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La cognición es aquella facultad que se relaciona con todos los procesos mentales: pensar,

hablar, imaginar, crear, tomar decisiones, etc. Todos tenemos esta capacidad sin excepción, y
se va a ir desarrollando desde la infancia a base de estimulación, la que principalmente se da
por el medio ambiente y el entorno, vale decir la familia y la sociedad en general. Pero a pesar
de que parece ser una habilidad ilimitada y que se puede aprender infinitamente, no es el todo
así.

La edad es un factor determinante en la disminución de las funciones cognitivas. Esto


es posible determinarlo a través de mecanismos de envejecimiento cognitivo, en los
cuales se compara el rendimiento de la cognición en diferentes edades a través de
distintas pruebas que se hacen a individuos (Salthouse en Park, 1991).

Existen 4 mecanismos fundamentales que evalúan distintas competencias en personas


de entre 25 a 75 años:

. la velocidad con que se procesa la información: los estudios ponen al descubierto que
las personas mayores al realizar tareas como juicios perceptivos, razonamiento y
memoria operativa, las efectúan de manera más lenta a medida que aumenta la edad.
La hipótesis propuesta por el autor, plantea que se van perdiendo productos mentales de
los que se disponían en la juventud, lo que impide que se realicen estos procesos de
manera satisfactoria.

. el funcionamiento de la memoria operativa o de trabajo: (es posible definirla como la


cantidad de recursos que se disponen en un momento determinado para procesar
información, lo que se traduce en almacenamiento, recuperación y transformación de la
información). Esta memoria es la que se relaciona con los recuerdos, y es otro elemento
que se ve afectado con la edad. Los problemas que se van generando alteran
principalmente la fase de recuperación de la información, ya que se pueden seguir
almacenando memorias pero es más difícil extraerlas y el proceso toma más tiempo del
habitual o simplemente no se concreta. Pero este defecto en la recuperación de la
información se produce en los recuerdos más recientes en la vida del individuo, lo que
quiere decir que probablemente recuerde bastante bien vivencias de niñez o
adolescencia y no le tome ningún esfuerzo la fase de recuperación, y no así vivencias
actuales (Baddeley en Park, 1986).

. la función inhibitoria: el mecanismo de inhibición permite la concentración, para


lograrlo inhabilita los posibles distractores que interfieran en la atención. n y

. el funcionamiento sensorial: las funciones sensoriales obtienen la información del


entorno, lo que es esencial para generar nuevos recuerdos, relacionar conceptos, y otras
facultades mentales.

Con la edad ambos mecanismos se ven afectados negativamente, en el caso de la


inhibición, la atención es más difícil de focalizar y en cuanto a funciones sensoriales
como la audición o la visión se desgastan haciendo más difícil el proceso de recepción
de la información.


VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO

La velocidad de procesamiento es una medida de la eficiencia o competencia cognitivas.

Implica la habilidad para realizar de manera automática y fluida tareas relativamente fáciles y
que han sido sobreaprendidas; se pide la realización de tareas simples que requieren atención
y concentración y prácticamente ningún procesamiento cognitivo de alto nivel, se mide
entonces la rapidez para procesar información de manera automática. Las tareas suelen ser:
decidir tan rápidamente como sea posible si dos símbolos, dibujos o letras son o no iguales. Se
estima la velocidad de procesamiento por el número de decisiones de este tipo que el sujeto
puede hacer en un periodo corto de tiempo.

Salthouse, basado en los trabajos pioneros de Birren propuso una teoría del envejecimiento
cognitivo que postula la velocidad de procesamiento como el mecanismo básico que explica
gran parte de la varianza de los sujetos en una gran cantidad de pruebas cognitivas.

Propuso dos mecanismos importantes responsables de la relación entre la velocidad de


procesamiento y la cognición.

El primero, denominado “mecanismo del tiempo limitado” sugiere que lo que sucede con el
envejecimiento es que los pasos previos o iniciales a una tarea se llevan a cabo más
lentamente y ocupan el tiempo disponible en esas operaciones básicas de manera que se ve
lentificado el procesamiento en prácticamente todas las tareas cognitivas, sobre todo en
aquellas más difíciles.

El segundo mecanismo se refiere a la simultaneidad, sugiere que los productos del


procesamiento previo podrían haberse perdido para cuando se requieren en el procesamiento
posterior.

