en la
aprista, sin embargo, disolvió esta instancia, provincia de Huanta, la cual tuvo la mayor
que ha pasado a ser una dependencia minús- cantidad de víctimas mortales durante la dé-
cula del Ministerio de la Mujer y Desarrollo cada de los ochenta. Como consecuencia de es-
Social (MIMDES). Esta decisión echa por los tos cambios en la relación entre los ámbitos
suelos los avances de política indígena estatal rurales y urbanos, actualmente la población in-
de los últimos años, dejando a la COPPIP sin un dígena rural no solamente participa de mane-
interlocutor efectivo en el Estado. ra masiva en las elecciones, sino que su voto
Uno de los más importantes avances de constituye el factor que decide los resultados.
participación política indígena ha ocurrido en Esto ocurre en Huanta, pero también en otros
el plano electoral. Desde que fuera reconocido lugares que no fueron afectados por la violen-
el voto de los analfabetos (la gran mayoría de cia, como la provincia de Ilave.
ellos indígenas) se ha ido incrementando la Paralelamente al afianzamiento de la
participación electoral indígena, aunque a lo importancia del voto rural indígena, se han ido
largo de la década de 1980 se dio una severa desarrollando nuevos liderazgos surgidos de los
retracción de ese proceso en amplios espacios espacios comunitarios. En Huanta, por ejem-
territoriales afectados por la violencia política. plo, a partir de la expansión de centros pobla-
Posteriormente, sin embargo, en regiones dos menores que se han convertido en una
como Ayacucho, Apurímac y Huancavelica, nueva plataforma de política rural, han surgi-
entre otras, se ha expandido el acceso de los do muchos líderes que han asumido las alcal-
campesinos a los documentos de identidad días y regidurías de las municipalidades. Pos-
personal, lo cual los habilita para el ejercicio teriormente, estos líderes han logrado saltar
del voto. También se han repoblado las zonas hacia los escenarios distritales y provinciales,
rurales que habían sido abandonadas por la convirtiéndose en varios casos en flamantes
población campesina en su huida del terror alcaldes o regidores indígenas. Se viene afian-
impuesto por Sendero Luminoso y la represión zando, de esa forma, una tendencia al incre-
estatal. Al mismo tiempo, se ha incrementa- mento de la participación indígena en la polí-
do el nivel de acceso a medios de información tica local que ya se daba desde la década del
en las zonas rurales más inhóspitas, al tiem- ochenta, pero que fue seriamente afectada por
po que han mejorado las vías de comunicación. la violencia política.
C R O N I C A S U R B A N A S z 27