Un grupo de investigadores aplicaron una larga batería de pruebas neuropsicológicas con las
que evaluaron la velocidad de procesamiento, la memoria de trabajo, el recuerdo libre y con
claves, y el vocabulario.

La velocidad de procesamiento la evaluaron con la prueba de dígitos y símbolos del WAIS-R, la


compleción de patrones y comparación de letras. Convirtieron las calificaciones obtenidas a
puntuaciones z y se graficaron los resultados para los 301 adultos con edades entre 20 y 90
años. Demostraron un declive sistemático en la velocidad de procesamiento en los grupos de
edad por décadas de los 20 a los 80 años. Hicieron luego un análisis de trayectorias para
analizar interrelación que existía entre las diferentes funciones. La edad explicaba 83% de la
varianza en la velocidad de procesamiento, a su vez la velocidad de procesamiento predecía el
funcionamiento en la memoria de trabajo. Y ambas, velocidad de procesamiento y memoria de
trabajo, predecían la ejecución en tareas de memoria visoespacial y verbal.

Sliwinski & Buschke aplicaron pruebas de memoria y de velocidad de procesamiento a 141


ancianos cuya edad promedio era de 81.5 años y a 108 jóvenes de 22.9 años en promedio. Las
pruebas de memoria eran el recuerdo de una lista de palabras con claves semánticas y la
memoria de textos de la Escala de Memoria de Wechsler Revisada. La velocidad de
procesamiento se midió con la prueba de símbolos y dígitos del WAIS-R14 y con una tarea de
copia de dígitos. Mediante el análisis de trayectorias calcularon si la velocidad de
procesamiento podría ser un mediador que explicara los déficit de memoria tanto en viejos
sanos como con diagnóstico inicial de demencia. Encontraron que la velocidad de
procesamiento era un buen mediador de las diferencias por edad en el recuerdo con claves,
pero el declive en la capacidad de beneficiarse de las condiciones de codificación que ocurre
durante el envejecimiento no estaba mediado por la velocidad de procesamiento. La velocidad
de procesamiento tampoco explicaba los defectos de memoria que ocurren en la demencia.

DÉFICIT EN LA MEMORIA DE TRABAJO

La memoria de trabajo puede conceptualizarse como la cantidad de recursos cognitivos


disponibles en un momento dado para procesar la información presente (online).

Esto significa que se realizan tanto funciones de almacenamiento como de recuperación y


transformación, en consonancia con el modelo que propusieron Baddeley & Hitch.

Se mide pidiéndole a los sujetos que simultáneamente procesen y almacenen cierta


información. Por ejemplo, se les dictan números consecutivos y se pide que realicen la suma
de los dos últimos números dictados. Por ejemplo: se le dice 1, 5 (el sujeto debe decir 6), se le
dicta luego el 4 y el sujeto debe decir 9, es decir, sumar el 4, no al 6 que acaba de pronunciar
sino al 5, que fue el último número dictado; si ahora se le dicta 10, debe decir 14, etc. Debe,
pues, procesar (realizar las sumas) y almacenar el último número que se le dictó.

Craik y Bird fueron de los primeros investigadores en reportar que con el envejecimiento
ocurre un déficit en la memoria de trabajo, señalaron no obstante, que a este déficit puede
hacérsele frente si el sujeto utiliza apoyos externos. Aunque las personas mayores tengan
limitada la capacidad de la memoria de trabajo, las tareas cognitivas pueden estructurarse de
manera que no exijan tanta capacidad para su realización. Por ejemplo, se ha demostrado que
los viejos responden de manera diferente las encuestas cuando las opciones se presentan
auditiva o visualmente. Un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan compararon
los patrones de respuesta de jóvenes y viejos: cuando el formato de presentación era de
opción múltiple y las preguntas se presentaban auditivamente, los viejos tendían a seleccionar
la última opción; las diferencias entre jóvenes y viejos fueron menores o no existían cuando las
preguntas se presentaban de manera escrita.

INHIBICIÓN

Un tercer mecanismo propuesto para explicar los cambios cognitivos que ocurren durante el
envejecimiento normal es la inhibición. Park refiere que Hasher y Zacks propusieron que con la
edad tenemos más problemas para centrar la atención en la información relevante e inhibir la
irrelevante.