Otra novedad ligada a la participación po- Finalmente, cabe destacar el hecho de


lítica electoral tiene que ver con el surgimien- que a partir del retorno democrático han resul-
to de lo que podríamos denominar como una tado elegidos parlamentarios que han comen-
política de identidad local basada en la recupe- zado a reivindicar su pertenencia étnica. Aun-
ración de referentes culturales. Las últimas que en el Perú todavía no se cuenta con un
elecciones regionales y municipales muestran mecanismo claro de representación étnica en
claramente el surgimiento de una serie de el parlamento, esto constituye una novedad
movimientos políticos que reivindican identi- que significa un avance pero no se halla libre
dades, realizando una suerte de politización de de contradicciones y problemas. El caso de
la identidad. Agrupaciones tales como el Movi- Paulina Arpasi resulta ejemplar al respecto.
miento Llapanchik de Andahuaylas o Integra- Más alentadora, sin embargo, resulta la parti-
ción Ayllu del Cusco incorporan en sus discur- cipación en el presente Congreso de las parla-
sos la reivindicación de la identidad étnica lo- mentarias quechuas cusqueñas Hilaria Supa
cal, obteniendo de esa manera el respaldo de y María Sumire, las cuales han reivindicado
los comuneros indígenas. Muchas veces, orga- el uso de su idioma materno para la función
nizaciones de este tipo logran postular exitosa- parlamentaria a diferencia de lo que ocurría en
mente a candidatos indígenas. También se ob- el Congreso en décadas anteriores, en que los
serva el caso de sectores mistis –es decir, po- parlamentarios de origen indígena optaban por
derosos locales no indígenas o descendientes ocultar su condición y silenciar su idioma.
de los antiguos señores– que se apropian de las
banderas de reivindicación étnica o desarrollan
discursos que instrumentalizan burdamente Final
los elementos de reivindicación cultural y te-
rritorial (tal el caso de Lircay en Huancaveli- En conclusión, cabe destacar que el Perú
ca, de diversos movimientos regionales y tam- no se halla al margen de los cambios que, a
bién de las acciones protagonizadas por los her- nivel global, han generado una politización
manos Antauro y Ollanta Humala). creciente de la cultura y la etnicidad. En tal
El caso de los valles cocaleros requiere sentido, no resulta sostenible la idea de que el
ser objeto de una observación cuidadosa. Lo que Perú constituye un caso de anomalía o retra-
parece estar ocurriendo en el Perú es la ten- so respecto a los demás países de la región
dencia a la conformación de un movimiento andina. Simplemente se trata de un caso en
nacional cocalero, el cual tiene entre sus com- el cual los procesos de movilización étnica
ponentes la reivindicación explícita del signi- adoptan rasgos e intensidades diferentes. La
ficado cultural de la hoja de coca. En las loca- explicación de esta diferencia y de las carac-
lidades cocaleras, se asiste asimismo a un terísticas particulares que adopta la conflicti-
proceso de base que podríamos describir como vidad étnica en el Perú, tanto por razones his-
una auténtica etnogénesis local: los campesi- tóricas estructurales como inmediatas, sigue
nos cocaleros redescubren sus orígenes cultu- constituyendo una agenda pendiente de las
rales y han pasado a asumirlos al tiempo que ciencias sociales.
encuentran elementos de cohesión política y Aunque no se aprecia en la experiencia
social que se articulan a la defensa de la hoja peruana la constitución de un movimiento
de coca. El intento de conformación de una nacional indígena, sí puede notarse que exis-
instancia nacional cocalera, la Confederación ten mayores niveles de movilización y partici-
Nacional de Productores Cocaleros (CONPAAC), pación indígena en la política nacional. Estas
fue un avance significativo al respecto. A pe- tendencias vienen aparejadas de las transfor-
sar de que tuvo serios divisionismos, no se maciones del conjunto del sistema político pe-
descarta que en el futuro próximo los diversos ruano y muchas veces se hallan inmersas en
valles cocaleros logren conformar una organi- nuevos conflictos que terminan en escenarios
zación nacional representativa. de violencia abierta. Estos cambios recientes
en la movilización y participación indígena for-
man parte de un proceso de transformación
más amplio en la política peruana: la recons-
titución de tejidos e intereses sociales que,
Actualmente la población lentamente, comienzan a ser canalizados po-
líticamente, tanto dentro como fuera del ám-
indígena rural no solamente bito electoral. En este contexto, de por sí com-
participa de manera masiva en plejo y conflictivo, el gran déficit persistente en
el escenario peruano es la falta de represen-
las elecciones, sino que su voto tación política. Estamos inmersos en una si-
constituye el factor que decide tuación de creciente irrupción del desconten-
to generalizado, que incluye también a los sec-
los resultados.
tores indígenas, pero que aún no tiene cana-
les efectivos de representación política demo-
crática.
28 z C R O N I C A S U R B A N A S

Notas Referencias

1 Al respecto, en torno a las relaciones en- ALBO, Xavier


tre cultura y colonialidad, véase Quijano 1 9 9 1 “El retorno del indio”. En Revista Andina,
(1999). Año 9, Nº 18. Cusco: Centro Bartolomé de
las Casas.
2 Esa es una de las principales tesis de un
libro reciente sobre las luchas políticas in- ALBO, Xavier y MOLIN, Ramiro
dígenas en Perú, Ecuador y Bolivia (Pajue- 2 0 0 6 Gama étnica y lingüística de la pobla-
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