Esto implica que la memoria de trabajo se satura con material irrelevante que debió haberse
descartado y no se hizo por el déficit de la inhibición. El modelo de Hasher y Zacks es
particularmente relevante para el procesamiento del discurso. Estos autores aportan datos
que sugieren que probablemente con los años, se agrava la tendencia a mantener información
previa ya descartada, que ha sido escuchada anteriormente, y que esta información
irrelevante afecta el rendimiento cognitivo posterior (interferencia). Aunque ha habido algunas
críticas sobre la importancia de la inhibición como mecanismo para explicar el envejecimiento
cognitivo, otros investigadores lo han defendido con datos que sugieren que la inhibición
opera en situaciones de producción lingüística y en otras tareas que precisan de la información
en línea; los efectos son más destacados cuando hay que inhibir una respuesta fuerte.

La noción de un mal funcionamiento inhibitorio puede explicar algunos comportamientos de


los viejos en la vida cotidiana. Por ejemplo, son más susceptibles a la distracción cuando se
enfrentan a varias fuentes de información simultáneas. Los fallos en la inhibición darían lugar
también a un peor control en situaciones sociales. El estereotipo de que los viejos más
fácilmente dicen lo primero que les pasa por la cabeza, tendría relación con los fallos
inhibitorios; o el estereotipo de que son intolerantes con los demás, ariscos o bruscos,
reflejaría su incapacidad para inhibir respuestas fuertemente activadas, aunque inapropiadas
en situaciones sociales.

FUNCIONES SENSORIALES

Se ha postulado otro mecanismo, más parsimonioso aún, con datos obtenidos en el estudio de
Berlín sobre el envejecimiento.

La gran cantidad de datos médicos, sensoriales, cognitivos y sociales de una muestra de


adultos de Berlín con edades entre 70 y 103 años, le permitieron a los investigadores
demostrar convincentemente que prácticamente toda la varianza relacionada con la edad
podía explicarse por el funcionamiento sensorial que midieron con pruebas sencillas como la
agudeza visual o auditiva. Las 14 pruebas cognitivas aplicadas incluían: medidas de velocidad
de procesamiento, razonamiento, memoria, conocimiento general y fluidez verbal.

Las medidas sensoriales parecían ser índice del funcionamiento cognitivo. Los investigadores
son conscientes de que la función sensorial es una medida tosca de integridad cerebral y
propusieron la hipótesis de que la función sensorial es un índice general de la arquitectura
neurobiológica.

INTERACCIÓN ENTRE LA VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO, LA MEMORA DE TRABAJO Y LA


INHIBICIÓN

Robert y cols. realizaron una serie de experimentos para analizar de qué manera el control
inhibitorio y la memoria de trabajo cambian a lo largo de la vida y cómo influye la inhibición
sobre la memoria de trabajo. Aplicaron una versión adaptada al francés del Reading Span
Test. Los sujetos se dividieron en cuatro grupos de edad: niños (edad promedio 11.36 años),
jóvenes (edad promedio 21.30 años), viejos jóvenes (edad promedio 64.92 años) y viejos viejos
(edad promedio 75.38).

Se les leía a los sujetos una lista de 56 frases sintácticamente simples y cortas. La mitad eran
semánticamente correctas (p. ej. “a los niños les gusta el chocolate”) y la mitad no (p.ej. “los
plátanos tienen bolsillos”). En la mitad de las frases había dos sustantivos, como en los
ejemplos anteriores y en la otra mitad sólo uno (p.ej. “se puede comprar la luna”). Los sujetos
debían decidir si la frase, presentada en la pantalla de un computadora era semánticamente
correcta o no, pero además debían recordar la palabra con la que terminaba cada frase. Los
jóvenes recordaron más palabras que los niños y que los viejos; las diferencias entre los viejos
jóvenes y viejos viejos no fueron significativas; tampoco entre éstos y los niños.

Los resultados son consistentes con la hipótesis de que existe una clara relación entre la
inhibición y la memoria de trabajo, los fallos en la inhibición de material irrelevante (de listas
previas o no palabras finales) disminuyen la capacidad de la memoria de trabajo. El hecho de
que la memoria de trabajo aumente con la edad y luego decrezca durante el envejecimiento
puede explicarse por los recursos de atención disponibles tanto para el mantenimiento en la
memoria de trabajo como para la inhibición de información.

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